Tumgik
#sexinpublic
climbingoutofit · 2 years
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I wish I could find a woman who wants to go for rides, listen to music all while she sits in the passenger seat, naked and using multiple sex toys to make her cum as many times as she can while I drive her through the city. And as a reward for a night of cumming hard throughout the city, I'll eat her pussy so well she'll have to beg me to stop. Isn't there a girl out there willing to have some fun with me???
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lonely-malkavian · 2 years
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In some public bathroom...
Do you want to join me in this small space~?
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nenasfantasyblog · 3 years
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zinecalzon · 4 years
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Ceilán
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I'm not open. Please keep this to yourself. Leo el mensaje en la pantalla bloqueada de mi cel sobre la mesa. Sonrío. Doy un trago a mi mojito sin alcohol y abro mi compu porque si dejo esto para después no voy a poder escribirlo igual. El viento de la noche acaricia mis piernas descubiertas hasta poco debajo de mis testículos. Upside, inside, out / Living la vida loca suena a un volumen moderado. Moderado como todo en este país. El ruido, el paso de las personas, el volumen de su voz, los olores por la calle: Ceilán es mantequilla para los ojos, los oídos, la nariz. Incluso el calor arropa, no quema. Las luces de la terraza son tenues y unos reflectores orientados hacia el exterior iluminan bugambilias de color rosa fluorescente. Las lámparas se mecen con suavidad empujadas por el viento. Living la vida loca sigue sonando. Yo creo que no tenía ni diez años cuando salió esa canción. Y no entendía qué era la vida loca. Recuerdo que me preguntaba a qué se refería Ricky Martin. A lo mejor era bailar mucho, conjeturaba. La vida loca, qué chistoso, pensaba.
Hacía un rato que no me dolía el culo por coger. Es como el dolor post-ejercicio: sabes que está ahí y existe a cambio de un bien, de algo que hace bien al cuerpo y al alma. Hace veinte minutos seguíamos en mi habitación. El ventilador soplaba sobre nuestros cuerpos desnudos y cubiertos de la corrida explosiva que él se había aventado diez minutos antes con mi pene pulsante dentro. Ahora me mordía el pezón derecho y yo le besaba la oreja, olfateaba su pelo, sus patillas, su barba tupida, negra. Se daba un lengüetazo en la palma de la mano izquierda, porque con el brazo derecho me sujetaba firme contra él, y usaba esa saliva para jugar con mi pene lento, a un ritmo preciso que me hacía jadear de manera casi imperceptible. Con cada movimiento de su mano, cada giro, cada lengüetazo, cada mordida sutil, una descarga eléctrica salía de mi pezón derecho hacia el centro de mi tórax, que se conectaba con mi esófago, luego con mi estómago y retumbaba en puntos aleatorios en mi vientre, mi entrepierna, mis testículos, de mi cráneo a la punta de mis dedos. Otro lengüetazo a su mano y volvía a acariciar mi pene. Pasaba del pezón derecho al pezón izquierdo y los puntos aleatorios cambiaban. El aire del ventilador sólo intensificaba las sensaciones. No sabía ya qué sensación era causada por el aire y cuál se originaba en el roce de sus dedos sobre mi pene o de su lengua sobre mi pecho. Bajé mi mano a su verga y la tenía parada. Me quieres coger ahora tú, pregunté. Me miró a los ojos. Me dio un beso entre la nariz y el labio superior de la boca. Aspiró por su nariz sacando el aire caliente que reposaba dentro de la mía entre un respiro y otro. Of course, me contestó sonriente.
Llevaba tres días cagándome en los cingaleses. No pasaban veinte minutos por cualquier calle a cualquier hora sin que algún conductor de tuktuk se frenara o algún transeúnte ojoalegre me abordara mirándome las piernas o el paquete y me preguntara cosas para hacerme plática. Acto seguido, yo me la paraba con toda la intención. A todos les hacía la pregunta mágica de si estaban casados. Me decían que no, todos. Les preguntaba que por qué, que si no tenían novia. Decían que no. Y novio no tienes, añadía con un guiño. Soltaban una carcajada tímida. Y listo. En cualquier lugar del mundo (tomen nota) ésta es la clave genérica para levantar a quien sea, sobre todo en países donde es un delito ser maricón. Mientras más severa sea la ley contra la sexualidad no conforme, más fácil cae un hombre. Así es esto.
El tema es que había hombres sólo de alguno de los siguientes tipos: 1) los que no son maricas (como aquí y en China) y únicamente quieren platicar; 2) los que no son maricas, pero que, dejando claro que son heterosexuales (y ya que insistes), te pueden hacer el favor de cogerte, no sin recordarte que todo en esta vida cuesta; 3) los que no son maricas, te hacen el favor de cogerte (gratis), pero sólo si logran ponérsela dura porque los que no cobran y sí quieren coger por las buenas resulta que son adictos al ice, es decir, a la metanfetamina o cristal; 4) el resto, es decir, los maricas asumidos (que ya es toda una posición política en un país donde la homosexualidad es ilegal, aunque el Estado no sea quien la censure ni la castigue desde los años sesenta, sino sea la misma sociedad quien se encargue de ello) que eran una mezcla de los tres tipos anteriores: o machos o centaveros o dulceros. Dicho esto y dado que 1) no voy a perder el tiempo convirtiendo heteros diario, 2) no voy a pagar por sexo y 3) no voy a lidiar con vergas flácidas, me había dado por vencido de merodear las calles de Colombo en abstinencia total.
Wiat. This is whear I should come right. Whr r u. Im got off the taxi a bit befor. Me mandó una ubicación lejísimos de mi alojamiento. Respiré profundo intentando no cagarme en él también. Por qué nadie sabe que existe Google Maps en este país. Ni los Ubers ni la gente común ni nadie, me dije. Esperé un rato. De pronto vi una sombra a lo lejos. Era él, andando hacia mí sobre la acera luego de deambular perdido por las calles de su propia ciudad por cuarenta minutos. Encima viene con unas calmas. Chingada madre. Para los dos segundos de paciencia que me quedan con los maricas de este lugar. Menos mal que llevo un calentón de días y que... Ay, espera, uy, uf... A ver ahora que pase debajo de la luminaria le voy a ver mejor la cara... Claro, sin lentes no veo tan bien de lejos. Es que los dejé adentro en el cuarto. Uy. Qué barbita tan tupida. Qué piel negra tan tersa. Qué mirada tímida que esquiva la mía a cincuenta metros de distancia. Qué ojos inmensos. Qué pestañas tan largas. Qué belleza de hombre. Qué alivio. La verdad es que las fotos de perfil no le hacen justi... Heeeey, finally, you made it. Sorry, man, my mobile's location system is not working properly. No worries at all. Come in. Lo invité a pasar con una sonrisa que no podía quitarme de la cara. Y entramos al paraíso cingalés con calma y con suavidad al ritmo de la brisa nocturna y apacible que barría en ese momento la calles desiertas de la ciudad.
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