Tumgik
ernestosanmiguel · 2 years
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Ciudad de Ovalle
Ernesto San Miguel
La primera vez que la visité no tendría más de catorce años, llegamos a la Plaza de Armas, en pleno centro de la ciudad al atardecer. Cuando bajé del auto mis piernas estaban un poco acalambradas después de siete horas de viaje. Si bien es cierto, yo venía de Santiago no era mucho mas lo que yo conocía y Ovalle me pareció como un mundo nuevo.
Este viaje lo hacíamos para ir a buscar la polola de mi primo que había quedado embarazada y se arrancó de Santiago por temor a su madre, Aníbal pidió ayuda a su padre y fuimos a buscarla para fijar la fecha de la boda.
Ya habíamos encontrado a Gracia, el amor de Aníbal y después de comer en el mejor restaurante de la época, volveríamos a Santiago. Todo me parecía grande y desde mi perspectiva muy hermosa. Tanto el romántico reencuentro entre mi primo y su futura señora y sus manos entrelazadas queriendo decir, nunca un minuto más sin ti.
La comida fue deliciosa y hasta el postre, un plátano a manera de piano presentado y rodeado de miel de palma como para chuparse los bigotes, aunque en ese tiempo aún no me habían crecido.
En el año 1958, la ciudad no tendría más de quince mil personas, era eminentemente agrícola y llena de verdor, se encuentra ubicada al sur este de las ciudades de Coquimbo y La serena y la riega el río Limarí.
La ciudad debe su nombre en honor del presidente José Tomás Ovalle Bezanilla, quién murió un mes antes de su fundación, el 21 de abril de 1831.
Ayer se cumplió un año de la partida de mi hermana Matilde y justamente hace unos cinco años la invité a conocer un terreno que había comprado cerca de la bifurcación que lleva a Ovalle, no lejos de ahí había un pequeño hotel que anunciaba aguas termales y pernoctamos una noche para aprovechar las termas que resultaron un fiasco.  Esta cuestión de terma sólo tiene el nombre.
Cabe hacer notar que terma viene del griego que significa caliente y en este caso agua caliente y generalmente las termas se encuentran cerca de volcanes quienes calientan y le entregan minerales que seguramente vienen de la profundidad de la tierra o sea del magma, cualquiera diferencia con la realidad se debe al trastoque de papeles y son valederas las explicaciones de los científicos.
¿Y tu has estado en alguna otra terma? Me preguntó mi hermana.
La primera vez fue en San Pedro de Atacama, tenía que levantarme temprano y nos íbamos corriendo durante media hora, hasta llegar a un pozo termal en pleno desierto, yo la encontraba deliciosa y mi compañero de ruta, era el cocinero de la hostería donde trabajábamos. Mi señora no nos acompañaba, porque era muy temprano y el atletismo no era su tema y prefería dormir un poco más. Así fue nuestra rutina, durante cinco o seis meses que trabajé en la hostería antes de ser trasladado a otra ciudad, en que no había termas.
En todo caso, al fondo se divisaba el volcán Licancabur, me imagino que el nombre es de origen autóctono Aymara o Quechua, en aquel entonces no había nada más, sentía que la mirada se perdía hasta el infinito.
Hoy se encuentra allí, uno de los centros astronómicos más grande del mundo donde trabajan europeos, estadounidenses latinoamericanos entre otros, todo esto a más de 6000 metros de altura. Su nombre es Alma, poético nombre.
Cerca de San Pedro de Atacama se encuentran los geysers del Tatio, las fumarolas que salen de la tierra sobretodo antes del amanecer siempre encuentra a cientos de visitantes mirando con ojos desmesurados las bellezas que nos entrega la tierra, nuestra tierra, la que tanto nos falta cuando vivimos afuera.
Yo estuve en las Termas de Chillán me contó mi hermana, la piscina era muy agradable, estuvimos con mis hijos, tres días regaloneando al lado de la montaña y de un cielo azul. Esto gracias a que ellos habían estudiado y trabajaban bien, podían invitarme a gozar un poco de la vida, ya que la niñez de ellos fue muy pobre y yo fui terriblemente severa para que estudiaran y no fueran como sus padres, en el fondo era también un poco de mi triunfo.
Nosotros también, fuimos con José nuestro hermano y su compañera, más mi señora y mi hija. Fue muy cómico ya que mi pequeña, con un humor especial, decía que ella era una especie en extinción siendo hija de un chileno y una china y en esa visita nos encontramos con una pareja igual que nosotros y dos niñas pequeñas de la misma especie. Descubrimos que ya no estaba en extinción. Y las termas eran termas.
Sabías que en ese sector estaba la guarida de los famosos hermanos Pincheira, incluso se hizo una teleserie contando su vida y las razones que le llevaron a ocultarse del poder de aquellos años. El poder siempre el poder.
Era la primera vez que viajábamos juntos con Matilde y nos quedamos después en La Serena. Siendo hermanos, pocas oportunidades tuvimos de conversar y de saber un poco más del otro. Tuve que partir después del golpe cívico militar y eso impidió un acercamiento mayor.
Nunca supe de sus sueños… ni como vivió la dictadura, mientras yo vivía en el exilio ella era parte de los millones que sufrían en el terruño.
Ella me cuenta que los dos primeros años vivían con mucho miedo, temiendo las represalias de los milicos cuando los movimientos de la gente crecían por el descontento y sobretodo el hambre. Debo decir que nosotros teníamos la ayuda de ustedes que nos ayudaba mucho a sortear los momentos más difíciles. Con el tiempo nos fuimos acostumbrando y el miedo empezó a quedar en el olvido.
A los días del golpe la población fue allanada, ya había pasado en otros sectores pobres de la ciudad. Estaban todos los hombres de rodillas en la cancha de fútbol y con las manos en cruz. Estuvieron más de dos horas, mientras el que dirigía los arengaba diciéndoles que había vuelto el orden. Nunca había visto algo así, me recordaba las películas de los nazis en los países invadidos, era como si los ricos utilizando a los milicos pobres nos hubieran invadido.
Tienes razón querida hermanita, me trae el recuerdo del día del golpe mientras miraba desde la oficina donde trabajaba, como los aviones atacaban la moneda y veía desmoronarse un sueño de una sociedad mejor fue un día terriblemente triste y que es muy difícil borrarlo de la memoria.
Nuestra tarea era luchar contra el odio, veía un uniformado y me daban ganas de vomitar y tu sabes que yo soy muy católica y rogaba todas las noches al acostarme tener las fuerzas necesarias para ser capaz de perdonar a pesar de las mentiras que la televisión y los diarios publicaban.  
Chile el jaguar de América, que estupidez tan grande y ellos se la creían.
Yo al igual que tu, sentía un odio terrible pero decidí que debía convertir el odio en acción política razón por la cual volví a Chile a poner un grano de arena en esta lucha que aún no ha terminado.
¿Y conociste otras termas?, me preguntó mi hermana, para cambiar el tema de la política que a ella no le gustaba mucho.
Si, cuando visitamos con mi hija mayor la ciudad del Cuzco, Machupichu y Nazca, estuvimos en una terma llamada Aguas calientes. Se viaja desde El Cuzco en un tren orillando el río Urubamba hasta llegar a Machupichu, la terma en cuestión, más bien una piscina con agua caliente, en aquella época bastante mal tenida, pero el agua termal era caliente, valga la redundancia. En aquel lugar lo hermoso era la ciudad de Machupichu, construída en lo alto de las montañas, donde nunca pudieron llegar los españoles con sus ansias de poder y de destrucción. Como ejemplo, en la ciudad del Cuzco los invasores construyeron sobre las bases de las construcciones incaicas, tratando de borrar la gran cultura que allí existía, sin embargo, con el terremoto ocurrido en los inicios de los años 1617 destruyó todo lo construido por ellos, no así, las construcciones de los Incas.
Machupichu, fue redescubierta por los blancos en 1911.
También estuvimos con la familia en Vietnam, cerca de la ciudad de Natchan, no recuerdo el nombre de las termas. País del tercer mundo, tampoco había un desarrollo para turistas, para poder cambiarse, entrabamos a una carpa sin techo, ni lugar para dejar la ropa que nos teníamos que sacar, el suelo estaba lleno de agua, no recuerdo si por la lluvia de aquel día. Eran pozos personales y terriblemente calientes se entraba blanco y se salía color jaiba, después de cocida. Había además baños de barro al cual no entramos por la premura del tiempo. Debíamos volver a la ciudad y de ahí viajar en lanchas a la isla donde se encontraba el hotel donde nos alojábamos.
En Canadá cuando estábamos en pleno romance con mi actual señora, fuimos hacia el Oeste hasta la ciudad de Banff en la provincia de Alberta cerca de allí visitamos las Upper termas a cielo abierto, y nosotros gozando del calor agradable de las termas, mientras caía la nieve sobre nuestras cabezas. Te cuento que la pequeña ciudad está rodeada de montañas no muy altas pero nevadas, esta ubicada en medio de un parque a una hora y media en auto de la ciudad de Calgary.
Volvimos 25 años después, esta vez hicimos el viaje en auto desde Montreal y solamente lo visitamos ya que nos hospedamos en el lago Luisa. El final de nuestro viaje era Vancouver claro que nos devolvimos en avión y estuve más de una semana durmiendo de guata ya que mi trasero estaba muy adolorido después de tantos días sentado en un auto, aunque en las noches parábamos para dormir.
Como será de grande Canadá, que en avión desde Montreal a Calgary toma seis horas de viaje de este a oeste y como comparación para ir de Montreal a Cuba a llenarse de sol, solo toma 3 horas y 45 minutos.
También estuvimos en unas termas en la Isla de Ischia, en Italia, una isla formada de lava volcánica del volcán Epolomeo, esto es en el mar Tirreno. Para llegar debíamos tomar un barco en la ciudad de Napoles., a unos 17 millas náuticas de Napoli. Un viaje muy agradable hasta llegar a la isla en cuestión, que además estaba llena de termas y todas preparadas para el turismo, elegimos una al azahar y disfrutamos todo el día en ella. Mi hija fue la que más gozó, ya que se cambiaba de un lugar con agua termal a un lugar donde se caminaba en redondel sobre piedras y el agua heladísima. O bien nos podíamos ir a una piscina termal deliciosa y cuando te aburrías podías caminar para meterte en el mar Tirreno. Soñado.
Según las investigaciones últimas toda la zona está sobre un gran volcán sumergido en el mar, y se cree que si este explota toda esa zona va a desaparecer. Lo más conocido es la historia de la ciudad de Pompeya que quedó sepultada por una erupción gigantesca del volcán Vesubio en el año 79  y  que ahora en 2021, comienza a despertarse y se divisan las fumarolas que expulsa, al igual que el volcán Etna.
Sabes hermanito a mi me gustaron las termas de Santa Teresita, estuvimos un día completo en el agua. Sentía la sensación que la Teresita me limpiaba de todos mis pecados, pienso que debería haber estado mínimo una semana. Ja Ja
En verdad como tu dices, es muy agradable pero las aguas termales me atraen y esas tan cerca de Santiago son una hermosa atracción a bajo costo.
Estamos mezclando dos cosas completamente dispares. La primera el golpe de estado en Chile y sus consecuencias que provocó una salida masiva de chilenos a diferentes países y las termas que curan sobretodo los males causados por la artritis, y la artrosis entre otros males.
Te voy a contar una muy cómica
Estábamos en Tokio y nos fuimos a unas termas en pleno centro de la ciudad, Japón al igual que Chile tiene muchos volcanes, razón por la cual no le faltan las termas. Al entrar debíamos dejar los zapatos y calcetines afuera y entrar con unos zuecos que nos entregaban y nos separaban por sexo ya que el ritual era desnudo completo y el idioma el japonés, es decir, no entendía ni jota.
Como dice el refrán, si no entiendes nada, haz lo que vieres. Lo primero que me llamó la atención fue la piscina y los cajones con diferentes tipos de temperatura para ir acostumbrando el cuerpo, a mi izquierda vi una ducha desocupada y corrí para ocuparla y al frente mío una serie de personas de espaldas y sentados en unos pequeños bancos frente a unas llaves de agua y donde se jabonaban por presas. Extraño me dije, terminé la ducha y me fui a la piscina y pasé tranquilamente por todas las temperaturas. Se acercaba la hora de nuestro reencuentro, volví a la ducha que nadie ocupaba y me fui al baño, ya que con tanta agua me dio ganas de orinar. Salí por una puerta y lo primero que encuentro es una dama y yo empelotas, mierda me dije me equivoqué de camino, pero estaba escrito en varias lenguas lo que yo buscaba EL BAÑO, antes que yo entró un señor y se cambió los zuecos para hacer tal menester. Copia que te copia, realicé la misma maniobra y la dama mirando a lo lejos y creí ver que esbozaba una sonrisa, entré al lugar y después de vaciarle el agua a las aceitunas como dicen en el campo chileno, salí muy liviano de peso y cuando iba a entrar para vestirme, veo que la dama en cuestión me hace señas extrañas a lo lejos, mostrándome hacia abajo y como era la primera vez en aquel lugar, en aquel país y siendo un poco miope y estando sin lentes, me imaginé tantas cosas en breves segundos de su carrera hasta llegar a mi. Demasiado grande, demasiado blanco, muy pequeño y se lanza de rodillas quedando su rostro y sus labios que sonreían, frente, justo frente al desvergonzado y yo pensé esta cuestión es con FINAL FELIZ y nada de eso era realidad, sólo que me había equivocado y me había venido con los zuecos para el baño y me traía mis zuecos que me los cambió ella misma, con una sonrisa memorable. Y sin final feliz.
Mi hermana se desternillaba de la risa y se acordó cuando éramos pequeños y yo les contaba las cosas que me pasaban y las tres se hacían pipis riéndose.
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ernestosanmiguel · 3 years
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Patas de chancho
Ernesto San Miguel
La Corea se encuentra en el sud este del Asia y tiene como vecinos a China, Rusia y por vía marítima a Japón. Antes de 1905 existía una sola Corea hasta que Japón la declaró su protectorado y después el 29 de agosto de 1910 fue anexada a Japón y Corea fue declarada una provincia. Los movimientos sociales contra el invasor se acrecentaron después de la revolución Rusia en 1917 y el primero de marzo de 1919 se produce un levantamiento generalizado contra el invasor, pero no cambió por las fuerzas dispares de ambos países.
Durante la segunda guerra mundial los coreanos sirvieron de mano de obra esclavizada, mientras los nipones hacían la guerra. Grave es el caso de las coreanas que sirvieron de esclavas sexuales durante el mismo período y solamente en enero de este año 2021, Japón aceptó de indemnizar a las familias que sufrieron esta ignominia.
Boram fue una de estas jóvenes, como hubo miles utilizadas a la fuerza por el ejercito invasor como esclavas sexuales. Tenía 16 años cuando fue raptada dejando a sus padres con un dolor infinito y su prometido Sanyun fue enviado como esclavo a una mina de carbón perteneciente a la familia Mishubishi, durante tres años que parecieron infinitos sirvió en los socavones de la mina teniendo como sola misión salvarse para reencontrarse con su amor.
En 1945 a la rendición de Japón, Sanyun volvió a Seúl, inmenso fue su dolor cuando se enteró de lo que había pasado con todas las jóvenes coreanas. Se enroló en las fuerzas armadas coreanas pretendiendo olvidar lo que la guerra le había arrebatado.
En 1950 estalló el conflicto entre la parte norte que luchaban por instaurar el socialismo, ayudados por Unión Soviética contra los del sur ayudados por los Estados Unidos quienes se oponían a ello.
La guerra entre hermanos duró tres años y en 1953 se firmó el armisticio dividiendo la península coreana en el paralelo 38. Quedando Corea del Norte como un país y Corea del Sur un país diferente. Y en medio de estas diferencias políticas Boram y Sanyun con un amor que no pudo ser.
En Seúl nos encontramos con mi suegra y su nuera que venían desde Hong Kong, descansamos aquella tarde del viaje y al día siguiente visitaríamos el centro de la ciudad y sobretodo el mercado. Mi señora y mi hija necesitaban comprar lentes y ahí eran más baratos y por la configuración de las narices asiáticas más fácil de encontrar mayor variedad de modelos. Mientras ellas se entretenían en la tienda en cuestión yo me entretenía mirando otros modelos asiáticos en medio de una cantidad enorme de personas. Hasta que llegó la hora del mediodía y debíamos ir a comer, las más jóvenes que eran cuatro en total querían comer coreano tradicional, lamentablemente picante. Mi suegra y yo no comíamos picante y se nos agregó su nuera y decidimos ir a comer patas de chancho.
La última vez que comí patas de chancho, no tendría más de 25 años. Vivíamos en Santiago de Chile. Era una tarde de otoño, fría pero no lluviosa y llegaron a nuestra casa dos parejas a visitarnos y conocer nuestro bebé que en la época no tendría más de dos semanas, por la conversación que sostuvieron me di cuenta qué las relaciones no eran de las mejores entre las parejas. Los varones me pidieron que los acompañara al Chicha y Chancho un restaurant de lo más conocido. Al principio rechacé la idea, pero mi señora insistió en que fuera con ellos que su hermana y su prima se quedarían con ella. Primero llegó la chicha, dulce y refrescante, pero en vez de vasos servían en cañas cuando llegaron las patitas de chancho, ya estaba mirando con dificultad y al segundo vaso, digo caña veía que las patas de chancho bailaban cueca arriba de la mesa. Algo anda mal me dije y tuve que ir al baño para lavarme la cara y tratar de ver mejor la realidad. En el intertanto el tema de conversación era la dificultad de entender a las mujeres en el matrimonio, cada cual contaba con pormenores y hasta los más mínimos detalles de las peleas que tenían. Yo tenía serias dificultades para hilvanar cualquiera idea y menos para expresarla con una lengua rasposa y terriblemente lenta. Cuando volví del baño uno de ellos dijo, este huevón todavía está en luna de miel, no tiene ningún problema. Difícil era explicarle que tuve que bajar la escalera para ir al baño de poto, peldaño a peldaño porque no era capaz de sostener mi cabeza. No recuerdo cuanto duró la comida, pero al final recordé la frase que me enseñó mi abuelo, amigos a las mujeres no hay que tratar de entenderlas con los parámetros masculinos, sino, sólo tenemos que amarlas. Y de reojo miré mi sonrisa bobalicona en el espejo.
Y ahora me encontraba en el mercado de Seúl con dos mujeres que habían perdido a sus maridos, mi suegra en el atardecer tardío de la vida y su nuera quedándose viuda joven. Ambos hombres padre e hijo con cáncer en sus cuerpos.
Y al medio de la mesa las patitas de chancho y como bebida, té caliente que no cambia la perspectiva de las cosas, como la famosa chicha. ¿Sus esposos las habrán amado sin juzgarlas?
Pero ambas aceptaban su soledad sin preguntárselo.
Mientras comíamos puse en el conocimiento de ellas la historia del amor trunco entre Boram y Yansun en la época de la segunda guerra mundial y lo nocivo que significó Japón en esa parte del Asia, incluso en China y Vietnam.
Nosotros temíamos terriblemente a los japoneses dijo mi suegra y aunque yo era una niña pequeña, nuestros mayores nos contaban las negras y horrendas historias de lo que hacían los invasores con los pueblos invadidos. En nuestras familias odiábamos tanto como temíamos a los japoneses, es la razón por la que no vine con ustedes a Japón. Los países al igual que las personas, tienen un karma, entiéndase cómo destino que tienen vivir. Las malas energías que ellos mismos crearon se convirtieron en vendaval y el viento cambió de rumbo y recibieron los males que generaron y pienso que el destino fue terrible para ellos como lo será también para otros países invasores. El destino a veces tarda, pero al fin llega.
Después de un largo silencio.
¿Y ustedes también comen patas de chancho? me preguntó mi concuñada,
si igual que aquí le respondí, claro que no les conté la bajada de la escalera ni de lo dulce que era la chicha, la última vez que fui al restaurant a comer. Eran demasiado conservadoras, ni siquiera bebían alcohol y eso de las patas de chancho bailando cueca, les habría causado una tragedia.
El resto llegó a buscarnos para seguir el paseo por los centros de compras en que las mujeres son tan felices y los hombres tan aburridos. Pero yo me quedé enchufado con esto del amor asiático y de las costumbres tan arraigadas en ellos. Una mujer que queda viuda, es porque tiene un karma que ningún asiático querrá para compartir su vida porque le pasará lo mismo que al primer hombre, esto es, partir antes de tiempo demostrando así que la cultura de ellos tiene pánico a la muerte ya que no se preguntan si serán felices o no, sino cuanto durarán en el tiempo y admiran por ello a las tortugas que son de largo aliento.
Séul, es una gran y moderna ciudad donde los rascacielos han ido escondiendo en el paraje a las antiguas pagodas, una ciudad con más de diez millones de habitantes es una gran ciudad donde su sistema de transporte rápido y ordenado es excelente. Es verdad, que nosotros como visitantes nunca anduvimos en las horas de punta y el taxi además es barato.
Subimos al edificio más alto de la época, terminado en el año 2016 el edificio Lotté, desde donde admiramos la extensión de la ciudad y guardamos para el recuerdo las fotos que a cada uno de nosotros nos parecía interesante. Mi compañera grabó un video, que revisamos en la tarde al llegar a casa (arrendada)  y grande fue la sorpresa de encontrar un baño muy limpio y que al igual que los japoneses hacen el trabajo completo después de hacer nuestras necesidades, es decir, lo limpian, lo lavan y lo secan, es como volver a nuestra más tierna infancia, pero ahora en plena conciencia dan ganas de decir algo que cuando pequeños nunca dijimos, gracias mamá.
En comparación con las ciudades de Japón, Corea es absolutamente occidental y los jóvenes de ambos sexos en los metros no son educados como los japoneses, es una copia gringa lamentablemente en lo peor de ellos. La diferencia con los de gringolandia está en los ojos rasgados, ya que no podemos hablar del cabello negro, porque la moda los ha puesto como un arcoíris que da vida y color.
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ernestosanmiguel · 3 years
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Un nuevo aniversario
Ernesto San Miguel
Esta mañana antes de sentarme frente al computador, encontré una carpeta con mis viejos escritos y releyendo encontré mi carta póstuma a mi padre, habían pasado más de 30 años desde aquel entonces y aún antes de terminar las lágrimas se asomaron al encuentro, como si el tiempo se hubiera quedado detenido.
Terminé de leer algunos cuentos, cuando sentí que desde el subterráneo me llamaba la lavadora. Sacar la ropa y pasarla a la secadora me hicieron olvidar lo que estaba haciendo y seguí con mi rutina diaria de escuchar las noticias de mi país.
Han pasado cerca de 50 años y todavía no he sido capaz de adoptar la tierra donde vivo como mi patria. Haciendo un balance, llevo acá afuera más años de los que viví en mi terruño y no puedo dejar de olvidar la canción de Isabel Parra,
Ni toda la tierra entera, será un poco de mi tierra.
Siguió el día con todas las pequeñas cosas y en mi caminata diurna volvieron muchas veces los recuerdos de mi viejo padre, pero eran pensamientos intermitentes que se borraban con la pasada de una bicicleta o un auto frente al parque en el que guío mis pasos automáticamente, algunas cuadras más y encuentro el negocio del café conque se termina la mañana y de vuelta con mi baguette bajo el brazo saboreo el amargo café, mirando las hojas que ya caen.
El otoño nos roba grados de temperatura, cambia el color de las hojas a pesar de ello la vida sigue caminando hay viejos como yo que miran a lo lejos y muchos niños que corren o se columpian y el trazo de la vida está completo el ocaso de algunos y el renacer de otros.
Y llegó la tarde y la noche con su secuela de olvidos.
El 29 de septiembre mientras revisaba los avisos que nos entrega la tecnología encontré lo escrito por mi sobrino Patricio, quién vivió siempre con mi viejo y estuvo junto a él en su partida, en aquella época el era un niño y describe su partida con un sentimiento tan puro, como sólo podemos hacerlo desde la niñez.
Hace ya mucho tiempo, por las vivencias ocurridas llegué a la conclusión que el más allá y el presente están íntimamente ligados y tenemos que dejar nuestra mente abierta para poder descubrir el mensaje del más allá.
Mi padre vino a visitarme para decirme que la vida no termina con nuestro cuerpo terrenal y además que él siempre estará cuidándonos.
No es la primera vez que hace su aparición, y cada vez su enseñanza tiene tanta fuerza que es imposible negarla.
Treinta años antes me encontraba en una reunión con muchos amigos y compañeros de diferentes nacionalidades para tratar el tema de la caída del socialismo en los países del este y la orfandad en que se encontraría Cuba y como nosotros podríamos ayudarla. Una tarea inmensa. Cuando el teléfono sonó para anunciarnos tu partida. Sólo lo supe cuando volví  de aquella reunión y me sentí doblemente perdido mientras el mundo perdía un tipo de sociedad más justa y humana que sería muy difícil de recuperar yo te perdía para siempre.
Carta a mi viejo
Después de leer tus saludos, en aquella escueta tarjeta. Después de recorrer el trazo tembloroso de tu letra, no pude impedir viajar en el tiempo y la distancia para encontrarme contigo en la puerta de mi vieja escuela, allá en las calles Santa Rosa con Marina de Gaete, cerca de la Avenida Mata. Recuerdo que ambos estábamos apurados, tú por irte al trabajo y yo para jugar más tiempo antes de las clases. Mis recuerdos son tan claros, como si el tiempo que ha pasado, no fuera, sino una mala jugarreta del destino.
 Papá, papá tienes que hacerme una comunicación, justificando el viernes que falté.
 Siempre a ultima hora hijo, es que lo había olvidado papá.
Quisiera contarte que en cuanto a los olvidos, no he cambiado mucho, sin embargo el recuerdo de mi escuelita, no es fortuito, sino más bien recordando tu letra, porque aquella tarde mi orgullo me hizo crecer como pavo real, cuando la señorita Esmeralda, mi profesora en el primer año de la escuela Guillermo Mata, al leer tu comunicación, te envió felicitaciones por tener tan clara y hermosa letra.
Me han contado, que a veces vuelves a Sierra Bella para encontrarte con los tuyos, con los amigos de tu juventud, con tus viejos, con tus hermanos y con todos aquellos que han partido antes que nosotros.
Quiero que sepas que comprendo y comparto contigo esta evasión. Si supieras viejo, cuantas tardes, aprovechando que nadie está en casa, para viajar al pasado y encontrarme con ustedes. Contigo he conversado tantas veces, tratando de cambiar algunas palabras ue te hirieron, o bien, para vivir de nuevo junto a ustedes y dulcificar los agrios momentos que talvez les hice pasar, o bien para revivir aquello que nos hizo feliz. Te adjunto algo que he escrito para ti, en ellas quiero expresar mis agradecimientos y decirte tantas cosas que no pude decir en el momento oportuno, o talves, porque no tuve la capacidad de comprensión, que sólo el tiempo y la experiencia dan. Sin embargo creo, que aunque no la escuchaste, tienes que haber sentido a través de mis gestos, el amor que por ti siento, agrandado hoy por la distancia y las circunstancias. Si pudiera traducirlo en un lenguaje simple, quiere decir
Papá gracias por todo.
Era el primer año que iba a la escuela y cada separación de mis padres era desgarradora. El llanto de mis ojos me impedía ver las calles con claridad y sentía la sensación de entrar en una obscuridad en la cual no adivinaba el final. Mi padre tomaba firmemente mi mano, mientras me repetía con su voz suave que los niños inteligentes no lloran porque van al colegio y me daba toda suerte de consejos prácticos que nunca los entendí, me decía tantas cosas que aún resuenan en mis oídos y que poco a poco me daban la calma necesaria, como para enfrentar el mundo desconocido.
Su mano siempre me pareció segura y arrimarme a él en momentos de angustia fueron como la salvación a mis pesares.
Fue el mago, el héroe, el ídolo de mi niñez. Pero el tiempo pasó como una ráfaga, y se llevó al mago, cayó el ídolo quebrándose en mil pedazos un día cualquiera en mi adolescencia y el héroe comenzó a ser vencido por el tiempo.
Como muchos en la juventud, me deslumbré con las falsas luces de neón creyendo que eran la claridad que a otros les faltaba. Subí peldaños con la rapidez y la energía de los vencedores y el mundo me pareció dormido bajo mis pies.
Pero jamás fui un vencedor, ni tuve la claridad de los elegidos y la montaña donde estuve subido, era apenas una duna que el tiempo y el viento fueron destruyendo.
¿Cómo poder sentarme a conversar contigo?  ¿Cómo aprender la palabra simple que expresaste en el sindicato? Y sin embargo ahora entiendo tus renuncias generosas y tus luchas.  Talvez habríamos trocado el hambre dolorosa, por la fuerza de los que no se doblegan. Pero la niñez es una flor de inocencia y no busca causas, sino que constata hechos que no entiende.
Comprendí que con el tiempo nuestros caminos se han vuelto a juntar y talvez no será imposible que una tarde tome tus manos que ahora tiemblan y te devuelva el calma  y la seguridad ayer me diste y si tus ojos cansados no son capaces de darse cuenta, quisiera contarte que mis ojos te miran como el héroe que siempre fuiste, ya que ser justo y limpio en una sociedad donde los valores poco cuentan, transformar los momentos amargos en un momento de felicidad, porque la lágrima de ayer tu la transformaste en risa y por habernos dado un signo de esperanza en cada anochecer.
Idolo no, pero te admiro con todo el respeto que has ganado jornada a jornada en las luchas simples de la vida, minuto a minuto en que nos has entregado amor, como si fueras una fuente inagotable de calidez humana, aún en tus debilidades.
Te cuento que han cambiado de nombre a todas las cosas, que en nuestro país al genocidio le llaman costo de la libertad y a aquellos que mataron, torturaron, y quemaron les llaman paladines de la libertad incluso con ascenso de grado.
Como no entenderte cuando sales a volar en cada tarde.
La ley de la vida se cumple inexorablemente y cada cual a su tiempo partirá. Pero no cerrar tu mano, no poder abrazarte en aquel momento del adiós es lo más amargo que la pena retenida o las lágrimas que caen cuando pienso en ti.
Siento que he perdió tu mano, como cuando era un niño temeroso del mundo en que vivíamos. Tu partida es la pérdida de un gran tesoro. Tenía la secreta esperanza de encontrarte mirando la vida sencilla de la población o imaginando un mundo mejor con tus ojos más allá de las fronteras y poder tomarte del hombro, para mirar juntos la cordillera esquiva, escondida detrás del smog, tan de moda. Pero el frío de la soledad me viene como una sensación agobiante y si bien he aprendido a enfrentar el mundo con sus altos y bajos, siempre sentí que este tesoro, era un as bajo la manga que hoy he perdido.
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ernestosanmiguel · 3 years
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El paraguas
Ernesto San Miguel
Estaba mirando las fotos de nuestro viaje a Japón y Corea del Sur mientras escuchaba la música que sonaba a mis espaldas y la letra de la canción me llevaba a mi niñez como si hubiese pasado por un pasaje secreto.
“No es sangre la que corre por nuestras venas, sino el río de recuerdos de nuestra infancia” traducción libre del francés. C’est ne pas du sang qui coule dans nos veines, ce la rivière de notre enfance.
Y allá me veo, pequeño y sosteniendo el bolsón de mis cuadernos sobre la cabeza tratando de evitar la lluvia que torrencial caía. Dos cosas que me molestaban sobremanera, el agua en mi cabeza y la que entraba por los hoyos de mis zapatos. La calle Victoria en el Santiago de Chile de los años cincuenta en aquel mes de agosto no sabía de sequía y mis calcetines estrujados al entrar a clases así lo demostraban. Galo mi compañero de banco, habría los ojos desmesuradamente y me preguntaba que número calzaba por si alguno de sus zapatos me pudiera ayudar, lamentablemente el era más pequeño que yo. Calentaba y secaba mis pies al mismo tiempo cruzándolos bajo mis muslos. ¡Tantos recreos perdidos a causa de la lluvia!
La vida para un niño normal son los juegos y aquello se hacía en los recreos anunciada con algarabía por la campana salvadora de las tediosas clases.
Para volver a casa, cambiaba el papel de diario que ayudaba transitoriamente a tapar los hoyos de mis zapatos, pero las diez cuadras que debía caminar volvían a mojarse mis pies. Han pasado tantos años desde aquellos momentos húmedos y aún a veces cuando vuelvo al pasado no dejo de tener la frialdad en mis pies.
Siempre tuve una admiración escondida por los paraguas y por los zapatos sin hoyos.
Seguramente en aquellos años, la invasión de la industria china era una lejana utopía. Y los paraguas tenían un precio inalcanzable para las familias obreras.
Cuando mi compañera me contó que su sueño era visitar Japón, me pareció sorprendente ya que tenía pánico de ir a Chile por la cantidad de temblores y mas bien de terremotos. Pensé para mi, seguramente no tiene idea que está en la cadena de fuego del Pacífico y al igual que mi país sufre de muchos movimientos telúricos durante un año normal.
Estuvo más de cuatro meses planificando el viaje, las ciudades a visitar y sobretodo los restaurantes clasificados excelentes por los especialistas.
Un mes antes de viajar, me mostró su itinerario y las razones de su elección. Muchas basadas en conversaciones con amigas, que ya habían visitado el País del sol Levante y siguiendo las instrucciones de mi abuelo que siempre me decía, si quieres ser feliz con una mujer, nunca, pero nunca le digas que no y síguele siempre la corriente.
Me parece muy buen panorama, sólo agregaría la visita de un día a algún baño termal, siempre pensando en mis dolores artríticos razón por la cual me arranco cada invierno de Montreal.
El itinerario era de Montreal a Vancouver y de ahí a Osaka, como primera parada en Japón.
Iríamos además a Kioto, y a Tokio su actual capital entre otros. Para nosotros era la primera vez en esa parte del Asia.
Todo lo que sabía de Japón era su conformación como un inmenso archipiélago en el Pacífico, teniendo como vecinos a Corea, Rusia y China con los cuales además ha tenido problemas por algunas islas que cada uno de sus vecinos reclama.
Dirigido por un emperador y en estos días al igual que las regencias en Europa son más o menos decorativas. Dudo que hasta antes de la segunda guerra mundial haya sido igual ya que es poco comprensible que un gobierno colegiado tome determinaciones que mas bien parecen de un mesiánico. No hay que olvidar que todos los reyes se creían investidos de tales poderes por la potestad de dios y copiándole a estos también los tiranuelos del mundo. El shintoismo, la religión del estado japonés en aquella época era utilizada para   declarar que el emperador estaba ahí puesto por las fuerzas de la naturaleza que forman parte de las deidades a adorar y venerar.
Hirohito el emperador de la época, después de haber invadido China, Corea, Vietnam entre otros, pensó que era una excelente estrategia atacar EEUU y el 7 de diciembre de 1941 Pearl Harbor fue la destinación del ataque, sin que hubiera habido una declaración de guerra. Como consecuencia de esto, EEUU no tuvo otra alternativa que inmiscuirse en la segunda guerra mundial.
El único país que ha lanzado dos bombas atómicas es EEUU y ambas fueron lanzadas en Japón, una en Hiroshima y otra en Nagasaki. Fueron tan mortíferas que Japón se rindió en menos de un mes.
Naturalmente la culpa no fue del emperador sino de sus dioses que le soplaron mal.
La guerra siempre me da mariposas en el estómago, ya que siempre me pongo en el lugar de quienes la sufren. Me espanta ir a buscar en la historia la cantidad de muertos en ambas ciudades y la cantidad de enfermedades para aquellos que no murieron del bombazo.
Osaka es una ciudad hermosa, llena de centros comerciales, su gente muy educada y ahí es donde vi por primera vez aquel paraguas sólido, más grande que el común de ellos y seguro que no se daría vuelta al menor viento. Quedé enamorado del paraguas (amores raros).
Los japoneses son de una limpieza extrema, sus baños un lujo. Una vez que eliminas tus deposiciones el baño eléctrico hace toda la limpieza de tu trasero y además te lo seca. Fue la primera vez que sentí que me sobraba la mano derecha. Este invento es extraordinario, imagínense cuantos árboles se salvan de ser cortados para transformarlos en papel higiénico. Lo negativo vendría si se nos corta la energía eléctrica, andaríamos todos con el culo sucio y además con desperdicio en todas las casas. No quiero ni pensarlo.
Osaka para nosotros, solo sería una ciudad de paso ya que al día siguiente tomaríamos un tren con destino a Kioto.
Kioto fue en un tiempo la capital de Japón, es conocida por la ciudad de los templos y de los santuarios, además de las geishas.
Los horarios estrictamente rigurosos, el orden y la disciplina es tan natural en ellos que contrastan con las costumbres de mi país, incluso con Montreal la ciudad que habito. Cada vez que había una parada e intercambio de pasajeros, venía una joven uniformada entraba al vagón y saludaba haciendo una venia se dirigía directamente a los recién subidos, controlaba los pasajes y cuando iba a pasar al vagón siguiente hacía nuevamente la venia, pero ahora de despedida. Para los pasajeros, en su mayoría japoneses, este ritual pasaba desapercibido o bien estaban acostumbrados, pero para un latino como yo esto era entrar en un pasado del futuro, valga la incongruencia, ya que los trenes lujosos a velocidades impresionantes no pueden ser del pasado.
Japón tiene cuatro grandes islas, Hokkaido, Honshu, Kyushu y Shikoku, solo que en realidad son en total 6852 islas, no estoy seguro si están incluídas aquellas que están en litigio.
Pero hay un arrecife isla que sirvió durante muchos años a la extracción del carbón y vivieron en ella miles de personas, esta perteneció a la compañía Mitsubishi desde 1890, hasta 1974 fecha en que agotado el mineral tuvo que ser abandonado.  Incluso siguió trabajando durante la segunda guerra mundial, el nombre de esta isla, arrecife y mina es Hashima aunque los japoneses la llamaban Gunkanjima que significa Isla navío de Guerra está ubicada a 15 kilómetros de Nagasaki. Tiene 480 metros de largo por 160 metros de ancho, fue la primera en construir un edificio sólido de siete pisos en 1916 al cual siguieron más de setenta otros edificios para albergar a todos sus trabajadores. Los departamentos exiguos entre 10 y 17 metros cuadrados donde vivían las familias en la época tenían todas las comodidades para poder vivir confortablemente y la isla contaba con escuela, hospital, bar incluso los baños sociales que son parte de la cultura japonesa.
A propósito de baños tuve varias dificultades la primera vez que visité uno. Miraba por doquier para seguir y hacer lo mismo que el resto de la gente, los camarines eran para desnudarse y dejar la ropa y salían todos desnudos a la zona de baños, tuve que guardar mi traje de baño conjuntamente con mi ropa, ni siquiera tenía toalla con la cual taparme y había una sola ducha de pie como las occidentales, pero todos pasaban a unos asientos muy bajos de madera que estaban frente a una llave donde la gente se lavaba por partes, con jabón que después remojaban, que cosa más desagradable estar a culo pelado. No lo soporté y me fui a una ducha para bañarme solo que yo lo hice al final del camino, pasé primero por las aguas calientes de diferentes temperaturas y tarde comprendí que había que bañarse primero para poder gozar de estas aguas para no dejar contaminación. Al entrar al aposento debes sacarte los zapatos y calcetines y te dan unos suecos bastante cómodos que usas durante todo el trayecto, salvo cuando hay que ir al baño para expresar tus necesidades, cuando sentí las ganas apremiantes después de tanta agua, me encontré con una dama vestida ella, en medio de un centenar de hombres empelotas. Cresta me equivoqué de nuevo, me dije para mis adentros, pero nadie prestaba atención a la dama en cuestión, al llegar al baño encontré otros suecos y naturalmente me los cambié, cuando terminé dicha labor partí camino al camarín, cuando veo a la dama corriendo detrás de mi indicándome hacia abajo de mi persona, pero a la distancia que estábamos el uno del otro o bien de la otra, era difícil calcular lo que ella miraba y mi mente comenzó a elucubrar miles de razonamientos ilógicos, muy grande, muy chico, muy blanco, mucho pubis y yo le veía que sus ojos brillaban de lujuria. Mierda esta cuestión es con final feliz y aquel que antes dormía se empieza a despertar y a estirarse sobretodo cuando ella se agacha frente a mi y su rostro feliz queda frente a mi pene, para indicarme que me había venido con los suecos del baño y me traía los míos para intercambiarlos. Nunca había transpirado tanto en tan pocos segundos y pensado tantas estupideces. Pues la verdad es que no estaba preparado para una felación con tanto público.
Pero volviendo al arrecife Isla mina de carbón despierta del olvido en el año 2009, cuando la Unesco decide estudiarla para declararla patrimonio de la humanidad. No hay que olvidar qué durante el período de la guerra, para reemplazar a los japoneses que partían al frente de batalla llevaban chinos y coreanos del sur países que se encontraban invadidos por los japoneses. La época de los esclavos trabajadores, miles de mujeres jóvenes de ambos países fueron utilizadas como objetos sexuales para las tropas en guerra y solamente en el año 2021, mes de enero, el estado nipón aceptó de pagar a las familias de las mujeres utilizadas una cantidad de dinero aceptando las culpas de tal hecho. Se volvieron a equivocar los dioses del emperador.
Kioto significaba la ciudad de las pagodas o templos y de los santuarios, los primeros que representan el budismo y los segundos el shintoísmo.
Durante la segunda guerra mundial los budistas fueron perseguidos y expulsados. El nacionalismo no daba margen ni siquiera para la religión, los seguidores de Buda, religión que venía de la India era extranjera en cambio el shintoísmo era autóctono.
Muchos de los templos, así como los santuarios, están construídos en lugares en altura, lo que permite ver toda la ciudad desde ellos. Después de purificarnos con ambas religiones a través de las visitas, volvíamos a bajar a nivel de ciudad y a transformarnos en simples turistas y las damas entraban a todo comercio del cual está lleno y yo me quedaba afuera husmeando el paraje y sus habitantes. El barrio que más me gustó fue Gion, donde están las casas de las geishas, existen también negocios que arriendan los kimonos y ayudan a las chicas en el maquillaje necesario. Dicen que viene gente de diferentes lugares para vivir un día como geisha y esto no deja de ser extraño ya que una geisha existe para entregar servicios sexuales entre otras cosas. Pero además disfrazarse para parecerlo es digno de hacer un estudio psicológico.
Me hallaba sentado a orillas de un puente por donde corre un pequeño riachuelo, acompañado de algunos sauces que me daban sombra mientras era espectador de las geishas que paseaban sus hermosas y coloridas prendas. La naturaleza del paisaje contrastaba con los rostros blanquecinos como de las antiguas muñecas de trapo con su cabeza de porcelana e imaginaba que al mínimo golpe caerían rotas como aquellas muñecas que recordaba de mi infancia y a mi hermana llorando.
Los jardines son realmente hermosos, el que más me impactó fue la avenida de los bambús gigantes donde el silencio nos llenaba de ceremonia mágica a pesar de los muchos turistas registrando el momento vivido. Sin embargo, ninguna foto es capaz de mostrar la emoción que embarga cuando se entra en este laberinto rodeado de bambús gigantes. Tienen razón los shintoistas al venerar la belleza de la naturaleza, sentí que había sido tocado por un encantamiento y del cual sería muy difícil deshacerse.
La tarde nos llevó a pasearnos por un sitio de artesanía y de productos típicamente japoneses y para mi sorpresa volví a encontrarme con el paraguas que había visto en Osaka y además un 25% más barato. Y el paraguas albiceleste me estaba llamando a todas voces y seguí mi instinto de niño y lo compré. Debo contarles que en mi país yo era fanático de un equipo de fútbol cuya camiseta era albiceleste y donde jugué un año en las cadetes de ese equipo.
Mis tres acompañantes, todas mujeres estuvieron en completo desacuerdo con mi compra, mi señora era la más explícita en decírmelo, recién estamos comenzando el viaje y estoy segura qué lo vas a perder. Para que tu sepas, voy a dormir con el paraguas, para que no se me pierda. Esto último era para darle un tinte jocoso a la historia, para mi era muy difícil explicarle el amor de niñez por la camiseta albiceleste, es un lenguaje incomprensible para ellas. Son demasiado racionales, para mis motivaciones de amores de infancia. Cada cual es como es y su accionar estará siempre motivado en consecuencia. De manera que cada vez que debíamos cambiar de ciudad o país, se veían tres mujeres y un hombre con sus maletas y este último con un extraño paraguas al hombro.
Takayama que significa literalmente la alta montaña o el pequeño Kyoto como le llaman es al igual que la otra llena de templos y santuarios, es un valle rodeado de montañas muy parecido a Santiago de Chile en su conformación geográfica, pero distante por la calma y serenidad de sus habitantes y el respeto hacia la naturaleza, lo hermoso de sus parques que invitaban a la caminata. Tal vez el que más me gustó fue a orillas de su río llamado Miyagawa que atraviesa toda la ciudad. Y en el barrio Sanmachi por su arquitectura típica donde se respira el Japón que se quedó en el tiempo.
Volvimos al hotel y yo soñando encontrar una camita para tirarme después de cinco horas de caminata. Donde nos esperaba una sorpresa, comer como verdaderos japoneses, esto es con las indumentarias al estilo antiguo. Y en el cuarto sólo había una mesa enana donde intenté sentarme causando el alarido de mis compañeras de viaje, como te vas a sentar en la mesa, en ese instante recordé que en el lobby del hotel había visto sillas y sofás muy confortables, lugar donde dejé mi humanidad durante una hora con el cuerpo lacio y la mente en blanco, que descanso.
Fui hasta la oficina de recepción para conversar con la secretaria para preguntar por un masaje y rogando que la chica hablara inglés o francés ya que el idioma japonés lo desconozco y ella resultó ser china de Vietnam al igual que mi esposa y en esos malabares estaba cuando llega mi compañera a buscarme para que fuera a cambiarme la vestimenta y utilizara la que correspondía a un verdadero japonés de los tiempos pasados, le presenté a su coterránea y ambas estaban felices del encuentro lejos del terruño mientras yo me imaginaba vestirme de Shogun, guerreros de la edad media que defendían con su vida al monarca, eran pequeños dictadores nombrados por el emperador entre 1185 y 1868. Podríamos compararlo con los pacos del gope cuando van a la guerra para defender el gobierno del monarca de los brazos cortos pero las manos largas, ni más ni menos.
Suerte que tenía un mucamo que me ayudo a vestirme, me sentía como una humita envuelta y amarrada, en este caso envuelto y amarrado, para evitar toda confusión mal pensada.
La mesita se llenó de múltiples platos acompañados de pequeñas salsas de variados sabores, el problema para mi estaba en las posiciones que debía buscar, sentado en una almohada pequeña y con las piernas estiradas, ya que no era capaz de ponerlas en posición de loto, ni ponerme en cluquillas a la japonesa. Mis compañeras todas de origen asiático o mezcladas como mi hija no tenían problemas para deleitarse con la comida.
Si debo elegir un plato japonés o un buen asado chileno bien regado, no hay donde perderse. Aunque me he acostumbrado con los sushis a comer pescados crudos.
La parte difícil vino cuando tuve que pararme ya que tenía las piernas agarrotadas, y tenía que devolver la indumentaria.
Mi segunda sorpresa vino cuando pregunté por la habitación y las camas. Aquí vamos a dormir todos y sin gatear me dijeron inmediatamente. Guau. Llegaron las damas con las camas, que no eran tales, sino una especie de saco de dormir que usamos cuando vamos en excursión. Y junto con ellas llegó una viejita arrastrando sus pies y preguntando en japonés por la persona que quería un masaje, gracias a la secretaria que vino a traducir supimos quien era. Inmediatamente agregué que quería un masaje con aceite y con 50 años menos de la masajista. No llegamos a acuerdo y me dormí entristecido y lleno de lágrimas negras como mi suerte. (canción cubana)
El desayuno para mi beneplácito era en mesas occidentales, con sillas occidentales pero dividido para quienes habían elegido desayuno japonés o desayuno occidental. Terminé solo en el rincón de la mesa por que el resto eligió japonés. En todo caso estaba delicioso.
Antes de irnos a Tokio, visitamos el castillo de Matsumoto, cuya construcción comenzó en 1504, su torre principal está clasificada como Tesoro Nacional de Japón. Cuenta la historia que nadie pudo vivir ahí, ya que carecía de cocina y de baño para hacer las necesidades. Extraña construcción rodeada de agua. Si no tenían cocina, era porque los nipones se comían el pescado crudo y no era necesario cocinarlo (el principio del sushi). Todo debe tener una explicación y defecar en el lago daría de comer a los peces los que a su vez alimentarían a los hombres.
Recuerdo que tuve la visita de amigos australianos cuya especialidad era ganarle los espacios al desierto en el centro de Australia. Creaban lagunas artificiales de gran tamaño, usaban el polietileno para que el agua no se escapara, ponían peces, patos y otras pequeñas especies de aves, plantaban árboles de acacia alrededor y al poco tiempo sus frutos y flores caían al agua del cual se alimentaban los peces y patos formando una cadena alimentaria, es muy probable que los japoneses de la época ya conocían estos sistemas.
Aunque no pudimos visitar el castillo el parque en que estaba ubicado era de una enorme belleza y como muchos lugares te llenaban de paz.
Tokio era gente y más gente, pero terriblemente ordenada, estaba en un inmenso edificio de tiendas y desde ahí miraba hacia la calle, se veían como miles de hormigas atravesando en los cuatro sentidos, no sentía el ruido, sólo veía los diferentes colores de las damas que atraían mi mirada y además los jóvenes. El Gran Tokio tiene más de treinta millones de personas y su sistema de transporte es excelente, según sus datos históricos al término de la segunda guerra mundial Tokio perdió más de 100.000 personas por los bombardeos estadounidenses, la misma cantidad que perdieron en Hiroshima y Nagasaki. Y no eran soldados, en la mayoría gente civil.
