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heracliolabandera · 4 years
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Un exorcismo adelantado
Por Heraclio Labandera
Hace tiempo que no se advertía tanta unanimidad entre los operadores mediáticos del FA, para decir que las ideas son defectuosas, que nada sirve o que prometen lo peor del Apocalipsis.
La divulgación del anteproyecto de la Ley de Urgente Consideración (LUC) de inmediato levantó una enorme polvareda en territorio de los que se van, tanto como para excitar durante el letargo estival a los críticos más adormilados. Están los que se tomaron cinco minutos para opinar de modo negativo, a los que le llevó algunas horas más desglosar los 457 artículos del anteproyecto para opinar de modo negativo, a los que solo revisaron el área que les compete para opinar de modo negativo, y los que se prendieron a las críticas negativas de terceros para opinar de modo negativo. Solo destacaron unas pocas actitudes de frenteamplistas como Carolina Cosse, que en el alud de opiniones negativas de correligionarios, colocó un tuit diciendo que pondría primero a estudiar a sus asesores, para luego recién opinar. Deben haber más, pero el linchamiento militante parece silenciar a cualquier partidario del FA que pueda abrir una carta de crédito para lo que viene. La fiebre de la negatividad develada contra esta norma, por derivada incluso ha salvado al Carnaval de la extinción, porque a los tablados ha vuelto la crítica a los gobiernos, aunque por ahora solo sean los del futuro y no los del presente, con murgas que auguran aquelarres de violencia “estilo Chile”, resistencias contra los riesgos de “privatizaciones”, y rebeliones contra demonios del “neo-liberalismo” y varios ogros más que la Coalición Multicolor parece haber soltado. Y si se advirtiera que se habla de un gobierno que aún no gobierna, da una pauta certera de las furias que los fundamentalistas del actual gobierno esperan desatar en furibundo ataque, una vez que la promesa de que “se terminó el recreo”, se haga realidad. Como en las filas de un ejército en armas al que se pasa revista, cada militante del FA alistado en esta “Santa Cruzada” contra el fantasma de un gobierno que todavía no llegó, lanzan en andanada una crítica tras otra como si se tratara de una lluvia de misiles contra sus propios terrores. En este fabuloso exorcismo adelantado, los ultras del actual gobierno salieron con el mandoble pegando golpes en todas direcciones contra demonios imaginarios que se mantuvieron guardados durante 15 años.
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heracliolabandera · 5 years
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https://duckduckgo.com/?q=Heraclio+Labandera&atb=v182-2&iax=videos&ia=videos&iai=tsTwzu80Y1A
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heracliolabandera · 5 years
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Intentando aplicar en la orquesta de la escuela ...
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heracliolabandera · 5 years
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Una locomotora para UPM
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heracliolabandera · 6 years
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https://www.facebook.com/rfernandezmas/videos/10214447537396201/
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heracliolabandera · 6 years
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Amazing street guitar performance by Imad Fares " Gipsy Kings " cover
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heracliolabandera · 6 years
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Imad Fares - Ave Maria (Bach/Gounod)##
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heracliolabandera · 6 years
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La partida del hombre de las eternas Causas
(in memoriam de Lincoln Maiztegui Casas) 
Supe que estaba grave por un WhatsApp que envió mi hija, pidiendo una oración por quien -se sabía- le quedaban horas de vida. Días antes le había visto en televisión en la última edición del muy buen programa “El Origen”, disertando con sabiduría y su proverbial desparpajo sobre las razones últimas de los fundadores de la República, y le noté físicamente desmejorado pero con la lucidez de siempre. La cotidianeidad con la que presentaba a los personajes de siglo y medio atrás, la descripción de sus pliegues y la naturalidad con la que exponía el sentido común de la época que les había tocado en suerte, hacían de sus explicaciones auténticas disecciones del drama de la naturaleza humana en cualquier circunstancia histórica. Pero como el programa había sido producido con alguna anterioridad, me inquietó pensar que su salud podía haber empeorado. Conocí a Lincoln Maiztegui Casas (su insistencia por el segundo apellido no era por una pretensión aristocrática, sino una reivindicación militante del influjo que su madre tuvo en su forja cultural) en la redacción del semanario “Patria”, donde por años compartimos los cierres eternamente apurados que tienen las publicaciones políticas. Era la segunda mitad de la década de 1990 y aquellos fueron los años más duros de la fracción liderada por Luis Alberto Lacalle, por entonces ex Presidente de la República, quien acorralado por la adversidad política decidió salir a dar su combate de ideas con la edición de aquel semanario que llevó por lema una hermosa frase del poeta Juan Zorrilla de San Martín, quien por haber sido fundador de la Unión Cívica (el partido católico, entonces fuera del Partido Nacional), supo provocar escozor en algún fundamentalista de los que siempre hay en todas las tribus: “La Patria, cuyo nombre es canción en el arpa del poeta, grito en el corazón, luz en la aurora, fuego en la vida y en el Cielo estrella”. Los miércoles, y cuando apretaba el frío en aquel caserón de calle Mercedes en el que funcionaba el semanario, se hizo habitual compartir a eso de la medianoche, una cena que carecía de toda pompa -una comida de olla- que se convirtió en un formidable pretexto para iniciar largas tertulias políticas que solían conspirar contra el cierre habitual de la publicación. Por aquella cena