Tumgik
#sonrisa teñida de melancolía
winterjournal · 1 year
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Memorizar, como en la infancia memorizaba, centímetro por centímetro, los mapas de las enciclopedias de la abuela. Mapas amarillos de olvido y polvo, sobrevivientes a tres o cuatro mudanzas por una mera casualidad del destino. Con mi dedo índice trazaba viajes, volaba de aquí para allá con delicada curiosidad repitiendo en voz alta los destinos, anunciando el itinerario de mi próxima travesía.
La abuela leía un libro en el sillón y cada tanto me miraba de reojo, un poco para cumplir su deber y otro poco con una admiración teñida de nostalgia. Leía con detenimiento, sí, sus dedos bordeando las páginas con calma, acaso una caricia a una compañía invisible. Pero también tomaba pausas simétricas, acomodaba el almohadón en el que descansaba su cuerpo, asomaba su cabeza espiando con picardía de niña en un juego implícito, y si cruzábamos miradas me devolvía una sonrisa silenciosa para luego volver a su lectura.
Memoricé también, casi sin quererlo, la luz que rebotaba curiosa por cada rincón de su apartamento, la sensación del verano en la piel, que cinco pisos abajo era pegajosa y asfixiante y sin embargo aquí era una nube de aire límpido y fresco que se arremolinaba sobre nuestros hombros como un dulce alivio, el placer de la ausencia de todo aquello que existía tan solo unos metros más abajo: la muchedumbre revuelta, el aire viciado de asfalto y concreto hirviendo, la nausea del sofoco, gritos y bocinazos caprichosos coreando disonantes. Y aquí, nosotras, disfrutando de un mundo sólo nuestro, porque compartirlo con alguien más significaría alterarlo, sumaría ruidos nuevos y tal vez el aire no sería suficiente para tres, tal vez una nueva presencia, por más pequeña, traería algo de afuera que lo contaminaría todo.
Algo me distrajo brevemente de mi juego, un sonido intruso, una picadura de mosquito, o el rugir de mi panza tal vez, hoy ya no lo recuerdo. Levanté la mirada y la observé con cuidada atención. Usaba el cabello recogido en un rodete anticuado, los labios pintados con la dedicación de la artista que había sido y que siempre sería, aún cuando su cuerpo no le permitiera ni eso, ni maquillarse. Llevaba una camisa blanca con flores bordadas en las solapas del cuello, un regalo que le había hecho mi madre años atrás y que ella nunca dejaría de usar porque eso significaría desprecio y olvido. No, habría que cuidarla, remendarla si era necesario, pero ella conservaría ese regalo como un tesoro. De un segundo a otro una lágrima inadvertida se deslizó por su mejilla y se desorientó. La desorientó, tal vez, un recuerdo tan fugaz que no lo llegó a retener. Con un movimiento casi imperceptible borró el pequeño rastro de melancolía que había invadido su rostro un segundo antes, y cerró el libro. Incómoda, volví a mis mapas, y anuncié: ¡de Alaska a Kamchatka!, esperando una respuesta. Nuevamente eché un vistazo tímido en su dirección, sus ojos vidriosos ahora clavados en sus manos que sostenían el libro con confusión, como si éste se hubiera convertido en un objeto extraño, deformado, algo que había sido y ya no era más.
Y ella, también, estaba extraña y ausente, o en otro lugar, o tal vez tan allí que le dolía el alma. Estaba, sí, podía verla, pero no era la misma antes. ¿En qué pensaba? En el insportable final de ese día tan ordinario, quizás… eso que se nos pierde cuando todavía lo estamos viviendo. El tiempo se detuvo en seco y diminutos fantasmas comenzaron a brotar de los pliegues de su piel, historias que antes se acobijaban entre arrugas ahora escapaban en un sereno vuelo sin rumbo. La abuela permanecía impasible en su realidad y parecía ignorar lo que sucedía a frente a sus ojos. Pensé en tomarla de los brazos y agitarla, o sacudirle las manos, gritarle que algo estaba mal, que algo le estaba sucediendo. Pero me quedé quieta, petrificada, un poco por inexperiencia y otro poco por miedo.
Durante varios días me costó dormir. Aún pequeña, la vida me preocupaba como si fuese consciente de ella.  Aún sin saber con exactitud qué significaba lo que había presenciado, sabía que algo malo había pasado y que no había hecho nada para impedirlo. Tal vez, si le hubiera advertido, si la hubiera despertado a tiempo de ese trance… Tal vez, todavía esté a tiempo… Los días pasaron a una velocidad desesperante aquel verano, y una de esas noches en vela me convencí de que ya no había nada que hacer.
