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#recordando a los panchos
jartitameteneis · 1 year
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Erik Arreguín. Recordando Durango
¿Usted sabia que el General Pancho Villa le gustaban las malteadas de fresa, que iba a tomar en el paso texas y las palanquetas de cacahuate? Su disgusto por el alcohol lo llevó a destruir más de 50 cantinas en Chihuahua y sustituirlas por otras 50 escuelas. Cuentan que cuando tomó Ciudad Juarez, las calles apestaban a alcohol pues rompió cuánta botella de vino encontró.
Villa era enemigo del alcohol, lo consideraba el mal principal de todas las tragedias en su pueblo.
HistoriaNacionalSinCensura
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25 / 10 / 2019 ⸺ 07 | happy birthday #17 ッ
recuerdo todas esas veces en las que animaste mi vida, le diste color a mis días, me hiciste querer vivirlos divertidamente, sin ningún tipo de arrepentimiento y te agradezco eso.
esto es difícil, el expresar en palabras todas mis emociones, todo lo que te agradezco y todo el cariño que te tengo, porque keren, eres una de las persona más importantes en mi vida, cuando leas esto, solamente quiero que te sientas mejor, te sientas querida y recuerdes que jamás volverás a estar sola de nuevo.
contigo puedo hablar de lo que sea, como por ejemplo, ¿recuerdas a 'pancho el saltamontes'?, fue icónico, eso ha pasado hace unos días, pero espero que aún sigas recordando a nuestra primer mascota.
me encanta ver películas y lo sabes, espero que cuando seamos mayores y estemos juntas, podamos ir a premieres o simplemente quedarnos en casa y ver películas en netflix.
obviamente también veremos series, porque sé que las amas, veremos todas las series que quieras y saldremos a muchos lugares juntas, viajaremos a demasiados países, ya lo verás, seremos libres.
serás una gran artista, confío en tu talento, solamente no te rindas, sigue adelante, sé que puedes. en el futuro, podrás hacer cualquier cosa que quieras, sin ningún tipo de retenimiento, sin que nadie te diga que no lo debes de hacer.
aún nos queda demasiado tiempo y vida por cruzar.
seremos libres cielo.
—tu soulmate.
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Valdes hizo vibrar Niceto al ritmo de "Una vez más", su nuevo disco
En una noche mágica, el dúo de pop explosivo Valdés hizo vibrar a Niceto, presentando oficialmente su cuarto álbum: Una vez más.
La apertura del show estuvo a cargo de Lucía Tacchetti, que calentó los motores con su pop de sintetizadores construyendo el clima para el plato fuerte que vendría luego.
Trayendo sus nuevas canciones, junto a varios invitados de lujo, los hermanos oriundos de Córdoba volvieron a pisar Buenos Aires con sus melodías haciendo bailar a todo el mundo. 
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Arrancaron presentando temas de su flamante nuevo disco, ganándose al público desde el comienzo. Es de destacar el poder encontrarse a dos artistas en un momento de madurez artística tanto individual como grupal, que logran traspasar las fronteras del escenario cautivando a todo aquel que los escucha.
El recital fue mutando de formato a lo largo de la noche, con un show completísimo lleno de matices. Para presentar el tema “Cuando se apague todo” invitaron al escenario a Ca7riel, que logró fusionarse con la banda y elevar el clima con toda su vocalidad y presencia.
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Acercándose a la mitad del show, viraron a un formato de trío acústico, con Pancho en la voz, Edu en guitarra acústica y Fede Seimandi en el contrabajo para reversionar temas como “No queda nada”, “El frío”, “Las cosas” y convocando a Feli Colina para hacer “Al calor de tu vida”.
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Ya en el último tramo, volvieron al formato de banda y se terminaron de coronar ante un público entusiasmado, recordando temas de sus discos anteriores como “Callar” y “Todo lo que hicimos” junto con canciones como “Cerca”, pertenecientes al último disco. 
La noche iba llegando a su fin, y estalló cuando sonaron sus temas más hiteros como “Bailar sola” y “Algo más”, cerrando bien alto lo que fue un gran show con “Camino”.
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cronica por Agos Ventura
Fotos por Valu Solange
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drumrguy75 · 4 years
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Recordando a los Panchos  -  1994
Track 1  -  Sin un Amor
Track 2  -  Sin Tí
Track 3  -  Una Copa Más
Track 4  -  No, No y No
Track 5  -  Perdida
Track 6  -  Nuestro Amor
Track 7  -  Solo
Track 8  -  Un Siglo de Ausencia
Track 9  -  Miseria
Track 10 -  No Trates de Mentir
Track 11 -  Nuestra Desgracia
Track 12 -  Basura
Track 13 -  Contigo
Track 14 -  Rayito de Luna
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a-pair-of-iris · 3 years
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Mi Semana Contigo [1/5]
by Aris
Ao3
4729 palabras.
—Nos vemos, tesoro, vuelve cuando quieras.
Con un beso en cada mejilla Miguel se despidió de la dueña de la casa que habían estado fotografiando toda la mañana, y entonces se dirigió rápidamente al auto donde lo esperaba Francisco, que había estado guardando todo el equipo fotográfico en el maletero. La dama le hizo un gesto con la mano al castaño en despedida y luego entró por el portón de vuelta a su gran casona.
—El cuadro de la sala —dijo Francisco, una vez estuvieron ambos dentro del auto, puertas y ventanas cerradas para que ni por si acaso los escucharan desde afuera.
—Pfff, claro que no. La máscara tiki de la estancia —rebatió Miguel. Francisco arrancó el auto a la vez que ambos se echaban a reír—. O la estantería amarillo patito, ¡Oh!, ¿Qué me dices del sitial con estampado sintético de cebra? Sin duda eran mucho más feos que ese cuadro del payaso.
—¡Ey! A mí me gustó el sitial de cebra falso. —Se quejó Francisco haciendo un falso puchero, fingiéndose indignado—. Es algo que pondría en mi casa de todas formas. —bromeó.
—Ay, no, causa, por favor no. —Miguel negó repetidamente con la cabeza, sus carcajadas cada vez más estridentes y unas lagrimitas escapándose de sus ojos.
Francisco no pudo evitar distraerse mirándolo de reojo. Le encantaba verlo reír; cómo sus ojos ambarinos parecían sonreír al igual que su boca; cómo su pecho vibraba con la risa; cómo contagiaba su corazón de alegría. Le gustaba tanto verlo. Le gustaba tanto.
Se forzó a dejar a un lado sus ensoñaciones y volver su atención al tráfico delante de ellos.
—La señora Fuente-Alba te adoró —dijo para seguir la conversación una vez Miguel pudo contenerse—. Ya puedes sumar una nueva admiradora a tu lista de fans.
—Por favor, conquistar a estas señoras está papaya: una sonrisa amable, un par de lisonjas, una anécdota graciosa y ya está… —decía el moreno mientras se estiraba en el asiento como un gato, luego se dejó caer contra el respaldo reclinado para descansar.
—Para ti será fácil, los otros columnistas se paniquean no bien pisan el césped recién podado. —Le rebatió.
—No me hables de cuando sales con los otros, no ves que me pongo celoso —se quejó Miguel, picándole el costado con un dedo.
Francisco lo regañó, diciéndole que no molestara al conductor si no quería que tuvieran un accidente, esperaba que con eso ignorara lo rojo que se había puesto. «Es solo una broma», se repetía en la cabeza, intentando no avivar sus ridículas esperanzas de que Miguel lo viera más que como un amigo del trabajo. Si había algo más doloroso que saber que tus sentimientos no son correspondidos, eso eran las falsas esperanzas de que lo fueran, porque tarde o temprano terminas estrellándote con la triste realidad.
 Se detuvieron fugazmente en un restaurante a comprar el almuerzo para llevar, ya que se habían entretenido más de la cuenta con su entrevistada, como de costumbre, y volvieron a las oficinas de la Revista DE: Decoración y Estilo, para seguir trabajando, sentados frente a frente en el mesón que compartían.
—Miguel, no seas así, pásame las bolsitas de kétchup —exigió Francisco al ver que en su bolsa no venían las salsas extra que pidió. A regañadientes, el moreno le alcanzó los saquitos que se había guardado en el bolsillo cuando el otro no miraba.
