Tumgik
kuroimiyukatz · 3 years
Text
DabiHawks week 2021
Día 7 Final feliz
Hola!
Hoy estoy contenta, pero a la vez un poco triste de que acabe la @dabihawksweek20 se la han rifado! 🤩🤩
Me alegra muchísimo el haber participado.
Vámonos con la última aportación.
————————————————————
Día 7 Final feliz
—¿Prometes amarlo, serle fiel en la salud y la enfermedad; en lo próspero y en lo adverso?
Nuestras risas se escapan al mismo tiempo. En verdad esas palabras nos causan gracia. Tus cejas se contraen en una mueca que parece preguntarse lo mismo que yo “¿Qué carajos viene a decirnos este sujeto? ¿Adversidad?” Nuestro amor es fruto de ella.
—Te lo prometo —declaro mirando esos ojos que no han dejado de robarme el aliento.
He pasado días y noches perdido en ellos. Conozco todos los lunares que se esconden como planetas en esas galaxias azules. Pero nada se compara a lo que tengo ante mí, Dabi, Todoroki Tōya, enfundado en un elegante traje negro que contrasta con el blanco que yo elegí para este día.
—Y tú, Tōya ¿Aceptas a Takami Keigo como esposo para amarlo y honrarlo por todos los días de tu vida?
—Por el resto de su maldita vida, sí.
Una gota de sudor baja por las sienes del juez. El resto de los asistentes presentan reacciones similares. Pero tratándose de nosotros, parecían esperar algo que remarcara lo inusual de este momento.
No los culpo, nada en esta boda tiene una pizca de normalidad. Un héroe y un (ahora ex) villano, dos hombres que celebran su matrimonio con tantas formalidades como una prisión de máxima seguridad lo puede permitir.
Somos una ironía, sarcasmo, una broma del destino que decidimos hacer nuestra, llevarla demasiado lejos.
—Siendo así —continuó el juez—. Con el poder que la ley me confiere, yo los declaro unidos en matrimonio.
El beso urgente de tus labios sobre los míos sella el momento mientras escucho los aplausos de fondo con los ojos cerrados. Finalmente y contra todo pronóstico, somos esposos.
—A partir de hoy soy problema legal tuyo, niño bonito —me susurras al oído.
—Y a partir de hoy, soy uno más del clan Todoroki —dirijo la vista a Endevour-san, quien durante la mayor parte de la ceremonia ha pretendido mirar hacia otro lado; y me vuelvo jocoso hacia ti—. ¿Debería llamarlo “papá”?
—¡Ni de coña!
Nuestro pequeño grupo de invitados (que se limita a tu familia y algunos amigos héroes) se acerca para bañarnos de felicitaciones. Tu madre y tus hermanos te acaparan, te abrazan y te dicen cosas que no alcanzo a escuchar.
—No me queda ninguna duda —dice mi ahora querido suegro apartándome del grupo—. Estás completamente loco, Hawks.
—Realmente no tengo como defenderme de esa acusación, Endevour-san.
—Quizá es por eso que se comprenden…
Sonrío encogiéndome de hombros. Sé cuanto ha sufrido tu padre. Vi a cada paso la culpa, la humillación que le trajeron sus malas decisiones, la negligencia a una familia que estaba dispuesta a arreglar las cosas, por doloroso que eso fuera. Pero también fui testigo de una fortaleza inmensa al asumir su responsabilidad como padre, digna de un verdadero héroe, del número uno.
—Gracias —ahora son los ojos azules del patriarca de los Todoroki los que se ablandan detrás de sus llamas y esa enorme cicatriz—. Gracias a ti, no se convirtió en una causa perdida, tú lo salvaste… Yo solo jamás hubiera podido.
Que el hombre al que he admirado desde niño considere que salvé a su hijo me conmueve demasiado. Dejo escapar una lágrima, porque él mismo aquella ocasión, cuando admitió que su hijo mayor lo hizo tocar fondo.
“Al salvar a Tōya, me salvaste también a mí”. Me dijo ese día en privado, con voz temblorosa, así como hoy.
—Cuidaré aún más de él a partir de ahora. Hay un largo camino por recorrer.
Tu padre sonríe suave, idéntico a como tú lo haces cuando te haz sentido a salvo, en casa.
“Mi hogar eres tú, Keigo, mi niño bonito”. Me confiesas cada noche que pasamos juntos.
Por eso quiero seguir siendo tu hogar, tu roca, lo que haga falta. Porque lo nuestro nunca fue ni será fácil. Ni siquiera ahora.
Te veo caminar hacia mí, que sin darme cuenta, hemos quedado rodeados por nuestros invitados. Una balada sin letra suena en el aire mientras tomas mi mano para atraerme, me alzas en brazos al compás de ese ritmo.
“¡Al diablo con todo!” Me digo decidido a que nada va arruinar la felicidad de este momento. Así, te tomo por la cintura para elevarnos juntos en un aleteo. La música sigue y con ella nuestro intento de primer baile como esposos.
Te beso en el aire una y otra vez. Odias admitirlo, pero te encanta cuando lo hago.
—Puede que nos tome años… —seguramente así será mientras cumples la sentencia por tus crímenes como villano. Nuestra máxima aspiración es lograr que de dejen cumplir tu sentencia en arresto domiciliario. Sea como sea, no será pronto.
—Un día a la vez, mi Tōya-kun. Hoy es nuestra boda.
—Y cuando todos se larguen, la siguiente parada es la recámara de visitas matrimoniales.
—Te amo, con todo y tu talento para matar el romance.
—Y yo a ti, niño bonito, con todo y ese trasero insaciable.
Me sonrojo hasta las orejas rezando porque tus palabras no hayan llegado a ninguno de nuestros invitados. Ahora mismo siento odiarte porque tienes razón.
FIN DEL DÍA 7
FIN DE LA DABIHAWKS WEEK 2021
————————————————
Gracias totales!!!🥰
No tengo mucho más que decir.
-MiyuKatz
12 notes · View notes
kuroimiyukatz · 3 years
Text
DabiHawks week 2021
Día 6: Medieval AU
Hey!
La @dabihawksweek20 se nos está acabando, pero no la emoción 😆🖤🖤🖤🖤
Nos quedan dos días y hay que darlo todo!
Vamos!
—————————
Día 6 Medieval AU
En este mundo las criaturas sobrenaturales conviven con los humanos desde hace siglos. Dragones, hadas, dríadas y ninfas pueden ser encontradas si sabes en donde buscarlas.
Yo mismo, al ser un sacerdote del templo del dios del fuego no soy ajeno a la existencia de seres espirituales. Puede decirse que los atraigo, mi trabajo, después de todo es mediar entre ambos mundos.
El trato con ellos, es cosa de todos los días. Mis poderes espirituales, concedidos por el dios al que sirvo, me otorgan habilidades raramente confiadas a un humano. Creo que por eso los fantasmas me siguen, nos agradamos mutuamente e incluso se preocupan por mí.
—Keigo-san ¿Te encuentras bien? —preguntan consternados los fantasmas que habitan el cementerio contiguo al templo—. Te ves cansado.
—Dormí poco anoche, es todo —respondo para calmarlos.
Asienten incrédulos. No creo que pueda engañarlos. Están consientes de que la esencia demoniaca que ha colonizado mi piel, no es de este mundo. Yo mismo al despertar, llego a percibir ese olor a incienso quemado mezclado con el sudor de mi ropa de dormir. Me excita, provoca morderme los labios mientras me encargo de la erección que aparece como un recuerdo de la noche anterior.
Por más experiencia que tenga con los seres sobrenaturales, jamás imaginé que alguna vez lidiaría con un íncubo.
“Dabi.” Te pienso en medio de mis quehaceres de sacerdote. Pienso en tu cuerpo etéreo, que me posee con tanta pasión cada noche, que llego a creer que perderé el juicio.
El toque de tus manos expertas me deshace, soy tuyo desde mucho antes de consumar el acto. Te quiero todo, incluso si eso significa renunciar a mi cordura por unas horas más.
—Creí que los íncubos solamente yacían con mujeres —comenté en un destello de lucidez hace algunas noches.
—¿Te desagrada mi apariencia masculina? —alzaste ambas cejas sobre esa sonrisa retorcida.
—Nunca dije eso…
Tu enorme suspiro se estrelló contra mi cara antes de recostarte a mi lado.
—Simplemente somos seres instintivos. Sembramos la semilla de la lujuria en los sueños de los humanos —explicaste—. Ustedes suelen ser tan manipulables, no oponen resistencia, se dejan llevar por esas imágenes y después, su mente y su cuerpo hacen el resto. Nosotros nos alimentamos de esa energía sexual que expiden.
—Eso no responde mi pregunta —insistí—. ¿Por qué yo?
—Como te dije, es puro instinto —tu mano larga y quemada me acarició el rostro bajando hasta mi pecho—. Me sentí atraído por tu poder espiritual. Tienes algo que jamás había visto en ningún humano… Eres algo especial, sacerdote del fuego.
Atrapé esa mano con la mía y la llevé hasta mis labios para depositar besos en ella. Agradecí al dios del fuego por escuchar los rezos de su propio siervo. De ese que pese a conocer su rol como sacerdote se sentía incompleto. Pedí con tanto fervor que ese hueco en mi alma fuera llenado, que creo que por eso te reconocí tan pronto plantaste la semilla de lujuria en mis sueños.
Llevaba meses pidiendo, meditando y tratando en vano de encontrar cura a ese vacío en mi interior. No quería, no me atrevía a darle un nombre hasta esa noche.
Si lo que dices es cierto, la fuerte energía espiritual que emané por tanto tiempo, debió ser un faro para ti. Sentí demasiado calor en mi sueño, un calor que había iniciado apenas con una chispa, como la sensación de un beso fugaz que pronto se multiplicó por todo mi cuerpo.
Los besos se volvieron intensos, mi boca se abrió para darle la bienvenida a una energía que era como agua para mi sed. Pronto me inundó una ola de caricias. Dijiste que como íncubo te alimentas de la energía que propago cuando estallo de placer. Lo que descubrirías tú también aquella primera noche, es que nada me excita tanto como sentirme amado.
El roce de esa energía en mis sueños tenía el balance perfecto de ternura y pasión. Por eso supe que debía abrir los ojos. De inmediato noté que esto no podía tratarse sino de algo sobrenatural y debía despertar para ir a su encuentro.
—Nunca esperé que fueras a despertar en ese momento…
Sí, desperté a medio trance. Confundiendo aún la realidad con el sueño al encontrarme con ese espíritu demoniaco con cuerpo de dios, yaciendo sobre mí; con su boca abierta a centímetros de la mía, para tomar la energía sexual que te alimenta. Maté la distancia de un solo golpe y te rodeé con mis brazos.
Así nos hundimos en una danza de cuerpo y espíritu, un verdadero banquete para ti y un frenesí de placer para mí. Terminaste de materializarte y me hiciste tuyo. Por eso ahora mi cuerpo te reclama, te extraña. Desea sentir tus dientes encajándose en mis muslos antes de trepar por mi entrepierna.
De verdad me devoras, te entrego mi cuerpo y hasta mi alma cuando te siento entrar para estimularme cuanto sea necesario; incluso cuando te pido más, eres un amante generoso y me das lo que quiero a manos llenas.
—Puedes alimentarte de mí hasta que estés satisfecho, Dabi.
—Debo admitir que jamás imaginé que aprendería a amar a un humano —comentaste dejando un beso en mis labios.
—Tu amor es el mejor afrodisiaco —correspondo tras degustar el gusto caliente de tu saliva—. También te amo.
Es por eso que mis horarios están volteados desde hace meses. Aunque (según me explicaste) una sola dosis de energía es suficiente alimento por un par de días para los íncubos, no todas las noches son de placer desenfrenado.
Poco a poco las visitas nocturnas comenzaron a intercalarse con largas charlas sobre el mundo de los espíritus, el humano e incluso lo que aún está más allá de esos dos. Entre tazas de té, vino y bocadillos de media noche llegamos a pasar horas inmersos en textos antiguos, en demostraciones de magia o paseos de tu mano por ese mundo al que los humanos no tienen acceso.
Cada instante que paso a tu lado, incluso lo que no comprendemos del otro, no hace sino atraernos más.
Ahora es apenas medio día en el templo y ya ansío que llegue la noche para perderme contigo y de paso encontrarme gritando de placer sobre tu cuerpo de demonio.
FIN DEL DÍA 6
————————————
Mil gracias por leer!
A seguir disfrutando!
Hasta mañana 😘😘😘😘
-MiyuKatz
5 notes · View notes
kuroimiyukatz · 3 years
Text
DabiHawks Week 2021
Día 5: Panadería
Hey!!
Cómo están?
No les pasa que cada día de la @dabihawksweek20 se emocionan más que el anterior?
O será que estoy loca de amor por estos dos? 🖤💛🖤💛
En fin, los dejo con mi contribución 😘
Precaución: producto caliente 🔥🔥🔥
—————————————————————-
Día 5: Panadería
—¡Qué pan más rico!
—Gracias por elegirnos, ¡llevar el mejor pan a su mesa, es nuestra pasión en panaderías Todoroki!
El anciano cierra los ojos antes de dar la segunda mordida a su pan de mantequilla relleno de crema de leche. Mastica lento, como no queriendo acabárselo.
—¡Definitivamente este es un pan especial, muchacho!
—A-ah ¿Sí?
