por Constanza Martínez Lacourt
A la hora de desmembrarse en palabras Vicente tiene una peculiaridad y es que todo lo que escribe lo amortiza con un golpe en constante movimiento envolvente y oscilante, como si estuviera mirando al techo y rotando de un lado a otro. La transparencia de su voz nunca aparece inadvertida.
Empiezo por la más obvia: ¿Qué es poesía?
En teoría, la única ciencia que se ocupa del problema.
La premisa era la de Rimbaud. “Hay que ser absolutamente moderno”: no hacer concesiones, sentir aunque duela, denunciar las mentiras, sumergirse en el miedo hasta que se disuelva.
Como las cosas cuando se desintegran en líquido y la química no permite que la materia se una, en este poemario hay que disolver los espejismos creados para sostener lo posible o lo inevitable. Los versos avanzan, las líneas se hinchan y aguardan peaje en una parte cruda de la cabeza hasta conectarse con un impulso nervioso que culmina cuando se revela la esencia de las cosas.
Oí ‘escaparse del espejo’ y me gustó.
Pero no es escaparse del espejo.
Es hartarse del espejo.
Blanquear.
Bailar frente al espejo.
¿Qué digo bailar?
Danzar.
Volverse, ora la fiera
más anárquica,
ora el galán maduro
que te morís por ser.
Disfrutá de tu bebida cola.
Disfrutá de la manera en que sostenés
el vaso.
Si nadie te escribió una canción de amor
hay algo que no funciona.
Ese es el parámetro.
Con un tinte prudente de belleza para intentar comprender nuestra realidad, sublime y simple a la vez, Escribir no es importante reúne cronológicamente los poemas de Vicente en todas sus épocas y libros, ofreciendo a los lectores un recorrido integral.
Su literatura reclama encapricharse con el detalle, pide relectura. Invita a la reflexión constante, desde lo cómodo pero también desde lo incómodo, que puede ser toparse y sumergirse en situaciones que desgarren los perímetros, que nos amurallan poniéndonos en jaque, para con humildad aceptar el mate de la derrota que es conquista de acierto.
Los que lean este libro se van a encontrar acá, buscando que el arte pase por nosotros, se expanda y logre su mayor objetivo: la creación.
Apenas pasa la tormenta
los riachos de montaña embrutecen
y retumban
arrastrando árboles, gente
y algunos amores.
Yo una tarde
perdí un par de zapatillas
y vi pasar a una señora
rebotando río abajo contra las piedras
sin oponer resistencia.
Y me tenté, pero no me tiré.
Todo ese día fui el que no se tiró.
La lluvia de ayer, tarde
y noche,
fue mayúscula;
y si bien en casa otra vez hay goteras
y yo estoy sufriendo
mi susto fue lejano.
En el barrio ya no quedan montañas
y las diagonales sólo dan remansos.
Pero un día después, hoy, aún húmedas
las puertas,
siento pánico y violencia.
¿Será el amor que se aleja?
No, no dije tristeza; dije pánico y violencia.
Vos quizás te acuerdes; yo soy
el chico que perdió las zapatillas
y la parrilla y una remera
y trepó, presa del pánico,
justo a tiempo para ver pasar a una señora
que ya no era una señora
rebotando río abajo,
a pasos de Icho Cruz. Y se tentó
pero no se tiró.
-todo el día fue el que no se tiró-
Y hoy, mucho tiempo después,
un día después de una tormenta
siente pánico y violencia.
¿Será el amor que se aleja?
5 notes
·
View notes
oración para esperar el colectivo
señor de los desamparados
que esperan el colectivo
no permitas que se apague esta llamita
defendida a puro sol sobre la escarcha
que el colectivo venga pronto
pues la espera
amontona cenizas en la frente
y tengo que apalearlas y hacer señas
y asomar los ojos a la ruta
aunque las venas duden
tironeando
señor de los desamparados
que no pase de largo
como si yo no fuera capaz de andar descalza
como si yo no fuera propensa a la ternura
como si fuera una chapa
un poste nadie nada
y que no venga lleno señor
porque se salen con la suya
entonces patas y empujones
en un boleto me suicidan la sonrisa
y me resigno animal al matadero
que no demore señor hoy hace frío
y no llegan los sueños hasta el alma
en el filo de este riesgo no me culpes
si abandono un segundo la trinchera
y alcanzo a maldecir
la madrugada
13 notes
·
View notes
Julia Martínez nos trae este gran poema de Eladio Orta, de su libro "Mixtura". Esperamos que lo disfruten.
