Tumgik
#Trastorno
cortes-en-el-alma · 1 month
Text
Los trastornos no se van...siempre te acompañan...y a veces te hacen caer más fuerte que en el pasado.
118 notes · View notes
sinfonia-relativa · 9 months
Text
"Mis ojos y boca cosquillean, mi cuerpo se inquieta como si quisiera correr, pero depronto un profundo silencio en mi mente se identifica... Creo que viene una tormenta"
Sad_Boy☕
Tumblr media
44 notes · View notes
eldiariodeunabipolar · 7 months
Text
Tumblr media
Mi mamáe comprará el test.
Me tuve que mamar el reto.
22 notes · View notes
elvlogdevane · 10 months
Text
Me siento vacia, solitaria, deprimida.
40 notes · View notes
al-limite · 19 days
Text
Si soy una molestia para la gente que lo digan claro, que yo no tengo problema en quitarme de en medio.
2 notes · View notes
denniroma · 1 year
Text
Ojala las enfermedades mentales se curaran igual que las físicas o fisiológicas.
Ojalá fuera tan sencillo como tomar un medicamento para calmar el dolor del alma
Ojalá fuera tan sencillo como dejar de comer X cosa y parar todo el ruido mental
Ojalá fuera tan sencillo como hacerse unos análisis para saber qué pasa dentro de nuestro cerebro
Ojalá el proceso fuera más sencillo, rápido y menos doloroso
27 notes · View notes
unavoz · 10 months
Text
Solo quiero recordarte que:
Tener anorexia no te hace estúpida ni superficial.
Tener bulimia no te hace descontrolado ni con poca fuerza de voluntad.
Tener depresión no te hace descuidado ni sucio ni vago.
Tener ansiedad no te vuelve paranoico ni exagerado.
Tener un trastorno bipolar no te hace ser volátil ni inestable.
Tener un trastorno límite no te vuelve indeciso ni dramático.
Ni tener esquizofrenia te convierte en alguien extravagante ni raro.
Las enfermedades mentales son eso, enfermedades.
Y tú, como persona, existías antes y existirás después de estos trastornos.
No te cambian. Tu personalidad sigue estando ahí detrás.
Detrás de los síntomas y las manifestaciones de la enfermedad.
Porque eso es en sí la enfermedad:
Es descontrol, cambio, superficialidad.
Es inestabilidad, diferencia, descuido.
Pero sobre todo es sufrimiento.
Esto es una declaración,
Para que no nos confundan con nuestros síntomas.
-Una voz.
7 notes · View notes
melancaotica · 1 year
Text
Éste trastorno me está quitando recuerdos valiosos, aún así, tu olor nunca podré olvidarlo. Olías a toda la seguridad que estaba buscando.
18 notes · View notes
Text
Ciclotimia
La ciclotimia, también llamada «trastorno ciclotímico», es un trastorno poco frecuente del estado de ánimo. La ciclotimia causa altibajos emocionales, pero no son tan extremos como en el trastorno bipolar I o II.
Con la ciclotimia, tienes períodos en los que el estado de ánimo tiene altibajos notorios desde tu punto de referencia. Puedes sentirte en la cima del mundo por un tiempo, y luego tener un período en el que te sientes algo deprimido. Entre estos altibajos ciclotímicos, puedes sentirte bien y estable.
Si bien los altibajos de la ciclotimia son menos extremos que los del trastorno bipolar, es fundamental buscar ayuda para controlar estos síntomas porque pueden interferir en tu capacidad para funcionar y pueden aumentar el riesgo de trastorno bipolar I o II.
Las opciones de tratamiento para la ciclotimia comprenden la terapia de conversación (psicoterapia), los medicamentos y el seguimiento de cerca y continuo con el médico.
Síntomas
Los síntomas de la ciclotimia incluyen altibajos emocionales. Los altos ciclotímicos comprenden síntomas de un estado de ánimo elevado (síntomas hipomaníacos). Los bajos ciclotímicos consisten en síntomas depresivos leves o moderados.
