ARRORRÓ
Un rumor de arna suena
entre crujir de mirtos.
«Yaya, acabó el rosario:
yaya, di la conseja.»
Dice ella, bondadosa,
la más larga y más linda:
—Solita (¡rumba y truena!),
solita va la reina.
Lumbre de un lucerillo,
se muestra, allá a lo lejos.
Es menester seguir.
Anda que andarás. Pero
ya uno da cabezadas;
dos se amodorran; anda
que andarás...
y ya llegaron ambos:
en brazos de las fadas.
*
A NANNA
Come un rombo d’arnia suona
tra il cricchiar della mortella.
Nonna, è detta la corona:
nonna, or dì la tua novella.
Ella dice, ell’è pur buona,
la più lunga, la più bella:
— Sola (o Dio! bubbola e tuona!)
sola va la reginella.
Ecco un lume, una stellina,
ma lontanamente, appare.
Via, conviene andare andare.
Va e va. — Ma ciondolare
già comincia una testina;
due sonnecchiano; cammina
che cammina,
e le son tutte arrivate:
sono in collo delle fate.
Giovanni Pascoli
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Las Archivas
por Juan J. Mendoza [Revista Ñ, 12/12/2020]
¿Cómo es la nueva Historia Feminista de la Literatura Argentina? Desde el punto de vista de los nombres, es una literatura protagonizada por grandes escritoras de nuestra literatura sin genericidad: Juana Bignozzi, Ana Basualdo, Tamara Kamenszain, Gabriela Cabezón Cámara, Matilde Sánchez, María Negroni, María Moreno, Gabriela Massuh, María Sonia Cristoff, Milita Molina, Alicia Genovese, Hebe Uhart, Clara Obligado, Beatriz Vignoli, Mirta Rosenberg, Tununa Mercado, Diana Bellesi, Sylvia Molloy, I. Acevedo, Fernanda Laguna, Cecilia Pavón... Entre sus eminentes teóricas, aparecen Beatriz Sarlo, Josefina Ludmer, Graciela Montaldo, Claudia Kozak, Sandra Contreras, Alejandra Laera, Florencia Garramuño, Graciela Speranza, Ana Porrúa. Saltando del territorio de la teoría a la ficción, aparecen Cecilia Palmeiro, Jimena Néspolo, María Pía López… La lista es imposible, extensa. Pero no es por la variedad de sus temas y problemas, que una biblioteca de la literatura argentina así instale la pregunta por el carácter prescindible de buena parte de la literatura masculina en el presente. Sino que en el desplazamiento, lo primero que se advierte en esta nueva historia, es el carácter central de escrituras como las de Naty Menstrual o Gabriela Bejerman. Se vuelve fundamental la literatura de Marina Yuszczuk; se visualizan con mayor plenitud los recorridos de Verónica Gago, Victoria Schcolnik, Ivana Romero, Ana Arzoumanian, Eugenia Almeida; la potencia subversiva de val flores; el lugar clave en la poesía de Julia Sarachu, Celeste Diéguez. La Historia Feminista de la Literatura corrobora con contundencia el argumento del feminismo a secas: la sobrerrepresentación de lo masculino, invisibiliza a las mujeres.
No son los nombres propios ni la noción de centro las categorías rectoras de la nueva historicidad. Es más bien en lo colectivo, en el tejido, las tramas, en las comunidades y las alianzas, donde los feminismos resplandecen: Belleza y Felicidad, Zapatos Rojos, el proyecto Escrituras (La Boca, 2014-2017), van marcando el pulso de esa historia. Al igual que el devenir de los ciclos de poesía desde los 70 al siglo XXI, examinado con notable sensibilidad por Paula Jiménez España en el libro.
En el territorio de los géneros se produce uno de los grandes desplazamientos: la poesía, el fragmento y el residuo, pasan a ser géneros y materiales con los que esa nueva historia de la literatura se escribe. Pequeños susurros marcan la cadencia, el ritmo de la historia. La voz baja aparece por encima de la la frase unívoca, se destaca el cuerpo frente al logos.
La intemperie es también un tópico de lo femenino. Aparecía en novelas claves de Gabriela Massuh y Matilde Sánchez: “En mayor o menor medida, todos cargamos (y escribimos) con las marcas que deja la intemperie: esa condición que se asienta en la certidumbre de que los cuerpos no son entidades cerradas sobre sí mismas” –señalan Laura A. Arnés, Lucía De Leone y María José Punte en el capítulo presentación del volumen–. Los poemas recitados en la fábrica Brukman, la participación de intelectuales queer en las manifestaciones por Zanon o el Bauen, los intercambios poéticos en los sótanos lesbianos: sólo algunos de los muchos lugares de esa exterioridad.