—Tengo más de quince años viniendo a comprar pan por su calidad, pero este, este fue hecho con amor. Lo siento en cada una de sus fibras.
Volteo el rostro siento el color subiéndose por mi cara.
“¿Tan obvio es?”
***
—Buenos días, niño bonito.
Siento unas manos posarse sobre mis hombros que me atraen sin el menor reparo. Un par de segundos bastan para verme aprisionado en ese abrazo que conozco tan bien.
—¡No jodas, Tōya! —quiero oponer resistencia al calor de tus labios bajando por mi cuello—. ¡Son las cinco de la mañana y estoy trabajando!
—Apenas encendiste los hornos...
Te sabes perfecto mi rutina en la panadería, sabes que entro a las cinco, enciendo máquinas para comenzar a hornear y sacar los pedidos del día. Los grandes hornos tardan hasta veinte minutos en alcanzar la temperatura deseada.
Sabes también que Sato-kun no llega sino hasta las cinco y media.
Por eso avanzas rápido, tu mano juguetea en mi entrepierna y se cuela por mis pantalones.
—¡Si este puto horno se calentara así de rápido ten por seguro que terminarías tu trabajo antes de las seis!
Este idiota...
Interrumpo tus avances para voltearme bruscamente y atrapar esa boca con un beso salvaje. Esto no se va a quedar así.
—Vas a tener que ayudarme a sacar los pedidos después de esto.
—Me parece un precio justo, Kei-go-kun...
Me arrebatas de golpe el sabor metálico de tu labio inferior. Ese piercing le da un toque malditamente sensual a tus besos. Tomas mi mano y en unos pasos estamos entre dos torres de charolas vacías que nos dan algo de privacidad en esta enorme cocina.
Te arrodillas y continúas justo donde lo dejaste. No hay espacio en mi mente para ningún pensamiento, tan solo soy capaz de dejarme llevar por las sensaciones que despierta tu lengua y su rastro de saliva cubriendo mi miembro erecto.
—¡Ay, Tōya!… —tampoco soy capaz de reprimir mi voz jadeante—. ¡Devórame de una jodida vez!
Te miro para encontrarme con esa sonrisa maniática que te provoca el saber que me tienes justo como quieres.
—Primero haré que te vengas —dices sin detener el jugueteo allá abajo.
—¡Ah! No hay tiempo…
—¿Quieres apostar?
Así, de un solo movimiento tu boca me engulle, hambrienta, profunda, irresistible. ¡Maldito Tōya! Menos mal que no puedo pensar claro, de haber apostado, habría sufrido una derrota humillante.
—Eso es un nuevo récord —te burlas apenas tragas mi semen.
Respiro profundo, agitado. No lo puedo creer. El reloj de la pared de enfrente marca las 5:15 ¡Mierda!
—Eh, Tōya —te llamo mientras termino de mandar mis pantalones al piso—. Más te vale a ti también romper tu propio récord.
Te vuelves hacia mí como un animal salvaje con un banquete servido ante si. Estás tan listo como yo, que te espero de espaldas, con los antebrazos apoyados contra la pared, como queriendo anticiparse al impacto. Guardas la envoltura del preservativo en el bolsillo y de ahí, tus dedos hacen lo propio en mi entrada.
Sabes exactamente donde tocarme, pero yo te necesito adentro y lo sabes.
—Aquí voy, niño bonito.
Aún en las prisas siento mi cuerpo abrirse y apretarse para ti. Te reconoce, te reclama, te pide más.
—¡Lléname! —exigo entre jadeos.
De pronto, tus manos me sujetan fuerte por las caderas profundizando la penetración. Esta pausa prolongada marca el final y el nuevo récord. Preferiría hacerlo lento, con tanto tiempo como para dar una segunda ronda e incluso ir a comer algo después. Pero tu padre sigue molesto contigo por haber dejado la universidad, así que hace trabajar horas extras como repartidor y empacador en la panadería. Por eso apenas nos queda tiempo para vernos.
Sin deshacer todavía nuestra unión, me haces erguirme y tus brazos me rodean por la espalda, como al principio. No obstante, la lujuria inicial ha desaparecido. Tu buca ahora busca mi oído y me susurra:
—Te amo, Keigo-kun.
Soy yo quien se separa para abrazarte de frente y plantarte un gran beso en los labios.
—Sabes que yo también te amo… Tōya-kun. Y sabes también que me ayudarás a despachar este pedido.
Me subo los pantalones y me ajusto la camisa antes de dirigirme a lavarme las manos.
—¡De prisa!—me das una palmada en el trasero con tu cara burlona—. ¡Esos panes no se van a hornear solos, Takami!
—¡Mejor pon esas manos a amasar, Todoroki! —respondo con el mismo gesto.
Entre risas y uno que otro suspiro ponemos manos a la obra.
Definitivamente hornear no es lo tuyo, por lo que me pongo detrás de ti, extiendo mis manos hasta alcanzar las tuyas para guiarlas. Por varios minutos, dos pares de manos estrujan y extienden la masa que despide un sutil olor a mantequilla, azúcar y vainilla.
Finalmente, la primera orden entra y sale de los hornos. Comienzo rápidamente rellenar esos bollos con crema de leche. Lo hago tan apurado que un poco de crema me salpica en la cara.
—Necesito un cigarro —dices perfilándote a la entrada—. Te encargo el resto, niño bonito.
—Te quiero aquí para terminar de empacar.
Por respuesta, lames la crema que quedó en mi mejilla y sonríes.
***
—Es más, llevaré otros dos.
—Gracias por su preferencia —respondo cortés pero nervioso al anciano. Hoy apenas prestó atención a los dorayakis que siempre elige.
—Acá entre nos, muchacho, deberías seguir haciendo esta misma receta. Con este mismo amor.
Asiento aún más ansioso y sonrojado que antes. Pues justo te veo estacionando el camión repartidor en la entrada. Suena el timbre de entrada y te quitas la gorra dejando al descubierto tu despeinado cabello negro.
—Buenos días joven —saluda el amable anciano—. ¡Justo le comentaba a su compañero lo deliciosos que le quedaron los bollos rellenos!
—Lo sé bien, yo mismo le ayudé a hacerlos.
El pequeño hombre vuelve su mirada sorprendida hacia mí y cierra muy lento los ojos.
—Eso lo explica todo.
Ustedes dos comparten una sonrisa de cómplices mientras yo siento que moriré de la vergüenza.
FIN DEL DÍA 5
—————————————
Ay Dio mío 😮‍💨😮‍💨😮‍💨
Hasta calor me dio!
Les agradezco mucho si llegaron hasta aquí!
Nos vemos mañana
-MiyuKatz
5 notes · View notes
kuroimiyukatz · 3 years
Text
DabiHawks Week2021
Día 4 Amnesia
Hola! Sigo con el rush de la @dabihawksweek20 😆💕💕
Vamonos!!
———————————-
Día 4 Amnesia
—¿Qué harías si un día me olvidara de ti?
—Siempre he sabido que tienes cerebro de pájaro, pero no es para tanto…
Supuse que dirías algo así y resoplé recostándome a tu lado. A esta hora de la tarde, te extiendes sobre la cama como un gato que se dispone a disfrutar los últimos rayos del sol. Tú lees por enésima vez La llamada de Cthulhu y yo miro el techo.
—Es decir, si un día me despertara haciendo un escándalo porque no reconozco al sujeto que duerme conmigo…
—¡Carajo contigo, Keigo! —tu libro va a dar sobre la mesita de noche y te abalanzas sobre mí—. ¡¿Por qué insistes?! ¡Eso no va a pasar!
Tus ojos azules se clavan en los míos. Me miran severos, pero también detecto en ellos una chispa de angustia. Sabes que sigue siendo una posibilidad. Ya perdí la memoria una vez y lo sabes.
Según lo que me contaron los trabajadores sociales, hasta los ocho años había vivido en una familia disfuncional, donde los abusos y la pobreza eran cosa de todos los días. Por supuesto, no lo recuerdo, una golpiza de mi padre, un delincuente adicto, me causó una contusión cerebral que puso mi mente en blanco.
Por supuesto, mi familia perdió mi custodia y jamás los volví a ver (tampoco era como si a ellos les pesara mi ausencia). Conforme iba creciendo sufría desmayos de vez en cuando. Era una consecuencia de la contusión, me habían dicho los médicos y tendría que lidiar con eso toda mi vida.
“¿Qué tan probable es?” Les pregunté cuando mencionaron que podría repetirse otro episodio de amnesia.
“Es poco probable, Takami-kun. Pero siempre será una posibilidad si te vuelves a golpear la cabeza.”
—Escúchame bien —dices presionando tu índice contra mi pecho—. Soy capaz de hacerte recordar con otro golpe.
No pude evitar reírme. Tu humor negro y sarcasmo siempre me ponen de buenas. Te tomo por el cuello atrayéndote hacia mí, justo en el ángulo perfecto para atrapar tus labios en un beso.
Dentro de nada mi lengua encuentra la tuya haciendo lo que mejor saben hacer. Termino el beso con un suspiro y mi cabeza se hace lugar pegando el oído sobre tu corazón. Late fuerte haciendo que me aferre aún más entre tus brazos.
—Es solo que… Puedo apostar que la primera vez que sucedió fue como un regalo, no creo que haya ningún recuerdo que quisiera conservar de cuando era niño —Siento tu mano subir y bajar por mi espalda buscando relajarme—. Antes, no tenía nada que me importara olvidar.
Mis ojos me traicionan humedeciéndose de más. No quisiera olvidar a quien me ha dado mis mejores momentos.
—¿De verdad quieres saberlo? Dolería como la puta mierda —dices apretando tu abrazo mientras besas mi frente muy suave—. Pero me presentaría y diría alguna idiotez como: “Soy Todoroki Tōya, quizá no me recuerdes, pero desde hace años soy tu amigo y compañero de estupideces…”
Por segunda ocasión, sustituyes mis lágrimas por una carcajada.
—Te creo perfectamente capaz de hacerlo.
—Me conoces bien, cerebro de pollo —Ahora es tu mano la que acaricia mi rostro. Parpadeas muy lento y la ternura de tu mirada azul me llena el alma—. Así como creo que me conoces lo suficientemente como para saber que seguiría a tu lado, volvería a pasarlo todo hasta lograr que caigas de nuevo a mis pies.
— Tōya… —te llamo sin terminar de entender el tamaño de mi fortuna. Sí, soy afortunado de estar estúpidamente enamorado de ti.
—Confía en mí, ya me sé el camino.
El sonrojo y la excitación es inminente al percatarme de tu mano jugando con mi entrepierna.
—Ese, también será tu día de suerte, Keigo-kun…
—Te amo tanto, Tōya.
—Y yo a ti, cerebro de pollo.
FIN DEL DÍA 4
Muchas gracias por leer!
Nos vemos mañana
-MiyuKatz
12 notes · View notes
kuroimiyukatz · 3 years
Text
DabiHawks week 2021
Día 3 Avatar AU
Hey! Aquí dándole con todo a la @dabihawksweek20 😼😼
Soy fan desde siempre de TLAB así que me emocioné con el tema de hoy.
Disfruten!
———————————-
Día 3 Avatar AU
—¡No puede ser! ¡¿Están seguros?!
—No cabe la menor duda, su majestad.
Yo tenía seis años, pero recuerdo perfectamente como el viejo casi se va de espaldas cuando escuchó a los ancianos del Loto Blanco. Espiaba desde la otra habitación a esas personas que hacía unos instantes habían estado conmigo.
—El príncipe ha puesto en orden exacto los objetos pertenecientes a los últimos avatar ¡No es ninguna coincidencia!
—¡El mocoso no puede dejar de quemarse con su propio fuego en los entrenamientos! ¡¿Y me dicen que tiene que aprender a dominar otros tres elementos porque el balance del mundo depende de él?!
Mi corazón infantil se estrujó. No terminaba de comprender todo lo que decían, pero entendía perfectamente que una vez más, mi padre estaba decepcionado de mí y que me consideraba un inútil. Siempre había sido así.
—Le aconsejamos que el avatar concentre todos sus esfuerzos en dominar el fuego control antes de que parta en su viaje rumbo al Templo del Sur de los nómadas del aire. Después de todo, aún es un niño y estamos en tiempos de paz.
Pese a que los ancianos del Loto Blanco insistieron que no había ninguna prisa, el viejo me sometió a un entrenamiento exhaustivo de fuego control con generales retirados de la Nación del Fuego. En esos años no hice sino exasperar a mi padre, quien no terminaba de reprochar mis avances insuficientes y recibir quejas de los imbéciles de mis maestros, que presumían de ser los mejores maestros fuego de la Nación, pero carecían por completo de habilidad para enseñar a otros.
Lo único que me motivó en esos años es que al pasar el examen de fuego control me enviarían lejos del palacio y con ello, mandaría al diablo las exigencias y presiones del viejo.
Pasé apenas, los ancianos del Loto Blanco remarcaron que el control de mis emociones estaba íntimamente ligado con el de mis llamas. Por lo que debía dominarlas también a ellas.
“¡Qué fácil es decirlo!” Pensaba. Ellos no eran quienes habían soportado los abusos y violencia de ese viejo bastardo durante los últimos quince años.
—Te hará bien cambiar de aires —dijo uno de los ancianos en mi viaje al Templo del Sur—. De hecho, no creo que sea coincidencia que justamente ese sea tu segundo elemento a dominar.
