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Sobrevivir a la Semana Santa

Santa será para algunos; y si no, que se lo digan a la televisión. Los pasos se elevan al son de los tambores mientras la audiencia de las principales cadenas es pisoteada por los costaleros. Por ello, muchas emisoras adaptan su parrilla y esperan rezagadas a la llegada del martirio para resucitar pasados los siete días. Sin embargo, otras prefieren resistir y conservar su programación y otras aprovechan las circunstancias para llevar la cruz también a los hogares.

Antena 3 es la emisora que mejor se ha adaptado económicamente hablando. Su parrilla en prime time ha sido tan ficticia como los programas de producción propia que ha mantenido. Salvo Allí abajo, otros como El árbol de la vida o Top Chef han sido sustituidos por películas como Resacón 2 o La isla de Nim. Una reacción coherente con su filosofía ya que, tras los resultados de marzo, le conviene más echar mano a su amplio catálogo de ficción para mantener su imagen juvenil y despreocupada al menor coste posible. Esta estrategia de emisión de programas de bajo coste también afectó al exitoso Tu cara no me suena todavía. Lo que sonó, y bien fuerte, fue el estrepitoso porrazo que sufrió en términos de audiencia (11,8%) el refrito con el que la emisora afrontaba el Viernes Santo. Otra que tal baila es La 1, sustituyendo Cuéntame por La princesa Paca, una mini-serie histórica y para todo público, acorde a la cadena, que aprovechó el tirón de El Tiempo (Lead-in) para sumar audiencia.

Telecinco, en su lugar, ha resistido el temporal manteniendo su programación en prime time. La reina ha observado el desértico terreno de combate y ha continuado atacando, no sin realizar algún cambio. Uno de ellos ha caído sobre la nueva edición de La voz kids que ha sido trasladada al martes, aprovechando el cine de la de Atresmedia y el decadente iFamily. Lo mismo ha ocurrido con GH VIP, que se ha alargado hasta el Jueves Santo, siendo el capítulo más visto de la temporada (21,2%) sin Cuéntame como rival. Esta acción de flanco frente a la debilidad de sus competidoras es una estrategia muy coherente con su filosofía de líder, a la vez que un intento por mantenerse en el trono. Pero, hablando de debilidad, no todo ha sido coser y cantar; Telecinco también se ha sumado al low cost, emitiendo otro refrito de La voz kids para competir contra la fritanga de la tres.

Finalmente, las hay que han preferido subirse al carro, en este caso al paso, emitiendo programación religiosa. Y no, no me refiero a La 2 ni a 13TV, que también; me refiero a DMAX. La cadena ha aprovechado la tradición para estrenar productos de tira diaria que ofrecen otra perspectiva sobre la religión. Un ejemplo es Los enigmas de Jesucristo, emitido el jueves, viernes y sábado a las 22:00 o Misterios de la Biblia de lunes a viernes a las 15:50. Ambos son coherentes con la cadena, pues responden al formato al que nos tiene tan acostumbrados y mantienen su espíritu intrépido, científico y fresco.

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Cuestión de encajar

El pasado 8 de marzo, Nivea y Mediaset España desarrollaron la campaña ¿Te atreves a ser tú? con motivo del día internacional de la mujer. Durante todo el día, las principales presentadoras de la cadena se convirtieron en prescriptoras del nuevo tratamiento rejuvenecedor de la marca, una telepromoción que le viene como anillo al dedo al programa de Carlota Corredera.

Cámbiame, emitido ese día a las 14:15, ofrece un cambio de look a personas descontentas con su imagen, objetivo parecido al de la marca que, dicho sin tapujos, pretende lucrarse con las arrugadas inseguridades de sus clientas. Este espacio es ideal para el prometedor elixir que, según sus creadores, “invita a la mujer madura a verse tan joven como se siente”. Programa y marca establecen pues una relación simbiótica: el primero proyecta las carencias de autoestima de las espectadoras en las concursantes y sugiere el cambio físico como solución; una vez preparado el terreno, la marca lanza su producto.

Las ventajas para ambas empresas son considerables. Por un lado, Telecinco es el medio capaz de acoger una iniciativa publicitaria como esta gracias a su elevado porcentaje de programas de producción propia. Además, sus índices de audiencia garantizan la cobertura de la campaña. Por otro lado, espacios como Cámbiame, MyHyV o Sálvame (también participantes en la iniciativa) cuentan con una audiencia femenina preocupada por la imagen física, facilitando la penetración de la marca en el mercado. Finalmente, Nivea es una de las referencias principales del mundo de la cosmética, y dota al programa de mayor verosimilitud y confiabilidad.

