Tumgik
#vociferando
jamonartzzz · 1 year
Text
The Joy of creation (Welcome Home - fanfic)
Tumblr media
Capítulo 7.
[Te duele. Como a mí]
"Ella está bien... Su pulso está regular y su pupila reacciona a la luz".
Había pasado una hora luego de la llegada de Barnabay. Apenas llegó y usó su poco conocimiento para asegurar el bienestar de la humana. Incluso si físicamente eran distintos a ellos. Hizo su mejor esfuerzo, grande fue su alivio al confirmar que no existía ningua lesión externa. Tampoco interna porque, aparentemente, sus signo vitales mostraron estabilidad.
Su calor corporal, anteriormente alto, volvió a la normalidad. También se encargó de dejar un algodón en la nariz de la afectada. A fin de cesar su sangrado leve, no sin antes acomodar correctamente su cabeza.
En todo este tiempo, Wally no se apartó de su inconsciente cuerpo. Ni cuando Barnabay necesitaba más espacio para revisar a la víctima.
"Creo que no debe tardar en despertar. Tal vez solo está agotada o necesita otro tratamiento del cuál desconocemos".
Wally no respondió, solamente oyó a su amigo.
Desde la perspectiva de Barnabay, sintió compasión por el estado de su nueva amiga. Siendo sinceros, no era del tipo de persona de rápida vulnerabilidad hacia los demás; le gustaba pensar que era alguien sereno. Este caso, para su sorpresa, le generó preocupación. Después de todo, (Y/N) parecía ser una buena compañera para compartir chistes, ironías y sarcasmo. No como el resto del vecindario, víctimas de inocencia o el tomar todo a la literal. Todo esto dejó pensativo al perro humorista, es decir, ¿qué razón había para provocar el debilitamiento de este ser humano? En silencio, observó con curiosidad a Wally. Sin tachar a Wally como un sospechoso, pues el pintor siempre fue fenomenal.
El artista llevó una mano en la frente de la humana. Por lo que puede percibir, estaba cálida. Una temperatura agradable. Consideró que tal vez, el exceso de información generó un episodio de shock en ella.
Sea lo que signifique eso.
"Ella estará bien, amiguito. Te lo aseguro. Hasta entonces, debo ir a visitar a Poppy. Dime más tarde cómo se encuentra".
"Adiós, Barnabay. Gracias por todo. Ten cuidado".
Su mejor amigo termina de retirarse de la casa por fuerza de las circunstancias. Aún así, para el humorista, le resultaba impactante ver a Wally tan callado.
Volviendo al presente, el tiempo corrió sin piedad. No pasó mucho pero aún así, la humana parecía recuperar su color y a abandonar esa palidez.
"¿Tú crees que ella despertará enseguida, Casa?"
Casa respondió abriendo unas puertas, sacando unos chillidos de estos. Eso fue suficiente para que Wally asienta.
"Yo también creo eso".
Un dolor débil pero insistente estaba robando su atención. No sabía qué demonios pasó anteriormente, sólo recuerda la charla que tuvo con Wally y en consecuencia, el exceso de información la golpeó como un cubo de agua fría cayendo en su ser. Sus labios, ahora secos, sueltan unos quejidos confundidos. Lentamente abre los ojos, agradeciendo la leve oscuridad de la sala. Salvo por una lámpara prendida cerca suyo (consideración de Casa) en una mesita. ¿Cuánto tiempo pasó? Se preguntaba al ver las ventanas semi oscuras, como si pasara una hora o más.
Intenta incorporarse de a poco, teniendo cuidado con sus articulaciones. Aparte de eso, tuvo la sensación de tener algo tapando uno de los orificios de su nariz. Al quitar el objeto intruso, captó que se trataba de un algodón. El cual retuvo un poco de sangre.
Los acontecimientos pasados vuelven de golpe en su memoria.
"¿Wally?" Llama con una voz áspera, o debilitada, luego de estar en desuso. "¿Wally?" Exclama más fuerte, un poco asustada de estar sola. Sinceramente, en este momento de vulnerabilidad, solo quiere tener a alguien cerca para callar las voces insoportables de su cabeza. Estos andaban vociferando una condena sin indulto a su ser por confiar en el Sr. Darling en estos momentos.
No obstante, ¿qué más iba a hacer? No tenía amigos cerca, ni familiares. Ahora mismo, solo mendiga una presencia calmada capaz de callar este sobrepensar.
Al instante, unos pasos cuidadosos pero apresurados se dirigen en su locación. Finalmente, calma su ser una vez observa aquella cabellera azul de estética vintage. Era el mismo Wally Darling, cargando con una bandeja. Dicho objeto, traía un vaso y una jarra de agua.
Su sonrisa estaba ahí. Pero no era tan grande como en otras ocasiones.
"Estoy feliz de verte despierta. Casa y yo estábamos preocupados". Dice con su tono relajado de siempre. Sus ojos oscuros nunca abandonan los de la humana. De hecho, parecía estar alerta.
Enseguida, Casa abre una puerta, sacando un chillido afirmativo a la oración del dueño.
"¿Ustedes me cuidaron?" Preguntó sorprendida, sin querer.
"Por supuesto, no sería amigable de nuestra parte dejar a un amigo abandonado". Deja la bandeja en la mesa y empieza a verter agua en el vaso de diseño colorido para dárselo a la humana. "Barnabay vino a ayudarnos. Él también nos ayudó".
"Oh..." Su corazón humano latió ante la imagen mental del humorista cuidándola. "Cuando lo vea, le voy a agradecer por su tiempo y servicio". Aceptó el vaso de agua templada. Cuando sus labios hicieron contacto con el agua, automáticamente si cuerpo reaccionó positivamente. Como si fuera un motor de alivio. Y así, las voces de su cabeza se detuvieron. Las condenas desaparecieron y la paz reinó en su subconsciente.
"No te preocupes, vecina. Le haré llegar tus agradecimientos". Wally ensancha finalmente su sonrisa. De alguna forma, encontró adorable su actitud desesperada por agua. Después de todo, (Y/N) capaz estuvo sujeta a malos hábitos de cuidado propio cuando su trabajo, estudios y vida privada de acumularon.
"Ah, gracias por todo Wally y... Casa". Con un estado mejorado y consciencia restaurada, sonrió débilmente.
Wally pudo haberse aprovechado de su vulnerabilidad. Sin embargo, no lo hizo. Este detalle, demostró que sus intentos de buenas acciones pueden salvar su vida...
"No te preocupes, vecina. Eso es lo que hacen los amigo, ¿no?".
Darling siempre fue visto como alguien amable y solidario en la serie. Y aunque, tenga conductas sospechosas cuando está rodeado de la oscuridad y muestras exceso de consciencia; igualmente puede ser una interesante compañía si la prudencia es practicada.
¿Era Wally Darling, realmente un villano? ¿Cuál es su conexión hacia el conocimiento/consciencia? ¿Su exceso de información y control tiene algo que ver con lo oculto o esotérico?
(Y/N) no se había dado cuenta que de tanto perderse en sus pensamientos, el artista fue a la cocina de nuevo, para volver en breve con una tarta. Había dicho algo de comprar ingredientes de un tal Howdy, aunque ella no pudo oírlo bien.
"Debes comer para restablecer tus fuerzas. Aquí, te hice una tarta. Espero te guste, lo hice con mucho amor".
"Vaya, eres muy amable, Wally. Muchas gracias".
Situación actual: la comida se veía y olía deliciosa. Rayos, su boca estaba echando agua de solo verlo. Con cierta ansiedad por aplacar su hambre, dio unos bocados apresurados. Aunque el peli-azul reía de vez en cuando, regañando a la humana para que coma sin apuros.
Hizo caso omiso al principio, después redujo su velocidad una vez la satisfacción se presentaba.
"Estaba delicioso, la verdad. Hace tiempo no comía comida hecho en casa. Casero, ¿sabes? Llegaba exhausta a casa y no tenía tiempo". Murmuró como víctima de las circunstancias. De hecho, Wally ni siquiera necesitaba oírla de nuevo, porque él ya lo sospechaba... y sabía.
"Bueno, ahora que estás aquí, Casa y yo te ayudaremos. Después de todo, ya eres una de nosotros".
(Y/N) abandonó su atención a la comida, para voltearse al artista. Sus ojos se encontraron de nuevo, quién sabe por cuánta vez, para perderse mutuamente. Una pequeña competencia de miradas se estableció, como era de costumbre entre ellos. Es como si mutuamente quisieran analizar la ventana del alma del otro.
"Y recuerda mantener tu sonrisa, creo que tienes una linda sonrisa cuando hablamos, vecina".
Aquello la dejó con la guardia baja. La humana parpadeó un par de veces, sin creer lo que escuchó.
"Yo..." Sin saber qué decir, mantiene el contacto visual. "Gracias, supongo". Murmuró distraída, y cómo no iba a estarlo cuando la sonrisa de Wally así como sus orbes crecían con cada victoria o razón.
Odiaba admitirlo, pero ya se estaba acostumbrando a sus orbes grandes.
___
"Wally, ¿Estás seguro que eso es un bicho?" Aguantó sutilmente reir, no quería lastimarlo. Pero era imposible con la situaciones actual.
El artista dejó de pintar con sus crayolas para dirigir su atención a ella. "Eso creo". Murmuró con los párpados y su sonrisa relajada característicos, mientras volvía a pintar.
(Y/N) suelta una risa discreta.
"Entonces, ¿vamos a salir afuera un rato o no? Quiero ver las flores de tu mundo".
Wally consideró en darle más libertades a la humana, después de todo, en su juicio, ella estaba siendo buena. Amable. Por lo que pudo ver.
Aunque, eligió este día porque los vecinos generalmente se quedan dentro de sus casas para ocuparse de sus trabajos o pasatiempos. De manera que la humana no será visto por ninguno de ellos hoy. Ella desconocía de este dato.
Había pasado un día del incidente, no hubo más inconvenientes después de ello.
El pintor hizo un gesto a la humana para que lo siga. Y así fue, lo siguió afuera. Claro que, apenas pisó el pasto y sintió los rayos del sol calentar su piel, sufrió de un mareo breve. ¿Hace cuánto veía la luz del día? Ante este debilitamiento, Wally la sostuvo. Rodeando un brazo con el suyo para mantenerla cerca y recta.
Qué caballeroso.
(Y/N) no retrocedió a su pegajosa e intrépida acción. Es más, estaba segura que era parte de su personalidad ser susceptible, cariñoso o cercano a los que considera sus amigos. Así se veía en la serie.
Ella observó con curiosidad sus alrededores, vio a una lejanía medianamente cerca las casas. Eran coloridas. De hecho, todo aquí era colorido. El cielo se veía más azul aquí y el sol era brillante. Frescura en el ambiente fue lo otro que notó. Parecía un paraíso disfrazado...
Wally no le dio más tiempo de observar, porque rápidamente habían llegado a una zona llena de árboles, flores silvestres y mariposas. En todo momento, el ente dedicó miradas de reojo a la humana para detectar sus futuros movimientos.
(Y/N) se encontró rápidamente distraída por su alrededor. Abrumada de tanta naturaleza y belleza. Le hizo olvidar de sus pesares por un momento.
Es como si este mundo fuera excesivamente bueno para persuadir. Demasiado bueno que te obliga a quedarte. Extremadamente atrayente para que te olvides de tu vida anterior y te unas a esta.
"Wow..." Maravillada, se acercó a unas cuantas flores. De hecho, encontró unas abejas volando felices encima de estas.
"¿Y esas flores? No recuerdo haberlas visto".
"Esas son abejas, Wally". Sonríe ante la sonrisa tonta del contrario. Ambos deciden sentarse cerca de algunas flores. Aunque (Y/N) parecía más concentrada en buscar algo en especifico.
"¿Qué buscas, vecina?" Abrió al máximo sus ojos, curioso. Como no podía ver bien lo que sus manos estaban manipulando, se acercó más.
Aunque es interrumpido con una flor azul eléctrico. La humana estaba sujetando de esta y lo llevó meticulosamente sobre la oreja de Wally para ponérselo. Ante esto, el pintor quedó en silencio, contemplando el momento. Tanto así que sus pupilas se hicieron pequeñas por la sorpresa dada.
Seguía procesando lo que acaba de pasar.
"Combina con tu cabello. Así que pensé en darte un accesorio". Murmuró como si fuera nada, su acción fue movida por la estética. Se sorprendió a sí misma con su tono tranquilo.
Hubo un momento de silencio.
Hasta que Wally empezó a reír tontamente. Más de lo común hasta el punto de sus mejillas adquirir un toque rojo u oscuro.
"Ja, Ja, Ja, eres muy amable, muchas gracias. Yo también pienso que me veo bien con esta flor".
Wally siempre estuvo acostumbrado a recibir constante atención. Pero no era lo mismo, aquello era por el guión y por su título de asombroso vecino. Esta vez, genuinamente aceptó gustoso más atención. A él nunca le molestó ser el centro de atención, después de todo. O por lo menos en la mayoría de contextos.
Las ganas de la humana de ir a explorar la ciudad y el bosque se esfumaron después de esto.
Este momento era mil veces más interesante que cualquier otro.
Wally y (Y/N) seguían riéndose con el resto de las cosas que descubrían en ese bosque. Y en algunas ocasiones, el peli-azul contaba sus anécdotas de sus amigos. Divagando relajado y con esa sonrisa tonta sobre las múltiples aventuras.
Aunque no lo admita, la humana se encontró intrigada por ellos.
[El creador fue cegado por la creación, desde entonces].
__Fin del capítulo.
Este fanfic me pertenece a mí, @jamonartzzz. Agradecería cualquier opinión objetiva. Hasta entonces, que tengan buen día.
62 notes · View notes
bowwies · 1 year
Text
Tumblr media
'hey, no — ese es mío. ¡saint!' por supuesto que sus sobrinos darían la nota en el lugar. probablemente debería haberlo pensado mejor antes de llevarlos sola al buffet, pero fue egoísta porque ella tenía hambre. sale corriendo detrás del pequeño con selina en bazos, vociferando ayuda de la primera persona que se cruza de frente con menor. 'detenlo'
42 notes · View notes
diamantar · 7 months
Text
DORADO Y ROJO
→ Rhaenyra Targaryen + Daemon Targaryen x fem!OC [Haella Targaryen] (ft. Aegon Targaryen)
✦ Sinopsis: La posibilidad de ser feliz finalmente aparece luego de insufribles años de matrimonio con Aegon, pero, ¿superará el miedo a las consecuencias?
✦ Advertencias: Incesto / Diferencia de edad / Matrimonio arreglado / Engaño / Violencia / Angst / Confort.
✦ Pedido: Si, de Wattpad.
✦ Nota: ¡Comentarios, likes y reblogs son muy apreciados! ♡
Tumblr media
—¡Haella! ¿Dónde está Aegon?
Frenó ante la voz de su madre y giró, rápidamente notando el manojo de nervios y ansiedad que era.
