Voy a crear una pared de ladrillos, indiferencia y tristeza. No podrás ver por encima de ella porque será tan alta que tocará el cielo, ni podrás cavar para pasar por debajo, porque tendrá raíces. Será transparente, pero será. Y no tendrá puertas ni ventanas a las que puedas cantarme ni lanzarme poesía en servilletas de papel.
Natalia Mariposa
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Lo ideal y lo que no me gusta
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La materia es más débil que la mente:
Yo no existía pues se negaba a verme.
Mi cuerpo
levantaba su oscura obsolescencia.
Mi nombre,
un trago de silencio en su garganta.
Y la ridícula tristeza,
como si el planeta hubiera de hecho desaparecido,
erosionado, hundido en su apogeo de sombra,
cerrado sobre sí mismo
como un camino que ya nadie recorre.
Un pájaro se resguardó de la lluvia
en la oficina.
La pequeña bestia cantaba,
revoloteando su voz tan tibia.
Dijimos
que lo liberaríamos,
pero lo olvidamos.
El lunes ahí estaba,
helado,
un puño de alas oscuras.
Después de ese día,
no hablamos más.
En algún sitio de mi cuerpo,
se engendró una nueva oscuridad,
un hemisferio de pérdida bajo la piel.
Qué confusión,
permanecer y cesar,
caminar las mismas calles
y volverse invisible.
Apogeo de sombra
Y el tema del último planeta,
desterrado
al frío de la noche
en algún sitio de octubre.
El hilo del que pendía
cortado sin arrepentimiento.
Se borró de cuadernos y sistemas,
lo desaprendimos con esmero,
como ha de suceder con tantas cosas.
Cuando me lo dijo, estábamos en la oficina.
La lluvia suavizaba su voz
en esta ciudad de estrellas apagadas.
Los planetas, sabía teóricamente, son estables:
sus luces son constantes y finísimas.
Me gustaban por eso.
Pero, después, saber con qué facilidad
se puede prescindir. Los objetos, los nombres,
ceden sus amarras fantasmas sin agobio.
Miraba, desde el otro lado, la ventana.
Recorría mi trayecto errático de sombra,
los días que compartimos:
aulas iluminadas, distantes
ecos de otra luz.
Encendía sus palabras entre mis labios,
esquirlas abrasadas,
parpadeantes.
- Elisa Díaz Castelo. De Principia, Ediciones Liliputienses, 2020
(Collage encontrado en la red sin datos)
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“Tus ojos que antaño nunca se cansaron de los míos,
Se inclinan hoy con pesar bajo tus párpados oscilantes
Porque nuestro amor declina”.
Y responde ella:
“Aunque nuestro amor se desvanezca,
Permanezcamos junto al borde solitario de este lago,
Juntos en este momento especial
En el que la pasión -pobre criatura cansada- cae dormida.
¡Qué lejanas parecen las estrellas,
Y qué lejano nuestro primer beso,
Y qué viejo parece mi corazón!”.
Pensativos caminan por entre marchitas hojas,
Mientras él, lentamente, sosteniendo la mano de ella, replica:
“La pasión ha consumido con frecuencia
Nuestros errantes corazones”.
Los bosques les rodeaban, y las hojas ya amarillas
Caían en la penumbra como desvaídos meteoros,
Entonces un animalillo viejo y cojo renqueó camino abajo.
Sobre él cae el otoño; y ahora ambos se detienen
A la orilla del solitario lago una vez más.
Volviéndose, vio que ella había arrojado unas hojas muertas,
Húmedas como sus ojos y en silencio recogidas
Sobre su pecho y su pelo.
“No te lamentes -dijo él- que estamos cansados
Porque otros amores nos esperan,
Odiemos y amemos a través del tiempo imperturbable;
Ante nosotros yace la eternidad,
Nuestras almas son amor y un continuo adiós”.
- W. B. Yeats. Versión de Luis Zalamea
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DE OFICINA A OFICINA
A las nueve de la noche, Amalia llevaba once horas de trabajo de parto. Tenía la palidez de una hoja en blanco y el cansancio la había dejado en un silencio que sólo interrumpía su respiración sin rumbo. Entonces su marido llegó de la oficina con la corbata bien anudada y el cabello en paz. Se la quedó mirando, le puso una mano en la mejilla y le dijo: - No te imaginas qué día tan pesado he tenido.
Angeles Mastretta
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Ese beso de ayer...
Ese beso de ayer
me abrió la puerta
y todos los recuerdos
que yo creí fantasmas
se levantaron tercos
a morderme.
Claribel Alegria
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La claridad se aprende
como la herida aprende a no doler.
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La musa
Cuando en la noche oscura espero su llegada,
Se me antoja que todo pende de un hilo.
¿Qué valen los honores, la libertad incluso,
cuando ella acude presta y toca el caramillo?
Mira, ¡ahí viene! Ella se echa a un lado el velo
Y se me queda mirando larga y fijamente. Yo digo:
"¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas sobre el infierno?"
Y ella responde: "Yo soy aquella."
Ana Ajmatova
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Fragmento
Me pareció que las llamas de tus ojos
Volarían conmigo hasta el alba.
No pude entender el color,
De tus ojos extraños.
Todo alrededor palpitaba
Nunca supe si eras mi enemigo, o mi amigo,
Y si ahora era invierno o verano.
Ana Ajmatova
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el dolor de un cuerpo
morena-mujer-vieja-estirada-abierta-vulnerable-irritada-desempleada-compradora-objeto-trunca-enamorada-ilusa-de mirada triste- colgadora de ropa interior- ama-de-casa-mama-de-treshijos-esquizofrenico-alcoholico-depresivo-mujer-ama-de-nada.
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canto nupcial
me he casado
me he casado conmigo
me he dado el sí
un sí que tardó años en llegar
años de sufrimientos indecibles
de llorar con la lluvia
de encerrarme en la pieza
porque yo -el gran amor de mi existencia-
no me llamaba
no me escribía
no me visitaba
y a veces
cuando juntaba yo el coraje de llamarme
para decirme: hola ¿estoy bien?
yo me hacía negar
llegué incluso a inscribirme en una lista de clavos
a los que no quería conectarme
porque daban la lata
porque me perseguían
porque me acorralaban
porque me reventaban
al final ni disimulaba yo
cuando yo me requería
me daba a entender
finamente
que me tenía podrida
y una vez dejé de llamarme
y dejé de llamarme
y pasó tanto tiempo que me extrañé
entonces dije
¿cuánto hace que no me llamo?
añares
debe de hacer añares
y me llamé y atendí yo y no podía creerlo
porque aunque parezca mentira
no había cicatrizado
solo me había ido en sangre
entonces me dije: hola ¿soy yo?
soy yo, my dije, y añadí:
hace muchísimo que no sabemos nada
yo de mí ni mí de yo
¿quiero venir a casa?
sí, dije yo
y volvimos a encontrarnos
con paz
yo me sentía bien junto conmigo
igual que yo
que me sentía bien junto conmigo
y así
de un día para el otro
me casé y me casé
y estoy junto
y ni la muerte puede separarme
susana thénon
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El lugar de mi nostalgia al que nunca podrás llegar tú.
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En aquel tiempo la soledad era un cilicio
prendido constantemente a mi cuerpo. Ahora es la estancia perfecta
mi refugio cuando salgo/finalmente/de ti.
Ana María Rodas
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Ya sabes corazón, que ahí no es. Que en lagunas de dolor brilla cuál espectro. No no es en esa burbujeante salida de emociones rotas. Como romper una emoción.
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Ya sabes corazón que ahí no es.
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