Los síntomas de la ciclotimia son similares a los del trastorno bipolar I y II, pero son menos graves. Cuando tienes ciclotimia, por lo general puedes desenvolverte en la vida diaria, aunque no siempre bien. La naturaleza impredecible de los cambios de tu estado de ánimo puede alterar significativamente tu vida porque nunca sabes cómo te vas a sentir.
Síntomas hipomaníacos
Los signos y síntomas de los altos ciclotímicos pueden incluir los siguientes:
Sensación exagerada de felicidad o bienestar (euforia)
Optimismo extremo
Autoestima excesiva
Hablar más de lo habitual
Juicio deficiente que puede causar una conducta de riesgo o elecciones imprudentes
Frenesí de ideas
Conducta irritable o alterada
Actividad física excesiva
Mayor deseo para realizar o lograr objetivos (sexuales, sociales o relacionados con el trabajo)
Menor necesidad de dormir
Tendencia a distraerse fácilmente
Incapacidad para concentrarse
Síntomas depresivos
Los signos y síntomas de los bajos ciclotímicos pueden incluir los siguientes:
Sentirse triste, desesperanzado o vacío
Ganas de llorar
Irritabilidad, especialmente en niños y adolescentes
Pérdida de interés en actividades que alguna vez se consideraron placenteras
Cambios en el peso
Sentimientos de inutilidad o culpa
Problemas de sueño
Desasosiego
Fatiga o sentirse lento
Problemas para concentrarse
Pensamientos relacionados con la muerte o el suicidio
Cuándo debes consultar a un médico
Si tienes algún síntoma de ciclotimia, busca ayuda médica tan pronto como sea posible. Generalmente, la ciclotimia no mejora por sí sola. Si tienes reticencia a buscar tratamiento, reúne coraje para confiar en alguien que pueda ayudarte a dar ese primer paso.
Si un ser querido tiene síntomas de ciclotimia, habla de manera abierta y sincera con esa persona acerca de tus preocupaciones. No puedes obligar a alguien a que busque ayuda profesional, pero puedes ofrecer apoyo y ayudar a encontrar un médico calificado o un proveedor de atención para la salud mental.
Tumblr media
ℜ𝔬𝔰𝔞🖤
10 notes · View notes
Text
No llegaste de pronto, no fue un golpe a la cara o un cubetazo de agua. Llegaste poco a poco, llenando un espacio que no sabía que existía, lo contaminaste despacio, lento y sin prisa. No me di cuenta de tu presencia hasta que me impedías disfrutar de los momentos simples que antes amaba. No me di cuenta de que el veneno se esparcía por mi cuerpo, hasta que era imposible dejar entrar la luz en mi pupila sin explotar de dolor. No me di cuenta que algo malo sucedía hasta que me era imposible estar sola sin romper en llanto, sin verme de rodillas rogando que el recuerdo se borrase.
No se puede luchar en una tormenta, más de una vez desee que fuese el final, no podía comer, no podía conversar con nadie. No sabía lo que sucedía, solo me quedé en silencio a observar el desastre. Llegaste para quedarte y aunque mis pensamientos aún divagan en un sin fin de palabras, recuerdos y fantasias, tu presencia se hizo normal y dejé de mirarte como a un intruso, ondee en ti y exploré mi dolor, encontré maneras de robarte un poco de espacio y ganar terreno.
Aún no sé si algún día te irás por completo, aún no sé si hablaré de ti como lo peor/mejor que me pudo haber sucedido.
Hoy, estás en mi presente, eres parte de mí. Me has hecho lo que soy...
Así fue encontrarme con mi trastorno, no dejarme vencer y entender que siempre se puede reparar lo que se ha roto.
