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heroesmarginados · 2 years
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Se había pasado bebiendo. Tanto, que no solo había montado un espectáculo en la vía pública sino que, además, había sido incapaz de mantenerse en pie tras entrar al ascensor. Tendida en el mismo medio inconsciente.
Cuando llegó a la planta correspondiente a su piso, y la puerta se abrió, Bellamy suspiró exasperado al verla. Tenía algo importante que decirle pero, evidentemente, tendría que esperar.
—Joder Jessica. ¿Pretendes matarte?
Ella replicó. Pero no se entendió nada. Número 7, ignorando su mal humor, sostuvo la puerta y la jaló de los brazos para levantarla y ayudarla a caminar. A saber qué había sido aquella vez. Pero seguía pensando lo mismo, un día cualquiera la iban a encontrar muerta.
A duras penas sacó las llaves del bolsillo de la morena y abrió la puerta. Incluso Jessica se zafó de sus brazos y anduvo dando tumbos hasta su habitación. Estaba a punto de amanecer y, si mal no recordaba, tenía que trabajar a primera hora. Aunque cualquiera dudaría de si llegaría a levantarse a la mañana siguiente.
—¿Algún día te escucharé darme las gracias por algo? —replicó Bellamy desde la entrada, negando para sí—. No sé ni para qué me molesto…
Estuvo a punto de largarse por donde había venido. De no ser porque, de pronto, un grito de Jessica rompió con el silencio que reinaba en el pasillo. Cuando entró a su habitación, las alarmas no hicieron más que dispararse.
Jessica se había chocado abruptamente contra la pared y se deslizaba sobre la misma hasta alcanzar el suelo. Con el gesto desencajado de puro horror. Su pelo y sus manos chorreaban sangre.
—¡Jess! ¿Qué ocurre?
No necesitó una respuesta verbal. Al seguir la mirada de la detective, se encontró un hombre muerto sobre su cama. Con el cuello rajado.
—No puede ser… La madre que me parió. Joder. ¿Está muerto? Está muero, joder. Es… Es… Ruben. Es Ruben, ¿no? Es tu vecino. Joder. ¡Está muerto, Jessica!
Mientras tanto, ella, seguía sin decir palabra. Asimilando a duras penas que, segundos atrás, estaba tan borracha que se había acostado junto al cadáver de su vecino sin darse cuenta. Pero pronto, sus dotes como detective privada salieron a flote. Sus ojos se fijaron sobre unas pisadas manchadas de sangre en la alfombra y las siguió. Con el corazón a mil por hora, en un segundo, supo la respuesta.
—Kilgrave.
Se giró hacia Bellamy y lo miró, rozando el colapso.
—Ha estado aquí —pronunció—. Ha obligado a Ruben…
—Mierda.
—No puedo más… —susurró Jessica detrás de él—. No puedo más. No puedo seguir con esto.
—Eh, Jess.
—No puedo seguir enfrentándome a él. ¡No puedo enfrentarme a él!
Su respiración se disparó y comenzó a hiperventilar. Tanto que una sensación de ahogo la dominó y se llevó la mano contra las costillas mientras daba tumbos de un lado a otro, sin saber realmente qué hacer.
—¡NO PUEDO MÁS! —gritó histérica.
Bellamy, más que consciente de que era imposible llevar a Jessica a tal límite, se olvidó de Ruben y se acercó a ella, agarrándola por los hombros. Uno de los dos tenía que mantener la calma.
—Mírame. Mírame. Tú no has matado a nadie, ¿vale? Venga. Respira.
—Hay que detener esto.
—Tienes razón. Hay que parar esto de una puta vez. —Sacó el teléfono y marcó el número de emergencias.
—Bellamy, me arrestarán a mí.
—No, claro que no. No has sido tú. Encontrarán evidencias.
—Me arrestarán a mí… —repitió ella.
Sobrepuesta, se acercó de nuevo hacia su cama. Siempre se quejaba de su vecino y lo trataba a patadas, pero nunca había deseado que acabara de esa forma. Así que, como muestra de respeto, cerró con cuidado sus ojos al par que susurraba un “lo siento” cargado de culpabilidad.
—Voy a ponerle fin a todo.
—¿A qué? —preguntó Bellamy, asustado y de los nervios, a la espera de que le respondieran—. ¿A ti? Ni de coña Jessica.
Ella negó.
—Todavía queda una alternativa. —Alzó los ojos hacia Bellamy y suspiró con aire cansado—. Que yo vaya a la cárcel. Así que no cuelgues.
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heroesmarginados · 2 years
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heroesmarginados · 2 years
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“Esta noche, a las 23:40 habrá un traslado. Dentro del furgón 045 se encuentra Ralph Brooks. Carretera secundaria. Norte de la ciudad.”
El corazón del profesor se disparó al leer la nota. No sabía quién la había enviado, quizás era una trampa. Pero, siendo la vida de su hijo, no le importaba. Merecía la pena correr el riesgo. Por supuesto, no estaba solo. No cuando Jessica y Scott estaban tan desesperados como él por encontrar al más pequeño de los Brooks.
Así que, los tres hermanos se encontraban en esa carretera. Unas luces a lo lejos les indicaron que era la hora.
—Pase lo que pase, nadie se queda atrás —aseguró el telepático.
Scott asintió y pulsó el botón de su traje para reducirse al tamaño de una hormiga. En cuanto el furgón estuvo lo suficientemente cerca, Jessica salió de su escondite y se situó tras el mismo, agarrándolo con ambas manos y levantándolo en peso para obligarlos a detenerse. El conductor, atónito, se asomó por la ventanilla.
—¿Se puede saber qué cojones es esto?
Antes de que pudiera salir del vehículo, Jessica cerró la puerta con tanta fuerza que la dejó inutilizada. Aun así, la tarea no sería sencilla y a la vista quedó cuando el copiloto sacó un arma y apuntó a la detective. Al igual que varios hombres armados bajaron.
Brandon, desde la lejanía, fijó su atención en ellos y se adentró en sus mentes. “Soltad las armas y marchaos a casa. No queréis estar aquí.”
—Voy a soltar mi arma y a marcharme a casa. No quiero estar aquí —repitieron todos al unísono. Haciendo exactamente lo que Brandon les había ordenado telepáticamente.
Mientras tanto, Scott se coló sin ser visto dentro del furgón y se adentró en la parte trasera. Donde volvió a un tamaño normal y se quitó el casco, buscando a su sobrino.
—¿Ralph? ¿Ralph? ¿Eres tú? Soy yo. Soy Scott, el tío Scott. ¿Dónde estás?
El niño, al reconocer la voz, sacó una mano de la jaula donde estaba metido. Al alcanzar a su tío lo agarró con miedo y desesperación, como si temiera perderlo en cuanto lo soltara. Tenía el rostro completamente demacrado.
—¿Dónde está mi padre? —preguntó—. Quiero ver a mi padre, por favor. Quiero ver a mi padre. Quiero a mi padre.
—Eh, eh, campeón. Tranquilo, ¿vale? Tu padre está aquí, y la tía Jess. Hemos venido a por ti. Se acabó Ralphy. Estás a salvo, te lo prometo.
Gracias a sus conocimientos durante sus años como ladrón, Ant-Man no lo tuvo difícil para forzar la cerradura y sacar a su sobrino con cuidado, al que abrazó con todas sus fuerzas, al borde del llanto. Justo en ese momento, un ruido a sus espaldas puso a Scott en sobre alerta. Colocó al niño tras su espalda y se giró hacia la puerta, dispuesto a plantar cara.
Hasta que vio que se trataban de Jessica y Brandon, que, una vez finalizada su tarea telepática, se había inyectado el suero para poder moverse.
Sin tardar, corrió hacia su hijo y lo rodeó entre sus brazos con todas sus fuerzas, apretándolo contra él con desesperación. Era como volver a respirar después de mucho tiempo.
—¿Por qué has tardado tanto? ¿Por qué has tardado tanto en encontrarme?
—Lo siento mucho. Lo siento mucho, cariño —respondió, con el corazón en un puño y la voz rota—. De verdad que lo siento. Pero estoy aquí ahora. Estoy aquí y te prometo que nunca dejaré que te aparten de mi lado. Lo siento mucho. Te quiero más que a nada en el mundo, Ralph.
Ralph miró a su padre por unos segundos y, sin previo aviso, dejó escapar un torrente de lágrimas impropio de él. Cediendo finalmente a sus instintos y dejando que lo cogiera en brazos mientras se aferraba a él con todas sus fuerzas.
Scott, emocionado, agarró la mano de su hermana. Jessica no se había dado cuenta, pero tenía el rostro desencajado. Su sobrino le recordaba demasiado a ella.
