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#creo que ya los puedo subir sin sentir que es demasiado pronto
lamanitanegra · 12 days
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Primavera zero
Creo que es la pero primavera que recuerdo, emocionalmente hablando, no estoy disfrutando el calor, no me siento amable amoroso, alegre y sonriente, me siento totalmente desanimado, derrotado, el desanimo es simpre es un ir y venir, una parte de mi se la vive regañandome por no disfrutar todo lo grandiosos que tengo, y a la vez es muy difícil cada dia levantarse y seguir sin sentirme desanimado, sin sentido, furioso con todo y todos.
Mi cuerpo le cuenta cada vez mas salir a caminar, me siento asi, con una tristeza profunda , de esa que es hastioy mi cuerpo ya no puede ser, no tengo animo de hacer ejercicio, de caminar, de subir al cerro, no puedo hacerlo y me pone tan triste.
por eso digo, es una crisis en una epoca que no deberia ser, creo que se ha extendido demasiado, a veces pienso recurrentemente en la muerte, cada dia mas cerca pero no deja de atemorizarme
ya vendran las lluvias pronto y me regaño por no estar tan feliz con el sentir calor y salir a caminar, creo que eso de trabajar mas me ha amargado bastante, odio trabajar esa es la realidad, no deja tiempo pata vivir, es una mierda vivir asi, haciendo que otro sea rico y uno cada vez mas infeliz, y si mas pobre, mas enajenado, si que ha triunfado el sistema que ha logrado arrancarnos el simple espíritu de vivir, de luchar por la vida, yo solo veo una ruina.
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🎄
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touka-7-w-7 · 3 years
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Carta SSR Lilia Vanrouge - Fiesta de Cumpleaños  (Español)
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La carta se obtiene al conseguir la carta de cumpleaños de Lilia, y subir de nivel la misma.  
NO RESUBIR esta traducción
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Dormitorio Diasomnia - Lugar de la fiesta de Cumpleaños
Entrevista del periódico escolar de la NRC con el cumpleañero - Artículo especial - Edición Lilia
MC: ¡Feliz cumpleaños a ti!
Lilia: Mm~, gracias. No creo que me esté haciendo viejo, pero es agradable ser felicitado.
Lilia: Además, las fiestas de cumpleaños son emocionantes y animadas. No importa cuántas veces haya estado en una.
MC: ¿Las felicitaciones de quienes dejaron una impresión duradera en ti?
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Lilia: Bueno...el primero fue de un compañero de juegos en línea que me deseó un feliz cumpleaños.
Lilia: Anoche, estaba jugando en línea como de costumbre, cuando durante la medianoche me llegó un mensaje de felicitaciones.
Lilia: De hecho, yo mismo había olvidado mi cumpleaños. No es un evento nuevo para mi....
Lilia: ¡Pero que me lo enviaran fue una agradable sorpresa! Debo agradecer a 『Nekura Samurai』 por contactarme.
MC: ¿De qué se trataba el mensaje? 
Lilia: Era un mensaje muy animado.
Lilia: 「Hoy es el fatídico día del nacimiento de mi mejor amigo (risas),wktk(temblando de emoción) por lo que lo he estado esperando con ansias w(lol/risas)」.
Lilia: 「Siempre he admirado tu estilo de juego」.
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Lilia: 「El jugador salvaje que entretiene a la gente que lo rodea, y el jugador del escudo que protege a los jóvenes principiantes sin miedo a ser dañado」.
Lilia: 「Eres uno de los pocos que no tiene miedo de quedarse despierto toda la noche. ¡Felicidades por ser el mejor compañero player de la historia!」
Lilia: y luego…”eso es todo ....fuí demasiado apasionante y desagradable, ¿no?”
Lilia: Y lo ha estado celebrando cada año desde que nos conocimos. Nekura Samurai  es un tipo bastante educado.
Lilia: Mmm..... Pensándolo bien, es bueno que haya vivido lo suficiente para hacer nuevos amigos a través de Internet~.
MC: ¿Cuáles son tus hobbies?
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Lilia: Viajar solo.
Lilia: Cuando era joven, tenía tanto trabajo que hacer que no podía dejar el Valle de las Espinas….
Lilia: En los últimos años, las cosas se han vuelto lo suficientemente pacíficas como para relajarme y desconectarme de ello.
Lilia: En mi tiempo libre, viajo por todo el mundo. 
Lilia: El Valle de las Espinas es un lugar cerrado. Tal vez esa sea mi impresión al pasar tanto tiempo en ese país.
Lilia: Es bueno estar en contacto con gente de otros lugares. Puedes aprender mucho de ellos, y sobre todo, ¡es estimulante e interesante! 
Lilia: Por ahora he estado en la mayoría de los lugares turísticos...
Lilia: Estos días, me cuesta encontrar lugares en los que nunca he estado. Viajar es divertido, pero eso es todo.
MC: ¿Compras algún souvenir?
Lilia: Claro. Comprar recuerdos es parte de la diversión de viajar~
Lilia: A menudo compro esos tapices triangulares que venden. Creo que se llama ¿"banderín"?
Lilia: Siempre que compro uno, se lo doy a Malleus. Parece estar muy feliz de tenerlo en su habitación.
Lilia: Malleus es el próximo rey, por lo tanto, no puede salir del país tan fácilmente. 
Lilia: Algunos artículos de otros países suelen ser bastante raros. 
Lilia: Pero últimamente no he visto ningún banderín en las tiendas de recuerdos.
Lilia: Es una lástima, llevo mucho tiempo coleccionándolas. Es triste sentir el paso del tiempo. 
Lilia: Me gustaría comprar algo para que Malleus se lo lleve a casa, pero... ¿qué sugieres?
Lilia:  ...¡Eso es! Hay muchas camisetas con los nombres de las atracciones turísticas en estos días.
Lilia: Creo que compraré uno y se lo llevaré a casa ....Kufufu~ Estoy seguro de que a Malleus le encantará.
MC: ¿Conoces a los estudiantes del dormitorio desde hace mucho tiempo? 
Lilia: No a todos, pero conozco a Malleus, Silver y Sebek desde que eran niños.
Lilia: Aunque Malleus es mucho mayor que Silver y Sebek.
Lilia: No es una relación de muy poco tiempo, se los podría agrupar bajo el término de "amigos de la infancia".
Lilia: De todos modos, yo soy el que entrenó a esos tres. Yo soy el que les enseño, así que debo ser un buen instructor.
MC: ¿Qué tipo de entrenamiento les diste, por ejemplo?
Lilia: Para Silver y Sebek, les di un poco de entrenamiento espartano.
Lilia: Les hice nadar en aguas torrenciales, subir a montañas rocosas con un poco óxigeno...
Lilia: Pero un día, mientras los veía apretar los dientes y soportar su entrenamiento, pensé en algo.
Lilia: Estoy retirado del frente de batalla. Estos niños no son mis hombres.
Lilia: ¿No es un error criar a estos niños como si fueran mis subordinados….? 
Lilia: Por eso decidí criar a esos niños de manera normal y libremente. 
Lilia: Decidí dejar que los pequeños jugaran libremente y a los adultos vigilarlos tranquilamente desde las sombras.
Lilia: Después de eso, Silver y Sebek parecían ser más felices!
Lilia: Jugar a las atrapadas en un bosque lleno de bestias salvajes. Jugar al escondite en un vasto desierto….
Lilia: El demonio de la montaña, Takaoni*. La Caída de Daruma-san* en las arenas calientes.
Lilia: Como resultado, ambos crecieron fuertes. ¡Supongo que tenía razón sobre mi forma de educarlos!
Lilia: Kufufu .... ¿Qué tal si te entreno a ti también~?
MC: Lo pensaré... A continuación, por favor, cuéntenos sobre las actividades de su club. 
MC: Estás en el club de música ligera, ¿te gusta la música?
Lilia: Hmm~! Para alguien como yo, es mejor tener un hobby al que pueda apegarme por mucho tiempo.
Lilia: Aunque los tiempos y los países cambien, todavía hay algunas cosas que todos disfrutamos en común. La música es una de ellas.
Lilia: Puedo tocar un instrumento y escribir música. He tenido mucho tiempo para estudiar, después de todo.
Lilia: Pero en el que más destaco de todos ellos es el canto!
MC: Quiero oírlo~. 
Lilia: Bien, bien~. Después de la entrevista, tendremos un recital de cumpleaños.
Lilia: Fufufu~. Ya me puedo imaginar lo felices que estarán Silver y los demás.
MC: Estoy deseando que llegue. Una vez más, ¡feliz cumpleaños!
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Fin
Acerca de los juegos mencionados por si gustan leer xD: (mucho texto)
Takaoni (嶄鬼, Demonio Montaña): En ese "juego" gana el que está a más "altura". Así de simple como si dos niños pequeños se tratasen. El jugador que ataque de más altura al oponente gana el derecho de “estar a un paso más adelante” que su oponente de juego, ganándose el derecho de tener un ataque en picada con la facultad de cortar, apuñalar o disparar al oponente. Este juego se basa en la rapidez de los jugadores en ponerse a mas altura del otro y quien este a mas altura gana un ataque potenciado. Las Reglas son sencillas, el jugador que es atacado por el Takaoni puede esquivar el ataque siempre y cuando tenga mucho más velocidad que el que ataca.
"Daruma-san ga koronda" se juega con un grupo de niños.
El grupo está a una extremidad del terreno de juego, en la línea de salida. Aquel que "la paga" está del otro lado, en la línea de meta, en general delante de una pared.
El "que la paga" está en frente de la línea de meta, volviendo la espalda al grupo. Dice "Daruma-san ga koronda", generalmente palmeando contra la pared, luego se vuelve hacia el grupo.
Cuando el "que la paga" está de espalda al grupo, los participantes corren hacia la línea de meta. Tan pronto como acabe de decir "Daruma-san ga koronda", gira rápidamente para dar la cara al grupo. El grupo debe inmovilizarse. Cualquier participante atrapado moviéndose debe volver a la línea de salida.
El juego continúa así hasta que alguien alcance la línea de meta. Este jugador gana y pasa a ser el "que la paga" en el turno siguiente. PD: Puse arenas calientes por que no se me ocurría que ponerle, decía literal “tierras calientes” pero me gustó más la otra forma y lo dejé a si, pa que luego no se confundan :”D También lo dejé como MC en vez de inserte “X” personaje, mi primera vez haciendo una entrevista OwO.
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thoseoceaneyes · 3 years
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the end ;
—Nereeya, lo arruinaste por completo.
Su hermana mayor la miraba con los ojos negros completamente abiertos y acusadores. Su piel y su cola eran espléndidamente blancas, acaso algunas escamas plateadas que a veces captaban la atención de posibles depredadores —aunque, al final del día, ellas fueran las más letales. Su cabello negro caía como un manto liso hasta varios centímetros bajo su cintura, cubriendo incluso los pezones pálidos de sus pechos casi planos.
La comunicación era telepática; pero habiendo conocido los matices con los que los humanos solían expresarse, Nerea tenía la profunda sensación de estar siendo regañada. La sensación de que su hermana estaba decepcionada.
—Solo quería ayudar —respondió, con el extraño vacío de no sentir el corazón acelerarse por la situación.
—¿A quién? ¿A ti misma?
Nerea enseñó los dientes con una cólera que no era propia de expresar con sus hermanas. Se abalanzó contra su cuerpo, quedando frente a frente con la cola completamente rígida. Miró a Tanya, que parecía sorprendida, y levantó un poco más su labio superior bajo el suave gruñido animal que abandonó su garganta.
—¡Lo hice por mamá! Y por todas nosotras. Iban a seguir matándonos. Tanya, es una maldición. Se repite generación tras generación, ¡lo sé de primera mano, me lo han dicho!
—¿Quién te lo ha dicho? ¿Tu humano? ¿Al que estúpidamente acabas de salvar?
Las aletas nasales de la más joven se expandieron, en un gesto enfurecido.
—Sí, precisamente. Él me lo dijo, y tiene sentido. Es la pieza que nos faltaba para entender por qué cada una de nuestras…
—¿De verdad le crees? —irrumpió Tanya, mostrando los dientes.
Nerea supo que, de ser humana, su hermana se estaría mofando con sarcasmo. Pero Tanya no entendía esos sentimientos, no tenía ese tipo de emociones. Y ella, aún sirena, no conseguía quitárselos de encima.
—No me mintió —respondió, dándose la vuelta y alejándose decisivamente.
—Explícaselo a Vár.
La menor ralentizó el ritmo y se quedó suspendida en el agua, moviendo las manos suavemente y meciendo su cola solo para mantenerse a flote. Ni siquiera se volteó cuando, mentalmente, le preguntó a su hermana qué significaba aquello. En el fondo no necesitaba respuesta, sabía perfectamente lo que una visita de Vár podría implicar en aquella instancia. Pero su necedad rogaba que el motivo fuera uno distinto; porque, a fin de cuentas, ella había cumplido con su palabra.
[…]
—Vár. Es tan agradable verte de nuevo —saludó Nerea, con una reverencia hacia la diosa de los pactos.
La sirena había tenido que salir a la superficie para acudir a su llamado, aunque su primer y único encuentro había sido en las profundidades del agua. Vár tenía el cabello naranja como las fogatas con Randall, violento como su último arrebato y denso como la angustia que la suprimía en ese instante. Sus ojos dorados eran como la miel derretida que ella misma volcaba sobre el desayuno del puertorriqueño, para hacerle las mañanas más dulces.
Nerea apretó los labios y bajó la mirada, desesperada por sentir el dolor en su pecho. Pero no había rastro de la soledad y del vacío que sentía, aquellas emociones humanas no condecían con su naturaleza. Y ese, quizá, era el peor castigo hasta el momento.
—Cariño, sé que no es agradable en lo absoluto. Has de preguntarte por qué regresé —comunicó la diosa con una voz tan suave como el terciopelo. Estaba sentada en una montaña de rocas, envuelta en una túnica tan naranja como su cabello; los bordes inferiores estaban sumergidos en el agua, al igual que, de vez en cuando, los dedos de sus pies. Nerea los miraba imperiosamente—. Y es válido.
—Bueno, me da un poco de curiosidad —respondió, escogiendo sus palabras con cuidado. Levantó los ojos azul brillante y miró a Vár desde el agua donde estaba perdida. Su pálida piel sirénica y algunas escamas ardían bajo los rayos del sol, hasta su escote—. Especialmente, porque todo salió como habíamos acordado.
Vár alzó las cejas, moviendo el pulgar de su pie derecho en el agua salada.
—¿Estás segura de eso?
—Bueno…, ¿sí? —Nerea la miró incómoda, conteniendo sus malos modos—. Randall nunca supo de mi naturaleza, y sé que no tendrá interés alguno en volver a pensar en una sirena nunca en su vida. Le recordará a mí y, entonces, evadirá ese asunto por completo. Tiene el corazón roto, y suerte de estar vivo.
—No tiene suerte de estar vivo, tiene una sirena que lo salvó de morir ahogado como todos sus pares.
Nerea boqueó emitiendo pequeños sonidos que no se definían concretamente en uno en específico.
—No podía dejar que se ahogara.
—¿Por qué no? —replicó, imparable.
—Porque ya hice suficiente, no es necesario que muera. Al menos debía darle la oportunidad de tener una vida. Lo único que yo quería era vengar a mi familia.
—Nereya, creo que no entiendes…
—No —interrumpió, desafiándola con la mirada—. No entiendo y estoy asándome aquí afuera. Me duele la piel, ¿te importaría ser más concisa?
Vár volvió a mover las cejas, en esa ocasión sin mirar a la sirena. Sonrió en un gesto tan audaz que podría haber sido mortífero, de no ser porque Nerea ya lucía lo suficientemente mortífera con aquellos dientes y la impulsiva agresividad —reemplazo de la cólera humana— trepándole por el cuerpo.
—Sí, no te preocupes por eso. Seré concisa: al salvarle la vida y mostrarle tu naturaleza, rompiste nuestro pacto. Dije que, si así era, te despedirías de tu cola para siempre.
El silencio reinó entre ambas, siendo irrumpido únicamente por las pequeñas olas que se rompían en las rocas y alguna gaviota que volaba cerca de la bahía. De pronto la agresividad se convirtió en un terror extremo, tanto así que su cola empezó a moverse hacia atrás para retroceder sin quitarle la vista de encima a la diosa.
—No… No rompí el pacto, Randall no sabe que fui yo y no recordará qué sucedió. Lo único… Lo único que va a recordar es que cayó al agua, y despertó en una orilla. No rompí ninguna promesa.
—¿Te importaría ser más concisa?
La boca de Nerea, sorpresivamente, tembló de angustia.
—Vár, por favor. No merezco morir por esto, no es justo, no he hecho nada malo. Mi familia me necesita, mis hermanas, mi… —El sol le enrojecía ya la piel a un punto donde las ampollas amenazaban con salir, pero no le importó cuando la desesperación era quien dominaba sus sentidos.
—No vas a morir, solo aprenderás a vivir sin una cola.
—No puedo hacer eso… —sus pensamientos eran quebradizos, casi un susurro angustioso. Creía no tener fuerza para suplicar por aquello.
—Lo harás. O efectivamente, morirás en el intento.
Antes de poder replicar, Vár hizo una señal con su índice y Nerea sintió una fuerza arrasadora que le cogía por la aleta de su cola y la hundía en las profundidades más oscuras del océano. Un sitio al que ni siquiera ellas, sirenas, exploradoras, letales, acudían normalmente. Estaba dispuesta a pelear con lo que fuera, solo que la fuerza que la mantenía atrapada era eso: fuerza. Invisible, fuera de su alcance, imposible de detectar, imposible de refrenar.
Aun así, los coletazos que siguieron una vez que estuvo perdida en la oscuridad fueron los más bestiales que alguna vez había dado. Su torso se retorcía para intentar zafarse, sus brazos buscaban subir y las burbujas salían de su boca. Sus ojos eran tan tristes que toda su expresión emitía una angustia arrasadora. Y no podía llorar, no podía gritar, no podía suplicar, no podía moverse.
La misma fuerza que la mantenía cogida por un extremo, sacó unas garras invisibles y se enterró en medio de la cola. Nerea soltó una profunda y herida exclamación que vibró en cada rincón del mar y ahuyentó a cualquier especie cercana. Su sangre tiñó el agua tan rápido que, en segundos, todo era más oscuro y ella misma estaba envuelta en aquel espesor que salía de su propio cuerpo. Las garras, a pesar de haberse detenido por unos segundos, retomaron el trayecto y comenzaron a rasgar su cola a la mitad.
Los chillidos de Nerea eran los de un animal siendo sacrificado. Aún en vano y sabiendo que no tenía la capacidad, siguió forcejeando en su propia sangre. El dolor era tanto que sus sentidos estaban apagados, excepto la sensibilidad que no hacía más que aumentar al tacto.
Por error o quizá por inercia, poco a poco bajó la vista para examinar el daño. Las nubes de sangre que subían no le daban demasiada claridad, pero mejoraba al mover las manos para intentar clarear el agua. Sin embargo, fue lo peor que pudo haber hecho. Su cola estaba desgarrada a la mitad, como un colgajo dividido en dos que ni siquiera poseía vida alguna. Sus vertebras estaban expuestas entre la carne, la musculatura atrapada en sangre y cartílago que ahora sobresalía de lo que antes era su cola, como si fuese relleno que había explotado por falta de capacidad.
Quizá por haber tomado noción de lo que pasaba, aunque el shock era demasiado grande para entender por completo, o quizá porque su cola recibió los últimos quiebres y aperturas, pero la fuerza comenzó a abandonarla casi de repente y todos sus esfuerzos quedaron suspendidos, al igual que ella. Sin su cola, solo tenía algo pesado que colgaba inerte y la llevaba a profundidades inconcebibles. Sus brazos, débiles por el dolor, seguían haciendo lo posible por subir. Pero ya no era un pez, ya no era Nerea y ni siquiera estaba segura de estar viviendo. Salir a la superficie, dejó de parecer una posibilidad.
[…]
—Tenemos una joven de unos veinte años aproximados, ritmo cardíaco estable y buenos signos vitales. Responde a los estímulos, está consciente. Tiene… —El paramédico tuvo que hacer una pausa mientras pedía los refuerzos por su radio interna, mirando a Nerea tendida en la orilla. La nueva oleada de gritos hizo que el hombre cerrara los ojos.
Las piernas humanas de Nerea estaban abiertas de par en par en sus caras internas, desde la ingle hasta los tobillos. La sangre salía a rebosar y teñía la arena, salada y tortuosa para sus heridas. No perdía el conocimiento y no sentía que fuera a hacerlo en algún momento, aunque solo rogaba que algo la matara allí mismo. Algo, o alguien. Quería morirse, desesperadamente necesitaba morirse para dejar de sentir tanto dolor.
Una enfermera se acercó con el ceño tan perturbado por la lástima que, aún sabiéndolo y sin necesidad de una reafirmación, Nerea se dio cuenta que probablemente nunca habían visto un caso tan malo.
—Cielo, muerde esto, por favor. Vamos a transportarte ahora. Necesito que lo hagas, o podrías hacerte daño.
De manera obediente, atrapó entre sus dientes la suave varilla de goma que le estaba extendiendo. No sabía qué era, no entendía para qué, pero cuando volvió a gritar, el sonido salió mitigado. Las lágrimas caían por todo su rostro sin parar, tiñendo el cielo de negro y nubes densas. La angustia que lloraba a mares y el dolor, no era solo por la horrible degeneración de sus piernas. Su corazón estaba tan roto que lo sentía quebrarse segundo a segundo.
—Estarás bien, te lo prometo —susurró la enfermera, acariciando el húmedo cabello azul con cuidado—. Haremos lo posible. ¿Puedo llamar a algún familiar, algún amigo, alguien…? No tenemos tus credenciales, y…
El grito de Nerea y el sollozo tan desesperado dejó las palabras de la enfermera en el olvido, en lo profundo. Estaba tan blanca como cuando era sirena, porque su cuerpo se desangraba y el dolor la estaba matando.
—Quiero morir —susurró con un hilo de voz amortiguado antes de ahogarse con su propio llanto y desesperación. Sus uñas se clavaban en la arena húmeda, llenándose de salitre—. Por favor. Por favor —escupió la varilla y miró a la enfermera de manera suplicante, con el rostro lleno de sudor y los labios partidos de tanto morderlos. Su mentón temblaba—. No puedo hacer esto.
—No vas a morir mientras esté en mis manos salvarte la vida —dijo el paramédico, regresando a ella—. Nerea, ¿verdad? Tendrás una interesante historia que contar por ahí. —Volvió a poner la varilla entre sus dientes, e hizo una seña para que trajeran la manta con la cual iban a transportarla hasta la camilla y, respectivamente, a la ambulancia—. Necesito toda tu entereza en este momento, ¿bueno? Quizá sea lo más doloroso hasta que lleguemos. Uno, dos…
El grito fue tan fuerte y desgarrador que oprimió cualquier pensamiento, dejándole con los párpados apretados y más consciencia que antes.
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maeda-ai · 3 years
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Otro hombre así como él... para mí
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Anime: Tsubasa Chronicle.
Rating: M
Pareja: Kurogane & Tomoyo
Sinopsis: One-shot. Fue entonces que la Tomoyo de Piffle despertó sumida en la tristeza y la impotencia. Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas; una pregunta la asaltaba: ¿acaso habrá un Kurogane, en esta dimensión, para mí?.
Advertencia: Lemon (NSFW)
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Por: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.
* ¿Por qué lo hiciste?. *
La voz que entonó aquella pregunta era una mezcla de celos, odio y dolor.
¿Por qué?, ¿por qué?. La princesa simplemente no lo podía entender. La Tomoyo de Piffle, por otro lado, no podía ocultar la pequeñísima, aunque soñadora, sonrisa que le iluminaba el rostro.
* Fue tan... hermoso, en verdad maravilloso !. *
La joven suspiró profundamente ante los recuerdos de una noche que no debió ser.
La princesa del Japón feudal apretó sus pequeños puños y se mordió el labio mientras su contraparte seguía soñando despierta, sus ojos brillando con intensidad, admirando el infinito.
Por dios !, que la dejase disfrutar de esto, ¿acaso no estaba en su derecho?. Solo fue una noche, en cambio la princesa lo tendría por siempre cuando todo esto terminara.
Tomoyo cerró los ojos justo en el instante en que sus mejillas se matizaron rojas, recordando cada beso, cada caricia, cada precioso segundo que compartió con ese hombre.
Extrañamente la reacción del viajero al verla en su habitación era lo que más se aferraba a su mente, haciéndola sonreír ampliamente pues fue una situación por demás graciosa.
* ¿Qué demonios haces aquí?. *
Le había preguntado el guerrero, escandalizado y sorprendido por la presencia de esa jovencita.
Kurogane se apresuró donde la chica, tan solo para tratar de sacarla a empujones, con no muy buenos resultados ya que la mujer rio jovial, causando estragos en él.
* Él es un poco grosero, ¿cierto?, pero creo que es una forma de ocultar su frialdad. *
La princesa giró su mirar. ¡Kami-sama!, era enfermizo tener que admirar lo radiante que esa mujer estaba, feliz a costa de ella.
Tomoyo se estremeció al recordar como prácticamente se le ofreció a ese hombre, proponiéndole, pidiéndole que la dejase pasar esa noche a su lado para luego arrojarse a sus fuertes brazos, y lo besó. . . insistente, casi con desesperación, rogando con sus labios algo casi imposible.
* ¿Q-qué crees que haces?... estás loca?. *
* Sí, loca por ti. *
La jovencita de largos cabellos rio divertida, en parte por sus propias palabras, pero también por lo escandalizado que estaba ese hombre.
* Kurogane, está usted muy tenso, debería relajarse... yo puedo ayudarlo. *
El ninja apretó los dientes con furia.
Esa mujer era demasiado atrevida como para ser una niña.
* Estás ebria, creo que bebiste de más. *
Era probable que el guerrero intentase creer sus propias palabras, ya que ni la misma chiquilla se creía esa basura. Como sea, la joven se aferró a él, pero ese hombre no sabía lo que es la delicadeza y le sujetó las muñecas de forma brusca. Dolía; Tomoyo jadeó y cerró los ojos, él la estaba lastimando. Kurogane la soltó de pronto, dejándola caer sobre el piso, horrorizado por su rudeza.
