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Disco #234: Jeff Beck - Blow by Blow
         De guitarristas solistas he escrito acerca de Jimi Hendrix (#227) o Steve Vai (#192), entre otros, pero no se puede quedar afuera a mi favorito de todos ellos, Jeff Beck, y su disco “Blow by Blow”.
        Eso sí, contexto. Jeff Beck empezó a ser conocido como el guitarrista que reemplazó a Eric Clapton en The Yardbirds a mediados de los sesenta; pero además, era conocido por ser pionero en usar pedales de distorsión y modulación con esa banda. Gracias a Jeff Beck, The Yardbirds se alejó definitivamente de su era blues y se adentró en el pop inglés experimental, adelantándose al Pink Floyd de Syd Barrett.
Al tiempo, se fue de esa banda y formó The Jeff Beck Group, con Ron Wood (luego en Faces y The Rolling Stones) al bajo y Rod Stewart a la voz y lanzó “Truth”, disco que es mencionado por Jimmy Page como influencia mayor para lo que después creó como Led Zeppelin. The Jeff Beck Group sacó varios discos con distintas formaciones; luego, Jeff Beck la desarmó y formó Beck, Bogart & Appice, banda fusión Heavy Rock con ciertas influencias jazz.
No duró mucho ese proyecto, pero ya sabía Jeff Beck lo que quería hacer realmente: tocar jazz rock a su manera, y lo logró con su primer disco como solista llamado “Blow by Blow”. En él aparece Stevie Wonder como compositor de dos canciones, como “Cause We’ve Ended as Lovers”, ícono de Jeff Beck solista y un muestrario de lo que puede hacer con la guitarra. Además, aparece una versión de The Beatles (“She’s a Woman”) y otras joyas de su repertorio, como “Scatterbrain” y “Freeway Jam”, que en vivo se llena de improvisaciones.
Mi llegada a Jeff Beck fue viendo videos en youtube de él, como el del festival Crossroads, en donde toca con Tal Wilkenfield al bajo y Vinnie Colaiuta en batería. Antes, lo había escuchado, pero nunca fue muy conocido como sus pares de la época, por lo que no le tomaba mucha atención. Con la sorpresa al ver sus videos, busqué discos de él y este “Blow by Blow” apareció primero, y me dejó pegado por días.
“Blow by Blow” normalmente es indicado como el mejor disco de Jeff Beck. Razones no le faltan, pero su carrera musical tiene tantas aristas que es difícil elegir solo una. Aun así, éste debe ser uno de los mejores discos hechos en los setenta, así que la elección parecía obvia. Genio, y como puse al principio, mi guitarrista favorito. Pero es de los forasteros de la música, por lo que se sabe poco de él.
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Disco #233: Queensrÿche - Operation: Mindcrime
         Todos los estilos musicales tienen una banda estandarte, la cual es un espejo para las bandas que se armaron posteriores a ellos. En el caso del metal progresivo, podemos decir que es Rush como primera opción, pero no era el estilo que ellos cultivaban, a pesar de que era bastante hard rock para la época. Si hay una banda de este estilo sobre la cual todas las bandas que siguen acogieron su influencia, indudablemente, es Dream Theater; pero, eso sería mirar en menos a las bandas pioneras del estilo, los que le mostraron a DT el camino a seguir. Entre esas bandas pioneras aparecen Fates Warning o Queensrÿche.
        El caso de Fates Warning tiene más aristas debido a la poca popularidad que alcanzaron, y eso se verá en otro apartado. Así que me centraré en Queensrÿche, los que lograron establecer una carrera al margen del glam y del heavy de los ochenta y se anotaron un hito a finales de esa década con su disco “Operation: Mindcrime”, indicado como uno de los mejores discos conceptuales de la historia.
        “Operation: Mindcrime” transformó a Queensrÿche en banda de culto. No podría haber sido de otra manera si en prácticamente 70 minutos de música armaron una historia crítica con el sistema imperante estadounidense y su corrupción, siempre presente. Como buen disco del estilo, tiene un final confuso y abierto a interpretaciones, el que, como bien dijo alguien que vivió esa época, dejó a toda la comunidad metalera pensando acerca de quién mató a Mary, uno de los personajes principales de la obra. Eso sí, se solucionó en su secuela años después.
        Mi llegada a Queensrÿche fue gracias a los sencillos que salieron del disco posterior “Empire”, especialmente con “Silent Lucidity” (balada comúnmente emparentada a “Nothing Else Matters” de Metallica, editada en la misma época) sonando por todos lados. Mucho tiempo después escuché sus discos y era imposible no escuchar primero este “Operation: Mindcrime” por los buenos comentarios, y no decepcionó. Desde ese momento, fue uno de esos discos que uno escucha y no quiere que termine; tiene tantos detalles que cada escucha es nueva.
        Queensrÿche sigue sacando discos hasta ahora, pero su pináculo como banda ocurre cuando sacan la trilogía “Operation: Mindcrime”, “Empire” (súper ventas a comienzos de los noventa) y “Promise Land”. Cualquiera de esos tres discos pudo haber estado acá, pero el “Operation: Mindcrime” no podía no estar, simplemente. Joya del estilo.