Recorrimos diferentes lugares, muchas pagodas y diversos santuarios y donde estuvimos estaba siempre lleno de gente de autóctonos y de turistas, el centro lleno de rascacielos y es igual a toda ciudad moderna. Visitamos un edificio completo dedicado sólo a los monos modernos que tanto gustan a la juventud, acompañé a mi hija con su amiga adicta a estos diseños locos, después de quince minutos salí a la calle a caminar un poco y descansar mi vista.
Nuestro viaje incluía la visita de Corea del sur, pero de ello les contaré en otra oportunidad, de manera que nuestro viaje a Japón se terminó y me encontré de nuevo en Vancouver, habíamos quedado de encontrarnos a comer con un sobrino que vivía allí, en un restaurante chino de muy buena calidad. Naturalmente yo andaba con mi maleta y mi famoso paraguas, lo primero que me preguntó es que hacía con un paraguas con los colores de la selección argentina de fútbol. Tuve que explicarle un poco mi infancia y que mirara la calidad del instrumento y que lo llevaba de regalo a mi hija mayor.
Después de la cena, que estuvo riquísima según el parecer de todos los comensales, llegó la hora de la despedida, nosotros los montrealeses al aeropuerto en metro y mi sobrino a sus menesteres.
Mis compañeras de viaje estaban cansadas y se durmieron a los cinco minutos, yo aproveché un poco para caminar, y después me senté a leer mientras ellas dormían.
El avión de vuelta fue muy tranquilo y tuve el tiempo de ver dos películas antes del descenso en nuestra ciudad.
Todos estaban bajando y yo subido en un asiento para mirar donde había dejado mi paraguas. Qué tristeza tan grande, lo había perdido en el último tramo de nuestro viaje.
Mi compañera dio con la solución, no te preocupes, llegando a casa vamos a llamar al aeropuerto de Vancouver, seguro que lo encontramos en los objetos perdidos. Y así fue.
Una amiga de ella que vive allá lo fue a recuperar al aeropuerto, y su hermana que la visitara un mes más tarde nos trajo de vuelta el regalo perdido.
Lo más triste de esta historia, es que después de tanto pasearse por el Asia termina sus días botado en un rincón de los trastos de mi hija.
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ernestosanmiguel · 3 years
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Sherbrooke
Ernesto San Miguel
El viaje desde Santiago hasta Montréal había sido desagradable. En la primera escala en Lima, me costaba mucho respirar, las fiestas de las últimas semanas, acompañadas de cantos y de mucho humo de cigarro me había dañado el sistema respiratorio y la terrible humedad de Lima no ayudaba en nada. La segunda escala fue Medellín y la humedad no cambió mucho. La tercera escala fue Nueva York, donde debía cambiar de aeropuerto y como no tenía visa para los Estados Unidos, un policía debía acompañarme porque iba en calidad de detenido hasta llegar al avión que me llevaría hasta la ciudad de Montreal; demás está decir que el policía en cuestión,  al igual que el 99%  de los que he conocido no saben ver otro ser humano tienen los ojos dislocados y solo ven malhechores.  ¿Se verán en el espejo?
Joaquin estaba en el aeropuerto esperándome junto a su esposa e hija de dos años, además de dos amigos que compartían su departamento.
Tuvieron que partir con mi llegada, pero estaban contentos de recibir a un compatriota más.
El 21 de marzo de aquel año estaba frío, la primavera no debuta ni con calor, ni con sol. Si hay sol, es sólo una quimera que enceguece pero no calienta. Al día siguiente, fui a buscarlos al trabajo, desde mi ventana vi el sol brillando y salí con ropa ligera, tuve que entrar corriendo a cambiarme porque no alcancé a llegar a la esquina y ya estaba tiritando. A pesar de todo cometí el error de no llevar gorro y tuve que meterme en cada negocio para capear el frío en mis orejas y en mi pelada.
El 3 de abril hubo una tormenta impresionante, los autos no se veían y en algunos se divisaba la antena. La policía andaba en motoneige, único transporte capaz de moverse en esas circunstancias. Tuve que quedarme con la niña.
La calle Sherbrooke es la más larga de la ciudad y corre de este a oeste. Vivíamos cerca del estadio olímpico donde se hicieron las olimpiadas del año 1976. Pero el año 75 era un proyecto de construcción donde mucho de los chilenos encontraron trabajo, justamente Joaquin trabajó durante varios meses, con un excelente salario para personas sin preparación, ni conocimiento en la materia; el problema mayor era el invierno y sus bajas temperaturas. Hablar de menos 30 grados celcius, es solo teoría, pero cada segundo en que el cuerpo siente el viento golpear, es un suplicio no fácil de soportar. No existe ropa que impida que el frío pase y el rostro sufre las consecuencias.
El edificio contaba con 22 apartamentos y en él vivíamos 16 familias chilenas que manteníamos una excelente relación de vecinos al igual que la hermandad que se formaba en nuestros hijos. Los míos tenían 7 y 5 cuando llegaron a Montreal y todos ellos, más de 20 niños iban a la misma escuela.
Constituíamos sin lugar a dudas una gran familia, creada como necesidad, a la falta de los verdaderos parientes. Pero la relación era mucho mejor, porque teníamos muchas cosas en común, intereses en la vida parecidos y todos habíamos perdido nuestras raíces cuando el vendaval fascista llegó a nuestro país.
Entre las organizaciones importantes que fueron creadas, estuvo el Club Deportivo Colo-Colo creado en el año 1974, en la misma fecha que se realizó la nacionalización del cobre en Chile, por el gobierno de Salvador Allende el 11 de Julio.
Club deportivo que movilizaba más de 500 personas en cada uno de los eventos que efectuaba. Realizó un curso de entrenadores con el aval del organismo rector del fútbol en Montreal. Lo que permitió como segundo paso crear una Escuela de fútbol, en la que además de participar nuestros niños, participaron una cantidad increíble de niños de otras etnias incluyendo a los quebequences o franco-canadienses.
Esto trajo una gran valorización de la inmigración chilena por el aporte positivo de su integración a la comunidad. Naturalmente no fue el único campo en donde los chilenos sobresalieron, pero en el terreno deportivo había espacio para todo el mundo sin especie de colador como lo eran los organismos políticos, por razones obvias. De la misma forma, nuestras compañeras participaban activamente en cursos de educación física, de basquetbol y de fútbol femenino.
No fué este el único club deportivo, de hecho habían más de cinco clubes en la época, pero sin lugar a dudas Colo-Colo fue el pionero por su capacidad de organización de eventos con sentido político y de mantener una cultura y un aporte solidario a las organizaciones que luchaban en Chile contra el fascismo.
Un ejemplo de este trabajo fue la primera Copa Salvador Allende con la participación de otros latinos y con representación teatral al estilo del Clasico antiguo entre las Universidades Católica y de La Chile.
En la preparación participó una gran cantidad de personas que aunque no formaban parte del club, eran motivados por este gran trabajo. Gente de teatro, desde el director hasta los actores, el escritor de la obra que habitaba en Ottawa, los constructores de los escenarios. Meses de trabajo que mostraban al gobierno quebequense de la época que la comunidad chilena era una comunidad capaz de aportar sus mejores valores y de una capacidad de entrega impresionante.
Hoy 30 años después, cuando evoco la vida aquella, me pregunto  ¿Cómo fuimos capaces de hacer tantas cosas? Pero la verdad es que nos olvidamos de nosotros mismos para luchar por una razón mucho más poderosa, las horas de sueño siempre fueron exiguas.
Cuando vivíamos allí, llegaron desde Chile mi hermana Doris y su familia, dos niños y su esposo.
Un día de invierno, cuando todo estaba vestido de blanco, un grupo de niños decidió ir a la cancha del Cegep Maisonneuve para tirarse desde un terraplen en pequeños trineos que tomaban gran velocidad al deslizarse hacia abajo; volvían a subir por las escaleras y a tirarse nuevamente, pero a Franco mi cuñado quien estaba abajo se le ocurrió subir cuesta arriba por el hielo; al segundo paso voló por los aires y cayó cuan largo era. Desde arriba le gritábamos que subiera por las escaleras, lamentablemente no escuchó y veíamos con algún temor que se quedó varios segundos sin hacer ningún movimiento; lentamente se puso de pie y en vez de ir hacia las escaleras, de nuevo intentó subir por el hielo, esta vez voló más alto que la primera y no se podía parar, corrimos escaleras abajo para ayudarlo, ya que el golpe fuerte le había cortado la respiración y estaba casi morado y con los mocos colgando cuando lo paramos, mientras respiraba dificultosamente comenzó a llorar y a  decir
- ¿Por que no me fui a Australia mejor? Esta huevá es tan fría y además me saco la chuch...
Lo cómico del asunto es que tenía 40 años y lloraba como un niño de 7 años. Durante muchos años nos mofábamos de su pena infantil. Han pasado 30 años desde aquel día y aún sigue viviendo en Montreal, pero ya no llora por lo mismo.
Un día de invierno la alarma de incendio comenzó a sonar y todos los vecinos salimos en cuestion de segundos, ya que los incendios demoran minutos en acabar con un edificio, en especial en invierno donde la calefacción siempre vital, a veces causa estragos, pero aquel día los chilenos salieron con sus hijos y algunos con los pasaportes; en cambio el conserje que era de origen pakistani salió con su radio al hombro, y dejó a su señora con el bebé en el último piso, que era donde vivía.
Cada cual salía con su tesoro más preciado, para él era la radio.
Una señora de raza negra había olvidado una olla en el fuego y estaba durmiendo con su hija al lado. Ni siquiera sintieron cuando los bomberos entraron a su casa y constataron el problema. Ella salió pero dejó a su hija en el departamento y afuera se enteró que ella era la causante de la batahola y en ese momento se acordó que tenía hija. La fatiga a veces es extrema.
El año  1976 se disputaron las olimpiadas en Montreal, el departamento donde vivíamos se encontraba a 5 cuadras del estadio y por allí pasaban todas las visitas que se encontraban en la ciudad y entre ellas los reyes de Inglaterra de los cuales los canadienses son súbditos.
En la época mi francés estaba comenzando y no siempre era capaz de comprender el lenguaje hablado de la calle y cuando ellos pasaron en su limusina saludando al público a mi lado repetían “regard la vache”, ( mira la vaca), solo que yo no comprendía que la llamaran así y pregunté a mi hermano de quien hablaban y supe que era la realeza, bastante odiada en Quebec, quienes son descendientes de franceses y no de ingleses, solo que los reyes no lo comprenden, de otra manera no se entiende que ellos saludaran muy contentos mientras el público le mostrara el dedo mayor en forma groseramente erecta (quiere decir dedo en el culo). Y como ellos sonrieran felices me dije, cada cual tiene sus propios gustos.
Un día de verano, me visitó uno de mis vecinos para preguntarme si habia notado algo extraño  en el accionar de mis hijos. Naturalmente le pedí que fuera más claro, y me contó que habían sorprendido muchos niños aspirando en el parque, una cola que utilizaban para sus trabajos manuales y entonces recordé que mi hija me había contado que mi hijo cuando llegaba de la escuela se acostaba a dormir detrás de un sillón porque estaba muy cansado; él solo tenía 5 años ¡Qué susto!  Muchas conversaciones sobre el tema, buscando la comprensión de los niños y a entender las razones por las cuales lo hacían.
El se cansaba porque jugaba mucho futbol y se acostaba tarde. ¡Qué alivio!
Mi esposa y mis hijos llegaron después que yo, y en una de las cartas que envié, conté que mi hermano estaba trabajando en la construcción del estadio olimpico. Olvidé contar en que trabajaba y cuando ellos llegaron los llevé al famoso estadio; mi hijo que contaba con cinco años se paseó alrededor del estadio con las manos atrás como un viejo chico y después de media hora de visita dijo solemnemente: ”Le quedó bastante bueno el estadio a mi tío”.
En ese mismo año se produjo la caída de Saigon, que trajo consigo que muchos vietnamitas del sur intentaran salir de cualquier manera y mucha gente salió en barcos que no tenían las capacidades para toda la gente que tomaban, muchos quedaron en el fondo del mar y otros llegaron en malas condiciones o con enfermedades a Montreal.
Los boat-people como les llamaban, tenían los niños en las mismas guarderías que nosotros y como es natural las enfermedades o pestes benignas dejaban en pésimas condiciones a nuestros niños. Massiel contrajo la escarlatina en la guardería y cayó al hospital no sin antes contagiar a todos los niños del entorno y también a Penelope; a ella le atacó el pancreas y le produjo diabetes juvenil, solo nos dimos cuenta cuando se le produjo un coma diabético.                                                                                                                          
Aquel día fuimos a pasear al Jardín Botánico, lugar que nos encantaba. Los niños podían correr a su antojo, les sacábamos fotos, mirábamos los patos en la laguna, era una salida constante de los días domingos, sólo que aquel día, ella dejó de caminar porque no tenía fuerzas estaba muy demacrada y perdió el conocimiento; sufría de sed constante y estaba muy delgada.
Eramos absolutamente ignorantes de la enfermedad y sus síntomas. En el hospital nos explicaron el problema que le aquejaba y lo consejos a seguir.
Ella tenía solamente 7 años y debía comenzar a inyectarse dos veces al día. Su enfermedad fue un golpe díficil de aceptar.
Ambos padres tuvimos que aprender a poner inyecciones, hacer los análisis de sangre para dimensionar el nivel de azúcar en la sangre y en la orina.  Varias veces nuestra hija cayó al hospital por descompensación de su azúcar.
Le encantaban los chocolates y las bebidas que consumía a escondidas de nosotros.
Era fácil de comprender, había muchos niños en el entorno que las consumía y ella no quería quedar atrás; hacer que ella comprendiera fue una lucha constante.
En general el encargado de inyectar fui yo, mientras su mamá preparaba la comida; teníamos que ir cambiando el lugar de la inyección para que no se produjeran heridas; los lugares eran los brazos, los muslos, el estómago. A los doce años comenzó a inyectarse sola y ahí comenzaron los problemas de descompensación.
Seguramente la edad era un factor difícil, todos pasamos en la adolescencia por crísis existenciales o de comportamientos que afectan nuestro cuerpo.
Ella no fue una excepción.
En el  primer año, vivimos en la calle Sherbrooke esquina Joliette,  el metro llegaba hasta Frontenac  por el este y desde allí debíamos tomar dos autobuses para llegar a nuestro domicilio. Uno que subiera hasta la calle Sherbrooke y otro desde Sherbrooke hacia el este.
Tanto cambio nos parecía bastante loco, pero había que aceptarlo con tranquilidad; aunque a veces en el invierno el viento y la nieve golpeaban con furia,  temperatura a la cual nuestros cuerpos no estaban acostumbrados.
En las mañanas debíamos partir temprano, los niños a sus escuelas respectivas y nosotros a estudiar el francés. Nuestro curso constaba de 18  alumnos, 16 de los cuales eramos chilenos, una italiana llamada Francesca y una libanesa de nombre Yasmine. En nuestro colegio,  montado especialmente para adultos inmigrantes habían por lo menos 10 clases. Entre mis compañeros resaltaba principalmente Escipión, quien fue compañero además en la facultad de admninistración de la Universidad de Quebec. Lo recuerdo por su capacidad histrionica, incluso cuando nos contaba sus anecdotas en las cárceles del facismo en Chile.
- “ Había estado un mes en el estadio Chile, sabíamos que habían asesinado Victor Jara y que antes de hacerlo le habían destrozado sus manos y le gritaban toca la guitarra ahora pos concha de  tu ........, eso hicieron nuestros ilustres soldados. Creador de hermosas canciones con un contenido social que dañaba los tímpanos de los chupasangre que tenían el poder económico en nuestro país. Los militares eran solamente los tontos útiles, la mano destructora de todo pensamiento justo. Cuando me nombraron, siendo profesor en la Universidad Técnica, pensé lo peor, pero la cantidad de personas nombradas, me daba una leve esperanza, había muchos compañeros y alumnos de la universidad. Nos sacaban vendados, no sabíamos donde ibamos a parar. Después de más de quince horas de viaje nos dimos cuenta que estábamos en medio del desierto.
Chacabuco se llamaba el lugar, había sido una salitrera. Fue abandonada, cuando el salitre perdió el valor en los mercados mundiales y ahí en la vastedad inmensa, las viejas casas despilfarradas y semidestruídas nos miraban imperterritas. El campo estaba cercado con alambres de púas y en sus esquinas veíamos las metralletas que nos apuntaban desde lo alto. No era la primera vez que las veíamos, ya en las películas de la segunda guerra mundial, los militares nazis las utilizaban en los campos de prisioneros, solo que esta vez no era cine, ni tampoco había habido guerra y sentíamos la amenaza manifiesta sobre nuestras cabezas.
Ustedes están aquí por atentar contra la democracia de nuestro país, y nosotros valientes soldados de nuestra patria hemos puesto nuestro corazón y nuestras vidas al servicio del bienestar de nuestro pueblo. Sepan que el campo esta minado en todas las direcciones y tendrán que estar aquí hasta que comprendan que el color rojo nunca más existirá en nuestro país y ustedes tendrán que convertirse en palomitas blancas.
Aquí los horarios se cumplen y si no sufrirán las consecuencias, aquí no hay derechos, solo deberes y quienes los implantan somos nosotros.
Vamos a investigarlos uno por uno.
- Los de la Técnica, tratamos de quedar juntos, vivíamos ocho personas en la misma casa, nos dimos tareas, como hermoseamiento del lugar, preparación de comida, limpieza, etc.  A la semana, ya sabíamos cuando veíamos el polvo del vehículo que venía a buscar a los compañeros a los interrogatorios. Ellos se iban generalmente bien y cuando los traían de vuelta venían arrastrándose.
Nunca pude evitar que cuando veía el vehículo aquél, me produjera cagadera al igual que a muchos otros. Soñaba con estar estítico o poder defecar un mojón normal como los de antes.
Meses después de haber quedado libre y de haberme mamado un año privado de libertad y de haber recibido ignominiosas degradaciones como ser humano.
En las noches cuando el silencio se hacía denso y las estrellas se mostraban en todo su esplendor, cuando al ojo desnudo se mostraban miles y miles de estrellas, cuando era capaz de comprender ante el vasto universo, la pequeñez del ser humano.
Entonces repasaba mi vida. ¿Donde cometí el error que mereciera tanto castigo?
Mi padre hijo de campesinos, no pudo tener educacón, en la época aquella los hijos de campesinos tenían que comenzar a trabajar a los 10 años en el campo con sus padres.
Abandonó el campo, buscando mejores horizontes y encontró trabajo en una empresa en Puente Alto, esto ayudó que sus hijos pudieran estudiar. Estudié mecánica de aviación y mientras trabajaba como mecánico comencé a estudiar en la universidad Técnica y al terminar  me convertí en profesor de matemáticas y física de la misma Universidad.
Estudiar a tiempo pleno y trabajar a tiempo pleno, no tiene nada de fácil. Querer es siempre poder. Pero sin el ejemplo y las enseñanzas de mi viejo, sobretodo de las carencias de quien ni siquiera pudo aprender a leer y de mi compañera más tarde me dieron la fuerza y la decisión de lograr mis anhelos.
Pero hay algunos que consideran que enseñar es un pecado y como si vivieramos en los tiempos de la inquisición, una parte de la iglesia que se quedó en el pasado ha apoyado las matanzas, y todos los atropellos que una parte importante de la sociedad está sufriendo.
El gobierno de Salvador Allende firmó un acuerdo con los trabajadores representado por la CUT (Central Unida de Trabajadores), en la cual nuestra universidad impartiría clases a todos los trabajadores que quisieran y que estuvieran en capacidad de hacerlo de estudiar gratuitamente. Es decir universidad gratuita para los trabajadores, algo jamás visto en nuestro país, para ello los profesores que lo desearan podrían participar, sin cobrar sueldo al erario nacional.
Trabajaba además de mi horario normal como profesor, entregaba mi aporte a mis hermanos y me sentía feliz de poder hacerlo. Sentía que estaba cumpliendo con los valores de mi padre. Sentía que estaba entregando amor, y me sentía mucho más humano, mucho más hermano entre mis hermanos.
Y en la cama eléctrica, que hacía saltar mi cuerpo entero, gritaba y gritaba a más no poder.  Si soy culpable, soy culpable de querer entregar lo único que tengo, que es mi saber.
No tengo nada que vender y a nadie que explotar, si soy culpable.
A lo lejos, hacia el sur, mis hijos estarán sufriendo sin saber donde está su padre. Las noches son frías en el desierto y mis huesos lo sienten. Pero hay un frío profundo, que me viene desde el alma, hay algo muerto en mi. Allí en una parte del pasado se quedaron mis sueños del hombre mejor. He conocido a la bestia, envuelta en ropajes iguales para distinguirse de los seres humanos, con gorros tapando sus cabezas como para representar lo que les falta en el cerebro. Y siempre empuñando armas, porque sólo matar es lo que saben hacer.
Han matado en mí la capacidad de creer, de creer en un mundo mejor. El desierto es frio de noche y el sol tardará en llegar.
De la misma forma que existen los hoyos negros, mi existencia ha entrado también al igual que mi país.
Los dolores físicos pronto se calmarán en cambio los del alma van viajando hacia el bing bang.
Si fui expulsado de mi país por peligroso para la seguridad nacional, pomposo nombre para quien solo apoyó una decisión sabia y justa de un gobierno que si me representaba como a millones de otros seres humanos ávidos de justicia social.
Sus ojos estaban vidriosos cuando terminó de contarnos una página de su vida; sin lugar a dudas un sabor amargo invadió nuestras gargantas y más de alguna lágrima se deslizó entre los presentes.
Han pasado muchos años, desde aquella presentación. Los 16 chilenos despues de haber aprendido el francés durante 7 meses  nos encontrabamos esporadicamente, principalmente en las diversas actividades políticas o más bien de solidaridad con nuestro pueblo que las diferentes agrupaciones realizaban y en las cuales algunos participabamos activamente.
Nuestra tarea tenía fundamentalmente dar a conocer la realidad de lo que pasaba en nuestro país, conseguir la ayuda necesaria que castigara  en los foros internacionales a la junta fascista en un principio y al gobierno de Pinochet posteriormente.
En el año 1976 en la provincia francofona del Quebec, salió elegido un gobierno social-democrata dirigido por René Levesque, periodista de profesión ex- militante del partido Liberal y que con otros militantes creó el Partido Quebecois, cuyo objetivo principal era hacer del Quebec un país.
El y sus ministros nos acompañaron siempre en nuestras manifestaciones y encontramos en ellos una solidaridad real y concreta. Quienes sentimos el apoyo en los momentos dificiles de nuestra existencia jamás olvidaremos a los pueblos que estuvieron con nosotros y el pueblo quebequense siempre lo estuvo. Gracias Quebec.
Raúl vivía en el sur de nuestro país, trabajaba en una empresa creada por la Corfo, además estudiaba sociología aprovechando las posibilidades que el gobierno había creado para los trabajadores.
Dirigente en la empresa donde trabajaba, fue apresado en los días posteriores al golpe y llevado a los cuarteles en Talcahuano a cargo de los marinos.
No tenía la elocuencia de Escipion, sin embargo su historia era tan chocante como la que vivió un alto porcentaje de quienes lucharon por un mundo mejor.
- Fui apresado el mismo día que me presenté al trabajo. Los culatazos en las costillas y en la cabeza mostraron lo que sería mi estadía en ese recinto. “Así que sociologo el concha de su eso significa comunista, y los comunistas no saldrán vivos de aquí. ¿ Donde están las armas que ustedes tienen?
- No sé de que está hablando. La parrilla en que estaba tirado me hizo saltar cuando conectaron la electricidad.
- Te voy a preguntar de otro modo. ¿Qué porcentaje tenías en el tiro al blanco? Hiijo de puta
- No sé de que está hablando.
- Este huevón necesita un remojo, para refrescarle la memoria.
- Me lanzaron agua y de nuevo la electricidad. Perdí el sentido de la realidad, no sé cuanto duró, desperté de noche tiritando de frío.
En la mañana me colgaron de los pies, con las manos amarradas a mi espalda y me lanzaban contra un árbol con los ojos vendados tenía que gritar talán al momento en que mi cabeza golpeaba el tronco.
- Eran varios los que realizaban la labor de ablandamiento como ellos le llamaban y se reían a grandes carcajadas mientras mi cabeza sangraba, después de tres golpes en el tronco perdía la conciencia.
Alguien que me conocía le avisó a mi esposa donde estaba preso; después de varios meses de reclusión y de incansables sesiones de torturas, me dejarían en libertad siempre y cuando lo cambiara por el exilio. Cambié la noche por el día. Tenía dos hijas y tenía que pensar en ellas.
Partir era la única posibilidad y aquí estoy. A veces triste, siento que me faltan mis amigos y mis camaradas, muchos ya no están, otros siguen presos y me imagino que las torturas deben continuar. No siempre es fácil dormir, cuando hay tantos recuerdos, tantos sueños esfumados.
Cuando niño soñé con ser marino, suerte que no lo fuí. Que vergueza hubiera sentido de portar un uniforme manchado de sangre.
A pesar de la lejanía, Chile no se borraba, y estaba presente en cada cosa que hacíamos. Dificil encontrar una ciudad mas tranquila que Montreal. En los años 75, no conocíamos ni las drogas, ni las pandillas escolares, ni las pandillas de barrios. Vivíamos en un mundo de calma y de paz, todas nuestras preocupaciones venían desde Chile.
Nos costó sentirnos en casa, en esta parte de nuestro planeta, aunque al final lo conseguimos y mezclarnos era aún más difícil, pues era dominar otra lengua y otras costumbres que nos eran extrañas.
En el edificio vecino al nuestro, vivían unas chicas muy hermosas, la menor de ellas tenía unos ojos celestes incrustados en un bellísimo rostro y con un cuerpo de modelo que lucía en un pequeño traje de baño en los calurosos días de aquel estío. Eran muchos los visitantes que venían a aquel parquesito contiguo a nuestros edificios. Ella era la flor y el atractivo.
Se casó con un joven quebequense como ella, tambien rubio. A los pocos meses quedó embarazada y cual no sería la sorpresa y me imagino la de todos ellos (ella, su familia, su marido) y naturalmente la nuestra cuando empezó a pasear a su hijo, crespo como ella pero negro, o más bien mezclado.
Estuvieron separados algunos meses y solo tenía la visita del padre del niño, o sea, el de color negro. Hasta que el verdadero reapareció, y estuvieron algún tiempo como una bonita pareja hasta que el fantasma de los celos se deslizó entre esas jovenes almas y terminaban en disputas públicas y cuerpo a cuerpo. Lo triste y lo cómico o más bien extraño, era que cada vez que esto ocurría, el padre del niño, quien era mucho más fuerte fisicamente que el marido, volvía para increparle su proceder y más de una vez le devolvió la moneda. Era un loco amor a cuatro.
En nuestro país en cambio, si en alguna pareja puede suceder un hecho como el de ellos, no es tan fácil darse cuenta del engaño como en este caso. Y si lograra saberse, no creo que tuviera un desenlace como el que presenciamos.
Cada casa tiene además de sus habitantes, los asiduos, aquellos que comienzan a entrar en la familia por diferentes causas. Nosotros tuvimos uno, quien tenía una familia a la queríamos mucho y que  no tenía a nadie más y por lo tanto nos pidió que fueramos la suya. Carlos era al igual que yo militante del mismo partido político, solo que era una persona de un verbo fácil, siempre estaba dando instrucciones de conciencia, se desprendía de sus palabras que era un revolucionario modelo. Tardamos muchos años en descubrir que era un disfraz que utilizaba, para vivir como lo hacía y se imaginaba él, que lo recibiríamos mucho mejor así, que mostrarse como realmente era. O bien cumplía algún papel o rol que le permitía obtener la información necesaria para entregarlo para quien trabajaba.
Fué siempre un revolucionario de café, lejos siempre de la acción y de la entrega real.
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ernestosanmiguel · 3 years
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Magdalena Vicuña y el golpe
Ernesto San Miguel
Corría desde la Cordillera al Mar (en Santiago la cordillera es tan presente en nuestra vida cotidiana que es imposible obviarla), desde la Gran Avenida hasta Ochagavía, pequeña calle que se encuentra más o menos entre el paradero #4 y el #5 de Gran Avenida, cerca del hospital Barros Luco.
Allí entre viejas casonas se construyó un edificio con 10 departamentos y solamente de dos pisos donde vivíamos en completa tranquilidad y casi sin conocernos con los vecinos, hasta que llegó el golpe de estado.
De ahí en adelante nació una confraternidad, descubrimos que intereses similares nos motivaban, que cada uno de nosotros había aportado lo suyo al sueño de ver un presidente diferente, gobernar el país, cuyas razones políticas fueran más allá de una sola clase social pudiente y detentora de casi toda la economía del país y sus asociados las transnacionales principalmente en el sector de la minería.
El sueño se trizó una mañana del 11 de septiembre de 1973. Salí como todas las mañanas hacia la oficina que se encontraba en pleno centro de Santiago, cuando el microbus en que viajaba llegó a la Alameda, constaté la cantidad de tanques que se movilizaban en diferentes direcciones y no me cupo ninguna duda que el golpe había comenzado.
Desde lo alto de las oficinas donde trabajaba vi con dolor los aviones que bombardeban La Moneda, sabiendo que dentro había hombres y mujeres que habían tenido la osadía de desafiar al gigante del norte y a sus ezbirros nacionales.
De las oficinas salí como a la una de la tarde, había sol, pero más que nada olor a humo, y a tristeza. Las calles estaban llenas de militares que detenían indiscriminadamente a los transeúntes, no había movilización, se había parado tempranamente. Fui detenido más de 10 veces en todo el trayecto, siempre de la misma forma:
- Arriba las manos mierda ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?, las mismas respuestas: del trabajo y a la casa, porque ustedes decretaron un toque de queda.
- Cállate y sigue caminando mierda. La prepotencia del que tiene un arma, se instaló inmediatamente en nuestras vidas. La pesadilla duraría 17 años y sus huellas aún mucho más. En el año 2008 la constitución fascista instaurada por el tirano y sus mandantes aún no habìa podido ser cambiada.
Llegué a casa a la hora tope que habían determinado los militares como toque de queda, es decir, las personas sorprendidas después de ésa hora en la calle serían arrestados o bien asesinados como fue el caso de muchos a lo largo de todo Chile.
Una de mis vecinas era una de las hijas de Mario Palestro conocido diputado del partido Socialista y su esposo quién había sido el dirigente de la juventud socialista de San Miguel, sector donde vivíamos.
Estaba además don Joaquín, militante del partido Radical que estaba en la coalición de partidos que gobernaban con Salvador Allende y quien escondió durante bastante tiempo a algunos compañeros brasileños que se encontraban en Chile en ésa época.
Su hermano era un dirigente del partido Comunista en Valparaíso y quienes también capearon el temporal por algún tiempo en Santiago.
Otro vecino era Huenchupan, profesor de matematicas pero colorin, mezcla de madre española y de padre araucano, también socialista en su juventud; no militaba pero jamás había renunciado a sus principios, estaba Luisa y sus tres hijos pequeños, quien era una muy buena amiga, pero que no tenía una definición política, al igual que otras personas de edad, que vivían en la tranquilidad de su otoño tardío.
Eduardo y su familia compuesta de la pareja más tres hijos con dos de sus hijos tuvimos muy buena relación, Veronica una chica simpática y hermosa y David un jóven bondadoso, la tercera era muy pequeñita.
En la primera etapa de nuestra vivencia allí, mi esposa era la tesorera y encargada del ornato y creación de los jardines comunes, cobraba la cuota de gastos comunes y debía pagar al jardinero que nos visitaba una vez cada quince días.
Recuerdo muy bien una día a la hora de almuerzo, digo a mi hija que debemos lavarnos las manos para sentarnos a la mesa, y naturalmente digo lo mismo al jardinero que estaba plantando y por lo tanto con las manos llenas de tierra;
- Si quiere pasa usted primero al baño señor, y mirándome con cara de enojo me respondió.
- Usted hace lo que quiere con sus manos, yo estoy acostumbrado a comer así.
Mi hija era pequeña, y  los padres debemos enseñar con el ejemplo algunas reglas de hábitos que ayuden a vivir con buena salud. Después que el jardinero se fue, debí decir a mi hija porque no toda la gente es igual.
La siguiente vez pedí que el señor comiera solo antes o después de nosotros, porque sus maneras no concordaban con lo que nosotros enseñabamos a la hija.
La familia de mi señora tenía algunas personas bastante especiales en sus formas de actuar y de ver la vida.
Había una señora que yo no la pasaba mucho, talvez porque era una etapa de mi vida donde yo era demasiado exigente conmigo y por ende con el resto.
Esta señora abandonó a su hija en su juventud y la dejó a cargo de la abuelita de mi señora, dama esta última de origen campesino y de una bondad infinita y la crió conjuntamente con sus nietas, de manera que se criaron como hermanas, aunque esta última siempre arrastró consigo el dolor de la falta de sus padres.
Vino a recuperarla cuando su hija ya tenía cerca de los 20 años, y era adulta, pero esto no era un problema, puesto que la relación entre ambas solo les atañía a ellas; pero lo que no
soportaba era que venía a hablar mal de su hija, en circunstancias que yo encontraba que no tenía ningun derecho de exigir nada a su hija biológica, porque incluso el amor se gana y se hace crecer cada día en el diario vivir, pero ella madre ausente sin padre conocido para su hija, se permitía criticar delante de todo el mundo, el poco amor que su hija le demostraba.
Y seguramente alguna vez debí decir lo que pensaba y a ella no le gustó y su forma de desquitarse hoy me parece muy comprensible, sólo que cuando ocurrió yo estaba furioso y le grité a mi esposa
- O ¡Echas a esta loca o la echo yo a patadas en el culo!.
Un mal día  a la hora de almuerzo, llegó ella a preguntarme si había visto una película de Jerry Lewis, el cómico estadounidense que trabajaba con Dean Martin y en general yo le contestaba con evasivas y generalidades porque su problematica no me interesaba; aquella vez insistió en preguntarme varias veces lo que le había hecho Jerry a Dean en la película,
- No, no lo sé le respondí mal humorado me tomó de la cara con una mano y me abofeteó con la otra y se reía histericamente, como si aquello hubiese sido de lo más cómico.
No me cabe duda que la dama en cuestión tenía en alguna parte algún cable mal instalado y tenía normalmente cortacircuitos que impedían que la paz y la tranquilidad existiera donde ella estaba.
Lo peor del asunto es que esto se lo transmitió a su hija quien también sufría bastante en sus relaciones personales, generalmente tortuosas.
Tenía unas vecinas que vivían unas casa más hacia Gran Avenida , eran tres hermanas muy agraciadas a quienes les gustaban muchos los ni��os y como nosotros teníamos dos, siempre se acercaban a nosotros para jugar con ellos y nos visitaban a menudo tenían entre 16 y 20 años, solo que en general venían, cuando a mi esposa la veían salir de compras y yo me quedaba con ellos. La menor siempre me pareció muy osada para su edad y demasiado sensual en sus formas para conmigo, cosa que las otras no hacían. En todo caso nunca vino una sola, había siempre por lo menos dos de ellas.
Uno de aquellos días, en que las tiernas vecinas nos habían visitado, mi hijo que tenía cerca de cuatro años me preguntó mientras comíamos;  
- ¿Oye papá porque siempre tu le das besitos a la vecina?
- Bueno hijo el beso es una forma de demostración de amor y de afecto hacia las personas.
- Si pero a ella tu le das besitos en la boca.
- Naturalmente me dejó perplejo, porque no correspondía a la realidad, aquello que me decía; podría talvez leer mi pensamiento o mis deseos este pequeño.
- ¿Hijo por qué dices eso?
- Porque yo te vi papá.
Esta acusación de mi hijo, hizo que mi señora no me hablara en varias semanas, solo por cosas absolutamente necesarias me dirigía la palabra y demás está decir que la ley del hielo era en todas las esferas de la vida.
Nunca he tenido un caracter monástico ni de abstinencia, y la ley de las compensaciones actúa siempre, si una puerta se cierra otra se abrirá como por encanto.
Pero volviendo a las vecinitas, en una de esas visitas, la más pilluela, aquella que seguro leía en mis ojos que me gustaba la cueca y con zapateo, vino a mostrarme sus piernas porque tenía mucho bello e insistió muchas veces para que yo se las tocara en diferentes formas y en diferentes partes; es una suerte que el timbre me salvó, de meterme en la pata de los caballos y no puedo aseverar si en realidad era tan peluda como ella decía o tan ansiosa como sus ojos decían; era una de sus hermanas quien sonaba.
¡Oye me dijiste que ibas a comprar a la Gran Avenida y te encuentro aquí!  
- Ja Ja,   cambié de idea, respondió ella sin aspavientos. Y la conversación cambio de tema bajando la tensión y tambien la falda que mostraba sus hermosas piernas.
                                                                                                                                                        Pero no solamente yo tenía mis admiradoras. Un día al acostarme, sentí un ruido contra la ventana y salí rapidamente y encontré que los hijos de mi vecina, habían inventado un largo palo con un espejo en la punta y así miraban a mi esposa cuando se desvestía. Lo encontré tan ingenioso y me acordé de mis años de adolescente en la escuela donde habían algunos pilluelos que se ponían un espejo en la punta del zapato, otro entretenía a una chica por delante y le decía si era capaz de ponerse en punta de pié con las piernas un poco separadas y el que estaba atrás la iba a sujetar para que no se cayera; así ponía su zapato con el espejo para mirarle el color de los calzones. Las cosas no cambian mucho a través de las épocas y las inquietudes siguen siendo las mismas.
Ling Yutang, filósofo y escritor de origen chino quien vulgarisaba las enseñanzas de Confucio, decía que dos de las más importantes necesidades del hombre son la alimentación y la reproducción.
Sobre el primero, hay una libertad tal, que nada nos espanta, desde el que come culebras, hasta el que no come vacas, el vegetariano o el que no come cerdo. Todos son bienvenidos sin que haya una mínima crítica al respecto.
En cambio en materia de sexo, tenemos miles de complejos y de críticas.
Nadie dice nada por aquel que mira la comida con adoración en cambio aquel que adora el cuerpo es un mirón o voyerista  (término francés del verbo voir=mirar).
Siento que es difícil encontrar algo más hermoso que una mujer con senos hermosos y tungentes y cuerpo fino y de carnes firmes y suaves.
El color lo dejo para el que ama la pintura o el arte yo solo lo grabo en mi retina y en materia de colores soy daltónico pero el olor de las morenas me desestabiliza y desordena u ordena mis genes masculinos que estan prestos      para el ataque.
Así sin más, sin pensar, sin sacar cuentas; es un pensamiento tan primate, que me pica un poco la cabeza y empiezo a secretar  hormonas, tanto como a salivar.
En uno de aquellos días en que mi puerta estaba cerrada, asistía a un curso en la universidad y el tema era archiconocido y el profe archiaburrido, cuando descubrí una morena a mi derecha que me miraba con ganas de sangoloteo, eso pensaba yo. Nos sonreímos y le conté que el tema me iba a dormir; ella contestó;  
-A mi me pasa lo mismo que a usted.
Fué la primera vez que nos arrancamos de ese curso y terminamos haciendo saltar su auto en un rincon apartado y con el volante en las costillas o en el poto.
Los siguientes encuentros fueron más civilizados y llenos de ternura.
Alicia era una democratacristiana que estaba en contra del gobierno de Salvador Allende, y el último encuentro terminó con una discusión en medio de la cama y empelotas, cada cual con su postura ideológica  pero sin ninguna postura en común que nos hiciera reencontrarnos.
Por aquel entonces los estudiantes que estaban en contra del gobierno pararon sus actividades y los que estabamos por, seguimos estudiando en otro local y así nuestros encuentros cayeron por su propio peso.
Después del golpe, me llamó para saber como estaba, pero para mi los que pensaban como ella, eran todos culpables de las muertes, de los asesinatos y de la caída de un sueño de una sociedad mucho más justa.
Volvió a reencontrarse conmigo cuando supo que partía al exilio y se quedó con muchos de nuestros muebles para adornar el hogar que comenzaba.
La vida nos pone frente a frente, para vivir aquello que necesitamos, para aprender de cada cual alguna falencia que nuestra vida tiene y con la misma premura que nos une,  nos aleja poniendo las barreras que no somos capaces de sortear.
Sin lugar a dudas, nuestra sociedad estaba terriblemente dividida y los slogan que cada grupo esgrimía buscaba exacerbar lo odios y no los puntos de encuentro.
Incluso el deseo, se había quedado helado, temblando en un rincón de nosotros mismos.
Las familias se disgregaron y cada cual se guardaba sus razones para actuar así.
El Mercurio, el diario representante de la clase opresora, representante además de lo más reaccionario de nuestra sociedad, donde el Opus Dei campeaba y campea, significa esto los representantes de la iglesia y del Vaticano en Chile escribían ”JUNTEN ODIO CHILENOS”.
La religión que debía representar las palabras de Jesús, hacía todo lo contrario, porque en verdad nunca han representado la palabra de Jesús, solo han usurpado y utilizado sus preceptos para adormecer a una sociedad y poder enriquecerse a sus espaldas sin que haya un contrapeso.
A la semana siguiente a mediados de agosto de 1973, se encontró toda la familia en la casa de los padres de mi esposa, el único que tenía un pensamiento de izquierda era yo.
Todos los demás eran furibundos anti Allendistas, que hacían de sus posiciones una monoretórica enfermiza que impedía cualquier conversación civilizada.
Justamente conversaba con René, el menos intoxicado en la época, sobre el trabajo que estaba realizando en una empresa donde trabajaba también Edwin el casado con la mayor de las hermanas de Miriam y el peor de todos. El trabajaba en esa empresa, porque el tío de su señora quien era el gerente administrativo, lo había entrado por la ventana. En cambio yo venía de ingresar como profesional, y eso significaba una remuneración mayor que la de él.
Gritando desde donde estaba sentado en la mesa,
- ”Que no te lave el cerebro, acaba de firmar por el partido, no le escuches”. La aseveración era ridícula, y por lo tanto me hizo reir.
Pero después se paró el padre del marido de la hija menor y dijo
- ”Estos son todos iguales” y la atmosfera se puso irrespirable, de manera que decidí que debíamos partir de la comida.
Las hermanas de mi esposa, trataron de apaciguar los ánimos y buscaron una salida para que yo me fuera, pero no mi familia.
Partimos sabiendo que las heridas no serían fáciles de sanar; sobretodo porque en sus expresiones había odio, había una incomprensión salvaje.
El que encendió la mecha nos vino a buscar como a las tres horas, nosotros no teníamos nada que conversar.
La suerte ya estaba echada y de ahí en adelante hasta el golpe de estado en mi país, quienes pregonaban el odio habían triunfado.
Sus medios de información constantemente habían llamado al levantamiento militar y no eran sino los voceros del capital norteamericano con los cuales estaban coludidos como todo el mundo lo supo más tarde.
Mi concuñado era uno de los soplones, que trabajó para los militares denunciando a todos los trabajadores de la empresa que estaban por el gobierno legalmente constituído.
Mas de tres mil trabajadores fueron despedidos en la empresa en que ambos trabajábamos; según un decreto emitido por los golpistas que consideraban como peligrosos para la seguridad nacional que ellos habían instaurado, a todos aquellos que no compartían su manera de pensar, demás está decir que salí expulsado por el mismo decreto.
Pero para colmo de su desfachatez, después vino con su esposa con un santito en la mano, para preguntar si podía ayudarnos en algo.
- Si, si puedes, desaparece de mi vista para siempre, hijo de la gran puta que te parió.
Y son todos iguales, hablan de cosas que no conocen. Hablan del amor, mientras limpian el puñal con sangre enterrado por la espalda; se golpean el pecho con la piedra que se golpeaba Judas, el traidor.
Estan hechos de la misma materia, y no han cambiado a través de los siglos: han crucificado, han torturado, han quemado, han asesinado en nombre del amor. Solo que olvidan decir el amor por el dinero, el amor por el poder.
El día aquél, me levanté como de costumbre tomamos el desayuno en familia y partí al trabajo a las ocho menos quince; al llegar a la Alameda los tanques militares impedían que los buses pasaran hacia la parte norte de la ciudad.
Recorrí corriendo las calles hasta llegar a la oficina, sabiendo que el golpe militar había comenzado.
No siendo un militante, desconocía por completo si había alguna posibilidad de luchar contra el fascismo o las respuestas que las organizaciones políticas podían oponer.
Pero que decepción fue la de saber que no había nada.
Desde el octavo piso miré con llanto en los ojos como bombardeaban La Moneda; los aviones pasaban raudos y lanzaban sus bombas mientras el Palacio de Gobierno ardía y en él ardían tambien las esperanzas de todo un pueblo.
Estaba verificando la proyección financiera del mes, cuando la telefonista me llama para decirme que alguien me espera en la recepción. Me gustaría saber quien es, porque estoy muy ocupado y no tendré tiempo para atenderlo hoy.
Es su abuelito Don Ernesto.
- ¡Mierda! ¿Qué hora es?  
- La hora del almuerzo, me dice la picarona.
Había olvidado que iba a comer al mediodía con él, bajé rapidamente y antes de que me diera cuenta, me había tomado en brazos y me daba besos como cuando yo era su bebé.
Abuelito grité, déjeme en el suelo por favor, mientras él se reía y me decía con voz esténtorea, para que todos mis compañeros (subalternos) escucharan lo que él decía, mi niñito relindo tanto tiempo sin verlo.
Quería que la tierra me tragara, rojo como tomate, tratando de arreglarme la ropa y la corbata que formaban parte del disfraz con que me vestía para ejercer el cargo de gerente de finanzas de la empresa en cuestión.
En aquel tiempo, no era capaz de separar lo ilusorio de lo real.
Vivía solo de apariencias, que constituían un porcentaje alto de mi vida diaria.
Demás está decir, que el paseíto por los aires que me dió mi abuelo, fue una dura afrenta a mi ego y además frente a mis subalternos quienes miraban la acción, mientras reían jocosamente los unos y tiernamente las otras.
Porque hombres y mujeres tienen una mirada distinta frente a la vida. El estaba como siempre, sus mejillas rosadas y su risa estridente, mientras me palmoteaba cariñosamente, mientras sus ojos verdes brillaban de malicia por la jugarreta y el chascarro que me hizo pasar.
Tomó su infaltable sombrero de la silla donde lo había dejado y fué cuando me di cuenta de que calzaba un zapato negro y uno café.
- Pero abuelito ¿Por qué anda con zapatos de distinto color? Vamos a comprarle altiro un par nuevos, no es posible que ande así por la calle (naturalmente lo que pensaba, era que me dejaba en ridículo frente a los demás).
- Pero mijito relindo, para mi no tiene ninguna importancia lo que piensen o digan los demás, lo importante para mi es como me siento mejor, cuando hago mis largas caminatas y para mi pie derecho es el zapato negro y para el izquierdo es el café, y tu no sabes lo bien que camino con ellos.
Tuvieron que pasar muchos años, caerme muchas veces desde donde mi ego me dejaba, para poder entender a cabalidad la diferencia entre ser verdaderamente y parecer; pero la vida te va dando lecciones donde el aprendizaje a veces tarda años en venir y a veces no viene en una sola vida.
El regreso
Me ha gustado siempre viajar cuando comienza la primavera. La primera vez que dejaba Chile lo hice un 20 de marzo, para llegar el 21 comienzo de la primavera en el hemisferio norte, debo agregar que me equivoqué estrepitosamente, porque a veces brillaba el sol, pero nunca calentaba.
Cuando volví lo hice en septiembre, para poder ver el nacimiento de los jardines y las flores y sobre todo la lucha de mi pueblo contra el tirano Pinochet.
Y hablando de luchas, recuerdo que el 3 de marzo del 85 en el sector poniente de la ciudad se hizo una reunión de las mujeres de ese sector, como preparación a la manifestación en el día de la Mujer el 8 de marzo de ese año; los hijos de la dueña de casa eran amigos y compañeros y me invitaron a entregar un informe; se congregaron más de 20 compañeras del sector y algunas invitadas.
La mesa estaba hermosa, adornada con bocadillos, queques, kuchens y otros manjares para gustar; en la pieza además estaba el TV montado en una mesita con ruedas, regalo de los hijos en su aniversario hacía poco tiempo.
Aún no había comenzado la parte solemne de la reunión, cuando la tierra comenzó a moverse muy suave al inicio y con gran intensidad después.
Desde el patio interior donde los hombres estábamos conversando veía como la dueña de casa intentaba seguir el TV que se paseaba de izquierda a derecha y de derecha a izquierda mientras dos mujeres se agarraban a mi.
Una de ellas era mi sobrina Elina, la otra se encomendaba a dios pegándose en el pecho; el sonido de las ventanas de fierro que en su mayoría se encontraban abiertas por el calor reinante en esa fecha era ensordecedor, mezclado con el grito de la gente y el llanto de los niños; la mayoría del resto de la gente, salió disparada en busca de los suyos que vivían en el sector.  
El terremoto nos aguó la fiesta y los preparativos, nadie fue capaz de comer, ninguna volvió. Nosotros eramos 5 personas que veníamos del mismo sector, entre ellas 4 mujeres.
Al salir de la población hacia la Alameda donde debíamos tomar la liebre (pequeño microbus), comenzamos a ver los daños en las paredes partidas, en los techos caídos y el rostro desencajado por el miedo de los transeúntes que cruzamos en el camino.
Cuando la liebre, estaba esperando el paso frente a la Estación Central, comenzó un segundo remezón, nosotros y todos los vehículos saltaban de un lado a otro; algunas pasajeras intentaron bajarse del microbus, pero la orden del chofer fue perentoria “nadie se baja mierda”.  
Los semáforos no funcionaban y el taco vehicular era impresionante, muchos choferes nerviosos claxonaban y los gritos de la gente ponían los pelos de punta.
Llegamos a nuestra casa en la más completa oscuridad, debiendo caminar por las calles ya que había casas y partes de techos que impedían el paso por las veredas.
Todos los habitantes del condominio en que vivíamos, estaban en la calle y junto a ellos mis sobrinos y mi hijo que se habían quedado aquella tarde; algunas linternas alumbraban los rostros y la calle.