—Maysavagee
59 notes · View notes
anaenconstruccion · 2 years
Text
Soñé con ser anoréxica
Tener anorexia me ha traído cosas buenas y cosas malas. Pero, para comenzar, me gustaría recordar cómo la atraje a mi vida. 
1. Una compañera de la escuela cumplió años y conocí a su hermana, nosotras teníamos 12, ella 17. Mi compañera mencionó que su hermana llevaba puesta una blusa suya. Recuerdo cómo me propuse a siempre caber en ropa de niña.
2. Tenía apenas 12 años, me regalaron una blusa y mi mamá insistió que me la midiera. Cuando lo hice, dijo “Cariño, ya estás en edad para aprender a meter la panza”. Me enseñó cómo sumir el estómago y meter las costillas. Siempre le agradecí.
3. Estaba en secundaria, tendría unos 14 años. Todas mis amigas me dicen que me admiran por tener pechos “desarrollados”, llego a mi casa y busco en Google “ejercicios para eliminar los pechos”. 
4. A los 15 años nos hicieron un estudio a todos los de mi escuela, nos pesaron a todos. Estaba conforme con mi peso, 45. Hasta que una compañera pesó 39, ahí conocí la envidia y estaba decidida a llegar a pesar lo mismo. Empieza mi amistad con Google, “cómo bajar de peso”. 
5. Comencé a fumar a los 16 porque leí que “la nicotina suprime el hambre” y yo ya no quería comer.
Todas estas anécdotas me hicieron querer ser anoréxica, leía blogs pro-Ana donde daban consejos y las personas narraban qué comían, qué ejercicios hacían. No podía dejar de leer, era como una droga. En verdad quería pertenecer a ellas, quería identificarme cuando decían “tengo dos días sin comer, solamente mastico hielo y goma de mascar”. 
Finalmente, llegaron mis 18 años. Entré a la universidad y entre clases, tarea, prácticas, salidas, etc., dejé a un lado el tema de la anorexia. Mi mamá accidentalmente trajo a casa un paquete de té verde. Me gustó su sabor con azúcar y así lo tomé una semana. 
Un día, tratando de distraerme de los exámenes, investigué los beneficios del té verde; Adelgazar debido a que es diurético y supresor del apetito. Después de leer eso, quise “matar dos pájaros de un tiro” y empecé a tomarlo caliente, en ayunas y sin azúcar. 
Pronto, el té verde se convirtió no solo en algo fundamental en mi rutina diaria, sino en mi desayuno y muchas veces, en mi almuerzo. Pasó el tiempo e hice nuevos amigos, a los que les gustaba la fiesta, el alcohol y salir a comer. Nunca fui fan de comer en restaurantes o bares, así que me conformaba con tomar. 
Quise ser saludable y hacer ejercicio ya que, extrañamente gracias al té verde tenía mucha energía. Exploré muchos ejercicios y entrenamientos hasta que finalmente me decidí por correr. Mi rutina diaria era tomar té verde, saltarme la comida, tomar alcohol, hacer tarea, correr 5km. 
Tiempo después me diagnosticaron ovario poliquístico y me prohibieron tomar té verde debido a la cafeína. Así que volví a desayunar. Como sentía que estaba “comiendo mucho”, decidí convertirme en vegetariana y lo fui durante aproximadamente seis meses. Después me aburrí y comencé a comer carne de vez en cuando de nuevo. 
El desayuno se volvió mi comida favorita del día, solía comer más por la mañana ya que en mi mente, tenía más horas para bajar lo que había comido, aparte eso me quitaba las ganas de almorzar y comía casi nada. Era un ganar-ganar. 
No pasó mucho tiempo hasta que conocí el famoso “Ayuno intermitente”. Como soy una persona a la que le gusta estar en constante cambio, así como retarme a mí misma, decidí comenzar a ayunar. Al principio sentía extraño porque estaba acostumbrada a desayunar, así que fue un poco pesado. 
