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chinoalbornoz · 4 years
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Apocalipsis
La lluvia cae sobre los árboles incendiados
en un amanecer escarchado del barrio de Los Hornos.
El viento los envuelve con violencia
y el fuego crece iluminando todo el descampado.
°
Desde las vías del tren que ya no pasa se puede ver la Catedral
que a lo lejos arde en rojos, naranjas y amarillos.
Y la tierra escupe lava
y el cielo se enrojece
y la lluvia sigue cayendo,
suave,
como las lágrimas en tus mejillas.
°
Te miro fijo porque el miedo me consume
y en tus ojos celestes las llamas que me envuelven.
El fuego nos alcanza
y te abrazo fuerte
para perder el miedo,
para morir tranquilo,
para vivir el sueño
y despertar muriendo.
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chinoalbornoz · 4 years
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DOMINGO
Podemos hacer un asado
o cocinar unas pastas con estofado de pollo,
quemar ese mañanero
y acompañarlo con mate amargo y musiquita.
Podemos correr la mierda del gato
y tirarnos en el pasto
o sacar las reposeras blancas
y tomar sol hasta dormir la siesta.
Podríamos estar en Lollapalooza
extaciades de Cazzu, Neo y Duki
o podría darte un beso de despedida
e ir al Malba con pibe que me gusta.
Podríamos no levantarnos de la cama, mi amor
y mirar Netflix
y no terminar la peli
porque nos calentamos en la mitad.
Podríamos, podemos, pudimos
todo eso y más,
porque sos vos
soy yo
somos nosotres
en un domingo de sol.
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chinoalbornoz · 4 years
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Pensé que le temía a la muerte, morir es el olvido y yo quiero trascender. Creí que el temor más grande era a no encontrarle sentido a mi vida, a vivir en automático, sin proyectos ni horizonte. Me di cuenta que no le temo a muerte ni al olvido, no le temo a la incertidumbre del destino. Le temo a la soledad, a morir en soledad, a vivir en soledad. Quiero perder el miedo de encontrarme solo en mi cuarto.
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chinoalbornoz · 4 years
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Me prendí un faso sabiendo que me pega mal. Hace unos meses que me acelera más de lo que me relaja y al toque me aumenta la ansiedad que naturalmente tengo desde que arrancó la pandemia. Todo el tiempo estoy esperando que algo suceda pero nada llega porque no hay absolutamente nada que tenga que pasar, ningún horizonte inmediato en mi vida, sólo la estoy transitando, algo que siempre hice pero que nunca me cuestioné. Fumo otra seca ya angustiado. Siento ese vacío existencial que me invade, recorre mi cuerpo como un escalofrío hasta que todo se vuelve oscuro. Pienso en el paso del tiempo y me pregunto otra vez a qué mierda vine a este mundo. Abro Instagram y veo storys, quiero contestarle a alguien para distraerme un poco pero me da paja iniciar una conversación para no hacerme cargo de lo que me pasa. Así que veo memes, de a decenas, pero ya no me llenan como antes. Creo que nada va a ser como antes. Odio esta nueva normalidad, no hay nada de normal en sentirme así. Quiero la vieja normalidad y lo único que me da esperanzas, ese horizonte, es que llegue la vacuna. Mi miedo es que la angustia siga ahí cuando la pandemia termine. Otra seca, ya estoy re loco. Tiro el porro en la biblioteca, me dejo caer en la cama, abro el block de notas y escribo llorando: "Me prendí un faso sabiendo que me pega mal".
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chinoalbornoz · 4 years
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Siento angustia y no sé por qué y eso no me deja dormir. Vuelvo a pensar en la muerte, creo que no le temo a ella sino a no encontrarle sentido a mi vida en este mundo. Charlé con el Chino cuando salimos a andar en bici y me dijo que decidió venirse a Gerli por Lean, que en Tres Arrollos no le quedaron amigos y que no viviría en ninguna parte del mundo que no sea cerca de sus amigos, que no podría. Que hoy todos están en Buenos Aires y que encontró un equilibrio en Gerli. Ahora estoy tranquilo, casi una hora después de tener estos pensamientos oscuros sobre el sentido de mi vida encuentro algo de esperanzas: y si solo estamos en este mundo para amar y ser amados, para juntarnos con quiénes queremos y nos quieren. Entonces, qué le da sentido a mi vida? Pienso en qué me hace feliz, en momentos felices: un mimo, un mate en la cama, un vinito y una charla, un te extrañé, la sonrisa de mis hermanos, el olor a la lluvia en verano, un abrazo de gol, bailar hasta que duelan los pies, un abrazo de mis viejos. Entonces sí, creo que el sentido en este mundo es quererse y no le encuentro sentido si no es transitándolo junto a quiénes quiero. Pienso en lo jipi que suena todo pero en el fondo esta respuesta tapa por un rato la inmensidad del vacío que siento. Solo espero que me alcance siempre y que sea suficiente en mis peores momentos.