de los miércoles supo pasar buena parte de la dirigencia del Partido Nacional, de entonces y ahora, y nunca faltó “Arbolito”, que era como Lincoln Maiztegui Casas firmaba sus notas de contratapa. Era un hombre que no sabía vivir sin una Causa por la que combatir. Retornaba de su largo Camino a Damasco, que lo había llevado de sus orígenes blancos a tiendas del Partido Socialista del Uruguay, en sus años de exilio en España a su vinculación con el Partido Socialista Obrero Español, a su desexilio ya desencantado del socialismo y a su retorno a las viejas raíces blancas que lo habían iniciado a la política. Desde aquella trinchera de papel compartimos toda la peripecia de un sector que era minoría dentro de la minoría política del país, dando una batalla épica que no supo de bajas ni renuncias. Allí fue cuando relató que su tío abuelo, Julio Casas Araújo, nacido en Casupá (Florida) y tempranamente emigrado a Minas (Lavalleja), había sido el autor de la letra de la ‘Marcha Tres Arboles", como se le llama al Himno del Partido Nacional, solicitado por el Directorio blanco en la década de 1940 al eximio poeta minuano. Puede parecer una simple anécdota, pero la carga romántica de su pensamiento político tuvo en la “Tres Arboles” una piedra angular, cuyas estrofas solía recordar en aquellas tertulias con su estentóreo vozarrón: “Las muchedumbres iluminadas,// por las antorchas de su fe,// y el sacro fuego de su ideal,// alzan al Cielo con arrogancia,// la voz gloriosa del Partido Nacional’. Y culminaba con solemnidad, como el himno cierra su son: “Juventud radiante del Partido Nacional,// Todo por la Patria, pensamiento y sangre de ideal,// Firmes en la lucha, ¡Vivir es combatir!,// con la fiereza de vencer,// y el anhelo de imponer// nuestra divisa al porvenir”. ¡Qué duda cabe sobre dónde alimentaba su gesto! En aquellos días, en que aún sobrevivían con fuerza las aldeas tribales dentro del Partido Nacional -herreristas, wilsonistas, independientes y por extensión, lacallistas, larrañaguistas y los que estaban en tercería- Lincoln solía saltearse todas las polémicas sobre ortodoxias y heterodoxias, definiéndose como “blanco”, sustantivo que tuvo ocasión de explicar en múltiples oportunidades. “Soy blanco como hueso de bagual, y lo he sido siempre, incluso cuando milité en el Partido Socialista’, escribió en una ocasión a un colega frenteamplista, que osó dudar de su independencia intelectual por abrevar en la colectividad de Manuel Oribe. “¿No lo entiende; le parece incongruente? No es el único. Simplemente permítame decirle que no es lo mismo ser blanco que votar al Partido Nacional, como bien dice entre otros, el Pepe Mujica. Ser blanco es adherir a una corriente histórica del país, que tiene sus valores y su forma de entenderlos y vivirlos”, explicó en una nota de incitación a la polémica. En otra intervención más reciente, en una Tertulia radial de Emiliano Cotelo de hace tres años, cuando le preguntaron que era él, políticamente hablando, contestó con prístina claridad: “Soy blanco, por encima de cualquier otra consideración. Entiendo por blanco una determinada visión del país, una determinada visión de su historia, y de su trayectoria histórica. Desde mi punto de vista, y esto lo aprendí de mis mayores, de don Julio Casas Araújo, autor de la letra de la Marcha Tres Arboles, que se puede ser blanco dentro y fuera del Partido Nacional. No todo el mundo entiende esto, pero yo cuando actué en el Partido Socialista, de lo cual no me arrepiento ni un instante, y cuando tuve el privilegio de actuar hombro con hombro con gente como Vivián Trías, por ejemplo, o siendo yo muy jovencito, Dubra o posteriormente José Díaz, no dejé ni por un instante de ser blanco. En determinado momento, por razones ideológicas que tienen que ver con determinadas posturas del Partido Socialista respecto a algunos episodios, fundamentalmente internacionales, la revolución cubana y todo lo demás, decidí responsablemente volver a mis raíces, volver a la trinchera natural de los blancos, que es el Partido Nacional. Esa fue mi peripecia personal; la asumo en su totalidad”. Hombre culto y curioso, pero de cultura y curiosidad renacentista, poseía una memoria prodigiosa para el detalle, una acerada fineza para la mordacidad y un punzante buen humor. Era hombre de teclados y computadora, pero al leerlo nadie dudaba en aseverar que por la galanura de sus textos, en realidad escribía con pluma, por el refinado manejo del lenguaje y su riqueza expresiva. Desde que lo conocí hasta hace muy poco, Lincoln era una chimenea caminante, un fumador impenitente de los de antes, que militó de modo desafiante contra la decisión del presidente Tabaré Vázquez de prohibir el tabaquismo en los espacios cerrados, y los programas periodísticos tenían en él a un formidable polemista defendiendo el derecho a fumar donde se quisiera, sin argumento posible que lo disuadiera. Decía que lo suyo era en nombre de “los hombres libres”, para contradecir una resolución que consideraba abusiva de un gobierno frenteamplista. En realidad, ignoro si ese reclamo era una demanda con sustento real o respondía a la necesidad de tener en su mochila una nueva Causa a sostener, para verle como siempre imaginamos al Quijote atacando molinos. Disfrutaba de los desafíos joviales y partía de la base que todos los días amanece, con un Universo para conquistar. Recuerdo cómo se plegó a la Causa de Jacinto Párraga, cuando se enteró que un puñado de floridenses estaba empeñado en sacar del ostracismo de la memoria a un personaje con tanta gallardía como poca prensa, defensor de la villa de la Florida en la sangrienta toma de 1864 protagonizada por Venancio Flores. Enterado de que estaba en vísperas de escribir una historia general del país, se le pidió que no olvidara un renglón para el personaje en los días previos a la caída de Paysandú, y a pesar de que su sucesión de libros “Orientales” se redactó bastante después del pedido, a la hora de explorar la revolución florista de 1863-1865, casi un año más tarde, tuvo la delicadeza de llamar por teléfono a casa para usar algunas de las investigaciones floridenses, y cumplió su compromiso. Los que más lo tentó para tomar partido por esa