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sonnenstrahl1933 · 2 years
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¿Escopeta nacional II? Entrevista con Luis García Berlanga
CASABLANCA: Para nosotros, Patrimonio nacional tiene muy poco o nada que ver con La escopeta nacional. ¿Es para ti una continuación, una segunda parte?
LUIS BERLANGA: Parece ser que la película se va a lanzar comercialmente como una segunda parte de La escopeta... Yo no es que esté contra las segundas partes. Al contrario, creo que cuando has creado una especie de censo de personajes que te divierten, por qué va a estar mal hacer segundas y hasta terceras partes. Pero en razón de una objetividad y una honestidad hacia cómo nació la película, he de decir que no nació como una segunda parte. Una verdadera continuación de La escopeta debería ser con José Sazatornil. Si los productores la van a explotar como tal, es porque piensan que así será más comercial. En cualquier caso, me es indiferente que la lancen como una segunda parte.
C.: Nosotros pensamos que lo que sí podría ser es el principio de una nueva serie, aunque la escena final en la que dicen lo de «the end of the saga» no nos da muchas esperanzas.
L. B.: La verdad es que Rafael Azcona y yo sí hemos dado vueltas a la posibilidad de hacer una continuación de Patrimonio... Había una idea de poner a Segundo (Luis Ciges) en París trabajando en un cabaret, haciendo el número de la polla, y con el marqués viviendo a su costa. También Segundo que se queda en Madrid y se mete a trabajar de policía nacional e incluso que fuera Chus Lampreave la que trabajase como policía municipal femenina y Segundo viviera a costa de ella. Pero todo esto ya lo hemos desechado.
C.: A diferencia de tus tres últimas películas —¡Vivan los novios!, Life-Size y La escopeta...—, en esta película hay más cariño, menos desprecio por los personajes, está más cerca de Plácido y las anteriores.
L. B.: No estoy de acuerdo. Creo que es un gran error lo que tanto nos han censurado a Rafael Azcona y a mí de que sentimos desprecio hacia nuestros personajes, de que somos crueles con ellos. Creo que nuestras películas —incluida La escopeta...— siempre tienen cariño por los personajes, porque por mucho que al principio te pongas a trabajar sobre una sociedad, o una clase determinada, que no te gusta, que te inquieta, en cuanto escoges un censo determinado de ella y comienzas a trabajar en la historia se produce una osmosis, no ya de ternurismo, pero sí que hace emerger el lado entrañable de los personajes. Porque aunque nos basemos siempre en la miserabilidad, de la cual nosotros también participamos (desde el momento en que estamos haciendo la película somos cómplices), es un guiño de ojo entre todo el mundo. Yo siempre he luchado por huir del maniqueísmo de el bueno y el malo. En La escopeta... el dictador soriano y el ministro son seres que te producen una simpatía enorme. Las cosas que les ocurren le pueden pasar a nuestro vecino. Todos tenemos el hígado mal, un trocito de nuestra biología que no funciona, aunque seas ministro de Franco. Y en este sentido, yo creo que no hay diferencias entre La escopeta... y Patrimonio.... Sí que las hay en cuanto en que en ésta hay algunas cosas que han sido un poco más volitivas de inicio. Y existía el deseo de hacer algunas secuencias no más estudiadas, pero sí más habladas de antemano. Esta es la única diferencia que yo veo y quizá que hayamos acertado más con la historia, que sea una historia más sólida.
THE END OF THE SAGA
C.: Quizá por estar centrada en la familia Leguineche y, en concreto, en el marqués, los personajes están tratados más a fondo y, quizá, más cariñosamente.
L. B.: Sí, ésta es más cerrada. Al permanecer más con los personajes, aflora más ese cariño latente. Además, yo suscribo íntegramente muchas de las cosas que hacen; por ejemplo, para defenderse de Hacienda. Hay un momento de la película en que te pones abiertamente de parte de ellos. Esto es porque pertenecen de lleno a la tradición española del pícaro. El pícaro es el personaje con el que más se identifica uno.
C.: Además son unos pícaros mucho más perdedores que los de La escopeta...
L. B.: Sí, son víctimas siempre. Todos los personajes de Azcona y míos son víctimas y siempre te identificas mucho más fácilmente con la víctima.
C.: Y sus ambiciones son mucho más pírricas y más absurdas también.
L. B.: Esas son las ambiciones más maravillosas, ¿no? Además, son una casta, son completamente feudales, todavía tienen un alma medieval. Y este lado feudal siempre tiene más altura que la historia de los porteros electrónicos, que los tecnócratas... Es más noble. Su ambición es seguir siendo la aristocracia de la tierra; su grandeza está en no haber pactado con el capitalismo, con los banqueros. La verdad es que yo no comprendo el terror que tiene la aristocracia hacia mí, porque en esta película yo creo que salen muy bien parados y la película en muchos momentos se pone de su parte.
C.: En el plano final de la película uno piensa en El crepúsculo de los dioses, en Gloria Swanson bajando por la escalera, con aquella dignidad sabiendo que la filman.
L. B.: Claro, y esto no sólo es el personaje, sino el propio Luis Escobar quien lo da. Hacer una película con él como protagonista total era un riesgo, pero yo creo que ha salido muy bien, porque Escobar es un actor de la talla —y de la raza— de un Pepe Isbert.
RODANDO PLANOS LARGOS
C.: Patrimonio nacional podía durar perfectamente seis horas. ¿Hay mucha diferencia entre el primer montaje y el definitivo? ¿Has cortado mucho?
L. B.: No, la verdad es que no. Además, como hago los planos-secuencia con todos los riesgos, luego no puedo cortar. Creo que en la próxima tendré que empezar a cubrirme más, y después de los planos-secuencia hacerme cuatro o cinco cortos, para poder controlar más el ritmo desde fuera. Lo malo de rodar así es que luego tienes que apechugar con lo que has hecho. Empalmarlo luego y a ver lo que sale.
C.: ¿Cómo ruedas estos grandes planos-secuencia? ¿Planeas una coreografía, haces dibujos?
L. B.: No, no, nada de dibujos. Yo sólo dibujé mi primera película, Esa pareja feliz, en la que yo era director técnico y Bardem, director de actores.
C.: Lo de Esa pareja feliz es un tanto extraño.
L. B.: ¿El que hiciésemos una película juntos Juan Antonio y yo?
C.: Sí, eso y el que se parezca mucho a tus películas posteriores y nada a las de Bardem.
C.: No, tened en cuenta que después Bardem hizo, él solo, Felices Pascuas, que iba un poco en esa línea.
C.: Esa es la única de Bardem que no hemos visto.
L. B.: ¿Sí? Pues habría que revisarla, ver si la tenemos en la Filmoteca. Bueno, volviendo a lo de antes, en Patrimonio... hay un plano de siete minutos y medio, no sé si os habéis dado cuenta, que empieza con el criado en el baño cogiendo la dentadura postiza de la marquesa, luego sigue cuando entran en la habitación del tesoro, y luego en el velatorio, con la marquesa muerta. Luego el plano de la salida para ir a los toros, también es larguísimo.
C.: Sin embargo, nunca está forzado, te olvidas de que sigue siendo el mismo plano.