El telepático, ajeno a cualquier pensamiento, se giró hacia sus hermanos y sonrió con gesto agradecido. Pero en especial con alivio.
—Volvamos a casa.
| Rescate de Ralph Brooks Jr. 
Brandon, Ralph, Scott y Jessica; @heroesmarginados​
Carta anónima: @xxxmystique​
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heroesmarginados · 3 years
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Los días en lo que recordaba como una ciudad divertida y cálida, habían cambiado. Ese calor se había convertido en un frío gélido que sacudía su cuerpo y que solo conseguía hacer a un lado cuando meditaba. Su larga barba, una camisa rota y la ausencia de zapatos, eran claras evidencias de su situación personal: estaba viviendo en la calle. Danny Rand era un niño que había muerto con diez años mucho tiempo atrás, y el mundo se había olvidado de él por completo. Tras unos días escuchó a un par de indigentes hablar sobre un abogado que ayudaba a los demás sin pedir nada a cambio. ¿Existía aún gente así en pleno siglo XXI? No tenía mucho que ofrecer, al menos por el momento. Aún así, se atrevió a caminar hasta la puerta del local y tras unos segundos de duda, tocó.
Lo mejor para un bufete de abogados recién abierto no era aceptar casos por caridad, y Matt lo sabía. Pero era demasiado noble como cerrar la puerta en las narices a alguien que lo necesitaba, incluso cuando Foggy le había dicho por activa y por pasiva que en algún momento tendrían que empezar a cobrar a sus clientes.  La puerta de la modesta oficina sonó. Matt simplemente encogió los hombros, dando a entender que no tenía la menor idea de quién era por lo que fue Foggy quien se acercó a abrir, encontrándose con semejante estampa.  —Matthew, te buscan.
El aludido se asomó tras la puerta, encontrándose por primera vez con Danny Rand. Sin tener la menor idea de que era él.
—Buenos días, bienvenido a Nelson & Murdock. Yo soy Murdock. Pase. ¿Hay algo en lo que podamos ayudarle?
—Hola, mi nombre es Danny y me han comentado que ayudáis a la gente... De pocos recursos. Me gustaría saber qué tengo que hacer para eso. Ahora mismo no tengo mucho, pero en cuanto lo consiga, podré recompensaros, os lo prometo. Os puedo dar lo que tengo ahora. Si me decís que no, lo entenderé perfectamente y me marcharé sin problema. Pero si es que sí... Significaría mucho para mí.
“De pocos recursos”, Foggy rodó los ojos e hizo mohines a Matt, los cuales ignoró mientras rezaba en su fuero interno porque Danny no se diera la vuelta y pillase a su colega en esa tesitura. 
—No ayudamos a gente con pocos recursos, ayudamos a quien lo necesita. Eso es todo. Siéntate, por favor.
Hizo lo propio y se sentó al otro lado del escritorio, alzando las cejas con gesto alarmado en cuanto detectó sus pies descalzos. Se le encogió el estómago y quiso darle unos de momento, pero se contuvo para no incomodarle.
—No nos preocupemos ahora por eso. Centrémonos en lo importante. Empieza por decirme quién eres para que pueda tomarte los datos, y cuéntame qué te trae por aquí. Veremos en qué te puedo ayudar. 
—Verás, es que... Es que esa es la cuestión. —Se llevó una mano a los labios, acariciando el inferior mientras miraba los papeles de la mesa—. Mi nombre es Daniel Thomas Rand, y morí el 7 de enero de 1998, o eso es lo que todos creen. Mis padres son Wendell y Heather Rand. Soy... Soy el heredero legítimo de Verizon Company. Y me gustaría recuperar mi legado familiar.
—Perdona, ¿qué?
Se llevó una mano contra la cara y tomó aire a fin de calmarse. Los nervios le habían jugado una mala pasada.
—Lo siento, no esperaba oír… eso. ¿Cómo es eso posible si quiera? Es… Está bien, está bien, cosas más raras se han visto por la ciudad… Pero, ¿eres consciente de lo desconcertante que es? No solo se trata de que has vuelto 23 años después de haberte dado por… muerto. Los directivos actuales de Verizon Company son despiadados, no van a darte un mínimo de credibilidad. ¿Tienes modo de demostrar que eres tú?
—Lo entiendo. Lo raro sería que me creyeras desde un primer momento. — Negó, hablando en un tono bajo y dejando escapar un pequeño suspiro que denotaba cansancio—. No... Cuando desaparecimos, no tenía ID. No tengo ni idea de cómo demostrar ser quien soy, pero te juro que lo soy. Me gustaría que me ayudases... Os compensaré cuando todo se haya resuelto. Pero eres la única opción que tengo de volver a ser quien era, de poder devolverle el prestigio a mi apellido.
Matt no lo dijo de entrada, pero le costó creer que estaba ante Danny Rand. Después de todo no era un secreto que era el heredero de más del 50% de Verizon, más la fortuna de sus progenitores. Quizás era un aprovechado que quería sacar tajada de ello. Sin embargo, tras usar sus sentidos con él, supo que decía la verdad.
—Tu situación nos cierra casi todas las puertas, ¿eres consciente de ello? Pero… Te prometo que haré lo que sea necesario para encontrar una solución. Quizás haya algún registro o algún archivo… O algún familiar vivo no te quedará, ¿no? Eso facilitaría las cosas. Sin nada de eso, ahora mismo nuestra mejor baza sería dar pruebas irrefutables de que eres tú. Información que solo el verdadero Danny Rand pueda conocer y por supuesto demostrar, o solo será nuestra palabra contra la suya. ¿Se te ocurre algo?  Y, en serio, olvídate del dinero ahora. ¿Has venido descalzo hasta aquí?
Esbozó una sonrisa pequeña con serenidad y confianza hacia Matt, pasándose una mano por los rizos dorados que decoraban su frente. Ante sus siguientes palabras, asintió y quedó en silencio por unos segundos, dejando que los recuerdos azotasen su mente, aunque tenía demasiadas lagunas.
—No, todo lo que tenía murió en ese accidente. Mis padres, mi identidad, gran parte de mi vida… Bueno… Sí que conozco a alguien, éramos muy amigos de pequeños, pero no creo que pueda encontrarla. —Ante su pregunta sobre sus zapatos, movió los dedos de los pies y se encogió de hombros, asintiendo—. Alguien los necesitaba más que yo.
—No importa, tú dime quién es y yo me encargo de investigarla para ver si puedo dar con ella... No nos cerremos puertas antes de tiempo. ¿Cómo se llama y de qué la conocías?
—Se llama Raven Darkholme. Éramos amigos cuando éramos pequeños. Era la típica chica que ayudaba a todos y te entendía, pero sobre todo que estaba. No sé qué habrá sido de ella. Ni siquiera recuerdo la última vez que la vi.
Anotó el nombre como si nada, aunque frunció el ceño. Le sonaba, al menos de pasada. Pero lejos de centrarse en ella, lo hizo en sacar a Danny del estado de vida precario en el que vivía.
—Vamos a ver... Vamos a dejar un segundo a un lado el tema de tu amiga, ¿de acuerdo? Y perdona la indiscreción pero... Alguien necesitaba tus zapatos y se los has dado, y no tienes más. O no andarías descalzo. Tienes... ¿Te estás quedando a dormir en algún sitio o estás comiendo algo en condiciones al menos? Y no me digas que en el parque, por favor. 
—Exacto, alguien los necesitaba. Y respecto a lo de dormir… El parque es un buen sitio para dormir, ¿No? —Se rascó la nuca y alzó las cejas con gesto inocentón, suponiendo de antemano la respuesta que aquel hombre.
—Está bien, se acabó. Te quedas en mi casa, no acepto un no por respuesta. Y de camino te vamos a comprar unos zapatos, tampoco acepto un no por respuesta. Conforme hablaba, recogió todo lo que tenía en el escritorio y se puso en pie para acercarse a la puerta del despacho. —Foggy, tengo que irme un poco antes. ¿Puedes hacerte cargo de la oficina tú solo unas horas? —Tras la respuesta afirmativa de su amigo se giró hacia Danny—. Vamos, no te quedes ahí parado. Habrá que ir a coger tus cosas del parque. ¿O me vas a decir que tampoco tienes una triste manta para taparte por las noches? ¿Sabes qué? No me respondas.
“MELSON AND MURDOCK ABOGADOS.”
Matt Murdock & Danny Rand; @bombinatesouls​
Menciones: Verizon Company y Raven Darkholme; @xxxmystique​ 
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heroesmarginados · 3 years
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Goodbye, Reginald.