La casa del frente se había caído; en la casa del lado sur en cambio solo se había caído el segundo piso; no hubo daños a las personas, todos habían arrancado antes. Nano nos contó las peripecias de ellos, el mayor tenía solo 18 años, mi hijo 15, su primo 13. -
-“Estábamos jugando al metropoli, pero me aburrí y me fue a tirar al suelo y poner los pies contra el muro en el pasillo de la salida y le dije al resto, no se preocupen está temblando, pero es suavecito, justo en ese momento empieza un fuerte remezon y el yeso de una parte de la ventana me cayó en la cara.
Grité con todas mis fuerzas, chu... arranquen es un terremoto; la pared divisoria parecía desmoronarse en cualquier momento, la casa del frente produjo un ruido espantoso cuando cayó en el mismo momento en que salíamos a la calle, igualmente el segundo piso de la casa del lado que levantaban un polvo que nos ahogaba y nosotros sujetos a la reja de entrada y rogando que no se fueran a caer los departamentos. Algunos vecinos lloraban, es especial los más niños”.
Nosotros llegamos una hora después, y todo el mundo estaba en las calles, nadie quería entrarse, sobretodo porque los remezones aunque menores continuaban a intervalos.
Al día siguiente vinieron a visitarnos algunos amigos, sobre todo para ver como estábamos y contarnos que ellos estaban bien.
Oscar, comentó que él no había tenido miedo en ningun momento y que la gente era poco sensata e impulsiva; justo en ese momento comenzó un nuevo temblor de una intensidad superior a cinco, según supimos después.
Aunque nuestro sensato amigo  salió arrancando despavorido y no volvió sino después que el movimiento telurico había terminado; lo que causó la hilaridad de todos los presentes.
Valeria llegó a nuestro departamento en el año 1969, nuestro trabajo era controlar y verificar todas las transacciones contables de la empresa. Era muy sonriente y diligente en su trabajo, siempre llegaba a la hora; algo que me gustaba bastante en las personas.
Generalmente yo llegaba 15 minutos antes y elaboraba el programa del día después de verificar los trabajos realizados a la fecha. Cada persona tenía sus tareas propias de rutina asignadas de antemano, pero siempre había nuevas tareas, principalmente emanadas de los bancos con los cuales teníamos una linea de crédito, que nos permitía financiar la producción de la temporada.
Sus hábitos además de sus rasgos y su fisonomía mostraban su origen europeo.
Su piel era blanca y su  cabello castaño claro que brillaba cuando el sol entraba por la ventana, le daba realce a sus ojos casi color de miel. Su cuerpo fuerte y bien formado hablaba de una excelente alimentación y una vida sana en el sur de nuestro país.
En el sur de nuestro país llegaron inmigraciones de alemanes, eslavos y otros europeos del norte, que se sentían muy a gusto con el clima que encontraban.
La primera generación adoraba vivir en el campo, pero los jovenes generalmente se escapaban hacia las ciudades buscando nuevos horizontes o nuevas oportunidades más acordes con sus intereses. Así llego ella, y durante 6 meses nos encontrabamos cinco o seis días por semana en nuestras respectivas labores que compartíamos. La química entre nosotros era excelente y yo sentía en mi piel que sus miradas me decían algo más, sin embargo prefería obviar aquellos presentimientos y mantenía una relación solo de trabajo.
El reencuentro
Vinieron los días tristes del golpe de estado, con sus multiples tragedias.
Después de varios años de vivir en el extranjero volvimos al terruño y quiso el azar que inscribiera mi hijo en la misma escuela que estudiaba el suyo.
Nunca lo supe, hasta que en una fiesta de la escuela, nosotros ibamos saliendo con la familia y ella iba entrando con su marido y nos encontramos frente a frente; sentí que el mundo hubiera dejado de girar y se hubiera detenido, y entonces ella de nuevo lo abarcaba todo. Como si mi corazón hubiera descubierto de nuevo el paraíso, Africa renacía en mi pecho, mientras ella gritaba mi nombre y se abrazaba a mi, como aquella noche de lágrimas.
Siento que perdí la noción del tiempo, y no dije sino su nombre y el eco de mis palabras rebotaban en mi mente-pared. Allí en medio de la muchedumbre, mirándonos a los ojos como si tuvieramos la capacidad de entrar por ahí a nuestras almas.
- ¿Te acuerdas de ella?, le dije a mi esposa;
- No, no la recuerdo muy bien.
Ella preguntó a su marido
- ¿Te acuerdas de él?
- ¡Si perfectamente, a pesar de los catorce años de nuestro matrimonio!
- Tienes que venir a mi casa, no puedes no venir, para que conozcas a mis niños, tengo una parejita. ¿Y tu? Haz tenido más hijos.
- No la misma parejita de siempre sólo que han crecido en la misma proporción que nosotros hemos envejecido.
- No, tu estás igual, no has cambiado nada; mi marido en cambio le creció la panza y perdió el cabello y se puso gruñon dijo riéndose.
Tomó mi mano con dulzura, y me dijo
- Ven no te vayas para que conversemos.
- No lo siento, esta noche no puedo tal vez otro día podría ser.
Me dió un papel con su dirección y teléfono, pero no fui capaz de volver a verla. Ella estaba demasiado presente, en el capítulo que creí cerrado hace muchos años.
Durante mucho tiempo volvieron sus ojos y su risa a estar presente en mí. Pero cada uno de nosotros había tomado un camino distinto y no tenía sentido remover los sentimientos.
Pasaron cinco años y el azar se preocupó de reencontrarnos de nuevo, esta vez en circunstancias diferentes.
Febrero se vestía de sol caliente y seco como siempre en pleno verano de Santiago, me encontraba limpiando los vidrios vestido con un short de baño, sin camisa y descalzo, para capear el calor reinante.
El timbre de la puerta sonó tres veces y desde la pieza de costura, mi esposa me dijo,
- Seguramente deben ser las personas que vienen a comprar  las máquinas de coser.
Al abrir la puerta, el sol me daba de pleno en los ojos, vi dos mujeres frente a mi y una me dice:    
- Hola Ernesto, podemos pasar, venimos a ver a tu señora, te presento a  .........,
nuevamente al igual que en el encuentro en la escuela, nos quedamos frente a frente, sin palabras que decir, sin poder articular nada y ella como siempre toda sonrisa, y la amiga en común, agrega después de mirarnos,
- Tengo la impresión que ustedes se conocen ya.
Moviendo la cabeza, demuestro que es así.
Mientras ellas conversaban de negocios, me senté en una silla para tranquilizar mi corazón que galopaba.
Al salir, me sonrió diciéndome:
- Con tu cuñado Jaime te he enviado muchas veces mis saludos y deseos de verte, temo que no te ha dado mis recados.
- Si me los ha dado, pero no he querido molestar tu tranquilidad; le respondí.
- Pienso que te irás pronto, anda a verme antes de partir.
Y fue la última vez que la ví. Cada vez que pienso en ella, hay música en mi corazón y su reir acompaña un piano cuyas notas vuelan y una página inconclusa de mi vida que se apaga.
Volví a salir del país, pero no quise encontrarme con ella, lo que había pasado era cosa de historia, quedaría guardado como un recuerdo muy hermoso. Como dijo una vez un filósofo griego, “nos bañamos una sola vez en el mismo río”.
Esta ultima vez, ya no vivía en Romeo, estaba viviendo en Magdalena Vicuña cerca de la Gran Avenida  y su parque que recorría con mis pequeños los días domingos.
Las emociones demasiado fuertes, me llevan de algun modo a la reflexión y apareció el rostro de mi bisabuela maternal subiendo en España, a un barco en el que llegaría con una maleta llena de sueños a este Chile, del cual yo debía partir pronto y de los ancestros de mi padre que también llegaron un día buscando lo que en su país no se podia encontrar. ¿Estaremos marcados?
Magdalena Vicuña se queda en el pasado con mi juventud. Juventud vivida en un mundo convulso, donde la familia no dejaba espacios para otros menesteres que no fuera el amor de quienes compartían el diario vivir.
Aunque era difícil sustraerse del momento politico que se vivía, los pequeños que compartían mi vida y mi compañera jugaban sin quererlo a guardarme en una isla, escondidos del ambiente nocivo que flotaba en el aire. Extraño sentimiento de refugiarse en el amor para evitar pensar en el devenir que cual el preludio de una tempestad ennegrece nuestro cielo y miramos hacia cualquier lado para no darnos cuenta de la realidad que iba a llegar quisiéramoslo o no. La historia estaba escrita cual guión de una película de terror, donde los actores uniformados ya habían recibido las órdenes de quienes eran lacayos. El Mercurio, diario perteneciente a la oligarquía chilena escribía en portada JUNTEN ODIO CHILENOS.
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ernestosanmiguel · 3 years
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Pintor Goya
Ernesto San Miguel
Pamela había viajado hacía un año a la ciudad de Arica, la más nortina de las ciudades chilenas, la eterna primavera como le llamaban, me atraía. Además en esas tierras había vivido mi madre antes de tenerme, incluso en la ciudad de Tacna cuando esta pertenecía a Chile, que fue la tierra donde nació mi hermana Amelia.
Era la primera vez que me iba a separar del resto de mis hijos Miguel y Xenia eran muy pequeños, pero contaba con la ayuda de mis hijas que estaban conmigo: María, Rosa, Mona ��y Luisa y si tienen algún problema mayor  lo solucionarán Ernesto o Doris. Darío mi marido tendrá que seguir trabajando. Es una suerte que viajo con la señora Blanca, la otra abuela de Marcos y de Willy.
La población Los Pinos, era una población de obreros, la construcción de los edificios fue financiada por el Seguro Obrero, organismo creado para recibir los fondos descontados a los trabajadores y a los patrones.
Recuerdo que supe a través del periódico que llamaban a los trabajadores interesados para optar al subsidio habitacional y que debían cumplir ciertos requisitos. Requisitos que nosotros cumplíamos. Tuve que enojarme con Darío para que iniciara los trámites necesarios.
Pero al final conseguimos la casa propia.
La otra abuela vivía en un departamento en el edificio del frente de manera que salimos para tomar el pullman que nos conduciría a Arica. El viaje duraba aproximadamente 18 horas y viajábamos con los dos hijos de Pamela. Ellos eran pequeños y los llevábamos en nuestros brazos para ahorrar el dinero de sus pasajes.
Al salir de Santiago nos fuimos conversando y entretenidas mirando el paisaje, mientras los niños dormían tranquilamente. Ella no era una persona muy conversadora, y después de una hora de hacer el esfuerzo de sacarle palabras me aburrí y me dediqué a mirar el paisaje. Al lado derecho la cordillera de Los Andes y al izquerdo la de La Costa y así viajábamos entre cerros encajonados, el paisaje se abría de repente para mirar los últimos valles centrales en todo su verdor. A las tres horas de recorrido sólo se veían dunas de un lado y cerros áridos del otro; de pronto pequeños pueblos se asomaban a nuestras miradas y se desvanecían con la misma premura.
Mis ojos comenzaron a cansarse y se abrió una ventana por donde comencé a mirar mi vida. Jamás se me pasó por la mente tener tantos hijos. Tener 14 hijos no ha sido fácil, lástima que el primer Miguel Angel hubiera partido tan bebé. De todas maneras me quedan trece. He estado tan ocupada durante todo este tiempo. Me casé en 1944 y quedé embarazada inmediatamente y han pasado 26 años de aquel entonces.
Recuerdo que fué un día de fiesta que vi a Darío por primera vez, le llamaban el argentino, porque peinaba a la gomina, era mucho mayor que yo o por lo menos me lo parecía; el se veía un hombre y yo sólo una niña, apenas tenîa 15 años y lo miraba desde una ventana escondida mientras mi corazón saltaba de emoción; era delgado y unos finos bigotitos adornaban su cara de niño bueno.
Era muy bueno para el fútbol y sus amigos siempre lo venían a buscar, tenía varios hermanos mayores y uno más pequeñito que él siempre cuidaba con esmero y cariño, su familia le llamaba Mingo al igual que sus amigos y el niño se llamaba Fermin.
La única forma de conocerlo era jugando con su hermano pequeño y así lo hice. Cada vez que lo veía con el niño en la calle yo corría desaforada para conversar con él.
En mi casa no lo querían, mi hermana siempre me hizo la guerra ya que yo quedaba al cuidado de ella, mientras mi mamá trabajaba para el sustento nuestro.
Yo era la más pequeña de los cuatro hermanos, el primero era Segua y ya trabajaba, Amelia era la dueña de casa y Paulo el que la seguía era de carácter arisco y un poco solitario lo fue siempre hasta su partida.
Mi padre había muerto cuando yo tenía dos años. Mi hermana estaba casada con Amadeo, un español quien había llegado niño a nuestras tierras y se conocieron en los lugares que generalmente frequentaban.
Mi abuela española como ellos, participaba junto a la tropa de recién llegados y también sus familias aunque hubieran nacido criollas, immigrantes con gustos comunes que se reencontraban para sentirse menos solos.
Pienso que ellos preferían alguien de la colonia, pero yo tenía ojos solamente para él.
- ¡El es muy viejo para tí!
- Búscate un jóven de tu edad, además tienes que estudiar.
Viejo a la edad de 20 años, hoy me resulta cómico; éramos tan niños jugando a ser adultos y han pasado 26 años de aquel entonces.
Tantos días llenos de amor, de paz y de alegría; pero también tantos años de miserias, donde la mesa estuvo llena de niños alrededor con las miradas lánguidas esperando el escuálido plato que teníamos a compartir.
-¡Qué hubiera hecho, sin la ayuda del resto de mi familia!
Aún hoy las cosas son difíciles pero tengo más ayuda de mis hijos mayores aunque Darío está tan depresivo y cae en el trago más a menudo.  No debe ser fácil, trabajar y trabajar y no poder ganar el sustento necesario para una familia tan numerosa. A veces una botella nos hace olvidar nuestra incapacidad para poder vivir los sueños que tejimos en nuestra juventud.
Lamentablemente el destino nos lleva por caminos pedregosos que nos van secando el alma, al ver la distancia cada vez mayor entre el sueño y la realidad angustiante del cada día.
En el año 1943 la segunda guerra mundial estaba en todo su apogeo, las condiciones de vida eran difíciles, sobretodo para las familias numerosas. El padre de Darío, don Luis había muerto hace pocos años y su madre, la señora Ana tenía una salud frágil y partió cuando Ernesto, mi hijo mayor tenía dos años y Doris un añito.
No teníamos donde vivir y la señora Ana me rogó que viviera con ellos, su casa tenía muchas habitaciones y nos cedieron una a nosotros; jamás pensé que viviría 14 años en la misma pieza, al comienzo cuando éramos él y yo era fantástico, fue una luna de miel dichosa, pero comenzaron a llegar los hijos, año tras años y la pieza no podía crecer y comenzaron a casarse mis cuñados y a tomar las otras piezas y a crecer otros niños y el patio no podía crecer y los niños peleaban entre ellos y los disgustos eran grandes.
Que alivio cuando tuvimos nuestra propia casa después de catorce años comprimidos, tan comprimidos que los dos mayores tuvieron que vivir con mi hermana aunque veía en sus ojitos que ellos no estaban contentos, no tenía otra posibilidad.
Amadeo y Amelia me ayudaban mucho, a pesar del carácter de mi hermana, ellos pudieron estudiar y vivir mejor económicamente que el resto de sus hermanos.
Ya llevamos 12 años en Los Pinos, algunos hijos se han ido casando y han salido del hogar, pero aún así, nos falta espacio. A pesar de ello el día domingo es un día de fiesta ya que todos se reúnen en la casa, más los maridos y las señoras y los nietos. A veces siento que mi cabeza me estallará, pero cuando parten y mis otros hijos se acuestan, la casa se queda silenciosa y vuelvo al tiempo de mi juventud y ¡no puedo creer cómo ha pasado el tiempo! En realidad todavía no tengo muchos nietos, pero con la cantidad de hijos que tengo, no puedo esperar tener una vida solitaria.
Han pasado 6 horas y media y ya hemos llegado a La Serena, el mar al amanecer se ve calmo y las olas juegan repetidamente deslizándose en la arena.
¡Tanto tiempo que no vengo a la playa!
La Serena está al norte de Santiago a unos 600 kilometros más o menos.
Con-Con era mi playa favorita, veníamos con mis primas y andábamos a caballo, pasaba todas mis vacaciones allí, me sentía libre y feliz.
Después del matrimonio los hijos no me han dejado tiempo para nada, lavarlos, alimentarlos, hacer las tareas con ellos, tenerlos en harmonía cuando cada cual tiene su propio carácter.
Parecer fuerte, cuando el hambre nos gritaba desde lo más profundo de nuestro vientre, sabiendo que el mañana no sería diferente.
Las dunas que siguen a la ciudad, no son distintas a las anteriores, ni siquiera se divisan ni los barcos ni las lanchitas que pululaban en la bahía de Coquimbo. Si no fuera por Willie que sigue durmiendo en mis brazos diría que la soledad corroe y erosiona como las dunas al paisaje.
¿Qué puedo decirle a Darío? Si desde que lo echaron de la fábrica porque era dirigente sindical, encontrar un buen trabajo ha sido imposible; tiene que estar trabajando en pequeñas industrias que tienen trabajo uno o dos días a la semana y los niños quieren comer todos los días pero eso los patrones no lo comprenden; me imagino que sus corazones deben estar llenos de dunas.
El sol comienza a calentar y entra a raudales por las ventanas, sirven el desayuno y se cambia el turno de los choferes; nuestros niños también se despiertan y están alegres.
Los sandwichs están ricos y la leche tibia les da color a sus mejillas. Para nosotros el cafecito que acompaña el sandwich nos llena de nuevas energías.
La señora Blanca sonríe, habla con Marcos unos monosílabos y continúa mirando el paisaje como si siempre estuviera tan lejos; incluso cuando sonríe está triste; seguramente está en el pasado al igual que yo, solo que el de ella me parece más triste.
- ¡Abuelita, mira las olas como saltan en las rocas! grita Willy con sus ojitos maravillados y ¿El mar no termina nunca abuelita?
- Todo empieza y todo termina hijo, como el día, como las estaciones y como los pájaros que nacen, viven, procrean y mueren.
Preguntas y respuestas se siguieron durante horas, Marquito me ayudaba a veces a responderle a su hermano menor, pero terriblemente inquieto frente a las cosas de la vida.
- ¿Abuelita, porqué mi papá y mi mamá no están juntos?
- Sabes mi niño que esa pregunta deben responderla ellos.
Yo te puedo contar que en general cuando dos personas se aman, se casan y tienen hijos que se le parecerán.
Pero el amor es como una plantita que hay que regarla todos los días. A veces tenemos mala memoria y se nos olvida echarle el aguita milagrosa de la vida.
- ¿Y de dónde se saca ésa aguita?  
- Todos tenemos una fuente inagotable que está cerca del corazón, pero no se puede tocar ni se puede ver, pero existe y es como una hermosa flor que nos hace felices porque nos hace ver la vida con ojos diferentes, nos hace comprender a todo el mundo y sobretodo a quienes amamos.
- ¡Yo debo tener poca aguita, porque estoy muy flaco!
- ¿Entonces mi papá y mi mamá tienen mala memoria? Eso no me gusta porque nosotros tenemos que estar con las abuelitas, pero no con ellos. Yo tengo amigos, que van con sus papás a ver a sus abuelitos. Yo voy con mis abuelitas para visitar a mi mamá.
Es raro ¿Verdad abuelita?
Antofagasta se divisaba a lo lejos, y una roca inmensa, habitación de miles de pájaros murmuraba con sonido de olas, la ciudad entretanto comenzaba a crecer y uno que otro barco danzaba con su acompasado vaiven, los niños nuevamente están durmiendo y la señora Blanca con ellos.
Antofagasta está a 1300 kilometros de Santiago, nos hemos demorado más de 18 horas, desde que salimos de la capital; dicen que cerca de aquí está Chuquicamata la mina más grande a tajo abierto del mundo. ¿Será tan grande como dicen?
Nuevamente la ventana del pasado se abre y comienzo a mirar con ojos de asombro el camino recorrido, veo los mayores dando sus primeros pasitos tan dependientes, tan débiles tan pequeñitos y hoy son hombres y mujeres caminando por la vida, pero mucho más seguros y con mejores armas para la vida de las que yo tenía.
Me han hecho pasar tantos sustos estos niños, me acuerdo cuando a Ernesto  se le quedó atascada la cabecita entre los barrotes de la cuna de fierro y no había caso de poder sacársela y el pobre muy asustado lloraba y los barrotes que le apretaban sus sienes, tuvimos que conseguirnos una sierra para poder cortarlas y las marcas quedaron en su cabeza durante mucho tiempo. Yo tenía 19 años en aquel entonces y lloraba junto con él, era la primera vez que nos pasaba algo así.
Cuando la casa vecina a la de Amelia se vino abajo justo cuando pasaban Doris, Ernesto y Juanita. Doris y Ernesto se salvaron, pero Juanita la hija de nuestra amiga quedó sepultada por los escombros.
¡Cuando sentimos el ruido estruendoso!  Salimos corriendo porque sabíamos que los niños habían ido a comprar chocolates a la esquina. Los escombros dejaban ver un chaleco como el de Doris debajo de la mole de cemento; sentía que mi vida se partía y gritaba...  no podía llorar, las manos me sangraban tratando de quitar los restos que estaban sobre mi niñita. Cuando llegamos a ella, vimos que era Juanita con su rostro destrozado, su corazón ya no latía.
Amelia y yo seguimos quitando las moles pero mis hijos no estaban; el llanto y el polvo no me dejaban ver; alguién gritó que ellos estaban al frente escondidos detrás de una puerta. Estaban pálidos y sus corazoncitos saltaban ellos tenían 5 años él y 4 ella, yo apenas tenía 23 años, pero me sentía tan vieja como si un peso enorme hubiera caído sobre mi juventud.
Amadeo y Amelia lloraban abrazados junto al cuerpo de Juanita, repitiendo ¡Qué le vamos a decir a sus papás!
No hacía más de una hora que ellos habían dejado a Juanita en la casa de mi hermana porque ellos iban al cementerio para enterrar a su otro hijo que había muerto a los 14 días de nacido.
Si bien es cierto que mis hijos estaban sanos y salvos, tenía tanta tristeza por nuestra amiga y la reacción que tendría de encontrar a su hija mayor muerta como la pequeñita.
¡Ella enloqueció, pobre Amalia!
Ellos eran felices, José y Amalia eran una pareja hermosa, él era alto y buenmozo fisicamente muy atractivo y además un caballero y ella una hermosísima mujer con un cuerpo a envidiar y tenían una hija que tenía todos los talentos, la mejor de su curso, querida en todos lados y además se amaban; el amor en ellos resplandecía.
Pero el destino les tenía reservado un final trágico, el más preciado fruto del amor, sus hijos, fallecieron casi conjuntamente; la mayor de 9 años y el bebé de días.
Cuando miro hacia al lado, y veo las penas que otros sufren no puedo menos que sentirme feliz, porque mis hijos han ido creciendo y saliendo de las dificultades económicas que vivieron en su niñez; a pesar de lo difícil hemos hecho un gran trabajo, largo y penoso a veces pero las más, llenos de la dicha que los niños traen a esta tierra y en especial a sus padres; de solo verlos me lleno de felicidad; además soy una abuela jóven, con solamente 42 años y me siento a veces tan vieja.
Cuando llegamos a Arica, tenía las piernas agarrotadas; mi hija y su nuevo marido nos estaban esperando.
Los niños no querían despegarse de su mamá; lloraban de felicidad, yo también lloré con ellos.
El encuentro fue emocionante. La brisa del mar llegaba con olor salino y el sol ya calentaba a esa hora del día. Las maletas fueron embarcadas en un viejo taxi y recorrimos la ciudad antes de llegar al lugar donde habitaban.
El Morro miraba el mar, mientras docenas de palmeras saludaban nuestro paso. Encontrar un lugar verde después de tanta aridez es como para maravillarse y si le agregamos el azul del mar nos parece paradisiaco.
Creo que han elegido un hermoso lugar para comenzar el amor, espero que no termine como
el otro. En estos tiempos romper un matrimonio es tan fácil. En nuestros tiempos eso no correspondía, era impensable. Claro que esto permite enmendar los errores que a veces cometemos y no cargar la cruz eternamente.
Pasamos unos meses deliciosos, caminabamos todas las tardes por la orilla de la playa.
Incluso en el mes de Agosto, cuando en Santiago, la lluvia y el frio son de la partida, en Arica el sol se levantaba cada mañana y entibiaba la vida y le daba alas a los sueños.
Alli nos sentabamos a conversar con mi hija, mientras mis nietos corrian sin parar. ¡Como me hubiera gustado detener el tiempo!
Pero cada cual viene a este mundo a vivir su destino ya trazado. Adquirimos responsabilidades y no tenemos otra elección que cumplirlas con lo mejor de nosotros mismos. Darìo y yo casi no conocimos la juventud, en plena adolescencia jugamos a ser adultos y la juventud se nos fue sin haberla vivido.
Cuando veo que mis hijos se sienten seguros en los brazos y con el amor de Darío, vuelvo a mi infancia y no recuerdo haber estado en los brazos de mi progenitor. Siento que es un cariño que me faltó, y creo que Darío es tan paternal, que me dió en los primeros años todo aquello que yo no había conocido en mi niñez.
Mamá siempre me contaba lo bueno de mi padre y era lo que yo guardaba en mi memoria. Pero cuando el tiempo pasa, y tenemos capacidad de raciocinio, los cuentos de hadas dejan paso a la razon y ahí comprendí que tuve un padre que tuvo dos familias al mismo tiempo y mi mami lo supo despuès que volvieron a Santiago. Los primeros cinco años los vivieron en Tacna y él viajaba cada cierto tiempo a la capital por razones de trabajo, pero en realidad, era para visitar a su primera familia, solo que siempre lo ocultò.
A su deceso contó con dos señoras y varios hijos, ni la una ni la otra, habian sabido nada de su historia. Pero su muerte repentina a la salida del Hipódromo Chile, producto de un asesinato, dejo al descubierto sus vidas paralelas.
Juzgarlo no me hace más feliz; pero a la niña siempre le faltó ese amor que no tuvo, pienso que a mis hermanos también. No debe haber sido distinto para mis medios hermanos, con los cuales nunca tuvimos alguna relación, a pesar de que el azar nos cruzó muchas veces en el mismo camino.
Cerca de Arica, hacia el interior se encuentra el valle de Azapa. Fuimos varias veces para visitarlo, sus olivares crecen a orillas de los caminos con sus inmensas aceitunas que no faltaban en cada comida; allí aspiraba a todo pulmón el olor a campo y a lo lejos se ven lo empinados volcanes con sus cimas nevadas. A pesar de la belleza del paisaje, me faltaban mis hijos y me faltaba Darío.
El descanso había sido bastante largo, y debíamos reencontrarnos con nuestro propio destino. La empresa en la cual debíamos viajar estaba en huelga y tuvimos que hacerlo en una de la competencia, con tan mala suerte que me tocó venirme sentada a Santiago en un asiento al lado del chofer, asiento que generalmente ocupan los copilotos.
Los nietos tuvieron que venirse con la Blanquita, ya que yo no tenía espacio, lo que fue mejor para ellos. El viaje fue tranquilo, el mar me miraba desde la derecha hacia el lado izquierdo los cerros y dunas nos recordaban la inmensidad del desierto.
El copiloto que había perdido su asiento, hablaba con el chofer desde la pisadera interior y comentaban la fiesta que habían tenido la noche anterior. Con los ojos cerrados me dejaba mecer por el vaiven.
Debo haberme dormido, al despertarme ví como conductor al que era el copiloto al inicio del viaje, y lo que me había despertado fue un movimiento brusco del autobus, íbamos en lo alto de la cuesta, antes de llegar a Vallenar (supe despuès), había una neblina espesa y la visión muy mala, el chofer se veía preocupado, o bien tenía dificultades para mantenerse despierto, de repente sentí que el bus comenzaba a caer, mi cabeza se golpeó violentamente con el parabrisas y sentí que un sopor me impedía abrir los ojos.
Cuando me desperté, sentí un dolor intenso en mi cabeza y en mi rostro, no me podía mover, alguien me hablaba y no era capaz de comprender sus palabras. Volví a perder conciencia durante varias horas, según me explicaron màs tarde.
-       ¡ Mis nietos!
-       No se procupe señora, me dijo una enfermera con mucha dulzura, sus nietos
-están con la otra abuela, ella tiene una herida leve y los niños no tienen nada, la persona más grave de este accidente es usted, pero en poco tiempo comenzará a sentirse mejor, tiene que dar gracias a dios, porque pensamos que se nos iba.
El cambio.
Nosotros vivimos siempre en Santiago de Chile. La primera casa que conocí fue la de Sierra Bella.
Cuando mis papás se cambiaron, yo tenía 18 años, mi papá me pidió que le acompañara a la calle Franklin, lugar donde vendían muebles usados y nuevos pero a un valor más bajo que en otros lugares. Y a pesar de todo, nos costó encontrar un comedor que se ajustara al presupuesto módico que tenía mi viejo.
El contaba en la época unos 43 años, veía la preocupación en su rostro tratando inutilmente de encontrar aquello que nos sirviera y además que incluyera el flete hasta la población donde recién se habían cambiado. Yo no contaba con la madurez que me permitiera comprender las razones de nuestra pobreza.
Odiaba la situación de tener que vivir en dos formas tan diferentes; por una parte la casa de mis tíos donde todo sobraba y por otra la de mis padres en que todo faltaba.
Allí se fueron gestando en mi, los anhelos por una sociedad más justa.
Era la primera vez que ellos como familia tenían una verdadera casa, debería decir que nosotros como familia, sin embargo el hecho de vivir separados de ellos la mayor parte del tiempo, me hacía sentir un extraño y no como parte de la familia. Sentimiento que me acompañó durante muchos años y pienso que mis hermanos tambien lo han sentido así.
Viví por las circunstancias de la vida separado de ellos en la infancia y adolescencia; me casé tempranamente y después el golpe de estado del año 1973 me obligó a vivir fuera de Chile.
He vivido esporadicamente con ellos en algunos pasajes de mi vida y teniendo los mismos padres y los mismos genes, siento que vivimos en mundos tan distintos.
Las percepciones de la vida, los intereses y por lo tanto nuestro accionar, están en dimensiones diferentes.
Aquí no hay mejores ni peores, tampoco culpables, solo constatación de hechos y lo peor es que los sentimientos se fueron durmiendo, como si la lejanía hubiese sido una barrera imposible de pasar.
Talvez porque en mi niñez los viejos me faltaron tanto, tuve que inventar una coraza de hielo para seguir viviendo y de alguna manera ese hielo se me fue quedando y transformando en olvido.
Hoy los viejos ya no están y durante muchos años arrastré heridas y sentimientos encontrados respecto de su amor. Después el tiempo las fue borrando y se abrió la luz por donde pasó la comprensión, el niño herido dejó el paso al hombre que entendió las razones de la vida pero no fue capaz de restaurar los lazos que se van tejiendo con el tiempo de vida común.
Cuando empezé a trabajar, volví a la casa y estuve viviendo dos años hasta que me case, eso me permitió aportar con mi salario a mejorar los ingresos familiares.
Mi último hermano nació cuando ya tenía 20 años y a los más pequeños solo los veía en las visitas dominicales que hacía a la familia, no teníamos ninguna vida en comun. Aunque jamás dejé de ayudarlos economicamente, y sintiéndome siempre responsable de todos ellos, pero sólo como un proveedor.
Acompañé a mi papa al hospital, para conocer a Mario el último de mis hermanos era el número 14, pero de los vivos solamente el número 13, a veces pienso que ése número le fué fatal.
- ¿Papá, no has pensado que ya somos demasiado en un departamento tan pequeño para tantos?
- En verdad siempre compro un numerito de la lotería, pensando que me voy a sacar de nuevo el gordo, para poder solucionar muchos problemas y entre ellos el de una casa más grande.
- Pienso que deberían comenzar por cerrar la fábrica, porque de sueños no se puede vivir eternamente.
- Siempre sonriéndose me dijo entre bromas un poema clásico “Sueña el rey siendo un rey“ que queda para un pobre ser como nosotros; así que no me pidas que no sueñe.
Mario era un niño hermoso, rebosante de salud y su piel blanca contrastaba con su pelo negro, mi madre estaba feliz.
-¿Te gusta tu hermano?  me preguntó,
- Si mami es un niño hermoso, respondí con la mejor de mis sonrisas; pero mi cabeza estaba en la solución de los problemas económicos que vivíamos.
Había llegado hace poco una carta en la que nos decían que si no pagábamos las cuotas de la casa seríamos desalojados.
Mi sentido de responsabilidad me impedía sustraerme de los problemas que teníamos por delante, en cambio ellos acostumbrados a vivir con las dificultades propias de la pobreza constante, no se amilanaban y vivían felices esos pequeños momentos de felicidad que les daba la vida.
Mirado con las perspectiva que da el tiempo y la sabiduría de la experiencia, pienso que ellos siempre tuvieron razon de vivir como lo hicieron.
La racionalidad inhibe vivir las emociones en toda su plenitud y no escuchamos al corazón cuando nos muestra su camino y conducimos nuestras vidas como con el freno de mano y del pie antes que el acelerador.
Mis padres esperaban mucho de su hijo más pequeño, el que les acompañaría por más tempo en el inicio de su vejez; aquel en el que verterían todas las experiencias vividas con los primeros, que no fueron pocos.
Cada uno uno de nosotros teje sueños desde la más tierna infancia, pero la vida nos lleva por caminos que jamás soñamos.
Nuestros caminos están trazados de tal manera que lo que algunos llaman los imponderables o los inesperados o los impensables, nos llegan para conducirnos por la ruta que jamás esperabamos conocer o vivir.
Gloria era de origen italiano, sus ojos verdes tenían una profunda intensidad en su mirada, sus manos se tomaban de las mías, mientras Paul Anka cantaba “You are my destiny”, (tu eres mi destino).
Su mejilla descansaba en la mía y ella entonaba la canción en un murmuro junto a mi oído, sus senos se apretaban en mi pecho y el latido de su corazón hacía un duo junto al mío, los dos minutos cuarenta segundos de la canción, tenían la virtud de llevarme al más allá y de traerme cuando el sonido se callaba, la sala se quedaba vacía y nosotros mirándonos aún, sin que pudiera articular palabra alguna. Ella todo ojos, ella todo sonrisa y yo sonrojado sin poder moverme y sin poder hablar. El calor de aquel verano, tenía el calor de su cuerpo en mis manos y yo perdido en su mirada.
Alguien la viene a buscar, y me grita:
- No te vayas vuelvo en seguida
Mi padre y mi abuelo aquella noche estuvieron prendidos de su escote. Y ambos de diferente manera, vinieron para empujarme a seguir en sus brazos. Pero a los 17 años, las brazas a veces estrangulan la voz, te mojan las manos y te comen las ideas.
El único capaz de hablar era mi cuerpo, que seguía su ritmo, cuando ella me cantaba “Put your head on my shoulder” (Pone tu cabeza, sobre mi hombro) y sus manos eran como una plegaria que me robaba toda mi energía y en el ritmo suave nuestras piernas se abrazaban, el muslo de ella entraba entre mis piernas mientras mi mano derecha se bajaba de la cadera tocando el inicio de sus glúteos convexos y altivos, mientras mi mano izquierda entrelazada a
la suya acariciaba el nacimiento de su seno. No hubo en la noche sino miradas, y nuestros cuerpos cimbreandose al compás de alguna música de los años 60.
Así se murió el año1961, apegándome a Gloria, cuando Paul Anka nos cantaba desde el tocadiscos para discos 33-1/3. Pero el tocadiscos cesó de girar y cada cual partió como en un hoyo negro donde no se puede encontrar siquiera la huella.
Lo que no pudimos vivir, quedará como un recuerdo sublime entre dos seres que se despertaban y dos cuerpos que se desearon tanto que se quemaron antes de entrar al horno.
La encontré muchas veces en mis sueños y como en aquél año nos volvíamos a perder en mi despertar. Algún día en algún lugar, podré articular palabra. Para contarle que siempre fue una visita bienvenida en mis sueños más eroticamente sublimes.
Pero la juventud es despertarse cada día con ansias nuevas, es un descubrir constante, es explorar caminos, callejuelas y avenidas y en cada uno de ellos te cruzas con miles de personas que van dejando huellas algunas y otras que pasan como una lluvia pasajera, te mojan, te refrescan, te ensucian y solo a veces te resfrían.
El futbol es el pasatiempo, es el deporte más practicado en Latino América, y yo no fui la excepción. En la población había muchos equipos y talvez los más conocidos eran los oriundos de La Legua. Donde se juntaban la calidad futbolística y el mal nombre del que estaban premunidos en cada equipo más de la mitad eran pelados al cero. Todos aquellos que pasaban por recintos carcelarios salían pelados.
En la época en que no era la moda, sino el claro resplandor de una vida al margen de la sociedad.
Mi viejo era el estrenador del club de Los Pinos, y aunque en general no jugaba en la población, aquel año lo hice.
Generalmente ocupaba la plaza de volante izquierdo, aunque golpeaba el balón con ambos pies y dribleaba también con ambos, puesto que era diestro y no zurdo.
El partido era intenso y ambos equipos habían hecho meritos para llevarse el triunfo, pero la esquiva pelota no quiso entrar en los porticos, golpeó los maderos o la salvó el arquero. Como a los 30 minutos del segundo tiempo recibí un balón a la entrada del área contraria, eliminé a un adversario dribleando hacia la izquierda y lanzé mi pié con toda mi fuerza cuando ví que el arquero había dejado un hueco hacia su izquierda, cual no sería mi sorpresa al sentir un pié entre mis dedos o punta de pié y mi tobillo y miraba como se levantaba el tipo, sentí que hasta los pelos de la nuca se me erizaban de dolor.
Actualmente el que hace una plancha a un adversario es expulsado y tiene un castigo de varios partidos, ya que las posibilidades de quebrar un pié son muy grandes. Aunque la pelota siguió su curso y se incrustó en la valla contraria, me fué muy difícil celebrar con mis compañeros y debí salir de la cancha por algunos minutos.
Nosotros no teníamos nada conque sanar algún herido, todo lo hacía el tiempo y algunos masajes de buena persona y un vaso de agua, cuando había.
Seguí jugando con bastante dolor, y al término del partido cuando fui a tomar la ducha me dí cuenta que mi pié estaba negro e hinchado. A los minutos ya no podía pisar y me costó más de dos semanas recuperar una marcha normal y un mes para poder jugar nuevamente. Quien me vió la pierna, dictaminó que tuve mucha suerte de no habermela quebrado.
Solo jugué en la población de mis padres aquel año, nunca fui un fanático, como lo fueron mis hermanos menores. Pero pienso que ellos además tenían más condiciones para el futbol que yo y no tenían los otros intereses en la vida que yo tenía. Había quienes solo vivían para los partidos de los días domingos y se repetían los tres partidos. En general cada club debía tener tres equipos de diferentes niveles de peor a mejor: la tercera, la segunda y la primera que era la de mejor calidad.
Uno de nuestros mejores partidos, lo hicimos camino al Volcan. Era el equipo de la familia, primos, tios y hermanos más uno que otro amigo de los viejos quienes eran los artifices de este encuentro y de dirigir el equipo.
Aquel domingo partimos muy temprano para tomar el tren de trocha angosta que nos llevaría hasta el pueblo de Lo Rojas. Era un tren muy lento e incluso había tramos donde alguien corriendo le ganaba al tren. El viaje era hermoso, de un lado los muros de los cerros y del otro los campos sembrados o llenos de animales separados por el río Maipo que corría 200 0 300 metros más abajo. El tren tenía vida, la gente que visitaba a sus parientes, muchas familias, y por ende muchos niños. Pero la bulla venía de las canciones que entonaba nuestro equipo, no faltaba el que se incorporaba si conocía las canciones de la época.
Estabamos invitados a jugar y después a un asado campestre, bien regado por supuesto.
El Negro, nuestro tío, hizo el equipo y nombró inmediatamente los cambios. Causa de los cambios, primero aquel que se canse, pide cambio inmediatamente, es decir se automargina, en el caso de error reiterativo de algun jugador sera cambiado inmediatamente sin derecho a zapateo o a reclamo. De mi experiencia como futbolista, seguía hablando el Negro, ganará el que haga más goles. Y solo hará goles el equipo que chutée al arco y para tener la posibilidad de hacer goles, tenemos que tener el balón. Los pases deben ser con intención acercádonos siempre a la valla contraria, los pases siempre deben ir al vacío a la espalda del adversario, para que nuestros delanteros entren con mayores posibilidades de convertir. Cualquier otra forma es jugar erradamente y nos lleva a perder.
Al arco jugó mi Viejo, como defensas centrales el Negro y mi primo Lucho como defensas laterales el Nono hermano de Lucho y el Mingo un amigo, en el medio campo Feña, nuestro tío y el Chuleta un mastodonte de 1,90 mts. Adelante ibamos Coté hijo del Negro, Pipo mi hermano, el Chocolate Nemo por la derecha y yo por la izquierda. Los más viejos de nuestro equipo propusieron jugar dos tiempo de 30 minutos, cosa que los dueños de casa no aceptaron y quedamos en 40 minutos por lado. Lo normal es 45 minutos por lado.
Terminamos el primer tiempo ganando 4 a 0, pero con varios lesionados o molidos de nuestro lado.
Los adversarios más fuertes fisicamente se nos vinieron encima a partir de los 20 minutos del segundo tiempo y a pesar de que le hicimos un nuevo gol aprovechando que adelantaron sus lineas, no fuimos capaces de mantener nuestra valla invicta y nos hicieron dos goles muy rápidos que les dió más alas a sus delanteros. A pesar de los cambios constantes en nuestro equipo los tres reservas estaban echados, es decir agotadísimos y no querían entrar nuevamente. Al finalizar el partido nos hicieron el tercer gol.  Si hubieramos jugado un partido normal nos hubieran ganado por fisico.
La ducha siempre ha servido, para hacer los comentarios y las criticas tanto las constructivas como la de los errores. Puta que la cagué en el último gol te hice el pase, pero ya no veía de cansado y se la pasé al huaso en bandeja, decía el Mingo y usted don Domingo tampoco la vio? Pienso que si me tiro la habría alcanzado, pero el partido se estaba acabando y un gol más para ellos va ayudar a que nos den más comida, así que deben agradecerme por el sacrificio que hice en bien de nuestros estomagos. Buena la chiva, gritaron varios.
Nuestros adversarios felicitaron, principalmente a los viejos de nuestro equipo. No, ellos juegan mucho si hubieran venido jovenes a jugar nos llenan la canasta de goles y no habríamos hecho ninguno, pudimos hacer los goles porque se cansaron y los delanteros tuvieron que bajar para defender y son muy jovencitos y muy débiles en el cuerpo a cuerpo. Ellos tenían razón.
Pero la fraternidad llenó nuestros corazones, la carne nuestros estomagos y el vino la ponchera. Más de alguno se vino durmiendo la borrachera, en el anochecer de aquel domingo.
El futbol lo vivíamos intensamente y aunque la vida no siempre era fácil para muchos de nosotros, los jóvenes soñabamos con un mundo mejor y el futuro estaba tan presente que la tranquilidad nos hacía vivir felices los momentos de confraternizar corriendo tras de una pelota y de un objetivo simple ya que un triunfo nos daba razones para vivir una semana feliz y de tristeza si perdíamos. Pero para los viejos, todo era diferente ya no tenían sueños que cumplir y a veces una copa era el elixir para olvidar las amarguras del diario vivir.
Esa fué la única vez que recuerdo haber jugado en un equipo familiar y la cuento con la nostalgia de los años pasados.
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ernestosanmiguel · 4 years
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Sevilla
Ernesto San Miguel
Sevilla tuvo que ser
Con su lunita plateada
Hoy vuelvo yo a recordar
Y me parece mentira
Todo aquello pasó
Todo quedó en el olvido
Nuestras promesas de amores
En el aire se han perdido.
Están clavadas dos cruces
En el monte del Olvido
Por dos amores que han muerto,
Que son el tuyo y el mío.
Hay barrio de Santa Cruz
Hay Plaza de doña Elvira
hoy vuelvo yo a recordar
Y me parece mentira
Todo aquello pasó,
Todo quedó en el olvido
Nuestras promesas de amores
En el aire se han perdido.
Mi abuelo se afanaba a sacar en su guitarra los sonidos que acompañaban a esta canción.
Mi hermana la cantaba mientras mi abuelo le acompañaba con la guitarra. Yo en cambio solo tarareaba por mi falta de oído musical.
Si mi madre estuviese viva, habría echado algunos lagrimones escuchando esta canción nos comentó mi abuelo.
Ella llegó muy jovencita desde Sevilla y siempre me hablaba con mucho amor de su terruño, de la primavera siempre florida. Seguramente los amigos y su familia que dejó atrás. A ella le gustaba mucho cantar y se sentía feliz de mi amor por la música. Mi padre sin embargo no lo veía bien, ya que descuidaba mis estudios y no le faltaba razón.
Yo no tenía la edad ni la madurez suficiente para comprender aquello que me quería enseñar, seguramente sin la sicología necesaria y nuestras rencillas terminaron por hacerme abandonar la casa. Esto causó estragos en la familia y dos años después de mi partida, mi madre falleció sin que yo lo supiera. Siempre tuve la ilusión que un día volvería a abrazarlos y a pedirles perdón por haberlos abandonado. Cuando me enteré qué mi madre ya no estaría a mi vuelta, ésta nunca se realizó y arrastré por años de sentirme culpable de no haber estado con ella sus últimas horas.
No quise ir a ver a mi padre, porque pretendía que él fue el culpable de mi partida así yo me eximía de toda responsabilidad. Con el tiempo aprendemos, que la partitura de nuestras vidas, están escritas desde nuestro primeros pasos, y nadie es culpable o bien todos lo somos de una manera o de otra, pero en realidad cumplimos el rol que la vida nos asigna.
Mi abuelo siguió cantando con mucha emoción y hasta con lágrimas en los ojos.
Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada
Hoy vuelvo yo a recordar y me parece mentira…….
Están clavadas dos cruces en el monte del olvido
Por dos amores que han muerto, que son el tuyo y el mío.
Volviendo atrás en el tiempo, y analizando el momento aquél, es imposible que hallan sido sus raíces porque nunca vivió en Sevilla, sólo su madre era originaria de allá a no ser que las raíces vengan con los genes, lo que no es tan ilógico. Sin lugar a dudas, su pena era no haber abrazado a su madre en el día de su partida, su pena era haber partido de la casa de sus viejos sin haber dicho hasta la próxima, o vuelvo mañana o no volveré nunca. Creo que ése último abrazo siempre le faltó.
Mi abuelo fue un hombre del día a día, no recuerdo haberlo escuchado de planes a largo plazo o de sueños, estamos hablando al inicio de los años 50 en un Chile terriblemente pobre para la clase trabajadora. Habían pasado solo cinco años del término de la segunda guerra mundial. El preparaba los fierros en la industria de la construcción y en aquella época un obrero jamás habría soñado con viajar a otro país. El sueño más recurrente era ¿Me alcanzará para los gastos del día a día?
El tiempo va haciendo desaparecer lentamente las imágenes del ayer y con ello también las personas que nos llenaron de amor durante la niñez hasta que emprendemos el vuelo para hacer nuestras propias vidas. De repente llegan a nuestra memoria, pero no están constantemente en nosotros, ni los viejos amados ni sus recuerdos, ni sus vidas como si nos hubiera atacado un vendaval de ingratitud permanente.
Cual no sería mi sorpresa cuando visitando la ciudad de Sevilla, me encuentro en medio de la Plaza de doña Elvira, en el barrio de Santa Cruz y la voz de mi abuelo cantando con su guitarra. Sevilla tuvo que ser con su lunita plateada. Aquella plaza llena de naranjos donde vivieron también muchos años antes los judíos que tuvieron que salir perseguidos en tiempos del odio religioso. Ahí me encontré con el vivo recuerdo de mi abuelo como si las raíces del ayer hubieran llegado hasta mi. Las estrechas callejuelas del barrio judío con sus paredes siempre adornadas de flores y sus aromas que hicieran renacer en mi el recuerdo de mis abuelos, de la madre de mi abuelo y mucho antes también yo mezclado en el ayer que siempre vuelve.
¿Cuán largas son las raíces que no son sino el amor puro que nos traspasamos de ser en ser?
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ernestosanmiguel · 4 years
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Amores o ilusiones clandestinas
Ernesto San Miguel
Llegué hasta tu puerta acariciándola como si fueras tu, soñando que al abrirse aparecieras toda sonrisa al verme. Había repasado durante semanas lo que debería decirte. La puerta me miraba con su adusta mirada hacia un extraño y tuve ganas de hablarle como si fueras tu y como si ella pudiera grabar o registrar todos mis sentimientos.
“Ayer te busqué en mis sueños, como cada noche después de siglos, busqué tu piel porque tu aroma lo impregnaba todo, tu aroma de mujer cual magma me abrazaba y el termómetro de mi piel que hervía en cada bocanada de tu boca-volcán, sin embargo no estabas, ni tú, ni tu aroma, ni tu piel”.
La nieve cae, la nieve vuela, el viento la pasea y la arrastra. Detrás de las ventanas hay luces y rostros anónimos, mis piernas están heladas y ya no siento las rodillas. La calle está desierta y solo se ven autos, cada cierto tiempo un avión desciende algunas calles más allá; pero no son sino ilusiones. ¡Pero la vida es una ilusión!  Como calentar mi cuerpo junto al tuyo también lo es.