—Durmiendo. Intenté despertarlo, pero me echó vociferando maldiciones —suspiró profundo—. La resaca es intensa y aún no he visto a los niños, iba a ordenar que alguien se ocupara de él.
Alicent mordió el interior de la mejilla izquierda y negó, la actitud del Targaryen siendo extremadamente decepcionante y común.
—Yo lo hago, tu sigue y fijate que todos estén listos.
—Entendido.
Separándose, la joven colocó una mano sobre el estómago y cerró los ojos aplicando distintos ejercicios de respiración. En breve la herencia de Lucerys Velaryon sobre Marcaderiva sería cuestionada y todos quienes quisieran reclamar el trono estarían presentes, incluyendo los partidarios y representantes de cada opción. Aquello definitivamente incluía a Rhaenyra y Daemon, los cuales escuchó que llegaron al amanecer.
El simple hecho de saber que las personas que realmente amaba, con quienes hubiera deseado compartir su vida, ocupaban la Fortaleza Roja la hacía temblar. Eternos, tortuosos y angustiosos años pasaron desde que los vio, tanta vigilancia y embarazos impidiendo que pudiera escapar a Rocadragón a al menos pasar una noche con ellos. Cartas y regalos fue el único intercambio que lograron, aunque el mantenerse lejos le provocaba inmenso temor. Ser madre y la progresión de edad marcaron grandes cambios físicos, además que al no estar junto a ambos era fácil que la olvidaran y dejaran de querer… ¿Seguirían anhelando por ella una vez que la vieran?
Sacudió la cabeza y evitó arrancarse la piel alrededor de los dedos, directamente ingresando a la habitación donde sus dos hijas menores descansaban. Sonrió al verlas despiertas y desayunadas, las sirvientas vistiéndolas con finas ropas mientras jugaban con muñecos.
—Buen día —saludó absolutamente amorosa inclinándose en medio para abrazarlas—. ¿Durmieron bien?
—¡Si, e incluso soñamos lo mismo! —respondieron al unísono, según Mellos siendo una característica común en gemelos y gemelas
—¿De verdad? ¿Qué fue? —preguntó genuinamente interesada, en el proceso buscando un broche de cabello a cada una.
—¡Volábamos!
—¡En la noche!
—¡Sobre dragones!
—¡Contigo!
El canturreo intercalado y organizado sorprendió a todas las presentes, Haella inclinando la cabeza por el extraño panorama que planteaban.
—¿Disfrutaron el paseo? —siguió el juego sintiendo ligera pena al ninguna de ellas poseer un dragón.
—¡Mucho! ¡Dorado y rojo! —exclamaron, y eso le hizo fruncir el ceño al no tener razón.
Inspirando y encogiendo los hombros, dio breves indicaciones a las sirvientas y partió a la recamara de su hijo mayor, el cual empezaba a salir cuando llegó.
—Buen día, ¿cómo estás? —preguntó pellizcando suave su mejilla derecha.
—Se supone que es mi jornada libre, ¿por qué tengo que despertar temprano? —refunfuño con el ceño fruncido.
—Lo siento, mi amor, como príncipe hay responsabilidades que debes atender —inclinó la cabeza reconociendo la frustración—. En compensación trataré que mañana tengas menos clases.
—¿De verdad? —inquirió dubitativo, pero el semblante ya cambiaba a uno esperanzado.
Haella le guiñó un ojo y lo abrazó por la espalda para que caminara con ella, en calma admirando uno de los jardines internos hasta que notó a Joffrey pasear junto una niñera. El corazón dio un vuelco y rápido buscó por Rhaenyra o Daemon, pero no encontró a ninguno en las cercanías.
—Vamos al salón principal, nos esperan.
Sin hablar demasiado llegaron y ambos titubearon un momento por la multitud que esperaba el inicio de la audiencia. Los llegados de Rocadragón no estaban presentes, así que con más calma avanzó hacia su abuelo y hermanos.
—¿Dónde está Aegon? —preguntó Otto mientras Helaena sonreía y saludaba al niño.
—Intenté despertarlo… —murmuró levantando la manga del vestido y enseñando rojizos rasguños—. Madre fue hacerlo ella misma.
Disgustado por la noticia, el Hightower asintió y les dejó para ir con el resto del Consejo Privado.
—Asumo que te defendiste y también lo golpeaste un poco, ¿verdad? —inquirió Aemond inclinándose a hablarle al oído.
—Como siempre —suspiró cansada, y él soltó una corta y seca risa.
—Esperemos que llegue a tiempo.
Sin decir más giró el rostro y descubrió que Vaemon Velaryon y Rhaenys Targaryen ya estaban allí. Una de las hijas de Laena se mantenía de pie junto a la rubia y por un segundo conectaron miradas, cortésmente realizando un pequeño asentimiento.
—Están aquí —dijo Helaena en alivio manteniendo ambas manos sobre los hombros de su sobrino.
Alicent y Aegon ingresaron tensos y con expresiones agrias mientras las gemelas revoloteaban igual que mariposas. Risueñas y extrovertidas, saludaron a cada persona y ganaron sonrisas ante tan encantadora actitud, el rubio siendo incapaz de sacudir la resaca e imitar un mínimo a las pequeñas.
—Esposa —saludó al llegar e inclinarse a besarle la mano.
—Esposo —respondió indiferente al saber que madre le había obligado a mostrar respecto.
Tomaron posición y Haella se encargó de mantener a las jóvenes entretenidas junto a breves ayudas de Aemond, inevitablemente tensándose cuando Alicent murmuró que Rhaenyra había llegado. Sumamente nerviosa miró a la entrada y observó como toda la familia ingresaba, la mencionada estando a la cabeza junto a Daemon. Verlos le quitó el aliento y sintió la cabeza ligera, por un momento perdiendo balance y dando un paso en falso.
—¿Qué te sucede? —preguntó Aegon con cierto enfado.
—Me marea tu peste a alcohol —respondió en mismo tono, y él chasqueó la lengua evitando pelear.
Los niños que tanta polémica traían crecieron en bellos jóvenes, especialmente Jacaerys que mantenía la espalda recta y orgullosa ante cualquier mirada desdeñosa. Por su parte, el hermano del Rey usaba el cabello por los hombros y era un estilo nuevo que hasta ese entonces jamás había atestiguado, Rhaenyra manteniéndose tan hermosa como la recordaba.
Acelerada y con el estómago estrujado, giró la cabeza y prefirió ver como su abuelo se sentaba en el Trono de Hierro. Cada presente lo miró y oyó como este anunciaba que representaría al Rey, la pobre salud de Viserys siendo ningún un secreto para quienes vivían en el castillo.
—Dorado y rojo —murmuró la menor de las niñas, y la otra asintió.
Haella hizo un pequeño sonido para que mantuvieran silencio y sorprendida aguantó el aliento cuando encontró los violáceos ojos de Rhaenyra. Detuvo cualquier movimiento y la vio caminar al centro del pasillo dispuesta a comenzar la audiencia, los irises brillando al reconocerla. Quebraron conexión cuando enfrentó al Hightower, bonitos y definidos labios separándose a decir unas pocas palabras cuando fue interrumpida.
Ante la incredulidad de cada presente, Viserys apareció dispuesto a zanjar él mismo el asunto de Marcaderiva. Encorvado y absolutamente débil avanzó con la Escolta Real mientras Alicent quedaba muda de la impresión y Aemond liberaba un suspiro frustrado. Haella, que de por sí estaba abrumada, perdió aún más sentido de la realidad cuando Daemon avanzó y ayudó a su hermano llegar al trono. Le colocó la corona que había caído y al regresar aprovechó a analizarla, en un parpadeo logrando que rubor la dominara al elevar una ceja y darle un vistazo de arriba a abajo.
Avergonzada rompió nexo y con susto notó que Aemond y su madre observaban. Tragó perdiendo capacidad de funcionar normal y prefirió fijarse en Aegon, el cual ignoraba los detalles y simplemente veía a Rhaenys tomar palabra en símbolo de su esposo.
—Mamá —llamó la mayor de las gemelas, la cual alzaba los brazos con aura suplicante.
Sintiendo pena de antemano por su cintura, Haella la tomó en brazos y la apoyó en una cadera. Con caricias suaves dejó que descansara la cabeza en el cuello y dormitara mientras la Targaryen anunciaba que sus nietas y nietos se hallaban comprometidos, fortaleciendo así el derecho de Lucerys en Marcaderiva.
Alguien maldijo por lo bajo y apreció la desganada expresión en Alicent, la cual miraba el suelo en derrota mientras Vaemond tomaba protagonismo de la situación. El enojo y la agresividad con la que hablaba tensó a más de uno, Aegon pareciendo salir del aburrimiento ante el espectáculo.
—¿Te diviertes? —preguntó por lo bajo a su esposo, el cual sonrió.
—Amanecer tal vez no fue mala idea.
Nuevamente evitó poner los ojos en blanco y con preocupación apreció el estrés en Rhaenyra, tantas emociones definitivamente siendo perjudicial para su embarazo. Rápido buscó a Daemon y este hizo lo mismo, sin palabras compartiendo pensamiento en que el hombre definitivamente era un problema.
—¡Esos niños no son verdaderos Velaryon! —exclamó a todo pulmón, el salón cayendo en profundo silencio—. Ciertamente tampoco familia mía.
Haella inspiró profundo y deseó estar en cualquier lugar en vez de allí, la asustada expresión de Lucerys incentivando el fastidio.
—Es suficiente —contestó Rhaenyra tratando de finalizar la escena.
—No veré años de tradición terminar en favor de estos… —detuvo la frase y volteó hacia la heredera al Trono de Hierro decidiendo si continuar o no.
—Dilo —animó Daemon en tono bajo y amenazante.
Alicent y Otto apenas se movieron por la expectativa, de reojo notando que Helaena era la más incomoda del grupo.
—¡Bastardos! ���gritó, enseguida una fina sábana de murmullos cubriéndolos—. Bastardos engendrados por una puta —añadió marcando con fuerza cada palabra, cualquier resentimiento escapando de él en ese momento.
Todos los cabellos de Haella se erizaron y detestó que sus hijos atestiguaran tal falta de respeto, entonces Viserys poniéndose de pie y desenfundando la daga que cargaba.
—Tendré tu lengua por eso —anunció entre respiraciones laboriosas.
Una sensación electrizante los recorrió y rápidamente abrazó más a la niña en brazos, entonces mirando a Daemon y notando que tomaba el mango de Hermana Oscura.
—¡Cierren los ojos! —ordenó desesperada usando el brazo libre para hacer que voltearan.
Apenas logró que se enfoquen en ella cuando la espada cortó la cabeza de Vaemond a la mitad, jadeos resonando mientras alrededor todos saltaban en sorpresa. Alicent tomó a su nieto y se aseguró de que no viera, la menor de las gemelas gritando y haciendo que Otto se ocupara de ella.
—Puede quedarse con la lengua —anunció el Targaryen viendo los restos y el reguero de sangre.
Haella retrocedió y llamó a las niñeras para que le ayudaran a llevarse a los niños, explícitamente indicando que evitaran el cadáver. Pasaron por detrás del publico e intentó consolar a los jóvenes, sin frenar llevándolos a su habitación y usando todo el tiempo necesario para estabilizarlos.
Alicent llegó a la hora y anunció que se realizaría una gran cena familiar según la orden de Viserys, con cariño otorgando caricias a los pequeños mientras le echaba miradas extrañas.
—¿Qué sucede? —preguntó al no lograr descifrar lo que pensaba.
—Durante la audiencia Daemon y Rhaenyra no dejaban de mirarte.
—¿En serio? —frunció el ceño fingiendo desentender—. Ciertamente conectamos un par de veces, pero no noté que se fijaran demasiado.
—De joven solías llevarte bien con ellos —comentó mientras juntaba las manos al frente.
—Sucedió hace mucho, prácticamente son desconocidos —mantuvo la calma incluso si el corazón empezaba a agitarse.
—Evita relacionarte, no traen más que peligro y deshonra.
—Por supuesto —asintió firme y solemne.
La Hightower se conformó e invitó a los niños ir a sus propias habitaciones para almorzar, bañarse y dormir hasta la hora de la reunión.
—Nos vemos luego, también descansa.
—Cuídate, madre.
Quedando a solas al llevarse a todos del cuarto, suspiró pesado y se recostó procesando las emociones del día. Ver a quienes amaba después de tanto tiempo la llenaba de un doloroso anhelo, ya que sabía que no podría estar con ellos y de por vida viviría atada a Aegon.
—Señorita, ¿desea comer?
Brincó del susto y respondió afirmativo a la sirvienta al otro lado de la puerta, la cual ingresó con una bandeja.
—Prepara la tina, cuando termine me asearé.
—Excelente —asintió mientras arreglaba el escritorio y llenaba la copa de vino.
Con poco apuro se alimentó mientras las femeninas arreglaban la ropa que vestiría, al tragar añadiendo que seleccionaran un camisón al también aprovechar a dormir antes de la gran cena.
Apenas finalizó ingresó al agua y dejó que su dama de mayor confianza le lavara el cabello, ausente dejando los minutos pasar hasta que tembló por el frío. Salió y aplicó las fragancias que más disfrutaba, con libro en mano sentándose junto al fuego e intentando que los mechones se secaran antes de acostarse.
La relajación del baño fue mayor al esperado y el quiebre de una madera ante las llamas la despertó, torpe levantándose y yendo a refugiarse en las sábanas. La baja temperatura de la telas le erizó la piel hasta que una vez más se deslizó en la inconsciencia, durante horas logrando ignorar el mundo cuando pequeños roces la obligaron a regresar. Frunció el ceño y movió el rostro al percibir toques cerca de los labios, entonces apreciando una mano que se perdía en el cabello y la mimaba.
—¿Aegon? —preguntó sumamente confundida por la delicadeza y el cariño, aunque el aroma a flores fue una clara señal de que no se trataba del mencionado.
Un pequeño sonido a mofa la alertó y entreabrió los parpados, así notando que el sillón junto la chimenea estaba volteado y alguien lo ocupaba.
—Esperamos no decepcionarte.
Inmediatamente se incorporó y al frotar los ojos encontró a Daemon viéndola con una mueca traviesa y las piernas cruzadas, mientras que Rhaenyra sonreía sentada al borde de la cama.
—¿Qué…? —preguntó torpe por el sueño.
—Desapareciste y no recibimos señales de que quisieras vernos, así que te buscamos.
—Los niños quedaron asustados y luego recibí advertencias… No quería levantar sospechas.
—¿Cuál de los Hightower? —preguntó el hombre inclinando la cabeza.
—Mamá.
—¿Con qué palabras nos halagó? —indagó enarcando una ceja.
Suspirando y rodando el cuello, permitió que Rhaenyra la tomara de la mano y le acariciara con el pulgar.
—Recordó que nos llevábamos bien y aconsejó que mantuviera distancia, ya que al perecer traen peligro y deshonra —confesó, y al decirlo la incomodidad le calentó las orejas.
