Tumgik
#Ya acabé The Three-Body Problem y quiero llorar
mayathepsycho · 4 years
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The Event
No he leído toda la ciencia ficción que desearía y que aguarda en mi librero, impaciente y celosa de la filosofía, pero sí la suficiente como para sentir que he estado preparada durante todo este tiempo para El Evento. El Fin del Mundo. La Caída. El Apocalipsis. Cada autor tiene su nombre predilecto para el momento en que una amenaza externa hará consciente a la humanidad de su propia fragilidad, acabará con la sociedad tal y como la conocemos y, con suerte, abrirá una puerta para otro camino, esa puerta cuya existencia el capitalismo niega con desesperada insistencia, como un niño que busca proteger su castillo de arena de la marea creciente. 
Nunca he dejado de preguntarme, e incluso desear que la amenaza externa sea real. Es cierto que paso demasiado tiempo entre libros y fantasías que constituyen mi única preocupación. Debería ir a buscarme unos problemas de verdad como los que aquejan a los demás. También es cierto que me niego a pensar que el trabajo mecanizado será el único engranaje de los años venideros. Por momentos deseo ver un acontecimiento que irrumpa la cotidianidad y la parta en dos, tres, los pedazos que sean necesarios para acabar con la verdad de que todo es uno y lo mismo. Por favor, qué los aliens existan. Qué alguien me despierte de la Matrix. Sólo quiero conocer la magia, quiero ver algo milagroso, sobrenatural, por un vez. Niña malcriada, siempre insatisfecha.
Mis meditaciones en tiempos de ocio se tornan más abstractas que las imágenes de naves espaciales al rescate. David Mitchell me ha enseñado que The Event nunca sucederá como tal; por el contrario, son nuestras acciones las que nos conducirán al punto sin retorno. Cuando seamos conscientes de haber traspasado ese límite, también entenderemos que no existe tal límite. La única forma de cambiar las cosas era haber actuado de otra manera desde siempre, elegir el camino correcto ahora, no esperar a descubrir las consecuencias funestas para generar remordimientos ¿Y cómo podemos elegir otro camino siendo una gota en medio del océano infinito? Mitchell nos ofrece sólo un aforismo para consolar el dilema ético. “¿Qué es un océano, sino una multitud de gotas?”. Sobra decir que el aforismo no ofrece respuestas más allá de la maravilla momentánea que se obtiene al doblar la última página de El Atlas de las Nubes. Estamos atrapados en medio de este océano sin siquiera entendernos con nuestras gotas congéneres, mucho menos puede haber esperanza de llegar a un acuerdo para cambiar el rumbo de la corriente. 
Es por ello que la posibilidad de la amenaza externa se vuelve seductora. En el fondo también existe la sospecha de que tal entendimiento es imposible. Hay algo podrido en la naturaleza humana que la hace incapaz de resolver sus propios problemas. Esa es la resolución que Ye Wenjie alcanza durante los días más obscuros de la Revolución Cultural de Mao. 
It was impossible to expect a moral awakening from humankind itself, just like it was impossible to expect humans to lift off the earth by pulling up on their own hair. To achieve moral awakening required a force outside the human race. 
Ye Wenjie tenía razón. Se requiere de una amenaza externa para comprender las verdades más elementales. El sistema es frágil y se sostiene a costa del sufrimiento de la mayoría. El sistema no es eterno, pues nosotros no lo somos. La mayoría de los problemas podrían ser solucionados con eficacia pero no están en la agenda política de nadie. Por primera vez ha ocurrido algo parecido al Apocalipsis de las historias, o al menos es un suceso lo suficientemente poderoso como para paralizar vuelos e instituciones internacionales, nuestra preciosa globalización y la sagrada economía que, aún se debate, es más valiosa que la salud. Mientras intento sobrevivir las ondas de calor y luchar contra la capa de polvo que se cuela por las ventanas de mi cuarto de aislamiento, comprendo que ambos resultados que se esperan para esta crisis son devastadores. O bien, la amenaza externa  es real y acabará con la cotidianidad que hasta este momento nos permitía sobrevivir. Encaramos un mal imprevisto que rebasa toda capacidad humana y estos son nuestros primeros pasos hacia la Caída. O bien, la amenaza externa pasará. Algunos morirán, vendrá la vacuna, y seremos capaces de reconstruir el orden, pieza por pieza. Los aliens y los virus desarrollados en laboratorios por científicos dementes no existen; no hay necesidad de que la imaginación se desborde, ya que estamos condenados a acabar con nosotros mismos, por nosotros mismos.
¿No es ese el pensamiento reaccionario que en primer lugar nos condujo a esta situación? No hay otro modo de vivir, ni siquiera pienses en ello, preocúpate de ti y los tuyos. ¿Yo misma estoy cancelando la posibilidad de una tercera vía?  La tercera posibilidad es que la crisis cambie de raíz la cotidianidad viciada que nos ha convertido en esa especie a la que sólo mueve el hambre de más y que no conoce un mundo sin comodidades. Pero en momentos como éste, cuando intento determinar la causa por la que las personas no escuchan a la ciencia por voluntad propia, no puedo menos que compartir el pesimismo de Ye Wenjie y su decisión egoísta contra toda la humanidad.  La línea entre la comprensión intelectual y el utilitarismo psicótico es delgada y es sorprendente la facilidad con la que el filósofo se convierte en tirano. ¿De verdad merecemos la oportunidad de un tercer camino, como especie? Tal vez el castigo de la amenaza externa sea lo único que pueda purificarnos. 
Estos días he pensado demasiado en The Three-Body Problem y el texto salió más obscuro de lo que en verdad me siento. Planeo una reseña de ese libro pero por lo pronto basta con decir que habla con mucho detalle acerca de una organización de científicos que pierden la razón y deciden llamar a los extraterrestres para que exterminen a la humanidad. 
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