* Gomen nasai !!. *
Susurró el guerrero, arrodillándose frente a ella, lo que la joven aprovechó para aferrarse a él de nuevo y besarlo.
* Onegai, dame esta noche. *
* ¿Nani?. *
* Tú te irás y yo... quisiera hacer algo contigo, algo para recordar. *
Serían sus extrañas palabras o la voz suave y hasta dulce con que le hablaba, lo que fuese desarmó por completo a Kurogane, quien no se resistió a un nuevo beso por parte de esa chiquilla atrevida.
* Basta, no quiero saber más. *
La princesa Tomoyo temblaba de ira. Quería, quería borrarle la sonrisa de felicidad a esa maldita mujer, a esa ladrona; Kurogane era suyo, su guardián, suyo, solo suyo.
Ella no tenía porque haber intentado nada con ese hombre; ese reflejo suyo no era más que una ladrona.
De pronto, la joven empresaria lanzó un pequeño gemido; el recuerdo era tan vivido.
Cuando las ropas quedaron olvidadas en el piso y ellos yacían en la acolchada cama; solo el sonido de suspiros y besos húmedos era lo que reinaba en la habitación, pero cuando el contacto piel con piel se tornó más intenso, los jadeos abandonaron la habitación para ser escuchados por todo el lugar. ¡Qué importaba!, allá abajo todos estaban ahogados de borrachos y Sakura dormía profundamente. Al parecer, solo ellos dos sabían beber adecuadamente.
Tomoyo le había permitido al ninja que su lengua entrase en su pequeña boca, causando sensaciones inimaginables. La humedad, el cosquilleo que producía, incrementaban el deseo entre ellos, en especial el de la chiquilla, cuyas suaves y pequeñas manos se deslizaban ansiosas por el esculpido cuerpo del guerrero, desplegando caricias que, más que tímidas, eran atrevidas.
* Tsk. *
* ¿Pasa algo?. *
La jovencita se preocupó al ver la mueca de dolor que le mostraba el viajero. Tomoyo dobló las cejas con tristeza, sujetando la mano del ninja entre las suyas, depositando un delicado beso en esta. Esto era su culpa y ella se sentía tan mal.
Kurogane no supo describir el impulso de sujetar con brusquedad a la chica para luego aprisionarla bajo su pesado cuerpo. Ese acto de la niña solo había logrado encenderlo en deseo, sin embargo, se tomó un segundo para admirarla.
""Es idéntica a mi... a la princesa.""
Kurogane suavizó su expresión, sabía que esto que hacía no era correcto. Era un engaño, pues si bien físicamente eran idénticas y hasta profesaban que el alma era exactamente la misma, lo cierto es que él estaba perdidamente idiotizado por la princesa de su mundo y ni siquiera una contraparte de esa mujer iba a cambiar ese hecho, era imposible.
Esto era un juego cruel, para esta chiquilla loca, para él y por supuesto para su princesa; esto era una traición, ¿cómo iba a verla a la cara cuando volviese a su mundo?.
El muchacho se mordió el labio inferior; sería mejor dejar de torturarse y terminar con esto. Ante este pensamiento, el ninja intentó pensar que estaba con Tomoyo-hime. . . y resultó. . . tan fácil. Se creyó la mentira.
Sus toscas manos recorrieron la frágil silueta femenina, delineando las sutiles curvas, oprimiendo la blanca carne; los pequeños senos se perdieron bajo las palmas del ninja, quien los apretaba con cierta brusquedad, pellizcando los sonrosados pezones y haciendo gemir a la jovencita.
Ciertamente era estimulante para Tomoyo ser tocada de esa forma y por ese hombre, más lo que hasta ahora había experimentado no se comparó al sentirlo de pronto explorando su vulva.
La chica se arqueó sobre la cama, más mantuvo los ojos bien abiertos por la sorpresa; Kurogane le mandaba dos dedos a intimidad, acariciando, estimulando. De cierta forma era incomodo y hasta vergonzoso, pero igual le estaba brindando placer, prueba de ello fue que su vagina poco tardó en mojarse, lista, no!. . . deseosa por recibir al duro y caliente intruso que pronto vendría.
La mujer en verdad creyó que este era el momento, que él entraría en ella, pero en cambio sintió ese par de dedos, antes dentro suyo, ahora tallándole el clítoris. Kurogane se sentó sobre la cama e hizo a la chica sentarse frente suyo aunque de espaldas a él, todo sin dejar de rozar aquel botoncito de carne con sus dedos.
Tomoyo cerró los ojos y recargó la cabeza en el musculoso pecho del ninja; su boca estaba seca de tanto gemir, pero sentía tanto placer; no quería que esto terminase.
* Ohh, Ku-Kurogane !!... *
La jovencita no pudo hacer nada contra los expertos dedos de ese hombre y terminó rendida ante él en un intenso orgasmo. Ella giró el rostro a un lado, buscando nuevamente los labios del ninja para ahogarse en ellos mientras el gozo y sus fluidos se desbordaban de ella.
* ¿Cu, cuándo se te puso así de duro?, ¿es por mi?... me hubiese gustado ver, ahhh... *
Las palabras de la joven eran tan entrecortadas y su respiración agitada. El sentir el miembro viril de su compañero hizo que su sexo se mojase aun más.
Y en medio de tanto placer, el guerrero la elevó y la hizo descender sobre su pene, tranquilo pero sin detenerse hasta clavarse totalmente en el cuerpo de aquella niña. Tomoyo se mordió el labio, soportando el dolor; aunque reprimía los sollozos, no fue igual con las lágrimas que caían libremente por sus rosadas mejillas.
Un hilillo de sangre escurría de entre sus piernas, pero ni así se detuvo, al contrario, pedía más y más a ese hombre, que se moviera fuerte, que la partiese en dos.
El dolor pronto se desvaneció, dando entrada al placer.
Kurogane sujetaba a la chica por los muslos, haciéndola subir y bajar sobre ese miembro suyo, tan grande y caliente, duro, grueso. . . La expresión de la chica también cambió, la angustia se había ido y era ahora una sonrisa la que iluminaba su lindo rostro.
* Motto, motto... mmm... *
La voz de la chiquilla era un ir y venir de gemidos y jadeos, anhelante de aquel increíble gozo que la estaba dominando al grado de no necesitar la ayuda de su compañero y ser ella la que prácticamente brincaba sobre aquel pedazo de carne, clavándoselo una y otra vez. Estaba exhausta pero igual continuaba meciendo las caderas, era como si la jovencita fuese movida por la lujuria y la pasión; se acariciaba a si misa, tratando de obtener más placer y conforme el calor se hacía más intenso, sus manos viajaban intranquilas de sus pechos al pequeño clítoris, acariciando, apretando, tallando con fuerza, casi con necesidad.
El ninja estaba atrapado por la sensación de aquella suave y cálida piel intima de la jovencita y se perdió en esta sensación; empujaba con desesperada fuerza las caderas, de arriba hacia abajo, haciendo que su pene entrara y saliera del cuerpo de Tomoyo, bombeando con desesperación.
La chica no pudo más y fue presa de un tremendo éxtasis gracias a ese hombre y su poderosa herramienta sexual. Su vagina vibraba, palpitando, estimulando el pene de su compañero y enloqueciendo a este.
Kurogane apretó los dientes, esa chiquilla lo estaba torturando, las pulsaciones de su sexo eran fuertes y lo estimularon de tal manera que solo fue capaz de enterrar su pene unas tres veces más antes de que un orgasmo lo obligase a regar su esencia dentro de la mujer.
Fue hasta entonces que el guerrero se arrepintió de sus actos.
""No es ella.""
Pensó justo antes de sacar su virilidad de la intimidad de la chica y salir luego de la habitación con sus ropas en la mano, dejando a la joven de largos cabellos respirando agitada, pero con una sonrisa adornándole el rostro.
* Creo que está apenado. *
Se decía la chica, abrazando una almohada, sin saber que el ninja en realidad estaba arrepentido y horrorizado pues en ese momento se sentía y sabía traidor de la fidelidad hacia su princesa, ya que cuando él hizo el juramento de protegerla, se juró a si mismo que esa niña sería la única en su vida. Y no importaba que esas niñas fuesen idénticas, esta no era su Tomoyo-hime.
¿Qué clase de hombre sería él si se enredase con cada Tomoyo que se encontrase durante su viaje?: un maldito, nada más.
* Ahh... ¡ fue hermoso !. *
Ya en el presente, la Tomoyo de Piffle se arqueó sutilmente sobre su cama, como si en ese preciso momento volviese a sentir el éxtasis que ese hombre le regaló.
* Te pedí que los ayudaras, no que te le echaras encima a mi guardián. *
* ¿Tu guardián?. *
* Sí, mío, solo mío, recuérdalo porque cuando él regrese a Japón, te borraré de su cuerpo y de su memoria. No serás más que un trago amargo que él terminará por olvidar. *
Fueron las crueles palabras de la princesa, quien desapareció entre penumbras.
Fue entonces que, agitada, la Tomoyo de Piffle despertó sumida en la tristeza y la impotencia, pues sabía que lo que su contraparte dijo era la pura verdad.
Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas al tiempo en que una pregunta la asaltaba. . .
* ¿Acaso habrá un Kurogane en esta dimensión... para mí?. *
Finalizado.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
No quise quedarme con las ganas; esta Tomoyo en especial se notaba muy preocupada por Kurogane. Aunque me presioné un poquito para terminar el fic ¬¬'.
Siento no incluir las separaciones entre los recuerdos y el presente en el que ambas Tomoyo discuten.
~*~
Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai. Y es material de Fallen Angel.
Totalizado el 21 de Abril de 2008.
La dama del Hentai: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
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sweetandcrime · 3 years
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“Sunshine”, IX.
Trabajar nunca había sido tan divertido, por eso la mañana se le pasó volando a Seokjin. De vez en cuando, hacía breves pausas en sus labores, para observar a Kazuki. Verlo pelearse con las gallinas fue una de las cosas más divertidas, subir y bajar las escaleras en el enorme gallinero, con la cesta cargada de huevos, fue también un espectáculo digno de presenciar.
Regar plantas, limpiar herramientas y acomodar víveres en la despensa, fue la parte más fácil. Mientras Kazuki llevaba a cabo esas tareas, Seokjin y Kyuho se encargaban de las tareas más importantes, por supuesto. Según había visto, ambos llevaban el mando de la granja. ¿Serían amigos desde hace mucho? Para tenerse tanta confianza y darle tanta responsabilidad a Lee, seguramente sí. Eso quería decir que era un hombre de fiar.
Al mediodía, el sol brillaba en lo más alto del cielo. A Kazuki le brillaba la frente, tenía el rostro colorado y el cabello empapado, debido a la transpiración. Estaba limpiándose la cara con un pañuelo que le había obsequiado uno de los trabajadores del lugar cuando apareció Seokjin, ofreciéndole una bebida fría.
—Puedes lavar la camioneta antes de que vayamos a almorzar —le indicó. Kazuki hizo una mueca de supuesto dolor, mientras aceptaba el vaso y bebía con prisa. Era agua fresca, de naranja—. Nosotros todavía tenemos mucho que hacer por aquí, así que puedes quedarte con mi madre. Así tendrás tiempo para tus propios asuntos.
—Mis nuevos asuntos son esta granja y nada más —dijo él, muy decidido, devolviéndole el vaso. Una sonrisa amenazó con formarse en el semblante del más alto—. Quiero ser un trabajador como todos los demás.
— ¿No estás apresurándote? Esta mañana estabas quejándote por la tierra bajo tus uñas —Kazuki se sintió avergonzado, pero no le desvió la mirada—. Vas a aprender poco a poco. Si vienes aquí todo el día, de buenas a primeras, te dará un colapso. La gente como tú necesita tiempo para adaptarse.
— ¿Y cómo es la gente como yo? —se notó que ese comentario picó el orgullo de Matsumoto, pues Seokjin pudo notar un brillo particular en su mirada. Kazuki se sentía desafiado, ¿no era así?
Kyuho pasó junto a ellos en ese instante, distrayéndolos a ambos un segundo. Seokjin suspiró y quitándose los guantes y el sombrero, se limpió la frente.
—Date prisa con la camioneta, nos vamos a almorzar en media hora.
Y eso fue todo lo que dijo, se dio media vuelta y continuó con sus labores. Kazuki chasqueó la lengua, fastidiado. ㅤㅤ ㅤㅤ ㅤ ㅤㅤ ㅤ _________ ㅤㅤ Por la tarde, sólo Seokjin y Kazuki tomaron el almuerzo con Lilian. Según lo tenía entendido, Kyuho podía pasar días sin llegar a la casa, pues era algo así como un adicto al trabajo y era difícil que dejara las cosas a medias. Sólo cuando las terminaba, volvía.
Después de una ducha, Kazuki cayó rendido y una supuesta siesta de media hora, se transformó en una de dos horas. Cuando bajó, Lilian estaba en la sala, ordenando un estuche de costura.
—Estabas agotado —dijo ella, sonriente.
—Mucho —aceptó tímidamente—. Señora Jie... Quiero hacerle una llamada a mi abuelo —ella levantó la cabeza, mirándolo con curiosidad—, quiero contarle que estoy bien aquí, para que no se preocupe.
—Claro, hijo. La tienda de abarrotes está a cinco calles de aquí, esto es lo que harás...
Kazuki salió de la casa con las instrucciones de Lilian en mente, procuró repetirlas varias veces para no olvidarlas. Yeoryang-myeon era una comunidad pequeña a comparación de otras alrededor, pero aun así, al citadino le pareció que había caminado demasiado y todavía no encontraba la dichosa tienda.
No hacía más de una semana que había llegado, todo seguía pareciéndole ajeno y lejano. Mientras caminaba, se permitió hacer algo que jamás había hecho desde que puso un pie en ese lugar: pensar en la vida que había decidido dejar atrás. Sonaba tanto a locura como a estupidez, ¿quién iba a cambiar una vida de lujos y privilegios por un sitio como ese?
Eso es lo que provocaba un corazón roto. Pero es que siquiera lo había pensado detenidamente, se había dejado llevar por la profunda decepción, la rabia, la humillación que sintió cuando se quedó parado frente al altar y su (ex) prometido nunca llegó. ¿Por qué?, ¿qué había pasado?, ¿por qué a él? Las interrogantes estaban ahí, pero él había suprimido todo pensamiento que tuviera relación con ese trágico hecho, en pro de su bienestar. Pero lo cierto era que, había estado engañándose. Aunque estuviera ocupado, distraído, y aunque Lilian se encargara de hacerlo sentir como en casa, tenía el corazón hecho pedazos y le dolía de una manera inexplicable.
Un nudo se le formó en la garganta. Se detuvo debajo de un árbol, en una esquina. Se sintió sofocado de pronto, pero era esa maldita presión en el pecho. El dolor de la desilusión.
Tomó una profunda bocanada de aire mientras cerraba los ojos y aguardó así un momento.
—No creo que este sea el mejor lugar para meditar.
La voz de Kyuho lo sobresaltó. El corazón le dio un vuelco, por lo que se llevó una mano al pecho. ¿En qué momento había aparecido?
— ¡Me asustaste! —se quejó el más bajo—. ¿Qué sucede contigo? Tsk...
—No. Qué sucede contigo —hizo énfasis en la frase, mientras encendía un cigarrillo. Sólo entonces, Kazuki echó un vistazo a su alrededor y se dio cuenta de que estaba parado en la esquina de un pequeño parque. Era el parque más diminuto que había visto en su vida, pero tenía árboles por doquier. Y allí al frente, la tienda que había estado buscando.
— ¿No se suponía que estabas trabajando?
—Terminé lo que tenía hoy —respondió, encogiéndose de hombros y exhalando una espesa nube de humo—. Estaba volviendo a casa.
—Fumar es dañino, ¿sabías?
Kyuho se detuvo en seco, volteó a verle con una ceja alzada y mientras se le formaba una sonrisa en un costado de la boca, se paró frente a Kazuki. Este último se quedó inmóvil, mirándolo con cara de "¿qué te pasa?". Entonces el rubio expulsó una espesa nube de humo. En su cara.
Kazuki se retiró inmediatamente, dando dos pasos hacia atrás y sacudiendo la cabeza, agitando las manos, tosiendo. Él no era un chico de vicios, pese a todo; bebía poco, nunca había fumado y mucho menos había consumido drogas.
— ¡¿Qué te pasa?! ¿Eres estúpido?
Como respuesta, sólo obtuvo una sonrisa. Kyuho siguió fumando, observando distraídamente a su alrededor.
—Sí eres estúpido —masculló entre dientes, refunfuñando—. Además, ¿qué haces aquí? Yo estaba tranquilamente descansando, vete.
—El parque es un lugar público.
—De verdad, tch... —murmuró otro par de improperios, mientras se olfateaba la ropa, para comprobar que no se le hubiera impregnado ese característico olor del tabaco. Cuando alzó la vista, vio a Kyuho con la mirada fija en un punto al otro lado de la calle. Siguió la dirección de su mirada y se encontró con otro muchacho, parado frente a la tienda, con los brazos cruzados sobre el pecho; parecían estar mirándose, los dos sumidos en una obvia seriedad—. Como sea, no tengo por qué estar aquí contigo, yo sólo venía a buscar el teléfono...
Sólo entonces, Kyuho volteó a verlo.
—El teléfono —puntualizó—. Podrías estar haciendo otras cosas de provecho.
—Tú no vas a decirme cómo voy a gastar mi tiempo, ¿quién te crees?
Habiendo escupido eso, después de notar el ceño fruncido de Lee Kyuho, Kazuki cruzó la calle. Cuando llegó al otro lado, lo recibió una sonrisa amable.
Kazuki tragó en seco. Eso que estaba parando frente a él no era un hombre, era un ángel; tallado a mano, con el rostro más atractivo que hubiera visto (y después de haber conocido a Seokjin, eso ya era demasiado decir). En estatura lo dejaba muy abajo, probablemente era tan alto como Seokjin. ¿Qué comían los hombres de Yeoryang-myeon? ¿Qué tenía el aire que respiraban o el agua que tomaban?
—Uh... ¿buenas... tardes?
—Hola. ¿En qué te puedo ayudar?
— ¡Oh! ¿Tú...? ¿Tú atiendes... esto?
El chico se echó a reír. Tenía una sonrisa muy bonita, una risa armoniosa. Daba la impresión de que iluminaba cada lugar donde se parara.
—Sí, yo atiendo —extendió los brazos a sus costados, señalando la tienda—, esto. Bueno, la tienda es de mi madre, pero sí, yo me encargo de ella. Y tú, debes ser de fuera, ¿cierto? Se nota desde lejos, es curioso, ¿no? La forma en que las personas se delatan con su aura. Sobre todo ustedes, los de la ciudad.
— ¿Cómo sabes que soy de la ciudad?
— ¡Por favor! —volvió a reírse—. Tienes un letrero con letras de neón pegado en la frente que dice "vengo de la ciudad". Espera, creo que estoy hablando demasiado, disculpa. ¿Tienes nombre, niño bonito?
El más bajito bajó la mirada, repentinamente tímido.
—Kazuki. Matsumoto Kazuki.
—Pues, Kazuki, bienvenido a mi tienda. Yo soy Kim Taehyung, ¿en qué puedo ayudarte?
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victoriadetinder · 4 years
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Capítulo primero.
Si tuviera que decir por qué los onvres dan asco me metería en temas muy escabrosos. Aunque me divertí en Tinder, también aprendí mucho sobre por qué ya no debo aceptar el más mínimo contacto con los tipos que son egoístas, retardados sexuales e incapacitados emocionalmente, tienen pedos y nosotras no somos las encargadas de hacerles entender ni de remendarlos.
Esta no es ninguna declaración de odio, este será un blog donde cuente mis experiencias heterosexuales en Tinder y de cómo me hicieron más sabia, más fuerte, más directa, más inteligente y sobre todo, más feminista con mis relaciones sexoafectivas.
Aquí tengo que dejar bien claro que durante  todo el tiempo que use esta aplicación, jamás salí con ninguna chica, cosa triste porque estoy segura que me la hubiera pasado bastante mejor que con algunas de mis citas con chicos.
No espero que salgan de aquí despreciando a cada hombre sobre la tierra (cosa que sería divertida, solo por un día), pero sí espero que este blog sirva primero como un confesionario personal y luego como una pauta para las chicas que me lean, quiero que mis experiencias les sirvan como entretenimiento, para reirse un rato, pero también para que se enteren de una vez por todas que los onvres existen y que es bueno reconocerlos para alejarse pronto y lo más lejos posible de ellos, porque tenemos razón y lo sabíamos: la mayoría de las veces somos mejores que ellos para relacionarnos, tanto sexual como afectivamente, lo cual tiene que ver con muchas razones pero eso no nos compete acá. Y de paso que sirva este blog como especie de tips para  mujeres que usen esta app para salir y la quieran pasar lo mejor posible desde un enfoque totalmente feminista.
Empecemos por el principio: los hombres dan asco.
Aclarado ese punto, damos por terminad el primer capítulo de este blog.
JAJA no es verdad.
Lo primero: ¿qué es Tinder hoy en día? Es una aplicación de citas, consiste en que desde tu celular escojas entre la diversidad de usuarios, quién te gusta; deslizas a la izquierda si la foto y descripción del usuario te parecieron nefastos o sin chiste o a la derecha si te parece un bombón o suficientemente interesante o conveniente, si tambíen le gustas a la persona que likeaste, hacen match y pueden comezar a chatear. Debes tener claro para qué usarás la aplicación, puedes simplemente chatear, o puedes conocer gente ya sea para conversar, besarse, cojer o empezar a salir. Algunas chicas usan esta aplicación con otros intereses como sólo chatear, sextear o vender sus fotos, todo dependerá del uso que tú le quieras dar. 
Yo usé Tinder principalmente para divertirme y tener sexo, y aunque algunas de mis experiencias fueron cambiando sus objetivos, hablaré de las que me han parecido más trascendentales.  En total creo que salí con 15 vatos, cada experiencia fue muy distinta, tanto por los vatos como por la manera en que se dieron las cosas.
Será bueno aclarar que también tuve varias buenas experiencias, las cuales me hacen pensar que aún hay esperanza y que estamos en el mejor momento para que hombres, mujeres, trans, queer, no binarios, y cualquier ser sobre la tierra repiense sus formas de relacionarse, de cojer y de amar a los otros.
Lo primero que debes tener en cuenta al abrir esta aplicación es que una descarga Tinder porque QUIERE conocer más gente, cuando una abre esa cosa hay que tener bien asimilado que se trata de eso, significa salir de tu casa, gastar un poco de dinero y estar dispuesta a pasar tiempo con un desconocido o desconocida. Esta es una premisa que parece obvia pero no lo es, conocer nuevas personas es chido generalmente pero también puede ser intimidante y en algunas ocasiones verdaderas pérdidas de tiempo o decepciones terribles (sobre todo si se trata de hombres), así que antes de abrirla evalúa qué tan dispuesta estas a arriesgarte. Según mi experiencia, será muy desgastante para tí si estás atravesando por un mal momento. No recomiendo para nada Tinder como remedio para la depresión o ansiedad, pues puede llegar a ser frustrante y muy triste.
Ahora bien, Tinder, además de facilitar sexo y contacto físico, puede servir también para ampliar tú círculo social, aprender o practicar nuevos idiomas e incluso para viajar e ir a lugares lindos, ya verás por qué lo digo.
Basada en mis experiencias, descubrí una forma para elegirlos mejor o menos mal, me refiero a que hay ciertas “señales ocultas” que te permiten filtrar mejores opciones mediante la aplicación, estas herramientas se las voy a ir pasando poco a poco, conforme avance este blog. 
Una de las herramientas que te puedo ir adelantando es poner mucha atención a las fotos. Y hay de tooodo en la viña del señor, están los odiosos que suben fotos con sus compas y una no sabe cuál pendejo es, están los amantes del travelling con fotos de cada viaje, los fiesteros que les encanta subir fotos con botellas donde ni se les ve bien, los y las que suben fotos con sus parejas porque buscan tríos, los que suben memes o caricaturas de sus equipos de fútbol como un águila aplastando un conejito del cruz azul (en serio, muy neta), los que suben fotos con rifles (wtf), los que presumen cada una de sus pertenencias como el carro lujuso o el apartamento con alberca (atención acá por qué bien manejado esto podría ser de utilidad), los random que tienen la misma pose y el mismo gesto en todas sus fotos (plis no te metas con ellos), los que suben fotos con sus mascotas (estos a veces pueden ser chidos y otras veces sólo usan al pobre firulais como arma para ligar) y, por último, los famosísimos chicos fit, que pueden ser bastante nefastos. Sólo hay que ser un poco observadora, el chico podra ser atractivo en su foto pero habrá que revisar qué tipo de fotos se toma, por ejemplo, si enfoca demasiado sus músculos y tiene más de dos fotos posando en el gym te recomiendo que des a la izquierda.
Tipo de fotos de las que hablo: 
Tumblr media Tumblr media
Este tipo de onvre empezará por un “Hola, guapa, te ves muy sexi en tus fotos, pásame tu wa” para luego pedir el pack, pajearse y mandarte fotos de su pene, sobra decir que son de lo menos interesante y que la mayoría de veces son bastante puercos y pajeros, si no es que siempre. El chico fit muy seguramente querra invitarte la cena, besará de manera asquerosa, tendrá manos torpes y te llamará bebé.
La alternativa siempre podrá ser “sólo ir a cojer” pero en este blog aprenderemos juntas que a veces en serio no vale la pena un orgasmo (si es que te hacen llegar con sus torpes movimientos de músculos hinchados) por dos o más horas escuchándolo hablar. Además, he aprendido que es durante el sexo que una se da cuanta de qué tan machos siguen siendo y qué tan asquerosos pueden ser.
Por esta noche es todo amigas, esta es la primera página de algo que me tiene muy ilusionada, espero les haya gustado, si fue así compártanlo y espero me sigan leyendo. En lossiguientes capítulos hablaré sobre más herramientas para dar a la izquierda o derecha, y les contaré una de mis peores experiencias.
Cuídense y hagan sólo lo que las haga felices.
;) Besos. Las quiere, Victoriadetinder.
P.D. Siempre sigan su instinto. Nunca cojan si algo no les gusta o las hace sentir incómodas, aunque esté en tu cuarto, aunque estén desnudos, aunque “ya está que se muere”, NO ES NO.
