#lo vas a olvidar | Explore Tumblr Posts and Blogs

stuckwthem · 3 months

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in the world of boys, he's a gentleman. | enzo v.

summary: después de verte perder el tiempo con otros tipos, tu mejor amigo tiene algunas cosas que confesarte. puro fluff.

nunca pensaste que ir con vestido en una bici fuera una experiencia tan emocionante, pero ahí estabas, agarrada al cuerpo de enzo e intentando mantener el equilibrio en la parte trasera de su bicicleta mientras reías como una loca.

para ponerlo en contexto, enzo era tu mejor amigo hacía algún tiempo, desde que habías alquilado una habitación en su piso a dos años, por lo que la convivencia se convirtió inevitablemente en una genuina amistad. de vez en cuando, su mejor amigo y compañero de piso era también su superhéroe. ya fuera leyéndole el pensamiento cuando se moría de hambre y no quería cocinar, o llegando siempre a casa con sus dulces favoritos, o salvándole de emboscadas.

cuando antes llegaron sus mensajes al móvil de enzo, quejándose de una cita que iba de mal en peor con un tipo un poco arrogante, no dudó en levantarse y subirse a su bici para recogerla. la sola idea de imaginarte en una cita con un tipo horrible, y peor aún, un tipo que no era él, le ponía nervioso, así que ahora te encontrabas en esa situación tan improbable pero completamente cómica. no te había dado opción.

"no puedo creer que haya hecho eso", dijiste, estallando en risas, que enzo correspondió negando con la cabeza. "¡imagínate su cara cuando vuelva a la mesa!".

"lo siento mucho por él", responde enzo con ironía y una sonrisa que indica que no, que no se arrepiente de habérsela robado.

"apuesto a que sí", apoyando la cabeza en la espalda de el moreno, respondiste en el mismo tono. su cuerpo está caliente y un poco sudado, pero su aroma es bueno y familiar.

enzo conducía la bici calle abajo, mientras tú te sujetabas rodeando su cintura con los brazos, la brisa nocturna los envolvía. el silencio se hizo un momento antes de que decidieras romperlo.

"enzo, en serio, no tenías que hacer eso. ya iba a estar bien. iba a durar unos minutos más".

se rió, lanzándote una mirada esquinada. "bueno, a juzgar por tu desesperación en los mensajes, diría que 'bien' es una palabra bastante generosa".

bufaste, fingiendo indignación. "lo estaba dramatizando un poco, ve".

"lo sé, lo sé. pero, sinceramente, no podía dejar que mi amiga pasara una noche horrible con un tipo idiota. después de todo, ¿quién más va a aguantar mis estúpidas bromas?"

"oh, ¿para eso estoy yo? ¿una compañera que tolere tus bromas?".

enzo sonrió, divertido. "entre otras cosas, claro. pero en serio, no iba a dejar que te salieras con la tuya una vez más".

puso los ojos en blanco como ofendida, pero no pudo contener una sonrisa.

"¿a dónde quieres ir?" preguntó de repente, dejándote un poco confundida.

"creía que íbamos a casa", te encogiste de hombros.

"¡no puedo dejar que te vayas a casa tan arreglada sin haber tenido una cita decente!". exclama enzo, girando ligeramente la cabeza, lo que te permite ver su expresión indignada.

procesas lo que acaba de decir y sientes que el corazón te da un vuelco. estaba suponiendo cosas o...

"¿así que vamos a tener una cita?", es tu réplica automática, y entonces, tratando de disfrazar, te aclaras la garganta, preocupada por estar leyendo las líneas equivocadas.

quizá, además de compañero de piso, mejor amigo y superhéroe ocasional, enzo era también un pequeño flechazo tuyo. uno que habías intentado olvidar a base de citas terribles que siempre te devolvían a la casilla de salida: enzo. enzo, que te compró tu helado favorito cuando te dieron una patada en el culo cuando os conocisteis, aunque nunca le hablaste directamente de tu sabor favorito. enzo, que siempre te esperaba en casa con una sesión de cine y una manta calentita. enzo, que siempre escuchaba todo lo que decías. enzo, que era tu punto débil.