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Disco #232: The Music - Welcome to the North
         Dentro de la música (mal llamada) indie que explotó a comienzos de la década del 2000, había muchos factores para que también tuviese el mote de “retro rock”, ya que la mayor parte de las influencias de estas bandas están en los años setenta y ochenta. Eso se nota en bandas como Interpol (con fuerte influencia de Joy Division), The Strokes (rock sucio con aportes de punk en su coctelera), The Vines (punk rock a la vena y entretenido), entre otras.
        Un poco más tarde en esa década, aparecieron bandas que empezaron a juntar esa coctelera de retro rock con el estilo Madchester de finales de los ochenta y comienzos de los noventa, con influencias de bandas como The Stone Roses, Happy Mondays, The Charlatans y otras. Entre esas bandas que agarraron esa base se encuentra The Music, de  nombre poco común (por lo poco práctico, claro), en donde logran sintetizar bien el indie de los primeros 2000 con la pista de baile. Eso se nota muy bien en su disco debut homónimo; pero, para mi gusto, sobresale de una manera más eficiente en su segundo disco llamado “Welcome to the North”.
        Este disco “Welcome to the North” muestra que una banda puede hacer riffs de guitarra y que esos se puedan sentir en la pista de baile. Es cosa de escuchar los sencillos “Freedom Fighters” y “Bleed From Within”, los cuales tienen un ritmo para mover un estadio completo, pero que descansan en riffs de guitarra que no pareciesen que funcionen ahí, pero sorprendentemente lo hacen.
        No hay otra llegada a ellos que MTV y los canales musicales. Eso, debido al nombre de la banda (hasta ahora, sale cualquier cosa menos la banda cuando uno busca por su nombre en internet). Ahí, en MTV, aparecieron los sencillos nombrados y el “Take the Long Road and Walk It” como punta de lanza del primer disco. Después, alguien subió sus discos en una página de descargas que usaba, y el primer disco de ellos que me enamoré perdidamente fue de este “Welcome to the North”.
        Ahora, eso no basta para decir que es el mejor, pero lo creo, subjetivamente hablando. Aparte que mi canción favorita de ellos está ahí (“One Way In, No Way Out”), de los tres discos que sacaron es el que encuentro mejor cohesionado y elaborado. Los otros dos no son malos: todo lo contrario. Pero no hay otro disco de ellos que escuche tanto hasta ahora como ése. Y eso, por lo menos, me vale por ahora.
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Disco #231: Hum - You'd Prefer an Astronaut
         La movida alternativa noventera dejó muchas cosas subterráneas  que salieron en ese tiempo, gracias a la explosión del grunge. Así, quedaron cosas que, con el tiempo, se fueron valorando más, como el Punk Metal de Helmet (influencia fuerte para el Nü Metal), el Math Rock de Don Caballero (que sería de The Mars Volta sin ese olor subterráneo en la composición), entre otras movidas sónicas.
        Lo de Hum, eso sí, es muy raro. Pioneros, junto con Neurosis, en colores sónicos adaptados de la música gótica y del punk nihilista de Black Flag, algo que luego se nombraría como Post Rock o Post Metal (dependiendo de la potencia de las guitarras de la banda de turno); pero nunca muy reconocidos a la hora de buscar las mejores bandas de la época. Deftones, por suerte, le hizo un tributo en la carátula del disco “White Pony” al disco del que escribiré, “You'd Prefer an Astronaut”, segundo disco de esa banda y mi puerta de entrada a ellos debido a los mencionados Deftones.
        “You'd Prefer an Astronaut” es un disco denso. Algo influenciado por el Shoegaze de bandas como My Bloody Valentine, Ride, entre otras; pero, al mismo tiempo, creando ambientales densos, oscuros y algo corrosivos. En suma, una mezcla de movidas sonoras de comienzos de los noventa, y una voz que se asemeja al Henry Rollins (vocalista de Black Flag) solista. Elegir una canción sobre la otra es complicado, debido a que es una masa sonora de casi 50 minutos en donde uno está más metido en lo que suena que en cuál canción va.
        Hum, en los noventa, sacaron tres discos y se separaron. Contra todo pronóstico, se reunieron el año pasado y sacaron un disco nuevo, en donde mantienen sus características comunes y añaden musicalidad a la voz. Siguen siendo una especie de Post Metal distorsionado y, por lo mismo, siguen de culto. Y “You'd Prefer an Astronaut” subjetivamente, puede ser el mejor de ellos, tanto en densidad y ruptura sonora, aunque le falta la parte melódica del último disco. Por lo mismo, difícil decisión, y me quedo con este disco por ser mi entrada a ellos. Merecido culto.
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Disco #230: Niño Cohete - La Era del Sur
         En algún posteo anterior indiqué que no estoy muy al tanto de la música nueva chilena, de esa que viene saliendo desde el 2005 para adelante, pero si hay bandas que me gustan por su sencillez. Entre esas, podría indicar a la banda de la que voy a escribir ahora, Niño Cohete, banda oriunda de Concepción que empezó en el 2010 y ya está separada por diferencia de caminos entre sus integrantes.