Al paso de unos tres días, logré adaptarme y ayunaba 13 horas. Recuerdo que hubo una situación en mi familia por la cual pasaba casi todo el día sola, así que tenía la excusa perfecta para no comer: no sé cocinar. La primera semana ayunaba 14 horas. La segunda por 18, y fue aumentando. La última semana que recuerdo, las horas iban de 20 a 25 horas. 
Aunque, hubo dos o tres ocasiones en los que, como estaba sola, no había nadie que me preguntara si ya había comido o alguien que se diera cuenta de lo largos que estaban siendo mis ayunos, así que me retaba a aguantar hasta 28 horas. 
Ayuno combinado con estrés por la escuela, tomar alcohol (mucho), y que mis únicas comidas fueran chiles jalapeños empanizados rellenos de queso filadelfia, hicieron que sintiera uno de los dolores más espantosos que he sentido en mi vida. Hablé con uno de mis amigos que es doctor y me dio pastillas para gastritis, ya que estaba convencido de que era eso, (no lo juzgo ya que, en su defensa, omití muchos síntomas y minimicé el dolor) no obstante, llegó un punto en el que no pude más y fui a checarme a una clínica.
Me diagnosticaron gastroenteritis. Por un lado, estaba aliviada, sí tenía algo serio, mi dolor sí era válido. Aunque, por otro lado, esto me delató, no podía negarlo. 
Cuando le expliqué al doctor que no había hecho nada mal, que simplemente había comenzado a hacer ayuno intermitente y que “últimamente” (dos meses) había estado sin comer “por un poco más de tiempo”, el doctor se puso como loco. 
Me regañaba como si se tratase de mi mamá. Juro por Dios que no me había dado cuenta de que mis labios se habían vuelto casi blancos, mi piel se había tornado aún más pálida y que mi energía se encontraba por los suelos. Fue tanto tiempo y tan gradual que no me di cuenta.
Durante 3 semanas estuve en “dieta blanda”, así es como la nombró el doctor, antes de entregarme una lista con menos de diez alimentos que me indico que eran los únicos que podía comer. Jamás lo he dicho, pero siendo sincera, me moría de emoción. Al fin tenía una excusa para comer solamente verduras suaves y con poca repercusión en mi cuerpo. 
Sin percatarme, se me escapó una sonrisa. El doctor se dio cuenta y sin pensarlo, me dio una tarjeta que tenía el contacto de una psicóloga. «Qué cosas, yo también soy psicóloga» pensé. Mi boca no se abrió pero mis ojos le lanzaron una mirada que decía “¿para qué es eso?”. Como si hubiera entendido, me respondió “los trastornos alimenticios pueden llegar a enfermarnos muy feo” dijo como si estuviera hablando con una niña de 12 años. 
La siguiente semana fui con mi terapeuta de cabecera, le conté lo que había pasado y me hizo muchas preguntas. Yo las respondía sincera y rápidamente, quería hablar de mi drama, no de la comida o de la “increíble imaginación” que para mí tenía el doctor. 
Me había pasado toda la adolescencia queriendo adoptar un trastorno alimenticio, sabía perfecto de qué se trataba la anorexia y estaba segura de que yo no tenía eso, no tenía tan buena suerte. 
Al final opté por ya no ir más a terapia. Quería hablar de mi ruptura con mi novio, no de cómo no me sentía atraída en lo más mínimo por la comida. Ella dijo que tenía algo que ver con la relación con mi madre, o algo así. Para ser honesta, nunca le prestaba atención cuando la conversación era sobre comida. 
Seguí en negación o más bien, simplemente ignorando el tema por completo hasta que conocí a un hombre. Empezamos a salir y era muy fan del gym. Como estaba en esa temporada en la que comen mucho (no recuerdo el nombre), siempre me invitaba a comer, ya fuera sushi, ramen, tacos, pizza, o antojos como helado, papas, elote, etc. 
