Tumgik
nekirorgen · 4 months
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Pues bien, hoy sólo seremos el día, la tarde, la noche y yo... El tintero, la pluma, el papel, la imaginación y yo... El silencio, la soledad, el ruido de un tren lejano y yo. Hoy es otro día normal para mí, las luces y los cascabeles allá afuera no hacen la diferencia.
—Nékir.
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nekirorgen · 4 months
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Gente que sólo se acuerda de un nombre cuando ya no hay nombres dispuestos a acompañarle. Gente que se olvida de quien ha estado ahí en sus momentos de soledad cada vez que se ven en compañía. Gente absurda. Gente hipócrita.
—Nékir.
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nekirorgen · 4 months
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Tenía las manos bañadas en sangre. Temblaba, estaba muerta de miedo. Mi corazón agitado parecía detenerse. Y ahí, tirada en el suelo estaba ella, esa mujer, esa mujer que yo tanto odiaba, esa mujer que tanto yo envidiaba. El cuarto estaba oscuro, la luz de la luna era la que iluminaba el rostro inerte de esa persona. Todo era blanco, paredes, colchas, ventanas, techo... Hasta el perro pequeño que temblaba debajo de la cama era blanco con una que otra peca marrón. La había matado, la había desaparecido finalmente de mi camino. ¡Ah cuántas veces había soñado con ese momento! Pero, ¿es que acaso eso había sido un sueño? No. No lo fue. Y yo me preguntaba cómo es que había llegado hasta ese sitio, no lo sabía, de pronto ya estaba ahí con la sangre de esa pobre mujer cubriendo la piel que llevaba desnuda. Juro que yo no soy asesina. Juro que no soy una mala persona. Juro que había evitado a toda costa llegar hasta ese punto. Pero ya había cometido el homicidio. Y dentro, muy en el fondo mío, una carcajada de libertad se escuchaba. Me había liberado de esa sombra, había suprimido lo indeseable. Con ella muerta ese pasado se había borrado, ya no tendría por qué volver a escuchar su ridículo nombre, ni tendría que ver su molesta cara, esa cara llena de arrugas que en algún momento —sino es que en todos— llenó de filtros para parecer joven y hermosa. ¡Ja! Mujer tan horrenda. Ah, pero ahí estaba, ya muerta. Ya sólo era un deshecho sin latido. Brotaba del corazón la escasa sangre que le quedaba. Y yo, poco a poco fui despertando del trance mas no de la realidad, porque aquella escena era tan real como ese perro que me observaba, o como el viento que recorría mi cuerpo, o como esa única testigo: la luna. "Me descubrirán, debo irme", pensé. Pero no podía moverme. No podía mover mis pies, estaba pesada, muy pesada, tan densa como la alegría que embriagaba a todo mi ser.
Dos almas.
Pensaba en dos almas.
Un alma caótica, turbia, confusa...
Un alma pacífica, en armonía, en equilibrio...
Todos teníamos dos almas adentro. Reflexionaba en tanto limpiaba la sangre en las ropas que llevaba puestas.
Esta alma, ésta que se había atrevido a clavar ese puñal en la carne, en los músculos, en los órganos de esa mujer, sin miedo a nada, siguiendo sólo su instinto de placer, esa alma era el caos que habitaba en mí. ¿Y la otra? ¿Dónde había quedado la otra? No estaba aquí... No estaba aquí.
Y una pregunta aparecía como una luz intermitente frente a mí: ¿Cuál es tu fantasía jamás dicha?
Esa, esa era y la acababa de cumplir. Y es que, ¿no les ha pasado que a veces quisieran borrar el pasado de ustedes, o el pasado de otros que son importantes para ustedes? ¿No les ha pasado que quisieran matar ese pasado que lleva un nombre? ¿Desaparecerlo y... poder así tener un camino limpio en el presente, sin ningún rostro o apellido que haga mella en sus vidas? Sí, esa era mi fantasía y se había vuelto tan fuerte que separó mi paraíso de mi infierno y me llevó ahí, justamente ahí, a la posibilidad de tomar un borrador y desperdigar el pasado, soplarle y desvanecerlo en un latido muerto. "Qué distinta será mi vida sin ella interponiéndose en mi camino. Qué diferente será todo, porque esto, esto que está aquí, estos muebles, este cuarto, estas ventanas, ese televisor y todo lo que afuera de este cuarto se encuentra, será mío, tan mío como él... Tan mío como..."
