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lilithgreenteach · 3 years
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Los Docentes: Alfareros de nuestros próximos ciudadanos. Por: Melissa Tatiana Sandí Orozco.
Introducción: En éste apartado se hablará acerca de la importancia del docente en la formación del estudiante no solo como futuro profesional, sino como ser humano próximo a formar parte de una ciudadanía y sus distintos entornos. Si bien, el docente le enseñará al alumno temas nuevos en las materias que les correspondan, no solo estos serán enseñados. El docente será un ejemplo a seguir u punto clave para la formación del adolescente y/o niño, por lo cual, cada acción, decisión o medida que tome, podrá verse reflejada o adoptada por sus discípulos al ser un ejemplo a seguir. El docente debe ser una persona autoritaria y democrática, cualidades de gran importancia en el proceso de aprendizaje del alumno adolescente que apenas está en la formación y descubrimiento de sus creencias. Además, es de suma importancia que el docente no llegue ver el estudiante como un ser inferior o de poco conocimiento y capacidad, al contrario, el rol del docente debe ser un soporte y apoyo para él, alguien que crea en sus aptitudes y le ayude a saber cómo hacerlas crecer y evolucionar.
Desarrollo del tema: “El rol de la persona docente, desde la ecología del aprendizaje en la educación de la persona adolescente”. Muchas personas al escuchar la palabra “docente” o ”profesor”, inmediatamente lo relacionan a aquella persona que se encarga de presentar, explicar y ayudar al estudiante a la comprensión de los temas presentados en sus materias correspondientes. Si bien éste enunciado es cierto, no está completo. El docente tiene un rol y mandato aún más importante que éste, que es el de formar al estudiante (en éste caso, adolescente) como ser humano a punto de ser parte de la ciudadanía del país y próximo adulto. El docente debe ser una persona la cual apoye al estudiante, una persona que crea en él o ella sin pensar que éste no sea lo suficiente capaz para realizar cualquier planteamiento que se le ponga en frente. Muchos docentes cometen el error del pensar en que “solo ellos tienen la verdad absoluta y un menor de edad no los puede contradecir o corregir” y esto no es así, el docente también debe dar esa imagen de justicia, debe darles y enseñarles la importancia del concepto de igualdad y humildad, cualidades muy importantes en una buena sociedad educada. Según (Butrón, 2018): “Que cada docente se ayude a sí mismo junto con poder ayudar a sus estudiantes a aprender, es una tarea ineludible en la educación para los ciudadanos del siglo XXI”. El adolescente se encuentra en una edad un poco complicada. Se encuentra en lapso de tiempo en donde decide qué y quién quiere ser como ser humano a la hora de llegar a adulto, está en la búsqueda continua de su identidad, aparte de decidir qué quiere para su futuro. Es una etapa donde se está muy susceptible a múltiples cambios y ajustes de los mismos. Está en un periodo donde muchas cosas le son permitidas y muchas otras no, por lo cual le puede llegar a dar mucha confusión y estrés ciertas situaciones. Además de encontrarse en un tiempo donde su desarrollo físico y mental está en su punto más alto, donde tendrá lugar a varios cambios abruptos de humor, corriendo quizás el riesgo de no saber qué hacer en ciertos casos. Por el cual, la guía e iluminación por parte del docente como figura de sabiduría y experiencia, le será de mucha ayuda en su formación y en la resolución de problemas que tenga consigo mismo o con otros individuos. El docente tiene la tarea de cumplir el rol de mediador cuando algún problema o conflicto se manifieste entre los estudiantes adolescentes. Además de dar las opciones de posibles soluciones, tiene que explicar el porqué de éstas y el por qué debería ser elegida para el bien de los participantes en el conflicto dado. Es decir, dar esa imagen de justicia y paz que caracterizan a una buena ciudadanía que ha pasado por un buen periodo de formación educativa. Además de que el origen de estos conflictos puede llegar a ser completamente distintos. Según (Sánchez, 2011): “Son muchos los factores que determinan la aparición de