Causa, fue saber que para los que habían trabajado por la memoria de Jacinto Párraga, ésta era la historia de un héroe del “partido de los Pérez”, de los sin apellido ilustre, de los que sembraron República y cosecharon olvido, sin otro merecimiento que el cumplimiento del deber. Definitivamente, a Lincoln le tentaba tener Causas para defender. El, que gustaba definirse como “profesor de historia”, a secas, se volvió historiador y en sus crónicas periodísticas dejó infinidad de páginas históricas, todo por una Causa: evitar la desmemoria. Causas defendió en sus múltiples libros, Causas enseñó a sus centenares de alumnos, por Causas entró en polémicas, por Causas se exilió de sus raíces políticas y por Causas se exilió de su exilio de las raíces, volviendo al hogar del fuego primigenio. Esa fue, tal vez, su gran Causa. Quizás por ello (porque siempre hay Causas para sostener), era muy difícil verlo falto de optimismo. Sólo alguna vez, cuando recitaba los hermosos poemas de su tío abuelo, se lo podía hallar melancólico, aunque de una melancolía que añoraba la esperanza. Eso le sucedía cuando parafraseaba el soneto “La vieja casa”, que publicó en los tiempos del viejo semanario y luego reiteró en alguna de sus columnas de “El Observador,” con un rictus de pena: “Vieja casa, sola y triste// bajo cuyo tejado enrojecido,// el polvo miserable del olvido// en eterna quietud aun persiste. La hiedra milenaria que te viste// te hace un sepulcro mudo y dolorido,// donde el cadáver del ayer querido// duerme el silencio de lo que no existe. Al darte mi postrera despedida,// añoro los recuerdos de otra vida// y el llanto empaña de dolor mi ojos. Cierro en silencio las vencidas puertas// y gimen, enmohecidos, los cerrojos// como llorando por las cosas muertas”. Se ha dicho que Lincoln era un hombre solitario, y otro de los poemas de Julio Casas Araújo que solía exhumar, hablaba de una casa vacía probablemente, la casa familiar- “como una larga hilera de pasos que aturdían’. Lo reflexiona Juan Grompone en una despedida que publicó el día después de su muerte, aseverando que ‘era un solitario”, y el propio Lincoln en los últimos tiempos solía mencionar, como al pasar, la “feroz soledad” en la que vivía. Cuando cumplió 70 años, descubrió “que era mortal” y resolvió grabar un disco, para él y sus amigos, sin cometido comercial, porque siempre dijo que él había sido un músico frustrado y deseaba romper el molde. “Ya que es inevitable que me voy a morir, porque eso no lo cambia nadie, por lo menos, que eso (las ganas de dejar sus propias canciones) no se vaya conmigo”. Hace poco, emprendió un viaje por España, lo que motivó una serie de crónicas publicadas en “El Observador”, alguna de las cuáles fue reproducida en el suplemento editado por el diario, a su fallecimiento. Todo indica que él lo tomó como un viaje de despedida, porque marchó al reencuentro de la memoria ancestral y de sus pilares esenciales, en particular, la de doña Brenda, su madre, a la que siempre fue devoto. “Luego de la muerte de mi madre, en 1997, me había jurado a mí mismo no volver jamás a la Ciudad Condal. Sin embargo, creo que mamá se merecía una foto, que seguramente será la última, de los cuatro hermanos. La sueño, donde se encuentre, feliz de semejante reencuentro”, escribió en la que, de seguro, fue una de sus últimas crónicas. En la misma nota, se pudo leer: “Me siento inseguro para moverme, de alguna manera hecho polvo, y muy, pero muy triste y decaído”. La noche anterior a ese texto, se había desmoronado sobre una mesa de cristal, y la había hecho trizas. “Ahora, cuando se aproxima inevitablemente la hora de la noche final, uno se irá de este mundo sabiendo más, y ese saber se trasladará a las sucesivas generaciones. Como ya he señalado, éste ha sido mi último viaje largo. Pero gracias a Dios que pude realizarlo. No hay cosa más hermosa que conocer el mundo, y yo llegué a hacerlo. Este viaje justifica todo lo hecho, aunque me haya caído arriba de una mesa de cristal y no me matara de pura suerte”. Tenía 73 años y Lincoln Maiztegui Casas se marchó, despedido por los WhatsApp de cientos de sus discípulos, pidiendo una oración por su Alma y por la mansedumbre de su tránsito. Se nos adelantó, como decían los viejos castellanos. Pero sabiéndole un optimista impenitente, su partida me trae a la memoria otros versos, esta vez del mexicano Octavio Paz, que también hablan de la partida: “pelear por la vida de los vivos,// dar la vida a los vivos, a la vida,// y enterrar los muertos y olvidarlos// como la tierra los olvida: en frutos…” Lincoln se fue, pero nos dejó su obra, por fruto. Esa fue su postrera Causa. 
Florida, 13.09 2015
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heracliolabandera · 6 years
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El hombre que tuvo la historia en sus manos
Por Heraclio Labandera
El viernes 15 de junio el Partido Nacional impulsó a nivel nacional una iniciativa conjunta con las Comisiones Departamentales nacionalistas de todo el país, en vísperas de que se cumplieran 34 años del regreso de Wilson Ferreira al país, cuando la dictadura militar de 1973 aún no había terminado y vivía sus convulsiones finales. El Honorable Directorio nacionalista, como colegiado rector y máxima autoridad del Partido Nacional, junto a las sus 19 homólogas en cada Departamento del país -conocidas como Comisiones Departamentales- presentaron en forma simultánea “la película de Wilson” como popularmente se le ha llamado llamado al filme “Wilson”, el documental de 104 minutos estrenado en 2017 y dirigido por Mateo Gutiérrez. La inauguración ese día de un canal del Partido Nacional que transmite por internet (www.partidonacional.tv), permitió la emisión en simultáneo del documental de Mateo Gutiérrez sobre el histórico retorno del que tanto se ha hablado pero documentado poco. El filme, hecho en base a discursos e imágenes de archivo de y sobre Wilson, más el testimonio actual de comentaristas blancos, colorados y frenteamplistas que describen las circunstancias que explican aquel episodio histórico y su contexto, es una obra de rica pedagogía para la historia política del país. Su emisión cosechó muchas lecturas de interés.
