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#marxismo-leninismo
serembryo · 7 months
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Soviet Soviet
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cosmonauta-14 · 9 months
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"Ser siempre y en todo como Lenin es lo que me enseñó la familia, la escuela, el komsomol. Ahora prestaba juramento de fidelidad al Pueblo, al Partido, a la Patria, y era como si Lenin escuchara mi promesa de soldado de ser siempre honrado, valeroso y disciplinado".
-Yuri Gagarin
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carolinareyestorres · 3 months
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¿Complicadit@ en Chile porque somos de izquierda y al frente esta Republicanos y Kast acechándonos? ¿Muy bajonead@ porque ganó Milei y por lo que se ve se lo van a tener que fumar los 4 años hasta las próximas elecciones? Vladimir tenía de oponente político una autocracia zarista retardataria y violenta en todo sentido y me parece que nunca le vino la fiaca de tener que enfrentarla
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ninocom5786 · 2 years
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Appoggia lo Stato Islamico in Siria contro Assad, il legittimo presidente della Repubblica Araba.
Appoggia i talebani in Afghanistan contro la presenza militare straniera.
Appoggia la "Resistenza" ucraina contro l'invasione russa, contro il "neozar" Putin e ritiene che la guerra in Ucraina del sud e dell'est è una lotta tra fascisti (quello si esiste ma tra italiani) senza render conto che gran parte dei miliziani delle repubbliche del Donbass sono antifascisti e che dal 2015 sono fuorilegge.
Ha una conoscere scolastica e infantile del marxismo-leninismo e del pensiero di Mao Tse-tung.
Vede fascismo e imperialismo ovunque.
Ha partecipato solo a 5 elezioni per poi praticare l'astensionismo, cosa che Lenin ha sempre condannato.
Ritiene Cuba un paese a economia statalista.
Appoggia ed esalta la Cambogia sotto Pol Pot che in realtà è solo un comunista infantile.
Più che marxista-leninista e maoista, questo Partito è un covo di infantili, settari e demagoghi che nulla hanno a che vedere con il marxismo-leninismo.
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1917k · 26 days
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“[Nosotros somos] Marxistas. Pero el concepto de anarquismo de los servicios estatales es un intento de aprovechar para el estado imperialista la vieja disputa entre el marxismo revolucionario y el anarquismo revolucionario. Más, de acuerdo con esa falsa comprensión del marxismo, Lenin era anarquista y su obra Estado y Revolución sería un libro anarquista.”
-Ulrike Meinhof.
Probablemente una de los trabajos más incendiarios de Lenin, ‘El Estado y la Revolución’ (1918) es una obra que barre con fuerza las estructuras del pasado y hace que los comunistas miren de frente hacia la construcción de un futuro nuevo orden, explicando además las reales características del Estado Burgués como herramienta de dominación y no de conciliación de clases. 
Yendo hacia la base de la experiencia de la Comuna de París, y citando las reflexiones de Marx y Engels respecto a este proceso génesis de la organización proletaria mundial, el autor debate con las presiones democratistas pequeño burguesas que no ven más allá del modelo existente, como también con aquellos que buscan la construcción de un organismo burocrático que termine encarcelando la autodeterminación popular. 
Lenin, en una obra que resulta inconclusa debido al contexto en que fue escrita y publicada - plena Revolución Rusa de 1917 -  busca reivindicar aquel “socialismo desde abajo” que nos invita hoy a pensar en métodos de organización que ayuden a la “disolución” del organigrama estatal burgués, dotando de herramientas, experiencia y soberanía a los territorios que componen el campo nacional y popular. 
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1917K.
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geohistoarte · 1 month
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Separación de los marxistas
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gifsdefisica · 2 years
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"O que acabo de lhes dizer não significa, de modo algum, que sou apenas um administrador. Não. Sempre fui um professor. Continuarão me interessando os problemas da educação. E cheguei a certas conclusões que, talvez, estejam em oposição às convicções teóricas em voga. Sempre fui contra a ideia de que a pedagogia se estrutura no estudo da criança e dos métodos de educação isolados, abstratamente idealizados. Considero que a educação é a expressão do credo político do professor e que seus conhecimentos têm um caráter auxiliar. Por mais que me injetem meios metodológicos, não saberei educar um guarda branco. E tampouco vocês. Isso poderá fazê-lo somente quem tem entranhas de guarda branco. A habilidade pedagógica pode ser levada a um grau de perfeição próximo à técnica. Tenho fé nisto e passei toda a minha vida buscando provas para esta crença. Insisto em que os problemas da educação, sua metodologia, não podem ficar limitados aos procedimentos de ensinar, principalmente porque o processo educativo não se conclui na sala de aula, mas continua em cada metro quadrado de nossa terra. A pedagogia precisa dominar meios de influência tão universais e poderosos que, quando nosso educando tropece em qualquer influência nociva, inclusive as mais poderosas, estas possam ser dominadas e liquidadas por nossa influência. Portanto, de modo algum podemos imaginar que o trabalho educativo somente possa ser exercido em classe. Ele dirige toda a vida do aluno." MAKARENKO, Anton. Apud. LUEDEMAN, Cecília da Silveira. Anton Makarenko: vida e obra, a pedagogia na revolução, 2°ed. São Paulo: Expressão popular, 2017, p. 317. Arte: agitprop soviética #materiaislismo #educaçãosocialista #antonmakarenko #socialismo #comunismo #urss #socialismosovietico #pedagogiasocialista #marxismo #leninismo https://www.instagram.com/p/CgSfRhkPNCq/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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jgmail · 2 years
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“Las propuestas para un Green New Deal hechas desde el Norte continúan con la dominación neocolonial del Sur”
Por Alejandro Pedregal
Fuentes: El salto [Imagen: Max Ajl, sociólogo tunecino, autor de 'A People’s Green New Deal' [Un Green New Deal de los pueblos], publicado por Pluto Press.]
Este sociólogo ha escrito la que es quizá la mejor crítica al Green New Deal, tanto en su versión neoliberal como su alternativa socialdemócrata, y da herramientas para imaginar un futuro ecosocialista de la mano de un decrecimiento socialmente justo.