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chinoalbornoz · 4 years
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Estoy muy ansioso, me empezaron a transpirar las manos así que respiré hondo. Me pasa cada vez más seguido. Quiero estar bien. En medio de este ataque de no sé qué le escribí a Pau. Le dije que no me sentía bien, que la quería mucho y que la extrañaba. Hablamos un rato me dijo que me iba a hacer Reiki a la distancia y yo le conteste llorando que quería que ya sea mañana y que me gustaría ser como el ave fénix para resurgir de las cenizas (sic). Ahora me causa toda esa ternura mágica y me río en voz alta. Me mandó un vídeo de Filo News sobre los problemas sociológicos del siglo XXI. Lo presenta Lalo Mir y dice que el mayor problema de los millennials y centennials es la ansiedad y que estudios de la Universidad de Madrid dicen que durante la pandemia aumentaron los casos de ataques de ansiedad, de pánico. Habla del FOMO, un término que re usamos en joda con mis amigues, básicamente es el miedo a perderte cosas, a no ser parte. Habla de la necesidad de estar hiperconectados, de la nomofobia, ese miedo irracional a no tener acceso a tu celular por un lapso de tiempo. Del paso del Panoptismo y la sociedad de la disciplina de Foucault a la sociedad del control, o mejor dicho, del autocontrol y la autoexigencia del individuo sobre el individuo. Lo piola del video es que tira un par de tips para manejar la ansiedad y en caso de no poder recomienda estar acompañado terapéuticamente, por suerte lo estoy haciendo. Ahora sé que solo necesito entender qué me pasa para poder estar bien, ponerlo en palabras, escribirlo, sacarlo de mí. Necesitaba saber que no me estaba volviendo loco y que es el mundo el que está cambiando y nosotres, simplemente, nos adaptamos como podemos.
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chinoalbornoz · 4 years
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Nos escondemos en la terraza de un edificio abandonado, entre cajones de una huerta destruida, y esperamos a que caiga el sol sabiendo, claro, que los muertos despertarían. No podemos quedarnos eternamente en el edificio, entonces nos movemos sigilosos, entre terraza y terraza, hasta encontrar un río en medio de los escombros, el único lugar a salvo. Decido meterme, sabiendo que será el fin de ese mundo, y me dejo llevar por la corriente. Nado días y semanas. Nado a otro tiempo, a otra dimensión, donde mi hermana ya no está pero me acompaña todo el camino. Nado entre árboles, me enriendo en sus copas y me sumerjo en sus raíces. Nado a ciudades en ruinas y recorro casas abandonadas. Nado en el silencio y la paz de la noche escapando de todo lo que me hace mal. Nado en una eterna aurora boreal que se hace agua y se vuelve luz. Me siento a salvo ante tanto peligro, mi hermana me guía y me da fuerzas en la soledad de mis miedos. Nado tanto que despierto agitado. Son las 6:38 de la mañana, amanezco empapado y ya no sé qué es real: si ese río inmenso me devolvió a la tranquilidad de mi cama o si ese mundo posapocalíptico, de pandemia y angustia irracional, solo fue el mal sueño de un pibe que le tiene miedo a la muerte.
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chinoalbornoz · 4 years
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Jueves 13 Me dormí a las tres, media hora después me despierto por una pesadilla: Es de noche. Entran a la casa de mi abuela un grupo de pibes con fierros. Buscan a mi hermana, creo que es el novio. Me apuntan, me apuran y muero de miedo. Me escondo en la pieza, salgo por la ventana y escapo por el techo. Me ven y me disparan. No me pega una bala pero las siento cerca. Salto al patio del vecino y se hace de día. Está nublado y llueve. Mi abuelo es el vecino que se asoma por la ventana asustado. Le grito ¡Abuelo! y caigo en la cuenta de que no me va a escuchar, de que está muerto. Él sale de la casa y yo me sumerjo en el patio inundado. Escucho la puerta mosquitero golpear y nado. Lloro y nado en lo que creo son mis lágrimas. Me escapo en la profundidad de la maleza, todo se oscurece y me ahogo. Me despierto sin aire y con nudo en la garganta. No aguanto y lloro. Me incorporo en la cama e instintivamente agarro el celular. Abro Instagram para distraerme. Un chico me agregó, escribe poesía, parece lindo. Cierro Instagram y abro el block de notas. Escribo, como me recomendó la psicóloga, para romper con los pensamientos circulares que me hacen flashar con la muerte: "Jueves 13" No sirve. Nada sirve.
