No tienes idea lo mucho que me gustas. Me tienes imaginando una vida juntos, el sabor de tus besos y todas las experiencias de la vida que podríamos vivir juntos… Sin embargo, ahí se queda todo, en fantasías.
Te vuelvo a recordar junto a mi boca, vistiendo de fantasías todo aquello que me provoca amarte sin fin, de tu cuerpo fundiéndose con el mío, de tus besos que son pasión, placer y tentación.
Mi mente te evoca y te siento aquí conmigo; parece que no te marchaste, me dejaste impregnada de tu aroma, tu perfume se grabó a fuego en mi cuerpo, tu esencia se tatuó a mi piel y mi boca.
Me emociona y me deja temblando tu imagen, tus abrazos y el roce de tus manos cuando febriles paseaban por mi dermis.
«Podemos pues decir que la era del consumo, al ser el resultado histórico de todo el proceso de productividad acelerada bajo el signo del capital, también es la era de la alienación radical. La lógica de la mercancía se ha generalizado y hoy gobierna, no sólo el proceso de trabajo y los productos materiales, sino también la cultura en su conjunto, la sexualidad, las relaciones humanas, hasta las fantasías y las pulsiones individuales. Esta lógica lo abarca todo, no sólo en el sentido de que se objetivan y manipulan todas las funciones, todas las necesidades, atendiendo al provecho, también en el sentido más profundo de que todo se vuelve espectáculo, es decir, todo se presenta, se evoca, se orquesta en imágenes, en signos, en modelos consumibles».
Jean Baudrillard: La sociedad de consumo. Siglo XXI, págs. 244-245. Madrid, 2009.
Me encontraba trabajando en distintos oficios; entre esos, en una cafetería, como vendedora freelancer para una boutique de vestuario. Todos ubicados en providencia, una comuna muy bonita, elegante y central de la capital.
Mis días comenzaban después de la 4pm, cerca del atardecer, la parte favorita del día donde puedes ver la transición de colores en el cielo adornado por las luces dinámicas de las calles y edificios que estimulaban mi mente para comenzar a laburar.
Uno de los lugares donde trabajaba, el café bistró, se ubicaba en la base de un rascacielos que me gustaba subir para contemplar la noche de luces dinámicas.
Por mis trabajos solía relacionarme con mucha gente, con algunas tenía más confianza, aunque la relación no pasaba más allá de lo que se intercambiaba.
Era un día cualquiera. Me dirigía a la boutique, cuando había visto a una actriz, pero con lo creídos que son los actores, no pesqué. Al terminar la jornada de trabajo, me tocaba ir al café bistró. Fue en el trayecto donde me intercepté con tres personas full producidas, entre ellas, un hombre que me miraba con familiaridad y me dijo que desde hace un par de días quería contactarme para ofrecerme un papel secundario en una teleserie, luego de haber escuchado sobre mis características de una clienta del bistró quien me recomendó. Le pregunté si tenía que aprender varias líneas, si tenía que actuar, ya que nunca lo había hecho, y eso me emocionaba aún más. Después de haber concordado, el hombre, productor de la serie, me compartió la dirección del lugar al que tuve que ir ese mismo día.
Ya me encontraba en el set, una casa antigua que colindaba con un edificio y una plazoleta cerrada para la actuación. El productor apenas me vió, me indicó el lugar para cambiar mi vestuario y después presentarme en el punto de filmación. Camino a cambiarme, comenzó a subirme la adrenalina que me provocaba pensamientos autoboicot, y me hacían cuestionar si me encontraba en el lugar correcto, hasta que me encontré con la clienta del bistró, resultó ser la guionista de la serie, quien muy cálida me instó a atreverme a actuar.
Estaba lista en el set, en el que se encontraba también la actriz que me crucé el otro día. Ciertas personas me entregaban las indicaciones para desenvolver mi papel un tanto espontáneo. La escena comenzaba bajando las interminables escaleras de emergencia expuestas a un costado del edificio con el cielo estrellado de fondo...
En un breve momento, me encuentro inmersa en mis fantasías, mientras me envuelvo en un abrazo imaginario lleno de calidez. El sonido de la lluvia chocando se asemeja al rozar de dedos acariciando el anhelo, y un pensamiento cargado de deseo se desliza entre mis cobijas, delineando la figura de tu presencia efímera.
Vences mis miedos, capturas mi esencia, eres mis sueños, cumples mis fantasías...
Contigo mi vida se complementa, somos el Ying y el Yang, blanco y negro, día y noche, tristeza y alegría... Nos complementamos, nos necesitamos para ser dupla, tú qué por ser sol y que haces posible que yo brille en la noche. Tal para cual somos los dos sin remedio.
No estoy enamorada de él, sino más bien de su recuerdo, de lo que fue y de lo que no pudo ser. Estoy enamorada de un poema de amor que nunca fue escrito...
~Melpómene