Tumgik
leftwrittershand · 4 years
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Al nombrar la belleza neoyorquina, todos olvidaban mencionar las penetrantes heladas de la ciudad. Pieles y narices rojizas, gorros de lana por doquier… en fin, varias cosas de las que no era fanático. Pero otras de las que sí, como el hirviente café y los sacos que cubrían sus rodillas de por sí desabrigadas por su flaqueza.
Concentró su mirada un minúsculo copo de nieve que flotaba por el aire hasta destinar en el suelo, y luego en otro, y en otro, y en uno más. Por inercia más que por necesidad, sintió a su mano asomarse al bolsillo de su pantalón, y de allí cogió el paquete de Malboros que escondía dentro al encendedor. Un vago pensamiento flameó en su mente: el sabor del primer cigarrillo, aquel que había robado del atado de su madre y que había dejado su lengua con dos “as”: áspera y asquerosa. Pero el que estaba por prender… no sabría así. Sabría a victoria.
Era una idea algo retorcida: en su mano colgaba una pequeña maleta marrón con no más de dos prendas de ropa interior, algunas remeras y, con suerte, un pijama. Probablemente los pantalones que llevaba puesto lo acompañarían por varios días. En su billetera yacían no más que algunos dólares que había pensado ayudarían a sustentarlo, al menos por las próximas horas. Su celular marcaba tres llamadas perdidas: su mejor amiga.
— Diablos —mufó por lo bajo, casi inaudible.
¿Qué significaban dichas llamadas? Ya todos lo sabían: estaba oficialmente separado de Karen y había abandonado su hogar.
De todos modos, sintió que nada de ello importaba.
En parte, sus manos temblequeaban como si de un niño ansioso de 14 años se tratara en aquel momento previo a un beso, a una caricia, o a una declaración de amor. Pensar en eso lo hizo esbozar una sonrisa diminuta que borró a los segundos. Estaba separado, probablemente en breve divorciado, todo en su vida había tenido un giro de 180° que debería surfear. Pero no importaba.
Era de esperarse que el tiempo pareciera no transcurrir, que la nieve hubiese helado la ciudad, los pensamientos, la física y el amor. Como optimista y esperanzado que era, cogió tal idea para apropiarla.
No saldría lastimado, no esta vez.
Su historia con Max se remontaba hacía ya una década atrás, o incluso más tiempo. ¿Quién podría recordar cuándo se había enamorado de ella? De su sonrisa, de sus ojos, de la manera estúpida en la que reía. Sus manos raquíticas, su pelo mal peinado… su belleza absoluta. Probablemente el flechazo se había efectuado en algún recreo escolar, o tal vez en alguna visita a la casa de su mejor amigo. En fin, no recordaba cuándo. No porque el momento no hubiese sido lo suficientemente intenso, sino porque desconocía un tiempo pasado sin haber estado enamorado de ella (¿Era siquiera posible?).
Pero las historias en su vida no podrían ser sencillas, pues así no se escribían las grandes historias de amor. Luego de casi cinco años de ciego enamoramiento, declaró sus sentimientos. Fue rechazado y herido, como había sabido que iba a suceder. Por algún motivo, la vida le brindó una segunda oportunidad y, sin saber bien cómo o cuando, fue Maxine quien lo buscó. Su amor creció, así como su vínculo, formaron historias y recuerdos juntos, se abrazaron, se besaron, bailaron por la noche… ningún momento en dicha secuencia padecía un mínimo defecto. Pero la vida los apartó: él volvió a Londres, conoció a quien creyó otro gran amor y la persona que sanaría sus heridas. Forjaron un noviazgo basado en la sencillez y en la confianza, pero un detalle mínimo se escapó de dicha característica: nunca había dejado de estar enamorado de Max. Como era de esperarse, dicho vínculo resultó en añicos que vio como una oportunidad para recuperar a su gran amor.
Desde allí comenzó el verdadero problema: ideas y vueltas, indecisiones, malas pasadas que opacaban a la belleza de sus almas unidas. Ella partió sin despedirse, y su corazón se quebró una vez más.