"si quieres llamarlo así, tendremos una cita, sí", dice, e involuntariamente tus manos se aprietan alrededor de su cintura.

tras unos minutos pedaleando por las tranquilas calles, te das cuenta de la ruta conocida, la de todos los días. puede que enzo haya cambiado de opinión. realmente estabais de camino a casa y todas tus expectativas se habían venido abajo. hasta que, lentamente, se detiene, y lo siguiente que sabe es que están frente a una pizzería de la esquina. la misma pizzería nueva que había abierto hacía unos días cerca de su casa y de la que no paraba de hablarle a enzo.

"¿pizza?", pregunta como si esperara tu aprobación.”

enzo te tiende la mano para que te bajes de la bicicleta y él te acompaña en seguida. es curioso cómo contrastas, mientras el mayor lleva ropa casual y sencilla, tú vas arreglada con ese estúpido vestido. dentro de tu cabeza, maldices el momento en que aceptaste salir con ese idiota de antes. realmente no se merecía todas tus joyas, pero enzo, uau. realmente parecía estudiar cada parte de ti y admirar cada aspecto. desde la forma más inocente en que algunos hilos sueltos de tu moño desordenado enmarcaban tu cara hasta la forma más indecente en que se fijaba en lo bonitas que te quedaban las piernas con aquel vestido ajustado.

los dos tuvisteis que sentaros fuera, ya que dentro estaba lleno, y cuando te sentaste en la pequeña mesa de la acera frente a enzo, tu mejor amigo dejó escapar un largo suspiro mientras te miraba fijamente. un suspiro que decía: por fin.

"pero para serte sincera ahora, no sabes el alivio que supuso verte fuera de aquel restaurante", confesaste, con una risa ligera y sincera.

"¿tan mal estaba el clima?", preguntó el chico con expresión incrédula.

"¡simplemente no había humor! el tipo no paraba de hablar de las lecciones de vida que aprendió cuando su papá dejó de darle dinero durante un mes, o de cómo no debía sentirme especial si me llevaba a su piso después de cenar. y acabábamos de llegar!", exclamaste asombrada a enzo, que de repente parecía serio. demasiado serio. "¡no me ha hecho ni una sola pregunta en 45 minutos!".

"¡qué imbécil!", murmuró el moreno, poniendo los ojos en blanco. la mirada de enzo se apartó de ti por un momento, siguiendo su propia mano mientras jugueteaba con las salsas y arrancaba trozos de servilleta de la mesa. "¿por qué sigues saliendo con tipos así?".

preguntó, sin mirarte aún, y de repente la sangre te hirvió, subiéndote a la cabeza. respiraste hondo, sintiendo que una punzada de decepción te golpeaba el pecho, sin creerte lo que enzo acababa de decir.

"¿estás insinuando que es culpa mía? soy responsable de que los hombres sean totalmente egoístas y..." cierras los ojos, colocando involuntariamente la mano contra tu propio pecho. indignada.

"¡no! no es eso a lo que me refería, mi vida". enzo levantó la cabeza rápidamente, encontrándose con tu mirada, dolida y traicionada.

se sintió como un completo idiota, desesperado por la forma en que le mirabas, sin saber muy bien cómo dar marcha atrás. se irguió en su silla, inclinándose sobre la mesa para alcanzar tu mano, listo para defenderse cuando un camarero se detuvo justo a su lado.

"¡buenas noches, parejita! ¿qué les sirvo?", preguntó el hombre, con un tono amable y alegre, en contraste con los ánimos encendidos en la mesa.

te reíste irónicamente de la confusión del camarero, algo habitual cada vez que salías juntos, y te cruzaste de brazos, alejándote de enzo.

"ahm, hola", se rascó la nuca desconcertado, y entonces se dio cuenta de que ni siquiera había mirado el menú. tanteó las hojas, no sabía qué pedir y de repente parecía perdido.

"dos pedazos de marguerita, de la opción vegana, por favor", tu dije, enderezándose. "y una coca-cola, con limón, para él".

enzo te mira ansioso mientras el hombre toma su pedido, su pierna colgando bajo la mesa, rozando la tuya sin darse cuenta. el contacto hace que todo tu cuerpo se estremezca, pero sigues sin mirarle. el camarero se retira de la mesa y anuncia que te servirá en breve.

