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#relatos breves
algunloco · 2 years
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La ventana que da a la calle, Franz Kafka [trad. José Rafael Hernández Arias]
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ringotovar · 1 month
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SALIR DEL UMBRAL
"Sumérgete en el viaje introspectivo de un joven que lucha por encontrar su lugar en un mundo que parece ajeno a su singularidad. Desde su infancia marcada por la búsqueda constante de pertenencia en diferentes grupos, hasta el desgarrador aislamiento y la posterior catarsis que lo lleva a enfrentarse a su verdadera identidad. A través de su pasión por la música, la literatura y el autodescubrimiento, este relato nos lleva a explorar los rincones más profundos del alma humana, mientras el protagonista lucha por liberarse de las cadenas de la autoinhibición y encontrar la felicidad genuina."
Holaa los invito a leer mi primer escrito. Es un relato breve de apenas una pagina, una historia muy sincera y genuina. Espero que les guste. Se aceptan consejos y sugerencias.
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hablandodeliteratura · 2 months
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Qué os parece. Me gustaría recibir críticas constructivas. 
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leonoradarby · 10 months
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Las olas
Un hospital junto al mar.
Mientras el cuerpo sana o se deteriora, mirarlo desde la ventana. Escuchar el graznido de las gaviotas. Ver las barcas de pescadores que se adentran. Y cuando cae el sol, vuelven.
Las enfermeras son muy amables. Blancas. Pulcras. Como salidas de algún cuento. No están pensando en cuándo termina el turno y qué ganas de tomarme un café. No están en otra parte. Simplemente están allí. Viendo cómo sus pacientes sanan o se deterioran y sabiendo que su lugar es a su lado. Como sabe la gaviota hacia dónde volar, en qué roca pararse en la escollera. Hay cosas que simplemente se saben.
En invierno nieva sobre el mar. Los copos caen sobre él formando una capa fina que se balancea con las olas. En las casas cocinan sopa de pescado. Grandes tazones de donde sube el vapor caliente. Tenerlo entre las manos reconforta. Una vez, cuenta uno de los pacientes, atrapé un gorrión. Estaba herido. Lo tuve entre las manos. Su corazón latía muy rápido y fuerte... Tener una vida entre las manos es un regalo.
Los genios de las profundidades estaban tranquilos. Dormían un sueño donde las décadas caían rápidamente y se acumulaban unas sobre otras. Como los copos de nieve. Pero un día fueron despertados por el pequeño demonio del terremoto que, ágil e inquieto, corría de acá para allá soplando en sus oídos palabras de fuego. Iracundos, se irguieron al fin. Y comenzaron a avanzar hacia la costa. A medida que avanzaban, se volvían más y más altos. Una oscura, temblorosa pared de agua desplazándose veloz. Acercándose al lugar donde los pequeños seres humanos vivían. Y temían.
Había que correr hacia la colina para salvarse. Pero ¿cómo abandonar a los que no podían moverse? Toshi vio la expresión de angustia en el rostro de la señora Edo. Cuando tomó su silla de ruedas para alejarla de la visión del temporal detrás de la ventana, la anciana la miró. No dijo nada; pero sus ojos parecían implorar algo. La enfermera se sintió conmovida. No se preocupe, señora Edo; yo cuidaré de usted. No la dejaré. Era su día libre, pero igual había corrido hacia el hospital al escuchar las noticias en la radio.
Cuando la inmensidad azul se cierne, lo único valioso es apretar con fuerza la mano de alguien. No importa quién sea; esa persona se vuelve única, con la nitidez de las cosas últimas. Nos acompaña a atravesar el agua; a llegar al otro lado. Cuando los niños se adentran en el mar por primera vez, van de la mano de sus padres. Luego aprenden a flotar; a dejarse ir mecidos por las olas. Los padres quedan en la orilla; los miran con alegría y también con aprensión. No es fácil dejar ir los hijos hacia el mar.
Alguien dijo que el pequeño demonio causante de todo había salido de las mismas manos de los hombres.
Luego todo se redujo a una ceremonia y un monumento conmemorativo. A cierta distancia apenas podía verse, por los muchos paraguas; llovió ese día. La lluvia se hizo aguanieve; cuando los paraguas se retiraron, pequeñas gotas duras impactaban contra los nombres escritos, ya sin nada que los protegiera. Ahora quedaba mirar viejos álbumes de fotos. Intentar comprender. Recordar. O intentar olvidar.