2 notes
·
View notes
por Sofía Collavino
“parque de las ruinas no es una obra para lectorxs perezosxs”, me animo a aventurar porque convivo con el fetiche de iniciar reseñas con fuertes advertencias. Rápidamente elijo contradecirme para decir esto otro: “todo el mundo debería leer parque de las ruinas”.
Arranco explicando la primera máxima (la segunda no necesitará explicación). La pequeña y sarcástica osadía de titular un libro sin mayúsculas ya nos da una pista de las bellísimas incongruencias que encontraremos en su interior. Digo libro porque no me atrevo a etiquetarlo como #poemario. Decía, entonces, que no es un libro para perezosxs porque lo que logra Marília García es extender –como sacudiendo un mantel sobre la mesa del comedor– incontables rincones, recorridos y dinámicas, que se cruzan entre sí. parque de las ruinas propone lecturas diferentes, escarbar en las posibilidades de la literatura y reversionar a su manera formatos anticuados, hoy vintage. A nosotrxs nos toca explorar.
Marília logra establecer un diálogo tan orgánico entre las imágenes y el texto que nos hace pensar, por momentos, que estamos presenciando el origen de un nuevo género híbrido. Esa es la pregunta que nos obliga a seguir leyendo. Y mientras pensamos en cómo esta unión de fotografías con poesía se nos presenta tan obvia e indivisible, distinguimos también los signos del collage: nombres de artistas, recomendaciones cinematográficas (con sinopsis de yapa), criaturas, conceptos, recordatorios específicos de sucesos no tan recientes (no tan lejanos), postales, fotos de otras fotos, fotos de otros cuadernos, cartas, ¡links!, teoría literaria y una batería de referencias, enmarcado todo en la excusa del diario personal, pero sin llegar a cubrir el todo. La pluralidad de aristas que se pegotean en las páginas del libro lo vuelven una obra asombrosamente productiva.
Con ningún otro texto me animaría a compartir una imagen con mis propias –humildes– notaciones, y será por eso que también le agradezco a la obra la posibilidad.
La última de las estaciones (al menos a la que yo llegué al momento de escribir este artículo) se evoca a la dimensión ensayística, para nada sutil, en parque de las ruinas. Por momentos parecería que la propia obra nos quiere dar las pautas para desentrañarlo. Falsa alarma. Se mantiene inmutable en su espíritu salvaje. No obstante, guardamos estas ideas para aplicarlas otro día y ver si resisten la lectura-marília que aprendimos: buscar hasta encontrar lo que no estaba.
2 notes
·
View notes
mamá se fue
tarda muchos años debajo de su puerta
saliendo agua roja
papá la maldice
antes de irse mamá ya no hablaba
no abría los ojos
después cerró la puerta de su cuarto
y no quiso volver
detrás de la puerta nos llama a veces
y nos grita un cuento de una casa de dulce que se come
y llora largamente
y se ríe
y se oyen cosas que se quiebran
y mamá habla por ratos ronco como un hombre
como una noche lejos
y da golpes
y la oímos rasparse
en las paredes
y sale un río de mamá por debajo de la puerta
un río rojizo y triste que no se mueve
5 notes
·
View notes
Burgueses
No me dan pena los burgueses
vencidos. Y cuando pienso que van a darme pena,
aprieto bien los dientes y cierro bien los ojos.
Pienso en mis largos días sin zapatos ni rosas.
Pienso en mis largos días sin sombrero ni nubes.
Pienso en mis largos días sin camisa ni sueños.
Pienso en mis largos días con mi piel prohibida.
Pienso en mis largos días.