La primera fue que al ser un episodio coordinado bajo el paraguas común del Honorable Directorio (el Directorio blanco), existió la deliberada voluntad de hacer en conjunto una puesta en escena que simbolizara la necesaria sintonía que el Partido Nacional necesita para abordar el desafío electoral de 2019. Hay mucha presión de muy diversos orígenes, sobre la importancia de dar un mensaje de “unidad” entre los blancos. Juegan en favor de ello el comprensible temor a las uvas del narcisimo que confunde el amor por el suicidio político con la “carga de Chiquito Saravia”, y la histórica falta de cultura ecuménica que enseña la máxima escolástica, de que la “unidad” para los blancos, tiene que ser “en la diversidad”. Por algo, el lema del Partido Nacional tiene por consigna la frase “Somos Idea; la Unión nos hará Fuerza”, y ex profeso se prescindió de consignar “...la Unidad nos hará Fuerza”. Las palabras conservan un sentido que a veces conviene atender para entender mejor lo que se quiso decir, porque “unión” significa “conformidad y concordia de los ánimos”, lo que presupone la necesaria preservación de la individualidad de los se juntan, mientras que “unidad” significa “singularidad en número y calidad”, lo que implica cultivar unanimidades y construir partidos de cemento. Hay en el país colectividades políticas que han hecho liturgia de la “unidad”, y la sensación de que la argamasa es más poderosa que la arena ha contaminado el espíritu de un Partido Nacional que en tributo a victorias esquivas, muchas veces olvidó que tras las disquisiciones semánticas se oculta la esencia de cosas que no deben ser violentadas. Que los detallismos doctrinales queden para reflexionar en justicia hasta donde llega la soberanía de la discrepancia y se encuentra la frontera con el anarquismo, ese territorio donde la “unión” se ha roto en tributo a la individualidad que el concepto preserva. Lo cierto es que la actual Presidencia del Honorable Directorio ha tomado con inteligencia lo que ya se predicaba desde la anterior Presidencia (la concepción partidaria como herramienta), y más allá de que todos los dirigentes políticos que ocupen el podio partidario sean candidatos cantados para los naturales varillazos de la refriega partidista, Beatriz Argimón lleva a mochila de hacer que su conducción partidaria esté a la par o sea mejor aún que la que instaló Luis Alberto Heber, un gran presidente blanco. Las primeras señales, van en esa línea.
La segunda lectura fue sobre el lanzamiento de un nuevo canal de TV por internet del Partido Nacional (distinto del canal de youtube de esa grifa, que ya funciona), integrante del actual abanico comunicacional que opera detrás de la puesta en escena en la pantalla de cualquier transmisión blanca. La novelería de ver “la película de Wilson” hizo que este hecho pasara bastante desapercibido y no se escatimara lo suficiente en la poderosa novedad que nace con el desarrollo de una tecnología comunicacional que Fernando Benzano -el CEO sin galones de todas estas cosas- gusta decir que está hecha “in house”. Está claro que cuando lo dice de esa manera, no faltan los que lo “descansan” con cargadas en público por utilizar una semántica tan “tech”, pero está más que claro que tras esa expresión “cool” ha surgido un cambio cualitativo en el sistema de comunicaciones del Partido Nacional, que deja atrás el tradicional mecanismo de confiar el mensaje político en profesionales que no hacen demasiados distingos a la hora de “vender” la imagen de una gaseosa, un buzo, un jabón, papel higiénico o un partido político. En ese aspecto, soplan vientos nuevos sobre las viejas banderas.
La tercera y principal lectura corresponde hacerla sobre el propio film, realizado con un trámite visual muy ágil y con un objetivo pedagógico para el lego, un cometido emotivo para el testigo, y un sentido reflexivo para los que hacen política en estos tiempos. Está claro que cada espectador sacará sus propias brazas de aquella formidable fogata, pero de los atributos que se resaltan en la película, vale la pena rescatar tres grandes parábolas. La primera es la responsabilidad histórica que cargan los que acordaron en el aquel malhadado Pacto del Club Naval, engendro que aún hoy permite alimentar terribles leyendas que opacan de mala manera, las sombras que persisten para que “la verdad” sea Verdad, y “la justicia” verdadera Justicia. La segunda fue la empecinada tesitura de aquellos que, arrinconados por el contubernio de los que sincera o interesadamente resolvieron entre cuatro paredes cocinar a Wilson, frenaron al grito desmelenado de “Sin Wilson, nada” en aquella histórica convención, y cerraron el paso a los que habían negociado de modo equivocado, negándose a renunciar a gritar por la libertad aún cuando se supiera que tocaba morir. He ahí lo que hacen los blancos, cuando la disyuntiva es entre “unidad” y “unión”. La tercera fue la enseñanza predicada por Wilson de que el nudo gordiano de los problemas nacionales no tienen camiseta ni divisa, a diferencia de lo que otros suponen. Es posible que Wilson hubiera llegado al destino que la historia le tenía reservado, si hubiese pensado diferente, pero era el “hombre mayor” que lloraba como un chiquilín en la primera fila de un perdido teatro de Europa cuando escuchaba sobre las cuitas de la tierruca, en aquella anécdota que Pepe Guerra contó con tanta frivolidad durante el filme, y que se subió al barquito aquel 16 de junio de 1984, porque el país necesitaba salir de la dictadura a pesar de su sacrificio personal. Algunos dirán según el palo de que provengan, si en aquel viaje acertó o no, pero estaba claro que su destino fue sellado por la traición mezquina de muchos de sus contemporáneos. Al final, una reflexión personal. Cuando el barquito de aquel lejano 1984 atracó en la rada el puerto montevideano y Wilson bajó a tierra, flanqueado por dos oficiales militares de serio semblante que lo custodiarían hasta el helicóptero que lo llevó a Trinidad, él nunca dejó de sonreír. Sentimiento agridulce, porque con sus pasos sobre el muelle estaba desandando el terrible Purgatorio de años de exilio, pero también sabía que enfrentaba -una vez más- una afrenta inmerecida. Todos vimos esa escena mil veces. Entonces el hombre de trinchera de abrigo, que al pisar la piedra oriental había saludado a los suyos, caminó algunos pasos junto a sus custodias y en un momento dado dio la espalda al barco, y marchó rumbo a su trágico destino, con sus rigurosos flancos vestidos de uniforme militar; y por un instante pareció que aquel hombre gigante, que era capaz de enardecer a multitudes y revivir la esperanza derrotada, al atravesar el portalón portuario, en un país erizado de soldados, armas y tanquetas para evitar que esa sola persona levantara al país, había sido por fin vencido por el autoritarismo de la dictadura. Entonces, cuando el déspota ya frotaba sus manos por su “victoria”, y el detenido parecía el hombre más vencido de todos los vencidos, en ese instante Wilson se detuvo un segundo, volvió su torso hacia los suyos, y en un momento que la historia nunca olvidará, miró con su indeleble sonrisa y levantó ambos brazos en señal de victoria, en un instante que se hizo eterno. Nunca un hombre que parecía tan débil, fue tan poderoso. Tuvo la historia en sus manos. Nunca lo vi más grande.
