Tumgik
#conexiones
cuando-fingi-quererte · 6 months
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Hay ciertas conexiones, ciertas atracciones no son repetibles.
— G'
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verso-abstracto · 1 year
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Ojalá entendamos qué hay conexiones que no se dan dos veces.
-sisii
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ruth-t · 4 days
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VII-Zip
No te preocupes,
todavía te pienso.
Tengo siete idiomas ansiosos de saltar de mis labios para decirte, “te amo,”
y no importa en cuál idioma yo escriba,
eres la tinta que se derrama sobre mi pupitre,
la razón por cada palabra en el papel y los movimientos dinámicos de mi mano mientras interpretan baladas sobre el.
Ademas, nunca confíes en nada de lo que escribo a menos que te diga el significado o que es para ti,
podría escribir sobre mujeres cuando en realidad se trata de un hombre.
Pudiera escribir sobre flores, animales, árboles o bosques
y quizás parte sea metáfora de cómo yo me siento sobre ti,
algo inspirado por alguna forma de cómo yo te vi.
Aunque las palabras se pierdan en el viento,
en mi corazón guardo el firme intento
de no soltar tu recuerdo,
ni por un momento, a pesar del caer de los pétalos.
Aunque los días pasen sin tu voz,
tu sonrisas y nuestras miradas se crucen menos que antes,
En cada suspiro se esconde mi promesa,
de estar contigo,
aunque estemos distantes.
No abandonaré el catamarán donde remamos,
aunque el mar de la vida a veces nos separe,
porque sé que el amor que nos juramos
es el faro que en la oscuridad nos ampara.
Es cierto que el tiempo es un ladrón astuto,
pero no puede llevarse lo absoluto ni lo cual que yo confío cada nanosegundo.
Aunque no siempre hablamos ni nos vemos,
le escribo mensajes a las estrellas,
para que te los entreguen mientras duermas,
y cuando los leas,
espero que sepas que quieren decir:
“te quiero.”
Porque el amor verdadero no entiende
de ausencias ni de silencios prolongados,
es un fuego que eternamente enciende
y nos mantiene,
a pesar de los años,
siempre conectados.
No te abandonaré,
mi querido amor, 
aunque el mundo intente alejarnos,
porque lo nuestro trasciende más allá que el ámbito físico,
en el ámbito espiritual,
estaré contigo.
En el silencio,
nuestros corazones hablan,
créeme,
no tienes que decir nada.
Hay más que suficiente amor dentro de mi para llenar el silencio entre nosotros,
un amor tan vasto que podría inundar los silencios que se ciernen entre nosotros, rompiendo las barreras del vacío con la fuerza de un millar de mareas.
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arte-inmortal · 1 year
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Hay personas con las que conectó pero siempre sale mal. Y no es por falta de apreció, es porqué tenemos caracteres opuestos. Yo soy sensible, empatica. Ellos dicen las cosas sin pensar y no creó que les interese poner en mi lugar. Y eso me da lástima. Y me gustaría decírselo a esas personas pero no les interesa. No importa cuanto se intenté, nunca funciona...
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conexionesismaelpardo · 3 months
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Capítulo 02: Encuentros
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Hace ya bastante que digo una frase para resumir la vida, y si bien ha cambiado algo en su estructura, podría decir que es una suma de encuentros, desencuentros y reencuentros
Todavía no me había encontrado con Mario, mi primer novio, cuando se me ocurrió. Siempre me ha gustado escribir, aunque jamás pensé que me ganaría la vida así. ¡Y qué alegría me dieron cuando recibí la propuesta de publicar mi manuscrito!
Pero todavía no hemos llegado. Tenemos que volver diez años atrás en el tiempo, justo cuando iba a empezar segundo de Periodismo y mi coche, un Citroën Saxo del 97, decidió dejarme tirado a 1 km de la universidad. Iba a hacer una recuperación de una asignatura que se me había atragantado en el primer cuatrimestre, pero es que había prestado muy poca atención al profesor y demasiada a explorar la vida universitaria: un poco de alcohol, sexo de vez en cuando y nada de rock and roll, que lo que se pinchaba en los bares era reggaetón.
La cosa era que no me podía permitir quedarme tirado, con la noche de mierda que me había pegado repasando los apuntes mal escritos durante los meses de invierno, no sé si por lo poco que me interesaba o por el frío que hacía en las clases, y decidí caminar hacia la facultad. Allí, como muchos otros, me presenté al examen más ridículo de toda la carrera: el profesor nos dijo que, solo por haber ido, ya estábamos aprobados, que confiaba mucho en que no queríamos hacerle perder el tiempo y que seguro que habíamos estudiado durante todo el verano.
