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“Journal d’un curé de campagne”, de Robert Bresson.

Hablando de las adaptaciones que critica (o apoya) Bazin, ver esta película me dieron ganas de leer el libro, por un simple gusto adquirido, sin querer las comparo, comparo el texto con los diálogos, con los sentimientos de los personajes y con los lugares en los que residen. Fuera de que sea una buena o mala adaptación, me gusta la manera en la que llevan la religión a un lugar tan duro y difícil; el protagonista se mete en la boca de lobos, en un lugar en el cual es mal recibido aunque no sea mala su llegada. 

Aquí se nos muestra la crisis de Georges que va creciendo a la par que su enfermedad; su duda de cumplir con su deber (no sólo con el pueblo, sino con sus votos religiosos). Me encanta el hecho de que un sacerdote ponga en duda su labor, se puede pensar que la historia habla sólo de una tristeza inmensa que termina siendo enfermedad física, pero yo la vi como la historia de una persona que pone en duda su vocación conforme a sus habilidades.

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"Tampopo", de Juzo Itami.

Comenzar con un hombre rompiendo la cuarta pared es de los toques más interesantes de esta película, como una regla que deberíamos seguir todos al apreciar una película, guardar silencio o nos romperán la cara (deberíamos hacerlo), es algo que también está en los principios de los japoneses y es algo que se nos presenta en toda la película, es curioso que hasta en las películas divertidas, nunca pierden la cordura; los japoneses siempre son correctos, siempre siguen la línea de sus reglas, tienen orden en todo y disciplina, como la protagonista, que toda la película se dedica a lograr hacer el ramen perfecto, nunca se cansa para lograrlo.

La segunda secuencia, del maestro y el alumno aprendiendo el “arte de hacer ramen” (cabe mencionar, que creo que cocinar per se es un arte y uno en que no todos tienen talento o paciencia, como la es necesaria siempre en un artista), nos da un indicio de lo que será el resto de la película y no sólo esto, une inmediatamente a los traileros con Tampopo, principalmente a Goro, el cual será su defensor y su pupilo; me recuerda mucho a las películas de boxeo o de artes marciales (Rocky, Karate Kid), esas comerciales mal hechas en las cuales un novato con grandes ambiciones se encuentra con un experto dispuesto a ayudarlo/a.

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“Voces distantes”, de Terence Davis.

Podríamos hablar de que es una película musical, porque mucho de lo que se canta va acorde a la historia, se dan como una continuación de diálogo entre los personajes; una relación entre temporalidades (aunque haya un par de huecos en la cronología, ya que el director tomó la buena decisión de elegir los momentos más específicos, en lugar de seguir la línea temporal normal).

Me encantó la fortaleza/debilidad con la que se presentó a la mamá de la familia; quizás porque me recuerda a la historia propia de mi mamá y de mi papá en su infancia, con madres fuertes que mienten por el bienestar de sus hijos; la historia que creó del cariño que tenía con su esposo, cuando la realidad es que era un mal esposo, un mal padre (cosa que sus hijos notan, pero lo mantienen en recuerdos y rencor).

El trabajo de montaje me pareció extraordinario, ya que, también se obtiene por medio de la música, entre recuerdos, entre canciones, entre situaciones que les remiten a recordar su pasado, sin darnos una historia completa o bien definidia, sino mostrándonos puntos clave que llevaron a esta familia a donde está. Las imágenes son bellas, son exactas, esto acompañado de la música, contrasta la historia dura con algo precioso.

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“Walkabout”, de Nicolas Roeg.

Probablemente el título en español haga sentido una vez que se analiza la película (en mi forma de analizarla). Desde un principio nos enfocamos en el evento desencadenante, hay sólo una pequeña introducción al contexto de los personajes, Al instante, todo cambia, de una manera abrupta pero que hace pensar al público que los personajes no se inmutan; simplemente lo dejan pasar y siguen con ello, pasando por diferentes situaciones que los hace encontrarse con su realidad pero de manera paulatina.