"mira, no digo que sea culpa tuya. en absoluto, chiquita", dice, con voz grave y tono preocupado. te miras las uñas, haciéndote la indiferente. un poco dramática.

enzo suspira y junta su rodilla a la tuya. entrecierras los ojos, indiferente, mientras él se humedece los labios como si tratara de encontrar las palabras en la punta de la lengua.

"estoy intentando decirte que te mereces algo mejor que estos tíos. tú lo sabes, yo lo sé." la forma en que conduce lo que dice es lenta y cuidadosa, continúa. "te mereces a alguien que realmente te aprecie, que vea todas las cosas increíbles que yo veo en ti. estos tipos que ves claramente no ven a la increíble persona que tienen delante y pierden por completo la oportunidad de conocer a la mejor persona que podrían tener en la vida."

sus ojos se elevan automáticamente al oír lo que dice, y sus pulmones parecen no realizar su acción rutinaria. su labio tiembla nervioso. se le acumulan las lágrimas en la comisura de los ojos, porque tiene que decirse a sí misma que sólo lo dice porque quiere su bien, porque es lo que diría un mejor amigo. y tienes que luchar con todas esas palabras antes de irte a dormir, tragándote todos tus sentimientos.

"sabes, eres amable, increíblemente inteligente, aunque sigas pensando que puedes ganarme jugando al mortal kombat apretando todos los botones a la vez". enzo continúa, suavizando su sermón, haciéndola reír por lo bajo. "eres divertida, talentosa, real. linda."

sin poder resistirte más, vuelves a encontrarte con la mirada del moreno, que te dedica una pequeña sonrisa al notar que te rindes poco a poco.

"por no hablar de tu paciencia, sobre todo cuando decido cocinar y dejar la cocina como un campo de batalla"

esta vez no puedes contener la sonrisa que se extiende por tu cara, recordando la última vez que enzo había intentado preparar la comida. realmente, una negación para la cocina.

"como cocinero, eres un gran actor", murmuras, lo que hace que enzo se ría y aproveche el espacio que le estás dejando.

"y cuando tienes esos estallidos creativos, escribiendo o creando tus propias recetas. es fascinante ver tu mente en acción, y siempre me pregunto cómo alguien puede ser tan... única. cómo iluminas allá donde vas, cómo haces que las cosas parezcan mucho más fáciles cuando estás cerca y...".

enzo parece estar en medio de un gran descubrimiento. se ríe para sí mismo, sacudiendo la cabeza, como si se arrepintiera de haber dicho todo eso y sus cejas se levantan, casi en un gesto de desesperación.

"ya lo tengo", dices, un poco tímida. tus mejillas se calientan y de repente te sientes como una adolescente.

"de todos modos, supongo que lo que intento decir es que eres una persona apasionante". enzo parece ceder, y su cuerpo se ablanda en la silla. "y cualquiera que no vea eso no merece estar contigo".

su respiración sale como si alguien acabara de darle un puñetazo en el estómago. tus manos corren por la mesa, buscando las suyas, que te agarran los dedos con suavidad. no decís nada durante un largo rato, durante el cual vuelve el camarero y os sirve en completo silencio.

su confesión da a la atmósfera otro tipo de tensión. antes de que pudiera responder, enzo desvió la mirada, como si intentara escapar de la intensidad de la situación.

"¿sabes qué? olvida lo que he dicho. disfrutemos de la cena y olvidemos que he dicho todo eso. ¿qué soy yo? ¿shakespeare? ¿don juan?", bromeó, tratando de aligerar la situación gesticulando exageradamente. él da un sorbo a su coca-cola, disimulando su desesperación.

"enzo", su nombre en los labios sale como una súplica. todo le golpea a la vez. la conciencia de sus sentimientos, la conciencia de los tuyos. menea la cabeza negativamente y te suelta la mano.

"está bien, no tienes que intentar consolarme y decirme que somos amigos, lo sé. lo he aceptado". enzo se precipita, pasándose las manos por el pelo, nervioso.

"enzo", le dices, más firme ahora. "¿por qué no me lo dijiste antes? ¿por qué no me llevaste a una cita antes?".

parece ahogarse en su propia respiración, con las narinas inflamadas y el pecho subiendo y bajando rápidamente. enzo te mira con una mezcla de sorpresa e incredulidad. sus ojos buscan los tuyos, como si tratara de leer tu expresión y comprender si aquellas palabras eran reales. ¿cómo puede alguien conocerte tan bien y no tener ni puta idea?