        Como discografía, tienen un EP homónimo y dos discos, “Aves de Chile” y “La Era del Sur”, que es del que voy a escribir, debido a que fue el primer disco que escuché de ellos; y además porque, en este disco, las ideas de sus primeras grabaciones aparecen más concretas, como en “Pájaros Rojos” o “De Dónde soy”. Además, coquetean con el post rock de bandas como Mogwai en “Vultur”, y se anotan con un hito en producción, por lo menos para mi gusto, en la canción “La Era del Sur”.
        Mi llegada a ellos, muy a pesar de que no estoy muy al tanto del estilo, fue porque en medios musicales empezaron a hablar de la banda y de su disco “Aves de Chile”. En ese momento, no los tomé en cuenta, pero el nombre de la banda me quedó dando vueltas. Un par de años más tarde, apareció este disco “La Era del Sur” descargable desde su portal de internet, lo que hice y, por lo mismo, lamenté no haber tomado en cuenta su música anteriormente. Uno escucha este disco (en realidad, creo que me pasó con sus tres discos) y siente que está en algún lugar de la octava o novena región, caminando entre bosques y lagos, o andando en la carretera rodeado de ellos. Un placer absoluto.
        Por lo mismo, tuve que seleccionar este “La Era del Sur” para escribir de ellos. Además, como escribí antes, en este disco se concretaron aún más las ideas de los discos anteriores, sin perder el olor a Sur que tienen sus canciones. De hecho, escucho la canción homónima (“La Era del Sur”) y siento que estoy con alguien perdido en un bosque. Suena un poco cliché, pero es lo que me pasa, y me agrada. Mala por su separación tan temprana y no alcancé a verlos en vivo, pero sus casi 30 canciones editadas son el reflejo de una gran banda.
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Disco #229: Soen – Lykaia
         El metal progresivo moderno toma influencias de los pioneros del estilo, tales como Dream Theater, Fates Warning o Queensrÿche, mezclado con otras cosas como Tool, los que, siendo metal progresivo, son más catalogados como Post Metal, estilo que abarca un poco más de aristas. Sea como fuese, bandas como Haken o Soen toman el metal progresivo y le inyectan nuevas sonoridades. En el caso de Haken, más jazz y otros similares; y en el de Soen, más oscuridad y algo de A Perfect Circle (rock alternativo) y Opeth (escalas poco convencionales).
       Soen fue formada por Martin López, batero de Opeth hasta el disco “Ghost Reveries”, por lo que se entiende la influencia de Opeth en ellos. Él armó esta banda más progresiva, la que es más metalera que el Opeth actual, con eminencias de la talla de Steve DiGiorgio, bajista fretless conocido en el Metal, el que duró un disco; y otros menos conocidos, como Joel Ekelöf, vocalista melódico, a menudo comparado con el de Tool, que se ha convertido en la cara visible y estandarte de la banda durante estos años.
        Soen ha sacado cinco discos hasta la fecha y, para mi gusto, el tercer disco “Lykaia” es en donde por primera vez aparece un sonido definido como banda, y las influencias mencionadas dan colores a su paleta de sonidos. Canciones como “Sister”, “Lucidity” y otras, muestran una simplificación de su música, logrando establecer un “estilo Soen”, lo que siempre es bueno. El único problema del disco es su mezcla final, cosa que se arregló en parte con la versión “Revisited” sacada a finales del mismo año en que se lanzó ese disco.
        Mi llegada a Soen tiene que ver con Opeth (que ya me eran familiares en ese punto) y fui conociendo la banda a medida que iba sacando sus discos. El primero me sorprendió gratamente, aunque la semejanza con Tool era muy fuerte. El segundo parecía de transición y el tercero, “Lykaia”, fue el disco que me hizo fanático de ellos.
        Por lo mismo, podría decir que “Lykaia” es el mejor, pero de los cinco discos, de tres puedo decir lo mismo. Es más: el sonido de ellos ha ido evolucionando al punto que pareciese que el más nuevo es el mejor; de hecho, “Imperial”, último disco de ellos, está ya reconocido como uno de los discos imprescindibles de este año. Mi único pero es ir a verlos en vivo, pero gracias a la pandemia, tengo nada más que la entrada y las ganas. Amados.
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Disco #228: Camel – (Music Inspired by) The Snow Goose
         Del rock progresivo sinfónico he nombrado varias bandas, pero una que no quiero dejar afuera es a los británicos Camel con su disco “The Snow Goose”.
        Algo de contexto: Camel salió a escena cuando los monstruos progresivos (llámese Yes, Genesis, Pink Floyd, etc.) ya llevaban un tiempo en el ruedo. Pero lo que diferenciaba a Camel de las demás bandas sinfónicas es su elegancia musical y su influencia de las bandas del Canterbury, como Caravan o Matching Mole. Además, la banda fue creada a mediados de los sesenta y pasaron varios años antes que encontraran su fórmula, que apareció en el disco homónimo. Luego, pasó “Mirage”, que los puso en el mapa progresivo como una banda a tomar en cuenta, y se embarcaron en el proceso de “The Snow Goose”.
        Este disco, a diferencia de los demás discos de ellos, es completamente instrumental y está basado en el libro del mismo nombre del escritor Paul Gallico. Editado originalmente como “Music Inspired by The Snow Goose” por un asunto de derechos (ya que el escritor no autorizó ciertas cosas por la errónea conexión entre la banda y la compañía tabacalera del mismo nombre), este disco se pasea magistralmente por más de cuarenta minutos entre instrumentos tradicionales y la habitual flauta traversa tocada por Andy Latimer, también guitarrista y vocalista de la banda.