—No pase, por favor. Esto es un club.
—La nómina está llena.
—No hay pieza en el hotel.
—El señor ha salido.
—Se busca una muchacha.
—Fraude en las elecciones.
—Gran baile para ciegos.
—Cayó el Premio Mayor en Santa Clara.
—Tómbola para huérfanos.
—El caballero está en París.
—La señora marquesa no recibe.
En fin, que todo lo recuerdo.
Y como todo lo recuerdo,
¿qué carajo me pide usted que haga?
Pero además, pregúnteles.
Estoy seguro
de que también recuerdan ellos.
8 notes
·
View notes
El paso se interrumpe
un camión descarga lácteos en un mercadito
los hombres hacen fuerza
el chino del mercado da instrucciones
yo pienso en la cadena,
en la cadena alimentaria de las cosas,
lo mejor que puede pasar es que se vendan todas las leches.
En qué franja del mundo estoy
en la que hace qué
en la que cree en qué
en la que jamás piensa en qué
qué soy exactamente
qué virtudes tengo
en qué franja de la bondad entro.
En el medio de la calle hay un auto dado vuelta
lo custodia una mujer policía
ya no hay personas
no hay accidentados
queda un auto dado vuelta
un auto que ya no sirve tanto
me preocupo por la vida de las personas que iban adentro
cuántos eran
si había niños, una mujer embarazada
un anciano o alguien feliz.
No tengo idea de mi coeficiente mental
cuánto es, qué número tiene
en qué franja estoy
tengo una enfermedad crónica
me pregunto cuánta gente habrá
en la franja de los enfermos crónicos.
Mi vecina está recién operada de la garganta
tiene un hilito de voz
ella está en esa franja
su hija está en la franja de los niños con problemas de peso
yo estuve en la franja de los niños fóbicos
de las nenas a las que le comieron la lengua los ratones.
En qué franja cabe mi felicidad de hoy
en qué segmento va
no sé nadar
estoy en una franja que no me queda bien
a mí dejame en el agua que no me voy a morir
estoy en esa franja.
Nadie sabe en qué franja horaria está mi hermana
ese continente no está en esta franja
mi hermana está en la franja de las mujeres altas
yo estoy en la franja de las bajas
y la miro como cuando era chica
hay una franja que nos unirá siempre
la franja de los hijos de Mónica y de Ulises.
Se bifurcan las franjas de la identidad
tanto
que dan ganas de correr
hacia la preexistencia.
En el bebé diminuto que vi en el subte
iba la gracia
la vida
frágil
nueva
en la madre del bebé diminuto que vi en el subte
iba el miedo a lo inmanejable.
La franja de los recién nacidos
es la franja efímera.
Estoy en la franja de los que le deben al psiquiatra
de las chicas con mucho corazón
y muchos lunares
en la franja de los que a veces
duermen mal de noche.
3 notes
·
View notes
Matías Bonfiglio nos lee un poema de la autora chilena maría José Ferrada, de su libro Cuando fuiste nube. Esperamos que lo disfruten
0 notes
por Martín Domínguez
foto de Zsófia Fehér
Naranja Falsa
No es la luna, te digo.
Son estas flores
que iluminan el patio.
Las odio.
Las odio como odio el sexo
la boca del hombre
sellando mi boca, el cuerpo
paralizante del hombre.
y el llanto que siempre se escapa,
bajo, humillante
premisa de unión—
En mi mente esta noche
escucho la pregunta y la respuesta correspondiente
fusionadas en un sonido
que aumenta y aumenta y después
se divide en las viejas yo,
los cansados antagonismos. ¿Te das cuenta?
Nos hicieron las tontas para¹.
Y el aroma de naranja falsa
se filtra a través de la ventana.
¿Cómo puedo descansar?
¿Cómo puedo estar tranquila
cuando existe todavía
ese olor en el mundo?
Mock Orange
It is not the moon, I tell you.
It is these flowers
lighting the yard.
I hate them.