Realmente me gustaba salir con él, me atraía mucho y creo que nos llevabamos bien. Lo que pasó fue que no toleré más estar buscando excusas para no ir a comer. Tenía que mentir diciendo que me dolía el estómago, que ya había comido, que no tenía antojo. Hasta que pensé que lo mejor para él era dejarlo ir y que fuera feliz con alguien que disfrutara comer, como lo hacía él. 
Logré despistar a mi familia de mis “preferencias” (o sea, no comer) durante vario tiempo. Inventaba que iba a comer con amigos cuando en realidad llegaba a la casa de ellos y decía que ya había comido. Hacía eso porque no quería que se preocuparan pensando que me iban a tener que llevar al hospital otra vez o algo así, no porque pensara que estaba haciendo algo mal dejando de comer.
Sabía que había algo raro en mí, que no disfrutaba la comida y que eso me hacía diferente a la mayoría de la gente pero nunca pensé que podía tener anorexia. O al menos hasta ese día. 
Toda mi familia estaba fuera, mi mamá me dijo que había dejado un burrito en el refrigerador y que lo calentara y me lo comiera cuando tuviera hambre. Estoy segura de que dejé escapar una risa porque, vamos, yo nunca tengo hambre. 
Como no había comido desde hacía ya unas 20 horas, decidí comerme el burrito porque eran de mi restaurante favorito (si se pudiera decir así). Hacía mucho tiempo que no disfrutaba una comida, fui muy feliz comiendome el burrito de deshebrada roja en tortilla de harina. Pasaron aproximadamente 2 horas cuando las voces en mi cabeza (olvidé mencionarlas pero las he escuchado desde los 12 años), me preguntaron si no me sentía culpable. Terminé vomitando el burrito en el inodoro porque me dio mucho asco pensar que disfruté comer algo. 
Rompí en llanto haciendo memoria de todas las veces que esa voz dentro de mi cabeza me habló y me impidió comer. Fue como finalmente ver la realidad y darme cuenta de que en verdad sí estaba enferma. Lo que tanto había soñado de pequeña por fin se había cumplido, ¡Por fin tenía anorexia! Lo raro fue que no me sentí feliz. Sentí asco de mí misma. Ni siquiera era capaz de controlar mis pensamientos, había vivido engañada todo este tiempo. Alguien más se apoderaba de mis decisiones, no era yo quien alejaba la comida. 
En ese momento supe que tenía que pedir ayuda, pero no era el momento indicado, tenía examenes, cosas más importantes como para preocupar a mi familia con algo tonto que me había causado yo, (¿O no?).
Hice ese tema a un lado y después de meses, llegó mi (entonces) novio a mi ciudad, me dijo que me veía “flaca” a lo cual fue inevitable sonreír. No le dije las causas de mi “flaquez”, y como es entrenador de gym, me invitó a entrenar con él. Y así comenzó mi camino siendo anoréxica y adicta al ejercicio. 
Aunque no duró mucho esa etapa, (ya que él sólo estuvo aquí por tres meses) la disfruté mucho. Se me notaban los huesos y mi abdomen estaba marcado, yo estaba muy feliz. Todo era color de rosa porque me crecieron mucho las pompis y los pantalones me quedaban muy bien. Hasta que llegó el día de ir a mi chequeo con mi ginecóloga y el ayudante de satanás (la persona que pesa a la gente) me pesó. 52 kilos. Entré en pánico. ¿52 KILOS? «Las pompis no valen la pena» así que dejé el ejercicio para bajar de peso (aunque mis amigas decían que era músculo). 
Volví a mi vida normal de abstenerme de muchas comidas, pero ahora siendo más cuidadosa al elegir las comidas que sí como, por ejemplo, trataba de no comer picante o cosas irritantes ya que lastimaban mucho mi estómago por no traer nada más adentro. 