Es un libro eminentemente político: organizado desde la politicidad. Con una fuerte confesión del trabajo que realizan las alianzas feministas. En todos los casos se trata de la confluencia entre territorios (re)generizados: reversiones transfiguradas de la pampa –el devenir mujer de la pampa, su reencuentro con el género femenino que de hecho la palabra posee, a la manera de Las aventuras de la China Iron de Gabriela Cabezón Cámara–, pasando por los nomadismos disidentes en contrapunto con otros modos del espacio materno, lo doméstico, la intimidad.
El libro está organizado en unidades temáticas: alianzas, territorios, materiales, escenas y eróticas festivas son algunas de las zonas de ese recorrido. Flor Minici descata el sentido de las “prácticas sexo-afectivas”. Contra el monolingüismo, Mónica Szurmuk y Mauro Lazarovich historizan el lugar de las otras lenguas. En el apartado “Ante la crítica”, Florencia Angilletta examina modos de reHabitar y reinventar la “ciudad letrada” de Ángel Rama. Y Guadalupe Maradei rastrea las formas de historicidad femenina del siglo XXI, para darle a todo el libro el sustento historiográfico que una nueva historia reclama. En “Jóvenes insolentes”, con ironía festiva, Tamara Kamenszain caracteriza a “las nuevas poetisas del siglo XXI”. A la manera en que los decadentistas se apropiaron del agravio que les propinaron, la palabra poetisa aparece aquí revertida, dada vuelta, para terminar mostrando la fibra de singularidad de la que la literatura femenina siempre estuvo hecha. El epílogo de Nora Domínguez cierra el volumen. En “Tiempo compartido. 1990-2019”, como bajo continuo del propio libro que se acaba de leer, se proponen allí otros hitos que conforman una “nueva” historia desde los últimos treinta años.
“Los feminismos han sido siempre un gran laboratorio de herramientas críticas” –señalaba hace unos días en la presentación Gabriel Giorgi–. Desde California, Francine Masiello señaló el gran motivo de celebración que significa la aparición de esta nueva historia: “se esquiva aquí el canon instituido y consagrado para dar visibilidad a otras voces. Se celebra el doblez y lo múltiple. La política pasa por los cuerpos, los ruidos de la lengua”. La autora de Entre civilización y barbarie: mujer, nación y cultura literaria en la Argentina moderna (1992), en la presentación parafraseó un fragmento de María Sonia Cristoff, su pasaje favorito de todo el libro: las escrituras femeninas, como termitas que roen la materia prima del edificio de la crítica literaria, intervienen con su incontenible ímpetu, para cuestionarlo todo, deconstruirlo todo.
Cuando el milenarismo, la catástrofe, el anonadamiento del mundo y la cancelación del futuro nos alcanzan, cuando el problema de la finitud atosiga al logos occidental, e inclusive cuando el ecocidio se cierne sobre el Planeta, los feminismos aparecen para proponer otra historia, otros futuros; otras formas de la imaginación, para salvar a la especie.
Historia Feminista de la Literatura Argentina, Tomo V
En la intemperie. Poéticas de la fragilidad y la revuelta
Laura A. Arnés, Lucía De Leone y María José Punte Coord.
EDUVIM
590 págs.
Una propuesta en seis tomos, colectiva e intergeneracional, impulsada por quince docentes e investigadoras que también intervienen en el campo cultural como escritoras y críticas, se ocupará en cada volumen de los motivos y problemas que la literatura, el género y la política trazan como acontecimientos históricos y simbólicos.
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Notas viejas: 25 septiembre 2016.
Mamá y papá me dan eso que creo no necesitar y sin lo cual, sin embargo, me sentiría en falta. Agradecer nunca está de más, pero sólo lo necesario, idealizar resulta peligroso o quizá, simplemente, demasiado.
Amo a papá y mamá pese a mis malas caras, mis malos días, mis reclamos y hasta groserías. Quizá por eso sea bueno explicitarlo, de vez en cuando, en palabras, pues en ocasiones realizamos algo que puede entenderse de distintas maneras, pero no en la que nosotros hubiéramos deseado o necesitado. El diálogo, después de todo o antes que nada, es fundamental en las relaciones humanas.