I hate them as I hate sex,
the man’s mouth
sealing my mouth, the man’s
paralyzing body—
and the cry that always escapes,
the low, humiliating
premise of union—
In my mind tonight
I hear the question and pursuing answer
fused in one sound
that mounts and mounts and then
is split into the old selves,
the tired antagonisms. Do you see?
We were made fools of.
And the scent of mock orange
drifts through the window.
How can I rest?
How can I be content
when there is still
that odor in the world?
¹En vez de “nos dejaron en ridículo”, me tomé la licencia poética de jugar con la literalidad de las palabras, y el estereotipo machista de la “mujer tonta”.
2 notes
·
View notes
por Joaquín Rodríguez
Se puede escuchar techno o lo-fi mientras se estudia, y también se puede leer, como en canon, dos textos a la vez. Lo sorpresivo para mí es encontrar, mientras leo un texto, otro. Encontrar un canon en la lectura unívoca de un poemario. No es el plagio barato, es la esencia repetida, no el reflejo de espejo sino de papel aluminio, y en este caso doble.
Entré a leer “Pétalo nocturno” esperando un texto con la esencia del romanticismo latinoamericano; el título fue una pista de eso. Pero también, hay una sola primera lectura de unx autorx, e intuí el libro por los otros poemas que había leído de María Belén Corso.
Pero en realidad, no. En realidad, entré a leer este poemario esperando algo más como lo que podemos denominar “poesía de instagram”, o sea, esperando una poesía breve sobre lo cotidiano, sobre el desamor o el Edipo.
Creo que me metí a leerlo con ambas probabilidades a la mano, porque de hecho no creo que hubiera nada demasiado definido: entré en la búsqueda del pétalo.
Pétalo sincero que te hacés presente
en la hora infalible de mi desesperanza
y perfumado, vuelto hacia mí,
destruís el dolor concebido en noches oscuras,
Península
Isla de Sentimientos.
Es tramposo ponerles la primera parte de este poema que está tan cerca del final del libro, y me excuso en la lectura transversal. Este fragmento, cargado de lirismo e imágenes de la naturaleza tranquilamente podría ser un texto romanticista. Si solo pusiera este texto podría cerrar la reseña acá. Me quedaría tranquilo y lxs dejaría tranquilxs sabiendo qué texto es este.
Me contengo para no arrasarte
no quieras que me lleve conmigo
este castillo de arena
Evidentemente esto no lxs sorprendió. Es otro poema, más cercano al principio del libro, este poema de tres versos tan “poesía de instagram” que hasta entra en una foto, confirma el segundo registro (pero segundo o primero en paralelo), y viene a reponer lo que ya dije antes. Este poemario replica dos registros, en algunos poemas uno, en otros poemas otro; y bastante seguido ambos en un mismo texto.
El orden de los poemas parece aleatorio pero correcto, hay algo factídico: se siente que el orden es un hecho definido y concreto, imposible de corromper, y al mismo tiempo decidido por un conjunto de dados.
La única forma de entender lo que digo sobre este poemario es leerlo y experimentar sus vueltas. Les dejo mi poema favorito, porque después de explicar me gusta disfrutar y a fin de cuentas esta reseña es mía:
mi moon river
Hay un río que corre prendido fuego.
Al lugar común se lo han comido los insectos
y las rosas aún no mueren,
no se ahogan en esta maraña de obsesión
que despierta por las noches
preguntándose
por las estrellas que no brillan
y las luciérnagas que sí murieron
3 notes
·
View notes
Constanza nos trae un bellísimo poema de su autoría, Los cielos no se repiten. Esperamos que lo disfruten.
0 notes
Agustín Scarinici nos lee un poema de su autoría, Estático. Esperamos que lo disfruten.
1 note
·
View note
Piedritas en la ventana
De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que está ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas
quién sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuándo mi historia va a ser computada
quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos
está bien no jugaré al desahucio
no tatuaré el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca
está bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedritas
abriré la ventana
abriré la ventana.
