Tumgik
carrow-loves-me · 7 years
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Esta historia ha seguido en wattpad. De esta manera puedo cuidarla un poco más. Espero que sigan leyendo. :)
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carrow-loves-me · 7 years
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You can tell how dangerous a person is by the way they hold their anger inside themselves quietly.
Unknown (via hplyrikz)
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carrow-loves-me · 7 years
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carrow-loves-me · 7 years
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Capítulo XXV: Boggarts
Esa tarde me correspondía ir a clase de Defensa contra las Artes Oscuras, con los slytherin. Las clases obligatorias con ellos eran tres: Encantamientos, Herbología y Defensa contra las Artes Oscuras. También había algunos en Arritmancia y Runas Antiguas, pero Carrow no asistía a esas clases, por lo cual podía acercarme a Lestrange sin problemas en esas asignaturas. A la entrada del salón de Defensa, Trish hablaba con Carl y Eddie, así que me acerqué a ellos. Trish estaba muy entusiasmada. -¡Los slytherins están diciendo que la profesora traerá un boggart! ¿Puedes creerlo, Jamie? ¡Será muy divertido! Asentí, tratando de imitar su entusiasmo, aunque la idea de enfrentarme a un ser que ocuparía mi mayor miedo para destruirme no me parecía divertido. Los slytherins estaban afuera también, formando un gran grupo. Se podía decir lo que quisieran de las serpientes, pero siempre estaban unidos entre ellos. Observé a Regulus Black, que estaba en una orilla, con expresión molesta. Lestrange le pegó un empujón juguetón antes de sentarse junto a él. No sé qué le habrá dicho, pero la expresión de Black se ensombreció todavía más. Bob se había unido a nosotros y luego de que Eddie y Carl le molestaran porque su boggart se iba a tranformar en su abuela con pijama ( o algo así, no entendí bien), se acercó a mí, frunciendo el seño. -¿Puedes creer que me molesten con eso? - Pues... ¿Tu abuela era muy mala? - intenté averiguar, aunque no creía que esa fuera la razón de su miedo. - Tenía cinco años cuando vi aparecer a mi abuela en el baño de la casa con pijama... y había muerto hace dos años- explicó Bob rápidamente. - Si un niño no se trauma con eso, me preocuparía. Asentí. Ahora que llevaba bastante tiempo en Hogwarts, entendía que había fantasmas en algunos lugares, si es que habían dejado algo pendiente en sus vidas y no aceptaban el paso al más allá. Pero si hubiera tenido cuatro años y hubiera visto a un ser querido muerto aparecer, como si nada, mientras estuviera duchándome, me hubiera muerto del miedo. Carrow llegó tarde al grupo, me di cuenta y parecía haber dormido poco. Tenía grandes ojeras. Quizás había tenido pesadillas, luego de la discusión del día anterior con Norah. Ella se estaba portando distante con él, aunque no le serviría de nada si él había decidido terminar la relación para siempre. Además, todo el colegio se había enterado de que ellos habían terminado; es más, habían sabido completa la historia de la terminada luego del sexo, la historia que Norah había revelado tan elegantemente en la biblioteca. No estaba a favor de Carrow, me parecía de pésimo gusto su manera de finalizar las cosas, pero Norah gritándolo en medio de la biblioteca tampoco había sido bonito. Carrow notó mi mirada, como solía suceder (¿es que tenía ojos en la nuca?) y de inmediato aparté la vista, esperando que apareciera la profesora. La profesora de defensa de ese año era de apellido Pattison, una mujer joven muy entusiasta. Nadie pensaba que podría quedarse más de un año. Ya llevábamos seis años y habíamos tenido seis profesores, uno por periodo. Pattison apareció a paso rápido, haciendo sonar sus tacones y toda la clase se arremolinó junto a la puerta para entrar primero y tener la mejor vista del supuesto boggart. No eran sólo rumores, como yo esperaba. Al entrar al salón, había un baúl pequeño en el centro. Y se movía, como si algo tratara de salir de ese pequeño espacio. La clase miró con más interés que miedo el baúl negro, mientras formaba un corro alrededor. Pattison preguntó qué era un boggart, cuál era la forma de enfrentarlo y otras preguntas que respondió Carl, ante la mirada admirada de Trish. Era una tontería, porque esas cosas ella las sabía también. Pero está tan encantada con su novio... Intercambié una mirada con Bob, que se puso atrás de nosotros: definitivamente no quería protagonizar la broma del siglo, si es que su abuela en pijama aparecía frente a él cuando tuviera que atacar al boggart, enfrente de todos los slytherins. - Vamos a enfrentar al boggart, por supuesto, pero antes de hacerlo quisiera que visualicen su mayor miedo, el que el boggart utilizará para combatirlos e inventen una forma de transformarlo en algo gracioso. Cuando nos riamos del boggart, él se confundirá y será el momento de cambiar de lugar. Todos cerraron los ojos, mientras yo me quedaba ahí de pie, sin querer pensar en lo que haría el boggart. ¿Cuál era mi mayor miedo? El de Trish eran las serpientes, aunque nunca me ha dicho por qué; le dan asco, aparentemente. El de Carl, los inferi, los cadáveres andantes que usan los magos tenebrosos. Totalmente de acuerdo, la idea de ver a un ser querido convertido en inferi es terrible, pero... ¿Era ése mi mayor miedo? - Roberts...- me reconvino Pattison, porque yo me puse a observar a los demás mientras tomaban decisiones. Oh, no. Probablemente me sacaría a mí al ruedo sólo porque no estaba concentrada. Cerré los ojos y traté de pensar en mi mayor miedo. La imagen de Sam, mi hermano, vino a mi mente como un relámpago. Él, junto con mi padre y mi madre, mirándome con miedo. Ellos, abrazándose entre sí, mientras yo estaba separada de ellos para siempre. El terror con que me miraban , como si yo fuera a lastimarles. Ser un monstruo para ellos, dejar de ser la Jamie que ellos amaban. Ellos no me aman, eso lo sé. Mis padres no me aman... Pero Sam es diferente. Él está orgulloso de mí, él sigue viéndome con cariño. Mi mayor miedo es que Sam me vea como me ven mis padres. Eso es todo. ¿Pero cómo podría transformar eso en algo gracioso? - Bien, es hora- la profesora se acercó al baúl, mientras los demás tenían las varitas ya listas y yo parecía totalmente fuera de lugar. - Michaels, tú primero. No era raro que Trish fuera la primera; siempre la ponían de ejemplo a la hora de los encantamientos. Observé con atención, la serpiente se transformó en un gusano de gomita mientras Trish decía el hechizo. - ¡Excelente! Señorita Carrow... Alecto se acercó con expresión molesta. Seguramente detestaba esta clase, aprender sobre boggarts debía ser una tontería para ella. Apenas vi el cuerpo de Amycus sobre el suelo, me cubrí la boca con las manos. Miré a mi alrededor esperando que nadie hubiera notado mi reacción tan exagerada. Me extrañó que Carrow me estuviera mirando a mí... Ni siquiera vi qué hizo Alecto para transformar esa escena en algo gracioso, pero lo logró. Amycus sólo dejó de mirarme cuando le llamaron y no me sorprendió que su mayor miedo fuera Alecto muerta. Lo extraño fue que para hacer la escena graciosa, a la Alecto muerta se le caía una máscara y resultaba ser otra persona muerta. No me pareció gracioso, para nada, pero cumplió su cometido. - Señorita Roberts, ahora usted. Cuando me nombró, tardé en comprender que me había llamado. En todo caso, sabía  que me iba a tocar hacer ésto. Me arremangué la túnica, acercándome más al boggart lúgubre, que seguía siendo esa persona muerta. Apenas estuve bien cerca, se transformó en mi familia. Era increíble cómo podía hacerlos tan reales... El cabello de mi madre tenía ese brillo... El bigote de mi padre tenía las canas en los mismos lugares que el real... Sam tenía esa peca en forma de corazón junto a la nariz... No los veía desde hace tanto... Quise abrazar al boggart, no atacarlo, ¿por qué lo haría? No me estaba mostrando mi miedo, era una visión bonita... -¡Aléjate!