—Si se preocupara tanto por ti no te hubiera casado con Aegon —retrucó venenoso tensando la mandíbula.
—Al menos estando con él pudo seguir viviendo aquí y tener la ocasional oportunidad de verlos.
—¿Has deseado por nosotros? —preguntó la femenina en tono gentil.
Haella encogió los hombros y miró la pared sin saber que decir, especialmente al desconocer donde paraba la relación de los tres.
—Tal vez.
—Eres imprecisa —presionó Daemon apoyándose en uno de los brazos del sillón.
—Las circunstancias han cambiado desde la última vez que estuvimos juntos.
—Tus cartas enseñaban cariño y añoranza, ¿acaso has cambiado? —indagó Rhaenyra inclinando la cabeza y viéndola atenta—. ¿Tienes a alguien más?
—¿Disculpa? —preguntó sorprendida elevando ambas cejas y dejando los labios entreabiertos.
—Por experiencia sé lo que es estar en un matrimonio incompatible y como la calidez de otros brazos reconfortan cuando estás lejos de quien quieres.
Por unos momentos olvidó cómo hablar y dejó los labios entreabiertos, pero finalizó por negar con la cabeza.
—Mi hermano ciertamente no es el esposo que hubiera deseado, pero tampoco busqué un amante, tengo hijos a los que no quiero perjudicar con mis acciones.
—Aegon, en cambio, puede hacer lo que quiera —acotó Daemon.
—Por mi que continúe, lo que sea para evitar compartir cama con él —bufó alterando de actitud y luciendo más vívida que antes.
—¿Te trata bien? —preguntó Rhaenyra sentándose mejor ante el repentino cambio.
—Apenas nos vemos y cuando interactuamos terminamos peleando, ¿quién pensó que casarme con mi gemelo sería buena idea? —gruñó echándole una mirada al hombre y viendo que sonreía.
—Me sorprende que pudieran engendrar.
—Un cometido que no hubiéramos podido lograr sin alcohol, aunque Aegon vive ebrio —rodó los ojos al tiempo que inspiraba profundo—. Agradezco que esas ocasiones no sean más que recuerdos vagos bajo el mareo de la bebida.
—¿No han dormido juntos desde las gemelas? —indagó el mayor afilando la mirada, cada detalle que pudiera obtener siendo oro.
—El día que nacieron hubo un momento donde pactamos que nuestras obligaciones como pareja finalizaron. Tres hijos son suficientes.
—Por lo que, ¿en estos últimos dos años solo has encontrado consuelo en ti misma?
—¿Viniste a ser un pervertido? —regañó con mejillas sonrosadas.
—Ciertamente no —intervino Rhaenyra mirando a su esposo en regaño.
—¿Entonces cuál es la intención?
—Salvarte —respondió la Targaryen con una postura que captó la atención de ambos—. Consideramos que lo sabes, pero eres importante para nosotros y nos encantaría que viviéramos juntos.
Haella elevó ambas cejas y retrocedió unos centímetros, en blanco viéndola sin ser capaz de pensar.
—¿Cómo? —frunció el ceño como si hubiera expresado algo incoherente.
—Imaginar tu estadía aquí, compartiendo tu vida con alguien como Aegon… Deseamos estar contigo, las cartas no son suficiente.
—Nunca lo fueron —añadió Daemon ajustado posición y jugando con un anillo—. Un pedazo de pergamino jamás podría reemplazar tu presencia.
Nerviosa y halagada amagó a sonreír, pero la implicación de tales deseos empezaba a oprimirle el pecho.
—Suponía que el interés en mí se borraría con el pasar de los años. Siendo sinceros, ¿no soy más que un juguete que quitarle a los Hightower?
El miedo a ser un capricho resistía incluso cuando ambos vivían en la Fortaleza Roja, donde recién encontraba el amor e idealizaba una vida de fantasía. Conocía el desagrado entre Otto y Daemon al igual que la antigua relación entre Rhaenyra y su madre, por lo que no podía evitar formular negativas teorías.
—Por supuesto que no —contestó la mujer, en el ceño fruncido notándose la ofensa de que pensara así.
—Espero que entiendan mi inseguridad —aclaró rápido—. Ustedes han podido estar juntos y crear una familia mientras yo formaba otra vida que solo conocían a través de cartas. No es lo mismo.
—Ciertamente —coincidió Daemon al tiempo se ponía de pie—. Aunque debes recordar que nosotros nos unimos luego de años distanciados, apenas sabíamos del otro y aún así quemábamos en añoranza, ¿por qué sería distinto contigo?
Un extraño calor surgió en el pecho de Haella y bajó la mirada, inconscientemente mordiendo el labio inferior ante la realización de que realmente era apreciada por las personas que amaba. Rhaenyra acunó una de sus mejillas y sonrió reconfortante, enseguida inclinándose a besarla de manera suave y tentativa. La joven sintió la consideración y correspondió en señal de que el acto era de agrado, logrando que ella sonriera y la acariciara con el pulgar en el proceso de separarse.
—¿Puedo asumir que nuestros sentimientos son los mismos? —preguntó complacida.
—Absolutamente —asintió pequeño con la piel erizada en nervios y excitación.
La cama se hundió y Haella miró al hombre, la intención en su mirada siendo clara y evitando palabras cuando era su turno de poseerla. El momento fue absolutamente diferente y liberó un pequeño jadeo al sentir que una mano iba a sostenerla entre el cuello y el mentón, la intensidad y dominación surgiendo desde el inicio incluso si no era especialmente agresivo.
—Espera… —murmuró apenada y conmovida en sensaciones poco usuales.
—¿Por qué? —preguntó fingiendo desentender mientras con los labios recorría zonas de piel cercanas y sensibles.
Rhaenyra sonrió disfrutando de lo fácil que se avergonzaba y bajó las pupilas a la única tela que la cubría, en eso mirando rápido la puerta cuando golpearon por entrar.
—¿Ha despertado, señorita?
El tono de la sirvienta congeló a la joven y rápido empalideció ante el peligro de ser descubierta, desesperada mirándolos y apreciando como ambos se elevaban.
—Nos vemos en la cena —murmuró la femenina mientras Daemon asentía y la tomaba de la cintura.
Se acercaron a uno de los muros en el proceso que Haella buscaba un abrigo, asombrada documentando como desaparecían a través de un pasaje secreto.
—Puedes entrar —anunció fuerte, entonces una mujer de mediana edad ingresando.
—Es hora de comenzar con los arreglos.
La Targaryen asintió e indicó que comenzaría lavándose el rostro, después de eso entregándose a que la embelleciera. El vestido verde oscuro abrazó su cuerpo y brilló en combinación con el collar y los aretes de diamante, luego las experimentadas manos dirigiéndose a trenzar el cabello de manera que su cuello y hombros quedaran despejados.
—¿Terminado? —preguntó cuando revisaba los últimos detalles.
—Si, Princesa —asintió dejando que se viera.
La imagen en el espejo realmente no importaba cuando era un panorama conocido luego de tantas veces que debió lucir femenina y formal, por lo que eligió dejarlo e ir por sus hijos. Conociendo que las gemelas pasarían la velada en la guardería, directamente fue por el mayor y sonrió al verlo con un traje nuevo.
—Te ves esplendido en el obsequio de tu abuelo —sonrió encantada tocando la felpa negra del saco.
—Gracias —respondió seco por la timidez, aunque en silencio apreciaba como las prendas le favorecían.
En breve salieron y fueron al salón, donde prácticamente toda la familia se encontraba hablando. Ambos miraron y dudaron a que grupo acercarse, y la idea de ir con Aemond quedó descartada ante la expresión seria y agría que cargaba.
—Buenas noches, madre —saludó cuando Alicent cortó distancia.
Ella sonrió estresada y miró al joven halagando la manera en que lucía, entonces dos sombras aproximándose y tensándolas al saber que era la pareja Targaryen que más las sacudía. Rhaenyra rompió hielo con amable formalidad y la Reina le imitó, Daemon manteniendo su pequeña sonrisa usual hasta que se fijó en el joven.
—En la tarde te he visto entrenar con espada —comentó de manera desinteresada inclinando la cabeza, casi intentando lucir amigable.
—Ah, lamento no haber notado su presencia —respondió ligeramente intimidado tratando de mantener la cortesía.
—Parecías realmente adecuado, ¿te agrada?
—Disfruto de las actividades físicas.
—Posees habilidad, me gustaría practicar contigo en la siguiente oportunidad.
—S-Sería un honor —asintió nervioso poniendo la espalda recta.
Daemon miró a Haella y ella sonrió educada intentando no levantar sospechas.
—¿Imagino que las niñas estarán en su propio espacio al igual que Joffrey? —inquirió Rhaenyra.
—Correcto, aún son muy jóvenes para pasar una cena entera sin levantarse, llorar o corretear.
—Deberíamos hacer que pasen tiempo juntos, seguro disfrutarán la compañía del otro —opinó Daemon mirando a su esposa por aprobación, la cual sabía que tendría—. Estrechar la familia, como Viserys desea.
Alicent carraspeó y asintió indicando que en la próxima visita se ocuparían de aquello, acto seguido llamando a Aemond y haciendo que ocuparan la mesa. Cerca de su hermano, ignoró la mirada de éste y sonrió cuando Helaena llegó, aunque la calma duró poco cuando Aegon apareció.
—Esposa —suspiró, y con pesadez se sentó al lado.
—Esposo —contestó analizando si ya estaba ebrio o no—. Reconoce la presencia de tu hijo —regañó.
El Targaryen elevó las cejas desprevenido y miró al joven forzando una mueca extraña, sin palabra estirando un brazo y dándole unas palmadas en la mejilla. Alicent ganó alivio al ver que se encargaban de mantener las apariencias, fugaz fijándose en los invitados antes de que la Guardia Real abriera las puertas. Sobre un trono movible, los hombres más fuertes cargaban el dañado cuerpo de Viserys entre elegantes ropas, joyería y una máscara que ocultaba mitad de su putrefacto rostro.
—Tomen asiento y disfruten —anunció una vez que lo acomodaron en la cabecera.
Cada uno hizo caso y, en un acuerdo silencioso, evitaron las rivalidades manteniendo buen carácter. De todas maneras, Aemond, parecía poseer dificultades y frío escaneaba los jóvenes de Rhaenyra, en especial a quien fue responsable de herirlo de por vida.
Haella, consciente de la sed de venganza, vigiló hasta que Lucerys soltó una baja risa al los sirvientes poner un gran cerdo cocido cerca de su hermano. Apretó los labios ante el recuerdo de la cruel broma que le jugaron de niño y apreció la furia surgir desde lo profundo del Targaryen. Suspiró en derrota conociendo que de alguna manera cobraría aquella burla y nerviosa recurrió al vino, con copa en labios mirando a Daemon y casi atragantándose cuando él le guiñó un ojo. Rápido analizó alrededor y disimulada carraspeó por el líquido que se desvió hacia el conducto pulmonar, entonces Viserys tomando palabra y dando un prolongado discurso donde exponía la felicidad de tenerlos reunidos. El inquebrantable deseo de ser una gran familia unida persistía y la mayoría de los presentes bien sabía que aquello no progresaría, aunque por un momento la fantasía pareció convertirse en realidad cuando Rhaenyra y Alicent intercambiaron cándidas palabras.
Los jóvenes se miraron desconcertados y Haella buscó descifrar las emociones de su abuelo, aunque, para gran sorpresa, este ya le veía e hizo un gesto a que interviniera a romper el momento de reconciliación. Con la mente nublada al no querer la atención de la mesa sobre ella, inquieta agarró la copa y arrastró la silla hasta apoyarse en ambos pies.
—Me gustaría decir algunas palabras —anunció en tono acelerado, con ligero temblor aguantando la necesidad de colocar una mano sobre el pecho—. Quiero brindar por esta cena compartida entre seres queridos, especialmente a mis adorados padres —realizó una pequeña pausa de respecto, a lo que ambos asintieron complacidos—. Festejo este gran reencuentro familiar y dedico este vino a desearles prosperidad… Especialmente a mi esposo e hijos, para que siempre estemos sanos —miró a Aegon, el cual estaba absolutamente desconcertado.
Avergonzada regresó a la silla y evitó prestar atención al resto, ansiosa bebiendo hasta terminar la jarra más cercana.
—Nunca ingieres tanto alcohol, ¿qué sucede? —preguntó su gemelo analizándola como pocas veces.
—Hoy poseo el gusto, nada más —encogió los hombros como si no fuera importante.
El rubio guardó silencio y pensó por largos segundos, finalmente inclinándose a hablarle al oído.
—Las únicas veces donde te embriagaste fue cuando compartimos aposentos, ¿ver tantos niños pudo haber despertado un nuevo deseo de ser madre? —susurró al tiempo que una mano iba sostenerla del muslo.
Haella no pudo evitar la expresión de espanto y rápido volteó, sus rostros quedando a pocos centímetros.
—Pensé que teníamos un acuerdo.
—Si lo deseas puedo hacer el esfuerzo —aseguró, por un segundo viéndole los labios.
La implicación la dejó sin palabras, especialmente porque fielmente creía que compartían el disgusto romántico y sexual por el otro.
—Estamos en publico —regañó regresando a mirar su plato con las mejillas ligeramente coloradas.
—¿Entonces debo proponer un nuevo heredero cuando nos hallemos a solas? —inspiró apretando la tierna carne bajo el vestido.
Sin dudar agarró la mano y con disimulo la quitó echándole una rápida mirada a Alicent, la cual ya estaba viéndolos con aire severo por el comportamiento del masculino.
—Tres hijos están bien, ni pienses en visitar mi habitación.
—Sería un desperdicio cuando estás a unas copas de no recordar la noche, sabes que madre estaría complacida con otro nacimiento.
Haella realizó un sonido seco y lo pellizcó por debajo de la mesa, a lo que Aegon saltó gracias al dolor y por el momento desistió. Enseguida miró a Rhaenyra y ella brevemente enarcó una ceja ante la escena, apenada evitándola y preguntándose cuándo el evento terminaría. Aguantó y se enfocó en su hijo hasta que Viserys comenzó a sentirse mal, en silencio viendo como los guardias lo retiraban y sintiéndose aliviada de que todo estuviera llegando a fin.
—También deseo brindar —soltó Aemond poniéndose en pie ahora que el Rey no estaba.
—Hermano —suspiró por lo bajo arrugando el ceño en preocupación, aunque Aegon sonrió y agarró el vino a sabiendas de que el espectáculo estaba por comenzar.
Contuvo el aliento en cada palabra que el Targaryen soltó hasta que los cabellos se le erizaron cuando sutilmente llamó “bastardos” a los hijos de Rhaenyra. El primero en reaccionar fue Jacaerys y tal reacción solo logró que Aemond lo provocara más, por lo que en menos de un parpadeo una batalla comenzó.
—¡Hijo, atrás! —exclamó Haella agarrando al joven de los hombros y llevándolo contra una pared alejada—. ¡Aegon! —llamó indignada cuando este fue contra Lucerys al ver iba a entrometerse en la pelea.