Realmente lo único que me importaba era ponerme fuera de las garras del viejo, el lugar era lo de menos.
Mi afán de libertad chocó al llegar al Templo del Sur, donde descubrí que mientras estuviera ahí, viviría como uno más de ellos, como un monje. Estando acostumbrado a los lujos y comodidades reales, por supuesto no fue de mi agrado. No obstante, llegaba a encontrar más coherencia en la extraña disciplina de los nómadas aire que en las exigencias sin fin de mi propio hogar.
“Al menos aquí nadie me grita lo que tengo que hacer.” Pensaba mirando en el espejo los azotes de castigo que se habían quedado marcados en mi piel. De alguna forma, me sentía aliviado.
Lo único que me daba rabia era que mi aprendizaje seguía tan lento como el de fuego control. Los monjes de alto rango lo notaron y decidieron cambiar de estrategia.
—Tōya-kun —nadie de ellos se refería a mí como “alteza” o “príncipe”—. Queremos que conozcas a Keigo, él será tu mentor a partir de ahora.
—Mucho gusto —saludó ese monje rubio con ojos de halcón haciendo una reverencia con la cabeza—. Espero no te moleste unirte a grupo infantil.
Los monjes seguían hablando de tus credenciales, algo sobre que tú, Takami Keigo, eras el monje más joven en la historia del Templo del Sur en obtener los distintivos tatuajes de los maestros aire; pero yo solo podía mirarte con curiosidad. No te parecías en lo absoluto a ningún otro de los monjes. Te rodeaba un aire misterioso que contrastaba con tu sonrisa abierta.
Sin más que discutir, me uní a la clase de los niños, que se reían ante mis intentos de formar una esfera de aire y montarla, siempre terminaba de cara contra el piso.
—¡Basta, chicos! —pedías a la clase y todos obedecían bajando la cabeza—. A diferencia de ustedes, Tōya ya domina un elemento que funciona muy distinto al nuestro ¡Discúlpense con él!
—Lo sentimos, Tōya-nii —respondieron a coro.
—¿Por qué no nos tomamos un descanso? —dijiste dejando de lado el tono severo del regaño—. ¡Tienen quince minutos!
Mientras los niños se alejaban a toda prisa rumbo a los bebederos, me extendiste la mano para ayudarme a ponerme en pie.
—¿Soy patético, no es así? —resoplé rechazando tu gesto amable.
—No, no lo creo.
—¡¿Qué mierda sabrás tú?! ¡Ni siquiera me conoces! —En verdad odiaba que me trataran con lástima, como mis maestros de fuego control cuando no paraban de compararme con el viejo y mi hermano menor.
Intenté alejarme, caminé hasta el mirador de la terraza y miré el precipicio ante mí antes de lanzar un escupitajo. Estaba harto.
—En efecto, no sé mucho sobre ti —continuaste como si nada una vez que llegaste a mi lado—. Pero he leído que el fuego control se basa mucho en la respiración y en algunos maestros está directamente vinculado a sus emociones.
Me quedé pasmado, tus ojos de halcón se me clavaron fijo, esa mirada era tan certera como sus palabras.
“Este idiota no siente lástima en absoluto”.
Exhalaste hondo y tu vista se volvió hacia las montañas puntiagudas que se alzaban sobre el precipicio.
—Por otro lado, el aire control tiene más que ver con vaciar la mente, por eso iniciamos el día meditando. Para no sentir nada más que el presente.
—¿Qué carajos tiene eso qué ver con el aire control?
—Intenta no pensar en que debes contener tus emociones, déjalas que soplen como el aire a través de ti y manifiéstalas.
Pusiste una mano sobre la otra y formaste una pequeña esfera de aire.
—Ahora tú —pediste.
Traté de hacer eso que dijiste, vaciar la mente, simplemente sentir el aire a mi alrededor y darle forma de esfera como tú lo hiciste. Para mi sorpresa, creé una esfera bastante más grande de lo esperado que me sacudió por completo.
—¡Déjala ser, Tōya! —exclamaste—. ¡Si la dejas manifestarse podrás amoldarla al tamaño que deseas!
Así lo hice, dejé pasar unos segundos antes de darle un tamaño similar al tuyo. No lo podía creer ¡Lo había conseguido!
—¡Bien hecho! —me felicitaste deshaciendo tu esfera—. Puedes liberarla si quieres.
No obedecí, la agrandé de nuevo y liberé la esfera frente a mí. Sentí tanta confianza como para saltar sobre ella. De ese modo, quedé flotando como lo hacían los niños en clase. Di una vuelta por la terraza y finalmente se deshizo. Era la primera vez que lo hacía sin lastimarme.
—¡Tōya-nii lo logró! ¡Tōya-nii lo logró! —escuché de pronto a los niños que volvían de su descanso.
Se acercaron a mí y celebraron mi avance. Reían y saltaban a mi alrededor cuando una sensación cálida se asentó mi pecho al ver la ternura con la que contemplabas la escena. Lucías orgulloso y por primera vez en mucho tiempo, pude también sentirme orgulloso de mí mismo.
***
A partir de ese día entraste a mi vida como un vendaval que lo barrió todo. Tus enseñanzas me hacían aprender aire control tan rápido que parecía mentira lo mucho que tardé en dominar el que se suponía, era mi elemento natural.
Los meses pasaron al ritmo de tus clases. A tu lado aprendí a vaciar mi mente, a limitarme a vivir el momento y que esa brisa refrescante que era Takami Keigo soplara a través de mí.
Nos volvimos cercanos, al grado que me hacías dejar mi vergüenza de lado para dejarte curar las heridas que me hacía en los entrenamientos. Odiaba mi cuerpo con sus quemaduras, odiaba mi piel sensible llena de cicatrices por los azotes del viejo. La odiaba tanto que hasta ese momento, no permitía que nadie me viera sin mi camisa interior.
—Cerraré los ojos si así lo prefieres, Tōya, pero tú solo no podrás curarte ese corte en la espalda —sugeriste abriendo los frascos con ugüentos curativos.
A mi nariz llegaba el fuerte olor de las hierbas medicinales y el tacto de tus dedos vacilantes distaba varios centímetros de la herida que pretendías curar.
—Abre los ojos, Keigo —dije realizando que todo aquello era ridículo.
Sin decir una palabra, pronto reanudaste tu labor, preciso, como debió ser desde el inicio. Ardía el ugüento contra mi espalda sangrante, mordía mi labio inferior en un intento de amortiguar la incomodidad, pero más que nada, para aguantar la enorme vergüenza que sentía de que me vieras así, tan frágil, tan patético.
—Siempre he creído que las cicatrices nos recuerdan lo fuertes que nos hemos vuelto —tu dedo se detuvo cerca de mi nuca—. Eres fuerte Tōya, jamás dudes de ello.
Me quedé inmóvil, conteniendo el llanto y las ganas de abrazarte. Desde entonces, poco a poco dejé de sentir vergüenza contigo.
Aunque me ayudaste a tener un poco más de confianza, las dudas sobre mi papel como el avatar, de vez en cuando lograban llenarme de ansiedad por el futuro.
“¡Si el equilibrio del mundo depende de ti, estamos jodidos!” Tenía las palabras del viejo clavadas en mi mente.
—¡¿Por qué carajos los dioses, o el destino o no sé que mierda me eligieron como el avatar?!
Me pregunté un día que me llevaste de paseo a la playa en tu bisonte volador. El sonido de las olas chocando contra nuestros pies desnudos caminando por la orilla era el único elemento extraño en aquél sitio vacío.
—No lo sé, Tōya. Debes de tener algo que solamente tú puedas hacer como avatar.
Ladeé un poco la cabeza haciendo una mueca de confusión.
—A veces te tomas muy en serio tu papel de monje, Keigo ¿Qué quieres decir?
—Pese a que el avatar tiene la función de mantener el equilibrio del mundo, cada uno en la historia, lo ha llevado a cabo de una forma diferente. Es decir, cada uno de ellos ha tenido su propia misión. Con el tiempo descubrirás cuál es la tuya.
Una ola chocó con demasiada fuerza contra mis pantorrillas salpicandome la ropa. Yo no tenía idea cuál sería mi puta misión en este mundo, solamente sabía que quería descubrirla a tu lado. Pero hasta entonces no encontraba el valor para decírtelo.  
"Soy patético", pensé una vez más.
Por eso detesté que me hubieras traído a la playa, tomé el mar como un doloroso recordatorio de que me quedaba tan solo un mes a en el Templo del Sur antes de partir rumbo al polo norte para dominar el siguiente elemento.
Apreté los puños y me limité a sentir el momento, mis emociones fluyeron como me enseñste a hacer aquél primer día de entrenamiento. Entonces, sin pensarlo, te tomé por los brazos y te besé.
Definitivamente te tomó por sorpresa, y sin embargo, no me rechazaste. Tus cejas alborotadas se alzaron sobre tu rostro sonrojado.
Tú, que parecías tener siempre la frase exacta, la respuesta perfecta, justo ahora te que quedabas sin palabras.
—¿Por qué? —musitaste ocultando tu cara con ambas manos—. ¡¿Por qué tenías que hacerlo justo ahora que te vas?!
Apoyaste ambos puños contra mi pecho mientras las olas seguían empapándonos.
—Yo… ¿Estás llorando?
No sabía qué hacer, no sabía como consolar a alguien, nadie me había enseñado, así que por instinto, torpemente, te rodeé con mis brazos.
—Soy yo el que es patético, Tōya-kun —confesaste sin mirarme—. Pretendía enterrar mis sentimientos porque sabía que te irías…
Ahora el sorprendido, era yo:
—¿¡Qué mierda!?¿¡Y no fuiste tú el que me enseñó a no contenerme!? ¿¡Qué clase de maestro eres!?
Por fin hice que me miraras, tus hermosos ojos de halcón se deshacían en lágrimas. Besé esas mejillas húmedas y acaricié tu cabello dorado.
—Tienes razón, no soy el mejor maestro… y para serte honesto, no estoy seguro de querer seguir siéndolo.
—¿¡Y qué es lo que quieres tú, Keigo!? —pregunté furioso—. ¡No te contengas!
Apretaste fuerte los párpados y dijiste:
—Quiero acompañar al avatar a descubrir su propia misión. Quiero estar a tu lado, Tōya.
—Ven conmigo entonces, Keigo.
Tus ojos se abrieron sin dejar de llorar y te lanzaste sobre mí haciéndome caer. Rodamos juntos por la arena terminando de mojarnos con el agua del mar. Entre besos salados y suspiros hicimos nuestras primeras confesiones:
—Te quiero tanto, Keigo. Te quiero desde el día que curaste de mis heridas… —recordé esa cicatriz que surcaba el centro de mi espalda. Había sanado gracias a ti.
—Yo te quiero desde el día que entraste en estado avatar para defenderme de esos bandidos…
No había duda que esos bastardos pertenecían a un circo. Se habían infiltrado en el templo por la noche para robarse a los bisontes bebés. Los viste desde tu habitación y corriste a confrontarlos, pero uno de ellos bloqueó tus puntos de presión inhabilitando tu aire control.
—Aunque estuviste a punto de matarlos… —no me arrepiento de nada, ni de haberte seguido cuando me pediste que me mantuviera a salvo, que fuera a buscar a los monjes mayores; ni de haberme dejado llevar pensando que no podía dejarte ir solo. Por eso no pude contener mi rabia al verlos dándote una paliza.
—Eso es lo que le espera a cualquiera que se meta con mi hombre.
Te sonrojaste más que nunca y yo te besé de nuevo.
—Eres malditamente adorable.
—Cállate, Tōya …
Desde entonces estamos juntos. No ha pasado mucho desde que partimos rumbo al polo norte en tu bisonte volador. El viaje es largo y apenas está comenzando. Pero a diferencia de antes, aunque tengo una misión por descubrir, ya no tengo miedo del futuro. Tener el amor y el apoyo de este elocuente maestro aire a mi lado, es todo lo que necesito para enfrentar cualquier reto.
FIN DEL DÍA 3
Gracias por leer! 💕💕💕
-MiyuKatz
10 notes · View notes
kuroimiyukatz · 3 years
Text
DabiHawks week 2021
Día 2: Escuela de héroes
Heyy! Estoy mucho más emocionada que ayer! 😆
@dabihawksweek20 muchas gracias por tu trabajo y por hacer esto posible ❤️
Ahora sí, vamos con el día dos.
Día 2 Escuela de héroes
Ojalá pudiera decirte que te quiero. Que me distraigo viéndote entrenar. Que te considero tan inalcanzable como cuando te veo volar.
Ojalá pudiera decirte que posiblemente eres el único que alguna vez me ha tomado en serio. El único para el que he sido algo más que una causa perdida e incluso debo admitir, que fuiste el primero en hacerme sentir que soy digno de admiración.
—¡Haz mejorado ese control en tus llamas, Tōya-kun! —celebraste después de una práctica—. Entrenas mucho últimamente ¿No es así?
Me quedé perplejo sin creer lo que escuchaba. Justo venía de comenzar el día con otro sermón por mi mala actitud en clases y mi falta de compromiso, según los maestros de la UA.
Con todo eso encima, me impactó como nada el que tú, Takami Keigo, el chico ángel, el alumno estrella de nuestra generación se hubiera fijado en los esfuerzos de un inadaptado como yo.