Me atormenta, sin embargo, la idea de que las cosas se hacen y no se dicen, porque al hacerlas se dicen solas, lo cual supongo es cierto, ¿pero hasta qué punto? ¿Qué tan transparentes pueden ser en realidad nuestras acciones cuando un cúmulo de factores y hasta prejuicios externos se entrometen e influyen? El problema de la identidad quizá sea por eso de los más complicados de resolver, lo que es más, ¿en algún momento llegamos a ser por entero “nosotros mismos” o sólo nos acercamos a ello, como a un esbozo?
A veces pienso que debería dejar de pensar tanto y me pregunto si todos los hombres se han enfrentado a estos pensamientos y dudas. Yo creo que sí, pero sólo las almas más “ociosas” lo llevan a este extremo. Pareciera que la gente se preocupa por otras cosas más relevantes como saciar sus necesidades básicas que por hacer introspección para intentar entenderse y así entender a los demás, para reflexionar en que, si bien existen muchas diferencias entre unos y otros y que abismos enteros nos separan, quizá exista algo más esencial que nos una y compartamos todos, algo fundamental que nos hiciera entendernos un poquito más y no odiarnos tanto o ignorarnos: el sufrimiento y la violencia, el deseo de ser queridos y relevantes en el mundo, aunque sea para una persona, ¿aunque sea para uno mismo? Difícilmente un hombre solo subsiste, y sin embargo, entre tantos hombres, es necesario seleccionar a quién quieres en tu vida, quién deseas te acompañe a lo largo de ella.
Por eso los lazos familiares son tan importantes en la infancia. El sentimiento de abandono de un niño huérfano debe ser algo muy cruel y difícil de superar, pero que no es “digno” de lástima. Creo en la actualidad que no debiera existir nada en el mundo ante lo cual sintamos lástima o compasión, porque los hombres, creamos o no en la divinidad, estamos todos rotos, y la vida -aunque tenga sus momentos gozosos- nos irá dañando más, porque sabremos que por más que queramos asirnos a algo, nada nos pertenece salvo nuestra existencia. ¿Y hemos de decaernos por ello? No. Pero sería infinitamente más sencillo si otros, en vez de ocultarse, tuvieran la confianza de mostrar sus heridas sabiendo que nada podría lastimarlos. El mundo, sin embargo, representa un ambiente hostil y jerárquico en el que pocas veces nos vemos como iguales.
Todo este juego de poderes y dominio me ha lastimado demasiado. ¿A otro más le ha pasado igual? Los adultos me dijeron siempre: “Así es el mundo y en algún momento entrarás al sistema”. ¿Ustedes también tenían estos sueños? De ser así, ¿dónde quedaron y por qué los tiraron? A veces creo que lo que hace falta es un poquito de Fe, pero la Humanidad y nosotros mismos muchas veces nos han -hemos- traicionado.
Me pregunté hace varios días si los románticos se habían equivocado al tomar al hombre como centro de mundo, a partir del cual podían mirar al mundo y sus habitantes. Quizá tomaron de los humanistas la idea de concebirse como dioses en la Tierra, pero creyeron en algo que ya no era Dios, sino el Arte, la Poesía y el Amor. El amor a sí mismos como un egoísmo positivo, en contra de toda la moral decimonónica. ¡Oh, mis románticos alemanes, cómo pude dudar de ustedes! Me da la impresión de que nunca buscaron un amor trágico, ni siquiera sensual, sino una vuelta a los orígenes, al reconocimiento de su dios interior. No querías a Lotte, Werther, sino algo que te diera fuerza y te impulsara a mejorar, porque ¿quién podría hacerlo solo en el mundo, andar por él y conservar así la Fe? Por eso el amor fue necesario, aunque no correspondido, aunque idealizado. Y cuando se cansaron de luchar, románticos vencidos, decadentistas, tuvieron entonces el odio y el hastío, asimismo la individualidad.
Desgraciadamente, y ya lo dijo Orwell, no hay muchos sentimientos que nos unan y nos hagan avanzar. El odio o un sufrimiento muy profundo sí, ¿y qué puedo hacer contra ello? Ya he dicho que de reconocer nuestras heridas quizá sería más sencillo todo, y así, ya no huiríamos de lo que nos lastima.
Me pregunto si hay un momento en que el umbral del dolor deja de crecer o si hay un punto en que de haber crecido tanto nos vuelve insensibles. ¿Justine fue insensible al dolor?