"porque yo... no sabía cómo. siempre fue más fácil ser tu amigo. quedarme en la comodidad de no arriesgar demasiado. no sentir el rechazo. llevarte a una cita parecía cruzar alguna línea invisible, y tenía miedo de estropearlo todo".

escondió la cara entre las manos, riéndose para sus adentros. enzo parecía al punto del colapso, asustado. nunca le habías visto así. te levantaste rápidamente, sentándose en la silla junto a él, tocando tranquilamente sus muñecas.

"qué estúpido eres", afirmas, riendo. él te mira con expresión ofendida y confusa. "¿de verdad no te has dado cuenta en todo este tiempo?".

la cara de tu mejor amigo se llena de algo parecido a expectación y espanto. esperando el golpe fatal en cualquier momento.

"espera, quieres decir que... que tú...", empieza a balbucear, pero tú le interrumpes con una sonrisa.

"sí, enzo. yo también" tu confesión hace que su rostro se ilumine y luego se sonroje. ¿de verdad tenía 30 años? porque le estabas haciendo sentir como un niño.

"nunca pensé...", murmura, y tú completas la frase.

"¿que yo pudiera sentir lo mismo? pues ahora ya lo sabes. era obvio". te ríes, acercándote un poco más a él. "¿cómo podría no enamorarme de ti?".

enzo siente tu susurro en los labios, provocándole escalofríos. su cálido aliento se mezcla con el de él, la incertidumbre se cierne entre ellos, un territorio desconocido por atravesar. la mirada de enzo examina su rostro, buscando cualquier rastro de indecisión, pero no lo encuentra, y entonces sus ojos bajan hasta la boca su boca.

"si me dejases mostrarte todo esto antes", susurra él también, mientras una de sus manos, grande y cálida, se posa en su muslo, bajo la fina tela de su vestido, y la otra descansa detrás del respaldo de su silla.

"todavía estás a tiempo"

y con su confesión, es como si perdiera el control. sus pupilas, más oscuras y dilatadas ahora, son lo último que ve antes de sentir unos labios suaves contra los suyos. se te corta la respiración de golpe y una descarga recorre tu cuerpo, desconectando todo tu sistema nervioso durante milisegundos. te besa con ansia, como si recompensara todas las demás oportunidades que había perdido. la mano detrás de tu hombro se mueve rápidamente hacia tu nuca y se te escapa un jadeo. su boca tiene un gusto dulce, a cola y limón mezclados con su propio sabor.

enzo apenas puede contenerse, el resto del mundo deja de existir cuando tu lengua pasa por sus labios, como pidiendo permiso, y casi pone los ojos en blanco ante la sensación. dios, cómo había soñado con eso. lo había repetido en su mente un millón de veces y luego se había culpado por aquello. se sacudió los pensamientos cuando sintió los dedos de ella recorriendo su cuero cabelludo, mientras su otra mano le acariciaba suavemente la mejilla. como si un tornado de emociones no estuviera sucediendo en su interior en ese momento. todo lo que había pasado hasta entonces hacía que este momento valiera la pena.

después de casi cinco minutos, el mundo real parece volver, al igual que la necesidad de oxígeno, inútil, en la percepción de enzo. los sonidos de la calle vuelven a resonar en sus oídos, todo vuelve a tener sentido poco a poco. el mundo deja de girar mientras os miráis con amplias y tontas sonrisas en los rostros. se lleva el dedo a la comisura de los labios de enzo, limpiando con cuidado los restos de carmín. le dan ganas de arruinar el resto que queda en sus labios bien delineados.

"entonces, ¿qué hacemos ahora?", preguntas, todavía un poco sin fuerzas, intentando no reírte. la sensación de besar a tu mejor amigo, algo que se te había pasado por la cabeza un millón de veces antes, parecía lejana. de hecho, era algo mucho mejor de lo que podría haber soñado.