Dice un proverbio “Que el bosque no deja ver los árboles” y es verdad, han pasado 25 años  y sin la emoción de la cercanía, tanto del lugar como del tiempo, me deja ver con mayor claridad los sentimientos de aquel entonces; difícil poder olvidar mis sueños recurrentes, caminaba cada noche la distancia entre su casa y la mía en cada una de ellas como un ladrón al acecho, cambiaba de ruta, de disfraz,  te saludaba siempre de forma distinta y de distinta forma entraba en tu universo.  Me descolgaba del piano junto a tu pieza y en punta de pie con una corchea en la cabeza, y dos llaves de sol entre mis manos miraba tu cuerpo reposado apenas cubierto por un pequeño calzón, donde dos nalgas de piel suave afloraban a darme la bienvenida. Recorría beso a beso tu humanidad entera, tus muslos suaves me daban vértigo; una y mil noches me perdí en la frondosa cabellera de tu pubis. Cuantas veces, conciente de este amor oculto, al volver a mi cama de aquella voluptuosa pasión me despertaba con la cabeza metida en el forro de la almohada y todo sofocado leyendo su nombre en cada una de las estrellas de mi cabeza estallada. Todos mis músculos en tensión prestos a la batalla, sacándome la almohada cual yelmo de cruzado y que terrible desilusión, descubrir que no había toro, no había arena, no había nada.
El agua fría de la ducha, me volvía de nuevo a esta tierra, bajándome del limbo donde ella me subía cada noche. Su nombre...  que importancia podía tener, si nosotros éramos solo piel.
Ha vuelto la primavera solo en el calendario, aún hay días de intensos fríos y aunque los días son más largos, el sol tarda en aparecer. A pesar de ello, tu recuerdo siempre está conmigo y entibia todo lo que el invierno deja entumecido.
Ahora ya no estás; te has ido lejos ¡y más lejos no puedes estar! Ya no me sirve salir a buscar tu casa y la noche tiene cada vez mas oscuridad, ni siquiera la luna me acompaña, tampoco la esperanza, nunca me había dolido tanto la soledad. A orillas del río, veo los reflejos, pero no se si son tus ojos que recuerdo risueños, o un poco alguna lágrima que asoma, cuando ya no me cabe alguna duda que no estás.
Que gano con salirte a buscar, si todo lo que sé, es que existes en mi como el aire salino cuando camino junto al mar. No tiene cuerpo, pero ahí está. Camino contigo y tu cuerpo no tiene pasos, solo escucho el resonar de los míos, pero tengo el aroma de tu piel en mi, que va como un tatuaje prendido.
Recojo todas las cosas que mi memoria me cuenta a las que tu te acercaste y trato de rescatar el ADN para estrujarlo y envolverme en él. Si el viento pudiera hablarte, sería música la que escucharas y en ella mi voz diciéndote ¡te quiero! y al igual que un huracán; frío y calor danzando hasta hacer temblar la tierra y el universo entero; y tu eres la causante de todo este delirio, de este Bing-Bang inicio. Pero no, no eres tu. Tampoco soy yo. Es la esencia misma, es el principio de todas las cosas. Es el AMOR, que nos golpeó con su fuerza de rayo y trueno y no soy capaz de caber en mi mismo y necesito compartir esta fuerza ígnea contigo, piel a piel y segundo a segundo aunque la eternidad no fuera más que un segundo. Tendríamos que vivirlo, y tu no estás. Y tu no estás. Y tu no estás.
He descubierto que la semana tiene un solo día, el resto es sólo hoyo negro donde paso a otra dimensión. Y dejo de ser yo y mi lengua se trastoca.
My week has only one day,
The Saint-Laurent river is white,
But in my hart, is always spring.
When I see yours eyes and your smile
I know, I know, my week has only one day.
The people walking on the rain,
But in my heart, the sun shine
When I see yours eyes and your smile.
El tiempo pasa y deja huellas
Que se anidan en el alma
Como aquellas
Que cambian de color, pero son insondables.
La vida es un cuadro
Que se va pintando trazo a trazo
Y en esta mezcla de colores
Comienza a aparecer aquello que no muere.
Están los momentos,
Los triviales y los intensos.
Los que se asemejan al fuego,
Y los que se parecen al viento.
Están los sueños,
Aquellos que en el despertar se mueren
Y como bolas de aire desvanecen
Y están los que se quedan
aunque quemarlos quisieras.
Nos despiertan y nos entregan pistas,
Y nos abren puertas
Que creíamos para siempre olvidadas.
Nos separamos sin decirnos nada, como  si las palabras sobraran o no tuvieran sentido.
Dejé que un papel volara al viento y ahi puse el requiem de lo nuestro.
Ni la pasión que despierta tu cuerpo
Ni la embriagadora sensación de tu perfume
Tienen la intensidad
Con que me hirió tu olvido.
Queriendo acariciar la rosa
embriagado en su perfume,
Solo sentí la espina
Enfríando mis ardores.
A la luz de tu mirada
vislumbre a lo lejos salida.
Qué insondable es a veces
El túnel donde nos lleva la vida.
Recomenzar es la tarea y en ésta búsqueda no tienen importancia ni los momentos, ni los espacios, porque toda tu luz y tu mirada estan hablando con mi otro yo. Asi cavilaba en la mecedora frente a la playa, cuando un ruido de voces me trajo de vuelta. Ahí en un paisaje de verdor y mas allá las dunas en el comienzo de la playa donde descansa el mar.
Hoy es un día diferente, todo está nublado y encontré la respuesta a mi llamado donde me haces saber tu número telepático. Llamé en la tarde, porque la nube se había convertido en lluvia y cuando miramos caer las gotas a través de un vidrio mojado, la soledad crece y nos déjà el sabor amargo de la tristeza. Te llamé, como siempre te llamo, para saber si podíamos conversar de aquello que nos falta, porque a veces mirar la lluvia acompañado es como encontrar el alma gemela en un sinfin de vacíos. A veces la lluvia trae Milagros, ya que nos limpia los ojos y somos capaces de comenzar a mirar el devenir con los ojos más puros.
Es tan fácil sembrar la Amistad, basta con descubrir que la vida comienza con cada nuevo día  y tienes que dejar la puerta abierta porque nuevas energías te llenarán el alma, solo tienes que cerrar la página de ayer y recomenzarla cada día.
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ernestosanmiguel · 4 years
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San Pablo y sus moradores
Ernesto San Miguel
El conventillo de San Pablo, tenía todo el encanto a los ojos de un niño, ávido de conocer el mundo; vivía mucha gente tierna;  cada pieza era un universo y todos compartían el patio y las sonrisas. Allí vivían mis tíos junto a sus hijos que eran muchos. Don Segua, mi tío, aficionado a las carreras de caballos, a los tangos y seguramente a las minas que frequentaban la fuente de soda El rinconcito, al frente del conventillo, prostitutas en su gran mayoría que llegaban a practicar los últimos pasos y cantando a lo Gardel. “Te acordás hermano que tiempos aquellos, ...” Todas eran rubias Mireyas como en el tango.
Mi primo el Negro, a los 15 años se había ido de la casa, enamorado de la última princesa que había llegado al castillo (lupanar). Tito, Tito, gritaba mi tía desde la cocina, ¿que pasa tía? Anda a preguntarle a doña Menche, si ha visto a mi Negrito que anoche no llegó a la casa y tengo miedo que pueda estar preso. ¡Anda corriendo altiro!
Nadie sabía donde estaba mi primo. Se crearon las brigadas de búsqueda; se sumó la gente de la familia que vino desde distintos lugares para encontrarlo después de dos días de búsqueda intensa, en los retenes de carabineros, en los hospitales, en la morgue, todo fue en vano.
Un día sentí gritos en la pieza del fondo y Javierita  le decía
-“Te tengo preso negro, preso entre mis piernas”.
Corrí hasta más no poder para avisarle a mi tía;
-Tía, Tía el Negro está preso.
El Negrito estaba preso, pero no en la comisaria, sino entre las piernas de la Javierita, la morenita recién llegada del sur al que le hacían chupete todos los clientes del Rinconcito.
Fueron muchos los correazos que se llevó mi primo, a mi me dolieron tanto como a él.
Después toda la familia me preguntaba donde estaba preso mi primo y yo contaba toda la historia que causaba mucha hilaridad, risa que en la época no entendía a cabalidad.
Mientras en la vitrola sonaba el disco de la cumparsita
“Tango que me hiciste mal y
sin embargo te quiero.
porque sos el mensajero y el alma del arrabal.
No se que encanto fatal
tienen tus notas sentidas
que en la mistonja guarida
del corazón se me ensancha,
como buscándole cancha
al dolor que hay en mi vida.”
- No negrito, cuando cambia el ritmo tu metes tu pierna entre las mías, así, con ritmo la pierna se arrastra y me empujas levemente con tu mano derecha y ahora me tomas con pasión, más pasión, el tango es vida negrito.
Detras de la cortina escondido miraba los primeros pasos de mi primo en los brazos de Javierita, tango que terminaba siempre, ambos desnudos saltando en la cama, y ella gritando desaforadamente, pero pidiendo más. Me costaba entenderlo, gritaba tanto y pedía más.
Ahora lo entiendo mejor.
Las castañas de la calle San Pablo, tenían un sabor distinto a las compradas, talvez porque eran sacadas frente a los pacos, o porque tenían el color de los pezones de Javierita y me imaginaba estar en el lugar del Negro cuando se colgaba de ellas.
Y el Negro con su encanto, con su sonrisa, sin imponer nada y gozando todo, fue pasando de amiga en amiga, de baile en baile como si fuera una hoja que la brisa arrastrara.
Siempre nos vino a ver a casa, se quedaba algunos días, en que seguramente andaba arrancando de algún marido furioso, de alguna mujer apasionada o simplemente como una evasión algunas veces necesaria.
Veía la cantidad de hermanos que eramos nosotros; se hartaba del bullicio y comprendía que el sería baile constante que no se para jamás.
Conduciendo su autobus, siempre encontraba un alma piadosa  cuyo viaje no tenía destino y terminaban haciendo temblar el autobus en el terminal a la hora que las sombras comienzan a danzar. Alli prisionero de su ritmo, lo imagino, bailando “ ¿Que será lo que quiere el negro?
Corina su hermana era todo lo contrario de él: seria, trabajadora, emprendedora. Empezó a ser adulta y responsable trabajando en una farmacia de la calle Independencia, allí conoció a quien iba a ser su compañero de toda la vida, a un español tierno y cabeza dura.
El inventó todos los males posibles para que mi prima lo curara o le prescribiese medicamentos.
Así Manolo  entró en la familia, vestido de azul y con corbata roja y llevando del brazo a Corina.
Con el tiempo las parejas se mimetizan y ella comenzó a sufrir de todos los males,  tal cual era él.
La Colonia española residente, se ayuda mucho; basta que alguno de ellos sea nacido en la peninsula ibérica para que tenga la acogida necesaria. El comercio de las panaderías es uno de los predilectos de ellos, y aunque sea difícil de entender, siguen mancomunados los autóctonos de nuestro país y los españoles (o coños) como el resto de los chilenos les llama. Trabajando codo a codo unos como patrones y los otros como obreros especializados.
La panadería de Manolo estaba en San Bernardo, cerca de la Panamericana; allí le visitaba de vez en cuando y me desquitaba comiendo su famoso pan. Sonreía mostrándome el porte y la calidad de sus productos mientras más panes me comía, más feliz se mostraba. Nunca le escuché decir una frase que no tuviera groserías.
Era tanto que una vez le pregunté
- ¿Manolo, alguna vez haz hablado sin groserías?
-Te voy a decir huevón, que en España, no conocía ninguna de las que uso ahora pero con  estos  concha..........., no puedo hablar de otra manera, sino lo hago, no me hacen caso. Imagínate un patrón que no sepa mandar, estaría cagado. Al principio se reían de mi y descubrí que me llamaban el coño huevón.
-¿Y ahora como te llaman? Ah bueno, el coño concha....., pero al menos me obedecen.
Ambos eran trabajadores empedernidos, ella las hacía de cajera y administradora, depositaba y hacía los cheques de pago, de los proveedores y de los trabajadores, así como las leyes sociales y los impuestos. El además de encargarse de la producción de las hallullas, colisas y marraquetas, salía con su camioneta a entregar en los diferentes puestos de ventas que vendían su rico pan.
Los visité un dia cualquiera y no encontré a Corina ni a Manolo en la panadería; me dirigí a la cajera para preguntarle por ellos.
-Ella está cuidando al patrón que tuvo un accidente.
-Mierda me dije y entré a su casa para saber como estaban. La pata derecha de Manolo sujeta por una rondana para mantenerla en alto y enyesada y un ojo morado  en el exterior y rojo intenso en el interior.
- ¿Chocaste con un tren?
-No huevón estaba echándole leña al horno y la huevada del tronco se devolvió y me golpeó la cara y me dejó el ojo como las huevas.
-Nunca he visto una hueva así, pero es impresionaste el golpe que te diste. Hay una cosa que no entiendo, que tiene que ver el golpe en la cara con tu pata enyesada y me imagino que está quebrada.
-No me digas huevón, estaba tan furioso y adolorido que le pegué un puntapie al tronco causante de mi desgracia y entonces me quebré la pata.
-Por favor no hables nada más contra el leño, por que sino se te va a romper la lengua.
El gallego tenía un corazón tierno pero una cabeza más dura que un leño.
Tuvieron una hija con unos ojos verdes hermosos, muy parecidos a los de su madre; una niña muy hermosa y simpática en su niñez,  recuerdo que era mi regalona, siempre que les visitaba estaba en mis brazos o sentada en mis piernas.  Tuvimos que viajar y vivir fuera de Chile, durante algunos años; cuando volvimos ya había crecido y era una jóven mujer ya casada, y naturalmente con un español con panadería al igual que su padre, lamentablemente había caído en una familia española pro-pinochetista y ella lo era en grado superlativo.
Cuando volví en el año 1983 nos invitaron a comer a la casa de sus padres y asistió ella con sus hijos y tocamos en la cena la parte política no solo expresó su odio a lo que yo planteaba, se fue de la casa sin despedirse de mi y nunca más me saludó, a pesar de que nos encontrabamos por esas circunstancias de la vida, cuando ella iba a buscar a su hija en una escuela privada de monjas y al frente yo era profesor en una escuela comercial y teníamos el mismo horario de salida.
Pasaba junto a mi, y los pequeños pesos que tenía de más parece que le hubieran helado el corazón, me hacía un desprecio para hacerme sentir que ella era de otra clase. Y efectivamente lo era, porque después dejó de hablar a su madre y le hizo vender los bienes que ambos padres habían generado con su trabajo, a la muerte de este último, por el porcentaje que a ella le correspondía.                                                                                                                                      
Jamás conocí a una persona que estuviera apoyando a Pinochet, que no tuviera el alma corroída.
Quién apoya a un tirano asesino y ladrón, no puede ser distinto de él. En lo más profundo de sus  seres están hechos de la misma materia putrefacta. El amor es una palabra ausente en sus conciencias. Todo se valora en especies, incluso sus padres. Y los domingos se visten de galas, para lucirse y comen la hostia, como si este simple acto los redimiera frente a su dios.
¿Pero, quién soy yo, para juzgarlos?
Prefiero seguir caminando y ver la parte positiva de la vida, porque a cada noche oscura le sigue la luz del día.
Gabriela en cambio era menor que Corina, con unos ojos verdes mucho más intensos y su piel de color casi morena; me gustaba mucho tocarle las piernas y como era mayor que yo me miraba con ternura. Cuando se dió cuenta que mis manos estaban creciendo y que mis miradas eran talvez un poco lascivas me mostró tarjeta roja conjuntamente con una patada en el trasero. Después de muchos años la encontré en circunstancias muy dificiles, pues venía de perder a su hija adolescente, quien fue atropellada por un microbus a una cuadra de su casa.
Estaba deshecha, tambien su esposo.
¿Cómo poder aceptar? que la vida termine, cuando aún no ha comenzado. ¿Cómo poder aceptar?  que la vida nos lleve un tesoro tan preciado, como es una hija o un hijo.
Cuando has estado junto a él o a ella, en cada etapa de su vida.
Cuando cada uno de sus logros, es un logro que vivimos junto a ellos y cada una de sus tristezas nos hacen tambien llorar al unísono. Mirar el sarcófago y encontrar su cuerpecito ya sin vida es una desolación terrible y así estaba mi prima, junto a su marido.
Estaban solos, porque ése dolor no puede ser compartido. Es sentir lo pequeño y frágiles que somos frente a la vida y a la inmensidad que representa el universo; es como si el hielo carcomiera tus huesos y estuvieras compartiendo el mismo ataúd.
Cada cual tiene escrito su camino y su final; desconociendolo tanto el nuestro como el de quienes nos rodean, nos impacta cuando el final de algún ser amado escapa a la generalidad. Los hijos vienen o creemos que vienen para acompañarnos en nuestro último viaje y cuando se rompe esta generalidad, nos cuesta entender la vida.
No es mi caso hasta ahora¿que pasara mañana?
Lo que ayer era tristeza se va envolviendo en un halo de olvido y la vida continua con su paso lento a veces y con la rapidez del viento en otras y el pasado queda escrito como en un libro añoso y polvoriento que tememos abrir.
Todos los conventillos desaparecieron por la voragine del tiempo y con ellos las historias de miles de personas, alegres algunas y penosas otras.
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ernestosanmiguel · 4 years
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Sierra Bella
Ernesto San Miguel
Empezaba en Avenida Matta por el norte y terminaba en la población de Las Flores, después de pasar  cerca del Matadero y de sus ferias. Allí entre las calles Victoria y Pedro Lagos jugué mis mejores pichangas  y fueron el universo de mi niñez. La casa tenía las piezas hacia el costado norte y cuyas puertas daban a un patio cerrado por un muro alto hacia el sur.
Familia de medio pelo que se fue proletarizando con el correr del tiempo y la desidia de sus actores.  A la muerte de mis abuelos Luis y Ana, él primero y ella después, fueron sus hijos, cada cual apropiándose de un cuarto donde trajeron a sus amores y las fueron llenando de niños, de llantos y de risas.
El primer cuarto, era del hermano mayor, Gastón, que le daba además el derecho de abrir y cerrar la puerta. Era el más serio, el más gruñón, vivía con su Amada que así se llamaba y sin hijos; siempre los recuerdo a la hora de la cena con una botella entre ambos. Tuvo una esposa, que desertó y una hija que de vez en cuando nos visitaba, fue la primera que me besó, en el cine Avenida Matta;  era mayor que yo, una morena muy guapa. Beatriz fue la primera que visitó mis sueños eróticos de infancia.
Después venía el salón que daba a una segunda pieza donde vivía Fermin el menor de los hermanos, casado con Luisa que era solamente unos 7 años mayor que yo.
La tercera pieza pertenecía a Ana, la única mujer quien era casada con Amador, quien era alcoholico desde muy joven.
En la cuarta vivían Darío y Renata, quienes además eran mis padres.
La Quinta pieza constituía la gran cocina donde, cada cual, tenía su cocinilla para preparar lo que hubiera, cuando había. Después estaba el terreno de Mario, casado con Hortensia, quienes habían hecho una construcción de dos pisos, y eran los únicos que tenían salón, comedor y dormitorios separados. Los demás vivíamos hacinados.
Al fondo escondiendo el baño, un tronco majestuoso en años, que florecía el 24 de junio según decía la leyenda; como todas las higueras nos daba sus frutos, sus historias y el polvo que nos picaba hasta el alma cada vez que subíamos por sus ramas fuertes y hermosas.
Allí crecieron mis raíces, se fueron prendiendo al tronco y se quedaron como todos los recuerdos, entre los gritos de muchos niños, en medio de las riñas y sobretodo en los juegos simples en el compartir de un tiempo diferente, en el compartir risas, juegos y más que nada amor.
Amor incluso en los estómagos vacíos o en las noches de fríos, cuando las gotas de lluvia eran la música no invitada cayendo en un tarro mientras el sueño nos ganaba.
En uno de aquellos días, después de hacer las tareas, estaba jugando en la calle con mi vecino Enrique, quien tenía unos cinco años mås que yo y quién nunca entendía como yo le podía ganar a las bolitas. Ya sea a los tres hoyitos, al hachita y cuarta o a cualquiera de los juegos que se practicaban en la época, cuando la televisión aún no existía. Estabamos en lo mejor del juego, yo con mis bolsillos llenos de bolitas y el huaso, que así lo llamábamos, furioso contra mi. Cuando escucho la voz  de mi mamá decir a mi hermana
- Dile a tu hermano que entre, que el almuerzo está servido, que si no va a llegar atrasado a la escuela.
Mi hermana muy comedida como siempre y poniendo más énfasis del necesario, me grita
- “Entra a comer inmediatamente”. Y el huaso Enrique gritándome del otro lado,  
-“Si ta vai amallado te saco la chuch...”
Dilema que creí solucionar corriendo con las manos en los bolsillos para que no se me escaparan las bolitas, pero la diferencia de tamaño entre ambos era enorme y sentí un puntapié terrible en mi glúteo derecho y el escozor de una herida mientras  la sangre manchaba mi pantalón. Mi madre fue conmigo al negocio de la señora Julia, madre de Enrique, para acusarlo por abusador mostrándole como me había dejado el trasero.
Ella no podía creer que su hijo pudiera cometer un acto tan desleal y delante de nosotros lo castigó con el mismo zapato lleno de tachuelas con el cual me había golpeado. Durante muchos meses no se acercó a jugar conmigo y aprendió a perder sin tomar represalias.
Muchos años después nos encontramos en otras circunstancias, hombres ambos y la vida no lo había tratado muy bien, en todo caso me alegró encontrarlo, creo que él también lo sintió así y lo demostró en lo efusivo y sonriente, a pesar de sus ojos tristes.
En la esquina de Sierra-Bella con San Pedro vivían los Polifemos, al igual que nosotros eran muchos hermanos, el mayor era el único hombre se llamaba Omar, lo recuerdo muy serio, estudioso, de una ética impresionante para la edad que teníamos. El tenía 15 años y yo 14 o
viceversa y estaba sumamente enamorado de una chica, solo que yo no lo sabía y ella venía de vez en cuando a visitar a su tía; la chica y yo nos entendíamos muy bien y nos pegábamos sus buenos atraques al caer la noche, escondidos detrás de alguna puerta. Solo que todo termina por saberse y no pudo perdonarme que yo hubiera estado atracándome a su polola siendo además su amigo.
Ella dijo que él le había ofrecido un dibujo y en agradecimiento le había dado un beso, pero más nada, en cambio yo siempre fui un matado para el dibujo.
Nunca pude ofrecerle nada por el estilo, pero quedábamos adoloridos de tanto refregarnos, exentos de coito y de pecado. Omar era un artista, vivía en su mundo de sueños y de imagenes que impregnaba en cartulinas en el negocio oscuro y pobre de sus padres, lo único que brillaba era el talento de él, éramos aceite y vinagre pero convivíamos cada tarde de tertulia, salvo los fines de semana que yo me arrancaba con su amor, como él la llamaba.
El lunes de nuevo me perdonaba y seguíamos inventando sueños durante el resto de la semana. Nunca más lo volví a ver. Nosotros nos cambiamos y ellos también partieron; sin embargo mis hermanas mantenían contacto con las suyas. Estoy seguro que no me pudo perdonar.
Una tarde de otoño, en que la oscuridad llegaba demasiado pronto, estábamos en grupo conversando cuando se nos escapó nuestra hermana Sonita, la más pequeñita, y se cayó hacia la calle justo debajo de la micro,  alguien gritó, y reaccioné y alcancé a sacarla de debajo justo cuando el microbus partía. Todos nos quedamos helados y volvimos a casa inmediatamente; nunca dijimos nada de lo que había pasado.
Años después cuando ambos éramos adultos, casados , padres de familia y ella se encontraba en su cama de hospital en la ciudad de Montreal aquejada de un cáncer terminal al higado , a la edad de 30 años, volvió a mi memoria el episodio de su niñez, simplemente porque me sentía impotente para ayudarle en esas instancias tan dolorosas.
La llamábamos la llorona, era sensible, reía tanto como lloraba, y partió con su cabeza calva producto de los medicamentos que en nada ayudaron, su cuerpo se consumió totalmente y era al final huesos y piel, que se translucía cuando el sol entraba por la ventana en los primeros días del mes de febrero; en un invierno que nos pareció el más frío de cuantos hemos vivido en Montreal.
Sus dos hijos crecieron sanos, nosotros creemos que ella siempre los cuidó y los guió desde el más allá; Lalo su marido cumplió un gran rol, y el resto de la familia también, en especial mi hermana Doris quien tomó el rol de su madre, hasta ahora que son adultos, casados y excelentes padres de familia. Los fines de semana les traen sus hijos a la abuela Doris. Elina tiene uno llamado Gaston y Artemio tres hermosas niñas llamadas Sandra, Mariza y Lourdes.
A tres casas de nosotros hacia el sur, vivían tres hermanos con su madre: Rita la del medio, Andrés y su hermano mayor Alberto, el “guatón” Beto, el que nos pegaba coscorrones cada vez que nos veîa en la calle, le llamabamos el “capitán veneno”.
Ella era angelical, dulce y simpática, nada tenía que ver con el gordito de la cuadra; su hermano Andrés era como ella, moreno y muy risueño. Ya en la adolescencia solíamos juntarnos para jugar al paquito/ladrón; a las penitencias y otros juegos propios de la edad y de la época; nos acompañaban chicas y chicos de las calles cercanas, sobretodo chicas que estudiaban en la escuela #36.
Y una tarde llegó Caterina y deslumbró a más de alguno en el grupo, jugaba con nosotros y después la acompañábamos, cuando la oscuridad llegaba, hasta su casa en la calle Tocornal. A veces ella pedía quien la acompañase, y era generosa con sus besos y su ternura, era más alta que nosotros, pero no mayor. Andrés siempre estaba presto para ir a dejarla.
Varios años después lo encontré conduciendo una autobus, habían pasado más de 15 años y su pelo ya era gris y blanco, a pesar de no tener más de 32 años. No me quiso cobrar el pasaje y me fui conversando a su lado. No pude recordar el nombre de la chica y de repente pregunté, te acuerdas de la “cara de puñete”, la chica que íbamos a dejar a Tocornal yo de una mano y tu de la otra; un beso para ti, uno para mi.
- Ah Caterina, si..., ¡Me hizo un rico desayuno esta mañana! Estoy casado con ella.
¡Quería que la tierra me tragara!.
- Cuánto me alegro de que así sea, dije, tan colorado como una manzana.
- No te preocupes, fui yo quien le puse el sobrenombre un día que estábamos jugando, y de vez en cuando la abrazo y le digo mi carita de puñete, me dijo ríendo hasta las lágrimas.
Nos despedimos con mucha emoción, porque trajimos por breves momentos el recuerdo hermoso de nuestra infancia y adolescencia.
-¡Chao hasta la próxima!  me gritó cuando yo descendía de su autobus. Próxima que aún no llega y han pasado más de treinta años.
Un dia Domingo en el mes de enero del año 1969 viajamos con  la familia de mi señora a una piscina termal a Colina.
Ibamos en choclón, con paquetes, niños, abuelos, padres y comida, para el picnic necesario, solo faltaba el perro, porque en la época no teníamos. Cuando el chofer anunció que llegábamos, le pregunto a ella:
-¿bajas los paquetes o la niña? La niña me respondió; niña quien sólo tenía un año y un mes, pero que le gustaba sentarse sola, era muy independiente y se encontraba por esas circunstancias en el asiento contigüo al mío. Ella estaba atrás conversando animadamente con una de sus hermanas y pienso que respondió maquinalmente.
-¡Baja los paquetes!  
Como buen marido seguí sus instrucciones y bajé; toda la gente bajó: mis sobrinas, mis cuñadas, sus pololos y maridos, mis suegros y el resto de los pasajeros.
El autobus partió, y no veía a mi hija por ningun lado y le pregunto a su madre
- ¿Donde está la niña?
Su respuesta, cayó como un piedrazo.
- Pero si estaba contigo.
-¡Por la chu...¿ te pregunté que bajaba yo, la niña o los paquetes? y me dijiste los paquetes!
Nunca había corrido tan rápido detrás de una micro, la liebre comenzó a doblar y yo como un loco gritando y gesticulándole al chofer quien iba una cuadra más adelante, doblé tras de la liebre y habían por los menos 10 estacionadas, todas pintadas iguales (razones de ley). A la cuarta en que subí, encontré a mi hija tal como la habia dejado, durmiendo plácidamente en el asiento que ocupábamos.
Volví con ella en brazos, y mi corazón saltaba como una matraca, lloré como un niño con ella en mis brazos. Fue un día muy triste para mi y mientras los demás olvidaron facilmente el contratiempo yo me mantuve alejado del resto. Después del mediodía, cuando paseaba con mi hija, encontré a toda la familia Riera, la señora Rosa madre de Renata, Beto quien seguía gordo y se veía pequeño, puesto que desde la perspectiva que yo lo recordaba era mucho más grande que yo; y Renata como siempre muy tierna. Andrés no estaba con el resto de su familia.
Hicimos recuerdos, pues ellos seguían viviendo en Sierra-Bella y de la gente de aquellos tiempos. Nunca supe, ni siquiera me lo pregunté, ¿Porqué  en un mes los encontré a todos ? Y en distintas circunstancias.
Si cada encuentro nos trae un mensaje, talvez era para no olvidar que la niñez marca indeleblemente el resto de nuestra vida.
Nicolás vivía en una casa de dos pisos casi frente a la nuestra, tenía unos 5 a 6 años mas que yo,  era sobrino de una tía política casada con el mayor de mis tíos, el famoso William, el único reaccionario de la familia , los otros eran todos de izquierda y ateos con el favor de dios.
El tenía como pasatiempo apuntarnos con un rifle a postones, desde la ventana de su casa, cada vez que pasábamos frente a él. Le temíamos como a la peste, por su afán de caza, y porque éramos nosotros su caza predilecta.
Cuando yo tenía más o menos 12 años y volvía a mi casa los fines de semana, él me invitaba a pasearnos por la plaza América y a mirar las chicas. Nos sentábamos en la terraza de la fuente de soda a comernos un completo y una bebida, que me parecían la mayor delicia. Desde allí él elegía la presa que íbamos a seguir para conquistar; yo cumplía el rol de Sancho Panza y era el eterno acompañante en sus primeras lides de seducción.
Así conoció a quien fuera por un tiempo su esposa, una chica muy hermosa llamada Ana; su pelo negro caía en boucles y sus ojos claros contrastaban con su blanca y hermosa piel; a ella le gustaba mucho que yo le hiciera cariño y me seducía con su sonrisa y sus besos iniciadores.
Nicolás mi casi primo, tenía la nariz aguileña y sus ojos pequeños, azules y de mirada fría, hacían de su rostro una verdadera ave de rapiña. Si existe la reencarnación como creo, éste debe haber sido en su otra vida un águila, y volverá en la próxima a la misma vida.
Lo encontré varios años después como técnico en máquinas de escribir, antes que fueran enviadas al cementerio con la llegada de las computadoras, llegó a arreglarnos algunas en la empresa que yo trabajaba. Me contó que su esposa se había arrancado de él, porque cuando se iba a trabajar la dejaba amarrada.
-Y ¿porqué la amarrabas le pregunté?
- Por que era muy chúcara y le gustaba que la montara cualquiera y yo quería esa yegua solo para mí. Hice todo cuanto pude para que cambiara y no lo logré.
-¿ Y que hacías? por ejemplo.
- Bueno le pedía que hiciera algunas cosas para mi, aunque la dejaba con llave; y volvía para ver como estaba y se había arrancado por la ventana, aunque vivîamos en el segundo piso. Se pasaba por la casa de la vecina.
En la tarde llegaba de mi trabajo y la encontraba como si nada.
-¿Qué hiciste? le preguntaba;
- Me aburrí soberanamente aqui dentro me respondía; eso me enfurecía y la golpeaba. Siempre pasaba lo mismo hasta que un día no volvió más.
- ¿Y como sabías que tenía alguna otra relación fuera del matrimonio?  
- Bueno la suponía.
- Sabes Nicolás, no entiendo nada de lo que dices; para mi la relación de pareja es una relación de amor, es una relación de confianza; Para mi tu no te casaste con ella, tu la cazaste y en la caza cuando el cazador se descuida la presa se vuela.
- ¡No las minas son todas iguales y hay que hacerles sentir quien es el patron y quien manda! vos no sabís nada de minas huevón. Y se fue furioso;  nunca más vino a arreglar las máquinas, no sé, si se fue caminando o volando.
Unos italianos, llegados después de la segunda guerra mundial; compraron una casa grande de tres pisos y un garage que lo transformaron en industria de lentes para el sol.
El era dirigente me imagino del equipo de motos del Audax Italiano, equipo que pertenecía a la colonia residente, porque se llenaba de motos durante la semana; tenían dos hijos Piero mayor que yo de unos tres años y Ezio que talvez era mayor de un año en todo caso ambos eran mucho más altos que todos los amigos que nos juntábamos a jugar la famosa pichanga de todas las tardes. El padre era bajo y su madre bastante alta, ella se veía muy tierna y dulce y él agrio, serio y violento, no recuerdo haber visto una sonrisa en él.
En general le temíamos mucho, sobre todo después que vimos una escena impresionante en la calle frente a su casa.
El partido de futbol callejero o pichanga como le llamabamos, estaba al rojo vivo y el marcador estaba igualado, los hermanos jugaban en equipos distintos y temo que estaban un poco picados y más de algún puntapié se habían dado mientras jugábamos; cuando lo vi bajar furioso de su casa y paró el partido mandó formar a sus hijos y frente a todos nosotros les dió sendas bofetadas; ambos amigos con las manos en la espalda, como si fueran presos de guerra, entraron tragando sus lágrimas y nos miró con ojos furiosos y ustedes a jugar frente a otra casa.
Donde la viste bachicha patudo, que te compraste la calle gritó alguién entre nosotros, seguimos jugando, pero ya el encanto se había acabado.
Mi hermano Juan visitaba siempre la casa de ellos, y a veces yo lo iba a buscar, pero tenía un miedo absurdo de encontrarme con él; siempre pensé que si hubiera sido perro, habría sido un bulldog a quienes yo les temía mucho, por la forma de sus dientes y seguramente porque me habian mordido varios perros callejeros y alguien me había dicho que los bulldog no sueltan a su presa.
Al fondo de mi casa crecía una inmensa higuera con flor el 24 de junio a medianoche y con aparecidos detrás de su inmenso tronco, según contaba la leyenda. Leyenda-realidad desde la perspectiva de mis seis años.
Cada mañana de aquel verano, subía al monumento vegetal con una bolsita prendida a mis pantalones;  y volvía con mi cargamento de frutas que compartiamos en familia.
Aquel domingo no fue distinto del resto, comenzaba la mañana cuando mi viejo compartía con nosotros un sorbo de malta con huevo.
Después monté la higuera y recorrí las ramas más expuestas al sol, para tomar aquellos higos maduros. La altura me permitió otear el horizonte y entrar en los patios con una mirada nueva; me fui acercando a una rama en cuya punta habia muchos higos maduros, la rama en cuestión estaba casi sobre la casa de mi vecina, de aquella niña de quince años que cuado acariciaba mi pelo y me miraba con sus ojos produndamente negros, me daban la sensación de caer en un vértigo sin final.
Ese domingo de calor ella se bañaba en la ducha del patio que no tenía techo. El sol picaba más que el polvo de la higuera y mis manos ciegas cogieron los higos maduros, sintiendo en cada uno de ellos aquellos senos tan tiernos.
De pronto, cuando ella levantó la vista, nuestras miradas se encontraron; ella abajo y yo en la rama; ella desnuda y yo temblando; ella tapando sus senos y yo apretando los higos; ella sonríe y grita Ernestito y yo en el vacío cayendo, Elba ....
- ¡Mójenlo... pobrecito! , gritó alguien y la cabeza que se me partía de dolor, mi nariz sangraba y no podía moverme y en mi retina su cuerpo desnudo y en mis manos dos higos apretados.
Treinta años después volví para unir higos y recuerdos; toqué la vieja casa de ladrillo y la sentí latir desde el fondo de los años, sentí el mismo vértigo que me producían aquellos ojos oscuros y el aroma de su flor impregnada hicieron que mi nariz quebrada aún pudiera sentirla.
Valeria, era una prima muy buenamoza, morena de rostro hermoso y bonita figura, su padre era mi tío Mario, talvez el más loco de los hermanos y por lo mismo el más simpático, ellos tenían una casa en la playa, donde pasaban además del verano muchos fines de semana y cualquier día de fiesta; donde se reunía con amigos que él invitaba, y otros que vivían en los alrededores a comerse un buen asado a las brasas o bien un cocimiento de mariscos que compraban a los pescadores del sector y ahí entre tinto y blanco pasaban las horas jugando y contándose cuentos y anécdotas a orillas del mar, mientras el tiempo pasaba, sus hijos crecían y la vida se deslizaba sin que nadie se diera cuenta fehacientemente.
El era un líder innato, en una de las presentaciones de candidatura de Salvador Allende, reunió a una parte importante del pueblo y los hizo marchar.
Encabezado por “el viejo de las conchas”, como lo llamaban los lugareños, por el sombrero adornado de conchas que se había hecho. Fue la manifestación más grande del lugar de la época.
Su casa la llamó ”La Villa Mansoyo”, y naturalmente la gente pensó que ese era su apellido y por ende el de toda su familia.
Valeria se dió cuenta del error cuando los pescadores y lugareños la saludaban cuando se paseaba por la playa y le decían ”señorita Mansoyo”, pero que en la jerga santiaguina significaba, (Mansoyo=inmenso culo) manso=inmenso, hoyo=culo.
Furiosa llegó a la casa llorando a contarle a su madre, que como su papá bautizó la casa como Villa Mansoyo, todos la llamaban así.
A pesar de que el nombre desapareció rapidamente del frontis de su casa, ella continuó siendo la señorita Mansoyo, para placer de las miradas de los lugareños, porque en realidad, le hacía honor al apellido inventado.
Mis tíos partieron a mejor vida tempranamente, tres de mis primos se fueron a vivir a la Argentina en los fatídicos días del golpe de estado en Chile, entre ellos Valeria.
Cuatro de ellos se quedaron en Chile, pero al parecer ellos no tenían lazos de hermandad muy grandes o bien tenían dificultad para comunicarse.
Lo cierto es que cada cual vivía en su propio mundo.
Así uno de ellos terminó colgado, llevándose sus penas y sus amarguras sin tener con quien conversar; las dificultades del diario vivir de la época y la represión en todos los sentidos terminaron por llevarlo a tomar esa decisión.
Cuando los padres parten, antes de que los hijos tengan la experiencia necesaria, queda un vacío de amor difícil a llenar y no todos son capaces de pararse después de cada traspies.
La casa de Sierra Bella se había vendido, y cada cual ya había partido a diferentes lugares para vivir. Mario y Hortensia vivian en la Villa Frei y en esa misma casa terminó el Gato sus días colgado.
Anita y Amador se fueron camino a Melipilla, cerca de la empresa donde trabajaban sus hijos y su yerno.
A ella parodiando la novela de García Marquez, la amarraban a un árbol para que no se escapara porque le había afectado a temprana edad, el alhzeimer, enfermedad que le mata las células cerebrales y de la cual toda la familia pasando los 50 años comenzaban a tenerla, así sucedió con William, con Gaston, con Mario; Alfonso se salvó porque se murio de un infarto antes de llegar a la edad límite, a mi padre le afectó a los 70, dos años antes de morir.
Los encuentros familiares se han producido principalmente, cuando alguien ha partido.
De los que quedamos, ya empezamos a contarnos los males, cada cual ha tomado el equipaje con el cual partirá; Uno es la diabetes, otro la reuma, la ceguera y así los males no paran.
Así se juntarán nuestros hijos a conversar cuando nos llegue el turno a nosotros, si es que la parca nos encuentra en este lado del planeta. Si no, se juntarán en una iglesia, para persinarse y decir un ave maría por el que partió. Solo están vivos Fermin y Luisa, los más jóvenes de la camada. Los restantes nos dijeron adiós hace algun tiempo.
Lito y Nano son dos hermanos hijos de mi tía Ana y mi tío Amado, tendríamos unos 8 años yo, uno más Lito y uno menos que yo el Nano.
No recuerdo porque razón se produjo un altercado entre Lito y yo y casi llegamos a las manos. Solo que yo tenía prohibido pelear, y eso me dejaba en la imposibilidad de responder a todas las mofas de mis primos, pero aquel día era mi padre quien estaba en al casa y vió lo que pasaba, me gritó yo te doy permiso para pelear.
Mi pobre primo Lito sufrió la medicina, porque siempre el maricón era yo porque no peleaba, pero esa tarde además de dejarlo sangrando, perdió el puesto de líder que le correspondía porque era el más choro, y el mayor del grupo.
Pero la venganza familiar no se hizo esperar y Nano me persiguió con un hacha en la mano; dos veces ésta se enterró en el árbol donde me guarecí. La segunda vez pude tomarlo y darle su merecido.
Mi madre se enteró de lo acontecido y me envió a vivir con mis tíos, aquél fué mi primer exilio, del que no volví hasta que nos cambiamos a Pintor Goya.
Pero los niños pronto olvidan sus rencillas y de aquello nunca más volvimos a conversar, a pesar de que no vivía con mis padres; asistía a las fiestas sociales en que nos encontrábamos cada uno o dos años y el tiempo nos vió crecer y hacernos hombres,  encontrar nuestras parejas, y comenzar a ser padres de familia  y cada cual a construir su propio universo y de aquel punto en común no quedan sino los recuerdos, los malos y los buenos, los duros y los tiernos.
Gladiz fue el amor de mi niñez, era única, cada vez que la veía mi corazon saltaba y las palabras se me quedaban trancadas y todo aquello que pensaba decirle se me borraba como por encanto.
Su largo pelo negro azabache hacía resaltar su piel blanca y sus negros ojos juguetones me miraban o con malicia o como sabiendo que por ella daría todo aquello que yo tenía y como nada tenía solo me quedaba admirarla con una fuerza irrefrenable.
Cuando venía a visitar a mi familia, mi tía siempre enviaba frutas, yo pedía lo mejor a mi madre para entregárselas a ella; quien recibía mi ofrenda con una sonrisa en los labios, y era todo lo que yo pedía a cambio. Fue siempre un amor imposible, nunca tuve la llave de su corazón y en el fondo de mi, siempre lo supe. `
Un día del mes de septiembre estaba elevando un volantín, y el viento era tan fuerte que estaba vertical sobre mi cabeza y comencé a gritar “lo tengo parado, lo tengo parado”, a los 8 años nuestro mundo son los juegos y ella desde su casa me miraba. Qué emoción haberlo tenido parado y ella mirándome.
Cuando teníamos unos catorce años, ella se había cambiado de casa como a dos cuadras de la antigua y me pidió que le enseñara matemáticas, no se si era una artimaña para reencontrarnos, pero yo era un niño muy incauto y solo puse el énfasis en las matemáticas y cuando aprendió me dijo adiós y si te he visto no me acuerdo.
Mis padres se cambiaron de casa y no volví al barrio sino después de muchos años y quiso el azar con nos encontraramos frente a frente en la calle Tocornal, frente a la escuela #36. Iba como siempre un poco distraído y a primera vista no me di cuenta que era ella, pero sentí su mirada y los recuerdos se asomaron como en galope y en esos segundos pasamos frente a frente y cuando quise sonreirle ya no me miraba.
Se había quedado pequeñita y un poco regordeta para mi gusto. Me dieron ganas de gritarle;
- ¡Devuélveme todos los plátanos que te dí y todas las horas en que solo pensaba en tí!.
Sin embargo seguí mi camino y le dije adios al romance que no pudo ser.
Mi abuelo nos visitaba a menudo, solía caminar mucho, pero aquel día había perdido su sombrero y estaba de mal humor.
- ¿Qué le paso abuelo? que viene tan enojado, le preguntó alguien de la familia.
- No sabes niña, que venía sentado en el carro y pasando por la Vega central, el carro se detuvo algunos instantes; justo pasó un ”a chorro”, (como le llamaban a los jóvenes que robaban a la pasada) y se perdió entre la muchedumbre.
- Parece que me hubiera estado esperando y con el sombrero dominguero todavía. Era el mejor que tenía, y recién lo había comprado.
- ¿Y como le fué en las carreras abuelo? La pregunta se refería a las carreras de caballos a las cuales era adicto.
- Mira niña había ganado unos pocos pesos, pero con la pérdida del sombrero salí  pa`trás;
- O sea, como todas las semanas abuelo.
- ¡No, hay algunas en que gano, pero siempre en esas ocasiones me falta tiempo para celebrar!
No hay historia en que mi abuelo no esté y sin embargo no era mi verdadero abuelo, el mío lo perdí cuando mi madre tenía dos años, de manera que no lo conocí y solo lo pude ver en fotos. Al igual que Felipe era un apostador hípico y un domingo de muy buena suerte a la salida del Hipodromo Chile lo asaltaron para robarle el dinero, seguramente se defendió y perdió además la vida.
Talvez una sonrisa transitoria al ganar el caballo que apostó, y cuantas penas costó a toda una familia durante el resto de sus vidas.
Pero Felipe fue el único abuelo que conocí, el que me llevó desde pequeño a los garitos, y a todas las picadas donde él se pegaba sus pencazos. La calle bandera era la su favorita y seguramente la mía, también conocí ambos hipódromos en Santiago y el Sporting de Valparaíso, seguramente encontraba muy emocionante toda la gente gritando mientras los caballos corrían y yo en los hombros de mi abuelo, y ” Tira p`arriba mierda”.
Un día domingo al atardecer, hora en que nos juntábamos a jugar todos los vecinos y en el que participaba tambien Gladiz el amor imposible de mi niñez; casi todos mis compañeros habían sido eliminados, mi velocidad me había salvado y para evitar que me pillaran atravesé la calle corriendo sin fijarme que un auto pasaba al mismo tiempo; sólo me di cuenta cuando iba volando en los aires.
El miedo  a lo que me dijeran mis padres era más fuerte que el dolor después del golpe, y partí a esconderme debajo de la cama. No pensé que el chofer del auto descendería para tocar el timbre y decir que había atropellado a un niño y que había salido corriendo después.
Me encontraron debajo de la cama y temblando.
Después de revisarme tanto el chofer como mi madre, decidieron que solo había sido un golpe y quedé castigado más de una semana sin poder salir a jugar. Duro castigo en una edad en que la vida es un juego. El chofer al verme enterito y sin heridas, dijo “gracias dios mío que no fue nada grave” y mi mami lo repitió al mismo tiempo que él.
Mirando hacia el pasado, veo mi figura desvalida y pequeña sonriendo o llorando en la edad primera y buscando con ahínco el calor de la seguridad.
Los diez años me encuentran en Tocornal con Victoria, arreglándome el cartón y el papel de diario que impedían de mala manera que el agua de la lluvia, entrara por el hoyo de mis zapatos, operación que repetía hasta llegar al colegio; sin embargo la parada de Tocornal tenía una doble misión, puesto que en aquella esquina se paraba todos los días mi MURO DE LOS LAMENTOS.
Ella era morena y crecida desde la perspectiva de nuestros tamaños, la llamabamos la tetas de palo, porque tenía la cantidad y dureza, dureza que corroborabamos todos los días, para luego salir arrancando y ella detrás gritándonos improperios, a pesar de todo, nunca faltamos a la cita, ni ella ni nosotros.
He tratado de recordar los nombres y las figuras de entre mis compañeros de clases que eramos tetómanos, pero se fueron borrando de mi memoria, como si un vendaval los hubiera arrastrado.
Sólo me queda el sentimiento, de que aquellas, mis primeras aventuras sexuales nunca estuvieron exentas de riesgo y de castigo.
Fuera del encuentro de Tocornal con Victoria no recuerdo otro hecho, sino la persecución de la esquiva pelota, tanto en el barrio cono en la escuela.
No puedo negar que las formas redondas han redondeado mi vida. Muchas veces me llamaron cabeza de pelota, yo me imaginaba que la tenía deforme y llena de aserrin un poco talvez como fabricamos las pelotas  de trapo con que jugabamos.
Incontables veces mi abuelita me sorprendió tocándome la cabeza irracionalmente.
- Qué tanto te tocas, si sabes que la tienes dura como pelota de palo aseveración que me creaba nuevos e insondables problemas.
Pero la niñez se fue quedando olvidada, como los verdes ojos de Leonor.
Leonor fue la primera clienta que tuve, en la que pens�� sería mi vocación; la de doctor; siempre se me escapaba con los calzones en la mano y riendose a carcajadas y yo con unas ganas locas de ejercer mi profesión. Con la decepción marcada en mis ojos, tenía que botar el palo puntiagudo que escondía en mi mano y que serviría a modo de inyección. Pensándolo bien; siento que las escapadas de Leonor me alejaron de mis primeros intentos fallidos de sadismo. Gracias Leo por tus risueñas escapadas.
La escuela secundaria fue el lugar del despertar, pero donde se afianzó el amor por las redondeces; esto no quiere decir que comencé por las que debiera y mi primera semana fue un fiasco en todas las notas.
En una sola clase, me saqué tres unos. Todo comenzó, cuando la profesora de castellano faltó por enfermedad y la reemplazamos por una pichanga en el patio en una calurosa tarde de marzo.
El resultado de esa pichanga no tenía ninguna importancia, todos terminamos acalorados, transpirados con algunos moretones en las canillas, con las corbatas a modo de cintillo, las camisas afuera, una que otra media suela despegada y con el infaltable olor a segundo tiempo, entramos a nuestra segunda clase de geografía.
El profesor comenzó con la lista de presencia mientras el sol que entraba por la ventana me fue adormeciendo; volví sin quererlo a los goles que no hice, a los nuevas jugadas que practiqué, etc; hasta que la voz profunda de mi profesor me sacó del sopor, de la cancha y de mis triunfos mentales en el peloteo.
Me paré con los ojos desorbitados, mientras el profe.. con sus manos atrás y al costado del pizarron, donde reposaba el mapa de América me dice
- Le repito la pregunta ¿Donde está la costa?
Y yo cayendo de la estratosfera entendí ¿Donde está Lacoste? y Lacoste era mi compañero de banco, quien había faltado por estar enfermo.
Ante tal pregunta, sonreí con la sonrisa del que todo lo sabe, repitiendo la razon de su falta y agregando algunos conocimientos del mal que le aquejaba (mi vocación de médico nunca me abandonaba), el curso entero reía a carcajadas y yo sin entender me ordenaba la camisa, el pelo y los miraba sonriente, pero de ingenuidad e incomprensión.
