Mañanita salmantina haciendo compras nostálgicas (Mercadona), esperanzadas (lotería de navidad) y de recuerdos (plumita Kaweco edición centenario).
Por lo demás, paseítos arriba y abajo por la ciudad con la posibilidad de entrar al casino.
También algún monumento religioso o civil, como la fachada de la universidad.
O rincones que llaman la atención como el claustro de la Casa de las Conchas.
Al constatar que Salamanca es maravillosa para pasear un atardecer, pero que se hace largo si se prolonga al día siguiente, almorzamos en la primera oportunidad y cogimos las de Villadiego tan pronto como fue posible.
(En el Don Quijote nos miraron como a locos cuando quisimos comer a las 12:15 y tuvimos que esperar a las 12:45 a que comenzaran el servicio de comidas).
En el regreso, nada a resaltar salvo los montes chamuscados de Serra de Estrela, visibles desde el coche y a veces incluso a pie de arcén.
Y esto es todo.
Ya en casa vimos que casi todas las plantas han aguantado y que las pezas siguen vivas.
Un par de horas de brío hogareño sirvieron para deshacer maletas, guardar compras y, en general, dejarlo todo listo para emprender un año lectivo más como si nada hubiera pasado.
Estas tres semanas de actividad frenética nos mantendrán entretenidos por bastante tiempo tratando de descomprimir todos los recuerdos generados. Unas vacaciones bien aprovechadas requieren un periodo de descanso físico posterior. Así sabemos que lo hemos hecho bien.
Aquí termina el tercer año de exploración de Francia. Si todo va como deseamos, el próximo año regresaremos a las vacaciones en el lejano oriente y transcurrirá una década hasta contemplar la posibilidad de pasar más de una semana en el país que posiblemente nos acoja en la jubilación.
Nos gusta Bordeaux? La tierra es redonda? El CGPJ sigue sin renovarse? Hay realidades indiscutibles. Hoy hemos dedicado el día a repasar los lugares más relevantes de la ciudad, empezando con el Marché des Capucins.
Siguiendo con la Iglesia de la Sainte Croix (cerrada, como siempre).
Es cita inevitable la Basílica de St-Michel, con su correspondiente campanario.
Siguiendo la ruta en paralelo al río, hemos pasado por la Porte Cailhau.
Como no se puede dejar pasar una iglesia, había que figurar frente a St. Pierre antes de llegar a la Place de la Bourse frente al río Garonne. Como ayer sacamos fotos de la Aduana y la Bolsa, hoy hacemos la foto girada hacia la Quai de la Douane.
Y por fin llegamos a uno de los puntos álgidos del día: nuestro paso por Aux marveilleux de Fred para comernos una cramique aux raisins!! La felicidad!
Hemos seguido junto al río en dirección al barrio de Chartrons (en mi opinión, el mejor barrio de la ciudad), pasando por la Bolsa y el Templo - para llegar a la iglesia de Saint-Louis de Chartrons. No hay foto que capture la calidad de vida que se respira en Chartrons.
Y si consideramos que el Jardin Public forma parte de este barrio, ya es como un chuletón al punto: imbatible.
Por tener, tiene hasta los restos de un anfiteatro romano, el Palais Gallien.
Y, de remate, hemos pasado por la basílica (y cementerio paleocristiano) de Saint-Seurin, que ya es otro barrio. Lo que más nos ha llamado la atención es su cripta, con los túmulos de varios santos.
Tras el regreso a casa para apretarnos un buen couscous de merguez, hemos ido a visitar el Museo de Bellas Artes. Nos han dejado pasar gratis porque la cajera era de padres portugueses. Aparte de esa frivolidad, hemos disfrutado de los comentarios en audio, disponibles gratuitamente en su web, a la que he accedido a través de la red wifi gratuita del ayuntamiento. En Francia saben qué es el estado del bienestar y para qué sirven los impuestos.
Mientras visitábamos el museo ha caído un pequeño chaparrón que, a pesar del susto, no ha impedido disfrutar de la visita y del paseo posterior por la ciudad.
Después de eso hemos vuelto a casa a tomarnos un café y acabarnos el bollo de la mañana y coger fuerzas para el último arreón. Empezando por la catedral de San Andrés.
Bajando por Victor Hugo se ve la Grosse Cloche:
Y bastante más tarde ya hemos pasado (tras la FNAC) por la plaza de la Ópera.
