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foto from Good Housekeeping

Una cena con Mei Líneas yendo en la misma dirección nunca se tocan, pero aquellas en caminos distintos siempre se cruzan. Nuestras vidas se cruzaron en un viernes por la noche en un restaurante indio y moderno cuyo nombre ha sido perdido en la memoria.   La única idioma que compartimos fue el español, Tan chapurreado que apenas nos podíamos entender. Aún así, me diste tu mundo, y te dí el mío.  Me mostraste como Tokyo se temblaba durante sus terremotos frecuentes Y como buscaba sombra en los veranos abrasadores.  Te traje a las palmeras delgadas y los humedales bochornosos de Palm Beach. Había tantas palabras que no conocíamos, ideas que no se podían expresar, sentimientos que no tenían nombre en nuestro vocabulario limitado. Pero lo que se pierde en la traducción Se encuentra de nuevo en risas y sonrisas, en un postre compartido entre amigas. Tras cruzarse, puede que las dos líneas no se encuentren otra vez. Pero cuando el recuerdo de esa noche cruza mi mente una  calidez que no necesita palabras me llena el corazón.

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Digital Immersive Art from Moco Museum

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13 de marzo 2023 Estábamos en el Moco Museum. Nuestra exposición favorita fue un cuarto cuyas paredes eran espejos. Se emitía toda la luz de las cadenas de luces colgando del techo. Cada luz tenía la forma de un diamante, joyas que cambiaban de color constantemente. Oleadas de magenta, lila, turquesa… Era bastante impactante para mi. Me senté en el suelo y pasé un rato mirando el espejo frente a mi, que reflejaba todas las luces y todos los otros espejos. Parecía que estábamos en un pasillo infinito lleno de orbes brillantes. Yo pensaba en una cosa que aprendí de Simone Weil, que una persona que deja ir su apego al pasado y  sus ideas sobre el futuro logra retirarse del flujo del tiempo. Por unos momentos, me sentí infinita.

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El viento en la ciudad A veces, me cuesta estar agradecida en el invierno. La ciudad es un tesoro de historia pero solo puedo pensar en el tesoro de mi cálida, suave cama. Muchas voces me rodean: mi profesor, mis compañeros de clase, aves cantando, turistas riéndose, una telaraña de sonido. Pero ninguna voz es tan fuerte como el viento frío que acosa mis orejas. Debo sentirme brillante y vivo. Debo sentir la calidez que proviene de emoción y la alegría de conectarse con los demás. Pero el viento invernal arrebata la calidez antes de que pueda disfrutarla. Cada invierno, soy un fantasma.  Una criatura envuelta en hielo que me separa del mundo. Pensaba que sería diferente en Barcelona. Pensaba que la aventura y la novedad podían reemplazar el consuelo de la luz del sol. Me equivoqué.  Pasaron meses antes de que yo comenzara a derretirme, y vivir.

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La Barceloneta El hogar puede ser en cualquier sitio. Nací junto a la playa, Con un pie en el Atlántico y el otro en arena mojada. Mis playas fueron talladas por la Tierra misma. Esta fue formada, poco a poco,  por manos humanas. ¿Cómo puede ser que me hablan de la misma manera? La arena de la Barceloneta se me aferra como garrapatas, igual que la arena de casa natal durante  Los veranos sin fin de mi infancia. Las gaviotas gritan y graznan como sus hermanos al otro lado del mar. Las mismas olas, un océano distinto. Mi lugar de nacimiento nacido de nuevo  al abofetear la orilla el agua fría. El punto en que el Mediterráneo encuentre el Atlántico es donde espero encontrarme a mi misma. Cuando cierro mis ojos y imagino mi casa no sé donde estoy pero me siento justo así.

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foto de Artur Bogacki

San Franciso de Paola Dios está por todos lados en este país laico. El catolicismo es más un estilo de arte que un estilo de vida. Sin duda, eso es el caso para mi, la auto proclamada apóstata.  La belleza de la arquitectura me atrae a los catedrales y basílicas. Finjo que es pura admiración estética que me lleva a los bancos. Pero no se porque me quedo, horas después de que el sol ya no convierte las vidrieras en joyas. No quiero la iglesia, quiero a Dios. Los dos son entremezclados; no puedo liberarme de uno  sin abandonar el otro. El sacerdote habla sin parar y no siento nada. No necesito comer la supuesta carne de Jesucristo. Me voy,  hambrienta, y vuelvo otra vez Deseando el pan de vida. Me dicen, Dios está por todos lados. De alguna manera, Dios logra esconderse detrás de miles de crucifijos Y huir cuando me acerco.

