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doriloco · 2 years

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Déjame amarte [Thoma x Fem!Insecure!Reader]

No tienes el cuerpo ideal y eso te atormenta. Por suerte, Thoma no tiene problema en recordarte lo valiosa que eres.

Advertencias:

Este es un porn with some plot, así que si no tienes 18 o más, por favor vete y regresas cuando los cumplas :) pero si si, pásale si quieres(¿

La reader es gordita, insegura y se autodesprecia, así que si eres sensible a estos temas lee con cuidado

Angst -> fluff -> smut

Thoma es muy soft(¿

Escribí esto para desahogarme ok.

Tal vez luego lo escriba en inglés. Porque son las 4am y quiero dormir.

Tus brazos son anchos, no como los de ella; delgados y estéticos. Tu vientre no es plano, no es como el de ella a quien se le ve preciosa cualquier prenda. Tus piernas son regordetas y tienen estrías, no como las de ella; tonificadas y perfectas.

Es obvio que eres más ancha que las chicas que usan este tipo de trajes de baño, en que estabas pensando. Te ves en el espejo y es como si tu reflejo se burlara de ti, recordándote y resaltando cada una de tus imperfecciones.

Le habías prometido a tu novio que usarías el bikini rojo que con tanta ilusión te había comprado para sus vacaciones con los hermanos Kamisato, pero no podías evitar sentirte expuesta con estas prendas que apenas y cubrían tus partes íntimas.

Y ahí estabas frente al espejo, juzgando, destrozando tu cuerpo con la mirada, deseando ser tan hermosa como la señorita Ayaka, hasta que escuchaste un golpecito acompañado de una voz en la puerta.

"¿T/n? ¿Ya estás lista?" Era Thoma, tu adorable novio.

Brincaste un poco por la sorpresa, estabas a punto de abrir la puerta, pero tu reflejo te detuvo, no pensabas recibir a Thoma mostrando descaradamente tu cuerpo poco estético, ¿Cierto? Así qué te pusiste un vestido de playa para cubrirte y abriste la puerta. Para tu sorpresa, él traía su torso al descubierto y una toalla en su hombro "¿Lista? Ayato y Ayaka nos esperan en la playa" dijo sonriente, asentiste en silencio y saliste de la habitación rumbo a la playa.

Al llegar, pusieron sus toallas debajo de una gran sombrilla a unos cuantos metros del mar, ahí era dónde estaban los Kamisato, las personas más hermosas y adineradas que habías conocido en tu vida. No pudiste evitar sentirte intimidada por su presencia, sobretodo por la de la princesa garza, quien llevaba un bikini azul similar al tuyo, pero con la pequeña diferencia de que a ella se le veía muy bien, mucho mejor que a tí.

Ella no tenía piel de sobra.

Te sentaste sobre la toalla y trataste de cubrir tus piernas con el vestido que hasta ese momento te había dado seguridad, Thoma se tumbó en la toalla de al lado y te dió una botella de bloqueador solar "¿Puedes ponerme en la espalda porfavor?" Asentiste y pusiste un poco del bloqueador en tu mano para untarlo suavemente en la espalda perfecta de tu lindo novio, preguntándote cómo es que alguien cómo él había escogido a alguien como tú.

"Listo" dijiste al terminar, él se levantó y tomó la botella de bloqueador, notaste que tenía una sonrisa pícara en su rostro "¿Quieres que te ponga bloqueador?"

"Bueno" la sonrisa de Thoma se hizo más amplia "bien, quítate el vestido"

"¡No!" jalaste la falda hacía abajo por mero instinto, lo que dejó a Thoma poco más que confundido "d-digo, cuando vayamos al mar me lo quitó" él no estaba satisfecho con tu respuesta, pero no quiso insistir más, no quería incomodarte.

Pasaron las horas, Ayaka y Thoma parecían estar divirtiéndose en el mar, Ayato estaba debajo de la sombrilla leyendo un libro, y tú estabas de pie a la orilla del mar mojando tus pies con las olas. Ayaka te invitó varías veces a unirte a ellos, pero el miedo de lo que Thoma y los Kamisato pudieran pensar de tu cuerpo era mucho más grande que tus ganas de nadar.

Los veías a lo lejos, se veían bien juntos, él era alto, rubio y perfecto, ella era bajita, delicada y hermosa, si alguien los viera juntos dirían que son la pareja ideal.

Tú no eras como ella, tú no eras tan hermosa… entonces ¿Porque Thoma te había escogido a tí?

Estabas tan inmersa en tus pensamientos que no te diste cuenta que Thoma ya estaba frente a tí "te ves cansada, ¿Quieres descansar un rato?"