L. B.: Además yo no quiero, en absoluto, alardear de eso. Hasta el punto de que, por ejemplo, el plano de la llegada de López Vázquez de la cárcel lo corté porque me parecía que quedaba más claro. Si hay alguna razón para mí más importante —como que se oiga una frase determinada— para cortar ese plano maravilloso, pues se corta. Yo lo que hago es organizar el movimiento de los actores y luego le indico a Alfredo Mayo (el segundo operador) cómo seguirlos, y cuando tropezamos con algo insalvable acabamos ahí el plano.
C.: Contrariamente a lo que tú sueles decir para quitarles importancia, este tipo de planos no te simplifica las cosas.
L. B.: Yo creo que sí las simplifica.
C.: Tal vez en montaje, pero en rodaje son planos muy difíciles de montar, tanto de cámara como de actores.
L. B.: Sí, claro, luego es complicado para Carlos Suárez (el director de fotografía) y para Alfredo Mayo.
CONTRA EL PLANO-CONTRAPLANO
L. B.: Aquí hay una cosa que tendríamos que discutir algún día y que a mí me asusta mucho, que es el plano-contraplano. Algunos dicen que eso es el cine, y yo creo todo lo contrario. Para mí el plano-contraplano siempre denuncia una omisión. Entre un plano y un contraplano siempre hay algo que se escamotea, algo que no está, que ha desaparecido, y eso a mí me inquieta mucho. Yo lo que busco es que no desaparezca nada nunca.
C.: Y, además, muchas veces se nota mucho que no hay nadie realmente al otro lado.
L. B.: Sí, eso; aparte de que, físicamente, no hay nadie dando la réplica. Pero yo voy, sobre todo, por el lado de la historia, de la narración. Hay algo que existe y que de repente se ha suprimido. Y yo tengo complejo de Dios, quiero ver todo y estar en todas partes al mismo tiempo.
C.: Además, el plano-contraplano iría en contra del tipo de actores y de dirección (o no dirección) de actores que tú practicas.
L. B.: También, quizá... Pero, sobre todo, lo que me preocupa es lo de dejar ausente algo que debe estar allí. Narrativamente, el plano-secuencia simplifica, porque sigues teniendo allí a toda la gente, a todos los peones.
C.: ¿De estos planos tan largos no harás muchas tomas?
L. B.: Pues sí, hago muchas. El plano de la salida para ir a los toros lo rodamos unas treinta y seis veces. Pero, a película acabada, siempre gasto menos de lo previsto, y es que, a la larga, con los planos largos siempre ahorras material.
EL MONTAJE Y EL DOBLAJE
C.: ¿Odias mucho el montaje?
L. B.: Ahora no es que lo odie o lo deje de odiar. Empalmo y ya está. Pero cuando se me plantean pequeños problemas de montaje me doy cuenta de que he perdido soltura.
El único momento en que tuve que utilizar el plano-contraplano fue en la llegada del helicóptero, y a mí es lo que menos me funciona de la película. Esto me hace sospechar que si tuviera que hacer un montaje tradicional me encontraría con problemas. Ahora parece que ya estoy encadenado al plano-secuencia.
C.: De todos modos, el rodar con plano-secuencia no va contra el montaje. Tal vez contra el montaje mecánico. Pero conserva e incluso acentúa lo que es la esencia del montaje —y de la narración—, que es el corte de secuencia a secuencia.
L. B.: Sí; además, mis secuencias de montaje, al verlas luego, son las que menos me gustan.
C.: Siempre nos ha sorprendido tu rechazo del sonido directo. Si existe un director español para el que esté inventado el sonido directo es para ti.
L. B.: Bueno, a mí el doblaje me gusta en cuanto que supone una reinvención de la película, cambiar cosas, mixtificar de nuevo. Antiguamente con el sonido directo se perdían muchas cosas, el doblaje se oía mejor. Ahora empiezo a ver que sí, que hay sonidos directos que te compensan.
C.: Al hablar de tus películas, rara vez se ha citado a Renoir como referencia. Sin embargo, creemos que tu cine tiene bastante relación con el de él.
L. B.: Bueno, ahora, a raíz del estreno en París de La escopeta nacional, algunos críticos franceses han comenzado a emparentarme con Renoir.
C.: Sí, pero en realidad era en Plácido cuando tenían que haberse acordado de Renoir y no esperar a ver una película de cacería para acordarse de La regla del juego... Como Renoir, tú hacías planos largos cuando nadie aquí los hacía y en Europa, prácticamente, tampoco.
L. B.: Bueno, está Jancsó. Yo no había visto ninguna película suya hasta que fui jurado en Cannes. Tenía muchas ganas de verlas, porque me habían hablado mucho de sus planos largos. Pero es un paliza.
C.: Además, Jancsó mueve los personajes en función del encuadre. Tú haces lo contrario.
L. B.: Exacto. También me han emparentado con Fellini y con Risi, aunque con éste es porque también tiene el pelo blanco y rizado y porque es tan dubitativo e indeciso como yo. Pero con quien siempre te emparentan fuera, inevitablemente, es con Buñuel. Y en el fondo puede que tenga más que ver con Buñuel o con Renoir que con Fellini y los italianos.
C.: En el libro de entrevistas contigo, que se acaba de publicar, dices que Azcona es la bisagra entre Ferreri y tú. Yo creo que con Ferreri, a pesar de tener el mismo coguionista, no tienes nada que ver.
L. B.: No estoy de acuerdo. Yo sigo creyendo que la película que condicionó todo mi trabajo cinematográfico a partir de que la vi fue El pisito. El cochecito, no, y es mucho más discutible. Pero El pisito fue una película que me demudó, en el sentido literal de cambio, de mudar, de pasar de hacer un cine a hacer otro. Aunque haya gente —yo mismo a veces— que defiende la identidad de mis primeras películas con las últimas.
C.: Tal vez El pisito, a su vez, deba no poco a tus películas anteriores.
L. B.: Yo creo que sí, acabas de señalar la clave. Puede ser que Marco, en El pisito, tuviese alguna deuda con alguna película mía anterior. Es un encadenamiento de influencias que habría que estudiar.
Entrevista de Miguel Marías y Fernando Trueba en Casablanca, nº 1 (enero de 1981)
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miguelmarias · 2 years
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La saga de los Leguineche
Aunque saga es, en las lenguas nórdicas, un "relato pormenorizado y largo", generalmente de carácter épico, y no "la historia de una familia", como parece creerse en España a partir del éxito de la serie televisiva consagrada a referir las vicisitudes de los Forsythe, aprovecharemos que Jaime Chávarri pronunciaba la frase "end of the saga" —pronto se vio que prematuramente— al término de Patrimonio nacional (1981), la segunda entrega, para referirnos así, de forma abreviada, a la única trilogía existente en toda la filmografía de Berlanga, y completada por un primer episodio, La escopeta nacional (1978), que era más bien un preludio, pues se centraba en un personaje —el vendedor catalán interpretado por José Sazatornil, Saza— no vinculado a los Leguineche, a través del cual nos poníamos en contacto con esa familia de aristócratas venidos a menos y empezábamos a conocerla, y una suerte de epílogo —quizá provisional, pues bien podría continuar...— titulado Nacional III (1982).