Y hemos presentado nuestros respetos como siempre a don Francisco de Goya (insigne exiliado víctima de la ola reaccionaria que siguió al regreso del infausto Fernando VII) a las puertas de Nôtre-Dame, la iglesia donde se celebraron sus responsos cuando falleció.
En Francia se vive bien. Incluso una sardinada tiene una categoría... qué sé yo... une outre chose.
Y ya está! Se acabó lo que se daba. Comienza la recta final de las vacaciones. Mañana salimos hacia Anglet y nos bañaremos en la playa por última vez antes de tomar rumbo hacia Salamanca el domingo.
Antes de llegar a Bordeaux hemos pasado unas horas en la pequeña ciudad de Saintes. Tiene un fuerte legado romano, así que hemos disfrutado de ruinas e iglesias. La primera cita, con Saint Eutrope, en una iglesia particular porque tiene un nivel superior y otro subterráneo, como si se tratase de dos iglesias superpuestas.
Desde allí hemos ido a los restos del anfiteatro romano y más tarde a la Catedral de St. Pierre. Tras el paseo hemos comido tempranito y bien.
Ya bien empachaditos hemos atravesado el río Charante, visitado el arco de triunfo de Germánico y llegado a la Abbaye aux Femmes, una abadía femenina con una iglesia abadial con un pórtico y una torre bien curiosos.
Con esto, hemos dado por visto Saintes y hemos venido a Bordeaux. Si no nos jubilamos en Lyon, será en esta ciudad. Estamos como en casa. Hemos paseado con fruición por los rincones que nos quedan más a mano antes de cenar.
Y después de cenar, hemos vuelto a salir a estirar las piernas a la Place de la Victoire.
Mañana vamos a aprovechar toooodo el día visitando la ciudad y sus museos. Buenas noches!
Hoy hemos ido a la playa. Consultando el horario de mareas, sabíamos que debíamos estar en la arenita a eso de las 11:30. Nuestro destino era la Île de Ré, un islote a las afueras de La Rochelle con límites serios al acceso, de forma que hay pocos coches, muchos ciclistas y núcleos urbanos mínimos y a mucha distancia entre sí y de la playa.
La primera parada, la playa de Trousse-Chemise. Como puede verse, la playa estaba casi desierta y el nivel del agua era bien elevado. El tiempo seguía nublado, pero las lluvias de los últimos días nos han dado un respiro. Eso sí, mejores condiciones para pasear que para darse un baño. Y un picnic playero, para gozarlo.
Tras el refresco, hemos ido a St. Martin de Ré para visitar las edificaciones de Vauban (patrimonio Unesco) y tomar un café atroz.
Para despedirnos de Île de Ré, hemos querido pasar por otra playa, la Plage des Gollandières, al sur de la isla. Claro que, al ser las 2 de la tarde ya había bajado tanto la marea que no hacía tanta ilusión bañarse.
Hemos optado por recoger los bártulos y hemos puesto rumbo a Rochefort, una plaza diseñada por Colbert -el ministro de Marina de Luis XIV-. En general, un urbanismo y una arquitectura genuinamente del s.XVII. Muy impresionante la Fábrica de Maromas (Cordonerie) y el Arsenal, donde ancla permanentemente la fragata francesa Hermione y como invitado el galeón Andalucia, con pabellón español.
Y, como fin de dia, aprovechamos la super terraza de nuestro alojamiento y hemos cenado de picoteo, como el señor del anuncio, a base de jamón serrano, queso, ensalada de tomate, aguacate y zanahoria y huevos "fritos" al microondas.
Comenté que ha comenzado a llover? Pues a base de bien!! Esta mañana nos hemos despertado antes de las 7:00 con una tormenta de una violencia inusitada. Eso nos ha condicionado un poco, la verdad.
Hemos dado un salto importante, desde Vannes (nuestra última parada en la Bretagne) hasta Niort, una población cercana a La Rochelle, en la región del Atlántico. 2,5h de coche. La idea era visitar Niort antes de llegar a La Rochelle, pero ha llovido muchísimo en el camino y el tráfico se ha resentido. Eso, y que no era fácil pasear para visitar una ciudad bajo la lluvia pertinaz.
Por ello, nos hemos comido en el coche el bocadillo que hicimos ayer, bajo la Torre del Homenaje de Niort.