Su presencia te tomó por sorpresa, así que solo hiciste lo que mejor sabías hacer, asentir sin pensar "si, está bien" él tomó tu mano, se despidieron de los Kamisato y volvieron a la casa de playa.

Notaste que Thoma estaba inquieto por algo, te miraba de reojo de vez en cuando tratando de leerte. Al llegar a la habitación, cerró la puerta detrás de él sumiéndolos en una cálida oscuridad y se acercó sigilosamente a tí por detrás "¿Estás bien?"

"Si, estoy bien"

"¿Segura? No quisiste nadar y tampoco pude ver tu traje de baño" te abrazó por la cintura y escondió su rostro en tu cuello mientras hacía un pequeño puchero.

"Esta bien, no creo que lo quieras ver" reíste para ocultar tu decepción.

Thoma estaba más confundido que nunca "¿Porque no querría verlo?"

"Pues…" te soltaste de su abrazo y volteaste hacía otro lado para evitar verlo a los ojos mientras buscabas las palabras para explicarlo. La verdad es que habías vivido con esa inseguridad por mucho tiempo, pero nunca lo habías externado con palabras. Pensabas que si alguien se llegaba a enterar de tus complejos esa persona tendría la clave para destruirte, así que simplemente te lamentas y autodestruyes en silencio "no es nada grave, no te preocupes" mentiste.

Thoma soltó un suspiro amargo "no mientas T/n, por favor… déjame ayudarte" rogaba por tu confianza y no podías resistirte a él.

"¿Porque estás conmigo?" Preguntaste sin pensarlo “no soy bonita, no soy carismática y… el traje de baño que me compraste se me ve horrible" tus ojos se humedecieron.

Acarició suavemente tu hombro para hacerte voltear "Eso es mentira, nada que uses se te ve horrible, no digas eso T/n, tú eres hermosa"

"Pero mi cuerpo es horrible"

Él se sentó en la cama, y tomó tu mano para atraerte hacía él, de forma que pudieras verlo directamente a los ojos "Pues me encanta tu cuerpo"

"No mientas, Thoma"

Thoma sonrió, pero esta no era su típica sonrisa dulce, esta vez era una sonrisa más… juguetona. Parecía que se lo estaba tomando como un reto "si no me crees, tal vez tenga que demostrártelo" puso su mano detrás de tu cabeza y atrajo tus labios a los suyos.

Fue un beso dulce que poco a poco se convirtió en uno desesperado y apasionado, tus labios se movían en sincronía con los suyos, sus manos se posaron en tus caderas acercándote desesperadamente a su cuerpo, buscando sentirte lo más cerca posible.

Sus manos viajaron por tu espalda baja hasta llegar a tus piernas, dónde se dió el lujo de darte suaves apretones en tus muslos y juguetear con la falda del vestido de playa.

Rompió el beso momentáneamente, tomándose el tiempo de disfrutar de tu rostro sonrojado y confundido. Poco a poco subía la falda del vestido con toda la intención de quitarlo "déjame ver cómo se te ve ese traje de baño" depósito un beso sobre tu vientre.

Pero antes de que llegará a tus caderas lo detuviste, estabas temblando de miedo e inseguridad "e-espera… ¿Qué tal si no te gusta?" Volvió a besar tu voluminoso abdomen "me va a encantar T/n, todo lo que uses me encanta… aunque estoy en un punto en el que preferiría que no usarás nada" sus palabras te estaban volviendo loca, sólamente deseabas ser suya y hacerlo tuyo, pero el pudor te mantenía a la defensiva.

"Por favor T/n, déjame demostrarte lo mucho que te amo" él rogaba por tí, estaba rogando por tu cuerpo. Él te necesitaba.

Asentiste temerosa y Thoma siguió con su tarea de deshacerse de ese vestido que le impedía adorar a su diosa terrenal.

Un suspiró acompañado de una sonrisa de satisfacción apareció en su rostro "eres preciosa" dejó un camino de besos a lo largo de tu suave estómago y hundió su rostro entre tus pechos suspirando con fuerza, apretando el agarre de tus caderas como si tuviera miedo que desaparecieras "no sabes por cuánto tiempo desee esto" logró hacer que te sentaras sobre él, sus dedos jugueteaban con el lazo del top del bikini, sentías escalofríos recorrer tu espalda y la temperatura de tu cuerpo subiendo.