Mi segundo ejemplo viene de la revolucionaria TEN. Su nuevo programa #TEN dencias, estrenado el 29 de marzo a las tres de la tarde, promete ser el peso pesado de la parrilla, dando visibilidad a lo último en moda, cocina o lifestyle. He elegido este espacio, precisamente, por mi incertidumbre a la hora de analizarlo desde la perspectiva de la publicidad no convencional.

Por un lado, el espacio parece un campo de minas publicitario: su contenido se nutre de tendencias que suelen materializarse en un producto concreto. Sin embargo, no he encontrado tal saturación comercial en el primer episodio, a pesar de sus amplias posibilidades. Echemos un vistazo a la primera parte: Vicky Martín, la presentadora, entrevista a Mar Flores a raíz de su línea de bolsos, una estrategia que recuerda a la de Pablo Motos pero que no se considera publicidad. Más tarde, Vicky se hace una selfie grupal presumiendo de la funda luminiscente de su smartphone que ninguna marca parece haber querido emplazar. Sí encontramos, por ejemplo, un product placement en el reportaje de la Beauty Party, celebrada en el Only You Hotel Atocha. Ante todo, es sensato pensar que el programa presenta, todavía, algunas dificultades a la hora de encontrar marcas que lo financien. O eso parece.

No he encontrado evidencias de que sea así, pero es posible que la joya de TEN sea, en realidad, un contenido financiado por toda una industria que gira en torno a la imagen de la mujer. En este supuesto, la relación programa-marca estaría centrada, no tanto en las referencias comerciales, sino en la difusión de un valor o concepto. Por otro lado, como sucedía con Cámbiame, aconsejar determinados productos significa un plus de pragmatismo para un programa cuyos espectadores han crecido bajo la premisa “marca=calidad”. 

Tanto Cámbiame como #TEN dencias guardan una estrecha relación con las marcas referentes en el ámbito de la estética; una simbiosis que potencia su realismo y credibilidad mientras ejercen de plataforma de lanzamiento para productos y valores.

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DIY: ¿Cómo hacer un programa de éxito en televisión?

El consumo televisivo ha cambiado desde los noventa hasta hoy. No reconocemos a una TVE líder en audiencia, y tampoco nos vemos reflejados en los programas estrella de las parrillas de entonces. Sin embargo, las fórmulas de estos programas para llegar hasta nuestros hogares no difieren tanto a las de la actualidad. Por ello, he comparado la televisión de antes y ahora desde esta perspectiva, analizando estas fórmulas y elaborando la siguiente lista.

8 claves para hacer un programa de éxito en televisión

El fútbol. En televisión hay dos tipos de contenido: fútbol y todo lo demás. Si quieres crear un programa de fútbol, no necesitas seguir leyendo.

El directo. Cercanía, autenticidad y sentirse parte de lo que ocurre tras la pantalla es lo que ofrece la emisión en vivo al espectador. Bien lo saben Pablo Motos y sus hormigas o Ramón García en Quién sabe dónde.

Personajes conocidos. Ana Obregón, Bertín Osborne, Mónica Naranjo... Presentadores o presentados atractivos y carismáticos, que encontramos en espacios como Got Talent, TCMS, ¿Qué apostamos?...

La cotidianidad. Presente en Una pareja feliz o Quién sabe dónde y en otros como Mi casa es la tuya o Chester in love (del estilo de Cita con la vida), donde personalidades conocidas muestran su faceta más cercana.

Personas reales. Las figuras de la calle con conflictos de verdad ayudan a la audiencia a empatizar fácilmente. Fórmula muy frecuente en los noventa por la que ha apostado Tu cara no me suena todavía.

El humor. Como contenido o como ingrediente accesorio, el humor era clave en Cruz y Raya, Genio y figura o Karaoke y lo sigue siendo en los concursos televisivos o magacines de hoy.

El espectáculo y el reto. De esto saben Gran Hermano o MyHyV, y, generalmente, todos los concursos televisados líderes desde los 90 hasta ahora. Es importante encender la chispa y llamar la atención del público. 

Contenido intergeneracional. Para Goyo González, presentador de Uno para todas es una de sus fortalezas. Un contenido para toda la casa también es clave en programas como El Hormiguero o Cuéntame.

Definitivamente, es la familiaridad y la cercanía de la televisión de hace dos décadas, lo que parece seguir siendo la clave del éxito de los programas que hoy en día más aclamamos.