A continuación hemos ido al Marais Poitevin, un parque natural que surge como resultado de la desecación de un pantanal por parte de ingenieros holandeses en el siglo XVII. El resultado es una malla de canales y prados, un auténtico vergel que se puede recorrer en barcas. Pero al ver que ninguna de las barcas tenía techo, y viendo lo que había llovido hasta el momento, hemos perdonado la excursión en barca que habíamos reservado y hemos hecho un pequeño paseo a pie.
Y después de esto, hemos ido a La Rochelle. Es una ciudad histórica, de gran trascendencia en Francia, especialmente por su papel en las guerras de religión del siglo XVII. Arquitectónicamente tiene un par de puntos interesantes, como las torres que guardaban la entrada al puerto. El resto de la ciudad es extremadamente sosa y olvidable. El increíble aluvión de turistas hace que el listón para que te guste algo se eleve dramáticamente.
Afortunadamente, sigue prevaleciendo el buen humor y se nos ha cruzado una buena creperie donde hemos cenado abundante y de calidad. Mañana iremos a la Île de Ré y nos tiraremos todo el día en la playa.
Hoy hemos ido a visitar Carnac, un yacimiento neolítico con millares de menhires dispuestos en filas a guisa de desfile (son 4 kilómetros de largo). De hecho, la leyenda rezaba que San Cornelio (patrón de los animales con cuernos, y no es coña) petrificó unas legiones romanas, lo que dió lugar al yacimiento.
Para los ateos, lo más rico ha sido la hora larga de charla que nos ha dado el guía, que nos ha tratado a todo el grupo como a niños de 6 años, lo cual es ideal para nuestro nivel de francés.
Vista una piedra, vistas todas. Después nos hemos ido a ver la playita (que, por cierto, el mar ha cubierto más de la mitad del yacimiento, porque el nivel del mar ha subido casi 20 metros desde que se colocaron los menhires hace 6.000 años).
De vuelta en Vannes, y tras reponer fuerzas con unos spaguetti carbonara caseros, hemos salido a ver la ciudad. Concretamente, a visitar su museo de Bellas Artes, donde hemos conocido a un señor llamado Seyssaud, pariente de los impresionistas, pero más próximo al fobismo y al Vangoghismo.
Sinceramente, Vannes no resiste tantas horas de visita, pero hemos perseverado y hemos paseado por el barrio de Saint Patern y luego de nuevo por las murallas.
De nuevo hemos cenado en casita un pollo asado que habíamos comprado por si acaso, con un taboulé de calidad. Lo que ha sobrado de pollo ha ido a un pan recién hecho con el que mañana comeremos de bocadillo en el Marais Poitevin. El queso aquí no pinta nada. Circulen. No hay nada que ver.
Y como no podemos simplemente cenar y descansar, hemos bajado a las murallas, donde había programado un desfile para cerrar el festival bretón que ha estado teniendo lugar este fin de semana. Allí hemos visto danzas y un espectáculo audiovisual que me refuerza en mi opinión: la cultura celta es execrable.
Y por fin llovió!! Toooda la noche lloviendo. Me alegro por los incendios de la Gironde. Me alegro por la bajada de temperaturas y el fin de la canícula. Me alegro por que se ha lavado el coche. Me alegra menos que la lluvia dificulta algunos paseos y visitas, pero nada insuperable.
La idea era levantarse muy temprano y hacer un último paseo por Quimper. Al final, la lluvia nos ha disuadido pero al final nos hemos sobrepuesto y hemos visitado el barrio de Locmaria, aunque yendo en coche.
Hemos ido a visitar la pintoresca villa de Concarneau, con una ciudadela amurallada en forma de isla en medio de la bahía. Con la mala suerte de que había un festival y habían cerrado el paso al tráfico en toda la ciudad. Ante la tesitura de esperar a que acabasen los festejos o pagar una entrada para asistir a un festival que no nos interesaba, hemos optado por largarnos y ya volveremos en otra ocasión.
Lo que nos ha llevado a Lorient, donde se celebra desde hace 10 días el festival anual intercelta. Esto es un festival con mayúsculas. El Sonorama de los druidas. El Woodstock de los fumetas. Este año, el país invitado era Asturias. Por desgracia (o suerte, según se mire), la lluvia ha disuadido a mucha gente de participar en la última jornada y hemos podido aparcar y pasear por el pueblo y el recinto ferial. Conclusión: no vale nada. Pero hemos comido mejillones por fin. In extremis.