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Los hermanos recibieron una citación para que acudieran a la antigua mansión que todos compartieron años atrás, antes del final de la Umbrella Academy. Era raro reunirse de nuevo una vez más, en especial ahora que faltaban dos miembros del equipo y la familia. Pero más aún por las circunstancias que los reunía en la casa: Sir Reginald Hargreeves, padre por imposición y dictador a jornada completa, había fallecido. Ninguno sabía cómo sentirse respecto a ello, o al menos no coincidían en su modo de despedir “al viejo.” 
Aunque si se acercaron a darle el adiós. Con la esperanza de que fuese el último.
Wanda entró como si fuera a dar una sorpresa a alguien, imagen muy diferente a la que se encontró en su interior: a nadie.
—¡¿Hola?! —Terminó diciendo, sintiendo que se le apagaba el gesto cada vez más—. ¿Mamá? ¿Pogo…?
Diego, al oír la voz de la pelirroja esbozó una sonrisa con gesto cariñoso nada propio de él. Caminó sigilosamente hasta la puerta que conducía al pasillo en la que se apoyó con aire chulesco.
La misma llave que se había tirado días mirando giró en la cerradura una vez más y Kiara se hizo paso de nuevo en la mansión de los Hargreeves.
—Genial —dijo para sí misma, seguido de un suspiro. No apreció señales de vida por ningún lado hasta que visualizó los rizos color fuego de Wanda, seguramente a una de las que más habría echado de menos—. ¿Wendy?
Siguió su primer instinto que fue estrecharle entre sus brazos con quizá más ímpetu de lo que cualquiera podría haber esperado de ella. No tuvo que escudriñar demasiado lejos para dar con Diego.
—Una persona que dice ser llamada igual que un pulpo gigante nos está mirando como si fuese la persona más interesante del planeta Tierra. ¿Es que no va a cambiar nunca? ¿De qué va vestido?
—Y la misma que se hace llamar “la sabia” no es capaz de adivinar que va vestido de payaso pero, oye, quién soy yo para juzgar nada.
Bellamy encogió los hombros con fingida inocencia y esbozó una sonrisa prieta, más incómoda que sincera. No sabía muy bien qué esperar de la situación en general.
Fiama llegó a tiempo para presenciar lo que prometía ser una escena cuasilacrimógena familiar. Número 5, que en algo tenía que parecerse a su mellizo, se quedó detrás de todos ellos observando el panorama en completo silencio. Cuando Bellamy terminó su introducción. Dio por subido el telón y apareció por su espalda. Sinuosa, como las serpientes, aplaudiendo pausadamente y sin demasiado entusiasmo.
—Wow. Bien hecho. Casi me creo que somos una familia de verdad. —Una sonrisa leve, pérfida, se dibujó en su rostro—. ¿Hemos terminado ya de fingir que os habéis echado todos mucho de menos? ¿Cuántas veces os habéis visto este tiempo? ¿Dos, si llega? En fin. Hay un entierro que organizar.
—Solo le interesa enterrar al fiambre para poder largarse o abrir la herencia. No estoy del todo seguro. —El brazo de Diego se abrió hacia el salón, donde todos conocían ya el mueble bar del viejo—. ¿Alguien quiere una copa? Porque yo me pido la botella.
Siguiendo el camino marcado por su hermano, Kiara se aclaró la garganta y lanzó algunas preguntas al aire, esperando que alguien supiese responderle.
—¿Y Uno? ¿Sabéis algo…? ¿Se habrá enterado?
—No sé nada de él —respondió Bellamy, suspirando con pesadez—. Supongo que Pogo se habrá molestado en avisar. Al igual que al resto. De todos modos, puedes hablar con él luego. Aunque si lo sabe… Me sorprende que no haya venido corriendo hasta aquí.
La casualidad quiso que sus ojos fuesen a parar en el retrato de Número 6; del mismo año en el que desapareció.
—¿Y de Drah? ¿Sabéis el resto algo? Ni siquiera sé si esperar que aparezca o no.  
—Tengo un pálpito. Drahkon vendrá. Seguro —Fiama respondió a Bellamy, sin dejar que su mirada se desviase al retrato de su hermano. No había nada que pudiese reblandecerla, ni siquiera eso—. Uno igual se ha deprimido con la noticia y ha creado ríos de lágrimas en la Luna. Papi Reginald siempre es lo que más le ha importado, ¿verdad, Ki?
Las puertas del gran salón se abrieron de par en par, dejando ver al otro lado a un Klaus claramente demacrado y aún más alto. Sus ojos, enrojecidos debido a las horas llorando debido a la muerte del señor Reginald, se pasearon por todos sus hermanos en silencio, quedando fijos sobre Kiara. Habían pasado años desde la última vez que los había visto, y aun así en aquel momento solo pudo alzar la cabeza con la mirada gacha a modo de saludo.
—Al menos a mí me importa alguien —pronunció en referencia al comentario de Fiama—. ¿Acaso a alguno le ha importado cómo ha muerto papá, además de solo? ¿Si ha sufrido? ¿Cómo ha pasado y por qué?
Para su suerte, Klaus no cerró la puerta a su paso. Drahkon aprovechó que el grandullón le hiciera de telón y, de repente, por los laterales traseros del cuerpo de Uno se asomaron sus brazos, haciendo movimientos que emulaban los cuatro brazos de Shiva.
Poco le duró la payasada. Por todos los presentes era sabido que  tenía un grave problema de incontinencia verbal.
—Eh, bro. No estás solo. De la que venía me preguntaba si le habría dado una erección post mortem y, la verdad, me cuesta creer que el viejo tuviera pito — exclamó, palmeando a duras penas el hombro de Uno, que le quedaba algo alto—. Bueno, ¿a cuánto tocamos de herencia? Me pido las pastillas del viejo.
Quien no se mostró contento ante la actitud de su hermano, aunque el resto de los presentes no pudieran notarlo, fue Ben. El comentario sobre los genitales de su padre le hizo esbozar una mueca de desagrado mientras negaba con los ojos puestos en Drah, el único que podía reparar en él. Desde que había muerto había ansiado el momento en que Número 4 se reencontrara con ellos, era su única oportunidad de volver a verlos juntos, pero acababa de tirarlo todo por tierra. Como siempre hacía.
—¿En serio? ¿El pito de papá? —Negó a la vez que rodaba los ojos y se apoyaba sobre la mesa—. La falda de Fiama ni siquiera te queda bien, por cierto. ¿Es que no puedes aguantar sobrio ni cinco minutos, Drah? ¡Venga ya!
Klaus se apartó de forma abrupta de la mano de su hermano, mirándole con gesto disgustado debido a sus comentarios.
—Te crees muy gracioso, ¿Verdad? —Miró a Drah, aunque en el fondo iba para todos los demás—. No os importa una mierda cómo murió, ¿verdad? ¿Para qué habéis venido? Si os hubiérais interesado, os habríais dado cuenta de que papá murió de forma extraña. Y de que su monóculo ha desaparecido. Nunca se lo quitaba, ¿Dónde está entonces?
—¿Y por qué iba a importarnos cómo murió el viejo? Ni que a él le hubiésemos importado mientras vivía. ¿No se te ha ocurrido a ti que no hay nada extraño, que ha muerto por viejo? ¿Cuántos años tenía, ochenta por lo menos? O, no sé, ¿igual porque el karma pone a todo el mundo en su lugar? Es increíble, ni La Luna te ha quitado el complejo de héroe.
—Ahora entiendo porqué me piré de aquí, ¿cómo la aguantábamos más de cinco minutos? Joder, que me duele la cabeza ya —reaccionó Kiara.
—¿Qué quieres que te digamos, Klaus? Posiblemente se le cayera mientras… ¿Qué demonios es eso…?
Los ojos de Número 7 fueron directos a los ventanales, donde varios objetos habían empezado a temblar y volaban en esa dirección como si de pronto la gravedad hubiese cambiado. Al otro lado de los cristales, el tiempo cambió como si avecinara tormenta y una luz blanca iluminaba el patio. 
El resto de sus hermanos lo siguió, congregándose en grupo a unos metros prudenciales del extraño suceso. 
—¡Ponéos todos detrás de mí! —Pronunció Klaus, situándose ante ellos como así pudiera protegerles, cogiendo la mano de Kiara por inercia.
—¿Qué está pasando? —gritó Wanda, cogiéndose al brazo de Bellamy con cierto temor, como si así pudiera sentirse protegida.
Un anciano se hizo presente al otro lado de la luz. Un anciano que, además, parecía estar rejuveneciendo en tiempo récord hasta que se desprendió de la anomalía y cayó de bruces contra el suelo. 
—Chicos, ¿vosotros también veis a…? —dudó Drah.
—¿Seis? —dijo Diego, bajo completa confusión, tapándose los ojos con una mano para protegerse del polvo que se había levantado.