Helaena, desorientada y asustada, fue con ella y ayudó a proteger al joven atestiguando como Rhaella retenía a su gemela de ir a defender a Jacaerys. La Reina no tardó en levantarse y regañarle mientras los guardias presentes iban a retener a los Velaryon, aunque lograron zafarse y amagaron a arremeter hasta que Daemon intervino. El salón cayó en silencio y el mayor, relajado y con aire de superioridad, lo enfrentó mostrando una ligera mueca de animo a que siguiera con esa actitud ante él.
—Suficiente, todos fuera —ordenó Rhaenyra a los jóvenes, quienes inspiraron profundo e hicieron caso tratando de calmarse.
Aemond perdió la sonrisa y sostuvo la mirada analizando sus posibilidades, la confianza lentamente descendiendo y prefiriendo pasar de él e irse.
—¿Están bien? —preguntó Alicent analizando a su nieto y dos hijas, el trío asintiendo—. Mejor vayan a los aposentos y traten de… superar este día.
Haella mordió el interior de la mejilla y contuvo el enojo al ver a Aegon, el cual pareció sentir la furia y prefirió retirarse luego de echarle un vistazo. En segundos lo siguió en compañía de Helaena y juntas fueron a dejar al joven en su habitación, donde un sirviente lo ayudaría con las ropas y prepararía el lugar para que tuviera un buen sueño.
—Descansa, hermana —habló la mayor dándole un pequeño abrazo.
—Nos vemos mañana —despidió, con ligera prisa desapareciendo hacia el sector donde vivía.
Inspiró profundo y los eventos del día pasaron como una novela que prefería olvidar, pero entonces recordó el momento compartido con Daemon y Rhaenyra. Inconscientemente puso una mano en el estómago por las repentinas cosquillas y negó por como tenerlos en mente cambiaba su humor en un segundo.
Al llegar cerró la puerta y miró la cama donde horas atrás compartió besos con quienes amaba, de pronto la propuesta de vivir con ellos golpeándola como un coletazo de dragón. Deseaba, sinceramente deseaba una vida de ensueño y romance, pero el miedo a las repercusiones la frenaban de siquiera considerar abandonar el castillo.
En la mañana fue difícil verlos partir y el vacío que la llenó le hizo querer nunca haberlos cruzado, porque ahora los añoraba muchísimo más. Tener que seguir la rutina fue difícil y solo pudo mantener buena cara ante sus hijos, pero interactuar con Aegon, Aemond, Alicent u Otto fue más difícil que antes. Los muros se sentían huecos y congelados hasta que notó que era un reflejo de ella y la gente que la rodeaba, el fuego no existía en aquel lugar y la pequeña llama que poseía se extinguía en cada día que pasaba.
—Madre —llamó el mayor de los niños entrando con cuidado a la habitación—. Mamá… ¿Estás bien? —insistió al ella seguir mirando por la ventana de manera ausente.
—Hijo —susurró saliendo del trance y acercándose, inmediatamente yendo a acariciarle el cabello y la mejilla.
—¿Te sientes mal? Apenas has salido a pasar tiempo con nosotros —frunció el ceño intentando que el labio inferior no temblara.
—Lo siento, mi amor —disculpó rápido entendiendo que ya no era capaz de esconder el sufrimiento—. He estado sintiéndome un poco rara, nada más.
—¿Has visto a los sanadores? —preguntó aún preocupado.
—No es algo que ellos puedan solucionar, pero haré lo mejor para volver a la normalidad —prometió, porque lo que menos quería era generarle ansiedad a los pequeños.
—¿Qué es lo que tienes?
Torciendo la boca y pensando como abordar el tema, lo invitó a sentarse en la punta de la cama con ella.
—La vida aquí… El castillo… No me hace muy feliz —confesó simple sin ahondar en los detalles—. Pienso que podríamos vivir mejor en Rocadragón, amaría que tú y tus hermanas tuvieran gente de su edad para jugar, aprender e interactuar.
—Pero… ¿Papá, la abuela y el resto? —inclinó la cabeza en confusión.
—Seríamos solo nosotros cuatro —sonrió con pena apretando los labios con fuerza—. Ellos no tienen intenciones de estar contentos o sanar; las reglas, el rencor y lo que los demás piensan es más importante que el bienestar general.
Él bajó la mirada al regazo y luego a otras partes de la habitación, claramente analizando y llegando a dudas y conclusiones.
—¿Qué sucede si no voy? ¿Te irás igual? —inquirió amagando a conectar miradas, pero no fue capaz por los nervios.
—Jamás te dejaría, no deseo que sufras o te falte a quien recurrir cuando las obligaciones sean demasiado para ti. Eres mi hijo, lo que más amo, no podría abandonarte.
Increíblemente aliviado, el joven la abrazó y permanecieron en silencio hasta que llamaron a la puerta. Ambos miraron y se pusieron de pie cuando oyeron la voz de Ser Criston, por lo que rápido permitió que entrara después de la Reina. La tensión en ambos fue lo primero que notó, especialmente la expresión estresada, ansiosa y nerviosa de la mujer mientras frenaba y suspiraba pesado.
—Con el mayor pesar vengo a informar que Viserys ha fallecido.
—¿Qué? —preguntó Haella, inmediatamente sintiendo una roca en el corazón.
—Sucedió en la madrugada, los sanadores no han podido hacer nada al respecto.
Los ojos picaron y soportó la angustia para consolar al menor, el cual de por sí estaba triste y aturdido por la conversación anterior.
—¿Cuándo será el entierro? —habló en tono contenido.
—Pronto lo anunciaremos, primero debemos organizar la ascensión de Aegon como Rey.
—¿Cómo? —frunció el ceño y apreció como los oídos empezaban a zumbar por la catarata de noticias.
—Era el deseo de tu padre, lo confesó hace pocos amaneceres —afirmó antes de acercarse y tomarlos de un hombro—. Lamento la pérdida, me encargaré de que todo esté bien.
—¿Has avisado a Rhaenyra y Daemon?
Esos nombres la tensaron y apretó los labios, un destello de culpa brillando en el marrón de los irises.
—Enviaré una carta una vez que todo esté asentado.
La declaración encendió la preocupación en Haella y evitó pronunciar palabra, así quedando nuevamente a solas con el niño.
—El Reino está por cambiar y será inestable… Ambos deben saber que tu abuelo ha fallecido —empezó a decir apretándolo más contra ella—. Hijo mío, ¿me acompañarás a Rocadragón?
—Si, mamá —confirmó al tiempo que escondía el rostro en su vestido, lágrimas mojando la tela.
—Gracias.
Desde esa mañana el plan de mudanza comenzó y ambos mantuvieron las apariencias, en secreto armando el viaje y lo poco que podían llevar considerando que volarían. Fue un proceso rápido considerando que la muerte de Viserys no se podía ocultar demasiado tiempo, así que dos dos días después, en plena noche, tomó a los niños.
—¿Qué haces? —preguntó el mayor mientras sostenía a una de las gemelas.
—Abro un pasadizo, el castillo esta repleto de ellos —murmuró mientras empujaba a un costado y movía la pesada pared—. Mira donde pisas, ten cuidado —indicó estirando los brazos a tomar a la niña mientras la otra colgaba a su espalda en un amarre.
Bajaron escalones y cruzaron pasillos hasta casi perderse, entre laberintos hallando la salida y abandonando la Fortaleza Roja para atravesar la ciudad tapados de pie a cabeza. La actividad nocturna deslumbró a los jóvenes, aunque las acciones moralmente cuestionables y gritos les pusieron los cabello de punta.
—¿Falta mucho? —preguntó el muchacho sintiendo los pies cansados, con dificultad cargando un par de mochilas.
—Un poco más, pronto estarás volando —explicó agitada cambiando de brazo a la menor.
Con sudor e incertidumbre mantuvo el optimismo incluso si dudaba de poder ejecutar la huida, con temor saludando al guardia nocturno e indicando que trajera a la bestias. Miró alrededor intentando dilucidar cuantos testigos existían, pero parecían ser los únicos entre las tenues antorchas del amplio lugar. El rugido de su dragón le erizó los cabellos e hizo que mirara por uno de los pasillos, donde una gran cabeza anaranjada se asomó de manera lenta y adormilada.
—Enseguida traigo al pequeño, Princesa —avisó una vez que el cuidador estuvo lo suficientemente cerca.
—Prepara las cadenas de vuelo asistido, daremos un paseo en conjunto —ordenó suave estirando la mano libre a acariciar las gruesas escamas.
Asintiendo y desapareciendo de nuevo, Haella indicó al primogénito que le ayudara a subir y atar a una de las gemelas y las pertenencias en la montura. Ajustaron los seguros y revisó que la menor a su espalda estuviera bien, al terminar colocándose los guantes de piel mientras el entrenador se acercaba con un energético y joven dragón. El hombre conectó a las dos criaturas con una gruesa cadena y en Alto Valyrio los llevó fuera del edificio, en el proceso la Targaryen dándole indicaciones al menor de cómo volar al ser el primer viaje largo que experimentaría.
La brisa nocturna golpeó su rostro e hizo que inspirara profundo, al cerrar los ojos obteniendo un momento de paz hasta que tomaron posición. Miró al guardia y él le devolvió el vistazo entre dudas, aunque realizó un gesto de cortesía y ocultó las sospechas en una cabeza gacha.
—Estoy listo —avisó el niño apretando las riendas y enderezando la espalda.
Haella observó el cielo y finalmente dio señal de vuelo, el dragón dando largos pasos antes de ganar altura. Mordió el interior de una mejilla y evitó girar a ver lo que abandonaba, lagrimas perdiéndose mientras las luces en Desembarco del Rey se volvían pequeñas. Las prendas se humedecieron al ingresar al techo de nubes y contuvieron el aliento hasta atravesar la sofocante oscuridad, enormes y brillantes estrellas recibiéndolos una vez libres. Estiraron el cuello y admiraron los astros ante la significativa diferencia, por un momento tentados a estirar las manos y comprobar si eran capaces de tocar tal belleza.
—Bonito, ¿verdad? —preguntó a las gemelas también mirar.
Respondieron positivamente y el viaje continuó en absoluta paz, el tumulto sucediendo en secreto dentro del corazón de la Targaryen ante el peligroso e incierto futuro que sus acciones generarían.
Con nariz, mejillas y dedos congelados, todos apreciaron los primeros rayos del sol y cerraron los ojos disfrutando del suave calor. La niebla en el horizonte de a poco se hizo visible y anunció la proximidad al destino, finalmente apreciando el castillo de Rocadragón.
—¿¡Dónde aterrizamos!? —preguntó el niño con nervios ante el nuevo desafío.
—Volemos alrededor un par de veces hasta que los guardias nos vean y den aviso de llegada, luego nos guiaré a un área abierta para descender con comodidad.
Haella los llevó a las torres de vigilancia y enseguida observó como dos arqueros corrían escaleras abajo. Complacida admiró la estructura y sorprendida jadeó cuando una serpentina sombra los cubrió, de pronto un rugido a su izquierda haciendo que encontrara a Syrax planeando.
—Dorado y rojo —murmuraron las gemelas.
Inmediatamente frunció el ceño y elevo el mentón para ver a Caraxes analizarlos, en el proceso realizando particulares sonidos de bienvenida.
—¿Cómo…? —empezó a preguntar al ciertamente atinar con los colores, la frase siendo recurrente desde la primera vez que la dijeron.
Un escalofrío la recorrió y consideró que sus hijas fueran soñadoras en vez de jinetes, una cuestión que en ese momento no podía analizar a pesar de que la descolocó: ¿desde cuándo sabían que terminarían en el otro lado de la familia?
En pocas ordenes empezó a bajar y con cuidado vigiló a los inexpertos, los cuales lograron tocar tierra y parecieron aliviados de finalmente dejar el cielo. La estabilidad la mareó y cerró los ojos notando, por primera vez, el cansancio y el dolor corporal que la torturaba. Con las articulaciones endurecidas, lentamente liberó los seguros de la montura hasta que el eco de su nombre cortó la calma. Adrenalina la llenó y buscó la fuente del llamado, el largo y rubio cabello de Rhaenyra sacudiéndose en el viento mientras se acercaba.
Sonriendo y sintiendo nada más que verdadera felicidad, se puso de pie y averiguó la manera de bajar a las niñas de manera segura hasta que Daemon surgió en el panorama. Él sonrió complacido y ella perdió el aliento, enseguida estirando los brazos y entregándole a una de las niñas antes de que le ayudara a bajar.
—Finalmente elegiste —comentó una vez que la tuvo en frente.
—Si… —dudó al recordar las razones que finalmente la hicieron escapar.
—¿Qué sucedió? —tensó el ceño y analizó las pequeñas expresiones.
—Haella —nombró Rhaenyra antes de encerrarla en un abrazo, sobre el hombro viendo a la pequeña que llevaba colgada.
Cerró los ojos ante el reconfortante contacto y con fuerza contuvo las lagrimas, la emoción mezclándose en ansiosa tristeza por las noticias que entregaría.
—Lo lamento —habló ahogada escondiendo el rostro.
Rhaenyra la estrechó con más fuerza antes de mirar preocupada a su esposo, el cual se acercó intentando consolarla.
—Sea lo que sea, lo superaremos juntos —prometió Daemon acomodándole el cabello en un gesto cariñoso.
Abrumada asintió y entre lagrimas apreció la cercanía, aquellos cuerpos enseguida enseñando que ellos eran su verdadero hogar.
9 notes · View notes
navegarte-ei · 11 months
Text
Estou mortificando sem atitude atrofiando e silenciosamente de dentro para fora agonizando, sem oxigênio sigo com o olhar oscilando e ouvindo a consciência em alto som vociferando; que de um todo melhor seria se eu estivesse me amando.
-Natielly Carla
16 notes · View notes
leportraitducadavre · 1 month
Text
Qué cosita los nativos de mi país vociferando que "acá vienen extranjeros porque la salud/educación es gratis, pero si vas a su país tenés que pagar todo. Que paguen," como si, en principio, una persona decida modificar todo su entorno político, social y económico por el simple hecho que consiguen algo gratis y como si el propósito de la educación/salud gratuita sea obtener algo a cambio (muchos de estos defensores acérrimos también son los que, después, vuelan a Europa con su título a cuestas para vivir de su profesión afuera, hipócritas).
Más allá que, por el simple hecho de vivir, los extranjeros ya abonan impuestos y cosas dentro del país (promoviendo el consumo interno), muchas veces trabajando en espacios mal pagos para mantenerse; yo quiero que mi país se base en la noción de ayuda comunal, y no en la necesidad de obtener una ganancia. Quiero que un extranjero quede enamorado/agradecido con mi país por ofrecerle oportunidades que ni siquiera su propio Estado le otorga; todo aquel que vomita que los "extranjeros tienen que pagar" son también los que se quejan de los planes para los propios conciudadanos, que les otorgan monedas para sobrellevar la miseria económica en la que el gobierno nos hunde. El problema nunca es "el gasto estatal", bandera de defensa que se adjudican, es la idea del otro; la idea del "vecino/conciudadano marrón", porque este problema no lo tienen con los europeos que SI se aprovechan y explotan el sistema de salud y educación pública.