- gritó entonces mi hermano, con su voz dulce quebrada por el miedo. Me detuve, no supe qué hacer entonces. - ¡Mamá, dile que se vaya! ¡No quiero que esté aquí! - Sam... Sam...- murmuré, queriendo calmarlo. -¡Eres un monstruo, eres un monstruo, Jamie, eres un monstruo! - ¡No! ¡No!- sollocé, sin preocuparme de Pattison, ni de todos los slytherins que estaban allí mirándome, o de Trish... Sólo podía escuchar los gritos de Sam, diciéndome que era un monstruo, que me odiaba, que todos estarían mejor conmigo muerta... Entonces vi una figura que pasó como flecha junto a mí y mis padres, Sam también, desaparecieron. En vez de ellos, volvía a estar Alecto muerta. Yo aún sollozaba, viendo a Amycus que movió la varita con furia y volvió a hechizar al boggart. Pattison encerró al boggart en el baúl otra vez, mientras todos me miraban como si estuviera loca. Trish se acercó y me rodeó los hombros con su brazo. Apoyé mi cabeza en su hombro, tratando de entender lo que me había pasado, cuando la voz de Amycus irrumpió en mi conciencia: -¡Eres débil, Roberts! Lo miré, sorprendida. - ¿Por ... qué... eres... tan... débil?- arrastró cada palabra, como si quisiera que se quedaran para siempre en mi cabeza. Seguro lo harían. Trish me apartó, furiosa. - Vete a la mierda, Carrow- le dijo. La clase entera se sentía igual que yo: ¡Trish no había dicho una palabrota en su vida y ahora lo hacía justo delante de Pattison! Observé a Amycus, que sólo hizo un ruidito despectivo antes de irse de la sala. Definitivamente, Pattison tendría muchos puntos que quitar hoy. ... Cuando regresé a la sala común, Trish parecía furiosa todavía. - No puedo creer que me haya quitado puntos. ¡Esa Pattison es estúpida! Vio perfectamente que el boggart te había sobrepasado y no hizo absolutamente nada... Hasta Carrow se dio cuenta antes que ella. Sí, era extraño. Carrow me había salvado de un boggart. No era el ser mas peligroso del mundo, pero de verdad, entonces me había lastimado. Ahora yo tenía los ojos rojos y me sentía muy débil. No quería pensar en mis verdaderos padres y el verdadero Sammy. - Yo... no sabía que te lastimaba así, tanto- comentó Trish con tristeza. Negué con la cabeza. - No me gusta hablar del tema, lo sabes. Sólo respetabas mis intenciones al no hablar... Al menos salvé a Bob de enfrentarse a su abuelita con pijama- intenté bromear. Trish asintió. - Ojalá Pattison no quiera traer al boggart otra vez la próxima clase. - Lo que me preocupa es que le cuente lo sucedido a Flitwick... o peor, a Dumbledore. No me gustaría que se metieran en mis problemas, nadie puede solucionarlos. - Yo no entiendo por qué tus padres se portan así contigo, Jamie- comenzó Trish. La detuve. - No hay nada que puedas hacer. - Lo sé- suspiró ella. Se sentó a mi lado y añadió:- Pero tú sabes que siempre puedes irte a vivir conmigo, ¿verdad? - Verdad- traté de sonreír, aunque esa solución no servía para lo que yo quería. Mi idea no era ser aceptada en un lugar, sino ser aceptada por mi familia, Yo esperaba que fuera mi familia quien me recibiera bien, que quisieran estar conmigo, que me permitieran ayudarles. Y sentía que esa realidad me estaba totalmente vedada.
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carrow-loves-me · 7 years
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carrow-loves-me · 7 years
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Capítulo XXIV: Quiebre
- La amortentia es una de las pociones más peligrosas que existen- comentó Bob con voz soñadora- Una vez hice una para una chica, ni se imaginan lo que fue mirarla luego... Una vergüenza impresionante. -¿Por qué estamos hablando de ésto?- pregunté, algo desorientada- Te estaba preguntando los imgredientes para la redacción de Slughorn y tú te dedicas a hablar de tus batallitas con chicas. Eddie se echó a reír. - No te pongas celosa, Jamie...- bromeó. Esa broma era una indicador: Alan ya estaba fuera del camino y yo volvía a estar disponible para sus bromas sobre chicas. Bob me guiñó un ojo y me eché a reír. - ¿Me traes ese libro, Carl? - preguntó Trish, señalando uno azul que estaba fuera de su alcance. Él se inclinó hacia ella. -¿Y qué me das si te lo traigo? -¿Necesitas algo a cambio para hacerme un favor?- se extrañó ella. Carl negó con la cabeza. - Dame un beso y te traigo el libro. Trish se puso muy roja y los demás nos hicimos los desentendidos. - No sé qué sentido tiene una poción de amor, si la persona es la indicada, el amor debería nacer naturalmente- Eddie se encogió de hombros- Por ejemplo, yo estoy solo, sólo debo esperar a la persona indicada. - Con tal de que no la conozcas a los ochenta años, está bien- comentó Bob. - Aunque comparta con esa persona cinco minutos de mi vida, estará bien- Eddie sacó una pluma de su mochila y comenzó a escribir en el pergamino- Mejor que pasar años con la persona equivocada. Sonreí ante sus palabras y volví a mi investigación. Sabía tan poco de la amortentia y pensar que algunos habían creído que yo había hecho una para enamorar a Alan. Hubiera querido hacerlo, pero no tenía el valor de engañarlo de esa manera. Fui por otro libro, que estaba en otra estantería y me paré en seco al ver a Carrow, solo en una mesa, sentado en silencio. La estantería donde estaba el libro estaba justo a su espalda. Di media vuelta, pasando tras él, tratando de que no se percatara de mi presencia y tomé el libro que necesitaba. Parecía muy concentrado, debía estar estudiando a conciencia. O quizás leía cómics. - ¡Carrow!- llamó una voz bastante fuerte como para una biblioteca. Él alzó la vista y yo volví a quedarme quieta. Estaba a su espalda y no quería que viera que estaba allí... - ¿Qué quieres?- espetó Amycus, con voz molesta. Norah Ferguson se acercó a paso rápido a la mesa. Ni siquiera se fijó en mi presencia. Puso las manos sobre la mesa de Carrow, golpeando con fuerza. Carrow ni siquiera se inmutó. - ¿Crees que puedes hacerme ésto? ¿Crees que tienes derecho a reírte en mi cara? La voz de Amycus sonó tranquila. Al parecer estaba acostumbrado a esas reacciones. - Yo no me he reído, simplemente he sido honesto. - Te reíste, sí, te reíste- esperó Norah- Sólo tú podrías hacerme algo así- su voz estaba muy por encima del volumen de habla normal y ya varios estaban mirando con curiosidad. Esperaba que Pince llegara en cualquier momento para sacarlos de la biblioteca. - ¿Te puedes calmar? No es sitio para hacer escándalo. Es una biblioteca- comentó Carrow. Su voz había cambiado levemente. Suponía que estaba diez por ciento más enfadado que antes. -¿Tú hablas de lugares adecuados? ¡Ja! - Norah estaba realmente furiosa- No hubiera pensado que te esconderías de mí aquí, ¿acaso me tienes miedo? - Yo no le tengo miedo a nadie- aclaró Carrow entonces. Su voz sonó más molesta de repente. Norah se rió. - ¿Te toqué la fibra sensible, Amycus? - Podemos hablar en otro lugar- Carrow se incorporó del asiento, pero ella negó con la cabeza. -No, lo diré aquí mismo, aquí mismo, idiota. ¿Crees que es muy bonito terminarme en medio del baño de los prefectos, justo después de tener sexo? ¿Crees que soy una cualquiera? Miré a Carrow, que pareció aún más molesto. Espera, ¿ella hablaba en serio? ¿Él había terminado con Norah? Se escucharon algunas risitas, pero sólo unas pocas. Amycus miró a la fuente de las risas y los risueños se callaron muy rápido. Norah siguió hablando, parecía no poder callarse. - ¡Cinco meses, cinco! ¡He hecho todo por tí y me tratas como si fuera un chicle pegado en tu zapato!