—Ni siquiera lo has probado. —Se quejó, viendo con aprensión cómo su compañero seguía escurriendo la sustancia roja sobre su comida—. Oe, no te hace bien comer tanto de eso, ¿Sabes cuántos químicos tiene? Leí que puede favorecer la aparición de tumores y…
—No tendremos esta conversación otra vez —sentenció Francisco, apuntándolo con el tenedor de plástico que luego usó para meterse un gran pedazo de pollo a la boca y seguir revisando las fotografías en su laptop.
—¡Jum! Como quieras, pero a la próxima que las alcance las tiraré a la basura. —Miguel le dedicó una última mirada y volvió a plantarse los audífonos para seguir transcribiendo la entrevista a la señora Barbara Fuente-Alba.
Los rodeó el agradable silencio de siempre, intercambiando uno que otro comentario espaciado en el tiempo. Francisco no podía evitar llevar constantemente su vista al rostro concentrado de Miguel frente a él, este advertía su mirada de vez en cuando y le dedicaba una radiante sonrisa o le mostraba la lengua juguetón. Sea cual fuera su reacción, el castaño llevaba sus ojos de regreso a la pantalla, avergonzado de verse descubierto. Más avergonzado estaría si Miguel llegase a descubrir que cada cierto número de fotografías, su figura aparecía robándose la escena. Y es que Francisco parecía tener un gran déficit atencional siempre que estaba cerca del moreno, así que constantemente tenía que quitar grandes tandas de fotografías de Miguel de la memoria de la cámara, y traspasarlas a su celular; porque tampoco era capaz de condenar al digitalizado objeto de su afecto a la papelera de reciclaje.
«Parezco un maldito acosador», se decía cada vez que movía las imágenes de una carpeta a otra. Por suerte estaba de espaldas a la pared y ninguno de sus otros compañeros podía ver lo que hacía; ninguno excepto…
—Buenas tomas, Francisco. —La voz de Manuel junto a su oído lo hizo pegar un salto y ahogar un grito que, de haber escapado, no hubiera sido muy digno de un hombre adulto.
—Cof, cof… Gracias —respondió, encogiéndose en su asiento y sintiendo cómo su cara se calentaba por la vergüenza. Frente a él, vio que Miguel se había quitado un audífono y miraba con rostro serio, y algo molesto, a Manuel.
—No distraiga a mi fotógrafo, jefe —dijo con voz plana.
¡Ay con estos dos! Siempre era lo mismo; Manuel era el único de la revista con quien Miguel no era todo sonrisas y compañerismo; y Miguel era el único subordinado con el que Manuel no se molestaba en fingir que estaba haciendo un gran trabajo. Pero iban mejorando, al menos ya no se cortaba el aire cada vez que cruzaban miradas.
—Yo no soy el que lo distrae. —Manuel dejó caer pesadamente sus manos sobre los hombros de Francisco, y este se forzó a alzar la vista y cruzar miradas con su amigo y editor general. En sus ojos estaba escrito claramente lo que quería decirle, “¿Otra vez, Pancho? ¿Otra vez?”. El moreno dejó escapar un suspiro y lo soltó, para dirigirse a Miguel—. Espero la transcripción lista para la tarde, Prado.
—Claro, señor —respondió Miguel, mientras el editor se iba a supervisar al resto de sus compañeros.
-o-
La tarde transcurrió más lento que de costumbre, no que le faltaran cosas para hacer ahora que lo habían promovido a la fuerza luego de que despidieran al antiguo productor, y por suerte pudo dejar todo listo y aprobado antes de que llegara su hora de salida. Estaba ansioso porque la jornada terminara y empezar con su semana de vacaciones.
—¿Y qué harás con tus siete días de libertar? —Le preguntó Miguel mientras guardaban sus cosas en sus respectivos bolsos.
—Pues, compré un paquete turístico que estaba de oferta, así que iré a relajarme a una cabañita en medio del bosque toda la semana —respondió a la vez que enrollaba los cables del portátil y los metía en la mochila—. ¿Tú qué harás?
—Ahh… —suspiró el moreno pesadamente—. Papá se enteró que estoy de vacaciones y me pidió que fuera a la ciudad a ayudarlo con algunas cosas. Le habría dicho que no, pero el viejo es muy bueno con el chantaje emocional. —Miguel se colgó la mochila al hombro, listo para irse—. ¿Partes muy temprano mañana?
—Pasado el mediodía, así que estaba pensando en tirarme en el sillón y aprovechar de avanzar unos capítulos de la serie, o algo por el estilo.
Vio que Miguel abría la boca para decirle algo más, pero unos brazos colgándose de su cuello lo distrajeron.
—¿Ya estás listo? Me muero por un trago —lloró Manuel recargándose contra su costado y chocando la frente en su hombro, más aliviado que cualquiera porque el día laboral al fin hubiera terminado.
—Ya casi. —Francisco no pudo evitar darle un apretón cariñoso a su pobre amigo y luego siguió sobándole la espalda con la mano. Miró otra vez a Miguel con un poco de ilusión—. ¿Quieres venir? Podemos pedir comida también.
—Gracias, pero estoy cansado, diviértanse ustedes —respondió amablemente, pero tantito más serio ahora que Manuel estaba allí, aunque su expresión se dulcificó de nuevo para mirar a Francisco—. Que disfrutes tus vacaciones.
—Tú también, nos vemos. —Tuvo que tragarse su decepción mientras veía la espalda de Miguel alejarse hacia la salida.
-o-
—¿Por qué no le dices que te gusta y te lo agarras de una vez? —Lo encaró Manuel una vez estaban sentados en la pequeña sala del departamento que compartían, cada uno con una botella de cerveza abierta en la mano.
Francisco se atragantó con su bebida al escucharlo, y tosió descontroladamente tratando de recuperar el aire para poder hablarle—. ¡¿Te volviste loco?!
—No, solo me carga verte mirarlo como un perrito abandonado todo el tiempo; dile y así los dos paramos de sufrir —respondió con simpleza.
—Lo dices como si fuera tan fácil, ¿Qué hago si me dice que no y las cosas se ponen raras después en el trabajo? —Que francamente era lo más probable, al menos según Francisco y su pequeño, chiquito, pero no tan bien contenido, complejo de inferioridad.
—¡Tú que lo haces ver como la gran cosa, weon! Si te dice que no, llora’i un rato y a lo que sigue; y si te dice que sí, mi vieja va a ser la primera festejando que al fin alguien te metió a la familia —refunfuñó, recordando todas las veces en que su madre le cuestionó que por qué no se hacían pareja de una buena vez—. ¡Jum! Otra victoria más de su Miguelito.
Francisco abrió la boca, pero no supo qué contestar frente a la mueca fastidiada del moreno, así que solo lo miró mientras vaciaba el contenido de su botella. Los líos familiares de su mejor amigo seguían desconcertándolo a pesar de estar en conocimiento de ellos desde que iban a la escuela.
Por su segundo año de amistad supo que Manuel tenía un hermano dos años mayor por parte materna, pero que vivía en otra ciudad con su padre. Al moreno no le gustaba hablar de eso siendo adolescentes, y fue por Tiare y la abuela de Manu que se enteró de todo el asunto: que el niño resultó de una fugaz aventura y del descuido juvenil; que el hombre era de dinero y había peleado la custodia del bebé hasta que se lo llevó a vivir con él; que la madre en su despecho se arrojó a los brazos de otro hombre con el que tuvo un segundo hijo y finalmente se casó y formó una familia…
En fin, toda su juventud le pareció que las mujeres querían verle la cara con la trama de una mala telenovela; hasta que el susodicho hermano apareció un día y se dio cuenta que la historia que le había contado la anciana, escondidos en la cocina, era de verdad. Y para seguir con el guion cliché, ahora él estaba enamorado de Miguel.
Finalmente se decidió a tan solo acercarse y abrazarlo—. Vamos, pana, si ya has visto que no es tan malo. Un poco más y apuesto a que se llevan bien… —Comenzó con voz conciliadora—. Digo, si me agrada a mí que soy tu mejor amigo, ¿Qué tanto te puede desagradar a ti?
—¡Pfff! A ti no te agrada, Pancho, a ti te calienta. —resopló. Francisco lo soltó de inmediato, dándole un golpe en el brazo por ese comentario.
—¡Ash! No se puede hablar contigo cuando estás borracho.
