Tumgik
#juvenil
wenwan47 · 5 months
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Te extraño
Me duele el hecho de saber que ya no estás aquí ! Y despertar con un vacío en mi es que me va matando
Te extraño como si hubiéramos vivido una vida juntos
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"No me arrepiento de ningún segundo contigo... Y nunca lo haré".
Hermoso Desastre, Jamie McGuire.
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loshijosdebal · 2 months
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Capítulo VII: La visión de Idgrod
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Alicent, Joric e Idgrod se reunieron tras el aserradero al caer la tarde, cuando ya habían cumplido con sus quehaceres. Habían pasado unas tres semanas desde el Festival de la Bruma y, pese al mal presagio, las cosas seguían igual en Morthal. 
Casi todas, pensó Idgrod al reparar en que Alicent miraba una vez más en dirección al camino que unía el aserradero con el pueblo, mientras apretaba ansiosa la falda de su vestido con una mano. Siguió su mirada y la esperanza de su amiga le produjo ternura; la densa niebla ya había caído sobre la comarca y era casi imposible ver nada que no estuviera en un radio de tres metros a la redonda.
—¿Habéis quedado otra vez? 
A Alicent se le escapó una sonrisa y asintió. Desde el festival, cada vez que Seth visitaba Morthal buscaba un rato que pasar con ella. Aunque al principio no le había hecho gracia la idea, su presencia había ayudado a su amiga a sobrellevar el hecho de no haber podido hacer su ofrenda anual.
—Pasó antes por la tienda para preguntar por los huevos de cabro. —Idgrod apretó los labios para no reír por la forma en que Alicent llamó a los cauros. Pero no dijo nada, para no avergonzarla—. Se fue rápido, pero prometió que luego vendría a buscarme.
Idgrod miró a su hermano de reojo, notando que apretaba los puños con un enfado que se reflejaba en su mandíbula tensa.
—De verdad que no sé qué le ves, Ali. Da miedo, con esa mirada fría parece que te quiere robar el alma. —Su expresión se tornó teatral, y un escalofrío fingido recorrió su espalda—. Y esa sonrisita falsa —siguió—, me pone de los nervios. Ese tipo no es trigo limpio, escuchad lo que os digo.
Idgrod vio como su amiga se ponía a la defensiva. Ahí van otra vez.
—Para ya de hablar mal de él, Joric —protestó Alicent en un tono infantil—. Solo intenta ser amable y hacer amigos, ¡no te ha hecho nada!
—Por su culpa no pudimos hacer nuestra ofrenda, ¿¡te parece poco!? 
Idgrod intervino antes de que volvieran una vez más sobre el mismo tema. Habían discutido aquello al menos siete veces desde el festival.
—Chicos, parad de una vez. De verdad, empiezo a no saber cuál de los dos está más obsesionado con Seth.
Ambos se cruzaron de brazos y desviaron la mirada, cada uno a un lado. Se formó un silencio incómodo que se prolongó varios minutos. Entonces tuvo una idea. Quizá no era la mejor broma del mundo dado el contexto, pero no pudo resistirse.
Quedó inmóvil, como paralizada. Tensó los músculos de su cuerpo y entrecerró los ojos, haciendo todo lo posible por dejarlos en blanco antes de romper a temblar, como si hubiera caído en trance. Su interpretación debió de ser lo bastante creíble, ya que no tardó en sentir que alguien a su espalda la sostenía por los hombros.
—Tranquila, estoy aquí —murmuró su hermano con tono protector.
Se sintió un poco culpable por lo que estaba haciendo, pero ya no tenía sentido echarse atrás. Empezó a hablar con voz trémula.
—Alicent, te veo cruzando el templo de Mara. Y ahí está Seth junto al altar, esperándote. Pero, ¡oh no! Joric irrumpe en el templo, espada en mano, listo para desafiar a Seth por tu mano.
Relajó la mirada, curiosa por ver sus expresiones. No pudo ver a Joric, que seguía a su espalda, pero Alicent la miraba con el ceño fruncido y los labios entreabiertos, confundida. Aquello le arrancó una carcajada que fue incapaz de contener. 
Joric la soltó de golpe al escuchar su risa, y cuando se giró vio el reproche en su expresión dolida. 
—No tiene gracia, idiota —masculló con la voz ronca—. ¿Sabéis qué? Me vuelvo a casa. Tengo que hacer algunas cosas. 
—Oh, vamos Joric. No seas enfadica. 
Joric se limitó a alzar una mano reafirmando su despedida, antes de perderse entre la niebla. Idgrod intercambió con Alicent una mirada cargada de remordimiento. 
—¿Crees que me he pasado?
Alicent no sabía mentir y desvió la mirada.
—Sí… pero creo que yo también. No debería hablar de Seth cuando estamos con Joric…, ¿verdad?
Idgrod se acercó para abrazarla; Alicent era la persona más dulce y empática que conocía. Incluso en aquella situación, no podía evitar sentirse mal por herir los sentimientos de Joric a pesar de que este no tenía ningún reparo en intentar boicotear su relación con Seth.
—A Joric le gustas mucho, Ali —confesó sin romper el abrazo—. Vas a tener que ser paciente con él. 
—Pero a mi me gusta Seth —replicó Alicent con un tono cargado de culpa, alejándose un poco para hacer contacto visual. 
Sus manos quedaron sobre los hombros de Alicent y rodó los ojos.
—No me digas. No lo había notado.
En ese momento, una figura cobró forma entre la niebla. Idgrod afinó la mirada con la esperanza de ver volver a su hermano pero, en su lugar, vio llegar a Seth Athan. Intentó avisar a Alicent con un gesto mudo.
—¿Interrumpo algo? —preguntó al llegar hasta ellas. Seth tenía una sonrisa apretada, como si algo le estuviera haciendo gracia. Por un momento, Idgrod dudó si habría escuchado algo de lo que hablaban. 
Dejó caer las manos de los hombros de Alicent al tiempo que esta giró como un resorte para saludar a Seth.
—No —se apuró a decir, sin quitarle la vista de encima. Sonreía como no lo había hecho en toda la tarde—. Te estaba esperando. 