—Pero quien quiera sacar más de un 5, que venga conmigo a mi despacho —dijo en voz alta—.
Solamente quedamos Sara, una de mis mejores amigas, y yo, simplemente por el hecho de que queríamos pedir becas y no sabíamos a ciencia cierta si la nota servía para algo o no. Y también porque el efecto de las bebidas energéticas me hizo sentirme más valiente de lo que soy normalmente con todo lo que tiene que ver con la educación. Sara entró primero, ya que era la primera de la lista.
—Alcácer, pase —dijo el profesor—.
Sara entró y, para mi sorpresa, no duró ni un minuto dentro. Salió con una sonrisa de oreja a oreja, pero no me confesó el motivo de su alegría. Se despidió con un beso y me dijo que se volvía a estudiar. Si yo había pasado el año con gracia y había esquivado los suspensos, mi amiga decidió tirarse a la piscina con las faltas de asistencia, las reuniones en la cafetería y los jueves en el centro, así que no me sorprendía para nada que tuviera que seguir estudiando, a pesar de que casi empezaba ya el primer cuatrimestre de nuestro segundo año.
—Beltrán, adelante —me llamó el profesor desde dentro—.
Justo cuando mencionó mi apellido, el efecto de los RedBull que me había tomado durante la noche estaba en su auge máximo. Me sentía capaz de todo y quería demostrarle al profesor que no solo tenía muchas ganas de aprobar, sino que también quería sacar buena nota en su asignatura.
—Haga el favor de sentarse —me indicó la silla que tenía justo delante de su mesa—. ¿Cómo ha pasado el verano?
—Pues bien, la verdad.
La verdad es que no había pasado un mal verano. Había disfrutado con mis amigos antes de que cada uno se fuera a sus respectivas ciudades o disfrutaran de las vacaciones con sus familias, pero también había hecho lo propio por mi cuenta. Había estado conociendo a un par de chicos, y, si bien me lo había pasando bien con ellos, no había trascendido a nada más que lo puramente carnal.
Volviendo al examen, que era de Derecho de la Información y de la Comunicación, el profesor me formuló una sola pregunta:
—¿Cuántas unidades te has estudiado, Martín?
—Si le digo la verdad... —comencé, con un tono casi de disculpa— Solo me sé dos. Las otras tres se me están olvidando.
—Pues tiene usted un 7. Ya puede irse usted a la cafetería o donde considere.
No me lo podía creer. Me quedé con las ganas de decirle lo que sabía. Es verdad que solo eran un par de temas los que conocía, pero imaginaba que me daría a elegir. Me levanté, solté un «muchas gracias» y me fui. La verdad es que me dieron ganas de llorar, pero también me sentí muy afortunado. No sabía si el modo automático de las bebidas energéticas me había ayudado o no.
Sea como fuere, me subí al autobús y me acerqué a donde había dejado el coche. Con la tranquilidad de haber hecho el examen, ya pude llamar al seguro y a la grúa. Llevaron el coche (y a mí, claro) a un taller que estaba cerca de mi casa. Me dijeron que hasta el lunes de la siguiente semana no lo tendría disponible, así que, una vez solucionado ese tema, llegué a mi casa.
Pasado el efecto de la tensión del examen y del coche estropeado, me vine abajo. Me metí en la cama con la sensación de atropello de haber pasado casi 24 horas despierto. Evidentemente, dormí todo el día. Por suerte, mis padres estaban de vacaciones y mi hermana estaba de viaje con sus amigas, así que tenía la casa para mí solo.
Después de comer algo, decidí que era hora de ponerme al día con mi vida social. Como todos mis amigos estaban o fuera de mi ciudad o estudiando para los exámenes que les faltaban, decidí hacer algo que me pareció una tontería incluso cuando se me pasó por la cabeza: probar suerte en una red de contactos.
Visité cientos de perfiles y ninguno me parecía interesante. La verdad es que, a pesar del desvelo obvio de haber dormido todo el día, me aburrí bastante: perfiles vacíos, conversaciones muy triviales y objetivos sin definir. Estuve a punto de desconectarme cuando ocurrió algo inesperado: hice match con Mario.
Todo me llamó la atención de él. Tenía 25 años, trabajaba como informático, pero tocaba la guitarra en El Bucle, uno de los bares donde solía ir con mis amigos, y por las fotos y mensajes que nos intercambiamos parecía una persona auténtica y agradable. Nos quedamos hasta por la mañana compartiendo mensajes, hablando de nuestras películas favoritas, de qué nos gustaba hacer y, evidentemente, de cómo nos había ido en el amor.
