Tumgik
¿Por qué tienes nombre tú,
día, miércoles?
¿Por qué tienes nombre tú,
tiempo, otoño?
Alegría, pena, siempre,
¿por qué tenéis nombre: amor?
Si tú no tuvieras nombre,
yo no sabría qué era,
ni cómo, ni cuándo. Nada.
¿Sabe el mar cómo se llama,
que es el mar? ¿Saben los vientos
sus apellidos, del Sur
y del Norte, por encima
del puro soplo que son?
Si tú no tuvieras nombre,
todo sería primero,
inicial, todo inventado
por mí,
intacto hasta el beso mío.
Gozo, amor: delicia lenta
de gozar, de amar, sin nombre.
Nombre, ¡qué puñal clavado
en medio de un pecho cándido
que sería nuestro siempre
si no fuese por su nombre!
*
Salinas, Pedro. La voz a ti debida. Buenos Aires: Editorial Losada, 1998.
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Ángela adónica
Hoy me he tendido junto a una joven pura
como a la orilla de un océano blanco,
como en el centro de una ardiente estrella
                 de lento espacio.
De su mirada largamente verde
la luz caía como un agua seca
en transparentes y profundos círculos
                 de fresca fuerza.
Su pecho como un fuego de dos llamas
ardía en dos regiones levantado,
y en doble río llegaba a sus pies
               grandes y claros.
Un clima de oro maduraba apenas
las diurnas longitudes de su cuerpo
llenándolo de frutas extendidas
               y oculto fuego.
*
Neruda, Pablo. Residencia en la tierra. Santiago de Chile: Penguin Random House Grupo Editorial, S. A., 2019.
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Noche de arena
noche de arena,
todo es igual, y sobre tanta
desnudez
cada paso es huella.
noche de arena, todo es igual
                       y nunca me sentí tan extranjero.
noche de arena, huellas de paso.
*
Mujica, Hugo. Noche abierta. Santiago de Chile: Ediciones del Temple, 2009.
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Antes y ahora
En mis días mozos, solía alegrarme por la mañana,
por la noche, lloraba; ahora, que soy más viejo,
empiezo desesperado mi día, pero
bendito y sereno es su final.
*
Hölderlin, Friedrich. Poemas. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U., 2016.
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Charla breve sobre las desilusiones musicales
Prokófiev estaba enfermo y no pudo asistir a la función de su Sonata para piano n.º 1, interpretada por otro. La escuchó por teléfono.
*
Carson, Anne. Charlas breves. Santiago de Chile: Editorial Bisturí 10, 2018.
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Lira
Lira sin límites del polvo,
enriquecimiento de nuestro corazón.
*
Char, René. Furor y misterio. Madrid: Visor, 1979. 
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Paraíso
Lámina tendida de oro,
y en el dorado aplanamiento,
dos cuerpos como ovillos de oro;
Un cuerpo glorioso que oye
y un cuerpo glorioso que habla
en el prado en que no habla nada;
Un aliento que va al aliento
y una cara que tiembla de él,
en un prado en que nada tiembla.
Acordarse del triste tiempo
en que los dos tenían Tiempo
y de él vivían afligidos,
A la hora de clavo de oro
en que el Tiempo quedó al umbral
como los perros vagabundos...
*
Mistral, Gabriela. Tala. Buenos Aires: Editorial Losada, 1998.
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El caminante
A buen paso atraviesa la noche
un caminante.
Con él van
la alta montaña y el ondulado valle.
Hermosa está la noche.
Él avanza, no se detiene,
y no sabe adónde su camino lleva.
De pronto canta un pájaro en la noche.
«¡Ay!, pájaro, ¿qué has hecho?
¿por qué entorpeces mi paso y mis sentidos
y escancias dulce aflicción
en mi oído, obligándome a detenerme
y escucharte?
¿Por qué me seduces con tu canto y tu saludo?»
Calla el buen pájaro y dice luego:
«No, caminante, no, no es a ti
a quien seduzco con mi canto —
Atraigo a una hembra lejana.