No quiero ser filántropa, si es que lo soy. No quiero sufrir de tal forma que eventualmente no pueda siquiera llorar. Tengo miedo de quedarme sin sentimientos, de vaciarme tanto... ¿es eso alcanzar la Iluminación? ¿Dejar de sufrir frente a los eventos de la existencia y sentir de pronto un profundo amor a todas las criaturas de la creación?
Tengo miedo, mucho miedo. Sé que en cierta forma estoy vacía, pero si me quedase sin emociones, ¿quién sería? ¿Cómo percibiría al mundo? ¿Esperaría algo de él?
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YA DESDE TEMPRANO
Agua, retumba; y tú, tolva, trepida;
en torno al buje gira, volantera;
por canaleta vierte el grano, orenzo;
polvo, levanta. Negro en una barda
el rucio espera ya desde temprano
junto a la resonante catarata.
Las orejas sacude, a mirar torna:
¡qué tarde, entre acabar, ir pian, pianito,
amasar, extender, meter al horno,
humarás en la mesa, pan de afrecho!
*
GIÀ DALLA MATTINA
Acqua, rimbomba; dondola, cassetta;
gira, coperchio, intorno la bronzina;
versa, tramoggia, il gran dalla bocchetta;
spolvero, svola. Nero da una fratta
l’asino attende già dalla mattina
presso la risonante cateratta.
Le orecchie scrolla e volgesi a guardare,
ché tardi, tra finire, andar bel bello,
intridere, spianare ed infornare,
sul desco fumerai, pan di cruschello.
Giovanni Pascoli
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SOLEDAD
I
Desde este cejo solitario miro
pasar enjambre de oro, negra tropa;
sobre la frente al aura de un suspiro
zumban los hilos trémulos de cobre.
Sobre la frente reverbera un eco
de pensares alegres o angustiosos;
pasa la sombra de la tropa negra,
pasa la sombra del enjambre de oro.
II
Son urbes que conversan entre sí,
urbes perdidas en cerúleo éter;
alborotadas por vibrante grita,
férreas ruedas, clamorosos dobles.
Allá va gente cansada, sin sosiego,
faltos de tiempo, a quienes el amor
llega de lejos, quizá el odio. Acá,
eco de moscas baila en polvareda.
III
Conversan desde azules lejanías,
días de bochorno, en las hialinas tardes;
y tienen gritos mudos de esperanza
y de dolor, y rezos y gemidos...
Aquí, zumbido. Sólo caballetas
que zurren entre la amarilla grama;
bailan al sol las moscas de la fruta;
bajo una mariposa tiembla un tallo.
*
SOLITUDINE
I
Da questo greppo solitario io miro
passare un nero stormo, un aureo sciame;
mentre sul capo al soffio di un sospiro
ronzano i fili tremuli di rame.
È sul mio capo un’eco di pensiero
lunga, né so se gioia o se martoro;
e passa l’ombra dello stormo nero,
e passa l’ombra dello sciame d’oro.
II
Sono città che parlano tra loro,
città nell’aria cerula lontane;
tumultuanti d’un vocìo sonoro,
di rote ferree e querule campane.
Là, genti vanno irrequïete e stanche,
cui falla il tempo, cui l’amore avanza
per lungi, e l’odio. Qui, quell’eco ed anche
quel polverio di ditteri, che danza.
III
Parlano dall’azzurra lontananza
nei giorni afosi, nelle vitree sere;
e sono mute grida di speranza
e di dolore, e gemiti e preghiere…
Qui quel ronzìo. Le cavallette sole
stridono in mezzo alla gramigna gialla;
i moscerini danzano nel sole;
trema uno stelo sotto una farfalla.
Giovanni Pascoli
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DESDE LA PRESA
Sobre el prado descansa el meridiano.
Sombra de ala no cierne azul ni verde.
Un humo al sol blanquea; lejos, lejos
fila y se pierde.
En mis oídos un roleo de esquilas,
quizá cencerros de distante grey;
y, del azul pensiles, los chirlidos
de la calandria.
*
DALL’ARGINE
Posa il meriggio su la prateria.
Non ala orma ombra nell’azzurro e verde.
Un fumo al sole biancica; via via
fila e si perde.
Ho nell’orecchio un turbinìo di squilli,
forse campani di lontana mandra;
e, tra l’azzurro penduli, gli strilli
della calandra.
Giovanni Pascoli
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FRESNILLO
Fresnillo, que la procesión del Corpus
suave, entre flores de aldiza y retama,
miras risueño desde tu nativa
pobre ventana;
yo te conozco y la virtud inmensa
que tiene la cabellera de tu espiga,
el velludo cogollo cuyo aroma
gusta la abeja.
