Tumgik
fallingwill · 7 years
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No creo en ti, Señor, pero tengo tanta necesidad de creer en ti, que a menudo hablo y te imploro como si existieras. Tengo tanta necesidad de ti, Señor, y de que seas, que llego a creer en ti –y pienso creer en ti cuando no creo en nadie. Pero después me despierto, o me parece que despierto, y me avergüenzo de mi flaqueza y te aborrezco. Y hablo contra ti que no eres nadie. Y hablo mal de ti como si fueras alguien. ¿Cuándo, Señor, estoy despierto y cuándo estoy dormido? ¿Cuándo estoy más despierto y cuándo más dormido? ¿No será todo un sueño y, despierto y dormido, sueño la vida? ¿Despertaré algún día de este doble sueño para vivir, allende, la verdadera vida, donde sueño y vigilia sean una mentira? No creo en ti, Señor, pero si eres, no puedo darte lo mejor de mí si no es así: diciéndote que no creo en ti. ¡Qué forma de amor tan extraña y tan dura! Qué mal me hace no poderte decir: creo. No creo en ti, Señor, pero si eres, sácame de este engaño de una vez. ¡Hazme ver bien tu cara! No tengas en cuenta mi mezquino amor. Haz que sin fin, y sin palabras, todo mi ser pueda decirte: Eres.
Canto espiritual, Josep Palau i Fabre
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fallingwill · 7 years
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Es injusto querer justificarse uno ante sí arguyendo: –"No hubo suerte". Esto es lo que se imparte a los demás. La verdad la sabemos bien cada uno. Uno no puede dar lo que no tiene. Las cosas son así. Nadie es culpable en la mezcla confusa, tiempo y vida, que nos forma y deforma indiferente. Soy de los más que estamos ahí, ahogándonos en la propia corriente que nos nutre. Como el sol detenido en la pared que empuja su calor contra las piedras, apretujados todos. Maldiciendo. Maldiciendo a los otros. Maldiciéndonos. Podemos, sí, decir que hemos vivido. Como el que ha realizado la tarea penosa, decir cada uno: –"He vivido". Que es igual que afirmar: –"He fracasado".
José María Fonollosa
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fallingwill · 7 years
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No a la transmigración en otra especie. No a la post vida, ni en cielo ni en infierno. No a que me absorba cualquier divinidad. No a un más allá, ni aun siendo el paraíso reservado a islamitas, con beldades que un libro garantiza siempre vírgenes. Porque esos son los juegos para ingenuos en que mi agnosticismo nunca apuesta. Mi envite es al no ser. A lo seguro. Rechaza otro existir, tras consumida mi ración de este guiso indigerible. Otra vez, no. Una vez ya es demasiado.
José María Fonollosa
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fallingwill · 7 years
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Sobre encontrarse a la chica 100% perfecta una bella mañana de abril
Una bella mañana de abril, en una callecita lateral del elegante barrio de Harajuku en Tokio, me crucé con la chica 100% perfecta.
A decir verdad, no era tan guapa. No sobresalía de ninguna manera. Su ropa no era nada especial. En la nuca su cabello tenía las marcas de recién haber despertado. Tampoco era joven –debía andar alrededor de los treinta, ni si quiera cerca de lo que comúnmente se considera una “chica”. Aún así, a quince metros sé que ella es la chica 100% perfecta para mí. Desde el momento que la vi algo retumbó en mi pecho y mi boca quedó seca como un desierto. Quizá tú tienes tu propio tipo de chica favorita: digamos, las de tobillos delgados, o grandes ojos, o delicados dedos, o sin tener una buena razón te enloquecen las chicas que se toman su tiempo en terminar su merienda. Yo tengo mis propias preferencias, por supuesto. A veces en un restaurante me descubro mirando a la chica de la mesa de al lado porque me gusta la forma de su nariz.
Pero nadie puede asegurar que su chica 100% perfecta corresponde a un tipo preconcebido. Por mucho que me gusten las narices, no puedo recordar la forma de la de ella –ni siquiera si tenía una. Todo lo que puedo recordar de forma segura es que no era una gran belleza. Extraño.
–Ayer me crucé en la calle con la chica 100% perfecta –le digo a alguien.
–¿Sí? –dice él– ¿Estaba guapa?
–No realmente.
–De tu tipo entonces.
–No lo sé. Me parece que no puedo recordar nada de ella, la forma de sus ojos o el tamaño de su pecho.
–Raro.
–Sí. Raro.
–Bueno, como sea –me dice ya aburrido–, ¿qué hiciste? ¿Le hablaste? ¿La seguiste?
–Nah, sólo me crucé con ella en la calle.
Ella caminaba de este a oeste y yo de oeste a este. Era una bella mañana de abril.