"¿No peso mucho?" Preguntaste al sentir cierto bulto en sus pantalones. Pero él negó frenéticamente acercándose a tus labios "para nada" te besó de nuevo, lenta y apasionadamente sujetandote con fuerza, su lengua se colaba en tu boca de vez en cuando iniciando una pequeña pelea con la tuya que dejaba un hilo de saliva al separarse.

Sus labios atacaron tu cuello, dejando un camino de besos y suaves mordidas de tu mentón a tu clavícula, la sensación de sus labios sobre tu piel desnuda enviaba escalofríos de placer que recorrían tu espina, querías más y él también.

Por su puesto sus manos no se quedaron quietas, una de ellas te sujetaba por la cadera firmemente evitando que intentes escapar y con la otra comenzó a acariciar uno de tus pechos mientras continuaba besándote el cuello con desesperación y necesidad.

Finalmente desató el listón de la única prenda que cubría tus pechos, dejándote con el torso desnudo y completamente a su merced. Se separó un poco para poder apreciarte, pero intentaste cubrir torpemente tu estómago y parte de tu pecho con tus brazos, cosa que no le gustó para nada al rubio que de un movimiento rápido te tiró a la cama y contuvo tus manos sobre tu cabeza, dándole la oportunidad de verte y saborearte con su mirada hambrienta.

"No te escondas de mí, preciosa" bajó su rostro hacía tus pechos y lamió uno de tus pezones haciéndote temblar "eres la persona que más deseo" volvió su atención a devorarte, él hacía maravillas estimulando tú pezón con su lengua y boca mientras su otra mano se mantenía ocupada jugueteando y masajeando tu otro seno. No estabas acostumbrada a tanta estimulación física y mucho menos a la adoración verbal que estabas recibiendo, te sentías en el cielo.

Tu respiración estaba agitada y hacías un esfuerzo para evitar que tus gimoteos fueran demasiado ruidosos "por favor no te contengas" tu dulce novio mordió el lóbulo de tu oreja haciéndote soltar un gemido de sorpresa y placer que lo deleitó.

Un chillido salió de tu boca al sentir como sus dedos acariciaban con delicadeza tu voluminoso y suave estómago "n-no hagas eso" chillaste y volteaste tu mirada hacía otro lado avergonzada.

Él te dió un cálido beso en la mejilla "¿Por qué no?"

"Es asqueroso"

"¿Según quién?" En su voz se notaba la preocupación.

Tu respiración se estaba entrecortando, podías sentir el nudo en tu garganta "Según todos" tragaste saliva para evitar que las lágrimas corrieran por tus sonrojadas mejillas.

Él acarició tu mejilla, haciéndote voltear a verlo de nuevo "escúchame T/n; me encantas, cada parte de tí me vuelve loco, no hay nada de tí que quisiera cambiar o eliminar, no me importa lo que digan o piensen los demás sobre tí, eres hermosa, y no lo digo solo porque te amo, realmente creo que eres la mujer más hermosa que ha pisado este mundo" te quedaste en silencio por unos segundos, procesando todo lo que acababa de decir, y una vez más sus labios se encontraron con los tuyos, pero esta vez algo era diferente, te sentias segura, sentías que en sus brazos habías encontrado un refugio, te sentías amada y deseada.

Enredaste tus brazos alrededor de su cuello, desatando su cabello para dejarlo caer sobre sus hombros y así poder perderte en la suavidad de su rubia cabellera y la calidez de sus labios. Thoma aprovechó ese momento para bajar sus manos hasta tus grandes muslos, no sin antes disfrutar de la suavidad de tu trasero casi desnudo. La manera en la que apretaba y acariciaba aquí y allá te hizo soltar un gemido de puro placer que fue ahogado por sus labios devorando los tuyos.

Una vez más rompió el beso, dejándote deseosa de más sin saber que obtendrías algo mucho mejor que sólo sus manos merodeando por tu cuerpo. Dejó un rastro de besos que iba desde tu cuello hasta tu estómago tomándose su tiempo para besar y acariciar con ternura tu vientre sin poder evitar sonreír y enamorarse un poco más al escuchar tus risitas por las cosquillas y las nuevas sensaciones.

Finalmente quitó la última prenda que te quedaba, abrió tus piernas y recorrió tus muslos con su boca, dejando algunas marcas que lo hacían sentir particularmente orgulloso. Sus dedos fueron directamente hacia tu entrepierna, estimulando con delicadeza aquella zona que te ponía a temblar.

Todo tu cuerpo reaccionó al instante, en este punto ya no tenías vergüenza ni pudor, dejaste que los suspiros salieran descontroladamente de tu boca sin saber lo mucho que excitaban a Thoma.