- Enyonces fijó su mirada en mí y resopló.- ¿Qué estás mirando? Carrow volteó y al verme allí, sus ojos parecieron echar chispas. Yo me aparté de ellos y me dirigí a mi mesa, mientras Norah exclamaba: - ¡Necesito que me escuches, mírame! - Entonces apareció Madame Pince, que ni siquiera debió gritar para que la chica se callara de una vez. Amycus recogió sus cosas y salió de allí con más rapidez que si hubiera andado en su súper escoba de carreras. Y Norah salió detrás, dando la imagen más patética que he visto en mucho tiempo. - Última llamada- comentó Bob, levantándose. -¿Vas a seguirla?- se sorprendió Carl. - ¿Cómo podría perder?- repuso él, tomando sus libros y saliendo de allí. Carl y Eddie se encogieron de hombros, aunque yo me quedé preocupada. - ¿Nadie irá a convencerlo de que está haciendo una estupidez? - pregunté. - Él no es tonto, seguro que vuelve en cualquier momento- repuso Eddie. Pero pasó un minuto y no volvió.- Bueno... Quizás la Ferguson está feliz de tener un admirador. No lo creía. Me incorporé del asiento y salí. Caminé con rapidez por el pasillo, tratando de vislumbrar por dónde se habían ido Carrow, Norah y Bob, pero había varios grupos de estudiantes y no podía distinguirlos entre el gentío. Bajé las escaleras, suponiendo que los dos primeros habrían salido en dirección a su sala común. Claro que no sabía exactamente la ubicación, pero había visto a algunos estudiantes salir desde las mazmorras algunas veces. Casi iba llegando al primer piso, cuando tropecé en el tercer escalón y caí. Fantástico, resoplé, mirando mis rodillas magulladas con molestia. No me había dolido mucho, pero la gente que estaba allí me miró y se largó a reír. Además, había chocado con alguien al caer. Por suerte era Bob. -¿Que te pasó?- preguntó él. - Me caí, ¿no viste? - Pues... Estaba concentrado en algo más- dijo, con simpleza. -¿De verdad seguiste a Norah hasta aquí? - Pues... No me atreví- respondió- Además, seguía peleando con Carrow. Al parecer, esta vez terminaron de verdad. - Nah, esos terminan y vuelven- me encogí de hombros y fuimos caminando hacia la sala común. - No creas, al parecer es definitivo. Porque aunque Norah quisiera volver con él, Carrow fue claro. Por lo que entendí entre líneas, le gusta alguien más. Fruncí el entrecejo. - ¿En serio? - ¿Y quién podría ser? Pensé en alguna otra chica que estuviera cerca de él, una slytherin sangre pura. Había varias chicas que podían cumplir con sus requisitos. Eso, sumado a que varias tenían los ojos puestos en él, implicaba que no pasaría mucho tiempo solo. En fin, ¿por qué me importaba?
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carrow-loves-me · 7 years
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Capítulo XXIII: Incógnito
Los siguientes días fueron una constante de miradas extrañas de mi parte hacia Lestrange y Black. Sus capas, su forma de moverse por Hogsmeade, me inspiraban algo siniestro. Temía que estuvieran involucrados en algo peor que amedrentar estudiantes. ¿Eran capaces? Black parecía siempre tan correcto, que dudaba que pudiera hacer algo que dañara la reputación de su familia. Lestrange iba por las mismas, además era un chico irritante y poco más. Carrow había dicho que tuviera cuidado. Y ahora, cada vez que espiaba a Lestrange, notaba la mirada de Amycus sobre mí. Me miraba con una mueca de desagrado en el rostro. “Te estoy avisando” parecía decirme. “Déjanos en paz”.
Yo sólo me hacía la desentendida, hasta que un día, antes de entrar a encantamientos, Lestrange hablaba con Black en la sala, como si estuvieran en confidencia y me coloqué estratégicamente en el asiento de adelante de ellos. Trish, que estaba sentada junto a Carl en los asientos de más adelante, me observó con extrañeza. El profesor aún no llegaba, así que había pocos estudiantes.
- ¡Roberts!- Lestrange pareció entusiasmado de verme. -¡Qué alegría que quieras acompañarnos! Vete a otra parte, ¿okay? No quiero tenerte escuchando mis asuntos- su voz no varió un ápice en su entusiasmo, pero definitivamente no me quería allí, ni para insultarme.
Me limité a quedarme sentada y Rabastan resopló.
-¿En serio, esperas que sea yo el que me cambie de lugar?
- Eres tú el que no quiere estar cerca de mi- me encogí de hombros y entonces escuché unos pasos fuertes y rápidos venir hacia nosotros. Carrow venía directo hacia mí.
- ¡Sal de ahí, Roberts! -exclamó. Hasta Rabastan se sorprendió de su arrebato. Yo miré a Amycus, temiendo que me golpeara. Pero no, no iba a tocarme, estaba a salvo…
Para mi sorpresa, me agarró del brazo y me sacó de la sala casi a rastras. Me aparté, furiosa, cuando salimos.
-¿Qué haces?- le espeté. Él negó con la cabeza.
-  ¡Sabía que eras idiota! ¡Lo sabía, pero quise darte el beneficio de la duda! Claro, supongo que el idiota soy yo, a fin de cuentas- parecía hablar consigo mismo.
-¿De qué hablas?- volvía a hacerme la desentendida. Después de todo, Carrow había hecho como si no supiera del asunto de Lestrange y Black cuando nos encontramos en Hogsmeade.
- Te dije, te advertí, que no te metas en problemas- replicó él- No te acerques más a Lestrange, él es peor de lo que aparenta, ¿entiendes? Esto no es un juego de niños, ya no lo es.
Lo observé, de nuevo extrañada de que me estuviera hablando como si dijera la verdad. Como si se preocupara. Como si de verdad estuviera molesto conmigo.
- Lestrange y Black están metidos en algo turbio, ¿verdad?- pregunté. Amycus alzó la vista al cielo.
- ¡Aléjate de Lestrange!
- Tú no me mandas- repliqué, volviendo a entrar al salón. Carrow me siguió y volvió a agarrarme del brazo para detenerme. Lestrange y Black observaban la escena, con la cabeza en nuestra dirección, como esperando que Carrow me amedrentara más.
- Escúchame bien- Amycus me tenía agarrada tan fuertemente como ese hombre en Hogsmeade. Alcé la vista hasta sus ojos, frunciendo el entrecejo. Trish se incorporó de su asiento, pero Carl la detuvo y fue él quién vino en mi ayuda.
- Suéltala, Carrow- dijo, pero él no le hizo caso.
- Sólo quiero decirte una cosa, Roberts- Ahora su voz volvía a ser la de siempre, ante los oídos atentos de Lestrange- No te acerques más a nosotros, no nos molestes y nosotros no te molestaremos, ¿estamos de acuerdo? - Lo miré con odio y asentí. Por fin me soltó el brazo y Carl me llevó hasta donde estaba Trish.
- ¿Te duele?- preguntó ella, preocupada y negué con la cabeza. Volteé a mirar a Carrow, que se había sentado con expresión lúgubre junto a Lestrange, que le daba palmaditas en la espalda y parecía muy contento. Él también me miró y desvié la vista.
Las advertencias de Carrow parecían honestas, ya llevaba dos veces que parecía ser sincero. Que él me advirtiera de Rabastan era algo complejo. Rabastan nunca me había asustado verdaderamente, ninguno de ellos. Pero si hasta Carrow me estaba advirtiendo… No sabía si confiar en mi intuición, pero sentía que debía insistir, que debía averiguar y sobre todo, que otras personas debían saber lo que estaba pasando. Comencé hablando con la persona más obvia: Trish.
- Lestrange está metido en algo raro- le dije mientras estábamos en la biblioteca, y ella ni siquiera alzó la mirada de su libro.
- ¿Y eso te importa por…?
Resoplé. Trish suspiró.
- Lo que haga Lestrange no debería importarte, deberías mantenerte bien alejada de él, porque todo lo que averigües sólo va a servir para que resultes lastimada- dijo con rapidez. - Ya deberías tenerlo claro. ¿Por qué lo haces?
- Tengo un presentimiento- murmuré, porque no quería que alguien escuchara. 