La descripción del principio es muy precisa, practicamente te introduce al choque que está apunto de suceder; este choque de culturas, de mundos, pero que no necesitan nada en común para ser comprendidos entre sí. Todo sucede de manera fluida, sin más complicaciones que las del idioma, que las de una piel quemada, que las de la complejidad de la cacería.

El aborígen, ese hombre natural que se encuentra con gente que viene de un mundo de comodidades, de tecnología, de comida pre-cocinada, de todo al alcance de la mano. De pronto de ve introducido a algo desconocido, a gente que está corrompida. Se encuentra con este nuevo mundo de destrucción de la naturaleza (el camino de concreto en medio de un desierto.

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“El Verdugo”, de José García Berlanga.

Película estruendosa en su época, considerada por el gobierno franquista como una agresión y una burla, razón por la cual se opusieron a su proyección un tiempo y se hizo todo lo posible para prohibirla, sin embargo, podemos darnos cuenta de que no fue así, que fue una película que perduró esas adversidades y que se quedó al público hasta ahora.

“Sucumbir ante la presión social, lleva a la pérdida de los ideales propios.”, un tema en el que yo había profundizado antes y que me hace sentido con esta película. Tenemos obligando al acusado y obligando al verdugo también. Realmente ninguno de los dos quiere estar ahí y quizás ninguno de los dos lo merezca, pero uno lo hace porque así tiene que ser y otro lo hace para conservar su departamento.

Humor inteligente, un poco cruel de repente, sin embargo, una historia bien pensada, un planteamiento verdadero del pensamiento de la época, en el cual no se respetaba a quienes tuvieran este empleo para comer y poder tener una vida digna como el resto. “Si yo lo viera en el metro, no me imaginaría que a esto se dedica”, una de las líneas que más me impactó de la película. No te imaginarías que alguien se dedica a esto, no te imaginarías que su trabajo consiste en electrocutar a las personas, sin embargo, una vez que lo sabes, no puedes ignorarlo y se comienza a vivir en el estereotipo de lo que dicen los demás.

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“Stromboli”, de Roberto Rosellini.

Karin (Ingrid Bergman) sólo busca salir de una prisión para ir a encontrarse con otra en maneras diferentes. Su amor por su marido parece tan grande que se aguanta estar en un lugar en el cual claramente no encaja, ni siquiera es bien recibida, no es fiel a los pensamientos de la gente, ni la gente es fiel a ella a pesar de que fue invitada (podríamos decir que más bien fue obligada a estar ahí). Es obligada a convivir con personas que la repelen, que no la toleran y que comienzan a inventar chismes por su amistad con el farero.

Entre paisajes preciosos que te dan un “no se qué” en el estómago, porque te causan soledad, te incitan a sentir lo mismo que está sintiendo Karin, un rechazo total, te causan miedo por la erupción que podría ocurrir en cualquier momento. El desenlace es de los más bellos que he visto: ella se encuentra ya perdida, ya no quiere regresar, ya no quiere irse, su prisión está quedando en ruinas, después de tanto sufrimiento, no le queda nada más que rezar y pedirle a Dios que la ayude y que la saque de ese lío; es ella contra todo el mundo, con nadie ayudándola, con ningún secuaz.

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“Zazie dans le Métro”, de Louis Malle.

Zazie en el metro, lo que uno cree que será un melodrama si no muy serio, al menos muy poco cómico, termina convirtiéndose en una historia llena de elementos surreales, risibles, que toma temas aparentemente fuertes (como la homosexualidad) y los convierte en algo cómico, algo pasable, algo que las abuelitas podrían tolerar y hasta sentir gracia por ello. En verdad es como si se viera una caricatura como Tom y Jerry, o el Correcaminos, que estaban hechos para confundir y hacer reir.

La impertinencia y rudeza de la niña siempre presentes, me hacen pensar en lo que es la infancia para las personas de clase media. Su inocencia la hace hablar de temas poco comunes a los 10 años y no los habla con filtros, no sabe de vergüenza, no entiende que hay cosas de las que no se pueden hablar, sin embargo, no tiene una figura que le diga que está mal o es incorrecto. Su inteligencia va más allá de distinguir entre lo correcto y lo incorrecto; esto se muestra desde su madre bajando del tren, esta madre un poco desobligada que diría que tiene "necesidades", como el sexo y el amor antes de su hija.