A ti, ¿qué te importa?
Si estoy solo, la noche no es hermosa —
A ti, ¿qué te importa? Tu sino es caminar
¡y nunca, nunca detenerte!
¿Por qué sigues ahí,
qué te han hecho mis trinos,
caminante?»
El buen pájaro calló y meditó:
«¿Qué le han hecho mis trinos?
¿Por qué sigue ahí
ese pobre, ese pobre caminante?»
*
Nietzsche, Friedrich. Poemas. Madrid: Ediciones Peralta, 1979. 
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[...]
La serie de veteranos se ubica en las tardes
orientados hacia el mar.
No piensan.
No recuerdan.
Entregados al olor, a los sabores
buscan con sus sentidos traposos y estrujados
parecen desconcertados
pero saben –como los girasoles–
que deben volverse al mar 
*
Muñoz, Rosabetty. Misión Circular. Santiago de Chile: Penguin Random House Grupo Editorial, S. A., 2020.
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Creía yo
No a todo alcanza Amor, pues que no puedo
romper el gajo con que Muerte toca.
Mas poco Muerte puede
si en corazón de Amor su miedo muere.
Mas poco Muerte puede, pues no puede
entrar su miedo en pecho donde Amor.
Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte.
Macedonio Fernández (Argentina, 1874-1952)
*
Jiménez, José Olivio. Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea: 1914-1970. Madrid: Alianza Editorial, S. A., 1973.
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Epitafio de un tirano
No perseguía sino cierto tipo de perfección
y la poesía que inventó era fácil de comprender;
conocía la estupidez humana como la palma de su mano
y mostraba interés por armadas y ejércitos;
cuando reía, respetables senadores se doblaban de risa,
y cuando sollozaba los niños se morían en las calles.
*
Auden, W. H. Cuarenta poemas. Barcelona: Galaxia Gutenberg, S. L., 2020.
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[...]
Amaba el viento y se hizo incinerar; por una vez, quería 
flotar plenamente sobre el viento.
*
Canetti, Elias. El libro contra la muerte. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U., 2019.
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La pantera
Su vista está cansada del desfile
de las rejas, y ya nada retiene.
Las rejas se le hacen innumerables,
y el mundo se le acaba tras las rejas.
Blando andar de flexibles fuertes pasos,
y girar en el más pequeño círculo
como danza de fuerza por un centro
en que su voluntad se halla aturdida.
Sólo a veces se alza mudo el telón
de sus pupilas. Luego entra una imagen,
va por la tensa calma de sus miembros
y se extingue al llegar al corazón.
*
Rilke, Rainer Maria. Nueva antología poética. Madrid: Editorial Espasa Calpe, S. A., 1999.
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A la Plaza de Armas me iré entre palomas
Me pagas con mala moneda, mujer,
y con un sueldo vital el empleo
que te hago de mi amor y de mi tiempo.
Me voy a jubilar un día de estos
y me retiraré a vivir gastado,
sólo con mis pobres rentas.
*
Millán, Gonzalo. Trece lunas. Santiago: Fondo de Cultura Económica, 1997.
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Motivo
He oído un leve viento explorando
Paradas selvas en mi busca,
He  visto  un  leve  viento  explorando
          Sobre  un  mar  inmóvil.
Por selváticas penumbras
           He andado
Y sobre mudas aguas, noche y día,
El leve viento he buscado.
*
Pound, Ezra. Antología poética. Buenos Aires: Compañía General Fabril Editora, 1963.
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Text
Ausente
Si a veces, por casualidad, llegaba el viento y sacudía la cerca, con triste acento lloraba.
Crestas de gallo, maravillas, y flores de durazno, flores como éstas en cada estación florecer solían y a la tierra caían en silencio.
Aun en el frío invierno rayos de sol solitarios sobre el peldaño azul de la tarima, sin entrar en casa, por un momento dormitaban y se iban.
El tiempo se pasaba inútilmente y como en sueños los hombres vivían y morían.
Chunsu Kim (Corea del Sur, 1922-2004)
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V (Island Song) These New Puritans
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