- Eso no significa nada.
- ¿No te preocupa que sus acciones tengan un trasfondo mayor?- me extrañé.
-¿Cómo cuál?
- ¡No lo sé!- exclamé, frustrada- Sólo sé que Carrow me dijo que tuviera cuidado.
-¿Qué?- Sólo entonces mi amiga me miró.- ¿Carrow? ¿Te amenazó, otra vez?
- No fue una amenaza, fue…- no fui capaz de explicarle que me había mirado de una forma que no lo había hecho antes, que su voz había sido diferente. Trish se reiría de mí por creerle. Yo misma me sentía tonta en ese momento. - Quizás son imaginaciones mías- zanjé, molesta.
- Si Carrow te ha amenazado otra vez, habla con Flitwick. Él puede hablar con Slughorn para que se aleje. No quiero que te moleste más, Jamie. De verdad.
- Yo tampoco quiero- repuse, levantándome y saliendo de la biblioteca. Trish iba a seguir estudiando, pero yo necesitaba hablar otra vez con Carrow.
Sabía que los Slytherin estaban en Herbología a esa hora, así que me dirigí a los invernaderos. Ellos ya estaban saliendo y varios me miraron con extrañeza, mientras me acercaba. Al verme caminar hacia allá, Carrow me miró fijamente. Y cuando vio que iba directamente hacia él, abrió más los ojos.
- Necesito hablar contigo- le dije.
- Ah, no… Tú estás loca- me acusó, fastidiado, pero en voz muy baja.
Me afirmó del brazo y me hizo doblar la esquina del invernadero junto con él.
- Te dije que te alejaras de Rabastan. Y eso incluye mantenerte alejada de mí- susurró.
- Tenía que preguntarte, necesito saber qué están haciendo Lestrange y Black…
- Ellos no hacen nada- respondió él.
- Dijiste que me alejara, que tuviera cuidado, tienen que estar haciendo algo.
Negó con la cabeza varias veces.
-¡Estúpida! - me insultó.
-¡Imbécil! - repliqué, molesta. Él se cruzó de brazos, mirándome con incredulidad.
- ¿Piensas que voy a dejar que me insultes? ¿Tú, sangre sucia?
- No has hecho nada hasta ahora, ¿o sí? - repliqué, sin que el epíteto me ofendiera- Me has defendido incluso, dos veces, si se puede llamar defender cuando me sacaste de la sala a rastras. Así que dime por qué lo haces. No creo que te importe si me muero por acechar a Lestrange.
- Tú no tienes idea- dijo, simplemente.
-¿De qué?
- ¡De nada! - salió del escondite, andando a paso firme.
- ¡Espera!- exclamé. Él se volteó.
-¿Qué?
Lancé una caja de grageas de todos los sabores que llevaba en el bolsillo de mi túnica. Él la agarró en el aire y me miró con extrañeza.
- Ese es mi pago por tu ayuda. Ya no quiero deberte nada, así que acéptalo. - le dije.
Pensé que la lanzaría al suelo, pero no lo hizo.
- Entendido- y se fue de allí.
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carrow-loves-me · 7 years
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Capítulo XXII: Misterio
Pasaron dos meses de completa calma. Bueno, completa no… Si se pueden llamar altibajos las burlas de Lestrange y alguna pelea entre Trish y Carl por tonterías, entonces no hubo tanta calma. Yo me había concentrado en mis notas y en el partido contra gryffindor y hufflepuff, los cuales habíamos ganado. Había marcado varios tantos en ambos partidos, por lo que me sentía en las nubes. La biblioteca había vuelto a ser mi sitio de estudio y el grupo ravenclaw había regresado en pleno. Volvíamos a ser todos amigos, ya que Alan y yo habíamos limado nuestras diferencias. Él no había regresado con Jason, pero cada día era menos doloroso.
Es más, venía la salida a Hogsmeade. Con Trish habíamos hecho una lista de las cosas que deseábamos hacer, Carl se había apuntado a algunas y los demás habían agregado otras pocas. Sería un día divertidísimo.
La travesía comenzó en Zonko, compramos en conjunto varios artefactos de bromas, aunque el que más compró fue Bob, quien dio la idea de ir allí. Luego pasamos por la tienda de dulces, esperando que aún quedaran chicles bomba; Trish compró una bolsa gigantezca. La siguiente parada fue la tienda de quidditch; me quedé un buen rato mirando con ilusión una Estrella Fugaz 520, pero nadie quiso comprármela ( ja, ja, ja, sueñas, Jamie). Cuando íbamos a las Tres Escobas, Trish y Carl dieron una excusa y se marcharon ( a mí no me engañan, se fueron al salón de madame Tudipie), y nos quedamos allí Bob, Eddie, Alan y yo. Bebimos una cerveza de mantequilla mientras charlábamos del último partido de quidditch y cuando Bob sugirió ir a mirar la Casa de los Gritos ( según decían, hace pocos años habían comenzado a oírse gritos y lamentos en esa gran casona abandonada), yo les dije que fueran ellos, que quería volver a la tienda de artículos de quidditch para pedir un catálogo de compra.
- ¿Planeas comprarte una Estrella Fugaz?- preguntó Eddie.
- En realidad, planeo ahorrar para comprarme una escoba mucho más barata, pero que se le parezca- me encogí de hombros.- Quizás cuando tenga treinta, tendré suficiente dinero ahorrado para tener una real.
-¿Quieres que te acompañe?- preguntó Alan.
- No, ve con los chicos. Es sólo una cuadra, nos vemos aquí en una hora, ¿sí? - pagué mi bebida y salí del local, caminando hacia mi tienda favorita. Hacía un poco de frío, pero caminé a paso rápido y fue suficiente. Pedí el catálogo y me quedé afuera de la tienda, admirando la escoba otra vez. Era realmente perfecta, su mango era dorado, con el nombre escrito de forma muy elegante. Debía ser muy rápida, hubiera querido tener dinero para poder comprarla en ese mismo instante.
Me veía reflejada en el reflejo de la vidriera, cuando vi a Lestrange pasando tras de mí, cubierto con una capa y una bufanda. No se veía casi su rostro, pero su manera de desplazarse era tan típica de él, que no había duda de su identidad. Iba acompañado de un par más, también con capas oscuras y bufandas verdes y plateadas. Pude distinguir a Regulus Black, que iba un poco más atrás que Lestrange y miraba alrededor como si esperara que los atacaran en cualquier momento. Supuse que Carrow era uno de los que no había logrado distinguir a simple vista.
Se veían muy raros y esta actitud era aún más rara. Volví a mirar la Estrella Fugaz, confiando en que pudiera retenerme con sólo su brillo dorado. “No, lo mejor es regresar a Las Tres Escobas”. “Jamie, no te incumbe lo que haga Carrow con Lestrange…”
Conté hasta diez y seguí al grupo de capas negras. Doblaron por una calle lateral, a paso bastante rápido y les seguí, tratando de no perderles la pista. Había mucha gente yendo y viniendo, por lo que les resultó fácil confundirse entre la multitud; apuré el paso hasta ver otra persona con capa oscura… ¿A dónde iban? La calle iba serpenteando y las tiendas se notaban menos concurridas a medida que avanzaba. Los personajes que estaban afuera de las vidrieras usaban ropa oscura también… Quizás ya ni siquiera estaba siguiendo a Carrow y Lestrange… Ellos no se detenían y me estaba poniendo nerviosa.
- Vaya, vaya… ¿Qué tenemos aquí?- preguntó una voz. Volteé, asustada y al ver a Carrow sin capa (¿no iba con ellos?), mirándome con el seño fruncido, simulé inocencia.
- Voy a comprar un giroscopio- balbuceé. Él se cruzó de brazos.
- Pues no debiste salirte de la calle principal.
Su reacción era completamente inesperada. De haberme descubierto así, espiándolo, hubiera creído que Carrow me amenazaría o me atacaría de alguna forma. Al menos eso parecía hacer con cualquiera que se involucrara en sus asuntos sin ser llamado.
- ¿Por qué te importa?- Lo sabía perfectamente, él no quería que yo le siguiera a dónde fuera que estuviera caminando con Lestrange y Black. Pero aún así le pregunté.