Florida, 17.06.2018
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heracliolabandera · 6 years
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Convocando al arco opositor
Por Heraclio Labandera
Lo más sencillo sería interpretar que la recorrida de Luis Lacalle Pou por buena parte de los Departamentos del país, presentando a Gonzalo Mujica como una incorporación a su sector, fue una gira meramente electoral. Es verdad que la presencia del ex-frenteamplista en filas del nacionalismo neo lacallista podría considerarse como un factor diferenciador para cuando se largue la interna blanca,  a la hora de elegir la candidatura presidencial con los adversarios partidarios. Simbólicamente, significa la incorporación al Partido Nacional del ex-voto 50 del Frente Amplio en la Cámara de Diputados, quien con su renuncia a la legislatura puede presumir de su talla ética, por devolver al partido de gobierno la banca legislativa que ocupó por el oficialismo, y saltar sin red al vacío, cuando muy pocos lo han hecho cuando hay deserciones en el lema. Es cierto también, que la recorrida se realizó justo en el momento más crítico del sector de Jorge Larrañaga, que se inició con el cuestionamiento de su liderazgo por cuenta de algunos líderes emergentes, y que bien pronto derivó en una explosión de fragmentación controlada dentro del bloque, que aún no está del todo consolidada. Pero todas estas razones son circunstanciales para explicar el metamensaje de la recorrida. Muchos con escasez estratégica o con un deliberado sentido del ninguneo, se preguntan cuantos votos traerá Gonzalo Mujica al Partido Nacional para la elecciones de 2019, queriendo con ello decir que su defección fue la de un dirigente frenteamplista menor, que llegó al Parlamento en el aluvión promovido por José Mujica (el malo), porque para el oficialismo es importante quitarle peso específico a la deserción. Lo interesante de la respuesta es que la masa electoral que Mujica (el bueno) pueda arrastrar hacia el lema blanco, por pequeña que se presuma, vale el doble de lo que cualquier otro dirigente blanco podría aportar, porque son votos que se van del Frente Amplio e ingresan al Partido Nacional. En un país en donde uno de cada dos ciudadanos votó al Frente Amplio en las últimas elecciones, la cosecha electoral para ganar la Presidencia de la República está en el territorio del adversario y no entre los votantes cautivos. Sin embargo, hoy, Mujica (el bueno) no vale tanto lo que pesa en votos, sino lo que trae en background sobre el adversario. La suya no es la primera incorporación de ex-frenteamplistas al neo-lacallismo, donde ya revistan la actual diputada Graciela Bianchi (FA entre 1971 y 2014) y el senador Jorge Saravia (legislador FA entre 2005 y 2011), pero podría ser de los más valiosos reclutamientos dada la mochila de conocimientos que trajo de su anterior encuadramiento político, por el que fue diputado por Montevideo entre 2005 y 2017. El mayor aporte que Mujica (el bueno) trajo al Partido Nacional y al neo lacallismo en particular, es la convicción de solventar una plataforma común con el arco opositor en base a acuerdos programáticos. La idea no es nueva entre los blancos. Ya lo había propuesto en 2017 el intendente floridense Carlos Enciso, en un cierre de año de su agrupación #Dale, en presencia de Luis Lacalle Pou, amparado en su política de Frente Grande que le permitió montar en lo local un arco de gobierno multicolor a partir de 2010; el propio Luis Lacalle Pou reiteró el concepto en varias oportunidades en los últimos meses; más acá, las recientes declaraciones del intendente duraznense Carmelo Vidalín; y otro tanto se podría decir de Jorge Larrañaga, que lo sugirió en la misma génesis de Juntos, su actual grifa, superadora de la Alianza Nacional, a pesar de los “ruidos” que la propuesta generó en el cerno del aliancismo. Pero todas éstas son voces blancas, provenientes de una colectividad que hasta ahora ha padecido de una crónica falta de cultura ecuménica, tal que le permitiese el entendimiento entre diferentes. En cambio, la forma de ver de alguien que viene de un lugar donde existe una vieja cultura de esa naturaleza, como es la de quien proviene del Frente Amplio, puede ser sustancial para introducir un chip en la dirigencia del nacionalismo sobre el sustantivo concepto de la articulación entre diferentes. De ahí a conformar una plataforma de entendimiento del actual arco opositor, hay un paso.