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404445 · 4 years
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"Miosotis"
De pronto vuelvo a escribir ¿sabes?
Nunca fui buena, pero de alguna manera lo hacía y ahora quisiera seguir haciéndolo.
Puedo sentir como salgo de tu vida.
No, más bien, cómo ambas salimos una de la vida de la otra.
Ha sido difícil, pero poco a poco empiezo a olvidar que es lo que me duele tanto.
Aún lloro de vez en cuando pero ¿qué es?
¿Serán los días felices?
¿Será todo ese tiempo?
¿Será que aún eres tú?
No, creo que ya no sé por que lloro.
Cada día siento que te extraño menos...
Eso es.
Esa es la razón.
Empiezo a dejarte, a dejarnos ir.
Después de tanto y con todo lo que es ahora, estoy renunciando a ti.
Muy en el fondo me duele olvidarte, olvidarnos.
Eso es lo que me hace llorar por las noches.
Sin ti, me doy cuenta de lo vacía que ha sido mi vida y ahora no puedo vivir con eso.
En verdad no puedo.
Yo lo hubiera dado todo por ti.
A veces me pregunto por nosotras, lo que habría sido.
Tal vez hubiera estudiado arquitectura, no es lo que más me hubiese gustado, pero tenía mis motivos para hacer algo como eso.
Sé lo mucho que deseas convertirte en escritora o violinista, tanto como yo hubiera querido estudiar cine o artes.
Pero te quise tanto que hubiera dejado todo eso por ti.
Debes creer que es una verdadera estupidez, que intento justificar algo, pero la verdad es que no.
Tal vez podríamos haber cumplido cada una nuestros sueños, pero te amaba tanto que en ese momento deseaba tu felicidad más que cualquier otra cosa.
No me habría importado.
Entonces tal vez tendría un empleo más seguro en el futuro. No sería el soñado, ni siquiera el ideal y tal vez me lo recordarías el resto de nuestras vidas.
Jamás te diría realmente por que lo hice.
Tal vez en parte está mi falta de voluntad, coraje y valentía para perseguir y creer en lo que quiero. Lo acepto, soy cobarde.
Pero lo hubiera dado todo por ti. Hubiera valido la pena todo ello por ti.
Nos casaríamos. Tal vez al principio no tendríamos mucho dinero, pero ya nos las arreglaríamos.
Yo trabajaría dando clases o tal vez diseñaría algunas casas elegantes. Algo como eso.
Mientras tanto tal vez tu estarías en algo similar, enseñando en alguna universidad.
No importa.
Al principio parecería que las cosas no parecían estar para nada conforme a lo que se esperaba pero entonces sólo sería cuestión de tiempo.
Mientras nos acoplábamos, cosa de un año como máximo, no podríamos evitar vernos un tanto miserables.
Ninguna se dedicaba bien a lo que deseaba, eran sueños que quedarían al aire, no podíamos permitirnos grandes lujos y mientras tratábamos de hacernos de una vida propia, el tiempo corría.
Sólo era cuestión de tiempo...
Tal vez un par de años más de lo que creía. Tomaría tantos proyectos y horas como pudiera y un día al volver a casa te diría que era el momento.
Entonces te pediría que dejaras tu empleo, que comenzaras a escribir y a practicar música todo el día, sin preocuparte por nada más.
El dinero no sería un problema, todo estaría bien. Yo procuraría que así fuera.
Entonces comenzarias a escribir tus historias. Escribirías durante días y días.
Te estresarías, me dirías que es una tontería y entre lágrimas querrías dar clases porque es lo que puedes hacer y no te molesta hacerlo, te gusta.
Y sí, así es, te gusta. Pero yo no sólo quiero que te guste algo, quiero verte amandolo, apasionandote por ello, poniendo toda tu alma y tu corazón en cada palabra, en cada nota.
Entonces entenderías porque dejé de lado lo mío.
Tal vez entenderías, cualquier cosa...
Sí, podríamos haberlo hecho juntas, cumplir nuestros sueños juntas.
Tal vez hubiera sido más fácil o más difícil.
Todo en está vida está bajo el azar.
Las cosas jamás son exactas como las planeas, siempre habrá algo.
Lo increíblemente inesperado.
Tal vez no era la mejor decisión.
Tal vez me precipite. No intentaba quedar bien ante ti, ni como la heroína de nuestra historia.
Yo te amaba muchísimo en ese entonces y fuese como fuese yo quería darte todo, entregarte mi mundo si era necesario para que fueras feliz.
No era necesario, un poco de apoyo la una a la otra y ambas lo hubieramos logrado ¿no?
Perdoname, pero así me enamoré de ti, capaz de hacer y rehacer una vida por ti.
Llamenlo amor, llamenlo estupidez.
Como sea, lo lograrías. Te convertirías en escritora, una de las mejores, la mejor para mí.
O tal vez en la más brillante violinista. Hubiera ido a todos tus conciertos.
Y entonces las cosas irían muy bien y tal vez comenzaría a sacar algunos bocetos, enviar algunos dibujos por ahí, ilustrar un par de cuentos... Algo así me gustaría pensar.
Al final creo que lo hubiéramos conseguido.
Parece un plan escuetamente elaborado y ni siquiera es seguro, al igual que nada lo es.
Pero de esa manera lo veía conforme más pasaba el tiempo contigo.
No me molestaría hacer nada de esto, tratar de seguir este plan por ti, te quiero y me habría hecho enormemente feliz que funcionará casi a la perfección.
Entonces seríamos artistas el resto de nuestras vidas. El dinero no sería un problema nunca más, viviríamos incluso tal vez más que bien, y no sé, incluso él, algún día...
Nos levantaríamos tarde, yo prepararía el deayuno para todos. Licuados de fresa.
Tendríamos una galería. En ella vendería mis pequeñas composiciones y muchas copias de tus libros. Exhibiríamos los más recientes en un mostrador en la entrada con letreros varios incitando la visita al lugar. Dentro, tus obras y las mías llenarían cada rincón. Y en la parte de arriba, tu favorita, se encuentra el estudio que compartimos. Es un desastre. El olor a pintura y aguarrás es ligeramente penetrante, lamento decir que soy yo quien ocupa más espacio en el salón; por tu parte, hay un sin fin de cuadernillos, de esos que son tan bonitos y te gustan tanto que a veces no sabes si usarlos o simplemente guardarlos, varios de ellos con cientos de notas que surgen de un momento a otro, a cualquier hora, en cualquier parte; tu papelera, está llena de ideas que nunca llegaron a gustarte lo suficiente como para continuarlas. A veces me pone triste. A mi siempre acaban por gustarme, pienso que en cada una hay algo sobre ti, algo valioso y me duele verlo desechado. Tal vez exagero, dices que no soy objetiva, tal vez soy la peor crítica, pero debo decirte que es verdad cuando te digo lo mucho que me gustan tus historias.
Tenemos un balcón en el estudio. Algunas veces subes, sobre todo cuando te encuentras particularmente triste.
Sueles tocar el violín ahí o escribir poemas.
Algunas de tus mejores obras han surgido ahí ¿sabes?
Son historias y melodías tristes.
Me preocupo cada vez que subes, algunas veces temo que no bajes nunca más.
Hay dolor en tu pasado, soy consiente de ello. Demomios que no puedo callar por completo dentro de ti y con los que has vivido y luchado incluso antes de conocernos.
Por mucho que quiera subir, se que no debo.
Es parte de ti, tu batalla.
Te admiro.
De alguna manera lo convertiste en arte, lo volviste diferente, dejo de dominarte.
De entre todo ese dolor, lograste que naciera algo hermoso, algo único. Lo volviste a tu manera.
Querida, hemos pasado por cosas desagradables, cosas terribles, tenemos heridas que son imposibles de sanar, pero tú y yo nos tenemos y siendo así, sé que no necesito nada más.
Es un lugar grande a pesar de lo pequeño que aparenta ser por fuera.
Es perfecto.
Vivimos justo en frente, por lo que siempre la abro puntualmente. Justo a las 10:00 ni un minuto más ni un minuto menos.
Yo me quedaré ahí, atendiendo y fabricando más artilugios mientras tú te vas al conservatorio.
Veo como te alejas calle abajo, te sigo con la mirada hasta que doblas hacía la derecha y desapareces por la calle.
Me quedo en el puesto el resto de la mañana y parte de la tarde, todo suele ser muy tranquilo.
Competimos contra otros establecimientos, a veces eso me preocupa demasiado, pero siempre estás ahí para sacarme de mi letargo y animarme a seguir.
Eres maravillosa.
Algunas personas vienen y van. Entran ven algunas cosas, preguntan por algunas otras pero nunca se llevan mucho. Te seré sincera, amo lo que hago pero algunas veces es inevitable frustrarse y sentir que tu trabajo no es lo suficientemente bueno. Se que conoces ese sentimiento.
Pienso en ti todo el día. En algunos momentos me atrapo pensando en lo miserable que parece lo que hago en comparación contigo.
Una escritora y violinista, es tan fantástico.
Y yo, yo hago garabatos, garabatos que llegan a algun libro si tengo suerte.
No me gusta pensar en eso, no debería hacer comparaciones, perdoname.
Más tarde, iría a buscarte al conservatorio, terminas a eso de las 6:00.
Las tardes son muy pacificas y siempre me agradó recorrer estás calles.
Cuando llego al centro de la ciudad adoro ver los puestos de flores, son hermosas.
A veces deseo llevarte un ramo enorme, pero detestas las flores cortadas. Sin embargo te he regalado ya varias macetas de hierva buena, algunas con pequeñas flores de colores durante el verano, tulipanes en invierno que morirán al llegar la primavera y podría jurar que juntas compramos alguna vez menta para preparar té.
No estoy segura de que llevar esta vez.
Tal vez debería comprar una citronela, así los mosquitos no te picarán por las noches.
¡Vaya que soy romántica!
Pero no, no llevaré esa. Encontré una mejor.
Son pequeñas y azules, es tu color favorito.
Son muy bellas. Miosotis. Son perfectas.
Por fin llego al conservatorio.
Aun no has salido así que entraré. Siempre me han gustado más los ensayos que las presentaciones, no lo sé, siempre me ha parecido mucho más interesante verlos cuando creen que nadie más lo hace. Es importante conocer al interprete.
Son mucho más que una pieza bien ejecutada mientras se usa un traje elegante ante el silencio de cientos de personas.
En los ensayos está lo que la mayoria del público ignora.
La frustración cuando la afinación no era la correcta, el enojo al equivocarse en alguna nota, la impaciencia por lograr la perfección a toda costa.
Cosas como esas jamás las verían el día del concierto.
Y ahí estaba ella, concentrada, implacable, poseída por la melodía de su instrumento.
El verle ahí, en ese gran escenario bajo la luz de un reflector me hacía sentirme pequeña.
Es algo completamente extraño.
Nos dirigimos hacía la salida.
Charlaba con algunos de sus compañeros. Todos eran tipos muy agradables, algunas veces ibamos todos juntos por algunos tragos o a uno de esos clubes donde fuman hierva en las noches y recitan poesía improvisada. Yo solía limitarme a mirar y a hacer uno que otro comentario ocasionalmente.
De nuevo en ese extraño mundo.
La música siempre te hizo muy feliz. A pesar de todo lo que implicaba, los largos ensayos 6 incluso hasta 8 horas todos los días, los conciertos en lugares lejanos, la practica en casa y los libros que escribías...
En verdad no sabía cómo lo hacía.
Esa era mi chica.
Esta vez todos se fueron a casa, fue un largo día.
Nosotras decidimos ir a buscar un buen café.
Antes no solía beber café, al menos no tanto como ahora. Me parecía curioso como llegué a adoptar algunas de sus excentricidades. Ahora pienso en si ella llegaría a tomar alguna de las mías.
Me gustaba estar junto a ti. Ahora podría haberme quedado así para siempre.
Solo eramos tú, yo y un par de tazas de café en la parte alta del restaurante (pub) junto a la ventana.
La puesta de sol era algo hipnótico. Nos quedamos mirandola sin siquiera decir nada.
Entonces te miré.
El sol se reflejaba en tu cabello y en tus ojos y a través de los cristales de tus anteojos, podía verte contener las lágrimas...
Ahora no puedo decir que no es cierto, tiene que ser así...
No había nadie en ese lugar.
Volví a casa.
Al entrar encendí la luz y observé las flores que estaban sobre la mesa.
Estaban casi completamente marchitas.
"Nomeolvides" pensé.
Me fui a la cama, tenía que levantarme temprano, mañana tendría que dar clase o entregar los planos de alguna casa elegante, algo así...
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felicianonavarro · 4 years
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Bucle
Cuuaaa rreeennnnt aaaaa
nueee veeecuaaa rrenntaa
Cuaaarreenneeeeeennnnntaaaa nueee
CUARENTA Y NUEVE
Despertó sobresaltado. El celular estaba sonando y, si era Milagros, no pararía hasta que él la atendiera. ¿Había tenido una pesadilla? No estaba seguro. Rubén giró en la cama y tomó el móvil. Era ella. En lo que atendía la llamada, vio que la barra de notificaciones mostraba cuatro llamadas perdidas, más nueve mensajes de texto.
—¡Por fin! —dijo ella a modo de saludo —. Te tengo una sorpresa.
—Hola amor —dijo él entre bostezos —¿Qué es?
—¿No recibiste la foto? Tengo las entradas.
—Las en…
Rubén se interrumpió. Sólo había unas entradas en las cuales él tenía interés, y lo había hablado con Milagros el día anterior. Paulo Márquez, el concertista de guitarra clásica, visitaría la ciudad y él se lo perdería porque no tenía los quinientos pesos que costaba una butaca en el Pullman.
—Sí amor —prosiguió Milagros—. Dos entradas para ir a ver a Paulo Márquez esta noche. Única función.
Rubén salió de la cama y se puso de pie como un rayo. Le sobrevino un mareo y la visión se le sumergió en una nube negra con pequeñas luces danzantes.
—Voces aguadas… —farfulló.
—¿Amor? —inquirió la voz de ella al otro lado de la línea —¿Estás…?
—Si, sí. Me levanté muy rápido de la cama y me mareé. Creo que se me bajó la presión.
Ella rio compasiva.
—Es horrible la hipotensión ortostática. Creo que se llama así, o algo con hipotensión… y ortostática. Ya se te va a pasar. Un día me agarró como cuarenta y nueve veces ¿Vamos a ir no?
La visión volvió a ajustársele.
—Sí. Vamos a ir. No me lo perdería por nada.
Si antes creía que aprender a tocar la guitarra sería una empresa desafiante —no difícil, siempre debía recordarse de no usar términos negativos, y buscar algún eufemismo— ahora le resultaba imposible, y no tenía una palabra de connotación positiva para reemplazar esa.
Paulo Márquez era un mago, y la guitarra era su galera. Rubén había descubierto que podía amar a otro hombre que no fuera su padre, sin sentirse homosexual por eso. Lo que en realidad sentía era fascinación, pero, si en ese momento le hicieran la pregunta, Rubén respondería que amaba a Paulo Márquez, el Copperfield de la guitarra. Si era honesto consigo mismo, diría también que lo odiaba con todo su corazón, si acaso el corazón pudiera permitirse tal sentimiento. Paulo Márquez no sólo había llevado a Rubén a una especie de viaje astral, mientras descocía las cuerdas de acero de aquella guitarra, sino que también lo había hecho caer en la cuenta de lo lejos que estaba —con su recién descubierto talento —de poder ejecutar tales notas y, más aun, veía sus pequeños logros (a saber, cómo pasar de Do a Fa sin hacer trastear las cuerdas durante esa transición) como pura basura. Para ponerlo en términos agradables.
Rubén sintió un leve codazo en el antebrazo que tenía apoyado en el descanso de su butaca F4 del Teatro Provincial. Miró a su novia, y Milagros le hizo un gesto de admiración ante lo que escuchaba en ese mismo momento. Paulo —Copperfield—Márquez daba golpes a la caja de resonancia con los nudillos, y luego golpeteaba el mástil con la palma de la mano. Ahora la guitarra era un instrumento de percusión. El concertista salteño, actualmente radicado en algún país europeo, parecía no dar tregua a la audiencia, y con cada ejecución tensaba los hilos con que sostenía aquel teatro en las nubes de la música clásica; todos inmersos en un ilusionismo que nacía en las tablas de aquel escenario donde un solo artista se sentaba en trance con su guitarra.
Rubén le respondió a Milagros con su propio gesto de asombro, y le indicó su aprobación con el pulgar derecho. Ella había descubierto que el artista vendría a dar una serie de conciertos en Argentina, sólo uno de los cuales lo daría en La Linda. Además, había ganado las dos entradas para la presentación de esa noche luego de participar en ese concurso de una de las radios locales. No sabía qué radio era, pero tuvo tiempo de anotar el teléfono al que tenía que enviar los últimos tres dígitos de su documento nacional de identidad. Más tarde, esa misma mañana del 9 de julio, gente de la producción de la radio se había comunicado con ella para decirle que había salido sorteada, y que tenía unas pocas horas para ir a retirar las entradas para ver a Paulo Márquez. Dos horas más tarde las tenía en mano y estaba sacándoles una foto con el celular para enviarle la noticia a Rubén mediante un mensaje y darle la sorpresa. En ese gesto con el dedo pulgar, estaba el agradecimiento y el reconocimiento a una iniciativa de ella que había resultado de lo más maravillosa, superando cualquier expectativa que él hubiera podido tener. Conocerla había sido lo mejor que le había pasado en mucho tiempo. Aunque sentía algo de remordimiento, por haber desperdiciado dos meses —poniéndolo en palabras de él— “acomodando su cabeza” antes de decidirse por ella.
Luego de dos horas de concierto, Paulo Márquez pasó a despedirse por esa noche. Rubén sentía que la noche se acababa demasiado pronto, pero luego vio al artista reaparecer en el escenario en medio de ovaciones. Lo que acostumbrara el guitarrista, era ofrecerse a tocar una pieza musical a pedido del público.
—¡Asturias! —gritó alguien.
—¡Danza del sol del mediterráneo! — sugirió otro.
Paulo Márquez observaba a su audiencia con una radiante sonrisa, mientras le llegaban más sugerencias, esperando oír una que lo convenciera. Finalmente, sus ojos se posaron sobre Rubén.
—Secretos… —dijo.
Rubén se ruborizó y miró a Milagros.
—¿Qué fue lo que dijo? ¿Secretos?
—¿Qué? No, Stardust. Significa polvo de estrellas, creo. No sé de quién es.
Luego de tocar aquella pieza de Django Reinhardt, Paulo Márquez se despedía definitivamente, también en medio de ovaciones,
En el camino a la parada de colectivos de Milagros, Rubén y ella pasaron la mayor parte del tiempo recordando las armoniosas melodías que habían extasiado, no sólo cada uno de sus sentidos esa noche, sino hasta cada miembro del cuerpo.
—Una noche única —concluyó Rubén.
—¿Qué harías sin mí? ̶̶̶ dijo ella.
—Andar por la vida perdiéndome experiencias como estas.
—Seguramente.
—Pero ninguna valdría la pena si no te tuviera a vos para compartirlas.
—Bueno, ¿será para tanto? Me parece que estás demasiado emocionado. Veamos cómo te sentís mañana, y ahí me volvés a decir lo de recién.
—Te lo voy a decir de nuevo ahora, y mañana también si querés. No hay nada que quisiera hacer si no te tengo a vos para compartirlo. No podría vivir sin vos.
—Yo sí.
Rubén la miró simulando estar dolido. De hecho, estaba dolido, y exageró su expresión de pena en el rostro, acompañándolo de un ¡auch! para fingirlo.
—Nadie deja de vivir por amor —prosiguió ella —. Puedo, pero no quiero vivir sin vos, y cada día te vuelvo a elegir.
—¿Gracias…? —dijo Rubén dirigiéndole una mirada de sospecha.
—Ya lo vas a entender, tonto, —resolvió ella riendo —. Supongo.
El colectivo que la llevaría hasta la zona sur de la ciudad, donde vivía, apareció por la intersección entre calle Dean Funes y la avenida Belgrano, y frenó ante el semáforo cuando este se tornó rojo. Rubén y Milagros aprovecharon para despedirse con un beso apasionado. Quizás, él demostró un poco más de pasión que ella con eso de llevarle la mano a la cintura y arrimarla contra la suya.
Milagros extendió uno de sus brazos para detener el colectivo y con el otro tanteó sus bolsillos de manera mecánica como de costumbre, y notó que le faltaban las llaves de su casa. Al encontrarse con Rubén en la entrada del Teatro Provincial, le había pedido que se las guardara, porque a ella le incomodaba cargarlas en los estrechos bolsillos de sus joggers.
—¡Mis llaves!
—¡Ah, sí!
Rubén buscó en su bolsillo derecho mientras que en su cabeza sabía que las tenía en el izquierdo, de hecho, podía sentir cómo la pequeña llave del candado del portón hincaba sus dientecitos del demonio en su muslo. El colectivo de había detenido ya, y el conductor mostraba su impaciencia liberando la presión de los frenos hidráulicos, lo que provocaba un sonido similar al producido por las botellas de gaseosa cuando son destapadas —salvando las diferencias— y daba la sensación de que el vehículo estuviera quejándose también. Finamente, dio con las llaves y las extrajo. Entregó el tintineante manojo a Milagros, y esta se fue. Rubén la vio pagar su pasaje con la tarjeta SAETA, ubicarse en un asiento trasero y despedirlo una vez más a través del cristal. Él le devolvió el saludo y se dirigió a su propia parada de colectivos, a dos cuadras de donde se encontraba. Llegó a la esquina entre avenida Belgrano y calle Juramento, dobló por esta última y notó, desde el rabillo del ojo, que su colectivo venía. Eso no pasaba casi nunca. Por lo general tenía que esperar unos veinte minutos. La única línea de transporte público que llegaba hasta la villa veraniega, San Lorenzo, tenía esa lamentable frecuencia, y hacía cinco minutos, antes de despedir a Milagros, había visto pasar uno de sus colectivos, y había pensado para sí que, si tenía suerte y el colectivo de Milagros tardaba también, entonces él no tendría que esperar demasiado por el suyo. El hecho era, que Milagros había agarrado viaje a su casa tan sólo unos momentos después, y Rubén ya se había hecho la idea de que tendría un rato de espera. Pero ahora veía al colectivo con el distintivo cartel luminoso de la empresa SAETA y un gran 7 anaranjado.
Todavía le quedaba recorrer unos cien metros hasta la garita que era la parada y, aunque el vehículo se encontraba a una buena distancia, Rubén empezó a correr. En el recorrido comenzó a buscar su tarjeta de usuario común, pero por el movimiento de sus piernas no lograba dar con ella. Interrumpió la carrera y buscó detenidamente. No la encontró. Tal vez las tuviera guardada en alguno de los bolsillos laterales de su pantalón tipo cargo. Tendría que comprobarlo luego de subir al colectivo, pues lo tenía a menos de cincuenta metros y él no había llegado a la parada aún. Reanudó la carrera y, en plena carrera alzó su brazo sin molestarse en voltear. La unidad se detuvo a una corta distancia de Rubén, quien llegó justo a tiempo para subir después de una pareja que había estado antes que él en la garita pero que no había visto.
Una vez arriba de la unidad, se dispuso a buscar el plástico para pagar su pasaje. El nerviosismo y la ansiedad se hicieron presentes a la vez y comenzaron a abrazar su cuerpo. Rubén no lograba dar con su tarjeta. Por si fuera poco, el chofer del colectivo no había vuelto a poner la unidad en movimiento. Era uno de esos que quieren asegurarse de que cada pasajero abone su boleto antes de reanudar el viaje. Rubén terminó por aceptar que había perdido su tarjeta. Era una desgracia menor. Todavía tenía algo de efectivo encima; el suficiente para pedir a algún pasajero que se solidarizara con él, aunque mucha solidaridad no sería, si el solicitante paga el favor con dinero.
—Disculpe —dijo Rubén al conductor —. Parece que perdí mi tarjeta. Pero voy a pedir a algún pasajero que me haga el favor de pasar la suya.
—Como sea —dijo el conductor—, pero recuerde que sólo podrá permanecer en la unidad en tanto la persona que le paga el boleto también se encuentre aquí. Son las políticas de la empresa.
—Entiendo.
Rubén se dirigió a las personas en el colectivo, las cuales ya estaban desviándole la mirada. Solicitó que alguien le pagara el boleto, pero sólo recibió negativas.
—Señor, tengo que cumplir con un horario —intervino el conductor—. Si no tiene para pagar el boleto, le voy a tener que pedir que desci…
—Aquí, yo le pago —interrumpió un pasajero de cuerpo robusto, un poco más de metro-noventa de altura y barba hípster.
Rubén comenzó a agradecerle mientras le volvía el alivio al cuerpo. De alguna manera tuvo la sensación de que alguien lo asistiría, pero esa sensación vino acompañada de un mal presentimiento que hizo esfumar su alivio tan pronto como había llegado. Tampoco tenía el efectivo con él. En ninguno de sus bolsillos. Estaba terriblemente seguro de ello. Ya se había percatado al buscar su tarjeta. El único papel que había rozado con sus manos era el programa del concierto de Paulo Márquez que estaba hecho dobletes en su bolsillo trasero. En su mente, sabía que sólo le quedaba comprobar —nuevamente— el bolsillo donde había guardado tanto las llaves de Milagros, como su tarjeta y el efectivo. Tenía por costumbre envolver el plástico en el papel, por lo que, si extravió una cosa, también había extraviado la otra. Un pequeño halo de esperanza tenía de que su único billete de cincuenta pesos se hubiera arrugado y alojado en algún rincón de su bolsillo, y esa esperanza acababa de esfumarse.
El pasajero que se había ofrecido para pagarle el boleto vio a Rubén rebuscando en sus bolsillos, y le indicó con un gesto de su mano que dejara de hacerlo. Él cubriría su viaje. Cuando Rubén comenzaba a sonreír por la manera en que parte de sus problemas se resolvían —pues era cincuenta pesos más pobre y todavía tenía que reponerse a sí mismo una tarjeta de usuario común que tenía quizás un poquito más de valor de carga —la máquina de cobranza disparó tres señales al mismo tiempo. Una fue un breve pitido, agudo y monótono, otra fue una luz roja en forma de X, y la tercera fue una leyenda que rezaba “saldo insuficiente”.