Max Ajl no se muerde la lengua, ni cuando escribe ni cuando habla. Este sociólogo rural instalado en Túnez, investigador asociado al Observatorio Tunecino para la Soberanía Alimentaria y el Medio Ambiente y al Grupo de Sociología Rural de la Universidad de Wageningen, ha escrito la que posiblemente sea la crítica más feroz de los modelos dominantes del Green New Deal, tanto el socialdemócrata como el liberal. Con un leguaje tan mordaz como riguroso, su A People’s Green New Deal [Un Green New Deal de los pueblos], publicado por Pluto Press, es un libro urgente que, además de manifestarse contra el eurocentrismo de las políticas verdes occidentales, dedica la mitad de sus páginas a elaborar propuestas alternativas.
Su método bebe del internacionalismo antiimperialista y anticolonialista del rico pensamiento radical del Sur Global —desde la teoría marxista de la dependencia de Ruy Mauro Marini o Vania Bambirra, al análisis de sistemas-mundo tercermundista de Samir Amin o la decolonialidad de Enrique Dussel—, para así abordar de frente, sin subterfugios, la actualidad de la emergencia climática y el intercambio ecológicamente desigual entre centro y periferia, e imaginar un futuro ecosocialista de la mano de un decrecimiento socialmente justo.
El antropólogo económico Jason Hickel ha calificado el trabajo de Ajl como “el mejor libro hasta ahora sobre el Green New Deal”; la historiadora Roxanne Dunbar-Ortiz como un texto “lúcido y profundo con un verdadero programa político de supervivencia y renovación”, donde “casi todas las frases son urgentes y dignas de ser citadas”; el activista indígena Nick Estes lo ha calificado como “un trabajo crítico” para que, ante la emergencia climática, el Norte entienda la persistencia del anticapitalismo y el antiimperialismo en el Sur; y el biólogo evolutivo Rob Wallace ha invitado a su lectura a todos aquellos que “realmente quieran saber qué necesita nuestra especie para sobrevivir al apocalipsis climático”.
Hablamos con Ajl de sus críticas a los Green New Deal hegemónicos y las alternativas a estos, así como de su posición frente a otros debates acuciantes dentro del pensamiento ecologista o de los retos a que se enfrenta el Sur Global ante la reconfiguración geopolítica global que ha traído la guerra en Ucrania.
Tu libro interviene en el debate sobre el Green New Deal disputando los enfoques dominantes de las visiones liberal y socialdemócrata, hegemónicos dentro de ciertos sectores de la izquierda occidental. ¿Cuáles son las características y las limitaciones de ambos, especialmente en lo que respecta al desarrollo de la socialdemocracia y su relación con la historia del bloque socialista?
Las políticas liberales y socialdemócratas convergen en unas cosas y divergen en otras. Ambas prevén un lugar para el capitalismo a corto y medio plazo; ninguna tiene un enfoque estructurado para entender el imperialismo, incluida la historia ecológica del mismo. Tampoco apoyan la liberación nacional de la periferia. Ambas, en general, descuidan la agricultura, especialmente la de los pequeños agricultores y el pastoreo en la periferia. Y ambas son afines —si no muy afines— a las soluciones tecnológicas desarrolladas por el capitalismo. Carecen de un sentido claro de los sujetos sociales que llevarán adelante la transformación ecológica a escala mundial. Y practican una política esencialmente oportunista y a menudo chovinista, tratando de adormecer y seducir a los progresistas liberales antirracistas, rechazando la construcción de un frente común con las fuerzas radicales del Sur Global y repudiando al antiimperialismo como práctica política. Alegan que se trata de “campismo”, una forma de desprestigio desde el Norte Global desenterrado a partir de los garabatos trotskistas escritos en favor de la OTAN durante la Guerra Fría, y que ahora se utiliza fundamentalmente para empañar a los antiimperialistas, con el fin de acosarlos para que guarden silencio o se avergüencen.
Cada uno de estos enfoques del Green New Deal olvida que el fordismo industrial del Norte y la socialdemocracia de la posguerra surgieron contra la amenaza de que las potencias comunistas extranjeras establecieran la agenda del desarrollo mundial a un nivel sistémico, combinada con la popularidad interna de las extremadamente radicales políticas redistributivas, por no hablar de las simpatías y la organización explícitamente comunistas. Es decir, incluso en sus propios términos —que yo rechazo— son hoy irrealizables, lo que puede ser la razón por la que reciben cada vez más apoyo financiero de la Fundación Rockefeller para sus documentos políticos.
La clase dirigente parece entender que hay un claro interés en canalizar el malestar por la crisis socio-ecológica a través de una tecnocracia reformista que no tiene salida. Estas propuestas también olvidan que los estados de bienestar de la posguerra se basaron en una historia de saqueo colonial y de transferencia de valor neocolonial que sigue en curso. No es una sorpresa, por tanto, que muchas propuestas para un Green New Deal socialdemócrata o socialista del Norte difamen los intentos radicales de transformación social en Venezuela o Zimbabue, o borren el papel de los EE UU en el golpe de Estado contra el MAS en Bolivia, o estén dispuestos a rendirse en la lucha palestina. Es decir, ignoran o se burlan de la cuestión nacional y convergen más o menos, por efecto, en la continuación de la dominación neocolonial del Sur, a la par de una civilización ecológica o un socialismo ecológico de mercado para el Norte.
¿En qué difiere tu enfoque de estas posiciones?
En realidad, creo que mi libro sería un poco diferente si lo hubiera escrito ahora. Después de haber dedicado más tiempo a la literatura de los años 70 y de haber metabolizado mejor la esencia del pensamiento en torno a la liberación nacional, cada vez pienso más que, de acuerdo con las hipótesis leninistas clásicas —que ahora son castigadas como “tercermundismo”—, la revolución, incluida la revolución ecológica, solo puede empezar en los eslabones débiles del sistema-mundo, donde la acumulación primitiva es permanente, la reproducción social y la subproducción de la ecología convergen, y las víctimas del neocolonialismo se encuentran con contradicciones nacionales, sociales y ecológicas simultáneas. Esto no significa que no haya lugar para la lucha del Norte por el ecosocialismo, sino que tenemos que concienciar en torno a cosas como el antiimperialismo, la soberanía nacional, la deuda climática, etcétera, en cada paso de la transformación del capitalismo del Norte en un ecosocialismo del Norte, fundado tanto en una gestión permanentemente sostenible de la ecología como en una gestión colectiva y racional de la interacción humana con la naturaleza no-humana.