"supongo que podríamos empezar con una primera cita", sugiere enzo, fingiendo cierta despreocupación, sacudiendo los hombros. sus dedos se pasean por su cara, apartando algunos hilos de cabello sobre sus ojos. es tan dulce y tranquilo que quieres atesorar sólo ese momento entre todos los demás.

durante el resto de la noche, comes esa pizza fría como si fuera la mejor que has comido en la vida. el resto de la cena se desarrolla con naturalidad, con ligereza, con besos y suspiros, conversaciones y confesiones, como todo lo que necesitabas. como si todo estuviera por fin en su lugar. una alineación milenaria. era tan fácil estar allí, junto a él, sin necesidad de máscaras ni disfraces, estar frente a él era poder verse de adentro hacia afuera. sin ocultar nada, sin ningún deseo de huir. completamente inmersos el uno en el otro. era como soñar medio despierta.

era lo perfecto, simplemente. había incertezas, guardadas para un futuro lejano, era aterrorizante perder esa conexión que tenían. mas tal vez no fue la manera mas correcta, tal vez fue imprevisto y completamente caótico, pero fue la mejor y última primera cita de su vida.

─━━━━━━⊱✿⊰━━━━━━─

hola! :)

español no es mi primer idioma (que es el portugués), así que ¡perdónenme los errores!

si quieres, hazme asks para fics con el cast de lsdln <3

#enzo vogrincic fanfic #enzo vogrincic fluff #enzo vogrincic #enzo vogrincic x reader

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belovedmusings · 6 months

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“You have to trust me.”

18+ Explicit Smut 🚫Minors DNI🚫

You and Satoru get into an argument before he heads off to face Sukuna. You worry for his safety since the incident of his sealing is still fresh in your mind, begging him to let the others help, but he insists he has to do it alone. Hot, emotional sex follows.

Relevant tags: AFAB reader w/minimal gendered language, reader with no defined characteristics for inclusivity and realism, angst, hurt/no comfort, before Ch 236, established relationship, unprotected sex, creampie, missionary/mating press, intentional baby making

Recommended songs to listen to while reading: Privilege (The Weeknd), lovely (Billie Eilish), Lo Vas Olvidar (Billie Eilish, ROSALIA)

A/N: I have a follow-up to this where he survives the fight so that you can have some comfort after this hurt. I’ll link it at the end :’) for now enjoy some angst.

Expand to read:

“Satoru, please,” your voice tapers off at the end, the ache in your heart stinging with its intensity. “Please, don’t do it alone. You can have help. Yuuta—”

“This isn’t his fight,” Satoru insists, “I don’t want to involve innocent kids in this if I can help it.”

“So you’re just gonna go off and get yourself killed instead?”

His brows furrow, eyes frozen on your face. His lips part in disbelief, and after a moment of being stunned, he laughs incredulously.

“Seriously?” He asks you, “Do you really think that lowly of me? You think I’m marching off to my death right now?! You think I’m some weak little twerp or something? That’s all I am to you?!”

As he raises his voice, you start to feel guilt rising up in your chest. You hadn’t meant to say it like that. Here he is, about to fight for the sake of the world and you’re belittling him and undermining his strength. You’re telling him you expect him to lose, even if that wasn’t your intention. You’re supposed to be his support pillar—he doesn’t just let anyone in.

The anger fizzles out of you like ice water on hot coals. Instantly, you feel cold.

“No, Satoru,” you shake your head, remorse bubbling up so violently tears spring to your eyes. This is the love of your life, the man who has been nothing but sweet, patient, and kind to you. Sure, back when things were normal, he used to tease and get on your nerves, he had to work a lot and his time was stretched thin as a result, but he always made time for you. He always thought of you, brought you your favorite treats from his missions, latched onto you when he came back because he missed you.

Apparently you started sobbing at some point while you thought about all of that, because the next thing you know, he’s wrapping his newly thickened arms around you and pulling you into his sturdy chest.

“I didn’t mean to yell at you,” his voice is subdued now, full of guilt. “I shouldn’t have raised my voice. It’s just that—”

“That’s not…” you sniffle, shaking your head as you try to find the strength to get a full sentence out in the midst of your break down. “I believe in you, Satoru, I do, I didn’t mean—didn’t mean to say that…”

He hugs you tighter, rubbing up and down your arm. You continue.

“I’m just so fucking scared, Satoru, I’m scared.”

More sobs wrack your body and he can only sigh heavily, trying to hold you as close to himself as he can.

“I don’t want to do this to you,” his voice is thin, like he’s trying hard to keep it even. “I hate that I can’t give you a normal, easy life with me.”