- Muy chistoso, la costa de su país está en cama  y con fiebre.
Tiene un uno por contar chistes malos, un uno por reirse de su profesor e incitar a la indisciplina y otro uno por desconocer la materia.
Para mi suerte, esta primera impresión tuve que borrarla con excelentes notas y con un comportamiento ejemplar más la comprensión de aquel maestro, quien borró las notas de aquel bochornoso incidente.
El primer año siguió sin altibajos, salvo el cabezazo en el poste cuando miraba a mi primer amor platónico que me dejó un chichón durante una semana y el porrazo que me pegué un mes después cuando tropezé con un tarro de basura y quedé con las rodillas peladas y el pantalón roto.
Ella se llamaba María y cada vez que encontraba su mirada perdía la noción del tiempo y del espacio, entraba en una fase sólo de sensaciones etéreas, el problema lo tenía siempre en el aterrizaje, brusco la gran mayoría de las veces.
En  aquel  entonces vivía con mi abuelita, quién fué siempre una católica de misas y procesiones y yo su eterno acompañante. Seguramente en aquel tiempo, al sermón dominical asistían de la mano dios y el diablo, porque en el lenguaje de mi abuela siempre estaban ambos.
De manera que al acostarme y repasar mentalmente mis sentimientos, no podía sino representar a María con sus ojos que me parecían angelicales con la virgen del santuario dominical, quien me elevaba con el prodigio de su mirada y al diablo que con sus aterrizajes me tenía más morado que membrillo corcho (membrillo machucado a golpes).
La navidad de aquél año, me vistió de pantalones largos por vez primera, eran pantalones que se abrochaban en los tobillos y les llamaban los “guardapeos”.
De vestón y corbata salí a encontrarme con los amigos; el loco Pepe se rió mucho cuando me vió tan elegante y me recordó que habíamos quedado en ir al cerro San Cristobal; eran todos mayores que yo y se iban por los atajos subiendo el cerro entre árboles, piedras y plantas llenas de espinas; de subida logré sortear los escollos facilmente hasta que llegamos al lugar donde se erige la inmensa imagen de la virgen María.
Casi todos oraron. Un día 25 de diciembre para un pueblo católico es importante y posternados cada cual hacía votos por un mundo mejor.
Después del descanso, de la oración y de avistar el gran Santiago, que en la época y por la edad que teníamos nos parecía lo más hermoso y grande del universo.
- ¡Pero hijo acabas de ponerte el pantalón y ya lo tienes roto!, me retaba mi padre a la llegada a la casa.
En ese entonces no era capaz de valorar, el esfuerzo que debían haber hecho para comprarme un terno, cuando las condiciones eran tan difíciles para ellos.
Y pensar que me sentía tan importante con mi primer pantalon largo, pero ni siquiera me dí cuenta cuando iba rodando cuesta abajo.
Sangrando mi pierna y herida mi altanería.
Tendría que volver a mis pantalones cortos y a ser el niño que aún era.
Un día de aquellos, mi madre me dijo que tenía que acompañarlas a ella y a mi abuelita Gracia, a visitar a mi tía-abuela Carmen, hermana de mi abuelita, quien vivía con su hija y marido detrás del cementerio Católico.
Jamás pensé que era colindante con las tumbas del cementerio y que el aceite humano dejaba rastros en la pared del fondo de la casa, según me contaba el tío Ubeda, todos lo llamaban por su apellido.
Nos salieron a abrir en primer lugar los perros, más de dos viejos y peludos con bigotes al igual que mi tía. Después de los abrazos y besos, mientras los adultos se tomaban un arregladito de tinto con fresas, mi tía dijo:
- Pero no han saludado a mi niña, y llamó hacia el patio ¡Rina, Rina!, siéntense mientras tanto, ella siempre se demora.
Yo sabía que su hija se llamaba Juana y pensé que había tenido una hijita.
Después de media hora, a lo menos de conversación y risas, en la cual por temor a los perros no me moví ni una pulgada  de mi abuela, ni de mi mami, cuando vi aparecer una tortuga que avanzaba lentamente; viéndola mi tía la tomó maternalmente en sus brazos y nos dijo
- Les presento a Rina. Vengan para que les haga un cariñito. A ver Rina, hágale un cariño a la Gracia, dijo mi tía; mi abuela riéndose añadió, esta mujer va a morir loca, pero siguió el juego de su hermana.
Inmensa fue nuestra sorpresa cuando la famosa Rina estiraba su cuello y acariciaba con su cabeza la mejilla de mi abuela y así sucesivamente a cada uno de los visitantes yo lo hice cerrando los ojos y tomado de la mano de mi mami; la valentía con los animales nunca fue mi característica.
- Bueno niña, ya conoció a toda la familia ahora váyase a sus quehaceres, la tortuga se fue caminando lentamente mientras ellos reanudaban la conversación.
Después de multiples intentos fallidos que hice para conocer los quehaceres de Rina, mi tía me respondió con unos ojos pilluelos, esas son cosas de tortugas pues hijo, tendrás que pregunarle a ella.
Mi abuela tenía razón, mi tía abuela, era bien loca.
En aquel entonces, mi tío Ubeda ya era jubilado y le encantaban las plantas, su patio trasero era una verdadera selva con grandes árboles, entre ellos paltos, limoneros y naranjos. Lo paltos eran impresionantes desde mi perspectiva, mientras me los mostraba me dió una charla, que yo no entendía y de la cual ni siquiera tengo recuerdos; pero aún veo sus ojos pequeños detrás de inmensos lentes y el overol azul, fieles compañeros en sus labores en el otoño de su vida.
La tía Carmen era la más loca de las hermanas, según nos contaba nuestra abuela.
Mientras las tres hermanas estudiaban, ella no iba a la escuela y se iba a trabajar como cobradora en los primeros carros (tramways) eléctricos que llegaron a Santiago, esto, sin el consentimiento de sus padres, quienes ignoraban la doble vida que ella llevaba.
Ella tenía una hija más jóven que mi mami, o a mi me lo parecía, en todo caso era muy buenamoza y siempre estaba muy arreglada, lo que más me gustaba de ella eran sus grandes senos; un día que caminábamos juntos, mientras me llevaba de su mano, no pude reprimir mis impulsos y le agarré una teta en plena calle.
Fue la única vez que la recuerdo enojada conmigo y además mi mano quedó roja del golpe que me dió.
Pero las vueltas de la vida son impredecibles, ya adulto y viviendo lejos del terruño supe que
había muerto con un cancer de senos, un poco después de su madre a quien siempre cuidó. ¡Tanto cuidar las pechugas y después se le echaron a perder!
Mi abuelo Felipe abandonó el hogar cuando tenía 15 años y las relaciones con sus padres nunca fueron buenas.
Su madre, una española había muerto joven y de su padre al parecer no se interesó. El punto de quiebre era su gusto exacerbado por la música, en especial la guitarra, y el poco amor por los estudios que terminó por abandonar.  
De aquello ya habían pasado más de 40 años y no recuerdo como supo del paradero de su padre y me llevo a conocerlo. Llegamos a una casa donde había varios niños pequeños, incluso una menor que yo y cuya mamá era tan joven como mi mami.
Se saludaron formalmente, él nos presentó toda su familia y en aquella tarde mi abuelo conoció a sus únicos hermanos, quienes tenían a lo mínimo 45 años de diferencia.
Mi abuelo salió furioso de aquella casa, me hablaba como si yo tuviera su edad y comprendiera su problematica.
- “ ¿Te das cuenta? Cree que uno es huevon, tener hijos a los 80 años.
Tienen que ser de otro, ¡Es un estúpido!  Debe tener los cuernos hasta las masas. Mientras hacía estos comentarios se detenía y gesticulaba.
- ¿Qué piensas tú? La pregunta me dejó atónito y no hallé que decir. Repitió la pregunta pero pienso que conversaba consigo mismo.
- Sólo atiné a decir, yo no le vi ningún cuerno.
- Esos no se ven, pero están ahí.
Con mi abuelo siempre pasaban cosas muy extrañas, de manera que los cuernos que estaban pero que no se veían, me parecieron valederos.
Hoy los entiendo mejor, pero mi abuelo ya partió hace muchos años, y ni siquiera recuerdo donde vivían mis tíos-abuelos, que eran menores que yo.  
Pienso que nunca más vió ni a sus hermanos, ni a su joven madrastra ni a su padre y yo nunca les pregunté por ellos porque aquellos recuerdos salieron hace poco empolvados por
el tiempo y los escribo para que el polvo venidero no los haga desaparecer para siempre.
Gracia era el nombre de  mi abuelita, la única que conocí ya que los abuelos paternos partieron cuando yo era muy pequeño; como mi madre sólo tenía 17 años cuando me tuvo, ella era en realidad mi segunda mamá y durante muchos años compartí con ella una pequeña pieza que era todo lo que ella poseía de material; y ahí era mi primera mamá.
Ella era quien asistía a la reunión de padres y apoderados de mi escuela y se sentía muy orgullosa de mis buenas notas.
Teníamos una relación muy estrecha y era muy comprensiva conmigo, incluso cuando le contaba las diabluras que hacíamos en el colegio.
Cuando empezó a tener problemas de vista y de pulso me pedía que yo firmara las comunicaciones a la escuela, imitando su firma.
Recuerdo una mañana en que nos tocaba educación física, curso que se realizaba en un estadio de la Universidad de Chile en la calle Recoleta, detrás del estadio había un campo de guindales; aquel día no llegó el profesor y mientras unos jugaban una pichanga otros pasaron sobre la pared para ir a sacar las guindas maduras, lamentablemente para los atletas del guindal los sorprendió el cuidador y fuimos expulsados todos los niños del estadio.
En la tarde nos tocaba las clases normales en el comercial y esto significaba que tendríamos una mala nota en conducta por los hechos acaecidos en el estadio.
Cosa que no me gustaba, de manera que le dije a mi abuela que no iría a la escuela y que debía tener una comunicación como que estaba enfermo, razón por la cual no había asistido ni en la mañana ni en la tarde a la escuela, para evitar la mala nota en conducta.
Debo agregar que yo era un fanático del futbol y estaba jugando la pichanga pero siempre pagan justos por pecadores.
Joana tenía un año menos que yo,  su hermana era mayor que ella de dos años y con ambas tenía una hermosa relación de primos.
Con sus hermanos siempre había una relación de competencia que no siempre terminaba bien; en cambio ellas eran muy tiernas conmigo.
La más pequeña y precoz me hizo eyacular por vez primera cuando bordeaba los doce años.
Aquella tarde de un viernes cualquiera, nos quedamos jugando al bachillerato, mientras
escuchabamos las comedias de la época en la radio.
El inspector Fox desarrollaba nuestra imaginación, cuando la televisión aún no se conocía.
En una cama dormían mis primas y en la otra los varones, pero fueron ellas las que insistieron en que me quedara a dormir aquella noche con ellas.
Tres en una cama no era fácil, de manera que mi prima mayor se acostó a los pies y Joana a mi lado; a los pocos minutos después de las conversaciones sobre la radionovela el sueño nos ganó a todos y nos quedamos profundamente dormidos.
No recuerdo a que hora, pero la oscuridad era total, cuando me desperté con el miembro en erección y una mano que no era la mía  me lo manoseaba freneticamente, mientras sentía que sus pequeños pechos se refregaban en mi espalda, después de eyacular y de que ella se calmara nos envolvió la noche con su tranquilidad. Al despertar la encontré muy contenta y muy picarona me preguntó como había pasado la noche, bien le respondí
- ¿Y tu?
- Como nunca de bien, me respondió.
Nunca más volví a dormir con ellas, por miedo a que descubrieran algo que me parecía que estaba muy mal; a pesar de lo que me había gustado.
Aquél año nuevo lo celebramos con guerra de petardos. Eramos cinco contra cinco, cada cual portaba su honda echa de metal y elástico grueso con cuero al centro del elástico para tener aquello que lanzaríamos, en este caso los petardos encendidos que debían explotar cerca de nuestros enemigos de juegos.
Todos nos escondíamos detrás de un frondoso árbol, tanto nosotros como nuestros enemigos. El árbol que escogimos estaba en Sierra-Bella con Victoria, en la parte sur, nuestros adversarios en Victoria con Sierra-Bella en la parte norte.
Para que el juego fuera como en las películas y durara lo más posible nos aprovisionabamos de una gran cantidad de petardos y encendíamos un pequeño fuego para lanzarlos más rapidamente. Debía ser casi simultaneo el encendido y el lanzamiento, so pena que nos reventara en la mano y cerca de la cara.
Estábamos como siempre, en plena acción y sin heridos, plenos de emoción jugando insensatamente.
Encendí un petardo, sin darme cuenta que tenía varios en la mano que se encendieron sin que me percatara, alcancé a lanzarlo cuando la mano izquierda que contenía mis provisiones y con la cual sostenía la parte firme de la honda estalló en mi mano, con una fuerza increíble hiriéndome el dedo anular.
Recuerdo que corrí como una cuadra gritando de dolor y jamás volví  a jugar con fuegos artificiales.
Es una suerte que fueran prohibidos algunos años más tarde, por la cantidad de heridos y daños que causaban, entre otras cosas muchos incendios con muertos además de las quemaduras en rostros y manos de muchos niños.
Nuestros vecinos era la familia Meza, dos mujeres y dos varones, todos mayores que nosotros. Sergio era el que me ayudaba con los dibujos de geografía, era el menor de los tres.
María era la mayor, estudió periodismo al igual que su padre, del resto no recuerdo sus profesiones, pero todos estudiaron.
Su casa colindaba con la nuestra y en los últimos meses de vida del padre de Sergio, sentía cada noche quejarse del dolor que le producía un cáncer estomacal. A veces las noches se me hacían interminables sintiendo sus gritos desgarradores; talvez en esa época no existían los medicamentos que existen hoy o bien no tenían el dinero necesario para pagarlo.
Desde que era pequeño estuve cerca de esta enfermedad, solo que ahora soy capaz de darme cuenta lo destructivo que es para el ser humano, aquel que sufre el mal, y quienes conviven cada día el tormento de no poder ayudar más que con palabras de aliento a sus parientes; sean estos hermanos o padres.
El cáncer en general puede atacar cualquier parte del cuerpo y cualquier organo, nada le está vedado y en general ataca con una voracidad asombrosa. Mientras más bajas son las defensas de la persona afectada mayor campo tienen las células cancerosas para reproducirse.
Antes que la enfermedad ataque el cuerpo es nuestro campo energético el que vacila, es el aura que como la capa de ozono a la Tierra impide que pase todo aquello que le es nocivo tanto a ella como a sus habitantes.
Se ha comprobado que el cáncer afecta en un porcentaje mucho más elevado a los grupos de personas que han sufrido una estrés elevada, ya sea por guerra, por golpes de estado, por migraciones obligadas, por hecatombes naturales y en general por todo aquello que golpea con fuerza inusitada nuestra paz interior y nuestra armonía.
Por lo tanto es absolutamente necesario aumentar en primera instancia nuestra capa de ozono, nuestro aura energético.
Para ello, necesitamos estar en armonia con nosotros mismos; aceptarnos tal cual somos, con nuestras cualidades y nuestros defectos.
Vivir sintiendo que estamos viviendo el último día en esta tierra, que todas nuestras vibraciones tengan un solo objetivo, el amor.
Mi vecino partió, y con ello los gritos nocturnos y mi sueño volvió a ser calmado y profundo.
Cada casa tiene sus habitantes, en general una familia; la nuestra en particular eran un enjambre de familias. Pero además de quienes la habitan, estan como parte importante del inventario social,  sus visitantes. Algunos son asiduos y otros esporádicos y tambien los hay quienes son regulares en ciertas fechas. El chico Pinto, era uno de los regulares; una vez al mes o cada 45 días se dejaba caer en nuestra casa y más precisamente en nuestras cabezas; era el peluquero ambulante.
Llegaba en general los días sábados, cuando todos estaban pagados y se ponían además del valor del corte con el litro de tinto o blanco que no le podía faltar, so pena, de dejarnos tarascones en la cabeza producto de los tiritones, cuando el alcohol le faltaba en el sistema circulatorio. Además, sabía todas las novedades del barrio y la de aquellos que habían emigrado a otros barrios pero que seguían utilizando sus servicios.
LLegaba en la mañana y partía al atardecer con los ojos extraviados y la lengua esponjosa. Sus manos cansadas envolvían metodicamente sus tijeras, peinetas y una pequeña máquina en dos o tres hojas de diario viejo.
Los del área deportiva venían a ver al negro Mario; entre ellos el Rucio Carmona quien trabajaba en una carnicería y era el que se ponía con el asado de fin de semana, también venía el Laucha Díaz y el Chuleta Avendaño; ellos eran los asiduos, los que no faltaban en ninguna velada además de los tres o cuatro días por semana, donde comentaban los partidos de fútbol más interesantes del campeonato nacional, como los de la pichanga dominguera.
Eran los catadores oficiales de los mostos que vendía el carbonero de la calle Artemio Gutierrez entre Lira y Sierra-Bella.
Después me quedó claro que ahí se reunían todos los catadores del sector; en aquel entonces me llamaba la atención que tanta gente comprara carbón hasta en el verano y generalmente hombres.
En aquél entonces las exportaciones de vino no tenían el auge que ahora tienen y los connacionales tenían que consumirlo casi todo, pienso que rara vez no lo lograban.
Dario o Chuma como le llamaban los amigos recibía entre otros  al Negro Segovia, el centrodelantero más tramposo del Balboa FC, quien bajaba los pantalones al defensa que lo custodiaba, de manera que siempre saltaba solo para cabecear, era un goleador innato; junto con él nos visitaba el Chico Alcayaga era el arquero, debía ser muy ágil porque era bastante pequeño y completaba el trío el Guata Barahona; todos ellos entraron a la familia como compadres y todas sus anécdotas, farsas y triquiñuelas se fueron grabando en nuestras memorias de tanto escucharlas, en las tardes sentados en el patio cuando era verano o en nuestra pieza que cumplía todas las funciones de un hogar, mientras el sueño nos ganaba cuando sus risas nos daban la seguridad de la compañía.
Volverán sus espíritus a conversar bajo la higuera que vió desfilar los años de su juventud entre tangos y las miradas lascivas de sus primeros amores.
- ¡Oye Chuma! Sale jugando por la derecha que el defensa es más lento que una tortuga embarazada, gritaba el negro a toda boca. Lo que causaba la risa de la galería y la rabia del jugador aludido. con ello conseguía que el adversario iba derecho a sus piernas y no a la pelota.
- ¡Penal! gritan los hinchas del Balboa, mientras el negro magnifica la violenta falta dentro del área; el Chuma se acerca para ver a su compadre pero este le cierra un ojo disimuladamente, mientras el guata Barahona le entrega el balon al arbitro para que cuente los 12 pasos.
Faltaban 2 minutos para terminar el partido, cuando el Negro inventó la puesta en escena, y los actores, ya que conocía muy bien a los adversarios. Vivían todos en el mismo barrio y eran equipos muy parejos.
Para romper la paridad era necesario hacer algo distinto y el Negro lo consiguió, además fue el goleador del campeonato.
Fermin era el menor, y su amigo inseparable era el Negro Andrés, aunque en la casa lo llamaban el Cafiche del diablo, por lo feo según las malas lenguas. Todos los sábados llegaba muy pintoso, y con ropa a la última moda; muy bien peinado, y a su paso dejaba una estela de perfume.
Contaban los chascarros de la semana anterior y se mofaban de cuanta chica conocían. ¿Quién es diferente cuando se tiene 20 años?
En el Santiago de los cincuenta, todo era diferente y la búsqueda ardiente de la cara mitad pasaba por el encuentro en los malones, o fiestas de barrio donde cada cual buscaba impresionar, tanto a través del baile con algunos pasos improvisados o con la vestimenta parodiando a un señor; la corbata era un elemento importante del disfraz zandunguero y los zapatos con toperoles que le daban sonido al ritmo y al zapateo del mambo.
El domingo se levantaban con la cabeza partida producto de una cuba libre de más y después de la consabida pichanga en el club de su barrio, se acostaban temprano para comenzar bien la semana de trabajo que les esperaba y ganarse los duros morlacos que tan facilmente se escapaban en un fin de semana.
Gaston era el mayor y el político de la familia, nunca tenía invitados. Pero él salía dos o tres veces por semana después de volver de su trabajo. Era militante comunista, trabajador del diario El Siglo, órgano de ese partido. Vivía austeramente, era el que dirigía las cuentas de la casa y seguramente no le gustaba la vida de sus hermanos porque raramente se comunicaba con ellos.
Nunca pude entender que fuese tan malgenio, ahora lo entiendo un poco más.
Tengo la impresión de que yo era el más inquieto de los primos, y salía y entraba más de 20 veces en media hora, siempre dejando la puerta abierta y tocando el timbre y dando patadas cuando no me abrían y como él vivía en la primera pieza, era el portero oficial de la casa y el más sévero.
El alzheimer lo visitó y se quedó en él cuando aún no tenía 50 años. Ni siquiera fue testigo del triunfo de la Unidad Popular con el Partido Comunista como parte importante de esta alianza.
Habían pasado 25 años de arduo trabajo de miles de organizados y disciplinados militantes.
25 años después de haber estado prohibidos, de haber sido puestos fuera de la ley por el arbitrio de los poderosos y de un traidor; volvían a la cima de la sociedad para gobernar, en beneficio de los más.
De aquella generación, solo quedan dos personas y quienes además eran los menores: Fermin y Luisa su esposa.
Nunca pensé que volverían a comprar la casa familiar que se vendió en los años 60.
Fermin me explicaba donde construiría su nuevo baño y yo miraba con mucha atención los artefactos blancos y de gran tamaño.
- Estos los voy a poner aquí. ¿Qué te parece Ernesto?
- Pues me parece bien; además no soy yo quien va a vivir aquí.
Y pienso que lo más importante es sentirse feliz con lo que se tiene y la disposición que más le acomode a los moradores. Mientras decía esto miraba el antiguo baño bajo la higuera, que estaba adosado a la pared posterior que nos separaba de los vecinos de la calle San Pedro. De repente veo un armatoste, como los autos que usaban los alemanes en la segunda guerra mundial  
- ¿Y esto? pregunté,  muy sorprendido, pues no estaba en mi memoria un auto dentro del patio de la casa.
- ¿Y cómo lo van a sacar? pregunté consternado mirando a Fermin, pero quien respondió fue mi abuelita Ana.
- Ese es el problema que siempre tuvimos, una vez disparamos un cañonazo y todavía está el hoyo, pero no pudimos sacarlo.
Me acerqué con cautela y vi el hoyo en la parte inferior de la pared divisoria que formaba el hall y daba al patio interior de la casa, la parte superior estaba constituído de pequeños vidrios que permitían ver el verdor de la higuera y sin sentir el bullicio de los niños que allí jugaban.
Me parecía muy raro poder encontrarme con mi abuela paterna, teniendo en cuenta que cuando ella partió yo no tenía dos años y tener la certeza de que era ella, quien se dirigía a mi.
Cuando me acerqué al auto para mirarlo más detenidamente, comenzó a sonar como si la alarma antirobos se hubiera despertado.
Salté del susto y cual no sería mi sorpresa que caí directamente en mi cama y lo que sonaba era el despertador para decirme que eran las 6 y media de la mañana y que debía levantarme.
Cada sueño nos trae un mensaje
Lo extraño del caso es que la tina de baño la iba a poner parada al lado de la puerta, y que no parecía una tina, sino mas bien un féretro. Al despertarme me quedó la sensación de que el sueño me anunciaba una muerte.
Llamé inmediatamente a mi hermano a Santiago, para saber como estaba la familia, en especial la de Fermin. El llamó a nuestras primas y le contó mi sueño y me llamaron inmediatamente porque temían que a su madre pudiera pasarle algo.
- Sabes le dije a una de ellas, averigua del Lito o del Nano porque presiento que es algo sobre ellos.
A la semana siguiente me llama para anunciarme que la esposa de Lito había fallecido.
La premonición era exacta, y mi abuelita habia venido a decirmelo con antelación.
Y Luisa partió dos meses después de este sueño
Valparaíso, era el viaje obligado en cada año para las vacaciones. Mi abuelo tenía su familia allá, además que tenía su cuarto donde se escapaba buscando dias de tranquilidad, para expiar sus culpas o para quemar los últimos cartuchos en noches de pasión.
Siempre salía conmigo a la rastra, yo dormía en casa de su sobrina Lola, quien era además quien cuidaba de sus pertenencias.
El tenía un hermano o primo, o bien primo-hermano que tenía una amasandería, donde fabricaba todo tipo de dulces, de pancitos con rico aroma y sabor.
Dos de sus hijos salían a vender las mercancías en las playas del litoral y con ellos aprendí, el grito de guerra con el cual se me hacía agua la boca de solo nombrarlo, mas si era yo el que gritaba: “Ricos los panes de huevos, caserito” “Fresquito, fresquito el pan de huevo”.
- Tito, estay gritando muy despacio, hazlo más fuerte.
- Chis, no me da más el guerguero pos rucio. Y además estoy muy cansao, he caminado más de una hora y el sol está muy fuerte; dejense de molestarme me voy a poner a la sombra debajo de la escalera.
El hermano mayor insistía en que gritara y el menor haciéndome cariño me dijo:
- Toma Tito, comprate un barquillo y nos esperas, volveremos en una hora u hora y media.
Estuve más de dos semanas vendiedo panes de huevos en las playas: Las torpederas, Las Salinas entre otras fueron testigo de mi primera ocupación cuando bordeaba los cinco años. No tenía ninguna obligación de hacerlo, pero le daba emoción a los meses que pasaba en el cerro Baron.
Allí conocí a Rosa, la vecina de enfrente, salía todas las tardes con su pelo bien tirado y terminando en una hermosa cola de caballo (debería decir de yegua). Su vestido blanco de organza,  con unos bordados negros que me parecían en la época como llena de pequeños insectos. Así se lo dije un día y le pareció muy cómico.
- Tito ven a tocarlos, son unos bordados que me hizo mi abuela.
Fue la primera vez que recorrí sus delgadas piernas y talvez puse mucha emoción en la tocadita de los bordados, porque me paró el carro en seguida.
- Chis, te dije que tocaras los bordados del vestido y no los vuelos de mis calzones.
- Perdona es que mis calzoncillos son tan feos y los tuyos tan lindos.
Pienso que nunca hubo una intención distinta, ella con seis años y yo con cinco distábamos de tener un líbido sexual desarrollado.
Nos sentábamos todas las tardes del estío a conversar de nuestros sueños; ella quería tener una muñeca con un vestido de organza parecido al de ella, para que todos pudieran creer que era su hija, en los años 1950 no existía aún el término clon; porque hoy que vuelvo a revivir aquellos momentos de nuestra tierna infancia, en su mente no cabía otra idea, solo que ella querría darle vida en su imaginación.
A lo lejos, la bahía inmensa nos daba sus tonos azulados y grises, que se quedarían grabados en mi retina como en mis oídos la tierna voz de Rosita.
Como a las 6 de la tarde, la góndola que venía desde el plano y subía serpenteando las sinuosas calles de aquel Valparaíso, llegaba hasta la esquina donde nos sentabamos a conversar.
Su papá bajaba y le tomaba de la mano, y ambos caminaban mientras yo les miraba desde la esquina hasta que entraban en su casa y yo esperaba que ella me dijera adiós con su mano y me brindara la mejor de sus sonrisas.
Entonces con el alma henchida y los ojos llenos de ilusión entraba a tomar la rica once con pan amasado y el té con leche. Mis tíos me esperanban sonrientes y me hacian preguntas que me parecían estúpidas.
- ¿Como están Romeo y Julieta?, decía mi tio y mi tía estallaba en risas que yo no entendía.
Como si el amor tan natural entre seres humanos, no tuviera cabida en sus mentes un poco básicas, entre niños tan precoces, pero así fué aquel dulce verano de los años 50.
Pero todo aquello que un día nace, otro día ha de morir.
Eran las cuatro de la tarde y la calle de tierra y piedras ardía en pleno verano, mis manos transpiraban cuando sus manos me tomaron para decirme adiós. Sus labios tenían un sabor que no conocía en la tarde de mi primer adiós.
Mientras mi abuelo se ponía su sombrero y se despedía de los suyos sentí que mis piernas tenían un leve temblor y descubrí en la sonrisa de ella una lágrima que le daba un brillo especial a sus ojos negros.
El tren a Santiago, volvía lleno de sol en cada piel. Fue el último viaje de verano a Valparaíso.
El día comenzaba a apagarse cuando la calle Sierra-Bella nos veía llegar, cansados del largo viaje en el tren de ayer. Y los rostros de todos quienes poblaron mis recuerdos de infancia me sonreian con el amor de ayer en sus miradas.
Sierra Bella, quiere decir la infancia con sus pro y sus contra. En un tiempo donde las necesidades materiales eran muchas, sin embargo, donde el amor de los tuyos pesaba mucho más en la balanza. Es allí donde se forjaron las motivaciones que nos fueron dirigiendo la vida.
Mirando hacia la ventana del pasado, es bueno preguntarse si conocíamos el estres, si nos preocupamos por el mañana, logicamente que no. El niño vive estrictamente su presente y por ello su sonreir es limpio, nada le atemoriza, está preparado porque cada día vive cosas nuevas y los hechos no se analizan, sencillamente se aceptan. Tendremos que decir entonces que la felicidad es ese estado de gracia en que la aceptación es como un nuevo vivir.
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ernestosanmiguel · 4 years
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Romeral
Ernesto San Miguel
El pasaje Romeral se ubica al costado de Ochagavía en la vía de servicio, al centro la panamericana de Norte a Sur que se atravesaba por pasarelas en altitud, en general, aunque no faltaban los que se pasaban corriendo con peligro de sus vidas y a veces de sus hijos. Tomar el transporte (micro) que te llevara al trabajo era una odisea; las micros partían llenas desde las poblaciones, y por lo tanto los choferes no paraban al llegar a Ochagavía, salvo si era para dejar pasajeros o bien cuando la luz del semáforo así lo permitía; si alguien bajaba, existía la posibilidad de subirse por atrás, si no, había que tener fuerza para empujar a los tres o cuatro que llenaban la pisadera.
Una vez que estabas bien tomado de la manilla y un pie en la pisadera, ya  estabas en condiciones de ayudar a alguien a subir, generalmente a alguna dama, quienes tenian más dificultades.  Durante más de un año tuve como clienta habitual a una morena estudiante, a quien debía sostener durante cinco o seis cuadras, lo suficiente para que hubiera posibilidades de que ella se subiera al segundo escalon de la pisadera. En el intertanto, su pelo largo que volaba al viento, se me metía en la nariz y en los ojos, su abultado bolso se me enterraba en las costillas mientras sus nalgas reposaban tibiamente en mis muslos y yo contando ovejas para no despertar al monstruo de una cabeza que dormía levemente entre mis piernas.
Etica obliga, me repetía una y otra vez, siendo profesor, no podía por  ningun motivo, mirar a una colegiala de una manera distinta que a una alumna, aunque ella era de otro colegio y nuestras edades no eran tan distantes.
Mi casa al fondo del pasaje me veía partir, cada mañana, mientras mis dos perros me despedían con saltos y aullidos. En la ventana, mi hija me decía adios con su pequeña manito y al doblar la esquina, saliendo de su casa casi como un milagro, la morena y su sonrisa todo dientes que me saludaba con movimiento de cabeza y yo devolvía tímida y fríamente, para no hacer crecer ninguna falsa esperanza en ella,  y sobretodo para que ninguna vieja copuchenta hiciera algún comentario de doble filo que me creara problemas en mi vida familiar. Pero allí estabamos cada mañana, para que nuestros cuerpos confraternizaran hipocritamente en la batahola de la pisadera, más de algún grito creí escuchar cuando el roce tibio de sus senos endurecía mis sentidos. Nunca hubo ninguna palabra entre nosotros, solo miradas que decían comprender todo y aceptar todo.
Moraleja: para decirlo con palabras de hoy “hasta en los califas hay abstinencia”.
Un día de primavera, después del concialibulo de miradas en la pisadera, después de pasar San Joaquin con la Gran avenida, donde una parte importante de los pasajeros desembarcaba y otro resto no menos importante se subía, en uno de los tantos movimientos bruscos sentí una mano dentro de mi bolsillo que rozó mi pierna, mi codo en un movimiento reflejo salió disparado hacia atrás golpeando al osado pinganilla, quien se fue de espaldas el loro, mientras gritaba a sus compañeros de labores, uno que resguardaba la puerta trasera y otro que empujaba por delante, ambos con rostros patibularios, en décimas de segundos me tiré contra el menos grande que venía desde la puerta delantera, con el pie golpeando entre
sus piernas, golpe que no se esperaba y que me permitió bajarme casi sobrecorriendo del autobus (micro) que iba llegando a la esquina.
Los tres tipos saltaron raudos detrás de mi, en la calle Arturo Prat con Maule empezó la persecusión, ellos eran más rápidos, corrian con zapatillas, yo en cambio con zapatos de oficina envuelto en veston y corbata intenté entrar a la calle Chiloé, donde estaba la comisaría (policía) más cercana, intención que uno de los malhechores comprendió y me cerró el paso; era el más rápido de ellos; no pude pasar, pero me permiti�� llegar a mi oficina antes de que me agarraran.
Cinco minutos después ya había olvidado el contratiempo, el trabajo era intenso y variado. Desde los informes que había que enviar a los bancos que financiaban, hasta las textiles que nos  hacían llegar la materia prima con que fabricabamos las famosas parkas.
Verificar los informes de producción que nos indicaban el porcentaje realizado así como la facturación que debíamos enviar a los bancos y que nos servían de aval a los préstamos tomados.
Después de comer la secretaria-telefonista me felicita por mi próximo cumpleaños.
- Carlita le respondí, ¿De dónde sacaste esa idea?
- Vino un señor, cuando usted entró y me preguntó su dirección para enviarle un presente por su cumpleaños.
- ¿Y como era él?  
La descripción detallada de ella, me indicó que era uno de los maleantes del autobus de la mañana. En la tarde me llama mi señora, para avisarme que se había producido un incendio en el patio que rodeaba la casa y que gracias a los vecinos pudieron apagarlo antes de que pasara a mayores. Según ella habían lanzado algo encendido por la parte de atrás de nuestra casa y que daba a un pasaje que colindaba con la calle posterior.
Esa tarde no fui a la universidad y volví temprano a casa, pero antes me conseguí un revolver, un Colt. Era la primera vez que tomaba un arma en mi mano. La sensación no me gustó.
Pero tenía que defender a la familia, que ya constaba de una hija, de los bandidos que sabían mi dirección y que no dejarían de molestarme hasta que me cambiara.
Tres noches después del incidente de incendio, estaba acostado con mi hija en brazos como a las 10 de la noche, cuando llega mi señora corriendo para decirme que hay un tipo dentro del patio, esto significaba haber sobrepasado la reja de dos metros de alta; y no creo que haya estado vitrineando.
Salté de mi cama corriendo, tomé el Colt, abrí la pequeña ventana del baño, que se abría de abajo hacia arriba y apunté al visitante. El tipo aquél, no se esperaba una respuesta armada, y empezó a llorar (o a simular).
- ¿Qué estás haciendo aquí concha .......?
- Perdon señor, nunca más lo voy a hacer.
- Cuento 10 y si no haz saltado la reja te voy a partir con plomo hijo de la gran puta que te parió. El tipo se tomó de la parte superior y saltó con una agilidad impresionante. Corrí a mi
pieza, me vestí y salí tras de él, con el revolver en mi mano derecha; después de perseguirlo durante dos cuadras hacia las poblaciones, me vino a la memoria, que mi esposa había
insistido en que sacara las balas, porque era muy peligroso, sobretodo que teniamos un bebé.
Razonamiento muy estúpido, ya que la bebé, solo tenía algunos meses y que el revolver estaba guardado en lo más alto de una despensa y yo tenía que montar en una silla para alcanzarlo.
La histeria de mi señora, me convenció de hacerlo. Y allí iba yo corriendo con un revolver en la mano que no hacía ni pum. Cuando tomé conciencia de ello decidí correr más fuerte, pero del  lado contrario y entré furioso peleando con la culpable de un revolver vacío.
Mirado con la perspectiva del tiempo, pienso que ella tenía razón, matar a alguien no es algo que me gustaría tener en la conciencia.
La vida en si, es un acto de amor y vulnerar la vida es contra-natura y eso es en cualquier circunstancia.
Jamás usaría un uniforme. Siempre he pensado que detrás de cada uniformado hay una violencia interna, incluso inconsciente. Sino es así, como podrían entenderse, los casos que se vivieron en Chile durante la dictadura militar.
Era imposible seguir viviendo en el mismo lugar, no teníamos otra alternativa que cambiarnos de casa. Una semana después estabamos viviendo con mi suegra, a la espera de que se terminara el departamento que habíamos comprado.
Teníamos un perro que le daba la bienvenida a los visitantes, cualesquiera que fuese, era un pastor alemán muy jóven aún, que solo sabía jugar, le llamamos Ramal y a pesar del poco tiempo que lo tuvimos nos dejó muy gratos recuerdos, se quedó en el mismo pasaje donde nosotros vivimos y al pasar por su nueva casa lloraba con mucha tristeza y a lo lejos nos llamaba. Existe un lazo de amor muy fuerte entre los seres humanos y los otros seres, con los cuales convivimos en nuestra existencia. Les dije adios: a mi perro Ramal, amigo de tantas jugarretas y a la morena de las refriegas en la pisadera.
Pero vivir dos años en un lugar, no son solamente aquellos momentos en que se vibra de emoción o en aquellos en que la vida parece quebrarse por hechos que nunca esperamos que nos sucedan; sino además el río por el cual vamos bogando minuto a minuto , aquellos que nos dan la paz, aquellos minutos que compartimos con los nuestros, en las simples cosas de la vida en las sonrisas de nuestros hijos o en la mano amante que en algunas noches te recorre entero.
Vivir inserto en una sociedad donde cada uno de nosotros juega un papel, un rol que a veces pretendemos demostrar a los otros. Vivimos con la careta puesta, para decir esto es lo que somos o bien lo que pretendemos ser y vamos ajustando el disfraz día a día.
La mañana comienza y nos miramos al espejo, viejo cómplice de nuestras andanzas, y me ponia la cara del hombre serio que tenía que representar; para escrutar los números con lupas, como si estos fuesen capaces de darse cuenta con que cara les miraba.
De lunes a viernes y generalmente los sábados en las mañanas, siempre la misma cara; el sábado en la tarde, cambiaba de traje, de cara y me transformaba en el hombre social, aquel
que hablaba de la vida, de la política, del fútbol, de la mina del lado y del carrete aquel.
El domingo cerraba los ojos, para tejer mis sueños, para saber quien era yo, que quería de esta vida.
Siempre me pareció que parado en un esquina, tratando de dilucidar el camino que haría, alguien me tiró arriba de un tranvía el cual no tuvo ni parada ni destino sabido. Sencillamente me fui viviendo, siendo actor y observador de aquello que ocurría; me topé con mucha gente algunos dejaron huellas y otros pasaron como el viento en el otoño pero nadie me preguntó,
- ¿Hacia donde vas?
Y es una suerte que nadie lo hubiera hecho, porque no habría sabido que responder. Así el destino, me llevó, me elevó y me dejo caer, me arrastró y nunca soñé que era hoja al viento, mientras una manito tibia me dice papá tengo hambre, quiero desayuno.
Noelia era mi compañera de trabajo, mucho más jóven que yo, pelirroja y risueña, traviesa y que me dijo mil cosas con sus ojos color miel. Nunca quise acercarme a ella, seguramente por que su belleza me encendía. A pesar de todo ello, lo que está escrito de antemano, no podemos sino vivirlo; sabiendo a veces que el amor es tan corto y efímero y el olvido tan dolorosamente largo y frío.
Una tarde cualquiera, el azar nos juntó y quedaron nuestras ansias de vernos siempre más. Y a pesar de todas las barreras que puse y a pesar del poco tiempo que tenía, ella venía a verme cada tarde para entregarme el informe de producción y se las arreglaba para encontrarme siempre solo en mi oficina, brindarme con su sonrisa acostumbrada y acercarse a mi para darme explicaciones de su informe, formulario que yo conocía muy bien, pues yo lo había elaborado.
Su perfume siempre se quedaba después de ella y a los minutos me llamaba para contarme que habia olvidado algo en mi escritorio. Durante muchos meses, eludí su presencia avasallante y pretendí darle motivaciones diferentes a su interés por mi. Pero como dice el dicho “Tanto va el cántaro al agua que al fin se rompe”.
La empresa hacía una fiesta anual, en la cual todo el mundo participaba, generalmente viajábamos a algún balneario cercano de Santiago, donde comíamos, bebíamos, y confraternizabamos además de bailar. Pero el alcohol aunque sea en muy poca cantidad, te hace perder la voluntad, sobretodo cuando se es débil frente a la belleza femenina, sino, preguntémosle a Adan.
Sus amigas íntimas, sirvieron de celestinas, para que el encuentro se produjera y allí pasó lo que tanto temía; nos tocó jugar en el mismo equipo en las diferentes competiciones; voleyball en la piscina, baby fútbol en el pasto, cantar a dúo y al final bailar. Todo esto necesitaba de ensayos, de encuentros y tuvimos demasiado tiempo solos como para no lanzarnos el uno sobre el otro.
Todo empezó como jugando, y nos encontrábamos dos o tres veces por semana, casi perdí algunos cursos en la universidad por faltar demasiado seguido. Razón por la cual, decidí que no tenía tiempo para una relación que estaba destinada al fracaso y puesto que venía de comenzar debíamos detenerla a tiempo.
Naturalmente esto comenzó a traerme problemas en la relación de pareja con mi señora.
Era ella la que venía a buscarme de la mano, cuando me sentía perdido, era su voz la que escuchaba en medio de la noche y era su perfume el que ponía en marcha mi líbido, era su sonrisa y sus ojos miel los que estaban en mi retina y todo deseo reprimido es como un volcán que tendrá que explotar.
- Siempre estás ausente, me decía mi señora , yo pienso que la universidad no te deja pensar en nada más.
-Yo pienso que es el cansancio repetía, sin creerlo.
Sabiendo que lo que es imposible, es cambiar el curso natural de un río, al igual que el de un sentimiento.
Una tarde en que la luz nos abandonó repentinamente, ella la pelirroja, Noelia, se sentó frente a mi y me pidió la mirara fijamente a los ojos.
- Creo que ha llegado la hora de que sepas cuales son mis planes contigo, he sido muy feliz, a pesar de que los minutos que me das son exiguos, a pesar de ello, siento que hemos nacido el uno para el otro. Durante mucho tiempo he aceptado ser aquella que toma lo que queda en la mesa; pero no puedo más con este sentimiento que está dentro de mi. Quiero que sepas que te he elegido como el compañero de toda la vida, quiero que juntos tracemos nuestro propio camino. Siento que tu y yo haríamos una pareja ideal.
- Mi mano tapó su boca y le dije no sigas por favor.
- Tu eres muy jóven y encontrarás quien te haga feliz como yo no he sido capaz de hacerlo, tendrás mil oportunidades para encontrar aquel que te merece. Que nosotros no debíamos jugar con fuego por que terminaríamos quemándonos.
- Pero yo solo sueño de vivir contigo, no con ningun otro, me gritó con lágrimas en los ojos. Estuvimos media hora sin hablar, ella llorando inconsolablemente y yo sumido en la profundidad de mis tristezas.
- Yo no puedo abandonar a mis hijos y no lo haré nunca, esa es la única razon, que me hace renunciar a un amor que jamás creí que podría sentir, dije para reanudar la conversación. Espero que algún día seas capaz de entender este gesto y creéme que renunciar a ti, es un paso terriblemente doloroso, pero la vida no es solo un momento y seré muy feliz de saber que has encontrado tu propio camino.
Un año después recibí la invitación a su matrimonio y a pesar de que había deseado con todas mis fuerzas que ella fuera feliz, no pude retener las lágrimas al saberlo y estoy convencido que el niño pequeño que había en mi, perdía a una compañera de juegos, talvez la más importante hasta la fecha, después de mi compañera.
El matrimonio
La iglesia era grande y estaba abarrotada de gente, aparte de sus familias que al parecer eran numerosas, la cantidad de amigos y ex compañeros de trabajo también decíamos presente.
Yo permanecí en un rincón, sintiéndome totalmente desvalido y solitario, ¿a quien poder contar?, que moría de amor por alguien que estaba casándose, creyendo que no podía amarlo como me amaba a mi.
Hacía mucho tiempo que mis creencias religiosas inculcadas por mi abuela en mi niñez ya se habían alejado, ya no eran parte de mi. Pero esa tarde, mirando la esfinge de Jesús crucificado, recordé las palabras que mi abuelo solía repetir. “Cada cual carga su propia cruz”.
Después del acto religioso, a la salida de la iglesia, el arroz volaba en la cabeza de los novios y yo no tuve la fuerza para ir a saludarlos, me contenté con mirarla desde lejos; me buscó varias veces con su mirada. Dudé en ir a la celebración, pero mis compañeros de trabajo me llevaron casi en andas a la fiesta. Ellos no sabían la procesión que había en mi, ni conocían los hechos de ese amor escondido.
Aquel día tuve, como muchos sábados la visita de mi abuelo al mediodía y comimos como siempre con una botella de vino, por extraña circunstancia para él, bebí más de lo acostumbrado y nos tomamos dos botellas al almuerzo antes de partir a su casamiento.
En la espera de la novia, muchas fueron las copas de pipeño que nos sirvieron y cuando la novia llegó, yo ya estaba sin ninguna barrera de timidez, esperé el momento en que estuviera sola para tomarla en mis brazos, como en los primeros tiempos; nos besamos llorando y se cayó el ramo que portaba, hasta que su madre, se acercó para decirnos, que las visitas la estaban esperando en el salón y al vernos con lágrimas en los ojos, dijo con suavidad ingenua, la felicidad es contagiosa y hace llorar, a mi me pasa lo mismo que a usted.
Talvez con un sentido de rebeldía contra la vida quise estar en cada una de las fotos de la novia, hasta que el novio furioso, soltó mi mano de la de ella, mientras ella reía de emoción y de nervios. Alguien comedido me fue a dejar a la casa, para que no hubiera problemas en el casamiento. No la volví a ver después de muchos años.
Cada casa tiene su propia historia, y moran en ella las energías de todos aquellos que de cerca o de lejos tuvieron algo que ver en su construcción. Aquellos que vivieron horas felices y también los llantos y las penas de quienes las padecieron.
La casa de Romeral era pequeña y su pequeñez se acentuaba en comparación al terreno que la circundaba. Constaba de un salón-comedor bastante grande, de una pequeña cocina al igual que su baño y de una sola habitación que compartíamos con mi compañera y nuestra pequeña quién ya había nacido.
La primera vez que la ví, me pareció salida de algun cuento para niños, su forma incongruente de paraleloide como si la construcción se hubiera terminado intespestivamente por falta de fondos.
Cuando conversé con sus dueños me lo refrendaron. Vivieron solo algunos meses y después del accidente mortal de uno de los hijos del cuidador se fueron como huyendo del lugar.
Nosotros necesitabamos una casa urgente y esta nos venía como anillo al dedo, no era cara, no lejos de la casa de la madre de mi compañera y podía ocuparse inmediatamente.
Al mes de estar viviendo nos llegó Ramal el perro juguetón y de un día a otro, encontramos a un invitado de Ramal a quien pusimos Cafetal por su color, quién se quedó como jefe de guardia de la casa.
Ramal, nuestro perro, era un pastor aleman grande y hermoso, nos lo fue regalado por un amigo de mi hermana que era adiestrador de perros de los carabineros (policía). Llegó pequeñito a nosotros y fue como un hijo más.
Era el que se escondía cuando me sentía llegar y cuando estaba  cerrando el candado de la reja exterior me ponía sus patas en la espalda y salía arrancando ya que generalmente me dejaba el barro en mi vestón y después volvía arrastrandose como pidiendo perdón, me abrazaba las piernas y me lengueteaba las manos
Talvez nuestros primeros sueños de un verdadero hogar, se fueron moldeando mientras le dábamos vida y energía a nuestra morada. Cada planta que pusimos tenía un sentido;  cada piedra decorativa tenía el sello de mi compañera al igual que la chacra que en verano nos alimentaba.
- Oiga vecino,  ¿Usted no ha sentido nunca ruidos extraños en su casa?
- Con los perros que tengo y  el llanto de mi pequeña no soy capaz de escuchar nada más.
- Sabe usted que la dueña de la casa no podía dormir  sintiendo los gritos del niño que se ahogó en el tonel que usaban para guardar el agua.
- Nunca he sentido nada extraño ni mi esposa tampoco.
La extraña conversación me quedó dando vueltas. En mi caso era muy difícil que escuchara algo, ya que me acostaba completamente agotado todas las noches, después de mi trabajo a tiempo completo y de la universidad en las tardes hasta las once de la noche en que terminaba.
Aquel fin de semana conversando con amigos y familiares recordé aquello que la vecina me contara y aunque era completamente incrédulo a la vida después de la vida, no dejó de preocuparme y expuse en voz alta con ellos que los padres son responsables de no pensar en sus hijos cuando toman algunas decisiones, como por ejemplo tener un barril lleno de agua.
-       Cada cual tiene su propio destino, me dijo una de mis amigas que era muy creyente en el más allá. Y si la dueña de casa sentía esos ruidos, era su propia conciencia que no la dejaba dormir, porque se sentía responsable del drama que ocurrió. Ustedes en cambio son ajenos al drama y además cuando hay un alma en pena como es el caso y sobretodo de un niño la llegada de un bebé trae la paz y el amor y seguramente la energía del niño que partió y la de tu hija deben tener una buena relación y eso ha hecho que los ruidos han cesado, es muy posible que la energía del niño encontró la paz y partió.