Si ponemos en el centro de estos debates la agricultura, la tecnología sostenible y adecuada, incluida la arquitectura, la cuestión nacional, la deuda climática y la convergencia del desarrollo mundial, enfrentados directamente al “estilo de desarrollo” del Norte —basado en el sobreconsumo y la sobreproducción de mercancías inducido por el capitalismo—, terminaremos con una estrategia política definida. Y esta se basaría en una organización popular destinada a mejorar la calidad de los valores de uso disponibles para las clases trabajadoras del Norte, para convertirlos en derechos sociales y construir un frente antiimperialista ejemplar junto a las fuerzas nacional-populares del Sur.
¿Puedes hablarnos de cómo tu enfoque se relaciona, metodológica y analíticamente, con las teorías del intercambio desigual y la dependencia, ya que estas aportaciones están tan estrechamente vinculadas a los autores radicales del Sur Global? ¿Cómo se relaciona esto con las exigencias de los movimientos de liberación nacional y la tradición radical antiimperialista, por ejemplo? ¿Y cómo se relacionan estas con la emergencia ecológica en la que vivimos?
La liberación nacional sitúa la política de soberanía y desarrollo esencialmente autocentrado, o más bien de autosuficiencia colectiva regional, en el centro de la planificación ecológica. Nos recuerda que el ocaso de la colonización formal fue a menudo el amanecer del neocolonialismo, lo que significa precisamente el continuo drenaje de valor del Sur al Norte. Las teorías de la dependencia, que muchos académicos del Norte se han esforzado por desacreditar, son en su esencia una teoría sobre el drenaje de plusvalor y de las estructuras sociales de la periferia que permiten el escape de valor. Para detener esa fuga de valor hay que reconfigurar las estructuras sociales internas, reorientarlas hacia un desarrollo introvertido y autocentrado, poniendo las fuerzas productivas y el juego de las fuerzas productivas bajo el control popular y proletario doméstico. Esta es la línea de pensamiento que podemos rastrear desde Amílcar Cabral hasta Ismail-Sabri Abdalla, y que alcanzó su punto álgido en la práctica con la Revolución China.
El intercambio desigual, por supuesto, es uno de los mecanismos de drenaje de valor —hay muchos otros, como el pago ilegítimo de la deuda, los monopolios de la propiedad intelectual, el señoreaje del dólar, etcétera—. Ahora bien, mi enfoque se basa en las nuevas teorías del intercambio ecológicamente desigual, que de hecho agrupan una familia diversa de hallazgos empíricos que muestran esencialmente que, junto con el aumento de la apropiación por parte del Norte de los productos del hectarage global y de los recursos minerales, existe también una exposición desigual a la contaminación global.
De hecho, se trata de una forma de superexplotación basada en la subreproducción de la naturaleza no-humana que conduce a un daño de la vida humana y a su reducción por debajo de su nivel potencial históricamente dado. Esto nos dice, una vez más, que el proletariado del Sur, el semiproletariado, los habitantes de los barrios marginales, los campesinos, los pastores, los habitantes de los bosques, se enfrentan a la crisis ecológica como una crisis de su bienestar cotidiano y, por lo tanto, deben ser el centro de una visión liberadora.
En tu libro hablas de la importancia de la deuda ecológica y de la reparación para un genuino GND de los pueblos, que se tome en serio los daños medioambientales causados por el Norte al Sur. ¿Qué implica esta exigencia? ¿Cuáles son las reclamaciones históricas al respecto y cuál es la importancia del Acuerdo de Cochabamba para este asunto?
La deuda ecológica se viene planteando al menos desde principios de los años 90 —quizá, y probablemente, antes—. Es afín a un discurso más amplio de reparaciones que proviene de una gran variedad de actores que han sido “el reverso” del imperialismo y de la acumulación colonial-capitalista, ya sea por la trata de esclavos, el drenaje colonial o, más recientemente, el cercamiento neocolonial de la atmósfera y la apropiación de la capacidad de la biosfera para absorber y metabolizar las emisiones de CO2. Ya que que el Sur no podría emitir la misma cantidad de emisiones per cápita sin que quiebre la biosfera, y dado que el Sur no puede transitar por los mismos caminos de energía barata y ya está sufriendo los daños del calentamiento global, el Norte tiene en consecuencia una deuda con él.
Sobre la base de demandas anteriores, el Acuerdo de los Pueblos de Cochabamba estableció que los países de la OCDE debían hacer transferencias fiscales del 6% de su Renta Nacional Bruta, es decir, alrededor de 1,2 billones de dólares solo en el caso de los Estados Unidos, por un período indeterminado, como forma de reparación. Así que sabemos lo que significa numéricamente. La pregunta es: ¿qué significa políticamente? No tengo una respuesta clara al respecto. Como mínimo, aclara que la responsabilidad de la crisis ecológica es esencialmente del Norte. Pero, concretamente, se necesitaría un ambiente insurreccional generalizado en el Norte para comprometerse realmente con las transferencias fiscales al Sur, ya que estas irían acompañadas de una reducción controlada de la “pesadez” ecológica de la producción y el consumo del Norte. Esa “reducción”, que es básicamente a lo que se refiere el decrecimiento, significaría un aligeramiento constante del impacto ecológico de la producción del Norte —que no puede reducirse simplemente a la desmercantilización— y, a su vez, se derivaría de una mayor conciencia de que los “modos de vida” del Norte tienen que cambiar para crear un planeta en el que muchos puedan vivir bien. Estamos, obviamente, muy lejos de esa situación a cualquier nivel.
También has expuesto cómo preocupaciones y terminología medioambiental que resulta razonables —me viene a la mente el debate alrededor de la noción de extractivismo, por ejemplo— pueden ser instrumentalizadas por los centros imperiales para sus propios intereses de dominio global. Este ha sido el caso, por ejemplo, de ciertos segmentos de la izquierda ecologista en relación con Bolivia, Venezuela, Ecuador. ¿Cuáles son las limitaciones y los peligros de estos puntos de vista?