La aprecié superficialmente al verla, sin embargo, encontré cosas que dentro de lo divertido, dejan entrever una realidad llevada a lo simple y lo gracioso.

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“Madre Juana de los Ángeles”, de Jerzy Kawalerowicz.

La caza de brujas, un tema común entre mi generación ahora, y no sólo por representar el libreto de Arthur Miller, sino porque podríamos a tomar una caza de brujas de manera figurativa para referirnos a acusaciones, ya sean falsas o reales. De regreso a la película, me parece que este “embrujo”, y estas “posesiones” fueron manejadas de tal manera que fueran vistos bellos, más que algo que denotara locura y miedo, locura como lo dice el rabino que habla de esto con el Padre  Jozef. como debiera ser una de estas situaciones; entre una foto controlada, bien planeada. Se nos plantea una imagen provocativa de la madre Superiora, que es la cabeza de todo este pánico colectivo, que es la que guía a las demás monjas a fingir esta demencia (porque estoy segura que sólo en fingimiento, parte de la influencia por parte de uno de sus mayores ejemplos).

Nos encontramos con una narrativa que se enfoca en un convento y en elementos religiosos, pero sin tocar mucho la religión, sino enfocándonos en la filosofía y el pensamiento en otros aspectos que van mucho más allá de lo común, de lo que se hablaba en esa época. La locura estaba relacionada con los demonios, sin embargo, aparece un hombre de Dios que habla de lo psicológico, de los sentimientos, del amor y la no-correspondencia.

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“Fata Morgana”, de Werner Herzog.

Werner Herzog nos muestra (como lo dice el título de la película), un espejismo, el espejismo en cámara y el espejismo en la narración que acompaña a las imágenes de manera conjunta, narrada de manera hermosa, teniendo elementos tan diversos como los que se nos presentan.

Lo que más me gustó, sin duda es la división de las tres partes de la película: "La creación", "Tiempos Dorados" y "El paraíso", ya que me recordó a una pequeña sátira que compara cada uno de los textos que referencían a la biblia, al Antiguo Testamento, con lo que es la realidad. Nos presenta un espacio en blanco, como un lienzo, como un lugar que está listo para ser utilizado y construido encima de él; después nos lleva de la mano a los humanos y cómo poco a poco se van asentando en esos lugares en blanco, esos espacios libres; termina con un espacio totalmente corrompido, consumido por cada uno de nosotros.

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“Lessons of darkness”, de Werner Herzog.

Entre las diferentes cosas que ha creado el hombre, se le ha ocurrido crear un desierto oscuro, un desierto que arde y que quema, quema con fuego y arde en la piel, un desierto que se ha manejado de forma manual y con las propias manos, algo con qué entretenerse, intentar apagarlo, para nuevamente prenderlo y seguir jugando a ser héroes, a destruir pero arreglar, como pequeño niños investigando y descubriendo para qué son buenos, para ver “qué sucede si...”.

Se nos presenta un lugar digno de ser utilizado para las películas apocalípticas que está de moda hacer. Es un lugar fuera de lo común, patético, solo, triste y mucho peor, que es la huella y la representación de cómo el humano ha hecho y desecho a su gusto la Tierra, como si fuera propia.

En un principio, se nos hace una muestra de los hombres trabajando por apagar el fuego, luchando por sofocar aquello que ha surgido por días eternos, después de una larga batalla sientes lástima por ellos, sientes empatía y tristeza al saber que hay gente que dedica sus días a respirar y prácticamente comer petróleo crudo. Es cuando aparece el primer hombre fumando cuando empezamos a sospechar que algo anda mal con ellos mismos; ¿quién en su sano juicio, lleno de inflamables, prendería un cigarro cono su estuviera sentado en su sillón viendo la televisión? Llega el momento en el que lo entiendes todo: lo hacen por diversión, están ahí por divertirse, por ver y sentir el calo del fuego.

