god said adam and eve, not florence and the machine - Jumbo (2020)
Es de esperar que la primera vez que alguien escuche algo sobre Jumbo, no le dé mucha importancia. Con la simple premisa de “una mujer que trabaja en un parque de diversiones se enamora de una de las atracciones” parece más una película del canal Syfy que cualquier otra cosa, y no sería raro que alguien la mirara sólo por el atractivo bizarro y porque el concepto de una mujer enamorándose de un objeto propone la siguiente pregunta: ¿acaso va a tener sexo con dicho objeto?
Jumbo, debut de la directora Zoé Wittock, cuenta la historia de Jeanne (Noémie Merlant), una mujer que ronda los treinta y vive con su madre. No tiene ningún amigo, y nunca ha tenido novio. A pesar de que el film no profundice mucho en cuestiones mentales, es claro que tiene alguna especie de dificultad para relacionarse con el mundo exterior, y varias veces los personajes mencionan que ella “necesita ayuda profesional.” A Jeanne le encantan los parques de diversiones, y su cuarto está repleto de réplicas de las atracciones que ella misma construye con cosas que encuentra en su casa. Debe ser la única persona en todo el parque que está conforme con su trabajo. Al momento del comienzo del film, el parque cuenta con una máquina conocida como la Tilt-A- Whirl, y Jeanne es la encargada de su mantenimiento: a la noche, cuando el parque está vacío, ella se queda con la máquina y la limpia, se asegura que esté en condiciones.
A pesar de que su madre es la única persona con la que Jeanne puede relacionarse, no siempre están en buenos términos. Su madre, Margarette, la crió sola y el padre de Jeanne es mencionado muy pocas veces, tiene problemas de autoestima –en una escena la vemos utilizando un aparato para reducir peso de esos que venden por telecompras –y lleva hombres desconocidos a casa, lo que incomoda bastante a Jeanne. Es claro que se quieren, pero también es claro que su madre la resiente.
Decidida a encontrarle un novio a su hija, Margarette lleva a casa a Marc, jefe de Jeanne. Está dispuesta a hacerles de cupido, y esto obviamente intensifica los avances que Marc ya venía haciendo desde antes, los cuales Jeanne rechazaba.
Cuando finalmente sucede lo que todos sabemos que va a suceder, Jeanne se encuentra sumida en un enamoramiento –o una obsesión– que perjudica las pocas relaciones que tiene.
Ahora, Jumbo tiene dos capas.
La primera es superficial: una película que muy fácilmente se podría calificar como fantástica, y que a su vez permite dos lecturas. Al leer la sinopsis, uno no se espera realmente que esta relación pueda ser recíproca, pero lo es, o al menos eso parece. La Tilt-A-Whirl, cariñosamente apodada Jumbo por Jeanne, parece tener vida propia: se enciende sin ningún aviso, se comunica mediante luces de determinados colores, e incluso invita a Jeanne a subirse a ella para ir de paseo. Una fotografía magistral hace que cada uno de estos colores le dé un aspecto extraterrestre a la máquina, como si fuera una forma de inteligencia que no pertenece a este mundo y pudiera alzar el vuelo en cualquier momento e irse. Pero el asunto es –y esto es lo que habilita la otra lectura, mucho más posible –que las únicas veces que Jumbo interactúa con Jeanne, es cuando ambas están solas. Por ende, es muy fácil tanto para la audiencia como para los demás personajes creer que Jeanne está imaginándolo todo, y que se está volviendo loca.
La segunda capa, en cambio, es más profunda: Jumbo es, esencialmente, una metáfora para la llegada a la adultez, y el primer enamoramiento. Es claro que la imagen de Jumbo en sí sirve para darle ese carácter fantástico a la película ya mencionado, pero si reemplazásemos la máquina por una persona, cualquier persona, sin importar género o edad, la película se transformaría en un simple drama sobre un amor rechazado por la sociedad. La gente alrededor de Jeanne no comprende su relación con Jumbo y, por ende, la rechaza.Pero este primer enamoramiento envuelve a Jeanne en sensaciones que nunca antes había experimentado: por primera vez en su vida siente que alguien –o algo– la entiende, se siente acompañada y al lado de Jumbo descubre el amor y, sí, también el sexo. Al mejor estilo coming of age, Jeanne se abre a nuevas experiencias que ya debería haber tenido, pero que nunca es muy tarde para tener.
Sin importar si es realmente recíproco o sólo un delirio de Jeanne, este enamoramiento es real para ella y la enfrenta con una faceta de ella misma que no conocía: está dispuesta a luchar por su amor, ya sea contra su madre, contra Marc, o contra quien sea. Jeanne está dispuesta a luchar por Jumbo. Y, acaso, ¿no es eso lo que genera el primer amor? Una vez que lo sentimos, no hay forma de volver a lo que éramos antes, no se puede vivir sin él. Quizás ese amor no dure para siempre, quizás nunca sea correspondido, quizás esa persona que amamos no exista realmente o nunca sepa que nosotros existimos. Pero lo que el sentimiento en sí genera en nosotros es imposible de negar. Nos transforma, nos ayuda a deshacernos de esas partes de nosotros que no nos gustan y a convertirnos poco a poco en una mejor versión de nosotros mismos, o nos acerca un poco más a lo que realmente queremos ser. Puede que Jumbo no sea real, pero lo que Jeanne siente por él sí lo es, y de eso se trata todo.
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I carry a log - yes. Is it funny to you? It is not to me. Behind all things are reasons. Reasons can even explain the absurd. Do we have the time to learn the reasons behind the human being’s varied behavior? I think not. Some take the time. Are they called detectives? Watch - and see what life teaches.
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