Me parece útil adoptar un enfoque de sociología del conocimiento para esta cuestión. En primer lugar, para ser claros, cuando la gente se encuentra con una degradación ecológica que daña su capacidad para vivir decentemente, es natural que nombre y se resista a esa degradación. Deberíamos tener toda la simpatía del mundo por las personas que viven en esas condiciones. Pero esa simpatía no es un mapa político, y poner nombres no es inocente ni aleatorio. No tengo claro que el extractivismo, tal y como circula en los trabajos de estudiosos como Alberto Acosta, Eduardo Gudynas o Maristella Svampa, proporcione tal mapa político. Por ejemplo, Svampa, que ha sido especialmente acogida por la izquierda pro-cambio de régimen. Ella escribe: “El neoextractivismo contemporáneo se refiere a una forma de apropiación de la naturaleza y a un modelo de desarrollo basado en la sobreexplotación de los bienes naturales, en gran parte no renovables, caracterizado por su gran escala y su orientación hacia la exportación, así como por la vertiginosa expansión de las fronteras de la explotación hacia nuevos territorios”. ¿Es esto de alguna manera una mejora con respecto al anterior análisis generalizado de centro-periferia o de dependencia, basado en la extroversión, la acumulación desarticulada y el intercambio desigual en el comercio mundial? Es básicamente un caos analítico, lo que Marx llamaba un concepto caótico. No puede decirnos cómo equilibrar las necesidades sociales de aquellos segmentos de la población de la periferia que, desgraciadamente, necesitan el capital de las exportaciones de mercancías para asegurar sus necesidades sociales —y que necesitarían procesar algunas de esas mercancías bajo cualquier patrón de industrialización concebible como parte de una transición socialista—. En el plano analítico, como ha escrito Álvaro García Linera: “Así como el extractivismo de nuestras sociedades está en medio de las redes de la división internacional del trabajo; la industrialización de materias primas o la economía del conocimiento son partícipes de la misma división mundial capitalista del trabajo. Ni el extractivismo ni el no-extractivismo son soluciones a esta dominación planetaria”.
Tenemos que discutir cómo pasar a una industrialización ecológicamente modulada, incluso por razones de autodefensa nacional, como parte de la liberación nacional y en una situación de dependencia neocolonial. Esos son los temas. El discurso extractivista, que forma parte de un cambio en la izquierda que se aleja de una comprensión seria de la planificación macroeconómica, de la necesidad de la industrialización y de la necesidad de repensar la industrialización, simplemente no ha demostrado ser una base para pensar en estas cuestiones de manera que pueda darnos una cuerda guía para navegar teóricamente y en la práctica a través de las contradicciones que surgen entre las comunidades directamente perjudicadas por la extracción de recursos y aquellas de la periferia que necesitan los recursos de esa extracción para su supervivencia diaria. Aunque soy un agroecólogo comprometido, un enfoque puramente centrado en la producción agrícola ecológica no puede resolver y no resolverá por sí mismo los problemas de desarrollo del siglo XXI.
Como ya has señalado, se ha debatido ampliamente que los daños medioambientales provocados por las economías del Norte Global los sufren sobre todo los pueblos del Sur Global. ¿Qué tipo de reorganización social podría llevarse a cabo para frenar esto?
Las economías del Norte deben ser reestructuradas, en primer lugar, sobre líneas no capitalistas, para producir no para la acumulación de plusvalor, sino orientadas alrededor de una producción ecológicamente sostenible y permanente de las cosas que la gente necesita para su supervivencia cotidiana y una vida decente, incluyendo hogares, culturas, niveles adecuados de industrialización, alimentos decentes, atención médica y sistemas de transporte. Sabemos que esto se puede hacer con niveles mucho más bajos de impacto ecológico, ya sea por medio de la atención sanitaria preventiva, la agroecología, los materiales y diseños de construcción sostenibles y vernáculos, el transporte colectivo de masas y ciudades replanificadas. No cabe duda de que la vida tendrá que cambiar en el Norte de forma sustancial, ya que la otra opción es descargar los costes de la industrialización verde “socialdemócrata” en el Sur, lo que sería un desastre desde cualquier perspectiva.
Como sociólogo rural dedicas gran parte de tu argumentación a la cuestión agrícola, en relación con la tierra y el suelo. ¿Qué hace a este aspecto algo tan relevante y, sin embargo, tan frecuentemente infravalorado por el ecologismo dominante del Norte Global? ¿Cuáles son los aspectos principales que deberíamos tener en cuenta a este respecto para pensar en un Green New Deal de los pueblos?
Existe un profundo prejuicio anti-campesino en el pensamiento occidental, incluido en el marxismo occidental —anti-campesino más que anti-naturaleza, ya que el pensamiento occidental a menudo fetichiza una determinada construcción de la naturaleza—. De manera natural la gente no piensa de dónde obtiene su comida, porque básicamente piensa que hay máquinas que obtienen la comida para ellos. De hecho, cantidades sustanciales de regímenes laborales globales están diseñados para apoyar el imperialismo, la acumulación global en general y productos alimenticios tropicales baratos para los trabajadores del Norte, como parte del pacto corporativista del Norte. Ahora bien: es natural que esos regímenes sean invisibilizados, porque implicarían mandatos teóricos, y por lo tanto políticos, diferentes para el ecologismo del Norte. En particular, significaría poner la liberación nacional y la cuestión agraria, del Norte y del Sur, en el centro de la planificación, el pensamiento y la práctica socialista. La agricultura es también un sector clave para llegar, al menos, a unas auténticas emisiones cero de CO2 y, por tanto, para una reducción del CO2 ciertamente intensiva en el cuidado de los cultivos, y quizá no tanto en el trabajo. Esta reducción es una cuestión de supervivencia para que los estados del Sur puedan resistir este siglo. Por lo tanto, tenemos que situar la agricultura en el centro de la planificación del uso de la tierra, incluyendo la planificación a nivel nacional de la producción agroecológica. Las cuestiones agrarias son también críticas para secar las reservas de mano de obra, aumentar el consumo rural y liberar un excedente para una industrialización soberana, así como para asegurar los insumos domésticos necesarios, de nuevo, para una forma ecológicamente atenta de industrialización en el Tercer Mundo —¡y en el Primer Mundo!—, que pase así al uso de insumos sostenibles y renovables cuando sea posible. Esto significa poner la agricultura en conversación con la planificación global en todo el mundo.
Hay tendencias dentro de ciertas corrientes del ecologismo, incluso dentro de la izquierda, a pensar, casi exclusivamente, en soluciones para abordar la emergencia ecológica desde una perspectiva tecnológica. ¿En qué medida este tecno-fetichismo y tecno-optimismo descuida las relaciones Norte-Sur? ¿Cuál sería el papel de la tecnología en un Green New Deal de los pueblos?  