You huff, wrapping your arms around him. “That’s not…I wouldn’t trade what we have for the world, Satoru, for the world…”

“I just hate that this is causing you so much pain,” he replies. “I’m supposed to be taking it away, not making it worse. God, I really am the worst, aren’t I?”

You shake your head in disagreement, planting a kiss on his neck to protest his statement. His breath hitches, and the next moment, he’s raising your chin up with his index finger, ducking to connect your lips. You make a small noise in the back of your throat and kiss back, arms winding around his neck to draw him closer. You feel him hug your waist, and go willingly when he backs you up.

The backs of your legs meet the edge of his bed, the one that you’ve become so familiar with it’s more comfortable than your own at the place you rarely sleep anymore, and you realize that this might be the last chance you ever get to share it with him.

Another sob escapes you before you can stop it and you grab the collar of his shirt tightly, pulling him down with you. You fall onto the mattress, Satoru catching himself so he doesn’t crush you as he kisses you passionately.

You trail your palms down his chest, down his abdomen, over the tight black shirt he has on, then back up again just to feel him. Satoru is here right now, in your hands, on top of you—you need to cherish this while it lasts.

You break the kiss as your crying worsens, unable to stop lamenting the fact that you can’t freeze time in its place right now.

“Shh,” his sugary voice hushes you, “Shh, focus on me. I want this to feel good for you, okay? We can’t have you crying your way through it, silly, then you won’t remember a thing.”

You sniffle, trying to wipe at your eyes. “I don’t want to just r-remember you…I need you to be okay.”

“I am okay,” he says, pecking your brow bone sweetly. “I’m right here. Just feel me. Nothin’ else. Don’t even think right now, thinking’s not useful.”

You huff shakily, eyes fluttering shut as you feel his mouth go for your neck. He scrapes his teeth over your jugular to shock pleasure into your senses, successfully distracting some of the anguish right out of you.

“That’s it,” like this, his voice sounds almost like a purr, and you shiver, arms wrapping around his shoulders to grip at his back. He leaves a wet kiss where his teeth were and swipes his tongue over the spot, starting to suckle. You give him a soft noise in response, relishing in the fact that you know he’s leaving a mark on purpose. It’ll be there at least for a few days, or more if he really tries.

“Make it dark,” you breathe, “Give me as many as you can, please.”

“You don’t have to beg me,” he murmurs below your ear, sending heat pulsing downward. “I’ll give anything you want from me.”

You suck in a sharp breath. “Anything?”

At your eager question, he chuckles lowly, lifting himself up to meet your eyes. “Hmm. You have something specific in mind, don’t you?”

Your face heats up involuntarily, but the urgency of the situation has you forcing your bashfulness down. This might be the only time to ask. You had wanted to wait until the two of you were settled, maybe married if that’s what you agreed on, but now there might not be another moment. This could be it. And you know that if you don’t tell him what you want now and something happens, you’re going to regret it for the rest of your life.

With that thought, you take a deep breath and raise your hand to cup his face, brushing a few strands of his fringe away from his eyes.

“I want your baby, Satoru.”

You see the moment the words register in his brain. His eyes light up with something you’ve never seen before, and he smiles as if you just gave him the sweetest, most sincere compliment he’s ever heard.

“Yeah? A piece of me forever, huh?”

You nod, a grin tugging at your lips even as droplets continue to spill down your cheeks. “Yeah. Our love personified.”

He chuckles wetly and you think you see his eyes turn glossy, but he’s kissing you again before you can confirm it.

“It’s yours,” he says against your mouth. “All yours.”

You lose yourself in the long kiss that follows. All you can feel is him moving on top of you, tongue dancing with yours so intimately it would have the angels in the room blushing.

You raise your hips when he tugs at your pants, taking your underwear with them. He sits back on his haunches to slide them off your legs, eyes gentle as he gets between them and pushes his hands up underneath your shirt.

Sitting up quickly, you allow him to lift it off of you, discarding it behind himself. Now, you’re completely naked, but he’s still clothed.

“No fair,” you say, eyeing his shirt like it’s offensive, and he laughs.

“Say no more, say no more,” he replies, “Just lay down for me.”

