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EL COCINERO, EL LADRÓN, SU ESPOSA Y SU AMANTE
Un hombre estando desnudo y siendo golpeado y al cual además le están untando excremento en todo el cuerpo, alrededor de él hay perros y el lugar en donde están es oscuro y repugnante. Así es como comienza ‘El Cocinero, el Ladrón, Su Esposa y Su Amante’ y te prepara para todo lo grotesco y desagradable que existe a lo largo de toda la película.
Toda la historia puede verse como una representación de la humanidad, junto con la iglesia y la religión. La historia se desarrolla dentro de un restaurante, el cual fue adquirido por Albert Spica, un sujeto grosero y desagradable. En los primeros minutos de la película lo vemos como una persona explosiva y agresiva, incluso golpeando a su esposa por corregir su manera de pronunciar su francés. Albert, el Ladrón, podría verse como Satanás, es el hombre corrupto de la película, el que comete todas las atrocidades y es el enemigo, nadie lo apoya por voluntad propia y nadie le tiene ningún tipo de apreciación o cariño.
El Cocinero lo podríamos ver como el clero o como la iglesia. Sirve la comida a los clientes en el restaurante, el cual sería físicamente la iglesia.
Michael, el Amante, podría ser visto como Jesucristo. Albert, Satanás, se enfurece cuando piensa que es un judío. Además es una persona pacífica y con amor. Al final, cuando Albert lo asesina, lo deja en posición de crucifixión. En algún punto de la película, Georgina dice ‘No es Dios, es Michael’.
Georgina, la Esposa, podría verse como todos nosotros, la humanidad, la cual es oprimida por Albert, Satanás.
La película logra dar la sensación de desagrado e incomodidad que seguramente trata de dar. Además, en algunos momentos, nos da un sentimiento de terror, principalmente de Albert, el cual es impredecible y extremadamente agresivo. La dirección de arte ayuda mucho a dar esta sensación, dándonos espacios muy oscuros y tonos rojizos del restaurante hasta el blanco del baño. Los tonos verdes de calma de la cocina, el azul de el exterior del restaurante y el contraste que tiene con el resto de los escenarios. Aunque no todo es oscuro y serio, hay momentos de comedia, aunque realmente no se llegan a apreciar porque tan solo duran un instante. La banda sonora minimalista nos brinda un sentimiento muy marcado cada vez que suena. La fotografía es hipnótica y hasta cierto punto satisfactoria, con la cámara moviéndose siempre de manera suave y acertada.
Esta combinación, de lo elegante y lo suave de los movimientos de la cámara con todo lo vulgar y grotesco que vemos dentro de la película le da un toque particular a la experiencia, y la hace muy disfrutable y sin lugar a dudas una extraordinaria pieza audiovisual.
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