Moverse, como mecanismo de supervivencia. No se sabe a ciencia cierta qué método de orientación se usa, pero las aves viajan hacia el calor, para escapar del frío invierno y para renovarse en el camino. Nuevas plumas, nuevos aires. Ha costado abrir las alas y emprender el vuelo. Despegar. Calor de trópico, en busca de refugio. Finalmente huir del hielo. Las aves no buscan la estática o hibernar, no hay más que hacer ahí. Al sur y en climas aptos, con otros amaneceres y otros compañeros, se verá la vida desde otro ángulo y la perspectiva tal vez se torne correcta; que el viaje es el propósito, y que llegar a otro punto sólo evoque que casa no es más que tu cuerpo abrigado en plumas, la fuerza las llevas en las alas y tu equipaje consiste en no más de lo que tienes en el alma. Todos somos aves.
El 2 de junio de 1955, un avión partió desde el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York con destino a Miami. Era un viaje de 3 horas, pero el vuelo nunca llegó. Años más tarde, un operador venezolano observó un avión antiguo aterrizando en Caracas. Se trataba del vuelo 914 de Pan American World Airways, el mismo que había partido 30 años atrás. ¿Qué sucedió?
Quisiera que me acompañaras en este vuelo, donde no te prometo un "por siempre", pero si la dicha precisa de un amor sin límites y la claridad de una mirada llena de cariño y ternura.
Tampoco te prometo que todo el año será de sol y buenos días, pero si te prometo que en tus días más oscuros lanzaré juegos pirotécnicos para alegrarte el día y que este se tiña de luces multicolores y brillo fosforescente.
Seré quien tengo que ser para hacer más ligera la carga y que en tu vida pueda haber amor sincero.
“No se equivoca el ave que ensayando el primer vuelo cae al suelo, se equivoca aquel que por temor a equivocarse, renuncia a volar por la seguridad del nido.”