        Mi llegada al disco fue por escuchar la Radio Futuro y escuchar la canción “Rhayader” de ellos sin saber esa información, e incluso los confundía con Jethro Tull por la flauta traversa. Mucho tiempo después, en mi sobrealimentación musical progresiva, encontré a Camel, esa canción y esta maravilla de disco que me dejó sorprendido, por ser sólo instrumental y aun así, estar contando una historia. Cuesta entenderlo, pero cuando se escucha este disco, es más fácil de creer.
        “The Snow Goose” es uno de los hitos que actualmente se puede decir que es un disco sinónimo al concepto de Rock Progresivo. Elegante, complejo, melódico, maravilloso. Incluso, Camel lanzó en el año 2013 una nueva grabación del disco, lo que demuestra su vigencia. Y en el catálogo de Camel, es de lo mejor, para mi gusto, junto con el sucesor “Moonmadness” (otra joya progresiva). Hoy, me quedé con “The Snow Goose” por su vigencia, y por ser mi entrada al mundo de Camel.
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impresionesdeagosto · 3 years
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Disco #227: Jimi Hendrix - Band of Gypsys
         Las cosas que pasan, ¡voy en el disco #227 y recién escribiré acerca de Jimi Hendrix! Bueno, mejor tarde que nunca. Y Hendrix es una de las influencias obligatorias para cualquier guitarrista. No por nada, está normalmente en el número uno de los mejores guitarristas en las listas dedicadas a eso. Es que, simplemente, podemos indicar la manera de hacer sonar la guitarra, de tratarla como algo más que un instrumento musical, en una línea de tiempo, como un “antes de Hendrix” y “después de Hendrix”. Eso, sin contar las composiciones, su voz poco común, y muchas otras cosas más.
        Pero el Hendrix que me voy a centrar hoy es el posterior a su banda más conocida, The Jimi Hendrix Experience, ya que ellos se separaron un tiempo antes. Escribiré acerca de “Band of Gypsys”, banda con la que tocó en el Festival de Woodstock y además lanzó un disco homónimo grabado en las vísperas de año nuevo del año 1970.
        Ahora, ¿por qué este disco y no otro? Más que todo por un asunto personal, ya que fue el primer disco que escuché de él, gracias a mis padres cuando era chico. Pero suelo indicarlo como uno de los mejores de él, debido a la complicidad entre Hendrix y Buddy Miles, baterista y vocalista que ya había trabajado como músico invitado en “Electric Ladyland”, último disco de la Experience. Canciones como “Who Knows” y “Machine Gun” no pasarían de ser un par de (geniales) improvisaciones en un riff si no fuese por la voz de Miles, y su toque de batería, sin contar “Changes”, compuesta por él.
De hecho, en “Machine Gun”, quizás la cumbre de Hendrix como guitarrista (alguna vez leí a un guitarrista decir que “Machine Gun” es el Santo Grial de los guitarristas) y pacifista, hablando de la guerra y sus problemas, sin la ametralladora que hace en la caja Buddy Miles y la base de Billy Cox, bajista, causaría un menor impacto.
Este disco “Band of Gypsys” salió menos de un año de la muerte de Hendrix, por lo que es el último disco que sacó en vida, y no encuentro que haya mejor manera de despedirse de este mundo. Hablé de éste en desmedro de mi otro favorito, “Electric Ladyland” (joya experimental, por cierto), por la lucidez que mostraba en este disco. Y además, es un disco en vivo, que es donde Hendrix se sentía como en su casa. El mejor, y sus gitanos secuaces.
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impresionesdeagosto · 3 years
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Disco #226: Kraftwerk - The Man Machine
        ¡Ah, la electrónica! Tan fría en muchos sentidos, pero tan cálida en mostrar nuevas sonoridades y en crear ambientes. De este estilo he escrito sobre varias bandas, como The Chemical Brothers (#153) o Underworld (#25), pero no puedo dejar afuera a unos pioneros, no en el sentido de novedad sonora, sino porque las cosas que ellos crearon e hicieron sonar, es algo estándar para la electrónica actual. Me refiero a la banda alemana Kraftwerk y su disco “The Man Machine”.
        Kraftwerk (Central Alemana, traducido del alemán) es una banda que empezó metida en el saco del Krautrock, como fue conocido el rock progresivo alemán de comienzos de los setenta. Bandas como Neu!, Can y Kraftwerk eran las caras visibles de un progresivo hecho en base a alucinógenos, experimentación e improvisación. Eso sí, Kraftwerk siempre fue más electrónico, casi emparentándolos con Tangerine Dream en sus inicios; es decir, más ambientales.
        El punto de inflexión de Kraftwerk fue cuando lanzaron su tercer disco, “Autobahn”, en donde armaron bases electrónicas para ensamblar las canciones. De eso, pasaron varios discos hasta que aparece el que quiero escribir, “The Man Machine”, que coincidentemente es el más conocido de ellos.