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chinoalbornoz · 4 years
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La puerta del placard abierta me aterra, me llama, como un agujero negro me absorbe invitándome a cerrarla.
Siento la oscuridad escapando de su interior, puedo distinguirla entre la que naturalmente habita en mi cuarto.
Puedo sentir su densidad cómo acecha mi cordura, mi escepticismo, mi ahora frágil racionalidad.
Intento levantarme de la cama pero no puedo, apreto fuerte los ojos, los abro rápido y sin parpadear giro la cabeza de lado a lado, como un búho, para ver cómo esa oscuridad devora todo.
Algo se sienta en mis piernas, no puedo levantarlas y ya no sé si estoy despierto o si son las piernas las dormidas.
Mi cuerpo está paralizado, se me cierra el pecho, se me estruja la garganta, quiero gritar pero no puedo, quiero llorar pero no puedo.
Miro hacia la ventana y me imagino atravezándola, cayendo lento, con las esquirlas incrustadas en la cara, riendo, porque el miedo se fue, hasta reventar en la calle.
El ruido de los huesos perforándome los pulmones, mi último suspiro y la luna llena reflejada en la sangre que drena sobre asfalto, un poema es morir en esta cuarentena silenciosa.
Entonces, y como un vómito de libertad, saco de mí la angustia en llantos, espasmos de llantos de angustia infinita.
Enciendo el velador: no hay oscuridad más que la que habita en nuestras almas.
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chinoalbornoz · 4 years
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Mi casa incendiándose.
El sonido de la lluvia golpeando en las chapas,
Aylin dibujando con sus deditos en el vidrio empañado de la pieza,
el olor de la estufa quemando kerosene,
la pava silbando y el mate dulce,
el sol amaneciendo por la ventana del comedor,
el afilador de cuchillos pasando lento por la calle,
un girasol creciendo en el fondo de casa,
mi viejo cocinando otro guiso de arroz,
el alambrado pinchando otra pelota,
mis amigos riendo en la pelopincho,
la camiseta de Gimnasia, violeta de sol y uso,
mi primer beso, desparramados en el pasto entre margaritas silvestres y tréboles de cuatro hojas,
mi vieja acariciándome la cabeza abajo del árbol de moras,
Joni diciéndole que con un té a él sí se le pasa el hambre,
la Lili muriendo de tristeza porque al Jack lo atropellaron y hubo que sacrificarlo,
mi viejo tapándome de noche, besándome la frente, diciéndome te amo, después de trabajar.
Mi casa incendiada.
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chinoalbornoz · 4 years
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No quiero ser tu última opción
pero tampoco la primera
y en este vaivén de senciones
de humillación ante la falta de cariño
de atención nula a mis reclamos
de vergüenza absoluta por exponerme así
me refugio en mí
en el aroma de esta lluvia
en los libros que no leí
en este poema que odio.
No quiero ser tu primera opción
pero definitivamente
tampoco quiero ser la última.
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chinoalbornoz · 4 years
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chinoalbornoz · 4 years
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Hoy te dije te quiero,
yo,
que me cuesta decir lo que siento,
que me avergüenza desnudarme ante el amor,
que me paraliza recordarte
empastillada en tu cama,
sangrando en el baño,
colgada en el galpón,
desesperada,
terriblemente angustiada.
Te dije te quiero ma
y me doy cuenta que no alcanza,
entonces,
entonces te escribo esto.
Y si no te digo que te amo siempre,
que te extraño siempre,
es porque todavía estoy creciendo,
como ese chinito con chupete
que te agarra la mano
y te acaricia
enamorado de tus 21 años,
de tu absoluta belleza.
Estoy creciendo ma,
aprendiendo a perdonar,
a sanar,
como puedo.
