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#Televisión
welele · 8 months
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andrewckeeper · 4 months
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LIDMF AI + PHOTOSHOP "Pablo Motos"
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onthecoverofamagazine · 8 months
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Andrew Scott, 2012
Foto: Simon Annand
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inakialistelizarralde · 5 months
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LIST OF TV SERIES PROJECS. Choose your 5 favorites. Or some less, or some more, or none, or propose a new one... or whatever you want.
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sacerdito · 1 year
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Ahora sí se nos fue ☹️
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mexicoantiguo · 1 year
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En Diciembre pero de 1968, inicia un programa que se transmitiría por casi 50 años , "En Familia con chabelo", una de sus primeras edecanes , Verónica Castro.
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ponamen · 7 months
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merypao · 19 days
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Algo distinto a los furros Jajsjja, quería ver que me salía
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cinemgc · 8 months
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Maya Pixelskaya.
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grandesrecuerdos · 2 years
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María Conchita Alonso, Hernaldo Zúñiga, Daniela Romo, Verónica Castro, Diego Verdaguer y César Costa.
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welele · 2 months
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Yo tenía una PSX
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seluvivas · 5 months
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Ya disponible en más plataformas digitales el nuevo segundo single perteneciente al triple lanzamiento Selu Vivas - hoy tengo ganas de ti os lo vais a perder ? aún no lo tenéis? Conseguirlo !!!!
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La periodista Azucena Uresti sale de MILENIO: 'Han habido muchas presiones profesionales, pero todos los ciclos se cierran'
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Gillian Anderson || Hawaii, 1996
Foto: Jadran Lazic
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jesusespino · 8 months
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Un viaje en el tiempo a la España analógica de la peseta
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Médico de familia, mítica serie que emitió Telecinco entre 1995 y 1999, está disponible en streaming desde el 21 de julio. Sus 119 capítulos, distribuidos en 9 temporadas, se han incorporado al catálogo de Netflix. Al aflorar en ese apabullante menú aprovechando el verano, hemos empezado a verla en casa con la pequeña Rebeca, nacida en 2014. Dos temporadas después —teniendo en cuenta que en su momento no fui fiel seguidor de esta comedia dramática—, he alcanzado algunas conclusiones preliminares.
Habrá quienes, invadidos por la pereza y poco inclinados a la nostalgia, se pregunten para qué sirve ver una serie que tiene casi 30 años —el lapso de una generación—. Pues sí que sirve. La utilidad más importante, que observo en mi hija, es mostrar a quienes no conocieron aquella época cómo era la sociedad de entonces: valiosa enseñanza. También es un sensor retrospectivo del papel que tuvo el audiovisual de los 90 como agente de cambios que han ido cuajando y haciéndonos, en general, mejores. O, al menos, trasladándonos aceleradamente a la (pos)modernidad. En definitiva, es un documento muy valioso, repleto de información. El retrato de una época.
En 1995 se cumplían 20 años de la muerte de Franco, inicio de la Transición a la democracia. Y 9 de la entrada de España en la Comunidad Económica Europea (CEE), hoy Unión Europea (UE). El monopolio de la televisión pública se había roto en 1990, solo un lustro antes. Aún nos duraba la resaca de los fastos de 1992 —Juegos Olímpicos de Barcelona y Exposición Universal de Sevilla—, que construyeron una nueva marca España pero dieron paso a una crisis económica que elevó el desempleo al 24%. Es precisamente en 1995 cuando se inicia la recuperación: estaba terminando la etapa de Felipe González al frente el Gobierno (1982-1996) y poco después comenzaría la de José María Aznar (1996-2004). Sin entrar en mayores profundidades, ver Médico de familia en 2023 supone hacer un viaje en el tiempo a la España analógica de la peseta —el euro no fue una realidad hasta 1999 y llegó en efectivo a nuestros bolsillos en 2002–.
Aquella España era otro país porque aquel mundo era otro planeta. La televisión, abuela electrónica, funcionaba como pantalla colectiva, no personal, se veía en familia y tenía culo; no había smartphones, empezaban a generalizarse los celulares, pero limitados a voz y SMS; la conversación pública no estaba en Internet, entonces incipiente, sino que la vertebraban los medios de comunicación; las marcas blancas no dominaban la cesta de la compra, como veremos más adelante al hablar de product placement; apenas había inmigración extranjera, las grandes ciudades continuaban drenando población nacional de los entornos rurales en vaciamiento. Era otro mundo en el que se fumaba hasta en los centros de salud —verlo ahora hiere la sensibilidad de cualquiera—, el machismo empezaba a desactivarse —pese a sus omnipresentes trazas—, el Estado del Bienestar —las pensiones, la sanidad y la educación públicas— se extendía tras lograrse conciencia sobre la necesidad de pagar impuestos —el IRPF entró en vigor en 1978 con el eslogan “Hacienda somos todos”—. No es exagerado hablar de otro país, de verdad que no lo es. Parafraseando a Alfonso Guerra, a aquella España hoy no la conoce ni la madre que la parió. La transformación, aunque haya aspectos mejorables, ha sido notabilísima, drástica, ejemplar.