Y todo iba bien hasta que terminé con mi novio, de repente todo era negro, no me paraba de la cama, no dejaba de llorar, y eso continuó por aproximadamente 4 meses, dejé de dormir porque no me daba sueño. Fui de nuevo con mi terapeuta pensando que me podía sacar información que me quitara estrés de encima o algo para poder dormir. 
Mi terapeuta fue clara y directa «No puedo trabajar contigo, estás realmente mal, necesito que vayas con un psiquiatra porque esto ya se volvió físico». 
Sé que no debería decir esto porque soy psicóloga pero honestamente me dio miedo, no quería estar drogada. Claro que al final acepté y efectivamente, me diagnosticaron depresión y trastorno de ansiedad generalizada. Me recetaron un antidepresivo y Rivotril. (No hablaré mucho de esto porque no es el tema central).
El psiquiatra dijo que podía experimentar aumento de peso porque el antidepresivo causaba hambre, claramente para realizar su función de devolverme energía y blahblahblah. Me sentí aterrada y enojada, no era posible que aparte de engañarme, mi ahora ex novio me causara aumento de peso. ¡Inaceptable! Así que ahora más que nunca, me puse de tarea no aumentar ni un solo gramo. Esto fue aproximadamente en Febrero (y ahora estamos en Agosto). 
Actualmente peso 48 kilos, sigo sufriendo escuchando la voz de alguien que me dice qué no comer y que sí puedo comer (aunque raramente acepta). Nunca he sido ni soy de las personas que cuentan las calorías porque eso para mí no importa, sólo evito comer a toda costa y cuando como, lucho muy fuerte para no vomitarlo, aunque hablando con la verdad, mi terapeuta dice que mi mente es tan poderosa que sabe que odio vomitar, así que se le ha ordenado a mi cuerpo sacar todo lo que no le gusta a ella (la voz) de inmediato. 
Medicamente se conoce como “síndrome del intestino irritable” o algo así, pero básicamente cada vez que disfruto una comida, mi cuerpo la rechaza y la desecha en el mismo instante que llega al estómago, obligándome a correr al baño para sufrir un tremendo dolor y al desecharlo, sentir alivio, como una forma de la voz para demostrarme que si como algo y lo disfruto, me dolerá.
En fin, la anorexia me ha demostrado que tengo una fuerza de voluntad increíble, que todo lo que me propongo lo puedo cumplir, que mi mejor amiga y mi peor enemiga soy yo misma, que yo estoy en control de mí (aunque realmente sea ella la que habla en mi cabeza).  
Pero también me ha quitado mucho, me ha quitado relaciones, me quitó la felicidad de comer sushi (mi comida favorita) porque gracias a que mi estómago se ha encogido, sólo me cabe la mitad de la mitad de lo que me comía antes. 
También me ha llevado a pensar que soy una carga para todos, para amigos, para familiares porque los pongo incómodos cuando no como y ellos sí. También es feo porque realmente no llevo una vida normal, no disfruto comer, ¿Quién no disfruta comer? Mi “comida” favorita es el agua. 
A decir verdad, no sé con qué objetivo escribo esto. Supongo que solamente lo quería sacar y que, por primera vez, leyeran más allá del drama aquí. No hay enseñanza, no hay reflexión. Más que, cuidado con lo que desean porque el universo escucha o más bien, tú escuchas y tomas decisiones que te llevan a ello. Y heme aquí, con miedo a comer porque si lo disfruto, me duele el estómago y tengo que tomar pastillas, y si no lo disfruto, no como y eso me lleva al hospital. 
Cabe mencionar que no estoy glorificando la anorexia, al contrario; Ojalá pudiera disfrutar comer, ojalá no tuviera que escoger solo una comida al día, tomar mil litros de agua los días en los que voy a salir de fiesta para “verme más delgada”, ojalá no tuviera que pesarme tres veces al día. Ojalá no existiera la voz que me acompaña todo el día. Ojalá pudiera ser sólo yo.