La abuela se olvidó enteramente de mí una tarde de invierno, apenas dos años después de aquel episodio.
Admito que aún hoy, ya adulta, cuando bajo la guardia o el día es insoportablemente azul, me pesa una culpa inocente, una culpa que no es realmente mía, ni de ella, ni de nadie, pero que se apodera de mi cuerpo con la violencia inevitable de quien intenta retener aquello que se le escapa de las manos una y otra vez.
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d-o-r-o · 2 years
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Te veo en el manto nocturno, me aparecen tus ojos inmaculados en la Luna. Un atisbo de luz señala mi corazón drenando el fuego de sus melancolías. Y te veo, en la lejanía y en ella tu sonrisa sigue firme, y la tristeza de mis pasos nobles se devuelven al cielo estrellado. Tu aureola blanca me impregna en la oscuridad tus risas y activa mi alma en danzas circulares, conmoviendo los recovecos apagados de mi ser. Te encuentro en los relojes y en sus minuteros, te siento huyendo al tiempo que pasa, y se pierde mientras recuerdo un "no se pudo". Me siento vulnerable, clamando tu ser en palabras sonoras que se lleva el viento en silencio, sin ser recordado el tinte de la rosa teñida en tu labios por los míos.
Teresa Torres
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la-caza-de-letras · 6 years
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Para Gari
Hago todo lo puedo para dejar la rutina, esa incesante melancolía de recordarte, que cuando entre sueño y realidad sombría veo tu silueta acercarse y tu sonrisa deslumbrante la que aun acaricia mi corazón, alegría de zozobra que inflama mis penas llenándose de pesadumbre, dejando mis pulmones sin el aire de su aliento, dejándome a mí, a mí sombra y esperanza al destino de la muerte quebrantadora que ya que ni con suplicas ni entrega furtiva tus ojos mirarían a este tonto ensordecedor. Recuerdo, pues, tus ojos de ternura, tus ojos que con simple movimientos daban toda su entrega a un ajeno: a mí, aquella sonrisa que disipaba toda agonía que inhibía todo dolor y conformaba parte de nuestro paraíso terrenal, nuestra paz y nuestro hogar. Tan solo cierro los ojos y veo entre luz y oscuridad la silueta inquietante que me maravillaba, que era mi tierra, mi país descubierto, mi universo complejo, nada hambriento. Esa cabellera loca teñida de castaño del árbol del jardín de nuestro hogar que dejo de existir. Esa cabellera que con mis dedos quisquillosos y tiernos la movía lentamente para admirar la belleza adornada de naturaleza pura, de eso rostro pulcro que ahora recuerdo, es ella: el rostro de mi primer amor, aquel que deje ir.
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profoundlovelypanda · 6 years
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Mis mejillas, rojas de nervios. No puedo decir que teñidas de rojo, más bien, teñidas de nervios. Mi piel esconde tristeza y calor, sulfura una posión de mezcla entre ambos sentimientos, como de calidez y melancolía.
Recojo mi cabello entre mis manos, cierro los ojos dando paso al encuentro de mi figura con el espejo, pienso...Me he vuelto a encontrar. Me he topado con la tristeza nuevamente, he vuelto a ser yo, aquél alma que nada en aguas azules y frías sin siquiera saber nadar, y que al escalar para volver a la tierra, solo encuentro vidrio que penetra la piel de mis manos. Nacemos solos, perdemos solos, somos solo una persona y no compartimos mismos segundos, pese a que compartamos momentos a la vez, nuestros pensamientos y sensaciones nos dividen, unos con un objetivo, otros con solo el pronunciarse ''Solo será hoy, luego quiero marchar''.
Me he vuelto a encontrar, flexiono mis piernas, sentada en el suelo envolviendo mis rodillas con las manos para así apoyar mi cabeza en mis rodillas en tal posición, sollozo en la oscuridad, finalmente observando nuevamente mi reflejo en el espejo, llorando, esbozo una leve sonrisa al notar mi destrucción.
Cuando vuelves a nacer, te vuelves a encontrar y cuando ya habías nacido de la lluvia, a la lluvia volverás, te harás adicto a ella y te acostumbrarás solo a ella, cada una de tus acciones tendrá el fin de llevarte de vuelta....Al punto del comienzo....Al punto del origen....
Soy yo, siempre seré el ser de las aguas frías y vidrios rotos...
Uno debe saber de dónde pertenece..
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