A partir de ese día me buscaste y aunque yo no lo quisiera al principio, me encontraste. Sabías dónde y cuándo abordarme. Mas yo no te lo puse fácil, pues pasaba de ti molesto, confundiendo tu amabilidad con arrogancia.
—¡¿Qué mierda pretendes?! —exploté aquél día saliendo de clase. No lo soporté y te tomé por el cuello de la camisa—. ¡Llévate tu puta lástima a otra parte!
Te solté y me alejé furioso. Me tenía harto la condesendencia de todos a mi alrededor.
—¿Cómo podría tener lástima de alguien que estuvo a punto de derrotarme en una práctica?
Tu voz era completamente seria, sin un solo titubeo. Me detuve en seco y volví la vista atrás.
—¿No te lo dije aquel día? Tu control de llamas ha mejorado bastante a comparación del inicio de año —continuaste—. Debiste haber entrenado mucho, ya no eres ese incendio descontrolado.
No lo había pensado, pero en esa práctica te lancé una flecha de fuego (mi última técnica que intentaba perfeccionar) en pleno vuelo. Por supuesto, fallé; pero te pasó lo suficientemente cerca como para hacerte perder la trayectoria y buscar apoyo en tu equipo.
—De no haber sido por Rumi, habríamos perdido…
Era cierto, ni siquiera me había fijado en el repunte de la chica conejo que al final le dio la victoria a tu equipo. Tan solo me hundí en mi frustración por no haber acertado en el blanco.
Me sentía como un imbécil. Habías sido sincero desde el inicio. Esa actitud franca derrumbó mis barreras y desde ese día comenzamos a hablar más seguido e incluso a comer juntos, aunque tus amigos se incomodaran con mi presencia a la hora del almuerzo. Sus miradas de extrañeza me cohibían e inevitablemente, me ponían a la defensiva.
Tan pronto te percataste, optaste por pasar tiempo a solas conmigo después de clase, o en la azotea de la UA. También, comenzamos a caminar juntos a casa.
—¿Tú por qué quieres ser un héroe, Tōya-kun?
Preguntaste una tarde de verano mientras bebíamos café frío en lata.
—Para demostrarle a todos que se equivocan, supongo. En especial al maldito viejo.
Tus labios se apretaron como pensando qué decir.
—Yo creo que no necesitas demostrarle nada a nadie. Tú no eres como él. Tu poder funciona diferente aunque sea parecido.
La lata que sostenía mi mano derecha casi fue a dar al piso. Me resultó increíble que lo hubieras notado, que el control de mis llamas estaba estrechamente ligado al de mis emociones.
“Eres un ser excepcional” pensé sin poder quitarle la vista a esos ojos ámbar, a toda tu figura, que con la luz del atardecer parecía hecha de oro. “Eres pura luz”.
—¡No te creas tanto Takami! —dije contradiciendo mis verdaderos pensamientos mientras te daba un codazo en las costillas.
Me devolviste el codazo dando un nuevo sorbo a tu café. Entonces, esa sonrisa misteriosa que derretía a todas las chicas de la escuela, se asentó en tu rostro dedicándola solo para mí.
El corazón retumbó con fuerza. Así fue como dejé de pensar que esas chicas eran unas ridículas por dejarse arrancar suspiros tan fácilmente, porque ese día yo mismo suspiré por ti.
Sin quererlo me volví tan ridículo como ellas, pero al menos yo soy un ridículo discreto. Eso sí, debo confesar que secretamente envidio a esas chicas. Quizá tan solo intento justificar esta cobardía de mierda, pero envidio que ellas puedan expresar su fascinación por ti tan libremente, sin miedo a ser juzgadas.
Por eso quisiera poder decírtelo, que deseo estar contigo mucho más, hablarte, mejorar, entrenar, mirarte, tocarte... Corresponder de lleno a tu brazo sobre mis hombros, a tu mano sujetando mi muñeca sin tensarme como un idiota enamorado.
Quisiera tener el valor, tomar tu cara y decírtelo con un beso, ya que las palabras no son lo mío.
FIN DEL DÍA 2
Nos vemos mañana!
-MiyuKatz
9 notes · View notes
kuroimiyukatz · 3 years
Text
DabiHawks week 2021
Luego de mucha desidia me animé a participar en la @dabihawksweek20 de esta semana.
Espero les guste 💕💕
Día 1 Vampiros / Monstruos
El fuego que cruje en la chimenea poco a poco va propagando su calor por toda la habitación. Pronto esa calidez logra contrastar con la lluvia fría de esta noche. Al otro lado de la ventana empañada, aún distingo la calle apenas iluminada con la luz de una farola. No hay un alma, no hay nadie que quisiera estar afuera ahora mismo.
La soledad de la calle me estruja por dentro convirtiéndose en un escalofrío que se expande por mi cuerpo y me lleva a sujetarme a mí mismo en un intento de abrazo.
—Pensé que el fuego sería suficiente —dices rodeándome sorpresivamente por la espalda.
Mis manos se posan sobre las tuyas y me dejo contagiar por tu propio calor corporal.
—Ya sabes lo que recuerdo en noches como esta, Dabi…
Esas manos largas, quemadas, me hacen girar para mirarte de frente, toman mi rostro con una delicadeza propia de la de un maestro artesano que contempla su creación; y muy despacio, me besas en los labios.
—¿Cuánto ha pasado desde entonces? ¿Casi ochenta años?
—Se cumplirán ochenta este otoño.
Tantas décadas a tu lado y a mí me parece que apenas fue ayer cuando yo mismo deambulé desesperado por esas calles obscuras mientras perseguía un aroma que la lluvia difuminaba minuto a minuto.
Por aquél entonces yo no era más que un monstruo, un aterrado fenómeno de circo que se había dado a la fuga. Pocas veces había estado afuera de la caravana y ahora, de un momento a otro me encontraba libre, pero sin saber a dónde ir.
Prácticamente todos mis recuerdos son en cautiverio, en mi jaula o en el escenario, con público o sin público pero siempre recibiendo órdenes, sin ninguna otra función que acatarlas y ser exhibido, como el resto de los animales que ahí había.
Pero yo era la atracción principal: Mitad humano, mitad bestia alada, que en su estado más salvaje hacía crecer plumas en lugar del vello corporal en brazos y piernas. Estando así, mis pupilas también se alargaban y afilaban.
En ese estado era prácticamente indomable, por eso, el capataz intercalaba su látigo con una tabla con púas. Ese desagradable hombre y sus asistentes me amarraban y golpeaban hasta la inconciencia. Por eso debía estar siempre encadenado, con un grillete en el tobillo que me hacía sangrar con frecuencia. Mi comida y bebida eran también adulteradas con drogas sedantes para mantener mi juicio nublado.
Pero una noche de otoño lo cambió todo. Justo iniciaba mi acto con el público a reventar en el circo, cuando percibí un olor particular, como de sangre y ceniza mezclada, nada similar a ningún humano o animal que conociera. Siguiendo mi rutina alcé el vuelo lentamente, aproveché la altura y agudicé mi vista de halcón hasta que di con la fuente del olor. Provenía de una figura con sombrero de copa sentada en el rincón más obscuro de la carpa. Observaba mi acto con atención pero casi inmóvil.
Movido por la curiosidad, quise acercarme aprovechando que durante mi acto era el único momento en el que no estaba encadenado. Por supuesto, todo el público gritó de espanto al verme aproximándome; todos menos ese par de ojos relucientes que no parecían intimidados en lo absoluto.
El miedo se hizo presa de un grupo que comenzó a lanzarme botellas y otros objetos para que me alejara, a lo que como era de esperarse, protesté con violencia.
El pánico se generalizó y pronto sentí el látigo del capataz atrapando mi tobillo lastimado. Me devolvió al suelo de un tirón y sus asistentes me encadenaron tras una golpiza innecesaria.
—¡No se asusten, damas y caballeros! —anunció el capataz—. ¡La bestia está bajo control! ¡El show debe continuar!
La gente aplaudió y vitoreó aliviada mientras la sangre me nublaba la vista. Sabía que mi error me costaría más golpes al final de la función.
Me llevaron de vuelta a mi jaula y escuché:
—¡Hoy no le den de cenar! —dijo la ronca voz del capataz—. ¡Ese animal debe aprender a comportarse!
Limpié lo mejor que pude la herida de mi cabeza e hice presión con un jirón de ropa. Tenía demasiado dolor y miedo cuando escuché los pasos del capataz viniendo hacia mi jaula de madera y hierro. Generalmente, cuando sabía que me encontraba ante una golpiza inevitable, ponía mi mente en blanco, como si así aminorara el ardor que me dejaban los azotes. Esa vez repetí el patrón, vacié mi mente esperando lo peor, pero cuando el cerrojo se corrió, nadie entró.
Un golpe seco y un grito ahogado interrumpieron todo.
No había forma de mirar hacia fuera, debía ponerme en pie y asomarme a través de la pequeña rendija de metal para ver lo que sucedía.
Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, el peso del cuerpo de capataz chocó contra la puerta haciendo que se abriera. Se encontraba inerte, con los ojos abiertos pero sin vida. Mi terror aumentó al percatarme del charco de sangre que comenzaba a formarse a la altura de su cuello gordo. No me atreví a mover un músculo, mucho menos al levantar la vista para encarar con el dueño de la sombra que se alzó sobre el cadáver del capataz.
—Qué puto asco…—le escuché decir tras lanzarle al cadáver un escupitajo sangriento.
Finalmente, en medio de la obscuridad, alcé la cabeza y distinguí ese par de ojos azules que me observaron en la carpa, esa figura de ropas elegantes y sombrero de copa se aproximó hacia mí. Con el pie apartó al capataz muerto y se arrodilló.
Mi instinto habló por sí solo, antepuse los brazos y me cubrí con mis alas en un intento por protegerme. Temblaba esperando lo peor. Si ese sujeto había matado al capataz, seguro iría también sobre mí.
En apenas unos segundos escuché un sonido metálico y la sensación del metal caliente alrededor de mi tobillo lastimado me desconcertó haciendo que por fin saliera de mi escondite.
Lo primero que vi fue el fuego azul que emitía la punta de su largo dedo índice fundiendo los eslabones de mi cadena en apenas un instante.
—Lárgate, cerebro de pollo, lárgate antes de que alguien note la ausencia de este bastardo —dijo la figura lanzándole al cadáver una mirada del más puro desprecio. Hecho esto, como si se tratara de una alucinación, desapareció fundiéndose con la oscuridad de la noche.
Quedé inmóvil ante la puerta abierta. Dude por un segundo si todo aquello había ocurrido; pero el cuerpo muerto del capataz frente a mí, la cadena rota y aquél olor a sangre y ceniza en el ambiente eran totalmente reales.
El ruido y la música que salía de la carpa de los cirqueros me recordaron las palabras de la figura sombría, debía salir de ahí antes de que se percataran de la ausencia del capataz. Si me quedaba, yo sería al único que culparían. Ahí me di cuenta de que era una situación de vida o muerte.
Atravesé la puerta y corrí bajo la lluvia fría. Aún sentía el dolor de los golpes y las cadenas, pero sobre todo, el miedo a que vinieran tras de mí. La desesperación me invadió, no tenía idea a dónde ir, mis pasos descalzos tan solo me llevaban lejos del circo por ese camino que no me resultaba en absoluto familiar. Sobreponiéndome al dolor, apreté los dientes y alcé el vuelo para evitar ser visto, tenía que aprovechar la obscuridad de la noche.
De pronto, mi olfato percibió aquél olor de la silueta obscura, evocando el recuerdo de sus ojos azules y el calor de su fuego. Era tenue pero debió haber recorrido el mismo camino hacía poco tiempo.
Comprendiendo que no tenía más opción, decidí seguirlo a toda prisa, pues la lluvia lo disolvía rápidamente.
Atravesé un campo de trigo seco y después, el rastro del olor me llevó hasta una casa en las afueras de un pueblo, parecía abandonada. Aterricé y sin pensarlo dos veces, empujé la enorme puerta de madera. Aunque adentro hacía frío también, definitivamente era mejor que estar a la intemperie bajo la lluvia.
Dejando un rastro de agua y barro, crucé el recibidor y llegué a la sala, donde todos los muebles estaban cubiertos por sábanas blancas. No obstante algo llamó mi atención. En medio de la penumbra, distinguí un cuadro en el piso, recargado contra la pared.
La poca luz que se colaba entre los gruesos tablones que bloqueaban la ventana, me permitió apreciar que se trataba del retrato de un apuesto joven de cabello blanco, elegantemente vestido con ropas que jamás había visto, pero que me recordaban a las de los actores del circo cuando hacían su acto disfrazados de piratas.
Contuve la respiración al mirar la expresión melancólica de sus ojos azules, tan parecidos a los que me habían liberado esa misma noche.
—Mierda. Debí suponer que pasaría esto… —dijo detrás de mí una voz que reconocí al instante.
No supe qué responder a esa figura que terminó de revelarse a la luz de un relámpago que hizo retumbar esa noche tormentosa. Por fin lo vi, su rostro intimidante por las quemaduras, de las que sobresalían unas facciones hermosas, idénticas a la del joven del cuadro. No obstante, el cabello que sobresalía bajo su sombrero, era negro.
***
—¿Sigues pensando en nuestro primer encuentro, Hawks?
Me sonrojo un poco porque aunque no puedes leer la mente de otros vampiros, pareces saber lo que pasa por mi cabeza.
—Pienso en lo mucho que cambié gracias a ti.