-Después de esta explicación que la encontré sumamente absurda. Sin embargo la conversación se fué siguiendo otros caminos en los cuales no quise intervenir, porque no tenían nada que ver con mi forma de pensar y siempre fui respetuoso de las creencias ajenas. A los 23 años no podía creer que tenía la panacea de la verdad absoluta.
¡Aunque a veces si lo creía! Mirando aquel ayer, después de tantos años vividos, de tantos pedestales de los que me he caído estrepitosamente.  ¡Que injustamente soberbio somos en esa edad! Mario nos visitaba mucho en ésa época, estaba enamorado de Isabel. Y juntos tejíamos el futuro. Ellos habían estudiado en el mismo Instituto que yo, pero eran más jovenes y nosotros como pareja eramos su modelo y así nos lo hacían comprender. Venían los fines de semana, nos tomabamos unos combinados de Pisco y cola analizabamos la vida, la política, el amor y el futuro. Siempre hablaban como pareja y se proyectaban, solo que no contaban con los avatares de la vida.Y a veces los sueños se entremezclan, y otras miradas minan nuestra resistencia y terminamos acariciando otros cuerpos.Hicimos un paseo a Esmeralda, un pequeño pueblo aledaño a Melipilla, donde teníamos unos amigos que estaban a cargo de la estación del ferrocarril que en aquel tiempo terminaba en Cartagena, la playa más popular y la más cercana a Santiago.Esmeralda era campo, y tenía un pequeño riachuelo donde nos ibamos a mojar los pies después de nuestros juegos a campo traviesa.  Bajo la sombra fresca de unos sauces añosos hacíamos un asado que devorabamos acompañado de ensaladas deliciosas y de mucho pero mucho tinto y del otro. La música y el canto no podían faltar. Después de quedarnos todo el fin de semana nos volvíamos el domingo para cada cual volver a su propia rutina. Pedro a saludar sus trenes compañeros mientras Tere, tejía los sueños de tener un bebé y Mercedes su madre los tenía a todos en engorda.Y en la ciudad, nosotros a evocar las ricas y jugosas empanadas de doña Mercedes, cuando la hora del almuerzo no nos dejaba los mismos sabores.Allí Mario se dejó tentar por otras caricias, y una morena bajita pero de labios gruesos lo fué llevando por otros caminos e Isabel quien nos visitaba aún se fue quedando entre nosotros y una noche en que la acompañé a su casa porque era tarde para que se fuera sola, al despedirnos frente a la puerta de su casa, mis manos se quedaron agarrados a su piel y sus labios en los míos prendidos como si el fuego hubiera nacido ahí y de pronto temblamos de un ígneo deseo.- Dios mío, dijo ella. Yo pensé que yo no te gustaba.- Tu tejías sueños con Mario y yo no soy solo, tu lo sabes bien.- Vamos a hacer cuenta que esto nunca existió, porque yo los quiero a ustedes juntos.Fue lo último que me dijo antes de cerrar la puerta. ¡Pero muchas gracias por el beso!Tuvimos que cambiarnos prematuramente por las circunstancias expuestas anteriormente, con la gente que intentó incendiarnos la casa.Nos alejamos del barrio aquel, e Isabel se fue perdiendo de mi memoria solo aparecía hermosa y risueña cuando algún perfume parecido al de ella me traía su recuerdo. Después del golpe militar me encontré con Mario y me contó que ella y su familia habían emigrado a Suecia.- ¿ Te escribes con ella? le pregunté con el ánimo de saber su dirección.- No, nunca me perdonó, lo supe por algunos amigos comunes, pero sé que está bien.Aunque su rastro era claro, un perro viejo a veces pierde el olfato.
Cuando converso conmigo, generalmente en las mañanas, antes que los otros se despierten y abro sigilosamente la puerta que venía de cerrar para mirar el camino que no fui capaz de recorrer y a pesar de que la pasión es una energía poderosa, siento la mano de mi niña que viene a sacarme de la duda en que me encuentro y me veo perdido cuando era niño y no encontraba las manos que me faltaron, era imposible que abriera otras puertas para dejar a un ser desvalido tirado en el camino por una pasión que talvez no tiene destino.
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ernestosanmiguel · 4 years
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Calle Benito Juarez
Ernesto San Miguel
Entre Recoleta e Independencia, calle que corre paralela al río Mapocho, vale decir desde el poniente a la cordillera, no tiene más de cuatro cuadras, y en medio de ella una escuelita primaria que tiene como nombre al héroe y padre de la patria mexicano. Benito Juárez
La cruza la Avenida de la Paz, camino casi obligado de todos los cortejos rumbo a los cementerios tanto al General como al Católico. En general sus casas son profundas, con muchas piezas, por esa razón vivían allí muchos comerciantes de la vega central, donde llegaban las frutas y verduras que surtían al gran Santiago.
Allí vivían mis tíos, quienes me tuvieron durante varios años de mi vida y compartí con mis primos una parte de mi niñez y mi adolescencia.
La niñez no fue fácil, principalmente porque un niño pide un amor que solo los padres pueden dar y además mis tíos tenían varios hijos de quienes preocuparse. Yo y mi hermana ocupábamos la pieza de empleada que estaba al fondo y daba al patio grande, después de la cocina, colindaba con el lavadero, que se encontraba al lado del gallinero que podía albergar sus cincuenta gallinas y dos gallos que pisaban hasta la escoba.
La parte delantera de la casa constaba de 3 dormitorios que se encontraban a la derecha y a la izquierda comenzando por el salón, que era más que nada una decoración y se usaba en raras ocasiones, principalmente cuando había fiestas; después el escritorio que era además una biblioteca, lugar donde yo pasaba el mayor tiempo, a continuación el comedor grande, también decoración, al lado el comedor chico que se usaba en el invierno, al frente terminando los dormitorios el baño principal, que comunicaba con el dormitorio de mis primos, al medio el dormitorio de mi prima y en el primer dormitorio mis tíos; al lado de las dos puertas que se cerraban generalmente a tempranas horas, un poco después de la provisión de cervezas para mi tía, que bebía durante todo el día, pero en mayor cantidad después que mi tío se acostaba entre 7 y 8 de la noche.
Si, era alcohólica, todo el mundo lo sabía y todo el mundo lo callaba; nosotros eramos demasiado pequeños para entender razones e ir a buscar la causa.
Al fondo antes de entrar al patio de tierra donde se encontraba el gallinero, había un patio embaldosado donde se encontraba bajo seis parras con un andamiaje para que sirviera de sombra en el verano, la gran mesa de comedor, que en realidad era una mesa de ping-pong que cumplía las dos finalidades, entretener y ser a la vez mesa de comedor de verano.
El loro tampoco faltaba, y no había conversación donde no se metiera, el “cara de huevo” como todo el mundo lo llamaba, se mimetizaba con las hojas de parra y desde ahí nos observaba a nosotros y a los dos perros a quienes temía. Bajaba cuando la comida estaba servida y no faltaba el bromista que le daba pan con vino, para que hablara sin complejos.
Antes que mi tío comprara esta casa, vivíamos en una casa grande en la acera de enfrente más al poniente de la calle Fariña, al costado izquierdo estaba el depósito donde la
Municipalidad de Santiago, guardaba una parte importante de los camiones de la basura.
Eramos todos pequeños, mi primo mayor tenía apenas 9 años, yo bordeaba los 5 años y mi hermana 4. Era un día domingo, mis padres habían venido a visitarnos y las conversaciones después de la cena se alargaban entre risas, vasos de tinto y de blanco; todos era jóvenes, he visto las fotos de la época, mi madre tenía entre 22 y 23 años, mi tía a lo sumo 29 años,  ninguno de ellos tenía más de 35 años, generalmente cuando la vida nos parece eterna y somos capaces de gozar sin ni siquiera pensar en el mañana.
Mi primo venía de partir al cine, cuando el timbre sonó tres veces, al abrir la puerta, frente a nosotros estaba Juanita junto a su madre quién le pedía a mis tíos si podían cuidar a su hija mientras ellos iban al cementerio a enterrar a su pequeño que había muerto con solamente algunos días de vida.
Su padre se encontraba un poco más atrás con una cajita blanca debajo de su brazo; el rostro de ellos era triste, habían tratado durante mucho tiempo de darle un hermano o hermana a Juanita que en la época tenía 9 años. La vida les había puesto tan felices con el pequeño que había llegado a sus vidas, pero efímera felicidad, les había dejado caer y llenado de tristezas.
El padre de Juanita era compañero de trabajo de mi tío, y además habían sido muy buenos amigos de juventud, antes de que nos cambiaremos a la casona de Juarez, vivían en el mismo pasaje Fariña, ellos seguían viviendo allí, y se frecuentaban como siempre; pero el embarazo de la señora Amalia había sido difícil y eso había espaciado los encuentros.
Juanita con los ojos llenos de lágrimas se sentó en un rincón, lejos de los juegos nuestros, pero las mujeres, mi mamá y mi tía entre ellas vinieron a consolarla.
La recuerdo porque era mi gran amiga, dulce, hermosa, querida, adorada de los suyos y de todos quienes la conocíamos. Siempre nos tomaba de la mano cuando caminabamos con ella, sobretodo de mi hermana que era la más pequeña. Los hombres que hacían sobremesa contándose chascarros e historias cómicas pararon su conversación y mi tío con la mejor de las intenciones y la mejor de sus sonrisas dijo: todos los niños hagan una cola y yo les voy a dar dinero para ir a comprar chocolates; mi tía llevó a Juanita donde mi tío y los tres tomamos las monedas que nuestro tío nos dió.
Los tres partimos a comprar al almacen de la señora Lucy, que quedaba distante de un cuarto de cuadra de nuestra casa, por la misma acera. Camino que siempre realizabamos, cuando faltaba algo para la comida, y nos mandaban a comprar. Juanita iba al rincón, mi hermana al medio tomada de su mano y yo hacia la orilla, quien también tomaba la mano de Leo.
Ambas iban vestidas con un  chaleco del mismo diseño, que les había regalado mi tía, hacía algunas semanas, íbamos felices pensando en los chocolates que nos comeríamos, cuando un ruido espantoso nos hizo mirar hacia arriba, y ver al mismo tiempo que el frontis de la casa por donde pasábamos se estaba derrumbando.
Seguramente atravesé la calle corriendo con mi hermana tomada de la mano, y nos escondimos detrás de una puerta porque el polvo que se levantó y la tierra que venía nos llenó los ojos y la cara ¡ Estábamos mudos de espanto!
Salimos al escuchar los gritos de mi madre y de mi tía levantando los escombros que habían caído en la vereda. Ellas estaban como locas llorando y gritando. Mi madre gritaba
- Mi niña, mi niña, mataron a mi niña y nosotros petrificados de miedo mirando desde la cera de enfrente, sin saber que hacer.
El cuerpo de Juanita yacía inerte, con la cabeza destrozada.
Nunca supe que sucedió con la persona que fué el culpable de la muerte de ella. Había un tipo subido en una escalera, golpeando con un mazo (martillo grande) debajo de la cornisa de la casa y después desde enfrente lo había visto apegado a la escalera; creo que mi padre al salir nos vió y nos fue a buscar.
José era el padre de Juanita, él y Amadeo mi tío se conocieron en la niñez, cuando este último venía de llegar de España y todo los niños lo conocían por el coño. Tenía un caracter retraído que contrastaba con el caracter alegre y suficiente de José, pero es bien conocido que polos opuestos se atraen; así es en la amistad y en el amor.  En la adolescencia ya, José era alto y atleta, era el mejor jugador de la escuela y todas las chicas andaban tras de él, tratando de llamar su atención, Amadeo era muy delgado  y por su caracter pasaba siempre desapercibido, raras eran las ocasiones en que sonreía y siempre escondía sus emociones.
- Amadeo, gritó José desde el rincón opuesto de la sala; esta tarde tengo dos minas invitadas al cine; estoy seguro que te gustarán.
- Si pero debo hablar con mi papá, para ver si me da permiso, respondió Amadeo.
- Estás loco, esto no te lo puedes perder, tienes que inventar cualquier cosa, sino Coño, pierdes mi amistad y diré a todo el mundo que no te gustan las mujeres, ja, ja, ja. Tu decides.
- Tu sabes que tengo que trabajar con mi papá después de la escuela y al viejo no puedo mentirle.
- Lo siento amigo, le gritó José riéndose a carcajadas.
Esa tarde Amadeo estuvo muy pensativo y con la cabeza elucubrando sueños.
- Si yo tuviera una  novia sería muy feliz.  Me pregunto si alguna chica se fijaría en mi. ¿Porqué soy tan requeteflaco dios mío? Dicen que cuando Jesucristo murió en la cruz, también era harto flaco y lo más bien que tenía a su María Magdalena. Claro que él tenía otros poderes. Y ser hijo de dios no es fácil. Bueno mi papá es reflaco y ha tenido dos señoras, mi mamá y la actual. Le voy a preguntar como lo hizo. Lástima que mi mamá haya muerto cuando aún era un niño, con ella era fácil conversar, con el viejo siempre es difícil y nunca tiene tiempo para hablar conmigo. Sus hijas del nuevo matrimonio acaparan toda su atención, ahora entiendo porque mi hermana quiere entrar al convento. Mi padre no la deja tener ningun amigo. Y tiene muchos problemas con la actual señora, entre mujeres siempre hay mucho celo pero además ella quiere que mi padre solo se preocupe de sus hijas, aduciendo que nosotros ya somos grandes, a veces me siento muy solo, si no fuera por José que es como mi hermano mayor. Como me gustaría ser como él.
Asi estaba Amadeo, pensativo cuando su padre le pregunta de improviso
-  Oye, te he hablado tres veces y no me has escuchado  ¿Estás enamorado acaso?
-  ¿Y cuando tengo tiempo para buscarme una mina? En cambio el José siempre tiene alguien con quien salir.
- Me estás diciendo que quieres tiempo para  perderlo como tu amigo José.
- José es un excelente alumno, y además un excelente amigo y justo quería presentarme unas amigas, pero le respondí que no podía, porque tenía que trabajar con usted papá.
- Uhm, pienso que estás en edad de tomar un día libre para tí y espero que escojas bien.
-  !Gracias Papá !
Al día siguiente, cuando Amadeo encontró a José, le contó la conversación con su padre y que estaba muy contento porque tendría un día a la semana para salir con amigas.
- Un día a la semana es harto poco Amadeo, le respondió José.
- Si no es mucho, pero es mucho más que nada.
- Tienes razón.  ¡Eso es pensar positivo! y manos a la obra, esta tarde vamos a encontrarnos con Amelia y con Amalia.
- ¿Cómo dices que se llaman? Amelia y Amalia. ¿ Acaso son hermanas? O sólo es el azar,  de llamarse con una diferencia de una letra, resulta hasta cómico.
- Tengo una idea, las llamaremos por su diferencia una será la A y la otra la E. ¿Qué te parece Amadeo?
- Me parece extraño, pero así nadie sabrá de quien hablamos, si es una buena idea.
El cine del barrio hervía de gente a la hora de la matinée, era el sitio de reunión preferido de la adolescencia. Ambas chicas se llevaban muy bien con José, quien siempre estaba contando chascarros y haciendo bromas, en cambio Amadeo solo respondía con algunos monosílabos cuando alguién le preguntaba algo; tanto fué que las chicas le preguntaron a José, si su amigo era enfermo que no hablaba y además las eses sonaban como zetas.
- Ja, Ja. Es que Amadeo es coño, es español y ellos hablan diferente a nosotros, lo que pasa, es que él es un poco tímido, pero es un buen amigo y espero que le quieran tanto como a mí.
Esa primera salida, no fue sensacional pero sirvió para ir tejiendo lazos de amistad y de comprensión, como era natural el desparpajo y la simpatía natural de José hizo que las chicas A y E, casi no tuvieran ojos para Amadeo pero los tres rieron de buenas ganas con las salidas comicas de él.
- Antes de despedirnos, dijo José tenemos que ponernos de acuerdo para hacer de este día, el de los cuatro, ya que nuestro amigo no tiene otra oportunidad, por las circunstancias de la vida o bien porque su karma es trabajar y trabajar y además tiene un padre que se lo recuerda de manera bastante fuerte.
- ¿Es verdad Amadeo? preguntó A, con un rostro en el que se pintaba la incredulidad.
- No, estás loca agregó E, no te das cuenta que están bromeando.
- Amadeo las miró seriamente y añadió, me gustó mucho poder compartir con ustedes, pero encuentro ilógico que tengan que conversar de mi. Buenas noches.
Mientras sus amigos se quedaron conversando, Amadeo se fue repasando los momentos vividos, era la primera vez que estaba solo con chicas, aunque su timidez le impedía mostrar sus sentimientos, iba feliz. ¡Qué mirada tiene A! se decía Amadeo y el cuerpo magnifico, como me gustaría pasear mis manos por ella. E tiene más personalidad, y un rostro más hermoso, además es más alta, se nota que vienen de una familia adinerada, la forma en que se visten, la calidad de sus zapatos. Mierda, no creo que se fijen en mi, además es el único pantalón que tengo para salir, y ni hablar del resto, así cavilaba Amadeo al entrar a su casa.
- ¿Y como fue la velada, preguntó su padre?
- Bien, gracias padre, la película era interesante.
- ¿Y las amigas,  no lo eran acaso?, añadió su padre.
- Si , muy interesantes padre, sólo que, se ven de otro nivel social, y no creo que se vayan a fijar en mí, como yo quisiera.
- Tienes que tener confianza en ti; eres un chico bueno, sano; tienes muchos valores y las mujeres tienen muy buen olfato para distinguir lo importante. Ya lo verás.
Al día siguiente, José y Amadeo, rememoraban el encuentro con las chicas. Amadeo ya suspiraba al caminar.
- Bueno Amadeo, ¿Por cual suspiras más?
- La verdad, es que las dos son hermosas; pero ellas sólo tenían ojos para tí.
- No seas loco, lo que pasa es que tu tienes miedo de hablar, y pareces mudito. Tienes que romper el huevo y salir a tomar aire, expresar lo que piensas, ser capaz de sonreir y que tus ojos hablen cuando miran. Que digan aqui estoy yo el rey de los gitanos.
- ¡Si pero yo no soy gitano!
- Qué importancia tiene, tu debes sentirte feliz de lo que eres o de lo que no eres y si ellas no lo valoran, encontraremos otras más inteligentes. Créeme.
Durante muchos años de mi niñez, la escena volvía a mi mente,  y me producían un terror inmenso. Hasta que el tiempo comenzó a sepultarlo.  
Ahora cuando los evoco, mis lágrimas caen sin que pueda detenerlas, es probable que en la época, no haya podido llorar.
El cortejo empezaba en la calle Recoleta y se alargaba hasta la Avenida de la Paz, el colegio al que ella pertenecía asistió entero, con sus profesores y todo el alumnado que venía para decir adios a una niña especial, todos los compañeros de trabajo, sus amigos y los amigos de  sus padres. También toda nuestra familia.
Mis recuerdos son los recuerdos del niño que vivió una tragedia, que trajo serios problemas a las familias que las vivieron, no recuerdo todos los entretelones. No recuerdo por ejemplo la llegada de los padres de Juanita, ni la conversación para enterarlos de que su hija que habían dejado al cuidado de sus amigos mientras iban a enterrar a su bebé, estaba también muerta.
Pero no puedo olvidar, los gritos en la calle de la madre de Juanita, cuando le gritaba a mi tía:
- Asesina, asesina y aquello duró meses. Ella perdió la razón y mi tía cayó en el alcohol.  
Juarez 755 era diferente a la otra casa, era menos grande, pero mejor su construcción, que he detallado al inicio de este recuerdo.
Al frente en un conventillo, donde se arrendaban piezas, vivían mis abuelitos. Una pequeña pieza, donde en invierno no faltaba la tetera en el brazero y alrededor mis abuelos y yo tomando una taza caliente de té o bien un mate. ¡Qué contraste! Con la casona donde vivía  su hija.
Pero para ellos dos, con el amor bastaba, incluso tenían para darme a mí hospedaje y a quien lo necesitara; por ahí pasaron muchos tíos y primos de ambos sexos.
Mi prima Chela, a quien me gustaba tocarles las piernas, cuando no debe haber tenido más de 18 años y yo cerca de los 10.
- “Déjate de molestar huevón”, me decía acompañando la palabra a la acción y me dejaba las manos rojas por inquietas.
A mi me tocaba dormir con mi abuelo Felipe, me dejaba las piernas pellizcadas durante la noche, porque le pegaba muchos puntapies y además lo destapaba.
Cumplido los once años ingresé al Comercial, constituyó un gran cambio comenzar la secundaria, era la primera vez que estudiaba en colegio mixto y de aquellos tiempos mis recuerdos me hablan de María Angélica, era la mejor alumna del curso, siempre ordenadita, sus cuadernos eran un ejemplo; muchas veces debió prestármelos para que me pusiera al día en las materias.
¡Qué contraste con los míos!
Fué el amor más platónico de cuantos viví, pienso que nunca supo que estuve cerca de un año enamorado de ella.
Siempre me hizo perder los pedales y una vez casi perdí la cabeza.
Ibamos caminando por la calle Santo Domingo, ambos hacia el colegio, cuando la divisé, por la vereda de enfrente y más atrás que yo, eso implicaba darme vuelta para mirarla, ella sonriente se dejaba admirar hasta que tropezé con dos enormes tarros de basura, cuando no se usaban las bolsas plásticas y el basural se desparramó por el suelo y yo entremedio con los olores putrefactos y  con la cabeza adolorida y la basura entre mis ropas y ella cruzando con su sonrisa sarcásticamente dulce me dice:
- “Siempre eres tan loco para caminar” y yo rojo granate sin contestar.
Pensé entre mi, solo cuando te veo pierdo los kilates, pero sonreí timidamente y entramos al colegio como si nada.
Dicen que los primeros amores causan estragos en nuestras mentes y en nuestro accionar; con el correr del tiempo, me he dado cuenta que en mi caso particular, que no han sido solamente los primeros.
Recuerdo que tenía una compañera que se llamaba Juanita y éramos muy amigos, ella tenía una hermana llamada María, de quien mi amigo Roberto, estaba muy enamorado. El no estudiaba con nosotros, pero pasaba más en nuestra escuela que en la de él.
María tampoco estudiaba con nosotros y para  verla debíamos ir hasta la población Juan Antonio Ríos y la única forma para mi amigo, era entrar conmigo a su casa, simulando ir a estudiar.
Uno de aquellos días, Roberto llegó a la escuela a la hora de salida de clases y me llevó a un lado para contarme que era el día del cumpleaños de María.
Cuando repetía su nombre, diría que sus ojos brillaban.
- Para mi, el cumpleaños de ella no tiene ninguna importancia,  además no he sabido que vayan a celebrarlo y si lo hacen, no estamos invitados.
- Eso no tiene importancia, se donde venden los mejores pasteles de Santiago y ella se va chupar los bigotes y no me olvidará jamás. ¡Ay María del Alma mía! cantaba mi amigo eufóricamente.
En la Alameda de las delicias, pleno centro de Santiago, se encontraba la famosa pastelería, y a la hora de punto ibamos corriendo, para poder subir al microbus.
Tomamos el bus después de muchas peripecias, yo haciendo espacio y él pasando con la docena de pastelitos para su amada.
Ese año habían llegado los buses Fiat, de color verde que tiritaban ostensiblemente antes de partir y los asientos de atrás estaban abiertos y sólo habían a sus costados asientos perpendiculares, de modo que los pasajeros de pié, quedaban tocándonos las piernas.
Dos señoras regordetas que iban a bajar nos cedieron el asiento, pero esperando la llegada al paradero, se quedaron paradas a nuestro lado; en ese momento el autobus partió con sus tiritones extraños y las señoras cayeron sobre nuestras piernas, esto significaban en el caso de mi amigo, sobre la docena de pastelitos que quedaron absolutamente achuñuscados bajo los enormes cachetes de la gentil dama.
- ¡Mis pasteles! gritaba Roberto, tratando de parar a la dama, empujándola por los glúteos
- Déja de tocarme el poto, chiquillo de mierda y zas cachetada en el cabeza.
A Roberto todavía le dolía la cachetada de la dama, pero más le dolía el ego, de verlos achatados sobre la mesa, cuando nos sirvieron el tecito para acompañar los sabrosos pasteles.
Con el tiempo no sé si María habrá olvidado a Roberto, pero de la gorda arriba de los pastelitos no me voy a olvidar nunca. Ni tampoco de la risa colectiva que se produjo en el microbus, después del incidente.
                                                                                                                                                        Rosario venía de un pueblo al sur de Santiago y vivía, mientras estudiaba, con su hermana quién ya trabajaba y compartía en una casa con una compañera de trabajo, pero además ambas pertenecían a un grupo de canto, cuya especialidad eran las zambas argentinas.
Nos juntábamos dos veces por semana para guitarrear y cantar.
Rosario ya estaba de novia cuando yo la conocí; a pesar de ello entre el canto y los paseos por el parque Forestal, nació una atracción que superó las barreras de lo establecido y de los compromisos que ambos teníamos.
Una tarde del mes de noviembre, después de dejar el colegio nos aventuramos hasta el cerro San Cristobal, nos fuimos por los recovecos más escondidos, empezamos alucinados de pasión detrás de un árbol y terminamos en forma abrupta tirados a la sombra del mismo árbol.
Estábamos en pleno vuelo de fantasía en un beso de nunca acabar, ella ya sin calzones y yo con la mitad de mis pantalones abajo, cuando una mano violenta me lanzó al costado de mi corcel; ella y yo semidesnudos y una pareja de pacos mirando nuestros genitales a destajo, más un invitado de piedra, que no sabíamos quien era.
- ¿Ustedes no saben que está prohibido hacer cochinadas en lugares públicos y además con uniforme escolar?
- ¡Presos por faltar a la moral y a las buenas costumbres! y el otro paco agregó y por calientes mi capitány a este otro por sapo (mirón).
- ¡Los tres presos y en silencio!  Gritó el capitan
Rosario tomaba mi mano con desesperación y con una risa nerviosa, me hablaba con sus ojos. Decidí ir a conversar con el carabinero de más rango, para poder influir en su actitud.
- Perdón señor ¿ que va a pasar con nosotros?  
-  Muy fácil jovencito, se iran presos hasta que algún adulto de su familia venga a buscarlos.
Panorama bastante sombrío para Rosario, cuyos padres vivían fuera de Santiago.
- Señor ¿Le puedo pedir un favor?  
- Lléveme preso a mi, pero ella no tiene ninguna culpa; además todos hemos sido jovenes alguna vez, y hemos hecho algo indebido por desconocimiento pero no hay mala intención en amarse.
- ¡Amarse a poto pelado en un paseo público! Si lo es jovencito, me gritó el jefe de los dos; el otro miraba a Rosario con lujuria pero no dijo nada, el mirón iba adelante.
Cuando estábamos por llegar al retén, el capitan me llamó para un lado y me dijo
- Eres un caballero cabro; te salvastes por eso no más; ándate con la niña y la próxima vez sáquense el uniforme para venir al cerro.
¡De todas maneras nunca más volvimos!
Rosario se enfermó, uno de esos días en que estabamos en pleno frenesí y fui a visitarla; la dueña de casa me encontró muy simpático y me preguntó a que venía.
Vengo del colegio por que Rosario debe estar enferma y queremos saber si necesita ayuda.
Entré a su pieza y me estaba esperando con la cama calentita, en pocos segundos había dos enfermos en la misma cama.
Seguramente la dama llamó a la hermana de Rosario, diciendo que tenía visita, lo cierto es que estábamos en los inicios de la danza del amor, cuando ella siente los pasos de su hermana en el corredor y me saca de encima de ella, vístete rápido por favor, apúrate; solo alcancé a ponerme la camisa y me senté a poto pelado en una silla al lado de la mesa que hacía de comedor y me tapé con el mantel, lo más que pude.
Detrás de mi había una pared.
Rosario reía desde la cama y yo colorado como grana y con la erección que no quería bajar.
Pienso que su hermana se dió cuenta que estaba desnudo, porque salió inmediatamente mientras decía que iba al baño y volvía; me dió el tiempo suficiente para vestirme y volver a sentarme ya que la erección continuaba.
Ella muy gentil vino después a darme un beso y se dio cuenta que no me paraba.
- ¿Qué te pasa, tienes un pié malo? No nada, un pequeño calambre solamente. Si agregó Rosario con una mirada picarona, en la parte superior de la pierna,
- Extraño dijo su hermana
- Con un tecito se te va a quitar. Y efectivamente se me quitó.
Al atardecer decidí partir, después de las conversaciones de rigor, de algunas canciones y del guitarreo que nunca faltaba.
¡Como adoraba la zamba argentina que ellas cantaban y yo tarareaba!
”Zamba de mi esperanza, amanecida como un ....”
- Yo me levanto y te voy a dejar, así camino un poco, estoy cansada de estar en cama, dijo Rosario.  
Su hermana le dice:
- Es una buena idea, mientras yo ensayo algunas posturas nuevas (se refería a la guitarra); ella se acercó a mi y me dijo al oído.
- Yo tambien, mientras mi rostro se cubría de un rojo casi granate.
La calle Catedral, no tenía muchos rincones oscuros de manera que fuimos buscando en las calles aledañas, sin encontrar nada apropiado a nuestros deseos, hasta que llegamos a la Quinta Normal, y comenzamos a mirar sus arboledas y a caminar entrelazados; pero la pasión era tan fuerte que nuevamente un árbol centenario nos atrajo y entre beso y beso  nos fuimos cayendo: el temor de mostrar el calor que nos abrazaba, las maneras se hicieron trizas entre meneo y tocaditas y la luna que me alumbraba a los ojos como si fuera un sol, pensaba yo con ilusión; hasta que una voz ronca y profunda me hizo abrir los ojos y encontrarme con la linterna potente de un guardia de la Quinta que nos instaba a retirarnos del lugar que era para pasearse y no para sobarse.
- ¡Jovencitos de hoy que no aprenden nada bueno en la escuela!
La verdad es que acariciarse como lo hacíamos con Rosario nunca me lo habían enseñado en la escuela, eso venía como los circuitos electrónicos, con la marca de fábrica escrito en los genes.
¿Porqué las expresiones del amor, son tan difíciles de entender?
En cambio las del odio, como la guerra, las diferencias sociales, el racismo, el clasismo son parte de la vida común y lo han sido a través de la historia, no están tan lejanos, ni el holocausto ni la inquisición; así cavilaba cuando encontramos, a proposito de inquisición una iglesia en la calle Portales, cuyos muros permitían que me adosara como en un asiento mientras ella se ponía a horcajadas en mis piernas.
Sus labios que sabían a miel, no se podían separar de los míos.
Mis manos buscaban con ahínco sacar sus pequeños calzones, y en la iglesia el cura de turno decía su misa; mientras sus manos desabrochaban mi pantalón y jugaban falicamente en la oscuridad del anochecer. Adentro las velas ardían pacientemente. Los feligreses oraban por la paz y el amor.
Justo cuando la danza del amor tomaba ritmo, dos potentes faros me cegaron y desde dentro de un autopatrullas alguien gritó
- ¿Qué están haciendo mocosos de mierda?  
En el mismo instante saqué a Rosario de encima mío y traté de guardar el pecaminoso con tanta mala suerte, que el cierre de bronze se enredó con mi glande y como diría un chino ”Glande fue el dolor”, que demostré con un grito que espantó a todos los feligreses ensimismados en sus plegarias y la risa de los pacos, sonaba estridente en mis oídos.
- Eso te pasa por hue...,¡cabro caliente!
Nada nos hicieron..., mientras caminabamos de retorno a la casa de mi amor, nunca había caminado con tanto dolor entre mis piernas.
Ella tan tierna quería acariciarme la causa de mi dolor, pero le pedía por favor que no me tocara. Demás está contarles que me fui con la cola entre las piernas, y estas últimas lo bastante abiertas para que no me rozaran, ni me causaran más dolor.
La dueña de casa, le contó a Rosario que yo tenía una cara de niño bueno, de manera que nunca tuve problemas para entrar.
Otro día que Rosario no vino al colegio, fui a verla a su casa, entré a su pieza y pensé que era ella quien estaba enferma de nuevo, tenía la cabeza tapada y yo muy chistoso la destapé; gritando
- te pillé.
Cual no sería mi sorpresa al ver a un hombre de pelo canoso acostado durmiendo una siesta en la cama de ella, mirándome con sus ojos serios. Solo acerté a preguntar.
- ¿Perdón quién es usted? Me miró serio y me dijo;
- El que hace las preguntas soy yo.
- Perdon  dije tartamudeando, soy compañero de Rosario y traje un par de zapatos que me pidió.
- Ah bueno, yo soy el padre de ella.
Dejé la mercadería que por casualidad llevaba ese día y partí en tornado. Ella me contó después que su padre me había encontrado un niño muy lindo y simpático y yo que pensé que estaba muy enojado conmigo por patudo y destapar a su hija, sin miramiento.
Máximo o Chimo como le llamábamos estaba enamorado de Rosario y era uno de los que asistía a los guitarreos del anochecer. El siguió viéndola después que nosotros fuimos tomando distancia, ella porque se acercaba su casamiento y yo porque andaba interesado mirando otras chicas y escuchando otras canciones.
Ese verano contrajo matrimonio y fueron invitados todos los del grupo de la zamba, entre ellos yo, solo que no asistí para no causar problemas con su novio, ya que me veía con mal ojo; o con uno muy bueno.
Máximo asistió, y me contó los pormenores con detalles que me hicieron darme cuenta de su inmenso amor por ella.
Nosotros solo jugábamos a ser adultos y nos dejábamos llevar por la pasión visceral que nos encendía en cada reencuentro. En cambio él hablaba de ella como de una vírgen, recordaba cada uno de sus pequeños gestos, de sus sonrisas, de las lágrimas que rodaban cuando dijo que si, a la pregunta del cura de turno.
- ¿Aceptas por esposo a ......., para toda la vida? Nunca más la volví a ver;  pero jamás la olvidé.
Estaba por cumplir los 6 años, cuando escuché que  la hermana de mi tío venía a pasear desde Estados Unidos, donde vivía desde algunos años y venía con su novio para casarse en Chile.
Se quedó algunas semanas viviendo con nosotros, tendría talvez unos 20 años muy jovencita y atractiva, delgada de largas piernas y siempre sonriente.  Ella cambió el ambiente de la casa, mi tío se veía muy contento de estar con su hermana y hasta la hermana que era monja, vino a visitarla.
Una mañana en que estaba lustrándome los zapatos en el corredor, desde la posición en que estaba, veía la tina de baño donde ella se bañaba cada mañana y yo tomé como hábito lustrarme los zapatos a la misma hora para poder admirarla a destajo. Durante esas dos semanas tuve los zapatos mejor lustrados del colegio, porque los repasaba  entre 15 y 20 minutos, cada día.
Nos vimos hace algunos años y contemplé como el tiempo había dejado sus estragos y yo había perdido el hábito de lustrarme los zapatos.
En esa misma época, descubrí los bolsillos de mi tío y los billetes de 5 pesos, que tenían un color celeste que me atraían mucho y comencé a guardarlos en un tarro de café, los estuve robando durante mucho tiempo, hasta llenar el tarro que contenía como 40 billetes hasta que un adulto los encontró y descubrieron que estaba guardándolos como si fueran estampillas.
Ni siquiera conocía el valor del dinero.
La segunda vez que cometí un acto parecido, tenía como 10 años y fui a cambiar un número de loto de un primo que tenía un pequeño premio. El trabajaba con mi tío y me gasté una cierta cantidad en dulces y lápices, pero Mario me perdonó también la irresponsabilidad o frescura.
Cuando estudiaba en el comercial, hicimos un viaje de fin de año. Eramos más o menos como 15 entre hombres y mujeres y acampamos en una playa en El Tabo. El mes de diciembre no siempre es cálido en la costa central y en aquel año, la noche se puso fría y decidimos tomarnos una cantidad de cafés que las chicas preparaban acompañado de huevos a la ostra. (huevos crudos con limón), todo el grupo siguió celebrando con licor durante toda la noche y cantando con guitarreo y huifa, salvo el que cuenta porque sufrí un ataque al hígado, con dolores intensos y vomitos constantes, de manera que las chicas se turnaron para cuidarme durante la noche.
Pasé dos días bastante mal y ya el tercero estaba bien, pero los otros terriblemente agotados de tanta fiestoca.
Cuando volvimos a Santiago en la tarde del día sabado, encontré una monjita muy jóven en la casa y mi tía me llamó inmediatamente para decirme que era la hija de unos amigos de La Costa y debía entrar al convento al día siguiente y si la podía entretener.
Estaba de moda la música de Paul Anka, el rock and roll y bailar mejilla a mejilla; ninguna de estas cosas ella las conocía y fue la primera vez que fui profesor de algo.
Tuvimos algunos contratiempos con el rock y su hábito largo, pero en el chick to chick terminamos abrazados en un gran beso en el gran sofa, recuerdo sus ojos azules intensos, su sonreir dulce y sus mejillas coloradas después del baile y del beso. Durante dos horas y media charlamos, nos movimos al son de la música, aprendimos a conocernos, pero no fue capaz de decirme la razon de su estadía en el convento.
Cinco años más tarde, mientras estaba bailando en una discoteca en el centro de Santiago, alguien me abrazó por atrás. La oscuridad no me permitió conocerla inmediatamente, y además sin hábitos ni la vestimenta del convento, después de algunos segundos grité
- ¡La monjita ! y se lanzó a mis brazos de nuevo. No hablamos mucho, ella estaba con su grupo y yo acompañado y en las discotecas la música a todo volumen, no permiten conversar.
Me quedó la sensación que le había robado una esposa a Dios.
Ella murió jóven junto a su hermana en un accidente automovilístico, lo supe cuando andaba en el sur de Francia en la ciudad de Marsella. Paseando me topé con un convento y lo encontré igual al de Santiago donde la iba a dejar cada tarde de domingo en que volvía a su convento.
Me vino a la memoria cuando me contó que viajaría a Francia por un año y el azar quiso que lo encontrara en mi camino treinta años después. Toqué sus muros como para volver a la adolescencia y reencontrar el rostro risueño de mi amiga de antaño.
Caminaba a orillas del puerto siempre teniéndola a ella en mi mente y preguntándome ¿Qué habrá sido de su vida? Nunca más supe de ella y es extraño que hoy su recuerdo venga a visitarme con tanta insistencia.
Estábamos comiendo en familia, cuando alguien se acerca y me dice usted habla español, lo escuché hablando con su hija y contándole de una amiga que estudió en el convento cercano donde le ví pasearse y sucede que yo también tuve una amiga que vivía en el mismo pueblo chileno que yo y estudió un año en este convento.
-       ¿De que pueblo es? Pregunté sorprendido.
-       -De La Costa me respondió, ella se llamaba Margarita.
-       ¿Se llamaba?
Había partido el mismo día que nos encontramos.
Cualquiera diría que fué el azar el día de nuestro reencuentro y también el azar de encontrar a Mauro mi coterraneo quién me entregara los pormenores de su partida en aquella tragedia para su familia y para el pueblo costero de donde eran.
Cada cual tiene su propio destino, seguramente no podía crear una familia, porque debía partir pronto y por ello había elegido el camino de la religión. Nunca es tarde para entenderlo.
Con el tiempo he aprendido a comprender que el azar no existe, que nuestras vidas están trazadas de antemano y que la distancia entre el aquí y el más allá es tan breve, solo que no somos capaces de verla ni entenderla.
Chao Margarita y Hola Margarita. Margarita, Margarita como diría Cocciante en su canción.
Y si ella está durmiendo, yo no puedo descansar.
Para que pueda volver aquí, Su sonrisa aún ahora brilla en la mañana.
Hablaremos horas y horas abracemonos más fuerte….porque ella ama el Amor.
Porque Margarita es Buena, porque Margarita vive, porque Margarita es un sueño porque es el sol, porque Margarita es el viento.
Ella es mi locura, porque Margarita es mía.
Recuerdo a su madre platicando con mi tía y contándole que ella siempre había sido diferente, desde bebé era toda sonrisa y quién la conociera se enamoraba de ella. Todos mis amigos nos decían que tuvieramos mucho cuidado que a veces hay gente mala que no soporta la belleza y la bondad que se leía en su Mirada. Empezamos a pensar con mi marido que lo mejor sería llevarla por el camino religioso e hicimos el trabajo de comenzar a convencerla desde pequeña que estaba destinada a ser la esposa de dios.
En esa misma época conocí a la que iba a ser mi primera esposa, quien era vecina en la misma calle. Me encontraba sentado leyendo en la puerta de la casa, cuando ella vino con una amiga del colegio que vivía en Colina, pequeño pueblo al norte de Santiago.
- Hola perdona que te moleste me podrías prestar $ 5.00 pesos, para mi amiga quien debe tomar el autobus y perdió su dinero.
- Si encantado, respondí yo, mi nombre es Ernesto.
- Ya lo sé, mi hermana juega con tu hermana Pía.
- No, no es mi hermana, es mi prima.
Después de una semana, me vino a devolver el dinero y me presentó en ese momento a una prima que vivía cerca de ella y que tenía unos enormes senos; lo recuerdo porque un día después la vi alegando con algunos amigos de la cuadra, en que ellos insistían en que sus senos no podían ser verdaderos, y ella entonces con su ingenuidad a flor de piel, decía  
- ¡Toquen! ¡Vengan a tocar por favor!
Y entonces cada uno de ellos pasaba a cerciorarse de la realidad, yo tambien tuve ganas de dudar, pero pasaba casualmemente por el lugar y preferí ignorar el juego de los bandidos.
En el barrio vivía una pareja que hacía escándalos todos los días. Ella se llamaba Enriqueta, y todo el mundo la conocía como la señora Queta a él se le conocía como el “pelao”, por su calvicie.
Cuando él llegaba de su trabajo, tanto a la hora de almuerzo como en la tarde, la encontraba ebria, y la salía persiguiendo. Desde lejos ella le gritaba epítetos, él gritaba borracha y así todos los días y en diferentes horarios comenzaba la persecución.  
Los espectadores no faltaban, pero nadie pensaba en el drama que se vivía detrás de esas persecuciones; en la época contaban con unos cincuenta años. Pero sin lugar a dudas debieron comenzar la vida, en la juventud y con todos los deseos y sueños de vivir felices eternamente. Pero el destino les tenía guardada una jugarreta que ninguno de ellos esperaba; al igual que sufren miles y miles de parejas y no tuvieron la fuerza para conversar los problemas que les aquejaban y una se escondía en el alcohol y el otro en culpabilizar.
Siempre me obsesionó la idea de que alguna vez en mi vida, tuviera una relación de ese tipo; y a diferencias de otros que se burlaban de ambos, a mi me producía pena cuando los veía correr como adolescentes o animalitos perdidos en la jungla de la vida.
Chile es un país productor de vino, los hay de muy buena calidad, y el que se vende por litros a precios tan bajos, que a veces un litro de leche vale mas que un mosto litreado (entiéndase un litro bien aguado).
Cada barrio cuenta con varios negocios donde se vende la caña de 1/2 litro; el nuestro tenía a don Sergio que estaba en la esquina de Juarez y el pasaje Irisarri; allí siempre había un grupo de hombres conversando, típica reunión en torno a estos clandestinos e iban pasando de a uno a pegarse un pencazo y volvían sonriendo limpiándose la boca y gustando aún los últimos sabores.
Pero no hay clandestino que no tenga sus borrachitos tirados; de hombres que han perdido la fe y ausentes se abandonan a la suerte.
El vino y las bebidas alcoholicas me produjeron siempre una repulsión porque temía que terminaría como los miles de borrachitos, botados en alguna callejuela.
Tuve un miedo acentuado a ser débil de carácter y dejarme llevar por los vicios.
En aquel entonces comenzaron a salirme verrugas en la mano izquierda, y me avergonzaba terriblemente tenerlas. Mientras más me avergonzaba, más me salían.
Usaba la mano siempre en el bolsillo, incluso vendada por el tratamiento que estaba siguiendo, la mantenía escondida de las miradas intrusas. Marité lo era y un día me llamó sólo para preguntarme que me había pasado en la mano; seguramente pensaba que me la habían cortado y cuando supo me dijo
- ¡Ah eso no es nada!
- Se te quitarán pronto.
Solo que en la realidad me las extirpaban y a los días me brotaban otras; hasta que viajé con mis tíos a Til-Til y un administrador y socio de uno de los fundos de mi tío, me dijo.
- Anda detrás de la casa hay varias higueras, rompe las verrugas y te pones la leche o jugo del fruto verde en cada verruga, vas a ver como te sanas (le llaman leche, porque el jugo es de color blanco y es tan fuerte que rompe y disuelve las verrugas completamente).
La tercera vez que hablamos mis verrugas se estaban deshaciendo, pero comenzaba a nacer una amistad que duró hasta los 50 años. Ambos teníamos 15 años pero ella se veía mayor que yo, fisicamente las mujeres se desarrollan ante que los hombres.
Ella en especial tenía unos senos prominentes  cuyos nacimientos le gustaba exhibirlos usando blusas escotadas, le gustaba usar zapatos de tacon y su figura parecía el de una niña mayor.
En cambio yo era delgado con rostro de niño, bajo de estatura y sin ninguna malicia; tenía 15 y representaba 13, incluso la primera vez que la invité al cine, me dijo con mucho desparpajo
- ¡A mi no me gusta ver películas para cabros chicos!
Nos fuimos al cine muy de la mano y yo con la esperanza de que me dejaran entrar a ver una película para mayores de 18 años.
Cuando íbamos pasando, la dama le dice a ella,
- El es muy jóven para esto tipo de películas.
Yo estaba rojo mientras discutía con la dama, quien para cortar toda discusión me dice:
- Muéstreme su carnet señor.
Terminamos viendo una película de Walt Disney en medio de un monton de niños pequeños y de papás y abuelitos.
Cuando comencé a pololear con mi vecina, tenía la costumbre en días calurosos de subirme al techo del gallinero y estudiar o leer a la sombra de la acacia perfumada, no faltaban algunos días donde dormía una siesta después de leer, todo esto para evitar que me molestaran mis primos pequeños.
Una tarde que me quedé dormido más de lo acostumbrado, desperté cuando el sol se había entrado y las luces de las casas se habían alumbrado.
Fue la primera vez que descubrí el desnudo de mi vecina en la casa a los pies de la nuestra, asistí durante mucho tiempo al espectáculo gratuito y descubrí que era un voyeur en ciernes.
En la casa de nuestros vecinos ensayaba una orquesta dedicada a los valses clásicos, mi amigo era el sobrino del director de la orquesta y eso nos permitía asistir a los ensayos en las tardes de verano, él tenía una hermana más pequeña de dos años menos que nosotros.
Ella no tenía ninguna coquetería, y ni siquiera había crecido como una adolescente, es más, no tenía ningún atributo físico que me atrajera, sin embargo ella se acercaba a mi e inmediatamente se me producía una ereccion, nunca pude entender lo que me pasaba con ella.
Siempre debía disimular o taparme con algo mientras escuchaba a Strauss; después de aquel verano ellos no volvieron más o bien no nos encontramos por que cada uno siguió su rumbo.
Mi primo era cuatro años mayor que yo, y naturalmente era mi modelo. Tenía mucho encanto con las muchachas y siempre pololeaba con más de dos a la vez. Ninguna de las que conocí era fea, más bien eran todas muy hermosas y me gustaban mucho.
Recuerdo su primera mujer, quien quedó embarazada y se escapó al norte del país, para no tener problemas con su madre; al enterarse mi tío no permitió que ella se quedara por allá y fuimos a buscarla para que se casaran.
El auto, un chevrolet convertible del año 1956, lo conducía mi tío Pablo, quien era chofer de profesión y con el viajábamos mi tío Amadeo, su hijo Tato (futuro marido) y yo como invitado de piedra.
El viaje fue largo, más de siete horas a traves de dunas y cerros y de vez en cuando se asomaba el mar, o algún pueblo pequeño salido de la nada y que desaparecía a mis ojos casi al instante.
Llegamos a Ovalle al anochecer, un pueblo en la época oscuro, encontramos la dirección y con ella a su amada. El encuentro fue tierno, de risas y de llantos; yo miraba con atónitos ojos los rostros encendidos de aquellos casi veinteañeros que a través de sus miradas prometían el cielo y La Meca .
Fuimos a celebrar el encuentro en un restaurant ubicado en la Plaza de Armas, seguramente era lo más lujoso, no recordaba haber entrado a un lugar tan elegante, los mozos con uniformes impecables y de humitas, nos pusieron unos platos humeantes con servilletas blancas y solo agua al interior; estaba pensando que se habían equivocado cuando la futura novia mirandóme con una hermosa sonrisa, me dice:
- Es para limpiarse las manos,
- Ya me parecía, que como sopa, era muy extraña, dije casi al unísono, lo que causó la hilaridad de mis parientes.
La comida me pareció exquisita ya que teníamos un hambre devoradora, pero aún no he olvidado el postre, un plátano partido a lo largo cuya parte inferior no sufría alteración y la parte superior cortada en pequeñas rebanadas que sobresalían como un teclado de piano entre negras y blancas en cuya cavidad se acumulaba una miel de palma de la zona; un hermoso epílogo para una historia de amor turbulenta.
Pero la verdad es que la historia solo comenzaba y al igual que una barca en un mar embravecido no fue capaz de sortear todos los escollos que la vida le presentó.
La vuelta a Santiago fue en las primeras horas de trayecto, de mucha alegría y yo era el oído compañero en el asiento posterior de todos los sueños y proyectos que se juraban, a mi derecha el mar jugueteaba entre rocas y arenas, pero ellos en su mundo no tenían ojos para el paisaje ni para sentir la paz que de ella emanaba.
No sé cuanto tiempo dormí, pero un ruido de explosión me hizo brincar y el auto comenzó a zigzaguear de izquierda a derecha, íbamos bajando una cuesta, en medio de una bruma espesa y el neumático izquierdo delantero se había reventado.
Hacia nuestra derecha, sabíamos que estaba el precipicio y hacia la izquierda la  posibilidad de un vehículo en sentido contrario y después la ladera de la montaña.