Te busca el gamo, tremolando al dorso
mortal dardo, por breñas de la sierra,
remedio cierto, —largo rastro rojo
deja su paso—.
¿Lene fresnillo para mis heridas
tenéis, abismos de los ventisqueros,
en cuya altura llora recoleta
cuna de fuentes?
Cuelgan blancas las cabras de los riscos;
pasa el águila negra y solitaria;
silba agostada yerba; y bajo el pie
súmese el éter.
*
IL DITTAMO
Dittamo nato all’umile finestra,
donde pel Corpusdomini sorrisi
alla soave tra fior di ginestra
e fiordalisi
processïone; io so di te, che immensa
virtù possiedi ne’ chiomanti capi,
cespo lanoso ed olezzante, mensa
ricca dell’api.
Te, con la freccia tremolante al dosso,
cerca nei monti il daino selvaggio,
farmaco certo — di lui segue un rosso
rigo il viaggio —
Dittamo blando per la mia ferita
l’avete, o balze degli aerei monti,
dove nell’alto piange la romita
culla dei fonti?
Bianche ai dirupi pendono le capre;
l’aquila passa nera e solitaria;
sibila l’erba inaridita; s’apre,
sotto il piè, l’aria.
Giovanni Pascoli
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EL ALMA DEL CIPRÉS
I
Oh ciprés que descuellas negro y solo
del vítreo cielo, sobre cambronera
tiesa de cardos, sisear de sierpes:
en ti tal vez, cuando las moras cuajan,
oyen los niños un pipiar secreto,
como de nido que soñara tu alma.
Parvada última. Cantas tú apagado
mientras se alarga taciturna sombra
por triste campo: como si buscara,
—yermo ciprés— un arca en la carrasca.
II
Son más cortos los días y la sombra
más rauda indaga, sin sosiego, al sol;
y el sol es frío y pálido el ambiente.
La sombra muere —antes cada tarde—
en sombras donde yerran astros solos.
Y rojea la zarzamora y tupe
de espinas los caminos, caen ya
las hojas rojas (mécese impasible
el ciprés yermo), y las primeras lluvias
silban, y aúlla estrídulo lebeche.
III
¿Y qué fue de tu nido?... Recio aúlla,
te bate y te abatana el viento largo:
tú resistes, en pie; como la Muerte.
¿Y de tu alma? ¿qué fue de ella?... balea
mis vidrios agua atroz, y allá te atisbo,
contra la bruma gris bruma más negra.
¿Y qué fue de tu sueño? Ya la tierra
cubre la nieve, pensamiento mudo.
Entre el derrubio blanco y silencioso
te alzas, gigante inconmovible y negro.
*
IL CUORE DEL CIPRESSO
I
O cipresso, che solo e nero stacchi
dal vitreo cielo, sopra lo sterpeto
irto di cardi e stridulo di biacchi:
in te sovente, al tempo delle more,
odono i bimbi un pispillìo secreto,
come d’un nido che ti sogni in cuore.
L’ultima cova. Tu canti sommesso
mentre s’allunga l’ombra taciturna
nel tristo campo: quasi, ermo cipresso,
ella ricerchi tra que’ bronchi un’urna.
II
Più brevi i giorni, e l’ombra ogni dì meno
s’indugia e cerca, irrequïeta, al sole;
e il sole è freddo e pallido il sereno.
L’ombra, ogni sera prima, entra nell’ombra:
nell’ombra ove le stelle errano sole.
E il rovo arrossa e con le spine ingombra
tutti i sentieri, e cadono già roggie
le foglie intorno (indifferente oscilla
l’ermo cipresso), e già le prime pioggie
fischiano, ed il libeccio ulula e squilla.
III
E il tuo nido? il tuo nido?… Ulula forte
il vento e t’urta e ti percuote a lungo:
tu sorgi, e resti; simile alla Morte.
E il tuo cuore? il tuo cuore?… Orrida trebbia
l’acqua i miei vetri, e là ti vedo lungo,
di nebbia nera tra la grigia nebbia.
E il tuo sogno? La terra ecco scompare:
la neve, muta a guisa del pensiero,
cade. Tra il bianco e tacito franare
tu stai, gigante immobilmente nero.
Giovanni Pascoli
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EL CÁRABO
¿Noche era de luna? El cielo
nadaba en albor de perla,
y como queriendo atisbarla
almendro y pomar se empinaban.
De negro nublado a lo lejos
llegaba acezar de relámpagos;
y una voz venía del campo:
ouh...
