Amarte,
es pincelar mis letras
en el óleo de tus besos;
Ser artista,
en el lienzo de tu cuerpo,
con colores o sin ellos.
Amarte,
es ser paciente
silencio de tu espera;
ser espera en tu ciencia,
para hallarte íntegro
en mi esfera.
Amarte,
es llevarte a mi torre
de mil cirios encendidos,
donde, juntos recitar
palomas que cobijen
nuestro nido.
Amarte,
es obsequiarte paz,
deshaciendo cadenas;
liberarte de sombras
que amordazan,
sin pronunciar queja.
Triunfar a tu lado;
disfrutar el fruto
de tu piel sedienta,
sembrando el néctar
de la ansiada libertad.
Amarte,
es rastrear tu rostro
enamorado,
con rastro de estrellas
embriagadas,
que titilan al compás
del ritmo sagrado
de nuestra intimidad.
Amarte,
es sorprenderme,
cuando esgrimes fortaleza,
en el campo de batalla,
a pesar de la derrota,
que pesa sobre tu hazaña.
Cuando vistes
de luces,
en medio de mi oscuridad;
cuando despliegas, prudente,
una sonrisa abierta
en mis momentos cerrados;
cuando exhibes
tu cuerpo metálico,
en el oro de la penumbra,
sin importarme
un sólo trozo de tu tela;
pulsando intenso
todo trazo de mis dedos,
sobre tu ser sensible.
Cuando depositas tus labios
en la fuente de mis deseos,
sin importarme el número
de caricias,
siendo una con ellas…
Amarte,
es esfumarme
extasiada,
en el perfume
de tu gracia.
Amarte,
es vivir nuestro ideal,
en cuerpo, sangre
y espíritu;
porque tú eres
el ardor tangible,
la tapa y contratapa
del libro de mi vida,
con sus páginas incluídas,
llenas y vacías;
ávidas de entregarse
al soplo
de tu natural encanto.
Amarte,
es agasajar
el incesante aprendizaje
que nos une y edifica;
labrando la sacra
alquimia,
que, como el ave fénix,
se consume en sus cenizas,
para luego dar fe
del amor, que resucita,
incinerando un pasado
de error y dolor,
que son vino amargo,
hacia el pleroma exquisito
del fruto ya madurado.
Amarte,
es saborear
metamorfosis,
desde el gusano que fuimos,
a la augusta mariposa,
que aguarda
en el crisol
de nuestra transformación.
Amarte,
no es cohabitar
como piezas insertadas
en un rompecabezas.
Es poder habitar,
cada cual,
en su mundo de certezas,
sumando bella fortaleza
en sentimiento profundo.
Amarte,
es ser dos llamas
danzantes,
en el gran fuego creador,
que nos alienta;
rozar nuestra materia,
para que el espíritu vibre
en elevadas frecuencias.
Amarte,
es acción trascendente,
más allá de todo tiempo,
en un eterno presente,
con resplandeciente riego,
que irrigue fervor en los genes.
Amarte,
es la sangre del sol,
en mis adentros.
Amarte,
más allá del abanico
sensorial,
con los ocultos sentidos,
que laten con énfasis
en el connubio astral.
Amarte,
es fusionarme contigo
en el círculo cromático
del espectro universal,
vertiendo el mismo perfume,
sobre nuestros labios,
sobre nuestros pechos,
para agitarnos en el frasco
cristalino de lo ignoto.
Amarte,
es aferrarnos juntos
al eje de la rueda,
sin rodar como guijarros;
sintiendo el anhelo
de encumbrarnos
en el sumo placer
que nos despierta.
Amarte,
es llenar de rosas
nuestro lecho,
para morir de amor,
y no de espinas.
Amarte,
no es pensarte,
sentirte,
emocionarte;
es el soplo divino,
capaz de mover
nuestras redes atómicas,
cómo mágicas alfombras
por el orbe celeste
de la contemplación,
en un salto cuántico
a la tierra de la redención.
Amarte,
no es un signo de pregunta;
sí, de admiración,
anteponiendo el asombro
a la obstinada razón.
Es carecer
de puntos suspensivos,
para el definitivo asterisco,
que renueve cada célula.
Amarte,
no es vivir de sueños
e ilusiones;
es el más preciado objetivo,
que escala tan alta meta.
Es el haz de luz,
que devora la grieta
de toda desesperanza;
agonía de hiel,
fiel remembranza;
luna de miel
que en su sol, se desgaja.
Amarte,
es pulimento perfecto
en la sutil maquinaria;
molino de pan y de viento,
que gira en dulce añoranza.
Amarte,
es estrecharnos
con un abrazo líquido,
en los brazos
de la inmortalidad.
Amarte,
es ser el alfa y omega,
reflejados en el río ardiente
de nuestra voluptuosidad.
Silvia Haydée Bojart (Poémame)
Publicado con autorización autora
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