Seth, por su parte, destensó la sonrisa al escucharla y le tendió el brazo a Alicent. Aquella situación la hizo sentir incómoda. Alzó la mano para saludar a Seth, pero también dispuesta a despedirse de ambos. Cuando su amiga vio su gesto, abrió mucho los ojos y miró a Seth, haciendo uno de sus pucheros. Siempre ponía esa expresión cuando quería algo.
—Seth, ¿qué te parece si hoy nos quedamos con Idgrod? Así os podéis conocer mejor, aprovechando que no está Joric.
Seth asintió sin necesidad de pensarlo, como si la idea le pareciera estupenda. Idgrod sintió cierto alivio ante la oportunidad que se abría. Tenía sus reservas sobre la relación de Seth y Alicent; ella era dulce y un poco ingenua. Le preocupaba que él pudiera aprovecharse de eso. Con un poco de suerte, aquella tarde podría salir de dudas. 
Seth tomó asiento en uno de los troncos y Alicent no tardó en ir a su lado. Ella, por su parte, se quedó de pie, frente a ambos.
—¿Qué tal estás llevando todo lo del festival? —empezó Idgrod. 
Seth la miró como si no supiera a qué se refería. 
—¿Lo del festival?
—La gente sigue hablando de lo que pasó. Y de ti. Imagino que no están siendo muy amables —se explicó.
—Ah, eso. Sí, pero mientras Ali y tú no hagáis caso de lo que digan, todo irá bien.
Idgrod se volvió hacia Alicent, que seguía sin apartar los ojos de Seth. Desde que había llegado parecía como si para ella no hubiera nadie más que él. Podía entenderlo; Seth no solo era atractivo, sino que también cuidaba mucho su apariencia. Joric tenía un punto en lo referente al peinado; de algún modo Seth conseguía estar siempre impoluto, incluso tras haber cabalgado a Morthal desde el Cerro.  
—Sigo pensando que es muy injusto —intervino Alicent—. Tú tampoco pudiste hacer tu ofrenda.
Tras el comentario, se formó un silencio que cayó con tanta pesadez como lo hacía la bruma sobre Morthal. Idgrod pensó en su hermano y en su amiga, en el peligro que se cernía sobre ambos. Comprendió por la expresión de Alicent que ella estaba pensando en lo mismo.
Seth rompió el silencio.
—¿De verdad os sentís tan inseguras por ello? 
—Los ritos son importantes por algo. No cumplir con ellos trae consecuencias. Siempre lo hace, ¿por qué si no iba a haber tanta literatura al respecto?
Seth resopló. 
—Lo sé, pero… ¿no os parece sospechosa la fecha del festival? 
—¿Qué le pasa a la fecha? —preguntó Idgrod.
—Coincide con el día de Mephala —explicó él.
—¿Mephala? —repitió Alicent. 
—Es la daedra de las mentiras, los secretos y las conspiraciones —respondió Idgrod, todavía mirando a Seth contrariada—. Pero eso no tiene sentido… 
—Si lo piensas bien, al hacer la ofrenda revelas parte de tus temores. Cualquier seguidor de Mephala encontraría muy interesante esa información. 
Buscó la forma de rebatir su tesis, pero no se le ocurrió nada. Seth tenía razón. No sabía cómo se le había podido pasar por alto aquello. Lo miró impresionada. Tener a alguien en el grupo que compartiera sus intereses intelectuales era algo nuevo y estimulante.
—Pues es verdad —admitió Idgrod.
—Seth sabe mucho sobre daedras —dijo Alicent inocentemente. 
—¿Lo hace? —Idgrod intercaló una mirada entre su amiga y Seth, quien sonrió.
—Mi tutor me enseñó todo lo que consideró necesario para poder desenvolverme en el mundo. 
—¿Y entre esas cosas había todo un capítulo sobre daedra?
Seth se encogió de hombros, restándole importancia.
—Y aedra. 
—¿Cuál es la diferencia? —quiso saber Alicent. 
La pregunta consiguió irritar un poco a Idgrod. Seth se dio cuenta y se adelantó. 
—Daedra lleva una d al principio y aedra no lleva nada —comentó en broma, arrancándole una sonrisa a Alicent—. No, pero, hablando en serio, podría decirse que la diferencia fundamental es que, mientras que los aedra no suelen intervenir directamente en el mundo, a los daedra les encanta entrometerse en la vida de los mortales. 
Aquello hizo sentir a Idgrod un poco más cómoda. Tal vez se había preocupado por nada y a Seth realmente le gustaba Alicent, dedujo por la paciencia y la forma en que se lo había explicado. Además, Alicent le estaba prestando atención, algo que ni ella misma había conseguido. Quizá Seth fuera una buena influencia después de todo. 
—Pero Akatosh se manifestó durante la crisis de Oblivion —apuntó Alicent. 
Su comentario, exacto y oportuno, sorprendió a Idgrod. Seth también la miró con curiosidad, como si no se creyera que ella hubiera dicho aquello. 
—¿Y tú cómo sabes eso? —preguntó Idgrod. 
—Por un cuento. Mi padre me lo contaba cada noche antes de dormir —respondió Alicent ofendida, probablemente porque parecieran tan extrañados de que ella también supiera cosas. 
Idgrod intercambió una mirada perpleja con Seth. No conocía ningún cuento sobre aquel hecho histórico. 
—¿Recuerdas cómo se llama? —preguntó.
—Qué va. ¿Nunca os lo han contado? —Idgod y Seth negaron a la vez—. Qué raro… ¿A vosotros qué cuentos os contaban? 
—Pues… Sobre todo de Hermaeus Mora —respondió Idgrod—. Por las visiones.
Seth, que había estado escuchando en silencio, la miró de pronto con súbito interés. 
—Hablando de eso, Idgrod…, la visión que tuviste el día que nos conocimos ¿podría estar relacionada con lo que pasó durante el festival?
Idgrod miró hacia Alicent instintivamente. Su amiga la miraba con curiosidad, y también con un ligero reproche. No le había hablado de aquella visión. No porque le gustara guardar secretos, sino porque no había querido asustarla. No pudo evitar lanzar una mirada cargada de reproche a Seth, que alzó ambas manos.