—En… Prepúber —añadió Kiara, cuando su pasmo mutó en expresión de júbilo. No habían sido los hermanos más cariñosos pero, tras creerlo desaparecido durante todos aquellos años, lo surrealista de la situación había provocado en Kiara esa inusual reacción.
—Bonita corbata —apostilló Fiama.
El aludido se puso en pie y alzó la mirada hacia sus hermanos, reconociendo a cada uno de ellos. Estaban crecidos, pero seguían siendo los mismos críos inmaduros de siempre. Se alegraba de verlos, por qué negárselo, hasta le alegraba ver la perpetua expresión de oler mierda de Fiama. Sin embargo, al agachar la vista hacia sí mismo y darse cuenta de que se había quedado atrapado en su cuerpo de la adolescencia, sus palabras de reencuentro no fueron otras más que:
—Mierda.  
Tras unos segundos atónitos ante lo que acaban de presenciar, Wanda no sabía si acercarse a él; habían pasado demasiados años, y no sabía cómo iba a reaccionar, aunque tenía unas indudables y enormes ganas de abrazar a su hermano, por lo que finalmente lo hizo.
Los ojos del Kraken aún seguían sobre su hermano desaparecido hacía eones para él, apartando a Wanda sin poder evitar acercarse para tocarle la cara y asegurarse que era Seis, tirando de una de sus mejillas sin cuidado alguno y toqueteando el uniforme sin ser capaz de creerse lo que tenía ante sus ojos. Sin tardar, Seis lanzó un guantazo contra la misma para apartarla por la fuerza y lo miró con un gesto completamente afilado.  
—Es él. No hay dudas.
—Realmente sigues siendo tan primate como siempre.
Bellamy, temiendo la reacción de Número 2, se puso entre medias de sus hermanos a fin de evitar una pelea.
—¿Procedemos con el funeral del viejo y lo juntamos con la bienvenida del mocoso? Puedo ir a comprar JB y globos para todos. Ahora ya estamos casi todos.
—Muestra un poco de respeto a tu padre.
—Era un viejo amargado que murió solo, como se merecía.
Fiama entornó los ojos ante la pequeña discusión que estalló momentáneamente entre Diego y Klaus, frotándose la sien en lo que buscaba esa poca paciencia a la que constantemente se aferraba para no matar o herir de gravedad a nadie. Número Tres, por su parte, se apartó de ellos y decidió centrarse en su hermano. No podrían recuperar jamás a Ben, pero Seis…
—Realmente tenemos que hablar de todo lo que ha pasado. ¿Después? —Al formular la pregunta le dejó algo de espacio y sumó el recordatorio—. Bueno, sí… Reginald está muerto. Bienvenido.
—¿Y bien? ¿Qué hacemos? —preguntó Número Cinco, con cierta urgencia—. ¿Vais a decir algunas palabritas de cariño o se os ha acabado el repertorio con el súper reencuentro? Si queréis empiezo yo, seré breve. Este es el momento en el que recibes el premio al padre más mierda de la historia, felicidades, merecidísima recompensa por toda una vida de dedicación. Hiciste de nuestras vidas un infierno, ahora espero que disfrutes tu estancia allí para los restos de los restos. ¿Siguiente?
—Joder, qué pesada, simplemente no puede parar —exhaló Kiki, solo para Wanda.
Bellamy acabó hastiado llegados a aquel punto. Acababa de volver Número 6 después de… ¿Dieciséis años? Y lo único que hacían era pelear entre sí. Así que, queriendo cortar de raíz la situación, se adelantó para coger la urna que guardaban las cenizas de su padre y las volcó en el jardín, cerca de la estatua homenaje de Ben.
—Descansa en paz, Reginald. Si es que sabes lo que es eso —pronunció sin más, antes de andar de vuelta a la casa.
—Hasta yo admito que algo de aire habría venido bien en este momento —agregó Seis, que no tardó en encoger los hombros con indiferencia y en mirar al resto de sus hermanos—. ¿Hay café?
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heroesmarginados · 3 years
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—¡Hey, Jess!
—Entra.
La cara de Jessica no dio pie a dudas: no estaba de humor. Pero teniendo presente que la detective, desde años atrás, nunca lo estaba, Malcolm no le dio mayor importancia y pasó al interior del piso. Hacia tiempo que no estaba por allí, pero no por ello le había perdido el rastro.
—Cuánto tiempo. ¿Cómo estás hoy?
Sin dar respuesta, lo agarró con fuerza por el brazo y lo arrinconó contra la pared. Usando la mano libre empezó a vaciar los bolsillos de su vecino.
—¡Eh, eh! ¿Qué estás haciendo? No llevo comida encima.
—¿Y esto?  
Espetó Jessica, al par que sacó un par de jeringuillas y heroína, junto a varias fotos suyas. Algunas las dejó caer al suelo con ímpetu.
—Es... Es... —Malcolm apretó los labios, incapaz de justificarse—. ¡No es nada!
—Muy bien.
Aprovechando el amarre, lo empujó de mala gana en dirección al baño. Los intentos de Malcolm por soltarse fueron en vano, sobre todo teniendo en cuenta la súper fuerza con la que contaba la mujer y que le daba clara ventaja; hasta que por sorpresa se vio con una mano esposada a la tubería del lavabo. 
—¿QUÉ? Jessica, no. Por favor, suéltame. —Mientras tiraba de las esposas en un vano intento por soltarse, comenzó a llorar—. ¡Suéltame!
—¿Quieres que te suelte? Entonces haz lo que debes. Di la verdad. ¿Cuánto tiempo, Malcolm? ¿Por eso insistías en venir aquí siempre? ¿Para tener preparada la primicia para Kilgrave?
Lo sabía desde hacia semanas, incluso le había costado una pelea con la mocosa. Cuando le cogió la cámara que ella misma le había regalado sin permiso y había revisado el contenido. Las imágenes coincidían, sin lugar a dudas.
Los mismos escenarios, la misma ropa. Fotos idénticas a las que había encontrado en el piso de Kilgrave, pero tomadas desde otra perspectiva. En todas y cada una de ellas, al fondo, Malcolm siempre la apuntaba con una cámara.
—¡No lo entiendes! ¡No diré nada! ¿Crees que…? —Se retorció antes de mirarla—. ¿Puedes intentar entenderme? Yo no quise nada de esto.
—Lo sé. Sé mejor que nadie cómo funciona esto. Kilgrave te lo ordena y se acabó, ya no existe nada más en el mundo. Sé que no te deja opción. Eres tú el que no lo entiende. 
Se sentó en el suelo enfrente de él, apoyada en la pared. Su expresión seguía siendo seria, igual que al abrir la puerta, pero la tensión en su garganta delataba que se esforzaba por no llorar también. 
—No te ha cogido al azar, no te ha cogido porque estabas cerca de mí. Lo ha hecho porque sabe lo que significas para mí.
Malcolm miró al techo, pensando por primera vez en lo que Jessica le dijo. 
—Quiere hacerte daño con lo que me está haciendo a mí —comprendió por fin. El cuerpo le tembló—. Lo siento, no pude evitarlo.
—Te ha hecho esto para aislarme a mí. Para hacerme sentir como una infección —corroboró ella—. Una persona más, muerta, o muriendo, por mi culpa. Pero él no sabe que no importa cómo acabe esta historia. Incluso si tú mueres, por mucho que me destroce, no habrá diferencia. Porque sigo luchando. Seguiré luchando.
A pesar de que no la miraba, los ojos de Jessica no se apartaron de él un solo segundo.
—Así que, por una vez, ¿por qué no me ayudas a cambiar lo que él ha planeado?
Malcolm cerró los ojos con alivio al saber que, pasara lo que pasara, ella seguiría luchando. Así que cogió aire lentamente y, a pesar de los temblores, cuando volvió a abrir los ojos su mirada había cambiado.
—¿Cómo?
Antes de responder, la mejorada sacó de sus propios bolsillos lo que había sacado al registrar a su vecino y lo dejó a su alcance.
—Si te obligo a dejarlo, por mucho que sea por tu bien, no estará siendo distinto a lo que te hace Kilgrave. Así que elige tú. Sé quien cuide de mí esta vez. Sé el héroe.
—Yo no sé ser un héroe...
Le costaba apartar la mirada de lo que había dejado a su lado. Debía ser fuerte pero, ¿realmente podía serlo? Sentía que no estaba solo, había alguien más que siempre le daría su apoyo.
Con las manos temblorosas lo cogió y lo tiró dentro del retrete, de manera lenta, como si le doliese cada gesto. 