Ojalá hubiera hablado con ella. Media hora sería suficiente: sólo para preguntarle acerca de ella misma, contarle algo acerca de mí, y –lo que realmente me gustaría hacer– explicarle las complejidades del destino que nos llevaron a cruzarnos uno con el otro en esa calle en Harajuku en una bella mañana de abril de 1981. Algo que seguro nos llenaría de tibios secretos, como un antiguo reloj construido cuando la paz reinaba en el mundo.
Después de hablar, almorzaríamos en algún lugar, quizá veríamos una película de Woody Allen, entrar en el bar de un hotel para tomar unos cócteles. Con un poco de suerte, terminaríamos en la cama.
La posibilidad toca en la puerta de mi corazón.
Ahora la distancia entre nosotros es de apenas 15 metros.
¿Cómo acercarme? ¿Qué debería decirle?
–Buenos días, señorita, ¿podría compartir conmigo media hora para conversar?
Ridículo. Sonaría como un vendedor de seguros.
–Discúlpeme, ¿sabría usted si hay en el barrio alguna lavandería 24 horas?
No, simplemente ridículo. No cargo nada que lavar, ¿quién me creería en una línea como esa?
Quizá simplemente sirva la verdad: Buenos días, tú eres la chica 100% perfecta para mí.
No, no se lo creería. Aunque lo dijera es posible que no quisiera hablar conmigo. Perdóname, podría decir, es posible que yo sea la chica 100% perfecta para ti, pero tú no eres el chico 100% perfecto para mí. Podría suceder, y de encontrarme en esa situación me rompería en mil pedazos, jamás me recuperaría del golpe, tengo treinta y dos años, y de eso se trata madurar.
Pasamos frente a una florería. Un tibio airecito toca mi piel. La acera está húmeda y percibo el olor de las rosas. No puedo hablar con ella. Ella trae un suéter blanco y en su mano derecha estruja un sobre blanco con una sola estampilla. Así que ella le ha escrito una carta a alguien, a juzgar por su mirada adormecida quizá pasó toda la noche escribiendo. El sobre puede guardar todos sus secretos.
Doy algunas zancadas y giro: ella se pierde en la multitud.
Ahora, por supuesto, sé exactamente qué tendría que haberle dicho. Tendría que haber sido un largo discurso, pienso, demasiado tarde como para decirlo ahora. Se me ocurren las ideas cuando ya no son prácticas.
Bueno, no importa, hubiera empezado “Érase una vez” y terminado con “Una historia triste, ¿no crees?”
Érase una vez un muchacho y una muchacha. El muchacho tenía dieciocho y la muchacha dieciséis. Él no era notablemente apuesto y ella no era especialmente bella. Eran solamente un ordinario muchacho solitario y una ordinaria muchacha solitaria, como todos los demás. Pero ellos creían con todo su corazón que en algún lugar del mundo vivía el muchacho 100% perfecto y la muchacha 100% perfecta para ellos. Sí, creían en el milagro. Y ese milagro sucedió.
Un día se encontraron en una esquina de la calle.
–Esto es maravilloso –dijo él–. Te he estado buscando toda mi vida. Puede que no creas esto, pero eres la chica 100% perfecta para mí.
–Y tú –ella le respondió– eres el chico 100% perfecto para mí, exactamente como te he imaginado en cada detalle. Es como un sueño.
Se sentaron en la banca de un parque, se tomaron de las manos y contaron sus historias hora tras hora. Ya no estaban solos. Qué cosa maravillosa encontrar y ser encontrado por tu otro 100% perfecto. Un milagro, un milagro cósmico.
Sin embargo, mientras se sentaron y hablaron una pequeña, pequeñísima astilla de duda echó raíces en sus corazones: ¿estaba bien si los sueños de uno se cumplen tan fácilmente?
Y así, tras una pausa en su conversación, el chico le dijo a la chica: Vamos a probarnos, sólo una vez. Si realmente somos los amantes 100% perfectos, entonces alguna vez en algún lugar, nos volveremos a encontrar sin duda alguna y cuando eso suceda y sepamos que somos los 100% perfectos, nos casaremos ahí y entonces, ¿cómo ves?
–Sí –ella dijo– eso es exactamente lo que debemos hacer.
Y así partieron, ella al este y él hacia el oeste.
Sin embargo, la prueba en que estuvieron de acuerdo era absolutamente innecesaria, nunca debieron someterse a ella porque en verdad eran el amante 100% perfecto el uno para el otro y era un milagro que se hubieran conocido. Pero era imposible para ellos saberlo, jóvenes como eran. Las frías, indiferentes olas del destino procederían a agitarlos sin piedad.
Un invierno, ambos, el chico y la chica se enfermaron de influenza, y tras pasar semanas entre la vida y la muerte, perdieron toda memoria de los años primeros. Cuando despertaron sus cabezas estaban vacías como la alcancía del joven D. H. Lawrence.