—Bueno, bueno... —Manuel sacudió la mano, batiendo lejos el tema—. ¿Tienes lista la maleta para mañana? No quiero enterarme después de que te enfermaste por andar sin calcetines, o que a mitad de semana te quedaste sin calzoncillos…
—¡Ya! —Interrumpió avergonzado—. Lo tengo todo listo, pero si quieres puedes darle una última mirada, mami. —Ahora Francisco fue el que se ganó un codazo por parte de Manuel.
-o-
De todas formas, su amigo lo hizo meter un par de calcetines y un gorro extra en el bolso antes de partir al terminal de buses. Fue un viaje tranquilo en la carretera y se pasó casi todo el tiempo dormitando o mirando por la ventana, hasta que alcanzaron el rodoviario de la ciudad de destino. Una vez tubo su equipaje de vuelta, se dirigió al lugar donde supuestamente esperaba la van de la agencia de turismo para acercarlos a las cabañas fuera de la zona urbana.
Cuando estaba apenas a unos metros fue que vio el cartel anunciando problemas.
Hablando con el conductor de la van, junto a otros pasajeros molestos que se habían acercado al vehículo, el hombre les informó que habían tenido un imprevisto en el complejo de cabañas. Al parecer una matriz había explotado durante la noche e inundado todo; fuera de eso, una colonia de ratas emergió de las profundidades de las bodegas escapando del agua y directo a las casas. Así que era imposible que los recibieran allí. Antes de que comenzaran los reclamos se apresuró en agregar que la empresa estaba haciendo todo en su poder para conseguir otros alojamientos donde acomodarlos, pero que por ser temporada alta todo estaba lleno y que tuvieran paciencia, además de recalcar que él solo era un trabajador que enviaron para informarles y no servía de nada que se desquitaran con él.
Francisco estaba decidiendo si sumarse a la turba enojada que quería que el conductor los llevara a las oficinas de la agencia para protestar en masa y hacer presión, buscar otros alojamientos por su cuenta en la zona, o subirse de nuevo a un bus y volver derrotado al departamento; cuando escuchó que una voz familiar llamaba su nombre.
—¿Pancho?
Se giró y su corazoncito comenzó a latir con alegría otra vez. Miguel estaba parado a solo unos metros, una chaqueta en una mano sobre su hombro, la maleta con ruedas en otra, y la puerta de un taxi abierta frente a él. Le dedicó una radiante sonrisa cuando sus ojos se encontraron. Se veía tan lindo.
—¡Causita!, ¿Qué haces aquí? —preguntó el moreno con entusiasmo, soltando la maleta para ir a darle un fuerte abrazo como saludo.
—Estaba por preguntarte lo mismo. —Francisco iba a seguir conversando, pero una nueva horda de gritos indignados surgió a su espalda.
—Uy, ¿Qué pasa ahí atrás? —Miguel había aflojado su agarre para mirar sobre su hombro con una ceja alzada a las molestas personas. Parecía que estaban a punto de linchar a alguien.
—Hubo problemas con la agencia de turismo y nos quedamos sin alojamiento —respondió con un suspiro de pesar, los hombros caídos recordando el contratiempo—. Los otros lugares están llenos, creo que lo mejor es que me regrese a casa.
La mirada de Miguel se volvió compasiva y vio que mordía su labio, como pensando qué debía decir frente a eso—. Si quieres… —Comenzó luego de unos segundos de silencio—. Puedes quedarte conmigo. En casa hay mucho espacio libre, mis padres no harán problema.
Francisco sintió que sus ojos se abrían por la sorpresa; primero, por el hecho de que Miguel tuviera una casa con espacio de sobra; y segundo, por la invitación, ¿Qué tan mala idea era irse con él? Estar rodeado de las cosas, el aroma y Miguel mismo los siete días que durarían sus vacaciones. Terminaría volviéndose loco, o explotando de felicidad. Ninguna de las dos opciones era conveniente. Mejor le decía que no.
—Claro, muchas gracias. —Fue lo que salió de sus traicioneros labios en cuanto abrió la boca. «¡Eres tan estúpido, Francisco!», pensó al escucharse. Iba a enmendar su error y arrepentirse, pero Miguel ya estaba guiándolo al taxi y pidiéndole al chofer que abriera el maletero, una feliz sonrisa pegada en los labios, y no pudo hacer más que devolvérsela.
 El taxi los llevó lejos del centro de la ciudad, a una zona residencial en los suburbios que a simple vista se notaba muy exclusiva, con bandejones bien cuidados y llenos de flores; ciclovías que se extendían a ambos lados de la calle y sin postes de luz interrumpiéndolas torpemente; árboles entregando su sombra por doquier; largas áreas verdes que aparecían cada pocas cuadras, con elaborados juegos para niños, bebederos y senderos donde gente bonita corría con perros igual de bonitos. Francisco estaba cada vez más maravillado, y cohibido, pensando en toda la inversión que mantener aquello debía significar.
—¿Creciste aquí? —murmuró, no pudiendo contener más su estupor.
Manuel le había repetido muchas veces que el padre de Miguel era rico; pero como su amigo acostumbraba a exagerar siempre que algo no le gustaba, supuso que era el tipo de rico que podía permitirse tener dos autos en el garaje (y un garaje) en su casa de condominio con portón mecánico; nunca se imaginó que fuera el tipo de rico que puede ir a un centro de esquí y de viaje al extranjero todos los años; nunca se imaginó que Miguel viniera de esa clase de vida. Con él siempre era muy sencillo, solo dejaba entrever sus orígenes cuando hablaba con las señoras adineradas y los caballeros esnob.
—Sí. Es un bonito lugar para tener familia —dijo el moreno, antes de inclinarse en el asiento a darle un par de indicaciones al conductor para entrar por la calle correcta.
 Cuando el auto se detuvo, lo asaltó el impulso de buscar su cámara y sacar el equipo fotográfico de la cajuela, pero allí solo estaban su bolso y la maleta de Miguel, y entonces recordó que estaba de vacaciones y que, por una vez, no tenía que fotografiar la enorme casa frente a él, sino que el dueño lo había invitado a quedarse.
Estaba tan absorto mirando el metal torneado del portón y lo que alcanzaba a ver de la fachada por entre los barrotes, que cuando reaccionó a ofrecerse a pagar la mitad del costo del viaje, el taxi ya estaba doblando la esquina y Miguel deslizaba una llave por la cerradura de la puerta frente a él.
—Perdón, ¿Cuánto te debo por…? —Miguel lo miró con una mueca que le gritaba que no se atreviera a terminar esa pregunta o lo golpearía. Cerró la boca y lo siguió en silencio por el sendero a través del extenso jardín xerófilo, para entrar por fin a la casa.
Pensó que aparecería alguien a recibirlos; un hombre serio en traje negro y guantes blancos, una señora sofisticada con una copa de vino en las manos, o al menos un gran perro esponjoso y perfumado; pero no había ningún alma en toda la casa, aparte de ellos dos, y el único sonido que se escuchaba era el de una cascadita falsa en el suelo al fondo del pasillo.
—Mamá debe estar con Julio en sus clases, y papá está en el trabajo —indicó Miguel, leyéndole la mente—. Así que puedo darte un recorrido luego de que te instales. Si quieres, claro.
—De acuerdo, pero te aviso que no soy bueno haciendo entrevistas, así que tendrás que hacerte las preguntas tú mismo —bromeó, sacándole varias risas al moreno.
 La habitación de huéspedes era del tamaño de su habitación, la de Manuel, y la cocina del departamento unidas. Bueno, tal vez no tan grande, pero así le pareció a Francisco en cuanto entraron. Miguel se dirigió de inmediato al walk-in closet que separaba la alcoba del baño privado a buscar un juego de sábanas, mientras él seguía parado como un tonto mirando alrededor, aún con el pesado bolso colgando en un hombro. Finalmente espabiló y dejó sus cosas en el suelo junto a la pared para recibir las sábanas y comenzar a armar la cama con ayuda de Miguel.
—Veo que sacudieron todo hace poco, así que está bien para que pongas tus cosas en el closet sin problemas —sugirió Miguel, dando saltitos y meciéndose de un pie al otro, demasiado emocionado como para estar poniendo la funda a una simple almohada; aunque cuando vio la mueca en la cara de Francisco se calmó un poquito—. Pero si te da roche tener tu ropa a la vista, los cajones también funcionan —sugirió con un leve sonrojo.
