Tumgik
polisinodia · 3 years
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Una gota
En medio de un bello prado una acequia diminuta, un proyecto de acueducto, cruza el pueblo desde el monte y desemboca en la plaza, obsequiando con sus aguas, de un frescor indescriptible, a todo aquel que desee calmar con ellas su sed.
Un día llega un peregrino con un gorrión en el hombro, bebe el ave de la fuente y luego se inclina él, pero en vez de santiguar sus labios con ese azul, atrapa en fiel equilibrio una gota entre sus dedos. Dicha gota se mantiene en su yema levitando, parece incluso que esta no toca su misma piel, y de ese modo aquel tipo se despide de aquel pueblo y se pierde entre los bosques que rodean el lugar.
¿Quién era  aquel hombre seguido de su gorrión? ¿Buscaba justo esas aguas para curar a un enfermo o simplemente era un mago que mostraba su poder?
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polisinodia · 3 years
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Sol azul
Debes saber aunque ya eres consciente, que en mi mente eres asidua, y que para consumirme nadie existe como tú mejor cliente. Todo cuanto planeo es para ti, aunque tú nunca aparezcas, siempre estás y allí te siento, pese a que jamás intervengas, eres mi último episodio, o quizás el motivo inspirador, eres final y principio, inicio y conclusión. Imagino que soy rey, y que paseo por mis tierras, y aunque no te vea ni te sienta sé que tú serás mi reina; me imagino apresado, confinado en calabozo, y sé que tú estás al otro de las rejas. Si vuelo, tus alas están cerca, si nado, tú eres la marea, siempre al lado, vigilando, ausente pero alerta, una sombra a la que amo sin conocer a ciencia cierta. Del cuadro la témpera del fuego la hoguera, del acero la mella del muro la hiedra, yo siempre soy la acción y tú después las consecuencias, cada paso cada acción, me supone tu creencia ¿Yo te llamo? ¿Tú me sigues?¿Cómo explicas esta ciencia? Me da igual la solución mientras suponga tu presencia.
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polisinodia · 3 years
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El viajero, cuarto capítulo.
Dante descendió los infiernos junto a Horacio, el viajero en cambio tiene a un gorrión de compañero, el trinar del pajarito sin un Hades que cruzar resulta más placentero que la vieja voz del sabio.
Imaginen una línea que atraviesa la maleza, unas hojas y unas ramas que no rozan al pasar, tan mullido es el follaje que la montaña te ofrece que no existe algún rocío que no puedes atrapar. Ahora cierren ambos ojos, para aumentar nuestra dicha a la vista renunciamos. Como el verde de la flora es tan sumamente dócil el gorrión al que seguimos no supone un desafío, este vuela muy despacio ahorrando gran energía por el hecho que supone batir poco sus alitas, el poder que este reserva lo concentra en componer, en su canto tan hermoso mediante el cual nos guiamos.
El sonido de su voz es un hilo que buscamos, y aunque no lo percibimos está hecho de dorado; a imagen y semejanza de las hebras diminutas que el sol decide arrojarnos al concebir la mañana. Filamentos que son luz y sentimos como besan con su calidez el cuerpo, en concreto nuestro rostro el cual antes ha rozado la piel de algunas manzanas y adquirido su fragancia a raíz de ese contacto. Nuestro gorrión acelera y el viajero pues también, provocando el alto ritmo que el sudor se manifieste. Mas el ave tan gentil, atenta a sus finas gotas, difumina la molestia con un vuelo hacia los prados. Allí casi toca el suelo y viajero así le imita, produciendo dicha acción que la escarcha que las briznas con la noche acumularon le refresque totalmente y resguarde del calor. 
El gorrión al que el viajero  (Y nosotros por supuesto) ha cogido tanto afecto, se despide          (de momento) con una genial cabriola.
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polisinodia · 3 years
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El viajero, parte tercera.
Esta Odisea comienza sin amargas despedidas, de hecho es un servidor quien así la cataloga, como inicio de algo nuevo, suceso diferencial. Siendo apenas para él un paseo más lejano. Con el cálido compás de la vida cotidiana, de adquirir algunas frutas, platicar con el tendero;  con el relajado paso del que no le falta nada, y no hablamos de algún bien, de poderes o riquezas, sino de quien realizó todo cuanto siempre quiso. Tan liviano así camina, sin los sueños y su carga, habiéndolos todos cumplido simplemente al empezar. De ese modo nadie llora ni lamenta su partida, motivo de gran festejo y de brindis general, aquel niño que soñaba con los vastos horizontes por fin despliega sus alas en pos de la inmensidad.