Al verlo, un nudo se cogió en el garganta de Jessica, al principio con miedo. Sin embargo, al ver que Malcolm decidía dar un paso al frente y ser valiente, cerró los ojos y suspiró con alivio. Sin darse cuenta se le escaparon un par de lágrimas traicioneras.
Se acercó para quitarle las esposas.
—Haré lo que sea necesario para que ninguno de los dos vuelva a sufrir por él —prometió.
A pesar de que ya podía moverse, el muchacho se quedó allí y escondió la cabeza entre sus propias rodillas. Ahora venía la peor parte.
—Yo también lucharé, no dejaré que pueda conmigo.
—Lo sé. Confío en ti. 
Malcolm se rió aunque su mueca avecinó el llanto.
—Yo no lo hago, pero voy a ponerle todas mis ganas, eso te lo prometo. —Se inclinó hacia ella para dejar la frente apoyada sobre su hombro—. Gracias...
La detective no tardó en pasar un brazo tras su espalda para acoger su gesto. Alzó la mirada hacia el techo y arrugó la nariz, buscando controlarse y no acabar llorando ella también.
—No tienes nada que agradecerme.
—Luchas por ambos, claro que te lo voy a agradecer Jess.
Jessica rió en voz baja.
—Y dale con Jess...
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heroesmarginados · 3 years
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The Umbrella Academy · The Hargreeves
NUMBER 1. Klaus Hargreeves. «Spaceboy». @bombinatesouls
NUMBER 2. Diego Hargreeves. «The Kraken». @saudadenlosdiasgrises
NUMBER 3. Kiara Hargreeves. «The Sage». @priestsofsilence
NUMBER 4. Drahkon Hargreeves. «The Séance». @ultimaepopeya
NUMBER 5. Fiama Hargreeves. «The Horror». @freezrbvrn
NUMBER 6. Six Hargreeves. «The Future». @inothertime
NUMBER 7. Bellamy Hargreeves. «Rocket». @heroesmarginados
NUMBER 8. Wanda Hargreeves. «Firestone». @bombinatesouls
NUMBER 9. Ben Hargreeves. «The Mime». @inothertime
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heroesmarginados · 3 years
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heroesmarginados · 3 years
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Daredevil (2015-2018)
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heroesmarginados · 3 years
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Nelson and Murdock, Attorneys At Law
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heroesmarginados · 3 years
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— Quiero abortar, no quiero nada de ese hombre dentro de mí. 
 La voz de Tara era segura y de forma tajante mientras miraba a su padre. Kilgrave había arruinado una parte de su vida, y no quería dejar ningún recuerdo visible de lo que había pasado durante aquellos días en cautiverio. Aquel bebé que crecía en su tripa no podía nacer vivo, por más que pudieran chocar sus palabras, el experimento lo sentía así. En ese momento, todos los miembros de su familia comenzaron a mover cielo y tierra para encontrar el modo de hacerlo posible debido a las condiciones que rodeaban a la joven; su factor curativo era un contra muy a tener en cuenta. Fue Scott, su tío, quien dio con la persona indicada: una mujer llamada Joanna, cazadora de sombras, médico y que conocía las dificultades para algunas personas con habilidades extraordinarias. 
— Estoy acostumbrada al dolor. — Le dijo Tara, una vez en la camilla.
— Que estés acostumbrada no significa que no lo sientas, así que solo tienes que avisarme y pararemos el tiempo que haga falta.
La mediana de los Brooks asintió, mintiendo. Por más que pudiera dolerle, no pensaba detener el proceso que estaba a punto de comenzar. Por suerte para ella, era cuestión de segundos conseguir recuperarse, así que solo sería un mal trago, uno enorme, para poder volver a su vida “normal”, o al menos así lo creía. Para cerrar una puerta entreabierta que aquel hombre de morado había dejado así.
(…)
Tras algo más una hora, Tara salió por la puerta de la consulta buscando a los miembros de su familia que habían aguardado fuera. En cuanto la tuvieron a su alcance, tanto Kala como Brandon la abrazaron.
— ¿Estás bien? — Preguntó su padre.
— Ha ido todo bien. Ya no tengo nada de ese hombre dentro de mí.
— Has sido muy valiente, hermanita.
La shadowhunter salió de la consulta con una pequeña sonrisa y gesto tranquilo, dirigiéndose directamente hacia ellos.
— Has sido muy fuerte, y todo ha ido bien. — Dijo Joanna, aunque su mirada se desvió hacia Brandon. — ¿Es usted su padre?
— Sí, soy yo. ¿Ocurre algo? — Al escuchar a la mujer, tanto Brandon como Jessica le prestaron total atención, acercándose a ella.
— No, es solo que me gustaría mantener a Tara bajo revisión un par de semanas. Su mutación es increíble, pero algo complicada e inestable a nivel médico. ¿Sería posible? Puedo ir yo a verla a vuestro domicilio o venir ella.
— Claro, lo que sea por facilitar la labor. ¿Cada cuánto tiempo estamos hablando? 
— Un par de veces en semana durante las dos próximas. Solo es para asegurarme de… Que ha ido todo bien.
— ¿Qué significa que todo ha ido bien? Se regenera rápido. — Intervino Jessica, con gesto malhumorado y el ceño fruncido. 
— Significa que su cuerpo se regenera, sí, por eso quiero asegurarme de que algunos tejidos no lo hagan de nuevo después del aborto. Solo quiero asegurarme de que estará bien. — Las cejas de la médico se alzaron, pretendiendo que entendieran lo que suponía aquello. 
— Entiendo lo que quiere decir. Gracias, de verdad. Por todo. Estamos en completa deuda. Entiendo perfectamente la confianza de Scott. 
— No hay que darlas, no estamos en deuda, de verdad. Los amigos de mis amigos son mis amigos, ni hay que decir sobre su familia. Estoy segura de que estará bien, pero de todos modos, nos vemos esta semana, ¿De acuerdo? Soy Joanna Winterbrook, por cierto. Perdonad que no me haya presentado antes.
— También tienes una familia en los Brooks. Mi nombre es Brandon, ella es Jessica y aquella última es Kala. A Tara ya la conoces. Si algún día necesitaras algo… Puedes acudir a cualquier de nosotros.
— Es un placer. Si algún día necesitáis algo, yo también estoy aquí. Scott tiene mi número, pero esta semana os lo dejo también. Creo que va siendo hora de irme, no os robo más tiempo con Tara. Nos vemos pronto. 
En cuanto la chica se fue, Tara se acercó a su padre y apretó los labios en una pequeña sonrisa.
— ¿Podemos ir a comer patatas fritas?
· Brandon y Kala Brooks @brookskala
· Jessica Jones @heroesmarginados 
· Joanna Winterbrook @eternalhvnters
· Mención a Scott Lang y Kilgrave en @heroesmarginados 
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heroesmarginados · 3 years
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Jessica, Brandon y Tara conversaban con cierta diversión en el salón de la nueva casa de los Brooks, tratando de hacer los días algo más amenos después de todo lo acontecido con Kilgrave. Kala y Keme se sumaron poco después.
(…)
Keme sonrió levemente, aunque aquel silencio hizo que sus sentidos se agudizasen aún más, terminando por fruncir el ceño y apagar el gesto. Boom, boom. Se giró un poco hacia las escaleras como si eso le ayudase a comprobar si había alguien más de la cuenta en la casa, sintiendo que de pronto se le aceleraba el pulso ya que se acababan de activar todas sus alarmas. No era la primera vez que escuchaba aquel sonido, y su primer instinto hizo que posase la mirada sobre Jessica al reconocerlo: era el latido de un feto. Con gesto horrorizado, desvió la mirada hacia Tara quien ajena a todo, se recostó algo más en el sofá. Oído, olfato… Se centraron en ella por completo, percibiendo a la perfección lo que se había temido segundos atrás: estaba embarazada. A medida que las alertas de disparaban en Keme, tanto Kala como Brandon más le prestaban atención, pudiendo percibir lo mismo que él. En un principio, al igual que el indio, pensaron de momento en Jessica al ser la de más edad. Sin embargo, en cuanto todas las dudas se disiparon se miraron entre ellos, con los nervios a flor de piel. Tanto que los ojos de Brandon se aguaron la instante mientras intentaba contenerse y un ligero temblor sacudía la casa por culpa de Kala.
«¿Estás seguro? No puede ser. Debe de haber otra explicación.»
— Tara, cariño, ¿te importa salir a buscar a tu hermano? Creo que anda fuera con Dustin. No se ha llevado chaqueta y empieza a hacer frío. Llévale una. — Pronunció Brandon.
Keme tardó unos segundos en reaccionar cuando se percató de aquello, sintiendo que le caía un bloque de hielo encima. Llevó la vista hacia Brandon y Kala con los labios prensados, tragando saliva de forma notable.