Todo el tecno-fetichismo es, en primer lugar, un dispositivo explotador del cerebro que es anti-pensamiento, y que nos impide adoptar una posición marxista de principios sobre la tecnología. Absolutamente nadie está en contra de la tecnología como tal, no solo porque todo el mundo quiere algo de tecnología en su vida, sino además porque realmente no hay tecnologías “como tales”. Hay tecnologías concretas, que dependen de configuraciones particulares de los precios del mercado y del acceso a los lugares de contaminación y a los insumos de trabajo para ser viables o inviables, y que, al menos en un punto inicial, reflejan los intereses de clase de quienes están en condiciones de determinar la trayectoria del desarrollo tecnológico. Esto no significa solo niveles de contaminación, sino “soluciones” al calentamiento global como la geoingeniería o los biocombustibles, que tendrán un impacto mucho más brusco en el Sur que en el Norte. Por ejemplo, permitiendo que el calentamiento global continúe mediante la quema de combustibles fósiles, con la esperanza de una futura salvación tecnológica que llegará demasiado tarde para Bangladesh o el Caribe; o que preserve el “modo de vida” creado por los monopolios capitalistas del Norte mientras se suprime el consumo de alimentos en la periferia, como en el caso de los biocombustibles.
Un Green New Deal socialista o de los pueblos dependería en gran medida de la tecnología, pero utilizaría el principio de precaución a la hora de aplicar el cambio tecnológico, se aseguraría de que la propiedad intelectual fuera de dominio público o estuviera en manos de estados radicales, intentaría desarrollar la tecnología en colaboración con las personas más pobres que la necesitaran, y tendría en cuenta los impactos ecológicos de las tecnologías industriales frente a las no industriales —lo que nos recuerda que el debate sobre el extractivismo aborda preocupaciones reales, aunque de una forma improductiva—.
La guerra en Ucrania parece haber desplazado el debate medioambiental del centro del debate público. Como consecuencia, la urgencia de aplicar ciertas políticas medioambientales parece posponerse. Al mismo tiempo, esto parece reconfigurar la geopolítica de la energía a nivel mundial, al tiempo que surge la posibilidad de una división más marcada entre el Norte y el Sur, que afecta a las perspectivas del comercio y a la reorganización del sector financiero. ¿Qué tipo de escenarios podrían abrirse para las luchas medioambientales en este contexto? ¿Qué papel podría desempeñar el Sur Global en este sentido?
Me parece que la retirada de las sanciones a Venezuela por parte de Estados Unidos es una gran apertura para la renovación de la construcción socialista en América Latina, tras el Termidor imperial impuesto que se ha desarrollado durante los últimos años. En medio del nuevo auge de la izquierda en el ámbito electoral, reflejo de la incesante movilización popular y del completo descrédito del neoliberalismo, si no del capitalismo, como modos de dominio político, se hace necesario forjar un nuevo discurso político-ecológico y ecosocialista que tome en serio las preocupaciones planteadas por el debate “extractivista”, pero de manera que permita avanzar hacia horizontes ecosocialistas. En particular, el nuevo espacio político y la atmósfera ligeramente reducida de la depredación imperial deberían ser una oportunidad para volver a insistir en que el socialismo está en la agenda y que es necesario resistir activamente a las formas de acomodo al capital monopolista, que han ganado fuerza en la última década. Finalmente, por supuesto, las fuerzas de izquierda de todo el mundo necesitan evaluar las oportunidades y los límites de una nueva multipolaridad en términos de apertura al espacio de desarrollo, cerrado por la agenda anti-desarrollo del capital monopolista estadounidense y de la UE.
Alejandro Pedregal. @AlejoPedregal
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/medioambiente/entrevista-max-ajl-marxismo-propuestas-green-new-deal-hechas-norte-continuan-dominacion-neocolonial-sur
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elbiotipo · 3 months
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Hacemos que Milei tome psilocibina y se nos vuelve comunista #getMileipsicodelicos2024
MARXISMO-LENINISMO-MILEÍSMO. COMANDANTE CONAN. SOCIALISMO CON CARACTERÍSTICAS ARGENTINAS.
A VER VAMOS POR PARTES LA ÚNICA MANERA DE TERMINAR CON LA INFLACIÓN ES TERMINAR CON LA CASTA BURGUESA Y O SEA DIGAMOS ESTABLECER UNA REPÚBLICA POPULAR DE LOS TRABAJADORES VIVA LA REVOLUCIÓN CARAJO
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cosmonauta-14 · 1 year
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kneedeepincynade · 1 year
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This is a hill I will kill on but Deng is not only a hero but the man who planted the seeds of the multipolar world and without him, socialism would have returned a spectre haunting the world instead of a firm and solid reality
The post is machine translated
Translation is at the bottom
The collective is on telegram
Attention,for those who wants them this post contains the selected works of Deng
Attenzione,per chi li vuole in questo post chi sono le opere scelte di Deng
⭐️ Qual modo migliore di questo video per ricordare il 26° Anniversario della scomparsa del Compagno Deng Xiaoping, Architetto della Riforma e Apertura (改革开放), Maestro Supremo della Trollata agli Stati Uniti d'America e Progettista del Socialismo con Caratteristiche Cinesi?
🤪 Killary Hillary Clinton, COPE AND SEETHE 🚩
😎 Qualche link BASATO:
📚 Opere Scelte di Deng Xiaoping: I, II, III 🚩
⭐️ "Integrare il Marxismo-Leninismo con le Condizioni Concrete della Cina" 🚩
🧾 Costituzione del Partito Comunista Cinese, aggiornata al 20° Congresso 🚩
⭐️ Xi Jinping, "Simposio di Commemorazione per il 110° Anniversario della nascita del Compagno Deng Xiaoping" 🚩
😂Deng Xiaoping definisce Gorbachev un "idiota" 🚩
🌸 Iscriviti 👉 @collettivoshaoshan
⭐️ What better way than this video to commemorate the 26th Anniversary of the passing of Comrade Deng Xiaoping, Architect of Reform and Opening Up (改革开放), Supreme Master of Trolling the United States of America and Designer of Socialism with Chinese Characteristics?