Médico de familia, producida por Globomedia, creada por Daniel Écija y Emilio Aragón, sumó una audiencia media de 7,7 millones de espectadores, rozando el 44% de cuota de pantalla, datos que hoy, en el nuevo paradigma televisivo, son inalcanzables para una ficción. El último capítulo de la quinta temporada, por razones que omito para no destripar la trama, se quedó cerca de los 11 millones y el 60%: la tensión sexual entre Nacho y Alicia dio para mucho, y hasta aquí puedo leer (cuidado con los enlaces si no sabes de qué va y quieres evitar spoilers).
Llaman la atención, para mal, el tabaco por doquier, la abundante bollería industrial a todas horas, la fruta y la verdura como atrezo, los eternos tópicos territoriales clasistas sobre Andalucía encarnados en Juani —atribulada empleada doméstica de acento forzado y jornada infinita—, escenas en el coche sin cinturón de seguridad —obligatorio desde 1975 en las plazas delanteras y desde 1992, también en las traseras—, comentarios sexistas que hoy consideramos censurables —y entonces ya eran inapropiados, seamos claros—, la promoción de la homeopatía —chirriante placebo— mediante carteles colgados en el centro de salud y cierto menosprecio condescendiente hacia la homosexualidad, por citar lo más granado. Pero hay cuestiones, lo apuntábamos al principio, en las que esta serie actuó como agente del cambio. Llama la atención, para bien, el tratamiento del sida, la drogadicción en general y el alcoholismo en particular, la depresión, la violencia de género, el sexo no consentido, los embarazos adolescentes o la erradicación del edadismo, personificada en el abuelo Manolo, que se propone vivir a gusto hasta el final de sus días una vez jubilado tras décadas de cotización en la Renfe.
¿Que la serie encierra una moral subyacente tipo Disney prewoke?, pregunto retóricamente adelantándome a los prejuicios de quienes censuran el debatible heteropatriarcado occidental pero toleran el machismo en otras latitudes amparados en la doctrina de la diversidad cuqui, qué inmensa contradicción. Podemos —escojo el verbo— buscarle tres pies al gato, pero no parece que las fisuras merezcan una reprobación. Si hay un sustrato en Médico de familia es la sublimación, el propio título lo asume, de la familia tradicional. Con los años, la misma factoría le dio una vuelta de tuerca al asunto y produjo Los Serrano, que normalizaba la fusión de las familias —en plural—, superada la familia monolítica, en una España aún más (pos)moderna, asomada al siglo XXI sin complejos desde la atalaya de Europa.
Médico de familia, antes de que Mercadona impusiera las marcas blancas, nos colaba productos emblemáticos: el jersey Lacoste —preferentemente a lo Nachete, anudado a los hombros, un canon caducado que dio pie a muchos chistes—, la leche Puleva, el tomate Orlando, las cervezas Buckler y Águila Amstel bebidas en lata por Julio e Hipólito, los bollos Donuts y Bollycao entre la cocina y el patio del colegio, el pan de molde Panrico, la margarina Artua o el aceite de oliva Koipe. La Coca Cola y otros refrescos, por supuesto todos azucaradísimos, aparecían desnudos, pues no había patrocinador que justificara etiquetas en prime time. La ranchera 21 Nevada, pagara o no Renault, permanecía expuesta en la puerta del chalé adosado al servicio de los planos de recurso.
Vista con ojos de 2023, Médico de familia nos recuerda que el streaming ha diluido la cultura mainstream. Que nos falta pegamento social, aquí y en otros espacios desarrollados —en eso, me temo, iremos degenerando—. Que las audiencias se han atomizado y no quedan productos que reúnan a la familia. Que el mundo ha cambiado y España es otra, aunque bastante mejor al cabo. Tener esta serie en el catálogo de Netflix es pedagógico porque nos enseña cómo hemos cambiado, qué lejos ha quedado aquel país que avanzaba sacudiéndose la caspa y aspirando a estándares internacionales que hoy cumple sobradamente. Verla por vez primera o revisarla es un ejercicio tremendamente interesante. Aunque no garantizo continuar ni terminarla una vez acabado el verano. Pero ahí quedan las conclusiones preliminares, ea.
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chicosanchez · 1 year
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youtube
Buscadores de la mentira. La máquina del tiempo.
En youtube: https://www.youtube.com/watch?v=dy0ZlBOIYew En odysee: https://odysee.com/@chicosanchez:c/Buscadores-de-la-mentira.-La-ma%CC%81quina-del-tiempo.:b En Ivoox: https://www.ivoox.com/buscadores-mentira-la-maquina-del-tiempo-audios-mp3_rf_104058000_1.html
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Gracias por compartir.
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