Varias leguas no amortiguan el jolgorio de la fiesta, gran convite donde él es total protagonista, al que nunca le invitaron y jamás pensó acudir. Con el eco de la risa de sus antiguos vecinos llega a una encrucijada y a su primera elección. Un sendero hacia la izquierda a través de bosquecillos y que como fiel amigo tiene un bello riachuelo, la derecho en cambio ofrece navegar sin agua alguna recorriendo frente al mar una playa interminable.
El viajero no posee su nombre por puro azar sino por él transitar donde nadie vio un camino, si la derecha no es Edén ni la izquierda le persuade atraviesa por el medio e inaugura su destino.
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polisinodia · 3 years
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El viajero, segundo capítulo.
Un cayado, provisiones y un diario que recoja cuanto presencien sus ojos. Nada más tiene el viajero, nada más piensa añadir. ¿Creen ustedes que olvidó algún objeto capital, utensilio indispensable que echará después de menos? Quizás piensen en dinero, el mejor salvoconducto, o en un arma puntiaguda que convenza a los rufianes de cesar en su negocio al menos por una vez. También pueden concebir los blancos pliegues de un mapa, bien el norte y el magneto que una brújula componen, todo lujos muy pesados que carecen de sentido, con permiso del viajero les explico los motivos.      
Las monedas tintinean como única virtud, talento que permite solo a veces, en concreto la mitad, el poder ser victorioso. Pero el fin que estas poseen más allá del doble o nada es un gris mantenimiento de la vida y afluentes, del inmueble que te acoge, los salones y sus muebles, la familia que allí mora y el precio de sus enseres; el negocio que uno funde o que en su defecto herede exige el pago del dinero y del tiempo que te quede.                                             
Descartados los rubíes aparece la alabarda, o el mandoble, cimitarra, un fusil de largo alcance, la finura que prefieran no duden en empuñar, el viajero hará lo propio refutándolas sin más, ni un atisbo de duda se dibuja en su mirada, sin temor a una emboscada sabedor que su cayado es suficiente guardián.             
Llega el turno de los planos, que desecha sin siquiera husmear sus recorridos, los lugares de leyenda cuyo origen es incierto no aparecen recogidos en un mísero papel, solo el náufrago consigue que le muestren su camino al jamás haber querido en ellos en ellos aparecer.  Llegados a este punto supongo deducirán que el saber dónde está el norte al viajero nada importa, toda luz es bienvenida pero ayuda no consiente, si intervienen las agujas él jamás podrá llegar, pues antes debe extraviarse.
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polisinodia · 3 years
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El viajero y su fortuna, el relato de sus pasos.
Normalmente los viajeros y la estela que les sigue pertenecen al pasado, tan lejano y bello él. Ahora bien, si ustedes quieren el viajero puede ser nómada contemporáneo, los magos al fin y al cabo no comprenden de milenios ni por épocas se rigen, entre guerras por Europa o las primeras hogueras sus hechizos y misterios igualmente sobreviven. Pues díganme ¿Que han decidido? ¿La madera o el metal? ¿Viajará nuestro hechicero a lomos de rocinante o volará mullido y manso llevado por un motor? Escojamos punto medio, equilibrio siempre triunfa, te permite aún en el fallo recorrer lo que anduviste corrigiendo siempre a tiempo aquel pequeño desliz.  Colón es una opción que muy lejos nos transporta, los dos mil que ahora vivimos al viajero no convienen, quizá por el setecientos el proyecto toma forma, 1750 es la fecha que uno quiere. Todo cuento y toda historia necesita de un principio, un inicio que servimos a la carta del lector, el viajero es canadiense, el viajero es español, también puede ser francés o carecer de nación. Nada importa, no padezcan, piensen que nuestro viajero caminará por tantos lares y devorará ciudades en un número sin par, el lugar del que provenga es un ínfimo detalle que si incluso da pereza no deberían pensar.                                                                                                      Viajero, nacido has y bautizado hemos, las suelas de tus zapatos pronto serán un recuerdo,  hermanas del polvo que a tu paso se levanta y que será recorrido por herederos de tu andanza, pretendientes de tu hazaña, de cómo fuiste capaz de guiar a las estrellas, de mostrar a los caminos la ruta que recorrer, y a las aves, en su vuelo, las corrientes más propicias que sus plumas deseaban.
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polisinodia · 3 years
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Descripción de la clase.
La clase no es ni existe, apenas puede enseñarse y complicado es recordarla, es parte abstracta de lo abstracto un esbozo tan lejano que apenas alcanzamos con mucha suerte a nombrarla.
Por supuesto que anudarse la corbata queda bien, colocar con mimo el sombrero y un bastón para hacer pie, la seda de tu camisa son surcos de delicia que forman colores finos a los ojos del mortal, pero incluso en compañía de prendas igual de bellas y que aún más enaltecen el aspecto y el detalle, terminan siendo fuegos fatuos que se consumen con la vista y no alcanzan a la clase y su resplandor final.