Terminamos la loca carrera al costado de la ladera con una parte del auto en el sentido contrario y los triángulos de señalización era imposible verlos en la intensa bruma. La noche era fría, nosotros tratábamos de avistar algún vehículo en el sentido contrario, mientras mis tíos intentaban cambiar el neumático averiado, en la más completa oscuridad.
Si hubieramos sabido escuchar a la naturaleza, diríamos que aquella pareja, se inició caminando en las tinieblas.
El regreso fue lento y peligroso y llegamos a altas horas de la madrugada a Santiago.
Durante muchos días dormí a sobresaltos y la explosión sonaba en mis oídos mientras mis ojos se habrían en la neblina de la noche.
No recuerdo como fue el matrimonio, seguramente con un cura de la orden de los dominicanos, en los tiempos en que el latín era la lengua de las misas.
La iglesia estaba llena, la familia era grande, los amigos muchos, tanto de los recién casados como de los padres de ambos. Cada quien lucía sus mejores prendas y mi líbido era ya capaz de preocuparse de adivinar lo que escondía cada disfraz.
Antes de los ocho años de matrimonio, ya cada cual marchaba con rumbos distintos y el pequeño niño nacido de esta pareja era uno más de los tantos hijos de familias dislocadas con el correr del tiempo.
 Mucho tiempo más tarde cuando cuando estaban cercanos los 19 años, en un agradable mañana de primavera salí de mi casa para ir al que fué mi primer trabajo en la profesión.
Como todas las mañanas, caminé hacia el paradero del bus silbando una canción; pero no sólo yo cantaba, sino también los pájaros y en la esquina una pareja de mendigos sonreía mirándose a los ojos.
El microbus estaba como siempre lleno hasta la pisadera, pero alguien bajó por la puerta trasera y corrí conjuntamente con una chica y pudimos subirnos no sin problemas.
Talvez la complicidad creada, talvez la ternura de ella y la juventud de ambos en un día de primavera, hizo que ella se fijara en mi, o bien que yo me fijara en ella, como si  el día del renacimiento hubiera comenzado.
Mostrando mi mejor sonrisa así el fierro para sostenerme, en ése mismo instante una brusca frenada del chofer nos dejó a todos en una posición de 1/2/3 momia.
Mi mano se incrustó en la blusa de ella, mientras mis ojos llenos de estupor crecían al mismo compás conque se llenaba mi mano. Ella en cambio, bajó los ojos mientras despegaba con dulzura la atrevida mano y sonriéndome dejó caer una frase amistosa:
- Tu mano está un poco fría.
Mi rostro cambiaba de colores como una acuarela loca. Los pasajeros en cambio gritaban bromas en todos los tonos y una señora regordeta en contralto allegro; más de un pedo expuso sus olores en la trifulca y las uñas postizas de una secretaria quedaron enganchadas, en la chasca melenuda del ocupante del primer asiento.
El chofer en posición de feto y con el pié hundido en el freno, dejaba caer un kilo de baba en el estornudo.
- Chitas compadre, gritó un pasajero de atrás, un estornudo más y nos vamos al cielo.
Una dama sonriente que había quedado como sandwich entre dos pasajeros del mismo sexo, gritó entre ambos¨
- Con lo que me está gustando esto, seguro que no llego al mismo cielo que uste dice.
Y en medio de tanta algarabía primaveral, los ojos de dos jovenes mascullaban el lenguaje del amor, del amor violento talvez, pero el amor tiene muchas expresiones, en buenas cuentas.
Y hablando de cuentas ella bajó su mano y buscó mis argumentos mientras me murmuraba al oído:
- Salgo a las seis del trabajo y te espero en tal esquina.
En un ímpetu arrebatador  y tartamudeando dije:
- Yo también.
Ella siguió hablando dando calles, horas y cifras y ella bien tomada mientras yo seguía creciendo sientiendo que me explotaban hasta las espinillas.
Las calles del centro de Santiago, hervían de gente a las 6 de la tarde; una agradable brisa hacía flamear los coloridos vestidos y faldas de temporada; la tarde era todo piernas.
Llegué antes que ella y silbando miraba la cartelera del cine.
Ella seguramente mucho más de armas tomar, y con mayor experiencia imaginaba galopes de nunca acabar.
Entramos a la platea alta del cine Florida. No era una hora concurrida, en aquel día de semana.
Me senté tranquilamente y cual no sería mi sorpresa al verla sentarse a horacajadas en mis piernas.
- No podemos hacerlo aquí, le susurro.
- Tu elegistes el terreno y a mi toca elegir las armas del duelo; me dijo ella sonriéndome en forma desvergonzada.
Las butacas antiguas se quejaban ostensiblemente, mientras mis pantalones se arrastraban por el suelo. Ella al galope descubría los caminos del placer y nada más contaba en ese instante.
Traté de persuadirla hablándole cosas locas que me venían a la mente.
- Lo que yo elegí, fue la película; mientras enrojecía viendo que mis vecinos más abajo, se daban vuelta para contemplar la danza demoniaca y el ritmo desenfrenado de mi compañera de cine. Fue demasiado para mi pudor y en un arrebato de histeria  le grité.
- Si no te bajas, me voy.
Ella en el apoteosis del baile gritó con voz destemplada e ida
- ¡Espérame para que nos vayamos juntos!
Pero aquella tarde cada cual hablaba en un idioma distinto. Enfurecido me levanté con mi carga a cuestas y ella agarrada y embutida por angas y por mangas se mantuvo firme en el corcel.
Salí y encontré una puerta a mi derecha y entré con ella mientras buscaba un lugar para dejar mi carga.
El agua del lavatorio del baño y la bajada intespestiva de su pilar o sostén enfríaron las ansias irrefrenables de Julieta. Tierna y comprensiva, ella me acaricia y me dice desde el limbo
- ¡Eres maravilloso! Yo con la mirada de niño bueno, le sonrío y salgo mientras ella se limpia con todo pudor femenino. Bajo silbando las escaleras mientras me pregunto.
- ¿Cuál habrá sido el final de la película?
Las emociones, siempre me fueron difíciles de manejar y mucho más en los inicios de la juventud. Entablar una conversación con el sexo opuesto solo podía realizarse si ella era quien comenzaba. Me dejaba llevar por el ritmo como si fuera un baile más y las palabras solo fueran una técnica de razonamiento. Sin embargo el sentimiento mezclaba mis ideas y las palabras salían a trastabillones y estaban lejos de lo que quería expresar sólo me daba cuenta cuando los ojos de mi interlocutora se abrían desmesuradamente o bien cuando una risa sonora me hacía sentir como si estuviera loco.
Pienso que el hecho de tener que haber vivido lejos de los padres, crea una inseguridad inconsciente que se manifiesta en un miedo exacerbado al rechazo. El niño siempre piensa que fue rechazado por sus padres. No es capaz de entender las razones materiales que motivaron la separación y está viviendo constantemente el dolor de esa soledad y aún cuando el tiempo haya pasado, la herida sigue viva y está presente en cada etapa de la vida.
Siempre buscamos la aceptación de los demás como lo más importante en nuestras relaciones.
La calle Juarez fué el tiempo de una niñez incierta y el inicio de la adolescencia, buscando en los libros las respuestas que no sabía encontrar. Perdido en los recovecos de las ansias que nacen y que las sentía sin futuro como un negro tunel. Sentir que puedes vivir teniendo dos vidas al mismo tiempo, la pragmática la de cada día, la sin emociones, la del rostro serio y la otra la de los sueños, donde el sentimiento a flor de piel se aferraba al mundo de los espíritus, de los imposibles. Ya que a veces la realidad te da golpes que no esperas y tienes que hacerle frente con los elementos que tienes y que en general no son muchos. Y tu vida que creas en el interior es tan viva que a veces cuesta volver a la que te golpea y te tiene a maltraer.
Cuantos son los jóvenes que se quedan en la esquizofrenia y van dando tumbos. Y yo tenía miedo de ello y cada noche me escapaba de lo que yo pensaba que era como una tumba que me impedía respirar y en aquel tiempo aprendí a desdoblarme y me veía durmiendo mientras yo flotaba y solo volvía al amanecer, hora en que tenía que despertar para comenzar el día.
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ernestosanmiguel · 4 years
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La búsqueda
Ernesto San Miguel
Gracia no podía dormir, tenía un mal presentimiento. Eran  las 3 de la mañana y Francisco no llegaba aún. Que podía haber pasado, generalmente llegaba cerca de las 10 de la noche despues de celebrar las perdidas o las ganancias de sus caballos favoritos con sus amigos más próximos, quienes se daban citas todos los domingos en el Hipodromo Chile de Santiago.
Los niños dormían placidamente. La menor solo tenía dos años y era por lo tanto la regalona de su papa. Siempre estaba riendo. Era una gordita muy graciosa y siempre contenta pero aquella noche como a la una de la mañana se despertó gritando.
- ¡Papá, Papá, donde estás! mientras sus ojos lo buscaban por doquier.
- Ven amorcito, no llores, ven con mamá y acunándola con toda la dulzura de una madre la hizo dormir de nuevo.
La noche fue larga y tormentosa para Gracia.
Se habían conocido en una fiesta de amigos y desde el primer momento los dardos dieron en el blanco. Fueron semanas de un tórrido amor. Gracia perdió de tal forma los pedales que aceptó acompañarlo al norte de Chile, donde él ocupaba el puesto de ingeniero jefe de la central eléctrica de Tacna, cuando esta ciudad pertenecía aún a Chile. En los primeros años del 1900, no era fácil salir del hogar, sobretodo de uno tan conservador como el de ella, para irse con un hombre sin casarse. Pero el amor y solo el amor es capaz de saltar todas las barreras que la sociedad crea. Ella se fue para todos los demas contratada por la compañía electrica; pero en realidad iba electrificada por la voz y el dulzor de Francisco.  
- Tus ojos me recuerdan, mis noches de verano, decía él, tienes el encanto gitano de tus ancestros y en tu piel la luna es un tibio reflejo de toda la pasión que me transporta y me quema; Gracia, déjame repetir tu nombre infinitas veces y dormirme con el en mis labios, Gracia...Gracia.
- Francisco. ¿Cómo pude existir sin estar en tus brazos? ¿Cómo pudimos vivir tan lejos el uno del otro?
El barco se mecía y en ellos mecía también sueños. Porque el amor es tejer sueños  y de sueños vive el alma y allí rumbo al norte se entrelazaron entre piernas, brazos y besos los primeros latidos de una gran esperanza llamada felicidad.
                                                                                                                  #2
TACNA  (Nacida con el nombre de Tákana por los autóctonos)
Los aymaras la colonizaron según los historiadores en el año 800 después de Jesús Cristo y que fuera posteriormente integrada al imperio Inca por Yahuar Huaca en el siglo XV. Los españoles reformulan su nombre llamándola San Pedro de Tacna en el año 1572. En 1575 el rey Felipe Segundo de España le otorga el titulo de Ciudad.
Y a esta ciudad, llegábamos en el año 1918, Francisco tenía su pequeña casa como ingeniero jefe de la Central eléctrica de Tacna y ahí vivimos nuestro primer año. Todo me parecía novedoso, era la primera vez que compartía con alguien, no sabía mucho de una casa, de manera que decidí después del primer mes tomar curso de repostería y cocina, para beneplácito de Francisco quien adoraba los pasteles.
Después de tres meses de practica constante y mucho amor era una experta en pastelería; con una amiga decidimos abrir nuestra propia pastelería, Francisco nos ayudó con ideas, con dinero sobretodo y empezó mi primer trabajo. Los primeros seis meses fueron caóticos, no teníamos la experiencia necesaria ni como trabajadoras, ni como gerentas. Aunque las ventas eran auspiciosas, no eramos capaces de capitalizar como era nuestro objetivo inicial. A María, mi socia y amiga, quien era muy sensible, la encontré muchas veces casi al borde de las lágrimas.
Pero el esfuerzo y la tenacidad siempre rinden frutos.
Francisco nos elaboró las primeras proyecciones serias y reales, nos mejoró las formas de trabajo y nos dividimos las tareas. Al año eramos la mejor pastelería de Tacna.
Amelia nació cuando nuestra relación de amor con Francisco era maravillosa. Mi Morenita como la llamábamos nos trajo el manjar y la dulzura a nuestras vidas. Nada hacía presagiar que nuestras vidas podrían cambiar, pero el destino un día dijo otra cosa. Después del nacimiento de Segua, Francisco recibió la noticia de su traslado a  Putre, más cercano a Arica. La ciudad de Tacna sería devuelta a Perú y nosotros con los niños decidimos que esperaríamos a Francisco en Santiago, ya que el tiempo de estadía en Putre sería de corta duración y las condiciones de vida allí no eran buenas.
Putre, era un pequeño caserío enclavado en la cordillera al interior de Arica, desde donde se demoraba más de tres horas de peligroso camino hacia la montaña, desde el camino hacia el lago Chungará mirando hacia el lado izquierdo se ve una hondonada y abajo las casas como champiñones, un poco más alto en un terraplen de la montaña se divisa la Central termoeléctrica donde Francisco debería quedarse algunos meses, era una hondonada verde en un paisaje seco y agreste alrededor de ella.
#3
A 3500 metros de altitud, existía antes de la llegada de los españoles a América, y estos últimos la utilizaban como una etapa en la llamada ruta de la plata, que venía desde Bolivia y Perú y que terminaba en el puerto de Arica.
El lago Chungará se encuentra a 4550 metros de altura, a los pies del volcán Parinacota, es el lago más alto del mundo, habitado por flamencos en cierta época del año, por llamas, guanacos, vizcachas y cóndores, todos en una hermosa armonía de colores y de paz casi tocando el cielo.
-       Nosotros partimos directamente en barco desde Lima hasta Valparaíso, un viaje lleno de peripecias y de mareos. El océano Pacífico dista de hacerle honor a su nombre, o por lo menos en nuestro viaje no se comportó como hubieramos querido; vomité innumerables veces, mis niños se veían muy asustados, tanto Amelia como Segundo tenían dificutades para comer. Valparaíso nos pareció hermosísimo y el viaje de cuatro horas a Santiago en tren de una suavidad extrema, tanto que dormí más de la mitad del trayecto al igual que mis hijos.
-       El reencuentro con mi mami y con mis hermanas fue emocionante. Ellas no conocían a mis hijos. Mi padre a quién yo temía un poco; me abrazó tan calidamente que me volví a sentir niña en sus brazos y sus ojos se llenaron de lágrimas tanto como los míos.
Recomenzar la vida en Santiago no me parecía simple, aunque todos insistían que esperara la llegada de mi marido para buscar el arriendo de casa. Pero habíamos convenido con Paco que yo lo esperaría con casa y contaba conque mi familia se quedara con los niños mientras cumplía con lo prometido.
Durante más de un mes visité aquellas casas que me parecían contaban con los elementos que necesitábamos para vivir y cuya calidad del entorno me fuera más fácil para una señora con dos niños pequeños y un marido que por su trabajo necesitaría  viajar continuamente.
No fue fácil establecerse de nuevo en Santiago pero con la ayuda de todos los míos, más las visitas esporádicas de Paco nos hicieron completar la familia. Nacieron los dos ultimos pequeños una chica y un niño No teníamos seis meses viviendo juntos desde la vuelta definitiva cuando sucedió nuestra desgracia.
Y lo terrible descubrir que Francisco tenía otra familia.
¿ Quién era en realidad Francisco? ?¿De donde venía?
No sabía nada de él. Todo lo que sabía es que lo había amado con todo mi ser y eso me había bastado.
Alguna vez me habló de Iquique, pero no recuerdo lo que me dijo  talvez su historia estaba ahí.
Y cuando lo encontraron muerto cerca del Hipódromo comenzó la verdadera desgracia por partida doble. Primero perderlo para siempre y con cuatro hijos y descubrir que tenía otra familia con la cual teníamos que disputarnos su cuerpo frío y todos los trámites legales que una muerte trae.
Cómo no llorarlo si vivimos tan intensamente más de seis años perdidos en un abrazo que solo hablaba de amor. No podia imaginarme siquiera que hubiera jugado con mis sentimientos y que hubiese dejado abandonado otros niños por nosotros.
No se puede vivir solamente de un deseo y dejar abandonado todo su pasado por una calentura y dejarnos en un vacío que me parecía insondable. Pero la vida no se terminaba contigo aunque volver a caminar después de tanto dolor y las lágrimas no sirven para hallar la luz que me mostrara el camino por donde seguir. Sobretodo si tienes la sensación de que tus pasos te hunden en profundos túneles perdidos.
Cuando ya era un adulto y mi madre me contó la historia de su madre y de su truncado amor con mi abuelo, ahí pude comprender la fuerza del cáracter de mi abuela.
Pensar que mis genes vienen de ahí, ahora entiendo cuantas veces mis deseos me han traicionado y he tenido que luchar para no dejarme llevar por las pasiones que el deseo enciende y el dicho EL QUE NACE CHICHARRA MUERE CANTANDO, aunque canto tan mal.
En un viaje a Machupichu, de vuelta hicimos un viaje al lago Chungará y el camino pasa por Putre y cual no sería mi sorpresa de constatar que yo había estado allí, la única forma era en una vida pasada. Los pelos se me erizaron ya que la sensación era tan fuerte, en francés se dice deja vue, .  
Una vez llegado a Santiago le conté a mi mamá lo que había pasado en Putre y me aseveró que ahí había vivido mi abuelo biológico cuando había dejado Tacna. Mi abuelo volvía del pasado para insertarse en mi o al menos para hacerme comprender que allí había tejido ilusiones que se quedaron todas inconclusas.
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ernestosanmiguel · 4 years
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Escuela de Francés
Ernesto San Miguel
La lista de alumnos comenzó a ser leída, era el primer día de clases y la profesora no mostraba ningún signo de bienvenida a su clase. Nos explicó que el gobierno empezaba estos cursos que tenían como finalidad enseñarnos la lengua francesa, para ir al mercado del trabajo. Es prácticamente imposible trabajar sin conocer la lengua de comunicación y durante 7 meses estaremos desde las 8,30 hasta las 3,30 en la escuela designada, pasaremos por diferentes profesores de manera que nuestro oído se acostumbre a diferentes acentos. Hablaba solamente en francés pero alguien nos traducía al español, eramos 14 chilenos pero nos agregaron una italiana y una chica libanesa de manera que estuvieramos obligados a hablar en francés.
La segunda clase fue con un italiano de origen, mucho más simpático que la primera profesora, risueño y terriblemente lacho. Se le iban lo ojos mirando las chicas jóvenes y hermosas. Manejaba un auto sport carísimo a nuestro parecer, quienes veníamos llegando a este país de acogida y a esta ciudad, las más importante de la provincia de Quebec, la única provincia francófona en medio de un mar de provincias inglesas que conformaban el Canada, subditos todos de la monarquía inglesa.
La gran mayoría de nosotros estaba entre los 25 y los 33 años, salvo uno que sólo tenía 20 años, y era el único soltero de los chilenos, todos los demás éramos casados y con familia, las dos chicas extranjeras eran solteras también pero prometidas, pero no había ninguno de los hombres que no coqueteara con ellas, quienes además eran muy hermosas. La libanesa una chica de ojos celestes y alta, la italiana en cambio era más pequeñita y originaria del sur de Italia, pelo negro y piel tostada, le llamábamos la representante de la mafia en la escuela  lo que le hacía sonrojarse.
Entre los chilenos había dos parejas que venían del sur, una pareja en la cual él tenía tierra en las cercanía del río Maule y se notaba en su conformación los rasgos propios del origen europeo y sus modales caballerosos que denotaban venir de una familia acomodada y así lo era. La otra pareja venía de más al sur y era una mezcla más chilena aunque ambos eran universitarios, tenían modales cautelosos y con los acentos propios de su terruño, diáfanos y tiernos se hacían querer por lo natural. Había uno que venía de Viña del Mar, otro era de origen campesino y no participaba mucho en las conversaciones entre chilenos cuya temática era la dictadura y lo vivido en lo más álgido del golpe de estado y el preludio en lo que fue el gobierno de Salvador Allende y el rol que cada uno jugó en esa etapa de la historia.
Había un profesor de Física y matemáticas en la misma universidad donde también era profesor Víctor Jara y cayeron presos juntos en la universidad. Había otro estudiante de sociología en Concepción que tenía el don de la palabra y teníamos dificultad para quitarle el micrófono cuando en nuestras tertulias tratábamos de analizar las razones que llevaron al golpe de estado y los errores que se habían cometido en cada una de las etapas del proceso revolucionario. El resto veníamos de Santiago y creíamos no tener nada en común salvo en querer mejorar la sociedad en la cual vivíamos.
Un día, en la primera semana de nuestra escuela uno de ellos se me acerca y me dice con un tono sigiloso, tengo la impresión que nosotros nos conocemos de antes. Y daba la casualidad que él con su familia vivían al frente de donde nosotros vivíamos y hemos conversado con mi señora y ella también te reconoce y me dijo que ustedes habían estudiado en el mismo colegio secundario y que vivían en la misma población. A pesar de que nunca se hallan hablado ustedes se cruzaban para ir a la escuela. No me digas, que agradable sorpresa. Te sugiero que nos juntemos a tomar once el viernes que tenemos más tiempo y además para que nuestros hijos se conozcan.
Ella tenía la misma sonrisa de nuestros encuentros en la población de nuestra niñez, ya no éramos tan tímidos como en aquel entonces y nos sumergimos en un abrazo del reencuentro. Tantos años después y después de recorrer tantos kilómetros volvemos a vernos y lo más cómico era que nuestros hijos estudiaban juntos sin que nosotros lo supiéramos y nuestras señoras también eran compañeras de clases.
Pero además él y yo teníamos la misma pasión por el fútbol y habíamos jugado en la misma liga comercial ya que en las empresas en que trabajábamos pertenecían a ella. El era arquero y yo delantero de diferentes equipos y nos habíamos encontrado innumerables veces los días sábados de nuestros partidos de fútbol.
El tenía ganas de conversar y me aseguró que era del partido Socialista de la misma manera que yo era demócrata cristiano. De donde sacaste esa estupidez le dije un poco a la defensiva, si hubiera sido DC, no me hubiera venido, habría seguido trabajando en la misma empresa pero fui expulsado por ser peligroso para la seguridad nacional según un decreto militar, para todos aquellos que no pensaban igual ni iban a cooperar con la eliminación o expulsión de los no golpistas.
Si, talvez tú pero tu familia era DC. De dónde sacaste esa huevada, mi papá era sindicalista y de una familia comunista, razón por la cual teníamos serios problemas económicos. Pero había alguien de la calle Central que entraba a tu casa y sus viejos eran momios declarados y la vieja trabajaba en la secretaría de las viejas momias después del golpe. Su hijo era mi cuñado y pensaba igual que nosotros, sobre sus viejos no tengo idea y como yo no vivía ahí hace muchos años no se nada de la correlación de fuerzas políticas en la población. Yo visitaba mis viejos una vez a la semana y las conversaciones eran principalmente familiares y de los problemas que se estaban viviendo.
Ella vino para apaciguar la conversación que más me parecía un interrogatorio y ella con la dulzura que le era habitual nos contó que después de estar un año preso en el norte de Chile su carácter había cambiado y veía enemigos en todos lados hasta dormía saltando y de repente gritaba lo que hacía difícil la vida para la pareja, cuando no se dormía bien.
No es nunca tanto como ella dice. Pero hay que haber sufrido aquello para entender el odio que llevo dentro para todos aquellos que cooperaban con la junta fascista.
Sus mellizas y mi hijo tenían cinco años y se reían tímidamente detrás de nosotros.
Ella me miró con mucha simpatía y agregó con malicia, yo de partidos políticos no se nada pero cuando nos veíamos, me parecías muy engreído y parece que no mirabas a nadie. Estás loca siempre te miraba con el rabo del ojo y me preguntaba como se llamará esa morena tan hermosa, solo que la timidez de la adolescencia no te permite entablar relaciones o por lo menos a mi me lo impedía. Porqué tu no me saludabas. Porque yo era igual que tu, me respondió ella con la mejor de las sonrisas.
Qué pasó después de la escuela le pregunté a ella, trabajé poco y me enamoré de él y de su moto. Y nos largamos a reír todos cuando dijo, pienso que más de la moto que de él. No me hagas hablar negra que vas a quedar en vergüenza delante de los vecinos.
Nos veíamos y nos saludábamos con ella, con él  nos veíamos todos los días en la escuela y las mujeres entre ellas, se hicieron muy amigas, pero no hubo más visitas a nuestras casas. Hasta que llegó el drama de ella, su hermana que estaba en Brasil apareció muerta y ella tuvo que viajar de urgencia para reclamar el cadáver y poder enviarlo a su familia que lo estaba esperando. Mientras mi amigo se iba a trabajar después de la escuela, sus niñas venían a comer con nosotros y las dejábamos acostadas durmiendo esto durante las tres semanas que ella estuvo en Brasil.
Durante mucho tiempo ella sufrió la pérdida de su hermana y le robó la sonrisa de su rostro. Al término de la escuela cada cual debía comenzar a buscar trabajo y nos cambiamos de casa tanto ellos como nosotros y los encuentros se espaciaron hasta perderse en los recovecos de la vida. La última vez que la ví, ella había dado a luz a un retoño que le pusimos chiripazo porque decíamos que nuestro amigo ya no estaba en edad de ser fértil, claro que no pasaba de ser una broma y mi amigo seguía la broma y le decía negra, díme que no fue el patas negras que te visitó mientras yo trabajaba. Ella decía, al fin de diste cuenta cornudo y mi amigo corría a mirarse al espejo y volvía contento diciendo con todos los viagras que me tomé no podía fallar.
Ella se reía, con razón si yo estaba tomando anticonceptivos y de todas maneras pasó, lo que no tenía que pasar. Y otro compañero agregó si parece que se viene bajando del árbol es imposible que no sea el papá con la pinta de mono que tiene. Oye no se rían de mi hijo y de su melena.
Cuando mi vecina de colegio y de adolescencia partió, nosotros nada supimos porque hace años que no nos frecuentábamos. Pero el cáncer no perdona.  Partir antes de los cincuenta, no es algo que esperamos normalmente. Y sin embargo así fue.
Con los compañeros que venían del río Maule, teníamos ocasión de vernos más, ya que vivíamos en el mismo edificio y ellos se veían con una de las profesoras más jóvenes y bonitas que tuvimos hasta el fin de las clases, muchos terminamos enamorados de ella sin que supiera evidentemente. Cuando se cumplió un año del término de las clases nos juntamos para celebrarlo a la cual asistieron varios profesores y entre ellos la gitana como yo le llamaba. Sin darme cuenta los bailes se fueron haciendo más cálidos y nuestras manos ya no se soltaban después de cada baile y nos escondíamos para acariciarnos desenfadadamente. Pero mi amiga y vecina vino a verme para decirme que no podía echar por la borda una hermosa familia por una calentura que no duraría más que el fuego fatuo. Y le agradezco eternamente a mi amiga por su consejo sano y con mucho amor. Para decírmelo me sacó a bailar mientras su marido bailaba con la gitana.
Le expliqué a la gitana que lo nuestro era imposible y las razones de ello. No siempre podemos hacer lo que nuestros deseos quieren y hay responsabilidades que son más importantes que el deseo.
Al año siguiente estando ella con un chileno en su casa tuvo la visita de su ex quién la asesinó y mi coterráneo corriendo desnudo por el bosque mientras las balas sonaban detrás de él. El indio como le llamábamos salvó gracias a su velocidad, era el más rápido de nuestro equipo y nos contó como aún se despierta mojado soñando que va corriendo a través de la nieve. El era soltero y podía entablar una relación con nuestra querida gitana sólo que no sabíamos que había pasajes negros y peligrosos detrás de sus amoríos perdidos.
Mi renuncia no impidió que dejara caer algunas lágrimas por el amor perdido.
Antes de saberlo, mis vecinos que vivían en el segundo piso y nosotros en el primero raramente nos encontrábamos. Sin embargo aquella tarde, en que volvía leyendo como siempre me pasé de largo y llegué hasta su apartamento, entré me saqué el vestón y me dejé caer en el sofá sin darme cuenta que no estaba en mi casa y la ví llegar con una sonrisa como siempre me paré y la abracé con mucho cariño como siempre después de saludarnos de contarnos de nuestros trabajos de la familia y de lo habitual y le digo de sopetón a que debo tu visita, me mira extrañada y me dice, loco estás en mi casa, grité mierda, perdona ni siquiera golpée pensaba que estaba en la mía.
El encuentro se produjo en la semana que mi amiga había partido y ella nos hizo encontrarnos para decirnos que talvez mi vecina me salvó de un final dramático.
Con el tiempo y la llegada de la pseudo-democracia en Chile ellos volvieron a mirar como el río Maule dejaba atrás su paso por Montreal y todos aquellos recuerdos que se quedaron dando tumbos entre las calles Sherbrooke y cerca del metro Joliette.
Los nombres no tienen importancia cuando sus rasgos y su amistad están siempre vivos en mis recuerdos de ayer, cuando iniciamos la vida en este Quebec sin saber que nos depararía el mañana. En general todos veníamos por poco tiempo y había quienes tenían las maletas preparadas por si había que partir. Y hubo quienes nunca volvieron ya que sus cenizas yacen tiradas en algún parque donde la nieve los cubre durante cada largo invierno.
El profesor nos contaba su sueño recurrente en Chacabuco donde estuvo un año en prisión. Veíamos a los lejos el polvo que se levantaba cuando venían las camionetas que venían a buscar algunas personas para su interrogatorio y tenía que correr a las letrinas por la diarrea que me venía en cuanto veía el polvo del camino y yo soñaba con tener un verdadero mojoncito.
Es imposible olvidar el interrogatorio. ¿Sabe porque está aquí…? No señor, no sé. Capitán huevón, capitán. Estás aquí por comunista y todos los que hacían clases ahí, eran comunistas empezando por ese cabrón del Víctor Jara , claro que a ese ya lo cagamos. ..Y que clases hacías vos huevón?    De física y matemáticas señor , capitán huevón no señor, capitán. El catre metálico me hacía saltar cuando me aplicaban la corriente sobretodo si era en los testículos.
¿Cuántos profesores había en la Universidad? No tengo idea, yo era un profesor hacía solo las clases de física y de matemáticas, no se nada de la administración.
Esa universidad era un nido de comunistas.  Porque hay que ser bien huevones o comunistas que es lo mismo el hacer clases sin cobrar a los tipos de la CUT que eran puros comunistas. Tenemos la lista de todos los que hacían clases sin cobrar.
Se refería al acuerdo de la universidad con la CUT para impartir clases y permitir que muchos trabajadores mejoraran sus conocimientos. Yo que venía de un padre iletrado y que tuve la suerte de poder estudiar, no podía negarme a impartir clases después de nuestro horario normal como un aporte a la sociedad que queríamos mejorar. Pero hay que ser un militar fascista para desquitarse con mayor ahínco cuando me golpeaba mientras estaba amarrado al catre metálico. Pensé muchas veces que no lograría salir de ese infierno.
Aún me despierto en las noches, transpirando y me es imposible comprender la bestialidad humana. Me vuelvo a quedar dormido pensando que mis hijos podrán mirar el futuro de una manera diferente y no tendrán este rencor que está en mi como el magma de un volcán.
Pero en la vida de cada día, mientras tratamos de hablar francés vamos olvidando los malos momentos pasados y la risa de la escuela en que volvemos a ser niños nos entrega la calma mientras vislumbramos días mejores para todas nuestras familias.
Nuestra compañera libanesa nos enseña su baile mientras sus caderas llenan nuestros ojos,  los hombres somos los más felices y las compañeras nos retan por calientes. No les falta razón, pero la rubia de ojos celestes hace estragos entre nosotros que le miramos libidinosamente.
La italiana en cambio, era más pilla y mucho mejor en lenguas que nosotros los chilenos y chilenas. Pero todos la queríamos por su dulzura, su sonrisa que transmitía amor. Estaba prometida con un italiano que vivía aquí y vino para casarse. Espero que haya sido muy feliz.
El Quique, le decíamos el huaso, ya que venía del sur. No tenía un pensamiento político acabado o tenía dificultades para expresarlos, en cambio todo el resto de nosotros habíamos tenido un vida política activa o bien con un pensamiento definido y prefería callarse y escuchar. Mirado con la perspectiva del tiempo era como un niño hablando con un profesor y en este caso con muchos profesores. Quiso el azahar que lo encontrara donde vivía, se había comprado un terreno al lado de un lago, donde criaba aves, conejos y plantaba donde vivía sólo ya que su señora también había partido. De aquel curso de francés, tres compañeros habían  perdido su señora a temprana edad. Imagino que ellas vivieron la emoción de sentir que habían perdido a sus compañeros y la terrible búsqueda en los cuarteles donde siempre se les negaba, quizás cuantas vejaciones sufrieron ellas. No hay que olvidar, que tanto los que daban ordenes como aquellos que las ejecutaban perdieron en esos diecisiete años la calidad de ser personas y mientras menos lo eran, más subían en el escalafón de la ignominia y mejores eran sus remuneraciones.
El Quique vivía en Chelsey, era vecino de una familia amiga pero lo encontraban un poco solitario y poco de hacer amigos. Y es extraño ya que cuando dos coterráneos se encuentran lejos del terruño encontrarse es como aprisionar una parte de nuestra tierra perdida. En su caso no era así. Quizás la tristeza estaba aún viva en su vivir y no es fácil dejar todo eso atrás.
Cuando lo encontré, no dio ni una muestra de alegría ni de pesar tampoco. Vendía huevos de la crianza de aves y todo lo que le daba el campo. De vez en cuando una dama venía a verlo y ahí descargaba la pasión que escondía.
Dos de los más jóvenes del lote se fueron antes de que terminaran las clases, ya que se inscribieron en cursos de informática y el resultado para ellos fue excelente. Ambos han sido muy buenos profesionales en la materia. Uno de ellos creó un programa que la IBM se lo compró y tiene su propia compañía en la cual trabaja con su hijo que también es informático y tienen una hija que es doctora. Esta última cuando era chiquita era gordita, muy risueña y simpática. Y la encontré una mujer hermosa, y tuve ganas de cobrarle todos los besos que le dí, y que me los devolviera. ¡Como ha pasado el tiempo¡ Y solo nos quedan los recuerdos.
El féretro se exponía a las seis de la tarde y era de aquel con el cual mas tiempo compartí. Fui a despedirlo y a presentar mis condolencias a su esposa y sus dos hijas a quienes conocí desde el inicio de nuestro exilio. Teníamos muchas afinidades políticas, estudiamos juntos el francés y después trabajamos en la misma empresa durante varios años. Compartíamos muchas luchas políticas y el tiempo nos hizo conocer nuestra virtudes y también nuestras deficiencias y a veces estas últimas nos fueron separando irreparablemente. Nos conocimos en la flor de la edad, pero también cuando somos terriblemente irreflexivos. Creemos que tenemos la vida comprada eternamente y que nuestras verdades son el cenit de nuestra existencia. Y a veces mucho más de palabras que en la realidad y por lo tanto miramos al resto sin el respeto necesario y con un ego mayúsculo distante de lo que realmente somos y al mirarte en el féretro me dije a mi mismo, que ilusos fuimos amigo.
¡Que la paz y el amor estén contigo¡ Espero que ahora perdones las diferencias que nos alejaron.
Supe cuando habías entrado en el mundo de las brumas y ya era tarde para ir a verte. La amistad a veces nos hace pensar, que el amigo es una extensión de nosotros mismos y nos hace difícil perdonar aquello que nosotros creemos que es la base de la humanidad misma y esta extensión de nosotros no lo ve así. Teníamos cosas en común, pensamientos de una sociedad justa equivalente, pero éramos distintos y frente a las cosas del diario vivir no teníamos la misma visión y nuestro accionar era diferente.
Con el paso del tiempo talvez habríamos reaccionado de una forma distinta. Si el ego no hubiera dictado el camino a seguir, tu hubieras aceptado la responsabilidad de tus actos y yo en calidad de espectador habría entendido más con el corazón para entender a un amigo que con la mirada de un juez. ¿Quién puede pretender mirar desde lo alto y juzgar a los otros?
Y frente a ello no éramos distintos, éramos jueces de todo y de todos.
Qué errado estábamos. Nuestra tarea sólo debe ser actuar con humanidad y entender con amor. ¡Si la perfección no existe como podemos dictar la moral y el accionar de quienes nos rodean, ya que nosotros no somos distintos¡.
Mi padre también vivió en las brumas los últimos tres años de su vida. Estábamos lejos el uno del otro. Uno al final del Sur y el otro al final del Norte, nos separaba toda nuestra América. Y me dolió terriblemente su enfermedad y no fui capaz de volver a visitarle. Contigo pasó lo mismo, ya no podías volver desde las brumas y los momentos de lucidez debía dejarlo para los tuyos que deben haber sufrido enormemente al verte tan deteriorado física y mentalmente.
Pero la vida es así. Sin poder vislumbrar el futuro tenemos que aceptar lo que el destino nos depare y ser felices con las pequeñas cosas.
Hoy está nevando y las ramas de los árboles desnudos se cubren de nieve y sólo juegan en ella las ardillas, las hojas ya han caído por el viento. Y la Naturaleza no es distinta de nosotros ya han partido muchos amigos, nuestros padres y todo aquello que un día nos acompañó, nos deja.
Conocí la nieve con mi padre, en un viaje a la Argentina cuando recién tenía 15 años y él sólo 48 años, la misma edad que mi hijo hoy. Y entonces me parecía un viejo.
Las Cuevas pertenece a la provincia de Mendoza y era la entrada a la Argentina yendo desde Chile enclavada en la montaña de Los Andes. Principalmente eran trabajadores del ferrocarril.
Fue la última vez que jugamos un partido de fútbol juntos, él de arquero y yo tratando de hacer goles. Nos ganaron los argentinos pero en aquél tiempo nos parecía lo más lógico. A mucha altura, lo que nos cansaba mucho y estábamos en su mundo. El cigarro impedía que mi padre tuviera un buen estado físico, por ello, jugó al arco.
La nieve sirvió de vínculo para traer el recuerdo de mi viejo y la misma enfermedad que ambos sufrieron. En el resto, eran absolutamente distintos, aún cuando ambos fueran comunistas. El uno formado en las luchas sindicales y el otro conociendo el marxismo en la universidad. Uno buscando la justicia social desde las tripas y en la vida diaria y el otro desde el razonamiento en un tiempo donde el carro de la victoria te buscaba para cerrar filas. A mi viejo, la victoria lo encontró ya viejo y sin la energía necesaria y al otro joven y bien situado en una empresa de la Corfo. La otra cosa en común era el cigarro, compañero fatal tanto en las reuniones como en el tiempo de reflexión. Y con ninguno de los dos estuve cuando llegó el tiempo de las brumas.
Éramos tan amigos, que un día me planteó que él vería muy bien que su hija se casara con mi hijo.
-       ¡Pero estás loco¡ Yo creo en el amor y éste debe nacer no por la imposición de los padres, eso es más rancio, es como quedarse en la Edad Media. Estás hablando como si tuviéramos que defender tierras, linaje o cualquier otra cosa de ése tipo.
Su risa nos devolvió la alegría, y me comentó que los veía tan bien juntos y que pensó que su idea me gustaría. Pero sentí como que hacía una condescendencia al tratar de mezclar las familias y que él se veía en un pensamiento clasista por sobre nosotros.
El clasismo es un pensamiento tan arraigado en nuestro pueblo, que nadie o muy pocos aceptan su posición en la escala social económica. Son la gran mayoría de clase media.  Y todos miran económicamente hacia arriba, incluso en las amistades y el echo de tener amigos profesionales les da categoría.
Con serios problemas económicos, con un alto endeudamiento y con el estrés terrible de alcanzar los últimos días del mes con los últimos pesos. Nos cuesta tanto aceptar lo que realmente somos, en todo orden de cosas. Y así tenemos los dueños del país, entre los que se cuenta el que empezó con un pollito, la clase media alta alta, la clase media media, los que les falta uno o dos robos al mes para llegar a la clase media y están los proletarios que pululan en las poblaciones más desposeídas y que generalmente tienen que trabajar para vivir y estos son los de la clase media cagada.
El exilio, tuvo la particularidad de igualarnos, los doctores los arquitectos, los ingenieros, las dueñas de casa los jardineros, los empleados públicos y los políticos estudiando juntos el francés para poder ir a trabajar después de siete meses de clases continuas de 8,30 hasta las 15,30.
Tuvimos la mala suerte que nuestras clases terminaron el mes de diciembre y eso significaba comenzar a buscar trabajo en tiempos terriblemente fríos para nuestros cuerpos no acostumbrados a los menos 15, a los menos 20 , con cualquier menos nos cagábamos de frío. Además ni siquiera sabíamos vestirnos para poder pasar aquel invierno.
Un día conversando con mi compañera que era muy católica, le dije parece que tienes razón y el infierno existe, y ya llegamos.
Pero el ser humano a todo se acostumbra y cuando ya habíamos llegado a la primavera y hacían menos 8, nos decíamos que agradable temperatura.
La escuela nos había hermanado y echábamos de menos las conversaciones que trataban de arreglar el mundo. Generalmente las organizaciones políticas que hacían solidaridad con los presos políticos, los clubes deportivos que nos permitían quemar grasas , teníamos actividades para los niños, para las damas y para nosotros y por sobretodo nos permitían recomponer la familia que todos habíamos perdido, nos ayudaron a vivir sin soledad. Cada cual tenía su espacio.
Antes de abandonar la escuela tuvimos una conversación sobre el futuro que esperábamos vivir. Estaba muy presente que la dictadura era de corta duración y cada cual volvería a su mundo. Aquel mundo elegido y que les fue arrebatado, la tarea era subsistir y prepararse para un mundo mejor en nuestra propia patria. Para subsistir deberíamos reciclarnos y hacer cualquier trabajo que nos permitiera vivir.
Vivir en Quebec tenía una doble dificultad, no solo teníamos que hablar bien el francés sino que debíamos hacerlo también en inglés de manera que nuestra preparación era de largo aliento. No lo veía fácil ni a la vuelta de la esquina.
Se acercó mi amigo sociólogo, para decirme que yo era el único que me dediqué a escuchar y a no decir nada.
Sabes te voy a contar algo que me pasó, cuando todos ustedes especulaban o proyectaban sus vidas. Había más que una proyección, como un sueño que ustedes esperaban vivir. Un sueño en el que ustedes necesitaban creer para salir del transe que cada unos de nosotros estaba viviendo y con una familia a cuestas. Y yo volví a mi Chile y a mi familia numerosa y les hablaba a mis hermanos con una furia para despertar en ellos el deseo de tener sueños y seguirlos y veía en sus ojos que no entendían nada de lo yo decía, porque lo único importante para ellos era ¿Podré comer mañana?  Y recordé entonces un libro que leí sobre la historia del tabaco y las pésimas condiciones de vida de las familias que ahí vivían en la depresión de 1928. ¿Cuál era el razonamiento de ellos? Tendrá que pasar lo que tenga que pasar. Tendremos que vivir aquello que nos está dado. Sintiendo que esa familia había perdido la esperanza de la lucha al igual que la mía. Y hoy pienso que ellos tenían razón y la desesperanza es no tener la fe que las cosas puedan cambiar como por arte de magia, como si cada uno de nosotros tuviera su rol asignado en esta comedia que se llama vida, y hagamos lo que hagamos o dejemos de hacer tendremos que vivirla inexorablemente. ¿Porqué preocuparse entonces? Deja que los vientos cambien y esperaremos sentados a la orilla del camino lo que tiene que llegar. Porque cuando no tienes los elementos esenciales del conocimiento del medio o de la sociedad en la cual vives. ¿Cómo te puedes proyectar?
Es mejor ser estoico y vivir plenamente dentro de tus posibilidades para no caer en la depresión que produce cuando la porfiada realidad se aleja tanto de los sueños tejidos. Todo esto me pasó por la mente cuando ustedes se proyectaban y no podía dejar de admirarlos como cuando los niños sueñan con tener un nuevo juguete y yo estaba tan lejos de ustedes. Y no quería tener sueños.
La terca realidad así se mostró. ¿Cuánto de aquello que se soñó se realizó?
Cuando la tibia democracia volvió. ¿Cuántos partieron al terruño? Las razones son muchas, los hijos no quisieron volver, Chile no era su país, era el nuestro, pero no el de ellos.
Una vez conversaba con un joven chileno, que creció aquí y le pregunté que representaba Chile para él. ¿Quieres la verdad? Naturalmente.
Para mi Chile es un país exótico.
Para quién su cuerpo había viajado, pero su mente seguía estando allá, esta respuesta era un balde de agua fría, no había duda que los padres no estaban en la misma sintonía que los hijos. Y eso mostraba que el exilio nos había cortado las raíces. ¿A quién creerle? Al deber político o al amor filial y el amor es siempre más fuerte, porque el amor lo es todo.
Llevaba cuatro meses pasando la aspiradora en los pasillos de un hotel, cuando mi gerenta me llama y me pide que le ayude a poner unos cuadros. No teníamos escalera y nos subimos en el respaldo de un sofá, primero yo y ella me sujetaba. Ella era más alta que yo y como no podía hacerlo me dijo bájate yo me subo y tu me sujetas cuando estábamos en ello pasó otro chileno joven que trabajaba en el mismo departamento y tomó mi mano desocupada y me la puso en las nalgas de mi jefa. Creí morir de vergüenza y le dí a ella todas mis excusas y el calor me sofocaba, pero no podía decirle que el bandido era otro, porque seguro que lo echaban.
La salida del trabajo era a las cinco de la tarde y un cuarto para las cinco una compañera me va buscar para decirme que la gerenta me llama. Mierda pensé, me van a echar.
Ella estaba seria, me miró con sus ojos profundamente azules e iba a hablar cuando la interrumpí y le dije, siento mucho lo que pasó cuando colgábamos los cuadros pero no fue mi intención tocarla.
Cuando alguien hace eso a propósito, no se pone rojo como estabas tú, pedí tu curriculum y alguien que te conoce aquí me informó lo que hacías en tu país antes de venir aquí.
Como se necesita una persona en contabilidad, yo dí tu nombre para que empieces a trabajar ahí a partir de mañana.
Y volví a pensar, cada cual tiene su destino trazado porque algo tan ilógico como tocar sus nalgas hizo que se fijara en mí y decidiera ayudarme. Mi francés no era bueno, mi inglés malísimo si hubiera competido con cualquiera persona de Quebec hubiera perdido, pero ella era muy amiga del gerente general y se dio una orden para que entrara directo, sin ningún trámite. Pienso que mi mano debe haberla sentido cálida o limpia. Ya que nunca hubo ninguna maldad de mi parte. Más aún yo la admiraba mucho era una mujer doblemente bella, físicamente hermosa y de una ternura inmensa. Fue un ángel en mi camino.
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ernestosanmiguel · 4 years
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Una isla llamada Cuba
Ernesto San Miguel
La historia de mi vida comienza cada mañana.
Pero el 2018, la comencé en Cuba, para ser más exacto en la ciudad de La Habana.
Con mi amiga Lucero nos dirigimos hacia la Habana del Este, donde asistiríamos a una misa Yoruba, cortesía de mi amiga. Eramos más o menos 12 personas de ambos sexos. Todo el mundo se conocía, yo era el único extraño. Sentado en un rincón miraba y escuchaba las muestras de afecto en los saludos, abrazos y besos entre ellos, algunos me saludaban timidamente y otros ni siquiera remarcaban que yo existía, salvo el perro que insistía en olfatearme y darme besos, era un perro besador por excelencia.
Los dueños de casa poseían una casa muy hermosa en las afueras de la ciudad  con dos patios interiores sombreados por frondosos árboles como diseñados para estas tertulias de paz y amor.
La recepción era con un expreso fuerte y dulce, tanto el que ofrece como el que recibe dan muestras de regocijo al hacerlo. Tal cual es la vida, amor cuando das y amor cuando recibes.
Uno de ellos era abrazado con mucha emoción, había vuelto de una misión periodística al conflicto armado en Siria.
¿Cómo te fué por esos lados? preguntó el anfitrion en voz alta.
Uf terrible¡ respondió el periodista, no hallaba la hora de volver, un país completamente destruído.Y con ello todas las familias y el miedo reflejado en cada niño que ves.
Así los americanos se han ido adueñando de las bases petroleras de muchos países y van a continuar. Destruyeron Irak, Libia, Afganistan, están metidos en Siria y tienen en la mira a Venezuela e Iran. Si no fuera por los rusos Siria habría caído hace rato. LA CODICIA NO TIENE FIN.
Siguieron muchas conversaciones triviales, tanto de las familias, de quienes están lejos. De las dificultades después del huracán. La falta de energía eléctrica en algunos sectores de la ciudad y todo lo que ello conlleva.
Después empezaron a preparar el rito donde por grupos preparaban los elementos que imagino quemaban en una hoguera. Salvo yo, que era el invitado. Y se termina bailando alrededor del fuego, donde cada cual va lanzando los elementos antes preparados, con un ritmo africano llamando a los espíritus que estarán presentes en la ceremonia de la búsqueda de la armonía y se termina cuando el fuego muere en medio del canto y de la danza.
Después nos sentamos todos en el salón presidida por el dueño de casa quién nombró un secretario que tomaría nota del camino a seguir para cada uno de los asistentes.
Hasta ahí no entendía nada de lo que estaba pasando ni de lo que vendría después.
El jefe encendió un habano y entró en trance y comenzó a darle a cada uno de los presentes, las tareas de este año 2018 y como solucionar los problemas que le aquejaron en el 2017 y que no fué capaz de sobrellevarlos, su voz sonaba monótona y de vez en cuando había que encenderle el puro que se apagaba. Como eran tantas cosas que no me interesaban y el hecho que antes de viajar siempre duermo menos, me sentía cansado comencé a dormitar, no se cuanto tiempo pasaría y como era el último siento de repente, compañero Ernesto. Voz que me hizo salir de mi modorra.
