Siempre se puede iniciar de nuevo. Todos los días intento ser mejor de lo que fui ayer, el café de las mañanas y los amaneceres me dan refugio en la melancolía.
Te extraño todo el tiempo pero aprendí a inhibir la sensación de vacío, las lágrimas que aparecían sin parar, el dolor en el alma, las ganas de querer gritar hasta que vuelvas, las ganas de vivir sin el roce de tu piel por las mañanas.
Hay esas mañanas en que despierto y te me vienes a rachas de recuerdos y melancolías, de esos despertares en que estás más presente que nunca y un escalofrío intenso recorre mi espina dorsal.
Y quedas intensamente entre los poros, los pliegues, los lunares, las cicatrices y células de este cuerpo que te ama intensamente, de esta mujer que no te olvida y te extraña mucho.
Felices porque si. Porque es nuestra historia y la de nadie más. Porque no sé cómo he llegado…hemos terminado aquí. Para que luego digan que se necesitan motivos, no los hay. El corazón no los tiene.
Viviré por siempre a tu lado, que no contigo. Y cuando ya no lo haga búscame más allá en donde la brisa se hace cielo para alumbrar nuestras mañanas, búscame que te esperaré.
Te espero donde siempre, no tardes, y si tardas, pues yo seguiré esperándote en el mismo lugar con una copa de vino y miel... Y si, ya sé, no volverás, pero soy terco y seguiré haciéndolo.