Lo mío era lo m��s sencillo: nunca había tenido nada serio, siempre me había sentido rechazado, aunque hubiera tenido algún que otro escarceo insignificante. Él, por otra parte, salía de una relación bastante tormentosa. «Quiero tomármelo con calma», decía, pero sentía, como según la noche iba pasando, que esa calma se convertía en algo que a mí me llamaba mucho: las ganas.
—Oye, Martín...
—Dime.
—Toco el viernes en El Bucle y termino prontito. ¿Qué te parece que nos tomemos algo, y así nos conocemos?
La conversación solo daba para una respuesta posible: «por supuesto que sí». Pero también para otra, que nada tenía que ver con nuestra cita: «debería irme a la cama». Nos habíamos tirado toda la noche hablando, tecleando, esperando una respuesta y disfrutando de cada pregunta. Al final, ni nos habíamos dado cuenta de que los primeros rayos de luz entraban por la ventana.
Nos despedimos y quedamos para el viernes, sin dejar la comunicación durante esos días. Nos dimos los teléfonos y me sentí adolescente de nuevo, con mariposillas en el estómago y con ganas de que me hablara. Fueron cuatro días de charlas por el teléfono hasta las tantas de la noche... hasta que llegó el viernes.
Entré en El Bucle con muchísimos nervios. Al fin y al cabo, habíamos quedado justo después del concierto, por lo que no esperaba comunicación alguna antes de nuestra cita. Pero me llegó un mensaje: «Qué guapo estás, me vas a poner muy nervioso».
Miré alrededor. Vi unos ojos a través de la oscuridad del local, justo cerca del escenario, que me regalaron un guiño: allí estaba Mario. Si él estaba nervioso simplemente por verme, yo me derretí con aquel guiño.
El concierto fue genial. Su grupo, Nuts, tocaba versiones pop-rock de grupos españoles e internacionales, pero también tocaron algunas canciones propias que querían incluir en su álbum debut. «Eso si hay algún sordo en las discográficas», bromeaba Mario, como puntilla al comentario de Pablo, el cantante principal. Todos nos reímos.
Cuando terminó el concierto, El Bucle se vació. Los camareros me pidieron que me quedara fuera esperando, pero Mario los escuchó: «Viene conmigo». Me quedé un rato más en la barra, esperando a que terminara de recoger.
Mario se acercó a mí de forma tímida, casi como lo que éramos: dos completos desconocidos. Me dio un beso en la mejilla, que le correspondí, y un abrazo:
—Estaba deseando conocerte.
—Y yo a ti.
No pude evitar sonreír. Me dijo que le esperara un poco más, que estaba a punto de terminar, y que había preparado una cita muy chula para que la disfrutáramos los dos. Me quedé un buen rato esperando en la pista de El Bucle, ahora vacía, para darme cuenta de lo grande que era el local y lo lleno que estaba. Era curioso cómo jamás me había encontrado con un grupo que llenaba de forma habitual el local que frecuentaba... Las cosas de la vida, supongo.
Mario me llevó a una hamburguesería cerca del local, y decidimos comer algo rápido para poder ir a tomarnos una cerveza a un bar que estaba al final de la calle. Para ser viernes, la calle estaba bastante vacía, pero suponía que era porque había algún tipo de evento universitario del que no me había enterado, pero fue perfecto: aproveché cada momento para conocer más a Mario, ver que encajábamos en muchísimas cosas de la vida, y también para ver que las mariposillas que habían estado durante los días anteriores no se me pasaban.
—¿Y eres más de playa o de montaña?
—Si te digo la verdad, de ninguna de las dos —dije, aguantando un poco una carcajada—. Odio la playa, porque me quemo, pero la montaña no es que me haga especial ilusión.
—Entonces me parece que no te gustará el final de nuestra cita...
—¿Y eso?
—Había planeado ir a una playa, que nos queda cerca, y ver las estrellas desde allí —me explicó, de forma tímida—. Creía que sería bonito, la verdad.
No pude evitarlo: me lancé a darle un beso. La verdad es que no sabía cómo iba a recibirlo Mario, pero por su sonrisa justo después de haberlo hecho me dijo que sí que le había gustado. «Que sepas que te has adelantado», me dijo.
Cogimos nuestras cosas y nos montamos en su coche. Nos acercamos a la playa a la que se refería, que estaba a unos 15 minutos del centro, y es verdad que hacía una noche increíble. Había traído una toalla gigantesca, y una manta para poder taparnos.