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El pasado domingo asistimos a un hecho histórico: la Santa Misa de RTVE batía el récord de audiencia con un 21,3% del share y más de un millón de espectadores. Esto sucedía en respuesta a la proposición de Unidos-Podemos de eliminar el programa de La 2, apelando al carácter aconfesional del Estado y a la imposibilidad de la cadena de dar cabida a todas las creencias. ¿Qué podemos objetar ante estas cuestiones desde la lógica de la televisión pública?

En consonancia con la argumentación del partido, RTVE, como corporación de titularidad estatal, debe ofrecer un contenido de servicio para la población. Atendiendo a este principio, debemos tener en cuenta que un 70% de los españoles son católicos según el CIS, una cifra irrelevante, efectivamente, para un estado aconfesional, pero muy decisivo a la hora de diseñar la parrilla de una televisión en el marco democrático. 

Por otro lado, el carácter generalista de RTVE le obliga a optar por la variedad de programas y por dirigirse a una audiencia amplia y diversa. Así, se hace necesario diseñar programas de temáticas en distintos ámbitos sociales, políticos, económicos, culturales, etc. En este contexto, la religión no debe ser una excepción, tal y como propone la formación de Pablo Iglesias, sino otro universo temático más.

Frente a la apuesta por la variedad, es imposible recoger la totalidad de temáticas demandadas por el espectador; una lógica que parece compartir la formación morada que dice que “ante la imposibilidad de dar cabida a todos y cada uno de estos sistemas ideológicos […] la actitud más sensata de una televisión pública es la de absoluta neutralidad”. Pero, extrapolando la afirmación a otros ámbitos, también es inviable ofrecer documentales de todas las ramas de la biología (dando un descanso a los leones) o series de todas las temáticas existentes (excluyendo la vida de reyes y reinas difuntos, por favor). Por tanto, este principio llevaría al servicio público a la incapacidad para programar y, por consiguiente, al absurdo.

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Telecinco se hunde

01/05/2017

Acaban de publicarse los resultados de audiencia en televisión durante el mes de abril. La carrera entre Telecinco y Antena 3 ha sido ardua, pero se salda con un claro vencedor: los naranjas lideran con un 13,5%, relegando a los azules a un secundario 13,1%.

No es de extrañar, si observamos la trayectoria de la joya de Mediaset en los últimos meses. Tras dos años de liderazgo, el quinto canal tropezó en Diciembre y Enero, y en Febrero se levantó en un último sprint y una vacilante décima sobre su competidor (gracias a la sustitución de MyHyV en el último momento). Y es que la popularidad de Telecinco no ha hecho más que caer, tal vez por el agotamiento de sus formatos. Un ejemplo es el cambio de horario de Sálvame Deluxe (de Viernes a Sábado) ante un aplastante Tu cara me suena; un derrotado Got talent, tal vez por la quema del formato o porque ya no quedan prodigios en España para tanto programa caza-talentos (lo cual es más probable); o los embarrados números de la edición de GH VIP menos vista de la historia frente a Cuéntame cómo pasó. Pues os voy a contar cómo pasó. A pesar del intento por sobrevivir con el estreno de Supervivientes, Telecinco no ha logrado aguantar la goleada que la Champions le ha marcado este último mes. A ello se suma el esperado Tu cara no me suena todavía que también ha proporcionado a Antena 3 un buen marcador. 

La 1 se acomoda en su tercer puesto conservando su 10,1% de cuota. Era de esperar dado su gran descenso desde los 10,9 puntos en Diciembre hasta situarse 8 décimas por debajo en Febrero. iFamily no ha logrado las cifras esperadas tras un estreno duramente castigado en la red social del pajarito azul. Sin embargo, se mantiene gracias al éxito de Cuéntame.

Las televisiones de pago han subido un punto con un 7,8% de cuota frente a Febrero, predecible por la tendencia ascendente desde los 6,8 que registraban en Noviembre. Lo mismo ha ocurrido con las autonómicas, que se han situado en un 7,8%, dato acorde al aumento progresivo de espectadores desde el 7,2% que registraron en Septiembre.

#audiencia television antena3 telecinco tve

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¿Un canon televisivo en España?

Hace unos días, vimos en clase el modelo de financiación de la televisión pública en Reino Unido: un impuesto directo anual que deben pagar aquellas personas que consumen televisión. Desconocía completamente esta medida, pues nunca me había planteado pagar por este servicio, algo que despertó mi curiosidad respecto a la viabilidad de un modelo similar en nuestro país. Por eso, aprovechando la flexibilidad permitida esta semana para publicar, me he aventurado a llevar a cabo una encuesta a fin de conocer la opinión de las personas en mi círculo más próximo. 