«No la hay».
— Me cojo otra chocolatina de vuelta. — Pronunció el experimento, tomando el camino hacia el jardín para ir en busca de Ralph, completamente ajena a todo.
Conforme la niña se iba, Keme la siguió comprobando una vez más que el sonido provenía de ella, terminando por ir sonando cada vez más lejos al alejarse. Se llevó una mano al pelo para apartarlo de su cara con el gesto desencajado.
— No hay duda. — Pronunció el indio.
—¿No hay dudas sobre qué? — Preguntó Jessica. —¿Qué cojones está pasando?
— Tara… Está… Ella… Está… — Balbuceó Brandon.
— Embarazada. — Kala habló por él.— Está embarazada tía Jess.
— Como mínimo está de tres semanas. Es cuando empieza a latir el corazón. — Sentenció Keme.
A medida que más información recibían más se tensaban los ánimos dentro de la habitación, algo que también podían sentir Brandon y Kala, haciendo que se sobrepasaran por la situación, tanto que la mutante se tuvo que llevar las manos contra la cabeza. Jessica, por su parte, empezó a respirar de manera forzada, cabreada y sintiéndose culpable a partes iguales, hasta que acabó dando un puñetazo a la pared con tanta fuerza que hundió el puño en el techo*
— Tara nos necesita ahora mismo. — se sobrepuso Brandon como pudo.— No importa cómo nos sintamos ahora mismo, o lo muy horrible que nos parezca esta situación. Ella es nuestra prioridad, ante todo. Tenemos que hacerlo por su bien.
(…) 
Al cabo de un rato, Tara volvió con otra barrita en los labios, frunciendo el ceño un poco al ver que Keme y Kala se habían ido y que había algo de tensión en el ambiente.
— ¿Pasa algo?
— Ven cielo, siéntate aquí. Necesitamos hablar contigo. — Pronunció su padre.
— ¿Qué?
Tanto Jessica como Brandon se miraron por unos segundos el uno al otro, terminando Brandon por situarse como pudo frente a Tara, de modo que pudiera mirarla a los ojos.
— Quiero que sepas, ante todo, que nada de esto es culpa tuya. Y que no va a cambiar lo mucho que te queremos todos. Ni por un segundo pienses lo contrario. — Dijo el telépata, tomando aire con fuerza. — Keme tiene los sentidos desarrollados, ya lo sabes, y el caso es que, mientras ha estado aquí, ha detectado algo. Ha detectado que… Estás embarazada. Lo siento mucho cielo.
Sus primeras palabras la dejaron completamente descolocada al no entender qué estaba pasando, ladeando un poco la cabeza hasta que se enteró de la noticia. Se le aguaron los ojos de inmediato y empezó a negar, echándose hacia atrás en el sofá; ahora todos lo sabrían, algo que había estado intentando ocultar por todos los medios.
— No. No. No.
— Tranquila, podemos arreglarlo. Aquí no acabará todo. — Pronunció el hombre. 
Al ver lo nerviosa que se había puesto y más que consciente de lo que era haber pasado por las manos de Kilgrave, Jessica se acercó a su hija y sostuvo con cuidado su rostro entre sus manos, buscando que la mirase a los ojos.
— Hey, respira, ¿de acuerdo? Lo sé, es lo último que querías escuchar ahora. Pero, Tara, decidas lo que decidas, no importa lo que sea, estaré contigo hasta el final. Estaremos todos.
— No quiero. ¡No quiero! No quiero.— Los ojos de X-23 se aguaron de inmediato, apartando las manos de Jessica que sostenían su cara para tirarse sobre ella y romper a llorar algo más fuerte, abrazándose a su cintura.
En cuanto se abrazó a ella la atrapó entre sus brazos y la estrechó contra sí para que se sintiera acogida y protegida, teniendo que apretar los dientes y cerrar los ojos con fuerza para contenerse un poco, aunque se le acabaron escapando un par de lágrimas sin poder evitarlo.
— Está bien, todo saldrá bien. Te lo prometo. Tu padre tiene razón, aún podemos hacer algo.
— A cada paso que des en esto, nosotros daremos otro contigo. Te lo prometo. No vas a estar sola ni ahora ni nunca.
Sus palabras hacían que el llanto de la chica se incrementase de forma inevitable. Se le acababa de caer el mundo encima, se habían cumplido varias profecías que ya le habían anticipado para asustarla y lo peor fue el golpe de realidad sobre lo que había pasado días atrás. Al sentir la mano de su padre sobre su pelo, ladeó la cabeza para poder mirarle y llevó una mano hacia él, estirando un brazo hacia él para que se acercara a ellas también.
— Lo siento.
— No es tu culpa cariño. —Se acercó hasta ambas para abrazarlas, consciente de que aquello estaba siendo bastante duro para su hermana también. De hecho Jessica se dejó abrazar por él en aquel momento, quedando Tara así entre medias de ellos dos.
— Nada de esto es culpa tuya.  No eres la culpable de nada. Nada de lo que has hecho, está mal. Confía en mí. Lo arreglaremos.
— ¿Y qué se supone que va a pasar ahora?
— Buscaremos a alguien que esté cualificado y que sea de confianza para que… Practique un aborto. Siempre y cuando sea lo que quieras. No tienes por qué decidirlo ahora mismo, todavía tenemos tiempo.
Tara se giró hacia su padre, bajando la mirada hacia sus manos mientras tragaba saliva con los labios apretados. Se quedó en silencio un rato, terminando por soltarse de él y dar un par de pasos hacia atrás.
— Igual yo puedo hacerlo. — Dijo Tara, haciendo emerger una de sus garras sin levantar la vista.
— ¡No! — Casi de un salto la alcanzó, agarrando con rapidez su mano para alzarla y evitar que cometiera tal salvajada, sin importarle cortarse ella misma con sus cuchillas. —No, suficiente. No vamos a hacerlo así. No estoy dispuesta a pasar por esto también.
— Jessica tiene razón, cielo. Sé que quieres ponerle remedio ya. Y no tardaremos en hacerlo. Confía en mí. No hay necesidad de esto.
____________________________________________________
· Kala y Brandon Brooks @brookskala
· Jessica Jones @heroesmarginados
· Keme Proudstar @renegadx
· Mención a Kilgrave: @heroesmarginados
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heroesmarginados · 3 years
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“Fue una época de mierda. Me metí en líos, hice cosas que no debía, y toqué fondo. Me vino grande abandonar la casa sin saber realmente c��mo funcionaba el mundo, y me perdí durante mucho tiempo. Y una noche un grupo de capullos me paró en mitad de la calle. Me reconocieron por la Umbrella Academy y empezaron a hacer el gilipollas. Pude quitármelos de en medio pero... Pensé que quizás era más fácil si dejaba que pasara lo que tuviera que pasar, así que no intenté defenderme. Empezaron a pegarme, pero Jessica nos vio y vino corriendo a salvarme el culo. Apenas tardó unos segundos en quitárselos de encima y entonces... Kilgrave lo vio todo. No sé qué cojones pasó, fue todo tan raro... Simplemente le dijo a Jessica que quería irse con él y no volví a verla en más de un año. 
(...) Si yo no me hubiera quedado quieto, Kilgrave nunca habría visto a Jessica. Y ahora Ben estaría vivo”.
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heroesmarginados · 3 years
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Miró a su alrededor y viendo que el local estaba vacío decidió que era buen momento para actuar. O al menos no había excusa para postergarlo más. —Tengo su última ubicación, un ático de lujo a las afueras de la ciudad. — Mientras relataba se puso en pie—. Cuando estuve ahí apenas tuve oportunidad de registrar nada, pero estoy segura de que habrá dejado algo. Espero que tengas la moto. Antes de salir, agarró el vaso y se lo bebió de un trago. Mejor ir pedo para enfrentarse a cualquier cosa que tuviera que ver con Kilgrave.
—¿Ya se fue de allí o volverá?
—No creo que se haya quedado a esperar su sentencia de muerte. Pero no descarto que haya dejado a un par de personas por allí. Sin tardar, se subió en la parte trasera de la moto y le dio la ubicación exacta del ático para que pudiera tomar rumbo hacia la zona. Lo bueno de las motos, siempre se llegaba antes y Jessica no era la reina de la paciencia precisamente. Una vez allí, alzó la mirada hacia el ático, comprobando que estaba a oscuras. —Parece vacío, no te fíes. —Dicho aquello se acercó a la puerta y de un mero empujón la abrió para adentrarse en el ascensor e ir directos hasta el ático—. Y... Escucha. Si por lo que sea no estoy en lo cierto y Kilgrave sigue ahí, quiero que te vayas de inmediato.