Con las opciones acabadas, Rubén descendió de la unidad. La cabeza le hervía de la vergüenza y la frustración. Dio un golpe de puño al tronco de un árbol que estaba junto a la garita, y segundos después deseó no haberlo hecho, pues ahora le dolían la mano y el orgullo.
Evaluó, nuevamente, qué otras opciones tenía, y resolvió que había dos. La primera de ellas era volver sobre sus pasos en busca de los bienes perdidos, y la segunda —si acaso la primera no produjera los resultados deseados— sería volver a casa caminando.
Su pierna izquierda le vibró una vez y luego otra, y luego dos veces más. Serían cuatro mensajes de texto, o quizás dos mensajes y una que otra notificación. Tomó su teléfono celular y efectivamente tenía cuatro mensajes de Milagros. Antes de leerlos supo que los mensajes podrían haber sido enviados en uno sólo, pero ella tenía la molesta costumbre —aunque cuando se conocieron le pareciera graciosa— de fragmentar lo que bien podría ser una sola oración y enviarla en mensajes cortos, uno detrás del otro. En sus días malos, esa pequeñez podía llegar a sacar de quicio a Rubén. Leyó los mensajes.
Vi pasar tu colectivo.
Hace un rato.
¿Pudiste tomarlo?
Avísame.
Pensó en responderle luego de buscar sus pertenencias, pero resolvió hacerlo en ese momento. Hacerla esperar resultaría en más mensajes —oraciones fragmentadas— que ahora, en esta situación particular, no le contribuirían con nada positivo.
Sí.
Luego de presionar “enviar”, levantó la vista al escuchar los pasos de una señora que venía corriendo. Llevaba el cabello un tanto revuelto, traía un vestido que parecía un salida-de-cama, sandalias y una caja de zapatos bajo el brazo. Al principio, Rubén creyó reconocer el rostro de aquella mujer, pero se inclinó a pensar que en realidad no la conocía.
—¿Vos también esperás el colectivo a San Lorenzo? —dijo ella agitada.
—No. —No le iba a explicar todo su percance—. Me confundí de parada, y casi me voy a cualquier lado.
—¡Ah! Es un desastre el servicio. Las unidades no respetan los horarios y, a menos que uno se conozca las paradas de memoria, es imposible saber dónde tomarlos. Mirá, por no saber casi te tomás el colectivo equivocado.
Rubén se limitó a responder con un hmmm. Sólo quería que ella terminara de hablar para poder ir a buscar sus cosas, pero no se animaba a pasar por maleducado interrumpiéndola, aunque tenía razón suficiente para decirle que no tenía tiempo de conversar.
—Ahora, quién sabe cuanto tiempo voy a tener que esperar hasta el próximo colectivo —prosiguió ella —. ¿Vos no sabes cada cuanto pasan? No, qué vas a saber, si te tomaste el colectivo equivocado, ¿no? Disculpáme, te estoy demorando.
Rubén asintió cortésmente.
—No se preocupe.
—Qué educado. ¿Te podría pedir un favor antes de que te vayas?
Rubén estaba por decirle que no, pero no pudo. Quizás fue el hecho de que ella lo tuteara.
—¿No me sostendrías la caja un segundo? La correa de la sandalia se me soltó mientras corría para alcanzar el colectivo.
—No hay problema —dijo—. La podría haber puesto en el suelo, pero… —pensó.
—Gracias —respondió la mujer, mientras le alcanzaba la caja—. Ya sé que podría haberla dejado en el piso, pero es muy especial para mí, y me volvería loca si algo le pasara.
Rubén tomó la caja y pensó que ya pasaba por loca, más allá de que algo sucediera con la caja o no. De repente sintió un olor horrible, y estaba seguro que provenía de el interior de la caja. Algo en estado de putrefacción había allí dentro. Contuvo la respiración y alejó el objeto lo más que pudo. ¡Cuánto más podría demorarse aquella mujer en ajustar la correa de sus sandalias!
—Cuidado con tirarla, ¿eh? —advirtió la mujer—. No quiero que se te vaya a caer y me hagas perder su contenido. Ya perdí demasiado en esta vida, y eso es lo único valioso que me queda.
—No se preocupe —la tranquilizó él—. Lo que sea que haya aquí, está seguro.
—No trates de hacer que te revele lo que hay dentro —dijo ella en tono de broma —. Soy una persona muy reservada. Pero, por tu amabilidad, a lo mejor termine compartiendo uno que otro secreto con vos. Ya sabes lo que dicen: “Los secretos que guardas hasta el último día de tu vida te perseguirán desde el primer día de tu muerte.”
La mujer lo miró sonriendo, y por un rato pareció que su cara adoptaría ese gesto para siempre, pero luego añadió—: Listo, esta correa debería estar bien ahora. Ya podés darme la caja.
Rubén hizo caso, y cuando se preparaba para despedirse, ella volvió a hablar.
—Yo solía tener una hija, pero murió. Fue terrible. Todavía no me lo perdono. Siento que no hice nada para impedir que se sometiera a las cosas horribles que... Y todo porque nos pareció que eso sería lo mejor para que ella continuara con su vida sin estorbos. ¿Qué chica de catorce años está lista para ser madre? Yo fui madre a los diecisiete, pero eran otros tiempos. Al menos eso creo. Pero mi bebé —la mujer empezó a sollozar—ella no estaba lista. Quiero creerlo. Sé que me habría dado un nieto hermoso. Pero tampoco queríamos que quedara atada a ese vago que la embarazó. Esos ricachones pensaron que íbamos tras su dinero. Sin embargo, ellos eran los más interesados en que ese embarazo no llegara a término. Los convencieron a él y a nosotros. Pero mi hija no quería saber nada. Si tan sólo la hubiéramos escuchado, aun estaría entre nosotros.
Por un momento, Rubén se olvidó de sus propios problemas. Estaba demasiado impactado por la historia de esa mujer, y más aun por lo azaroso de la situación. No la conocía, y sin embargo ella se había desahogado allí con él. Concluyó que debía tratarse de una mujer muy solitaria, además de abrumada por las tragedias que le habían sobrevenido. La vio llorar aferrada a su caja, y él mismo sintió cierta congoja. Pensó en decir algo, y nada se le ocurría. Eventualmente, algo vino a su cabeza.
—Es una verdadera lástima lo que pasó. Calculo que el embarazo de su hija debió ser avanzado, para saber que tendría un varón.
La mujer lo encaró repentinamente. Detrás de su lagrimas podía verse otra cosa. Algo que era demasiado evidente, aunque Rubén no pudiera darle un motivo. Esa mujer lo miraba con rabia.
—Una lástima, ¿decís? No te causó mucha lástima cuando tus padres se encargaron de asegurar que su hijito no formaría familia con una villerita como mi nena, ¿eh? Y ahora estás aquí queriendo averiguar qué llevo en esta caja. ¿También me querés quitar esto? ¡NI LOCA! Pero una cosa te voy a mostrar, y es eso que nunca vas a tener.
Abrió la caja y se la mostró. Rubén retrocedió cubriéndose el rostro con las manos. A punto estuvo de vomitar.
—¡Saludálo a tu hijo, no seas así!
Rubén estaba demasiado pasmado por lo que tenía ante sus ojos. Apartó la mirada aterrado, y lo único que pudo decir entre lágrimas de conmoción fue:
—Usted está enferma…
Echó a correr , y a sus espaldas se elevaba un alarido.
¡ENFEEEEERRRRMAAAAA!
Cuando llegó al templete de San Cayetano, ya había estado caminando por cuarenta minutos, lo que significaba que aún tenía otra hora y media de peregrinaje hasta llegar a su casa en San Lorenzo. Volvió a recordar en medio de rezongos y maldiciones cómo no había encontrado su tarjeta ni su dinero, y le deseó lo peor a aquel que hubiera dado con ellos. Luego de eso, se había dirigido hacia la avenida Entre Ríos, la cual subía derecho hasta donde Rubén se encontraba ahora, la avenida Juan Domingo Perón que, a su vez, daba paso a la ruta nacional 28. El mágico concierto de Paulo Márquez quedaría en el olvido en poco tiempo, y de momento lo rememoraba con cierta amargura. Tanto placer arrebatado por el infortunio, el descuido propio, y una loca con un feto en una caja de zapatos. Casi deseaba no haber ido al concierto; que Milagros no hubiera escuchado el anuncio del sorteo aquella mañana; que no hubiera salido sorteada. Lo que fuera con tal de cambiar su situación actual y no encontrarse caminando a altas horas de la noche, con las piernas que comenzaban a dolerle. Pensó que podía tomarse un taxi, pero enseguida descartó esa idea. Sus padres no estaban en casa y, de estarlo, tampoco habría querido ponerlos en el aprieto de solventar tamaño gasto. Aun desde donde se encontraba, a unos diez quilómetros de casa, un viaje en taxi podría terminar costándole alrededor de doscientos pesos. También podría suceder que le hubieran dejado algo de efectivo antes de irse a aquel casamiento, pero inclinarse a esa posibilidad sería apostar demasiado a la suerte, y esa perra no había estado cooperando durante la última hora. Además, si de hecho le hubieran dejado ese dinero, luego querrían saber en qué lo había gastado y tendría que contarles el accidentado desenlace de la salida con su novia, la cual escogió por sobre la invitación al casamiento. Eso sumaría que tendría que soportarlos reprochándolo en su toma de decisiones; un trago amargo que querría pasar sin titubeos.
El templete a San Cayetano había quedado atrás por unos quinientos metros. Mientras Rubén caminaba en ascenso por la banquina al costado de la avenida Juan Domingo Perón, la ciudad de Salta se hacía cada vez más visible, vestido el valle con luces amarillas y blancas.
La pierna volvió a vibrarle. Cuando sacó el celular, vio que tenía otro mensaje de Milagros y cuando fue a desbloquear la pantalla, le llegó la segunda parte. Rezongó al tiempo que la pantalla abría la casilla de mensajes. Ya sospechaba lo que esos textos dirían. Probablemente algo con respecto al paradero de él, y el otro anunciando que ella ya se iría a la cama.
¿Llegaste?
Yo ya me voy a acostar.
Miren quien es un psíquico ahora, pensó. Rubén comenzó a redactar su respuesta, pero la notificación de un tercer mensaje lo interrumpió al aparecer mientras tipeaba sobre la pantalla digital.
Avísame.
—El psíquico estaba en medio de eso —dijo a la creciente penumbra que se alzaba delante de él. Esperó unos segundos más antes de reanudar su mensaje. Cuando ya estaba seguro de que no recibiría otro, envió su respuesta.
Llegué hace un rato. Hasta mañana. Te amo.
El mensaje se envió enseguida y Rubén se quedó leyéndolo reiteradas veces pensando en por qué había decidido mentirle, en lugar de explicarle que había tenido que volverse caminando por haber extraviado su tarjeta. Sentía un poco de culpa, pero al mismo tiempo se dijo que no le había mentido. Eventualmente llegaría a su casa y, excepto por los medios en que lo hizo, esos mensajes dirían la verdad. Al ocultarle la verdad —una manera menos fea de decir mentir— le estaba ahorrando a Milagros el tener que preocuparse por una situación que no podría resolver, y se ahorraba a sí mismo el tener que responder a preguntas que sólo resultarían en una pérdida de tiempo, y ninguna solución práctica. A saber: ¿Cómo perdiste la tarjeta?, ¿qué vas a hacer ahora?, tomate un taxi, ¿Cómo vas a volverte caminando? Con el humor que tenía ahora, sólo podía pensar en respuestas de muy mal gusto que con seguridad provocarían que ella se enojara con él. Sí, había hecho bien en modificar la verdad. Ya tenía que resolver el problema de su regreso, cuestión que ocupaba bastante su energía. Si tenía que ocupar su mente con el malestar agregado de estar en malos términos con su novia, asumiendo que se cumplieran cada una de sus suposiciones, ya sería masoquista.
Llegó hasta una estación de servicio que se encontraba llegando a la circunvalación que ponía fin a la avenida Juan Domingo Perón y daba comienzo a la ruta 28. Por una fracción de segundos, olvidó que sus bolsillos estaban tan vacíos como sus deseos de encontrarse en su cama, y quiso ir a comprarse un agua saborizada. Se percató de su pobreza temporal y largó un suspiro de frustración. Volvió a perfilar hacia la ruta 28. Un ciclista estuvo a punto de arrollarlo en el acceso vehicular, y le gritó que tuviera cuidado.
El viento que de momento no lo había perturbado al verse escudado por diversos edificios, ahora se hacía sentir con mayor notoriedad. La vista panorámica de la iluminada ciudad de Salta quedó atrás, al igual que el recuerdo de aquel concierto de Paulo Márquez. No tanto así los malestares vividos luego.
Delante de Rubén se extendían unos seis quilómetros de ruta. A su mano derecha se encontraba el inmenso descampado, propiedad del ejército, y a su mano izquierda otro descampado en el cual podían divisarse casas a lo lejos. Allí también había una ciclovía a uso cuantos metros de la ruta. Rubén consideró la posibilidad de cruzarla para caminar por la ciclovía, pero el alumbrado público era más escaso de ese lado y, además, ese sendero tenía pendientes que le demandarían un esfuerzo físico extra que no estaba dispuesto a hacer.
El viento ya soplaba con fuerza cuando rodeó la rotonda y sentía que le ofrecía cierta resistencia. Sobre el asfalto había un gran 49 blanco, lo que le resultó extraño, pues aquella era la ruta 28. Supuso que sería el quilómetro 49, pero eso tampoco tenía sentido. ¿Sería la velocidad máxima permitida? Un tanto absurdo. La banquina por la que iba era pedregosa y por momentos no podía dar pasos firmes. Los automóviles que volvían de la ciudad pasaban a toda velocidad. Podía sentirlos aproximarse con el crescendo de sus motores, pasar por su lado cortando el viento, y alejarse hasta que las luces traseras no eran más que diminutos puntos rojos en el horizonte oscuro. Por un rato se había propuesto contar los vehículos que pasaban por su lado, para ocupar su mente con algo. Luego decidió separarlos por categorías, según el color y marca. Llevaba contadas cuatro camionetas Toyota blancas y nueve Renault Duster gris oscuro —sin contar otros cuyo modelo y color no se habían repetido— cuando una idea que no había tenido antes se cruzó por su cabeza. Se sintió como un idiota por no haberla considerado. Llevaba una hora caminando, cuando ya podría hallarse en la cama que tanto anhelaba, si tan solamente hubiera pensado en hacer dedo para conseguir un aventón. Se repitió a si mismo lo idiota que había sido por haberse nublado la cabeza en enojo y frustración. Emociones que no habían traído más que pérdida de tiempo. Se dijo también que debía poner manos a la obra, no fuera que por auto reprocharse, pasara caminando otros cuantos quilómetros a la intemperie.
Adoptó una nueva posición y comenzó a caminar hacia atrás. Las luces altas de un vehículo que le era imposible distinguir se acercaban. Elevó su brazo con el pulgar levantado y trató de adoptar una expresión entre suplicante y amistosa. El vehículo no aminoró la marcha y siguió de largo. Había sido un Chevrolet Corsa rojo (el tercer Corsa, pero el primero de color rojo según su conteo) cuyo único ocupante era la conductora. Rubén pensó que, en el lugar de la mujer, él habría hecho lo mismo.
Menos de un minuto después, otro vehículo se acercaba. Rubén hizo lo mismo para pedir un envión. Brazo arriba, pulgar también. La camioneta 4x4 pasó tan rápido que Rubén no pudo ver qué modelo era. Esta vez largó una maldición entre dientes.
Poco le faltaba para resignarse a seguir solicitando que algún conductor solidario se orillara para llevarlo hasta San Lorenzo, pero seguía creyendo que, en cualquier momento, tal persona aparecería. En una oportunidad, luego de que el séptimo vehículo siguiera de largo como si él estuviera poniendo su vida en riesgo al ir caminado por la banquina por pura diversión, decidió darse por vencido y continuar el peregrinaje a casa de la misma manera que hacía una hora y media: a pie. Enseguida lo invadió la terrible sensación de que, en el preciso segundo que él dejara de insistir a la buena voluntad de los conductores, alguien que podría haberle dado el aventón, pasaría por su lado sin más, y Rubén habría perdido su única oportunidad.
Otro auto, un Peugeot 206 azul —el segundo auto azul de la noche—, pasó. Rubén largó un grito furioso al cielo estrellado y revoleó una piedra del tamaño de su puño que golpeó un árbol que se encontraba más allá del alambrado que delimitaba el descampado militar. Empezó a vociferar insultos repetidos mientras pateaba lo que estuviera en su camino.
Varios minutos pasaron sin que ningún vehículo apareciera, aunque Rubén ya había desistido de pedirles asistencia. Si algún vehículo pasaba, él casi no lo notaba. Iba protestando en voz alta, expresando lo increíble que le resultaba la falta de solidaridad y la poca predisposición que existía entre la gente lo suficientemente adinerada como para disponer de vehículo propio, y que bien podría detenerse a prestarle ayuda a una persona, pero que decidían no hacerlo. Se dijo que él no sería igual, y que estaría presto para ayudar a quien pudiera, siempre y cuando dependiera de él.
En un momento dado, se percató de que venía agitando los brazos y expresando sus frustraciones de manera muy gesticulosa. Pensó que debería tratar de tranquilizarse un poco, porque estaba seguro de que, así como los conductores decidían ignorarlo también podían verlo. Seguramente lo valuaban de idiota por estar caminando por la banquina, entonces no querría darles la excusa de creerlo un loco también.
Caminó cabizbajo por un período de diez minutos. Creía que, si no miraba hacia adelante, eso aplacaría su ansiedad. Al mirar al frente, tenía la sensación de que su meta se alejaba de él con cada paso. En cambio, mirando sus pies, el camino avanzaba de manera más veloz y, cada tanto, al alzar la vista, notaba que el punto al que se había propuesto llegar —a saber, un poste de luz, o una señal de tránsito— ya estaba a unos pasos nada más. Cosa que lo galardonaba con una leve sensación de triunfo.
Al sobrepasar un cartel verde que decía A 100M CIRCUNVALACIÓN OESTE, Rubén tuvo la seguridad de que alguien estaba detrás de él. La sensación fue como un escalofrío que desapareció tan pronto como llegó. Miró hacia atrás, pero no había nadie. Atribuyó aquello al viento que, de momento, había amainado, pero que seguía allí. Pasando la circunvalación oeste, unos trecientos metros más adelante, había un puente debajo del cual pasaba un río que se encontraba seco. Rubén sentía que las piernas se quejaban del dolor. Se dijo que no iba a descansar a pesar de la fatiga, pues eso le supondría redoblar sus esfuerzos al momento de reanudar su caminata.
Llegó al puente y se sentó sobre la baranda, mirando hacia un rio —ahora un surco de piedras esperando que la lluvia le diera vida— que se perdía en la oscuridad. Balanceaba las piernas buscando darles algo de alivio. Cerró los ojos, trató de recordar el concierto de Paulo Márquez, y le pareció que había sucedido hacía días. De a poco, algunas de las melodías volvieron a su cabeza. Una sonrisa se le dibujó en el rostro. Sintió el codo de Milagros golpear su brazo y la cara de asombro de ella mirándolo a los ojos con placer. Volvió a abrir los ojos, y lo invadió el vértigo. Se aferró fuerte a la baranda y contrajo el estómago. Se bajó con cautela y apoyó sus pies nuevamente en el asfalto. Permaneció apoyado sobre la baranda, y posó los ojos sobre un árbol a orillas del río seco, que era zarandeado por la brisa. Otra vez lo invadió la sensación de que alguien estaba parado detrás de él. Esta vez con más intensidad. Volteó. Nada.
Reanudó la marcha. Un rumor leve surgió de atrás de él. Ya lo conocía. Otro automóvil. Otro ser humano de mierda que pasaría a toda velocidad viendo a Rubén (pero haciendo de cuenta que no) caminar por la banquina. Le resultó llamativo equivocarse con respecto al detalle de la velocidad, pues aquel vehículo no lo había pasado aún. Más que llamativo, le resultó molesto. Sentía el rumor del motor, pero el auto permanecía oculto tras una curva elevada de la ruta. Lo tenía más cerca. El ruido del motor le sugería que era un auto más viejo de los que habían estado circulando hasta ratos antes, pues era irregular y latoso, según la palabra que le vino a la cabeza. Volvió a buscarlo tras de sí pero no estaba. Tenía que estar en muy mal estado para hacerse escuchar desde tan lejos. Decidió que le daría una última oportunidad a la humanidad, y comenzó a caminar hacia atrás otra vez.
—Brazo extendido; puño cerrado; dedos arriba —dijo, imitando la voz de Piñón Fijo y pensando que deshonraba a Paulo Márquez por recordar más del fragmento de una canción infantil que de cualquiera de las ejecuciones del “astro de la guitarra” horas antes.
El auto apareció, y Rubén no pudo evitar sentirse acechado. Había acertado en que era un auto viejo. Le habría faltado agregar que el vehículo parecía, además, destartalado. La óptica izquierda estaba muerta, y la derecha emitía una tenue luz amarilla. Avanzaba a paso de hormiga. La silueta de la persona al volante parecía ser la de un hombre. Rubén permaneció en la misma posición, sin esperar demasiado de aquel conductor, pero preparándose a dedicarle las más soeces cortesías a él y su familia, si acaso el extraño la tuviera.
Brazo extendido, puño cerrado, dedos arriba, articulaciones cansadas, pensó. Que Paulo Márquez de joda si quiere.
El auto lo pasó de largo. ¡El desgraciado, con un auto hecho pedazos, lo había dejado parado como un…!
Paró unos veinte metros más adelante. Balizas encendidas.
Rubén se quedó quieto en su lugar. El hervor de su cabeza bajando a gran velocidad al caer él en la cuenta de que alguien lo llevaría a casa, o al menos hasta San Lorenzo. Le quedaban dos quilómetros y medio de distancia, pero él estaría agradecido así fuera que le dieran un aventón por quinientos metros. Pensó que el conductor daría marcha atrás para recogerlo, pero permaneció donde estaba detenido. Rubén apresuró sus pasos antes de que el conductor cambiara de parecer y lo dejara allí. Llegó hasta el vehículo, y notó que era de un color rojo gastado. Era un Renault 12. No sólo era viejo, era ancestral.
A caballo regalado no se le miran los dientes, pensó.
—Pero este caballo ni dientes tiene —susurró para sí.
Fue hasta la puerta del acompañante y supo que esta no abriría. Estaba sujetada con alambres. El conductor ni siquiera se molestó en advertirlo sobre ese detalle. Luego, fue por la puerta trasera, y esta abrió, aunque requirió una fuerza que uno no haría con otros autos. Rubén tuvo que contenerse para no reírse. La parte trasera del vehículo no tenía butacas, sólo el piso de chapa y una manta que lo cubría parcialmente. Ingresó y se sentó sobre la manta, que no ofrecía ninguna comodidad. A pesar de todo, se sentía aliviado porque su travesía a pie había tocado a su fin.
—Muchas gracias, don —dijo para romper el silencio—. No sé por cuanto tiempo estuve caminando. Vengo desde el Teatro Provincial, ¿sabe? Perdí mi tarjeta con la plata que tenía y no pude tomar el colectivo.
¿Sabe cuántos autos me habrán pasado de largo? Queda muy poca gente con buena voluntad. Pero a usted le estoy super agradecido por tomarse la molestia de llevarme. Creo que ya estamos cerca de San Lorenzo, pero dudo que mis piernas hubieran aguantado muchos metros más de caminata.
El conductor no le respondió. Rubén sólo podía verle la nuca desde donde estaba. Llevaba el cabello corto, estilo militar, y tenía la cabeza un tanto inclinada hacia adelante. Rubén buscó el rostro del hombre a través del espejo retrovisor, pero fue inútil. La iluminación que venía de afuera era muy poca y le hacía sombra. Rubén lo miró con detenimiento, y notó cómo el cuerpo del hombre se movía al ritmo de una lenta respiración. De pronto, un pensamiento lo sobresaltó y lo llenó de miedo. ¿Acaso el conductor se habría orillado para dormir? Si era así, podía despertarse en cualquier momento y verlo a Rubén subido atrás. Eso podría desencadenar toda clase de reacciones. Luego se dijo que era un pensamiento absurdo. No le había tomado más de un minuto ir hasta el vehículo y subirse desde que el conductor se había detenido. Nadie podía dormirse tan rápido, ni mucho menos permanecer en ese estado, con todo el ruido que produjo al abrir la puerta, y su mismísima boca.
Pensó que debería hacer algún comentario, sobre cualquier cosa, con tal de comprobar que el hombre realmente no estaba durmiendo como parecía. Estuvo a punto de decir que había tenido suerte de que no lo hubiera agarrado una lluvia sorpresiva, cuando el hombre levantó el rostro y clavó su mirada en los ojos de Rubén a través del espejo retrovisor. Esa repentina reacción hizo que Rubén retrocediera. Brazo extendido, muño cerrado, dedos arriba, culo fruncido. Clavó su espalda en un objeto que le trajo la imagen de un tornillo a la cabeza y rogó no haberse lastimado. VIAJE A CASA CON TÉTANOS INCLUIDO, se escribió junto a la imagen del tornillo. El hombre volteó para encararlo. Tenía la mirada perturbada, y hasta quizás tocada por el alcohol. Estudió el rostro de Rubén como si de verdad se tratar de un intruso.
—¿No hay nadie más? —inquirió con voz grave, profunda.
Rubén no supo qué responder. Lo último que se esperaba era que el dueño del auto no supiera quienes viajaban con él. También, consideró que era muy evidente el hecho de que el venía caminando solo. Negó con la cabeza y masculló un débil no. El conductor volvió al volante antes de que Rubén terminara de responder. Movió la palanca de cambios —directamente a segunda— y hundió el pie en el acelerador. El auto derrapó sobre la banquina pedregosa, y salió al asfalto de manera muy desprolija. Rubén volvió a sentir el objeto punzante en su espalda y se reacomodó hasta asegurarse de no sentirlo más. Y de otra cosa también estaba seguro: subirse a ese vehículo había sido un error.