—No, no es nada de eso. —De todas formas, pensó en los ridículos chalecos multicolores y los pantalones roñosos que por suerte no empacó, y que habrían devaluado la propiedad en cuanto los colgara allí; también cómo se moriría de vergüenza si Miguel alguna vez los viera. Luego sacudió la cabeza, sorprendido por la cantidad de estupideces que era capaz de pensar en solo un par de segundos—. Siempre he querido un closet así, a ver si es verdad que las camisas duran planchadas más de un día, pero creo que mejor espero a mañana a los resultados de las gestiones de la agencia, antes de ponerme tan cómodo aquí. Ya sabes, tal vez consigan algo y deje de ser una molestia para ti.
—Nunca serías una molestia para mí —dijo el moreno con una voz suave y dulce, igual que la expresión en su rostro.  Algo pareció espantarlo y abrió grande los ojos por un corto instante, pero enseguida se recompuso y puso de nuevo su expresión alegre y enérgica de costumbre—. Bueno, y ahora el tour. —Se apresuró en salir de la habitación y Francisco lo siguió, algo confundido por eso último.
 Estuvieron caminando bastante rato, con Miguel indicándole la distribución de la casa para que no se perdiera; aunque Francisco estaba seguro de que no serviría de nada, siendo que estaba más interesado en mirarlo a él que en memorizar las habitaciones por las que pasaban. Su anfitrión parecía un niño emocionado que por primera vez llevaba a casa los amigos de la escuela; señalaba a todas partes sin parar de hablar, rebelándole todas las maravillas que guardaban las paredes. Tenía que aguantar el impulso de abrazarlo por lo adorable que era.
—¿Cómo fue que terminaste sabiendo tanto de decoración? —Se le escapó en un momento. Miguel paró su monólogo y nuevamente se volteó a mirarlo—. Digo, era parte del curriculum en tu escuela o fue más por inmersión.
—Mmm… —El otro se llevó una mano bajo el mentón, meditando un momento su respuesta—. Supongo que por inmersión. Mamá es entusiasta de la arquitectura, las artes, y el mundo de la cultura en general. Siempre nos llevaba a pasearnos por galerías y teatros. Así que, ya sabes, terminó contagiándome su gusto por esas cosas… Eso, y su manía por leer el etiquetado de todo.
—Ah, ¿Así que a ella le debo agradecer que me escondas las bolsitas del kétchup? —bromeó, recibiendo un empujón por parte de Miguel.
De pronto sintieron una puerta abriéndose y un par de voces entrando por la cocina.
—Odio las clases de natación —dijo la voz ofuscada de un niño de unos diez años, seguida de la voz exhausta de una mujer.
—Lo sé, mi amor, pero tienes que aprender para cuando vayamos al crucero. —La señora dejó un par de bolsas en la isla de la cocina antes de reparar en Miguel, quien se había asomado dentro de la habitación—. ¡Tesoro! No sabía que estarías aquí. —Enseguida se lanzó a envolverlo con sus brazos y besarle repetidamente las mejillas—. Qué linda sorpresa, ¿Cuándo llegaste? Tu padre no me dijo nada, o hubiera cancelado con la maestra para que fuéramos a recibirte.
—No hace mucho, no quise molestarlos. —La mujer lo soltó por fin y fue el turno del pequeño de saludar a su hermano. Miguel lo envolvió con ambos brazos intentando alzarlo en el aire—. Uhh, Bro, estás tan grande, ¿Por qué sigues creciendo mientras no estoy? ¡No es justo!
Ambos se apretujaban con tanto cariño, que Francisco no pudo evitar sentir un sinsabor recordando cómo era la relación de Miguel con su otro hermano. Apartó la vista de ellos, y se topó con los ojos de la dama mirándolo.
—¿Y este joven quién es? —Preguntó para cualquiera de los dos que quisiera responderle.
—Francisco Burgos, señora —dijo, pegando un respingo y extendiendo la mano como lo hacía con los propietarios que entrevistaban para la revista, pero rápidamente la regresó a su costado, notando que era un saludo demasiado parco—. Soy… soy…
—Un amigo. —Se apresuró en ayudarlo Miguel, depositando a su hermanito en el suelo y volteándose a su madre—. También vino de vacaciones a la ciudad, pero tuvo problemas con su alojamiento así que le ofrecí quedarse aquí. —Luego con una mirada suplicante agregó—: Supuse que no sería problema.
La mujer enseguida asintió, llevando una mano a la mejilla de su hijo—. Por supuesto que no hay problema. —Lo tranquilizó con una sonrisa. Entonces se dirigió donde el castaño a tomarle las manos y darle un beso en la mejilla—. Un gusto conocerte Francisco, aquí siempre son bienvenidos los «amigos» de mi bebé. —dijo lo último mirando a Miguel y alzando las cejas.
—¡Mamá! —protestó en un gruñido avergonzado, esperando que el otro no tomara enserio la insinuación.
 La señora llevó arriba a Julio para que se duchara y comenzara a armar su maleta, luego bajó a conversar con ellos un rato mientras tomaban un café, también sacó unas galletitas de la despensa y las puso en un plato para que comieran.
—¿Y cuánto tiempo se quedarán? Dime que al menos hasta el jueves, con tu hermano volvemos de su viaje de estudios la noche del miércoles y sé que querrá pasar un tiempo contigo.
—Mis vacaciones duran hasta el domingo, así que sí. —La mujer hizo un sonido agudo, apretando las manos con felicidad—. Pero tienes que ayudarme con el jefe para que no abuse de mi tiempo libre.
—Osh, ese hombre no soporta que los demás descansen cuando él no quiere hacerlo, imagínate que lleva dos días durmiendo en el diván de la oficina para empezar a primera hora a trabajar, por lo que veo lo hará de nuevo hoy. La pobre Marta casi sufre un infarto la primera vez que vio las mantas alzándose de la nada. —Apoyó el rostro en la palma de su mano mirando a su hijo con ternura—. Es una suerte que no le heredaste lo trabajólico.
—Pfff. —Francisco ahogó una risa detrás de su taza de café, mientras el rubor teñía las mejillas de Miguel a su lado.
—No estoy seguro de que eso sea un buen cumplido, mamá —dijo bastante apenado.
 Julio bajó luego de pocos minutos, alegando que había terminado su maleta y ya casi era hora de la cena. Francisco ganó el favor del niño en cuanto accedió a cambiar de lugar para permitirle sentarse junto a su hermano, y luego al reconocer los dibujos animados que les mostró en su celular mientras comía su plato de fideos recalentados.
La madrastra de Miguel les había servido un plato a ellos también, uno solo, luego de que ambos dijeran -bueno, él dijo y Miguel lo secundó- que estaban llenos con las galletitas y el café. Por su parte era verdad, pero pudo ver en los ojos de Miguel que en realidad seguía con hambre y solo lo había dicho para que no fuera el único sin un plato al frente. «Está bien, pero solo un poquito», había accedido finalmente, y entonces la señora calentó un plato para ella, y otro con dos tenedores para ellos.
Sentados frente a frente, compartiendo el plato de fideos, Francisco no paraba de pensar en la escena de La Dama y El Vagabundo, luchando con todas sus fuerzas para no terminar tarareando Bella Notte cada vez que la sentía formarse en su garganta. De todas formas, luego de agradecer y dar las buenas noches, se fue canturreando mientras subía la escalera hacia la habitación de huéspedes.
  —Es un muchacho dulce. —Le dijo su madre a Miguel, cuando se quedaron solos ordenando las cosas en la cocina—. Y casi tan guapo como Eduardo Brescia —agregó, moviendo las cejas y dándole un empujoncito cómplice con la cadera a la vez que guardaba el último plato que le alcanzó.
—¡Mamá! —gruñó entre dientes para que bajara la voz. Ya con todo limpio, se reclinó sobre la encimera de cuarzo mientras su rostro se iluminaba con una sonrisa—. Es mucho más lindo que Brescia.
Parte 2
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VICENTE FERNÁNDEZ.