- Es peligroso, Roberts- se limitó a decir y no supe si creerle o no. Su voz no parecía una amenaza, parecía decir la verdad. ¿Estaba preocupado? Lo miré a los ojos, sus ojos oscuros que en general no mentían como él. Pero no logré descifrar su expresión.
- Es sólo una calle- repliqué, encogiéndome de hombros.
- Vete, Roberts- dijo- Vete ya.
Iba a obedecer, derrotada. No podría saber qué hacían Lestrange y Black…
-¿Están perdidos, chicos?- preguntó una voz lúgubre cerca. Miré a la persona con capa que estaba junto a nosotros, un hombre encorvado de ropa raída.
- No, no se preocupe, ya me iba- dije. Su mano que parecía un árbol nudoso se aferró a mi brazo fuertemente. Traté de apartarme, asustada. Carrow observó la escena, inmóvil.
- Acompáñame, te llevaré a casa- susurró el de la voz lúgubre.
- Suélteme, por favor… - pero su mano se aferró con más fuerza, dolorosamente. - ¡Auxilio!- exclamé, aunque nadie me ayudaría en ese lugar. El hombre me estaba llevando, mientras yo trataba de soltarme y la gente se reía de mi reacción. Escuché que Amycus resoplaba a mi espalda, como si estuviera harto de mis tonterías.
- Petrificus Totalus!- dijo y el hombre lúgubre juntó sus brazos y piernas, soltando por fin mi brazo. Cayó al suelo hecho una piedra y cuando otros resoplaron a nuestro alrededor por lo que le habíamos hecho a su amigo, Carrow me dijo:
- Corre. Ahora.
Corrimos hacia la calle principal, pensando que algunos nos seguirían, aunque fuera unos pocos, pero eso jamás sucedió. Cuando llegamos a la calle principal, miré a Amycus, que se detuvo junto a mí.
- ¿Eres estúpida? - me recriminó. Yo fruncí el entrecejo- ¡Ese hombre podría haberte matado! ¡Podría haberte violado! ¿No conoces Hogsmeade? Esas calles son nido de lo peor de este mundo. No perteneces allí.
Bajé la mirada.
- Gracias por salvarme- me atreví a decir, aunque no me gustaba nada deberle algo a Carrow.
- Nadie debe saberlo- me advirtió- y no creas que no te lo voy a cobrar- dijo, como si adivinara mis pensamientos.
- Pues… Puedo… Darte estos dulces- sugerí, mostrándole la bolsa que había comprado, repleta de chocolates, caramelos de fresa y chicles de frutas. Miró la bolsa, sorprendido.
-¿En serio piensas que voy a aceptar esa bolsa como pago?
- Pues… Podría comprarte una cerveza de mantequilla. - Sugerí, aunque sabía que me diría que no. Y hubiera sido muy gracioso aparecer en Las Tres Escobas con Amycus de amigo. Él también se rió burlonamente ante mi idea.
- Yo veré cómo lo cobro. Ahora vete de una vez. No quiero que alguien me vea contigo- añadió, por fin pareciéndose un poco al Amycus que conocía. Yo regresé a Las Tres Escobas, aún preguntándome qué estarían haciendo Lestrange y los demás en esas calles “ peligrosas”. ¿Carrow sería parte de éso?¿Por qué me había salvado?
- Por fin te encontramos, Jamie- dijo Trish ante mi expresión desorientada. -¿Estás bien? ¿Te pasó algo?- se asustó. Yo negué con la cabeza. En realidad no me había pasado nada. Y no le iba a contar que me había arriesgado persiguiendo a Lestrange por las calles de Hogsmeade, o que Carrow me había salvado. Ese sería un secreto.
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carrow-loves-me · 7 years
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Capítulo XXI: Ya no
Luego de tres semanas, las cosas parecían haber recuperado su cauce. Lo único que me tenía despierta por las noches era alguna tarea de encantamientos que debía entregar o alguna redacción de pociones que había estado particularmente difícil de hacer. Nada extraordinario, vaya. Mis calificaciones estaban mejorando otra vez y me sentía bien. Me sentía perfecto.
Trish y Carl andaban por ahí como mariposas en primavera, siempre tomados de las manos y riendo a la vez. Yo trataba de alejarme para que pudieran estar solos, pero ya no iba a la biblioteca. Me sentaba junto al lago para leer y hacer mis deberes en paz. Ya había acabado el tiempo más frío y salir afuera era una delicia.
Parecía que todo iba bien, hasta que la lechuza de Trish, Jerome, apareció con una carta en un sobre de colores vivos. Mi sorpresa fue grande cuando mi amiga me entregó la carta.
- Tiene tu nombre- dijo ella, volviendo la vista a su plato de cereales. Al ver la letra de mi hermano, me puse muy contenta.
Querida Jamie:
Han pasado dos meses y no recibo carta tuya. Supongo que no quieres escribirme porque temes que una lechuza sea mal vista en la entrada de la casa. Quizás tienes razón. Por suerte Trish envió carta, ella se preocupa por tí.
Miré a Trish, que hablaba con Carl y sonreí levemente. Trish, siempre arreglando las cosas.
Yo también me preocupo, pienso en tí todos los días y espero que estés muy bien. Yo estoy bien (supongo que quieres saber de mí). Me ha ido bien en matemáticas, me gustan y quizás me dedique a eso cuando sea grande. Sé que a tí te parecían entretenidas cuando estabas en el colegio muggle (¿esa es la palabra?), pero ahora que eres bruja, haces cosas mas divertidas, supongo. Ahora tengo una novia, se llama Lauren. Seguro te caerá muy bien cuando la conozcas. La conocí en la escuela. Es pelirroja y tiene una sonrisa preciosa. Llevamos un mes juntos, pero siento que la conozco de toda la vida, ¿has sentido eso alguna vez?
Sonreí, pensando que sí había sentido eso. Con Alan. Okay, estúpida de mí, ya no debía pensar en eso más.
Papá dice que el amor es una de las cosas más difíciles del mundo. Mamá, no, dice que es una de las cosas más fáciles. Que amar le resulta muy fácil. Extraño, ¿verdad?
Apreté los labios, sintiendo que la rabia se apoderaba de mí. Mi madre diciendo que amar le resultaba muy fácil. Sí, seguro que sí. Ella era una mujer amable, todos la querían y ella parecía querer a todo el mundo. Quizás eso hacía que su rechazo me doliera todavía más. Incluso Sam comentaba que le parecía extraño que ella lo dijera, ya que a mí parecía no quererme. Supongo que ésa era la intención de su comentario.
Te quiero, Jamie. Te echo de menos. Ojalá vinieras en vacaciones de Semana Santa. No, no me hago ilusiones, sé que no vendrás. Pero quisiera.
Besos de tu hermano
Sam
Apreté la carta contra mi corazón. Escuchar sus palabras de cariño me hacía muy bien. Hubiera querido que dijera algo más de mamá y papá, pero él nunca me decía nada de ellos. Lo de sus reflexiones sobre el amor era toda una novedad. Apreté la mano de Trish, sobresaltándola.
- Gracias- le dije, cuando me miró. Ella sonrió.
- ¿Estás contenta ahora? Cuando estabas tan triste, envié a Jerome, pero tardó más de lo esperado, supongo.
- Una carta de Sam siempre es bien recibida- repuse, levantándome con ánimo. Guardé la carta en mi mochila y me dispuse a ir a Pociones con energías renovadas.
Las prácticas de quidditch se habían renovado luego del clima frío: el siguiente partido era contra Gryffindor. Mike estaba muy nervioso, ya que habíamos perdido el partido anterior ( mi culpa, supongo) y estábamos más lejos de la copa. Nos bastaría ganar para alcanzar a Slytherin, si es que Hufflepuff les ganaba… El problema era que Hufflepuff nunca les había ganado antes.
- No podemos esperar que otros hagan nuestro trabajo- había dicho Mike con energía, antes de empezar nuestra práctica- Sólo pensemos en ganarle a Gryffindor y ganarle a Hufflepuff, lo demás no depende de nosotros.