No tardó en comprobar que aquella chatarra era más rápida de lo que había aparentado. Si bien no pasó de cero a cien quilómetros por hora en diez segundos, ya estaba pisando los ochenta y no había pasado un minuto desde que se había subido. Al principio, el vehículo se sacudió mientras el motor trataba de subsanar las descuidadas maniobras que su conductor hacía con la caja de cambios. Rubén se sujetó con un brazo del asiento del acompañante para asegurarse —demás está agregar que el cinturón de seguridad estaba totalmente inutilizado por la falta de la butaca trasera— y con el otro se apoyó en el suelo. El vehículo mantenía la velocidad y parecía haber alcanzado un punto de estabilidad sobre el asfalto.
A Rubén le pareció notar que el conductor chequeaba el velocímetro a cada rato. Bajaba la mirada y la volvía a levantar para fijarla en el camino. El ir y venir de su cabeza, entre la aguja indicadora y el parabrisas, era repentino. Por fin, Rubén se dio cuenta de lo que realmente sucedía. ¡EL CONDUCTOR SE ESTABA DURMIENDO! Ahora resultaba obvio. Rubén se inclinó hacia adelante y buscó el rostro del hombre en el espejo retrovisor una vez más, pero sin resultados. Probó con sujetarse del asiento del conductor para tocarlo en el hombro intencionalmente.
—Parece que va a llover —dijo con un volumen más alto de lo normal. En efecto, el parabrisas había comenzado a recibir mínimas gotas de una llovizna.
El conductor lo encaró.
—No hace falta que grite que estoy bien despierto.
Rubén pensó en disculparse, pero no encontró la voluntad. La situación lo había puesto un tanto molesto y nervioso. Quizás, más nervioso que molesto. No sólo estaba en el vehículo de un desconocido, lo cual hacía forzada cualquier tipo de interacción para alguien poco sociable como él, sino que ese auto parecía caerse a pedazos, y su conductor tenía poco y nada de conciencia sobre el asfalto. Todavía no se atrevía a calificarlo de descortés, después de todo, había sido el único en ofrecerse a darle un tirón hasta San Lorenzo.
Rubén volvió a ubicarse en la posición que se encontraba antes, y se dispuso a relajarse, dentro de lo que fuera posible. De improviso, el conductor volvió a orillarse clavando los frenos. El destartalado Renault chilló, se sacudió y quedó quieto. El motor aun hacía vibrar la carrocería. Rubén estaba atónito. Observó a su chofer, y este había adoptado la misma posición que cuando lo había levantado minutos atrás. La cabeza baja, como mirando los indicadores en un tablero polvoriento de luces tenues. Respiraba lenta y profundamente. De repente volvió a encarar a Rubén con ojos cansados.
—No pudiste hablarle con la verdad, ¿no? A Milagros, tu novia. Siempre refugiado en tus eufemismos, mentiras, claro.
Rubén estaba que abría y cerraba la boca, como pez atolondrado fuera del agua. Volvió a tener esa extraña sensación de aturdimiento. Vio rasgos casi familiares en el rostro de aquel hombre, sin embargo, no podía decir si lo conocía. En esa oscuridad, y si estuviera un poco loco, diría que tenía un rostro distinto al de antes.
—No lo hiciste —prosiguió el conductor—, y andas atrapado en tu autoengaño. Pero ya no importa. Hay lecciones que logramos aprender, y lecciones que desearíamos haber aprendido.
Rompió en carcajadas. Volvió a pisar el acelerador y salió nuevamente a la ruta riendo como un loco. Riéndose de Rubén.
—No te culpo —prosiguió carraspeando—. Pero yo, en tu lugar…
—¿¡De qué está hablando!? —interrumpió, intentando controlar su enojo ante el descaro de aquel desconocido. Estaba turbado—. ¡¿Quién carajo es usted y que carajo sabe de…?!
El auto volvió a sacudirse al frenar de golpe sobre la banquina pedregosa.
—No voy a permitir que se me interrumpa mientras hablo —dijo el conductor—. Si no estás de acuerdo con la manera en que se hacen las cosas en mi vehículo, estás invitado a bajarte y seguir a pie.
—¡Estuve caminando toda la noche! —increpó Rubén—. ¡No tengo problemas en seguir haciéndolo mientras no tenga que estar hablando con un entrometido como usted!
Fue por la manivela, pero la puerta no se abrió. Volvió a tirar de ella, más sin resultados.
—Creo que olvidé mencionar que esa puerta sólo abre desde afuera —se burló el conductor—. Supongo que vas a tener que escucharme después de todo.
Volvió a acelerar. Rubén fue sacudido hacia atrás. Estaba atónito. Su cuerpo quedó petrificado por un súbito terror que lo invadió. Sintió que algo siniestro se alzaba en el interior de ese vehículo. Era el auto, el conductor, uno de los dos, o ambos.
—Entrometido, dice usted —dijo el conductor con extraña formalidad, mientras el Renault ganaba estabilidad en el asfalto—. Deje que le cuente sobre alguien que se entrometió en la vida de mi familia. Tomó una de mis hijas. Hizo sus cochinadas con ella y, luego con ayuda del dinero de sus padres, se deshizo del problema. Sin embargo, siempre tuve problemas para decidir qué tanta responsabilidad debería recaer sobre la cabeza de ese metiche, después de todo, también fue engañado. Claro que tuvo mucha determinación en lo que sugirieron sus padres, cuando el decidió hablarle de una “solución” a mi hija. Al igual que tuvo mucha determinación en terminar la relación con ella, porque “era lo mejor para los dos”. ¿Puede usted notar cómo este sujeto empleaba palabras suaves para referirse a actos duros? ¿No le recuerda a alguien? Sin embargo, creo que hasta ahí llega su rol en toda la tragedia que vino después—volteó para mirarlo al rostro una vez más, sin detener el vehículo, y cambió el registro—. Déjame que te ilumine un poco, en caso de que lo hayas “olvidado”, ¿lo dije bien?
Rubén no necesitó mucha iluminación. Ya sospechaba de qué se trataba todo aquel circo. Estaba directamente relacionado con la loca en aquella lejana parada de colectivos. Este hombre —este loco— debía ser el esposo, y se las había arreglado para seguirlo y continuar con el disparatado relato de su loca mujer. Aunque ello no tenía ningún sentido. Él no se figuraba por qué la tenían con él. Evidentemente, lo habían confundido con alguien más. Estaban tan trastornados por la tragedia de una hija perdida en circunstancias tan horrendas, que sus delirios los llevaban a actuar de la manera en que lo hacían. Pero había dos cosas que no le cerraban. ¿Por qué la tenían con él? Y ¿Cómo sabía ese hombre que su novia se llamaba Milagros y que él no había sido siempre honesto con ella? De hecho, ¿lo sabía o era otro—en este caso oportuno— delirio?
La primera pregunta resultaba un tanto más sencillo de responder que la primera. Indudablemente, los delirios en que este hombre y aquella mujer se encontraban inmersos, los habían llevado a encontrar en Rubén un sustituto de aquel que declaraban había sido el culpable de someter a la hija de ambos a un aborto desafortunado. Quizás aquel sujeto era parecido a Rubén en cuanto al aspecto físico. Un lunático no pide mucho a la hora de crear realidades alternas. Ahora, la segunda cuestión era mucho más rara. Ese hombre sabía el nombre de Milagros y, aparentemente, estaba enterado de un secreto que él tenía con ella.
—Usted me ha confundido con alguien más, señor. Yo no tengo relación con nada de lo que usted dice. No sé cómo sabe el nombre de mi novia, ni tampoco sospecho qué es lo que usted insinúa que le ando ocultando.
El conductor aceleró más, y el vehículo comenzaba a tocar los 90 quilómetros por hora.
—Los secretos que guardamos hasta el último día de nuestras vidas nos perseguirán desde el primer día de nuestra muerte —murmuró el hombre.
—¿Cómo dice?
Rubén volvió a tener un ataque de lo que Milagros había llamado hipotensión ortostática.
—¡Ah, los mareos! —dijo el hombre mirándolo por el espejo retrovisor; su rostro distinto otra vez—. Ya hemos hecho esto, y te has engañado reiteradamente, querido Rubén. Si bien parece que has aprendido algo nuevo cada vez, nunca te acercaste a lo esencial. “¡La verdad os hará libres!” Estoy seguro que lo escuchaste alguna vez. De mí seguro, ¿o fue de aquel conductor ebrio que te levantó en la ruta aquella noche que perdiste tus cosas luego del concierto? En fin, este episodio está por terminar, y de nuevo no aprendiste nada.
Rubén abrió los ojos tanto como pudo, esperando que la vista terminara por aclarársele, y que el zumbido en sus oídos llegara a su fin. Comenzó a llorar y a patear la puerta con desesperación.
—¡DEJAME SALIR! ¡QUIERO BAJAR! ¡LOCO DE MIERDA! ¡DEJAMESALIRDEJAMESALIRDEJAMESALIR!
—¡Ah, eso es nuevo! —exclamó el conductor—. Pero, de nuevo, nada que vaya a ayudarte. Ese pobre ciclista está a unos cien metros y, al igual que siempre, va a cruzarse de carril sin saber que un conductor ebrio viene por detrás con las luces malas. ¿Ya lo olvidaste? Tus inútiles esfuerzos de aquella noche no alcanzaron para arrastrarlo del sueño etílico al que finalmente había sucumbido. Así es la vida, o lo fue en tu caso. Presta atención, no quiero arruinarte más la sorpresa. Aunque, a estas alturas querido, ya no debería ser tal cosa.
Rubén siguió pateando la puerta y gritándole al viejo loco de mierda que lo dejaran salir. Luego, sin penarlo demasiado, resolvió atacarlo. Cambió de posición y, cuando estaba por agarrarlo del cuello, vio dos cosas. Una era que el conductor ya no tenía el rostro de aquel loco burlón, sino la de un hombre dormido. La otra era un ciclista —el mismo que casi lo arrollara en la estación de servicio— que iba delante de ellos, por el carril izquierdo, mientras que el Renault iba por el derecho. Luego cambió de carril. Y lo que siguió fue caos y confusión.
El conductor nunca esquivaría al ciclista, por lo que Rubén intentó hacerlo. Llegó tarde al volante y lo embistió violentamente. El hombre rodó por el capó para luego caer al asfalto por un costado. El auto se sacudió mientras pasaba la bicicleta por encima y perdió el rumbo. Saliéndose de la ruta, fue a estrellarse contra un árbol, más allá del alambrado que delimitaba el campo militar.
Lo embistió apropósito. Dijo que lo haría y lo hizo. Lo embistió intencionalmente. Es una locura. Se hizo el dormido. Me obligó a hacerlo. Hizo que yo matara a ese hombre.
El mismo pensamiento daba vueltas una y otra vez por la cabeza de Rubén. No pensó en que debía llamar a la policía, ni en que había salido vivo de un siniestro vial. Sólo repetía que aquel loco había atropellado a un ciclista adrede. Recordó el momento en que el auto embestía al hombre, como este rodaba por el capó y luego el asfalto. Cómo el auto clavaba la trompa en ese árbol, como había salido él de…
¿Cómo había salido él de allí?
Tenía una leve cojera y su corazón palpitaba de manera muy acelerada. Sus pensamientos no llegaban más allá del siniestro vial. Tenía memoria de que estaba de pie en el pavimento, mientras observaba aturdido el auto empotado en aquel tronco, y a unos cincuenta metros la bicicleta hecha añicos. No tenía registro visual ni del conductor, ni del ciclista.
Estas en shock, no te esfuerces. Llegá a tu casa y de ahí veremos qué pasa.
Se concentró para ubicarse. Estaba llegando al puente que está hacia el extremo final de la ruta 28, la cual es una gran pendiente. Volvió a ver en el asfalto el número 49 donde debiera haber un 28. Pero no le dio importancia.
Caminó sin pensar en nada más que caminar. Caminar y no detenerse. Caminar y llegar a casa. Llegó a la calle Federico Ibarguren. Sólo quedaban unos cuatrocientos metros hasta su casa. Llegó hasta el final de esa calle, al empalme con Virgilio García. Doscientos metros.
Un motor rugió y una luz se encendió detrás de Rubén, proyectando una larga sombra delante de él. Volteó rápidamente a la vez que se hacía a un costado. Lo último que le faltaba era ser arrollado a metros de su hogar. Su sombra se acortó y luego desapareció mientras un auto al que no le prestó atención lo pasaba de largo. Pero algo le heló la sangre, cuando de la ventanilla del acompañante surgió una cabeza que gritó:
¡ENFEEEEERRRRMAAAAA!
Luego surgió otra cabeza largando un agudo ¡Whooooo! Mientras ese alguien arrojaba una botella de vidrio hacia atrás.
—Borrachos imbéciles —dijo a los trozos de vidrio marrón oscuro que habían quedado desparramados sobre el asfalto, cuando pasó junto a ellos.
Llegó a casa. Sus padres aún no. Luego de ir al baño y comprobar que no tenía heridas graves, más allá del raspón en la frente y un fuerte dolor en la espalda y la cadera, se fue a acostar. Consideró la idea de bañarse antes, pero estaba desesperado por dejarlo todo atrás, dormir y despertarse a un nuevo día. No contaría ninguna de las locuras vividas a nadie, aunque le resultaría complicado explicar el raspón de su frente, algo se le ocurriría.
Se ocultó bajo las sábanas temblando. Llorando. Hasta que el abrumador peso del sueño comenzó a apoderarse de él, las cosas que los locos le dijeron iban y venían, invadiéndolo con gran angustia. Pensaba en el hecho de que había engañado a Milagros. Ya no estaba con la otra chica, pero eso no cambiaba las cosas. Había salido con ambas por período de dos meses —bajo la pésima excusa de que necesitaba aclarar su cabeza— hasta que se decidió por una, dejando a la otra sin explicaciones. Pensaba en la otra cuestión. Esos locos le habían intranquilizado la conciencia con lo que le había ocurrido a la que era —suponía él— la hija de ambos. Le trajeron a la memoria un evento de su adolescencia, cuando había jugado su suerte y la de su novia de entonces. Una relación irresponsable, donde hicieron cosas irresponsables —donde ni a sus respectivas familias habían conocido hasta que los sorprendió aquel embarazo—, que podría haber terminado de la peor manera si Rubén no hubiera escuchado a sus padres cuando le dijeron que terminara con esa relación antes de que ocurriera algo de lo que no habría vuelta atrás. Sentía algo de pena por lo que esos dos locos habían pasado, pero tuvo alivio de saber que él se salvó de atravesar algo parecido porque… se había salvado ¿no? Siempre se dijo que sí, aunque jamás averiguó nada. ¿Por qué qué habría de hacerlo? Si algo hubiera salido mal, ya debería saberlo…
Antes de dormirse, quiso recordar el nombre de aquella novia con la casi formó una familia, pero no pudo y se preguntó dónde estaría ella ahora. En una fiesta, quizás.
Cnnnncuuuennnnn taaaa
Ciiiinnnnnnn eeeennn taaaaaa
Cuuuuuuuu ennnnnnn taaaaaaaaa
CINCUENTA
Lo despertó el vibrar de su celular sobre la mesita de luz. El zumbido reiterado sugería una de dos cosas. O había puesto la alarma con el repetidor activado, o Milagros estaba llamándolo —aún más insistente que la alarma—, o, en su defecto, ella estaría mandándole sus mensajes de texto de manera fragmentada cuando podría hacerlo en uno solo texto. Se sentó y tomó el celular. Tenía cinco mensajes de texto de Milagros. Cero llamadas, por el momento. Se sentía raro, como si hubiera sido arrancado de… ¿una pesadilla tal vez? No le era claro.
Abrió la casilla de mensajes y se desplegó la siguiente lista:
Hola amor.
Te tengo una sorpresa.
Tengo las entradas.
Mejor te mando una foto.
Avisame cuando la recibas.
No había ninguna foto. Rubén decidió que la llamaría para que le explicase de qué iba la sorpresa. “Las entradas” no le sugería nada. Presionó el ícono en forma de teléfono sobre la barra de herramientas en la casilla de mensajes y la llamada entró en curso.
—¡Hola amor! —dijo la voz chillona de Milagros—. Justo estaba por llamarte. ¿Recibiste mis mensajes? Al final no te mandé la foto.
—Hola amor. Si, vi tus mensajes. ¿Cuál es la sorpresa? ¿Qué entradas tenes?
—Pensá.
Rubén hizo una pausa. Pronto se le aceleró el corazón, producto de la emoción que le provocó la idea de cuál serían esas entradas.
—No me digas que tenes las entradas para —Salió de la cama pateando las sábanas y se puso de pie más rápido que ya mismo. —el concierto de…
—El concierto de Paulo Márquez— interrumpió ella—. Si amor, ¿no es genial?
Rubén sintió un leve dolor de cabeza y fue invadido por un mareo repentino. La vista se le nubló.
—Voces agu…
—¿Amor? ¿Estás?
—Sí amor. Me levanté muy rápido de la cama y me mareé. Creo que se me bajó la presión.
—Ay, te debe haber dado hip…
—Hipotensión ortostática, sí.
—Me sacaste la palabra de la boca. Es horrible eso. Ya se te va a pasar. Un día me agarró como cincuenta veces.
—Horrible —opinó el.
—¿Vamos a ir no? —inquirió ella.
Rubén sacudió la cabeza mientras pestañeaba repetidamente. La visión volvió a ajustársele.
—Sí. Vamos a ir. No me lo perdería por nada.
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christian-cuadros · 5 years
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Parodi 585, primera parada
Qué debería decir?  Juré que jamás entraría a esta plataforma, red social, cómo quieran llamarlo. Sin embargo, tengo motivos suficientes para ser visible una vez más. 
Este relato será redactado a partir de la música, a partir de un poco de rock, a partir del sentir, a partir de hoy. A partir de la noche, a partir del alcohol, a partir del silencio, a partir del error. De la música, porque mientras lo escribo solo escucho a un tipo con quien lloro cuando estoy muy triste y eso no pasa muy seguido, no pasaba seguido, no pasaba nunca. En esta oportunidad me toca oir:  https://www.youtube.com/watch?v=yuxchcK5Gek . Del rock, por el susodicho indirectamente citado, un grande para joderte el alma con su música profunda y sin remedio. A partir del sentir, qué gran palabra, confusa, muchas veces dictada, muchas veces interna. Las dos últimas noches son testigos de lo que realmente siento por esa persona, ese sentir que muchas veces fue lindo y otras doloroso. Para amenizar un poco y tener la valentía de escribir esto, a pesar de que ya sé que será incómodo, tiernamente hiriente y poco probable que ayude en algo, me gustó la idea de tomar un poco de Whisky y unos cigarros que me sobraron de anoche. Sí, anoche también fumé. Había ya dejado de fumar casi 1 mes, pero miren cómo es la necesidad, la ansiedad y no por fumar. El silencio también es cómplice, en mi hogar practicamente solo estamos viviendo mi madre, las enfermeras, mi padre delicado y yo. Los demás poco a poco, con el pasar de los días fueron tomando sus propios caminos. Las razones no vienen al caso. Sin querer, me he convertido en el suplir de mi hogar, ni yo me creía lo que estaba viviendo, solo pasó de pronto y no tuve opciones de negarme. Seguro, mientras la gente lee esto, algunos ya habrán tomado otra actividad en lugar de leerme, algunos seguirán aquí por curiosidad y la persona que me interesa que lo lea probablemente aún piense que no es suficiente. También estoy claro de que hay varios errores en esta redacción, algunas a propósito, otras claramente no las noto y los que vengan en adelante serán mi elixir de humano, odio la perfección.
A lo que vine. Alguna vez les ha pasado, seguramente, que la dejadez, la poca empatía, el bienestar propio, los factores externos, los estudios, el trabajo, la estupidez propia, el egoísmo, los malos consejos, la vida misma, todos estos les ha jugado una mala pasada en su día a día. Sin embargo, hay momentos en que tocan a terceros y todo cambia. Ya no se trata de uno, de ti, de tu persona, se trata de tus seres queridos, tus amigos, tu amor. A partir de estos emblemas de vida, muchas veces irreversibles, empieza las travesías, las locuras y la toma de decisiones. Nuestras decisiones repercuten en los demás, nada más cierto, y saben cuándo lo comprendí? Recién hace unos meses. La historia es algo así: Una noche de diciembre, de estudios, amigos, comida y poco de música se prestó para lo que sería uno de los sucesos más raros y lindos de mi vida. Exactamente en el distrito de San Isidro, un departamento en el segundo piso, frente a un parque poco amigable. Los planetas se alinearon ese día y formaron futuros inciertos para las personas. ¿Los amigos duermen juntos? Probablemente no. ¿Harías dormir a tu amigo en el piso? Probablemente sí. Y si te gusta tu amig@? Rayos, qué problema. Todos tenemos esa duda, le gustaré a alguien en mi entorno? Probablemente sí. Yo era uno de los afortunados. Aquella noche, aprox. 3:30 de la madrugada, mi alarma inició su chamba y dijo: hora de estudiar!. Ella y yo nos despertamos, luchamos por quién se levantaría a apagar la puta alarma que no dejaba de joder. Realmente queríamos dormir, pero la responsabilidad por delante. Aquella noche, aunque siempre lo negó, ella me besó. Después de todo un teatro, cayó del sillón y me besó. Increíble, debía estar soñando. Sus cabellos y labios en los míos, intentando unirse para lo que sería el inicio. Fue un sello de vida, fue la vida entera en unos segundos de contacto físico. Increiblemente, el besó no quedó ahí, hubo fotos, hubo más besos, hubo amor flotando en 4 paredes. Fue maravilloso. Al día siguiente, examen. Al día siguiente, besos y yo, como siempre confianzudo, ya agarraba cintura. Me sentía tan suyo y la sentía tan mía, esa mezcla de egoísmo y pasión, ese feel que nace de adentro. Ocultos en la universidad, porque no quisimos ser evidentes. Quién iba a pensar que aquella noche iba a ser uno de los días más recordados de mi vida, uno de los días en que me dispuse a dejar todo mi pasado equivocado por una persona. Siempre fue un egoísta, estaba yo por delante de todos, incluso de mis padres. Siempre fui una persona rara, que casi no siente, que casi no admite sus errores. Para entonces, mi viejo fue operado. Operación exitosa, nada podía ir mejor en la vida. Los estudios con buenas notas, una chica linda a mi lado, los amores a escondidas en la universidad, mi viejo saliendo de riesgo, mi familia feliz, mi vida entera parecía perfecta. Sentía que no me faltaba nada, ni el dinero reemplazaría eso que sentía. Era evidente mi felicidad y la transmitía a todo el mundo. Sonreía más seguido, hice nuevos amigos, conocí nuevas personas, me relacioné cada vez más con gente distinta a mis gustos. Maravillosos tiempos en que todo parecía eterno. Mi nena fue de viaje, regresó y le dije que quería que sea mi chica, mi enamorada. Aunque nunca fui un romántico, la tenía clara. Era ella. 
Pasa el tiempo, circunstancias de la vida, la universidad ya no va tan bien, papá vuelve a enfermar, mamá enferma, problemas en casa, la economía está decayendo. Pasa la vida, mi chica apoyandome, yo pensando nuevamente en mi y poco agradecido.  Pasa la vida, problemas con mi nena, problemas fuertes, remember hermosos. Pasa la vida, noticias inesperadas, decisiones por desesperación, la vida nos está cogiendo de la patilla. Pasa la vida, peleas de nuevo con mi chica, la quiero, pero no puedo con todo a la vez. Pasa la vida, mamá se deprime, papá se entera parcialmente de su enfermedad, universidad cada vez peor. Pasa la vida, mi chica me pide un tiempo, yo se lo doy, no hubo reclamos. Pasa la vida, “ oye, yo también necesito un tiempo”, aunque en el fondo no necesitaba nada, solo quería respirar. Pasa la vida, mi chica y yo nos estabilizamos, creímos haber vencido los problemas. Pasa la vida, ya no es mi chica, pero aún la amo. Pasan nuestras vidas, ella me busca, yo no la busco, pero sí la quiero. Pasa la vida, ella decide partir de Perú. “Oye, pero volverás no?” Nunca se lo pregunté. Ella aún me quiere, estoy seguro, ella me dijo que soy el amor de su vida, seguro que en un futuro vuelve a ser mi chica, ahorita no le puedo dar el amor que ella merece. Pasa la vida, ella vuelve a Perú y me cita. Su mamá nos vigila, sí que nos vigila. Señora, no se preocupe, no le haré más daño. Alianza lima ha perdido, qué día de mierda, no puede ser peor. Pasan los minutos de haberla visto, de contemplar sus ojitos que tanto me gustan, sus labios que tantas veces he besado, sus manos cálidas, su rostro lindo. Ella no era mi chica, pero lo era. Ella no era la misma, pero seguía siendo mi chica. Ella ahora es madura. Ella saca el celular y empiezo una lectura de casi 10 minutos. Mi mente empieza a pensar demasiado, siempre piensa demasiado, pero esta vez tiene un mal presentimiento. Mi mente sugiere que detenga la lectura y pregunte qué está pasando. “Oye, hazlo. Hazlo, no te quedes con la duda.“ Claramente no lo hice. Mi chica empieza un monólogo de vida, esos que te tocan las puertas equivocadas. Me cuenta realidades, me dice mis verdades, siempre con cortesía, típico de ella. Mi chica me dice que se irá otra vez lejos por mucho tiempo y que ya no quiere verme. Mi chica ya no quiere vermé, qué está ocurriendo. No, este día no puede terminar peor, es imposible. Mi chica espera que yo diga algo, estoy seguro. Intento decir algo, pero no me sale más que aceptar la realidad. Mi chica se está yendo y no trato de impedirlo. Mi mente nuevamente entra en acción y me pide que la abrace. “ Oye, quiero darte un abrazo”, recibo negación. Mi mente insiste en que la abrace, ¿qué es lo peor que puede pasar? No lo hago. “Oye la estás perdiendo, se está yendo, reacciona”. No reacciono. Estoy en shock, aún no termino de creer lo que acabo de oir. Jajaja, seguro está bromeando y ahorita me dirá que quería ver mi cara. No llegaba esa respuesta. Ya tiene que irse, le pido unos minutos más, pero ya tiene que irse. Me pide que la acompañe a su puerta, puerta donde inició todo. No seas cruel por favor, no me hagas venir aquí. La sigo hasta la entrada. “Por favor no te vayas, te lo suplico, aún no estoy preparado para esto, nunca lo estaré. Eras tú, mi chica, recuerdas?”, solo en mi mente. Me despido y la veo subir por las escaleras, escaleras que sabe mucho de nosotros, que sabe cuánto la amo de muchas formas. Ella se ha ido, Rocío se ha ido. Dos días ya pasó y no me lo creo, no lo saco de mi cabeza. Rocío, ¿por qué te vas? Por estudios, qué pregunta tan tonta. Rocío te quiero ver, no soporto la noticia, ¿por favor? No se trata solo de lo que tú quieras, tonto. Ya deja de joderla, ella quiere descansar de ti. ¿Volverá? Ya volvió muchas veces. ¿La volveré a ver? Realmente lo mereces?  Mi mente no es tan leal después de todo, no está a mi favor, no me da la razón. Rocío se ha ido y esta vez para siempre. Christian ha vuelvo, esta vez para siempre. Lamentablemente ya no habrá un nosotros; sin embargo, siempre será el amor de mi vida. Siempre será mi chica. Te odio Calamaro, siempre en mis momentos más tristes. Te odio Christian, por qué demoraste tanto. Te amo Rocío, espero que alguien pueda suplir las carencias que tengo yo como persona, pueda ser especial para ti, pueda mandarte flores, escribirte cartas y decirte lo hermosa que eres. Ojalá alguien tenga los huevos de asumir cosas contigo. Ojalá la vida nos junte de nuevo, aunquesea para un café y tostadas. Te quiero ver realizada, aunque nunca más vuelva a verte. 
