dardosdemagenta

[dardosdemagenta]

Encontré a alguien, en el momento preciso, en el lugar apropiado, cuando no buscaba cuerpos. Lo encontré en un suspiro, en la pausa, en la calma. Como siempre quise.

[dardosdemagenta]

¿Cómo explico yo todos éstos cambios, cómo hacer poesías con estos años?

[dardosdemagenta]

Han pasado años sin relatos

Momentos de silencio que quedarán marcados, sin frases ingeniosas pero con actos sinceros.

Encontré un camino. Vivi con el bosque, aprendí sus palabras.

[dardosdemagenta]

Una poesia sincronica               no relata nada Otra historia rota, mil veces contada. La aritmia de dos corazones,  sin crónicas sin compas sin aquel cariño. Un saludo fugaz a la salida del cine. La mirada del naufrago que no ve tierra.

Alejase del querer cuando no hay tierra a la vista.

[dardosdemagenta]

Tequila

Te sangra la nariz por mi enfado de cabeza

perdón por no decirte nada

Tengo:

la boca de fuego Las palabras picapica

La mirada

Una bofetada con la botella de agua.

Tienes el pelo mojado

La cara salada

Lo siento

[dardosdemagenta]

los puzzles rotos

De

          sarme des

                                   amado

un silencio

que la vida siga 

[dardosdemagenta]

No te lo tomes como algo romántico, solo quería darte un beso - Vale, se como va esto

La vedad mas rotunda y mi corazón de piedra pomez.

[dardosdemagenta]

Me dijeron " la luna" salimos de paseo. Se fueron, en mitad del cielo Yo me quede sola, sin gravedad ninguna flotando, en el aire, como las antiguas brujas

un sueño.

[dardosdemagenta]

- ¿Donde es eso? - No lo se. - ¿Pero si estas ahí? - Solo camine hacia el centro.

Bruselas huele a gofres y galletas.  

[dardosdemagenta]

la verdad, querer, admirar y temer.

Siempre quise encontrar a alguien que supiera esperar el tiempo correcto para volver a las batallas del cuerpo tras las derrotas pasadas, tras la guerra de gritos y silencios que anteceden a los corazones rotos, siempre he admirado de una manera religiosa al momento oportuno, siempre he temido buscar una mirada en otros ojos. Querer, admirar y temer, parece sin remedio el camino mas veraz de mi vida, la verdad mientras tanto se esconde en la arboleda, la siento en el silencio que me acompaña a cada paso, me llega como el viento cuando mueve mi pelo. Es intermitente, a veces inexistente. Lo único real es querer, admirar y temer, el resto puede que sea mitología, incluso la realidad.

[dardosdemagenta]

"Tienes la actitud, solo te falta la buena suerte” me dijo un chico mientras conducimos hacia ningún lugar. Como si necesitase saber su opinión para respirar, como si el fuera el portador de la buena suerte, el afortunado, el elegido, el que sabe la verdad. Tal vez lo era, no se. No lo volví a ver.

Fantasmas de la carretera. El niño de la curva y la verdad del aire.

[dardosdemagenta]

La certeza de que no va a volver, la realidad, es lo mejor, pero aun así lo sientes, lo sientes de tal manera que lloras, sin quererlo durante un minuto, a oscuras en ese mismo lugar donde estas para escapar. Pasado el minuto, pones las llaves en el contacto y te vas. “También fue culpa tuya” dijo mirando al frente, sabia a ciencia cierta que no tenia razón.   Estamos otra vez en el instante de los corazones prófugos, de los ojos que huyen las miradas que tantas veces buscaron en la noche, esa mirada que desataban de forma incontrolable una tormenta. Hemos abandonado el ojo del huracán, ahora llueve como si se fuera acabar el mundo y es verdad, algo se ha roto.

Un abrazo y un dejarlo estar.

[dardosdemagenta]

Las palabras discretas.

Cartas a la nada, 

Ese pequeño vacío que siempre ha estado, aquí, conmigo.

*** 

¿Ahora escribes? 

Si.

Tengo algo que me acompaña y me borra la boca.

Unas palabras nunca pronunciadas, que me queman la cabeza.

Pero sobretodo soy consciente de la relevancia sutil, de las cosas no entendidas.