—Discúlpame si he hablado de más. Imaginaba que se lo habrías contado. 
Idgrod negó con un suspiro, restándole importancia al asunto. Hundió los hombros y cerró los ojos, buscando la mejor forma de compartir con ellos lo que había visto. Ya no tenía sentido seguir ocultándolo. 
—El mes pasado tuve una visión, Ali. No te lo había contado porque la visión no es del todo clara y no te quería preocupar —se justificó.
Alicent asintió y miró a Seth de reojo con nerviosismo, pero él no se dio cuenta. Tenía los antebrazos sobre las pantorrillas, y la miraba con sumo interés.
—¿Qué viste? —preguntó él.
—Como decía, fue algo confuso. Mi madre insistió en que probablemente no sería nada pero… había fuego, gritos y magia —tragó saliva y desvió la mirada un instante, antes de clavar los ojos en los de Seth—. Magia negra. 
A Alicent se le escapó un gritito de horror y se tapó la boca con ambas manos. 
—Nigromantes —dijo en un susurro lo bastante alto como para que ambos pudieran oírlo. Idgrod asintió lentamente y Alicent volvió a hablar, ahora en un tono más alto— ¿Por qué no dijiste nada antes?
—Me imagino que la jarl querría mantener la información en secreto para no alarmar al pueblo —intervino Seth. 
Quiso dedicarle un gesto de gratitud, pero él había pasado un brazo por los hombros de Alicent y ambos intercambiaron una mirada; la de ella, asustada, contrastaba con la seguridad de la de él. A Idgrod le dio la impresión de que estaban teniendo una conversación sin necesidad de intercambiar palabras. Que Alicent se relajara un poco en lugar de romper a llorar se lo confirmó.
En cuanto pareció más calmada, Seth la soltó para volver a centrarse en el tema. 
—¿Cómo puedes estar tan segura de que era magia negra? —preguntó con seriedad.
Idgrod apretó los labios. Había evitado a propósito el detalle más escabroso de la historia, pero Seth no parecía dispuesto a pasar nada por alto. Quizá sea la actitud más adecuada si queremos estar preparados para lo que viene.
—Los padres de Agni estaban allí. Pero… No estaban como siempre. Estaban reanimados, lo sé. 
—¿Reanimados? —preguntó él.
—Era como si sus ojos no tuvieran vida. Daban miedo. 
Recordar aquello le provocó un escalofrío. Seth entrecerró los ojos, su expresión seguía cargada de interrogantes.
—¿Viste algo más? ¿Algún detalle que nos pueda ser de ayuda? 
Idgrod se esforzó por hacer memoria, repasando una vez más el batiburrillo de imágenes que habían asaltado su mente en aquel día. Al forzarse a recordar, cayó en algo en lo que no había reparado antes y abrió mucho los ojos.
—¡La nieve! —exclamó mirando a Seth— La nieve empezaba a fundirse, pero todavía cubría el suelo. Eso solo puede significar que ocurrirá…
—Justo después de mi cumpleaños —la cortó Alicent con un hilo de voz. Idgrod la miró y notó que temblaba. En aquel rato, sus ojos se habían empañado—. Yo no quiero que un nigromante me robe el alma, Seth. No quiero que mi alma vaya a Puerto Gélido.
Idgrod frunció el ceño, preguntándose qué clase de historias le había contado Seth. No obstante no le dio más importancia de la cuenta. Él había demostrado cierta pasión por la mitología, así que supuso que le habría hablado de Molag Bal tras el festival. Sin embargo, no le terminó de gustar que le hubiera hablado de aquello a Alicent. Mucho menos, después de lo ocurrido. Claro que Seth no la conocía como ella lo hacía. Quizá debería intercambiar con él unas palabras si aquel par pretendía seguir compartiendo tiempo.
Entre tanto, Seth había tomado el mentón de Alicent, que ahora lo miraba con las emociones a flor de piel aunque intentando reprimir el llanto.
—Shh, Ali, ¿qué te he dicho yo? —preguntó con un tono firme.
 Ella intentó responder, pero se le quebró la voz. Necesitó un segundo intento.
—Que no me pasará nada mientras estemos juntos.
Seth cabeceó secamente, como afirmación.
—Morir a manos de un nigromante es una de las cosas más horribles que te podrían pasar, ¿crees que dejaría que te ocurriera algo así?
Idgrod frunció el ceño. Aunque las intenciones de Seth fueran buenas, su elección de palabras había sido terrible. Le bastó una mirada para confirmar que habían asustado a Alicent más de lo que la había aliviado. Tanto que la joven finalmente rompió a llorar. Fue a abrazarla por instinto, pero Seth se adelantó. Alicent buscó refugio en su pecho.
—Lo siento, no quería asustarte —se disculpó él, acariciando su espalda.
Idgrod se quedó ahí sin saber qué hacer además de luchar contra la estúpida sensación de celos que le había entrado al sentirse desplazada por él. Así que empezó a caminar de un lado a otro, inquieta. 
—Ali, ninguno dejaremos que te pase nada malo. Encontraremos el modo de que estés a salvo —prometió, intentando ayudar.
 —Además, las visiones de Idgrod no siempre tienen que cumplirse ¿verdad?
Seth la miró fijamente, esperando su respuesta. Idgrod dejó de caminar y desvió la mirada. No tenía sentido mentir. No cuando Alicent ya sabía la verdad de primera mano. 
—Siempre lo hacen —respondió Alicent, aún con la voz cortada.
—Siempre hay una primera vez para todo. No pienso permitir que un puñado de nigromantes tome Morthal.
La voz de Seth fue seca, tajante. Tanto que a ella misma le sorprendió. Era como si aquello le hubiera afectado de un modo personal. Volvió a mirarlos a tiempo de ver a Seth de pie y a Alicent con los brazos todavía alzados hacia al chico.
Seth se alejó unos pasos en dirección al camino que bordeaba el aserradero antes de volverse hacia ellas. Idgrod escrutó su expresión; era seria y estaba llena de determinación. También había algo más. Parecía molesto. O enfadado. Pero aquello no tenía demasiado sentido; a fin de cuentas, acababa de mudarse al pueblo, ¿por qué le habría de afectar aquello tanto? 