Ahora eres tú quien carraspea un tanto nervioso, pues no te gusta recordarlo. No te gusta recordar las mil veces que dijiste que jamás crearías un nuevo vampiro y aún así ese día, apenas un par de años después de que me tomaras como tu protegido, lo hiciste, me diste a beber de tu propia sangre.
—Ese día, que estabas tan enfermo… Pese a ser un monstruo, como yo, me di cuenta de la fragilidad de tu existencia —tu mano se encuentra con la mía para enlazarse firmemente—. Pero de que también yo mismo soy patético y cobarde… porque no soportaría verte morir.
Soy yo quien ahora busca tus labios, emulando aquel beso sangriento que me salvó de la muerte y me transformó en un no muerto. Ese día gané la inmortalidad a cambio de no volver a ver la luz del sol y depender de la sangre para subsistir.
—Así te amo, Dabi, patético y cobarde.
—También te amo, cerebro de pollo.
Nuestros labios se funden en un beso ardiente, que como siempre, sabe a sangre y ceniza.
A tu lado, la eternidad se siente como un largo suspiro.
——————————————————-
FIN DEL DÍA 1
Muchas gracias por leer!
Nos vemos mañana!
-MiyuKatz
11 notes · View notes
kuroimiyukatz · 4 years
Text
Fanfic *DabiHawks* Jugar con fuego. C1
 Hey! mucho rato sin publicar nada de nada -_-U
Pienso redimirme compartiendo también aquí un este fic.
Lo tenía en espera pero después de la semana DabiHawks decidí que era el momento.
Espero les guste.
Resumen:
La atracción y el deseo fueron innegables desde el inicio.
¿Puede una relación puramente carnal convertirse en un amor prohibido?
Hawks está a punto de averiguarlo. Después de todo, no es la primera vez jugando con fuego.
Capítulo 1.
El frío viento de octubre choca contra mi cara mientras sobrevuelo la ciudad, por fortuna el visor me protege los ojos y puedo contemplar desde lo alto el paisaje nocturno. Las miles y miles de luces encendidas dibujan con pequeños puntos los edificios y las casas, pero yo no me dirijo hacia ningún punto de luz.
Todo lo contrario. Llego hasta una enorme mancha obscura que se abre como un lago negro en medio de la zona urbana. El impulso de mis alas me hace precipitarme directamente hacia ella.
Aterrizo.
Guardo mis alas, me retiro el visor y lo coloco sobre mi cabeza antes de comenzar a caminar. A estas horas de la noche no hay un alma en el parque y conforme me adentro en la parte boscosa el ruido de la ciudad se va volviendo lejano, casi ajeno a todo lo demás.
Después de unos minutos me detengo en cierto punto y miro a mi alrededor, debe ser cerca de media noche. Me dispongo a comprobarlo en mi reloj, pero me detengo al sentir una presencia cercana.
—¿Llevabas mucho tiempo esperando? —pregunto sin voltear la vista.
—Llegas tarde otra vez, Hawks.
No alcanzo a responder,  en un movimiento veloz me veo acorralado entre un árbol cercano y ese cuerpo que irradia un calor desesperante.
—Te has vuelto muy impaciente, Dabi.
No agregas más y aprovechando la distancia atrapo tus labios entre los míos iniciando un beso fogoso y urgente. No sé cuánto tiempo hayas esperado, pero para nosotros cada minuto cuenta, te haré sentir que la espera valió la pena.
Mis manos descienden por tu torso desnudo apenas cubierto por una chaqueta de cuero negro.
—¿Y tu camisa? —susurro en medio del ajetreo.
—No pensé que fuera a necesitarla…
La nula distancia entre ambos, me permite ver tu rostro bañado por las tenues luces nocturnas, un rostro que muchos encuentran intimidante, incluso aterrador por tus quemaduras, pero que a mí me intrigó desde el primer momento y sin darme cuenta, terminé consumiéndome por el fuego de tu mirada, tan azul como tus llamas.
Paso la lengua por mis labios y te atraigo de nuevo hacia mí, pero esta vez cambiamos de posición y ahora eres tú quien queda contra el tronco del árbol. Me tomo unos segundos para deleitarme con esta imagen, con tus sensuales jadeos que logran erizarme hasta las plumas. Me tienes como ni tú mismo lo sabes.
Voy por tu cuello, en donde comienzo a depositar besos y mordiscos mientras tus manos bajan por mi espalda. No puedo y quizá no debería expresar todo lo que me haces sentir. Te deseo, es verdad; y sé que es mutuo, pero lo que comenzó como algo meramente físico se fue convirtiendo en un verdadero caleidoscopio de sentimientos más peligrosos que la pasión misma.
Me preocupo por ti y no deja de sorprenderme cada vez que me preguntas por mis heridas o cuando intentas curarme. A una velocidad considerable, esta relación avanza a niveles que no quería ni imaginarme.
Sabía bien que como agente infiltrado en la Liga, por mi propia seguridad, debía mantener la distancia, pero fallé; tal vez tú también le fallaste a los tuyos, de lo contrario no te esconderías para encontrarnos.
Transcurre una hora más de besos intensos, pieles encendidas y alguna que otra evidencia salpicada por ahí. Terminamos echados lado a lado sobre el pasto y las hojas caídas de cara al cielo estrellado. No hay mucho más que agregar, nuestras respiraciones agitadas hablan por sí solas.
De pronto, sin mirarme, arrojas tu chaqueta sobre mí:
—No vayas a resfriarte, niño bonito.
Afortunadamente sigue siendo de noche y no notarás mi sonrojo; me giro hacia ti pegándome contra tu cuerpo una vez más y te susurro:
—¿Contigo así? Imposible.
Volteas y de nuevo me regalas el fuego de tu mirada, pero también un beso más. Contrario a los de esta noche, este es extremadamente dulce, lento, casi podría decir que tierno, como el que me diste la última vez antes de partir.
Ese beso de despedida fue el que terminó de confundirme. Lo negué para mí mismo atribuyéndoselo a los efectos secundarios de nuestra euforia nocturna. Pero ahora compruebo que no fue eso y te correspondo.
—Casi es hora de irnos —te escucho decir mientras te pones de pie—. ¿Nos vemos mañana?
–Sí, hasta mañana, Dabi.
Apenas termino de alistarme, abro las alas para emprender el vuelo de regreso. Sin embargo, tu mano me sujeta por la muñeca atrayéndome hacia ti, tus fuertes brazos me aprisionan por la cintura.
—Ve con cuidado, niño bonito.
—Tú igual —contesto no sin antes besarte muy suave.
Sonríes satisfecho y yo me elevo de un aleteo, llevándome el sabor de tu boca y el resto de tu piel.
El aire de otoño se enfría aún más conforme gano altura, pero esta noche de octubre a tu lado, es tan calurosa como el verano mismo.
CONTINUARÁ...
Nos vemos pronto
-MiyuKatz
6 notes · View notes
kuroimiyukatz · 5 years
Text
En esta realidad *TodoDeku Week 2019* Fantasy AU Día 7
Celebración
Tras la conmoción por el fallecimiento del héroe legendario decidimos que lo mejor para ti era darte tiempo y mucho cariño para asimilar tu pérdida. Me di cuenta también que lo último que necesitabas era que te presionaras con el tema del Pacto Obscuro.
Por ello, te sugerí visitar a tu madre, hacía tiempo que no la veíamos y ahora más que nunca, necesitabas la calidez de un hogar.
Aceptaste de buena gana por lo que llegamos a la posada de la que Inko-san era dueña, no muy lejos del Valle Kamino. Me habías contado que cuando era joven, tu padre invirtió todo su capital en esa posada, justo en medio de una concurrida ruta de viaje entre el Reino del Fuego y las Tierras Bárbaras.
Ahí pasaste tu infancia, escuchando a los viajeros relatar sus aventuras en lugares lejanos. Con ello nació tu curiosidad por el mundo exterior, pero había algo que te cautivó desde el primer momento: Las gloriosas hazañas del héroe legendario, desde entonces soñabas con volverte su discípulo.
Sin embargo, la prematura muerte de tu padre tomó desprevenida a la familia. De un día para otro, tu madre tuvo que hacerse cargo de un negocio y de su hijo pequeño por sí sola. Es una mujer fuerte, aunque no lo aparente, pero también tuvo la suerte de tener un hijo maravilloso que la ayudaba en todas las tareas propias de la posada: asear cuartos, cocinar y lavar.
Dada la situación, tus planes de ser discípulo del héroe legendario quedaron de lado, mas nunca olvidados: Leías cuanto podías sobre historia los reinos, criaturas mágicas y leyendas sin conformarte simplemente con lo que escuchabas de los huéspedes.
Cuando finalmente se presentó la oportunidad de irte a entrenar con él, tu madre entre lágrimas, decidió apoyarte tanto como lo habías hecho con ella.
“Mi madre ha hecho demasiado por mí, Shōto. Un día la compensaré…” Me dijiste en alguna ocasión, fue por ello que procuraba que no pasaras demasiado tiempo sin verla. Además, en esa posada ustedes siempre me hacían sentir “en casa”. Por eso yo también estaba feliz con la visita.
Al llegar a la posada Midoriya tu madre nos recibió con un gran abrazo, sabía de tu pérdida y lloró contigo lo que te hacía falta.
Tal como pensé, el estar con ella en el lugar donde pasaste tu infancia, tuvo un buen efecto en tu estado de ánimo, tanto que mientras ayudábamos a organizar la bodega pudimos hablar con calma de nuestras preocupaciones:
-      ¿Sabes? – Comenzaste – Creo que lo mejor para nosotros es continuar nuestro viaje como habíamos planeado.
-      Tienes razón, por lo pronto esa es nuestra prioridad. Se me ocurren un par de lugares donde podemos investigar más sobre “eso” – Agregué con discreción.
Sabías que me refería al asunto del Pacto Obscuro. Luego de darle muchas vueltas decidimos que no había realmente nada que pudiéramos hacer por el momento. Pero seguiríamos investigando tanto como fuera posible.
Otra conclusión a la que habíamos llegado (tras revisar la historia del reino y en especial los reinados de mi abuelo y el viejo), era que la magia obscura se activaba con sentimientos fuertes de odio, venganza e ira. Por lo que mientras yo no lo quisiera y controlara mis emociones, el Pacto Obscuro no tenía poder sobre mí, yo era quien lo tenía que aceptar, tal como hicieron mis antepasados.
Honestamente, eso a tu lado parecía ser una realidad factible: Me llenas de paz y control sobre mí mismo. Eres simplemente increíble y no tengo cómo agradecerte tanto.
Pero por más que la controlara, era un hecho que teníamos que romper con la maldición, no podía permitir que siguiera envenenando nuestro futuro ni nuestro reino.
De pronto, me dedicaste una sonrisa de complicidad que cambió por completo el rumbo de la conversación:
-      Shōto, quiero decírselo hoy a mi madre.
Te sonreí muy suave y asentí:
-      De acuerdo, hagámoslo después de la cena.
Tu buen humor y entusiasmo se mezclaron con algo de nerviosismo cuando terminamos nuestra comida en la cocina, a la cual los huéspedes no tenían acceso. Entonces hablaste:
-      Mamá…
-      Dime, cariño.
-      Verás – Titubeaste de forma adorable – Hay algo muy importante que debo decirte: Shōto me ha pedido que me case con él, quería que fueras la primera en saberlo.
La pequeña mujer dejó caer la cuchara que sostenía y no pudo evitar cubrirse la boca con ambas manos.
-      ¡Hijo! – Exclamó levantándose de su asiento para ir hacia ti – ¡Muchas felicidades!
Se abrazaron y de nuevo compartieron el motivo de su llanto, pero esta vez no había otro sino la pura alegría.
-      Gracias – Respondiste aún en sus brazos – No sabes lo feliz que me siento…
-      Claro que lo sé, cariño. Sé lo que es casarte con el hombre que amas. Tu padre estaría orgulloso de ti...
En ese momento, Inko-san se giró hacia mí y me envolvió también en un cálido abrazo que, aunque no lo esperaba, tuvo el poder de hacerme sonreír como un niño.
-      Cuida mucho por favor de Izuku, hijo mío ¡Bienvenido a la familia!
Sus palabras me calaron hondo, sencillamente no podía creer que ahora tuviera de mi lado el amor de una familia y al parecer, también una nueva madre que me profesara un tipo de cariño que resultaba nuevo para mí.
-      Lo haré con mi vida, madre.
Ella me sonrió dulcemente, casi idéntico a como tú lo haces y se separó de mí para salir de la cocina con un sartén en la mano que hizo sonar golpeándolo varias veces con una cuchara de madera.
Por supuesto, obtuvo la atención de todos en el comedor de la posada:
-      ¡Su atención estimados huéspedes! ¡La Posada Midoriya invita la siguiente ronda de cervezas! ¡Mi hijo se casa!
El lugar entero se llenó de vítores y exclamaciones festivas. Tu madre volvió por nosotros para que nos uniéramos al espontáneo festejo.  Incluso unos músicos que se encontraban de paso, sacaron sus instrumentos y entonaron alegres melodías que celebraban el amor, nuestro amor.
-      ¡Por los novios! – Exclamó uno de los músicos, un rubio de mirada eléctrica mientras alzaba su cerveza.
-      ¡Que vivan felices y con salud por muchos años! – Siguió la chica que lo acompañaba con la guitarra.