Tras ello, hemos venido a Vannes. Tiene una enorme reputación como ciudad medieval amurallada, pero creemos que su popularidad procede en gran parte de su accesibilidad en TGV, porque muchas de las ciudades que hemos visitado valen mucho más la pena. No obstante, hemos hecho el consabido paseo verpertino para familiarizarnos con la ciudad y nos hemos dado cuenta de que hemos visto todo lo que hay que ver en exteriores.
Mañana por fin vamos a visitar algo anterior al siglo XV!!
13 de Agosto: Cornouaille - Quimper y la Baie des Tréspassés
Hoy hemos dedicado gran parte del día en la ciudad que nos acoje, Quimper. Su nombre proviene de la confluencia entre dos ríos (en bretón Kemper). Originalmente, estaba dividida en dos - la villa fortificada propiedad del Obispo y las tierras del duque, extramuros.
Hemos ido a la oficina de turismo y un señor muy obsequioso nos ha facilitado un folleto para hacer rutillas autoguiadas. Lorena ha hecho de guía y comentadora y yo, de fotógrafo amateur. Demasiadas imágenes para documentar todo. Vamos a ver algunos puntos llamativos.
La catedral de Saint Corentine (su ábside desalineado y su tumba de Santig Du, a la que le ponen pan a diario porque cuidaba de los deshauciados durante la Peste):
Las calles renacentistas del casco viejo.
Los pocos restos de la muralla de la ciudad Obispal.
El mercado de abastos de Saint François (donde nos hemos aprovisionado de un pollo asado y tomates frescos).
Plazas concurridas con los comensales del almuerzo del sábado.
Como había tres vías de agua, había teñido de tejidos, curtido de pieles, comercio y volcado de heces... todo en uno! Ahora está todo canalizado o directamente drenado. Pero quedan vestigios, como esta caseta de vigía que defendía el paso elevado sobre el río que separaba la ciudad del Obispo de los dominios del Duque.
Cortemos ya y vayamos al almuerzo casero:
Y de ahí, a disfrutar de la marea creciente en una playa remota: la Bahía de los Muertos (Baie des Tréspassés). El agua empieza allí abajo...
Y en una hora la tienes a un tiro de piedra:
El agua estaba un poco fresquita, pero para un par de baños es más que suficiente y el entorno es muy agradable.
Luego nos hemos ido a Duarnenez con la esperanza de que tuviese algo más que una sola calle junto al puerto. No ha habido suerte. Pero su puerto y el museo de embarcaciones que fondean allí es bastante interesante. En cualquier caso, ha servido para un buen paseo y una subida de escaleras épica.
De regreso a casa, hemos hecho una segunda ruta por Quimper para ver otra zona de la ciudad. Aquí nos hemos salvado por milagro de un atropello en paso de cebra, así que podemos considerar que volvemos a nacer el 13 de agosto.
No ha quedado testimonio visual, pero hemos cenado unas galettes algo vulgares en un lugar privilegiado (la Place au Beurre), donde todos los restaurantes son de crêpes y el olor a mantequilla es francamente perturbador.
Notición: ha llovido. Nos ha dado tiempo a volver a casa antes de que cayera, así que hemos difrutado del fresco y del petricor. Ahora, con suerte, nos podremos acostar pronto. Hasta mañana.
Hemos abandonado Morlaix (que nos ha gustado mucho) y hemos pasado el día en la península de Crozon, ya tocando la punta occidental de Finistère.
La visita mañanera ha sido a Camaret-sur-Mer, donde hemos visto la Tour Vauban (patrimonio de la Unesco), unos barcos abandonados a los que llaman Cementerio (no el bueno, el de Landevennec) y hemos comido en el SeaWann, donde nos han tratado muy requetebien.
Después nos hemos ido a bañar a la playa de Pen Hat, donde el agua estaba fresca pero no helada y la marea nos ha vuelto a sorprender por la rapidez para cubrir toda la arena en apenas dos horas.
Tras pasar la calorina en la playa, hemos recogido los bártulos y puesto rumbo a nuestro destino, pero por el camino hemos querido detenernos en Locronan, una Petite Cité de Caractère que hemos recorrido en una hora.
Y finalmente hemos recalado en Quimper, nuestra base para los dos próximos días. Mañana pretendemos hacer una visita guiada por la mañana, pero mientras tanto hemos salido a conocer el casco antiguo en un paseo tras la cena.
Buenas noches.
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