—Tengo que irme —se intentó despedir él.
Pero Alicent se levantó y fue tras él, volviendo a abrazarlo.
—Quédate un rato más, por favor.
Él la separó, tomándola de los hombros. La miró a los ojos, sin ablandarse. 
—No puedo. Lo siento. Hay algunas cosas que debo hacer. 
Tras estas palabras, soltó a Alicent y, por último, miró a Idgrod y se despidió con un cabeceo antes de girar sobre sí. Echó a caminar e, igual que había llegado, Seth Athan desapareció entre la niebla.
En un claro de bosque bañado por la luz crepuscular, tres jóvenes se encuentran en medio de una reunión secreta. La escena se centra en Idgrod, una joven con expresión intensa, ojos cerrados y manos levantadas como si recibiera mensajes del más allá. A su alrededor, Alicent y Joric observan con una mezcla de asombro y escepticismo. La atmósfera es tensa, cargada de expectativa. A pesar de la seriedad del momento, un atisbo de sonrisa juguetona se asoma en los labios de Idgrod, insinuando que todo es parte de una elaborada broma. El entorno está envuelto en una tenue niebla, añadiendo un aire de misterio y anticipación. Esta imagen debe capturar el momento justo antes de que Idgrod revele la verdad, jugando con la dualidad entre lo sagrado y lo profano, lo místico y lo mundano.
Imagina una escena de tarde, tras el aserradero de una villa medieval a orillas de un río cenagoso, donde una chica adolescente de piel blanca, pelo castaño oscuro y lacio, cara larga y ojos pequeños está de pie y finge tener una premonición. Pone los ojos en blanco, finge temblar y parece estar en trance. A su espalda, su hermano varón la sujeta por los hombros, preocupado por su hermana.
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excusasbaratas · 9 months
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ALTA CONSONANCIA
Te creo porque te creo
y en mi descrédito
te recreo en el credo
vespertino del amor
maduro y juvenil,
que es, por siempre,
desleal en alta fidelidad.
Máximo E. Guiral
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mel301201 · 4 months
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𝐸𝓉𝒽𝒶𝓃 - CAP. 1 (on Wattpad) https://www.wattpad.com/1408083127-%F0%9D%90%B8%F0%9D%93%89%F0%9D%92%BD%F0%9D%92%B6%F0%9D%93%83-cap-1?utm_source=web&utm_medium=tumblr&utm_content=share_reading&wp_uname=Mel301201&wp_originator=aFm%2BBBdiEwgiQ31UOeh9ixQzrlWQA2H7Sx0FDse73C1oSKA4N%2BJX1KLRWhDmcTfE65Hp%2FTPUz6MqC3huTfxhYLIfEInFA6gHwdpS6Lpf6LKLWUVf95Oh2u8qPpRW%2FQCK Acaso las personas nunca serían reales, nunca mostrarán su cara tal y como es... eso era lo único que mi corazón me decía, lo único que busco es una cara libre de mentiras, sin falsas esperanzas, sin falsos sentimientos, una confidente y amiga... -Me mentiste -Y tu desapareciste -Porque estaba segura de tus engaños -Pregúntale a la abuela ella sabe la verdad -De que hablas, no la metas en esto, ese niño es tu hijo. -No, nunca te traicione,, yo te amaba -¿Me amabas?...
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archivodemargenes · 1 year
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j-juvenil
contenido mas de peques y amor jovenn
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missgeneralreylo · 1 year
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An Opportunity to love. (REYLO FIC) - Tiempo al tiempo (on Wattpad) https://www.wattpad.com/1019848688-an-opportunity-to-love-reylo-fic-tiempo-al-tiempo?utm_source=web&utm_medium=tumblr&utm_content=share_reading&wp_uname=Ladywhiterose&wp_originator=0brXYSRDhhDRBfpIbIO%2B%2FNYzeMc0XIuLpXunFTR88pXzwG7uQhqEkkcFDkeWi9XnynPfPn7qE6VDlXNDV4CWyT9zEOotbMLGGHlVf%2BbWEhI9f3i1aqnC3LzB9YmvE5Vb Dos almas, dos personas con un pasado similar, un dolor igual que los hará conocer poco del uno como del otro, una historia de amor, pasión y nuevas oportunidades de amar. Dos personas distintas pero que se necesitaran para sobrevivir y volver a sentir aquello que pensaron no volver a vivir...AMOR. #REYLOFIC
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estrellyttabravo05 · 5 months
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FELINOS NOCTURNOS (on Wattpad) https://www.wattpad.com/story/276933914-felinos-nocturnos?utm_source=web&utm_medium=tumblr&utm_content=share_myworks&wp_uname=Estrellytta_bravo05&wp_originator=blQEDTaLym2NvErhbEcbEZuwQ5g80CFAET0Wif4PD1PIUhShnwvL5RLV5xONq9EJtpQ7k7rX5F1jptPLsGy2aHkxpQCaDZcwXGZ7gkvMJU9oK7nGpSPZQl5ti03BIHiv Andy se adentra a un mundo mitologico Maya, en donde conoce a un inteligente y desalineado compañero, Cirilo, quien lleva de nombre este pequeño felino tiene la mision de proteger y salvar a su nueva dueña, pero ¿Podrá lograrlo?, los desafios cada vez son mas dificiles para ambos, teniendo en cuenta que existen diferentes demonios y dioses dentro de esta mitologia. Conoce a Marco, Kim y unete a este triangulo amoroso que se desarrolla a lo largo de la historia. *Se agrego la segunda parte de esta historia *NUEVOS CAPITULOS TODOS LOS JUEVES*
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kinart05 · 2 years
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profundak · 1 year
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Cálido
Querido lugar  cálido, es verdad que esta noche prometerás llevarte los malos sueños, para así dormir con  los buenos recuerdos.  Hasta ahora solo sé que volver al pasado podría  remedir el desastre que he creado. Mientras tanto el ayer  nos observa con dureza y sólo tú  calmas su existencia.  Es verdad que tu presencia logra quitar el peso de la culpa y tus manos pueden crean nuevos…
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mireiadnh · 10 months
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Un rincón oscuro está en wattpad y merece más visibilidad. Voy a presentaros a los personajes y tal. (Ilustraciones de Vincent L. Ochoa)
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Diana: Ilustradora de treinta y tantos que no encuentra su lugar. Tiene una enfermedad crónica que hace que esté cansada todo el tiempo.