        Si es conocido el disco, uno piensa que deben haber buenas razones, y claro que las hay. Empezando por la canción “The Robots” y la controversia que generó. Hace un par de días, hablaba con unos amigos y salió el asunto electrónico en vivo, cuestionándose qué es lo que realmente se toca y qué está pregrabado. Bueno, en las tomas en vivo de “The Robots” aparecen cuatro androides sobre el escenario, poniendo esa pregunta sobre la mesa. Aun así, visualmente es genial.
        De las demás canciones del disco, todas son puntos fijos en recitales de Kraftwerk, como la canción homónima, “Neon Lights” y “Spacelab”, y lograron un sencillo exitoso con “The Model”.
        Mi llegada es más actual, pero mi primera impresión, gracias a mi condición de generación de MTV, es ver un comercial de ellos mostrando la canción “The Robots”. Luego, en el 2002, me compré el en vivo “Minimum Maximum”, joya audiovisual en vivo. De ahí, a los discos y me asombré con este “The Man Machine”, lo cual me serviría para decir que es el mejor, gracias a sus sencillos. Pero “Trans Europe Express” y “Autobahn” andan en el mismo nivel para mí, aunque carecen de sencillos pegadores. Complicado, pero por la genialidad de ellos.
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impresionesdeagosto · 3 years
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Disco #225: Blotted Science - The Machinations of Dementia
         El metal más extremo lo escuché un tiempo, pero nunca entré a quererlo demasiado. Coincidentemente estuve hablando de Dorso (#224), pero eso es lo más extremo que podría escuchar hoy. No porque no lo soporte, sino porque ahora escucho tanta variedad de estilos musicales que el metal extremo se me va de esa amplitud.
        Aun así, existen bandas que usan ciertas cosas del estilo pero les dan su propia impronta, como es el caso de Blotted Science, banda formada por, a estas alturas, el mítico bajista de Cannibal Corpse, Alex Webster, además de Ron Jarzombek en guitarra (y compositor y productor de la banda) y Charlie Zeleny en batería. Ellos forman un power trío instrumental, haciendo música que sería catalogada posteriormente como metal progresivo (debido a la complejidad), pero con influencias del metal extremo.
        El primer disco que sacaron bajo este nombre es “The Machinations of Dementia”, el que además era el nombre original de esta banda en un principio. Son 16 canciones dotadas con una complejidad y urgencia poco vistas en estos proyectos al tiempo que salió (2007). Además, los nombres de las canciones están basados en enfermedades mentales o antídotos para las mismas, lo que lo hace aún más denso de asimilar.
        Mi llegada a ellos fue por el mismo amigo de Dorso, pero él, sabiendo que me gustaba escuchar música, me mostró este disco. Esa primera vez que lo escuché fue casi como sentir que estaba escuchando algo nuevo para mí, a pesar de que todos los elementos que sonaban los había escuchado en diferentes lugares; no todo al mismo tiempo. Fue como un golpe en el estómago, recuperándome al pasar el disco.
        Blotted Science sacó un EP más en el 2011 y no hay más de ellos. Sería una lástima que no saquen más cosas, porque suenan como nadie más que ellos. Denso, pero novedoso. Y al darle vueltas al disco “The Machinations of Dementia”, siempre pareciese que fuese la primera vez. Eso, a mí, no me pasa con muchas bandas. Por lo tanto, aunque sea por curiosidad, vale la pena escucharlo. Tortuoso, pero un placer.
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impresionesdeagosto · 3 years
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Disco #224: Dorso – Romance
        El metal en Chile es un nicho que, desde hace un par de décadas, se puede decir que existe de una manera profesional. Esto, porque el metal existió en los setenta y ochenta pero subterráneamente, debido a la dictadura y su censura. Aun así, había locales como la Sala Lautaro y el Gimnasio Manuel Plaza en donde se juntaban las bandas metaleras a tocar, pero más que todo por ganas. Y sí, las ganas pueden lograr hacer todas las cosas, pero se quedan como un nicho o culto para una cierta cantidad de personas.
        ¿Cuándo el metal chileno se profesionalizó? No sé si hay alguna grabación anterior que refute esto (he leído un par de cosas al respecto, y ninguna deja muy claro este asunto), pero creo que el primer disco que está grabado de manera profesional, financiado por un sello grande, fue el disco “Romance”, segundo disco de Dorso. Ellos no son allegados a la movida; de hecho, estuvieron prácticamente la década completa de los ochenta tocando en el Manuel Plaza; así que, si realmente lo son, bien merecen ser los pioneros en grabación profesional.
        Ahora, “Romance” no es un disco Heavy/Thrash Metal a la vena. Es un disco de metal progresivo (cuando ni siquiera existía el nombre, o estaba en pañales en Gringolandia), conceptual, de tendencia gore; en suma, muy Dorso todo esto. Y armaron una historia de un científico enamorado de una doncella, el que le pidió ayuda a una bruja para poder cambiar de estado (de humano a otro bizarro) y lograr estar con ella, todo basado en el cine de bajo presupuesto y películas de terror antiguas, y también por escritores como H.P. Lovecraft.
