Grietas
"Y los grandes e inmensos vacíos del alma ¿cómo se llenan? Intentamos cubrirlos con compañías, placeres gratificaciones instantáneas, estatus, metas cumplidas, pero como cual maquillaje esto es pasajero, pronto muestran las grietas que dan indicios de que hay algo roto.
¿La profundidad de las grietas? Nadie la conoce, lo que hace mayor el riesgo de agrandarlas al no ser conscientes del daño y la fragilidad que albergan.
Nos enseñan a ocultarlas, ignorarlas, a pretender que no están, y que nunca han estado, pero, cada vez que el silencio nos envuelve es inevitable escuchar el crujido casi imperceptible, pero inconfundible de que lo que hemos ocultado en cualquier momento se descubrirá y reclamará su espacio, y entonces...
"NO!, NO! NO! No Ahora! No pienses en eso...eso no pasará, siempre pasa, solo debo mantenerme ocupada..."
Ocultamos de nuevo, maquillamos, sonreímos y volvemos a la ruidosa vorágine externa que nos hace olvidar el inminente caos interno que amenaza con emerger"
Que virtud tan grande es abrazar con ansias lo que amamos... pero que sabiduría tan elegante hay en saber soltar lo que ya debe marcharse, sin luchar por retenerlo, dejarlo fluir con la vida misma.
Es una lección que desconocía.
He sido una mujer de apegos profundos, con fuertes adicciones y lealtades inquebrantables, que podia permanecer en un lugar en el que recibía muchas heridas, sin cuestionar el porqué.
Reconozco que he tenido una gran necesidad de ser vista, que sufría cuando notaba que dejaba de ser el centro de atención de alguien que me importaba, ya sea a nivel sentimental, amistad, o en el plano laboral.
Esto conlleva un terrible desgaste, una gran pérdida de energía luchando por ser aceptada y validada, adaptando constantemente mi actuar para ser lo que el otro espera.
Una relación en particular, me mostró la herida tan profunda que existía en mi y que afectaba sin saberlo, cada relación importante en mi vida.
No fue nada especial el conocerle, de hecho era una persona que no me generó una primera impresión muy relevante, y según conversábamos eran evidentes las grandes banderas rojas en cuanto a compatibilidad, estilos de vida, valores, formas de pensar, de sentir y de expresar.
Noté su interés en mi, y sé que el notó el poco interés que tuve en el, pues era evidente que había tantas brechas entre ambos que nunca podrían ser franqueadas, pero yo estaba en momento de mucha vulnerabilidad, me sentía sola, y la atención que recibí de el desde el primer momento era algo a lo que no podia resistirme, ademas, me daba una cierta sensación de control el ser consciente de que el jamás estaría a la altura de lo que yo creía merecer.
Me equivoqué.
Su atención, su compañía constante, su necesidad de tener la mía, su forma dulce de tratarme fueron poco a poco creando otra adicción muy profunda en mi, -es curioso el proceso que ocurre en nuestro cerebro cuando la dopamina entra en el juego: las razones, explicaciones y toda lógica pasa a un segundo plano, producto del adormecimiento de nuestra corteza frontal (el área del razonamiento)- si lo comprendiéramos, atenderíamos las banderas rojas que podemos ver mientras no nos hemos enamorado y nos ahorraríamos grandes decepciones, pero en aquel momento yo no lo comprendía tan claramente.
Pronto descubrí cuanto más me podría hacer sentir: tocar el cielo con sus dulces palabras para caer después estrepitosamente al suelo con sus dolorosas acciones.
Fue una época de grandes ilusiones y profundos desencantos: sentir que solo el hacia que mi corazón latiera de esa forma, irme tantas veces de su lado, solo para volver a buscarle con el paso de los días... Tantas promesas que me hice y que rompí una a una.
Muchas veces intenté alejarme de aquel oscuro rincón que el me representaba, solo para verme de nuevo regresando, momentos de profunda desesperación en que no me importaba nada más que volver ... un intento tras otro de irme, los días, los meses transcurriendo y yo sin encontrar la salida, sintiendo debilitarme cada vez más y más llenándome de enojo, vergüenza y decepción de mi misma, parecía haber perdido todo concepto de dignidad, de respeto, y merecimiento.
Odiaba a mi débil corazón, no entendía porque no podia soltarle: ya había perdido mucho de mi, sobre todo mi propia credibilidad.
Una noche, mientras me debatía entre esa lucha de siempre un pensamiento vino a mi: "no luches, no te resistas, no tengas miedo a sentir, permítete vivir lo que sientes con toda la intensidad de tu corazón, sin juzgar, sin querer cambiar nada"
Ese pensamiento me llevó a mirarme desde un ángulo distinto, a dejar la vergüenza de lado, a mirar por un momento lo que había dentro mio...grietas profundas...
Sabía que algo dolía muy muy dentro de mi, pero aun no podia verlo con claridad, mientras el juego continuaba, el ir y venir, las despedidas y los reencuentros, más promesas rotas.
Estaba atrapada en un circulo sin fin, nuestro vínculo era cada vez más débil: mientras el se desligaba de mi, yo me aferraba más a el, sabia que habían otras chicas, pero confrontarle seria perderle, y no, no estaba preparada para eso, sentía que debía agotar todas las instancias y recuperarle: volver a ser los que alguna vez fuimos.
Eso nunca ocurrió.
El cansancio cada vez pesaba más y más en mi alma...entonces volví a "ella", y a mi: viajé en el tiempo repasando cada relación desde mi adolescencia, buscando explicaciones.
Me acompañé en cada duelo afectivo que recordaba, me consolé, y mi alma vieja, recitó un cuento sin tiempo a mi alma joven... (continuará)
97 notes
·
View notes