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Maggie: Youtuber de belleza y contenido de temática trans. Universitaria, muy inteligente, enfrentándose a la incomprensión en su día a día.
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Mike: Es músico, tiene una banda con su novio. También es gamer profesional. Es un poco-muy insolente.
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Elisabeth: Muy activa. Lleva un blog de moda y estilo de vida.
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Linda: La adolescente del grupo. Tiene un canal de youtube. Su madre controla todo lo que hace. No tiene opiniones propias y sufre depresión, aunque no lo sepa.
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Sam: Trabaja en una cafetería en carcasonne, tiene un blog de música. Es buena gente, aunque a veces es sobreprotector.
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Tomás: El empleado del anfitrión al encuentro. Dice que no sabe nada sobre quién los ha invitado y tiene malas pulgas.
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Sydney: Tiene un secreto y es obvio. Luchadora.
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wenwan47 · 5 months
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Ella me dijo
- Tienes que aprender a estar solo y enamorarte de su soledad, no puedes depender de nadie
Y tenía razón, me dolió pero lo acepte con una leve sonrisa llena de tristeza, pero debía enamorarme de mi soledad y aferrarme a ella, por qué al final es la única que se quedó cuando tú te fuiste
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bookloverrr23 · 8 months
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♡RESEÑA♡
Libro: Hush, hush
Autora: Becca Fitzpatrick
Género: Novela, ficción adulto joven, novela rosa, literatura fantástica, romance paranormal
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Hello, hello! Parkour, otra vez.
Hush, hush, fue un libro que leí hace mucho, mucho tiempo, sinceramente que abandoné y retomé otra vez, porque en serio quería ver si despertaba algo en mí... Pero no lo hizo.
Como hubo un tiempo en donde lo veía por todas partes, me dí la oportunidad de leerlo, porque bueno, asumimos que si un libro es TAN popular, debe ser MUY bueno, pero a veces eso falla (porque recordemos que no todos tenemos gustos iguales).
Está narrada desde el punto de vista de Nora, que nos da un vistazo de cómo fue desde ese día que conoció a Patch.
Siendo más joven al leerla, no conecté con ella, y siendo más adulta, menos. Poniéndose en muchas situaciones que son muy poco creíbles, situaciones muy peligrosas y en donde definitivamente, no le importa si sale lastimada. Si Patch no lograba aparecer en esas situaciones, ya estaría muerta.
El tema principal sí me interesaba mucho, porque me gusta ése tipo de historias, ángeles caídos y seres paranormales. Pero sentí que se centraba más en la relación de los protagonistas, que en el entorno de ellos. El problema principal se resolvió muy fácil. La revelación de quién era el villano, fue algo aburrida. Muchas escenas sin sentido que no llevaban a nada. Y como siempre, mucha falta de supervisión de adultos. La manera de contarlo no me hacía querer saber más de la historia, en absoluto.
Me leí la primera parte, pero estoy segura de que no voy a volver a continuar la saga. Si no lo haz leído, supongo que puedes darle una oportunidad, pero no sería mi primera recomendación si quieres empezar en éste tipo de género.
Hasta aquí la reseña, bye bye! ♡♡ -Ro.
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loshijosdebal · 3 months
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Capítulo VI: El Festival de la Bruma pt. III
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El ambiente seguía tenso incluso después de la cena, cuando la jarl se alzó y prometió reforzar las defensas durante la temporada de nieblas. Cuando empezó la música, apenas un puñado de gente se animó a bailar. Y de las once personas que no pudieron hacer su ofrenda, Joric fue el único.
Las rocas y los laterales de las casas resguardaban la carpa del frío viento que, aunque había amainado un poco, todavía soplaba. Tras la cena los guardias apartaron las mesas y los bancos para improvisar una pequeña pista. Era tradición que la familia de la jarl abriera el baile y Joric, acompañado por Idgrod, se esforzó por lucir sus mejores pasos. 
 —¿Es que no se cansa de llamar la atención? —preguntó Seth en voz baja.
A Alicent se le escapó una pequeña risa. Seguía mosqueada con Joric por todo lo que había pasado. No podía evitar pensar que si Joric no hubiera sido un crío habrían podido hacer sus ofrendas. Además, le parecía muy injusto que Seth tuviera que cargar con la desconfianza del pueblo tras lo ocurrido.
—Joric siempre ha sido así. Le encanta lucirse. Pero no baila tan mal, ¿no? El año pasado lo hacía mucho peor. 
Pese al malestar, quiso defenderlo. Mantenía la esperanza de que Joric pudiera sobreponerse a los celos con el tiempo y que aceptara a Seth como a uno más del grupo. Seth sonrió discretamente.
—Es tan bueno que no sé ni qué decir —comentó con burla. 
En cuanto la canción terminó, a Joric le faltó tiempo para acercarse a donde estaban. 
—¿Qué te ha parecido, Ali? Lo he estado practicando solo para esta noche. 
—Estuvo increíble, Joric —respondió Alicent, intentando sonar sincera.
El comentario de Seth, sin embargo, no fue tan amable.
—Sí que se notó el esfuerzo, sí.
Joric se puso rojo de rabia y se volvió a encarar con Seth.
—¿Todavía sigues aquí, Athan? ¿No te das cuenta de que nadie te quiere en esta fiesta? 
Alicent no podía dar crédito a que su amigo pudiera ser tan mezquino. Nunca lo había visto comportarse de aquel modo con nadie. Entreabrió los labios para replicar, para decirle a Seth que aquello era una mentira, pero al mirarlo se encontró con sus ojos puestos en ella. Sonreía. 
—Ella me quiere aquí, ¿verdad Ali? —preguntó sin mirar a Joric. 