Luke la miró en cuanto dijo aquello último, como si estuviese loca. No la dejaría sola, era evidente, pero no quería iniciar una pelea. —Claro —aunque lo dijo tan rápido que quizás no se le entendió siquiera. Al llegar miró hacia los lados con cautela, no queriendo que les pillasen desprevenidos si es que allí había alguien, en un primer momento no veía nada fuera de lugar. Sin embargo, en cuanto avanzaron por el pasillo un hombre armado con una vara de hierro se lanzó a por ambos y una mujer saltó sobre la detective.
—Mierda, ¡joder! ¡No les hagas daño! No saben lo que hacen.
Con una sola mano Jessica se la arrancó de encima, como si no pesara nada. Pero la mujer volvió de momento al ataque. Al igual que el hombre quien golpeó con todas sus fuerzas a Luke en plena cabeza.
Por suerte el mejorado no sintió nada, solo cómo daban contra su fuerte piel, cogiendo la barra para tirar de él y quitársela. —Creo que no van a parar —dijo mientras veía al hombre volver a por él, normalmente cualquier persona dudaría al ver que la vara no hacía nada—. Lo siento pero acabarás haciéndote daño si sigues aquí. Lo lanzó entonces contra una pared, dándose este un golpe en la cabeza y cayendo al suelo inconsciente. Se sintió mal pero no veía otro modo de pararle.
De pronto, un grito resonó en el pasillo. La mujer acababa de arrancar varios tajos de carne de la cara de Jessica de un arañazo. 
—Ni siquiera voy a pedir perdón por esto.
Con claro gesto de mal genio, la cogió por los hombros y la empujó hasta la pared más cercana a ellas, golpeándola en la cabeza para dejarla inconsciente también.
—Odio cuando arañan o muerden —se excusó. Se quedó de pronto en silencio, haciendo un gesto a su amigo para que tampoco hablase. Se oía un ruido de fondo, similar a una fotocopiadora en una de las habilitaciones contiguas.
Fue Luke quien caminó hacia allí en total silencio, con cuidado de no hacer ruido con sus movimientos por si había alguien más esperándoles. Pero no escuchaba nada más que la máquina así que le hizo un gesto para que entrasen, queriendo ir él primero por si disparaban.
Sin embargo, no tardaron en comprobar que no se trataba de nada de eso. En su lugar, una realidad más espeluznante asaltó a Jessica: fotografías suyas. De todos los tamaños y colores, de cualquier situación. Día y noche. En su piso, en el bar, en la calle.
Incluso a base de varias de ellas su cara había sido recreada a gran escala en la pared.
Boquiabierta, dio la vuelta sobre sí misma, sin dar crédito. La habían seguido, allá a dónde fuera. Sin descanso alguno.
El ruido de la fotocopiadora volvió a captar su atención una vez, a tiempo de ver caer una fotografía de ella que tomó entre sus manos. Tras mirarla unos segundos, desvío la mirada hacia Luke y la alzó para que viese las letras grabadas en el papel:
                                          "SEE YOU LATER."
Kilgrave tenía un espía.
| Jessica Jones + Luke Cage; @heroesbynature |
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heroesmarginados · 3 years
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heroesmarginados · 3 years
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—Me vio usar mis poderes y le gustó. —Comenzó a narrar por fin Jessica. 
Durante meses, había mantenido un silencio rotundo en lo referente a su pasado junto a Kilgrave, pero ahora que había afectado directamente a los de su alrededor, optó por hacer lo impensable: ser sincera.
—Me dijo que me fuera con él y de pronto era todo lo que quería. Al principio no me di cuenta, pero conforme pasó el tiempo empecé a comprender que algo no estaba bien. Me obligó a vestir a su gusto, a comportarme como él creía correcto, a sonreír cada vez que algo no encajaba. Me violó, me usó como objeto, para agredir y estafar gente, para cualquier cosa que él quisiera. Una y otra y otra vez. Pero la peor parte fue en lo que me convirtió. 
—¿En qué te convirtió? No fue culpa que te encontrases con un monstruo como ese y te utilizase como le vino en gana a ese malnacido hijo de puta. Tú no tuviste la culpa de eso ni la tienes ahora.
A pesar de las palabras de Diego, Jessica se percató de su gesto colérico. Era de esperar, y aun así apartó la mirada, incapaz de hacerle frente. 
—Te lo dije, que no querías saberlo —susurró.
—Quiero saberlo.
—Me convirtió en una persona que no es capaz de mirarse al espejo sin sentir asco. 
En vista de que estaba decidida a mantener sus ojos puestos en cualquier parte de la habitación menos en él, llevó una mano a su antebrazo para llamar su atención.
—Eso se puede cambiar —respondió—. Ojalá me usaras a mí de espejo.
Automáticamente, los ojos de la detective se llenaron de lágrimas. Había llegado demasiado lejos, era hora de ponerle fin. 
—Desde que te conocí, he intentado no hacerlo.
—¿Por qué?
—Porque te he hecho algo horrible —confesó por fin. 
—¿A mí?
Diego negó. 
Durante unos segundos el silencio reinó entre ambos, estaba decidida pero era difícil. Incluso tuvo que aguantar la respiración un momento mientras se concienciaba antes de seguir hablando.
—Fui yo. Yo maté a Ben. Maté a tu hermano.
El corazón de Diego se disparó por completo ante la mención de su hermano, con el rostro completamente desencajado y dando un paso hacia atrás. La intención de Jessica fue acercarse, pero él volvió a mantener las distancias.
—¿Cómo? ¿Qué?
Con los labios prietos, consiguió a duras penas mantener los ojos puestos en el Hargreeves. En el fondo habría esperado una respuesta mucho peor, tanto que aún se preparaba para ello. 
—La noche en que abandoné a Kilgrave, él estaba allí. Tu hermano descubrió algo sobre él, no sé el qué, así que me dijo que lo hiciera. Lo siento Diego.
Kilgrave, otra vez. En cuanto mencionó ese nombre se obligó a sí mismo a respirar hondo para intentar calmarse, pero sintió una punzada directa en el corazón mientras se le inundaban los ojos.
—¿T-t-ú?  —balbuceó, moviendo la cabeza sin ser capaz ni siquiera de hablar —. T-t-engo que i-i-irme. 
Al percatarse de que tartamudeaba, la detective abrió los ojos de par en par, dejando escapar más lágrimas. Estaba entre sorprendida de verlo así y a la vez sentía que algo se le retorcía desde dentro. 
—No te hagas esto —se apresuró a decir —. Sé que tienes algo que decir. Dilo, no importa lo que sea. 
Número 2 se llevó una mano a los ojos sintiendo que le faltaba el aire cuando era biológicamente imposible, girándose de pronto  para mirarla con las mejillas llenas de lágrimas. 
—T-tú lo sabías. Sa-sabías quién era. Y aun así te-e acercaste a mí. 
—No estaba planeado. Yo... Te vi y... Necesitaba ver con mis propios ojos cómo iba todo. No planee nada de lo que pasó después. Lo siento mucho. Lo siento. 
—Claro. Ocultándomelo desde el principio y ahora debería cree-e-erte. 
La miró una última vez con aire completamente abatido, antes de sentir que iba a romperse del todo. Sacó uno de sus cuchillos de su propia manga y lo lanzó hacia delante con rabia, dejándolo incrustado en la puerta antes de salir por ella. 
Mientras lo observaba, Jessica trató de decir algo en un desesperado intento de buscar su perdón, pero acabó apretando los labios consciente de que aquello era lo mejor para él, por lo que se limitó a dejarle marchar en silencio. Ella nunca le había convenido, ahora estaría a salvo. 
Aun así, esbozó una mueca de derrota a la vez que se acercaba a la puerta para coger su cuchillo. Ahora que estaba sola se permitió llorar sin censura, con el corazón completamente roto.
—Lo siento Diego.     
| Jessica Jones + Diego Hargreeves; @saudadenlosdiasgrises​
Mención a Kilgrave y Ben Hargreeves; @inothertime​ |
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heroesmarginados · 3 years
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Sus dotes como detective se habían agudizado desde que el caso a resolver era la mocosa. Jessica apenas podía creer que se vería envuelta en la pesadilla de buscar a un miembro de su familia; a su hija. ¿En qué momento habían ido tan mal las cosas para verse en semejante encrucijada? Apenas había tenido tiempo de asimilar su nueva realidad, lo único que podía hacer era buscar y buscar hasta la desesperación. Un halo de esperanza apareció con el último mensaje. Al principio no supo de qué demonios se trataba, pero tras darle un par de vueltas resultó obvio: una dirección. En la ciudad. Conforme salió del apartamento hizo dos llamadas: a sus hermanos y a Diego. Se las tenían que apañar para llegar allí en menos de quince minutos, o actuaría por su cuenta. 