No vendría mal revisar en su conjunto esta crónica de la Transición en tres tiempos —finales del franquismo, restauración de la monarquía y la democracia, llegada de los socialistas al poder—, saludablemente informal, desenfadada y crítica, sobre todo ahora que está tan de moda mitificarla y aun sacralizarla retrospectivamente, recomponiendo a base de olvidos, omisiones, depuraciones y embellecedores cromados una historia más presentable que la que recoge, en tono documental, con la inmediatez del reportaje y sin tiempo apenas para la reflexión o el maquillaje ni lugar para el pentimento ni el arrepentimiento, la cada vez más ejemplar y todavía persistentemente ocultada Después de... (1981), de Cecilia Bartolomé. Se vería entonces, aparte de algunas cosas que la muy elogiada y oficialista serie retrotelevisiva de Victoria Prego esconde, lima o distorsiona, que Berlanga, pese a sus aires de sabio distraído y su frecuente profesión de apoliticismo, frivolidad y pereza, no se dejó engañar en ningún momento por los cantos de sirena de unos y otros y por la elevación de la componenda y la ambigüedad a la categoría de consenso, reconciliación y probada madurez del pueblo español con que todos, unos más que otros, permitíamos que nos dieran coba. Quizá sea una consecuencia natural de la lucidez incluso premonitoria a la que puede conducir a un escéptico —incapaz ya de hacerse esperanzas y, por tanto, de desesperarse al verlas defraudadas— el pesimista refrán ''piensa mal y acertarás", y de la que tenemos una prueba aún fresca —y tan palpable que molestó a muchos— en la injustamente menospreciada y hasta vilipendiada Todos a la cárcel (1993), que hoy debiera verse como una fiel y apenas levemente exagerada crónica —de hecho, a veces se queda corta— de lo entonces aún no ocurrido, pero iba a suceder en la España de 1995 y 1996, en que se proclamaba ya todo lo que, en el fondo, aunque no quisiéramos verlo ni admitirlo, se podía vislumbrar desde finales de 1989, pero permanecía oculto o disimulado.
He de admitir, sin embargo, que al elegir este tríptico como mi personal capricho berlanguiano —forzado a ello por haberme tomado otro la delantera al escoger mi película favorita de Berlanga, que sigue siendo, como siempre, Calabuch (1956)—, estoy haciendo un par de pequeñas trampas, ya que, por un lado, la saga de los Leguineche no tiene un carácter unitario ni homogéneo, sino que se trata de la mera sucesión de tres películas conexas pero totalmente independientes, que cabe ver y considerar aisladamente, hasta tal punto que es posible incluso ignorar una o dos de ellas sin que la tercera resulte en modo alguno incomprensible, pese a que, evidentemente, sólo su acumulación haga brotar la crónica y cada una de las piezas enriquezca notablemente, tanto por complementarlas como por contraste, la visión de las restantes; por otra parte, tampoco son, a mi juicio, películas de valor comparable: encuentro muy buena la primera, una de las mejores de su autor la segunda y me parece meramente interesante la tercera, quizá por responder más a una iniciativa del productor que al interés o el deseo del propio Berlanga.
Lo primero que hay que subrayar, pues, de la saga de los Leguineche es que no corresponde a un plan y no es, en consecuencia, una trilogía concebida como tal. Simplemente, el éxito comercial de la primera dio lugar a la segunda, que prolonga la historia, unos años después, pero centrándose ya en la familia presidida por el anciano marqués de Leguineche —Luis Escobar, gran y tardío descubrimiento de Berlanga para el cine español— y compuesta, básicamente, por su hijo José Luis López Vázquez y su nuera, Amparo Soler Leal; la tercera es ya un rebrote más inmediato, más mecánico también, aunque no del todo previsto por Berlanga; en cambio, hubo el proyecto de hacer un cuarto episodio, cuyo rodaje se vio frustrado por la muerte de su intérprete principal, detalle que me hace pensar que hubiera continuado más propiamente la historia, recentrada en la figura del anciano marqués.
Claro que esa falta de unidad, y hasta de homogeneidad, no puede extrañar en algo tan poco premeditado, tan lacunar y discontinuo como la obra entera de Berlanga, en la que apenas hay relación entre unas películas y otras, salvo la que les confiere un estilo cambiante pero inconfundiblemente personal y la presencia implícita de una visión permanentemente pesimista y al mismo tiempo llena de humor. También es cierto que la caricatura es una especie de taquigrafía de los seres y los comportamientos humanos, y que el humorismo tiende a la pincelada impresionista, por lo que los temas suelen despacharse, agotados y exprimidos, a gran velocidad, de tal modo que, si no son muy breves, a las películas de Berlanga tiende a sobrarles metraje, por lo cual, normalmente, nada en ellas pide una prolongación: como mucho, la admite, pero sin verdadera necesidad. Si acaso, Esa pareja feliz (1951), y ya se ocupó de ello su protagonista, Fernando Fernán-Gómez, con La vida por delante (1958) y La vida alrededor (1959), y hasta, si se me apura, y ya con unas tonalidades muy negras, casi de tragedia, con El mundo sigue (1963). El resto de las historias que ha contado Berlanga se basa en seres o circunstancias muy excepcionales, que no se repiten —Bienvenido, Mister Marshall (1952), Novio a la vista (1953), Calabuch (1956), Los jueves, milagro (1957), Plácido (1961), Vivan los novios (1969)— o en cuyo desenlace se da claramente por sentado que, precisamente, se repetirán, y por eso la primera vez es la que importa, como sucede en El verdugo (1963) o Tamaño natural (1973). Es más, quizá precisamente por tratarse de tres películas consecutivas, y más seguidas que de costumbre, cada una las partes de la saga resume todas las tendencias que se dan cita en la filmografía de Berlanga: La escopeta nacional prolonga de forma natural la línea que va de Plácido y El verdugo a Vivan los novios, y a la que no puede considerarse ajena la presencia afín de Rafael Azcona; Patrimonio nacional, con un tono elegiaco raro en su autor —hay que remontarse a Calabuch para encontrar algo semejante—, demuestra que también el trazo grueso es capaz de pintar con precisión y elegancia; por su parte, Nacional III anuncia ya la estética del chafarrinón que domina La vaquilla (1985) y Todos a la cárcel, tan incomprendida como criticada —sotto voce, y nunca por escrito, porque Berlanga tiene buena prensa—, pese a que las distancias estéticas, morales y hasta ideológicas que separan la saga de —por ejemplo— 127 millones libres de impuestos, El dinero tiene miedo y ¡Que vienen los socialistas! saltan a la vista del más ciego y no pasarían inadvertidas a un sordo medianamente dotado de buena voluntad. Y eso, sin tener en cuenta que a menudo los hechos narrados, las conductas descritas y los personajes retratados determinan el estilo de las películas que se atreven con ellos y que procuran dar fielmente cuenta de un estado de cosas, en especial cuando nos encontramos con un cineasta tan camaleónico y tan poco purista como don Luis García Berlanga. Es cierto que a veces sus personajes tienen algo de la grosería grotesca de las marionetas y de los ninots de las fallas valencianas, y que algunos diálogos y hasta guiones recuerdan las coplas del carnaval de Cádiz, pero pedirle a Nacional III, La vaquilla o Todos a la cárcel la seriedad de Bergman, la elegancia de Visconti, el orden de Bresson o la distanciación de Antonioni sería un despropósito. Ya dice el refrán que "aunque la mona se vista de seda, mona se queda", por lo que es lógico que Berlanga prescinda de los finos modales y se ría a carcajadas de los que al disfrazarse ante su cámara de progres, de modernos o de finos se delatan como lo que realmente son.