[dardosdemagenta]

Reescribir. Hay fuego en los arboles, las hojas vuelan. El bosque se derrumba.

otoño

[dardosdemagenta]

Abril,agua y silencio.

Entre mis metáforas preferidas siempre ha estado el bosque y sus senderos, los caminos que me adentran cada vez más lejos de todo, más cerca de mi, las habitaciones cerradas , las puertas que nunca hay que abrir. Hace tiempo que llegue a la conclusión de que mi casa es un jardín inmenso y en mitad del claro, hay una pequeña cabaña de una arquitectura dudosa. 

Nunca me gusta la idea de que en mi cerebro se impongan grandes vigas de acero, ni muros de cemento. No creo en ningún ideal, eso esta claro y entrando superficialmente en esta paradoja, diré, que la naturaleza es capaz de destruir todo lo que ha creado el hombre. En mi cabeza, la cabaña, se la podría llevar el viento.

Unos de esos días en que la arena formaba parte del cielo, un amigo me enseñó una ilustración sin color de una casa en llamas, quemada de forma estructurada sobre unos delicados hombros. Pensé en mi amigo, el Lord de las cajas, del orden, de los muros de cristal, de las vigas de hierro, de los tumores cerebrales. Lo vi atrapado en ese fuego sin color, esperando inútilmente una renovación. En el silencio absoluto de esa noche perdida, me encontraba mirando fijamente los ojos de una persona ajena a mi, buscando en esa oscuridad que nos rodeaba , una luz, una luz en sus ventanas que me acercara a su inocente caos. 

Se podría decir que sentí envidia de su lucha. Quemarlo todo y volver a construir los cimientos. En mi cabaña hay dos habitaciones cerradas con llave, una de ellas la abrí en una ocasión para enseñársela a alguien, no le gusto. No lo volví a ver. Desde entonces he entrado a solas casi cada día. La pinte de otro color, le cambie los muebles y le puse una lámpara nueva que diese más luz. Intente hacerla mía, pero ese lugar de mi cabeza no me pertenece y se podría decir ,incluso, que pago alquiler. Siempre he querido escribir una historia desde una cabeza ajena y siendo yo misma una extraña en mi propia casa, me dispuse a hacerlo, a sentir las cenizas caer sobre mí. La vida quiso, en una de sus jugadas irónicas, que en esos días de reflexión viese al fantasma que habita de forma permanente esa habitación y entendí que ese cuarto la construyo el silencio, el silencio no se quema, ese silencio no se rompe gritando, ese silencio forma parte de mi. 

En aquellos ojos oscuros ,la noche llena de arena, vi, un huracán capaz de ignorar ese silencio tan mío. “Dime” le dije “¿Qué es lo que quieres? Siempre tienes algo que decir. Tú y tus discursos moralistas, eres por excelencia el lado bueno de una historia, el que triunfa, al que se le da la razón.” Muy despacio y sin dejar de mirarme, se acerco. “No te lo tomes como algo romántico, solo quería darte un beso” el silencio se hizo mayor y el viento y el fuego sin color , quemaron la cabaña de madera, dejando en mí, un bosque salvaje, sin orden, dejándome por fin, solamente a a mí. Sin pestañear aun, conteste “Vale, se como va esto”  Empezó a llover y todo quedo sucio por la arena del cielo.

[dardosdemagenta]

Te quiere.

El día 11 de enero venia en la portada del periódico “El día”, con grandes letras rojas, la razón de por qué estábamos allí, en esa pequeña habitación beige. “Las urgencias se colapsan por una epidemia de gripe”. Nada más llegar esa mañana había visto el titular,  no toque el periódico, solo lo miraba con incredulidad. No terminaba de entender como un sentimiento tan complejo se explicaba con nueve palabras o más bien con tres “Epidemia de gripe”.