situaciones conflictivas: pérdida de autoridad, desvalorización de la sociedad, influencia negativa de los medios de comunicación, desintegración del modelo familiar tradicional, etc.” Por otro lado, no todo recae en el docente, la familia del estudiante también tiene un papel aún más fundamental que el del profesor. La familia a su vez, será la encargada de enseñarle al joven en formación la importancia que tiene la educación secundaria, por qué tomarlo seriamente y por qué hacer caso a las instrucciones que de un docente hacia él o ella. Si el joven vive en un ambiente donde no se le da importancia a la educación, se les exige buenas notas por obligación y se les regaña horriblemente por una nota baja, es normal que el adolescente se llegue a cuestionar si realmente vale la pena o no si en primer instancia no se le ha enseñado los frutos que podrá obtener con este. Por otro lado, según (Jiménez, 2008): “Todo profesor debe lograr al comienzo de una clase, como condición necesaria para activar la motivación de sus alumnos, captar su atención despertando su curiosidad, mostrando la relevancia de lo que han de aprender y creando las condiciones para mantener su interés”. Muchos docentes fallan en éste paso, ya que ¿cómo se pretende tener a los estudiantes con interés hacia la materia si ni el mismo profesor la tiene? Muchos compañeros y compañeros que tuve en mi etapa de secundaria (y yo misma me incluyo) llegábamos con más ansias a las clases donde el profesor no era mediocre, holgazán ni perezoso. El profesor puede llegar a despertar el interés del estudiante no solo mostrando los puntos más interesantes de sus materias, contando anécdotas, historias, etc. Sino también demostrando ella o él mismo el amor y cariño que tiene hacia su propia materia. Además, el captar la atención del alumno, propiciará un ambiente más dinámico y ameno para todos. Brindará la oportunidad de despertar la curiosidad del alumno, incentivarlos a querer buscar el sentido a lo que se está aprendiendo por ellos mismos de acuerdo a lo que ya previamente ha aprendido en su corta vida. Es abrirles esa puerta a querer descubrir el mundo que está frente a ellos y del cual forman y van a formar más parte en sus etapas de adultos.
Conclusiones:
En conclusión, la formación para la vida adulta del adolescente no solo dependerá de su ambiente familiar, sino también del que tengan sus docentes en las aulas. La formación educativa de ellos no será solo memorizar temas y nuevos conocimientos, sino también la creación y descubrimiento de sus identidades como próximos ciudadanos en la sociedad a la que pertenecen. El estudiante ya por ser adolescente se verá susceptible a muchos cambios, sean estos físicos, mentales o emocionales, cambios que puedan llegar a hacer que él o ella se encuentre en múltiples periodos de estrés y desorientación. Motivo por el cual es de suma importancia que el docente preste atención a su entorno, a todo lo que se le presente en su aula y saber qué hacer frente a ello, movimientos los cuales también pueden ser observados y adoptados por los alumnos, por lo cual, es de gran importancia que se brinde ese buen ejemplo para la formación de mujeres y hombres de bien.
Recomendaciones:
         Ser una persona abierta a sus estudiantes, alguien en quien ellos puedan confiar para resolver cualquier problema que presenten. Ser abierto a aprender con ellos.
         Ser una persona mentalizada y preparada a todo lo que se le puede poner en frente, desde cómo crear un método eficiente para el aprendizaje de sus alumnos hasta cómo ayudarles a resolver conflictos de la manera correcta y sin violencia.
         Comprender la etapa en la que se encuentran sus estudiantes, entender todo lo que conlleva ser adolescente y que cada uno de ellos es un mundo distinto.
Referencias:
Butrón, C. F. (2018). Repensar la práctica docente en  una nueva ecología del aprendizaje. UNIFE.
Jiménez, E. P. (2008). El papel del  profesorado en la actualidad. Su función docente y social. Foro de  educación.
Sánchez, M. A. (2011). El profesional  de la educación como mediador en la solución de conflictos en los  adolescentes de secundaria básica. Cuadernos de educación y desarrollo.
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