Necesito que sepa que la quise sin métrica, sin lógica, sin estructuras, sin reglas…necesito que sepa que he cambiado - no por ella, ni para ella -. Necesito que sepa que toda emoción que me inspiraba se ha quemado; que ya ni las cenizas son buenas. Que recogí mis pedazos y comencé a caminar descalza. Necesito que sepa que ya no hay nada de quien yo era, que me siento nueva, aun siendo vieja, que sonrío más y lloro menos y que en mi memoria queda todo lo que hicimos y todo lo que no fuimos, porque la amé. Sí, la amé
“Contigo no quiero París, ni Santiago, ni Roma. Contigo prefiero quedarme en casa, tomarte de las manos y guiarte a donde jamás has viajado; ida sin retorno, amor con insomnio, cafés de madrugada y sexo por placer. Contigo hasta enloquecer…"
Te acostumbras a una persona a sus palabras, besos, cariños, a su querer; a su querer único y especial, tan especial que quieres siempre tener. Simplemente te acostumbras a su amor, amor verdadero y de sentimiento, de sentimiento mutuo y de pudor que va creciendo a cada momento. Sin importar las diferencias de los dos, sin importar la distancia que pueda haber, que pueda haber cualquier día, mes o año; que pueda haber sin usted querer. En fin, te acostumbras tanto que es inimaginable que se aleje, que se aleje esa persona, esa persona que no quieres que te deje.
Yo solo espero que me mires a los ojos y me digas que vamos a tener días buenos y días horribles, pero que al final de todo siempre vamos a estar juntos, el uno para el otro.
Me gustan las personas que te coquetean con seguridad. Que cuando cruzan miradas te ven hasta con más intensidad. Esas personas que lo hacen incluso como algo descarado.