El festival de las luces volvió a celebrarse, varios años después. Las linternas volvieron a encenderse y navegar con su esperanza encendida. Los fuegos artificiales volvieron a espejarse sobre el agua, hasta que las últimas chispas desaparecieron. Y el mar volvió a ser oscuro e inmutable; y luego fresco y riente al brillar el sol sobre él. El mar es a la vez viejo y niño; suave y terrible. Temido y amado. Generoso en sus dones y codicioso de las bellas almas. Inexplicable como todo lo que se contempla en profundidad y reverencia.
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desdelavereda-blog · 2 years
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Apollinaire, el caribe y el pájaro sin pico
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Dice Apollinaire que “hay un poema para escribir sobre el pájaro de un ala”. Pero no, yo no voy hablarles de ese pájaro. Voy a hablarles, en cambio, de otro pájaro. Un pájaro sin pico. O dicho mejor, voy a contarles la historia, lo poco que sé, sobre el tucán de pico falso.
El animal, al que luego bautizaron Grecia, vivía muy tranquilo en el valle central de Costa Rica, hasta que un día dos adolescentes -en sentido amplísimo -lo golpearon con un palo y se lo quebraron: “de rojo a verde todo amarillo muere”, dice Apollinaire en ese mismo poema.
No sé si el poeta francés habrá estado alguna vez en el caribe, pero en otro verso del mismo poema habla de “cuando los guacamayos cantan en los bosques nativos”. Eso también me disparó la evocación del pobre pájaro sin pico.
Yo lo conocí en el centro de recuperación de fauna de Costa Rica, Zooave. Allí, con una impresora 3D, un grupo de científicos logró construir una prótesis plástica para reemplazar el pico quebrado. Cuentan que le llevó un tiempo adaptarse al artefacto, pero finalmente el bicho pudo volver a comer con cierta normalidad, y así salvó su vida.
Supe que el pájaro sin pico no podía cantar, del mismo modo que el pájaro sin ala de Apollinaire no podría volar, al menos sin transgredir alguna de las leyes de la termodinámica. Grecia volvió a cantar luego de que le insertaron en el morro el pico de plástico. Aunque según los veterinarios, va a ser difícil que recupere alguna vez su tono de canto natural. Para un ave eso debe ser el equivalente a perder el habla para un ser humano, o a algo mucho más perverso, a hablar un idioma que nadie más que uno conoce.
Vuelvo al poema de Guillaume y encuentro entre sus versos, no sin esfuerzo, lo acepto, nuevas marcas proféticas sobre el destino del tucán: “El pobre joven voló su nariz en su corbata blanca” o “lo enviaremos por teléfono traumatismo gigante”. ¡Oh, el surrealismo!
El pico no sólo le sirve a Grecia para comer y cantar. Al parecer, el pico de los tucanes tiene otras varias funciones. Por su tamaño y colores, sirve como un disuasor para los predadores. Si estos no se disuaden, el pico hace las veces de arma para defenderse. Además, tiene una serie de vasos sanguíneos que ayudan a regular la temperatura corporal del ave.
¿Habrá visto Apollinaire alguna vez un tucán o una guacamaya en persona? Su poema se cierra con un verso que menciona a otra criatura del reino animal, que también se puede ver en las playas de Costa Rica.
“Soles múltiples y erizo de mar al atardecer La ventana se abre como una naranja Hermosa fruta de luz”.
Tan naranja como era la papaya que comía Grecia con su pico ortopédico, el día que lo conocí, allá en su jaula de Zooave, mientras esperaba el tiempo de volver a la selva, al mar.