Vayanse a cagar.
2 notes · View notes
poetailurofilica · 2 months
Text
SUEÑO 26//02//2024
Dormir poco nuevamente. La elección de hacer lo que se tiene que hacer, para estar hecho: decreto.
***
Escuché que alguien decía mi nombre, pero no sé qué nombre era, supongo que el mío de esta vida. Y entonces abro los ojos y me encuentro llorando, me resbalo en ese baño en el que estoy, pero no siento ser yo, sino otra persona, tal vez una mujer, de mujer ya avanzada, me resbalo por el dolor en el pecho, una herida del alma que se encuentra a flor de piel y que es inaguantable. Intento salir del baño pero me es difícil pararme, una voz de una chica más joven se escucha que grita pues que cuando me caigo, hay un golpe en el piso, y ella se asusta y se acerca preguntándome que si estoy bien y así. Entonces, me doy cuenta que no soy esa mujer pero ahí mismo estoy de ella, llorando y vociferando, por ayuda, clamando a DIOS y a Jesús y ángeles, y etc, y mi espíritu en paralelo le contesta AQUI ESTOY, HÁBLAME, DIME...QUÉ QUIERES. Entonces mi espíritu se expande y la rodeo para abrazarla mientras justo esta otra chica también llega a cercarse a la mujer para contenerla. En ése momento, comienzo a orar pero de mi "boca", mi idioma no es ninguno que haya escuchado antes, al menos no era español, era algo que hacía que el viento cambiara, que la materia pareciera líquido y fluyera, la voz y su eco resonando en mi, y en consecuencia en el ser completo de esta señora acongojada.
No es la primera vez que hablo en lenguas en sueños, o que tengo esa sensación de poder hablar todos los idiomas al mismo tiempo. Entonces, casi que al final del viaje escucho que alguien rasca mi almohada tres veces, y luego unos sonidos extras que no venían de este plano, por alguna razón supe eso, y junto con eso unas voces extras. Despierto.
© Todos los derechos reservados
2 notes · View notes
mistressofevilsblog · 3 months
Text
“ ante los ojos de la hada oscura, la joven de cabellos dorados no tenia parecido alguno a su padre. era una encantadora chica llena de energía y sentía curiosidad por todo lo que la rodeaba. logró enternecer el oscuro corazon de 𝐌𝐀𝐋𝐄𝐅𝐈𝐂𝐄𝐍𝐓, haciendo que sintiera amor, un amor maternal.
por lo que déspues de que 𝐀𝐔𝐑𝐎𝐑𝐀 había tenido un cansado día de juegos en las ciénagas, como siempre la llevó a la cabaña y la acostó en su cama con su magia. sin embargo a diferencia de otras noches 𝐌𝐀𝐋𝐄𝐅𝐈𝐂𝐄𝐍𝐓 extendió sus manos y vociferando en gran voz el rompimiento de la maldicion que terminó siendo en vano.
La tristeza se adueñó de las facciones de la hada oscura, no había remedio, aquella pobre chica estaba destinada a dormir eternamente. ”
Tumblr media
4 notes · View notes
floresdo21 · 1 year
Text
El sonido incesante de todas vociferando se vio interrumpido por el estruendo de un cristal roto que se disparó en varias direcciones por la habitación. Las chicas, conmocionadas por el repentino ataque, intentaron ocultarse para protegerse.
—¡¿Qué demonios fue eso?! —gritó Elizabeth al borde del colapso.
Amaranta escrutó el cuarto. Entre los vidrios pudo distinguir un ladrillo que estaba partido en dos. Notó que una de las partes tenía un papel atado. Ella gateó con la cabeza protegida con una almohada hasta alcanzarlo.
Al desenvolverlo, la respiración se le fue.
El trozo tenía escrito un pequeño mensaje que decía: «Bienvenidas al infierno, putas». Amaranta había considerado que las amenazas que recibió en los días pasados solo habían sido bromas pesadas de la gente que la odiaba. Ahora estaba segura de que nada podía ser coincidencia. Alguien en verdad quería acabar con ellas.
—Será mejor que vean esto —llamó Mónica desde la ventana rota. Todas fueron a su lado y palidecieron al instante. En el jardín de enfrente, pintado con aerosol rojo, estaban las tétricas palabras «El diablo está dentro».
9 notes · View notes
filodendron63 · 1 year
Text
No sé, creo que la ordinariez, la zafiedad, el mal gusto, no es ni debiera ser un elemento distintivo ni fundamental en un discurso político. Ya ni te cuento que las opciones personales respecto a algo tan privativo como es el sexo, sea reclamo de votos. Pero bueno, ahí está la puerca/ o/e, vociferando lo suyo.
3 notes · View notes
afrodisiaca · 11 months
Text
Papai e Mamãe
Quando nasci minha mãe me pariu forte, bruto.
Olhou a minha face esbugalhada, o rosto inchado de placenta e viu que coisa feia era um recém-parido.
Virou o peito, fechou os braços e chorou insensata na responsabilidade da maternidade.
Era coisa demais para a juventude tão tenaz.
Papai eu amava tanto, abraçou, cuidou-me, criou. Viu minhas faces risonhas, meus choros de ira e as teimosias constantes.
Teimei tanto até ele me virar às costas e me amaldiçoar ao inferno.
Vi os outros pecando, errando. Quis pecar, quis viver o fascínio da queda e dar a cara a tapa ao erro. Mas na minha vez de pecar, hastearam o crucifixo para debochar de Deus e me queimaram em praça pública. Assistiram ao meu corpo em chamas, eu gritando e derretendo e eles sádicos cegos de razão.
Todos os pecados eram dignos de perdão, menos os meus.
Viajei e fui para muito longe com minhas abdicações. Queimada, cansada e desgastada. Saboreei das crises constantes e sobrevivi provando dos amores que a vida me restava, me tratava.
Há anjos no inferno, ainda bem.
Amor era raro. Era produto esgotado que eu nunca achava no mercado, queria tanto. Via todos exibindo seus carrinhos cheios do meu objeto mais admirado, mais esperado. Prateleiras vazias, onde é que eles encontravam? Não achava.
Como fazia? Como obtinha? Se eu pagasse mais caro? Revirasse-me em inúmeras prestações e me dispusesse em juros? Será que aceitam carnê? E se eu desse uma garantia? E se eu fosse a garantia?
Pus-me como bem alienado, achei que era jogo. Teria o que sempre sonhei. Daria certo. Pensei aflita, ávida, incessante.
As prestações altíssimas e a economia vociferando comendo meu salário todo. Teve mês que fiquei com fome, deu só para a comida enlatada. Não vi carne nem fruta. Era o que dava para pagar e viver.
Os meses se apertando e eu me sufocando nas dívidas. Ou eu como, ou eu pago. Barriga vazia não para em pé e o arroz com feijão vêm primeiro.
Não paguei, as cobranças vieram. Ligações, ameaças... os juros correndo e aumentando, compostos ainda. Eu me torcendo, preocupada, lastimada. Pai do céu, como é que faço? Como é que me trato?
A garantia era eu, fui me remoendo e me mastigando nesse prejuízo e dessaboreando a angústia de me perder em juros e correção monetária.
Quitei-me restando quase nada, pequena demais para ter vontade, mas cheia o suficiente para cambalear e desejar o produto mais bonito da cidade.
Ah, amor, como faz para te ter se é tão caro assim?
Cansei de me doer por você, mas não posso deixar de te admirar e de te amar sem te abraçar.
SARTI, L.
4 notes · View notes
amamesuavecito · 1 year
Text
Alguien más que no duerme
Escucho el taconeo firme de pasos que suben o bajan escaleras, pisadas que van y vienen. No escucho voces, solo murmullos y zumbidos. El ruido se va desvaneciendo pero jamás se termina; es como un coro en el que las voces se van superponiendo en distintos matices de armonías. Son las primeras horas de la noche y hace calor. Camino por la calle 37 desde la avenida 9 hasta Broadway. Son pocas cuadras pero oscuras; no hay bares ni restaurantes en esa parte de Chelsea, solo basura y hombres durmiendo en la calle. Algunos se masturban y el sonido es como el de dos manos débiles intentando aplaudir. Escucho mis pasos por la calle 37: son largos y rigurosos. A veces me prendo un cigarrillo, a veces prefiero no evidenciar mi presencia y camino mordiéndome la comisura de los dedos hasta sentir que sangran y encontrar el sabor a herrumbre, que es el mismo que hay en la escalera de la parada de subway de Greenpoint Avenue. Sigo mi camino, doblo en Broadway. Atravieso Union Square. Podría entrar a la estación, sentarme en paz en algún vagón parcialmente vacío de la línea L, cerrar los ojos hasta Lorimer St y ahí cambiar a la G hasta Metropolitan Avenue, mientras escucho los timbres, las puertas que se cierran y se abren, la voz encantadora del señor que dice «stand clear of the closing doors, please». Podría, pero prefiero caminar unas cuadras más y pasar por Astor Place. Me gusta esa callecita tomada por personas vociferando y mozos apilando platos y cubiertos. Todo se vuelve una especie de música. No es propiamente música, son ruidos. La noche está llena de ellos y son, en términos de sonidos permanentemente evocables, únicos y a la vez iguales. Por ejemplo, el paso apremiante de ratas o comadrejas en apuros, que cruzan pastizales en el campo y corren detrás de —o escapando de— quién sabe qué alimaña no es muy distinto al de aquellos bichos en la ciudad. Aunque esas zancadas en el campo se sientan por el mullido ruido del fardo o los pastizales y acá sobre charcos de agua y cemento, hay algo que los reúne: la urgencia, la huída. Hay dos recuerdos que tengo de la noche cuando era niña. Uno es en el campo, cuando me atemorizaba el fantasma del farol, una luz que, decían los lugareños, aparecía de noche flotando en el campo. También decían que no debíamos temerle, porque el fantasma estaba atrapado entre los vidrios de un candil. Pero las veces que la vi, a lo lejos, tuve tanto miedo que no pude dormir. Y en esas noches de insomnio recordé siempre una misa del padre Gabriel a la que había ido con mi madre, que decía:
Entonces San Francisco de Asís dijo: Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual iluminas la noche, y es bello y alegre y vigoroso y fuerte. Y es por esto que debemos alabar a nuestro Señor con humildad: por haber creado la lumbre; por habernos dado el amanecer después de la oscuridad. Por sus llamas que, con pasión y vehemencia iluminan Su creación.
Pensé, entonces, que el fantasma del farol era una creación de Dios para alumbrar la oscuridad. Pero ahí vino mi padre a explicarme que esa fosforescencia no era ni un fantasma ni algo celestial: era un efecto producido por la descomposición de materias orgánicas sobre el suelo, es decir, cuerpos de animales muertos. Aquella interpretación me resultó mucho más repulsiva. Recuerdo haber tenido la sensación de haber llegado a mi primer descubrimiento, pero a mi padre no le gustaban esas ideas, entonces prefirió que pensara, ya no que creyera sino que, efectivamente, supiera, viera, entendiera que se trataba de carne en descomposición. La espera de la línea G en Court Sq. es verdaderamente penosa. Un hombre se pone a blasfemar pero no lo entiendo porque está borracho, aunque distingo perfectamente las palabras God, fuck y shit. Señala las vías del tren. No hay nada en las vías, salvo ratas que, a esta hora, pueden caminar por los tirantes sin arriesgar ni un pelo de su bigote. Me subo al tren. El hombre golpea la puerta y grita algo ininteligible que luego, como si se presentara ante mí una revelación, resultó ser «screw you, bitch». Me pregunto si logré escapar a tiempo o si la borrachera lo había acobardado tanto como para insultarme desde la plataforma de la estación mientras mi tren se iba. Es solo una parada hasta Greenpoint Ave El calor agobiante, el viento que arde, el olor a herrumbre (¿o será sangre?) me saludan como una hilera de marineros al capitán.   El edificio en el que vivo tiene tres pisos y no tiene ascensor. Se puede subir al techo si tenemos cuidado y caminamos por las vigas. Subo al techo bastante seguido y veo, frente a mí, del otro lado del East River, una infinidad de luces. Pienso en que hay alguien más que no duerme. Muchos más no duermen. Imagino qué pensarán o si estarán pensando en lo que hay de mi lado, aunque yo dejé las luces apagadas. Entonces me enciendo un cigarrillo. La brasa parece ser lo único que ilumina cerca de mí. No hay luces en este barrio, solo las de neón de la pizzería Triangolo, en la esquina. Levanto el cigarro y lo pongo a la altura de las luces de la gran ciudad. Entrecierro un ojo para enfocar, acerco y alejo el cigarrillo hasta que la brasa tiene el mismo tamaño que una ventana de las del otro lado. En ese momento pienso que algo me incomoda de lo cercano y algo de lo remoto. Algo sobre lo luminoso y la fe.
5 notes · View notes
ideas-neuroticas · 2 years
Text
Tumblr media
Luego de girar la llave dorada, la pequeña bailarina surge radiante de la caja, para los ojos de quien quisiera admirarla en silencio.
El mecanismo inicia; la dulce melodia la acoge y, en cada pausado giro, desvanece el ayer.
Extraviando su infancia, afectada por maliciosos murmullos, el labial escarlata de mamá, las muñecas escondidas y compañeritos que bramaban que ella era él.
Apartando su padeciente adolescencia, el portazo de su padre, los honestos psicólogos, las primeras hormonas y los pedantes profesores empecinados en el género equivoco.
Meditando su irremplazable hoy, vociferando su actual nombre a la luna, abrazando al pequeño que alguna vez fue y rememorando la osadía de destruir su mundo para lograr renacer.
La llave dorada disminuye la velocidad y, con la música concluyendo, la sonriente bailarina prosigue danzando, advirtiendo su alma flotar libre por primera vez.
— Ideas Neuróticas ©️.
8 notes · View notes
javier-carrasco · 1 year
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Conocí a un tipo que tenía un truco infalible para hacerte sentir ridículo en medio de una discusión acalorada. Cuando tú te encontrabas en el momento más altisonante, soltando toda la perorata por la boca, él componía un rostro impasible, mirándote con expresión vacía, como si enfocara no a tus ojos, sino más atrás, a tu cogote, y te dejaba seguir sin interrumpirte, sin decir nada, ni replicar a uno solo de tus argumentos. Había un momento en que te dabas cuenta de que te habías quedado solo, que estabas vociferando en el vacío... Y te callabas como un puta. Era muy humillante.   