"No... Esperen... Ese perro no es mío... Lo lamento, tú tampoco puedes estar aquí..."
Caminé hacia él... Tomé el cuchillo que yacía tirado cerca de mi pie derecho... Con mucho esfuerzo pude moverme. "Le haré un favor a él si desaparezco a esta bola de pelos...", pensaba. Entonces alguien abrió la puerta...
Alguien entró al cuarto...
Y tuve que despertar...
Tuve que abrir los ojos.
"¡Mamá!", escuché ese grito. El temblor volvió a mí. Me habían descubierto. ¿O no? No... No había sido así porque yo estaba de pie frente a ese sujeto que desgarraba su garganta y no podía verme. Nadie podía verme, sólo la luna y ese perro que tanto odiaba ya.
El alma tiene dos brazos y ese día el brazo que se alzó fue aquél que le dió luz verde a mi perversidad. Pero ahí seguía, de pie... Mirando a aquél que lloraba, y esa noche ya no sería tan sólo a la mujer y al perro a quienes mi fantasía quitaría la vida, sino también a ese pobre infeliz que trataba de revivir lo imposible.
Tumblr media
—Nékir.
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nekirorgen · 5 months
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Te extravías en eso que te demanda la vida y no el alma. Te percudes entre las manchas de lo que se aísla de tu sentido. Bebes de un veneno que desconoces que en algún momento te va a matar. Pero te crees el dueño del tiempo y del corazón de tu amada. Qué tontería. Qué infantilidad. Qué tristeza darle fuerza a lo que te suicidará el amor que no aprendes a valorar.
—Nékir.
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nekirorgen · 5 months
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Estás tan enfrascado en la viscosidad de tu pantano que has cegado tu visión a la bella enredadera que agitada brilla para salvarte.
—Nékir.
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nekirorgen · 5 months
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Creemos que el amor estará disponible para nosotros en nuestro momento más egoísta. Qué ilusos somos al pensar que el amor puede vivir en terrenos tan infértiles, en terrenos de incapacidad emocional, de nula entrega para un otro. El amor no habita ahí. El amor sabe quedarse donde el ego está vencido, no donde sea tan narcisista que sólo se mire a sí mismo.
—Nékir.
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nekirorgen · 5 months
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Dejar escapar un 'te amo' y observar cómo lo matan con la indiferencia.
—Nékir.
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nekirorgen · 5 months
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Qué puta manera de jugar con mi mente, de envolverme entre pétalos de rosas para finalmente clavarme sus espinas.
—Nékir.
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nekirorgen · 6 months
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Contigo pude perderme, navegué entre los océanos de tu amor, sentí la protección de una madre y la perpetua sanación.
Pero, todo fue montado por mi mente. Pronto supe que me estaba extraviando hacia un mundo de perdición.
—Nékir.
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nekirorgen · 6 months
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Duele cada segundo... El andar de las manecillas se va clavando fuerte en mi sistema nervioso... El corazón quiere fugarse... El miedo se abalanza sobre mí... La espera mata y no da oportunidad de renacer.
—Nékir.
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nekirorgen · 6 months
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Quisiera poder ser yo ante la mirada de un otro. Derramar mis lágrimas sin miedo a que me vean frágil. Expresar mi enojo sin ningún tipo de máscaras y no generar conflicto o molestia en el otro. No entiendo porqué hasta la fecha debo seguir disfrazándome de perfección... Estoy cansado de no poder ser yo.
—Nékir.
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nekirorgen · 6 months
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Es doloroso tener a un alguien y sin embargo no poder apretar su mano en un momento crucial. ¿De qué sirve un nombre si no se puede ni mencionar?
—Nékir.