Usted cuando entró a ésta casa, venía acompañado de muchas energías que están siempre con usted. Hay un espíritu hombre, con liderazgo familiar, llevaba sombrero, vestía oscuro y tuvo una muerte trágica
Este espíritu quiere que usted averigue de ése familiar muerto. Su hijo varón puede parecerse a ésa persona.
Este familiar estuvo vinculado a la ciudad de Iquique, averigue y encontrará.
Usted tendrá que cerrar círculos familiares. Nunca me preguntó si tenía familia.
Usted es portador de cosas relacionadas con la historia de su familia.
Aparecerán hechos relacionados con el futuro de su hijo.
No se retire. La vida continúa y comienza ahora.
Usted no está aquí por gusto.
Hay que escarbar y encontrar el tesoro espiritual de su familia.
Usted es una persona muy espiritual. Tiene un don oculto o no conciente. Puede hablar con la Naturaleza. Es el momento de cultivar ese Don.
Encontrará muchas respuestas.
Puede reencontrar un amor pendiente, disfrútelo.
Quedan muchas aventuras por vivir.
Su peor enemigo es la rutina. No sea esclavo de la rutina.
Déje una huella en la escritura.
Tiene el verdadero escenario para escribir y no lo ve.
¡Averigue en Iquique!
La VIDA comienza hoy.
Cual no sería mi sorpresa, al hablarme de mis antepasados, en especial de mi abuelo materno, quién murió cuando mi mamá tenía dos añosl. Y además que una parte importante de lo que estoy escribiendo, había quedado empantanado, cuando me dí cuenta que no sabía mucho de aquella historia y sentía la necesidad imperiosa de saberlo.
Todo lo que me dijo, dió en el clavo y me dio nuevas energías para hacer renacer las ansias de seguir viviendo.
Me quedó la absoluta certeza, que vine a Cuba y en especial a La Habana para encontrar este mensaje de esperanza para seguir creyendo en mi. Encontrar la energía necesaria que a veces hace falta, para recomenzar en una edad tardía
¡LA VIDA COMIENZA AHORA.
Dejé La Habana para ir a Varadero y estando ahí contraté un viaje.
La camioneta llegó a las siete de la mañana y venían en ella 4 personas de origen italiano dos parejas yo era el quinto y debíamos pasar a buscar un sexto al Hotel Barlovento, quién era un joven mexicano, después supe que era sicólogo y su nombre era Eric.
Partimos a Santa Clara, ciudad donde reposan los restos del Che Guevara y los 31 compañeros que cayeron con él en Bolivia.
El Panteón es solemne y hay siempre guardia de militares, hombres y mujeres que custodian y guían a los visitantes. En un lugar contiguo se encuentra el Museo, dedicado solo a la memoria del Che, su infancia en Argentina junto a su numerosas familia, fotos de escuela, de la universidad incluso fotos del leprosario donde trabajó en su viaje por toda Américal. Esta etapa de su vida fue mostrada en una película donde su sensibilidad queda en evidencia.
Sin lugar a dudas, él siempre fue distinto, como marcado por el destino para mostrar la luz y luchar contra las injusticias, donde quiera que existieran.
Pasamos por El Escambray, las montañas donde se iniciaran las luchas contra Batista. Visitamos el tren blindado del ejército de Batista, que el grupo que comandaba el Che descarriló para tomar las armas modernas que éste transportaba.
La lucha podía continuar con mejores armas para los revolucionarios y como ellos decían HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.
En el mercado de Trinidad, un chileno como yo conversaba con una vendedora y ella le pregunta.
-       ¿De dónde eres? Que hablas tan bien el español.
-       -Soy Chileno
-       A los chilenos le gusta mucho Cuba
-       Te voy a contar porque de este amor. Hubo un golpe de estado en mi país, muchos coterraneos encontraron refugio aquí. Muchos otros han venido a estudiar. En general por motivos de historia y sobretodo de la solidaridad de este país con los revolucionarios del mundo. Para un chileno Cuba estará siempre en su corazón. Y bueno las cubanas no estarán tan arriba en el cuerpo, la cubana echó a reir mirando su entrepierna. Escuchando la conversación me acordé de la historia de un argentino.
Yo diría que los argentinos tienen el don de la palabra, además de haber tenido a Maradona, a  Messi y al papa Francisco, casi nada diría el picado.
Estaba cerca del Malecón en La Habana y me encontré una piba, parecía haber sido hecha con la mano. Un cuerpo .
Es imposible tener dos, agregué yo, con mi humor negro.
Dejáme contarte la historia. Es que no la vas a creer.
La convencí con mi mejor sonrisa además de un billete de 50 cuc. Y nos fuimos a una casa derruída en La vieja Habana.
Tenía ritmo incluso sacándose la ropa.
-Tengo tanto pudor me dijo ella parando su redondo culo. Es la primera vez que lo hago, pero a veces, la necesidad tiene cara de hereje.
-Si mi amor yo también te comprendo, para mi no es fácil recurrir a esto por una necesidad de amor y sobretodo para acompañarme en esta soledad que vivo.
- Y ella me dice, apaga la luz por favor, no quiero que me veas como me sonrojo.
-Y yo pensando, estoy tan nervioso que capaz que no se me pare, no me vaya a pasar lo mismo que me pasó con la vecina que se me metió en la cama, un noche de lluvia torrencial con truenos y relámpagos, que lo único que me pasó, fue como un apagon energético y esa noche Na ni Na, y ella abrazada a mi y el que de dije, botado como un borracho cualquiera colgando entre mis piernas y yo dandole golpes de un lado y de otro para que se despertara, y al final no lo hizo.
Desde esa vez ando con mi pastilla azul bajo la manga.
Ella y su pudor, que me tenía con la luz apagada y yo buscando la pastilla a tientas en los bolsillos de mi pantalón. Con tan mala suerte, que al sacarla se me cayó debajo de la cama.
-Necesito la luz, comienzo a gritar casi en histeria.
- No te preocupes, yo tengo otro condom, me dice ella.
- Enciende la luz por favor, que no veo nada.
-NO necesitas ver nada, sólo tócame.
- Al final la luz se enciende, y veo el reflejo en el espejo de un culo parado y me costó darme cuenta que era el mío, LOCO. La pastilla había caído en una ranura entre las tablas del piso y no tenía a mano ningún elemento para poder sacarla.
De repente siento algo peludo que recorre mi mano, y veo un ratón tomando la pastilla con los dientes
-       Yo le grito NO ES QUESO BOLUDO. Pero no me hizo caso y se la llevó a la guarida, incluso creí vislumbrar una sonrisa maliciosa en sus ojos.
-       De más está contarle que una rata estuvo gritando toda la noche y carreras de un lado a otro. Y yo con el tonto ahuevonado entre mis piernas, más dormido que un oso en el invierno y ella mirándome compasivamente, mientras acariciaba el culpable de mis desdichas
-       Y yo me dije No hay mal que por bien no venga o Bien que por mal no venga. Porque la moraleja de la historia, es que no busques algo con la luz apagada porque lo más seguro es que no lo encuentres. O bien por una pastilla azul, una rata y un ratón fueron exitadamente felices por un buen RATO. Valga la redundancia.
-       Querido hermano (porque los argentinos son nuestros hermanos) tu historia me conmueve hasta lo más recóndito de mi ser. Pero debo decirte que siempre hay tiempo para una revancha. Aunque los ratones digan lo mismo.
Esta mañana he salido a caminar por la extensa playa de Varadero, el agua que mojaba mis pies estaba tibia y resonaba en mi mente la voz del Yoruba A ROMPER CON LA RUTINA. Despues de 15 minutos de caminata encontré un círculo de personas, todas vestidas de blanco, hombres, mujeres y niños tomados de la mano, llamando las energías positivas: para ayudar, para pedir talvez por la tierra, por el país, por la paz, concentrados con los ojos cerrados como flotando en el aire.
Cuando encontré que ya había caminado bastante, estaba frente al hotel Barlovento, fué la primera que vinimos juntos a Cuba y ahí fue concebida nuestra hija. Han pasado más de 20 años de aquello. Me senté en la arena para ir atrás en el tiempo, te veías alegre cuando me contaste que sentías que estabas esperando un bebé y yo te respondí que no era así. Y tu insististe que te sentías extraña y que sentías otra presencia en ti.
Yo pensé que estabas loca, y el hombre sin fé era yo. Al final yo era el hombre de poquita fé y tu tenías razón.
Quizás en cuantas otras cosas he estado equivocado a través de todos estos años. La lógica tiene sus limites y más allá están las fronteras de lo inexplicable. Incluso nuestra hija es el fruto de ello.
De vuelta de la ciudad de Cienfuegos, y cuando el guía ya había contado la historia de las tres ciudades visitadas, eso significaba que la vuelta sería en silencio, hasta que una de las italianas preguntó por el dulce de coco y ahí nuestro guía nuevamente se desbordó en palabras.
En Cuba hay dos tipos de palma, que dan por lo tanto dos tipos distintos de cocos y los sabores del dulce serán a la vez diferentes. En general el agua o el jugo que encontramos al interior se toma o se bota, lo importante es la masa o el interior del coco que se corta en trozos pequeñitos y se coce lentamente, a la mitad de la cocción, lo pasamos por la batidora y después le agregamos leche condensada y lo seguimos cociendo lentamente en agua hasta que se reduzca mientras lo batimos constantemente.
La cara de gozador que ponía el cocinero-guía cubano, daba ganas de probar el dulce de coco. Las italianas saltaban de gusto, mientras sus maridos que nada entendían de cocina, estaban tan ausentes como yo.
El mexicano en cambio, psicólogo además, era bastante entendido en dulce de coco, y asentía cuando el guía nos daba la receta.
Yo me volé y recordé cuando visitamos Vietnam y en el delta de Mekong una isla donde se producían diferentes dulces de frutas tropicales, entre los cuales estaba el coco. Recuerdo los ricos sabores de aquella tarde experimenté y mis glandulas gustativas que talvez olvidaron los sabores de ayer pero están en mi retina y en mi corazón que todos lo trabajadores de la isla eran amputados de la guerra.
No recuerdo si el sabor era dulce o amargo A pesar de todo, ellos habían sido recapacitados para darnos el sabor de Vietnam y mostrarnos los daños que una guerra produce.
Incluso la despedida era con música, interpretada por ellos mismos, donde la voz melodiosa entraba en nuestros corazones, a pesar de que en mi caso, nada conocía de su lengua. Más de una lágrima, se escapó de nuestros ojos.
Que distinto es el fruto cuando sentimos las cosas con Amor y que triste es el resultado de las guerras. Lo peor, es que no aprendemos.
El mexicano comenzó a enseñarme el coctel de frutas, todo picado pequeñito, unas gotas de limón junto a otras de bitter agregado al jugo de naranjas natural y encima crema chantilly y se dejan una hora en el refrigerador. Me pareció tan simple y nunca había hecho el intento de hacerlo.
El viaje terminó con un hasta la próxima, que solo era un decir.
Cada semana hay cambio de pasajeros en el hotel, algunos están blancos y terminan rojos al final de la jornada, otros más tostados y otros difinitivamente negros, cada cual entra con sus sueños, sus esperanzas de una semana llena de movimientos, de música y de mirar caerse el sol cada tarde.
Había entre los clíentes un chileno de nacimiento pero que vivía en Saskatoon y estaba desde el 15 de septiembre del año anterior, tenía más de 80 años y cojeaba de la pierna derecha y le echaba la culpa no a los años, sino que su pareja cubana le había hecho malembe. Yo habría dicho falta de amor. Pero quién soy yo para cambiar la historia, sólo para narrarla. Venía desde Concepción y había llegado a Canada en 1979 donde vivía con su hijo sólo que él siempre estaba ausente por razones de trabajo hace 5 o 6 años que venía a Cuba para escaparse del frío y de la soledad.
Conocía todas las argucias para gastar menos y obtener el máximo. Llegaba con dos maletas llenas de elementos necesarios para damas, con las cuales intercambiaba favores. Sabía donde quedarse para poder entrar sus visitadoras por el servicio de sus regalos.
Supo que yo era chileno y se vino a sentar conmigo a la hora del desayuno y lo ví que traía 4 huevos duros. Inmediatamente le dije, con tanto huevo se va a enfermar y se rió con unos ojos de niño malulo. No, no me los voy a comer y los metió en un saquito que traía. Son para regalarlos a la gente pobre que yo conozco y que sino se mueren de hambre.
Cual no sería mi sorpresa, de encontrarlo con una morena que trabajaba en un hotel de Varadero y ella comiendose dos huevitos duros, es decir, otra argucia de este ejemplar para conseguir los favores que él necesitaba. No pregunté nada.Un día antes se había ido un señor de Magog, quién entabló conversación conmigo porque le encantaba conocer gente diferente. Aficionado a la fotografía y a la historia.
Me contó que tenía una hija y que estuvo casado 9 años. Al inicio pensaba estar casado como máximo durante 5 años y con mucho esfuerzo lo estiró . Le gustaba viajar y lo hacía con su madre y su hija. Tenía el prototipo de que las mujeres no eran su finalidad.
Según su criterio las mujeres pasan por tres etapas en el amor o más bien en la vida activa sexualmente.
La primera, el comportamiento más primate o animal, la búsqueda del padre para sus hijos.
La segunda etapa a partir de los 45 años, donde la búsqueda del sexo hace explotar la brújula de la cordura. Y la tercera, como consecuencia de ese desborde placentero pierden en un alto porcentaje a sus maridos y o compañeros y llega la soledad en una edad donde conseguir un compañero es bastante dificil.
Muchos de los trabajadores (hombres y mujeres) de Varadero están siempre a la pesca que les sirva como remolque para salir de la Isla. El que hablaba más conmigo me contaba que la vida que llevaba no le gustaba y todo lo que él quería era dejar la ciudad de Cárdenas y el trabajo fastidioso que hacía.
¿En que consistía su trabajo? En colocar las sillas bajo la sombrilla a los clientes del hotel. Y la parte más importante, vender el uso de las sillas a los viajeros que se quedaban en casas particulares y les cobraban 5 cuc por dos sillas incluyendo la sombra (negocio redondo) si solo tuvieran 5 clientes diarios haría 25 cuc por día 150 por semana en total 600 cuc por mes. Tengo una amiga doctora que gana el equivalente a 40 cuc por mes.
No podemos comparar las responsabilidades ni el aporte a la sociedad en la cual viven. Unos dedicados a estudiar y salvar vidas y otros al baile, a vagar y a trasladar sillas.
Una pareja colombiana que venía de Bogotá, le arrendaron sillas a mi amigo, ambos eran blancos aún no bronceados por sol, se veían una pareja sana y bonita. Pero ella era una bomba sexy, se arregló el calzón del bikini de manera que quedara como hilo dental, como le llaman los cubanos cuyos glúteos redondos y bombeados como pelotas de futbol, yo la observaba desde mi silla mientras ella levantaba su pie y lo ponía sobre la silla mientras se echaba delicadamente el bronceador, sentí unos deseos enormes de darle una patada a esas hermosas pelotas (dijo Maradona), pero me refrené y solo los admiré, mientras su compañero buscaba conchitas en la playa, que cuadro tan disimil.
Solo que no sabemos que había pasado la noche anterior, después del rezo para rogar por los necesitados de cualquier cosas incluso de Amor.
Otro de los viajeros al hotel fue un uruguayo, quién viajaba a todos lados con su mate y su cigarro. Escuchó que yo hablaba español y se dirigió a mí con una sonrisa amistosa y ¿Vos de donde sos? (pensé que era argentino).
-        
-       ¿Me puedo sentar en tu mesa? Naturalmente le respondí, pero te aseguro que no es mía, estaba aquí cuando llegué.
-       Me contó que iba para Santa-Clara a encontrarse con una amiga cubana.
-       -¿Y es tu amor? Le pregunté.
-       -No no lo es, pero es como si lo hubiera sido, siempre hemos tenido vidas paralelas y solo tangencialmente nuestras vidas se encuentran. La primera vez, fue en una conferencia sobre el aporte de la genética para descubrir si el feto viene con predisposición a algunas enfermedades, que podrían curarse tempranamente en el vientre materno.
-       -Entonces ¿Tu eres doctor? Pregunté interesado.
-       -No, en realidad soy un periodista especializado en el campo científico, y existen muy pocos haciendo lo que yo hago.
-       -Y ¿ahora estás aquí por amor?
-       - No, son las circunstancias de la vida, la que nos lleva a encontrarnos nuevamente y el resultado solo el tiempo lo dirá.
-       -Pero ¿Existe el interés?-En mi caso siempre hubo, pero renunciar es también una forma de amar, cada vez que pienso en Cuba, vienen a mi memoria sus ojos cálidos, su sonrisa abierta y libre y cuando entro al agua y las olas me acarician, no puedo pensar otra cosa que no sea ella.
-       - Y ¿Dónde está el problema? ¿Qué les impide entablar una relación?
-       - En primer lugar, tenemos edades dispares y por lo tanto, con intereses frente al avenir que no concuerdan. Cada vez que yo he estado sólo, ella está con alguien y viceversa. Tengo la certeza que hemos nacido para vivir en vidas paralelas y la tangente que nos junta temporalmente nos sirve para adivinar en que etapas nos encontramos y si las huellas del destino han sido beneplácitas o han deteriorado nuestros cuerpos
Volviendo al visitante de Magog, me contó de sus viajes por Italia (siempre con su mamá y su hija), fuera de la cultura y los vestigios de la historia de Roma, lo que más le gustó fue la costa Amalfitana, nada dije, de que también la conocía y que su belleza también había dejado huellas en mi. Preferí preguntarle por la Isla de Capri y si había visto el film Le facteur en frances o Il Postino en italiano, basada en la historia de Pablo Neruda, poeta chileno laureado con el nobel de literatura en 1971.
Aunque Antonio Skarmeta, escritor chileno, narra la historia de Pablo en Isla Negra donde este tenía su casa con Matilde Urrutia, la protagonista del idilio con él en la Isla de Capri, mucho antes de la historia de Antonio, cuyo libro tituló LA PRIMAVERA CON UNA ESQUINA ROTA, donde hace alusión al gobierno de Salvador Allende como una Primavera y al golpe de estado que rompiera esta primavera con trazos de la vida de Pablo.
Seguramente encontró emotiva la disertación sobre un aspecto que él desconocía, tanto de la vida de un poeta, de un país, de una Isla y de un sueño.
Se interesó en saber más de Chile. ¿Cómo era? ¿Qué lugares visitar? ¿Cómo era su gente, su fauna, su vegetaciòn, su desarrollo, su lengua?
-       Le sugerí que lo buscara en google, cualquier cosa que yo le contara, era muy subjetiva ya que mi visión llevaba incluída la emoción de mis vivencias y corté la conversación, porque ya habíamos terminado de comer y había gente que esperaba por una mesa
Al día siguiente, mientras hacía la fila para comer unos huevos fritos en el hotel, me llamó para que me sentara con él.
Hizo alusión a lo que habíamos hablado del amor y de lo interesante de la Isla de Capri, donde se había vivido una gran pasión de un famoso poeta y una cantante de la música tradicional chilena.
-       ¿Piensa usted que podría visitar Perú y Chile al mismo tiempo?
-       Se refería a la misma época, no en desdoblarse.
-       - No me cabe ninguna duda, todo depende del tiempo del viaje y del dinero que usted posea para dicho viaje. Si va a Perú, no puede dejar de visitar Machu Pichu, que significa La Vieja Montaña, la ciudad donde se retiraba el rey Inca para comunicarse con su Dios. Edificada en lo alto de una montaña. a 2450 metros donde vivía sólo él con sus concubinas, además del clero o monjes de la época en su cultura. Es bueno recordar que los españoles, nunca pudieron hallar aquel lugar y fue redescubierta en 1911, por Bingham.
-       Una construcción maravillosa tallada en granito. Que tenía su propia fuente de agua que alimentaba toda la ciudad que aprovechaba además las aguas de lluvia a traves de terrazas que eran capaces de filtrar sin que se desmoronaran y alimentaban a los que allí vivían.
-       A pesar que, según los colonizadores españoles apoyados por la religión que les acompañaba, los autoctonos de América no tenían alma, tenían un desarrollo arquitectónico que superaba lejos a sus colonizadores.
En la ciudad del Cuzco echaron abajo una parte de sus construcciones, para crear su mundo a partir de las bases de la ciudad inca de aquella época. En los inicios de los 1600 hubo un terremoto que destruyó todos edificios construídos por los españoles y solo quedaron en pié las construciones incas, que aún están visibles en toda la ciudad, incluso su color es diferente, hechas de una piedra negra.
Lo extraño es que hallan perdido todo su conocimiento, como si hubieran sido atacados por el mundo del olvido. Justamente Gabriel García Marquez, el premio nobel de literatura colombiano, en su novela 100 AÑOS DE SOLEDAD, nos cuenta de un pueblo atacado por esta enfermedad. Pero es sólo en la literatura, porque en la realidad habría que pensar en otras razones, como por ejemplo que los conocimientos les fueron transmitidos por seres extraterrestres.
-       No eso yo no lo creo, me dijo un poco alterado.
-       Bueno en Chile, en la Isla de Pascua, existen las estatuas de piedra que no saben como fueron capaces de moverlas desde su lugar de origen o de construcción hasta el lugar donde están ahora ¿Qué energía se utilizó para tal efecto?
-       Y en Nazca, (Perú) están los jeroglíficos gigantes que sólo pueden  verse desde el espacio y créeme que aún es un misterio.
-       -¿Quiénes lo hicieron?
-       ¿Para que los hicieron?¿Para  quienes lo hicieron?
-       Y esto último es relevante, porque fueron construídos muchos años antes que los aviones existieran. Esto muestra sin duda que hubo quienes podían verlos desde el espacio. De acuerdo a los cálculos del carbono 14 las líneas fueron hechas entre 300 y 800 años antes de jesuscristo.
-       - Si, pero yo no creo.        
-       Le voy a contar una historia de mi juventud que me hizo cambiar mi manera de concebir el mundo y de entender un poco mejor la pequeñez del hombre.
Santiago de Chile es una ciudad construída en un valle y rodeada de montañas. La más impresionante es la Cordillera de los Andes cuyo punto más alto son cercano a los 7000 metros de altura. Si nos paramos mirando hacia el Sur (hacia la Antártica), la tendremos a nuestra izquierda, a la derecha las montañas de la costa y adelante y atrás las montañas transversales que dan origen al Valle del Mapocho, río pequeño que nace de los Andes y que sólo es caudaloso, cuando las nieves comienzan a derretirse en primavera. Allí vivieron nuestros autóctonos, llamados Mapuches.
Hasta que un día el sol se nubló y llegaron los españoles con sus armas, con sus cruces además de sus enfermedades. Dejaron de llamarse Mapuches, los españoles les llamaron Araucanos, como no tenían alma, no tenían el derecho a tener su propio nombre. Según ellos Dios les había entregado el derecho a través de la cruz que era su representación del usufructo de las tierras conquistadas y de todo lo que ella producía. En especial el oro.
Bueno, eso era sólo un parentesis de mi historia para hacerle cambiar de sintonía. Y del nublado aquel, nos siguió el nublado de una ciudad en crecimiento constante, tanto que era difícil vislumbrar las estrellas o que éstas tuvieran algún impacto en mi infancia o en mi juventud. Sabía que existían pero a lo lejos, como en el poema de Neruda en el libro de su juventud 20 poemas de Amor y una canción desesperada.
Y TITILAN AZULES LOS ASTROS A LO LEJOS
Por circunstancias de la vida tuve que ir a trabajar al norte de Chile, más exactamente en San Pedro de Atacama, un oasis en medio del desierto más seco del mundo, allí cuando el sol emprendía su retirada el cielo se encendía con miles  y miles de estrellas. Eso para mi era la ventana al Universo, un universo maravilloso que nos hace comprender lo infinitamente pequeño que somos.
Si solamente en la parte que podemos ver de la Vía Láctea, hay millones de estrellas. ¿Cómo puede ser posible que solo haya vida en la Tierra? Es tener un pensamiento anquilosado en los preceptos de la iglesia medieval y al que piense distinto le cortaremos la cabeza. Salvo que hoy día la tecnología nos permite llegar más allá del pasado oscurantista y día a día los nuevos descubrimientos nos llevan a vislumbrar el futuro con una mente abierta y capaz de aceptar que la Tierra no es el centro del universo y que las religiones con sus odios intrínsicos no pueden dictar los caminos que debamos seguir. Es verdad que hay quienes prefieren cerrar los ojos y vivir comodamente en el pasado.
Si son felices así, nadie puede reconvenirles, pero lo importante es que no pretendan adjudicarse ser los únicos iluminadores del camino y dictar a traves de los púlpitos su verdad restringidamente oscurantista.
Por favor cuando vaya a visitar mi país, no olvide ir a los pies del volcán Licancabur y ahí cerca de 6000 metros de altura se encuentra el Observatorio más grande del mundo donde trabajan cientificos de diferentes países, se llama ALMA y trabajan 64 observatorios en conjunto. Nunca hasta ahora el hombre había tenido la posibilidad de mirar el infinito con tanta claridad hasta extasiarse de tanta belleza y de nuevos descubrimientos.
Si un día, en el inicio de mis 20 años al ver por vez primera el cielo de la noche iluminado por estrellas, me dije esta es la ventana al infinito y me extasié cada noche pensando talvez que algún día podría volar a ese cielo estrellado.
Hoy comprendo que mi pensamiento a los 20 años, tenía mucho de premonitorio, jamás pensé que 50 años después esta ventana al universo sería una realidad y la cantidad de descubrimientos desde hace 4 años es impresionante. Después de conocer aquello seguramente la influencia de la religión frente a la vida en el exterior de la Tierra cambiará completamente.
Me miró con ojos de duda y pensando será verdad lo que me dice esta persona que viene del tercer mundo. No puedo dudar de lo que usted sintió a los 20 años de ése sinfín de estrellas, pero de ahí a las visitas extraterrestres en el pasado, hay una distancia enorme. Y riendome con su respuesta, y más que su respuesta fue su voz que traicionaba lo que decía. Pensar que somos entes estáticos es un error, si la Tierra gira a  1600 kms. Por hora, nosotros con ella aunque tengamos la sensación de estar fijos y tengo la convicción que una luz le hará pensar en el pasado y proyectarse en el futuro, talvez no estaré con usted cuando la revelación llegue en esta vida o en la próxima. Que tenga un buen día amigo.
Estando en la Isla es imposible no hablar de Fidel y de su partida. Y de la hermosa canción que acompañó la Caravana de los Agradecidos que sumaba miles y miles. ¡Nos acostumbramos a sentirte eterno¡ Fueron tres días donde la luz se escondió, para irse con Fidel.
Su influencia no sólo en la Isla, no sólo en los revolucionarios del mundo, no sólo en todos los países del tercer mundo donde la hazaña de unos cuantos, encendió el deseo de cambiar y luchar por anhelos de justicia.
Sino también a los opresores que comprendieron que había nacido una fuerza con la cual tendrían que contar, so pena, de perder todos sus privilegios. Tal cual Fidel lo dijo en su primer discurso en las Naciones Unidas. Porque el mundo tendrá que contar con los pobres de América.
Pero Fidel se quedó corto, porque el mundo tendrá que contar con los pobres  de toda la Tierra, no sólo de América.
Los opresores, no sólo del Imperio sino también de cada país subalterno. No es que hayan perdido los deseos de ser quienes son. Pero ahora los pueblos se han empoderado de entender que la unidad hará vacilar y su lucha no tendrá fin hasta que no haya cambios reales.
Y esto es el triunfo de Fidel que está vivo en todo anhelo de justicia y tal como dice la canción
¡Porque la muerte cree que se apoderó de ti¡
Y encontramos a los tipos más reaccionarios, preocupados del pueblo y de la justicia de sus necesidades. A lo menos en sus discursos a la caza de votos de los ilusos que siempre existen. Pero el hecho de que tengan que cambiar su lenguaje, hay una parte que empieza a hacerse real. Es la comprehensión de que las necesidades que se piden solventar son reales y aunque halla algunos que pretenden engañar con sus discursos, son carreras de corto aliento, porque la verdad termina por imponerse. Estamos en una época en que los agoreros de la mentira estan ganando terreno en muchos países de esta Tierra, pero tendrá que cambiar. Cuando los pobres empiecen a marchar no habrá fuerza que los pueda parar.
Y este hombre nacido en una pequeña isla al lado del Imperio dejará demostrado la veracidad de su palabra y de su acción. Jamás será palabra muerta,  el anhelo de justicia , y ese hombre llamado Fidel no ha muerto, y no ha muerto porque está en cada uno de los que luchan por un mundo mejor.
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ernestosanmiguel · 4 years
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Chambord (mi calle)
Ernesto San Miguel
Calle en el que los vehículos solo corren de norte a sur y desemboca por el sur en el parque Lafontaine.
Allí pululan incorporándolo a su mundo una cantidad de travestis, que se pasean en las noches de verano; en los días feriados o los fines de semanas se juntan a tomar el sol; pero no solo ellos lo hacen sino que además todos los vecinos del sector.
Pongo énfasis en este detalle, porque contrasta con el conservadurismo de nuestros países en donde los homosexuales y lesbianas deben tratar de pasar inadvertidos porque no son bien mirados o pueden ser maltratados.
En invierno la gran pileta se transforma en sendero de patinaje donde cientos de niños dan sus primeros pasos en patines de hielo, dándole vida y calor con sus multicolores vestimentas. La noche es el preludio del amor, en multifacética expresión.
El organismo de solidaridad Quebec-Cuba de Montreal, asistía aquel año a la celebración del 26 de julio a realizarse en Cuba y enviaba 10 niños que iban a mi cuidado, hijos de quebequenses , de latinoamericanos en general y de chilenos en particular.
El viaje fue muy tranquilo, después que cada uno de los padres me pidiera que cuidara muy bien su hijo (a). Grande fue la sorpresa de encontrar más de tres mil niños (as) venidos de todos los rincones del mundo. Naturalmente la delegación más grande fue la de Cuba, incluso había niños portorriqueños, y  estadounidenses, de Italia había una delegación que incluía una escuela de danza de ballet, era uno de los últimos años que existía la Union Soviética, Chile solo estaba representado por hijos de exiliados repartidos en el mundo.
Teníamos diferentes actividades: visitas a lugares interesantes, dentro de Varadero y fuera de ella; visitamos La Habana y Playa Giron ente otros.
En las tardes después de cenar, se producían encuentros con niños de diferentes países; cada país tenía derecho a pedir tres encuentros y debía aceptar el pedido de algún otro país que estuviera interesado en conocer a los canadienses de Québec, puesto que también había niños que venían de Ottawa. Tuvimos reuniones con niños de Italia, de Francia, de México y de la Unión Soviética entre otros.
Durante los 21 días de nuestra estadía, la playa que bordeaba el hotel donde estábamos fue la actividad más constante y que le gustaba más a los niños de todas las edades. Desde la una hasta las cinco de la tarde gozábamos del sol, de la tibia agua y de la alegría compartida cualesquiera fuera la lengua hablada, la amistad y el amor no tienen fronteras.
La directora de la escuela de ballet italiana era una hermosa mujer, joven y de un fisico extraordinario, nos conocimos por casualidad antes del encuentro entre nuestros grupos.
Tenia dificultades para consumir todo los dias frijoles, de modo que hablé con el director para que me diera una persona que me reemplazara para cuidar mis niños, mientras yo salía a comer en un restorante. Justo en ese momento salia un autobus con la delegacion italiana y nos fuimos a comer langosta.
Cada delegacion tenia asignada dos personas cubanas que les acompañaban en todas las actividades, en este caso era una chica llamada Yaiza y un joven de nombre Andrés, quienes por un descuido de quien dirigía esta delegacion se quedaron sin lugares donde sentarse a comer
Dándome cuenta del problema les invité a mi mesa, cosa del cual se sintieron muy contentos, porque ademas podíamos conversar tranquilamente en español.
La directora vino para agradecerme el gesto y les pidió disculpas a mis acompañantes circunstanciales.
Comimos y bailamos porque decir Cuba es decir ritmo. Pero no era el mejor día de Yaiza y algo que comió le produjo fuertes espasmos estomacales, de manera que tomé un taxi y la lleve a un centro asistencial, evitando que los italianos tuvieran que preocuparse de ella y tuvieran que parar su fiesta.
Siempre había una tertulia entre los monitores de los diferentes países, pero aquella noche despues que los chicos se hubieran acostado,,Gina se acercó para proponerme que hablasemos en francés, idioma que habia estudiado pero que no practicaba mucho.
Asi conoci a la chica de Milan y cada noche nos juntábamos a conversar distintos temas, además de hermosa era muy culta, sin lugar a dudas una energía positiva crecía día a día y de esto seguramente tambien se dio cuenta su marido un giganton grosero y celoso que en una de aquellas noches se acercó para decirle que ya era hora de acostarse. Ella mirándolo con enojo le respondió que si el tenía sueño, era él, el que debía acostarse y que ella estaba muy bien conversando conmigo. Una vez que el marido se fué, le conminé a partir, y que no quería sentirme culpable de una disputa entre ellos.
La verdad es que no quería sentirme golpeado por tamano energúmeno, solo que me cuidé de no decirlo. Ella con una sonrisa cautivadora me aseguró que el tipo no era su dueño y que debía aprender a ser respetuoso con ella y con los demás.
Una tarde en que estábamos en la playa, cercana a la hora en que debíamos quitar para que los chicos se bañaran y se prepararan para comer, me vino a buscar para que me quedara con ella, ya que una vez que los niños volvían al campamento ella y su grupo se bañaban desnudos. Casi me tragué la lengua y me negué rotundamente aduciendo que no podía dejar a mis dirigidos solos, su grupo era gente adulta y se podían permitir muchas cosas que yo no podía hacer.
-       Entonces nos encontramos a la noche, me dijo con su mejor sonrisa.
-       Hasta la noche, espero que no tengas problemas con tu marido.
-       Olvidate de él, me respondió.                                                                                                                                        
Los encuentros con Gina me llenaban de emociones encontradas, pero sobretodo por el miedo a generar una rencilla entre ellos y yo arrancando de la bestia entre mesas y sillas desparramadas. Mi imaginación era desbordante y el miedo aun más. De manera que aunque ella era bellísima, la veia tan lejísima y no dí ni un paso que me acercara a ella, e incluso me sonrojaba cuando ella venía a saludarme y yo estaba con el grupo de mis niños.
Los chicos en cambio me hacían bromas, de las cuales yo no tomaba en cuenta y me hacía el que no las comprendía.
Llegó la hora de las despedidas y la delegación italiana fué una de las primeras en partir y allí la niñez de diferentes países les cantaba en emocionante momento la canción del adios, mis dirigidos con lágrimas en los ojos reflejaban que el amor es la más fuerte de las emociones y energías. Detrás del grupo sentado en una roca yo era un testigo silencioso.
Los buses partieron y las manos que se quedaban y aquellas que se iban se decían adios plenas de emoción mientras los jóvenes volvían a sus actividades diarias, yo me quedé sentado en la roca mientras a los lejos los buses se perdían. Cuál no sería mi sorpresa ver el bus de Gina volver a buscar algo que habían olvidado y ella corriendo hacia mi con sus brazos abiertos y sentí un beso apasionado diciendo ¡Hasta siempre!
Uno de aquellos días, mi vecina del piso superior, una chilena a quién conocía desde Chile, desde que teníamos unos quince años, me paró y me dijo – Tienes un inmenso saco a tu espalda, anda a verme y te lo voy a quitar. Muchas gracias, le dije,  sin embargo mi incredulidad en esos tiempos era mayúscula y entre mi pensé hum está peinando la muñeca, lo que quiere decir en chilenísmo, está loca.
Pasó más de una semana y nos volvemos a encontrar en la entrada de las escaleras de nuestras casas, ella en el tercero y yo en el segundo. Me miró y me dijo el saco sigue creciendo, tienes que venir inmediatamente conmigo, Me tomó de la mano y me llevó a su casa. Hasta ahí, yo nada sabía de esoterismo y de su capacidad de vidente en las cuales yo no creía (me refiero a los videntes).
-       Las separaciones matrimoniales siempre producen en las personas una inseguridad, sobretodo cuándo les cuesta explicarse las razones de esta separación como es tu caso. Y además cuando tenemos en nuestra memoria algunos traumas que se han producido en la niñez y que si bien creemos que se han ido olvidando con el tiempo, solo es un simple maquillaje para poder seguir existiendo sin las amarguras de aquello. Pero están guardados en lo más profundo de nosotros y necesitamos ir a buscar al niño para explicarle las causas de aquel hecho y que los comprenda como un adulto.
-       - ¿De dónde sacas tú, que yo tengo esa amargura de niño? respondí
-       -Yo veo dos inmensas y una más pequeña que también está maquillada.
-        
-       Te voy a conversar de las grandes, la primera fué cuando se cayó la pared y mató a la niña que iba con tu hermana y contigo. Ella era un ángel que estaba ahí para salvarlos a ustedes y yo te veo tras de una mampara temblando de la mano de tu hermana, pero no tenías lágrimas y esa pena está aún contigo.
-        
-       Lo había olvidado completamente, y sentí que no podia retener las lágrimas y venía a mi memoria el cuadro dantesco. El polvo de la tierra de aquella casa de adobe y mi madre y mi tía gritando como locas tratando de sacar los escombros que estaban sobre nuestra amiguita y yo me veía quieto como un fantasma sin poder articular palabra sin ni siquiera ser capáz de derramar una sola lágrima.
-        
-       Debo haber llorado muchos minutos y mi amiga me dejó expresar todo el sentimiento que no pude hacer cuando era niño.
-       Después conversamos de lo que pasó y de los entretelones de aquella historia, como por arte de magia me volvieron los recuerdos y de ver a quienes lo vivieron con sus rostros jóvenes con sus rostros de antaño y nosotros infantes viviendo aquello.
Estuvímos hablando más de dos horas incluso de las consecuencias que trajo ese drama que vivimos. De repente me dijo, hemos reducido la mitad de tu saco. Puedes venir cuando quieras, no dejes pasar más de una semana para liberarte completamente de esa mochila que cargas.
Había pasado una semana después que me hubieran mostrado la tarjeta roja, o sea expulsión de la casa.
Salí como todos los días para hacer mis clases de español, la nieve y el frío de febrero se hacían sentir con intensidad, caminaba por la vereda norte de la calle Saint-Joseph cuando vi una persona que no podía subir a la vereda, su silla de ruedas se encontraba atascada en la nieve y sus intentos por subir eran vanos. Atravesé corriendo para poder ayudarle, desde lejos no se sabía si era hombre o mujer; cuando le hablé, la persona me daba la espalda y su gorro de piel que le cubría la cabeza impedía adivinar su sexo.
¿Puedo ayudarle? pregunté mientras tomaba la parte de atrás de su silla. Por favor, me respondió con una suave voz de mujer; después de subirla a la vereda, giró su silla y me dió una sonrisa maravillosa, diciéndome gracias señor, que la paz y el amor estén con usted. Nunca había visto unos ojos azules que tuvieran el brillo y el amor que entregaba en su mirada; tenía a lo sumo 40 años. Han pasado muchos años y aún no he podido olvidar esa mirada.
Antes de encontrarla, cavilaba como si yo tuviese al borde del abismo. En los 50 años la separación me había herido el alma y me había sumido en una negrura total. Tenía dudas sobre el mañana, y la vida no tenía un sentido cabal o bien si yo quisiera vivirla. Pero esa mirada tenía algo más; esa mirada gritaba la vida es hermosa y si yo con todos los problemas que trae consigo vivir en una silla de ruedas soy feliz, ¿Cómo no podrás serlo tú? que no tienes ningún problema real.  
Después de dos estaciones, ya me estaba retando y diciéndome a mi mismo que ejemplo has recibido hoy, amigo mío. Nadie nació acompañado, salvo los mellizos que son excepciones y desde pequeños vamos formándonos para poder vivir y aprender aquello que tenemos que aprender; si en el camino encontramos a alguien que nos haga feliz; es lo más natural que sigamos el camino juntos, pero si en la ruta comenzamos a ver la vida de una manera diferente y nuestros intereses ya no son los mismos, y comenzamos a ver con claridad los defectos de la otra persona y a no soportarlos, entonces es evidente que el amor se ha terminado y en estos casos es mejor dejar el camino libre y que la otra persona tenga también el derecho a ser feliz.
Tomé un curso de inglés en un centro comunitario y aquel día después de levantarme y mientras tomaba el desayuno, me acordé de la tarea que debía presentar y empezé a trabajarla mentalmente. Debía utilizar las preposiciones y conjunciones me dí cuenta cuando repetía en voz alta con la boca desocupada era demasiado evidente mi acento hispanófono; más cuando lo  ensayé con la boca llena me parecía que mi voz salía mucho más gringa.
Antes de las 11 AM salí corriendo, para no llegar atrasado a la clase; cuando llegué a la esquina más cercana me dí cuenta que los zapatos me tragaban los calcetines; a la media cuadra me había tenido que agachar más de cinco veces. Al empezar la cuadra siguiente, es decir,  cuando iba frente al parque Sir Alfred Laurier y la calle Brebeuf, me propuse olvidar mis calcetines y dejarlos que llegaran donde quisieran llegar; al llegar a la calle siguiente mis calcetines se habían entrado completamente; tiré de ellos con furia y seguí caminando frente a la mirada dulce que me prodigaron las palomas y las ardillas que estaban en amable plática.
Al fondo del parque vi asomarse el autobus; tenía el tiempo justo para llegar al paradero. Tuve que cambiar la forma de andar para obviar el problema; sólo dejé de hacerlo cuando sentí la mirada inquisitiva de una vecina; hice como que practicaba la prueba de marcha, con un meneo de cintura y cadera; pienso sinceramente que pensó otra cosa.
Aquel día habían cambiado la hora y lo había olvidado, lo recordé cuando la hermosa secretaria, me saludó con su habitual sonrisa y me preguntó que hacía una hora y diez minutos antes de la  clase. Me senté en la sala de espera contra la pared y cabeza gacha me escuché todos los chilenismos que me dije por hue..
De pronto me vino a la memoria la ciudad de Mendoza, donde había comprado estos zapatos que me molestaban tanto; recordé además el sufrimiento de mis pies en la primera caminata por la Avenida San Martin. y también por el mercado artesanal donde quedé deslumbrado por los labios gruesos y jugosos de la pintora de caballos y danzas; su hablar apasionado a traves de las formas, en fin, no pude menos que sentirme sentado en tamaño animal (me refiero al caballo) pero me traían a la realidad el cepo en torno a mis pies. desmontaba y huía de aquellos labios tentadores que no he podido olvidar. Cada vez que uso los mismos zapatos, ella viene a mi.
Estaba en estas cavilaciones, cuando empezé a sentir los primeros cosquilleos de mi estomago que me indicaba falta de comida. Puse mi pie derecho en mi rodilla izquierda justo en el momento en que pasaba la secretaria motrándome el contorneo de sus pantalones hermosamente llenos; cuando de repente mis dedos encontraron una papa (papa=hoyo) profunda, grande e inmisiricorde a mi sentido del ridículo, tan propia de nuestros  subdesarrollados países. Sacando la cuenta entre la izquierda y la derecha, me di cuenta de que mi falla era del lado derecho, lo que en medio de tanta mala suerte, me daba una satisfacción moral de tipo dogmático.
Sin embargo, el hambre me gritaba mientras la secretaria quizás en que demoroso menester se encontraba en el baño, por lo tanto, decidí salir a comprar algo que comer. Elegí un buen queque, grandote pensando en la secretaria y sus pantalones y un yogourth.
Volví al local con mi bolsito y cuan grande sería mi sorpresa al encontrar en la puerta cerrada un cartel que decía “¨nous retournons dans 45 minutes” (volvemos en 45 minutos).
Y me encontré en la calle con hambre, con papas en los calcetines y con un humor que me hacía arder el alma y todo lo que le rodea.
Sentado en una reja de fierro devoré mi colación, pero antes saqué mis calcetines sin ningun recato, mientras los transeuntes miraban de soslayo mi extraña actividad, en la centrica calle de la ciudad de Montreal. Guardé mis calcetines en el bolsillo posterior del pantalón, bolsillo que sólo usaba en Chile, para guardar el antiguo pañuelo de género.
Las sillas de la sala de clase estaban dispuestas en forma de U y yo sentado en el final de una de las alas; en frente de mi, unas piernas bien torneadas que lo embellecían todo.
La composición que teníamos como tarea empezó a ser expuesta por la piernas, perdon, por la dama de la minifalda, con sus piernas cruzadas y sus muslos al descubierto y yo al frente todo ojos, perdón todo oídos y estornudando. Alguien habla de la música y el profesor le corrige.. Otro habla de los juegos de azar, mientras las piernas de enfrente se descruzaban y se volvían a cruzar.
Mi cuello se estiraba, mis ojos se agrandaban sin dejar de estornudar, el profesor hablando y yo intendando descubrir el fin de la encrucijada. Seguían apareciendo nuevos temas, ahora era la fotografía y yo me veía agachado tomando fotos y ella sonriéndome toda piernas.. y mis pañuelos de papel que se gastaban y yo estornudando; y el inglés en el aire de tema en tema y yo con mi cabeza metida en el enigma y con mis oídos tapados por esos muslos que me rodeaban suavemente. De pronto la voz seca de mi  profesor, repite mi nombre Ernesto, Ernesto es su turno y yo tratando de soltarme de aquellos muslos que me aprisionaban, arrancar mi mirada de aquella guarida fecunda.
Ella todo imán y yo todo metal, mientras sentía que mis ideas se habían escapado con los estornudos o bien, los había botado con los pañuelos de papel; en fin era como un computador sin programa.
Y volvía a tener 10 años... Chile una larga y angosta faja de tierra... y sentía ganas de ir al baño y apretaba mis piernas y ella no.. En el hemisferio sur de nuestra América morena...estornudando y ya no tenía papeles para sonarme, mientras pensaba que los de género no se acaban... Y hablamos español, desde el sur del río Bravo, lengua dejada por los conquistadores... y ella siendo piernas e imán y yo seguía creciendo tras de ella... Desde 1973, la noche cayó en nuestra patria y la maleza uniformada, verde, gris y azul, puesta al servicio de la burguesía antinacional y del imperialismo americano... y mientras el frío se apoderaba de mi, desde el frente me llamaban esos muslos tibios en medio de mis estornudos... Porque la libertad será reconquistada y más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas,por donde pasará el hombre libre... Y ya no veo sus piernas sino que la siento una parte de mi, o yo una parte de ella y mi pasión crece con el eco de mis plabras y no soy yo, sino es Fidel, Fidel quien toma la palabra.. porque ésta masa anónima, se yergue para decir basta, basta a la opresión... porque el mundo tendrá que contar con los pobres de América... y yo vuelvo a estar en mi país escuchándolo y tomo el pañuelo de mi bolsillo posterior como antaño, y los ojos de mi profesor que crecen y las piernas de ella que palpitan y su sonrisa que me clava dardos y aguijones y Fidel en la Plaza de La Habana y Allende en la Naciones Unidas y el curso escuchándome, y el profesor con los ojos grandes y yo sonándome y el pañuelo volando por los aires y yo con una parte del pañuelo en mis manos y con la lengua enredada en el inglés y queriendo tenerla enredada en otra parte y comienzo y comenzamos a descubrir en medio de la sala mi calcetin-papa-pañuelo, como mirando al mundo con su hoyo-ojo de niño bueno, de perro fiel en medio del living... y la verdad es que no recuerdo si fui yo o bien el calcetín el que dijo “That`s all”.
Mientras los aplausos rebotaban en mi cara roja como las uvas de la ira y mi calcetín agradeciendo al público y todos preguntándome si yo había estudiado teatro, mientras seguía sonándome con el otro calcetín y poniendo mi cabeza en esos muslos sedosos como si estuviera recostado en alguna playa de mi tierra, hablándole a mis calcetines guarecidos del sol, en lo más profundo de mis zapatos.
Ahora entiendo que zapatos argentinos y calcetines chilenos no se entienden en mi pie, ¡Viste loco!.
Lo que encuentro raro es que si bien mis zapatos no se llevaban bien con mis calcetines, no era un problema de nacionalidades, era un problema de los materiales de los que estaban hechos. Si trasladamos el mismo razonamiento hacia dos personas, tenemos que concluír que son las vivencias de las cuales nos nutrimos a diario las que determinarán el camino que seguiremos en cada encuentro o en cada posibilidad de hacer explotar la razón y seguir el sentimiento del deseo.
Cada casa tiene sus habitantes y las amistades que son parte del inventario o que dejan huellas porque de ellos aprendemos. Lo que solos, nos hubiera tomado mucho tiempo.
La pareja de amigos, vivia en Calgary por razones de trabajo de él y recibo un llamado telefónico en donde me cuenta que les gustaria venir en sus vacaciones a Montreal, pero que solo vendrían si se quedan con nosotros. Hablé con mi señora y lo llamé para confirmarle que lo esperariamos y estariamos muy contentos de convivir con ellos el mes de sus vacaciones.
Se conocieron cerca de la poblacion Yarur, ella trabajaba en una casa donde ayudaba a cuidar los niños y en los menesteres hogareños. El era técnico electricista y se enamoró de la sonrisa de Magdalena quien le hacía confundir los 110 con los 220 y los trifásicos con los monofásicos según nos explicaba en una noche de tertulia.
Las historias de amor siempre conmueven y nos hacen revivir las emociones como los primeros espectadores de la platea. Sobretodo cuando ambos dan su testimonio en directo y en vivo, hablando de su juventud con los ojos llenos de emocion, sintiendo que el tiempo se hubiera detenido.
El tiempo es imposible de detenerlo, pero permanecer unidos y dejar que la vida pase sin dañar el amor que ambos se prodigan Eso es hermoso.
Lo que nunca pude entender, es que un electricista tenga el pelo tieso, segun los entendidos deberian tenerlo crespo. Su respuesta fue tajante y yo no entiendo cómo una persona que se cree inteligente hable tantas estupideces.
Lo que despertó la hilaridad de todos los presentes.
-       Si en realidad, de electricidad no se nada, pero en estupideces soy un experto.
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