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marcelavarela-blog · 3 years
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Un mundo en veinte líneas
                                                                            in memoriam de Martín A. M.
Cuando él atravesaba la puerta del aula, un temblor me inundaba el cuerpo y el alma. De mediana edad pero con la sabiduría de un patriarca, mezquino de sonrisas, pero con la mueca pícara más cálida del planeta cuando algo lo deslumbraba, ya sea por ocurrente o por inteligente. Cascarrabias, purista a la hora de juzgar lo que escribe la pluma tanto como lo que sale de la boca. 
El aula era una arena movediza en donde el mérito no se negociaba. Su cara recia, pétrea, a la hora de los exámenes le daban un porte de caballero medieval cuya espada escupía las calificaciones más rigurosas de la comarca. Ahí estaba Martín, proponiendo (casi sin querer) en cada clase, un Antón Pirulero. 
Las medias tintas no iban con él. A Martín o lo odiabas o lo amabas, ni más ni menos. Algunos de sus colegas decían que él nos mentía, que nos pintaba el oficio de periodistas color de rosa. Nunca la entendieron, Martín no quería que la realidad del oficio nos oscureciera la vocación. Vos salías a la calle y te sentías un campeón, una campeona, periodista con mayúsculas. 
Tal vez sus colegas no estaban muy equivocados. Por más que escribías como los dioses, con buena técnica y velocidad; los medios buscaban otra cosa y muchos terminamos viviendo una ilusión que no llena la heladera pero que gracias a él, siempre te va a mantener vivo el corazón.
Sin embargo, con este hombre de bigote singular y buen vestir, de pañuelo al cuello y boina en invierno, también había lugar para lo mundano, lo cotidiano. Todo formaba parte de las tertulias del Taller de Gráfica III de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata, un dos por uno, sin desperdicio. Así se llenaban las horas, con sus anécdotas de periodista por África, de las conversaciones con sus amigos escritores, del vaso de whisky ameno compañero en los momentos de ocio, de los amores inestables de los periodistas y tantos relatos breves que la memoria traicionera echa al olvido. Asiduo concurrente del bar Británico, un porteño (del barrio de San Telmo), de origen cordobés.
Él nos enseñó que la realidad entraba en una síntesis de veinte líneas, que una descripción no tenía que apelar a la cursilería para emocionar y que si queríamos escribir bien había que escaparle a los best-seller. Al finalizar la cursada a fin de año nos íbamos con un listado de lecturas recomendadas ¿me alcanzará la vida para leer todo esto? (era inevitable que te lo preguntaras).
Con el tiempo, de alumnos pasamos a ser sus lectores. Es imposible no reconocer en Mariani su alter ego. 
Lejos ya del aula, ahí está él, como un ángel urbano al que convocamos con el pensamiento para preguntarle:
- Martín, ¿qué le parece esto que escribí? 
-Varela, vaya, piense y escríbalo otra vez (con la misma sonrisa pícara y bonachona de siempre, mientras le da una pitada a su cigarrillo).
A él siempre había que creerle. 
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marcelavarela-blog · 10 years
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Rosa sanguínea
La madre de Francisco amaba las flores. Esta vez no sería tarea fácil para él, encontrar rosas de un rojo particular en los únicos dos puestos de flores del pueblo.
Don Calisto uno de los floristas más antiguo en el oficio, le aconsejó internarse en el gran bosque que rodeaba a Palumbo. Según le comentó, se encontraban las flores más exóticas nunca vistas en otros lugares del mundo. Allí, la rosa popularmente conocida como “sanguínea”, a la que los ancestros le atribuían poderes mágicos, se conservaba como una reliquia.
Mientras caminaba hacia el bosque, Francisco se preguntaba por qué su madre querría justamente la rosa sanguínea. Durante los dos días de viaje esa duda lo inquietaba a tal punto, que durante los momentos de descanso, se dormía y despertaba con ella. Deliraba, mientras el sudor bañaba su rostro.
Hace muchos años, uno de los primeros habitantes de Palumbo le regaló a su prometida una rosa aterciopelada, de un rojo sangre con agradable perfume.
En aquel tiempo, un poblador la cultivaba para quienes iban a unir sus vidas hasta que la muerte los separara.
Pero un día la rosa de los enamorados fue condenada a vivir en el bosque. Ya no habría más rosas sanguíneas para unir las almas enamoradas porque la muerte llegaba antes del casamiento.
Según relatan los pobladores, cuando el joven se acercó con la rosa sanguínea a la prometida para pedir su mano, la rosa cual flecha se clavó en su corazón. Cayó herido de muerte ante el llanto desconsolado de su amada que ya no sería desposada por él.
Francisco llegó a las puertas del bosque. Se sintió aliviado porque estaba cerca de cumplir el deseo de su madre. Al acercarse se dio cuenta que el tronco de ese rosal le guiñaba un ojo; espantado se alejó lo suficiente como para ver que ese ojo verde pertenecía a un bello rostro, que lo hipnotizó al instante.
Era un rostro de mujer que le pedía ayuda. Le rogaba que la trasplantara porque allí no le llegaba la luz del sol, se estaba secando y temía morir.
Al día siguiente, el cuerpo de Francisco fue encontrado en un paraje cercano al bosque, con una rosa  atravesada cual lanza, en el corazón.
La madre de Francisco murió sin volver a ver a su hijo y a la rosa que había cultivado su abuelo.
Contaban que hasta el día de su muerte se lamentaba por haber enviado a su hijo en busca de la rosa sanguínea.
Tras la desaparición de Francisco, llegó a Palumbo una joven llamada Rosa, de cabellos rubios e hirsutos, de ademanes suaves y  finos modales que enamoraba a los caballeros del lugar.
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marcelavarela-blog · 12 years
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Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca. Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.
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marcelavarela-blog · 12 years
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marcelavarela-blog · 12 years
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Al cerrar sus ojos | Cuento breve |Marcela Varela
Cada vez que se iba a dormir, al cerrar sus ojos sólo la invadía un pensamiento; el deseo de no querer despertar más.
Nadie se dio cuenta que una silenciosa pero persistente depresión le estaba erosionando el alma y el cuerpo. Sentía culpa. Un martirio cristiano que la hacía volver en sí.
Sin embargo, la tristeza contenida era como la lava de un volcán que le quemaba el corazón.
Ya nada tenía sentido. Su vida se apagó. De su sonrisa sólo quedo la huella indeleble en las fotografías que algún día viejas, se perderían en las sombras del pasado.
Se empeñó con ahínco para que su vida fuera otra, pero el destino malogró sus sueños. Se dio cuenta que ya no había tiempo.
Anda como un alma sin vida que sólo trata de sobrevivir.
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marcelavarela-blog · 12 years
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¡Rosa multicolor!
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marcelavarela-blog · 12 years
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WHERE WOULD YOU MOST LIKE TO VISIT ON YOUR PLANET?
I like Morocco!
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marcelavarela-blog · 12 years
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¡Rosa multicolor!
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