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nekirorgen · 6 months
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Hubiese querido que estuvieras hoy conmigo y tener la posibilidad —que pocos tienen— de volverme niño entre la protección de tus brazos y libre entre la inexistencia de juicios.
Pero no estuviste, he perdido al niño que soy y es utópico creer que ante ti soy libre.
A veces sueño demasiado.
Luego despierto y vuelvo a percatarme que soy y seré por siempre, sólo yo.
—Nékir.
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nekirorgen · 7 months
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14 años...
Estaba loca, completamente loca, y lo peor, me contagiaba su locura. Estaba obsesionada con mis respuestas, esas que alimentaban su morbo, morbo insaciable, trastornado y animal. No entendía porqué —si era ella mi vida, la razón de mis deseos y mis apetencias—, estaba tan aferrada con saber sobre mi pasado.
Cada vez que me la cogía me preguntaba lo mismo: "¿Así te las cogías a ellas, con esta misma intensidad? Dime… ¿Gemías con ellas o guardabas silencio como conmigo? ¿Les mamabas así sus vulvas… Las volvías locas como a mí?" No me dejaba siquiera concentrarme al clavársela, sin embargo algo provocaba en mi verga que me la mantenía tiesa, totalmente dura y frenética como la fuerza de mi vientre al hacerla mía, mi hembra, mi mujer, mi diosa.
Se obstinaba a un tiempo muerto, a saber más sobre mis experiencias con otras mujeres, y no entendía ya si era eso un acto de auto saboteo o simplemente una parafilia. Era muy difícil de comprender. No obstante, yo seguía, cada día yo me mantenía deseándola, respetándola, queriéndola, amándola. No había conocido en la vida a otra mujer como ella, sí, era una obstinada, de pronto una vulgar, una niña mal educada pero sólo cuando nos cogíamos, sólo en ese momento íntimo justo cuando nuestras bestialidades se masturbaban.
"Nunca me has hablado de cómo fue tu primera vez, cuéntame, qué edad tenías." Me miró fijamente a los ojos mientras me mamaba la verga como si se tratara de una paleta de dulce, "ahorita no, por favor, déjame disfrutar de tu boca…", le dije, "ahorita sí, mi amor, cuéntame y te prometo que te la pondré más dura y te la mamaré como ninguna otra puta lo haya hecho." "Pero es que no puedo hablar mientras haces eso, o cojo o hablo, o gimo o pienso mujer, qué terquedad." Me apretó sutilmente los huevos mientras ordeñaba a mi miembro y me ordenaba también las ideas tal cual ella deseaba que de mis labios salieran. "Piensa en ese momento, qué sentías, cómo era ella, cómo la abordaste o te abordó. Recuerda su perfume, el tuyo, sus edades, había viento, hacía frío o calor, fue en una cama o en qué parte de la casa, ¿fue en un baño? ¿Dónde te desvirginaron?. Ese es el momento más crucial de nuestra sexualidad, fue traumático o no, fue limpio o sucio. Por favor, recuérdala, cómo era su vulva, su clítoris, sus labios… pequeños o grandes, morenos o rosados, tenía vello o estaba lampiña de su monte de Venus. Ohhh, qué dura se te está poniendo y mira cómo te supura el deseo por la uretra, tu cabeza late y tu cuerpo se expande entre estas venas. Te deseo tanto, te anhelo tanto, te amo tanto que me follaré la boca con tu pito y lo llenaré con el orgasmo de mi voz en la espesura de mi saliva."