Me sentía bien para el partido del fin de semana, estaba confiada, aunque los Gryffindor fueran buenos en el quidditch. Mientras salía del campo, al finalizar el entrenamiento, vi que Alan estaba hablando con Jason a la orilla del lago. Quise pasar de largo, pero noté que Jason parecía molesto. Agitaba las manos y Alan parecía muy triste. El gryffindor se apartó de mi compañero y se fue a paso rápido en dirección al castillo.
Alan se sentó justo a la orilla y comenzó a hacer dibujos en la arena, como acostumbraba a hacer. Miré hacia atrás, esperando que nadie notara que estaba cometiendo un desacato para mis intentos de sanarme… Sabía que si Trish hubiera estado allí, me diría que no me acercara. Eran cosas de Alan y Jason, no mías.
Pero al dar el primer paso, no fui capaz de detenerme. Caminé aceleradamente hacia el lago. Me detuve junto a Alan, que alzó la vista hacia mí.
-¿Puedo sentarme?- pregunté. Él asintió, aunque parecía sorprendido.
- Yo… sólo quise visitar al Calamar Gigante- se explicó, aunque no era necesario.
- Pues… Yo igual- intenté sonreírle. - Supongo que no recibe muchas visitas…
- Supongo que no- Alan miró sus dedos, suspirando. Nos quedamos en silencio un buen rato. Escuché las voces de mis compañeros de equipo, sus risas mientras se dirigían al castillo. Luego, un nuevo silencio.
- ¿Estás bien?- pregunté. No era que quisiera que me contara lo que había pasado con Jason, sólo quería saber si le habían lastimado.
- No…- respondió, girando la cabeza hacia el castillo. Había mucho viento entonces y su cabello le cubrió los ojos. Apreté los labios, pensando qué podía decirle para que se sintiera mejor. Pero no se me ocurría nada.
- Jason terminó conmigo- dijo Alan entonces. Yo no supe qué decir. Él movió la mano como quitándole importancia. - Sus compañeros se burlan mucho y no es capaz de soportarlo. Dice… dice que lo que sintió por mí fue una tontería. Que somos amigos… y yo malinterpreté las cosas. ¿Puedes creerlo?
Yo miré hacia el lago, triste. Incluso me sentí culpable, porque había querido mucho que pasara ésto. Había querido que ellos terminaran y ahora que lo habían hecho… Jason era un idiota. Alan era el mejor chico del mundo, yo lo sabía bien. Y seguro que Jason también lo tenía claro.
- No creo que dure mucho su quiebre- musité. Alan me miró.
-¿Por qué lo dices?
-¿Tú no crees que él te ama?
- Eso creía- Alan volvió la vista de nuevo a la inmensidad del lago. Yo lo miraba a él, era tan lindo verlo así… Era lindo, pero al mismo tiempo no me hacía sentir lo que sentía antes por él. Podía verlo como la persona linda que era, como un amigo, quizás. Comprender eso me llenó de alegría. Me acerqué un poco más y rodeé sus hombros con mi brazo.
- Estoy segura de que van a volver- dije. Alan dudó antes de reclinarse en mi hombro. Se sentía bien, ya no me sentía llena de esa sensación eléctrica que me recorría cada vez que podía tocarle.
- Son los demás los que se entrometen entre ustedes. Son unos idiotas. El siguiente partido es contra gryffindor, puedo darles una paliza en tu nombre- bromeé. Alan sonrió débilmente.
- Eso estaría bien. Gracias, Jamie.
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carrow-loves-me · 8 years
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carrow-loves-me · 8 years
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Capítulo XX: Tristeza
Al día siguiente, a la hora del desayuno, todo ravenclaw sabía que Trish y Carl eran novios. Yo estaba realmente contenta por ellos; su felicidad me havía olvidar por un rato mis sentimientos desastrosos. En cierto modo, todo había salido segùn mi plan en esta historia: Trish se había olvidado por completo del drama con Jason y estaba muy alegre. Pero también era cierto que al estar con Carl, Trish tenía menos tiempo para mí y mis lamentaciones… Era el primer novio que tenía en la vida, quería estar con él casi todo el tiempo. Carl no tenía problema en que yo los acompañara en clase o en la sala común, ya que todos éramos amigos, pero me sentía culpable por alterar su nube rosa con mi cara de espíritu errante. No había querido hablar con Alan en una semana. En mi afán de ver el lado bueno, su engaño me había permitido dejar de idealizarlo como lo había hecho hasta entonces. Él había intentado hablarme, pero yo lo había ignorado. No era capaz de volver a estar junto a él, mucho menos ser su amiga. Este quiebre entre nosotros había afectado al grupo ravenclaw de sexto. En general nos llevábamos bien, siendo que no éramos muchos, pero estaba claro que si yo no quería hablar con Alan, las antiguas reuniones en la sala común se hacían muy incómodas. Eso, sumado a la nueva relación de Trish y Carl, había generado cambios. Prefería quedarme en la biblioteca o sentarme a la orilla del lago, para no sentirme culpable por llorar o por no tener ganas de hablar (ya habían varios wue me lo habían recriminado). Una nota acerca de la tristeza: la gente a tu alrededor no entiende que es algo que se debe vivir. Tratan de animarme, de insultar a Alan o de convencerme de que simplemente él no era para mí (algo que yo ya tenía claro hace un año y aún así había insistido en hacerle caso a mis sentimientos por él). No entienden que necesito llorar. No entienden que necesito estar en silencio y pensar. Es en estos momentos cuando extraño más poder estar en mi casa, con mis padres y mi hermano. Me bastaría un abrazo para sentirme segura y a salvo. Por supuesto me engaño: ellos ya no me abrazan. Recordar eso me da más pena todavía. - Parece que se hubiera muerto alguien- comentó alguien a mi lado, cuando yo estaba dibujando sin cesar en mi pergamino, rodeada de libros que trataban de simular un fuerte, una barrera para que nadie viera mi cara. Pero siempre estaba el que tenía ganas de verme llorar. Y claro, no debía sorprenderme que ese alguien fuera Carrow. No le dije nada, me incorporé y me marché. Una reacción extraña en mí, por supuesto. Seguro esperaba que lo insultara o que llorara aún más. Pero no quería pelear. Estaba realmente mal, eso podía verlo cualquiera. - Jamie... Ni siquiera me di vuelta. Alan había aparecido por la esquina y desvié la mirada hacia uno de los cuadros de la pared, como si fuera más hermoso que su estúpida cara. No era cierto, pero no iba a decírselo. Se habían acabado las palabras dulces y los elogios para él. Que Jason le dijera lo que quisiera. - Por favor, Jamie. Seguía caminando, tratando de contener las lágrimas. Era verdad que cada vez que veía a Alan, sentía ganas de llorar. Pero era peor cuando se acercaba y trataba de disculparse. - Jamie, por favor, habla conmigo. No, no iba a hablarle, no iba a responderle nunca... Quería que sufriera por mi ausencia, aunque sabía que no se lamentaría del modo en que yo quería. - Jamie, yo te quiero. Me detuve y volteé, furiosa. ¿Cómo se atrevía a decir eso? - ¿Cómo puedes...? ¿De verdad, te atreves...? Eres un mentiroso, no puedes esperar que yo crea algo así. Alan apretó los labios y aparté la vista. Carrow estaba allí, de nuevo , ¿por qué, por qué insistía en seguirme, como si quisiera enterarse de lo que pasaba en esta teleserie donde yo era la niña sufrida? Le dirigí una mirada de odio y de inmediato me devolvió una sonrisa. Desorientada por esa respuesta, volví la vista a Alan, que musitó: - No quise lastimarte... Yo sólo quise... - suspiró- Estaba molesto con Jason por no querer ir conmigo al baile. Te invité como amiga, pero no sabía si me aceptarías... Por eso forcé las cosas, pero yo no quería... No lo pensé. No creí que te dañaría así. -¿Por qué, por qué no te diste cuenta de que mis sentimientos eran reales? ¡FUERA DE AQUÍ, CARROW! - estallé, porque el aludido se había acercado más, como si no pudiera oírnos bien desde su puesto. Él ni se inmutó. - Es un lugar público, Roberts, si quieres privacidad, vete a tu sala común- replicó. El idiota tenía razón. Me fui sin decir nada y Alan me siguió. Caminamos hasta la sala común. Pero cuando Alan quiso hablar, me dirigí a mi habitación. - Hablemos luego. No era capaz de hablar entonces.