Your stomach flutters with butterflies as you do as he tells you, looking up at him kneeling between your legs. You watch as he crosses his arms to peel his tight shirt off of his sculpted muscles, smooth, fair skin coming into view. He’d put a Greek god to shame, you think. He’s so tear-jerkingly beautiful it threatens madness in your mind.

“Like what you see?” He taunts mischievously, standing up to untie his pants and push those along with his boxers down his hips. His reddened erection springs free and you stare unabashedly at it, never having got used to the sight fully. He’s huge, both long and thick, all smooth skin except for a prominent vein on the underside. You used to joke with him early on in your relationship that it was the main reason for his cocky attitude, that you’d probably act the same way if you had a dick like that, and it always made him laugh. You love making him laugh. God, you love Satoru so much.

“Oh, you definitely like what you see now,” he snorts, climbing back onto the bed. “Gotta admit, it’s hot as hell to see you objectify me like that.”

“I wasn’t—”

“I’m nothing but a glorified sperm donor, mistress.”

You make an incredulous face. “What? I’m not—you don’t even—”

“Shh, I’m just teasin’,” he grins at you, leaning down to peck your lips. “I know you love me.”

You blow out a puff of air like a deflating balloon. “Satoru, I swear to god.”

He chuckles, shutting himself up by kissing you again. “That’s just how I show love.”

You chase his lips, hearing his words for the ‘I love you’ they truly are, threading your hands in his hair.

His big palms find your hips and he centers them for himself, lining up and grinding his stiff member against your wet core.

“Mmh,” you moan, moving with him, “Satoru…”

He sighs shakily, grabbing the crook of your knee to push it up, giving himself more room to move. His grinds become more forceful and it has you stuttering little gasps, nails digging into his back.

“Already scratchin’ me up?” He asks, and you can hear the smirk in his voice. “But I haven’t even put it in yet.”

The laugh you reply with is half-assed, need distracting you, and you find his eyes. “What’s stopping you?”

“Oh? Someone’s impatient,” he chuckles, stamping a kiss to your nose. “All right, all right. Better give you what you want.”

He takes ahold of himself and lines up, breathing a heavy sigh as he sinks into you. As soon as he does, you make a noise in the back of your throat, hugging him closer to you. As he bottoms out, you can’t help but press more chaste kisses wherever you can on him—his cheek, his jaw, his neck, his collarbone. You just love him. You love the feeling of his body on top of yours, the warm weight unique to him, how he fills your arms up, tangible and strong. You breathe in deeply, the sweet musk of his skin filling your senses. It’s your favorite scent in the entire world.

He pulls back and rocks forward again slowly, taking care to get you used to his size. So much has happened lately that you haven’t been able to get intimate a lot, so you have to let him ease you back into it.

As he works you open on his cock slowly, you take to caressing the smooth skin of his back, eyes closed to revel in the sound of his heavy breaths, strained with the effort to control his movements so as not to hurt you. You love how solid he is under your palms. You could touch him forever. If he survives this fight, you swear that you’ll never let go of him again. You plead mentally with any deity that may hear you to protect Satoru.

You kiss the soft underside of his chin and hold him closer, holding onto that thought. Protect him. Keep him safe. Keep him alive. I love this man so much, just please don’t take him away from me.

He chooses that moment to start picking up the pace, the dull ache it gives you enough to thankfully keep you from spiraling further. You sigh, bending your knees further to give him more room. Your legs then wrap around him, ankles crossing at the base of his spine, and he responds by going faster. The room begins to fill with the sound of your bodies meeting over and over, his length molding you to his shape with every push of his hips into yours.

On a particularly hard thrust, you gasp, tightening around him, and it causes him to groan right after you. His voice is so sweet. It was one of the things that stood out to you about him when you had first met him—the way he always seemed to have perfect control over it. He speaks with ebbs and flows to contour the meanings of his words, to give them his special nuance that perfectly colors in his personality. He’s just so animated when he speaks. If he’s annoyed, you’ll hear it. If he’s playful, you’ll hear it. If he’s happy, you’ll hear it.

Right now, as he works through stuttered breaths and hitched moans, delivered exhales of your name weaved into declarations of his bliss, you hear the pleasure you’re giving him. That control starts to slip and words start tumbling from his lips, voice thin and shaky, a tone reserved just for you.