Filmography
• 1991 Mi querido viejo
• 1990 Por tu maldito amor
• 1989 El cuatrero
• 1988 Entre compadres te veas
• 1987 El diablo, el santo y el tonto
• El macho
• 1985 Sinvergüenza, pero honrado
• El embustero
• 1984 Matar o morir
• Acorralado
• El sinvergüenza
• 1984 Ni Chana, ni Juana
• 1983 Un hombre llamado el diablo
• Una pura y dos con sal
• Todo un hombre
• 1982 Dos de abajo
• 1982 Juan Charrasqueado y Gabino Barrera
• 1981 Como México no hay dos
• 1980 El Coyote y la Bronca
• Picardía mexicana 2
• 1979 El tahúr
• 1978 El arracadas
• Picardía mexicana
• 1977 Dios los cría
• 1976 La ley del monte
• Juan Armenta el repatriado
• 1975 El albañil
• 1974 El hijo del pueblo
• Jalisco nunca pierde
• Crónica de un amor
• 1973 Entre monjas anda el diablo
• Uno y medio contra el mundo
• Tu camino y el mío
• 1972 Tacos al carbón
Discography
• 2018 Más romántico que nunca
• 2016 Un Azteca en el Azteca
• 2015 Muriendo de amor
• 2014 Mano a mano tangos
• 2013 Hoy
• 2012 Los dos Vicentes
• 2011 Otra vez
• 2010 El hombre que más te amó
• Un mexicano en la México (CD + DVD)
• 2009 Necesito de ti
• 2008 Primera fila
• 2007 Para siempre
• 2006 La tragedia del vaquero
• La leyenda viviente (Compilación)
• 2005 Mis duetos (Compilación)
• Y sus corridos consentidos (Compilación)
• 2004 Se me hizo tarde la vida
• 2003 Tesoros de colección (Compilación)
• En vivo: juntos por última vez Con Alejandro Fernández
• 2002 35 Aniversario Lo mejor de Lara
• 2001 Historia de un ídolo Vol. 2 (Compilación)
• Más con el número uno
• 2000 Lobo herido
• Historia de un ídolo Vol. 1 (Compilación)
• 1999 Y los más grandes éxitos de los dandys
• 1998 Entre el amor y yo
• 1997 Estatua de marfil
• 1996 Y sus canciones
• 1995 Aunque me duela el alma
• 1994 Recordando a Los Panchos
• 1993 Lástima que seas ajena
• Mexicanísimo: 24 éxitos (Compilación)
• 1992 Qué de Raro Tiene
• Personalidad (Compilación)
• 1991 Tesoros musicales Vol. III (Compilación)
• Y las clásicas de José Alfredo Jiménez
• El charro mexicano
• 1990 16 éxitos originales corridos (Compilación)
• Mientras ustedes no dejen de aplaudir
• Mexicanísimo: 16 éxitos (Compilación)
• 1989 Por Tu Maldito Amor.
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coversbeat · 3 years
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.. "Un actor olvidado"... Recordando a ARTURO SOTO RANGEL Un día como hoy 25 de Mayo, pero del Año de 1965, Muere en la Ciudad México: ARTURO SOTO RANGEL. Nació en León, Guanajuato, el 12 de marzo de 1882, siendo muy joven se traslada a la ciudad de México y vive de diversos oficios, a la par de su carrera como actor en las carpas, hasta que empieza a participar como extra a finales de los años 30s., en la industria cinematográfica mexicana, que empezaba a tener un auge sorprendente en toda américa, logrando el reconocimiento como actor debido a su versatilidad para interpretar diversos papeles, tanto dramáticos como de comedia. Su carrera cinematográfica, le permito trabajar con prácticamente la plana mayor de directores de la época de oro del cine nacional. Participó en más de 250 cintas, la mayoría durante la llamada época de oro del cine mexicano, entre las cuales se encuentran: "PECADO MORTAL" al lado de Ramón Gay, "PANCHO PISTOLAS", al lado de Dagoberto Rodríguez, "DOS TIPOS DE CUIDADO" con Jorge Negrete y Pedro Infante, "PUEBLERINA", "RIO ESCONDIDO", "BUGAMBILIA" con Pedro Armendáriz, "HAY AMOR COMO ME HAS PUESTO" al lado de Germán Valdes "Tin Tan", entre otras. También Incursionó con gran éxito en el cine norteamericano con la cinta "EL TESORO DE LA SIERRA MADRE", protagonizada por el astro norteamericano HUMPHREY BOGART. ARTURO SOTO RANGEL, simplemente, una estrella del firmamento artístico que dejó un legado difícil de igualar..!! https://www.instagram.com/p/CPTMdKmMshP/?utm_medium=tumblr
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dawniebb · 6 years
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Rayos Crepusculares
Ya se la saben XD. Bueno, aquí está otro fic, esta vez de Leodora porque la verdad son mi OTP por encima de cualquier otro shipp de Las Leyendas/Legend Quest XD. Y estem...esto es un poco diferente, y he de advertir que está medio aburrido, y tiene sexo implícito :v así que léanlo bajo su propio riesgo. Es el universo de Netflix.
Y pues, quien lo lea, espero que sea de su agrado XD.
Rayos Crepusculares 
Mamá siempre decía: "Los revolucionarios son peligrosos. Que dicen que te embarazaban con la mirada." Y en efecto, porque entre los horrores de la revolución, entre un mar de barbaridades y salvajismo, ahí se veía a los señoritos revolucionarios robando mujeres ("Pancho Villa con sus viejas a la orilla..."), porque era de ley que se las robaban, las embarazaban, y luego cuando la criatura en desarrollo les mutilaba y desaparecía la figura, entonces ya no les servían, y las mandaban por donde las habían traído. 
 Eso no había impedido que Teodora visitara a Leo. Sabía que no iba a lastimarla. Es decir, no era capaz. Eran amigos desde hacía ya algún tiempo, y aún si Leo hubiera cedido ante las costumbres primitivas y carnales de su época, no la hubiera obligado a hacer nada que ella no quisiera.
 Aunque no había que negar que sí era muy difícil ir al pasado, porque en la época de Teodora, con la interferencia de la tecnología, y tanta contaminación, aunque pareciera increíble era casi imposible sentir la presencia de un portal. En cambio, en la época de Leo, era mucho más fácil. Sin embargo, no dejaba de ser complicado, porque los únicos portales reutilizables eran los de la cueva de Fenrir. Los otros, los que se encontraban en el mundo común y corriente, sólo servían para ida y vuelta de un mismo destino, más no se les podía usar de nuevo, aunque fuera a ese mismo lugar a dónde habías ido la última vez. Era por eso que las cosas se complicaban para Teodora, empezando por el hecho de que tenía que andar cazando portales, y eso hacía que le doliera la cabeza....y terminando con que a veces, cuando se frustraba mucho, acaban tomando un portal "equis" que estaba cerca de Puebla, más no en Puebla, y ahí se veía en la humillante necesidad de tomar una carreta o, en el peor de los casos, usar sus patitas para caminar. 
 La parte buena, era que una vez que llegaba a la casa San Juan, las cosas mejoraban. Ahí siempre la atendían bien, y respetaban cuando llegaba lo suficientemente cansada como para no querer si quiera saludar o comer. Además, le permitían usar ropa de su época, siempre y cuando no se expusiera mucho al público, y la dejaban llevar su celular, un cargador portátil y otras cosas que no fueran de acuerdo a la época, con la condición de que no se las mostrara a nadie que no fueran Marcela, la abuela o Leo....y si acaso el hermano de Leo, Fernando, pero ese casi nunca estaba en casa porque andaba con los revolucionarios. 
 Eso Teodora lo sabía porque Leo se lo había dicho, y porque había sido testigo de ello. Es decir, este último año se había propuesto irlo a ver por lo menos una vez al mes. Ahora con Marcela lejos (en Japón, con Takahiro) alguien debía encargarse de ayudar a Leo con sus rollos paranormales, y de igual forma mantenerlo física y emocionalmente sano, porque era como un niño que no se sabía cuidar sólo, al que siempre le tenían que estar recordando qué y qué no hacer. Y obvio, revisar que no le pasara nada por andar en contacto con el Más Allá. Capaz que resultaba ser el Charro Negro y el mundo ni enterado, pues (No que fuera posible. Leo no tenía madera de malvado. Entre ser el Charro Negro y renunciar a sus poderes, Teodora estaba segura de que se iba por la segunda opción).
 Y a pesar de la peligrosa pero necesaria revolución, Teodora se la pasaba muy bien por el sólo hecho de que al menos por un momento podía estar con Leo. 
 Pero ahora no se la estaba pasando bien.
 De vuelta en casa, ya había notado que estaba haciendo más calor de lo normal, peor cuando se había pasado a la época de Leo, se había encontrado con el mismísimo infierno. Era fácil el día más caluroso que Teodora había tenido que presenciar en su vida. 