Articulación
El último gran esfuerzo ecuménico de los blancos fue en 1958, cuando Luis Alberto de Herrera acordó un frente electoral común con el Ruralismo, de Benito Nardone “Chicotazo”, mediante el cual el Partido Nacional logró el gobierno que se le había negado por más de 90 años. Luego, el fundamentalismo partidario se encargó de instalar en las sucesivas dirigencias una cultura política excluyente del diferente, a veces sustentada en matices sutiles. El otro intento ecuménico serio pero inconcluso, fue el promovido por Wilson Ferreira, revelado en su espíritu cuando en un conocido discurso dicho en vísperas del golpe de Estado, habló de que el Partido Nacional debía abrir sus puertas a “los nuevos blancos”, pero la dictadura militar y la Guerra Fría, las roscas dirigenciales y el largo exilio del caudillo, mellaron con éxito su proyecto ecuménico. La coyuntura de urgencia con la cual Luis Alberto Lacalle llegó al gobierno, y su imperiosa necesidad de solventar la “gobernabilidad” de su gestión, le impidieron tender puentes con el diferente, y las dialécticas de los aparatos políticos hicieron la tarea que saben hacer con éxito. Quizás valga la pregunta de si el genoma del paleo-lacallismo hubiese podido admitir alguna versión de un modelo ecuménico de gobierno, pero la respuesta quedará para los filatelistas de la historia de las ideas nacionales. Lo cierto, es que no sucedió. Sin embargo, es ahora Luis Lacalle Pou quien tiene la histórica posibilidad de hacer realidad esa utopía de la ecúmene, y la llegada de Gonzalo Mujica al Partido Nacional es un buen pretexto para ello. En la presentación del personaje que se realizó en varias ciudades del Interior, Mujica (el bueno) afirmó la idea de que su entendimiento con el líder neo-herrerista se basó en acordar una plataforma de entendimiento desde la diferencia, y extrapoló el concepto al necesario entendimiento del Partido Nacional con otras fuerzas del actual arco opositor. “Es como si fuera lo que hace el Frente Amplio”, deslizó Mujica (el bueno) en una parte de su exposición de Florida.
Colofón
La naturaleza de la gira de Luis Lacalle Pou y Gonzalo Mujica, la semiótica de los encuentros en las principales capitales del Interior, y el discurso del peregrino que ha sido recibido por el buen samaritano, indican que tras de esa gira deberá venir una movida superadora del Partido Nacional. De hecho, la política moderna -y dentro de esa “modernidad líquida” de la que tantas veces habló Bauman- se caracteriza por gobiernos de coalición construidos entre diferentes.
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heracliolabandera · 6 years
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País Curuvica
Tengo un dolor que de tanto doler llora quebrado.
Un dolor sonámbulo, insomne.
Ahora que me duele el lado izquierdo como a un Cristo vivo lanceado
ahora que no tengo pies para correr detrás de las manos que maldicen,
detrás de las palabras que enfurecen,
detrás del espanto repetido tantas veces.
Ahora que desgarro la lección que nunca aprendimos
me detengo y escucho,
Escucho
el vocerío de los que tironean del cuerpo de un lado y de otro,
el aullido fatal del cuerpo que se va partiendo de un lado y de otro
como el girón del girón del resto de una bandera
que duda en recordar cuándo flameó.
Aquí nadie muere con gloria como en el himno.
Nos morimos de hartazgo.
Nos morimos partidos.
Nos morimos hundidos.
Nos morimos solos.
Nos morimos con vocación.
Nos morimos de hipocresía.
Nos morimos siempre teniendo la razón.
Nos morimos desconociéndonos.
Nos morimos como decimos que no nos gusta morir: separados.
Tengo un dolor tan despoblado
que el suelo que piso es un país curuvica y
…lo siento tanto…
no consigo abrazarlo.
María Laura Riba
Corrientes, Argentina
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heracliolabandera · 6 years
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heracliolabandera · 6 years
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heracliolabandera · 6 years
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El “cartel progre” y el Titanic
Por Heraclio Labandera
Cuando en Uruguay el Frente Amplio hacen gestos o declaraciones en defensa de Nicolás Maduro o de Inacio “Lula” da Silva, y en el caso del primero se atreven a decir que con 270 dirigentes políticos opositores presos hay una “democracia plena” y en el caso del segundo opinan que donde la gente elige a sus gobernantes y cambia de gobierno en forma libérrima, es “una dictadura”, queda claro que hay un problema en el diccionario que se utiliza. O tenemos un error en las definiciones de “democracia” y de “dictadura”, y el grupo iluminado que maneja estas categorías en modo “progre”, pretende modificar los contenidos de las palabras, o existe una enorme complicidad en algo que se oculta a la opinión pública, y ahora, hay que pagar favor por favor. Es una lástima que habiendo superado las sospechas de “totalitarismo” con las que nació el FA, debido a que entre otras cosas a que en su conducción política revistaban el Partido Comunista del Uruguay -formación subsidiaria de la desaparecida Unión Soviética- y de otros varios colectivos marxistas declaradamente contrarios a la democracia liberal, casi medio siglo después un partido político que llegó al gobierno en forma democrática (o sea, por las urnas) y por las urnas se mantuvo en las sucesivas elecciones de las que participó, ahora se cubra voluntariamente con el manto de la sospecha utilizando el diccionario conspirativo para explicar la realidad. Estoy convencido que no todos