Pronto de todos modos va a descender la noche
y hacia las casas vamos llorosos, pues los padres
—o el destino— nos tienen prohibido
dar vueltas en la feria también después de muertos.
Otoño, otoño, ay, mi estación bien amada,
cuánto, cuánto te quise, pero ya envejecí
y si en los caballitos de madera
no puedo montar más, es ciertamente signo
de que les llegó a otros el turno y la ocasión
de que el gran torbellino los lleve en su locura.
"Antes del invierno" / Mihai Beniuc
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Otoño, otoño, ay, mi estación bien amada,
cuánto, cuánto te quise, pero ya envejecí[.]
Antes del invierno | Mihai Beniuc
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¡Responde! ¡No huyas! Aturdido
te miras en tus propios ojos como en un espejo.
La huida | Mihai Beniuc
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¡Ah!, pronto en el valle el pueblo se duerme,
¡ah!, pronto mis pasos hacia ti me llevan.
Cerca de la acacia pasaré la noche
e incansablemente te diré: te quiero.
Las cabezas juntas, una contra otra,
bajo la alta acacia nos adormiremos
¿Quien la vida entera no la entregaría
por una tan bella, tan dichosa noche?
Atardecer en la colina | Mihai Eminescu
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¡Mañana!
¡El sol!
Aquí hay un hogar de fuego.
"Un hombre espera el alba" / Mihai Beniuc
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(...) va a descender la noche y hacia las casas vamos llorosos, pues los padres
–o el destino– nos tienen prohibido dar vueltas en la feria también después de muertos.
Otoño, otoño, ay, mi estación bien amada, cuánto, cuánto te quise, pero ya envejecí
y si en los caballitos de madera no puedo montar más, es ciertamente signo
de que les llegó a otros el turno y la ocasión de que el gran torbellino los lleve en su locura.
Mihai Beniuc
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Otoño, otoño, ay, mi estación bien amada,
cuánto, cuánto te quise, pero ya envejecí
y si en los caballitos de madera
no puedo montar más, es ciertamente signo
de que les llegó a otros el turno y la ocasión
de que el gran torbellino los lleve en su locura.
Antes del invierno | Mihai Beniuc
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(...) Sobre el lago azulado
el viento se estremece y un inquieto
temblor se extiende por las aguas
como el que al primer beso
aparece en los ojos cuando
al prender la fina cintura de
la amada se siente que el gran
Eras te ha vencido.
¿Todavía el otoño tiene
tales encantos
cuando ves en
las cumbres la nieve
deslumbrante?
Antes del invierno | Mihai Beniuc
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En el fértil y rico
terreno de mi alma,
he trasplantado
el árbol no terreno del amor entre los hombres,
y en un inmenso abrazo
rindo el espíritu y grito:
¡Vida, vida!
Mihai Beniuc
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Cual si perteneciera a la edad de la piedra,
tanto se amontonaron, con los años que pasan,
tristezas, aventuras y residuos de sueños.
Este es mi tiempo, el otoñal, el último.
El lago está más claro, pero más fría la onda.
y la hoja verde, enrojecida, gualda,
se balancea y cae como antes lo hacía.
Voluptuoso juego este de ir al descenso
en los racimos de uvas que han guardado la fuerza
y la miel de la tierra en su granos pesados.
Se canta en los lagares y cuán hermosas son
las mujeres que hacen la vendimia riendo.
Antes del invierno | Mihai Beniuc
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Otoño, otoño, ay, mi estación bien amada,
cuánto, cuánto te quise, pero ya envejecí
y si en los caballitos de madera
no puedo montar más, es ciertamente signo
de que les llegó a otros el turno y la ocasión
de que el gran torbellino los lleve en su locura.
Mihai Beniuc
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(...) Igual que en el mes de agosto,
lloraré estrellas a montones.
Altivo dolor mío,
da tu voz, desde ahora, a las fuentes del canto,
hondamente encerradas en mi alma
como en el corazón de una montaña.
Caminos | Mihai Beniuc
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(...) En algunas, quizás,
los cangrejos de blandas espaldas
se acurrucarán
dejando sus tijeras cortadoras afuera,
temiendo a las estrellas de mar.
De la sombra | Mihai Beniuc
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Están los que juegan con su propia cabeza,
como una pelota única,
lanzada al alto,
contra la tierra,
atrapada en la mano,
golpeada con el pie,
pero no mas que una sola pelota.
La guerra | Mihai Beniuc
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(...) Y bajo el calor del sol,
roja como una manzana,
tenderé mi cabellera
para cerrarte la boca.
Si tú acaso me besaras,
nunca nadie lo sabría,
pues debajo del sombrero,
¡eso a quién puede importarle!
Flor azul | Mihai Eminescu
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(...) Y la onda espumosa de los ríos,
igual que un perro amigo,
mueve a mis pies la cola,
ladrando alegremente.
Mi corazón celebra, campana de la boda,
la gran fiesta del Siglo
cuando el alba despliega banderolas
de llamas y de sangre.
La savia sube, rica, por los tallos,
nuncio de una gloriosa primavera.
Mihai Beniuc
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