Y te pido perdón
por no poder decírtelo,
por no permitirme llorar a tu lado
y preguntarte
por qué tanta angustia.
Es que estoy creciendo,
como ese chinito con chupete
que sabe,
a pesar de todo lo que vivimos,
él sabe
que nuestro amor
es lo más lindo que tiene.
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chinoalbornoz · 5 years
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Presionaste la lengua fuerte por la parte interna de tu cachete y acompañaste con la mano el gesto grosero mientras me preguntabas si lo había hecho. Me reí incomodo y escondí la cabeza abajo de la almohada. Me seguiste preguntando pero ya no escuchaba nada:
Un frío helado subió por mi espina dorsal
posándose en la nuca
hasta llegar al cerebro
que no aguantó el recuerdo húmedo, 
fresco,
de esa barba recortada,
del olor de su piel,
de mi mano por su espalda,
de las gotas de sudor,
de mi lengua en su cuello,
de mi boca en su verga.
¡Escalofrío cerebral!
y que se mueran los recuerdos
para poder seguir viviendo
como varón
en este mundo de varones.
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chinoalbornoz · 5 years
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y las notas que tenía
los bocetos de poesía
el cuaderno en mi mochila
hoy se esconden en el fondo del cajón.
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chinoalbornoz · 5 years
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Mi recital
No sé qué contestar cuando me preguntan cómo estuvo el recital. Invento cosas y ustedes se dan cuenta, a veces siento que no me creen porque claro, estuve ahí, pero algo perdido.
Me gusta un chico. No se lo dije nunca a nadie porque me da miedo. Nos cruzamos seguido pero no puedo hablarle, no me animo. Una vez lo tuve a metros, no me vio pero yo a él sí y el recuerdo es muy fresco:
Baila suavemente con los dedos entrecruzados en la cabeza mientras mueve su cintura. Mira al techo y gira la cabeza de lado a lado, como diciendo ‘no’, al ritmo del saxo que se destaca en un solo. Baja la mirada y sus manos se deslizan por la nuca, siguen su figura hasta desaparecer en los bolsillos traseros. Vuelve a mirar al techo, levanta las manos, me muestra el cielo y yo me pierdo también en el saxo… y en las luces, que son como estrellas, y en su baile, suave, con los dedos entrecruzados en la cabeza.
Lo vi feliz, extasiado, totalmente drogado, sonriente. Si logran vernos en ese lugar, si tan solo pudieran imaginarlo, entonces entenderán por qué no puedo responder cómo estuvo el recital. Porque mi recital, amigos y amigas, mi recital ese día fue él.
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chinoalbornoz · 6 years
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El martillo de las brujas
No lloran, ninguna llora, las caras son de bronca, de indignación, de dolor. Se abrazan, se dan fuerzas, miran al piso, al cielo nublado, la lluvia cae sobre sus caras y el nudo en la garganta se trasforma en un grito liberador: “hijos de yuta, hijos de yuta”. El llanto se lo habían guardado para festejar. Llorar por llorar no vale nada. Las cosas van a seguir igual, van a seguir acompañando abortos desde las consejerías, van a seguir luchando por un mundo un poco más justo, por la vida de las pibas, que es lo único que importa. Ningún Congreso les va a robar el llanto ni las ganas de soñar.
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 Perón y Callao había sido una marea de pibas, caminé cauteloso, pidiendo permiso con excesiva amabilidad. No quería incomodar a ninguna, entendía que era el momento de copar las calles, que teníamos que ser dos millones pero seguía sintiéndome extraño. Me afirmé a mí mismo que estaba bien estar ahí, fue un pedido de mis compañeras, pero no podía dejar de pensar que el lugar de los varones debería ser otro. La revolución feminista es eso, ¿no? Es la revolución de las pibas, de las trans, de las lesbianas, de las sexualidades y géneros disidentes. ¿Cuál es nuestro lugar en la lucha del feminismo? ¿Por qué me sentía así? Fueron preguntas que retumbaron en mi cabeza toda la jornada.
 Llegué a la carpa, era enorme, unos 30 metros por 10, las pibas bailaban llenas de glitter al ritmo de Karina. “Fuera, fuera, fuera mentiroso”, agitaban con las manos hacia arriba. Pensé que estaban echando de ese lugar, su lugar, a toda la mierda que representa esa canción: al tipo que la cagó en un pasado no tan lejano pero también, ancladas en este presente, al amor romántico, al posesivo, al único que nos enseñaron, que nos impusieron. Pensé también que las estaba interpretando, ¿por qué una canción popular debía significar algo para ellas? ¿Por qué simplemente no estaban cantando y bailando?