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sinconocernos · 6 years
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Tras regresar a casa Yuri termino de empacar todo con su alfa.
-Te gusta mucho el animal print ¿Cierto?-
-Creo que eso muy notable ¿No crees?-
-Jaja, tienes razón. Fue una pregunta tonta-
-¿Todavía lo amas?-
Otabek dejo lo que estaba haciendo y miro confundido al rubio -¿A quien?-
-Al Katsudon por su puesto-
-¿Te refieres a Yuuri?- El pelinegro desvío la mirada y Yuri lo tomó como un si pero en realidad solo era que Otabek no sabía que responder, el ruso lo hacía sentir extraño y era algo que nunca antes había sentido.
-Lamento preguntar, iré por algo de agua- El rubio escapó con un dolor en el pecho muy agudo, aunque no lo dijera él era muy romántico y creía que eso era el destino pero no era así, simplemente era una broma del universo.
-¿Yuri?- Pregunto el peliplata al ver los ojos llorosos del menor -¿Paso algo?-
-Nada, mete te en tus asuntos calvo-
Era obvio que tenía algo y no podía dejarlo así.
-¿Te hizo algo?-
-No- Yuri tomo dos botellas de agua y cerro el refrigerador. Tallo un poco sus ojos e iba a subir a su cuarto cuando el ruso mayor lo detuvo.
-Si no vas a ser feliz con esto, puedes ir a Rusia-
-¡Dejame en paz quieres!-
Desde arriba Otabek escuchaba los gritos he insultos del rubio, parecía una pelea fuerte pues se escuchaba como azotaban todo, él no estaba seguro de bajar, creía que solo iba a empeorar las cosas pero Yuuri abrió la puerta de golpe.
-O, Otabek- Dijo con dificultad tomando aliento -Tienes que ir rápido abajo y detener a Yurio-
-Solo voy a empeorar todo-
-Tonterías, vamos- Lo tomó del brazo y le sonrió
En ese momento Yuri estaba subiendo y vio como el Japonés estaba arrastrando al Kazajo fuera de la habitación, paso de largo sin decir nada.
-Yuuri, deja los solos-
Ambos mayores se fueron y dejaron solos a Yuri y a Otabek quienes terminaron de empacar todo sin decir nada, cada vez que el pelinegro intentaba entablar una conversación el menor respondía cortante, cuando al fin terminaron y la habitación quedo vacía ya era de noche bajaron a la sala donde estaban Yuuri y Viktor arreglando la sala que estaba totalmente destrozada.
Al escucharlos bajar por las escalares ambos se prepararon para que Yuri les gritará inclusive Viktor ya se había posicionado detrás de Yuuri, pero no fue así, el olor de Otabek lo había calmado pero él no lo diría ni aunque muriera.
-¿Yuri pasarás la noche aquí o te irás con él?- Preguntó el Japonés algo preocupado, mientras el peliplata estaba observando detrás de él.
-Ninguna de los dos, me iré a casa de un amigo a dormir-
Sin esperar respuesta salió de la casa, al único lugar al que podía ir era a casa de Seung y su pareja Pichit, no tenía otro lugar a donde ir. Sabía que lo regañarian cuando se enteraran de todo pero correría el riesgo, Seung y Phichit eran algo "Sus segundos padres, la conciencia de la drama queen"
De pronto unos fuertes brazos lo abrazaron dejándolo inmóvil y un dulce y delicioso aroma llenó sus pulmones.
-Quedate conmigo- Le susurró al oído suavemente.
-¿Estas seguro? No nos conocemos, tengo mal carácter y soy difícil de controlar-
-Creo que podré con eso, haré lo que sea por ti y nuestro cachorro- Dijo mientras frotaba la pancita del rubio.
-¿Aunque amas a alguien más?- Otabek no respondió -Si, eso pensé-
-Lo haré, llegaré a amarte yo lo se- En realidad no estaba lejos de hacerlo, el rubio le mostraba nuevas cosas que él no conocía, hasta ahora siempre había salido con personas calmadas pero él era muy explosivo.
-No necesito amor por obligación, sin embargo es mejor que tener que soportar los regaños de Seung-
-Vamos a casa Yuri-
Otabek con su brazo derecho rodeo al rubio por el cuello y fueron al auto, Yuri se despidió de su primo y su pareja para luego entrar al auto.
-No aguantará ni dos días- Dijo Yuuri.
-La va a cagar a lo grande- Respondió Viktor.
Una vez en casa Yuri entró dejando sus zapatos en la entrada, era una costumbre que le había pegado el Katsudon.
Cuando Yuri vio que Otabek entro a la casa con los zapatos se enojó.
-Vas a ensuciar la casa, quita te los zapatos cuando entres-
El kazajo estaba sorprendido, al parecer Yuri podía actuar como una esposa cuando quería.
-Lo siento, la costumbre- ¿Acaso Yuri se había disculpado? El no parecía esa clase de persona.
-Esta bien, me adaptaré a tus costumbres pero toma lo con calma-
-Gr, gracias por entender-
La sonrisa de Yuri hizo que el corazón de Otabek diera un vuelco, el rubio le estaba robando él corazón.
-¿Quieres comer algo?-
-Hee no, creo que iré a dormir-
-Tienes que comer algo por el bien de nuestro cachorro-
-No molestes, comeré después de dormir un poco-
-Yuri-
-¡No molestes!-
Yuri solo quería dormir y tranquilizarse, no podía creer que su vida cambiaría tan repentinamente, quería dar lo mejor de si para no actuar tan explosivo, por alguna razón el Kazajo lo calmaba y lo hacía sentir extraño.
Yuri entró en la primera habitación que encontró, enseguida notó que era la de Otabek, sin tomarle mucha importancia se metió a la cama y hundió su cara en una de las almohadas que olían demasiado bien, el olor del alfa lo volvía loco y así se quedó dormido.
Otabek subió con una bandeja que tenía comida para Yuri, sabía que esto era demasiado para ambos, notó que la puerta de su habitación estaba abierta y supo que ahí estaba el menor, dejo la bandeja en la mesita de noche y lo movió pero el rubio no despertó, lo halo hacía él y lo abrazo.
-J, Jean- Susurró entre sueños
Otabek estaba admirando la belleza del rubio hasta que dijo el nombre de Jean, un nudo se le formó en su estómago.
-bk... Te amo- El rubio estaba hablando dormido y se abrazó más al kazajo quien comenzó a acariciar su cabello, este sintió las cálidas manos del moreno y abrió un poco los ojos
-¿Que haces?- Se alejó rápidamente.
-Tu me abrazaste mientras dormías-
-¿Yo hice eso?- La cara de Yuri quedo totalmente roja.
-Si, lo hiciste, también dijiste Jean, balbuceaste un par de cosas y un te amo-
-Y, yo emm aaa oye trajiste comida- Yuri desvío rápidamente el tema, no podía decirle que estaba soñando con él, que había soñado con que le decía  a Jean que escogía a Otabek.
-Si, pensé que tendrías hambre, aún no se que te gusta y Viktor no me responde. Investigué un poco en realidad, quería saber que era bueno para el bebé así que te traje un poco de sopa y frutas-
-Gra, gracias. Creo que serás un buen padre- Las palabras de Yuri fueron una flecha en el corazón del Kazajo, ahora lo había confirmado, el rubio era dueño de su corazón.
Cuando el rubio termino de comer, Otabek se llevó los platos y Yuri se metió a bañar, el agua tibia se sentía bien mientras caía por su cuerpo, al salir solo tenía una toalla en la cintura, notó que Otabek estaba recostado en la cama y pensó que ya eran pareja así que podían hacer ese tipo de cosas.
Camino en silencio a la cama y se posicionó sobre él, el Kazajo abrió los ojos sorprendido al sentir el hermoso trasero del rubio apoyado en su miembro que rápidamente reaccionó al toque.
-Yuri...-
-M, mi celo no ha terminado, he sido un buen chico y aguantado bastante pero no puedo resistir más-
Yuri beso al moreno con lujuria, realmente se había abstenido bastante, el kazajo comenzó a acariciar al rubio pero se detuvo.
-Yuri, no podemos hacer esto-
La mente de Yuri se nublo en ese momento, estaba dolido y era notable.
-Lo entiendo-
Yuri se separó del Kazajo y se fue azotando la puerta detrás de él, tenia que hacer algo con su celo, estar cerca de Otabek era demasiado peligroso para él.
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cielolovebarum · 3 years
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STAND BY ME
EL LIBRO 40
POR LA SANTA BERTHA
STAND BY ME STAND BY ME STAND BY ME
CASI IMPONDERABLE  RE MASTERIZADO
Y entonces El Peter y El Bobe al llegar a San Francisco y después de dejar a Las Muchachas en su casa, los dos se fueron a La Casa de elias en donde El Peter descolgó El Martella 27 y se lo entrego al Bobe.
EPF.- Y aquí tienes tu gran premio, pal y ya no es necesario que pases la otra prueba porque ya lo demostraste en El Restaurant y en El Abejorro, ahora ya eres oficialmente El Ángel de El Infierno ¡!!!
Entonces se quito su chaqueta y se la entregó al bobe.
ERS.- Bitchen ¿??
EPF.- Te gusta ¿???
ERS.- Es realmente una obra de arte ¿???
EPF.- Porque la mande hacer especialmente para mi ¿???
ERS.- es como un sueño hecho realidad
EPF.- Y quiero que mañana te presentes muy temprano por la noche en El Infierno para darte La Bienvenida oficialmente ¡!!!
ERS.- No me lo perdería por nada del mundo ¿???
Y todas Las 24 Horas completas se la pasaron tirando el agua como la jarra de El Signo de El Acuario, porque al otro día por la noche El Bobelisco se presentó en los grandes tiraderos de La bella Ciudad en donde lo celebraron como uno de Los Mejores Miembros que nunca jamás en la vida haya sido integrado a Los Ángeles del Infierno.
Y lo celebraron al estilo romano siempre y cuando muy bien vigilados por La Policía para que ya no hicieran más desmadres y entonces le dijo El Bobe al Peterete.
ERS.- Quiero pedirte permiso para ausentarme un ratón ¿???
EPF .- De cuanto estamos hablando ¿???
ERS.- No lo sé realmente ¿???
EPF.- que vas a regresar a La colonia Pantitlán ¿???
ERS.- No por el momento ¡!!!
EPF.- Concedido ¡!!!
Entonces El Bobel arranco su amoto para alejarse de ahí dejando una gran melancolía en los elementos que lo conocieron.
Pero antes se detuvo en una gasolinera para llenar El Tanque y aprovechar para hablarle por teléfono al Juanelo y al Sammy para que lo esperaran en La Bahía de San Francisco.
Y después se volvió a subir a su amoto y se arrancó para El Golden Gate y conforme llegaron sus sobrinos subieron a La Baby a La Nave y El Robert se unió a si mismo al mismo El Robert y se fueron a buscar La Compuerta de El Espacio que los había enviado a La Tierra.
Y como no fue difícil encontrarla de acuerdo a Los Registros de La Pirata 234 regresaron por donde vinieron e inmediatamente se fueron para La Rake.
ERS.- Misión cumplida ¡!!!
Y entonces El Bobe saco de su mochila El Martella 27 y se la entregó a sus legítimos dueños que con las lágrimas en los ojos la recibieron con mucha alegría.
Mientras que la bicicleta casi con las pantaletas en la mano se lo decía…
LDM.- Ay Maestro, es usted un Genio y casi casi un Santo ¿???
Y no le falto mucho a La Bicicleta para quererse levantar de su asiento para arrancársele al Bobe en sus brazos, pero inexplicablemente se contuvo.
EDM.- No se porque desde que llego nos causo un sentimiento de confianza que nos hizo de plano sentir muy bien ¿???
Y entonces El Bobe se movió torpemente y sin querer queriendo se volvió a pegar contra La Esquina de El Escritorio.
ERS.- Hay Guey ¿???
EJP.- Cuidado tío ¿???
ESM.- aprenda Tarrano, aprenda ¿???
LDM.- Y ahora que sigue ¿???
ERS.- Es que me tropecé con un marranito ¡!!!
ECM.- This boy ¿???
LDM.- Y corramos al laboratorio para que la revise El Ingeniero ¿???
Y ahí van todos corriendo como los animalitos del cuento que se les cayó un pedazo de cielo en su cola.
Y cuando se la entregaron Al Ingeniero este la estuvo revisando de cabo a rabo y de oreja de oreja y de todo a todo enfrente de todos y no encontró ninguna falla.
EI.- Perfecta ¡!!!
Pero para El Bobe le daba lo mismo Chana que Juana porque traía bien metido El Recuerdo y la imagen de La Jennifer Rose porque no hubo tiempo de despedirse de ella y para rematar y rematar lo remata La Belleza de La Bicicleta.
Y se dice por ahí que Las Mujeres tienen La Capacidad para enamorarse más de dos veces y Las Mujeres creemos que se puede guardar un lugar special para cada ser amado y que nos gusta echar palos y palos a diestra y siniestra.
ECM.- Y corramos a La Oficina para pagarle al elbo ¿???
Y ahí van todos corriendo como los animalitos del cuento que se les cayó un pedazo de cielo en su cola.
Y ya adentro de la oficina.
EDM.- Y porque esa cara señor, que no es el momento perfecto para sentirse felices ¿???
ERS.- No lo se ¿???
ECM.- Después de que rescato El Martella 27 era para que pegara El Grito al cielo ¿???
ERS.- Es verdad y pelillos a la mar ¿???
EDM.- Y cuanto va a ser de sus honorarios ¿???
ERS.- Nada ¿???
ECM.- Como que nada ¿???
ERS.- Solo dígale a su chofer que nos lleve a casa ¿???
EDM.- De perdida llévese La Nave ¿???
Y entonces la bicicleta para alargar su estancia se le ocurrió una grandiosa idea.
LDM.- Y corramos hacer una fiesta.
Y ahí van todos corriendo como los animalitos del cuento que se les cayó un pedazo de cielo en su cola.
Y llegaron al salón de conferencias y se armó un fiestón de locura en donde se la pasaron un poco más de un par de días hasta que llego la cuenta final para despedirse cariñosamente y dejando el corazón en la mano.
Y después de despedirse de Los Presidentes de La Rake y La Bicicleta salieron de ahí para ir de puerto en puerto y de casa en casa para buscar su destino.
Pero no llegaron a su destino porque de pronto divisaron un planeta muy hermoso llamado El Espiridion y bajaron de volada, pero solamente para echarle un vistazo, pero como La Ciudad de Los Palermos se veía igual de hermosa desde arriba entonces aterrizaron para comer.
ESM.- Chale Tarrano ahora si que se discutió ¿???
ERS.- Porque ¿??
ESM.- Porque la Comida esta bien riquísima, verdad El Juanelo ¿???
EJP.- La Verdad que si Tío ¡!!!
ERS.- Y cuando ¿???
ESM.- Y cuando que, El Tarrano ¿???
ERS.- Y cuando no me discuto ¿???
ESM.- Siempre ¡! !!
EJP.- Mi tío Beto nunca ha sido tacaño ¡!!!
Y después de comer se fueron a dar La Vuelta, de pronto vio un anuncio de un departamento que se rentaba y se metieron para rentarlo.
Y al todo estilo del bobe entonces les dijo a sus sobrinos que se llevaran La Pirata 234 para la casa y que después los alcanzaría.
Y así lo hicieron El Juan y El Sammy dejándolo solo en El lujoso Departamento.
Porque lo único que quería El Bobe era estar solo para poder arrancarse a La Bicicleta y a La Jennifer Rose del corazón porque ya no lo soportaba, pero eso iba a ser un poquito difícil.
LAS QUERO VERDA DE DIOS
En sus ojos se notaba La gran Tristeza, pero no se quejaba para nada solo hacia todo tipo de muecas con La Cara y se levantaba del sillón y de La Sala y caminaba lentamente como para todos los lados y después se sentaba y encendía La Televisión como para no verla.
Y de repente entraba en una aburrición como para volver loco al más cuerdo de Los Mortales cuando de repente tocaron a La Puerta cuando nadie debería de saber en dónde vivía o sería un vendedor perdido que a como dan lata porque se parecen a los testículos cuando abrió.
LZR.- Señor ElBo ¿???
Y era una hermosa señorita de esas mar ano’s stile con sus dos acompañantes y entonces le contesto muy enojado.
ERS.- Ahorita no compro ni Madres, Split it out ¡!!!
Y entonces volvió a cerrar La Puerta bien encabronado.
pero El Timbre se encargo de que la volviera abrir otra vez, pero le contesto gritando.
ERS.- Bueno pero que putas madres vende, Chica ¿???
LZR.- La Esperanza ¡!!!
ERS.- Y porque no va a La Esquina a comprarla si le sale más barata, puta madre ya no se ni lo que digo, venderla ¿???
LZR.- Es que venimos a pedirle un favor muy grande ¿???
ERS.- Here we go again, no puedo ¡!!!
LZR.- Según La Documentación que traemos de usted aquí, nos indica claramente que usted tiene un corazón de oro El Corazón más grande de todo El Universo, y que le re gusta mucho meterse en donde no le importa, que lo adora más, pero si traducimos esto ultimo nos quiere decir que usted interviene por Los Desvalidos ¿???
ERS.- Pero así como las veo a ustedes están como para echarles unos buenos palos ¿???
Entonces intervino La segunda Señorita.
LAB.- Por favor Señor ElBo que estamos desesperadas ¿???
ERS. – No creo que les aguante el primer round ¿???
Y de un golpazo les volvió a cerrar la puerta dándoles en las narices, pero El Timbre parecía que se estaba divirtiendo.
ERS.- Chale ¿???
Y por ultimo la tercera señorita.
LRD.- Señor El Bobe, esta revolución es de vida o muerte ¿???
ERS.- Le voy a La Muerte ¡!!!
LAB.- Estamos abandonadas ¿???
ERS.- Vean La Fotografía de La Desgracia ¿???
LRD.- En donde que no la veo ¿???
LZR.- Y porque no nos escucha y después de hacerlo respetaremos sumisamente su decisión y su mal comportamiento ¿???
ERS.- Ya las escuche demasiado, adiós ¡!!!
Entonces volvió a cerrar La Puerta y se metió para tratar de dormir con El Timbre sonando a todo volumen, pero después de un rato.
ERS.- Y les deberían de dar El Trofeo por El primer Lugar para Las Personas más Morosas de todo el planeta ¿???
Pero al oír Las desesperantes Suplicas.
LZR.- Por favor ¿???
LAB.- Por favor ¿???
LRD.- Por favor ¿???
Les abrió La Puerta para que pasaran y les ofreció sentarse para que ellas con una soltura y sin presión pudieran desahogar sus penas.
ERS.- Gustan un café muy amargo porque ya se me desparramo la bilis ¿???
LAB.- Si no es molestia ¿???
Entonces El Bobe les dijo bien enojado.
ERS.- Entonces porque no se paran a prepararlo ¿???
Y las tres mujeres se pusieron muy coloradas y se levantaron bien avergonzadas, para que el rotter cambiara la jugada en La Linea.
ERS.- No es cierto, solo estoy practicando mi mal genio para la última película ¿???
LRD.- Que también es actor ¿???
ERS.- En la torre ya me estoy metiendo en otro problema mejor olvídenlo y no que traen todo mi currí culo vitae en su información ¿???
Entonces Las Mujeres se volvieron a sentar tranquilamente para que El Bobe les volviera a gritar de la forma más horrible.
ERS.- Y El Café ¿???
Y agarrándose el bigote con la mano derecha exclamo…
ERS.- faltaba mas’n
Y otra vez se volvieron a levantar.
ERS.- Siéntense que ya termine de practicar ¡!!!
Pero ya no se sentaron de la pura vergüenza y se fueron directamente a La gran Cocina para preparar el café rechazando todas Las Peticiones del Bobe.
Y que, aprovechando el viaje, les dijo que por ahí de una vez se trajeran Los ricos Boliquetes y cuando terminaron de hacerlo lo trajeron a la sala para volverse a sentar para saborearlo y tomarlo.
ERS.- En serio que solo estaba bromeando ¿???
LTM.- Si, como no ¿???
Y cuando Las Muchachas vieron que todo parecía volver a La Normalidad le dijeron al Bobe.
LZR.- Mi nombre es La Zona Roja, Reyna de El Planeta Zulumpur y esta es La linda Princesa La Anita Balcón y esta hermosa señorita es La Dotte Rossette ¿???
ERS.- Y a mi que…
Me importa, eso quería contestar El Bobe porque no podía controlar toda La Frustración que se traía por dentro, pero se detuvo a tiempo para rectificar una vez mas.
EB.- me parecen tan hermosas ¿???
LZR.- Que gusto me da de oírlo así de tranquilo ¿???
ERS.- Mucho gusto ¿???
LZR.- Y somos Las Gobernantes Interinas de La Zulumpur en donde se esta muriendo mucha gente de hambre porque Los contra Rebeldes no permiten El Acceso a ninguna vía terrestre, marina u espacial ¿???
ERS.- Y yo que culpa tengo o para que los hacen enojar ¿???
LAB.- Venimos a pedirle socorro para Los Desamparados ¿???
ERS.- No puedo y para mí que los rebeldes tienen toda la razón ¡!!!
LRD.- Nosotras sabemos que si puede pero que no quiera es otra cosa y no tienen razón ¿???
ERS.- Entonces no quiero ¡!!!
LZR.- Con todo El Respeto que se merece Señor El Bobe Lino, pero no nos crea tan inocentes porque después de saber que usted a derrotado al mejor ejército de todo El Universo…
ERS.- Se equivocaron de poder ¡!!!
LAB.- Ya intentamos hacer un trato con la guerrilla pero nos mandaron a freír unos chongos morelianos porque solamente quieren hacernos pasar un mal rato ¿???
ERS.- Y porque no buscan ayuda en Las Confederaciones Galácticas ¿???
LRD.- Y usted piensa que es El Primero que venimos a buscar y sin nos ganan que mejor ¿???
LZR.- Sabemos también que usted sufre por todas Las Penas de El Mundo ¿???
ERS.- Entonces ya saben que soy bien pendejo y ahora quieren ablandarme El Corazón de la forma más miserable ¿???
LAB.- Entonces no es cierto ¿???
ERS.- Quuuiiieeen, saaabeee ¿? ??
LRD.- A poco no se da cuenta de que ahora lo estamos observando detenidamente señor El Bobe y que nuestro problema lo está haciendo explotar del coraje porque por dentro de sus pensamientos sabe que la guerrilla está siendo manipulada o tampoco eso es cierto ¿???
ERS.- Y porque no recurren a La Legión Extranjera ¿???
LZR.- Si, como no, usted o nadie para no ser exiliadas ¿???
ERS.- Acaban de perder por de faul ¡!!!
LAB.- Toda La Gente le esta pidiendo a Dios…
ERS.- Es cierto, porque no van con elias para que les levante la cola ¿???
LRD.- Le esta pidiendo a Dios que nos ayude ¿???
Entonces ahora si les contesto El Bobe con una grosería.
ERS.- A que vergas, no, de modo que Dios no los ayuda y me manda a mí por adelante ¿???
LZR.- Y sabe muy bien que no hay mejor representación en El Universo que usted ¿???
ERS.- De que hablas Willis ¿???
LZR.- No se haga ¿???
ERS.- Pendejo ¿???
LZR.- Interprete mi silencio ¿???
Entonces el rotter llego a su límite.
ERS.- Algo mas ¿???
LZR.- Si, ya nos vamos, pero hubiera visto con que alegría veníamos a verlo ¿???
ERS.- Pues no me da pena haberlas decepcionado ¡!!!
Las Muchachas se pararon para irse tristemente mientras que El Bobel las acompañaba para abrirles La Puerta y todavía voltearon para verlo a Los Ojos como diciendo no seas gacho.
LZR.- QUE DIOS LO PERDONE POR ESTE ATROPELLO ¿???
Entonces cerro La Puerta detrás de elias y se recostó cómodamente en El blandito Sillón de plumas de simuladas remordiendole toda La Conciencia y no paso un par de minutos cuando volvio a sonar El Timbre de La Puerta y se levanto para ir bien enojado abrirles pero esta vez Las tres Majestades lo aventaron para atrás y se metieron cerrando La Puerta por detrás.
LZR.- Vas a Ver lo que te va a pasar cabron ¿???
Y entonces Las tres Mujeres se desabrocharon Las Blusas para mostrar tras Los Brassieres los más hermosos senos de todo El Universo.
LZR.- Poséame que soy toda suya, pero no nos abandone en Las Garras del Destino ¿???
LAB.- Y como dijo al principio que estábamos como para echarnos unos buenos palos y pues que espera y lléguele wey ¿???
LRD.- Y usted va a ser El Héroe que me va a des quintar quitándome lo invicto, y llórale puto no toti ¿???
Entonces al Bobe ya no le quedo otra mas que el de aflojar.
ERS.- Y nunca me ha gustado aprovecharme de todas Las Desgracias de Las Mujeres porque eso no es de hombres así es que pónganse su ropa de regreso que estoy con ustedes ¡!!!
Entonces Las Mujeres se comenzaron a vestir alegremente, pero todavía se lo sostuvieron.