Huelga decir que ver las estrellas, aunque fue precioso, no fue la principal actividad que hicimos: no paramos de besarnos, de abrazarnos, de tocarnos, de sentirnos. Al final, como en nuestras charlas a través del ordenador, y luego del teléfono, se nos hizo de día.
Aún no lo sabía, pero me había encontrado una de las historias más intensas que viviría durante mi vida, en la que hubo alma, corazón y también mucho dolor... pero no adelantemos acontecimientos.
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escritosporunpoeta · 11 months
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En el torbellino de la vida, nos rodeamos de breves momentos con personas únicas, que quizás no vuelvan a cruzar nuestro camino. En cada encuentro fugaz se oculta la magia de lo efímero, recordándonos la belleza de lo transitorio. Cada persona nos regala su esencia, su historia y sus lecciones. Apreciamos cada sonrisa compartida, cada palabra pronunciada, sabiendo que en el futuro podríamos anhelar esos instantes. En estas conexiones breves, descubrimos la intensidad del presente y nos abrimos al amor y la humanidad. Celebremos cada encuentro, conscientes de su valor en nuestra existencia. Aprendamos a vivir plenamente, sabiendo que en cada persona concreta se esconde un regalo efímero pero eterno.
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Hay conexiones que jamás se vuelven a repetir en la vida.
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seongwi · 1 year
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seong winfrey, veinticuatro, esqueleto n4 ( PERMANENT VISITORS. )
¡hola! por acá valen, vengo a dejar algunos datos de seong y algunas conexiones que busco, también acepto conexiones, siempre estoy abierta a cualquier idea ♡ 
Es bailarín de ballet, lo practica de hace años y ha participado en algunas obras importantes. 
Es un animal lover, en especial cat lover. le encanta interactuar con los animales más que con las personas. 
tiene un carácter bastante especial porque no le gustan las muestra de afectos, se correrá cuando se de cuenta que le vas a dar un abrazo o simplemente te mirará feo para que no lo hagas. da abrazos cuando realmente se siente en confianza. 
dentro de todo es buen amigo, es de las personas que escuchan tus problemas y siempre tratará de darte un buen consejo. 
también tiene su lado goofy, le gusta bromear aunque a veces su humor es bastante negro y sarcástico. no a todos les caen bien sus bromas. 
le gusta salir de fiestas, bailar y beber en especial soju. 
conexiones que podrían ser: 
mejores amigues. 
amigues. 
amigues con derechos. 
amigues de salir a beber y bailar.
enemigues.
ex amigues. 
ex ligue. 
one night stand. 
y muchas mas cositas que les ocurra. 
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buscandopalabras · 1 year
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Cada vez que quiero escribir sobre amor y sentimientos esperanzadores, me invade esa sensación de vació y desgano constante. Como si aquello, fuera tan ajeno a lo que habita en mi, como sentimiento. 
La gravedad de la soledad, me trae de nuevo al letargo sosiego de este interminable sabor amargo en mi pecho, que me traen los días con sensaciones incompletas y emociones pasajeras. 
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odiseadeletras · 11 months
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Conversaciones:
M: -Todo está muy loco, las causalidades
K: -Creo en las causalidades
M: -Y cómo se conectan las mierdas de cada uno jajaja
K: -Ufffff, seeeee
M: -El movimiento de la creación
K: -La vida vivida
M: -Ten un bonito día Kike
K: -Muchas buenas energías, que te pasen cosas chidas y tengas mucha paz mental hoy.
M: -Tooodo de regreso 💗😘
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daffy-rimi · 11 months
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aurademortt · 2 years
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conexionesismaelpardo · 6 months
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Capítulo 01: Treintena
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No me podía creer que estuviera haciendo la maleta de madrugada, con lo mucho que lo odiaba. Había dejado un par de lavadoras que esperaba que se secaran a tiempo —no lo hicieron—, así que tuve que improvisar sobre la marcha y meter, a regañadientes, unas cuantas camisetas que no sabía si me quedarían bien, porque hacía mucho tiempo que no me las ponía. «Pero mira que son feas», decía, mientras las tiraba a mala manera. Sabía perfectamente que mi enfado no iba precisamente por la ropa mojada. Ni de coña. Sabía perfectamente que mi enfado tenía nombres y apellidos: Martín Beltrán Lara. Los míos, vaya. Y es que me estaba empezando a caer muy, pero que muy mal.