        Mi llegada a Dorso fue por un amigo de pega, fanático del metal, con el que terminábamos en la mañana, después de un carrete de toda la noche en un local, escuchando discos como Nile o Dorso. Dorso siempre me agradó por su locura, tanto musical como lírica (Spanglish incluido), y tiempo después encontré este “Romance”. Cuesta agarrarlo, pero tiene muchas cosas que los otros discos no tienen. Como ellos mismos han dicho, metieron toda la carne a la parrilla, y se nota.
        Dorso ya son eminencias del metal chileno. Tienen cerca de 10 discos en más de 35 años de carrera, pero cada obra que sacan, es un evento, como debe ser. Y hay varios discos de ellos más a la vena, como “El Espanto surge de la Tumba” o “Disco Blood”, pero me quedo con el “Romance”, por mi lado progresivo y experimental. Adelantado a su época, hace muy poco empezó a ser valorado como se debe.
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Disco #223: Joni Mitchell – Hejira
         He escrito acerca de varias cantautoras solistas, como Tori Amos (#51) y Kate Bush (#89), pero de una que no he escrito es de Joni Mitchell, lo que voy a subsanar ahora escribiendo acerca de “Hejira”.
        Un poco de historia: Joni Mitchell apareció como una artista de música folk pero en la época de finales de los sesenta, en donde reinaba más la psicodelia y la distorsión que las guitarras acústicas. Aun así logró que Joan Baez (pionera de la invasión folk de comienzos de los sesenta) cantara su canción “Woodstock” en el festival del mismo nombre, punto máximo de masividad de la época hippie y psicodelia.
        Joni Mitchell luego aparecería para su reconocimiento en las cámaras del festival de la Isla de Wight en Inglaterra. En el intertanto, lanza discos reconocidos por la crítica, como “Blue” (uno de los mejores discos en cuanto a rupturas amorosas) y “Count and Spark”, hasta mediados de los setenta, en donde empieza a elaborar las canciones de este disco “Hejira”. En el intertanto conoce al bajista Jaco Pastorius, el que se transforma en el arma secreta del disco con sus líneas melódicas.
        “Hejira” alude a la vida en gira y al escapismo; de hecho, el término (hégira) alude a huidas, lo que calza con el concepto del disco. En realidad, habla mucho acerca del escapismo natural que uno logra después de lograr arrancar algún sentimiento difícil de soltar, casi como un renacimiento. Y las canciones hablan mucho de eso, tales como la canción título, “Coyote” o “Freddy sings the Blues”. Aparte dejo a “Amelia”, mi canción favorita del disco, basada en sueños que ella tuvo con Amelia Earhart, una de las pioneras de la aviación moderna.
        Mi llegada a Joni Mitchell viene de la música que sonaba en la casa, pero de las que pasaban en la radio como desconocidas. Mucho después, pasado el año 2000, encontré un par de discos de ella, los que escuché y me gustaron, pero los perdí. Hace un par de años encontré nuevamente esos discos, entre los que se encontraba este “Hejira”, y quizás es por la edad, pero este disco lo amé desde el primer momento que lo re-escuché, y no lo he dejado de escuchar desde entonces.
        Joni Mitchell debe tener como 30 discos, más recopilaciones y otras cosas. Todas las épocas tienen su gracia, y este “Hejira” inicia la época Jazz de ella, coronada años más tarde con un disco doble en vivo con artistas de la talla de Pat Metheny como integrantes de la banda. No sé si esa época es la mejor de ella, pero sí que “Hejira” es mi disco favorito.
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Disco #222: Jamiroquai - Travelling Without Moving
         El funk a mi vida llegó realmente gracias a Chancho en Piedra (#84), pero éste era un funk “a la chilena”. Si me pongo a pensar un poco más global de mis inicios en el estilo funk, fuera de bandas chilenas como ellos y Los Tetas, Jamiroquai indudablemente es mi fuente de inspiración. Ahora, ellos cultivaban un estilo armado durante la década de los ochenta de nombre Acid Jazz, que es, a la rápida, un jazz smooth (relajado) con toques funk.
        Jamiroquai fue la banda insigne de este estilo, pero fue por lo famosos que eran. Por ejemplo, el disco “Travelling Without Moving” es catalogado como el disco más vendido de jazz, aunque el disco se mueva entre el Acid Jazz y el soul/funk más puro. Etiquetas aparte, era imposible no moverse con Jay Kay y sus secuaces, además de asombrarse con los videos de esa época, como el de “Cosmic Girl” (autos de lujo corriendo por el desierto) o el de “Virtual Insanity” (video musical que ganó varios premios y hasta ahora es estudiado por su innovación de mover las paredes en vez del piso).
        Este “Travelling Without Moving” es el tercer disco de Jamiroquai, siendo los dos anteriores más acordes con el Acid Jazz que propagaban. Aun así, fueron grito y plata en todas partes que se mostró y ellos lo pasaban bien. Además este tercer disco muestra instrumentos exóticos, como el Didgeridoo, que en ciertas partes causa un efecto más dub. Y no puedo olvidarme de la canción titular, con esas geniales líneas de bajo del poco reconocido Stuart Zender, genio de las cuatro cuerdas.