 La parte buena había sido que al llegar donde Leo, se había dado cuenta de que la loca no era ella, pues en realidad todos se estaban quejando. La abuela estaba echándose aire con un abaniquito de mano, Nando andaba sin camisa, y Leo se limitaba a andar masticando hielo, porque aunque apenas se lo terminaba le volvía el calor como cuatro veces peor, eso no quitaba que tuviera una impresionante capacidad para autoengañarse. 
 Teodora, por otro lado, tuvo un poco más de "creatividad", y al tener libertades en esa casa, se tiró en el suelo con una blusa de tirantes y un shortcito, echándose aire también con un abanico de mano.
 No obstante, estaba consciente de que serían días difíciles, porque ella no se quedaba un día, ni dos. Se quedaba, de hecho, una semana en esa época, para que sus esfuerzos por buscar un portal valieran la pena. 
 Pero el mundo se estaba derritiendo, y ahí sí no tenía cómo escaparse de ello, porque no existían los aires acondicionados, y aún si hubieran existido, era muy probable que los San Juan no hubiesen tenido uno. La abuela habría salido con sus argumentos acerca de que era una pérdida de dinero porque con el airecito natural estaba bien.
 El problema era que el airecito natural se había dañado, y se había dañado tanto, que para las seis de la tarde, ya estaba más que decidido que dormirían afuera. 
 Sí, es decir, pondrían los colchones en el patio trasero de la casa, en unas especies de casitas hechas con sábanas, y los señoritos hombres de la casa harían turnos para revisar que ningún revolucionario loco llegara a balacearlos sin una razón aparente. Se decidió que la primer noche lo haría Nando, por lo que aparentemente Leo dormiría en paz, y si el calor ya no estaba al siguiente día, entonces se saldría con la suya.
 Pues dichoso él, porque Teodora ni siquiera tenía la preocupación de que un día la mandaran a defender la casa, y aún así no había podido dormir, esto debido a que, a pesar de haberse bañado tres veces a lo largo del día, seguía sintiendo que el pijama (porque se había negado a dormir con una bata de la época) se le pegaba en el cuerpo por el sudor, el colchón le era muy incómodo, tenía miedo de que le llegara una serpiente o un escorpión y la mordiera/picara, y como había bebido mucha agua y había también masticado hielo, para las primeras horas de la madrugada las ganas de hacer pis eran casi insoportables, así que Teodora no tuvo otra opción, y acabó levantándose para ir al baño.
 Después, se dirigió a la mesa en la que estaba la jarra de agua y los hielos. No bebió nada, pero sí tomó un trapito, lo remojó en agua, le envolvió un hielo, y se lo frotó en el cuello. Por un momento, sintió frío el cuerpo, y decidió que seguiría haciendo eso hasta que el hielo aguantara. Sin embargo, al cabo de un rato, oyó ruidos. Ya iba a gritarle a Nando, cuando vio a Leo salir del interior de la casa con una rebanadita de sandía. Entonces, quitó su modo de alerta, y siguió con el hielo en su cuello, hasta que Leo se le acercó y mientras sacaba un hielo de la bandeja, le acercó la sandía. Teodora no se negó, claro, pero buscó la parte que no estaba mordida por él, porque iba a ser medio raro. 
 Aunque, igual, no se dijeron nada. Últimamente era raro que se dijeran algo. Como pasaban juntos la mayoría del tiempo, ya se habían visto en sus peores momentos, y no eran tan necesarias las palabras. Se comunicaban a veces con la mirada, y eso era más que suficiente. 
 Con el paso del tiempo, Leo había cambiado. Es decir, Teodora no tanto, porque si acaso se le habían marcado más las caderas, pero Leo era otro asunto. La voz le había cambiado todavía más, había crecido un par de centímetros, la forma de su rostro se había marcado, y le había crecido carne en sus huesos. No se había puesto gordito, pero sí se le veía menos flaco que antes. Ya no estaba tan feito, o a lo mejor Teodora se había acostumbrado a verlo. 
 No obstante, no era un secreto que en determinado momento de su vida, Teodora lo había querido como algo más que amigo, y por obvias razones nunca había llegado a decírselo. Aún así, había defendido con las garras lo que ella quería pensar que era suyo aunque no fuera así.  Hasta hoy en día, no sabía si Leo se había llegado a dar cuenta. Teodora esperaba que no. 
 Finalmente, el hielo se derritió entre sus dedos, y se dio cuenta de que tenía la mano entumida. Claro, que se estuviera muriendo de calor no significa que sus manos no fueran sensibles al frío, y fue curioso, porque cuando se tentó esa mano con la otra, se dio cuenta de que la tenía súper helada. 
 Entonces, como en los viejos tiempos, decidió aprovecharse  de ello. 
 Discreta, como un ninja, deslizó la mano hasta llegar hasta Leo. Con la puntita de los dedos, le levantó ligeramente la camisa, para proseguir a pegarle su palma en la espalda sin piedad alguna. 
 Ahí, Leo soltó un alarido, y saltó. 
 -¡¿Qué te pasa?! ¡Estás bien helada!
 Teodora se carcajeó al momento en que Leo la tomó por la muñeca y la obligó a soltarlo. 
 -¡Ay, era bromita!
 -¡Buenas bromitas, eh!
 Luego el muy exagerado, como si Teodora le hubiera causado una quemadura por frío, se empezó a rascar donde la mano de Teodora había estado.
 -Qué chillón.- Se rió ella, justo en el momento en que bajo la luz de la luna conseguía mirarlo. 
 -Aw, estás chapeteadito. 
 -¿Qué querías? Hace calor. 
 -Sssh. A ver. - Teodora metió las manos al agua de los hielos, porque algunos ya no eran más que agua, las sacudió en el aire, y después las llevó al rostro de Leo, con tranquilidad, esta vez sin ánimos de lastimarlo o jugarle una mala pasada.  Fue así como hizo que se callara la boca y parara de quejarse. 
 -¿Mejor?- Preguntó ella. 
 Leo asintió, más no respondió nada. 
 Teodora no retiró sus manos sino ya hasta que sintió que las tenía tibias en vez de heladas. O, por lo menos, intentó retirarlas, porque quitó una, y la otra Leo la mantuvo en su posesión, presionándola contra la mejilla de él. 
 Ella se extrañó, pero después de eso sonrió de medio lado y ladeó la cabeza.
 -¿Qué es?- preguntó con cautela.
 -Tienes las manos suavecitas.
 -¿Verdad?- Teodora sonrió más. -Uso una cremita humectante súper buena que...
 -Teodora. 
 -¿Eh?
 -Ahora no. 
 Teodora creyó que se apartaría y le diría que lo mejor sería volver a dormir, pero no fue así. Después del "ahora no" empezó a acariciar la mano de Teodora, y ella, por pura inercia, le frotó la mejilla con el pulgar, ya con un semblante de preocupación. 
 -¿Hay algo que quieras contarme?
 Lo miró directamente a los ojos esperando palabra alguna, peor no obtuvo nada de su parte. O por lo menos, no al principio, porque le tomó un rato notar que sí le estaba hablando. Más bien, sus ojos le estaban hablando, y Teodora entonces pudo ver el reflejo de ella misma en ellos. El reflejo de todas las cosas que nunca se había atrevido a decirle, que al parecer eran las mismas que él no se había atrevido a decirle a ella. 
 Sintió la sangre subírsele a la cabeza, y se quedó inmóvil en el mismo lugar. 
 -Sólo...no te alejes.- Dijo Leo. 
 Por supuesto que no lo haría. De hecho, en ese momento, la golpeó, y si seguía sintiendo algo o no, pasó a segundo plano. 
 En un ataque de valentía, llevó su mano libre a la otra mejilla de Leo, y se le lanzó a los labios.
 Concluyó allí que, en efecto, afortunada o desafortunadamente, seguía sintiendo algo. Eso no lo planeó ni de lejos, y lo que tampoco planeó fue que el beso se alargara allí mismo. 
 Tampoco planeó que se movieran y acabaran en la habitación de Leo. 
 No planeó mucho menos que acabaran sin ropa, agasajados el uno contra el otro, a pesar del exceso de sudor por el calor que todavía estaba ahí. 
 Sin embargo, aunque no fue planeado, ni mucho menos se imaginó que pasara de esa forma, Teodora dejó de pensar las cosas, también de analizarlas, y se quedó estancada en el pensamiento de que aunque un par de ocasiones la habían tocado, por primera vez supo que la sentían. 