Así, he contactado por Whatsapp con 100 jóvenes de entre 18 y 23 años, a quienes he lanzado la siguiente pregunta: ¿pagarías 15€ mensuales por ver la televisión pública, sea en la TV, tablet o PC? ¿Por qué? Esta cantidad es equivalente al abono mensual del canon televisivo de Reino Unido (176€/año), dado que los jóvenes españoles estamos más habituados a este tipo de pago en otras plataformas. Por supuesto, me aseguré de que los encuestados comprendieran perfectamente la pregunta, ya que algunos no sabían qué era exactamente la televisión pública ni cómo era su financiación en la actualidad.

Los resultados fueron contundentes. De las aproximadamente 70 personas que respondieron a mi pregunta, un 80% no la pagaría, un 17% sí y un 3% se posicionaba indiferente, ya que no veía la televisión con regularidad en ninguna de sus modalidades. Tras las negativas, el motivo estrella era el desinterés por los programas de RTVE y la preferencia por la personalización que ofrecen otras plataformas. Esta respuesta generalizada pone de manifiesto que no es el canal de distribución el que mayormente condiciona la primacía de la televisión online (RTVE puede ser también consumido a la carta), sino el contenido en sí. Por ello, concluyo mi exposición con la siguiente pregunta: ¿es la programación de RTVE lo suficientemente atractiva para las nuevas generaciones como para asegurar su sostenibilidad a largo plazo?

#RTVE canontelevisivo television tv

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Ayer escuché un audio de Prnoticias llamado El branded content, la televisión y la ley. En él se expone en qué consiste esta técnica publicitaria en el escenario televisivo y su problemática al tratarse de un nuevo paradigma que no dispone de un marco legal definido. A continuación, planteo varias de mis conclusiones haciendo referencia a la noticia que adjunto sobre el nuevo programa de Ford.

Por un lado, es la definición del producto (como publicidad o como contenido) la determinará su entono jurídico. Snow Ford es un programa informativo sobre el estado de las pistas de esquí con una presencia explícita de la marca. Si lo tratamos como publicidad tradicional (equiparándolo a los spots o patrocinios) habría que someterlo a sus mismos límites (12 minutos/hora) arrastrando al branded content casi al absurdo. Esto difiere si lo tomamos como un producto audiovisual de interés, más allá de sus objetivos comerciales.

Por otro lado, esta simbiosis marca-emisora presume de un implacable pragmatismo. Al margen del coste ínfimo con el que llenar la parrilla, el contenido de marca es muy eficaz en el aprovechamiento del tiempo. Snow Ford está vendiendo, informando al espectador, transmitiendo unos valores y beneficiando a su sector; todo en un mismo tiempo. ¿Qué tienen que decir ante esto las interminables pausas publicitarias cuya máxima eficacia reside en la posibilidad de ir al baño en medio de una película?

Finalmente, el podcast comenta que la transformación de la marca en productora será una realidad habitual en el futuro. ¿Significa esto que nos dirigimos hacia un panorama en el que el 100% de la programación televisiva será branded content? Debemos plantearnos si es conveniente dar vía libre (más aún) a empresas cuyos intereses podrían enturbiar el sistema de valores y costumbres de la sociedad. Desde esta perspectiva, el programa de Ford estaría contribuyendo a engordar la convicción del “coche para todo”, así como un concurso de repostería potenciaría el consumo pernicioso de azúcar.

#snow ford #branded content #marketing #ford

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Aquí la Tierra: sueños frustrados

Aquí la Tierra es un programa de divulgación científica de TVE presentado por el climatólogo Jacob Petrus. Nace como un magacín breve que trata la meteorología desde una nueva perspectiva, relacionándola con otros ámbitos y actividades económicas y culturales del país.

Este programa refleja los tres objetivos básicos de la televisión: informar, formar y entretener. Partiendo de un breve informativo inicial sobre las últimas pataletas del clima, haremos un recorrido a través de la gastronomía, agricultura, ganadería, y, en definitiva, la amplia diversidad ambiental y cultural de nuestro territorio.