8 notes
·
View notes
CANTO NUPCIAL (título provisorio)
Me he casado
me he casado conmigo
me he dado el sí
un sí que tardó años en llegar
años de sufrimientos indecibles
de llorar con la lluvia
de encerrarme en la pieza
porque yo -el gran amor de mi existencia-
no me llamaba
no me escribía
no me visitaba
y a veces
cuando juntaba yo el coraje de llamarme
para decirme: hola ¿estoy bien?
yo me hacía negar
llegué incluso a escribirme en una lista de clavos
a los que no quería conectarme
porque daban la lata
porque me perseguían
porque me acorralaban
porque me reventaban
al final ni disimulaba yo
cuando yo me requería
me daba a entender
finamente
que me tenía podrida
y una vez dejé de llamarme
y dejé de llamarme
y pasó tanto tiempo que me extrañé
entonces dije
¿cuánto hace que no me llamo?
añares
debe de hacer añares
y me llamé y atendí yo y no podía creerlo
porque aunque parezca mentira
no había cicatrizado
solo me había ido en sangre
entonces me dije: hola ¿soy yo?
soy yo, me dije, y añadí:
hace muchísimo que no sabemos nada
yo de mí ni mí de yo
¿quiero venir a casa?
sí, dije yo
y volvimos a encontrarnos
con paz
yo me sentía bien junto conmigo
igual que yo
que me sentía bien junto conmigo
y así
de un día para el otro
me casé y me casé
y estoy junta
y ni la muerte puede separarme
8 notes
·
View notes
por Virginia Cano y Marta Dillon
imágenes:
Fátima Pecci Carou; Algún día saldré de aquí, instalación, 2014-2015, CABA.
Fátima Pecci Carou; Ailén López, acrílico sobre tela, 2015, CABA.
sacado de Proyecto NUM
Yo no soy la mujer de la bolsa. Por eso estoy acá, frente a ustedes, leyendo este texto y respirando todo nuestro dolor, nuestra lucha y nuestra esperanza.
Yo no soy la mujer de la bolsa, porque esa (entre otras) es Daiana, quien ya no está, y nada debería borrar lo insustituible de su ausencia, lo irrecuperable e insuplantable de su muerte violenta en manos de un femicida.
Nosotras no somos las mujeres que ya no están. Pero todas ellas nos atraviesan. Nos duele su ausencia. Activa en nuestros cuerpos la memoria de las propias heridas, las veces que callamos los abusos, las que cruzamos de vereda temblando, las que nos cubrimos acatando la orden de mantener el cuerpo a resguardo porque es débil, porque podría ser tomado.
Ellas, las que ya no están, son la herida que desmadra a todas las heridas y de ese tajo común se alimenta nuestra rabia, ahí es donde se funde el sentido de nuestra lucha.
Ellas, las que ya no están, nos confrontan con el límite más cruento del sistema hetero-patriarcal que nos quiere sumisas, devotas, calladas, temerosas. Y que, en el mejor de los casos, nos acepta “inclusivas” y comprensivas.
Pero nosotras somos, también, las de la mano pesada, las gordas que revientan las calzas; somos las que podemos correr, las que gritan como las locas de la Plaza. Somos las que buscamos la potencia de la horda y en el abrigo de la tribu nos hacemos fuertes. En la tradición de la Furia Trava, de nuestras guerrilleras, de las amazonas del Bajo Flores que escrachan a los golpeadores y en la de aquellas que tensaban el arco sobre el pecho ausente, venimos a poner el cuerpo, estos cuerpos que gozan y cogen y sufren y se celebran y pelean; estos cuerpos soberanos que deciden contra todo, que se plantan y que dan el grito para que suene con otros.