        Jamiroquai tiene en estos momentos ocho discos, con el último que salió hace un par de años atrás. A medida que uno va siguiendo su discografía, se va dando cuenta de que el Acid Jazz cada vez aparece menos en sus discos, en desmedro del funk, soul, pop y otros afines. Será la edad, será el hacer canciones que vendan, u otros factores. Ahora, estos discos no son malos, sólo más comerciales. Y yo me quedo con el “Travelling Without Moving” sin dudarlo, tanto por ser mi entrada real a Jamiroquai (la canción “When You Gonna Learn?” del primer disco sonó en una época anterior a este disco), como por ser la amalgama perfecta entre el Acid Jazz y el funk que arrasaría en los demás discos.
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impresionesdeagosto · 3 years
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Disco #221: Grand Funk Railroad - Grand Funk
        ¿Cuál fue la primera banda o solista que le puso distorsión a la música? Podríamos decir que el sencillo “You Really Got me” de The Kinks fue el más conocido de los pioneros que empezaron a cortar el cono del parlante del amplificador para distorsionar (o encrudecer) el sonido. Y gracias a los conciertos de The Beatles en estadio, empezaron a hacer amplificadores más grandes, los que a un volumen fuerte logra distorsión y feedback de inmediato. Ahora, Jeff Beck en su estadía con The Yardbirds fue el primero que usó pedales aparte de fuzz y modulaciones, por lo cual por ahí podríamos responder esa pregunta.
        Entonces, gracias a Jeff Beck, controlar la distorsión empezó a ser parte fundamental de finales de los sesenta y comienzos de los setenta. Debido a eso, empezaron a salir bandas a la imagen y semejanza de Cream (otros pioneros con distorsión), como Blue Cheer, The Jeff Beck Group, The New Yardbirds (luego Led Zeppelin) y Grand Funk Railroad (luego Grand Funk). Esta última, banda gringa del estado sureño de Michigan, fue una de las bandas más populares en los setenta, vendiendo millones de discos y rompiendo marcas de popularidad.
        Grand Funk Railroad tiene dos etapas. Una como power trío, y luego como cuarteto con la inclusión de un tecladista, época un poco más pop en que el nombre se acortó a Grand Funk por asuntos legales. La primera época es más hard rock y por lo mismo, es la más hippie en gustos musicales. De esta época es el segundo disco, “Grand Funk”, también conocido como “Disco Rojo” por la portada, y es en logran fusionar de una gran manera el blues, el rock, la psicodelia y el proto metal (prácticamente en la misma época de Black Sabbath).
        Mi llegada al disco es por mis padres, fanáticos a morir de ellos. En un tiempo, era imposible pasar una semana sin escucharlos, y escuchar la canción “Paranoid” (no confundir con la de Sabbath) miles de veces, además de escuchar la leyenda de que el bebé que suena al final de esa canción nació cuando ésta sonaba en vivo en alguna toma anterior. En todo caso, me encantaba esa música, así que no molestaba.
        Grand Funk Railroad fueron basureados por los críticos de música, pero la gente compraba sus discos e iba a sus conciertos, pero es lo que solía pasar con el hard rock y metal en ese tiempo. Y ahora, incluso. Da lo mismo. Mientras haya discos como el Disco Rojo, no importa mucho más. Mi favorito de ellos, y eso que todos sus discos de la primera época marcaron mi vida. Y es la banda favorita de Homero, ja.
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impresionesdeagosto · 3 years
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Disco #220: La Banda del Capitán Corneta - Perros Días
         Vivir en el Chile en los noventa, escuchar radios locales y no conocer La Banda del Capitán Corneta es raro. No tanto por sus canciones, sino porque en cuanto momento que fuese necesario eran nombrados. Era realmente una banda de culto, pero nadie sabía muy bien qué estilo tocaba esa banda, a menos que se escuchara. Y no muchos tuvieron acceso a su único disco en esa época y tenías que ser de una cierta edad para haber ido a sus tocatas en los noventa. Incluso, más hacia el año 2000 empezó a sonar Mandrácula, y también nombraban a La Banda del Capitán Corneta, y uno decía qué pasa ahí, más tomando en cuenta que en ese tiempo aun no me era habitual ir a tocatas, lo que ocurrió un par de años después.
        La verdad es que La Banda del Capitán Corneta es una banda con base en el blues, pero “a la Chilena”; es decir, mezclado con cuanto estilo estuviese sonando. Eso pasa porque el blues chileno no fue una realidad como movimiento hasta mucho después, y terminaron metidos en el saco del funk de Chancho en Piedra y Los Tetas, tales como otras bandas de culto, como Los Morton.
        Sea como fuese, La Banda del Capitán Corneta sacó su disco “Perros Días” bajo ese contexto a mediados de los noventa. Se acerca a Mandrácula (banda de rock alternativo medio blues posterior a ésta) gracias a su vocalista y harmonicista Pancho Rojas, actualmente uno de los pioneros y genios de la escena, el cual se junta con músicos virtuosos y arma este compendio de 13 canciones en donde el blues une y pega todo lo que suena.
        En mi caso, logré escuchar el disco a mediados del año 2000,  debido a que no había reediciones del disco o tape en esa época (éstas ocurrieron pasado el año 2010) y alguien subió a internet su compilación de canciones del disco, todas sacadas de una parte distinta, y logró armar este “Perros Días”. Ahora, de que vale el culto, lo vale, ya que el disco es muy bueno para escuchar y es sorprendentemente uniforme, a pesar de las múltiples influencias.