Eran dos jóvenes brillantes y determinados, a través de esfuerzos continuos pudieron adquirir de nuevo el conocimiento y la sensación que los calificaba para volver como miembros hechos y derechos de la sociedad. Bendito el cielo, se convirtieron en ciudadanos modelo, sabían transbordar de una línea del subterráneo a otra, eran capaces de enviar una carta de entrega especial en la oficina de correos. De hecho, incluso experimentaron otra vez el amor, a veces el 75% o aún el 85% del amor.
El tiempo pasó veloz y pronto el chico tuvo treinta y dos, la chica treinta.
Una bella mañana de abril, en búsqueda de una taza de café para empezar el día, el chico caminaba de este a oeste, mientras que la chica lo hacía de oeste a este, ambos a lo largo de la callecita del barrio de Harajuku de Tokio. Pasaron uno al lado del otro justo en el centro de la calle. El débil destello de sus memorias perdidas brilló tenue y breve en sus corazones. Cada uno sintió retumbar su pecho. Y supieron:
Ella es la chica 100% perfecta para mí.
Él es el chico 100% perfecto para mí.
Pero el resplandor de sus recuerdos era tan débil y sus pensamientos no tenían ya la claridad de hace catorce años. Sin una palabra, se pasaron de largo, uno al otro, desapareciendo en la multitud. Para siempre.
Una historia triste, ¿no crees?
Sí, eso es, eso es lo que tendría que haberle dicho.
-Haruki Murakami
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fallingwill · 7 years
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¡Ay mísero de mí, ay, infelice! Apurar, cielos, pretendo, ya que me tratáis así qué delito cometí contra vosotros naciendo; aunque si nací, ya entiendo qué delito he cometido: bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor,   pues el delito mayor del hombre es haber nacido. Sólo quisiera saber para apurar mis desvelos dejando a una parte, cielos, el delito de nacer, qué más os pude ofender para castigarme más. ¿No nacieron los demás? Pues si los demás nacieron, ¿qué privilegios tuvieron qué yo no gocé jamás? Nace el ave, y con las galas que le dan belleza suma, apenas es flor de pluma        o ramillete con alas, cuando las etéreas salas corta con velocidad, negándose a la piedad del nido que deja en calma;   ¿y teniendo yo más alma, tengo menos libertad? Nace el bruto, y con la piel que dibujan manchas bellas, apenas signo es de estrellas gracias al docto pincel, cuando, atrevida y cruel la humana necesidad le enseña a tener crueldad, monstruo de su laberinto;     ¿y yo, con mejor instinto, tengo menos libertad? Nace el pez, que no respira, aborto de ovas y lamas, y apenas, bajel de escamas, sobre las ondas se mira, cuando a todas partes gira, midiendo la inmensidad de tanta capacidad como le da el centro frío;       ¿y yo, con más albedrío, tengo menos libertad? Nace el arroyo, culebra que entre flores se desata, y apenas, sierpe de plata,      entre las flores se quiebra, cuando músico celebra de las flores la piedad que le dan la majestad del campo abierto a su huida; ¿y teniendo yo más vida tengo menos libertad? En llegando a esta pasión, un volcán, un Etna hecho, quisiera sacar del pecho         pedazos del corazón. ¿Qué ley, justicia o razón, negar a los hombres sabe privilegio tan süave, excepción tan principal,         que Dios le ha dado a un cristal, a un pez, a un bruto y a un ave?
“La vida es sueño” Calderón de la Barca  
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fallingwill · 7 years
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El tiempo es de quien lo vive, el mío de quienes me hacen olvidarlo.
(via idolos-frases)
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fallingwill · 7 years
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Part of me is fighting this, but part of me is gone
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fallingwill · 7 years
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Somewhere in this darkness there's a light that i can't find, maybe it's too far away...or maybe i'm just blind.
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fallingwill · 7 years
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fallingwill · 7 years
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-¿Cuál es su aspiración para el futuro? -Dejar de ser yo mismo
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fallingwill · 7 years
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¿Que se puede esperar de alguien como yo?
cry-zero-tears (via cry-zero-tears)
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fallingwill · 7 years
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No existen las cosas blancas o negras, la vida está en escala de grises
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fallingwill · 7 years
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El suicidio ha de ser la expresión más hermosa y trágica de egoísmo
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fallingwill · 7 years
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Te dijeron que los sueños se pueden hacer realidad. Pero olvidaron mencionar que las pesadillas también son sueños
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fallingwill · 7 years
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La mejor manera de ocultar un secreto es ante todo ocultárselo a uno mismo
1984
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fallingwill · 7 years
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Cuando Dios cierra las puertas y la única que queda es la del infierno uno desearía no habier nacido
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fallingwill · 7 years
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“Cada error que cometo es una enseñanza que me lleva donde estoy” Es una falsa concepción, con la cual alimento mi mente para escapar de la realidad
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