Tampoco sirve el entrenamiento ni tan copioso ni bien intenso, pues esta es semejante al talento adquirido por nacimiento y jamás obtenido practicando ante el maestro. No es cuestión de repetir pues jamás hay dos iguales, tú no puedes imitar conceptos irregulares, tan distintos tan dispares, tanto naces tanto eres tanto vales, es muy simple ya lo sabes, si no tienes solo observa y disfruta de la clase.
Tan suave y delicada como la caricia de una pluma que apenas roza tu piel se retira con el tacto, pero que causa tal efecto sobre todo al ausentarse que jamás olvida nadie ese mínimo contacto. Una brisa que no cesa y ningún pelo despeina, leve fragancia que a nada huele pero sugiere y recuerda, un contoneo un suspiro de una magia cautelosa que temiendo ser descubierta nos visita de puntillas.
Tan misteriosa es esta dama y tan pocos amantes consiente que prever su aparición es tarea de los genios, abraza a pocos de por vida y los viste de dorado heredando dicha luz su familia por milenios.
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polisinodia · 3 years
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Debate con la duda
Mortal enemiga y vital aliada, eres freno ante la acción, cuantos proyectos negocios y obras sucumbieron ante vos. Eres solo un frío destello, amago de la verdad y vestigio de la tarde, eres un minuto del valiente y una vida del cobarde. Pero vidas salvaste, no lo dudo, y alejaste de la ruina a incautos e inconscientes, guerras detuviste y masacres no se dieron pues el miedo que tu creas paraliza nuestras mentes. ¿Y ese miedo cómo surge? ¿En qué consiste tu temor, representa un gran peligro o una falta de valor? Es un aviso, un consejo, nos adviertes con tu yo ¿O simplemente eres malvada y todo es por diversión? Pues en tu caso siempre dudo, considéralo un cumplido, pues al dudar de la duda a la duda doy sentido. ¿Qué pretendes? ¿Cuánto ansias? ¿Cuáles son tus objetivos? No conozco tu origen ni mucho menos tu destino. Y hasta entonces ya no sé si debatir tus motivos y camino en un eterno pensamiento o actuar por insisto sin ninguna reflexión, quizás no exista solución y dudaremos hasta muertos. En todo caso me despido hasta tu próxima visita, cuando algo planea o decida , cuando algo afecte a mi vida, entonces podré notarte como sombra que se esconde, eres sin duda la peor amiga del hombre.
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polisinodia · 3 years
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El comodín de las Moiras.
Curioso centinela apostado sin quererlo, que con sus finos pasos y lindos saltos nada por el gris que rodea la casa y observa con atención pero sin interés a cualquier extraño que ose acercarse.  
Y es justo esa indiferencia la que ahuyenta al posible invasor, pues esa mirada de sombrío emperador le hace sentir hormiga, hormiga que por puro hastío, aburrimiento, es aplastada sin piedad.
Pero un día el cacique de largos bigotes se topa con él, sus ojos no logran transformarle en insecto y tampoco retrocede cuando desenvaina su juego de uñas, lejos de asustarse se relame con gracia, por primera vez en mucho tiempo algo le interesa, y le asusta al mismo tiempo.
Chocan sus miradas como dos enjambres de bárbaros, como  fuego y hielo, yunque y acero. Pero tras esta colisión inicial, comienza un peligroso vals, un baile ágil e inmóvil, pues ninguno se mueve y planean mil movimientos, las piezas siguen su sitio y la partida está en su zenit, una sola jugada debe decidir un duelo que nunca empezó y que no puede acabar bien.
Ambos rozan con sus yemas la carta ganadora, solo que este roce cambia según hablemos del felino, que extrae de sus propias yemas sus afilados y cortantes ases, o del humano, que esconde su mano en el bolsillo y acaricia lento su comodín.
Por desgracia para todos, un condenado buey de cuatro ruedas, metálico y ruidoso, interrumpe el duelo y rompe el lazo mortal que les unía. Pues, una vez pasa de largo, vuelven a mirarse, pero nada es igual, terminó el juego.La muerte, que era croupier, recoge la mesa y les ordena dejar la sala, de modo que el gato prosigue su camino por los muros y el chico regresa a casa.
Aunque quizás, y solo quizás, se reanuda alguna vez dicha partida, pues desde aquel momento y hasta que vieron el horrible rostro de la muerte; el felino  siempre portó sus dagas en ristre, preparadas para él, mientras que su querido enemigo nunca sacó la mano de aquel misterioso bolsillo, que sin duda escondía algo tan poderoso como para derrotar hasta la propia parca.