Fundido en la idea de no volver a abrir sus sentimientos ya que podrían ser baleados cual gaviota y marinero con escopeta, conoció a Jenna, una colega de la escuela en donde enseñaba Historia. Ella enseñaba Matemática, lo cual explicaba, en gran parte, el funcionar de su mente: calculador, lógico, crítico y analítico. Debía haberlo supuesto cuando la conoció: no iba a funcionar, no porque Jenna no fuese una mujer maravillosa, sino porque su mente analítica siempre estaría un paso delante de la de él y sería tan evidente como absurdo su infinito enamoramiento imposible con Maxine. Pero la relación duró algunos años, los suficientes para que nacieran sus dos hijas: Eponine y Cosette.
Creía que nunca en su vida podría perdonarse a sí mismo por haber tenido un amorío, solo por saber que sus hijas lo mirarían como un traidor. Sus pesadillas por las noches tenían siempre el mismo escenario: le dirían, firmes como eran, que no confiaban en él. ¿Por qué lo harían? Había roto su relación, su vínculo paternal, su familia…
No importaba, Maxine valía la pena y esta vez no saldría lastimado.
Mientras daba una de las últimas caladas al cigarrillo, su celular vibró. Era su mejor amiga, una vez más: la conocía, no pararía hasta obtener una respuesta.
— Hola —pronunció de la forma más seca que pudo. Oyó su aguda voz pidiendo explicaciones y regañándolo—. Ya, ya… No te escucho bien, Beth. Te llamo al rato, ahora no puedo hablar.
Y colgó sin decir una palabra más. Tendría que dar explicaciones, claro, pero todo tornaría de otro color si lo que estaba por suceder resultaba de forma correcta.
Algunas semanas (o, mejor dicho, días) atrás, Lennon había pedido a su amante, Maxine, que no lo contactara. Sabía que su esposa sospechaba sobre su amorío, pero no estaba listo para dicho confrontamiento. De hecho, Lennon nunca estaba preparado para confrontar, ya que en su mente era tan sencillo divagar en un limbo y dejar que los problemas se solucionaran solos. Pero lo haría: finalmente le confesaría a Jenna todo lo que había ocurrido, sería honesto con ella y la dejaría. No tardaría dos segundos (y, de hecho, no los tardó) en correr a los brazos de su amada.
Ante el pedido, Maxine no pareció contenta, pero no volvió a llamarlo. Él insistió con que serían solo algunas semanas, hasta poder acomodar su cabeza y su vida. Sabía que la había lastimado, sabía que Maxine necesitaba de él tanto como él necesitaba de ella. Sabía que no se apartaría de él, por el simple hecho de que ninguno de los dos podría permanecer alejado del otro. Él lo sabía, y terminaría de una vez por todas con todo el asunto.
Por eso, al recibir de su parte una llamada hacía solo algunas horas, sabía que Maxine querría verlo. Lennon nunca contestó al llamado, pero ¿por qué lo haría? Sabía qué le pediría, sabía que hablarían y dejarían todas las pavadas que anteriormente habían evitado que su relación florezca. Sabía que todo pasaría.
Apagó finalmente el cigarrillo y caminó varios pasos hasta depositarlo en un basurero.
Lennon había viajado al centro de Manhattan para sorprenderla en su departamento. Ya lo imaginaba: tocaría el timbre y ella saldría. Sin necesidad de decir una palabra, se besaría. Todo estaría arreglado pues era lo que necesitaban, estar juntos.
Al voltear su cuerpo y enfocar su mirada, notó que el auto de Maxine se encontraba aparcado en la entrada. Que raro, había golpeado a su puerta algunos minutos antes, pero nadie había atendido. Por las dudas, cruzó la calle e intentó una última vez.
Nadie atendió.
El frío ya había causado que no sintiera sus dedos. Utilizar guantes para su protección le parecía moralmente incorrecto, además de incómodo. Recurrió con simpleza a frotárselas una con otra, y a echar algo de aliento en un hueco que formó entre ambas para darles un poco de calidez.
Un vehículo aparcó en la entrada y Lennon clavó su vista en los vidrios del mismo, que por no polarizados revelaban lo que sucedía dentro del vehículo. Un nudo se convirtió en huésped principal de su garganta al ver a Maxine besar a un sujeto que desconocía. No solo eso: sus frentes permanecieron pegadas la una a la otra en lo que era un claro símbolo de afecto. Ella acarició el rostro del tipo, lo besó una vez más, y se retiró del auto.