En Nickel Odeon nº 3 (Verano de 1996)
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coolvistobueno · 2 years
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El Tejar de la Mata, en Torija, que fue propiedad del periodista y escritor Manuel Leguineche. Al fondo: Cañizar, Torre del Burgo e Hita
Foto Antonio Íñigo 2022, 13 Mar
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cazawonke · 5 years
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'Trofeo y yo: Un cuarto de siglo de lealtad mutua', de Eduardo Coca Vita
‘Trofeo y yo: Un cuarto de siglo de lealtad mutua’, de Eduardo Coca Vita
En las seiscientas páginas de Trofeo y yo, el autor, Eduardo Coca Vita, «un virtuoso del lenguaje, una de las mejores plumas que hubo en Trofeo», al decir de su director honorífico José Ignacio Ñudi,reúne y sistematiza cronológicamente sus apariciones en el medio de comunicación especializado en caza y conservación donde más ha publicado y con el que mejor se ha identificado como cazador y…
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Happy National Dog Day! Out on the trail or curled up on the bed, we love our four-legged friends. At Denali National Park in Alaska, sled dogs are important members of the team. Here’s Tephra, a 9-year-old Alaskan husky working her last season before she retires this month. Photo of Tephra posing with fireweed by Miles Leguineche, National Park Service.
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unpensadoranonimo · 3 years
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Opiniones sobre las recientes corruptelas españolas (24/6/2021)
¿Abogacía del Estado? Abogacía… del Gobierno más que nunca - José Apezarena
¿Cuestionada la todopoderosa Udef? - José Apezarena
Descanse en paz, majestad - Fernando Sánchez Alonso
El necesario compromiso del Gobierno en la protección de los denunciantes - Ignacio Sáez Hidalgo
La calle sin mascarillas, la noche con discotecas y los políticos sin interés - Marta García Aller
La cloaca policial en el disco duro de Villarejo - Antonio Casado
La España post-covid: lecciones no aprendidas - Alberto J. Gil Ibáñez
Juan Carlos, Letizia y la maldición de los Leguineche - Carlos Prieto
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d-orsi · 3 years
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Marqués de Leguineche
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descerco · 3 years
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“Piedras Albas tenía fama de ser el puesto fronterizo más tranquilo de la Penisnsula. Por aqui entraron en Portugal Manu Leguineche y otros periodistas y revolucionários de fin de semana el 25 de Abril de 1974 y recuerdan que los guardinas ni siquiera se habían enterado de que en Lisboa habia estallado la revolucion de los claves.
La Frontera Que Nunca Existió p. 36
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rosebudblog · 3 years
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LA GRAN FAMILIA Y SU SAGA
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A PUNTO DE PERDER A CHENCHO…
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Hay películas que, independientemente del valor que tienen en sí mismas, adquieren en determinadas épocas del año mayor valor especialmente desde que la televisión llegó a todos los hogares. Son películas que se sobredimensionan en esos días y sin importar su antigüedad se siguen viendo con una gran audiencia. Es el caso de las películas de ese género de terror que se centran en las fechas cercanas a Halloween; es el caso de los péplum, con Ben-Hur a la cabeza, en los días de Semana Santa y es el caso, sobre todo, de ¡Qué bello es vivir! en las fechas navideñas. En nuestro país hay una película que también se sobredimensiona en las Navidades sin ser genuinamente una película navideña y que, curiosamente, dio lugar a una pequeña saga como apéndice al éxito inicial. De esa película, de esa saga, del contexto en que se realizaron, de las connotaciones políticas, ideológicas o artísticas que las acompañaron y hasta de algunos problemas de género que hoy hubieran dado lugar a un cierto escándalo, a LA GRAN FAMILIA en definitiva y a la cohorte que la siguió, vamos a dedicar este capítulo.
No ha sido muy estudiado el papel de la familia en el cine español. Posiblemente sea Manuel Jesús González Manrique (confieso que no tengo ninguna relación con el autor) el que en “La descomposición de la familia tradicional en el cine español de la transición”, haya profundizado más en este aspecto.
Por encima de familias tan idealizadas políticamente como la de Raza, González Manrique hace un recorrido por el cine español desde el final del franquismo hasta la actualidad desde la visión que el cine ha dado de la familia. Así destaca El espíritu de la colmena, 1973, de Víctor Erice, en la que la tradicional familia homogénea de las películas aparece desarticulada “pues cada uno de sus componentes vive en espacios y tiempos diferentes sin posibilidad de contacto con el resto”.
Dos años después en pleno 1975 José Luis Borau, en Furtivos llega al límite de la descomposición con la presencia de una madre posesiva (una magnífica Lola Gaos) y con un final terriblemente escabroso.
No se olvida el autor de una película (¿ficción o documental?) de 1976: El desencanto. Jaime Chavarri rueda a la familia Panero, una familia de la burguesía de provincias en franca decadencia y muestra unos personajes que se expresan en un auténtico delirio psicodramático que llega a estremecer a veces al espectador. La descripción de la familia no pudo ser más brutal, pero absolutamente real, en esta película.
González también destaca entre otras, Las largas vacaciones del 36, de Jaime Camino, 1976, ambientada en la guerra civil. En 1979 Carlos Saura realiza una de sus grandes películas: Mamá cumple 100 años, con las obsesiones y los conflictos en torno a una madre muy longeva y así llega en su estudio a 1982 con la gran película de Manuel Gutiérrez Aragón Demonios en el jardín.
Pero donde, según González, se palpa mejor la decadencia de la familia tradicional es en la trilogía de Luis García Berlanga: La escopeta nacional (1978), Patrimonio nacional (1981) y Nacional III (1982) en torno a la familia Leguineche. Todo es disparatado en una familia que ve transcurrir la muerte de Franco y la llegada de la democracia con el miedo de que sus antiguos privilegios desaparezcan por completo. Personajes extremadamente absurdos y vitriólicos se suceden en una trilogía encabezada por el padre de la familia: el Marqués de Leguineche interpretado antológicamente por Luis Escobar. Por encima de la comedia extrema queda el retrato decadente y amoral de una clase social que no sabe cómo afrontar la nueva realidad.
Es un gran estudio el que realiza de la familia española a través del cine. Personalmente y sin enmendarle la plana al otro Manrique añadiría una película con fecha de realización anterior el estudio indicado y filmada casi al mismo tiempo de la que vamos a hablar a continuación: en 1961 Berlanga realiza Plácido, el más completo estudio de la España del franquismo con la presencia de diferentes familias que evocan una España muy diferente a la de La gran familia. El desfile de las familias de Plácido supone la más cínica, ácida y corrosiva descripción de la familia española de la época, en la que no se salvan ni clases sociales ni ideologías y que nos dejó aquella demoledora letra de un antiguo villancico, censurada en su día: “… porque en esta tierra ya no hay caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá”.