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“Samba Traoré”, de Idrissa Ouédraogo.

Película poco compleja y que va de una historia bastante completa y desarrollada, que sin duda tiene un principio y final definidos, llena de conflictos en el medio que se desarrollan todos al rededor de una sola situación, de nuestro protagonista queriendo llevar dinero conseguido de una manera poco amistosa y saludable al lugar en el que habita su familia, sus amigos y su próxima enamorada: una madre soltera que le dará a su primer hijo. Me parece una película que demuestra de forma concreta lo que es el hombre promedio en cuanto a sus sentimientos, sus acciones, su buenas o malas voluntades, y todo llevado a un lugar que muy pocos conocemos y en el que muy pocos hemos experimentado o experimentaremos. 

Samba es considerado como un hombre bueno, y a nadie le cabe la duda de ello, sin embargo, lo que hizo para poder tener una vida digna y completa no estuvo bien; la diferencia entre Samba y un hombre dedicado a la violencia, que creció con ambiciones inalcanzables y que sólo piensa en robar y asesinar, es que Samba sigue siendo un hombre, siente culpa, siente pesar por sus acciones, y esto lo lleva a hacer cosas buenas por personas ajenas a él mismo. Lo que él hizo en un principio, no está bien y merece ser condenado por ello, sin embargo, la primera parte de su condena reside en su culpabilidad,  en su necesidad de compensar sus acciones, la segunda parte reside en lo que las personas a las que ayudó piensan de él después de enterarse que es un asesino y un ladrón.

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“Días de Santiago”, de Josué Méndez.

Un hombre que intenta regresar a la vida cotidiana después de un par de años dedicándose a una vida llena de guerra, de matanzas, de tener el poder siempre y cuando hubiera un arma a la mano. La vida no lo recibe con los brazos totalmente abiertos, o eso se hace creer a sí mismo. Ha sido educado de una manera totalmente diferente, la costumbre se transformó y ahora tiene más dificultades de las que tenía algo. 

Se nos hace creer que Santiago sólo está teniendo problemas para encontrar su lugar en la ciudad, cuando sus pensamientos son más profundos; en verdad dejó de distinguir la realidad de la que fue su realidad por un tiempo. Sufre de estrés post-traumático y lo ignora por completo, se esfuerza por no mostrar la dureza a la que se ha visto sometido, por no hablar del miedo o del sufrimiento que pudo llegar a tener, por no expresar su pesar ante la falta de recobocimiento que tuvo por su labor o por dejar pasar a su familia disfuncional.

Una combinación de tomas en blanco y negro que hacen parecer que no tienen significado, pero a mí me hacen pensar en la nostalgia que puede tener, en sus pensamientos de terror y que le recuerdan lo que tuvo antes y ya no tendrá nunca más.

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“¡Alambrista!”, de Robert M. Young.

Me sorprende que un Estadounidense haya hecho una película como esta, tan leal a lo que es el mexicano de escasos recursos que busca una vida americana prometedora; me sorprende aún más que la haya hecho sin hacer caer a sus personajes en el estereotipo del sombrero, los tacos, los mariachis, etc. Convirtió una historia típica que se cuenta a voces y bajo el agua, en una historia fuera de aquella imagen que se suele tener típicamente. Lo hizo mejor que algunos mismos mexicanos que se dejan llevar por lo impuesto por nuestros vecinos de arriba.

Está hecha con bajo presupuesto, y en un principio lo notas, pero después se olvida debido a la evolución que va teniendo la película y el personaje. Te sientes cerca de él, sin cruzar la línea personal, conocemos sus acciones y su intención como personaje, sin entender muy bien lo que siente en las situaciones con las que se va encontrando, nos vemos involucrados, como una tercera persona que lo acompaña durante su viaje sin tener voz ni voto, sólo ahí presente.

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“Killer of Sheep”, de Charles Burnett.