-      ¡Salud por ustedes y por el futuro del reino! – Dijo el tercero de ellos.
-      ¡¡¡SALUD!!! – Respondieron a coro el resto de los huéspedes.
Bailamos, cantamos y brindamos con todos los presentes durante toda esa noche de invierno, que mientras duró nadie recordó que hacía frío.
-      ¿Y para cuándo planean la boda, hijos? – Preguntó tu madre al día siguiente.
-      Reanudaremos nuestro viaje por el Reino del Hielo en primavera y después tenemos una visita pendiente a las Tierras Bárbaras. Así que será tan pronto terminemos esos deberes – Explicaste.
-      En cuanto lo hagamos público en la capital, ellos se encargarán de preparar la ceremonia tan pronto regresemos – Agregué – De cualquier forma, la mantendremos al tanto, madre y mandaremos un carruaje a recogerla.
-      Gracias por sus atenciones, queridos hijos.
Sin embargo, apenas volvimos de las Tierras Bárbaras ocurrió el desastre. La boda tendría que esperar hasta que resolviéramos la colosal emergencia que teníamos enfrente.
CONTINÚA... “EN CUALQUIER REALIDAD”
La serie de fanfics que escribí para la #tododekuweek2019 es una precuela de un fanfic que tengo en emisión titulado “En cualquier realidad”. Si quieren saber la continuación de la historia los invito a leerlo ;)
Espero les haya gustado!
19 notes · View notes
kuroimiyukatz · 5 years
Text
En esta realidad *TodoDeku Week 2019* Fantasy AU Día 6
Apegos y relaciones.
Apenas vi al mensajero real aproximándose a nosotros tuve un mal presentimiento.
Habían pasado apenas unos días desde que estuvimos en la Cueva de los Cristales y decías constantemente que sentías la presencia del demonio obscuro rondándonos de cerca, como esperando el momento preciso para atacar.
-      Tenemos que regresar de inmediato al Reino del Fuego – Dijiste apenas te compartí el contenido de esa carta dirigida a mí.
Mi maestro, el héroe legendario estaba muriendo. Pese a que galopamos a toda prisa hacia la frontera, el Valle Kamino todavía quedaba a cinco días de distancia.
“Aún si cabalgáramos sin parar no haríamos menos de tres días.” Pensaba aferrándome a las riendas de mi caballo, que apenas llegando a la frontera con el Reino del Fuego ya resentía la necesidad de alimento y descanso.
Las esperanzas de ver a mi maestro con vida y más aún de preguntarle sobre cómo combatir la magia obscura se iban desvaneciendo y, por si fuera poco, el clima también comenzó a jugarnos en contra, se desató una lluvia torrencial.
Con el camino enlodado y los animales en su límite, al igual que nosotros no había manera de avanzar una vez terminado el descenso de la montaña.
Lloré de coraje y tristeza bajo el aguacero.  Tú tan sólo atinaste a abrazarme por la espalda cuando me viste golpear con mis puños el suelo fangoso. Por varios minutos no hubo más ruidos que los de la lluvia y el llanto.
“Si no he de poder despedirme de mi maestro, el menos lloraré hasta que no me queden más lágrimas… La magia obscura no es invencible, encontraremos la solución.” Me dije tratando de ser positivo. “Pero cuando termine, me levantaré con una sonrisa, como él mismo me enseñó.”
En medio del desahogo cerré fuertemente los ojos y de un momento a otro dejó de llover, o eso creí al no sentir más lluvia cayendo sobre nosotros. Lo cual no tenía sentido puesto que seguía escuchando el golpeteo de las gotas contra la tierra.
Finalmente, abrí los ojos para ver lo que pasaba. Unas alas enormes se habían abierto sobre nosotros y nuestros caballos protegiéndonos de la tormenta. Pero una voz furiosa rompió el silencio:
-      ¡Ya basta de sus malditos lloriqueos, bastardos!
-      ¡¿Kacchan?!
-      ¡¿Conoces a alguien más con un jodido dragón rojo, Deku idiota?!
De pronto, por debajo de las alas logré ver los pies enfundados en botas de piel que aterrizaron en el suelo. La impresión me impedía formular las palabras, pero ahí estaba mi amigo de la infancia, el príncipe de los bárbaros: Bakugo Katsuki mirándonos desde arriba con una mueca de desaprobación.
-      ¡¿Qué carajos esperan para levantarse, tortolitos?! – Exclamó acomodándose la gruesa capa que cubría su torso desnudo.
Apenas nos pusimos de pie agregó:
-      Y tú, bastardo mitad y mitad, ¡Se útil y llévanos a algún lugar donde podamos esperar a que pase la estúpida lluvia!
-      A una milla de aquí hay un puesto de control fronterizo – Dijiste poniéndote al frente del grupo – ¡Síganme!
Una vez que Kirishima recobró su forma humana tomamos a los caballos y caminamos detrás de ti.
-      Apenas supe lo de nuestro maestro y del viaje de ustedes al Reino del Hielo vinimos hacia acá – Explicó Kacchan una vez que nos asentamos en la caseta de control.
-      Básicamente vinieron por nosotros – Comentaste casi en tono de burla.
-      ¡No confundas las cosas, “alteza”! – Respondió mi amigo furioso – ¡No lo hago por ti! Que encima de todo ni siquiera sabes recibir apropiadamente a tus invitados reales.
-      Lo que Mi Rey quiere decir… – Intervino Kirishima en tono diplomático – Es que sabe lo importante que es para Midoriya el ver a su maestro por última vez. Después de todo, fue mentor de ambos…
Sonreí por primera vez desde que recibí la terrible noticia, comenzando porque pese a que Kacchan aún no había ascendido al trono bárbaro, su compañero dragón ya se refería a él como “Su rey”.
-      ¡Cómo sea! ¡Descansen bastardos, que saldremos mañana a primera hora!
Así lo hicimos, dejamos a los caballos con los guardias de la caseta y volamos hasta el Valle Kamino sobre el lomo de Kirishima. Llegamos a nuestro destino justo al anochecer y nos dirigimos directamente a la casa del maestro.
Afuera se encontraban reunidos un importante número de sus antiguos alumnos y otras personas del pueblo. El ambiente era sombrío, como cuando una estrella titila a pocos momentos de apagarse.
Ya en su habitación, sus cuidadores hicieron una reverencia al vernos y se retiraron. Mi maestro yacía recostado en su cama, con los ojos entrecerrados y la respiración apenas perceptible.
-      Maestro – Lo saludamos al mismo tiempo Kacchan y yo.
-      Joven… Bakugo…Midoriya – Nos reconoció al acercarnos.
Nadie en la habitación podía contener las lágrimas. Él antes de irme de viaje me había dicho que sabía que le quedaba poco tiempo, por eso era necesario que me convirtiera pronto en un héroe capaz de servir a nuestro reino y que eso solo se logra estando en acción.
Pero al saber que posiblemente mi más grande misión se encontraba justo al lado, supe que debía volver al inicio, con aquél que se había convertido en leyenda al derrotar y capturar a All For One: Yagi Toshinori, conocido también como All Might.
-      ¡Maestro! – Grité entre sollozos – ¡Necesito preguntarte algo, por favor escúchame!
Su mirada se sentía perdida, clavada en algún punto del techo. No había duda que apenas era consiente de sí mismo y de lo que le rodeaba:
-      Nada me hace más feliz que verlos convirtiéndose en grandes hombres – Murmuró mostrándonos su enorme sonrisa.
Pero en esos momentos no podía sentir sino total desesperación:
-      ¡All Might! ¡Por favor! – Supliqué - ¡¿Cómo venciste a All For One?! ¡¿Cómo se combate la magia obscura?!
Su respiración se agitó de pronto y yo no podía dejar de llorar. Finalmente me señaló con su dedo índice y entreabrió los labios para decir en un susurro:
-      Es tu turno…
-      ¡No, no, no! Respóndeme… ¡Te lo suplico! – Gritaba.
Su mano cayó y sin dejar de sonreír, se fue. Definitivamente, fue como ver una estrella apagarse en la noche más obscura. Yo también sentí apagarse algo dentro de mí, no sólo había perdido a mi maestro sino también mi única esperanza de saber cómo acabar con el Pacto Obscuro.
Me ahogaba en mi propio llanto, por lo que me abrazaste con todas tus fuerzas. Tendríamos que comenzar desde cero y al menos yo, no tenía idea alguna por dónde empezar.
Aún al día siguiente, sentía que mis lágrimas no terminaban de salir por más que me aferraras contra tu pecho tratando de consolarme.
Tras el entierro, Mirio-kun, quien también era discípulo y cuidador del maestro pidió hablar conmigo en privado.
-      Midoriya-kun, el maestro me pidió que te diera esto… No dio más explicaciones – Dijo el rubio extendiéndome un cilindro alargado de apariencia bastante antigua.
Se trataba sin duda de un porta-mapas sellado por ambos lados con una única inscripción:
“Úsalo si alguna vez todo parece estar perdido, te llevará a alguien que te ayudará.”
Sin duda era su letra.
CONTINUARÁ...
7 notes · View notes
kuroimiyukatz · 5 years
Text
En esta realidad *TodoDeku Week 2019* Fantasy AU Día 5
Siento no haber publicado el resto de los días! algo tarde pero aquí estoy!
Confesiones.
-      Izuku ¿Alguna vez oíste hablar del Pacto Obscuro?
Mi pregunta fue de lo más estúpida. La historia era contada por la gente del Reino del Fuego desde hace generaciones, pero estando al fin completamente a solas en el fondo de la Cueva de los Cristales decidí decírtelo y los nervios me traicionan.
Tengo miedo, mucho más del que tenía de ver a mi madre.
No podía permitir que nadie escuchara y por ningún motivo hablaría de ello dentro de los confines del reino de mi viejo, era demasiado arriesgado.
Por eso fue que esperé a estar no solo en el Reino del Hielo sino también en un lugar prácticamente inaccesible para cualquier humano. La leyenda más conocida del reino de mi madre contaba que en este lugar había surgido nuestro poder sobre el hielo.
-      Sí – Respondes extrañado, como era de esperar – Pero es solamente un mito que se ha modificado por medio de la tradición oral ¿No es así?
De pronto, como es costumbre tuya comienzas a pensar en voz alta:
-      Es decir, tu bisabuelo le quitó el derecho de sucesión a su hermano mayor en un duelo… Sin embargo, la historia cuenta que se volvió increíblemente fuerte de la noche a la mañana, al grado que sus llamas se tornaron azules… Por ello fue que comenzó a correr el rumor de que ese poder increíble había sido un producto de un pacto con el diablo…
Me quedo mudo, sintiendo una gota de sudor frío bajándome por la espalda. Eres un gran conocedor de la historia del reino, así como de las criaturas mágicas y toda clase de leyendas.
-      Verás, Izuku… Puede decirse que así fue.
Tus ojos se abren sin creer lo que acabo de decir y pese a que tu boca sigue abierta, ningún sonido sale de ella.
-      Hace casi cien años – Comienzo a relatar – Mi bisabuelo, cansado de ser sobrepasado por su hermano y obsesionado con la idea de heredar el trono, hizo un pacto con un demonio obscuro… Él pidió el poder necesario para vencer a su hermano en el duelo a cambio de su alma. Lo que ignoraba era que el demonio no tenía interés en quedarse con ella.
-      Entonces ¿Qué era lo que el demonio quería? – Preguntas sin quitar tu expresión atónita.
-      Mi antepasado lo entendió apenas terminó el combate: Sus llamas azules calcinaron a su hermano reduciéndolo a cenizas en apenas un instante.
-      Ahora que lo dices – Reflexionas – Alguna vez Uraraka me contó que los demonios y la magia obscura se alimentan de vidas humanas, especialmente de espíritus fuertes y valerosos. Eso es lo que les da fuerza, pero su naturaleza es la de un parásito espiritual.
-      Estás en lo correcto – Asiento – Es por ello que nuestro linaje desde entonces, pareciera estar constantemente asediado por la tragedia, eso incluye el colapso mental de mi madre y la desaparición de mi hermano Touya.
Respiro muy hondo antes de continuar:
-      Por otro lado, el Pacto Obscuro enferma de poder a su portador, al grado de cometer abominaciones en su nombre… Finalmente son más vidas de las que ese demonio se alimenta.
-      Pero ¿a cambio de qué, Shōto? No creo que sea simplemente la victoria de tu bisabuelo en su lucha por el trono.
Tu inteligencia no deja de sorprenderme. Por eso es que no permito que nadie, ni tú mismo te subestimes.
-      La potencialización de nuestro poder sobre el fuego, las llamas azules, son justamente, producto de la magia obscura. El Pacto Obscuro es un pacto de sangre y es la misma magia obscura quien elige a su portador: Aquél con mayor potencial en cada generación.
Ahora es el silencio el que se hace presente y tu rostro pecoso se llena de preocupación.
-      ¿La has desatado alguna vez? – Preguntas.
-       ¡No! – Me apresuro a decir – Pero la siento rondar por mi cabeza y por todo mi lado izquierdo… En los momentos de mayor ira y rencor la escucho decir “Tienes el poder de acabar con esto y lo sabes ¡Vamos, no te reprimas! Demuéstrales de una vez quién eres.”