 Tomando la mano de Leo, se quedó dormida, y lo último que vio fue la cara de él, junto con los rayos crepusculares colándose a través de la ventana. 
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erbilly2022 · 3 years
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QUE VIVAN LAS MADRES DE VENEZUELA UN UNIVERSO DE AFECTOS PARA TODAS.
Nuestras mujeres en Venezuela, estamos convencidos de esto, conforman la fuerza que motoriza toda la sociedad... Esas se paran durante todos los 365 días del año muy temprano, generalmente antes de las 5am lo que las hace más previsoras que cualquier gallo mañanero... Empiezan después de ponerse bellas en la ducha con todas las fragancias y cremas que venden en los mercados pensando en ¿Que vá a comer está gente?... Mientras máquina sus secretos gastronómicos se pone a hacer EL CAFE una vez salida del baño... Con lo cual llena de olores interminables y gloriosos parte de la casa... Mientras el agua está hirviendo ya ha barrido el piso, botado la basura y pasado la coleta con desinfectante por toda la casa... Como un relámpago le cae a carajazos a la masa de las arepas con queso y pimentón y hace unos bollitos para comerlos con margarina... Antes que este proceso termine yá levantó y formó peo a toda la tropa pake se paren, se cepillen los dientes y se bañen... Los ayuda hasta a vestirse y plancha una que otra pieza de las arrugadas... Les sirve el desayuno a cada uno, mientras les recuerda cuál es su rol de familia en ese día... Lo que tienen que traer pal final de la jornada... Forma una marikera pake cada quién lave y seque su plato y de paso les revisa lo que llevan en los bultos y maletines por si acaso se les olvida algo.
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A todas estas ya está lista para ir a trabajar y de paso ayuda a la pareja a llevar los chamos a la escuela...
Al llegar a la oficina termina de hacer las cosas pendientes del ayer, reúne a su personal para aconsejarlo, premiarlo o zarandearlo y antes que termine el día ya compartió parte de su comida con los awueboniados y vividores del lugar.
Habla con el jefe para pedirle una vez más aumento de sueldo mientras le entrega 12 cosas pendientes de los últimos días.
Cómo no es pendeja, hace que su esposo busque a los chamos en la escuela, compre en el abasto lo que hace falta pa la casa, y se vayan todos a hacer la cena; mientras ella asiste con tranquilidad a la reunión con sus amigos, al curso de la empresa o a sus clases de academia... Después de las ocho de la noche logra llegar a casa y revisa tareas, temas pendientes o se entera de sucesos importantes de la comunidad... Reune la plata necesaria con la pareja y baja a ponerse al día con el condominio; mientras se entera de todos los runrunes del lugar. Sube de nuevo para escuchar las quejas, reclamos e historias del COSTILLO, después de todo ella es la terapista que lo calma y lo centraliza ante las presiones de la vida...
Escucha a cada uno de sus hijos las vivencias de las jornadas respectivas y los ubica en sus posibilidades de futuro... Los regaña o los alienta...En fin es su madre consejera...
Ve dormir a cada uno y de paso los arropa cómo pake no pasen frío.
Se vuelve a bañar de nuevo y al salir pueden pasar dos cosas, o una mirada sospechosa o un encobijado más... Total aún tiene que pensar como pintarse las uñas porque mañana hay reunión...
Antes de dormir ya le ha comentado al que se duerme todo lo que pasó en Venezuela, lo que se hizo mal y lo que se hizo bien... Lee las noticias todas de las redes sociales y al terminar la noche ve sola en su inmensidad la película...Allí está el Detalle de Mario Moreno Cantinflas...
Antes de dormirse escribe en su diario, de paso lleva un diario que algún día la hará famosa... El día de la Madre quiero que me soben los pies con aceite de oliva,que me traigan el desayuno a la cama y que me hagan la sopa de rabo que tanto me gusta, con casabe y chicharrón... Y que durante todo el día me pongan los discos de los panchos ... Pa la noche Bien Me Sabe con licor.
Con cariño a todas nuestras mujeres venezolanas que son madres o van a hacerlo en tiempos de pandemia.
Recordando cuando no teníamos el COVID19.
Sin ustedes la vida sería incolora y sin sabor.
Feliz día de las Madres que es todos los días.
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Recordando a Nicomedes -
Nicomedes Santa Cruz nació el 4 de junio de 1925, en el distrito limeño de La Victoria (Perú). Fue el noveno de los diez hijitos de Nicomedes Santa Cruz Aparicio y de Victoria Gamarra Domínguez. Al concluir el colegio, se dedicó a trabajar en la herrería familiar en la avenida Abancay en Chacra Colorada, en el distrito de Breña, oficio que realizó hasta 1956, cuando abandonó el taller y se dedicó a recorrer el Perú y toda Latinoamérica. Al retornar a Lima decidió que se convertiría en artista.​ Su cercanía con Porfirio Vásquez, a quien conoció en 1946, influyó de manera decisiva en su formación como decimista.
Asumió la tareita de revivir el folclore afroperuano que organizó con su hermana Victoria Santa Cruz (1956-1961), a través de actuaciones radiofónicas y sus colaboraciones en los diarios peruanos Expreso y El Comercio, y otras publicaciones.
A partir de 1956 recorrió el Perú recopilando cantos populares. Debutó en los escenarios la noche del 11 de mayo de 1957, en el Teatro Municipal de Lima presentando la revista musical “Estampas de Pancho Fierro”, dentro de un espectáculo denominado Ritmos negros de Perú. Su debut radiofónico lo realizó un mes después, el 11 de junio, en Santiago de Chile, en Radio Corporación. Al año siguiente hizo su primera presentación internacional, en el Teatro Municipal de Buenos Aires en Argentina con su espectáculo Ritmos negros del Perú.
También incursionó en el periodismo, en la radio y la televisión. Entre 1961 y 1962 incursiona fugazmente en la política, tomando posturas antiimperialistas y de izquierdas, y de apoyo a la Revolución Cubana.
Nicomedes siguió participando en eventos para promover la cultura afroperuana, viajando a Brasil en 1963 y a Cuba en 1967. En su carrera destaca la dirección del primer Festival de Arte Negro, realizado en San Vicente de Cañete, en agosto de 1971. Otro de sus viajes tuvo como destino África en 1974, donde participa en el coloquio Négritude et Amérique Latine. Ese mismo año viajó a Cuba y a México, participando en una serie de programas televisivos. A estos países les siguieron Japón (1976), Colombia (1978), Cuba (1979), Panamá (1980).
Desde 1981, se trasladó a Madrid, donde residió hasta su muerte. Allí fue periodista en Radio Exterior de España. Al mismo tiempo en 1987, colaboró en la preparación del disco de larga duración España en su Folklore, sin descuidar sus presentaciones en diversos países. En 1989, impartió un seminario sobre la cultura africana en Santo Domingo (República Dominicana) y al año siguiente participó en la expedición Aventura 92, que recorrió puertos de México y Centroamérica. Afectado por un cáncer de riñón, falleció el 5 de febrero de 1992,​ después de haber sido intervenido quirúrgicamente en el Hospital Clínico de Madrid. Peruanos Ilustres - [email protected]
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portaldiario · 5 years
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Gota a gota/La crispación
Augusto Isla
El gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, en su toma de posesión como presidente de la CONAGO, conminó al presidente López Obrador a moderar su discurso en bien de la concordia nacional. Días después, el tabasqueño respondió con una diatriba contra ‘los tecnócratas corruptos’ que pronostican un bajo crecimiento de la economía nacional, refiriéndose a José Ángel Gurría, quien preside la OCDE. Que el señor Gurría no tiene la autoridad moral, tal vez, pero sí tiene la técnica para tales predicciones. Pronto se reunirá el mandatario queretano con el mandamás, pero no imagino a Pancho, como le dicen, diciéndole: ‘serénese, señor presidente; total, si como afirma, vamos bien, requetebién, para qué esa beligerancia’. En cambio, auguro que le ofrecerá su apoyo para alcanzar las metas de un crecimiento deseable. Y hará bien. Pues que el tabasqueño no cambiará el rumbo de su discurso: ha sido, es, y será un pozo de violencia, una convocatoria incansable al linchamiento verbal de sus adversarios, sean reales o imaginarios. ¡Genio y figura hasta la sepultura!, decía mi abuela.