5 notes · View notes
r-lvpin · 2 years
Photo
Tumblr media
✶ { A B O U T }  ✶ —  ·  ‘  𝔱𝔥𝔢𝔯𝔢'𝔩𝔩 𝔟𝔢 𝔫𝔬 𝔯𝔢𝔰𝔱 𝔣𝔬𝔯 𝔱𝔥𝔢 𝔴𝔦𝔠𝔨𝔢𝔡 
não são zonzóbulos entrando em seus ouvidos, aquele é mesmo REMUS LUPIN vindo aí, mesmo que ele esteja parecendo um pouco com MAXENCE DANET-FAUVEL olhando daqui… ele tem 21 ANOS e atualmente trabalha como PESQUISADOR NO BUREAU DE PESQUISA E CONTENÇÃO DE DRAGÕES. conhecido entre os amigos como MOONY, é um MESTIÇO que reside em TINWORTH. por via das dúvidas, levante sua varinha! vai que é alguém sob o efeito de poção polissuco. disclaimer: o personagem é um LOBISOMEM.
✶ { I’M TRYING TO KILL THE MOON }  ✶ .
PRE-HOGWARTS | É numa manhã de primavera que Remus John Lupin agracia o mundo — Remus, em homenagem às origens romanas de seu lado paterno, John, por causa de seu avô materno. Em ambas as partes da família, é o único neto, e todos competem por suas afeições quando está nos braços da mãe, poucas horas após seu nascimento. Mas é para o pai, Lyall Lupin, a quem direciona seu primeiro sorriso. Ah, Hope, querida, parece que serei o favorito! O homem esbraveja aos sons de protestos dos outros presentes (”Espere até que prove meus biscoitinhos de manteiga, vai mudar de ideia rapidinho, aposto!”). Quando recebem alta, o pai os busca num Ford Anglia salmão, uma recém aquisição em comemoração à expansão da família. Com a maternidade, Hope Lupin, saíra de seu serviço na empresa de seguros, deixando-os para viver no salário do marido no Ministério da Magia e suas economias — a família não possuía muito, mas a casinha de tijolos vermelho-escuro em Birchgrove, Cardiff, servia-os bem. Remus cresceu num menininho serelepe, deveras curioso e amável. Quando não estava brincando com as outras crianças do bairro, estava tagarelando para a mãe sobre algum livro que lera ou sentado nas pernas do pai, ouvindo histórias sobre o mundo mágico — o mundo o qual adentraria, formalmente, em alguns anos. Antes de ser grande o suficiente (”Mas já tenho quarenta e cinco polegadas de altura!”, “Não é grande nesse sentido, querido”) para frequentar Hogwarts — adorava trajar o antigo cachecol azul e bronze do pai —, Hope insistira que o matriculassem numa escola trouxa: e, aos quatro anos, era a primeira criança em sua turma a ler e escrever! Aos seis, estava lendo livros de séries acima e escrevendo cartinhas em letras tortas para os avós. E, quando, surrupia a varinha do pai e enfeitiça o gatinho de estimação da família, o dando uma coloração rosa-choque, o homem vocifera, em gargalhadas: "Você será um prodígio, um bruxo verdadeiramente genial!” (e seus colegas do ministério acham a história similarmente engraçada quando comparece para responder ao inquérito oficial). Era uma vida tranquila como as de propagandas de cereais. Entretanto… não importa quantas vezes o mito seja recontado, entre os gêmeos, é Romulus quem funda a Roma — e, como seu homônimo, Remus estava fadado à tragédia.
TRIGGER WARNING: Menção de “horror corporal” (não explícito), menção de sangue (não descritivo), alusão de auto-mutilação não voluntária (não-explícito), menção de episódios de auto-aversão.
LICANTROPIA | Lyall Lupin era um homem bondoso e tímido — contudo, frente à injustiças, tomava uma personalidade contrária: encolerizada e inconsequente. No ministério, era conhecido por suas contribuições valiosas para a eliminação de criaturas mágicas perigosas. Assim, acompanhara de perto o infame caso de Fenrir Greyback. Quando o conselho concordou na soltura do lobisomem mesmo após julgado culpado, Lyall Lupin não economizou nas palavras ao vociferar sua exasperação ao chefe de departamento — e, quando os superiores recusaram escutá-lo, recorreu ao Profeta Diário, aparecendo na primeira capa, suas opiniões expostas ao mundo bruxo. Lobisomens são perigosos, feras abomináveis, não podem conviver em sociedade. Na fotografia, a figura gesticulava enquanto sua mulher segurava Remus no colo, os olhos junto dos flashes. Precisamos manter nossos filhos seguros. A pressão do público, vociferando apoio às afirmações do bruxo, forçaram o ministério a colocar o lobisomem como procurado, retificando a sentença — e Lyall Lupin se voluntariou para liderar a caçada. Mas o homem não precisaria procurar muito. Era lua cheia, uma madrugada quente, e o pequeno Remus Lupin acordava dum sonho sobre a festinha de aniversário que teria naquela semana (mal podia esperar para exibir seus legos novos). O cabelo um emaranhado de fios cor de mel e as bochechas avermelhadas marcadas pelo travesseiro, caminhou em direção à janela de seu quarto, abrindo-a para receber a brisa noturna: exceto que algo a mais adentrou. Uma sombra, veloz, assustadora e gigantesca como os desenhos nos livros do pai. Remus gritou e esperneou, mas a coisa era muito maior que si, mais forte e cruel.  O segundo grito ecoou pela casa, por fim, acordando os pais — quando Lyall Lupin adentrou o quarto, varinha em mão, Fenrir Greyback gargalhava sobre o corpo contorcido, em convulsões, do pequeno Remus. O homem urrou feitiços até perder o fôlego, espantando o lobisomem e, então, ao lado duma trêmula Hope, correu para amparar o filho. A ida ao St. Mungus ocorrera num aparato, e os curandeiros não tardaram a atender às necessidades do pequeno; e, embora tivessem conseguido estancar o sangramento e cicatrizar as feridas, nada podiam fazer sobre o veneno da licantropia correndo em suas veias: Remus Lupin se tonaria um lobisomem. Hope, que pouco sabia daquele mundo, implorou em joelhos que salvassem seu filho, não o deixasse transformar-se num monstro. Vocês possuem magia, deveriam curar tudo. Lyall, segurando a mulher pelos ombros, sabia das limitações dos bruxos, sobre a fisiologia daquelas feras… contudo, como pai, não podia aceitar. Tinham um mês até a próxima lua cheia, talvez… então, usando suas conexões, Lyall contatou os melhores pesquisadores curandeiros do país, implorando para tentarem. Muitos apenas responderam com condolências, pesares: outros, ofereceram suas recém descobertas, supostas curas. O que nunca contam sobre a transformação é que, a primeira, é um processo moroso e excruciante. O primeiro passo é a febre avassaladora e a inflamação da mordida. Quando não estava acordado, Remus murmurava incoerentemente, choramingando ao alucinar sobre aquela noite, urrando em pânico. A mordida, na lateral de sua barriga, queimava; seu sangue era efervescente, correndo-o por dentro. Os curandeiros davam-no poções para amenizar suas dores, tranquilizar sua mente — mas nenhuma de suas curas funcionava, a febre não diminuía e a pele de Remus tornava-se mais acinzentada com os dias. Os gritos eram tantos que os pais tiveram que temporariamente realocá-lo num chalé no campo. O segundo passo é a raiva incontrolável juntamente dos primeiros indícios de suas novas habilidades, a força sobre-humana. A urgência em rasgar, mutilar — outros, a si mesmo. Foram necessárias amarras e feitiços para impedi-lo. Os dias longos tornaram-se semanas e, então, a lua cheia chegou. Lyall trancou-se num quarto com o filho, assistindo-o urrar e agoniar por horas enquanto seu corpo se reconfigurava com a nova forma. Do outro lado da porta, caída no corredor, Hope era segurada por um dos curandeiros que os auxiliavam, em tanta dor quanto o próprio filho. Mesmo um lobisomem com meros um metro, sua força fora o suficiente para destruir o quarto em que estava, assim como machucar o pai. Na manhã seguinte, quando recobra a consciência, seus ossos estão doloridos, seus ombros estão pesados, seu torso está coberto em suor, sangue e machucados. Está enfiado nos braços do pai, tremendo e chorando. O que há de errado comigo? As memórias da noite passada são borrões, mas os sentidos ainda estão aguçados e Remus sente uma fome que não é sua. Se para outras crianças o monstro morava debaixo da cama, o de Remus morava em seu corpo.
PÓS-LICANTROPIA | Na semana seguinte, quando consegue levantar sem vomitar em dor, retornam a Birchgrove no Ford Anglia. A mãe cantarola canções de ninar ao acariciar suas madeixas claras, enquanto dorme em suas pernas no banco de trás. Dirigindo, o pai o observa pelo retrovisor: a pele acinzentada, as olheiras púrpuras, a cicatriz em seu rosto… então, retorna a atenção à pista. “Você está doente, mas vou encontrar uma cura.”  São as palavras que Lyall sussurra quando o coloca na cama — e, quando mulher e filho estão dormindo, o homem se debruça em lágrimas. Presenciar a transformação impulsionara seu almejo de encontrar uma cura. Era difícil, poucos interessavam-se em estudar lobisomens. Mas persistia, contatando pesquisadores pela Inglaterra e afora. E, conforme retornam ao campo no mês seguinte e no outro; quando restringe o pequeno lobisomem uma quarta e quinta vez; ao segurar o corpo trêmulo e fraco de Remus na manhã seguinte da sexta transformação, o almejo se torna obsessão. A culpa não o permite adormecer ao lado do filho como a esposa, e gasta suas noites revirando livros e escrevendo cartas — se não tivesse contatado os jornais… seu filho poderia… seu filho ainda seria… maldita fosse a fera. Por outro lado, aos meros sete anos, Remus não conhecia palavras o suficiente para descrever como sentia-se. Os progenitores não haviam o dito a verdade sobre sua condição, não chamavam-no pelo o quê realmente era: apenas diziam que estava doente. Tinham esperanças, afinal, que o curariam em pouco tempo. As poucas memórias que possuía das transformações eram flashes, fracções desconexas de momentos durante a madrugada — nas manhãs seguintes, seus sentidos ainda estariam aguçados, acentuando o odor enferrujado que impregnava o cômodo; e os resquícios da violência marcavam seu corpo, o de seu pai e as paredes. Ainda que não compreendesse o quê, de fato, acontecia, era apenas uma criança. Queria correr pelas ruas do bairro com seus amigos, rever seus colegas de classe, participar de seu primeiro acampamento de verão. Desprezava as bandagens que cobriam seu corpo, as poções com gostos estranhos que os curandeiros o obrigavam a tomar. Temia a maneira como sua mãe o encarava, como ela nunca mais sorria; ou a forma como o pai somente o seguraria nas manhãs pós as luas cheias e, no resto do tempo, sumiria no escritório. Antes que percebessem, a primavera chegava novamente. Em seu primeiro aniversário desde que "adoecera", Lyall permanecera no quarto apenas para vê-lo assoprar as velas, dando-o um beijo na testa antes de retornar para o escritório; sua mãe o acompanha em risadas amenas, contando-o contos de fadas e o colocando para falar com os avós no telefone. E, quando está adormecido, é que a mulher deixa as lágrimas escorrerem pelo rosto. São duas semanas depois, quando estão no chalé, alguns dias após outra lua, que Remus acorda com o barulho de conversas. Só precisamos de mais um tempo, eles estão tentando. É o pai quem suplica, a entonação um misto entre mágoa e irritação. Uma segunda voz, que não reconhecia responde. "Você conhece o procedimento… não podemos mais esperar… me desculpe, mas nós precisamos colocá-lo no registro de Lobisomens.” Agachado próximo à porta, Remus sente arrepios tomando-lhe. Lobisomem. Ainda que não soubesse o significado, em sua totalidade, daquela palavra, sabia ter a ouvido anos antes. Lobisomens são perigosos, feras abomináveis, não podem conviver em sociedade. Era aquilo que ele se tornara? Um dos monstros que seu pai se dedicava a eliminar? Era por isso que não mais o queria por perto? Aquela é a primeira (de muitas) noite em que Remus, aos meros oito anos, chora em vergonha de si mesmo. Enquanto a culpa manchava o coração de Lyall, as sementes da vergonha e cólera floresciam no de Remus. Por mais que insistisse, os contatos de Lyall Lupin estavam se esgotando e, conforme Remus crescia, o lobisomem se desenvolvia, sua forma aumentando — assim como sua força. E, em um ano e seis meses após a mordida, os pais vendiam a casa em Cardiff, começando suas viagens pela Europa, nunca permanecendo mais que dois meses. Por quatro anos, aquela fora sua vida. O cansaço o acompanhava por todos os destinos, a solidão se tornando uma companheira querida. Quando conseguia juntar forças para levantar-se de sua cama, Remus desperdiçava suas tardes recheando bolos com sua mãe ou ouvindo ao rádio enquanto brincava com bonecas de papel das revistas que a mulher o comprava. A cada nova mudança, os pertences dos Lupin diminuíam: não mais tinha suas coleções de legos ou livros. Até mesmo sua curiosidade ficara para trás, abandonada nos tijolos avermelhados. Com apenas dez anos de idade, era apenas a casca de quem fora. Desde que descobrira a verdadeira palavra para o que era, tudo o quê sentia era medo, angústia. Suas transformações pareciam mais excruciantes e, embora nenhum dos pais houvesse o dito nada, sabia que estivera mais violento. Seus machucados haviam se triplicado, a madeira da última moradia ficara com marcas de garras fundas, seu pai parara de adentrar o quarto consigo. As vezes tinha pensamentos intrusivos, violentos, famintos, vontades que não eram suas (ou, assim, preferia pensar). Era apenas uma criança, mas seus ombros estavam pesados como os de Atlas.
✶ { AM I FOOL WHO SITS ALONE, TALKING TO THE MOON? }  ✶ .