Alicent sintió su corazón derretirse al escuchar que la llamaba por su nombre de pila. Asintió como una autómata y se le escapó una sonrisa. 
—De hecho —siguió Seth, sus palabras sonaron más afiladas que antes—, me parece que no soy yo el que no sabe notar que sobra.
Joric apretó los labios y ahora fue él quien la miró, buscando su complicidad.
—Eso es mentira, ¡díselo Ali! 
Pero Alicent se llevó una mano a la nuca y desvió la mirada, sin querer responder. El gesto le cayó como un jarro de agua fría a Joric, que gruñó con frustración. 
—Agh. Pues muy bien, si eso es lo que quieres, me voy.
Pero no hizo el gesto de irse hasta después de un silencio incómodo en el que ella volvió a mirarlo sin hacer o decir nada por impedirlo.
Cuando se quedaron a solas, Seth suspiró tras echar un vistazo a su alrededor. 
—Puede que Joric tenga razón. Los vecinos me miran como si fuera a matar a sus gallinas o algo peor… —protestó, bajando la mirada al suelo. 
Alicent hizo un puchero y le cogió de la mano. 
—Entonces vamos a donde no puedan vernos —propuso ella, decidida a que dejara de sentirse así.
Al escuchar la propuesta los ojos de Seth brillaron y apretó su mano durante un momento.
Poco después, los dos estaban sentados sobre un tronco tumbado en el suelo, a una distancia prudencial del resto de la gente. El viento mecía la tela de sus ropas bajo la luz de las estrellas, envolviéndolos en una atmósfera de la que parecía imposible escapar. 
—Cuéntame —pidió Seth, después de dar un bocado a su bollito dulce—. ¿Has vivido en Morthal toda tu vida? 
—Desde que nací —asintió Alicent—. Aunque siempre he querido salir de aquí, al menos de viaje. Pero no puedo dejar a mamá sola con la tienda. 
—Te entiendo. A mí me pasaría lo mismo con mi madre de no ser por mis hermanos. 
—¿Tienes hermanos? —se sorprendió Alicent.
—Tres. Dos mayores y una pequeña —respondió él, bajando los ojos hacia el trozo de bollo que le quedaba. Le dio una vuelta completa, jugando con él entre los dedos—. No te haces una idea de lo que es una casa con tanta gente.
Alicent quedó pensando en sus palabras. En lo que debía ser tener una gran familia. Siempre había sentido celos de Idgrod por tener a Joric. Se preguntó por qué había decidido dejarlos atrás.
—Seth… —titubeó. Él la miró con curiosidad—. ¿Por qué estás tan lejos de ellos?
La mirada de Seth se ensombreció; a Alicent se le encogió el estómago al darse cuenta.
—Después de lo ocurrido en Markarth, mi madre empezó un nuevo negocio en Soledad. Y es bastante próspero, pero las minas de mi familia llevan años sin atender y hay rumores de que otros herederos del clan las quieran usurpar. Así que decidí venir aquí para aprender el oficio. Separarme de mi familia fue difícil, pero tuve que hacerlo. Alguien tenía que hacerlo. 
—Vaya… —susurró Alicent, mirándolo impresionada—. Eso es… Tú eres increíble. Pero… —su tono se volvió confuso. La mirada de Seth se intensificó, incitándola a seguir—. ¿Puedo preguntar qué ocurrió en Markarth? 
Seth parecía sorprendido y también un poco arrepentido, como si aquel detalle se le hubiera escapado sin querer. Ella se sintió culpable por indagar, imaginando que debía ser duro para él. 
—Si no quieres no tienes que hablar de ello —se apuró a decir con un hilo de voz.
—No, está bien. Pues… —empezó, con duda—. Hubo un altercado y mi padre murió junto a otros nobles. Los asesinaron como represalia —explicó. Alicent estaba horrorizada—. Después de eso, los que lo hicieron amenazaron con matarnos a nosotros también. A mi madre, a mis hermanos y a mí. Mi madre todavía estaba manchada de la sangre de mi padre cuando nos escabullimos de la ciudad en plena noche. Yo era pequeño, pero lo recuerdo con claridad, como si hubiera sido hace poco. 
Todavía afectada por lo que acababa de escuchar, se sentó a horcajadas sobre el tronco para quedar de frente a él. Seth, cabizbajo, tenía la mirada puesta en sus propias manos. 
—¿Por qué alguien haría algo así? —preguntó de forma retórica.
Él se encogió de hombros. 
—Política. Markarth es cada vez más peligroso desde ese maldito día.  
Alicent se apresuró a colocar la mano en su regazo. 
—Lo siento mucho, Seth. Yo también perdí a mi padre, y… Sé que no es comparable —se cortó rápidamente, mirándolo con disculpa—. Pero… Me refiero a… Entiendo cómo te sientes. 
Seth se quedó mirándola unos segundos antes de sonreír solo un poco, levantando únicamente una de las comisuras de sus labios. 
—¿Sabes? —su tono se volvió apenas un susurro, mientras dirigía la mirada hacia el suelo—. A veces solo quiero llevar una vida de la que él pudiera sentirse orgulloso. 
Alicent lo miró, conmovida. Podía ponerse en su lugar, sentir su tristeza como propia. Tuvo que tragar saliva antes de hablar, para no hacerlo con la voz llorosa. Volvió a sentarse como una persona decente, como diría su madre, quedando más cerca de él en esta ocasión. 
—Espero que lo consigas, Seth. Aquí, con nosotros. 
Ambos compartieron una mirada diferente a todas las demás que habían intercambiado a lo largo de la noche. La música de fondo, junto con sus manos todavía unidas, hicieron que se perdieran el uno en el otro. El silencio se prolongó, pero no fue incómodo, sino natural. De algún modo, sus cuerpos se encargaron de comunicarse. Alicent no supo cuánto tiempo pasó con la cabeza apoyada sobre su hombro, sintiendo su calor reconfortante y las agradables caricias de Seth entre sus dedos, con los que jugaba distraído. 
De pronto la voz de su madre los sacó de su aturdimiento. 