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La Gatti by j re crivello
La Gatti by j re crivello
“Esta parte del país es rica en supersticiones locales y existe aquí una curiosa creencia acerca de los entierros. Se cree que la última persona enterrada está obligada a abastecer de agua a sus compañeros del cementerio, para saciar la terrible sed del purgatorio” (1) Puro Parcial Fernández se asomó hasta el cementerio, opinaba que aquella vieja tradición era un invento que asolaba a la comarca…
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juuanre · 2 years
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La Gatti by j re crivello
La Gatti by j re crivello
“Esta parte del país es rica en supersticiones locales y existe aquí una curiosa creencia acerca de los entierros. Se cree que la última persona enterrada está obligada a abastecer de agua a sus compañeros del cementerio, para saciar la terrible sed del purgatorio” (1) Puro Parcial Fernández se asomó hasta el cementerio, opinaba que aquella vieja tradición era un invento que asolaba a la comarca…
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estefanyailen · 4 months
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Estoy temblando cual hoja mustia antes de caer. ¿Será por temor a la caída, antes de caer?, ¿Es temor a la caída o temor al impactó?. Mirate nada más pequeña hoja, aún ni te has soltado del la rama que ya piensas en el vuelo. Pequeña hoja mustia... no será acaso eso, no será miedo al porvenir incierto?
- Extranjera mente 🧠 ~
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thelettersgames · 3 months
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En medio de la gris oscuridad, un chico se hundió en la tristeza, incapaz de encontrar luz en su mundo. Cada día es una batalla silenciosa contra la penumbra aparentemente interminable en su evidente soledad sin fin.
Sad boy
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alasdepaloma · 1 year
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El tragaluz...
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Hay ventanas que no ponen ante tus ojos el mismo mundo al que estás acostumbrado a ver. Incluso siendo el mismo cielo, las mismas nubes, el mismo azul que pincela el alma de nostalgia, hay ventanas que ponen un filtro en la mirada, un abrazo en la piel que casi siempre va fría y una esperanza en el espíritu que en ocasiones parece que muriera ante las roturas generadas por nuestra percepción. Ayer llegué aquí, a este pedacito de tierra que está rodeado del mar sanador del pacífico, y frente a esta ventana y ante la compañía de mi soledad, pareciera que he vuelto a ser niña. Hacía ya mucho tiempo que no me sentía tan inocente como hoy, y ha sido este cuadro que me conecta a una pequeña porción del firmamento el que ha logrado en mí tales emociones de mi infancia. Aquí no hay ruido, sólo las gaviotas se escuchan a lo lejos; de manera muy sutil, casi imperceptible, el percutir de un martillo allá a la distancia, ha de deberse a alguna construcción que están realizando... Pero lo más importante es que no hay ruido aquí, adentro... En mi cabeza. De manera innata el alma busca la paz que la mente asfixia. De manera innata y divina, la esencia nuestra busca la salida ante las dolencias meramente humanas... Abre sus alas en busca de refugio, abre sus alas para surcar cielos nuevos, cielos donde no habite la lluvia o, tal vez, sólo una lluvia que al final esboce un arcoíris multicolor. Allí está la calle sola... y aquí en mi interior, como si todo se hubiera mudado de mí, yace sólo mi consciente. Los muebles viejos han desaparecido, las lámparas sucias, la tierra del piso, los cristales rotos, las esquinas oscuras donde se agolpan los miedos, la ansiedad que pende de una cortina que creí olvidada y que vuelve a hacerse presente cuando mis pulmones se aprisionan ante las vicisitudes de la vida. No hay susurros ni tampoco hay moral, no hay culpas, no hay castigos, no hay jueces dictaminando mi final. Nada. Todo se ha callado. Sólo el piano. Sí, ahí está el piano, en medio de esta pieza de cuatro paredes blancas. Un sol que se alza feliz y sopla vapor caliente a las llagas que llevo, que no pueden verse, pero que duelen como si me encontrara en la antesala a la muerte. El piano. Y allí me veo yo misma. Allí, sentada en el banquillo, frente a ese enorme piano negro de cola. Mis cabellos largos, con sus rulos bien definidos, mi pequeño cuerpo de niña de seis años y un vestido de tejido rosa. ¡Oh, mi Dios! ¡Cuánto no daría por retornar al hogar aquél donde no reconocía la palabra 'guerra', y donde podía correr a los brazos de mis padres y ahí era consciente de la magnitud del Universo! Parece que me hubiese convertido de repente en un dios triste que ve desde arriba esta escena embriagada de la luz de esa ventana, de esa luz cobriza que súbitamente se intimida ante una nube y se esconde detrás del aliento de alguna otra que camina despacio. Este dios triste que soy, mira a la niña inquieta, sonriente, plena de alegría, pura e inocente que también soy. Y la niña eleva la mirada, mientras toca su piano en este sueño mágico y paralelo, para abrir la ventana de su boca y pincelar una sonrisa, una blanca sonrisa a ese dios que la mira triste mientras llora.