HOGWARTS  |  [Primeiro ano ]  Quando, em seu aniversário, recebe a visita inusitada de Albus Dumbledore, há muito não pensava em Hogwarts — há muito, Lyall não o sentava no tapeta para contar-lhe sobre o salão comunal azul e bronze, ou sobre os inúmeros feitiços que aprenderia. Em fato, entre sua doença e mudanças pelo país, sua educação fora negligenciada; não praticava mais a leitura, tampouco sua escrita. Ainda lembrava o alfabeto, mas as sílabas criavam poeira em sua mente. Sua mãe o incentivava a falar, cantar consigo as músicas na rádio — qualquer coisa para ouvir a voz do filho que, nos últimos anos, tornara-se apenas os sons dos gritos quando o lobisomem tomava o controle. Duma criança serelepe e tagarela, Remus tornara-se tímido e solitário. Mas, para Dumbledore, eram pequenas complicações que podiam superar. Foi Lyall, trêmulo, quem o interrompeu: “Professor, o senhor não entende… ele… não vai adiantar nada, ele nunca vai ser… ele não pode ser como os outros. Ele é… é perigoso para as outras crianças”. Em seu lugar à mesa, comendo silenciosamente seu pedaço de bolo de chocolate, de cabeça baixa, Remus tentava segurar as lágrimas. Era perigoso para as outas crianças… ele era perigoso. Contudo, Dumbledore insistiu, olhando diretamente para Remus quando disse: todos são bem-vindos em Hogwarts, o pequeno Remus não é uma exceção. Eu estaria honrado em recebê-lo; sei que ele se tornará um bruxo incrível. Ouvindo as palavras do homem, uma faísca se acendeu em seu coração. E, somente quando estava pisando na estação, alguns meses depois, que sentiu medo novamente. Era a primeira vez em muitos anos que estava cercado de tantas pessoas, tantas outras crianças. Nenhuma delas possuía cicatrizes como as suas ou olheiras tão fundas; ouvia os sussurros ao caminhar pela plataforma, os olhares indagadores, e quase não soltou a mão de sua mãe. Mas havia uma parte de si que queria ver aquele castelo sobre o qual tanto ouvira sobre, frequentar a casa do azul e bronze (quem sabe, assim, o pai o amaria novamente) — queria sentir-se normal. E sua primeira decepção veio quando o chapéu o colocou numa casa sobre a qual nunca ouvira antes; Grifinória, dos corajosos e nobres de coração. Remus não era como os outros garotos daquela casa com suas piadas e boas aparências. Era um garotinho franzino e enfermo, a casca dum monstro. Seus pensamentos intrusivos o murmuravam sobre, de fato, seu lugar não ser entre os bruxos gloriosos. Todos os bruxos mais realizados saíram da Corvinal. Talvez fosse a ferocidade e tenacidade da fera que o chapéu detectara em si… talvez seu pai estivesse certo. Ele nunca seria normal, nunca seria nada. E, pela duração de seu primeiro ano, Remus não se esforçou — seu primeiro ano em Hogwarts era marcado pelas inseguranças que o dominavam. Fazia o mínimo em suas aulas e, mesmo quando conseguia realizar um feitiço primeiro que seus colegas, nunca aceitava as congratulações. Não fazia suas tarefas e não se importava em ler os livros das tarefas, suas anotações das aulas misturadas em rabiscos. Sua curiosidade, por vezes, levaria a melhor e Remus tentaria alguns feitiços, algumas poções: imediatamente, contudo, se parava. De que adiantava o esforço? Ele nunca seria nada, de qualquer maneira. A casa dos gritos, pelo menos, era melhor que os quartos em que era isolado nas diferentes casas que residira até então — contudo, muito mais solitário. E, quando as férias de natal chegam,  retorna para casa, seus resultados ruins não levantam as sobrancelhas dos pais. Lyall apenas suspira, não ficando para ouvir suas histórias. Hope sorri, o assegurando que se sairia melhor e comentando sobre as cartas que Dumbledore a enviara, sobre como ele (e, é claro, ela própria) acreditava em Remus. Apenas força um sorriso e se retira para seu quarto — com sua mudança para Hogwarts, os pais haviam se fixado numa fazenda no sul do país. Seu quarto era pequeno, contendo apenas uma escrivaninha, um toca discos e sua cama; ali, era no sótão em que se escondia durante suas luas cheias. Mas não precisava de mais nada. Passa suas férias ouvindo seus discos novos e ignorando as tarefas. 
Tumblr media
✶ { FREAK OUT IN A MOONAGE DAYDREAM }  ✶ .
HOGWARTS  |  [ Segundo e Terceiro ano ]  Durante seu primeiro ano, Remus se esquivara de seus colegas de quarto. Odiava dividir o quarto. Outrora teria amado a ideia, seu maior sonho costumava ser ter irmãos, afinal — mas, nos últimos anos, aprendera a apreciar a solidão. Porém, ignorá-los provara-se uma tarefa impossível: não somente compartilhavam o quarto, mas as classes, os horários das refeições. Mais vezes que não, Remus se encontrava rodeado por eles. E, antes que percebesse, aqueles três garotos se tornavam parte de sua vida. Seu segundo ano, é marcado pela ansiedade e o medo que o assombram constantemente. Eles não o tratariam bem se soubessem a verdade. Mesmo que não quisesse admitir, Remus gostava de estar entre eles; gostava das brincadeiras, da maneira como não o olhavam com pena ou faziam comentários quando virava de costas. Mas sabia que era apenas porquê não sabiam sobre sua doença, sobre o perigo que os apresentava. Porém, na influência de suas companhias, começa a praticar um pouco seus feitiços, a ler um pouquinho dos livros, a completar uma ou outra tarefa. Aos poucos, eles se tornam um grupo e Remus, pela primeira vez em muitos anos, sente-se apreciado. É após sua quinta ou sexta lua cheia do segundo ano que, numa conversa inesperada, os meninos revelam saberem seu segredo — antes que Remus possa fugir, gritar, ser afogado por seus demônios internos, eles o reasseguram que não importa; e, quando, um ano depois, decidem praticar para se tornarem animagos, as lágrimas que lutam para escapar seus olhos são de pura felicidade. Se pode afirmar qualquer coisa sobre sua juventude é que os amigos salvaram sua vida. Graças a eles, com os meses, ainda que somente na presença deles, o garotinho serelepe retornava. Ainda que sua personalidade não fosse tão energética e travessa quanto antes, assumindo uma postura mais responsável entre eles (porém, deveras marota quando necessário) e, devido seu físico debilitado, mais recatada, sentia que estava vivendo novamente. Mas amor próprio não se cria do dia da noite e, apesar das afirmações dos amigos, Remus ainda se afoga nas ansiedades causadas por seus pensamentos intrusivos. Dessa vez, contudo, muda sua atitude: seus amigos eram brilhantes bruxos com linhagens impressionantes e, no fundo, Remus ainda queria ganhar a aprovação do próprio pai. Por isso, ao fim de seu terceiro ano, para compensar suas falhas, tornava-se um dos melhores alunos da classe. 
HOGWARTS  |  [ Quarto, Quinto e Sexto ano ]  Os anos que se seguem, entre a puberdade, as transformações e escola, sua vida muda. Cada vez mais dedicado aos estudos, apesar de sua postura reservada, Remus conquista a própria popularidade além da com os amigos. Depois dos marotos, McGonagall é sua principal apoiadora, o dando materiais a mais para avançar seus estudos; e, no quarto ano, é convidado para adentrar o Clube do Slug. Suas transformações se tornam menos assustadoras e dolorosas com a companhia dos amigos. Em casa, se diverte com sua mãe — o pai ainda não o encara, mas, pelo menos, escuta suas histórias durante os horários do jantar e, por vezes, participa brevemente da conversa. Mas ainda há distância entre eles. Nem mesmo quando recebe seus dez Os nos NOMs e sua mãe prepara uma celebração em casa, o homem apenas o olha com pesar. É em seu sexto ano, na primeira manhã que retorna para casa para o feriado, que Lyall, após tantos anos, o apresenta um novo curandeiro. Em seu anseio em agradá-lo, Remus se submete ao tratamento — exceto que, em vez de curá-lo, as poções o deixam num estado pior. A transformação daquele mês é violenta, descontrolada e Remus acorda com machucados tão profundos que precisa passar o natal na cama. “A próxima… na próxima dará certo.” Ao ouvir aquelas palavras, o ressentimento que nutrira em seu coração explode em sentenças furiosas, gritos que ecoam pelas paredes geladas da fazenda. Não há cura para mim! Quando você vai aceitar isso? Eu sou um lobisomem, porra, eu não estou doente, eu não preciso de uma cura. Eu só quero que você pare de me tratar como um infortúnio. Em resposta, Lyall se debruça num choro, a culpa atingindo seu limite e, em palavras sussurradas, pede por seu perdão. Remus não está pronto para dá-lo, mas não consegue segurar as próprias lágrimas. Em seu sexto ano, durante uma visita a Hogsmeade com os amigos, Remus conhece uma figura que se tornaria de suma importância para sua vida: outro lobisomem. É a primeira vez que se depara com outro como ele. Ouvira, antes, sobre comunidades inteiras de lobisomens mas, até então, acreditava que eram todos como aquele o transformara: cruéis. Nunca o ocorrera que haviam outros como ele que queriam se encaixar, serem aceitos. Reconhecem um ao outro pelas cicatrizes, distintas em forma e tamanhos. E quando se separa, por alguns momentos, dos amigos, o outro se apresenta e começam a conversar. Trocam seus contatos e, da amizade, Remus aprende a aceitar o lobisomem como parte de si; não uma doença ou um monstro. E, pela primeira vez, não sente sua existência pesar.
Tumblr media
✶ { CAN YOU HEAR THE MOON? HOWLING BACK AT YOU }  ✶ .
ORDEM DA FÊNIX & ATUALIDADE | Seu terceiro e último ano em Hogwarts é conflitante. Suas notas se mantém impressionantes, seus amigos ainda são seu porto seguro, seu pai se esforça para estender seu apoio. Mas, naquele ano, não é a lua que o perturba. As influências, rumores e atividades dum poderoso bruxo se espalham pelo mundo mágico, incluindo dentro das paredes de Hogwarts. Seu status como mestiço não o aflita por sua própria segurança, mas pela dos pais — e, após muito implorar, Lyall pede uma transferência e, juntamente da esposa, se muda para a norte da França; um endereço desconhecido para Remus. Formando-se em Hogwarts, não hesita em aceitar o convite para juntar-se a Ordem da Fênix — dedica-se inteira e unicamente para a sociedade secreta. Como parte de seus afazeres, toma a iniciativa de se infiltrar (com a ajuda de seu contato) em comunidades de lobisomens, tentando recrutá-los para seus ranques; mas a influência de Fenrir Greyback era forte e, com a maioria dos líderes das comunidades sendo seus seguidores, Remus não consegue resultados notórios. Mas, quando, por fim, conseguem atrasar (pois, apesar de sua confiança nas habilidades de seus companheiros e na inteligência de Dumbledore, nunca acreditara que seria tão fácil derrotar Voldemort) os planos do outro lado, Remus se permite respirar. Com lobisomens, em sua maioria, se juntando ao lado de Voldemort, o preconceito com a espécie é mais forte que nunca e, mesmo obtendo oito NIEMs e uma carta de recomendação de Slughorn, ninguém está disposto a oferecê-lo um emprego. É Dumbledore quem o estende uma mão e usa de suas amizades para consegui-lo uma posição no Bureau de Pesquisa e Contenção de Dragões — precisava admitir que, apesar de se interessar pelo campo de criaturas mágicas, nunca imaginara estudar dragões (seu sonho, em fato, era seguir a carreira acadêmica em DCAT), mas os últimos meses na Cornualha, ao lado de diferentes espécies se mostraram demasiado divertidos. Alugou um chalé nos limites de Tinworth, numa colina próxima à praia, onde reside sozinho. Após tantos anos enfrentando a lua cheia ao lado dos amigos e, mais tarde, recebendo os ensinamentos de seu amigo licantropo, não mais se descontrolava durante suas transformações; conseguia manter controle o suficiente de sua consciência para não precisar de medidas muito drásticas. 
Tumblr media
✶ { ONE THING STAYS THE SAME, RISES THE MOON }  ✶ .
Em questão de personalidade, Remus é reservado não por timidez mas porquê não sente tanta necessidade de expor seus pensamentos. Prefere observar e escutar as pessoas ao seu redor antes de falar; e, quando o faz, cuidadosamente escolhe suas palavras. Apesar disso, pode ser deveras teimoso, insistindo em argumentos por longas horas — ah, e não pense que suas palavras são sempre polidas e cheias de sabedoria: Remus adora o uso dos palavrões e é versado na arte da ironia. Por outro lado, também possui um lado deveras maroto; especialmente quando está com os amigos — esses que, além de atiçarem seu lado travesso, também ativam seus instintos paternos, sendo deveras carinhoso e protetor deles. Ainda detém inseguranças e, a principal delas, é não ser bom o suficiente — para a Ordem, para seus amigos, para si mesmo. Por mais que tenha aceitado o lobisomem, Remus ainda tem seus receios e, por vezes, tem dificuldade em exercer o amor próprio — por exemplo, ainda não é o maior fã de espelhos, somente possuindo um (em seu banheiro) o qual somente olha antes de sair de casa. Não é difícil encontrá-lo descabelado e desarrumado, as olheiras mais fundas que o normal, após noites sem dormir — quando começa a ler, é fácil para ele se perder nas palavras e negligenciar sua própria saúde. Mesmo que, no momento, não esteja atuando na área acadêmica, Remus nunca deixou de estudar feitiços e, especialmente, aqueles relacionados a DCAT. Em fato, é dono duma ambição muito maior que deixa transparecer: e, em seus anseios por conhecimento, se aventurou em aprender alguns feitiços das artes das trevas. Também tentou criar alguns próprios, sucendendo.
Tumblr media
✶ { FLY ME TO THE MOON, LET ME PLAY AMONG THE STARS }  ✶ .
Gênero: Homem cisgênero.
Sexualidade: Ace-bissexual. 
Orientação romântica: demirromântico. 
Aparência
Cabelo: Loiro mel.  
Olhos: Azul acinzentado. 
Altura: 1.80m. 
Cicatrizes: Inúmeras, pequenas e grandes espalhadas pelo corpo; a mais proeminente é uma em seu rosto, sobre o nariz e outra, mais recente, em seu peito. 
Estilo: x, x, x, x.
Tumblr media
Bicho papão: Outrora, fora a lua — representando seu medo em perder o controle, de tornar-se o lobisomem para sempre. Agora, contudo, são as figuras encapuzadas que seguem Voldemort: comensais da morte. 
Espelho de Erised: Vê a si próprio condecorado com uma Ordem de Merlin, os pais atrás de si, Lyall finalmente o encarando nos olhos uma vez mais. 
Varinha:  10¼" Cipreste, núcleo de pelo de unicórnio.
Tumblr media
Devido seu histórico com tratamentos experimentais e hospitais, Remus tem aversão a remédios, ficar doente e ambientes hospitalares — prefere cuidar de si próprio e tomar poções que possuam efeitos imediatos. Mas, no geral, faz o melhor para manter sua saúde, comendo de maneira saudável e se exercitando (nada exagerado, somente exercícios básicos).
Originalmente, Dumbledore o oferecera um cargo no corpo docente de Hogwarts. Contudo, ainda que tenha sentido-se lisonjeado, recusou: não queria causar problemas ao diretor caso os pais dos alunos descobrissem que contratara um lobisomem.
Apesar de nunca ter participado do clube em seus anos em Hogwarts, Remus é muito bom em duelos — em fato, é muito bom na prática de feitiços, em geral. Isso pois, sua especialidade e foco de estudo são feitiços: desde sua etimologia (linguística é sua outra área de interesse) até uso, Remus é fascinado por eles. Sua ênfase está em feitiços de proteção (relacionados a DCAT) e dos usos cotidianos. Gosta de tentar aprimorá-los, modificá-los para diferentes usos e, até, criar os próprios. Em sua curiosidade e sede por conhecimento, Lupin aprendeu uma quantidade significante de feitiços das artes das trevas — incluindo as maldições imperdoáveis. Em sua percepção, não existem feitiços bons ou ruins: é a mente do bruxo que irá carregar as ideologias que determinará o “bom” ou “mal” uso.