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polisinodia · 3 years
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Alejandría
¿Qué de dónde proviene esa luz, ese fulgor allá a lo lejos? De Alejandría amigo, de su faro mágico que llamas produce y que fuego contiene, donde en su mismo corazón, cuidado y protegido, vive un pequeño sol.
Pero ese astro no siempre estuvo ahí, antes eran unas débiles antorchas las que guiaban en la noche a nuestros marinos, apenas mostrándoles unas franjas, unos trazos del enorme cuadro que es nuestra tierra, mojada por el mediterráneo y suavizada en forma de arena.
Tierra formada por cualquier cosa que alcance la vista, unas  conchas que los niños utilizan para sus juegos y que a su vez sirven como moneda,  peces que nadan y vuelan sobre un azul que refleja otro aún más lejano en el que unas figuras también vuelan, y al mismo tiempo nadan cuando sus picos descienden en busca de escamas . Agua y olas, cañas y redes, navíos de guerra, ardientes; navíos mercantes, pacientes, una venta cerrada con pericia, unos dados cargados con malicia, un poeta , un ladronzuelo y una agitación constante. Es ese tiempo tan vivo y cambiante lo que define Alejandría,  su puerto al menos, que no es sino un molde hecho del material más bello y voluble jamás visto, un fulgor esmeralda que forma un horizonte incluso en los charcos y que con el paso del tiempo se vuelve cada vez más hermoso, más perfecto, sin dar nunca la impresión de estar terminado, pudiendo así  mudar su imagen y acercarse todavía más al cielo, llegando en una ocasión a tocarlo y aprovechando entonces para atrapar una de las estrellas que el firmamento dejó escapar cuando sintió ese leve roce, la que hoy día es nuestro faro y guía a los viajeros, y que sobre todo nos recuerda como, al menos durante unos instantes, fue el cielo y no el mar el que reflejó todo cuanto había bajo el,  unos instantes en que Alejandría fue solo luz, para luego regresar a su condición de ciudad, maravillosa e indescriptible, pero ciudad, lejos de los mitos y la magia.
 Los milagros corren de parte de los dioses y de los niños, y fueron estos últimos los que nos brindaron el milagro de la luz, de nuestro faro, quizás el milagro más duradero de la historia.
Todos ellos hijos de pescadores, y conscientes de los peligros que conllevaba la noche al navegar, se las ingeniaron para iluminar el camino de vuelta a casa a sus queridos padres. Robando cada uno en su casa y a la vez en mercados y plazas consiguieron juntar muchísimo polvo de hada, nombre que se le daba a una especia de gran sabor que tenía el defecto de atraer a las luciérnagas, que acudían veloces y hambrientas en cuanto la olían. De ahí que la gente, aparte de en la cocina, utilizara esos polvos para el alumbrado general,  dejando una buena ración en cada farol para gusto y gozo de los bichitos luminosos.
Una vez reunieron todo lo llevaron hasta el lugar más elevado del puerto, formando una montañita que escondieron con sumo cuidado de cualquier peligro.  El resto fue pura impaciencia, días enteros protegiendo los polvos de ladrones sigilosos y luciérnagas golosas, noches de insomnio contemplando las estrellas sabiendo que iban a formar una aún más brillante, y sobre todo una eterna mirada al horizonte rogándole con sus ojos que les devolviera a sus padres, que les permitiera escapar de su infinitud.
  Fue aquella noche, nada más ver las piras arder en el puerto, cuando supieron que ya regresaban a casa y que estaban al llegar. Entonces estallaron, todo ese tiempo, ese esfuerzo, esa incertidumbre, tocaba fin, solo quedaba rematar su obra maestra. Ni el mismo Saladino con todas sus huestes hubiese frenado el vendaval que movían las piernas de cada chiquillo y que les llevaba de puerta en puerta como gacela imparable, liberando en esa carrera voraz a todas las luciérnagas presas en los faroles que, junto sus vecinas del desierto, acudieron desbocadas al cúmulo de polvos que había en lo más alto. Así, de un negro terrorífico vestido de muerte los marineros pasaron a ver su patria entera, cada detalle y color, todo unido por hilos dorados surgidos de un resplandor familiar para ellos, y  frente a toda esa luz, otra aún más poderosa que surgía de la mirada de sus hijos, siendo los ojos de sus pequeños  esas estrellas que contemplaban en trance durante aquellas largas noches.
  ¿No es la oscuridad sino la luz más brillante? Una vez dentro de ella incluso el más mínimo destello es capaz de salvarte, de guiarte hacia un destino al que, entre miles de luces, nunca hubieras llegado. En el día podrás encontrar destellos, pero solo en la noche podrás hallar la luz, que no solo te iluminará, sino que te permitirá caminar sin siquiera abrir los ojos.
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