los frenteamplistas o votantes del Frente Amplio que existen en el país, coinciden con lo que dice la conducción de su propio partido, y se trata de otro de los garrafales errores narrativos típicos del FA, como el de aquella triste declaración de 1989, de amistad y solidaridad en favor del brutal régimen socialista de Nicolae Ceasescu, el sanguinario dictador comunista de Rumania, pocos días antes que su propio régimen lo derrocara acusándolo de “genocida” y “ladrón”, lo juzgara de forma sumaria y ante esas mismas cámaras de televisión, lo ejecutara con un balazo en la sien. Nunca hubo una disculpa del FA ante la ciudadanía por el grave error, pero todo podría justificarse con que la comisión del terrible equívoco sucedió cuando el Frente Amplio aún  no tenía ningún gobierno a su cargo. Muy diferente son las temerarias declaraciones que hoy -cuando bajo su responsabilidad está el gobierno nacional y el de varios gobiernos departamentales- se profieren desde el FA sobre el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, responsable de una de las peores crisis humanitaria que se recuerden en América Latina en los últimos 100 años, o sobre la naturaleza “dictactorial” de un estado de derecho brasileño que un día resolvió aceptar a tres sucesivos gobiernos del PT (dos veces de Lula, y uno de Dilma) y otro día resuelve aplicar el mecanismo constitucional del “impeachment” (figura que también existe en la Constitución de Uruguay, aunque bajo otro nombre) para separar del cargo a la gobernante del mismo PT, que en su hora fue aceptado en cumplimiento de la norma que hoy se niega. Bajo esa lógica ha sido apresado Inacio “Lula” Da Silva, enjuiciado por seis causas, la primera de las cuales -la del famoso triplex en Sao Pablo- lo ha llevado tras las rejas, con una lluvia torrencial de acusaciones de “golpe de Estado” y de “dictadura” alentada por el propio Lula a fin de defenderse en forma pública, y comprada sin desenvolver, siquiera, por algunos dirigentes frenteamplistas que controlan la narrativa política oficial del FA, afirmando que desde lo de Dilma hasta ahora, en Brasil hay un “golpe de Estado” y gobierna una “dictadura”. Ese mantra, todo lo justifica. Según esa perspectiva funciona en América Latina una especie de “cartel progresista”, integrado por diversos gobiernos de izquierda, que en caso de caer, inmediatamente se le atribuía responsabilidad a un sospechoso “Plan Atlanta” -el mismo que en julio pasado fue nombrado por Raúl Sedic para explicar su decrédito- y que el Partido Comunista del Uruguay en su web, define como “una coordinación continental de la derecha, para desestabilizar a los gobiernos de izquierda”. Solo bajo una perspectiva tan “conspiranoica” podría explicarse la aprobación por unanimidad de la Mesa Política del Frente Amplio, de una declaración que expresó “solidaridad y respaldo” a Inacio “Lula” da Silva, y que el presidente del FA, Javier Miranda, dijera en su defensa, que “el primer golpe fue en Brasil”, en referencia al golpe militar de 1964, y que éste luego marcara “la realidad de la región”. Pero a cambio podría uno preguntarle a Miranda si la llegada de Lula al poder, en 2003, acaso “no marcó la realidad de la región”, debido al peso específico de Brasil en el continente y no a otra cosa, pero esa convicción sería conceder la condición de dogma a la tesis de que las realidades políticas nacionales sólo son hijas de agentes externos, como “el imperialismo yanki” u otros ogros conspirativos. Mas, si las cosas son así, en este punto sería interesante conocer que respuesta que le merece a Miranda la desafiante pregunta de quien dentro del “imperialismo yanki”, fue el que fabricó el “cartel progre” que hoy tanto se queja de “golpes” y de “dictaduras”, porque lo que vale para explicar lo de “las salidas” de los gobiernos progres, de seguro que también debe ser válido para explicar “las llegadas” de los mismos. Sin embargo, más allá de los eventuales sofismas sugeridos por tamaños relatos, lo inquietante es que el presidente del FA se refugie en simplificaciones ideológicas y facilismos conspirativos para explicar la realidad. Ese retroceso hacia lo peor del siglo XX, es un signo clínico inquietante. Parece que las lealtades internacionales son una verdadera atadura para el FA, mucho más poderosa que las que requiere contemplar los intereses del país, antes que los partidarios. Embarcarse en la defensa a ultranza de líderes extranjeros, como si se fuera un actor doméstico en casa ajena, sin cuidar los intereses nacionales, es una soberana irresponsabilidad.
Pero además, defender a un corrupto sin retorno posible para el defensor, y que ha sido denunciado por el propio corruptor, es sacar un pasaje en los camarotes VIP del Titanic, sabiendo que la orquesta va a tocar.
Florida, 08-04-2018
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heracliolabandera · 6 years
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San Juan Pablo II
El 2 de abril de 2018 se cumplieron 13 años de su fallecimiento. En la vieja tradición católica, el pueblo de Dios celebraba el día del fallecimiento de un santo como “su día”, porque la muerte terrenal representaba su nacimiento a la vida eterna. Sin embargo, en el actual Santoral Católico, el día de este santo se celebra el 22 de octubre, fecha elegida porque es la fecha en que inició su papado.
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heracliolabandera · 6 years
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Vieja película titulada “El desembarco de los 33 Orientales”, estrenada en 1952.