É péssimo com vassouras e, em fato, as odeia. Prefere aparatar, utilizar o sistema de lareiras ou dirigir (tirou carteira de motorista recentemente!). Outra curiosidade: aprendeu apenas o suficiente de Quadribol para acompanhar os jogos dos amigos mas, qualquer coisa sobre o esporte que não esteja relacionado a Hogwarts, Remus não sabe.
Há uma hortinha (com frutas, vegetais e ervas) em seu quintal que foi construída pelos antigos locatários e que, quando mudou-se, Remus decidiu manter. Gosta da atividade de plantar e cultivar: sua cozinha e sunroom possuem algumas outras variedades de plantas, mágicas e não-mágicas.
Seu espaço favorito em sua casinha é o sunroom que, além de plantas, abarrotou de livros. Quando tem tempo livro, é lá que o encontra, deitado numa poltrona com uma xícara de chá flutuando ao seu lado enquanto lê.
Remus ama filmes. Seus favoritos, no momento, são Murder by Death e Grease. Vai ao cinema, pelo menos, uma vez ao mês e, se possível, assiste mais de um filme numa noite.
Suas posses mais preciosas são seus tocador de discos e seu walkman. Tem uma quantidade considerável de discos e fitas em sua coleção incluindo Abba, The Cure, Pink Floyd, David Bowie, Dolly Parton, Billy Joel, etc.
Começou muito recentemente a estudar oclumência.
Remus é um ótimo cozinheiro. Adquiriu suas habilidades culinárias com sua mãe e, por isso, a maioria das receitas que sabe consistem em doces. Tem um sweet tooth e não é difícil encontrá-lo comendo doces (sempre tem uma coleção de balas nos bolsos do casaco), especialmente barras de chocolate (70% cacau).
O único vício que possui é o de fumar. Aquiriu o hábito na adolescência e, bem, não tem interesse em parar. Contudo, não bebe desde os dezenove anos.
Faz completo e total uso de invenções trouxas. A máquina de lavar e o micro-ondas são seus melhores amigos. Além disso, se comunica com sua família, na França, através de telefone (considerando tal prática mais seguro que cartas).
Por nacionalidade é galês, por etnia é galês e francês — o primeiro por parte de mãe (nascida e criada em Swansea) e o segundo por parte de pai (nascido na França e criado em ambos Paris e Londres). A mãe se esforçou para criá-lo de maneira que mantivesse os laços com seu “lado” galês e o “lado” francês, o alimentando sobre a cultura de ambos (na falta dos esforços do pai).  
Ainda que aprecie a descoberta das propriedades de wolfsbane, Remus descobriu ter sentimentos controversos sobre a poção. Por um lado, é grato por ter uma alternativa (uma escolha) e não nega a utilidade ou uso da poção. Por outro, o é difícil não associá-la aos traumas de sua infância, sentindo tamanha aversão a usá-la — se tivessem a descoberto antes… muita melancolia poderia ter sido evitada. Além disso, após anos praticando e, enfim, conseguindo desenvolver seu próprio método de manter a consciência durante as transformações, teme crescer dependente da poção e acabar perdendo seu progresso (e a conexão que formou com sua “comunidade”, com o lobisomem em si). 
Tem medo de altura e de insetos (particularmente baratas, mosquitos, louva-a-deus, gafanhotos, mariposas). Por conta de seus traumas, também tem fobia de locais escuros (ainda que, com anos, tenha ficado melhor) e deixar janelas abertas durante a noite.  
Sua estação favorita é o outono e, apesar não ser muito chegado em celebrações, detém determinado carinho pelo Halloween. Afinal, é a única noite no ano em que é aceitável ser uma criatura assustadora. 
Tumblr media
a comphrensive playlist  
remus’ mixtape
remu’s mixtape (2) — connections / headcanons / prompts list.
pinterest
Tumblr media
✶ { IT’S ONLY ME, DEAR, IN MY MIDNIGHT DISGUISE }  ✶ .
task: yule ball
self-para: what doesn’t kill you makes you wish you were dead
5 notes · View notes
la-semillera · 2 years
Photo
Tumblr media
Bridget Riley & Tracy K. Smith
El universo como un alarido primitivo
.
Las cinco en punto. ellos abren sus bocas
Y lo lanzan: alto, estridente y metálico. Primero el chaval, después su hermana. De vez en cuando
Ambos lo sueltan al mismo tiempo, y pienso
En ponerme mis zapatos para subir y mirar
Si se trata solamente de un experimento
Que sus padres han llevado a cabo 
Sobre la calidad del cristal, que lo más seguro
Yace roto en el suelo.
.
Tal vez la madre aún se sienta orgullosa 
De los cuatro pulmones rosáceos que cuidó
Hasta que pudo. Quizá, si consiguen alcanzar
El mágico decibelio, el edificio entero
Despegue, y entonces ascendamos a la gloria
Como Elías. Si esto es así -si esto es lo que 
Sus gritos estaban taladrando - dejemos que el cielo
Pase de azul a rojo, a oro fundido
Y a negro. Dejemos que el Paraíso que heredamos se acerque.
.
Ya sean nuestros muertos con túnicas estilo Antiguo Testamento,
O sea una puerta que se abre hacia la turbia infinidad del espacio.
Ya sea porque se agache para acogernos como un padre,
O porque nos trague como un horno. Estoy lista
Para conocer lo que rechaza que podamos conservar algo
Por mucho tiempo. Lo que se burla de nosotros con bendiciones,
Nos postra afligidos. Genio, Ladrón,
El vendaval destroza nuestros espejos contra el suelo,
Hasta barrer por completo nuestras breves vidas. Qué poca cosa
Parece nuestro jaleo al lado de esto. Mi estéreo es aleatorio
.
El vecino picando cebollas al otro lado de la pared.
Todo esto no es nada más que hipo contra aquello que jamás podrá
Venir de nosotros. Y los niños, arriba dale que te pego,
Vociferando como en El amanecer del hombre, como si algo
A lo que aún no han dado nombre se hubiera empeñado 
En nacer.
.
- Tracy K. Smith, de Vida en Marte. Vaso Roto Poesía. Traducción de Luna Miguel.    
- Bridget Riley, 'Stretch', 1964. © Bridget Riley 2014. All rights reserved.
2 notes · View notes
jgmail · 2 years
Text
El tribunal supremo de Estados Unidos se opone al globalismo
Tumblr media
Por Alexander Dugin
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
 La noticia más importante de hoy, sorprendentemente, no es la operación militar especial de Rusia en Ucrania o el inminente colapso de la economía occidental, sino el hecho de que el Tribunal Supremo de EE.UU. acaba de revocar la decisión de Roe vs. Wade aprobada en 1973, anulando con ello el derecho constitucional al aborto. De ahora en adelante serán los Estados Federales quienes decidan sobre el aborto. El fiscal general de Missouri, Eric Schmitt, anunció su decisión de prohibir el aborto en su Estado causando el estallido de protestas en varias ciudades. Los globalistas estadounidenses decidieron lanzarse a las calles vociferando maldiciones, quemando coches y saqueando las tiendas. Creo que esto último resulta muy grave, especialmente si tenemos en cuenta que la única rama del gobierno de los Estados Unidos que nunca ha dejado de ser transparente eran los tribunales, por lo que su autoridad resultaba indiscutible para todo el espectro político, especialmente porque eran un sector que hasta ahora no había sido usurpado por una ideología política abierta. No obstante, los jueces nombrados por Trump hicieron su jugada y esto ha causado que se produzca un punto de inflexión.
 Una vez más queda claro que Estados Unidos se encuentra dividido y que existen dos países en su interior. Ya no se trata de una lucha entre republicanos y demócratas, cuyo conflicto siempre ha sido muy relevante, sino de una división que fractura a la sociedad estadounidense. Tradicionalmente, la sociedad estadounidense siempre ha sido pragmatista y se ha guiado por el principio funciona/no funciona, esa es su esencia. En Estados Unidos no existe un dogma acerca de lo que es el sujeto o el objeto: uno puede considerarse Elvis Presley o Papá Noel y mientras nadie te objeto lo contrario poco importa. Lo mismo sucede con respecto al mundo: no existen leyes inviolables y uno se puede hacer lo que uno quiera, pero si el mundo te hace pedazos ese es tu problema. No existen los entes, sino las interacciones; podríamos decir que esa es la forma de pensar del estadounidense promedio. Lo mismo sucede con la forma en que se entiende el liberalismo: libertad para pensar lo que quieras, creer lo que queras y comportarte como quieras. Claro, la libertar individual siempre choca con la libertad de los demás, pero nunca conocerás los limites de ambas mientras no pongas en práctica tus ideas. Es por eso que siempre debes poner las cosas a prueba. Esta es más o menos la forma de pensar de los estadounidenses con respecto al aborto, el cambio de sexo, los desfiles de homosexuales o neonazis y cualquier otra cosa que se pueda poner a prueba. La última instancia que resolvía las discrepancias sociales en todas sus manifestaciones – basándose en muchos criterios y consideraciones – eran los tribunales. Esta forma de ser de los estadounidenses resulta completamente ajena a los europeos y sin duda ha sido una de las claves de su éxito: no existen los limites y puedes ir a donde quieras mientras nadie te detenga. Así es como funciona Estados Unidos.
 Esta forma de pensar fue rechazada por la élite estadounidense – formada por individuos de muy distintas procedencias, pero especialmente europeos procedentes de Rusia y en su mayor parte étnicamente judíos – decidieron adoptar los códigos culturales eurocéntricos o ruso-soviéticos de sus ancestros. Estos inmigrantes trajeron a los Estados Unidos una forma de pensar distinta que era incompatible con el pragmatismo estadounidense y se aprovecharon del mismo con tal de imponer sus ideas. Después de todo, en los Estados Unidos se comprende la libertad de una forma muy distinta al totalitarismo europeo. Han sido estas élites extranjeras y europeas las que han secuestrado la democracia estadounidense por medio de la implantación de estructuras globalistas que poco a poco se han ido haciendo con el poder.
 Las élites estadounidenses actuales son en su mayoría liberales de izquierda, muchas veces trotskistas, que impusieron al resto de la sociedad algo que les es totalmente ajeno: la idea del progreso lineal. La idea del progreso es incompatible con el pragmatismo, pues para el pragmatismo las cosas solo funcionan o no funcionan. Si algo funciona y te ayuda a progresar, entonces está bien. Pero si no, entonces lo abandonas. La forma antigua de pensar de los estadounidenses incluso ve con buenos ojos restaurar algo que antes existía mientras sea funcional, algo que los emigrantes del Viejo Mundo por supuesto rechazan porque para ellos el progreso es un dogma y un proceso continuo de emancipación, mejoramiento, desarrollo y acumulación de conocimientos. El progreso es para ellos una filosofía y una religión que implica un aumento continuo de las libertades individuales, el desarrollo técnico, la abolición de la tradición o los tabúes sociales y cosas por el estilo. No importa lo que funciona o lo que no, solamente importa el progreso.
 No obstante, esta interpretación del liberalismo resultaba totalmente ajena al liberalismo estadounidense donde nadie puede imponerle a nadie sus ideas. El liberalismo de las nuevas élites estadounidenses intentó erradicar esta forma de pensar imponiendo la cultura de la cancelación, las humillaciones públicas, la eliminación de las viejas costumbres, la normalización de las cirugías de cambio de sexo, la aniquilación de los fetos humanos (pro-choice), la igualdad entre hombres y mujeres y la teoría crítica de la raza. Los viejos liberales sostenían que “mientras algo funcione hasta bien, si no, entonces cámbialo”. Pero los nuevos liberales dicen: “nadie tiene el derecho a no ser liberal, si uno no es progresista entonces es un nazi y debe ser eliminado en nombre de la libertad, los LGBT+, los transexuales y la Inteligencia Artificial”.
 El conflicto entre estas dos interpretaciones del liberalismo – una pragmática y libertaria contra otra neoliberal y progresista – se ha vuelto cada vez más y más intensa en las últimas décadas conduciendo, finalmente, al triunfo de Donald Trump. Trump fue el representante del Estados Unidos profundo, mientras que los demócratas abrazaron las banderas del globalismo. Esta guerra entre dos sociedades con filosofías distintas ha llegado a su punto culminante ahora que se intenta definir cuál es la interpretación real de la libertad para ambos. Los estadounidenses viejos se aferran a su interpretación de la libertad individual que excluye por completo cualquier prescripción externa de la misma, argumentando que se puede defender el aborto y la homosexualidad, pero no persiguiendo a todo el que se le oponga. En cambio, los estadounidenses nuevos defienden el uso de la violencia contra todos aquellos que no comprendan la libertad y eso implica la formulación de un código de comportamiento que defina qué es o no es la libertad. Mientras que el viejo liberalismo no es normativo, el nuevo liberalismo es abiertamente totalitario.
 Solo comprendiendo todo lo anterior podemos entender porque la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos con respecto al caso Roe vs Wade de 1973 ha causado tanto revuelo. El viejo liberalismo, que es ante todo pragmático, no se dedica a prohibir el aborto, sino a defender que no puede convertirse en una ley impuesta desde arriba, por lo que cada Estado Federal puede buscar la solución que prefiera. Además, tal decisión también demuestra que el tiempo es reversible y que no existe una línea recta hacia el progreso, pues siempre podemos ir en otra dirección. No se trata tanto de la cuestión del aborto, como de la naturaleza misma del tiempo. Es este problema filosófico el que hoy está dividiendo a la sociedad estadounidense hasta el punto de que se ha declarado una guerra civil abierta.
 El Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha decidido declararle la guerra a las élites globalistas y neoliberales quienes, al igual que los bolcheviques rusos, desean sacrificar el presente en nombre del progreso, pues este último justifica todo. Hasta ahora, en Estados Unidos todo iba en línea recta para imponer el individualismo, el egocentrismo y el hedonismo. Pero, de repente, el Tribunal Supremo dio un fuerte paso hacia atrás. ¿Por qué ha hecho tal cosa? Los viejo estadounidenses se regocijan ante tal logro porque quieren recuperar la libertad que les fue arrebatada por los progresistas y los tecnócratas que sostenían que el tiempo iba en una sola dirección. Ahora el fiscal general de Missouri ha demostrado que esto se puede hacer. ¡Una jugada excelente! Se trata de una revolución pragmática, una especie de revolución conservadora estadounidense.
 Esto ha causado que la podredumbre globalista se revuelque, pues ha acontecido algo muy similar a la elección de Donald Trump: los estadounidenses viejos vencen a los estadounidenses nuevos. Como dice Matero 12, 25: “Todo reino en sí dividido será desolado, y toda ciudad o casa en sí dividida no subsistirá”. Esta profecía se cumplirá tarde o temprano…
3 notes · View notes