Te escribo para olvidar
las sonrisas que me sacaste
con tus ocurrencias peculiares.
Aquellas veces en que me permitiste entrar
a tu mundo porque hallaste en mí la seguridad suficiente
para confiarme tu pasado y contarme todo sobre ti
con la efusión de que no te juzgaría,
escribo para olvidarme de eso también.
Y de las mil maravillas que creaste
en mi corazón, de eso también me olvidaré.
De los días en que conectábamos
cada vez que surgía un tema alrededor
del cual podía charlar contigo por horas,
sólo tú y yo, mientras la realidad lucía remota
como si nos hubiésemos encerrado
en nuestro propio universo.
De los besos que te obsequié,
de lo enamorado que me tenías,
de las caricias, de las risitas,
de la diferencia que marcabas
cuando a mi lado estabas
asegurándome que me veías
como algo más que un amigo,
y a mí me gustaba pensar
que quizás fui tu refugio.
De esas ocasiones en que creí
que eras el amor de mi vida,
de los poemas que me hiciste escribir,
de tus canciones, de tus programas,
de tus gustos, de las cosas que llegué
a adorar sólo porque tú las adorabas.
Me encargué de habitar tus zonas de confort favoritas
sólo para que pudieras verme, escogerme...
También escribo para olvidarme
del momento en que rompiste mi corazón
cuando te vi besando otros labios,
del rechazo que advertí aquella vez
que te confesé mis sentimientos,
de los tratos íntimos y mimosos
que me brindaste por pena,
de las ilusiones en las cuales me hundí
al interpretar las señales equivocadas,
de cómo intenté buscar un «nosotros»
cuando el amor de tu vida siempre
te hizo creer que existía un «ustedes».
Y sé que si trato de superarte,
no debería escribirte,
pero, entiéndeme, no se me ocurre
mejor desahogo que volviéndote mi poesía.
Con certeza,
puedo decir que este es definitivamente un adiós
porque así como siempre hubo versos rosados
escritos por mi corazón enamorado,
también hubo versos azules escritos
por mi corazón roto y desilusionado,
también hubo versos verdes escritos
por mi corazón finalmente reparado.
Y los versos que ahora te dedico
tal vez sean dorados porque te los escribe
un corazón fuerte y recuperado
que ya de su poemario te ha borrado.
Hace tiempo que no nos vemos,
pero no te desearé el mal - nunca lo haría -.
Espero que te sonría la suerte en el amor
y tengas éxito en tu vida profesional,
y muestres reciprocidad a la persona correcta
que estoy seguro te comprenderá
y se quedará tanto en tu luz como en tu oscuridad,
así como te amará mejor de lo que pude haberte amado.
Y si alguna vez vuelves a sentirte parte
de los nuevos versos que escriba,
considéralo un poema escrito
por un corazón que ya no ve
tu nombre como su musa.
-Dark prince
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Amantes lunáticos
Anhelo tu toque mientras la luna besa la tierra cada noche.
Anhelo tus labios mientras el mar clama sus sirenas.
Porque ambos no teníamos miedo de su canción, cada vez que la escuchábamos, era simplemente una hermosa sinfonía.
Abrazamos las sombras, hicimos el amor con ellas, porque la locura de nuestra alma era el combustible de nuestras mentes.
Anhelo una palabra, mientras la noche susurraba canciones de amor a su luna.
Anhelo tu ser, como un ángel quiere que sus alas vuelen alto en los cielos.
Anhelo por nosotros, juntos, como un volcán besando a su madre tierra.
Y sé que tú también me anhelas…
Dentro de nuestras tinieblas, dentro de nuestros mundos secretos, de manera única, las cosas oscuras son amadas, pura, sinceramente y sin miedo.
Te anhelo de la única manera que sé.
Con locura.
Sin saber por qué.
Empezando cuando, por qué, pero, ciertamente, para siempre.
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Admito que siempre quise que volvieras,
y admito, también, que decir esto se siente como apuñalarme a mí misma.
Pero, cada vez que deseo que vuelvas a mi lado,
vienen todos los recuerdos y los "NO",
escritos por mi propia sangre;
derramada en la guerra entre
"el corazón y la razón".
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Que la vida se siga sintiendo así,
suavecita como la brisa del mar,
dulcecita como un beso de mamá,
tranquilita como el sol de abril.
Que la vida nos siga sorprendiendo,
como la navidad a los 7 años,
como el regalo sorpresa en febrero,
como el nuevo sabor de helado.
Que la vida nos siga haciendo sentir,
como nuestra canción favorita,
como un poema de Sabines,
como la pintura más bonita.
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