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heracliolabandera · 6 years
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Día de furia en la república ñery
Por Heraclio Labandera
El whatsapp se ha vuelto un arma formidable para detonar el escándalo, en una época en la que el feroz estío prefiguraba la más apacible de las quietudes. Uno podría pensar que la falta de oferta de noticias políticas a la que nos tiene acostumbrado el verano, ha sido la causa eficiente del arsenal de titulares desplegado en estos días por los redactores de crónica roja, cuando la temporada rutilante de los cuatro millones y monedas de visitantes hace de pulmotor a la bonanza de la macroeconomía sustentada en tarifas lunares, impuestos siderales y dólar subterráneo para los uruguayos, que así subsidiamos a los turistas que vienen. Pero éste, no fue el caso. Las mieles que saboreaba la Kechichián, cual gato en el dulce de leche, este año se vieron agriadas por el marronazo que rompió las vitrinas de la Joyería del Conrad para llevarse en tres minutos, costosos relojes y valiosos ornamentos de oro con pistolas de aire comprimido, y por los bombazos del “grupo de tareas” que usó garrafas para explotar uno y dos cajeros automáticos por semana. Parafraseando a Churchill, Gustavo Salles bien hubiera pensado que “nunca tantos, debieron tanto, a tan pocos”, para referirse a los cuatro chilenos que pusieron en vilo a los padres de la bancarización obligatoria criolla y a la titánica campaña de firmas por plebiscitar la gran hazaña de Bergara. El asesinado y pico por día que ya lleva contabilizada la estadística roja, en lo que va del año, ha sido el trasfondo noticioso de otro febrero amargo, éste, contaminado por conatos de asonadas que quisieron parecerse a las que suceden en las revoluciones por gloria, solo que en cambio ahora sucedieron por moneditas para la próxima fumada. Con esa revuelta de desclasados como acuarela sin vidrio, la infamia de un “ñery” en ojotas que entró con una muerte en su mochila, se hizo carne en un supermercado de La Blanqueada, de donde se fue con $ 2.000 por botín y una vida y media como cobro del IVA malandro que se tuvo que llevar para seguir sintiéndose “guapo”, así dicho, ente comillas. Y tal como las redes movilizaron en pleno enero a 50.000, 30.000 o 10.000 personas -no importa cuantos, pero muchos al fin- hasta el centro del país, en torno al reclamo de los ninguneados por la izquierda del Shopping y del McDonald´s, en febrero la indignación caló hondo en el planeta cibernético con las imágenes de un video de seguridad en el que se vio como el chorro de ojotas, mató por la espalda a la pobre cajera veinteañera que no pudo abrir su registradora para que el caco la robara. Esta vez, nadie reclamó #NiUnaMenos, ni Fabiana Goyeneche puso tuit alegórico alguno. Los que se encargaron de los comentarios fueron otros, pero con insultos de todas las tiendas y todos colores. La presión no se hizo esperar y casi todos los que opinaron se sacaron con una violencia verbal inusitada, que no se limitó a una única banda del espectro político, y motorizó una búsqueda policial implacable del asesino que, para entonces, “quemaba” en los territorios de la República “ñery”. Hubo un cadáver entre pastizales y en algunos espacios del planeta-tuit la noticia fue festejada casi como un gol de la selección, ante la eventualidad de que fuera el cuerpo del Kiki, como el asesino se hacía llamar Pero la Policía pronto desmintió que lo fuera, aunque horas después tomó cuerpo la noticia de que esta vez se había encontrado en un ranchito de madera que pareció no tener dueño, un cadáver debajo de una cama y con un tiro colocado en la sien. Esta vez, sí era el Kiki. Y con la misma celeridad con la que circuló el video del asesinato, circularon sin demasiada explicación pero con bastante rapidez, las fotos del cadáver baleado con la noticia de que era el cuerpo del asesino buscado. El macabro espectáculo catalizó el odio social que el episodio despertó, en cada click de “compartir” que se hizo, pero encontrarlo muerto también hizo sospechar a muchos sobre algunas inconsistencias verificadas en el final del proceso. ¿Se habría suicidado o lo habrán suicidado? Circula por ciertas redes de whatsapp, que en realidad el muerto era el mismo del día anterior, pero liquidado por algún sicario de las mafias que gobiernan la República “ñery”, y ya cadáver, luego fue “plantado” debajo de la cama de la casucha donde se cerró el caso. Es complicado aceptar esa hipótesis, porque debería haber en la Morgue judicial un cadáver del N.N hallado el día anterior, como prueba del invento. Pero en todo caso, la foto del cadáver del Kiki con su sien perforada, en poco rato se hizo viral entre las cuentas de whatsapp de los enfurecidos por las acciones del canalla. Y mientras eso ocurría, en el face de algunos pibes peladitos al rape, con gorros levantados sobre sus cabezas como los de un macabro cocinero, y por todo dato personal la noticia de que esos malandros eran malos de toda maldad, uno con una edad tal que no conoció otra cosa que gobiernos del Frente Amplio, saludaba al canalla caído con un iniciático “ñery 79”.
Sabiendo eso, seguramente el consejero de Primaria, Pablo Caggiani, ensayará alguna nueva explicación de como es posible que exista malicia generada durante gobiernos frenteamplistas y quizás en su próximo tuit, se ahorre la puteada al gobernante que ya no es “rosadito”.
El pasto crece en todos los gobiernos y el balde no es para la cabeza, le diría al consejero. El whatsapp es una herramienta peligrosa, porque entre asonada y asesinatos, otros tres pibes indignados por la inacción del jerarca que de un día para el otro se volvió mudo (Bonomi), armaron por las redes una movilización de gente con historias desgarradoras por la infamia de los nuevos patrones de la vereda, y se sacaron las ganas de demostrar que su bronca sumaba a más de cuatro, luego de otro ninguneo de la izquierda pontificando desde una poltrona de McDonald´s. Mientras tanto, el país se puso al día en el reclamo popular de la pena de muerte y la cadena perpetua para los delincuentes que cometan hechos incalificables, dejándonos más cerca de Singapur o Tejas, que del Río de la Plata. El whatsapp, coliseo individual por el que fluye sangre al grito de la “tuifósfera” enardecida, cual arena de gladiadores vencedores y derrotados, con la foto del cuerpo ya exánime del miserable que se llevó la vida de dos mujeres y dejó paraplégico a un inmigrante venezolano, cerró un episodio que dejó a todos con una terrible e inolvidable amargura. Es una sensación de vacío y de incertidumbre, y la convicción de que la República “ñery” disputa su legitimidad a la República Oriental.
Florida, 25.02.2018
N.B: “ñery”, es una palabra del lunfardo “plancha” que quiere decir “amigo” o “compañero”. En esa acepción, también se usa la voz “amistá”. La voz “ñery” nació en los colectivos mafiosos de narcotraficantes que viven en los cantegriles de Montevideo. Es una deformación fonética rioplantense, adoptada de la subcultura de los mafiosos italianos; que con un fonema similar se refieren a un “compañero”. La palabra cobró popularidad en las cárceles uruguayas, donde se retienen a narcotraficantes que provienen o residen en cantegriles, donde la expresión ha cobrado fuerza.
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