 En ese momento se acerca la responsable para bajarme a tierra: “Ayudalo al Rodri en lo que necesite”, me dijo mientras me acompañaba a una carpa externa. En el suelo había cinco garrafas, cuatro mecheros y cuatro ollas populares. Teníamos el desafío de hacer un guiso para 700 compañeras pero la cantidad de ingredientes no correspondía, con suerte había para llenar una. Le dije al Rodri eso y me contestó que una compañera del Bajo Flores lo mandó a comprar esas cantidades pero que a él también le parecía poco. ¿Le habrá dicho que eran cuatro ollas las que había que hacer? La cosa es que salieron a comprar el triple de todo mientras el resto de los pibes cortábamos lo que había.
 Las cebollas y el morrón en juliana y separados en una bolsa de residuo. Las papas y las calabazas también juntas y en cuadrados pequeños. La zanahoria en otra bolsa. Todos llevan distinto puntos de cocción, por eso esa distinción en bolsas.
 Llegó el resto de las verduras a la hora pero ya habíamos empezado con el pollo. “Son de granja”, dijo entre risas un compañero del Movimiento Campesino de Santiago del Estero. Uno de los pibes no sabía cómo trozar. “Es fácil, el secreto está en encontrar las articulaciones”, le dijo el santiagueño y procedí a mostrarle.
 Saqué de la bolsa un pollo chorreando sangre y baba gelatinosa y lo puse arriba de la mesa, él me acompañaba con otro. Lo cortamos al medio en sentido vertical, de abajo hacia arriba, hasta que empieza a escucharse cómo se rompen las costillas entre los dientes del tramontina. Automáticamente el pollo se abre en dos, lo que no quiere decir que la pechuga y la carcaza estén separadas, siguen unidas por las alas y el omoplato. Solo había que encontrar las articulaciones y cortar como para porciones individuales. Así también con las patas y los muslos. Todo lo acomodamos en otra bolsa y continuamos con los 20 pollos restantes.
 La mesa quedó repleta de sangre y baba gelatinosa, de las sobras de piel, de los culos del pollo, de las tripas, los corazones, los hígados y las panzas. Había mucho barro de las papas que se entremezclaba con todo. Decidimos limpiar con agua y dar vuelta la tabla para cortar el resto de las verduras.
 A las seis de la tarde habíamos terminado. Pusimos las cebollas, morrones y pollos en las ollas hasta que se doraron. Agregamos un poco de agua y al rato el puré y la salsa de tomate. Tres horas después, cuando el tuco hizo el primer hervor, agregamos las papas y un rato más tarde el zapallo. Condimentamos y cuando casi estuvo hecho agregamos el arroz. A las diez de las noche la primera tanda de compañeras estaba comiendo.
 Terminamos de ordenar y desarmar el gazebo a las doce de la noche. “Necesitamos tres compañeros para sostener las banderas”, nos dice otra de las responsables. No sabía qué pasaba afuera, estuvimos encerrados, acobijados bajo el calor de las ollas. Me ofrecí a la tarea y salí de mi burbuja de confort.
 La calle estaba repleta, el escenario era desgarrador, el viento frío me entumeció las manos, no podía sostener la bandera. La compañera que me acompañaba me ofreció un pañuelo verde para cubrirme los dedos, sirvió unos minutos pero la lluvia lo empapó. Las pibas empezaron a agitar, saltaban y chapoteaban sonrientes. Eran ellas.
 Se hicieron las dos o tres de la mañana, también podrían haber sido la una o las cuatro, perdí toda noción del tiempo, solo pensaba en una ducha caliente y en mi cama. Escuché a Pichetto desde algún parlante: “El ‘no’ está cantado, pero el futuro no les pertenece”.
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 El viento frío y lluvioso golpea sobre las carpas y embolsa las banderas. Las pibas se juntan al redor de los celulares como si fueran fogatas, grupos de cinco o seis ven la votación en directo. Una bandera se despliega: “Cargarán sobre sus espaldas las muertas por abortos clandestinos”. Siento un nudo insufrible en la garganta. El silencio irrumpe en las calles y el tiempo se para. La votación da 38 a 31. No lloran, ninguna llora.
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