Bajo la vista hacia mis puños cerrados, en realidad rehúyo tu mirada. No quiero que me veas como todos ven al viejo: Como un monstro. Esa idea me estruja el corazón y la garganta en un nudo doloroso. Pero sigo entrecortado:
-      Po-por eso… Fue que intenté huir de mi destino. No quiero ser como nadie de mi familia y mucho menos un maldito déspota como ese viejo… ¡No quiero ser consumido por el Pacto Obscuro! ¡No quiero que consuma más vidas ni a la gente que amo!
Sin previo aviso, me envuelves en un abrazo y yo no puedo hacer más que caer de rodillas en el piso de cristal, temblando de miedo, rabia e impotencia. Pero tú, en cambio me sostienes con firmeza.
-      Shōto… Gracias por decirme todo esto – Me susurras al oído – Escucha, confío en que podemos encontrar alguna manera de romper esta maldición… El Pacto Obscuro no es parte de ti, he estado a tu lado por más de año, enfrentando tantas veces situaciones de vida o muerte y sé bien lo que eres y lo que no eres…
Te separas un momento y con delicadeza levantas mi cara: Tienes ante ti un rostro que no pudo contener más las lágrimas que apresuras a secar con tus dedos y continúas:
-      He visto de lo que eres capaz aún en medio de la crisis, por eso y más te amo, príncipe mío… Además ¿qué no tu padre e incluso tu abuelo a tu edad ya habían desatado las llamas azules?
No lo había pensado antes, pero tienes razón, tanto el viejo como su padre habían desatado la magia obscura desde edad temprana, casi siempre en batallas contra los grupos rebeldes que pretendían levantarse contra ellos. Por eso es que el viejo, desde muy joven fue conocido como Endeavor, el de las llamas infernales, el despiadado y otros adjetivos nefastos que le calzaban.
“Yo no soy él, Yo no soy el Pacto Obscuro” Repito en mi mente sin parar mientras mis lágrimas siguen saliendo sin control, pero esta vez es de alivio y verdadera alegría. Tú en respuesta me abrazas aún más fuerte llenando mi frente de besos.
-      Creí que al saberlo te irías – Hablo entre sollozos –Perdóname…
-      Te lo dije el día que me pediste que me casara contigo e incluso se lo repetí a tu madre: No tengo otra intención que estar contigo y afrontar juntos cualquier adversidad, Shōto…
No puedo creer mi fortuna… que un ser tan maldito sea merecedor del amor de una persona tan maravillosa:
-      Te amo Izuku, te amo, te amo…  – Repito aferrándome a ti – Definitivamente estás escribiendo tu propia leyenda, mi héroe.
-      Y tú estás cambiando la historia de tu linaje, príncipe mío. Te amo.
La Cueva de los Cristales se va quedando en silencio, hasta que hablas nuevamente:
-      Shōto, podríamos consultar a mi maestro…
Me quedo mudo, pero hace total sentido: Yagi Toshinori, el héroe legendario es el único que se ha enfrentado y vencido a quien se decía era la encarnación de la magia obscura: All For One.
CONTINUARÁ...
1 note · View note
kuroimiyukatz · 5 years
Text
En esta realidad *TodoDeku Week 2019* Fantasy AU Día 4
Cicatrices.
Hoy conocí a tu madre.
Enfundados en nuestras ropas de invierno y una capa extra de valor entramos al palacio tomados de la mano. Tu abuelo, el soberano del Reino del Hielo nos dio la bienvenida. Aquel hombre mayor de barbas blancas y escarchadas fue claro desde el inicio:
-      Tu madre se ha ido recuperando lentamente, pero será mejor que la visites a solas tú primero, Shōto.
Giraste la vista hacia mí y asentí.
-      Ve – Dije mientras soltaba tu mano.
Me devolviste el gesto para salir de la sala de audiencia escoltado por el mayordomo real. Yo me quedé con Natsuo y Fuyumi, quienes me invitaron a dar una vuelta por el jardín.
Al cabo de un par de horas, el mayordomo volvió a aparecer.
-      Sus altezas reales solicitan la presencia del joven Midoriya.
Pasé aire en seco antes de seguirlo a través de los pasillos del palacio, que en aquél momento me parecían interminables.
-      Midoriya Izuku, a su servicio alteza – Me presenté inclinándome para besar su mano – Encantado de conocerla.
-      He oído mucho sobre ti. Mucho gusto, Midoriya Izuku – Respondió esa bella mujer de cabellos blancos y mirar melancólico ¿Cómo no iba a parecerme hermosa si es quien te trajo al mundo?
Durante el resto de la tarde hablamos sobre nuestras aventuras del último año en el Reino del Fuego, así como nuestros planes de recorrer este reino, que también estás destinado a heredar.
-      Parece que estás preparándote bien para convertirte en rey, hijo – Comentó tu madre con más alivio que orgullo.
-      El príncipe está aprendiendo y vinculándose mucho con el pueblo, alteza – Secundé – Creo completamente que será el rey que ambos reinos necesitan.
Sus labios se sellaron de pronto y clavó los ojos en el piso por algunos instantes antes de mirarme con más seriedad de lo esperado.
-      Midoriya Izuku, no hay duda que has generado un gran cambio en Shōto. Sin embargo, aún son jóvenes y… ¿Estás dispuesto a aceptarlo con todo lo que conlleva?
Tu expresión se tensó por completo y la sensación no tardó en apoderarse de la habitación entera. En ese momento supe que tu madre hablaba de algo que yo ignoraba, pero que tú entendiste a la perfección. Posiblemente ese fuera su objetivo.
-      Alteza, estoy consciente de que siempre habrá adversidad. Pero no tengo otra intención que la de afrontarla juntos – Contesté.
Tu madre cerró suavemente los ojos y no agregó nada más.
Esa noche ya en la habitación de huéspedes, te sorprendí mirándote en el espejo mientras pasabas la mano por la cicatriz de tu cara:
-      Hay algo que quiero contarte – Dijiste.
Entonces me contaste la historia completa detrás de esa marca tuya.
-      Por eso mi mayor miedo es convertirme en mi padre y lastimar a quien no lo merece… Como sabes, intenté huir de mi destino, pero te conocí y me abriste los ojos: Yo no soy él y puedo hacer grandes cosas con mi propio poder.
Te abracé fuerte mientras acariciaba tu espalda y tus cabellos.
-      Lo sé, príncipe mío – Respondí besando tu frente – Te amo y cada día estoy más orgulloso de ti. Gracias por confiar en mí.
Nos quedamos así un momento más, contigo contra mi pecho simplemente suspirando de alivio, sintiendo todo el cariño que te profesaba por medio de mis caricias.
-      Izuku – Finalmente hablaste – Hay algo más que no te he contado, pero tendrá que esperar… Las paredes tienen oídos y no puedo correr ningún riesgo.
Por tu expresión desencajada supe que se trataba de un asunto delicado, pero la verdad es que no imaginaba siguiera la magnitud de la situación, ni que esa era la verdadera causa de tus frecuentes terrores nocturnos.
1 note · View note
kuroimiyukatz · 5 years
Text
En esta realidad *TodoDeku Week 2019* Fantasy AU Día 3
Transiciones.
Ir al Reino del Hielo fue algo que siempre desee hacer, pero que al mismo tiempo postergaba cada vez que se presentaba la oportunidad. Lo hacía principalmente, por miedo a lo desconocido, pero más que nada al rechazo de mi madre y su familia.
En el fondo sentía que me culpaban por lo que pasó con ella. Tras “el incidente” mi viejo decidió que lo mejor para ella era volver a su reino acompañada de mis hermanos Natsuo y Fuyumi.
No volví a verla, tampoco recibí en los siguientes años carta alguna tratando de entablar comunicación y yo tampoco me atrevía a escribirle. Me aterraba el pensar que pudiera estar mejorando y el saber de mí tan solo lograra enfermarla más. Resolví dejarlo así.
Mis hermanos nos visitaban dos o tres veces al año cumpliendo su papel de embajadores entre ambos reinos. Ellos eran quienes me traían noticias de mi madre siempre decían que, aunque no estuviera en condiciones de cumplir sus obligaciones como gobernante, mi abuelo era quien se encargaba de todos los asuntos del reino y que el clima gélido de su tierra natal le hacía sentir mejor.
Yo no agregaba ni preguntaba nada ¿Quién era yo para perturbar su paz?
Sin embargo, algo cambió en este último año. Como todo mundo sabe ya, ese “algo” tiene tu nombre y apellido: Midoriya Izuku, sucesor del héroe legendario y mi prometido (aunque aún no lo habíamos hecho público).
Fuiste tú quien originalmente me sugirió acercarme a esa parte de mi identidad: “Deberías recorrer también el Reino del Hielo, independientemente de lo que decidas para tu futuro, Shōto.” Dijiste aún antes de que yo mismo decidiera qué sería de mí tras mi año de viaje.
Vacilé en un principio aludiendo a mis miedos y traumas de antaño, pero continuaste: “No irías solo, yo iré a donde tú vayas, príncipe mío.”
Estabas en lo cierto y aunque no deja de llenarme de ansiedad, entendí que era algo que no podía dejar para después (aún más después de que decidí no abdicar) y el dar este paso a tu lado, me da el valor que me falta. Tus palabras tienen el poder de hacerme sentir que soy capaz de lograr cualquier cosa.
Todo esto cruza mi mente en medio de nuestra jornada a través de la cordillera del norte, una barrera natural que funge como la frontera entre los Reinos del Fuego y del Hielo.
Ha sido un largo viaje, vestimos ropas de invierno pese a que sigue siendo otoño. Nuestras mejillas siguen rojas por el frío pese a haber entrado en calor al subir la montaña. Apenas iniciamos el descenso, divisamos un comité que porta el escudo de la casa real de este reino.
-      ¡Bienvenido al Reino del Hielo, hermanito! – Dice Natsuo, quien está al frente del comité.
-      ¡Bienvenido Shōto! – Agrega Fuyumi – ¡Tú debes ser Midoriya Izuku! ¡Seas bienvenido tú también a nuestro reino!
Sigo tenso y nervioso, pero presento los debidos respetos al sentir tu mirada sobre mí:
-      Estamos muy emocionados de estar aquí finalmente. Gracias por el recibimiento.
Mis hermanos y su comité prepararon un castillo cercano para darnos la bienvenida y pasar la noche antes de seguir nuestro camino hacia la capital del reino. Todos fueron de lo más amables y atentos con nosotros.
“Debido a los largos inviernos, la gente del Reino del Hielo ama contar y escuchar historias. Es para ellos un arte y una forma de pasar el tiempo. Expláyate contándoles sobre nuestras aventuras.” Me aconsejaste antes de llegar. “Si te quedas sin palabras yo te relevo, Shōto.”
Apliqué tu consejo apenas nos sirvieron la cena, un poco torpe y nervioso al principio pero
contrario a lo que esperaba, conversamos muy amenamente con mis hermanos y el resto del comité, quienes se mostraron especialmente interesados en oír nuestras andanzas del año pasado por el Reino del Fuego. me hizo sentir que éramos una verdadera familia.
Luego de cenar, ya en la habitación de huéspedes me quedo mirando por la ventana. Hace mucho más frío del que estamos acostumbrados, por lo que decido encender la chimenea. Tú te acercas a mí buscando el calor que emana naturalmente de mi lado izquierdo.
-      Ven – Digo pasando el brazo por tus hombros – Así no tendrás frío.
-      Hiciste un buen trabajo – Comentas una vez entrado en calor – Haz dejado buena impresión en tus hermanos y el comité.
Te sonrío muy suave.
-      Tú eres el experto en usos y costumbres de otros pueblos. Tan solo seguí tus instrucciones… Gracias por todo, mi Izuku – Susurro – Te amo.
-      Y yo a ti – Respondes antes de besarme en los labios.
Dirijo nuevamente mi mirada hacia la ventana, pensando que en algún lugar tras ese horizonte aguarda mi destino y con él, un encuentro tan inevitable como necesario.
-      Sabes que no puedo mentirte… Pero tengo miedo de cómo reaccionará mi madre al verme – Te confieso.
-      Todo estará bien, príncipe mío – Dices estrechando nuestro abrazo – Esto también es parte de lo que eres y estaré contigo a cada paso que des.
De verdad no alcanzo a expresar por completo cuanto te amo. Me haces ir más allá de lo que conozco.
-      Izuku… Gracias, mil gracias – Repito ahora rodeándote con ambos brazos – No me atrevo a pensar qué sería de mí sin todo tu apoyo.
-      No digas eso, Shōto…
-      Sin ti, esta transición no podría haberse dado jamás… Mi héroe.
Me separo un poco de ti y te miro directo a los ojos, sigues sonrojándote cada vez que te lo digo, pero tras unos instantes, me regalas esa preciosa sonrisa que me da el valor y la fe que me faltan. No hay más qué decir al respecto, porque todo lo que he dicho es verdad y tú lo sabes.
0 notes
kuroimiyukatz · 5 years
Text
En esta realidad *TodoDeku Week 2019* Fantasy AU Día 2: Intimidad
Intimidad.
La mañana se acerca, me he despertado bastante antes del alba porque mis propios pensamientos me turbaron el sueño.
Tan pronto abro los ojos te veo recostado a mi lado, con tu cuerpo buscando el calor del mío en esta fresca madrugada de inicios de otoño.
Enredo mis piernas con las tuyas y pego mi frente contra tu pecho. No es la primera vez que compartimos lecho, pero sí la primera vez que lo hacemos en tu castillo y, a decir verdad, también la primera vez que dormimos tú y yo solos.