Tan solo un año después de Plácido se filma La gran Familia, la película que representa el lado completamente opuesto de la comedia de Berlanga: una película nacida políticamente desde dentro del régimen y cinematográficamente derivada de la comedia italiana de los años 50.
La gran familia es la película más propagandística del régimen franquista en su etapa desarrollista; si Raza constituyó un argumentario reaccionario para justificar la guerra, más de 20 años después, cuando el turismo y la emigración laboral estaban transformando el país, se realiza una película que alaba la situación española (todo es modélico y perfecto)  y eleva la familia multinumerosa como  un elemento esencial del sistema (el contrapunto actual de la natalidad indica que a día de hoy solo se contabilizan en España unas 150 familias con más de 10 hijos).
El 16 de Abril de 1962 se promulgó la ley 1/1962, sobre Régimen Laboral de Ayuda Familiar, donde se ofrecía ayudas a las familias numerosas (los que vivimos aquellos años recordaremos las imágenes del dictador, en el NODO o en la televisión, entregando los premios anuales a la natalidad). Curiosamente al final de ese año se estrenó en Madrid La gran familia después de haber pasado sin el más mínimo problema la censura y ser declarada además “Película de Interés Nacional”. Creo que no hay nada más que añadir a su origen “político”.
Cinematográficamente se había producido un intento en España de copiar la comedia costumbrista italiana de segunda clase de los años 50 (nada que ver con Monicelli,  Comencini o Zampa) por medio de productores como Dibildos. Se consiguieron éxitos como Las chicas de la Cruz Roja o El día de los enamorados. Un joven productor como Pedro Masó se hizo eco de esta línea de realización y se planteó filmar una comedia sobre una familia numerosa. Logró una ayuda de más de 6 millones de pesetas con un casting de primera categoría donde destacaba Alberto Closas que cobró prácticamente un 20% del presupuesto (llama la atención al revisitar la saga la adicción al tabaco que muestra en las tres películas en las que participa; desconozco si en el guion era una característica del personaje o fue realmente algo intrínseco al actor. Posiblemente fuese esto último pues Alberto Closas falleció en 1994 de un Cáncer de pulmón…). Amparo Soler Leal, José Luis López Vázquez y el gran Pepe Isbert en una de sus últimas películas y poco antes de participar en El verdugo completaban los papeles principales. Además, entre los 15 hijos aparecían algunos jóvenes que luego iban a tener largo recorrido en el cine y teatro español como Jaime Blanch, María José Alfonso, Maribel Martín o Pedro Mari Sánchez. También aparecían habituales secundarios, como se etiquetaban entonces, del cine español de aquellos años como Erasmo Pascual, José Orjas o Jorge Rigaud.
La unión de ambos factores, el político y el puramente cinematográfico dio lugar a la película a la que hoy prestamos atención: La gran familia. La dirección se la encargó Masó a Fernando Palacios, un sobrino de Florián Rey, un artesano del cine con experiencia en el medio como ayudante de dirección de su tío o de Ladislao Vadja. La realidad es que Palacios no ofreció resultados de calidad en sus películas y ahí dejo alguno de sus títulos: Tres de la Cruz Roja, El día de los enamorados, Vuelve san Valentín o Marisol rumbo a Rio. Palacios, al menos, dominaba el medio con suficiente eficacia y consiguió varios éxitos comerciales. Falleció prematuramente como consecuencia de una crisis cardiaca cuando contaba solo 49 años, el día del estreno de la segunda película de esta saga (La familia y uno más).
La gran familia se estructuró en base a 19 personajes: el matrimonio (Closas y Soler Leal), 15 hijos, el abuelo (Isbert) y el padrino (López Vázquez).  El guion se dividió en tres partes que integraban diferentes pequeñas historias y sketches, todo en tono blanco, blanquísimo y de una pulcritud absoluta en situaciones y personajes. La primera parte fue descriptiva con los roles de la época muy definidos en cuanto a la situación familiar, el trabajo del padre pluriempleado, las tareas de la madre exclusivamente en el hogar y la presentación de varios de los hijos; la segunda parte estuvo dedicada al veraneo de toda la familia y la tercera, la más conocida, se desarrolló en torno a la Navidad con un componente dramático: el extravío de Chencho, el hijo de 2 años, en la Plaza Mayor de Madrid con un abuelo consternado y angustiado que repetía una y otra vez la llamada a Chencho que con la voz de Pepe Isbert dotaba a la situación de un mayor grado de ansiedad y sadismo (según las referencias, al niño para que llorara en los planos a filmar le decían que le iban a poner una inyección… sadismo de plató). La resolución del caso, con uno de los hijos solicitando a un Rey Mago (Jorge Rigaud) en un centro comercial que no le trajeran juguetes a cambio del retorno de su hermanito es todo un exceso sentimentaloide. En la película se mezclan religión, proteccionismo estatal y bonhomía familiar nada creíble en una familia de un aparejador multiempleado con unos roles perfectamente establecidos del esposo y la esposa. En definitiva, un canto al estado protector perfecto y a la procreación indefinida ya que en la última secuencia la madre anuncia que nuevamente está embarazada en una película exenta de cualquier acercamiento sexual o erótico entre la pareja. En resumen, la comedia más “blanca” de todo el cine español.
La película se estrenó en Diciembre de 1962 y estuvo en cartel prácticamente un año y con la llegada de la televisión se ha convertido en un clásico que las nuevas generaciones han visto en las vacaciones navideñas.
El éxito de la cinta hizo que 3 años después con el mismo equipo se realizara la segunda película de la saga: LA FAMILIA Y UNO MÁS. Bueno, el mismo equipo no, porque al abuelo y a la madre los dan en la película por fallecidos. Pepe Isbert falleció en 1966 y me imagino que no estaría ya para mucho ajetreo con niños el año anterior. El caso de Amparo Soler Leal es muy curioso y hoy habría dado lugar a una buena crónica sobre machismo. Al plantearse la segunda película la actriz solicitó un caché igual al de Albero Closas. El productor se negó y la solución fue drástica: como al final de la primera película se dejaba a la madre embarazada (no sabemos si en previsión de que ocurriera esto) aparece una nueva hija, la número 16, mientras que se recuerda que la madre murió en el parto.
Mientras que La gran familia funcionaba con eficacia en su relato por encima de sus blandenguerías sentimentaloides, esta segunda de la saga es falsa y absolutamente carente de un guion coherente. Dirigida también por Fernando Palacios muestra una sucesión de sketches sin gracia alguna y algunas pretendidas historietas sentimentales en torno al viudo que no llegan a cuajar. Todo se lleva al paroxismo desde un histriónico padrino López Vázquez al límite hasta un Pedro Marí Sánchez insufrible. Esta segunda película confirma un personaje que en la primera ya llama la atención: una de las hijas entre 9 y 12 años se dedica exclusivamente a ayudar en la casa, se responsabiliza de atender a sus hermanos y ni siquiera va al colegio. No sé cuál es el mensaje que querían transmitir los guionistas con esta niña masoquista, pues el resto de los personajes femeninos, en un ideario absolutamente machista, solo persiguen encontrar novio. Un detalle curioso que  muestra cómo el régimen estaba intentando abrirse a algunas de las realidades de  España es la aparición de un autobús con una pancarta en la que se lee con claridad VISCA CATALUNYA (solo un año después apareció la nueva Ley de Prensa también conocida como Ley Fraga por el Ministro que la impulsó y que relajó parcialmente la censura).