"Thoma… por favor" su nombre salía como un suspiró desde lo más profundo de tu alma mientras él hacía magia con sus dedos.

"¿Quieres más princesa?" aumentó la velocidad de sus caricias, pero seguía sin ser suficiente para tí.

"Quiero todo de ti" él sabía perfectamente a lo que te referías y lo hiciste el hombre más feliz del planeta "¿En serio?"

"Si… por favor" esta vez tu lo ayudaste a deshacerse de su bañador, desatando el cordón y liberando la erección que había ignorado por bastante tiempo.

Te sentiste culpable mientras tomabas su miembro y tratabas de liberar un poco de su tensión con tus manos "¿Por qué no dijiste que necesitabas mi atención?"

"Quería hacerte sentir bien primero" respondió entre quejidos.

"¿Que puedo hacer para agradecer lo que has hecho por mí?"

Sonrojado, con la mente perdida en tí, maravillado por tu cuerpo y terriblemente necesitado te besó una vez más mientras le dabas atención especial a su miembro "déjame amarte” susurró entre besos y aceptaste sin chistar.

Te ayudó a acomodarte en la cama y se posicionó sobre tí, colocando su miembro en tu entrada. A pesar de que estaba desesperado por tenerte, te miró a los ojos en busca de algún signo de duda o incomodidad que no encontró, y finalmente, firmó su pacto de amor incondicional entrando lentamente en tí.

No pudiste evitar quejarte por el tamaño, Thoma te dió tiempo de acostumbrarte mientras besaba las lágrimas que salían de tus ojos, disculpándose de vez en cuando por el dolor.

Cuando estuviste lista se movió, primero con embestidas lentas y sensuales, pero poco a poco sus cuerpos pedían más, el ritmo de sus movimientos iba en aumento al igual que el volumen de tus gemidos, el dolor había quedado atrás y ahora lo único que sentías era una oleada de placer. Los pensamientos negativos de la playa se habían disipado y no podías pensar en nada más que no fuera Thoma dándote todo lo que tiene.

El calor de la habitación, el sudor de la pasión, los suspiros de placer, las palabras melosas y el sensual sonido de la piel chocando creó la atmósfera perfecta para que ambos se perdieran en su propio mundo.

Cada vez iba más profundo, tocando puntos que ni tú misma sabías que existían. Llegó un punto en el que hundió su cara en tu cuello, entregándose completamente al placer, besándote descuidadamente y susurrándote al oído lo mucho que te amaba.

Todas tus dudas se esfumaron. Él estaba loco por ti.

"Thoma…" sentiste una sensación extraña en tu estómago "creo que-"

"Hazlo preciosa" te besó torpemente mientras aumentaba la velocidad de sus caderas para ayudarte a llegar a tu clímax, que llegó poco antes que el suyo.

Salió de tí para venirse sobre tu vientre y pechos, dejándote hecha un desastre, pérdida en el momento y completamente agotada, al igual que él.

Con la poca energía que les quedaba tomaron un baño juntos e insistió en lavar tu cabello, y claro, tú insististe en peinar el suyo.

Terminaron acurrucados en la cama, él abrazándome contra su pecho, acariciando tu cabello.

"Te amo T/n, nunca lo dudes" te dió un beso en la frente antes de cerrar sus ojos y caer rendido al agotamiento.

"Yo también te amo, Thoma"

Al día siguiente se levantaron más tarde de lo acordado, pero ambos concordaron que nunca habían dormido tan bien como esa noche.

Una vez más, tendrían un día en la playa con los Kamisato. Como es costumbre, Thoma se puso su traje de baño y salió, dándote espacio para vestirte. (Aunque la noche anterior ya te había hecho de todo. Todo un caballero)

Una vez más te pusiste el bikini rojo que tantos pensamientos negativos te había traído el día anterior. Con algo de miedo te miraste en el espejo antes de salir, tu figura no había cambiado, tus brazos seguían siendo gordos, tu estómago seguía siendo grande, tus muslos seguían siendo voluminosos. Y según tú, seguías teniendo piel de sobra.

Pero antes de que pudieras juzgarte, notaste las marcas del amor de Thoma en tu cuello, pecho y muslos, lo que te hizo recordar la noche anterior; la forma en la que Thoma te miraba, la forma tan cariñosa en la que te tocaba, como besaba cada parte de tu cuerpo que tanto odiabas, como te adoraba.

Inevitablemente te sonrojaste.

Te miraste una vez más, pero esta vez recordando que había alguien que realmente te amaba y a quién realmente le gustabas.

Quizás ya era hora de que tú también te amarás.

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