Pero, atendiendo a ciertas funciones intrínsecas del servicio público, cabe cuestionarnos las razones por las que RTVE llevó este programa a antena. ¿Qué hay detrás de esta “innovadora” apuesta? Según prnoticias, el programa no es más que una estrategia de programación que trata de solventar los problemas de audiencia de la cadena en la franja horaria de tarde (actualmente goza de una buena cuota de audiencia entre los programas de la casa). Esto no responde a los códigos iniciales de la programación en la paleotelevisión que, al no contar con sistemas fiables de medición, respondía únicamente a su sentido de servicio público. Por otro lado, su envoltorio fresco y renovador no anula el hecho de que el programa continúe arrebañando una temática tan manida como la meteorología en detrimento de la variedad programática necesaria en una cadena estatal. Además, mis esperanzas surgidas al escuchar el nombre del espacio fueron frustradas a medida que avanzaba el programa, ya que esperaba un lugar de encuentro de todo tipo de información medioambiental y no una hibridación de El Tiempo con el programa de España Directo.

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Hace unos días, vimos un documental sobre la emisión de La Guerra de los Mundos de Orson Welles. En él, una sección se dedicaba a explicar por qué la sociedad Americana de esos años fue el contexto ideal para que el programa de Welles provocara tal impacto entre los oyentes. La atmósfera de incertidumbre frente a eventos extraterrestres se alió con el poder de la radio como medio hegemónico de comunicación, que gozaba de credibilidad absoluta. Esto me dio pie a reflexionar sobre la actualidad: ¿Continúa la radio siendo esa “voz portadora de la verdad”?

En mi entorno, la radio tradicional de las grandes generalistas todavía conserva su sello de garantía. Independientemente del frame desde el que cada emisora trate sus noticias, consideramos que los datos que nos proporcionan la SER, Onda Cero o RNE, por ejemplo, son bastante fiables. No la equiparamos a las redes sociales, donde circula libremente una enorme cantidad de información que, aunque también puede proceder de fuentes de confianza, en muchas ocasiones no ha sido suficientemente contrastada. Pero, ¿dónde queda la radio online? Internet ha abierto un mundo de posibilidades para la radio, de forma que hoy en día todos podemos ser emisores gracias a herramientas como Ivoox. Ante este panorama de diversidad de canales, ¿cuáles son los límites entre lo que llamamos radio y lo que podemos considerar una mera red social de audio? y lo que más me interesa ahora: ¿cómo afecta esta definición a la verosimilitud de la radio?

Para mí, el concepto de radio ya no se reduce a su forma tradicional; está subordinado a la figura del podcast que, desde mi punto de vista, no está aún integrado en las redes sociales. Como comenté en la entrada anterior, utilizo Ivoox como instrumento didáctico de manera que, cuando no puedo o no me apetece informarme desde un soporte escrito, recurro al audio. Sin embargo, cada vez que busco podcast sobre un tema concreto, obtengo cientos de programas de emisoras que desconozco y que no me inspiran confianza en un primer momento. Una situación comparable a la de la prensa online, donde aflora la cantidad en detrimento de la calidad informativa, a pesar de que persistan los periódicos más reconocidos de los que siempre podemos echar mano.

#radio

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¡La encontré!

Desde que soy usuario de Ivoox, intento aprovechar esos ratitos destinados a ser engullidos por la apatía para escuchar algún que otro programa de radio. Lo cierto es que suelo evitar las emisoras más conocidas, por miedo a toparme con los interminables magazines generalistas y monótonos. Siempre trato de buscar los programas más variopintos pero, sobre todo, que me sirvan para algo más que para matar el tiempo. Procuro que la temática se adapte a mis gustos, que la información sea concisa, que las fuentes sean fiables, que cada edición no dure demasiado, que no me quede dormido mientras la escucho y, lo más importante, que me permita aprender. En ocasiones, me ha llevado un buen rato encontrar ese programa que cubra mis necesidades de radioyente atareado; ocasiones en las que aún no conocía Radio 5. 

Radio 5 es una radiofórmula de RTVE que emite microprogramas de varios minutos de duración. Su materia prima es la información, rasgo que la asemeja al resto de emisoras pero que a su vez alberga la que, para mi, es la clave de su diferenciación: romper los esquemas informativos adentrándose en terrenos como la cultura, la salud, la economía o el medio ambiente. Ofrece espacios extremadamente variados, especializados, fiables, breves y dinámicos; en definitiva, lo que estaba buscando. Así, Radio 5 me ha servido como herramienta de aprendizaje en materias que me interesan. Uno de ellos es el medio ambiente, ámbito en el que se han especializado programas como Sostenible y renovable, Planeta vivo, Naturaleza y medio ambiente o Reserva natural. 