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carrow-loves-me · 8 years
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carrow-loves-me · 8 years
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I want a trouble-maker for a lover, Blood spiller, blood drinker, a heart of flame, Who quarrels with the sky and fights with fate, Who burns like fire on the rushing sea.
Rumi (via thelovejournals)
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carrow-loves-me · 8 years
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Even at your worst, you are fucking incredible.
(via hplyrikz)
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carrow-loves-me · 8 years
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Tal vez sea yo quien se aleje, pero tú eres el que me  abandona.
The walking dead. (via more-smiles-and-cry-less)
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carrow-loves-me · 8 years
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Capítulo XIX: Lamentos
Apenas llegué a la habitación de las chicas de sexto, me lancé a la cama, sollozando. Por fin me atreví a llorar, ya que había subido hasta la torre de ravenclaw con la sensación de que no sería capaz de hacerlo. Sentía un nudo en la garganta, que no podía desarmar. Trish me acompañaba con expresión preocupada. Cuando por fin lloré, lanzando por los aires la cinta de color azul que me habia puesto en el cabello, ella se sentó a mi lado. - Jamie…- musitó, con voz suave- Lo lamento tanto… Era todo lo que podía decir. Yo, en cambio, quería decir muchas cosas. Por suerte, todas las otras chicas también habían ido al baile y no llegarían todavía. Eso era bueno ahora que no quería que me vieran. Sería malo mañana, vuando estuvieran comentando lo que habían visto en el baile: que yo me había peleado con Norah y que luego ella había hablado de Alan y se había burlado… Su burla era lo de menos. Era Alan, Alan y su engaño, lo que me tenia asi. - Todo es mi culpa, supongo. No debí albergar esperanzas con él. Se portaba extraño, yo lo sabía… Aún asi, creí que yo le gustaba; siendo que sabía que era imposible. No fui capaz de conquistarle. - sollocé aún más, sintiéndome mal por llorar… Me sentía una estúpida, otra vez. ¿Por qué era una sensación tan común en mí? - Soy demasiado horrible para gustarle a alguien. Esa debe ser la razón- suspiré. Trish resopló. -¡Sabes que eso no es verdad! Eres muy guapa, eres dulce y eres genial, Jamie. Sus palabras eran como una gota en un océano. En ese momento no las creía. No servían de nada. Me senté en la cama y me sequé unas lágrimas, pero nacieron otras nuevas. - Alan se portó mal contigo, te engañó. A cualquier chica podría haberle pasado. No es tu culpa, para nada…- Trish recogió la cinta que había caído en el suelo y me la pasó. Yo la enrollé en torno a mi dedo índice, luego la desenrollé… Y seguí haciendo eso hasta que las lágrimas se me acabaron. Estuvimos largo rato en silencio, mientras yo jugaba con esa cinta y dejaba de llorar. Finalmente hablé para decir: - Es que… Nunca pensé que Alan sería capaz de lastimarme así… Trish suspiró. - Lo sé. Él es… tan amable y parece tan correcto. Eso no significa que sea mala persona… Supongo que… - Estaba asustado, es todo- murmuré- Pero no tenía por qué mentirme así. Yo habría ido con él como su amiga, ya estaba a punto de aceptar cuando llegaron Lestrange y Carrow… - Maldito Carrow, que se involucraba en todos mis asuntos. - Me engañó. Eso es lo que más me duele… - Lo sé. Lo entiendo. Jason también me engañó, Jamie. - Vi que bajó la vista- No por eso voy a pensar que soy horrible. Miré a Trish con pena. Era cierto, Jason también la había engañado a ella y debía sentirse mal por ello. Suspiré. - encontraremos a chicos mejores que ésos, te lo prometo. - añadió Trish. Yo asentí, aunque no sentía que eso fuera cierto para mí. Para ella, era seguro. - ¡Hey! - escuchamos la voz de Carl desde el pie de la escalera de los dormitorios de chicas- Trish, ¿están ahí? Trish me hizo un gesto, como para saber si debía responder que sí o que no. Yo no tenía ganas de bajar a hablar con él. Seguramente Trish sí quería. Y era el mejor momento para dejarlos solos. -Ve con él- le dije. Trish negó con la cabeza- Estaré bien- traté de sonreír. - Creo que Carl podría querer decirte algo importante. Trish frunció el entrecejo. -¿De qué hablas, Jamie? - Yo sé de qué hablo. Anda o me enojaré contigo- la amenacé. Ella se incorporó. - Que sepas que esa amenaza no me asusta. Ya bajo, Carl- y salió de la habitación. Entonces escuché la voz de mi amigo, al ver sólo a Trish. - Jamie, ¿estás bien? - Sí, lo estoy. Ahora, dile a Trish lo que hablamos, porque es la ocasión perfecta. Te aseguro que entonces estaré mucho mejor. -¿De qué habla?-preguntó mi amiga. No escuché la respuesta pero eso me alegró. No pretendía que se declararan conmigo escuchando. Lo único que quería era que Trish no sufriera como yo estaba sufriendo entonces. Me volví a recostar con la cabeza en la almohada. Suspirando…
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carrow-loves-me · 8 years
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Capítulo XVIII: Desengaño
El baile era ese fin de semana. Junto con Trish nos habíamos probado multitud de peinados, maquillaje y accesorios, de manera que cuando llegó el día, ya teníamos todo decidido. La poción para el pelo había resultado muy bien, de manera que teníamos el cabello más brillante que nunca. Yo estaba feliz, aunque cada vez que pensaba en mi vestido se me venia a la mente el desagradable episodio en la biblioteca. Estaba segura de que si Lestrange volvía a acercarse a mí, le daría un golpe. El hechizo había resultado bien graciad a Alan, que aplicó el hechizo de rejuvenecimiento sobre la tela del vestido. Luego Trish y yo hicimos las adaptaciones y el resultado fue el vestido más bonito que había visto en mi vida. Claro que no he visto muchos vestidos lindos en mi vida. Durante la semana, Alan y yo no volvimos a hablar de ser novios. Traté de convencerme de que no era necesario, ya que compartíamos en el almuerzo, caminábamos juntos hacia el aula y conversábamos como antes. Como cuando comenzamos a ser amigos. - Que linda- solía decir Alan al verme, provocando de inmediato mi sonrojo. Me sentía tonta, pero estaba feliz así. Y Alan también parecía contento, entonces… El día del baile, me preparé con suficiente antelación, de manera que a las 6 en punto estaba aguardando a mi pareja en la sala común. Trish se veía muy bien con su vestido color verde botella y el cabello rubio en un elegante moño. Yo había optado por el cabello suelto en ondas y un pinche a un costado. Mi vestido era azul y perfecto para bailar toda la noche. Cuando Alan bajó por la escalera, me sentí desmayar. Se veía perfecto en su traje de gala. - Trés jolie- comentó, besando mi mano. Una sensación eléctrica manó desde donde sus labios habían tocado mi piel. - Tú estás muy guapo- Eres muy guapo, eso quería decirle. - Gracias. Vamos- Me ofreció su brazo. Bajamos así hasta la escalinata que llevaba al Gran Comedor, ahora salón de baile. - Qué lindo está todo-comenté, mientras nos abríamos paso entre la multitud. Había una gran aglomeración junto a la puerta, de manera que esperamos cerca de la escalinata a que se redujera un poco. - ¡Aquí estaban!