"Parecía que me estaba poseyendo, parecía que se metía a mis neuronas y las dominaba, era algo muy extraño, pero despertaba a mi más bajo instinto, al cerebro más reptiliano, a mis ganas escondidas y a esas represiones jamás dichas. Me llevó a ese momento, sí, lo comencé a recordar como si estuviera sucediendo en ese instante. Tenía catorce años, era todavía un niño, fue en mi fiesta de graduación de la secundaria. Yo era baterista de un grupo que estaba conformado por mi hermano y algunos otros amigos de la infancia. Tocábamos una pieza de rock de la época, te estoy hablando de los años noventa. Mi cabello era largo pero iba sostenido de una coleta. Tenía los ojos cerrados, me concentraba en el golpe del plato y del contratiempos, la música era todo para mí. Sin embargo en un instante todo se quedó en silencio, aplausos… era lo que se escuchaba. El número había terminado. Abandonamos el escenario, ya nos esperaban con algunas cervezas, pero además yo ya traía encima un par de ellas, uno de mis amigos me empujó hacia esta chica, ella cursaba la preparatoria ya, tenía 17 años, estaba ya a un paso de irse a la universidad. Me gustaba, me gustaba mucho pero jamás me atreví a hablarle. "Aviéntatele, también le gustas", me dijo y yo sólo sentí que mi rostro se empapó de rubor. Ella me observó con una sonrisa coqueta, estaba embriagada también y bastante desinhibida. Llevaba una minifalda color negro y una blusita de tirantes rojo brillante, era de senos prominentes, es así que se le veían bastante a través de la blusa… Sus pezones estaban despiertos, su piel blanca, tan blanca como mi inocencia hasta que se abalanzó sobre mi rostro y comenzó a besarme con tal intensidad que me dejó sin aliento. Su lengua invadía mi boca, yo no sabía qué hacer, ni cómo reaccionar, simplemente me dejé llevar. Sabía a lujuria, e inmediatamente mi verga se inflamó por debajo de mi pantalón roto de mezclilla. Ella me tomó de la barbilla y giró mi cabeza hacia un costado para ir hacia mi oído y lamerlo sutilmente: "Me gustas, niño. Me gustas mucho. A diario te observo aunque no lo creas. Dime, qué es lo que tienes ahí abajo, he soñado contigo, con tenerte dentro de mí." Me dijo y yo sentía que me venía, sentía que explotaba de lava blanca. Tragué saliva y enmudecí. "Mis papás no están en casa, ¿Me quieres acompañar?", "Ujum…", afirmé sin más. Sin mayor preámbulo nos desplazamos en su auto a su casa, en efecto, sus padres no estaban ahí. Ella cerró la puerta y acto seguido me envolvió en otro beso. Las luces eran tenues, recuerdo, ya estaban encendidas cuando arribamos… pero eran sutiles como su perfume, el típico perfume que usa una chica de 17 años, mezclado con el de su piel plagada de hormonas, de morbo y de travesura. "Haces mucho ejercicio, te he visto jugar fútbol ahí en la cancha… tienes tu cuerpo muy atlético para ser un niño, y esa boquita tan jugosita, estás bien rico. Cógeme, ¿sí?" Yo era virgen en ese momento, y sí, acepto que también era fiel amante de la pornografía, muchas veces me masturbé bajo la ducha, si me bañaba era precisamente para hacerme el amor a mí mismo pensando en alguna mujer que había visto en alguna de esas películas, pero, todo era parte de mi imaginación, esas chaquetas mentales que terminaban en una gran y precoz eyaculación, todo muy lejos del acto sexual en sí, ya con una mujer. Yo no sabía cómo accionar, ni por dónde empezar, me temblaban las manos, el corazón cabalgaba arrebatadamente dejándome sin aliento, yo sólo deseaba alimentarme de sus tetas, era lo primero que me pasaba por la cabeza, quería saborear sus pezones, manosear esas carnes con mis manos, mordisquear sus aureolas… Y eso fue lo que hice. La puse contra la pared. Siempre he tenido mucha fuerza, desde pequeño me gustó el deporte, además también fui muy alto, en ese entonces mi altura estaba alrededor de 1.75. Le arranqué la blusa, sus senos brincaron frente a mí, los llevaba desnudos sin ningún corpiño o sostén. "¡Ah qué delicia de tetas!", le dije y se las comencé a mamar.