—Alicent, cielo, ya es la hora de volver a casa —anunció. Alicent abrió la boca para protestar, pero Lami no la dejó hablar —. Ya es muy tarde —dijo en un tono cariñoso aunque tajante.
Alicent suspiró, mirando a Seth antes de volver a dirigirse a su madre, haciendo un puchero con la mirada. 
—¿Puedo despedirme de Seth? —pidió. 
Lami miró hacia Seth, que soltó su mano para ponerse en pie. Él se dirigió a Lami con respeto. 
—Señora, si me lo permite, ¿puedo acompañar a su hija hasta su casa? —El semblante de Lami se ensombreció, pero Seth se adelantó a la negativa—. Mi caballo está cerca de la Cabaña y, como bien ha dicho, ya es tarde. Debería volver ya al Cerro.
Alicent vio en la propuesta de Seth la oportunidad de alargar aquella noche mágica. Durante aquel rato en su compañía, había logrado evadirse de la preocupación por no haber hecho la ofrenda.
—Por favor mamá —suplicó, manteniendo el puchero, aniñando la voz—. Así puedes disfrutar del último baile… —sugirió, desviando la mirada hacia la carpa desde donde Thonnir los miraba. 
Lami siguió su mirada y vaciló. Seth sonrió con una expresión que no dejaba duda de sus buenas intenciones. 
—Prometo que no me separaré de ella hasta que no esté sana y salva en casa.
Lami miró una vez más en dirección a la pista de baile y suspiró con resignación. Alicent supo que la habían convencido.
—Está bien. Os daré un voto de confianza. Pero no os retraséis mucho. Y Seth —comenzó, con un tono dubitativo—. El camino hasta el Cerro a estas horas es peligroso y tampoco has hecho tus ofrendas. Deberías quedarte en la posada. 
—Lo he pensado, pero Sorli y Parctur ya han partido y prometieron esperar despiertos a mi regreso. Pero agradezco su preocupación, señora. Tras lo que ha pasado hoy, me reconforta ver que alguien se preocupa por mi en un buen sentido. 
—Llámame Lami, chico. Y dales tiempo, se les pasará tarde o temprano.
Ambos intercambiaron una sonrisa. Lami se despidió de Alicent con un abrazo que ella correspondió. 
—Gracias mamá —susurró. 
Minutos después, ambos dejaron atrás la carpa. Mientras caminaban en dirección a la casa de Alicent, Seth la miró, repentinamente preocupado.
—Alicent, ¿qué fue lo que le ocurrió a tu padre? —preguntó con cuidado.
Alicent se detuvo un segundo, haciendo que Seth dejara de caminar también. Se miró las manos y las apretó con nerviosismo antes de volver los ojos hacia él, dedicándole una sonrisa triste. 
—Mi madre no habla mucho de él. Me dijo que se tuvo que ir cuando yo era pequeña.
—¿Puedo preguntar por qué? 
No supo qué responder, pero entonces la mano de Seth envolvió la suya y sus dedos se entrelazaron. Estaba helado, pero aún así una oleada caliente sacudió todo el cuerpo de Alicent hasta arremolinarse en sus mejillas.
Seth dio un suave tirón de su mano y reanudaron la marcha. 
—Nunca me lo ha contado. Ya te lo he dicho, no le gusta hablar del tema —respondió con un hilo de voz, sin terminar de creerse que realmente estuviera caminando por el pueblo con un chico de la mano. Y menos todavía que ese chico fuera Seth Athan, por muy deprimente que fuera el tema del que estaban hablando.
—¿Y sabes algo más aparte de lo que te cuenta tu madre?
—La gente… La gente del pueblo —repitió, tratando de sonar más segura. Aún así, Seth se dio cuenta de que su voz estaba cargada de temor, por lo que apretó suavemente su mano—, ellos dicen que fue porque no hizo sus ofrendas. Por lo que he escuchado, ese festival papá y mamá discutieron y papá se fue cuando Falion todavía no había terminado de bendecir el fuego. Pocos días después, desapareció. 
—¿Y ya está? —preguntó Seth, incrédulo—. ¿Lo has consultado con Falion? Yo no podría vivir con esa duda… 
Alicent dio una rápida bocanada, tratando de infundirse ánimos antes de responder.
—Ya lo has oído durante la ceremonia. —Llevó la vista hacia el frente mientras continuaban avanzando. Cuanto más cerca estaban de la cabaña, más lento caminaban—. Hacemos la ofrenda por algo, y mi padre no la hizo. Por eso desapareció. O… o algo peor. 
Seth hizo una mueca, y Alicent tragó saliva, luchando por mantener la calma. El silencio cayó entre ellos, solo roto por el lejano bullicio de la aldea. Alicent miró a Seth, con los ojos llenos de lágrimas. 
—Yo… Hoy no hice mis ofrendas —sollozó—. ¿Y si…? —su voz se cortó a mitad de la pregunta. Sorbió su nariz, antes de intentarlo otra vez—. ¿Y si termino como él, Seth? 
Seth se detuvo y la soltó. La miró en silencio y Alicent se abrazó, avergonzada. Entonces él levantó las manos y tomó su rostro, mientras la miraba directamente a los ojos. Sintió sus pulgares acariciar sus mejillas, limpiando sus lágrimas. 
—Escúchame bien, Ali. No dejaré que te ocurra nada malo. Estoy aquí, contigo, y te protegeré de lo que haga falta. Confía en mí.
Ambos se quedaron así por un momento. Seth no se relajó hasta que Alicent asintió con timidez. Él la imitó, conforme, y retomó la marcha. Alicent no tardó demasiado en seguirlo, dándose prisa; Seth era alto, y un paso de él era como dos de ella.
—Dime, Ali —habló Seth, cuando llevaban un rato caminando—. ¿Qué sabes de Molag Bal? 
—¿Por qué lo preguntas? —quiso saber, confundida. 
—Es que… Me ha parecido curioso que las leyendas locales lo mencionen. Es extraño escuchar mitos daedricos fuera de la cuenca. 
—Ah —vaciló, sin querer admitir que no sabía demasiado sobre el tema. Sus hombros se hundieron un poco al pensar en Idgrod, en que de estar allí, seguramente tendría algo interesante que comentar—. Solo sé lo que dicen las leyendas —confesó—. Que es un demonio temible. 