- Trish se acercó a nosotros, acompañada de Jason, que nos saludó con la cabeza- Jason dice que habrá un show especial, pero nadie sabe quién vendrá… ¡Qué emoción! - Parecía realmente radiante. Al parecer, su desánimo porque Carl no la había invitado había desaparecido. Observé a la multitud. Había muchas chicas con vestidos muy bonitos, chicos con impecables túnicas de gala y entre ellos, vi que estaba Amycus. Norah Ferguson estaba a su lado con un revelador vestido color crema. Él se veía impecable, de hecho me había quedado mirándolo quizás demasiado tiempo… Él me miró entonces, y al encontrarme con sus ojos, aparté la vista de inmediato. - Creo que ahora podemos entrar…- Alan parecía un poco incómodo y me tomó la mano. Asentí y lo seguimos hacia la entrada. Noté que Amycus nos seguía mirando y me pregunté si eso era lo que había asustado a Alan. ¿Carrow intentaría alguna cosa para arruinar la noche? No, no era bueno pensar en eso. Traté de dejar de pensarlo. Tenia a Alan entero para mí. Debía aprovechar la noche. … Dumbledore dio unas palabras de bienvenida y de inmediato comenzó la fiesta. - Quiero bailar- le dije a Alan. Una habilidad de la cual me sentía orgullosa era de mi forma de bailar y quería que él lo notara. Pero claro, me tomó del brazo y mis pies ya no fueron capaces de seguir el ritmo. Alan se echó a reír. - Cuidado con mis pies-dijo. - Tú ten cuidado- le repliqué, riendo. Trish y Jason bailoteaban cerca de nosotros en un estilo totalmente distinto. Parecía que pisaban cucarachas, pero sólo pisaban a los que estaban cerca. - Ese es un estilo divertido- le dije a Alan y comenzamos a imitar el estilo. De esa manera nos divertimos mucho más, aunque lo único que quería era bailar con mi cabeza en el hombro de Alan. -¿Vamos a beber algo?- me dijo él cuando ya estuvimos bailando y saltando por bastante tiempo. Lo seguí hasta una de las mesas que estaba colocada en un costado. Alan fue por ponche y yo me senté en una silla que estaba junto a un gran florero. - Demasiada gente, demasiados impuros, debimos quedarnos en la sala común- escuché que decían y no tuve dudas de que era Amycus. La chica que lo acompañaba parecía aburrida. - Si tuviera que contar las veces que te has quejado, iría por las mil quinientas. Si hubiera sabido que te portarías así, hubiera aceptado la invitación de Zabini. Por lo menos estaría bailando en vez de oír tus quejas… - Sí, claro, porque Zabini tiene más paciencia contigo. Mira, ahí está. ¿Por qué no vas con él, entonces? - Podría ir con cualquier chico de esta fiesta, para que sepas. Pero no, te elijo a tí, siempre te elijo a tí. - No tengo por qué agradecerte por eso. Además, el estar conmigo no cambia tu forma de ser. Ya sabía que eras fácil- repuso Carrow con desprecio. Cuando la chica habló por fin, su voz sonó muy diferente. - Te vas a arrepentir por decirme eso, Carrow- se fue, o eso pareció, porque ya no hablaron más. Miré a ver si Alan venía, pero se había puesto a hablar con Jason. ¿Y dónde estaba Trish? - Supongo que no estabas escuchando, Roberts. Al ver que Carrow se había dirigido directamente a mí, no pude evitar un resoplido. - No sé de qué hablas. - No me gustan los chismosos, Roberts. Y menos los que me mienten. - Dudo que no hayas mentido alguna vez, Carrow. Él se apoyó en la pared, a mi lado. - Digo que no me gusta que me mientan a mí, lo que no quiere decir que yo no mienta. Ahora, admite que oíste todo. Estás demasiado pendiente…¿o no me estabas mirando antes de que empezara la fiesta? - A mí no me interesan tus problemas. Ya me atacaste lo suficiente dejándome sin escoba. ¿Sabías que por tu culpa, tendré que pedir prestada una para el próximo partido? Se encogió de hombros. - Habrías podido disculparte. Lo miré sorprendida. ¿De verdad, iba a seguir con lo mismo? - No voy a disculparme contigo por existir, Carrow. - Él no dijo nada, se limitó a sonreír.- No voy a disculparme ni contigo ni con Lestrange. - La escena vivida volvió a mi mente y no paré de hablar- Nunca había sentido tanto asco como cuando se acercó en la biblioteca. ¿Suelen hacer eso con las chicas? ¿Tú sueles hacer eso? . No respondió nada, sólo frunció el entrecejo. -Así que viniste con Bode… Me extrañé. Un cambio brusco de tema. Como si no hubiera querido… responder… -¿Te importa?-pregunté. - No mucho, pero pensé que te tenías más respeto. A Bode le gustan los hombres, tú misma lo gritaste en el Gran Comedor. No quería que me recordara lo que había sucedido en el Gran Comedor. Seguía sintiéndome mal por eso. ¿Y qué quería decir con que no me tenía respeto? - Me tengo mucho respeto, Carrow. De hecho, no debería estar aquí hablándote, considerando que el respeto es lo que más te gusta atacar.- Me estaba levantando, cuando llegó Norah de regreso. Al vernos, sus ojos parecieron echar chispas. -¿Qué haces aquí con Carrow? ¿Por ella me quieres cambiar, Amycus? Carrow pareció complacido con esa reacción. Yo no entendía nada. Esa chica debía vivir en la luna, ¿nunca se había dado cuenta de que Amycus y yo nos llevábamos pésimo? ¿No había visto el ridículo que me había hecho pasar en el Gran Comedor, cómo me había golpeado en el partido de quidditch? No, al parecer, para ella no existían otras personas aparte de sí misma. Y Amycus. - No me conoces, pero creo que debo decirte que no tengo nada con Carrow. De hecho, lo odio. - Le dirigí una mirada de hastío a Carrow, que me miró con frialdad. Luego le dijo a Norah: - Mejor vámonos, bailemos… - Ya no quiero bailar- Ella no tenía la impresión de querer alejarse y cuando me levanté y traté de marcharme, me agarró de los cabellos. Carrow tiró de ella pero al parecer sin mucha intención de separarnos, porque no lo logró. -¿Estás loca?- traté de soltarme de sus manos y ella me afirmó con más fuerza. -¡Aléjate de mí!- le pegué un empujón que la hizo retroceder, pero de inmediato volvió a la carga, tirando de mi vestido. -¡Pelea, pelea!- los que estaban cerca empezaron a aglomerarse en torno a nosotras. ¿Nadie iba a intervenir? -¡Jamie!- me pareció escuchar a Trish. Luego alguien nos detuvo con un hechizo. Caí de espaldas y Trish me ayudó a levantarme. - No vuelvas a acercarte a Carrow… Jamás…- Norah me habló de nuevo. Yo negué con la cabeza. - No tengo ganas de estar cerca de él. Pero no tiene nada que ver contigo. Yo tengo a alguien, se llama Alan. Si quieres un consejo, tú también aléjate de Carrow. Él no te quiere… - No te involucres, Roberts. Y Alan Bode no es tu pareja…- Amycus se cruzó de brazos. - Tú no te metas, Carrow. - repliqué. Norah me miró con odio. - Así que crees que Alan Bode… Bueno, al menos, yo sé que Carrow no me quiere. Pero le gusto y mucho, para que sepas. - Norah negó con la cabeza.- Si tú te respetaras de verdad, no estarías por ahí hablando de que tienes una relación con Bode. Él está de novio con Jason, eso todos lo saben. A tí sólo te quiere para guardar las apariencias. Sus palabras fueron como el golpe de una bludger. Mi corazón se detuvo un instante. Y no fue porque sintiera que ella mentía, fue justo lo contrario. Como si todo lo que no hubiera querido ver se hubiera puesto delante de mí y me hubiera obligado a mirar. Alan me había engañado. Era novio de Jason. Cuando Jason invitó a Trish, tratando de esconder sus verdaderos sentimientos, Alan optó por invitarme. Me había besado esa noche para convencerme, porque quería que aceptara ir al baile con él. Porque quería lastimar a Jason, quizás. Jason era el amigo que había ido a buscarlo a la enfermería. Por eso Alan se incomodó cuando Jason nos vio besándonos. Por eso me trataba de esa manera, que yo había querido justificar inútilmente. Por eso ellos estaban allá, hablando… A la lejanía, vi que Alan se abría paso hacia nosotros. No fui capaz de esperarlo. Ni siquiera quise llorar. Trish me rodeó los hombros con su brazo. Amycus observaba la escena, serio. Raro, pero ni siquiera se burló de mi. - Vamos- me dijo Trish. Y salimos de la fiesta, antes de que nadie pudiera decirnos algo más. .
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