—La tiene ahí dentro. Kilgrave —explicó una vez estuvieron todos. Apenas podía mirar a Brandon a la cara—. No sé lo que vamos a encontrar, pero haceos ya a la idea, no os va a gustar. Tengo un plan, es una mierda, pero no hay tiempo. Tendrá gente que lo proteja, Diego, Scott, ahí entráis vosotros. Esas personas son inocentes, no saben lo que hacen, pero no podéis dejar que nos entorpezcan el camino. Brandon, tú debes ser quien se reúna con Tara. Eres su padre y el que más capacitado está de todos nosotros para…
—No quiero que hagas de cebo para Kilgrave —replicó rápidamente Brandon. —. Jessica, no podré protegerte. Sin embargo, la morena lo tenía claro y sin dar margen a discusiones, forzó la cerradura para dejar que el trío se adentrase escaleras arribas en el ático. Ella, para agilizar la tarea, saltó hasta alcanzar la terraza. 
(…)
Kilgrave estaba sentado viendo el televisor, con la mocosa a su lado. Una mueca de frustración adornó su rostro y dejando a un lado lo que avecinaba con ser un ataque de pánico, se dispuso a romper el cristal para irrumpir en escena. Sin embargo, un ruido bastante estruendoso en el pasillo captó la atención del hombre de púrpura, quien rápidamente se levantó. Al llegar al pasillo, se encontró con Diego y Scott. Lo habría hecho también con el telepático de no ser porque Scott reaccionó rápido y empujó a su hermano para esconderlo en una de las habitaciones.
—Vosotros dos, quietos —habló rápidamente Kilgrave— ¿Qué demonios es esto? ¿Por qué habéis irrumpido en mi casa? Responded.  
Diego no se vio venir que aquel hombre apareciera tan rápido. El primer instinto de Diego fue acercarse a él para fundirlo a golpetazos. De hecho, sus manos ya se encontraban perfectamente preparadas para ello hasta que su cuerpo se detuvo por completo, llegando incluso a mirarse los pies y hacer algún gesto con la cara como si quisiera tirar de su cuerpo y no pudiera.
— Esto es una misión de rescate, estúpido. Devuélvenos a Tara y muérete después. Te voy a matar.
—Tú cállate —espetó a Scott al ver que despegaba los labios para hablar también—. Misión de rescate, ya veo. Eres un súper héroe bastante peculiar, tengo entendido de que vosotros no matáis, ¿no es así? Ahora entiendo por qué mi Jesse cree que no merece ser una heroína. Bueno, lamento truncar tus planes. Lárgate de aquí, por la ventana. Y tú… Scott, ¿verdad? Ve y dile a tu hermanastro, el mayor, que me lo estoy pasando muy bien con su hija. 
Las palabras de aquel hombre hicieron que Diego frunciera el ceño por completo sin llegar a entender lo que estaba pasando. Sin embargo, su orden directa hizo que sus pies comenzaran a dirigirse hacia una de las ventanas del salón.
— No soy un superhéroe. 
Protestó Diego en camino a lo que sabía que podría ser su final o una acción fatal. Por mucho que tratar de resistirse, le resultó imposible hacerlo. Lo único que logró fue ralentizar el ritmo de sus pasos, deseando que alguien acabara con todo aquello.
Justo cuando Scott se giró en dirección a la habitación, el ruido del cristal en la terraza llamó la atención de Kilgrave. Desde donde estaba, Jessica no podía ver qué estaba pasando y no estaba dispuesta a esperar a que alguno regresara al salón para comprobar su suerte, por lo que se coló en el interior, dando cara a cara con Tara. Por un segundo la miró en silencio, conteniendo la respiración más que consciente de que hasta ese gesto podía traicionarla y echarse a llorar. Hasta que finalmente no pudo controlar sus instintos y la abrazó con fuerza, sollozando de manera sorda.
—Lo siento —susurró, voz áspera—. Lo siento mucho, Tara. Voy a ponerte a salvo, lo prometo. 
Al ver a Jessica no pudo evitar comenzar a llorar y lanzarse a sus brazos con fuerza, hundiendo la cabeza en su hombro aprovechando que por fin tenía a su familia frente a ella ni no a aquel monstruo. Probablemente solo ella podía imaginar la de atrocidades que Kilgrave la había obligado a hacer, aunque al oír sus palabras negó sorbiendo por la nariz.
— No debí irme, ha sido mi culpa. 
—Tara, no dejes que me atrape. Pero tampoco le hagas daño. — Dijo el hombre.
La voz tras su cabeza, una vez más por parte de Kilgrave, hizo que soltase a Jessica aún sin dejar de llorar. Su llanto se podía oír desde la planta baja, situándose frente a la detective con el gesto apenado.
— Lo siento, no quiero hacerlo. 
Mientras tanto, Diego apareció caminando por la habitación y con la mirada puesta sobre la ventana, completamente sumido en sus pensamientos. En su mente tan solo resonaban las palabras del hombre, haciendo que de un ágil salto se subiera a la repisa de la ventana, dispuesto a saltar en cualquier momento.
— Tengo que salir por la ventana. — murmuró.
—No, escúchame. Nada de esto es tu culpa… 
Apenas terminó la frase. No quería dejar sola a Tara en un momento así, pero tampoco podía dejar escapar a Kilgrave, tenía demasiadas cuentas pendientes y confiaba en que Brandon acudiría rápidamente a colosarla. Sin embargo, varios factores intervinieron para que el hombre púrpura escapara con facilidad: Tara impidió a Jessica ir a por él y las palabras de Diego captaron la atención de la morena.
—¿Qué? ¡Diego para! 
Diego parecía haber entrado en una especie de bucle del que no saldría hasta que no cumpliera con la orden del destinatario. Al saltar sobre la cornisa, se tambaleó un poco haciendo que estirase los brazos para recuperar el equilibrio. Sus ojos castaños se posaron sobre la caída al vacío y los coches al otro lado, repitiéndose una vez más aquella frase como si se tratara de un mantra. No vio venir a Jessica y por los pelo no se vio precipitado por la fachada del edificio, haciéndolo por el contrario contra la terraza. Giró la cabeza hacia ella tratando de liberarse de su amarre, convencido y con la intención de volver a subirse a la repisa.
— Tengo que salir por la ventana, Jess.
—¡No! Escúchame, tú no quieres hacerlo. Es Kilgrave dentro de ti. Diego… ¡Diego! ¡Para!
Forcejeó con él tratando de no emplear toda su fuerza, consciente de que, en el mejor de los casos, podría romperle algún hueso accidentalmente. Pero en vista de que Diego estaba decidido a cumplir con las órdenes de ese malnacido, no se vio con más opción que golpearle la cabeza y dejarlo inconsciente.
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Mientras tanto, Brandon salió de su escondite y corrió desesperado hacia su hija hasta atraparla entre sus brazos, apretando los labios con fuerza aunque igualmente un torrente de lágrimas se hizo paso por su rostro. No podía creer que volviera a tenerla con él. Estaba tan agradecido de tenerla de vuelta que comenzó a besar su pelo una y otra vez.
—Está bien, no tenemos nada que perdonarte. Te queremos. Te quiero más que a nada, solo quiero que vuelvas a casa. Por favor, Tara. La familia Brooks sin ti no es una familia completa. Quédate con nosotros. 
Sus brazos por fin la hicieron sentir en casa después de aquel infierno, y terminó derrumbándose frente a él fruto del cúmulo de todos aquellos días.
— Lo siento. — Atinó a decir con dificultad, apretando las manos alrededor del cuerpo de su padre. — No quería irme de verdad. Soy idiota. perdóname, papá.
El telepático, al escucharla llorar de aquel modo, apretó a su hija con más fuerza, sintiendo que todo le temblaba por dentro. A pesar del reencuentro, la situación se le tornó más agria que dulce, culpabilizándose por no haber comprendido antes qué pasaba. Por no haberle hecho entender desde primer momento que todos y cada uno de los Brooks siempre la habían visto como una bendición, no como una amenaza. 
—No es tu culpa, no es culpa tuya. Nadie pensaría algo así jamás. —Se separó, agarrándola por los brazos mientras la miraba a los ojos—. Solo queremos que estés bien, eso es todo. Tú no eres responsable de nada de lo que ha pasado. No volveremos a dejarte sola, te lo prometo. Te ayudaremos entre todos a verlo. Te quiero. Te quiero muchísimo. 
| Jessica, Kilgrave y Scott @heroesmarginados​
Brandon: @brookskala​
Diego: @saudadenlosdiasgrises​ |
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