—  ¿Max? —fue la única palabra que logró verbalizar. Sentía a sus ojos prendidos fuego y a su laringe tan pesada como nunca. Sus manos comenzaron a temblar, pero esta vez no culparía al frío, pues ya no lo sentía, aunque se encontrara helado.
Maxine lo miró con aquellos ojos que podrían derretir su vida completa, pero esta vez estaban cargados de culpa. Abrió la boca, pero ningún sonido salió de ella.
—¿Quién es él? —le preguntó, con el último suspiro que pudo rescatar de sus pulmones. Max no respondía. No hacía falta, sus ojos habían visto una historia completa.
Era la cualidad de ser un por siempre amante: dudaría lo que dura la calidez. Al apagar la vela que mantenía su fuego prendido, alguien más ocuparía su lugar.
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leftwrittershand · 7 years
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                                       Harry Winehouse’s playlist.
I. Pumped up kicks - Foster the people [ he'll look around the room, he won't tell you his plan ] II. You only live once - The Strokes [ inside they might feel sad and wrong ] III. The cave - Mumford and Sons [ I know my call despite my faults and despite my broken fears ] IV. From finner - Of monster and men [ the waves that hit his face marked the past ] V. These streets - Bastille [ they pull me back and I surrender ] VI. Imagine - John Lennon [ you may say I’m a dreamer but I’m not the only one ] VII. Every teardrop is a waterfall [ I’d rather be a coma than a full stop ]
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leftwrittershand · 7 years
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SAVANNAH: Mamá me contó lo que pasó. ¿Cómo estás...?
STEIN: Bstante bieb.
SAVANNAH: Stein Walczac, manejando bien los problemas desde siempre
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leftwrittershand · 7 years
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“I miss you too. But in that way. And you don’t. So why would I just let you break my heart? We were never friends, Gabi.”
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leftwrittershand · 7 years
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I’m kundf drunk but i miss y. U* shit
(via lovelyxrpg)
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leftwrittershand · 7 years
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“ Si algo hacían bien los Walczac, era pretender. “
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leftwrittershand · 7 years
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                                          Rowan O’conell’s mixtape
 I. Gasoline – Halsey [ you’re part of a machine, you’re not a human being ] II. The importance of being an idle – Oasis [ the sky’s all day as black as night but I’m not complaining ] III. Alive – Sia [ I was born in a thunderstorm ] IV. Carmen – Lana del Rey [ It’s alarming honestly how charming she can be, fooling everyone ] V. Can’t get no (satisfaction) – The rolling stones [ he can’t be a man ‘cause he doesn’t smoke the same cigarrettes as me ] VI. Unsteady – X.Ambassadords [ hold on, hold on to me ‘cause I’m a little unsteady ] VII. Teen idle – Marina and the diamonds [ being sixteen and burning up a bible, feeling super, super, super suicidal ]
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leftwrittershand · 7 years
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BILLIE: ¿Estás drogada y en el trabajo?
ROWAN: Créeme, tengo mejor control de mi misma estando drogada que limpia.
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leftwrittershand · 7 years
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“[...]  creía que cerrarse a las personas, mantener la distancia o cordialidad eran estupideces; más bien optaba por ser transparente, y mostrar todo de ella misma, sin miedo a salir lastimada.“
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leftwrittershand · 7 years
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HARRY: La cagué, ebrio, pero eso no prevendrá que me partan la cara.
ANASTASIA: Se ve feo pero no es nada dramático. Además, no puedes huir siempre de todo, Harry. 
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leftwrittershand · 7 years
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“ [..] desde pequeño había sido tratado por distintos trastornos de ansiedad, depresión, obsesión compulsiva, défecit de atención... su mente no era, precisamente, su mejor amiga. “
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leftwrittershand · 7 years
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“[...] conocía cada uno de sus monstruos, cada inseguridad que no lo dejaba ser a pleno. Mientras trotaba lejos de allí, un nudo se convirtió en huésped de su estómago, y su cabeza no permitió dejarlo pensar en otra cosa que no fuera la escena que acababa de presenciar y, claro, perder. “
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leftwrittershand · 8 years
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leftwrittershand · 8 years
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leftwrittershand · 8 years
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leftwrittershand · 8 years
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Brothers in blood, partners in crime.
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leftwrittershand · 8 years
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