Dispersas lucían las estrellas
detrás de la niebla lechosa:
se oía el arrullo del mar,
se oía frufrú entre las bardas;
sentía yo rebato en el pecho,
cual eco de un grito pasado.
Lejano sonaba el sollozo:
ouh...
Sobre cada lúcida cumbre
temblaba un suspiro de viento:
sacudían las caballetas
argentinos sistros sutiles
(¿batintín en puerta invisible
cerrada quizás para siempre?...)
y luego aquel llanto de muerte...
ouh...
*
L’ASSIUOLO
Dov’era la luna? ché il cielo
notava in un’alba di perla,
ed ergersi il mandorlo e il melo
parevano a meglio vederla.
Venivano soffi di lampi
da un nero di nubi laggiù;
veniva una voce dai campi:
chiù…
Le stelle lucevano rare
tra mezzo alla nebbia di latte:
sentivo il cullare del mare,
sentivo un fra fra tra le fratte;
sentivo nel cuore un sussulto,
com’eco d’un grido che fu.
Sonava lontano il singulto:
chiù…
Su tutte le lucide vette
tremava un sospiro di vento:
squassavano le cavallette
finissimi sistri d’argento
(tintinni a invisibili porte
che forse non s’aprono più?…);
e c’era quel pianto di morte…
chiù…
Giovanni Pascoli
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LA COLADA MENUDA
¡Qué tétrico el cierzo que combate
árboles mondos, chascando las ramas
secas, y buido silba por las bardas!
Sobre tal barda (¿o son quizá alas blancas?)
ríe en la tremolina una colada:
fajas, baberos, y un cabezalito.
Con cada refregón del zarzagán
los pañales se desovillan lentos;
y del tugurio triste como tumba
llega una endecha larga, pacienzuda.
*
IL PICCOLO BUCATO
Come tetra la sizza che combatte
gli alberi brulli e fa schioccar le rame
secche, e sottile fischia tra le fratte!
Sur una fratta (o forse è un biancor d’ale?)
un corredino ride in quel marame:
fascie, bavagli, un piccolo guanciale.
Ad ogni soffio del rovaio, che romba,
le fascie si disvincolano lente;
e da un tugurio triste come tomba
giunge una nenia, lunga, paziente.
Giovanni Pascoli
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DE LO ALTO
La alondra confundida con la aurora,
remonta, y de la altura al caserío,
que humo fino vahea, vierte el canto;
de lo alto, muy despacio, cómo se abren
los surcos brunos mira su pupila
lejana, y blancas yuntas espaciadas.
Tal gleba en la labrada fresca y negra
reluce al sol, pulida como espejo:
en su mente hace garbas el labriego,
con el canto del cuco en las orejas.
*
DI LASSÙ
La lodola perduta nell’aurora
si spazia, e di lassù canta alla villa,
che un fil di fumo qua e là vapora;
di lassù largamente bruni farsi
i solchi mira quella sua pupilla
lontana, e i bianchi bovi a coppie sparsi.
Qualche zolla nel campo umido e nero
luccica al sole, netta come specchio:
fa il villano mannelle in suo pensiero,
e il canto del cuculo ha nell’orecchio.
Giovanni Pascoli
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EL RELÁMPAGO
Cual eran se mostraron cielo y tierra:
la tierra en vilo, lívida, afanosa;
el cielo roto, trágico, atestado:
blanquísima en la muda turbulencia
lució una casa, se apagó en el acto;
como un ojo redondo, que, espantado,
se abrió y cerróse en la tiniebla negra.
*
EL TRUENO
Y en la tiniebla negra cual vacío,
de golpe, con fragor de abrupto tajo
que se derrumba, el trueno retumbó
súbito: retumbó, botó, roló,
y calló; luego rebufó deshecho,
y desapareció. Canto de madre
se oyó entonces con un mecer de cuna.
**
IL LAMPO
E cielo e terra si mostrò qual era:
la terra ansante, livida, in sussulto;
il cielo ingombro, tragico, disfatto:
bianca bianca nel tacito tumulto
una casa apparì sparì d’un tratto;
come un occhio, che, largo, esterrefatto,
s’aprì si chiuse, nella notte nera.
*
IL TUONO
E nella notte nera come il nulla,
a un tratto, col fragor d’arduo dirupo
che frana, il tuono rimbombò di schianto:
rimbombò, rimbalzò, rotolò cupo,
e tacque, e poi rimareggiò rinfranto,
e poi vanì. Soave allora un canto
s’udì di madre, e il moto di una culla.