Hacía seis años que estaba soltero. Decía que no era por gusto, que era por necesidad, pero solo convencía a los demás con mi discurso. Yo sabía muy bien que había algo más. Es verdad que había pasado muchísimos baches y había sorteado muchos obstáculos en mis relaciones personales, pero ese «descanso» no era algo... ¿normal? De hecho, mientras llevaba a bandazos la maleta con esas camisetas horribles y con las ganas de llorar a punto de hacer su aparición estelar, me dio por pensar en él. Ay, Alonso, qué lástima. Qué bien habría estado lo nuestro si yo no fuera tan gilipollas. Qué lástima me dio dejar nuestro apartamento en La Latina. Mira que lo teníamos bonito. Mira que el tío se lo curraba, pero yo siempre le buscaba las cosquillas al destino para no ceder, para no dejarme llevar, como si en el amor, en la vida o en la muerte de pudieran evitar el sentido de las cosas. Y estaba claro que antes de Alonso había habido otros, y que yo también había estado en su lugar: haciendo lo posible por que alguien se diera cuenta de que yo era ese alguien especial que me estaba buscando. Y eso es lo que más rabia me daba: el problema de todo lo que me había estado pasando era yo mismo, mis ganas de amar y ser amado de una forma perfecta y superior... como si eso existiera. Me fui directo a Atocha en el primer taxi que vi. Le hice la señal y se paró justo delante. Me abrió el maletero y metí la única maleta con la que volvía a casa a celebrar mi cumpleaños. «Joder, ya han llegado los treinta», pensé. Volver a casa era un mal trago por el que había que pasar. Mi relación no era la mejor con mi madre, a pesar de que ahora que mi padre ya no estaba en la ecuación, y mi hermana, Maca, estaba demasiado centro sea en sus recién nacidos mellizos y su casa de ensueño como para que nuestra relación pasara de la más estricta cordialidad. Pero ¿cómo iba a pasar mi cumpleaños en una ciudad que detestaba, con la única persona que realmente me ha demostrado que quería estar conmigo de una forma sana y cómplice? Me da la sensación de que a veces nos ponemos esas zancadillas para seguir nuestras narrativas: las que hemos creado y las que nos hemos creído. Y a mí siempre me ha dado mucho miedo dejarme llevar en el amor. ¡Normal! Si es que solo me han hecho daño... Llegué a Atocha. No eran ni las 5 de la mañana. Alonso me llamó dos veces. No se lo cogí. Le escribí un WhatsApp: «Hablamos cuando vuelva». Luego, procedí a bloquearle. No quería que me dijera nada. Estaba a un simple ruego de volver... Pero ¿era lo que quería de verdad? ¿Quería a Alonso o simplemente me gustaba ser querido, y eso me daba miedo? ¿Las conexiones son tan difíciles de gestionar? Fui a la primera cafetería que vi abierta. Me compré un trozo de bizcocho que costó casi tan caro cómo el billete de tren comprado a última hora que me llevaría a casa, y solo pude decir: «Cumpleaños feliz, Martín», a lo que contesté, yo mismo y entre dientes, «aunque este año te estás luciendo».
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loveloverblackblog · 1 year
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Era una de esas veces donde mi corazón se sentía seguro, no hubo algún rastro de duda o temor alguno. Lo di todo y a cambio sentí una avalancha de sensaciones que sacudieron mi realidad, me dejaron temblando, consumiendo cigarros y noches sin alguna finalidad. Quizá lo más sincero fue la soledad que ahora siento. En un pasado acepte las diferentes formas en que mi corazón se había acelerado, cada latido significaba algo. Solía entenderlo, ahora difícilmente alcanzó a escucharlo.
Era una de esas veces en que creí hallar verdad. Hoy parece tan ajeno conectar con sinceridad, ¿que queda? queda asimilar antes de perder la cabeza, aceptación para no morir de decepción; abrazar una última vez lo que era, cada sensación hasta el momento en que la suave brisa se esfumó dejándome incompleta.
Era una de esas veces donde no me sentía un alma vieja.
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ruined-0 · 1 year
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Vamos a dar un paseo
Disfrutemos de la vista
Preguntame lo que quieras
Dejame perderme en tus ojos
Si quieres podes tomarme la mano
O podemos tontear bajo un árbol
Salgamos, patiemos piedritas
Y si encuentro alguna flor bonita te la regalo
Contame que te gusta,que te inspira
Y todo aquello que te ayuda a mejorar día a día
Y aunque tuviera las horas contadas, si me sonreis me quedaría lo que reste de la vida
Tus manos suaves,el sol brillante y esa risa tan peculiar
Ojalá tuviera una oportunidad
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