—¿Un demonio temible? —preguntó Seth, con incredulidad. Intercambiaron una mirada, Seth parecía ofendido; Alicent no entendió el porqué—. Es más que un demonio temible, Alicent. Es un daedra. Uno de los príncipes daédricos —aclaró, provocando que un escalofrío le recorriera todo el cuerpo—. Pero me refería más bien a si habías escuchado de algo que lo uniera a este sitio —añadió, cambiando el tono a uno más amable. 
Alicent se retorció las manos, nerviosa e incómoda, segura de que Seth en esos momentos estaba pensando que era un poco tonta. 
—Solo sé lo que has oído. Que aquí nacieron los vampiros y la nigromancia, y que por eso siempre intentan conquistar la comarca para él —reconoció—. No sabía que era tan peligroso… 
Seth la miró con detenimiento, antes de suspirar y volver la mirada al frente. Habían dejado de caminar otra vez. 
—Molag Bal es el daedra de la ambición y de la crueldad, de la dominación… y de otras cosas —explicó, cargando su voz de misterio en las últimas palabras. Hablaba con pasión del tema. A Alicent le pareció intrigante lo mucho que parecía estar interesado en la mitología—. Disfruta tomando esclavos y consumiendo sus almas. Tampoco sabías eso, ¿a que no?
Sus ojos brillaron. Parecía estar conteniendo la risa, pero eso no tenía ningún sentido. 
—No… —susurró—. Pero… ¿para qué los quiere? ¿Qué hace con ellos? 
—Según las leyendas, Molag Bal trata de construir su propio imperio en Puerto Gélido, su plano de Oblivion. ¿Sabes lo que es Oblivion? —preguntó. 
Alicent negó.
—Es su dimensión, a donde van las almas que secuestra. Allí están a su merced y trabajan incansablemente. Aunque cuando se encapricha de algún alma, a esta le espera algo bastante peor que el trabajo eterno —dijo aquello último con una emoción que a Alicent le provocó un escalofrío. 
Una vez más pensó en Idgrod. En si de estar allí, ella estaría hablando con Seth tan entusiasmada como sonaba él. Alicent se dio cuenta de que estaba esperando a que dijera algo. 
—¿Qué es lo que les hace? —se atrevió a preguntar. Prefería no saberlo, pero no quería que Seth pensara que no le interesaba lo que estaba diciendo
—Cosas que te aterrorizarían —respondió Seth, con una mirada directa y una voz suave pero firme—. Cosas que te harían desear no haber nacido. La crueldad de Molag Bal no tiene límites. 
Alicent se volvió a abrazar involuntariamente, llena de angustia. Las implicaciones de las palabras de Seth la aterrorizaron. Rompió a llorar, temiendo por su alma, pero también por la de su padre, por lo que podría estar sufriendo.
Seth frunció el ceño, como si no entendiera por qué estaba reaccionando así. Tiró de ella contra su pecho y la rodeó con los brazos. Alicent se agarró a él con fuerza, sollozando, demasiado asustada como para sentir vergüenza por estar llenando su pecho de lágrimas. 
Sin soltarla, él inclinó la cabeza sobre la de ella y susurró sobre su oído. 
—Shh… Ya te he dicho que te protegeré. Mientras estés conmigo, no te pasará nada. ¿O no confías en mí?
El resto del camino de vuelta a la Cabaña del Taumaturgo fue mucho más tranquilo. Las aguas del río Hjaal reflejaban la aurora boreal y el aire fresco de la noche hacía que el recuerdo de las revelaciones de Seth pareciera más distante. 
Los temas de conversación se volvieron más ligeros; hablaron brevemente de Skyrim y de las las ciudades que había visitado Seth y que Alicent deseaba conocer algún día. Llegado el punto, Seth incluso se abrió un poco más, llegando a compartir algunas de las anécdotas de su hermana pequeña Eve y sus travesuras, las cuales parecían volver locos a todos sus hermanos y hasta a su madre. 
Finalmente se detuvieron frente a la Cabaña. Los dos adolescentes se quedaron frente a la entrada, sintiendo como el ambiente se cargaba.
—Te… ¿Te lo has pasado bien? —preguntó Alicent, con sus ojos brillantes reflejando un atisbo de ansiedad. 
Sabía la respuesta sin necesidad de que se lo dijera; no había manera de que lo hubiera hecho cuando gran parte del tiempo se lo había pasado asustada o, lo que era peor, llorando. Pero como ya era habitual, Seth volvió a sorprenderla. 
—Realmente me gustas, Alicent —confesó. Hizo una pausa antes de volver a hablar, con un tono más oscuro—. Solo de pensar en que alguien más pudiera estar contigo como lo he estado yo esta noche… hace que se me revuelvan las tripas. 
Después de una breve pausa durante la que Alicent no supo qué hacer más allá de mirarlo, Seth soltó un suspiro de aceptación, como si esa fuera la reacción que esperaba. Se inclinó hacia adelante, besando suavemente su mejilla. Luego, de forma inesperada, dejó un segundo beso, esta vez cerca de la comisura de sus labios. 
—Nos vemos pronto, Ali. Ten buena noche —se despidió. 
Alicent continuaba aturdida cuando Seth se dio media vuelta y empezó a caminar, alejándose de allí. Se sentía como si todo a su alrededor hubiera desaparecido. Su corazón siguió latiendo con rapidez por un buen rato, incluso cuando ya no podía verlo. Un torbellino de emociones la anclaban al rellano, impidiendo que se moviera de allí. Era una certeza, una convicción que la llenaba por completo: si no volvía a ver a Seth, su corazón se rompería en mil pedazos.
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marsi-s · 10 months
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giaima61 · 1 year
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15 años tiene el angelito y ya lo han convocado para el primer equipo. La nueva perla de la cantera, Lamine Yamal!!! Nacido en el 2008, en Mataró, es un fijo en el Juvenil A y en edad de Cadete, hoy ha entrado a forma parte de los cracks del Barça.
Suerte chaval!!!
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