Giovanni Pascoli
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CARRETERO
Oh carretero, que de negros montes
vienes tranquilo, tras pasar de noche
bajo ardua peña, por liviano puente;
¿qué te contaba el cierzo quejumbroso
que mugía por barrancos y oquedades?
Mas tú sobre el carbón ibas dormido.
Arrimándose a ti, camino abajo,
iba silbando un viento de tormenta;
pero soñabas con la Nochebuena:
era un son de dulzaina lo que oías.
*
CARRETTIERE
O carrettiere che dai neri monti
vieni tranquillo, e fosti nella notte
sotto ardue rupi, sopra aerei ponti;
che mai diceva il querulo aquilone
che muggìa nelle forre e fra le grotte?
Ma tu dormivi sopra il tuo carbone.
A mano a mano lungo lo stradale
venìa fischiando un soffio di procella:
ma tu sognavi ch’era di natale;
udivi i suoni d’una cennamella.
Giovanni Pascoli
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CANCIÓN DE ABRIL
Un fantasma, llegas;
partes, un misterio.
¿Vienes de muy lejos?
Pues ya el peral cuaja,
florece el membrillo
carmín.
Monjes y pinzones
la ribera asordan.
¿Estás en los fresnos?
¿quizá entre tarajes?
¡Sombra¡ ¡ánima! ¡sueño!
¡di tú!
Cada año respingo
con pálpito nuevo.
Si llegas: sonrío;
si te vas: ya suman
mis lágrimas agrias
dos más.
Hogaño... ¡ay, hogaño
gozo traes contigo!
¿Lo escucho o me engaño,
tal eco de otro eco?
Sí, es tu canto. Lo oigo:
«Cu... cu».
*
CANZONE D'APRILE
Fantasma tu giungi,
tu parti mistero.
Venisti, o di lungi?
ché lega già il pero,
fiorisce il cotogno
laggiù.
Di cincie e fringuelli
risuona la ripa.
Sei tu tra gli ornelli,
sei tu tra la stipa?
ombra! anima! sogno!
sei tu…?
Ogni anno a te grido
con palpito nuovo.
Tu giungi: sorrido;
tu parti: mi trovo
due lagrime amare
di più.
Quest’anno… oh! quest’anno,
la gioia vien teco:
già l’odo, ο m’inganno,
quell’eco dell’eco;
già t’odo cantare
Cu… cu.
Giovanni Pascoli
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LA COSTURERA
Por negra vaguada el alba
desparramó el hato blanco:
ya con la tarde retorna.
Viene trepando cansado:
una estrella lo encamina.
Ya despide la maestra
la parvada, y pasa lenta:
lo bermejo en la ventana
entre menta y albahaca
es María, cose y cose.
Mas ¿por qué y qué cosa cose?
¿un pañuelo? ¿un velo banco?
Todo el cielo es color rosa;
rosa y oro todo el cielo
tras su cabeza reluce.
La vista un punto levanta:
¿lágrima fue? ¿fue sonrisa?
Bajo el cielo rosa y oro,
ojos bajos, frente gacha,
ella cose, cose y cose.
*
LA CUCITRICE
L’alba per la valle nera
sparpagliò le greggi bianche:
tornano ora nella sera
e s’arrampicano stanche:
una stella le conduce.
Torna via dalla maestra
la covata, e passa lenta:
c’è del biondo alla finestra
tra un basilico e una menta:
è Maria che cuce e cuce.
Per chi cuci e per che cosa?
un lenzuolo? un bianco velo?
Tutto il cielo è color rosa,
rosa e oro, e tutto il cielo
sulla testa le riluce.
Alza gli occhi dal lavoro:
una lagrima? un sorriso?
Sotto il cielo rosa e oro,
chini gli occhi, chino il viso,
ella cuce, cuce, cuce.
Giovanni Pascoli
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SINFONÍA DE NOVIEMBRE
Todo será tal cual fue en esta vida. El cuarto...
—sí, mi hijo— será el mismo. La misma ave de entonces
al alba en frondas yertas: se levantan las criadas
y el eco vano, gélido, se escucha de los baldes
en la fuente. ¡Qué atroz mocedad! ¡qué alma huera!
Todo será tal cual fue en esta vida. Voces
habrá menesterosas de invernales suburbios,
pregón del cristalero de alterna melopeya,
la abuela encorvada con el sucio capillo
pregonando pescado, gastado carretero
que cualquier cosa aúlla, como el Ángel del Juicio,
y se escupe en las manos, con su mandil de zafre.