Tendrían que pasar 14 años más (1979) para que Pedro Masó retomase de nuevo esta familia y colocándose él detrás de las cámaras realizar un bodrio absoluto: LA FAMILIA BIEN, GRACIAS. Se pasa del blanco y negro al color, se pasa de unos personajes y unas situaciones edulcoradas a otras historias más en consonancia con la nueva realidad española y se tira nada menos que de Rafael Azcona para que participe en el guion. No sé cuál sería el grado de aportación del mejor guionista español pero el resultado de la película es todavía peor que el de sus dos hermanas mayores, lo que ya supone un enorme demérito.
Siguen Closas y López Vázquez desfilando como jubilados sin techo por las casas de varios de los hijos, desde una ricachona casada con un intransigente miembro del Opus Dei a una feminista abortista, desde una monja a un dueño de una casa de citas. Todo es un horror  que tuve que sufrir en varias dosis pues contemplar los 90 minutos seguidos es una sofisticada tortura.
Afortunadamente no he logrado ver la cuarta y última película de la saga, LA FAMILIA 30 AÑOS DESPUÉS, pues según las críticas que he localizado es aún más deplorable que las anteriores y no sé si hubiese tenido valor para verla. En 1999 de nuevo Pedro Masó rescata a la misma familia en una película para TV con idea de convertirla en serie no concretada finalmente y en la que solo se conservan algunos personajes como el padrino (José Luis López Vázquez) y alguno de los hijos ya talluditos, como los interpretados por María José Alfonso, Jaime Blanch o Pedro Mari Sánchez y con la ausencia de Alberto Closas que había fallecido 5 años antes.
 Con esta película terminó una de las escas sagas del cine español que en su caso, como en la mayoría, no gozaron de gran fortuna y es que nuestro cine no ha sido muy dado a derivar personajes o historias en una secuencia al estilo que se da en el cine norteamericano. Solo destacaría por su calidad o por el éxito que tuvieron en su día las sagas de REC con cuatro títulos, la de los Leguineche de Berlanga con tres cintas, las 3 de El Crack de Garci o las 5 de Torrente de Santiago Segura. Desde luego me quedo con alguna de ellas antes que con esta insufrible familia que hoy nos ha ocupado pero que al menos nos ha permitido conocer algunos aspectos del cine español.
18/12/2020
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entomelloso · 3 years
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Pepa Bueno recibe el premio Manu Leguineche con una reivindicación del periodismo que «cuenta la verdad» En una ceremonia de aforo muy limitado, celebrada en la Real Fábrica de Paños de Brihuega https://entomelloso.com/noticias/sociedad/pepa-bueno-recibe-el-premio-manu-leguineche-con-una-reivindicacion-del-periodismo-que-cuenta-la-verdad/?feed_id=3253&_unique_id=5fb8ecbfca145
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carlosperezortiz · 7 years
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Lecturas variadas para Sant Jordi
Llega el mejor día del año, el 23 de Abril, día de Sant Jordi. Siempre digo lo mismo, pero es así: amo los libros y es un placer pasear por Barcelona viendo a todo el mundo con una rosa y un libro.
Ya llevo algunos pocos años posteando mis recomendaciones literarias, pero en esta ocasión he pensado basar mis recomendaciones en los libros que he leído en los últimos 12 meses.
Veréis que hay un poco de todo, novela contemporánea y muchos ensayos (pero no os asustéis, que son divertidos).
Como apasionado de la historia, he podido disfrutar de ensayos muy interesantes y al mismo tiempo nada pesados, incluso divertidos.
El que más me ha impresionado ha sido “Los Románov”, de Simon Sebag Montefiore (incluso me sirvió de inspiración para este artículo http://cronicaglobal.elespanol.com/ecoonomia/opinion-ecoonomia/los-romanov-y-la-rusia-de-putin_67639_102.html ). “Los Románov” es una gran combinación de historia y política con toda clase de excesos -desde etílicos hasta violentos, pasando por sexuales-. Trescientos años de historia rusa, europea y mundial a través de esa dinastía, que te ayudan a entender también el pasado reciente y el presente.
Siguiendo la estela rusa, tenemos “Terror y Utopía” de Karl Schlögel, un riguroso y poliédrico ensayo sobre las purgas estalinistas de los años 30. Un gran relato de cómo ese clima de ansias y avances hacia un mundo mejor se mezcló con una atmósfera de paranoia y miedo del régimen que acabó desembocando en una gigantesca purga.
Como bien sabéis, soy un gran aficionado a todo lo relacionado con la Segunda Guerra Mundial (en este post os recomendaba desde libros a películas, pasando por videojuegos https://carlosperezortiz.tumblr.com/post/96385910041/la-segunda-guerra-mundial ), por lo que al menos os he de recomendar uno. Este año he vuelto a disfrutar con uno de los dos grandes relatores de la WWII (el otro es Anthony Beevor): “La Guerra Secreta” de Max Hastings es un recorrido por la lucha de los servicios secretos de ambos bandos , donde abundan los casos de incompetencia (que generan grandes momentos de humor), con el ameno estilo de Hastings.
Y siguiendo con los espías, una de las mejores historias del s.XX: el caso Phiby o el mayor caso (conocido) de agente doble de la historia. En “Un espía entre amigos” de Ben Macintyre seguimos la trayectoria de un caballero británico, educado en los mejores colegios y con los mejores contactos, que fue durante más de 20 años el principal topo soviético en el servicio secreto británico.
Sin abandonar la historia, pero entrando en el terreno de la antropología, destacaría “Sapiens. De animales a dioses” de Yuval Noah Harari. Un análisis de cómo el homo sapiens, sin ser el más capaz de los homínidos ni mucho menos del resto de especies animales, ha acabado dominando el mundo. Con tesis polémicas que no te dejarán indiferente (¿somos genocidas al haber acabado con nuestros parientes, los neandertales? ¿Nos domesticó la agricultura y no nosotros a ella?).
Por último, un ensayo que va desde lo macro (o lo inmenso) a lo micro. Un ensayo con el que te acabas de convencer (si es que tenías alguna duda) sobre lo insignificante de nuestra existencia. Pero apasionante al pararte a pensar unos segundos ante la inmensidad de lo que estás leyendo, aunque  nuestra capacidad humana no pueda siquiera concebirlo. Hablo de “El universo en tu mano”, de Christophe Galfard. Un recorrido por el universo, desde el big bang (y más allá) hasta el mundo micro, pasando por los agujeros negros. Y no os preocupéis, está escrito para no físicos, y hasta un economista como yo ha entendido lo que explicaba (creo).