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Hoy pude separar a ese dios y a esa niña... Hoy el corazón no se siente violentado, hoy la garganta se ha liberado y la misma ha desatado a mis manos para poder escribir acerca del arresto que yo misma le he provocado a mi ser superior, para vía de no ver más allá de mis carencias, de mis fracasos, de mis errores más humanos. Hoy, allá arriba llorando como un dios perdido, allí tocando el piano bajo el dorado del sol que cada vez crece más.. Aquí, suspirando como el observador que al final soy y seré... Agradezco por esta pequeña porción de tierra con efluvio a océano cósmico, agradezco al tragaluz que hoy toma el papel de amigo y de terapeuta. A mi ello y a mi superyó de no estar presentes hoy. Agradezco a mi yo... a mi consciente... a mi realidad, al hoy... haberme halado del pantano en donde yacía ahogándome... Haberme retirado del tablón del ajedrez... De las ruinas de mi guerra... De la percepción de indefensión y abandono. Gracias presente, vida... Gracias porque hoy estoy en mí y ante esta ventana onírica, puedo volver a palpar, por unos instantes, la paz. Paloma Zerimar.
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algunloco · 2 years
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La excursión a la montaña, Franz Kafka [trad. José Rafael Hernández Arias]
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hablandodeliteratura · 2 months
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¡Te recomiendo que escuches este audio de iVoox! 25 "Omsicroxe " Relatos Cortos de Sin Fronteras https://go.ivoox.com/rf/119576733
Un trabajo excelente.
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leonoradarby · 1 year
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Brazadas
¿Cuántas brazadas hay en un pensamiento?
Se puede, o no se puede, medir lo que transcurre cuando la cabeza está remojada, fresca, ausente.
Es delicado permitir que caiga despacio, sobre la palma de la mano, este momento en que las cosas pierden peso y se ablandan, como la piel sumergida mucho tiempo. Es suave. Como la pelusa, el perfume de un durazno. Como acariciar sin ansiedad.
El que piensa se difumina en el nadar. Quizás existe algún tipo de cielo para los que se dejan ir en el hacer, olvidándose de sí mismos. Se vuelven como nubes cambiantes y hasta pueden llegar a desaparecer.
Hasta que no haya nadie en la pileta; nadie nadando. Y sin embargo, el nadar suceda. Suceda sin querer, como impulsado de otra parte.
Hay geografías desconocidas adentro de nosotros. Lo que pide libros abiertos de par en par y cosas nítidas que puedan tocarse no sabe de ellas. Están más allá de los mapas cotidianos. Más allá del mar formado con las lágrimas de todos los que alguna vez han llorado. Lugares quietos. Profundamente silenciosos. Eso que somos cada día, que se aturde en su ruido de hacer y querer, tropieza cuando las cosas se detienen y callan. Y lo miran. Con ojos grandes, lúcidos.
Ir tejiendo la trama dorada, apretada, de la que no puede apropiarse lo que no tiene alma. El instante que no puede ser contado, reproducido. Escribir, como vivir. Ir uniendo las orillas.
Aquí tal vez somos todos tejedores. Contempladores. Vaciadores.
El tejido más bello debe poder destejerse a la noche sin reparo ni cuidado. El propio acto de deshacerlo le confiere la fortaleza de lo que no teme desvanecerse. Y recomenzar, con alegría o sin ella. Ir conociendo los colores de todas las estaciones. La presencia y la ausencia de las cosas. Cómo nos desgranamos en lluvia fina o crispamos las manos agarrando un bocado de aire. Inhalar. Una brazada. Hundir la cabeza. Otra. Un chapoteo.
Y puedo llegar al borde de la pileta; al otro lado del río; al final del cuento o a ninguna parte. Quedar allí en un limbo blanquecino que es puro consuelo, puro pétalo. Dejar que el cuerpo haga la plancha; descanse. Que los oídos queden sumergidos y todo llegue a ellos tenue, lejano; como si viniera de otro mundo. Bogar así, sin rumbo. Hasta percibir que todo se ha detenido. Vaciado. No hay nadie pensando. Y después de varios trillones de minutos repletos, es un alivio.