No era lo mismo dormir estando Iida-kun y Uraraka a unos metros de nosotros por más juntos que durmiéramos.
Compartíamos con ellos nuestro campamento de viaje por lo que esos pocos momentos significaban gran parte de nuestra intimidad como pareja.
De cuando en cuando sentía tus manos traviesas palpando mi trasero.
-      ¡Para, Shōto! – Te susurraba lo más bajo que podía – ¡Se darán cuenta!
Suspirabas resignado deteniendo el avance de tus manos:
-      Tú ganas… Pero habrá revancha.
La vergüenza me hacía ocultar mi cara bajo la cobija. Sabía a lo que te referías, se habían acabado las provisiones, por lo que nuestros amigos partirían en la mañana a hacer compras al pueblo más cercano. Así, tú y yo nos quedaríamos en el campamento e iríamos al río a lavar la ropa y de paso, a darnos un baño.
Estando los cuatro juntos procurábamos darle su espacio a Uraraka para asearse, por lo que los tres hombres nos bañábamos al mismo tiempo una vez que ella terminaba. Esa era la razón por la que esperábamos con tantas ansias su viaje de compras, con el que prácticamente nos regalaban todo un día a solas.
Desde que te uniste a nuestro grupo, había tenido la oportunidad de ver tu cuerpo surcado de no menos cicatrices que el mío y conforme nos fuimos volviendo más cercanos, sentía la necesidad de saber más de ti, incluso de la historia detrás de cada una de esas marcas en tu piel… En especial la de tu cara.
Te había sorprendido más de una vez pasando los dedos por encima de ella. Lo hacías con una lentitud melancólica y luego cerrabas el puño. No debía ser algo agradable, supongo que pensabas lo mismo cuando veías que me tocaba mi brazo derecho.
Es por eso que cada vez que teníamos la oportunidad de bañarnos a solas, nos contábamos la historia de cada cicatriz, alternando los relatos con besos y muchas caricias.
Por supuesto, también obtenías la revancha que me habías anunciado la noche anterior, nos dejábamos llevar bajo las aguas del río o detrás de alguna cascada donde siempre encontrábamos forma de complacernos.
-      Mi turno – Te dije después de que me hiciste acabar por debajo del agua – Pero aquí no, vamos.
Aún en las nubes por el recuerdo de tu tacto cálido sobre mi miembro, te llevé de la mano a una cueva que había visto al lado del río buscando mayor privacidad. Desnudos, entramos esa cueva que en aquél momento se transformó en un rincón de placer.
Seguías tan erecto como hacía unos momentos, sin perder un ápice de ese vigor que se alzaba orgulloso, expectante y pidiendo a gritos ser complacido, devorado…
Me arrodillé frente a ti y lo engullí por completo, tan adentro como era posible. Mi cabello mojado humedecía tu vientre de arriba a abajo mientras yo continuaba con mi excitante labor. Cuando sentí tus manos tomando mi cabeza combinadas con el eco de mi nombre por toda la cueva, lo entendí como una señal para succionar con firmeza extra hasta lograr mi cometido.
-      Feliz revancha, Shōto – Te dije con una sonrisa sugestiva apenas pasé tu semilla.
Caíste sobre tus rodillas para besarme entre suspiros.
-      Ven, recuéstate – Pediste mientras te sentabas poniendo mi espalda contra tu pecho.
Nos quedamos en silencio, sin hacer más que sentir el cuerpo del otro y escuchar el fluir del agua del río. De pronto, noté que tus labios se posaron en mi hombro derecho, el de la cicatriz enorme.
-      Me la hice desatando mi propio poder – Expliqué – Cuando apenas estaba aprendiendo a dominarlo.
-      Debió haberte dolido – Dijiste depositando una secuencia de besos.
-      Mucho – Admití – Pero lo tomo como un aprendizaje…
Abríamos el corazón por medio de recuerdos muchas veces dolorosos, pero eso nos volvía más y más unidos. Eran cosas que no compartíamos con nadie más, al grado de que cuando lo hacíamos, sentía que me regalabas un poco de ti.
Ahora siento que tu abrazo me estrecha y encuentras una posición más cómoda en esta cama digna de la realeza, pero a mí me importa poco donde durmamos, en tanto estemos juntos.
La luz del nuevo día te va haciendo abrir los ojos. Aún no terminas de despertar y ya he besado varias veces la cicatriz de tu cara. Sé esa historia a medias, sé que es la causa de muchas de tus pesadillas.
-      Algún día te contaré – Me dijiste una vez mientras la yema de mi dedo índice repasaba su borde.
-      No te fuerces, príncipe mío, yo se esperar – Respondí dejando un beso en tu mejilla.
Nos queda mucho por descubrir sobre este mundo y sobre nosotros mismos. Pero esas ya serán otras historias, otros viajes y quizá hasta nuevas cicatrices que estoy dispuesto a besar y a curar sin descanso.
1 note · View note
kuroimiyukatz · 5 years
Text
En esta realidad [TodoDeku Week 2019] Fantasy AU Día 1. Determinación
Hola! esta es mi primera publicación oficial por aquí.
Generalmente publico en Wattpad o en Amino, pero creo que vale la pena intentarlo también por aquí.
Vámonos!
Determinación.
Hoy hace un año emprendí un viaje. Me planté frente al viejo y finalmente se lo dije:
-      No quiero sucederte en el trono.
Sentía sobre mí su mirada severa con la que es capaz de calcinarlo todo. Pero yo ya era inmune a ella.
-      Nuestra sangre está corrupta y nuestra estirpe maldita. Yo no seré parte de eso.
Por supuesto, el viejo literalmente, explotó. Era puro fuego e improperios que lanzaba contra mí. Yo en respuesta creé un grueso muro de hielo entre nosotros y salí de la sala de audiencias.
Me dirigí a mi habitación, ya había preparado mi equipaje y las provisiones necesarias para largarme y nunca más volver. Solo faltaba ir por mi caballo.
-      ¿Se va sin despedirse?
Preguntó Hawks apenas llegué a las caballerizas. Fingí no escucharlo mientras ensillaba a mi corcel favorito.
-      He hablado con su padre y le he planteado una oferta que creo, los dejará satisfechos a ambos – Dijo capturando mi atención.
El hombre halcón me dedicó una de sus misteriosas sonrisas, de esas que ponían de rodillas a todas las doncellas del reino. Debo admitir también que desde que se volvió consejero real, las decisiones de mi padre parecían ser más razonables. Era bueno tenerlo cerca.
-      Volvamos a la sala de audiencias, Alteza – Pidió.
Hawks estaba en lo correcto. Ni el viejo ni yo pudimos ponerle peros a su plan:
Estaría un año de viaje recorriendo nuestro vasto reino (el cual, realmente conocía poco). Aprendería sobre el mundo exterior y perfeccionaría mis habilidades de lucha y supervivencia lejos de las comodidades del palacio (aunque no era que a mí me resultara placentero el estar ahí). Luego de un año debía reportarme de nuevo en la capital y comunicarle al viejo y a su corte la decisión definitiva sobre mi futuro.
Me fui pensando que mi decisión sobre abdicar a mi derecho al trono era irrevocable. Tenía diecisiete años y mucho por aprender.
Mi primera escala fue en el lugar al que planeaba irme desde el principio: El valle Kamino, donde vivía el héroe legendario desde el día de su retiro y se rumoraba que ya había elegido a su sucesor. Así me lo confirmó el día que lo conocí:
-      Es verdad joven príncipe. Ya he entrenado y elegido a aquél al que heredé mi poder.
Me sentí sumamente decepcionado, desde niño soñaba con ser entrenado por él y convertirme yo mismo en un héroe, un caballero andante que verdaderamente ayudara a su gente y por supuesto, vivir muchas aventuras lejos, muy lejos de ese viejo enfermo de poder que gobernaba el Reino del Fuego.
-      Honestamente – Continuó el héroe legendario – Por tu formación en batalla hay poco que yo pueda enseñarte, sobre todo en mi estado… Pero si en verdad quieres convertirte en un héroe y aprender de mi poder, deberás buscar a mi sucesor. Él también se embarcó hace poco en su propio viaje para volverse un héroe.
Así, me dio tu nombre y te busqué sin descanso por casi un mes.
-      Al fin te encuentro, Midoriya Izuku – Te dije el día que finalmente di contigo.
Me uní a tu grupo de viaje, integrado hasta entonces por Iida-kun, un aspirante a la guardia real cuya familia había servido en nuestra armada durante varias generaciones; Uraraka, una joven hechicera que buscaba limpiar el nombre de su clan y tú, el sucesor del héroe legendario.
En pocos meses de viaje aprendí sobre las condiciones de vida y problemas que enfrentaban los habitantes de nuestro reino, las evidentes fallas en el gobierno de mi viejo e incluso de la corrupción de muchos de nuestros representantes.
También tuvimos encuentros cercanos con criaturas mágicas, sobre las cuales poseías tal conocimiento, que llegaron a salvarnos la vida en más de una ocasión.
Te vi en incontables ocasiones desplegar el poder legendario siempre al servicio de quienes necesitaban protección. Así vivimos muchísimas aventuras, siempre viajando, aprendiendo y resolviendo problemas.
Comencé a admirarte, no solo por tu poder sino también por tu inteligencia y esa bondad natural que hacía a todos confiar en ti. Yo no era la excepción. Así, nos volvimos amigos y conforme mejor nos conocíamos, más importante te volvías para mí al grado que deseaba que este viaje no acabara jamás.
Pasaron casi seis meses cuando una madrugada, haciendo guardia en el campamento me preguntaste:
-      Alteza, ¿ha tomado alguna decisión sobre su futuro?
Conocías mi situación, yo mismo te lo había contado.
-      Aún no estoy seguro – Admití – Al principio, la gente del reino me miraba con recelo… Los entiendo, mi viejo no es el rey más popular, pero muchos de ellos me han dado las gracias por ayudarlos e incluso me han dicho “tú no eres como él.”
-      Porque usted es usted, Alteza. Puede que tenga la sangre y el poder de su padre, pero solamente usted mismo decide cómo usarlo.
Me quedé callado repasando una y otra vez aquellas palabras. Entonces lo comprendí: No era realmente que quisiera ser un héroe como tú. Simplemente quería escapar y evitar convertirme en él.
Continuaste:
-      Alteza, yo lo conozco y sé que sería el mejor rey que este reino ha visto en muchos años… De cualquier forma, sabe bien que le apoyaré sin importar su decisión y…
-      ¡Por favor! – Interrumpí mientras tomaba tu mano – ¡Trátame de “tú”! y… puedes llamarme Shōto...
La noche había terminado y los primeros rayos de sol evidenciaban cada vez más el sonrojo de tus mejillas pecosas. Tenía tiempo queriendo decírtelo, vivíamos y peleábamos codo a codo compartiendo tareas como iguales, aunada a la gran confianza que creció entre nosotros, dejé de ver sentido en que me siguieras tratando con esa distancia protocolaria que, a mi parecer, alzaba un muro entre tú y yo.
Era lo último que quería, aunque entonces yo pensaba erróneamente que te quería cerca de mí, sin comprender del todo que lo que en realidad quería era a ti, a Midoriya Izuku.
-      ¡Entonces llámame Izuku, por favor! – Dijiste sin soltar mi mano.
Fue inevitable: Nos habíamos enamorado.
En los meses restantes de mi viaje se definió y fortaleció nuestra relación como pareja, pero yo mismo definí por fin lo que quería para mi futuro.
-      Izuku – Te dije faltando un mes para volver a la capital – He tomado una decisión: No abdicaré al trono.
Tus ojos se abrieron y brillaron como un par de gemas.
-      ¡Estoy muy orgulloso de ti, Shōto! – Exclamaste lanzándote a mis brazos.
-      Pero – Dije separándome lo suficiente para tomar tus manos entre las mías – Te quiero a mi lado, quiero volverme el mejor rey para toda nuestra gente y solo lo puedo lograr si estás conmigo.
-      Príncipe mío – Dijiste con lágrimas en los ojos – ¡Claro que seguiré a tu lado! Yo te amo. Además, mi papel como sucesor del héroe legendario está unido al de su rey.
No podía con tanta felicidad. Te tomé de la cintura y te di una vuelta en mis brazos mientras besaba tus labios una y otra vez.
-      Sin embargo – Agregaste sin tanta emoción – No sé si estoy listo para la vida en el palacio… Aún tengo mucho que aprender…
-      ¿Y quién habló de quedarnos en el palacio? Volveré con el viejo al cumplirse el plazo de mi viaje, pero será para notificarle mi respuesta y por supuesto, presentarte con él. Pero le diré que nos hace falta recorrer el Reino del Hielo y las Tierras Bárbaras… ¿No se supone que un buen rey debe conocer cada rincón de su reino y a sus vecinos?”
-      De verdad que serás el más grande rey de tu estirpe, príncipe mío.
-      Y tú ya estás escribiendo tu propia leyenda, mi héroe.
Y aquí estamos ahora, en las puertas del palacio un año después, pero todo ha cambiado. En esta audiencia hablaré con mi padre para integrar a nuestra amiga Uraraka como aprendiz del consejo de magos, eso sin duda ayudará a mejorar la reputación de su familia; en tanto, Iida-kun comenzará su entrenamiento para sumarse a las filas de la guardia real…
¿Y yo?
Yo elegí cambiar la historia de este reino y con ello, te elegí a ti.
CONTINUARÁ
2 notes · View notes