Tumgik
#Ella siempre a sido alta solo que se joroba
pruskita · 4 months
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Queen Amora and King Dedede
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poesia-barata69 · 4 years
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Los 3 leprosos
Me sentía destrozado, abatido, perdedor.  Había manejado por más de una semana una mentalidad totalmente positiva porque el trabajo lo requería y me gustaba ese trabajo así que hice lo mejor que pude. Faltando apenas 5 minutos para acabar jornada mi jefe me comenta con toda la tranquilidad del humano miserable: “es mejor que no vuelvas mañana, ya no estas rindiendo”. Le respondí de la forma más simple que pensé y me fui, ya me había rendido apenas empezar el día y él tenía razón, ¿Qué se le podía hacer?. Sin más que hacer fui a sentarme al parque para meditar un poco los acontecimientos que acaban de suceder sin siquiera darme cuenta. Observaba desde mi banco a todas las personas que pasaban por ahí, tantas personas en época de pandemia y todas que se encontraban ahí tenían algo en común, todas tenían tanta prisa de llegar a su destino, era como si se los estuviera llevando el diablo, nadie tenia tiempo, solo afán, que lamentable. Cansado de las personas decidí desconectarme, poner mi música, despejar mi mente e irme a casa.
Ya estando en la estación de transporte con unas 100 personas en ella, se sentía el calor sofocante de los cuerpos amontonados, estaba harto de tratar con tanta gente ya que mi ex trabajo lo demandaba. Me paré en un esquina desde ahí se podía visualizar todo el gentío, había tanto ruido pero no veía a nadie abriendo la boca. De repente apareció un leproso moderno, con vestidura dañada, un un pantalón doblado hasta la rodilla izquierda y un herida abierta casi sangrando, tenía al rededor de 19 años, por su condición no podía trabajar y no tenía a nadie que le diera una mano con su enfermedad por ello se instaló en la mitad de la estación donde claramente lo podían escuchar unas 50 personas; nos relató su historia y nos pidió una pequeña ayuda, lo que soltará nuestros corazones, pasaron 3 minutos en silencio esperando que alguien se le acercara, pero nadie lo veía al rostro, nadie se le acercaba, yo era igual pero al menos veía a la miseria a la cara. Con un rostro destrozado y pareciera que a punto de llorar, se retiró y se instaló en el otro lado de la estación, esperanzado que el no pasará lo mismo... el resultado fue el mismo. 
Minutos después llegó el transporte que me dejaría en mi hogar, contento porque ya me iba a descansar, las cantidad de almas me bloquearon el pasó, todas cargaban con tanto afán que me limite a reírme y pensar: “el otro será”. En el intervalo de donde me volvía a posicionar en la estación apareció otro leproso, pero esta vez era un niño, nos relató su historia mientras caminaba por toda la estación para que aquellas 100 almas lo escucharan atentamente y hubo una frase que no pude olvidar: “ No me gusta robar, por ello estoy aquí” pidió una ayuda que saliera de nuestros corazones pero nadie atendió, nadie ayudo, nadie lo miro al rostro y yo era igual... solo que veía a la miseria a la cara. Cuando el niño se retiró seguidamente apareció un viejo, ya de edad, aparentemente unos 50 y tantos, sujetaba un caminador que lo ayudaba a sostenerse, tenía una joroba que había desfigurado su cuello y su rostro siempre parecía estar al revés, su caminar era lento y se le acercaba a cada persona de la estación tan solo estirando la mano y diciendo en voz baja “ayúdeme por favor”, meneaban la cabeza diciendo que no, que no tenían nada, lo perdí de vista un momento y cuando lo volví a ver al parecer un alma caritativa se sintió por el pobre leproso y le dio de beber, mientras bebía le sonreía a las personas que se bajaban de esa estación, con una sonrisa macabra y unos ojos perdidos se notaba que la enfermedad ya le había cobrado fractura y deteriorado su mente.
Estuve ahí unos 20 minutos esperando mi transporte, cuando al fin llegó no me apresuré a subirme porque el gentío había disminuido considerablemente pero al bus no le cabía un alma más. Entre el cansancio la fatiga mental cerraba los ojos para perderme con la música y sentir que no estaba ahí, grave error. Estaba tan pegado a aquellas dos personas que podía oler su fluido corporal, fue imposible borrar sus caras de mi mente. En la siguiente estación se bajaron aquellos dos personajes y yo me enfoque en estirar un poco y respirar después de tan sofocante situación. Cuando caí en cuenta no portaba mi celular en el bolsillo, material tan importante en esta época, me limite a maldecir en voz alta y a dirigirme donde el conductor para que me abriera la puerta, el semáforo estaba en rojo así que el accedió pero todo pasó en un intervalo de 1 minuto. Me bajó de ese bus y como alma que lleva el diablo me fui corriendo como una flecha, sin pensamientos ni alma, no sabía que debía hacer pero algo tenía que hacer. Cuando reconozco la cara del hombre que estuvo a mi lado en el bus no me limite a preguntar, como un demonio emputecido lo empujé y en el piso mientras que le daba con todo el odio que cargaba mi brazo derecho en su rostro le exigía de vuelta mi celular, después de eso perdí la consciencia, de ese momento solo quedan fragmentos borrosos, no puedo explicar a detalle que siguió pero si que hubieron personas que me agarraron para parar aquel maltrato, no recuerdo a ninguna de ellos. Entre insultos y reclamos con mi voz a todo pulmón aparecía el otro personaje que estaba en frente de mí, una señora corpulenta que le pesaban sus propios pasos, apenas visualice su rostro sabía que había sido ella y le grité con toda mi alma perdida por la rabia en ese momento que también había sido ella, que tenía tanta culpa como el otro... Pasaron los segundos mientras seguía exigiendo que me devolvieran lo que me pertenecía y de reojo mientras que una señora me agarraba del cuello para que me calmará escuche a esta señora corpulenta decir “tené lo tuyo y deja de joder” mientras que tiraba mi celular con todas sus fuerzas hacía el pavimento dejándolo inservible. Recogí sus restos recalcando lo que eran gritando al menos para que me escuchara media ciudad. 
Cuando la batalla terminó el cansancio se había apoderado de mi cuerpo, sentía que no podía mover un musculo más pero aún así tenía que volver a casa, subí victorioso al bus sintiéndome casi un dios. No pasaron muchos minutos para que yo entrará en sí, no tenía idea de que había acabado de pasar, me sentía perdido y confundido, no sabía porque había reaccionado así y minutos después me encontraba en llanto en aquel bus, sintiéndome el ser más afortunado por no haber perdido la vida en aquel encuentro, pero siempre con aquella pregunta de fondo: ¿Por qué mierdas me pasa esto a mí? 
Cuando llegue a casa mi madre me estaba esperando con la cena servida. Apenas la vi volví a explotar en lagrimas y la abrace, la abrace tan fuerte que no dejaba de preguntarme: “¿Qué te paso cariño mío?, tranquilo, cálmate”. No me salían las palabras. Después de unos minutos, me calmé y le conté lo sucedido. Al día de hoy me pregunto que habrá querido enseñarme la vida con tal terrible situación, aún no le encuentro respuesta. ¿Habrá sido azar?,¿Suerte? o ¿Destino? Aquella mañana cuando me levanté ya se había decido, un segundo antes de abrir mis ojos todo ya estaba escrito: “Este será el día, el peor día de mi vida.”
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