Y ahora, como no sólo de ensayos vive el hombre, pasemos a algunas novelas. En este último año he seguido profundizando en el género Sci-Fi y Fantasy. Así, he disfrutado con la saga Mistborn de Brandon Sanderson, he alucinado (y me ha costado entender partes de la astrofísica) con “El problema de los tres cuerpos” de Cixin Liu y ahora estoy enfrascado con China Miéville y su “La estación de la calle Perdido” (tras el shock inicial del arranque de libro con el acto copulativo entre el protagonista y una mujer con cuerpo humano pero cabeza de escarabajo… Lo siento, 12 años en un colegio de curas es lo que tiene).
He profundizado en dos autores que anteriormente ya os había recomendado: de Carrère, he disfrutado con “El reino”, pero sobretodo me ha impactado la novela con la que saltó a la fama, “El adversario”. En ambas novelas, el estilo Carrère es inconfundible , esa mezcla de la historia con la propia vida del autor y cómo afecta al proceso creativo.
También he descubierto las obras reeditadas del desaparecido (y grandioso) Chirbes. Leí “Crematorio”, la previa a “En la orilla”, pero disfruté más con “La larga marcha”, otro ejemplo de cómo Chirbes nos hace ver cómo avanza la vida, con sus penas y alegrías, sus frustraciones y los continuos desengaños (personales, ideológicos,…) que vamos experimentando en la vida.
Los libros tienen su momento, te vienen como anillo al dedo en determinados estados de tu vida, incluso a veces piensas que el Destino ha puesto en tus manos el libro adecuado en el momento adecuado. Eso lo ves cuando te da por releer alguno. Me ha pasado con “Las partículas elementales” de Houellebecq. Lo he vuelto a disfrutar, pero esa sensación no se ha vuelto a repetir. La evolución de la vida, supongo.
Dentro de las relecturas, necesarias, he vuelto a disfrutar (y a aprender) con  “El nombre de la rosa”. Que sí, que la película está muy bien, pero creedme, el libro es mejor.
Y por último, el libro con el que cada día en el metro, camino al trabajo, me preguntaba: “¿qué demonios estás haciendo aquí?”. Se trata de “El camino más corto”, de Manuel Leguineche. Imaginaos en 1965, con 23 años, unirse a una expedición que pensaba recorrer el mundo en coche. Desde Madrid hasta la India, pasando por todo el norte de África, Oriente medio, Afganistán,… Un viaje cuando el turismo apenas existía, donde podías ser como un extraterrestre en determinadas zonas del planeta, cuando el viaje aún era una aventura. Podéis entender el porqué de mi pregunta diaria en ese vagón del metro…
Y hasta aquí las recomendaciones para el 2017.
Os dejo los links con las recomendaciones de otros años. Por suerte, los libros no son perecederos, son eternos, por lo que seguramente podréis sacar grandes historias de esas pasadas recomendaciones.
https://carlosperezortiz.tumblr.com/post/116996554091/lecturas-para-sant-jordi
https://carlosperezortiz.tumblr.com/post/93514052341/los-libros-son-para-el-verano-y-para-el
 Feliz Sant Jordi y felices lecturas.    
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miguelmarias · 3 years
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Nacional III (Luis García Berlanga, 1982)
TODO parece indicar que Berlanga emprendió el tercer episodio de esta informal serie con reticencia, si no con desgana, y que decidió dar el paso a instancias de sus productores, lógicamente deseosos de conservar cuanto fuese posible la gallina de los huevos de oro, que estaba resultando lo que ya se llama, con pedantería que no casa con las películas a las que se aplica, la «trilogía nacional» de Berlanga, y que alguno ha osado, incluso, alegremente, comparar con los «Episodios Nacionales», de Galdós. No hay para tanto, como el propio Berlanga, menos fatuo de lo que tratan de hacerle sus aduladores, es el primero en advertir.
Supongo que ni los promotores de la serie ni Berlanga —al fin activo, valorado y comercialmente seguro— lamentarán el éxito que parece haber saludado Nacional III (1982); de hecho, en vista de la acogida crítica que ha tenido, sospecho que los únicos que no podamos adherirnos al coro de apologistas seamos, precisamente, cuantos pudiéramos considerarnos responsables de haberle incitado a seguir contándonos las trapisondas de la familia Leguineche. Tal vez, en el fondo, porque Berlanga, que ha tenido que aguantar más que ninguno de nosotros a sus integrantes, estaba ya harto de ellos, y —pese a acceder por segunda vez a continuar su historia— quería acabar de una vez por todas.
Si tal era su intención, le felicito. Por mí puede abandonar a los Leguineche para siempre: el propio Berlanga ha puesto fin a mi interés por ellos con Nacional III, a mi entender la más endeble de las tres películas a ellos dedicadas, la que con más generalizado desprecio les trata, la que menos se preocupa por narrar algo que se parezca a una historia. De no ser Berlanga un autor poco propenso a prodigarse y a la hiperactividad, se podría creer que Nacional III era el producto de las prisas y la indiferencia del artesano que fabrica películas en cadena, sin pensar lo que va a hacer ni ocasión o deseo de modificar el guion (aunque sea una hipérbole llamar así a lo sirve de pobre sustento a Nacional III, por mucho que sea fruto de la enésima colaboración del director con Rafael Azcona).
Porque, a fin de cuentas, Nacional III es más todavía que Tras la pista de la Pantera Rosa (1982), de Blake Edwards, algo así como un «trailer» aquejado de elefantiasis (más de hora y media es mucho para autopublicidad retrospectiva), una serie de chistecitos o viñetas asainetadas, que pretende enlazar el esbozo de una trama que, si parte de algún sitio (unos personajes conocidos por el público), no llega a ninguna parte, sino que difumina, emborrona y volatiliza en la inexistencia unos seres que, como criaturas de ficción, habían llegado a tener cierta vitalidad. No es casual, en este sentido, que Luis Escobar —aquí más cerca del pesado Don Baldomero que del ingenioso marqués de Patrimonio nacional (1981)— pierda el protagonismo que adquirió en la segunda entrega —para mí, con mucho, la mejor de todas, y lo mejor que ha hecho Berlanga desde El verdugo (1963)—, y que lo ceda, en buena parte, a un López Vázquez lamentable, más triste y aburrido que nunca, a un Ciges que parece confinado a una monótona imitación de sí mismo, y una Amparo Soler Leal cuya reconciliación con López Vázquez marca el punto de inflexión de la película y el comienzo del fin de los Leguineche, sumidos en una torpe e inverosímil tentativa de evasión de divisas tan laboriosa como poco divertida.
Si la gracia de estas películas residía en sus personajes, y Berlanga los borra, y el interés de la serie se debía a la historia que, elípticamente y a retazos, se contaba mediante aquéllos, y en Nacional III la narrativa se diluye, se comprenderá la decepción que para mí ha supuesto esta tercera parte, inferior incluso a la primera, y que enlaza con ella por su tono despectivo, esquemáticamente caricaturesco, fácilmente cruel y un tanto embarullado, muy diferente del que engrandecía la segunda (que, por lo que se ve, es ahora la que casi todos consideran fallida). No quiere esto decir, por supuesto, que Nacional III sea una mala película, ni que Berlanga haya perdido facultades: lejos de ello, hace alarde de virtuosismo en numerosos planos-secuencia de complejidad abrumadora, de su soltura para mover la cámara alrededor de un montón de actores y figurantes, de su inventiva para escribir diálogos absurdos, etc. Además, la película ofrece muchas oportunidades para reírse (al menos, en su primera mitad). Lo que sucede es que de Berlanga se puede esperar más, y como él no va a exigírselo a sí mismo, tenemos que pedírselo los demás. Esperemos que la próxima película, ya sin los Leguineche, no tarde mucho en llegar, y que cuente con un buen guion.