        La Banda del Capitán Corneta sacó un disco más en la década pasada, pero el culto se lo ganó con el disco “Perros Días”. Adelantados a su tiempo, pusieron la semilla para que existiese lo que se conoce actualmente como “Blues Criollo”. Pioneros y geniales.
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impresionesdeagosto · 3 years
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Disco #219: Mark Korven – THE VVITCH (A New-England Folktale) (Original Motion Picture Soundtrack)
         Como escribí en alguna entrada anterior, el mundo de las bandas sonoras es fascinante, pero siempre cuando esté en concordancia con la película que quieras musicalizar. No sirve de nada si la banda sonora (OST de acá en adelante) no es capaz de armar la escena que se está mostrando, por muy buena que sea. Eso ha pasado, pero son las menos masivas, asumo o creo en realidad.
        Ahora, las bandas sonoras que más me gustan están cercanas al género de suspenso y terror, debido a la amplitud de elementos tanto musicales como extraños que ocupan para lograr tensión, ansiedad y asustar en el momento determinado. Y una de las que más me ha gustado en el último tiempo es de la película “THE VVITCH”, basada en las fascinaciones que tenía el director de la película, Robert Eggers, con las brujas, y armó un guion que muestra a una familia del siglo XVII y su encuentro con fuerzas del mal en el jardín de su casa, armando una especie de “Leyenda de Nueva Inglaterra”, tal como indica su título.
        Siguiendo al respecto, Eggers encomendó la música a Mark Korven, responsable de varias OST como “Cube” en los noventa y, posterior a “THE VVITCH”, armó la de “The Lighthouse”. La gracia de la OST de “THE VVITCH” es que pareciese que uno, sólo al escuchar lo que suena, sin ver la película, logra ingresar al suspenso necesario de ésta. De hecho, eso me pasó inicialmente: escuché la OST antes de ver la película y, sinceramente, menos mal que la escuché de día, o si no habría estado pegado al techo con las tensiones auditivas.
        Por lo mismo, siento que es una muy buena representación de la película: densa, oscura, ansiosa, mucha tensión, y sustos en el lugar perfecto. Es muy posible que esta OST sea una de las razones (sin desmerecer la película como tal) por las que “THE VVITCH” logró tanto arrastre y premiaciones. Incluso, ha sido catalogada como la mejor película de suspenso/terror de los últimos tiempos. Así que, recomendaciones: ver primero la película, y después escuchar la OST, o sino no podrán dormir si escuchan la OST primero. ¿Algo más que decir? Recomendada al máximo, más si les gusta este tipo de películas.
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impresionesdeagosto · 3 years
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Disco #218: La Renga - Despedazado por mil Partes
       ¿Qué es el rock barrial? Sinceramente, no sé de dónde habrá salido, y siento que el primer esbozo de ello (mezclar rock con barras de fútbol) fue hecho en “Fearless” de Pink Floyd, canción incluida en el disco “Meddle” (#203), en donde la barra del Manchester City F.C., entona la canción “You’ll Never Walk Alone” en una parte. Claramente la canción es un montaje de dos grabaciones distintas, pero no recuerdo alguna cosa antes que haya unido música con fútbol, a menos que hayan sido cánticos de barra armados con canciones populares.
Hacia los años ochenta, con la fiebre argentina futbolera, se instauró ese concepto de “Rock Barrial” gracias a bandas como Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Sumo, Los Violadores y otras más. Eso sí, siento que es más un culto que una actitud como tal.
Siguiendo con eso, ya en los noventa, La Renga tiene mucho de esa actitud barrial en el rock que hacen, y también empezaron como una banda de culto, funcionando a través del boca en boca, con pocos anuncios de tocatas y aun así, llenando estadios con capacidad para 50.000 personas. Es que La Renga tiene calle en sus letras, y así lo asimilan los fanáticos.
El disco que masificó a La Renga fuera de Argentina es el “Despedazado por mil Partes”, un disco en donde aparecen varios de sus más grandes éxitos, como “La Balada del Diablo y la Muerte” (todo pasando en la esquina de mi barrio), “El final es en donde partí” (riff y bronces al servicio de una gran letra) o “Hablando de la Libertad” (amuleto que ha cerrado prácticamente todos los conciertos de la banda), entre otras genialidades, tanto líricas como sonoras.
Mi llegada a ellos fue por MTV pasando algunas de las canciones que mencioné en la época que salió este disco (1996 y 1997), y sonaban genial para mi gusto. Tiempo después, escuché todos sus discos y los vi en vivo en un recital en la ciudad de Viña del Mar, en un fin de semana de una época densa anímicamente hablando, pero saltando y coreando todas sus canciones, como debe ser.
Por lo mismo, decir qué disco es mejor de La Renga es poco sano, además de que tienen por lo menos tres etapas de crecimiento. La época de mediados de los noventas hasta el 2005, eso sí, los masificó, y por lo mismo, es la más venerada. De sus discos, me quedo con el “Despedazado por mil Partes”, porque todas sus canciones son himnos para mí. Chizzo, Tete, Tanque, genios barriales. Y siguen ahí.
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