Lo admito, ser tu amiga no es divertido, no sabiendo que te amo, sabiendo que los amigos nunca tienen citas, sabiendo que jamás me darás un beso de buenas noches, que nunca mis dedos estarán entrelazados con los tuyos…
A la espera de tus labios: un beso que lo cambie todo
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Hoy, en este lugar, mi vida y mi alma anhelan solo una cosa, un beso. Uno que comience con una mirada que desnude nuestras almas y termine con nosotros suspirando en un abrazo inevitable. Un beso que nos deje sin aliento y nos haga sentir vivos de nuevo, lenta pero inexcusablemente. Uno que nos lleve al cielo en un instante, pero que encienda una llama ardiente en nuestro interior. Uno que haga que todo el tiempo que pasamos esperándonos y extrañándonos, valga la pena y la vida. Un beso, solo un beso es todo lo que hoy deseo.
El ascensor era pequeño y silencioso, con solo el suave zumbido de la maquinaria rompiendo el silencio. Nos encontrábamos solos, perdidos en nuestros propios pensamientos, mientras ascendíamos hacia la cima del edificio. De repente, un roce de miradas cambió todo.
En ese instante, nuestros ojos se encontraron y hubo una chispa, una conexión instantánea que ni uno ni otro pudimos ignorar. El tiempo parecía detenerse mientras nos aproximábamos lentamente, el aire cargado de electricidad y anticipación.
Entonces sucedió. Un beso, suave pero apasionado, que nos envolvió en un torbellino de emociones. Fue un instante fugaz pero eterno, un momento de pura magia en medio de la cotidianidad.
El ascensor continuaba su ascenso, pero para nosotros el tiempo se detuvo en aquel beso. Aunque el ascensor finalmente llegó a su destino y las puertas se abrieron para dejarnos salir, el recuerdo de aquel beso en el ascensor permanecerá grabado en mi memoria para siempre. Fue un momento de encuentro, de conexión, que nunca olvidaré.
Ojalá pudiera volver a perderme en tus labios, en un beso que pareciera una eternidad y sentir que viajo al mismo cielo.
Ojalá pudiera extraviarme en tus ojos, en tu mirada nítida, en tu pupila sublime, en ese abismo negro que me pierde.
Ojalá pudiera explorar de nuevo tu cuerpo, perderme en los hoyuelos de tus mejillas, en los lunares de tu pecho, en los pliegues de tu espalda y ahí quedarme a vivir por una o dos vidas.
Ojalá me dijeras de nuevo que me amas, que quieres seguir conociendo el mundo a mi lado y que una existencia no basta para el amor que tienes para mí.
Leregi Renga