Miguel Marías
Revista “Casablanca” nº 25, enero-1983
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coolvistobueno · 4 years
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Arco del Prado de Santa María y casa del escritor Manu Leguineche. Brihuega
Foto Antonio Íñigo
http://aache.com/brihuega-roca-tajuna/
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hipoenlacuerda · 5 years
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'La guerra de Vietnam, una tragedia épica'
‘La guerra de Vietnam, una tragedia épica’
“Vietnam fue lo que tuvimos en vez de una infancia feliz”, escribió Michael Herr (1940-1976) en su magistral ‘Despachos’, antes de ser el guionista de ‘Apocalypse now’ y ‘La chaqueta metálica’, dos de las mejores películas sobre el absurdo de la guerra en general y de esta en particular. Como Herr, Max Hastings (Londres, 1945) perteneció a esa tribu de corresponsales de guerra de la que también…
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lima-norte · 7 years
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Lo que hace daño al periodismo
Lo que hace daño al periodismo
Una vieja regla editorial del Times indica que cuanto más candentes son los acontecimientos, más fríamente conviene escribir. Lo recuerda Jean Daniel en su libro de memorias Con el tiempo (Seix Barral), que yo recomendaría no sólo en las facultades de Periodismo sino en las redacciones del orbe entero.
El axioma de la vieja cabecera británica sirve para explicar por qué triunfan las fake news,…
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cryptodictation · 4 years
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“Today was the opening party” | Economy
On Friday, March 6, a great party was held in Vigo. For something to have the certification of “great party” in Vigo, it needs to have the assistance of its peculiar mayor, Abel Caballero. That day Caballero attended the opening of the high-performance electronic sports center (e-sports) GK Gaming, a 230-square-meter store that has ten playstations and thirty computers to train gamers and someday form a professional team. After several months of work and finding financing, Gerardo Pazos, Mar Martín and Alejandro Castiñeira cut an opening ribbon that night and held a party with 150 people in a hotel in Vigo. Exactly seven days later the iceberg arrived. And two weeks later, the store picks up closed-lime powder. “When we opened the street, I was already restless,” says Martín, a GK Gaming partner. “As soon as people came, there was beginning to be fear. And this has already left us out of the game. “
Its situation is that of hundreds of businesses that in recent months were preparing their premiere for the winter or spring of 2020. Many have derailed before seeing the light and some, such as the case of the Berlanga rice factory in Madrid, stopped a good premiere. “A month, we had. The truth is that it was like a shot. Word spread and people started coming to the restaurant, “says José Luis García Berlanga, cook and Alma mater of business. On Friday the 15th it closed. And like many restaurants, another dynamic began: that of cooking and home delivery. “I have converted,” says Berlanga.
There he cooks on open fireplaces with nobody in a place next to the Retiro in Madrid, one of the most expensive areas par excellence in the capital. “Problems? It is necessary to count on that the rice you do not serve it at the moment, but it is transported. There is, for example, much more difficulty in finding fresh produce. And obviously it is not the same to come to a restaurant for lunch and dinner, with what it entails for consumption and after dinner, than to take it home. ” It had 16 workers and has had to keep five. “They will come back, but you don't know when,” he says. That is another problem: the recovery of confidence. The explosion of senses to the touch, smell and taste that the chefs proclaim now turns against. “It is going to be very difficult for people to return and fill the hospitality industry, to put themselves back in the hands of others. This will not end the quarantine, “says Berlanga.
Friday, March 27 was going to be one of the happiest days in the lives of Irene Mestanza and Roberto Loureiro. The couple, she a waitress and he cook, worked in the same restaurant when they decided to start a business on their own in one of the most privileged places in the Rías Baixas, Raxó (Poio, Pontevedra). In February, Mestanza and Loureiro asked that the unemployment be paid all together (about 5,000 euros) to, with that money, help complete the rent and renovation payments for their new premises, they told The voice of Galicia. Since December they have been getting down to business in their professional dream, As 7 Luas, a barbecue in which they have invested everything. Money that they must spend on the business but that they need now to be able to live day by day, they tell EL PAÍS.
The agency has asked them to keep all receipts religiously in order to fight for that money. “We handed over all the documentation to register as freelancers, but this came and stopped it all at once. We are in limbo. The papers presented, the restaurant equipped and ready to open. Even a singer hired for today's inauguration (the conversation takes place on Friday), ”says Irene Mestanza.
The payment of the unemployment benefit occurred on March 10; With that money they began to pay for everything they had left signposted (furniture, appliances). Now Spain is stopped, locked up, in quarantine. Mestanza and Loureiro are trying to at least allow them to serve meals at home, so far without success. The situation, as they say, will be unsustainable if the quarantine is prolonged. “The Government has enabled an unemployment benefit for the self-employed. This benefit is also for those who have seen their income reduced by 75%, but we have not registered, nor have we been able to invoice ”. “So we don't know,” says Mestanza, laughing, “whether we are doing well or badly.”
In Madrid, the women's fashion brand Maksu has been preparing its landing in Spain for eight months. They finally opened their store on February 27. They were well received but immediately closed. Its ten employees are currently working from home. And now they are preparing their exit to trade on-line to show your collection, but they won't sell at this time. The priority, they say, is the health of all the people involved in the process: their teams, their clients and the world. They do prepare actions to help combat the pandemic.
It is still paradoxical that such a situation has happened to José Luis García Berlanga, owner of the Berlanga rice farm and son of the myth of Spanish cinema Luis Barcía Berlanga, director of The National Shotgun. “There are things in this life more berlanguianas the kind that fit on my father's head, ”he says. Where would you put the Berlanga camera today? Smile, think for a second. “I would put the Leguineche family to sell artificial respirators.”
The Zamora pastry shop that has not yet seen the light
In Zamora, a bakery, La Golosa, has not been opened, which the young Sara de la Granja began to devise months ago until she found a place to settle. De la Granja became fond of making decorated cakes for friends and that hobby became a vocation, she told the newspaper 'Zamora24horas' days ago. So he started looking for bass in the city and in the end, after much searching, he found one to invest in. Now he pays rent, electricity and merchandise, even if it is closed; gave her time to cancel her sister as an employee and collect her self-employment fee. De la Granja tells this newspaper that, before the health emergency broke out, it had set the opening date last Sunday, March 22, exactly a week ago, so that that day his business would finally see the light. But that day and those who followed did not see the light of millions of Spaniards locked in their homes.
Information about the coronavirus
– Here you can follow the last hour on the evolution of the pandemic
– The coronavirus map: this is how cases grow day by day and country by country
– Questions and answers about coronavirus
– Guide to action against the disease
– In case of symptoms, these are the phones that have been enabled in each community
– Click here to subscribe to the daily newsletter on the pandemic
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