🤪 Killary Hillary Clinton, COPE AND SEETHE 🚩
😎 A few BASED links:
📚 Selected Works of Deng Xiaoping: I, II, III 🚩
⭐️ "Integrating Marxism-Leninism with China's Concrete Conditions" 🚩
🧾 Constitution of the Communist Party of China, updated to the 20th Congress 🚩
⭐️ Xi Jinping, "Commemoration Symposium for Comrade Deng Xiaoping's 110th Birth Anniversary" 🚩
😂Deng Xiaoping calls Gorbachev an "idiot" 🚩
🌸 Subscribe 👉 @collettivoshaoshan
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deathshallbenomore · 1 year
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amici della postale vi prego domani guardate da un’altra parte e non vegliate su di me perché mi sa che dovrò passare la giornata su siti tipo marxists punto com o viva la revolución punto org o marxismo-leninismo punto it per recuperare materiali sulle repubbliche sovietiche vi prego non è per un attacco alle istituzioni è per la scienza
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sputiamosuhegel · 1 year
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Perché Carla Lonzi sputa su Hegel?
Riflessione su filosofia hegeliana, teoria marxista e femminismo, ovvero perché la liberazione femminile non è conciliabile con le teorie politiche maschili.
“Il marxismo-leninismo ha bisogno di equiparare i due sessi, ma la regolazione di conti tra collettivi di uomini non può che produrre una elargizione paternalistica dei propri valori alla donna. E si chiede il suo aiuto più di quanto si è disposti ad aiutarla”.
Questo è ciò che denuncia Carla Lonzi, teorica dell’autocoscienza e della differenza sessuale, già nelle prime pagine del suo saggio “Sputiamo su Hegel”, pubblicato nel 1970 a seguito del suo lavoro all'interno del collettivo femminista "Rivolta Femminile". All’interno di tale scritto, l’autrice analizza la condizione femminile nella storia, evidenziando come essa sia sempre dipesa dalla relazione della stessa con l’uomo.
Nella premessa, Lonzi chiarisce come abbia scritto “Sputiamo su Hegel" perché “rimasta molto turbata constatando che quasi la totalità delle femministe italiane dava più credito alla lotta di classe che alla loro stessa oppressione.” Infatti, all’inizio del testo evidenzia chiaramente l’esistenza di strutture patriarcali all’interno degli stessi presupposti, risultati e obiettivi dei movimenti rivoluzionari.
Nel trattare il comunismo nello specifico, Lonzi parte dall’analisi della dialettica servo-padrone hegeliana. Il filosofo, da cui Marx riprenderà la sua teoria dell’alienazione all’interno dei “Manoscritti economico-filosofici del 1844”, introduce la suddetta dialettica nella sua “Fenomenologia dello spirito”, definendo la stessa come una delle figure tramite la quale la coscienza si esprime nel suo realizzarsi attraverso la storia. Una volta che la coscienza diviene autocoscienza, si scontra con altre autocoscienze per ottenere il riconoscimento di sé stessa. Da questa lotta originano i ruoli di padrone, il vincitore, è servo, colui che per paura della morte si sottomette. Eppure è in virtù della sua condizione di lavoratore alle dipendenze del padrone, che il servo si rende conto della propria indipendenza. È il lavoro che permette al servo di riconoscersi in quanto autocoscienza, di operare tramite la ragione.
Il padrone, secondo Hegel, non opera questo riconoscimento, vivendo solo attraverso il lavoro del servo ed essendone quindi dipendente più di quanto il secondo non lo sia da lui. È grazie a questa presa di coscienza che il rovesciamento dei ruoli si pone come inevitabile.
È qui che troviamo la fonte di ispirazione più forte per la teoria marxista: la spinta alla lotta del proletario sottomesso, che dopo essersi alienato nel proprio lavoro ne trae la spinta per riconoscersi come coscienza attiva.
La conclusione marxiana del processo dialettico si espleta nella lotta di classe e nell’instaurazione della dittatura del proletariato, fase transitoria tramite la quale giungere a una società egualitaria priva di sfruttamento, oppressori e oppressi.
Da questi presupposti, Lonzi introduce la sua critica alla filosofia hegeliana e alla conseguente ispirazione marxista da essa tratta. La teorica femminista mostra alla lettrice ciò che resterà una costante nella sua spiegazione delle filosofie e delle ideologie nel corso della storia: i rapporti espressi al loro interno appartengono puramente al mondo maschile.
La dialettica servo-padrone non è applicabile alla liberazione femminile in primis perché il patriarcato non concepisce la condizione femminile come una problematica umana. Per la stessa storia, la stessa cultura di cui sono figli filosofi e teorici politici, l’oppressione femminile è un dato naturale. Hegel non considera la donna una serva e l’uomo un padrone.
Egli stesso ha posto in essere una dialettica che definisse la differenza tra i sessi secondo due “principi”: il principio divino femminile e il principio umano maschile, spiegando tramite i suddetti il ruolo delle donne relegato al “presiedere la famiglia”, e non la comunità come invece è competenza dell’uomo. Lonzi inoltre spiega come, anche se il filosofo avesse voluto inserire la donna nella dinamica del servo e del padrone, avrebbe riscontrato diversi problemi dati dalla natura stessa della condizione femminile, la quale non risale a un semplice ruolo sociale che può essere abbandonato, tramite una presa di potere del servo che diventa padrone, in quanto non è possibile operare un ribaltamento del fattore su cui l’oppressione femminile si basa, ossia il sesso.
Il fattore biologico, e quindi non circostanziale, ha operato come giustificazione della sottomissione delle donne sin dagli albori della storia, per via dell’incapacità maschile di concepire che un altro individuo potesse partecipare della natura umana e possedere la ragione pur essendo differente da lui. L’autrice chiarisce poi il rapporto tra patriarcato e capitalismo, rettificando il modello riduttivo del suddetto presentato dal comunismo.
La scrittrice definisce il patriarcato un’eredità che la storia ha tramandato al capitalismo, piuttosto che un figlio dello stesso modello economico, ribaltamento presentato dal materialismo storico, il quale ignora che l’affermazione del potere di tutti gli uomini su tutte le donne abbia origini diverse da quella che riguarda alcuni uomini contro altri uomini. Che gli uomini, progressisti come conservatori, abbiano ignorato tutto ciò che non si concili con condizioni a loro vicine risulta lampante. Ed è questa mancanza che “Sputiamo su Hegel” denuncia, l’incapacità delle lotte rivoluzionarie precedenti di riconoscere l’unicità femminile, la quale invece è stata trascurata a favore di una ricomprensione nel modello maschile. I nostri obiettivi sono stati sacrificati anche da coloro che si ponevano in antitesi all’uomo “borghese”, in virtù della comunanza che caratterizza gli uomini in quanto tali nella loro contrapposizione con il sesso femminile. “In questo nuovo stadio di consapevolezza- scrive Lonzi - la donna rifiuta sia il piano dell’ uguaglianza che quello della differenza” con il sesso maschile, dimostratosi incapace di riconoscere la natura femminile non come giustificazione di un ruolo sottomesso, ma come autocoscienza parallela a quella maschile, che non necessita di essere definita in base all’altra, né come inferiore che eguale, ma autonoma nella sua natura.