He seleccionado varios podcast relacionados con un tema muy específico, pero dirigidos a cualquier público:

Españoles en la Mar: Plásticos en los océanos

Naturaleza y medio ambiente: Informe sobre los desechos en el mar y la costa

Planeta vivo: Basura marina

Planeta vivo: Islas basura

Estos programas tienen una estructura muy similar, condicionada por su corta duración, entre 2 y 5 minutos. Lo que realmente marca la diferencia es el contenido; cada uno aporta un encuadre ante una noticia similar. El programa está protagonizado por un locutor que expone brevemente un acontecimiento sobre una base melódica. La sintonía es muy similar y poco adecuada al contenido que se va a tratar, al menos de cara al tema que he elegido. Esta pasa a fondo y no resuelve hasta el final del programa, en el que se mantiene alrededor de un minuto. El registro es formal, propio de un informativo, y el discurso no está acentuado por ningún recurso sonoro.

Mi sugerencia para el proyecto UPSA_Radio, es crear una emisora basada en programas breves de formato variable en los que tanto profesores como alumnos puedan compartir sus opiniones, dar a conocer sus proyectos, contar experiencias o lanzar debates sobre algún tema de actualidad. Creo que una radio así contribuiría a crear un ambiente universitario en el que las relaciones interpersonales cobraran más importancia. Ayudaría a construir la idea de comunidad, un lugar en el que no solo damos y recibimos clase, sino que también establecemos vínculos con personas con las que compartimos gran parte de nuestro tiempo.

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La noche en vela

La noche en vela se alza como la alternativa por excelencia que ofrece Radio Nacional frente a los programas deportivos de fin de semana. Este tipo de espacios ha colonizado las parrillas de las principales emisoras en un horario en el que parece no haber lugar para contenidos como el teatro, la literatura o los sentimientos. Precisamente, es aquí donde Pilar Tabares aprovecha para hacerse un hueco entre un público que, como es mi caso, rehuye los medios de comunicación cuando el balón entra en antena.

Pilar dirige y presenta un programa que abraza asuntos tanto culturales, como científicos, sociales o psicológicos. Dos horas de magazine claramente dirigido a un sector de la población de mediana edad, pero poco amigo de los más jóvenes. Un excepcional contenido al que no se ha querido o no se ha sabido darle una forma lo suficientemente atractiva. Desde el comienzo, el programa no responde a mis expectativas: una sintonía demasiado agitada para las horas en las que se emite; una presentadora muy agradable pero con la que no me identifico en absoluto; una producción austera, donde apenas hay estímulos sonoros de tipo musical o efectista... Un producto no muy bien empaquetado, pero que, cuando el oyente tiene interés, funciona. Lo digo de primera mano, ya que la edición de la pasada noche me ha venido como anillo al dedo en un momento en el estoy muy involucrado en los temas que trata. Y, efectivamente, he sido capaz de mantener la atención de principio a fin. 

En este programa, Marta Robles y su recién publicado libro Haz lo que temas, nos invita a profundizar en la psicología humana abriendo una cuidada tertulia sobre la inseguridad. Más tarde, Javier Sierra siembra la incertidumbre con una reciente noticia y sus sobrecogedoras interpretaciones: el radiotelescopio más grande del mundo. Por su parte, Jose Ignacio de Arana nos ofrece una nueva forma de ver las guerras con su sección de historias curiosas sobre las guerras. Finalmente, Luis Sebastián Pascual introduce su libro La pastilla verde dirigido a los más olvidadizos y que, con la ayuda de sus compañeros de micro, nos deja con ganas de escucharle en la próxima edición.

Si queréis echarle un sonoro vistazo, os dejo los enlaces de los podcast a continuación:

https://www.ivoox.com/13447140

https://www.ivoox.com/13447139

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Aprovecho la jornada del pasado viernes para introducir una noticia que respalda mi intervención en el que fue uno de los puntos calientes del debate: cómo generar una cultura radiofónica en los niños y jóvenes. Cuando hablamos de acercar la radio a este segmento poblacional, parece que siempre existe una tendencia a adaptarse a una generación digital que precisa de la imagen para dejarse seducir. A ella va ligada la aparente necesidad de envolver el regalo en un paquete de colores, a modo de caballo de Troya, para mostrar a los jóvenes radioyentes una fachada más atractiva de la radio. Veíamos en el seminario una de las herramientas de promoción de la emisora de José Carrión, Baby Radio. Este fantástico proyecto en pañales, aunque no literalmente, basa gran parte de su atractivo en la creación de personajes para los más pequeños, que pueden ser vistos, y recalco, vistos, en la página web oficial y en eventos en vivo con las familias. Este ejemplo, no dista de ser un medio de auto-promoción muy eficaz y, por consiguiente, una forma de inculcar en los niños el hábito de escuchar la radio. En la teoría, estaríamos ante una emisora que ha encontrado la manera de atraer oyentes mediante otros elementos no radiofónicos que ayudan a reforzar su contenido. En la práctica, y para los jóvenes nativos de Internet, puede parecerse más a una plataforma multimedia on-line de la que se deriva un servicio de emisión vía radio en la que pueden escuchar a sus personajes preferidos. No me refiero con esto último a una significación peyorativa, ni mucho menos, pero pongo en duda si realmente estamos publicitando la radio, o una versión “tuneada” de la misma. 

