Check out Chris Rock. I think he was traumatized.
I believe nobody would have remembered his joke (complimenting Mrs. Smith ) if Mr. Smith didn't assault him.
7 notes
·
View notes
Licorice Pizza: los peligros de idealizar el pasado
Licorice Pizza muestra sus cartas desde la primera escena: un grupo de estudiantes se encuentran en lo que parece un baño de instituto y, segundos después, se escucha “cherry-bomb!” seguido de una explosión en un inodoro; la escena continúa con nuestros protagonistas, Alana Kane y Gary Valentine, encontrándose en una larga fila rumbo a la toma de foto del anuario escolar. Su plática es un estira y afloja donde se establecen las dinámicas de poder de ambos: él, quinceañero, actor infantil y seguro de sí mismo; ella, veinticinco, empleada del estudio fotográfico, hastiada hasta el tuétano, pero segura de las ventajas de su edad frente al joven pretendiente. La escena termina con una invitación a cenar sin concretar pero que tampoco es rechazada; no hay vencedores, solo una puerta abierta en forma de tal vez. Mientras ella camina de regreso a su labor es nalgueada por el fotógrafo. No hay réplica de su parte.
En esos minutos introductorios, Paul Thomas Anderson plantea la tésis de su noveno largometraje: el peligro de idealizar el pasado. El director angelino pone frente a frente al San Fernando de los 70 con la mirada crítica y consciente de la tercera década del siglo XXI. Por ello que lo que antes no era más que una broma de instituto de dudosa comicidad, ahora, en una sociedad post-Columbine, sea vista con una ceja alzada. Por ello también que el desagradable gesto del fotógrafo pase, en el contexto temporal de la película, desapercibido por las personas alrededor. En medio de ambos acontecimientos, la conversación que dará lugar a la película: la posibilidad de una relación entre el dúo protagónico a pesar de la diferencia de edad. La secuencia resume la esencia de la película: actos censurables que rodean un romance condenado desde su concepción. Durante el resto del metraje, Thomas Anderson, a la manera de Tésis (1996), irá desenmarañando el metraje como un examen al espectador en el que caben varias preguntas: ¿bajo qué prisma se evalúa el pasado? ¿qué se está dispuesto a dejar pasar? ¿se es capaz de contextualizarlo? ¿de justificarlo? ¿de idealizarlo?
El episódico guion, escrito en solitario por Anderson, toma como eje central la eufórica y tumultuosa relación entre Alana y Gary mientras nos habla de todo aquello que fuimos y que, es probable, no hemos dejado de ser: una sociedad tan sumida en sus propios intereses que es incapaz de ver sus errores. Comentarios machistas y misóginos, microagresiones, inconsciencia, ignorancia e indiferencia por parte de la mayoría de los personajes se dan en pantalla al tiempo que el grupo protagonista hace bromas, negocios y una vida de su privilegio económico, político y social. No hay lugar para dudas ni titubeos en ningún momento. Esta mezcla de acciones reprochables y liviandad pueril dejan entrever el zeitgeist bajo el cual se evaluaba la época (el cual, naturalmente, contrasta con nuestro hiperconsciente y siempre-alerta presente). Ese ímpetu excesivo, cuál la emoción desbordada del primer amor, se palpa en el ritmo de la película, el cual es frenético y juguetón; aquí Anderson corre el riesgo de enaltecer a base de clásicos musicales de la década y ágiles movimientos de cámara una época marcada por la candidez de la inocencia; pero la ingenuidad no está exenta de responsabilidad y el realizador lo sabe bien: por cada ocasión en que la idealización del romance entre la pareja protagonista se filtra por los fotogramas, el director esparce pistas sobre la futilidad de su intento: ya sea un abrazo cómplice visto desde el reflejo de una puerta de entrada (de, por cierto, una comisaría policial), o una carrera a los brazos del otro que termina siendo enmarcada -cómo no- por un cine; porque, sí, su romance, al igual que una película, es una ficción, una ilusión que ha de terminar más temprano que tarde, como un verano más en los Ángeles post movimiento hippie. En este sentido, Licorice Pizza se presenta como el reverso jovial y crítico de Inherent Vice.
Finalmente, si la película termina con la consumación romántica de la pareja protagónica -en forma de beso triunfal- se debe precisamente a ese test que el director busca suscitar en la audiencia: no hay juicio moral para Alana Kane, a pesar de que su decisión de estar con Gary esté más influida por la lógica de la red de seguridad de un trapecista que por un sincero sentimiento amoroso. La protagonista, en constante búsqueda de esa gran oportunidad que la saque de su vida condenada a los suburbios, ve en Gary un último trapecio en el cual aferrarse. Al final de la película si Alana corre no es en busca de amor, sino de una puerta de emergencia. De nuevo, no hay juicio moral para Alana, de la misma manera que no hay para el frenético arquetipo de macho alfa que es el personaje interpretado por Bradley Cooper, o el insensible dueño del restaurante de comida china que objetiviza mujeres, o el obcecado actor aferrado al ayer que interpreta Sean Penn. La falta de juicio no se debe a libertinaje, sino a la falta de pretensión por parte del realizador de realizar el trabajo crítico por la audiencia. No se señala aquello que “es bueno” o “es malo”, se da la oportunidad a la audiencia de emitir un juicio propio. Y es ahí donde sale a relucir la tésis de Anderson: al poner frente a frente, sin filtros, al Los Ángeles de los setenta, con todas sus imperfecciones y precisiones sociohistóricas, junto a la mirada actual del siglo XXI, ¿qué ofensa o irrespetuosidad está dispuesta a dejarse pasar? Y, si todo es condenable, ¿también lo es la reconstrucción histórica? A este respecto, la película parece fungir como un espejo hacia el espectador actual, en donde el director cuestiona el grado de conciencia con el que se juzga aquello que la sociedad considera agravante, un último examen sobre los peligros de idealizar el pasado que también pone en la mira el juicio acrítico del presente.
Bray Arché
Estudiante de día, empleado de tarde, escritor de media noche
0 notes
Consideramos que ignorar a #ladygaga en los #oscars22 por su actuación en #thehouseofgucci fue realmente una injusticia. Su actuación no solo fue estupenda sino que su personaje es indispensable en el desarrollo de la película. No fue nominada pero creo que fue la gran ganadora de la noche por su acto de humildad ante #lizaminelli especialmente luego de una noche de Oscars tan desastrosa. https://www.instagram.com/p/CbxT4d9L0hs/?utm_medium=tumblr
0 notes
I posted 217 times in 2022
1 post created (0%)
216 posts reblogged (100%)
Blogs I reblogged the most:
@pianta
@dwgif
@maybechaucer
@luke-skywalker
@sosuperawesome
I tagged 7 of my posts in 2022
#the umbrella academy - 2 posts
#tua - 2 posts
#actually disabled - 1 post
#alopecia - 1 post
#jada pinkett smith - 1 post
#chris rock - 1 post
#will smith - 1 post
#oscars22 - 1 post
#not podcast related - 1 post
#except that its a hella gay podcast - 1 post
Longest Tag: 51 characters
#this blog is a safe place for every flavor of trans
My Top Posts in 2022:
When you really only watch Eurovision for Graham Norton.
3 notes - Posted May 14, 2022
Get your Tumblr 2022 Year in Review →
0 notes
Some March Fashion we had #oscars22 #fashionweek22
0 notes
Watch "Corey Holcomb goes in on Jada & will Smith, Oscars22" on YouTube
0 notes
Backemmm🤣😂😭
#willsmith #chrisrock #oscars22 #jadapinketsmith #roast&gag #celebritygossip
0 notes