LZR.- Pero si ya contamos con su ayuda de todas formas queremos que nos tire en El Petate como buenas perras ¿???
ERS.- Tires ¡!!!
LZR.- Tire ¿???
ERS.- Tires, porque si ya vamos a ser socios en esta empresa será mejor que hablen de tu y no de usted porque ya no me harán sentir en confianza ¿???
LZR.- Eres un amor ¿???
LAB.- Eres un encanto ¿???
LRD.- Eres un Querubín ¿???
ERS.- El Querubín es El Pheriberto Sánchez rock band ¡!!!
LZR.- Y quien es El Pheriberto Sanchez rock band ¿???
ERS.- Mi Hermano ¡!!!
LZR.- Cuñado ¿???
LAB.- Cuñado ¿???  
LRD.- Y que paso con Los Palos ¿???
ERS.- Lo dejaremos para mejor ocasión ¿???
LZR.- You’re the boss ¡!!!
ERS.- Quiero que se vayan las tres a su castillo para encerrarse a piedra y lodo y ya por nada salgan para que protegen a sus seres queridos porque no quiero que nadie salga herido ¿???
LTM.- GOTCH UP ¡!!!
Y entonces ahora si Las tres Mujeres le dieron un sabroso beso en La Mejilla a El Bobel para despedirse felizmente cuando salieron de El Departamento.
Y rápidamente el rotter se comunicó con El Señor Vallen Lork.
ERS.- Suegro ¿???
EVL.- El Bobe y mi hija habla cosas maravillosas de ti, gracias ¿???
ERS.- es la niña más hermosa de todo el universo
Si pero El Lork enseguida noto La Preocupación en elias.
EVL.- Y ahora que te pasa muchacho ¿???
ERS.- Si te voy a estar hablando nada mas para molestarte o para cuando te necesite me voy a ver muy convenenciero ¿???
EVL.- Que pasa, dime ¿???
ERS.- La Reyna Zona Roja tiene a todos Los Rebeldes encima ¿???
EVL.- Mira Bobe ahorita tenemos tantos problemas que no podemos perder tiempo…
ERS.- Gracias y después te hablo ¿???
EVL.- Que les vamos a partir la Madre en un records de 24 horas así es que prepárate porque nos vamos a La Zulumpur a Las 00:00 Horas ¡!!!
ERS.- Me pregunto continuamente quien fue el que los trajo conmigo ¿???
EVL.- Tu mismo ¡!!!
Y lo dicho, porque a Las 00:00 Horas Oeste comenzó La ruda Guerra en El Planeta Zulumpur, pero esta vez lo hicieron tipo gabacho enviando no a uno si no a todo El Ejercito por tierra, a todos Los Barcos y Submarinos por agua y a todas Las Naves Espaciales por aire.
Y bueno, Los Rebeldes no alcanzaron ni a meter Las Manos por que Hércules no fue a vacilar si no a eliminar a toda La Escoria de Los Zulumpurenses.
Y claramente para La Hora 24 ya estaba limpio todo El Planeta Zul y por El Aire ya nada más se comunicó El Vallen Lork con El Bobe para decirle.
EVL.- Nos Vamos ¡!!!
Contestándole El Bobe.
ERS.- Nos Vemos ¿???
Y después de esto El Bobe le hizo una llamada a La Zona Roja.
ERS.- Ya pueden salir ¡!!!
Entonces ElBob partió con La Nave que había rentado con su confortable departamento para tomarse unas buenas vacaciones.
Pero se daba unas aburridas de Las Buenas, porque si estaba todo en silencio, con flojera se levantaba para encender La Televisión nada mas para no usar El control Remoto, pero como ni la veía entonces la apagaba.
Y después tomaba un libro para beber y agarraba una copa para leer y si no lo leía, pero con La Mente viajando por todo El Universo.
ERS.- Puta Madre, mestoy Pudriendo ¿???
Y luego según el se ponía a comer y con El Tenedor nada mas le daba La Vuelta a La Comida por todo El Plato.
Entonces se le ocurrió salir a La Calle para distraerse un poco mirando Los Aparadores para ver a las personas de Las Tiendas pero sus ojos aunque estaban abiertos solo estaban aptos para mirar a La Bici y a La Rose que le estaban arrancando el corazón a pedazos de dos en 4 y acomodándose en formación.
Y cuando se le cruzaba La Gente, parecía que se le cruzaban Los Fantasmas y cuando olía el viento con el sabor de Los Bocadillos amagaba con comprarlos pero no lo satisfacían porque un niño que pasaba con su mama le regalo cariñosamente un chocolate.
Una mujer lo chuleo seriamente diciéndole que te trajiste La Tranca de La Puerta, pero elias seguía perdido en el infinito y ni siquiera volteo a verla.
Entonces de repente se paro en un teléfono público
( nada más que no lo pudo aplastar porque el pinche idioma español es tan estúpido )
para hacer una llamada y como ni le contestaron solamente lo colgó para seguir caminando.
Y ahora por ninguna razón compro una revista sin verla en un puesto de periódicos solo para ponérsela por debajo del brazo.
Y cuando se hizo de noche se regresó a su departamento para intentar de dormir por un rato, pero como nunca lo dejan dormir de repente sonó El Timbre de La Puerta.
ERS.- Eso ¿???
Y se levantó todo molesto para abrir La Puerta.
LZR.- Interrumpimos ¿???
Y eran Las Heroínas de La Película.
LAB.- O nos vamos por donde venimos ¿???
Y con toda La Cara de fastidio.
LRD.- O nos permites pasar ¿???
Así es que molestamente les contesto.
ERS.- Para que ¿???
Pero esta vez lo volvieron a empujar para atrás cerrando La Puerta y quitándose Las Blusas.
LZR.- Venimos a pagarte, cabron ¡!!!
ERS.- Ahorita no tengo ganas ¿???
LAB .- Que así tratas siempre a todas Las Mujeres ¿???
ERS.- Por lo regular…
LRD.- Que ¿??
LAB.- No ¡!!!
ERS.- Que me van hacer ¿???
LZR.- Hombrecito, Cabroncito ¡!!!
LRD.- Ya déjate Reca ¿???
LZR.- Mira ElBo, no somos tan tontas como para no darnos cuenta de lo que te está pasando y a ti te traen pero bien jodido, no se quien, no lo sé, tal vez una o varias mujeres a la vez de dos en dos y quisiera que nos lo dijeras para saberlo ¿???
LAB.- Es así ¿???
LRD.- Solo dilo ¿???
Y solamente el rotter murmuraba con la mirada perdida.
ERS.- Mmmmmmmmmm…
LZR.- TE puedo hacer una pregunta ¿???
Entonces El Bobe se abrió de capa para comunicárselos.
ERS.- Si, si me gustan las tres porque están bien cachondas y no pierdo Las Esperanzas para perderme entres sus deseos y para quedarme a vivir con todas ustedes solo denme solo mas tiempo, quieren, pero con todas o ninguna, aceptan ¿???
Entonces contestaron las tres al unisonó.
LTM.- Con Todas ¡!!!
LZR.- Pero por lo pronto nos llevas a un cabaret a bailar…
LAB.- que dices primor…
LRD.- silabar  
ERS.- Pero si yo no se bailar ¿???
LZR.- no mameyes mamelon
LAB.- Ay, eso de batallar con un hombre soltero ¿???
LRD.- Pero estoy segura que nos hará muy felices ¿???
ERS.- Pero no vamos a salir ahora o si ¿???
LZR.- Eres un aguafiestas ¿???
Y ahora ya ni le preguntaron y aunque se tardaron como un par de horas o más comenzaron a bañarlo, a perfumarlo y a vestirlo para dejarlo como un galán de película mexicana porque el bato ya no daba ‘pa mas.
Y todavía cuando quedo de rechupete le dieron La última checada por si aquellas para que no le fallara nada y entonces salieron los cuatro muy contentos para Las Brisas.
Entonces conforme llegaron La lista Mesera salió a su encuentro y se los llevo a sentar en La Mesa de Los Reyes
( porque de seguro que no tenían sillas )
LM.- A sus ordenes ¿???
ERS.- Discútase con La mejor Comida que tenga y El mejor Vino ¿???
LM.- Y para su novia ¿???
ERS.- Mi novia ¿???
LM.- Si, cuál de las tres es su novia ¿???
Y todavía el rotter tuvo la desfilaches de bromearla.
ERS.- Y cuál de las tres es mi novia ¿???
Y entonces lazon contesto muy enojada.
LZR.- Las Tres somos sus Novias ¡!!!
LM.- Y no habrá un lugarcito para La Cuarta ¿???
Y ahora contestaron las tres muy indignadas.
LTM.- NO ¡!!!
LM.- No es cierto solo estoy bromeando
SERA CIERTO O SERA LO ULTIMO
Todos.- JA, JA, JA ¡!!!
LM.- Ahorita regreso con sus ordenes ¿???
Y así como se fue riendo La Mesera, los cuatro también se morían de La Risa.
LZR.- Mi amor ¿??
LAB.- Mi encanto ¿???
LRD.- Mi adoración ¿???
ERS.- Miss Su Surros ¿???
LZR.- Que…
LAB.- Estas…
LRD.- Diciendo ¿???
ERS.- Mis susurros ¿???
Entonces cuando llego La Mesera con un buen ayudante porque era bastante El Servicio que pidieron, conforme acomodaba Los Platos sobre La Mesa se reía discretamente con el rotter para tragarse vivas a las novias
LM.- Provecho y Diviértanse ¡!!!
Y después astutamente se le acercó al Bobe para decirle al oído con voz muy baja.
LM.- Les da unas buenas cogidas para hacerlas gritar de placer y después vienes por mi ¿???
Y entonces la mesera se retiró caminando coquetamente porque ya había sembrado su mala semilla y casi soltando Las Carcajadas se alejó.
JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA,
JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA,
JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA,
LZR.- Que te dijo la desgraciada ¿??
ERS.- Nada ¡!!!
LAB.- Dínoslo ¿???
LRD.- Y porque en secreto ¿???
EB.- Dijo que tenía a Las Mujeres mas Hermosas de todo El Universo.
Y entonces La Orquesta comenzó a tocar El Mambo 2040 y todo El Público se levantó como de rayo para bailar a nuestros amigos que no fueron La Excepción.
Pero todos Los Bailes sin excepción se bailaban con La Pareja de espaldas y agarrados con las Manos Extendidas moviéndolas para arriba y para abajo y solo variaba La Velocidad de La Música con el movimiento o sea que si El Ritmo era lento todos se movían lentamente y si El Ritmo era rápido todos se movían más rápido.
Pero había otra gran dificultad, porque cuando La Orquesta cambiaba de estilo o sea desde El Tango, pasando por El Rock y terminando con La Música Clásica solo Los Diestros y Los Listos o Los Profesionales podían dominar El Baile.
Entonces vemos bailando de espaldas y agarrados de Las Manos al Bobe con La Zona y a La Anita con La Racetila, pero El Bobe se las iba turnando porque no podía bailar con todas a la misma vez.
Pero cuando estaban bailando alegremente una gran canción de amor que llevaba mucho del ritmo a una velocidad increíble e inexplicablemente de pronto las imágenes de la película se quedaron congelados. ( o sea sin movimiento como cuando detienen una película )
Y ahí se quedó el rotter como una fotografía del recuerdo con sus tres viejas mientras que la cuarta reía como una loca en el cuarto de la cocina.
JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA,
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cachitosdeestrella · 3 years
Conversation
Compromiso entre árboles.
KyuHyun: No, no, no. Yo quiero mi cita.
ChangMin: Entonces todo listo.
KyuHyun: ¿Entonces así como fui a trabajar estoy bien?
ChangMin: Así estás muy guapo
KyuHyun: Claro me han peinado y todo bien
ChangMin: Te has bañando. -Bromea abrazándose a él.- ¿Quieres tomar una de mis sudaderas por si enfría más tarde?
KyuHyun: Soy un otaku limpio. -le dice riéndose y le da un beso en la mejilla-. De hecho está refrescando así que... -comenta de pronto muy animado y se quita la camisa que lleva teniendo cuidado de dejarla sobre una silla para que no se arrugue mucho, mirando luego las sudaderas del otro para elegir una que se coloca directo sobre la piel-.
ChangMin: Que guapo, Cho... -Ríe tomando una sudadera también que por el momento no se pone, para luego ir por su cartera y llaves.-
KyuHyun: Yo sé, es que gano mucho cuánta más ropa me ponga.
ChangMin: O sin ropa, no me quejo. -Murmura riendo mientras camina para salir de hogar.-
KyuHyun: -se asegura de llevar el móvil y la cartera antes de agarrarse al otro para salir-.
ChangMin: -Se estira para besar su mejilla y al salir se asegura que han cerrado bien la puerta, para continuar hacia el elevador hasta el estacionamiento.-
KyuHyun: ¿Entonces vamos a ir a pasear entre árboles? -le pregunta soltándolo solo cuando llegan a cerca del coche-.
ChangMin: No tanto así... No te voy a hacer caminar mucho. -Le guiña el ojo antes de subir al asiento del conductor. Se pone el cinturón y arranca cuando el mayor también lo ha hecho.- ¿Curioso?
KyuHyun: Siempre consigues tenerme con curiosidad. -le dice sonriendo estirando apenas las piernas-. Igual me gusta caminar por el bosque pero me habría cambiado los pantalones...
ChangMin: Podemos echar una mirada... La verdad es que es un lugar que me gusta mucho pero hace mucho que no voy, por el trabajo y eso.
KyuHyun: Oh... ¿me llevas a un rinconcito especial?
ChangMin: Sí, así es.
KyuHyun: Te pega todo que tus sitios especiales sean bien naturales.
ChangMin: ¿Soy muy así?
KyuHyun: Igual es solo percepción mía porque... -hace un ruido y un gesto que en realidad no explican nada pero para él tienen todo el sentido ahí porque no sabe ponerlo en palabras rápido-.
ChangMin: Porque te he llevado a lugares así. -Responde entre risas y niega varias veces.- Me gusta mucho simplemente sentarme y disfrutar de los lugares, también tengo algo así en una biblioteca, pero eso sería probablemente demasiado aburrido para una cita.
KyuHyun: No, no tan simple. -contesta y achica los ojos-. Dios no me dio el don de la palabra porque con mi voz y pudiendo componer canciones bonitas era demasiado... -se queja en un suspiro exagerado-. Creo que es porque... ¿Sabes el olor de los árboles y la hierba bien al amanecer con el agua del rocio?
ChangMin: Tú Dios te ha hecho perfecto... -Dice mirándolo con una ligera risa.- Sí, huele rico, también a tierra mojada o a frescura.
KyuHyun: Es como... eso si muy fresco... muy de querer respirar profundo y querer llenarte de eso... Y tú eres eso... sin que pienses sucio ahora.
ChangMin: -Gira entrando al camino ya se sabe, no están a mucho de llegar, por lo que sonríe.- Se que somos almas gemelas... Pero siento cálido de que me conozcas tan bien...
KyuHyun: Es que me gustas mucho y me fijo en ti un montón.
ChangMin: ¿A pesar de ser una persona aburrida?
KyuHyun: No estamos de acuerdo en esa afirmación.
ChangMin: Sólo me gusta sentirme tranquilo y libre en un lugar donde pueda estar solo. Eso antes, ahora quiero que estés conmigo sintiéndonos así juntos. -Asiente varias veces antes de estacionarse.- ¿Listo Gyunnie?
KyuHyun: En lo que no estamos de acuerdo es en la parte de que seas aburrido. -le dice y asiente con la cabeza-. Ne~
ChangMin: -Se acerca para besar su mejilla con mimo, seguido de sus labios y se aparta para salir del coche.-
KyuHyun: -le guiña un ojo antes de bajar del coche, teniendo cuidado cuando cierra la puerta-. ¿No querrás que matemos conejitos no? -bromea riéndose-.
ChangMin: Oh, has adivinado, que listo eres. -Lo mira sorprendido cuando se acerca a él y empieza a caminar hacia la entrada de un edifico.- Cruzamos por acá para acortar camino...
KyuHyun:¡Vale! -le dice animado siguiéndolo, aunque está mirando a todos lados para tratar de ver cualquier cosa que le llame la atención.-
ChangMin: ¿Emocionado por ver si tienes tiro disparandoles? -Cuestiona divertido. Evidentemente no lo decía en serio, pero le servía para distraerle. El edifico no era grande y había un par de personas por ahí, lo que le alivió.- Acá adentro hay un buen restaurante, así que en cuanto tengas hambre me dices. -Menciona animado llevándolo hacia la salida trasera, justo al jardín de este. Si bien casi es todo césped hay algunas bancas para disfrutar las flores y los árboles que ocupan el gran terreno y termina por mirar al mayor esperando que le guste.-
KyuHyun: Tengo una medalla que certifica que tengo una puntería envidiable. -contesta con una sonrisa medio orgullosa-. Lo que habría que ver es si me da el corazón para matar a los conejitos... -añade y mira hacia un lado cuando dice lo del restaurante como si fuera a ver la comida desde allí, antes de asentir y le tira un poco del brazo cuando están fuera como si los árboles se fueran a escapar si no se acercaban ya-.
ChangMin: No tendrías el corazón... -Asegura con una sonrisa. Niega varias veces y se acerca a besar rápidamente su mejilla.- ¿Sabes que día es hoy...?
KyuHyun: ¿Lunes? ¿No? -pregunta mirándolo y abre los ojos un poco exagerado-. ¿Es un día especial?
ChangMin: Lunes, sí. -Ríe picando su frente.- No, no es un día especial en particular para nosotros... Pero ya sabes... Hoy inicia el otoño y creo que es lindo recibirlo juntos...
KyuHyun: -sonríe y le deja una palmada suave en su costado-. Es bien dulce eso...
ChangMin:Nada de dulce, quizás cursi. -Dice sonriendo y le tira de la mano para que empezar a caminar.-
KyuHyun: Es dulce.. -repite llevándole la contraria y empezando a pasear a su lado-. Dentro de nada se van a ir poniendo naranjitas las hojas...
ChangMin: Podemos volver a mitad de temporada para ver los árboles cambiados.
KyuHyun: -asiente con la cabeza-. Y podemos buscar una hoja bien bonita para guardar
ChangMin:Recolectamos una cada año. -Dice con una ligera risa mirándolo.- ¿Te quedas conmigo todas las temporadas?~.
KyuHyun: Oh me gust... -se queda en silencio y se toca el puente de la nariz cuando le escucha reírse porque se lo había tomado en serio al principio y no le parecí amala idea-. Estaré contigo todas las estaciones de mi vida.
ChangMin: Lo decía en serio, tranquilo, sólo no quiero sonar muy cursi porque... Extrañamente me siento apenado...
KyuHyun: Y hacer un album bonito de hojas...
ChangMin: Y fotos de nosotros... Sería lindo.
KyuHyun: No, solo de hojas. -le dice riéndose, acariciándole la mano-.
ChangMin: ¿No quieres un álbum de nosotros juntos?
KyuHyun: Sí, me gustaría mucho.
ChangMin: Igual podemos no hacerlo. -Sonríe acariciando sus cabellos y se detiene un momento para sentarse en una banquita.-
KyuHyun:No, pero sí que me gusta la idea. -le dice riéndose y se sienta apoyándose contra su hombro-. ¿Sabes que cosa me gustaría?
ChangMin: ¿Qué te gustaría amor?
KyuHyun: Es muy tonto pero... Cuando te toque ir a Japón y yo me quede en casa o nos toque viajar... a alguno...
ChangMin:-Asiente en señal de que continúe, girándose hacia él para tomar su mano.-
KyuHyun:-Asiente en señal de que continúe, girándose hacia él para tomar su mano.-
ChangMin:Eso sería precioso... Realmente sería un alivio para los tiempos que estemos lejos.
KyuHyun: Que bonito eres cumpliéndome caprichos.
ChangMin: Me hacen sentir más cerca de ti.... Que hablando de caprichos...
KyuHyun: ¿Tienes uno? -pregunta y le mira con curiosidad-. Dime para complacerte.
ChangMin: -Asiente un par de veces con una sonrisa.- Yo sé que ya nos hemos dicho "sí" mil veces... Pero quería hacerlo en un lugar especial y de la manera correcta, aunque ahora estoy un poco avergonzado... -Susurra sacando una cajita de su bolsillo y dejándola sobre la mano del mayor sin soltarle del todo.-Así que... Mi otro cachito, mi dulce otra mitad que me hace completamente feliz y amado... ¿Te casas conmigo?
KyuHyun: -se le queda mirando y sonríe como idiota cuando le escucha hablar, llega a acercarse a besarle los labios con suavidad y como si estuvieran solos en el mundo entero-. Sí... me caso contigo... -responde y mueve un poco la cajita-. ¿Hay otra piedrecita?
ChangMin: -Corresponde con la misma suavidad y termina por soltar una risa boba- Hay anillos... Para ambos...
KyuHyun: Oh, que formal. -comenta y la abre para verlos, acercándolos al menor-. ¿Cuál es el mío?
ChangMin: Los dos son iguales, así que es indistinto. -Sonríe besando con cuidado su mejilla.-Espero que no sea muy cursi...
KyuHyun: No, es perfecto. -le dice con una sonrisa sacando uno sin pensarlo mucho para dárselo al otro-. Pónmelo... no por el gesto romántico si no porque no puedo recordar en que dedo se lleva esto...
ChangMin: Aquí... En este -Acaricia su mano con suavidad antes de colocar el anillo en el dedo del mayor, dejando un beso en antes de soltarle.-
KyuHyun: Muchas gracias. -dice mirando el anillo en su dedo antes de tomar el otro para colocarle el menor-.
ChangMin: Oh... Esto es demasiado romántico.
KyuHyun: Hay que ensayar para cuando nos pongamos los de la boda... -le dice sonriendo y le da un beso sobre la mano, frotándose apenitas un ojo-. ay que lloro.
ChangMin: Imaginate que ese día estemos tan nerviosos que ni podamos pronunciar nada...
KyuHyun: Tenemos que hacer esfuerzo para el "Sí quiero" al menos...
ChangMin: Voy a gritar ¡Yo sí, yo sí! Hahahahahaha.
KyuHyun: -entrelaza suavecito los dedos y se apoya contra su hombro-. Ahora aún más quiero venir cada Otoño a por una hojita...
ChangMin:Cada vez que quieras podemos venir. -Deja un beso en sus cabellos.-
KyuHyun: Al menos una vez al año y hacerlo tradición con nuestros hijos también... "Aquí es donde Papá me pidió casarme con él" "¿No dijiste que fue en la cama?" "A mi me dijiste que en donde trabajas.." "Ah sí... en esos sitios también pero aquí fue con anillo..." -dice haciendo voces infantiles para imitar a los niños-.
ChangMin: -Suelta una carcajada jugando con los dedos del mayor con cuidado.- Nos hemos pedido matrimonio muchas veces y cada una es bien especial...
KyuHyun: Y no vamos a parar... -le dice con una sonrisa enorme-. Porque no va a haber día en esta tierra que no tenga claro que quiero estar contigo para siempre.
ChangMin: Ni yo... Eres y serás el amor de mi vida, Gyu.
KyuHyun: Me tienes en las nubes...
ChangMin: Mi chico lindo... Por favor nunca 5e separes de mí.
KyuHyun: Jamás de los jamases...
ChangMin: Gracias, mi vida.
KyuHyun: A ti por quererme a tu lado.
ChangMin: Nada deseo más...
KyuHyun: -se acaricia por un momento el anillo y hace un pucherito-. Oye... si me compro una cadena para llevarlo pegadito al pecho cuando no lo pueda llevar en el dedo... ¿no me haces un Eric, verdad?
ChangMin: Yo no tendría ningún problema , estaba pensando exactamente lo mismo de hecho. - Afirma con una risa suave.- En fin de cuentas es algo simbólico que nos puede acompañar a donde sea.
KyuHyun: Necesito una cadena cómoda porque en casa si lo quiero en el dedo...
ChangMin: En serio te adoro, mi niño. Me alegra que te hayan gustado.
KyuHyun: -le mira un momento de reojo y mira alrededor antes de robarle otro beso cortito-. Eres bien romántico...
ChangMin: Muy cursi diría yo... No soy muy bueno en esto pero quiero hacerlo lindo para ti... -Acaricia su mejilla con cuidado.- Ve el lado lindo... Podremos comer mucho ahora que elijamos el pastel y la comida~.
KyuHyun: A mí me ha parecido romántico...
ChangMin: Es que me miras con ojos de amor...
KyuHyun: Aunque ya te he dicho que no hay modo que te mire de otra forma, porque te amo... De verdad fue muy bonito esto, gracias.
ChangMin: Gracias a ti, mi cachito. Que me acompañes a lugares que me gustan y que además te gusten me anima mucho... ¿Tienes hambre?
KyuHyun: Sí pero vamos a quedarnos cinco minutos más aquí así de la mano... ¿porfi?
ChangMin: Todo el tiempo que quieras, amor mio.
KyuHyun: Solo un poquito. -le pide jugando un poco con sus dedos, pasando en calma un par de minutos-. ¡Vamos a comer!
ChangMin: Dan las ganas de quedarnos aquí siempre, no~.
KyuHyun: Si traes comida...
ChangMin: Debí de pensar eso... A la siguiente nos vamos de día de campo. -Ríe dejando un mimo en su pierna antes de apartarse.
KyuHyun: Avísame antes para que haga comidita rica para tomar en plan picnic.
ChangMin: En serio amaría eso, eres el mejor...
KyuHyun: Podemos comprarnos una cestita y todo...
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noaaaahblack · 6 years
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Las Cosas de Él y de Ella - Novios sin problemas
Hoy me apetecía subir uno de mis famosos capítulos de él y de ella. Y heme aquí, subiendo un capítulo que iría luego del beso y de que sean novios. 
Espero que os guste mucho.
Novios sin problemas
Castiel
 Soy consciente de lo que tengo ahora mismo.
Sucrette había dicho que sí. Aunque pensé que ella me rechazaría y que había comprendido mal su respuesta nerviosa, al final resultó ser un malentendido y su reacción solo había sido por los nervios y porque quería mantenerlo en secreto. Eso tampoco me importaba demasiado, lo importante es que ella solo tenía ojos para mí, que la había besado, indefinidas veces y que sus labios eran solo para mí. Nada importaba más que conservarla a mi lado el tiempo que hiciera falta, aunque claro, esto no iba a decírselo a nadie, eran mis pensamientos y quizás alguna vez se los dijese a ella. Pero por el momento, quedarían grabados en mi mente.