No cabían en mis manos de tan amplias que estaban, blancas como la porcelana, sus pezones del color de una rosa tímidamente sonrosada, un lunar le adornaba el centro de su pecho, justo donde se unían en un exquisito beso, sus ricas tetas, jamás he podido olvidar ese lunar, pero ese es un secreto sólo mío, de nadie más. Me bebí su esencia por esos dos pezones rígidos y enormes, era una diosa sexual, toda una putita ya para su edad. Ella se hincó y súbitamente me despojó del cinturón así como del pantalón y de mi ropa interior. Tomó mi miembro inflamado en sus manos y lo mamó un par de veces, "lo tienes enorme, qué delicia de verga, quién diría que a tu edad esconderías tan colosal trozo de carne". Parecía hambrienta, yo comencé a gemir, sentía que me venía, era tanto el placer, me succionaba tan intenso que hasta su campanilla repicaba en la punta de mi glande, quería vomitar todo mi deseo en ella, pero no, no podía porque también la quería coger, tenía morbo de saber cómo era su vulva, cómo le olía, de qué color era, mamársela y tragarme todos sus pelos. La incorporé hacia mí con fuerza y la empujé en el sofá de la estancia, le levanté la mini falda y le abrí las piernas, llevaba una tanga negra. Se la quité. Ohh, ya despedía el aroma, ese aroma jamás lo olvidaré tampoco. Emanaba placer. ¡Qué delicia!, mi boca se hizo agua y mi pito aún más, quería metérsela, matarla con mi verga, pero esa vulva peluda llamaba a mi lengua. Sin pensarlo se la mamé, sus labios externos eran blancos también, sus vellos dorados y sus labios internos, rosas, bellamente rosas. El clítoris erecto y grande, una vulva bien formada, como los pétalos de la más hermosa rosa. Mmm, no dejaba de libar, la llevé a otro mundo y yo mismo también me extravié. Sus gemidos me excitaban aún más. Metí mis dedos en su vagina. Ya salía bastante fluido. Luego, mi pulgar lo metí en su ano. Qué rico efluvio le emanaba del culo. Ella definitivamente supo desvirginarme. Estoy satisfecho por la forma en cómo fue mi primera vez. La hice chuparme los dedos para volvérselos a meter y cogérmela con ellos. Ya sentía en la punta del pito toda esa leche que ella había producido, es así que la levanté nuevamente y la empiné. Me estaba dando todas las nalgas y ahí mismo la arrematé, le di un par de estocadas finales, no pude hacer más. Terminé en un plácido gemido que retumbó en todos los rincones y mi semilla virgen hizo su hogar ahí dentro, ahí donde su orgasmo aniquiló cualquier remanente de mi ingenuidad. Esa fue mi primera vez. Y de ahí vinieron muchas más. Pero eso no se lo diré a ella. A esa mujer a la que amo y quien en ese momento seguía insistiendo a que le narrara mis experiencias aún cuando ya me había venido en su boca.
—Nékir.
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nekirorgen · 7 months
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Me saben más atractivas las letras cuando llevan el sabor de la melancolía.
—Nékir.
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nekirorgen · 7 months
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Este día quiero ser noche contigo. Alcanzar las estrellas y adornar tus cabellos. Cantarle al sol una canción de cuna y procurar que duerma más de lo debido. Hoy quiero ser fuego de cometa contigo, derramar tinta oscura a los océanos y dibujar una luna sonriente entre las líneas tímidas de su superficie. Quiero entender la noche desde tu mirada nostálgica, descifrar los sueños de tu alma a través del carboncillo que se tiñe en tus ojos de hada. Noche, no deseo más que ser tu noche para que en mí puedas hacer todos los lagos que anheles con tus lágrimas.
—Nékir.
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nekirorgen · 7 months
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Cada vez que entro en ella muero para después vivir. Vivo en una constante muerte y es muriendo que le encuentro un sentido a mi vida. ¿Qué sería de mi nombre si éste jamás hubiera buscado un rincón para llorar? Cada lágrima brota para engrandecer más al espíritu. Si observo bien mi reflejo, de forma consciente, no habrá más que ceniza, no habrá más que un más allá que me va abrazando cada vez que se arrastra la manecilla del reloj. Algún día mis palabras serán leídas por unos ojos que también estarán hechos de polvo y que en ese instante le harán morir aún cuando lata más vivo que nunca. Vivir es morir. Y qué delicia es ir muriendo cuando se trata de morir en ella.
—Nékir.
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