Todo será tal cual fue en esta vida. Mesa,
Biblia, Goethe, tintero con el olor de entonces,
el papel —mujer blanca que lee los pensares—,
la pluma y el retrato. ¡Hijo mío, mi hijo!
¡Todo será tal cual fue en esta vida! ...El huerto
muy profundo y cerrado, sombrío. Y en la siesta
quienes se congratulan de verse allí, que nunca
jamás se conocieron, y que todo lo ignoran
unos de otros salvo que, como para un sarao,
habrán de engalanarse para entrar en la noche
de los que fueron, solos, sin amor ni lucerna.
Todo será tal cual fue en esta vida. Vial
y mediodía de otoño. Donde quiebra su curso,
descendiendo medroso como mujer que corta
flor de convalecencia, —atiende bien, mi hijo—
volveremos a vernos, como aquí en tiempo antiguo.
El color ya olvidaste de tu traje de entonces;
mas yo no conocí muchas horas felices.
Vestirás malva mustio ¡pesadumbre graciosa!
las flores del sombrero serán murrias, menudas;
sus nombres no sabré: pues de flor otro nombre
que nomeolvides —triste, menudo— nunca supe...
durmiente de collados que abre el escondite,
desvalido. ¡Sí, alma honda! ¡Tal cual fue en esta vida!
Y estará donde siempre la senda oscura, lienta
con fragor de cascadas. Y yo te contaré
de la villa a flor de agua, de Abraham el rabino,
de noches florentinas. Y allí estará también
aquel ruinoso muro que adormece en su umbría
olor de viejas lluvias, y una yerba malata,
carnosa y fría, vanas flores tremolará
sobre el arroyo mudo.
*
SYMPHONIE DE NOVEMBRE
Ce sera tout à fait comme dans cette vie. La même chambre.
—Oui, mon enfant, la même. Au petit jour, l’oiseau des temps dans la feuillée
Pâle comme une morte: alors les servantes se lèvent
Et l’on entend le bruit glacé et creux des seaux
À la fontaine. Ô terrible, terrible jeunesse! Cœur vide!
Ce sera tout à fait comme dans cette vie. Il y aura
Les voix pauvres, les voix d’hiver des vieux faubourgs,
Le vitrier avec sa chanson alternée,
La grand-mère cassée qui sous le bonnet sale
Crie des noms de poissons, l’homme au tablier bleu
Qui crache dans sa main usée par le brancard
Et hurle on ne sait quoi, comme l’Ange du jugement.
Ce sera tout à fait comme dans cette vie. La même table,
La Bible, Gœthe, l’encre et son odeur de temps,
Le papier, femme blanche qui lit dans la pensée,
La plume, le portrait. Mon enfant, mon enfant!
Ce sera tout à fait comme dans cette vie ! —Le même jardin,
Profond, profond, touffu, obscur. Et vers midi
Des gens se réjouiront d’être réunis là
Qui ne se sont jamais connus et qui ne savent
Les uns des autres que ceci : qu’il faudra s’habiller
Comme pour une fête et aller dans la nuit
Des disparus, tout seul, sans amour et sans lampe.
Ce sera tout à fait comme dans cette vie. La même allée:
Et (dans l’après-midi d’automne), au détour de l’allée,
Là où le beau chemin descend peureusement, comme la femme
Qui va cueillir les fleurs de la convalescence —écoute, mon enfant,—
Nous nous rencontrerons, comme jadis ici;
Et tu as oublié, toi, la couleur d’alors de ta robe;
Mais moi, je n’ai connu que peu d’instants heureux.
Tu seras vêtu de violet pâle, beau chagrin!
Et les fleurs de ton chapeau seront tristes et petites
Et je ne saurai pas leur nom: car je n’ai connu dans la vie
Que le nom d’une seule fleur petite et triste, le myosotis,
Vieux dormeur des ravins au pays Cache-Cache, fleur
Orpheline. Oui oui, cœur profond! comme dans cette vie.
Et le sentier obscur sera là, tout humide
D’un écho de cascades. Et je te parlerai
De la cité sur l’eau et du Rabbi de Bacharach
Et des Nuits de Florence. Il y aura aussi
Le mur croulant et bas où somnolait l’odeur
Des vieilles, vieilles pluies, et une herbe lépreuse,
Froide et grasse secouera là ses fleurs creuses
Dans le ruisseau muet.
Oscar Venceslas de Lubicz Milosz
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