Ana Gala Agosto 24, 2:33am 2022 
23 notes · View notes
Text
¿Sabían que estoy diagnósticado con trastorno mixto depresivo-ansisoso?
Es como vivir en el infierno cuando no lo controlas, es como si no te importara nada y a la vez te preocupara el no importate.
~OuterSpace.
4 notes · View notes
valmcastilloblog · 2 years
Photo
Tumblr media
EL TRASTORNO NARCICISTA PSICOPÁTICO O TRASTORNO NARCICISTA DE LA PERSONALIDAD 
Un narcisista psicopático es comúnmente una persona que no puede integrar su identidad si no es a través de la energía de otros, es decir, se crea una imagen que sólo puede sostener si otros le prestan atención y le dan aprobación. Para ello utiliza la culpa, si no lo complaces te hará sentir culpable, si reaccionas creará una distancia con la que pretenderá hacerte sentir desterrada/o de su vida, y si te alejas te mostrará una máscara de amor desbordado para atraerte de vuelta. Un narcisista psicopático crea una pose  inflada, un discurso enfocado a que lo admires, y una actitud seductora y violenta al mismo tiempo. Te seduce y te rechaza para mantenerte a su disposición. Jamás es fiel, no tiene responsabilidad afectiva, no puede darte respeto, no reconoce tus límites, pero es experto en darte señales de que tú eres especial y que de ti depende que recibas todo ese amor que tanto deseas de él. El origen de este trastorno es la traición. La última vez que el narcisista sintió amor profundo fue en su infancia, donde fue cruelmente traicionado por uno o ambos padres, de manera que el sufrimiento le impide confiar en sí mismo y en los demás.  El narcisista vive escindido de su corazón, y utiliza el sexo para sentir poder, control y dominio. Las vías que conectan su sistema límbico a la corteza prefrontal en su cerebro, no  son estimuladas por los neurotransmisores que se segregan en el contacto afectivo profundo, y por ello no puede integrarse de manera sana y genuina a ningún vínculo. El trastorno narcisista psicopático no se cura con el amor y el sacrificio de nadie, y comúnmente los que lo padecen no llegan a terapia ni a psiquiatría para sanarse, algunos llegan para intentar tener aliados o figuras a las cuales imitar para hacer más creíble su máscara egocéntrica. El narcisista requiere terapia cognitivo conductual y un trabajo muy profundo para ver su dolor y rescatarse a sí mismo de la fragmentación de su identidad. La prevalencia de este trastorno es de un 6% de la población en México,  afectando sobre todo la población masculina, en quienes además han recaído expectativas machistas de masculinidad como el poder, el  dominio de los demás, la agresión, el poco control de los impulsos sexuales,  una falta de conexión con las emociones y pobre comunicación de las mismas, además de una apariencia de superioridad frente a otros y la insaciable necesidad de conquista y seducción. Por lo que el trastorno puede llegar a disimularse como hombría o atributos varoniles. Hoy en día se hacen indispensables los círculos de sanación de la masculinidad y los tratamientos para las heridas de la infancia masculina. Un solo narcisista puede manipular naciones enteras y traumatizar todos sus vínculos. No es suficiente con atender a las víctimas del abuso narcisista, es urgente abrir espacios para que todos los hombres vean en la psicoterapia, la espiritualidad y la neuropsicología un camino de liberación de patrones misóginos y narcisistas, y de esa manera la empatía transforme el futuro y las nuevas generaciones.
6 notes · View notes
eldiariodeunabipolar · 7 months
Text
Una ducha y a calmar mi ansiedad.
Tumblr media
10 notes · View notes
elvlogdevane · 10 months
Text
Me está costando respirar. Y me pregunto si fue un error todo lo vivido. Habernos conocido. ¿Por qué no puedo simplemente querer normal?
9 notes · View notes
al-limite · 1 year
Text
Me suicidaré un día de estos pero no importa, solo soy yo
52 notes · View notes