Un ejemplo de lo que considero una apuesta por mostrar a los jóvenes la radio como radio es el que comenta la noticia. Si los niños no van a la radio, ¡la radio tendrá que ir a los niños! ¡y sobre ruedas! Además, ¿qué mejor manera de cogerle el gusto a algo, que haciéndolo tú mismo? Es lo que ha propuesto M21, un ambicioso proyecto de un estudio de radio móvil que viaja de colegio en colegio a lomos de un autobús. Esperemos que el experimento dé sus frutos y se extienda por el resto de España, eso sí, con algo de ayuda de las grandes empresas radiofónicas. 

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Una radio musical obsoleta

La radio musical es otro de los pilares del sistema radiofónico de nuestro país y, desde mi punto de vista, se alza como la alternativa por excelencia a la radio generalista. Pero, ¿es la mejor opción que tenemos? Hace un tiempo, cuando ibas en el coche y no querías escuchar las noticias, sintonizabas Los cuarenta principales o Cadena Dial y te entretenías con la música que sonaba. Ahora es todavía más fácil; con solo conectar un pendrive con varios gigabytes de música o incluso sincronizando Spotify desde el teléfono móvil, puedes acceder a un catálogo de canciones que difícilmente podrá igualar cualquier emisora. 

Esa es una de las razones por las que considero que este tipo de radio está cada vez más obsoleto. La música que se ofrece responde a unos filtros del mercado musical actual que reduce el catálogo de canciones de la emisora a un número muy limitado de temas que pueden resultar repetitivos. El inconveniente se agrava cuando los canales especializados en otro tipo de música como Rock.Fm o Máxima también pecan de este afán repetitivo, cerrándose las puertas a convertirse en una alternativa a emisoras de música pop como Europa Fm. En conclusión, la variedad musical en la radio es muy reducida.

Al final, la única salida a la que acude el oyente es hacer uso de plataformas online como Spotify o Deezer. Y es que, parte de la obsolescencia de este tipo de programación viene de la mano de los nuevos servicios de música en streaming. La capacidad de elegir qué estilo de música o qué tipo de artistas queremos escuchar hace que la radio musical, tal y como la conocemos, no sea realmente necesaria. 

En mi opinión, la radio debe evolucionar, incluso eliminar parte de su oferta. Tal vez haya demasiadas emisoras de música muy parecida cuyas frecuencias podrían aprovecharse para crear nuevos canales que no emitieran exclusivamente música, pero cuyo contenido tampoco se basara en la información. Por ejemplo, una radio mayoritariamente cultural, una radio para niños, una radio social, etc. El abanico de posibilidades es muy amplio.

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Demasiada información, yo solo pasaba por aquí

“Demasiada información, yo solo pasaba por aquí”, es el regusto que me quedó tras el recorrido por el dial de mi -ahora justificadamente en desuso- receptor de radio. Mi conclusión tras este escaneo de ondas es contundente: demasiada información cansa. Y es que la mayor parte de los programas que ofrecen las emisoras generalistas son similares y se centran comúnmente en la actualidad. Dando un paso más, me atrevería a decir que la programación de las grandes radios gira entorno a tres grandes ejes de contenido: información, entretenimiento estrechamente ligado a la información (magazines) y deportes, este último más concentrado en el horario de fin de semana. Sin embargo, no he tropezado con ningún espacio en estos canales dedicado al humor, la música, la cultura, o la religión; lo cual no quiere decir que no existan, pero tampoco que abunden, desde luego.

Es un hecho que los ciudadanos demandan información de actualidad, razón por la que este modelo de programa radiofónico tiene tanto tirón. No obstante, hay franjas horarias en las que la radio no tiene nada que hacer frente a la imagen y, sin embargo, continúa ofreciendo la misma rutina informativa que su competidora, la televisión. Entonces, ¿por qué no aprovechar esos momentos de caída de oyentes para ofrecer algo distinto? En lugar de bombardear al oyente con más información sobre política, economía, y esos tremendos sucesos que tan acostumbrados estamos a escuchar durante las comidas, las emisoras de radio podrían dirigirse a aquellos oyentes potenciales que quieran disfrutar de ese momento familiar alrededor de la mesa sin hacer del telediario el centro de su atención. Y si hay que emitir información porque así está establecido y así debe ser, ¿por qué no ofrecer un nuevo enfoque de los sucesos o incluso recoger otros diferentes? ¿por qué no elaborar un informativo sobre eventos culturales, obras sociales o gente altruista cuyo trabajo se merezca un reconocimiento en los medios?