Nosotras, las que estamos acá, tenemos que inventar las suturas para que la
herida cicatrice y la ausencia no devenga vacío. Nosotras, con lágrimas en los ojos y el cuerpo en situación de guerra, nosotras decimos “basta”. Y que no se nos malentienda. Nosotras no queremos pedir clemencia, ni piedad, ni consideración. No queremos las dádivas de simpatía que les dan a sus hijas, sus hermanas o sus amores. Nosotras queremos ser las otras, las fugitivas del heteropatriarcado, las que aprietan fuerte la herida para detener la sangre con la que nos quieren disciplinar. Nos-otras, queremos otras vidas, otros mundos. Queremos ser las otras. Las prófugas del continuum de violencia al que nos vemos sometidas por el mero hecho de habitar un cuerpo asignado al género “mujer”. Preferimos el riesgo de la intemperie compartida, el cobijo que se construye cuando se deshilvana eltejido de violencias que sostiene al mundo tal y como está, a negociar pequeñas libertades a cambio de un discurso que pacifica conciencias y exonera de responsabilidades. Nosotras no somos las mujeres de la bolsa, pero podríamos serlo. Que la herida alimente nuestra rabia feminista, tortillera, trans, contestataria. Y que la rabia se haga palabra, arma y refugio frente a la hostilidad hetero-cis-normativa. Porque nosotras no queremos ni una menos. Nuestros cuerpos se tensan y cuentan; su historia y su memoria se tejen con otras. Que por acá no se pase más. No queremos ser ni temer ser una más en la lista de las que van a parar a la bolsa de desechos corporales del patriarcardo. Desde la herida construyamos el nosotras-otro que nos defienda y que repela las violencias cruentas y sistematizadas. Desde la rabia, enlacemos el nosotras-otro que sea la alquimia del dolor y la muerte, la resistencia amparada en la ternura y la amorosidad.
*en Pantera, Miss Bolivia, 2017
---------------------
Si te gustó este texto te invitamos a buscar el libro de Proyecto NUM y también creemos que te pueden interesar estos otros textos:
¿En qué momento pasamos a decirnos que nos cuidemos como si estuviéramos por morir?
¿Quién iba a pensar que el futuro estaba en un libro?
3 notes
·
View notes
por Sofía Collavino ( @unchispero )
Sin ánimo de explotar tan rápidamente el –no muy extenso– campo semántico del peligro, me encuentro con el deber de prevenir a lx lectorx: Mesa de pájaros puede ser muy salvaje.
Dependiendo de qué tan despiertxs estemos al momento de abrir el libro, notaremos algunas señales que inquietan: la primera es el sorpresivo encuentro con una lograda intervención visual –obra de Ramiro Clemente–, que nos descoloca con una mezcla de fanzine y diario íntimo manchando las hojas; después, el nombre de la primer sección del libro “Animales grandes”, ineludible advertencia. Para cuando llegamos a leer las primeras líneas del poemario una sensación de cautela se irá (debería) adueñando de todo:
mirábamos cómo
el león mata a la cebra,
cómo
el cocodrilo agita su presa,
de un lado
a otro
antes de comerla,
cómo
la serpiente
se retuerce
y acierta.
De ahí en más nace un desfile de dientes, rugidos, hambre y velocidad que comenzarán a hipnotizarnos.
En algún momento me detengo frente a lo evidente: los rasguños y las mordeduras cubren también este libro. Las heridas y el papel se comunican con los poemas, creando otro diálogo posible. No hay que dejarse engañar, ni debemos subestimar el poder comunicativo de la imagen ¿cómo podría ser una coincidencia, descubrir un cuaderno lastimando, cuando nos adentramos en los paisajes que compone Denise León?
Entre tanta hostilidad, un mantra se hace presente: “Nosotros es más fuerte”. Una idea que crece e inunda las páginas “los domingos/ vamos afuera/ y ningún pacto de amor/ perdura como el nuestro.” Un sentimiento de comunidad llama a lx lectorx por todas las páginas y por toda la selva, le ofrece compañía, protección, manada, pero también le exige algo a cambio.
A lo largo de la obra, León mantiene un tono profundo, ecos y exclamaciones, que compone de títulos como fragmentos de una conversación que no llegamos a escuchar. Al final, me quedo con la sospecha de que lo que encontramos en Mesa de pájaros es apenas lo que León llegó a rescatar, con mucho cuidado, de estos escenarios feroces. Realmente espero encontrarme con más cuadernos que atestigüen lo que la autora vio.
Mientras tanto, en algún punto, la selva se vuelve jardín. El Nosotros sobrevive, aprende y brota cariño.
1 note
·
View note