Ella era maravillosa en todos los aspectos.
Sonreí ladinamente y deje la guitarra en su funda, estaba cansado de tocar, me apetecía simplemente recostarme contra la pared del sótano y sentarme a pensar, con todo mi orgullo, el logro que suponía haber conquistado, sin siquiera darse cuenta, el corazón de la chica que le había robado el alma.
Cerré los ojos relajándome y espere unos segundos en silencio, hasta que ella se hizo notar, haciendo que, automáticamente,  tuviese que abrirlos para mirarla.
-       Oye, te he estado buscando-
-       Hm, ya me ha quedado claro que no puedes vivir sin mí- me burle de ella cariñosamente.
-       Muy gracioso- ella sonrió y se sentó a mi lado. -¿Qué hacías aquí?
La miré fijamente y vislumbre las invisibles pecas que no se veían desde lejos. La piel suave y blanquecina, que Sucrette tenía, destacaba y, al darme cuenta de que, incluso con aquella palidez ocultaba el hermoso secreto de tener pecas, me hipnotizaba. El cabello de ella estaba algo desordenado y estaba preciosa. Era muy bonita.
Ahora podía fijarme más en aquellos detalles que, antes, no podía porque debía acercarme mucho y no sabría, exactamente que estaba buscando.
Cerré mis ojos, totalmente relajado y me recosté mejor contra la pared.
-       Descansar- dije simplemente. -¿Qué querías?
-       Hm, simplemente quería verte- dijo, melosa.
Sabía que el color carmín la invadía, incluso aunque tenía los ojos cerrados, la conocía.
También conocía la forma en la que ella estaba tonteando con los dedos, nerviosa. Sabía que, probablemente, estaba pensando demasiado acerca de si acercarse a mí o no, porque no quería parecer una novia irritante. En el fondo se lo que acarreaba salir con ella y su lado romántico. Pero debo reconocer que me gustaba.
-       Hm, pues ven aquí-  estire mi brazo para permitirme abrazarla y  a ella para permitirle abrazarme.
Incluso aunque tenía los ojos cerrados, podía ver sus dudas. Sin embargo, acabo incorporándose y abrazándome fuerte con aquellos delgados y delicados brazos. Y casi podía jurar que ella había cerrado sus ojos, relajándose contra mí.
El silencio nos envolvió muy pronto.
Disfrutábamos del silencioso sótano, en compañía del otro, sin sentirnos incomodos o presionados, simplemente estando juntos en aquella silenciosa estancia del instituto que estaba impecablemente limpia.
-       He oído que Farres ha estado hablando de ti- Sucrette rompió el silencio. –No quise escuchar demasiado pero, parece que últimamente está muy atento a ti, ¿sabes por qué?
Abro mis ojos y la miro, está apoyada contra mí, con sus piernas estiradas pero cruzando sus pies entre ellos. Y me di cuenta de que, como sospechaba, había cerrado los ojos y sus largas pestañas descansaban fijas en aquellas pupilas cerradas.
-       Hm, no sé- Sonrió. –Supongo que estarán preocupados porque cierta chica rubia no quiere ser mi profesora particular-
-       Yo creo que Amber si quiere serlo, no pierdas la esperanza- me pica.
Me rió por la broma y ella termina riéndose conmigo.
Se separa de mí y me observa con aquellos intensos ojos violetas, nuestras risas han sido acalladas. Ella me mira como si fuera único y me muestra el hoyuelo de la felicidad absoluta. Está feliz conmigo, muy feliz. Sonrió con prepotencia, sin poder evitarlo y procedo a acariciar su cabello, pasando mis dedos hasta su nuca, donde decido atraparla para acercarla mucho más a mí.
-       Hm, podría recompensarte muy bien si aceptases ayudarme a estudiar, rubita-
-       ¿Qué recompensa y qué asignatura?- estudia la oferta de broma.
-       Anatomía.
Ella ríe y yo sonrió lascivamente, para clavar mis labios a los suyos. Esto era mejor de lo que nadie podría imaginarse.
•∞•
Sucrette
-       Entonces, ¿cuándo vas a decirle a Amber lo de tus clases?
-       Preferiría que fueses tú, me moriría por ver tu cara cuando te diga que acepta-
He hinchado mis mejillas de frustración y no ha dudado en apretarlas cariñosamente mientras se reía de mí. Alexy nos observaba desde lejos acompañado de Rosalya y casi he dado un salto al verlos mirarme tan fijamente.
Ahí es cuando Castiel miro hacia donde yo estaba mirando y suspiró, con un pequeño golpe amistoso me golpeo la frente y camino tras soltar un suspiro y un gesto de adiós. Ojala no me avergonzase tanto que no nos quitasen ojo, aunque creo que deberé acostumbrarme cuanto antes.
-       ¡Dejad ya eso, me ponéis de los nervios!
Ambos han reído con picardía y me acompañaron hasta la siguiente clase, donde se pelearon, una vez más, por sentarse a mi lado. Me reí y vi como Rosalya cogía el asiento con aire victorioso. Sin embargo, no pude evitar desviar la mirada de la conversación para ver a Castiel mirar por la ventana con aire distraído. Se ve tan guapo…
Sin darme cuenta, ya había entrado la profesora y saludado, Rosalya me dio un codazo y volví mi vista al frente al oir las impactantes palabras.
-       Hoy cambiaremos de asiento, básicamente voy a fijar yo los lugares, eso nos ayudará a no distraernos ya que, en menos de dos semanas, comenzaremos con los exámenes y quiero vuestra máxima concentración.
Mis ojos volaron hacia los de Castiel, quien también me estaba mirando hacia mí, nos sonreímos discretamente y comenzamos a ver pasar la lista con aquellos papeles que había preparado.
Tengo demasiada suerte.
Eses eran mis pensamientos cuando vi a Castiel sentarse a mi lado en el asiento de última fila.
-       No has tardado nada en correr hacia mí.
-       Muy gracioso- susurre mientras me acomodaba y abría mi libro.
Observe a Rosalya, con una mueca de desagrado hacia Amber y, en seguida, la vi mirar hacia mí y alzar los pulgares dándome la enhorabuena. Mis mejillas se colorearon y en seguida volví mi mirada al libro, maldita entrometida.
-       Creo que hubiese preferido a mi próxima profesora de anatomía al lado.
-       Sí, seguramente ella también- gruñí en voz baja, haciendo que Castiel soltase una sofocada risa.
Apretó mi cintura con su mano y me sobresalte pegando un brinco.
Mis mejillas se volvieron completamente rojas y golpee suavemente su mano, mientras intentaba recobrar la compostura a esos gestos, tan descarados, que él me había ofrecido segundos antes. No sé cómo puede estar tan tranquilo a mi lado, yo por el contrario soy un manojo de nervios.
-       Deja de hacer el idiota- gruñí.
-       No te pongas celosa.
-       No estoy celosa.
Castiel sonrió, inclinándose hacía mí. Demasiado cerca.
-       Claro que lo estás, no está mal admitirlo, ¿sabes?
Le saque la lengua y le toque la mejilla con el dedo mientras intentaba que girase su cara a otro lugar para que dejara de mirarme con esa intensidad que me ponía tan nerviosa.
-       Te vas a quedar sin clases de anatomía- bromee.
-       Hm, ¿estás segura? Puedo ser muy convincente, ¿sabes?
Y por un momento se me olvido donde estábamos y casi estábamos a punto de besarnos, nos faltaba nada casi podía sentir su aliento contra mis labios, pero en seguida vinieron a recordármelo.
-       ¡Los de ahí atrás, si pudieseis coquetear en horario extraescolar os iría mejor!- gruñó la profesora.
Creo que esto era incluso más vergonzoso que lo que acababa de decirme el chico que se sentaba a mí lado. Podría morir con esto ahora, y más al ver todas las miradas de los alumnos de nuestra clase centradas en nosotros. Sin embargo, dos personas, a parte del idiota de Castiel, estaban disfrutando el espectáculo.
Si queréis más dadme notes y reblogs.
38 notes · View notes
Waleed Khan, le disparan seis veces en la cara y sobrevive
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En diciembre de 2014, un grupo de militantes del Talibán irrumpieron en una escuela pública administrada por el Ejército de Pakistán en la ciudad de Peshawar, en el noroeste del país. Los hombres armados entraron a las aulas y dispararon de forma indiscriminada. Waleed Khan, de 16 años, relató lo sucedido. Advertencia: este artículo contiene detalles que algunos lectores pueden encontrar perturbadores. Cuando vine al colegio en Birmingham, Inglaterra, mis compañeros me hicieron muchas preguntas. "¿De dónde eres?" "¿Qué te pasó" "Por qué tienes la cara así?" Debido a mis cicatrices, lo que ocurrió en Pakistán es algo que no puedo ocultar. Y no es algo que quiera ocultar. Las cicatrices se extienden a través del lado derecho de mi cara y a través de la parte superior de mi boca. Al principio realmente me afectaron: cuando me miraba al espejo veía un recordatorio diario de lo que había ocurrido. En el colegio se me hacía difícil tener que contarle a la gente una y otra vez por qué las tenía. Así que decidí contarles a todos mi historia de una vez por todas. El colegio organizó una reunión especial para ello. Antes de comenzar a hablar se me entumieron las manos y me temblaban las piernas detrás del podio. Pensé que al menos éste me ocultaba y la escuela no podía verme temblar. Era la primera vez que me subía a un escenario desde el hecho, ocurrido tres años atrás.
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Waleed también recibió un disparo en la mano y otro en la pierna. No escribí mi discurso porque sabía lo que iba a decir. Cuando comencé a hablar, todos en la sala estaban en silencio, escuchando atentamente. Al principio no fui capaz de mirar a nadie, pero cuando pude hacerlo, vi que muchos estudiantes tenían lágrimas en los ojos. Mis profesores me dijeron después que nunca habían visto a sus alumnos tan callados como en el día en que hablé. A pesar de que estaba aterrorizado, y era doloroso recordar lo que había ocurrido, me forcé a subir al escenario a compartir mi historia porque mi pasado, y el de los amigos que perdí, me motivaron a hacerlo.
Un día cualquiera
Cuando desperté en la mañana del 16 de diciembre de 2014, era una día cualquiera. Me puse el uniforme y me reuní con mis amigos en el estacionamiento. Cada mañana antes del colegio nos sentábamos en la cafetería y desayunábamos juntos, a menudo discutiendo sobre cricket. Después nos dirigíamos a clase. Nuestro colegio en Peshawar, Pakistán, es lo que se llama una escuela del Ejército. Esto quiere decir que el Ejército administra la escuela, y estábamos acostumbrados a ver soldados alrededor. Así que no nos sorprendió que un comandante nos diera una charla sobre primeros auxilios en el auditorio.
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La entrada de la escuela del Ejército en Peshawar a la que asistía Waleed donde ocurrió el ataque en 2014. Toda nuestra escuela estaba dividida en alas: el ala escolar, el ala colegial y el ala infantil. Para la charla, tanto el ala escolar como el ala colegial tenían que asistir. Eso significó que la sala estuviera llena de estudiantes de entre 11 y 18 años. Yo tenía 12 años y era uno de los líderes estudiantiles más jóvenes que había tenido el ala escolar, que era algo de lo que mis padres estaban orgullosos. Uno de los privilegios que tenía era sentarme en el escenario con el director y, ese día, también con el comandante. Desde allí podía ver la cara de los otros estudiantes. Algunos días mis amigos trataban de captar mi mirada o me hacían caras para hacerme reír. Recuerdo que estábamos en la mitad de la charla cuando escuché un ruido ensordecedor.Era muy fuerte pero no particularmente fuera de lo común. Sólo semanas antes, el ala colegial nos hizo una broma y lanzó un cohete en el auditorio. Nuestros profesores no lo encontraron tan gracioso, pero nosotros sí. Esta vez, sin embargo, sonó diferente, no como un cohete. Aún así podía haber sido un simulacro del Ejército. Hubo risas y comentarios en la sala por la interrupción de la charla. Pero cuando el ruido comenzó a escucharse cada vez más cerca, las cosas cambiaron. Le pregunté a mi profesor, que estaba junto a mi en el escenario, si todo estaba bien. "No te preocupes, no te preocupes, todo está bien", me dijo. Algunos estudiantes se veían preocupados, otros estaban bromeando. Cuando el ruido se escuchó aún más fuerte, reinó el silencio en todo el auditorio.
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Waleed vive ahora en Birmingham, Inglaterra, donde está recibiendo más tratamientos médicos. Entonces supe que algo estaba mal.
Zona de guerra
Las sonrisas de los profesores comenzaron a desaparecer y rápidamente cerraron todas las puertas, dentro y fuera del auditorio. Uno de los profesores gritó que nos tiráramos al suelo y escondiéramos bajo nuestras sillas. Algunos de los estudiantes más jóvenes comenzaron a llorar. Yo me quedé donde estaba en el escenario, demasiado confundido para moverme. Ninguno de nosotros había escuchado nunca disparos tan cerca. Y, de pronto, derribaron la puerta y nuestro auditorio se convirtió en una zona de guerra. Cuando comenzaron los disparos no hubo ninguna pausa. Entraron gritando. Uno de ellos exclamó: "Disparen a los mayores en la cabeza". Gritó tan fuerte que todos lo escuchamos. Entonces me di cuenta de que yo todavía estaba en mi silla, tan conmocionado que no podía mover mi cuerpo para esconderme. Me quedé mirándolos. Incluso cuando uno de ellos apuntó su arma directamente contra mi, no pude moverme. El hombre estaba a unos 10 metros de distancia cuando disparó por primera vez contra mi cara. Cuando la bala hizo contacto con mi piel pude sentir un dolor agudo. Mi cara estaba herida y sangrando pero yo no estaba seguro de que lo que ocurría era real. Los disparos surgían implacables en todas direcciones. Les dispararon a mis amigos en la cabeza, manos, piernas y pecho, justo frente a mi. Desde el escenario lo pude ver todo. Pude ver a mis compañeros muriendo. Algunos instantáneamente. Otros lentamente. Incluso con sus cuerpos frente a mi, yo no podía aceptar que mis amigos estuvieran muertos cuando minutos antes habíamos estado riéndonos y charlando. Lo que más recuerdo es el dolor mental extremo. Yo estaba totalmente indefenso y creo que eso me destruyó por dentro.
Más disparos
Caí al suelo del escenario, desesperadamente tratando de rodar, buscando algún tipo de refugio bajo las sillas. Entonces fue cuando uno de los terroristas me vio moverme. Me disparó en la cara una y otra vez. Perdí la cuenta de cuántas veces me disparó.
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"Lo que más recuerdo es el dolor mental extremo. Yo estaba totalmente indefenso y creo que eso me destruyó en el interior". Pensé: "ya está, voy a morir aquí en el suelo de este escenario". La muerte no estaba muy lejos. No pude dejar de pensar en mis padres y en las promesas que les había hecho de convertirme en médico y de darle a nuestra familia una mejor vida. Supe que nunca los vería otra vez. La sala estaba ahora en silencio y los cuerpos comenzaron a desaparecer en una nube de pólvora. Los terroristas entonces centraron su atención en revisar si estábamos vivos, golpeando a la gente con sus armas para ver si necesitaban volver a dispararles. Cuando llegaron a mi, me patearon en el pecho y un grito me delató. Al ver mi cara que entonces ya casi estaba destrozada, asumo que decidieron dejarme morir dolorosamente. Después de lo que parecieron horas los escuché salir en dirección al ala infantil. Me puse la mano en la boca para sentir calor y ver si todavía estaba respirando. Sabía que estaba perdiendo mucha sangre y la parte exterior de mi cara parecía ser la parte interior de mi cara. Sin embargo, de alguna forma todavía podía ver. Podía escuchar. Mi mente seguía funcionando. Ya no tenía miedo. Después de todo, ¿qué más me podía ocurrir? Cuando traté de pararme, no pude hacerlo. Mis piernas no obedecían lo que les ordenaba. Así que comencé a arrastrarme hacia un lugar seguro. Cada pocos centímetros pensaba que me iba a desmayar por el dolor, y entonces me llevaba la mano a la boca para revisar, una vez más, que seguía vivo. Me decía a mi mismo: "Sigo respirando. Mientras siga respirando seguiré intentando con todas mis fuerzas respirar". Mis sentidos me salvaron la vida ese día. También destruyeron todas las posibilidades de olvidar cada detalle de lo que ocurrió. Cuando alguien del servicio de emergencia del Ejército me encontró, estaba casi inconsciente después de haberme arrastrado 30 metros. La mitad de mi cara había desaparecido y ni siquiera me había dado cuenta de que me habían disparado en la pierna. Lo único que no recuerdo de ese día es cómo llegué al hospital. Los terroristas habían destrozado mi cara hasta tal punto que cuando llegué a la sala de emergencias me dejaron con los cadáveres y no con los pacientes. Había perdido tanta sangre que mi cuerpo estaba paralizado. Traté de hablar, de hacer algún tipo de sonido para decirles que estaba vivo, pero no salía nada. Hice todo lo que pude para respirar profundamente, esperando que alguien me viera y me ayudara. La sangre que tenía en la boca comenzó a hacer burbujas.
Entre los cadáveres
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"A mis padres se les dijo que tenía 1% de probabilidad de sobrevivir". Después me dijeron que una enfermera me encontró entre los cadáveres. Me habían disparado en la cara seis veces, una vez en la pierna y una vez en la mano. Había sobrevivido el segundo peor ataque terrorista en Pakistán. Los hombres armados que atacaron mi escuela era del Talibán de Pakistán. La mayoría de las víctimas eran niños. Mis compañeros, que iban a ser los políticos, ingenieros y médicos del futuro, fueron aniquilados en minutos. Durante los dos años siguientes al tiroteo estuve atado a una cama de hospital y escasamente presente. Pasé de un coma a una cirugía tras otra. A mis padres se les dijo que tenía 1% de probabilidad de sobrevivir. En los momentos fugaces en que emergí del letargo, pregunté por mi mejor amigo. ¿Está vivo? ¿está bien? ¿cuándo podré verlo? Primero los médicos tenían que sacar todas las balas y proyectiles de mi cuerpo. Después tuvieron que empezar a suturar mi cara en muchas operaciones diferentes. Perdí los dientes frontales y mi quijada estaba totalmente destrozada, así que extrajeron hueso de mi pierna y me construyeron una nueva quijada con éste. Colocaron placas de metal dentro de mi boca y crearon una articulación. Esa fue una de las mayores operaciones a las que me sometieron. Si alguna vez me quedaba solo con un teléfono o tableta, trataba desesperadamente de buscar los nombres de los muertos, pero siempre me detenían las enfermeras o mis padres antes de que pudiera encontrarlos. Todos trataban de protegerme de más dolor y no los culpo por eso. En los meses después del ataque, me incapacitó la depresión y el trauma de lo que había ocurrido, además de los duros golpes físicos contra mi cuerpo. Me sentí casi al borde del suicidio. Oré para que no fuera real, y para que mis amigos estuvieran aún vivos. Y lloré cada día recordando el ataque. Después de muchas semanas, mi madre me dijo: "¿Que ocurrirá si lloras ahora? ¿regresarán tus amigos? Es mejor ponerte sano y volver a la vida otra vez y hacer algo por ellos para que todos puedan recordarlos para siempre". Esto se me quedó grabado. Volví a tener un propósito en mi vida.
Viaje a Reino Unido
Cuando los médicos en Pakistán ya no podían hacer más por mi, la complicada naturaleza de mis heridas me hizo viajar a Reino Unido para obtener asistencia médica especializada. El Ejército de Pakistán hizo posible que obtuviera el tratamiento. Desafortunadamente, esto significó dejar a mi mamá y hermana en Pakistán. Cuando llegué para mi primera operación, dos años después del ataque, mi papá y yo no conocíamos a nadie en Reino Unido. Al principio Inglaterra y Birmingham eran completamente extraños para mi. Me maravillé de las cosas más pequeñas. La comunidad nos dio la bienvenida de inmediato y ahora Birmingham es como un hogar lejos de mi hogar.
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"Ahora nunca volveré a dar por sentada la educación". En cuanto estuve lo suficientemente bien, todo que realmente quería es volver a la escuela. Algunas personas no podían entenderlo. Sé que lógicamente debería sentirme inseguro o triste en una escuela. Pero para mi es lo opuesto: es en la educación donde veo mi futuro. La escuela en Birmingham se siente más relajada. En algunas ocasiones todavía no puedo creer que todos los niños aquí tienen acceso a una buena educación, paz y derechos humanos, cosas que en Pakistán siempre habíamos soñado. A veces, antes del ataque, me quedaba dormido en la escuela o las clases parecían todas iguales. Pero ahora nunca volveré a dar por sentada la educación. Los terroristas que entraron a mi escuela ese día eligieron las bombas y las armas, pero para combatir el terrorismo en mi país yo elijo los libros y los bolígrafos porque creo que los terroristas no temen las armas, lo que temen es la educación.
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"Soy miembro del Parlamento Juvenil de Reino Unido, para el que me eligieron todas las escuelas de Birmingham". Mientras espero mi siguiente cirugía, voy a la escuela. Estoy estudiando para mi certificado de secundaria. También soy miembro del Parlamento Juvenil de Reino Unido, para el que me eligieron todas las escuelas de Birmingham. Escuchamos asuntos que plantean los jóvenes en nuestra área, y después una vez al año los llevamos a la Cámara de los Comunes. Cuando forcé mis piernas temblorosas al escenario de mi nueva escuela en Birmingham, nunca soñé que hablar sobre lo que había ocurrido me permitiría sentir que estaba haciendo una diferencia. Me preocupaba que la gente se riera y pensaba: ¿por qué alguien debe escucharme?. Después del incidente, casi perdí la fe en la humanidad. Pero cuando acabé la charla, mis compañeros me abrazaron y me mostraron tanto respeto, que ese día volví a tener un poco de esa fe. Desde entonces he dado innumerables pláticas motivacionales en colegios, universidades y compañías en todo Reino Unido. La última charla fue a estudiantes del SOAS (Escuela de Estudios Orientales y Africanos) de la Universidad de Londres. Quiero vivir la vida, no sólo para mi sino para todos los niños que murieron ese día y en otros ataques. Quiero que la gente nunca olvide a mis amigos y compañeros, porque estaban allí para estudiar para un mejor futuro, no para que los mataran. Es agradable volver a tener amigos, pero a los que perdí nunca voy a olvidarlos. RELACIONADOS: https://www.insecurityconsulting.com/pirateria-de-software.html https://www.insecurityconsulting.com/espionaje-y-ambicion-pilares-de-la-primera-fabrica-de-la-historia.html https://www.insecurityconsulting.com/los-carritos-del-cole-tambien-tienen-limite.html https://www.insecurityconsulting.com/contacto Read the full article
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narcoticeffects · 5 years
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J.
Me da mucho miedo que en el futuro seas con otra persona lo que no fuiste conmigo. Que por amor a ella hagas cosas que nunca hiciste por mi. Las mismas cosas que te pedí hace tanto tiempo y por las que aún espero sin obtener respuesta alguna.
Me da miedo porque sería reafirmar lo que ya sé: no soy lo suficientemente buena para entrar del todo a tu corazón y para que me quieras como merezco ser querida.
De pronto pensarás que pido demasiado o que estoy exagerando, pero no es así y en el fondo tu lo sabes. Tampoco estoy dudando de tu cariño, es sólo que no me basta con tus demostraciones de amor.
Creo que si realmente me amaras cederías un poco e intentarías mejorar para hacerme feliz, aunque eso implique renunciar a una pequeña parte de ti. O signifique hacer por mi lo que para ti antes resultaba imposible. El amor es eso, sacrificio y entrega. En el amor no hay espacio para las limitaciones y el egoísmo. Lo sé porque muchas veces he dejado a un lado lo que soy, por ti. Para verte bien, para verte alegre y para que estés a gusto.
No hay nada peor que sentirme condicionada por ti... mientras yo desbordo todo mi amor sin importarme el mundo o lo que piensen y digan los demás, tu te sientes incómodo con el hecho de que los demás sepan que estas conmigo y que te amo. Reparar en ello me pone muy mal. Ya debería valerme, pero no, aún me duele, sólo que ahora prefiero fingir que no me afecta. Pienso que poco a poco me voy acostumbrando a que me ignores y seas indiferente.
Tengo memorizada tu voz diciéndome "es que yo soy así", "es que tu no entiendes, ¿cuándo vas a entender? ", "¿qué más quieres?", "Todos saben de nosotros" y bah, empiezo a sentir que fastidio y lo dejo pasar. Pero he aprendido a conocerte y se que eres capaz, porque antes lo has hecho y porque con seguridad puedo decir que cuando llegue la persona correcta para ti, por la que sientas lo que yo siento, lo harás nuevamente. Si, acabo de decirlo: no soy la mujer de tu vida. No sé que soy ni lo que significo y eso me llena de ira, porque de verdad he intentando con todas mis fuerzas que lo nuestro se de, que tenga futuro, pero no se puede forzar lo que no esta destinado a ser o exigir que te quieran de la forma en que quieres ser querido. Simplemente no se debe pedir lo que no nace del corazón.
Aunque me duela aceptarlo, seguirás siendo quien eres, ni siquiera mi amor y el tiempo juntos podrá cambiarte. Si sigo aquí, tendré quen conformarme a sentir que soy tu secreto siempre. A no exponernos demasiado. A salir a lugares donde no hayan muchas personas. A evitar postearte cosas bonitas. A nunca subir juntos una foto o una historia en alguna red social. Nada. Así yo muera por hacerlo tendré que aguantarme las ganas. Y no se si quiero eso, porque no es el tipo de relación que me gusta o que esperaba. A mi parecer las personas merecen ser presumidas como si se hubieran ganado el puto baloto. Sentir orgullo por la persona que llevas de la mano, jamas pena o lo que sea que sientas tú. Muchas veces creo que es porque no soy la única, pero jamás podré saberlo.
Te lo he dicho: no encajo en tu mundo, no sigo tus reglas y no voy a tu ritmo. Mereces una persona que se parezca un poco más a lo que estas buscando. Y yo una persona con quien no sienta dudas, inseguridades y que tenga el mismo concepto de relación que yo. Pero en serio, te juro que quería que fueras tú.
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