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kpwx · 1 year
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Según los textos clásicos del marxismo y del leninismo el Estado capitalista no es más que una superestructura organizada para sojuzgar a la clase obrera, mientras que el Estado socialista está destinado a destruir la clase explotadora, pero en los campos de trabajo forzado soviéticos no he visto ni marqueses ni condes ni fabricantes ni banqueros de ninguna clase. Todos los que se encontraban entre los alambres de espino eran pobres campesinos, obreros o intelectuales condenados por «traición a la patria», «agitación antisoviética» o fórmulas por el estilo. La verdad era otra: una queja en el trabajo, un chiste a costa del jerarca de turno, el haber sido hecho prisionero por los alemanes en grupos de 200.000 y 500.000 mientras los generales soviéticos los dejaban cercados salvándose en un avión, el haber sustraído de la fábrica una pieza para revenderla y ayudarse a vivir. En el año 1917 la revolución acabó con la aristocracia y la gran burguesía; en el año 1930 se erradicó la pequeña burguesía de la ciudad y del campo; en el año 1937 se coronó la extirpación de los disidentes del partido. ¿Quiénes eran, pues, los 10 millones de condenados a trabajos forzados que en 1948-1955 llenaban los campos de concentración de Siberia, Asia Central, Urales, Lejano Oriente, territorios subárticos? Gente del pueblo, otra no había en Rusia en esos años.
Julián Fuster Ribó sirvió como jefe de sanidad en el bando republicano durante la guerra civil española; tras la victoria del franquismo se vio forzado a emigrar a Francia, y luego de una corta estancia, embarcó hacia la Unión Soviética. Para todos los antifascistas de la época, la Unión Soviética era el summum de la libertad y del igualitarismo, y Julián no creía lo contrario: llegó esperanzado en el proyecto comunista (tanto como para unirse a las filas del Ejército Rojo cuando estalló la guerra con Alemania), pero rápidamente se desencantó al ver con sus propios ojos la miseria y la falta de libertades en la que vivía el pueblo ruso. Es de admirar que durante los dos años en los que en vano intentó conseguir el visado para salir del país no escondiera su opinión crítica, tal como lo confirma el testimonio de otro extranjero:
Un médico, mientras esperaba el visado para México, fue llamado al Partido, donde se le preguntó por qué quería marchar. —Porque sí —contestó—. Aunque en México no me haga una clientela, ganaré más de lo que gano aquí. Además, tendré sol y corridas de toros.
Esta anécdota tiene algo especial: de los libros que he leído hasta ahora, es la primera vez en la que encuentro al autor de un testimonio presente en la obra de otro (quien relató eso fue Andrea Familiari, de quien ya escribí aquí).
Las abiertas críticas de Fuster comenzaron a volverlo un personaje incómodo para el régimen; incomodidad que terminó por transformarse en amenaza (según los estándares paranoicos de un Estado totalitario, claro) cuando se le vinculó con un caso de intento de fuga en el que estaban involucrados varios españoles. ¿Alguien se había intentado fugar de la cárcel? No, del país. Como escribió en una carta a sus padres uno de los que planeaba hacerlo, la diferencia en realidad no existía:
Llegó el momento que tanto he deseado. Mi estancia en la URSS parece ser que toca a su fin. Hubiese deseado, desde luego, el poder haber salido de esta de una manera distinta, pero a esto se oponen las autoridades del «país del socialismo». Es imposible salir de esta sin visado del Ministerio de Negocios Extranjeros y conseguir este es algo más difícil que encontrar una aguja de coser en el Océano Atlántico. Mi estancia en este país ha sido la de un preso en una cárcel de 200.000.000 de almas. No puedo encontrar otra manera de salir de esta si no es escapando y burlando a las autoridades del país «cuna de la democracia». Si esto lo consigo puedo decir que soy uno de los pocos que han tenido la suerte y la osadía de hacerlo. Si sale bien contar que vuestro hijo desde el extranjero hará todo lo posible para que sus padres se reúnan a su lado. No maldecir a nadie sino a la dictadura soviética que me pone en tal trance. Deseando que todo salga bien y poderos abrazar pronto, se despide con un millón de besos vuestro hijo.
¿Qué tan desesperado se tiene que estar para intentar escapar de un país escondido en un pequeño baúl? De todos modos, se entiende: era intentarlo o acabar tarde o temprano en el gulag tal como le ocurrió a Fuster, que tras los hechos fue condenado a veinte años de prisión por “espionaje’’ y “agitación antisoviética’’. Cuando se allanó el domicilio de otro de los españoles condenados se encontró su diario, cuyo contenido “comprometedor’’ era el siguiente:
He visto el Volga. Es horrorosa su inutilidad. Está cubierto de hielo y sirve de carretera por la que pasan los camiones. Espero que llegue el verano y, con él, un barco que me saque de este maldito país. He ido a la cantina de Sarátov. Los camareros van vestidos con harapos. Los manteles están rotos, no hay servilletas, tampoco hay vajilla. Sirven papilla en latas en conserva, y esta papilla es totalmente inadecuada para un estómago civilizado. Hay una cola enorme para entrar en la cantina. Sin querer empiezas a pensar que vas a morir de frío a cuarenta y cinco grados bajo cero. La gente se calienta de forma socialista: abrazas al que está delante de ti, y él que va detrás de ti hace lo mismo contigo. Después empieza un balanceo rítmico e interminable, primero en un pie, después en el otro. He preguntado a mis vecinos: ¿por qué no protestáis? Me han mirado mal. Y uno me ha dicho: esto no es nada, en 1928 nos comíamos a nuestros propios hijos, hacíamos salchichas de ellos. Es un pueblo de esclavos que solamente se puede dirigir con un látigo. Se crean colas para comprar las cosas más impensables: tinta, candados, cepillos de dientes, etc. Es el país de las colas. Preferiría que me fusilaran en España que vivir en Sarátov.