* * *
Cuentan que Curro Romero, el gran diestro sevillano, después de fracasar con un toro en la Maestranza de Sevilla, mientras se lava la cara en el burladero, escucha a un aficionado que le grita mil y un insultos. Entonces, el genial Curro le comenta a su mozo de estoques: ‘pobre criatura, cuánto debe estar sufriendo’.
Con todo respeto, Sr. Presidente, ¿cuánto sufrimiento no habrá detrás de esa pulsión tanática, quiero decir agresiva que lo arrastra, cada mañana, al denuesto de todos aquellos que disienten de su proceder? Seguramente todo un caudal. Pues que no ejerce el poder con alegría serena, con esa gratitud que le merecen los millones de votos recibidos en su favor y recordando siempre que gobierna para todos los mexicanos que sólo reclamamos paz y concordia. Y que un país crispado y dividido nos lleva al abismo. Ahora bien, si lo que desea es ver, como Nerón gozando aquella Roma consumiéndose por el fuego, un país incendiándose, lo conseguirá.
* * *
Sufragio efectivo, no reelección. Respeto a la división de poderes. Sí a la vida y a la libertad de expresión. 
(Foto: Redes)
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thesoulofmiami · 5 years
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El Trio Los Panchos con Nanci Guerrero 12/1/18
El Trio Los Panchos con Nanci Guerrero 12/1/18
El Trio Los Panchos con Nanci Guerrero Saturday, 12/01/2018 – 08:00 pm – 12:00 am STAGE 954 – The Casino @ Dania Beach 301 E Dania Beach Blvd, Dania Beach, Florida 33004 Buy Tickets Cost:
Viva una noche romántica en el CASINO DE DANIA BEACH recordando esos boleros inolvidables con el TRIO LOS PANCHOS!
El trío más famoso de todos los tiempos Junto a la actriz y cantante NANCI GUERRERO como…
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Jajaja recordando al Pancho Pantera desde tiempos antiguos😂, lo bueno que te recuerdo cosas chidas y no cosas sad, me siento bendecido por eso 👀
Jajajajajajaja esa que si, y de echo anoche ya te contesté media dormida 👀
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tuseriesdetv · 7 years
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Crítica: Game of Thrones 7x05 Eastwatch
Qué cachas está Bronn o la mano de Jaime es de oro del que cagó quien yo te diga, porque esos 500 metros de mariposa submarina se han hecho muy rápido. La batalla de la semana pasada todavía coleaba en el inicio de este episodio, justo para sacar a los Tarly del mapa y demostrar que el único de moderadas capacidades para discurrir en esa familia era Sam. El fornido hermanísimo que nos presentaban hace un mes, Dickon, se despide ágil recalcando que no se puede ser guapo y tener luces. Introducciones a un lado, seguimos con el debate importante: cuando esta mujer dice Dracarys con toda la intensidad del mundo para que el público luego fabrique los gifs correspondientes, ¿cómo sabe el dragón a dónde apuntar?
Jaime tarda poco en volver a surcar la provincia de Poniente, quizás municipio. La vuelta a casa conlleva un giro inesperado: nuevo vástago incestuoso, nuevo niño cuyos padres son sus tíos, nuevo monstruito que a saber cómo sale. ¿Cómo encaja este embarazo en la maldición gitana que se cargó a todos los niños de la leona? ¿Será cocinada a la brasa Cersei antes de que ese retoño empiece a demostrar tendencias sádicas? Bajo nuestros cálculos, a la velocidad con la que se desarrollan los eventos de esta temporada, creemos que el asunto alcanzará la pubertad en torno al minuto 36 del próximo episodio.
Mientras tanto, en las tierras del invierno, Bran lanza los drones y se encuentra con The Walking Dead, que ya tocaba verlos porque últimamente la canción tocaba mucho fuego pero poco hielo. Hasta los cuervos se acojonan cuando el auténtico King in the North le desmantela el comando espía a Bran. Quitando los cuervos que ipso facto mandan con buena nueva y que llegan más rápido que los Whatsapps una noche de fiesta, la acción de Invernalia se relaja a la vieja usanza:
Meñique está meñiqueando, y a Arya no le hace gracia. Las intrigas palaciegas nos retrotraen a esas primeras temporadas donde la guerra se ejecutaba entre muros y no a campo de batalla abierto. Y apetece, no nos vamos a negar el gusto de una trama más de sosiego y susurro. La nota que encuentra Arya, con cero componente de casualidad en el colchón LoMónaco del pícaro rufián, no es otra que una carta que Sansa manda a Robb —os acordáis de quién era Robb, ¿verdad?— allá por 2011 para instarle que rinda pleitesía a Joffrey, porque a su padre le acaban de cortar la cabeza. La pregunta es: ¿se estará creyendo Arya, fuera del contexto del abuso de Desembarco y el cuchillo que tenía la pelirroja al cuello, que Sansa lleva todo este tiempo conspirando contra Jon a favor de los Lannister? ¿Abrirá una brecha el eterno pretendiente entre las reinas del norte?
De unos hermanos pasamos a otros. Jaime y Tyrion se ven con la calma, sin dragones mediantes, y sin hablar de que ambos van a tener otro sobrinito. El viaje exprés a la capital deja una tensa reunión y una más que distendida reaparición. Con la excusa de llevar a Tyrion a allanar el terreno con Cersei, Davos echa un viaje a las zonas menos reales de la nación y agarra un cabo suelto que lleva remando desde la tercera temporada, que se dice pronto.
El reencuentro de Davos y Gendry, siglos después, es fácilmente único reencuentro logísticamente creíble esta temporada. Con un martillo y ganas de dar caña viene el herrero. ¿Qué trama Davos? ¿De qué sirve llevar un candidato legítimo al trono a Casa Khaleesi? Qué osadía, el último Baratheon. Pero el chaval en media escena ya ha demostrado su utilidad, así que bienvenido al barco. En casa del herrero hostia que te crió, es lo único que tenemos claro. ¿Todo para que Jon tenga un amiguito? Gendry quiere ser supercolega de Jon, bromance total, inserten fanfics.txt y ellos tan panchos a reproducir por la meseta las peripecias de esos papis que no les dieron los apellidos. 
Jon está a lo suyo. En éxtasis. Tocando los dragones con suma ceremonia, porque más de una profecía hay rondando sobre que el dragón tiene tres cabezas, y quizás con esa caricia llena de mugre en las uñas se haya declarado discretamente la tercera una vez Tyrion ya tuviera su cara a cara con las criaturitas en Essos. “You weren’t long gone”, le dice Jon a Dany según aparca a Drogon. Lo que son cinco minutos, moreno. Ni te habrá dado tiempo a comprar el pan. Qué buena y aséptica pareja harían estos dos.
Llegamos al final del episodio con dos desplazamientos más. Esto no es Juego de Tronos, es la adaptación televisiva de un plano del Metro de Madrid. Y esto sí que vuela. Sam se fuga de Antigua cometiendo un error garrafal: cortarle a Gilly la batallita. En principio, una chochada como los millones de ventanas del Septo de Baelor, pero aquí todos sabemos que no se dan puntadas sin hilo y esto es salseo del bueno. El difunto Raeghar, hermano de la de los dragones, estaba casado con Elia Martell, pero que pidió la nulidad del matrimonio para cambiar de esposa. Sin llegar Gilly a pronunciar las palabras y recordando ciertos flashbacks de la temporada pasada patrocinados por el cuervo de los tres ojos, Sam no, pero nosotros sí que sabemos que el fruto de esas segundas nupcias es más amigo suyo de lo que atención presta a la historia. 
Y, por fin, aunque lo digamos como si nos hubiéramos chupado las tres semanas de viaje en barco velero, llegamos al Guardaoriente del Mar que da nombre al episodio. Con aún más incorporaciones: El Perro, Thoros de Myr y Beric Dondarrion, representando a los seguidores del dios quemaniñas de Melisandre, se unen a la causa de Jon. Como el que no quiere la cosa, Jon se ha montado su chupipandi de machotes para cazarse un caminante blanco de souvenir que llevarle a Cersei. Qué de testosterona, qué de chistes de mariquitas se pueden contar en esa expedición. Sólo falta Bertín Osborne. Lo que tiene que aguantar el pobre Jon, con lo bien que estaba él tonteando —también incestuosamente— con la Mother of Dragons y a puntito de dar el braguetazo.
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