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Una radio con doble cara

Las emisoras del panorama radiofónico español se dividen, desde mi punto de vista, en dos grandes grupos: radio musical (especializada), que ofrece esencialmente música de distintos estilos; y radio generalista, que acoge programas diversos, aunque repetitivos, y géneros varios.

El primer conjunto de emisoras lo he situado en el rango de frecuencias que comprende desde la 87.5 hasta la 95.0 aproximadamente, aunque bien es cierto que se extiende por todo el espectro radiofónico. Estos canales se caracterizan por emitir una programación fundamentada en la música que, aunque no todo lo que se puede esperar, es bastante variada: podemos encontrar desde un sonido puramente electrónico con Loca.fm en la 87.5, hasta la más amplia variedad musical en Radio 3 con la 91.4 asignada, pasando por el amplio recopilatorio de canciones de todos los tiempos de la cabrericense Radio Espacio en la 89.5 y la mejor música, en comparación con las otras cadenas, que, según sus locutores, ofrece Rock.fm al sintonizar la 90.7.

A partir de la 95.0, comienzan a sucederse las frecuencias favoritas de las grandes generalistas: RNE 1 en la 94.5, Cadena ser en la 96.9, Onda Cero ocupando la 97.6 o ES Radio en la 103.4. Como es de esperar, la programación de estas es muy variada, pero su contenido es básicamente informativo, de entretenimiento y de deportes; tal y como comentaré en la entrada siguiente. 

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La manera de comunicarnos se ha transformado de manera radical con los años. La aparición de nuevos formatos rompen con las barreras temporales y geográficas.

Anchor es una aplicación con un funcionamiento muy sencillo, una especie de Twitter hablado en la que en vez de límite de caracteres tenemos límite de tiempo (2 minutos), a través de los cuales podremos comunicarnos con usuarios de cualquier parte del mundo. 

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Esta mañana, durante la escucha en clase de varios programas radiofónicos de ficción, observé que la mayoría de nosotros no apartábamos la mirada del panel donde se estaba proyectando la pantalla del ordenador, a pesar de que permaneciera estática durante toda la reproducción. Algo similar ocurre -pensé- cuando nos tumbamos en el sofá o nos sentamos a comer en la mesa y la televisión está encendida aunque silenciada. Las imágenes nos atrapan. Vivimos en una sociedad visual, recibimos cantidades ingentes de estímulos a lo largo del día a través de medios como la televisión, los paneles publicitarios, las redes sociales, las revistas... Incluso han surgido algunos programas radiofónicos como YU, muestra del resultado de una evolución hacia lo que podríamos llamar “radio visual”, que, en la práctica, no deja de ser un programa televisivo de entrevistas llevadas a cabo dentro de un estudio de radio. Parece como si las nuevas generaciones no pudiéramos prescindir de las imágenes a la hora de advertir cualquier información. 

Tras reflexionar sobre todo esto, recordé el artículo que he adjuntado, y que tal vez no mencione directamente el medio radiofónico, pero que sí tiene implicaciones en el mundo del sonido y, por consiguiente, en el de la radio. Está claro que la llegada de una tendencia global como la ASMR pone de manifiesto la capacidad que tiene el sonido por sí solo de hacernos sentir sensaciones equiparables a las que experimentamos con algunas imágenes. Es posible que la radio no lo tenga todo perdido de cara a los jóvenes que nacen ya con una pantalla de cinco pulgadas en las manos. Sin embargo, no creo que el camino correcto sea adaptarse a la era de la imagen como en el caso de YU. La radio es sonido, y no tenemos por qué presenciar a los locutores frente al micrófono para hacer de las ondas unas dignas competidoras de la televisión. No es más, en mi opinión, que un problema social: tal vez debamos enseñar a los jóvenes oyentes a cerrar los ojos y dejarse seducir por el amplio abanico de sensaciones que no solo nos puede aportar el oído, sino el resto de nuestros sentidos. Y parece ser que muchos ya se han dejado cautivar por los encantos del sonido, a pesar de que, paradójicamente, sea YouTube, el servicio de vídeo on-line por excelencia, el que haya proporcionado el terreno más fértil para acoger esta nueva tendencia.