Fuster fue arrestado en enero de 1948 y enviado al campo de trabajo forzado de Kengir, en Kazajistán, en donde pasaría los siguientes siete años. Si pudo sobrevivir fue en gran medida a su fama de médico, pues esta le permitió desempeñarse como cirujano dentro de la prisión y amenguar así las invivibles condiciones en las que tenían que sobrevivir los presos comunes. Según parece, no eran el coraje y la decisión lo único que lo caracterizaba:  
Sus cualidades humanas y profesionales le valieron la gratitud y el cariño de los presos a los que había operado y cuidado, y llegó a ser considerado un cirujano de primera clase, de hecho, el mejor de la región de Karagandá. Todos respetaban a Julián Stepanovich, bautizado así por sus compañeros de reclusión por el nombre de su padre Esteban para que sonara más ruso. El recluso Vladimir Peskin recuerda que le decía en broma: «Julián Stepanovich, si me pudieras garantizar que cortándome la cabeza y volviéndomela a coser seré más inteligente, estaría de acuerdo». Y Fuster le contestaba: «que no es así de sencillo, ninguna operación lo puede remediar»
Tras la muerte de Stalin en 1953 se decretaron algunas amnistías que le hicieron prever su pronta liberación, pero antes de que ello ocurriese le tocaría vivir el acontecimiento que más le impactaría durante su paso por el gulag: la revuelta de Kengir. El asesinato de algunos presos había desencadenado un levantamiento general que terminó con la toma de la prisión y la formación de una especie de gobierno con el que exigían mejores condiciones de vida. El control, que ya llevaba más de un mes, se terminó cuando el régimen decidió sofocar la rebelión a punta de soldados y tanques. Así describe la situación:
Hacia las cuatro de la madrugada me despertó el tronar de un cañoneo. Salté de la cama y medio adormilado no podía comprender lo que oían mis oídos. Un tiroteo no me hubiera sobresaltado, pues ya conocía bien las metralletas de los soldados. Pero ¿de dónde podía proceder el cañoneo? Sin avanzar de la sorpresa, unos presos irrumpieron en el hospital llevando a algunos de sus compañeros heridos. Mi asombro no tuvo límites. El muchacho presentaba una herida de metralla que le había destrozado todo el muslo izquierdo. No podía volver en sí ante herida insólita en tiempos de paz. Podía imaginar y prever heridas de bala en la situación en que vivía el campo, pero heridas de metralla capaces de destrozar un muslo no las había vuelto a ver desde la terminación de la guerra, donde no asombran por previstas. Pero en un campo de presos indefensos, desarmados, aquella herida y el cañoneo antes oído me dejaron en un primer momento atónito. Unos segundos bastaron para que el herido expirara sin que yo hubiera todavía recobrado el espíritu suficiente para empezar a actuar como cirujano. Siguieron a este herido decenas de otros que en pocos minutos llenaron todas las salas y los pasillos del hospital. De nuevo tuve de revivir las escenas de hacía cuarenta días. Solo como cirujano para atender una avalancha de heridos de metralla graves. Eran las cuatro y media cuando entré en el quirófano.
Fuster fue finalmente liberado en marzo de 1955; al salir trabajó en un hospital y luego se trasladó a Moscú, en donde se dedicó a la traducción de libros de medicina. Aunque esto le permitió una cierta estabilidad económica, la intención de escapar de una vez por todas seguía presente. Tuvo que esperar otros cuatro años para que, por fin, en 1959 se le permitiese volver a su país de origen. Tras una estadía en Cuba y en el Congo, finalmente regresó a España, en donde murió en 1991.
Ya escribí alguna vez que por pocas personas siento más admiración que por los médicos, y en el caso de este la admiración es doble: el amor que sentía por su profesión (a mi parecer la más noble de todas) sumado a las muchas cualidades humanas que tuvo y la difícil vida que vivió hacen de Julián Fuster Ribó un personaje que merece ser conocido. Por lo demás, es verdaderamente indignante que teniendo acceso testimonios como este siga habiendo tantísimo admirador de un régimen tan totalitario como el soviético.
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gifsdefisica · 2 years
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"¿Qué es, pues, el fundamento de la disciplina? Expresado con palabras sencillas, para no escarbar en el fondo de búsquedas psicológicas, diré que la disciplina tiene como fundamento la exigencia sin teoría. Si alguien me preguntase como podría yo determinar con una f��rmula resumida la esencia de mi experiencia pedagógica, respondería que exigiendo el máximo del hombre y distinguiéndole con el mayor respeto posible. Estoy convencido de que ésta es, en general, la fórmula de la disciplina soviética, la fórmula de toda nuestra sociedad. Nuestra sociedad se distingue, precisamente, de la burguesa, en que al hombre le exigimos mucho más que la sociedad burguesa y en que nuestras exigencias son de un volumen más amplio. En la sociedad burguesa puede abrirse una tienda, se puede explotar, especular, ser rentista y vivir del cupón. Allí se exige al individuo mucho menos que en nuestro país. Nuestro régimen presenta al individuo exigencias cardinales, serias y de carácter general; pero, por otro lado, hacemos objeto a la personalidad de un respeto extraordinariamente mayor y distinto en principio. Esta fusión de las exigencias a la personalidad y el respeto a ella, no son dos casos diferentes, sino uno solo, y nuestros requerimientos al individuo expresan al mismo tiempo estimación de sus fuerzas y posibilidades, y en nuestro respeto van implicitas, al mismo tiempo, nuestras exigencias a la persona. Esta estimación no la sentimos por algo externo, al margen de la sociedad, ni hacia algo agradable y hermoso. Es un respeto a los camaradas que participan en nuestro trabajo común, en nuestra labor general, es el respeto merecido al que trabaja. Está claro que no puede crearse una colectividad ni establecerse su disciplina, si no se le exige al individuo. Soy partidario de la exigencia consecuente, extrema, concreta, sin enmiendas ni suavización. [...]" MAKARENKO, Anton. Problema de la educación escolar soviética. Editorial Progresso: Moscou, 1975, p. 51. #materialismodialetico #antonmakarenko #marxismo #pedagogiasocialista #urss #socialismo #uniãosoviética #leninismo #educação #comunismo https://www.instagram.com/p/Cfcr6ekLAiP/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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