Considero esta película como parte de una minoría, así como la gente negra era considerada una minoría por racismo puro en EUA. En pocas películas se ven personas de color con un papel importante (hasta las décadas de los 70, 80); siempre los vemos tras ese estereotipo de sirvientes, esclavos, bufones en alguna casa de adinerados, parte de una comedia en donde no entran con un papel que no sea pequeño, como era en ese entonces esa raza: una raza sin poder, sin derechos, sin personalidad propia y sin educación alguna.

En esta película vemos la simple vida de un hombre de familia americano, común y corriente, que debe llevar el peso de mantener a esta. Nos olvidamos de aquel barrio en el que se venden y consumen drogas, en donde no entra nadie porque sino ya no sale. La única diferencia aquí es el color de piel entre un protagonista “normal” y este. El bajo presupuesto y la simpleza con la que fue grabada la hacen más verosímil, más real, la banda sonora llega hasta el alma y te saca de todo contexto programado en el cual ya hayas estado antes. 

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“Amator”, de Krystof Kieslowski.

Probablemente, en toda la película, Filip no tenía idea de lo que estaba pasando a su alrededor, simplemente iba con la corriente, las personas lo llevaban de la mano convenciéndolo de que iba por un excelente camino en el cine. Probablemente de mis películas favoritas a lo largo del semestre, por la simple razón de la identificación; imagino a muchos artistas en crecimiento que, al igual que Filip, “sólo lo hicieron porque quisieron”, no tenían un propósito exacto de expresión en cuanto comenzaron sus carreras; simplemente comenzaron observando, haciendo algo cotidiano y reflejando su día a día.

Me parece preciosa toda la historia, me parece que vio reflejada en realidad toda la vida de un artista, aquel que nunca tiene un buen lugar entre sus círculos sociales porque el arte no es nada serio, como la esposa que no puede aceptar en un principio su nuevo oficio, contrario a todos sus amigos y hasta su jefe y sus compañeros de trabajo. Filip comienza haciendo videos caseros por el nacimiento de su primera hija, empieza a ver las cosas de manera diferente a través del lente, de manera bella, de manera objetiva y esto le da importancia, sin saber que poco a poco tendrá consecuencias inesperadas y algo negativas en su vida, como el encuentro con una amante que quizás él creía nunca tener, y esto dejando en consecuencia el abandono de su propia mujer.

Es un choque entre vivir en una realidad y una realidad inmortalizada, aquella que va a existir por mucho tiempo más. A lo largo de toda la película, Filip comienza a olvidar este límite, a tal grado de darnos un final hermoso: cuenta su realidad ante la cámara, casi quedándose atrapado en esta ficción que se ha creado.

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“Zemlya”, de Aleksandr Dovzhenko.

Película de 1930 en la cual realmente no era necesario entender el texto ni a tener un sonido para comprender que esto iba dirigido a ser poético, a hacer alusión a su tierra natal, mostrando admiración por esta más que tratando de demostrar un conflicto político-social, aunque su tierra tuviera su base en esto mismo; a llevar a cabo una representación de la vida del hombre en la tierra, la cual se muestra desde un principio con la muerte pura del anciano, un anciano que ha merecido morir como muere, plácida y cómodamente en el lugar que se ganó trabajando y esforzándose por tantos años. 

En verdad las imágenes hablan, se puede notar un esfuerzo (y bien logrado) por crear un ambiente visual precioso en el cual se integra al hombre en esta tierra, como es dicho en el título. Como hacer creer que la Tierra es nuestra, es de los hombres que la luchan, pero haciendo ver en muchas tomas que ésta, es ella por sí misma, que es para sí misma, que la propiedad puede llegar a ser sólo una ilusión. También podemos pensar en varias analogías entre animales-hombre, donde nos hace entrever que somos lo mismo, que sólo vivimos de este gran territorio que nos fue prestado.

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"Sayat Nova" de Sergie Parajanov.

No hay cosa que me haya costado ver más en mi vida. Al final, terminé por admirar mucho más que la narrativa, o la intención de una narrativa diferente, admiré la fotografía y los colores utilizados, el color de la granada, como lo dice el título no original, colores que remiten a una fruta tan poco admirada como lo es. Encuadres fijos largos, llenos de detalles y de movimientos muy sutiles que no llevan una trayectoria misma.