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Aberto Carlieri, The Presentation of the Virgin,

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foto de Emilio Morenatti

Por Dios Las calles son tan duras y estrechas como el corazón humano. Somos muchos. Somo estudiantes, profesores, turistas, profesionales, jóvenes, viejos, del Occidente y del Oriente. Estamos corriendo hasta la aventura, Mientras la muchedumbre fluye adelante,  un cuerpo se queda atrás, como una piedra enganchada en la mugre de un río. “Por el amor de Dios, ¡Ayúdame!” El río sigue fluyendo, sin oír, o fingiendo no oír. El río del corazón humano es tan estrecho. Fluye en solo una dirección: hacia nuestro placer. Cualquier cosa que se interpone en el camino es arrastrada y olvidada.

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4 de marzo 2023 Estábamos frente a la Sagrada Familia. Había gente de todas partes. Yo estaba allí con mi clase de arte, observando la arquitectura. En la calle, un hombre sin piernas bailaba en su silla de ruedas. Su cara- no se como describir su expresión. Frustración, desesperación, cansancio. Me sentí enferma, casi no podía mirarlo. Mientras cruzábamos la calle, tiré unos centavos a su pila de monedas, pero eso no alivió la culpa y el horror en mi estomago. ¡Que mundo tan barbaro!

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SAGRADA FAMILIA BARCELONA AERIAL VIEW DAWN BY MOON, Ana Maria Edulescu (2020)

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foto de Escapada Rural Mag

La Fageda No hay silencio como el silencio de los árboles. Inspira: musgo, viento frío, el parloteo de las aves. Exhala: la tensión que me mantiene despierta. No es nada fácil calmar el parloteo de mi mente. Solo Dios sabe lo mucho que he fallado- lo mucho que he perdido la cuenta de las cuentas del rosario, lo mucho que el serpiente fertivo de miento masticó mi meditación. Se requiere de una fuerza más fuerte que yo para hacer que se arrodille mi mente. La fuerza de la fageda es tierna. Me acerca a la corteza lisa de sus árboles. Me trae a las aguas tranquilas del tiempo y me envuelve en suave musgo viejo. La fageda es las manos de mi madre, metiéndome en la cama.  A la vez, me ahoga como la tela ahoga el fuego. Algún día, volverá al mundo exterior y arderé. En la fageda, silencio fresco reina.

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13 de febrero 2023 Estábamos en La Fageda. No había nada a nuestro alrededor salvo haya nudas y piedras cubiertas con musgo suave. (El musgo era como el pelo de un perrito.) Admito que me había sentido molesto debido a las conversaciones ruidosas del resto del grupo. Fue un gran alivio cuando el guía dijo que era tradicional tener un momento de silencio. Me senté en una piedra muy incómoda e intenté despejar mi mente. Aun cuando el grupo se calló, se pudo oír ruidos de la gente fuera del bosque. Y aun así, sentí un silencio profundo en mi alma.

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Volcán de La Garrotxa. Fuente: Cristian Ionut Zaharia

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Mirando las canales de Ámsterdam Me pregunté: ¿Quién robó todo el color? Hay que ser el crimen del invierno, El que tomó la esmeralda del césped y El turquesa fuerte de los cielos. Pero las canales- Tal vez ellas fueron destinadas a ser gris. Y más que gris: Una olla arremolinada de cenizas, Un río burbujeante de aceite oscuro. El gris es el regalo que deja el invierno. Mientras esperamos el regreso del esplendor de la primavera, Nos recuerda a disfrutar la naturaleza desnuda De la tierra cruda.

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5 de febreo 2023

Hicimos un recorrido por los canales de Ámsterdam. Estaba nublado, todo gris y frío. Estábamos en el balcón del barco. Hazel se ha sentado, y yo estaba parada, apoyándome en la pared del baño. Algunos edificios a lo largo del río eran bonitos, pero es el agua que se destaca en mi memoria. Cada vez que pasamos bajo un puente, el agua se convirtió en un misterio oscuro y burbujeante. Podría haber sido aceite, o sangre. Estaba callada durante la mayoría del recorrido. El agua me tranquilizó, y me hizo pensar.

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Van Honthorst’s The Matchmaker (1625)

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RAZZ Retorciéndose, girándose, saltándose chocándose, tocándose, besándose. nunca hay tranquilidad en la discoteca. Los graves profundos de la música sacude mis huesos antes de alcanzar mis oídos, una onda sonora tan ruidosa que no puedo oír nada más. Pero ¿no es ese el punto?

las películas son para mirar, Los restaurantes para comer, pero aquí y ahora en este espacio movedizo entre cuerpos vibrando, este espacio entre amantes nuevos quién serán extraños al amanecer. este espacio entre intoxicación y euforia esto es para el movimiento. Entro el espacio y empiezo a bailar.