Según avanzaba el día, iban llegando gente “Tarde o temprano tenía que pasar” les respondíamos despacio con una pequeña sonrisa desesperada, como respuesta a sus,  lo siento, mi sentido pésame o a un simple apretones de manos. La sonrisa que mostrábamos era de esas sonrisas que ocultan un gran dolor. Ponto esa pequeña habitación beige se convirtió en un peregrinaje de personas que no había visto, a lo sumo, más de tres o cuatro veces en mi vida. Mire a mi primo al otro lado de la habitación , mirándose los pies y mi hermano a mi derecha haciendo los mismo, mi prima acababa de salir llorando disimuladamente, mis tías y mi padre hablaban con la gente y yo pensaba en el titular del periódico el Día.

Mi abuelo había comprado ese periódico a diario, durante años. Había una columna de alguien que no le gustaba mucho, así que siempre le pintaba cosas en su foto, una pipa, una boina, le quitaba un par de dientes, una vez recuerdo, le puso un parche. Al llegar yo de clase me ponía en la cocina con mi abuela a hablar y al cabo de un par de minutos aparecía él y le daba un susto tirando el periódico al aire para que cayera enfrente de ella. Después como el final de una especie de ritual, sintonizaba las noticias en la radio y se tomaba una copita de vino con bacalao o frutos secos, mientras mi abuela y yo hacíamos los crucigramas o leíamos el horóscopo. Con el tiempo eso cambio, como pasa con todo. Ahora había cambiado de una forma definitiva.

El día de la cabalgata de reyes, estaba haciendo cola para ir a Peter a comer papas fritas, lleva pendiente del móvil toda la tarde por que subían a Lolo del hospital quería ir a verlo, mi padre me avisó tarde, estaba muy liado organizando las medicinas y demás cosas. Baje justo cuando estaban a punto de atendernos, pensé “Son unas cochinas papas” y me fui.  Al llegar estaba medio dormido, o eso pensaba yo, así que me puse más bien a darle ánimos a mi abuela, diciéndole que si lo habían subido del hospital era porque estaba mejor, lo que yo no sabía era que no estaba mejor, si no que  las urgencias estaban colapsadas por una epidemia de gripe y no habían camas. Al irme gritó adiós con mucha fuerza, teniendo en cuenta que casi no tenía energía. No sé si le contesté, la verdad, no me acuerdo, prefiero pensar que si. Al día siguiente, el día de reyes, se lo volvieron a llevar al hospital. Recuerdo ver sus regalos envueltos en papel azul, en el rincón del salón, donde siempre habían estado y pensar que existía la probabilidad de que no los volviera a ver allí nunca más.    

Murió cinco días después de ese adiós del pasillo, el miércoles 10 de Enero de 2018, mi padre me mando un mensaje a las dos menos cuarto, yo acaba de salir de clase, estaba en el tranvía por la parada de Taco, cuando pase por el Hospital la Candelaria  y vi el cielo azul reflejado en las cristaleras del edificio, pensé en los regalos también azules, que aun debían estar en el salón de la casa de mis abuelos. En el tiempo que mis tías y mi padre habían invertido en elegirlos, en envolverlos y colocarlos cuidadosamente como siempre desde que yo tengo memoria. 

 Los cuadros de la habitación beige de muebles caoba oscuro, eran de absurdos paisajes, pensé en Italia, me recorvaban a un país donde nunca he estado, los examine minuciosamente, sus colores vivos que no encajaban en la habitación, sus pinceladas tan poco expresivas que, hasta que no los vi de cerca  no me di cuenta que eran originales y no fotocopias. Más que evadirte te recordaban que en esa habitación se velaba la muerte. Eran cuadros quietos, vacíos iluminados de manera tenue para disimular su colorido  y ya está. El tiempo pasaba tan lento que no lo procesaba, los segundos eran larguísimos , cualquier paseo a por agua, cualquier cosa, que te mantuviera distraído unos segundos se agradecía. Todos esperábamos con ganas el final del día, la señal difusa de que la vida sigue, el final de la metamorfosis de Kafka. Abrir las ventanas dejar que todo se ventile e irse al fin a descansar.

En el entierro colocaron  una corona de flores en la que ponía “Tu familia te quiere”, por segunda vez en esa jornada me quede pensado en la inmensidad que contenían sólo unas pocas palabras, esas cuatro palabras. Tu familia te quiere. Quiere. En presente, ni pasado, ni futuro, presente. Tu familia te quiere. Te quiere es para siempre.

[dardosdemagenta]

2018

es hoy, tal vez.