You turn your head to lay a kiss on his lips, landing on the corner of his mouth, but he understands what you need, sweeping you into a languid, passionate make out session as he rocks in and out of you. You hear him make a sort of wet noise before he doubles down on his efforts, pushing deep inside of you and starting to roll his body.

“Satoru,” you hiss in surprise, mouth falling open as his abdomen grinds against the sensitive bud above the place he’s buried inside of, heightening the goosebumps that break out on your skin. Your head falls back and he takes the opportunity to start making as many marks on your skin as he can with his mouth. Like this, you feel yourself getting close, and that has you remembering what comes after this.

He’s going to leave, and he might not come back.

This might be the last time you ever get to have him.

“I love you,” you say, just needing to get the words out, needing him to know. “You’re so important to me—thank you for everything, Satoru.”

His breath catches in his throat and he finds your gaze, reaching up to cup your jaw in his palm.

“Thank you for everything,” He replies sincerely. “Thank you for loving me. For dealing with all my bullshit and sticking by me.”

“Always,” you shake your head, eyes filling with new tears. You sniffle, feeling that choked desperation start seizing your chest again. “Always, Satoru.”

He smiles at you but it doesn’t reach his eyes. Those beautiful luminescent oceans only reflect the deep sadness the both of you feel, and to see it glaringly obvious in his gaze breaks your heart. He can’t fake his happiness this time, not even for you. He’s human too, and being here with you like this in what might be the last time threatens to undo him.

Satoru swallows thickly and concentrates on his movements to distract himself, forcing himself to focus on the noises you make as he brings you closer and closer to the edge. He wants this to last forever just like you do, but you both know he’s needed by more people than just you.

Your climax approaches and with it, your emotions swell up inside of you. You remember meeting him for the first time, you remember when he started pursuing you, how happy he was when you agreed to a date, how hard he’d tried to win you over yet how effortless he made it look. Every time you two shared a laugh, every time he was there while you cried, how he always managed to put a smile back on your face. How sweet of a man he is to his students, how proud you can tell he is whenever he talks about them, and how his eyes light up whenever he eats a treat he’s fond of. God, you just love him.

“Satoru,” you whimper, orgasm hitting you abruptly. “Oh god, I love you so much.”

He exhales forcefully as he feels it, managing a few sloppy thrusts before he’s cumming as well pushing as deep as he can go in effort to fulfill your earlier request.

As you start to come down, the fear and despair come back tenfold, overtaking you in a fit of sobs. He wraps his arms around you and buries his nose in your hair.

“I’ll win,” He whispers to you, “I will. I’ll come back and we’ll raise the little shit we just made together, okay? They’ll probably grow up like me but I hope they’re more like you, baby.”

You hiccup loudly as you cry harder, clinging to the image of a happy family with him for dear life.

“It’s gonna be okay. You have to trust me,” He insists, inhaling slowly. “I have to go now.”

You hold him tighter, squeezing your eyes shut to commit this to memory before he’s pulling away, lifting himself off of you and grabbing his clothes quickly.

He dresses in silence, your cries the only thing echoing around the room. All you can manage to do is put on one of his button-ups from the foot of his bed, wiping furiously at your eyes.

Too soon, he’s clothed again, and it’s time for him to go.

He walks over to you again and takes your chin gently in his hand, tilting it up so that your eyes connect. He smiles softly at you.

“You know that I love you, right?”

A deep ache seats into your chest. He’s said it in a million ways before but never in its original form, those simple, crater-heavy three words. You nod, sniffling as another wave of lament threatens to pull you under.

“I do,” you confirm, forcing it out in a strained voice. He nods to himself, leaning in and pressing his soft lips to your forehead.

You feel the moment that he uses his technique to flash himself out of the room, because his warm presence that naturally takes up a lot of space vanishes and leaves absolutely everything feeling cold and sterile.

You break down again, head falling into your hands.

Shoko had told you where everyone would be watching the fight take place. You want to be there, and you will go, but you need to be alone first.

You just hope with all of your might that you won’t be left alone with only a piece of him to succeed his legacy. You want him to be there too. You need him to be there.

You need him to be okay.

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A/N: i gave myself an ouchie on the heart while writing this. whoops. also wow is he gorgeous in that picture at the top?? anyways here’s the second part where he survives bc i should be gege instead so he’ll be okay :-)

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