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annetorres-blog · 2 years
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NI EN EL CIELO NI EN EL INFIERNO
En Benichembla, por dónde se ha quemado, había un herrero de lo más laborioso. Su único problema era que vivía cerca del infierno y los demonios siempre iban a su casa para solicitar sus servicios. Cosa que tenía harto al bueno del herrero, básicamente, porque no cobraba por estos trabajos.
Un buen día, San Pedro, que se encontraba, de casualidad, por los valles, le pidió alojamiento. Alguien le advirtió:
- Herrero, este hombre es San Pedro. No seas bruto, y, cuando se vaya, y te pregunte lo que pides de pago, dile que un trocito de cielo.
- Muy bien. Pero yo ya sé lo que tengo que decir...
San Pedro quedó muy satisfecho del trato recibido en casa del herrero. Y, como era de esperar, le preguntó que pedía como recompensa. A lo que, imprevisiblemente, el herrero respondió:
- Un peral mágico. Quien lo toque, se quede pegado hasta que yo ordene lo contrario.
-¿Estás seguro, Herrero? Mira que en el cielo vamos cortos de espacio y es conveniente reservar.
- Peral.
-Muy bien. Ahí lo tienes.
Inmediatamente apareció un espléndido peral grande y joven. Así, cuando los demonios volvieron a pedirle un favor, el herrero los hizo subir al árbol mediante engaños. Sus gritos de dolor, mientras trataban de despegarse, resonaron por todo el valle. En el infierno se corrió la voz del incidente como la pólvora... Y los demonios jamás volvieron a molestarle.
Pasaron muchos años hasta que el herrero murió. Cómo tenía el infierno cerca, pasó por allí, a ver si lo recibían. No obstante, los demonios, nada más verlo, cerraron sus puertas a cal y canto: habían declarado al herrero persona non grata desde aquel incidente del peral.
Entonces, decidió ir a las puertas del cielo. San Pedro, cuando vio sus credenciales, recordó que había cedido su espacio allí a cambio de un árbol encantado. De modo que el herrero tampoco pudo pasar...
Este previsible contratiempo causó su, también, previsible fastidio. No obstante, pensó: "no me quieren ni en el cielo ni en el infierno. Pues no pasa nada. Me regreso a casa." Y así lo hizo.
Allí ha estado, el herrero, todos estos años. Hasta que, el otro día, tuvieron que desalojar a los habitantes del valle a causa del fuego...
He preguntado por él varias veces y nadie sabe dónde está... Si lo véis, decidle que pronto podrá volver...
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valkyrjav · 2 years
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❌  𝐑𝐄𝐂𝐎𝐏𝐈𝐋𝐀𝐂𝐈Ó𝐍 𝐃𝐄 𝐃𝐀𝐓𝐎𝐒: * @𝐯𝐚𝐥𝐤𝐲𝐫𝐚 𝐚𝐜𝐚𝐛𝐚 𝐝𝐞 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐫: HABITACIÓN DE SU INFANCIA: Cuando tenía tan solo 4 años los padres de Valkiria se marcharon de Chicago para abrir su propio Circo, dejándola al cuidado de su abuelo y su tía abuela, decidiendo qué, debido a su corta edad, viviera con esta última en la antigua casa familiar. Tuvo una infancia muy normal, lejos de las idas y venidas del Circo, sin embargo asistía a todas las funciones y entrenamientos que se hacían en su ciudad natal, y vivía a tan solo metros de las caravanas en las que se quedaban los miembros del mismo, sobre todo teniendo en cuenta a su abuelo y a su hermano. Todo esto hizo que idealizara el ambiente circense y de pequeña lo adoraba, lo suficiente como para decorar su habitación con dicha temática. Al cumplir los ocho años comenzó a viajar y a participar de las giras en su propia caravana, siempre bajo el cuidado de su tía abuela hasta que falleció y su casa original se vendió. Fotos de referencia: ( x, x, x )
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El batir de sus alas fue el inicio de su tan ansiada libertad, mientras que para él fue el comienzo de su destrucción, pero por ella lo haría una y mil veces más.
— Una-escritora-emperdenida
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